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Traduecin de Liberalismo y democracia Joost F. Fensannez Saxri.tas por NORBERTO BOBBIO FONDO DE CULTURA ECONOMICA Dei, Neo Tiscaiiaue »slemeeracis / Newbetws Bobbio : trad. de F Fernaveter Sanilan, — Messen tc, 1980 Hips tT» them — (Cole. Bresiavion 170) Talo original Liberalism e democraais ISBN 9716-921 Fs 1. Democracin — Estudio y enseianiza 2, Liberalism Lee rninder Sumi, Jose Fate It See Mt LG JCISS.B7 LI Dewey 082.1 B86 VATS Distibucién mundial (©1985, 1986, Franco Angeli Libr st, Mili © 20083, Simoneli Editore sil, Min Titwlo original: Libralismo edemocazia D.R, © 1989, Fondo de Cultura Econ6mi Carretera Pieacho-Ajusco 297, 14738, Mexico, D.F nm fondodeculturaeconomica.com Empresa certficada so 90012008 Comentarios: edtorial@fondodeculturseconomica.com “Tel: (55)5227-4672, Fax: (55)5297-4640 Se prohibe la reproduccién total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derectos. ISBN 978-968-16:324-4 Impreso en México * Printed in Mexico I. LA LIBERTAD DE LOS ANTIGUOS Y DE LOS MODERNOS La rxtsteNcta actual de regimenes lamados liberal- democriticos 0 de democracia liberal, induce a creer {que liberalismo y democracia sean interdependientes. Por el contrario, el problema de sus relaciones es ‘muy complejo. En la acepeién mas comin de los dos términos, por “liberalismo” se entiende una de- terminada concepeién del Estado, la concepcién se- iin la cual el Estado tiene poderes y funciones limi- tados, y como tal se contrapone tanto al Estado absoluto como al Estado que hoy lamamos social; por “democracia”, una de las tantas formas de go- bierno, en particular aquella en la cual el poder no esté en manos de uno o de unos cuantos sino de todos, © mejor dicho de la mayor parte, y como tal se contrapone a las formas autocraticas, como la monarquia y la oligarquia. Un Estado liberal no es por fuerza democritico: més ain, histéricamente se realiza en sociedades en las cuales la participacién en el gobierno esta muy restringida, limitada a las clases pudientes. Un gobierno democratico no ge- nera forzosamente un Estado liberal: incluso, el Es- tado liberal clésico hoy est& en crisis por el avance progresivo de la democratizacién, producto de la ampliacién gradual del sufragio hasta legar al su- fragio universal. 8 LIBERTAD DE ANTIGUOS Y MODERNOS La antitesis entre liberalismo y democracia, bajo forma de contraposicién entre libertad de los mo- dernos y libertad de los antiguos, fue enunciada y sutilmente argumentada por Benjamin Constant (1767-1830) en el célebre discurso pronunciado en el Ateneo Real de Paris en 1818, del cual se puede hhacer comenzar la historia de las dificiles y contro- vertidas relaciones entre las dos exigencias funda- mentales de las que nacieron los Estados contem- pordneos en los paises econémica y socialmente més desarrollados, la demanda por un lado de limitar el poder, y por otro de distribuirlo, EL fin de los antiguos —escribe— era la distribuci6n del poder politico entre todos los ciudadanos de una misma patria: ellos llamaban a esto libertad. Elfin de los modernos ex 1a seguridad en los goces privados: ‘llos aman libertad a las garantias acordadas por las instituciones para estos goces.* Constant, como buen liberal, consideraba que estos dos. fines eran contradictorios. La participacién di- recta en las decisiones colectivas termina por someter al individuo a Ia autoridad del conjunto y a no hacerlo libre como persona; mientras hoy el ciuda~ dano pide al poder piblico la libertad como indi- viduo. Concluia: 3B, Constant, De la liberté de des modernes (1818), en Collection compléte des owareges, vol. TV, parte 7, Béchet Libraire, Paris, 1820, p. 253 (cr. it, en B. Constant, Introdusione « tradutione, de U. Cerro: ni, Samona y Savelli, Roma, 1965, p. 252) ‘ancien: comparte a celle LIBERTAD DE ANTIGUOS Y MODFRNOS 9 Nosotros ya no podemos gorar de la libertad de tos antiguos, que estaba constituida por la participacion activa y constante en el poder colectivo. Nuestra li- bertad en cambio debe estar constituida por el gozo pacifico de la independencia privada? Constant citaba a los antiguos pero tenfa ante si lun oponente mas cercano: Jean-Jacques Rousseau Efectivamente, el autor de El Contrato Social habia ideado, bajo una fuerte influencia de los autores cli- sicos, una repéblica en la que el poder soberano, tuna vez constituido por la voluntad de todos, es infalible y “no tiene necesidad de proporcionar ga- rantias a los subditos, porque es imposible que el ‘cuerpo quiera perjudicar a todos sus miembros”.* No es que Rousseau haya levado el principio de la voluntad general hasta el punto de desconocer la necesidad de limites al poder del Estado; atribuirle la paternidad de la “democracia totalitaria” es una polémica tan trillada como incorrecta. Aunque sos- tiene que el pacto social proporciona al cuerpo poli- tico un poder absoluto, afirma que “el cuerpo sobe- ano, por su parte, no puede cargar a los siibditos de ninguna cadena que sea initil a la comunidad”* Pero ¢s cierto que estos limites no son anteriores a la aparicién del Estado, como lo propone la teoria de los derechos naturales, que representa el niicleo 2 Tr. city p. 252. 8 J. J. Rouseau, Du contrat social, I, 7 (tr. it. en J. J- Rousseau, Seritt politici, a cargo de P. Alatri, Utet, Turin, 1970, p. 734). Tr. city, Be THA. 10 LIBERTAD DE ANTIGUOS ¥ MODERNOS. doctrinal fuerte del Estado liberal. En efecto, aun tedo to que cada individue enajena de su poder, «cs solamente la parte cuyo uso es trascendente para midad ~concluye que--, el cuerpo soberano jer de esta importanciaS 8 Tr city p. 744. HI. LOS DERECHOS DEL. HOMBRE Ex pensupcesto filoséfico del Estado liberal, ent “Gido como Estado Timitado en contrapesicién al tado absoluto, es J doctrina de tos derechos del hombre elaborada por la escuela del derecho natural (o iumaturalismo) : la doetrina, de acuerdo con la cual el hombre, todos los hombres indistintamente ‘tienen por naturaleza, y por tanto sin importar su voluntad, mucho menos la voluntad de unos cuantos 6 de uno solo, algunos derechos fundamentales, como fl derecho a a vida, a la libertad, a la seguridad, a [a felicidad, que el Estado, © mis concretamente aquellos que en un determinade momento histérico detentan cl poder legitimo de ejercer la fuerza para obtener la obediencia a sus mandatos, deben_res- petar no invadiéndolos y garantizarlos frente a cual quier intervencién posible por Atribuir a alguien un derecho significa reconocer que tiene lafacultad de hacer o no hacer lo que le plazca, y al mismo tiempo el-pader-de resist, recu- rriendo en Gltima instancia a la fuerza propia o de los demés, contra el transgresor eventual, quien en consecuencia siene el deber (0 la obligacién) de a tenerse_de cualquier acto que pueda interferir_con la facultad-de. hacer_o eno hacer. “Derecho” y. “deber” son dos nociones que pertenccen al lenguaje .y en cuanto tales presuponen la exis- u w DERECHOS DEL HOMBRE tencia de una norma o regla de conducta que en e momento en que atribuye a un sujeto la facultad de hacer 0 de no hacer algo impone a quien sea abstenerse de toda accién que pueda en cualquier forma impedir el ejercicio de tal facultad. Se puede definir al iusnaturalismo como la doctrina de acuer- do con la cual existen leyes, que no.han sido pu por la voluntad humana y en cuanto tales son ante- riores a la formacién de cualquier grupo social, reco- nocibles mediante la bisqueda racional, de las que derivan, como de toda ley moral 0 juridica, “dere- chos y deberes que son, por el hecho de derivar de una ley natural, derechos y deberes naturales. Se habla del iusnaturalismo como del presupuesto “filo- séfico” del liberalismo porque sirve para establecer los limites del poder con base en una concepcién general ¢ hipotética de Ia naturaleza del hombre, que prescinde de toda verificacién empirica y de ‘toda. prueba histérica. En el capitulo 1 del Segundo ensayo sobre ‘rao civil, Locke, uno de los poten dol Shean, arts dal ota de cater leza descrito como un estado de_perfecta libertad © igualdad, gobernado por una ley de naturaleza que ensefia a cuantos seres humanos quieren consultarla ‘que, siendo iguales e independientes, nadie debe dafiar @ otro en su vida, salud, libertad © posesiones.t Esta descripcién es fruto de una reconstruccién hipotética de un supuesto estado originario del hom- 1 J, Locke, Two Treatises of Government (1690), TT, 6 (te. it, a cargo de L. Poreyson, Utet, Turin, 3c 1980, p. 281) ee DERECHOS DEL HOMBRE, 8 bre, cuyo iinico objeto es el de aducir una buena razin para justificar los limites al poder del Estado. En efecto, la doctrina de Ios dérechos naturales es Ia base de las Declaraciones de los derechos de los Estados Unidos de América (a partir de 1776) y de la Francia revolucionaria (a partir de 1789) mediante las cuales se afirma el principio fundamen- tal del Estado liberal como Estado limitado: El objetivo de toda ssociacién politica es la conser- vac de tos derechos naturales presi, dl hambee (art. 2.de la Declaracién de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, 1789). En cuanto teoria elaborada de diversas maneras por filésofos, tedlogos y juristas, Ia doctrina de los derechos del hombre puede ser considerada la racio- nalizacién péstuma del estado de cosas al que “ha evado, especialmente en Inglaterra muchos siglos antes, la lucha entre la monarquia y las demés fuer as sociales, concluida con la concesién de la Carta ‘Magna por parte de Juan sin’ Tierra (1215), donde las facultades y poderes que serén llamados en los siglos posteriores “derechos del hombre” son recono- cidos con el nombre de “libertad” (libertates, fran- chises, freedom), 0 sea, de esferas individuales de accién y posesién de bienes protegidas ante el poder coactivo del rey. Aunque esta carta y las sucesivas tengan la forma juridica de concesiones soberanas, de hecho son el resultado de un verdadero y propio Pacto entre partes contrapuestas referente a los de- rechos y deberes reciprocos en la relacién politica, decir, en la relacién entre deberes de proteccién “ DERECHOS DEL HOSTBRE (yor parte del soberano’ y debeves de obediencia (en fo que consis la “obligacién potitica de parte del sibdlite), Hamade convinnente pactum tubirctioms. En ana carta de his “libertades” el ‘objeto principal del acuerdo sou fas formas y Timites de ki obediencia, © sea, de la obligacién politica, ¥ correspondientemente, las formas y Tiuvites del de- recho de andar, Que estas antiguas comno por lo dems lis cartay coustitucionales octroyées de fas monarquias constitucionales de la época de la Restaurucién y otras (como el estatuto albertino de 1818) adopten Ia forma juridies de la concesién, que es un acto unilateral, mientras de hecho son el resultado de un acuerdo bilateral, es una forma ti pica de ficcién juridica, que tiene et objetivo de salvaguardar el principio de Ia superioridad del rey, y por tanto de asegurar la permanencia de I forma de gobierno monarquica, a pesar de la Megada de los Iitnites de los poderes tradicionales del deten- tador del poder supremo. Naturalmente, también en este caso, el curse his- térico que origina un deterininado orden juridico su justificacién racional se presentan de manera invertida: histéricamente, el Estado. liberal nace de continua y progresiva erosién del poder abso- iuto del rey. y en periodos histéricos de crisis aguda. de una ruptura revolucionaria (son ejemplares los casos de Inglaterra en el siglo xv y de Francia a finales del xvu) ; racionalmente, el Estado liberal es justificado como el resultado de un acuerdo entre individuos en principio libres que convienen en esta- blecer los vinculos estrictamente necesarios para una DERECHOS DBI. HOMBRE, ts convivencia duradera y pacifiea, Mientras el curso historico carina de un estado inieial de servidumbre 1 estados sucesivos de conquista de espacios de liber- tad por parte de los sujetos, mediante un proceso de liberacién gradual, la doctrina transita el caraino inverso, ya que parte de la hipétesis de un estado inicial de libertad, y slo en cuanto concibe al hom- bre naturalmente libre llega a constituir la sociedad politica como una sociedad con soberania limitada. En sustancia, Ia doctrina, bajo la especie de teoria de los derechos naturales, invierte el recorrido del curso histérico, poniendo al inicio como fundamento y por consiguiente como prius lo que hist6ricamente es el resultado, el posterius. La afirmacién de los derechos naturales y la teoria del contrato social, 0 contractualismo, estén estrechamente vinculadas. La idea de que el ejer- cicio det poder politico sea legitimo sélo si se basa en el consenso de las personas sobre las cuales se ejerce (también esta tesis es lockiana), y por tanto en. un acuerdo entre quienes deciden someterse a un poder superior y con las personas a las que este poder es confiado, deriva del presupuesto de que los indi- viduos tengan derechos que no dependen de la institucién de un soberano y que la institucién del soberano tenga como funcién principal el permitir 1 desarrollo méximo de estos derechos compatibles con la seguridad social. Lo que une la doctrina de los derechos del hombre y el contractualismo es a comén concepcién individualista de la sociedad, la concepcién de acuerdo con la cual primero est el individuo con sus intereses y necesidades, que toman 16 DERECHOS DEL HOMBRE a forma de derechos en virtud de una hipotética ley de naturaleza, y luego la sociedad, y no al con- trario como sostiene el organicismo en todas sus for- mas, de acuerdo con la cual la sociedad es primero que los individuos, 0 con la férmula aristotélica, destinada a tener un gran éxito a lo largo de los siglos, el todo es primero que las partes. El contrac- twalismo moderno representa una verdadera y propia mutacién en Ja historia del pensamiento politico do- ‘minado por el organicismo en cuanto, cambiando Ia relacién entre el individuo y la sociedad, ya no hace de la sociedad un hecho natural que existe indepen- dientemente de la voluntad de los individuos, sino un cuerpo artificial, creado por los individuos a su imagen y semejanza para la satisfaccién de sus intereses y necesidades y el mas amplio cjercicio de sus derechos. A su vez, el acuerdo que da origen al Estado es posible porque, de conformidad con la teoria del derecho natural, existe por naturaleza una ley que atribuye a todos los individuos algunos dere- chos fundamentales de los cuales el individuo pued desprenderse s6lo voluntariamente dentro de los 1 mites bajo los que esta renuncia acordada con la renuncia de todos los demés permite la composicién de una convivencia libre y ordenada. Sin esta verdadera y propia revolucién copernicana con base en la cual el problema del Estado ya no ha sido visto de la parte del poder soberano sino de la de los siibditos, no hubiera sido posible a doctrina del Estado liberal, que es in primis la doctrina de Jos limites juridicos del poder estatal. Sin individua- lismo no hay liberalismo. III, LOS LIMITES DEL PODER DEL ESTADO Hasta agui se ha hablado genéricamente de Estado limitado 0 de limites del Estado. Ahora es necesario precisar que esta expresién comprende dos aspectos diferentes del problema que no siempre se distinguen con precision: a) los limites de los poderes, 6) y de las funciones del Estado. Ambos son abarcados por Ia doctrina liberal, aunque pueden ser tratados separadamente. El liberalismo es una doctrina del Estado limitado tanto con respecto a sus poderes como a sus funciones. La nocién comin que para representar al primero ¢s el estado de derecho; la nocién comin para representar el segundo es el estado minimo. Aunque el liberalismo conciba al Es- tado tanto como estado de derecho cuanto como estado minimo, se puede dar un estado de derecho que no sea minimo (por ejemplo, el estado social contempordneo) y también se puede concebir un estado minimo que no sea un estado de derecho (como el Leviatin hobbesiano respecto a la esfera econémica que al mismo tiempo es absoluto en el més amplio sentido de la palabra y liberal en eco- nomia). Mientras el estado de derecho se contra- pone al Estado absoluto entendido como legibus s0- lutus, el estado minimo se contrapone al estado miximo: entonces se debe decir que el Estado Ii 7 18 LIMITES DEL PODER, beral se afirma en la lucha contra el Estado absoluto en defensa del estado de derecho y contra el estado méximo en defensa del estado minimo, si bien los dos movimientos de emancipacién no siempre coin- iden histérica y précticamente, Por estado de derecho se entiende en general un Estado en el que los poderes piiblicos son regulades por normas generales (las leyes fundamentales 0 constitucionales) y deben ser ejercidos en el Ambito de las leyes que los regulan, salvo el derecho del ciudadano de recurrir a un juez independiente para hhacer reconocer y rechazar el abuso 0 exceso de poder. Entendido asi, el estado de derecho refleja Ja vieja doctrina, que se remonta a los clasicos y que fue transmitida por las doctrinas politicas me- dievales, de la superioridad del gobierno de las leyes sobre el gobierno de los hombres, segiin la formula lex facit regem,} y que sobrevive también en la época del absolutismo cuando la méxima princeps legibus solutus? fue entendida en el sentido de que el sobe- ano no estaba sujeto a las leyes positivas que él mismo dictaba, pero estaba sujeto a las leyes divinas © naturales y a las leyes fundamentales del reino. Ademis, cuando se habla del estado de derecho en el ambito de la doctrina liberal del Estado, es preciso agregar a la definici6n tradicional una determinaci6n subsecuente: la constitucionalizacién de los derechos naturales, 0 sea, la transformacién de estos dere- 1H, Bracton, De legibus et consuetudinibus Angliae, 2 cargo de G. E. Woodbine, Harvard Univenity Press, Cam- ‘bridge, Mass, 1968, vol. II, p. 33. 2 Ulpiano, Dig., I, 3, 31. LIMITES DEL PODER 19 chos en derechos protegidos juridicamente, es decir, en verdaderos y propios derechos positives. En la doctrina liberal estado de derecho no sélo significa subordinacién de los poderes piblicos de cualquier grado a las leyes generales del pats que es un limite puramente formal, sino también subordinacién de las, leyes al limite material del reconocimiento de algunos derechos fundamentales considerados constitucional- mente, y por tanto en principio “inviolables” (este adjetivo se encuentra en el articulo 2 de Ia consti- tucién italiana). Desde este punto de vista, se puede hablar de estado de derecho en sentido profundo para distinguirlo del estado de derecho en senti- do débil, que es el estado no despético, es decir, no regido por los hombres sino por las leyes, y por el estado de derecho en sentido debilisimo, como Io es el Kelseniano, de acuerdo con el cual una vez re- suelto el estado en su ordenamiento juridico, todo Es- tado es estado de derecho (y Ia misma nocién de estado de derecho pierde toda fuerza calificativa) Son parte integrante del estado de derecho en sentido profunde, que es el propio de ta doctrina liberal, todos los mecanismos constitucionales que im- piden u obstaculizan el ejercicio arbitrario e ‘leg timo del poder y dificultan o frenan el abuso, 0 el ejercicio ilegal. Los més importantes de estos meca~ nismos son: 1) el control del poder ejecutivo por parte del poder legislative o més exactamente del go- bierno al que corresponde el poder ejecutivo de parte del parlamento al que toca en iltima instancia el poder legislativo y Ia orientacién politica; 2) el con- trol eventual del parlamento en el ejercicio del poder 20 LIMITES DEL PODER legislative ordinario por parte de una corte juris- diccional a la que se pide el establecimiento de la constitucionalidad de las leyes; 3) una relativa auto- nomia del gobierno local en todas sus formas y grados frente al gobierno central; 4) un poder judicial inde- pendiente del poder politico. IV. LA LIBERTAD CONTRA EL PODER Los mEcaNismos constitucionales que caracterizan al estado de derecho tienen el propésito de defen- der al individuo de los abusos de poder. Dicho de ‘otro modo: son garantias de libertad, de la lamada libertad negativa, entendida como la esfera de accién en la que el individuo no est constrefiido por quien detenta el poder coactivo a hacer lo que no quiere y a la vez no es obstaculizado para hacer lo que quiere. Hay una acepcién de libertad, y es Ia acep- cién preponderante en Ia tradicién liberal, de acuer- do con la cual “libertad” y “poder” son dos términos antitéticos que denotan dos realidades contrastantes entre ellas y por tanto incompatibles: en las rela- mnes entre dos personas, cuando se extiende el poder (se entiende el poder de mandar impedir) de una disminuye la libertad en sentido negative de Ja otra, y viceversa, cuando la segunda amplia su cesfera de libertad disminuye el poder de la. primera Es necesario agregar que para el pensamiento liberal la libertad individual esta garantizada, no sélo por los mecanismos constitucionales del estado de dere- cho, sino también porque al Estado se le reconocen funciones limitadas en el mantenimiento del orden piiblico interno e internacional, En el pensamiento liberal, Ia teoria del control del poder y Ia teoria de la limitacién de las funciones del Estado caminan a LIBERTAD CONTRA PODER paralelamente: incluso se puede decir que la segun- da es la conditio sine qua non de la primera, en el sentido de que el control de los abusos de poder €s mis viable en cuanto es més restringido el ambito en el que el Estado puede ampliar su intervencién, © ms sencillamente, el estado minimo es mas con- trolable que el estado méximo. Desde el punto de vista del individuo, desde el que lo ve el liberalismo, el Estado es concebido como un mal necesario: pre- cisamente en cuanto es un mal, aunque sea necesario (y en esto el liberalismo se distingue del anarqui: mo), el Estado debe entremeterse lo menos posible en la esfera de accién de los individuos. Poco antes de la revolucién norteamericana, Thomas Paine (1737-1809), autor de un ensayo en defensa de los derechos de! hombre, expresa con gran claridad este pensamiento: a ogee eS ea ot Peace see apts enor Sie See ere ores secon, Le es ea se i Le ee oe Hin cm bts ol ee, len eh ‘es insoportable Una vez definida la libertad en el sentido prepon- derante de la doctrina liberal como libertad frente al 1 Th. Paine, Common sense (1776) (te. it, en Th. Paine, I diritti delfuomo, a cargo de T. Magri, Editori Rivniti, 1978, p. 65) LIBERTAD CONTRA PODER 2 Estado, ¢l proceso de formacién del Estado liberal puede hacerse coincidir con el crecimiento progre- sivo de la esfera de la libertad del individuo, con respecto a los poderes piiblicos (para usar los tér- minos de Paine), con a emancipacién gradual de la sociedad o de la sociedad civil, en el sentido hege- Jiano 0 marxista, del Estado. Las dos esferas princi- pales en las que acontece esta emancipacién son la esfera religiosa o en general espiritual, y la esfe- ra econémica 0 de los intereses materiales. Segin la conocida tesis weberiana sobre las relaciones entre la ética protestante y el espiritu del capitalismo, los dos procesos estan estrechamente relacionados. Pero aparte de esta discutida conexién, es un hecho que la historia del Estado liberal coincide, por un lado, con la terminacién de los Estados confesionales y con la formacién de los Estados neutrales 0 agnésticos con respecto a las creencias religiosas de sus ciudada- 10s; por otro, con Ia finalizacién de los privilegios y de los vinculos feudales y con la exigencia de la Aisposicién libre de los bienes y de la libertad de in- tercambio, que sefiala el nacimiento y el desarrollo de la sociedad mercantil burguesa. Bajo este aspecto, la concepcién liberal del Estado se contrapone a las diversas formas de paternalismo, de acuerdo con las cuales el Estado debe cuidar a sus sGbditos como el padre a sus hijos, cuidado justi- ficado por el hecho de que los sibditos siempre son considerados como menores de edad. Uno de los fines que se propone Locke con sus Dos ensayos sobre el gobierno civil es demostrar que el poder civil, na- cido para garantizar la libertad y la propiedad de ry LIBERTAD CONTRA PODER los individuos que se asocian para autogobernarse, cs diferente del gobierno paternal y con mayor razén del patronal. Asi pues, el paternalismo es uno de Jos blancos que mis sefiala y golpea Kant (1724- 1804), para quien tun gobiemo basado en el principio de la benevo- lencia hacia el pueblo, como el gobiemo de un padre sobre los hijos, es decir, un gobierno patemalista (imperium paternale), en’el que los sibditos, como hhijos menores de edad que no pueden distinguir lo que les es itil 0 dafioso, son constrefidos a compor- tare tan s6lo pasivamente, para esperar que ¢l jefe de Estado juzgue Ta manera en que cllos deben ser felices, y a esperar que por su bondad él lo quiera, te el peor despotismo que pueda imaginarse.” Kant se preocupa sobre todo por Ia libertad mo- ral de los individuos. Igualmente clara y neta es Ja preocupacién de Adam Smith por los aspectos de la libertad econémica o de la mejor manera, - Jos propios intereses materiales. Para Smith, Se nad mn ‘el soberano s6lo tiene tres deberes de gran impor- tancia, Estos son: la defensa de la sociedad contra los enemigos externos, Ia proteccién del individuo contra las ofensas de otros individuos y el ver por fas obras piblicas que no podrian ser efectuadas si gin dr 2B, Kant, Ober den Gemeinpruch: Dat, ma Theorie richtig sein, taugt aber nicht fir die Praxis (1793) Theorie hi te anes Quato Pad wert 1 aoe an easyer ts praca, 0B Kay Se en se dora ea drt, Vet, Tos, politics 1956, p. 255). LIBERTAD CONTRA PODER 23 fuesen confiadas a la ganancia privada, Tanto en Kant como en Smith, por cuanto puedan ser lejanos sus puntos de partida, la doctrina de los limites de las funciones del Estado se basa en la primacia de Ja libertad del individuo frente al poder soberano y en consecuencia en la subordinacién de los deberes del soberano a los derechos o intereses del individuo. ‘A finales del siglo de las Declaraciones de los de- rechos, de Kant y de Smith, Wilhelm von Humboldt (1767-1835) escribe la sintesis més perfecta del ideal liberal del Estado con las Ideas para un ensayo de determinar los limites de la actividad del Estado (1792). Para hacer entender el objetivo del autor, si no bastase el titulo, nos ayudaria el sentido dado al primer capitulo, tomado de Mirabeu padre: Lo dificil es promulgar solamente las leyes necesarias y permanecer siempre fiel a estos principios verdade- Tamente constitucionales de la sociedad, de cuidarse del furor de gobernar, a més terrible enfermedad de los gobiernos modemes. El pensamiento de Humboldt es muy firme en el punto de partida del individuo en su inefable singu- laridad y variedad; sefiala que el verdadero objetivo del hombre ¢s el desarrollo amplio de sus facultades. La méxima fundamental que debe guiar al Estado ideal en el logro de este fin es Ia siguiente: El hombre verdaderamente razonable no puede desear otro Estado més que aquel en el cual, no solo cada individuo pueda goear de la libertad mis irvestricta para desarrollarse en su singularidad inconfundible, sino también aquel en el que la naturaleza 26 LIBERTAD CONTRA PODER reciba de la mano del hombre otta forma que la que cada individuo a medida de sus necesidades y de sus inclinaciones, le puede dar a su arbitrio, con las Ginicas restricciones que derivan de los limites de sus fuerzas y derecho La consecuencia que Humboldt saca de esta pre- misa es que el Estado no debe inmiscuire “en la esfera de los asuntos privados de los ciudadanos, salvo que estos asuntos no se traduzcan inmediata- mente en una ofensa al derecho de uno por parte de otro”.* Al lado de la mutacién de la relacién tradicional entre individuo y Estado, propia de la concepcién orgénica, y para reforzar tal mutacién, se da, respecto a esta misma relacién, el cambio de la conexién entre el medio y el fin: el Estado, de acuerdo con Humboldt, no es un fin en sf mis- mo sino solamente un medio “para la formacién del hombre”. Si el Estado tiene un fin iiltimo, éste es el de “elevar a los ciudadanos hasta el punto de ‘que persigan esponténeamente el fin del Estado, por la sola idea de la ventaja que Ia organizacién estatal les garantice a fin de conseguir sus objetivos indi- viduales”.* En repetidas ocasiones se afirma en el ensayo que el fin del Estado solamente es a “segu- ridad”, entendida como la “certeza de la libertad en el Ambito de Ia ley” 8 W. von Humboldt, Ideen zu einem “Versuch die Gren- em des Staates eu bestimmen” (1792) (tr. it. Idee per un “Saggio sui limiti delParione dello stato”, a. cargo de F. Serra, Il Mulino, Bolonia, 1961, p. 62). “Fe. ait, p. 63. 8 Tr. cit, p. 99. on V. EL ANTAGONISMO ES FECUNDO ‘At apo de los temas de la libertad individual como objetivo Ginico del Estado y del Estado como medio y no como fin en si mismo, el escrito de Humboldt presenta otro motivo de gran interés para la recons- truccién de la doctrina liberal: el elogio de la “variedad”. En una critica acerba contra el Estado proteccionista, contra el Estado que muestra una preocupacién excesiva por el “bienestar” de los ciu- dadanos (una critica que prefigura la misma de- nuncia contra los presuntos descalabros del Estado asistencial por parte del neoliberalismo contempo- réneo), Humboldt explica que la intervencién del gobierno més all de las dos funciones que le han sido encomendadas, el orden interno y el orden ex- terno, termina por crear en la sociedad comporta- ‘mientos uniformes que sofocan la variedad natural de los caracteres y de las disposiciones. A lo que los gobiernos tienden, a despecho de los individuos, es al bienestar y a la pasividad: “Pero lo que el hombre persigue y debe perseguir es algo muy dife- rente, es la variedad y Ia actividad.” Quien piensa de manera diferente provoca la fundada sospecha de considerar a los hombres como autématas. “De déca- da en década —hace notar (pero zqué cosa hubiera dicho frente a la ‘jaula de hierro’ del Estado buro- 1 Te, cit, p. 69 ” a EI ANTAGONISMO ES FECUNDO. cratico de hoy?)—- aumentan, en la mayor parte de los Estados, los funcionarios y los archivos, mientras disminuye la libertad de los. siibditos.”? Coneluye “Asi se descuida. .. a los hombres para ocuparse en las cosas; las energias para interesarse en los re- sultados."* De esta manera la defensa del individuo de la tentacién del Estado de prover a su bienestar afecta rno solamente la esfera de los intereses sino también la esfera_ moral; hoy estamos demasiado influides por la critica exclusivamente econdmica del Welfare state como para darnos cuenta plena de que el pr mer liberalismo nace con una fuerte carga ética, y la critica del paternalismo tiene su principal raz6n de ser en la defensa de la autonomia de la persona humana. Desde este punto de vista, Humboldt se liga con Kant, y éte y Humboldt con Constant. También en Smith, que por lo demas antes de ser economista fue moralista, la libertad tiene un valor moral Al tema de la variedad individual contrapuesta a la uniformidad estatal se vincula el otro tema ca- racteristico e innovador del pensamiento liberal: la fecundidad del antagonismo. La tradicional concep- ccién orgénica de la sociedad privilegia la armonia, la concordia incluso impuesta, la subordinacién re- gulada y controlada de las partes al todo, y condena cl conflicto como elemento de desorden y disgre- gacién social. Por el contrario, en todas las corrien- tes de pensamiento que se contraponen al organicismo 2 Tr, eit, p. 73. 8 Tr, cits p. 74. EL, ANTAGONISMO ES FECUNDO. 2 progresa la idea de que el contraste entre indivi- duos y grupos en competencia (también entre Es- tados, de donde deriva el elogio de Ia guerra como modeladora de la virtud de los pueblos) sea bené fico y sea una condicién necesaria del progreso técnico y moral de la humanidad, el cual solamente emana de la contraposicién de opiniones € intereses dife. rentes. Esta contraposicion se puede efectuar en el debate de las ideas para buscar la verdad, en la competencia econémica para la persecucién del m: yor bienestar social, en la lucha politica para la seleccién de los mejores gobernantes. Se entiende que de esta concepcién general del hombre y de la historia parte la libertad individual, entendida como la emancipacién de los vinculos que la tradicién, Ia costumbre, las autoridades sacras y profanas han im- puesto a los individuos a lo largo de los siglos, y se convierte en condicién necesaria para permitir junto con la expresi6n de la “variedad” de los caracteres individuales la disputa, y en la disputa el perfeccio- namiento reciproco. En el ensayo Idea de una historia universal en sentido cosmopolita (1784), Kant expres6 sin pre- juicios la conviccién de que el antagonismo sea “el medio que utiliza la naturaleza para realizar el desa- rrollo de todas sus disposiciones”,* y entiende por “antagonismo” la tendencia del hombre a satisfacer sus intereses en competencia con los intereses de los 4 E. Kant, Idee su einer allgemeinen Geschichte in welt- biirgerlicher ‘Absicht, 1784 (tr. it, Idea df una storie. uni- vertale dal punto di viste cormopalitico, en Scritti politic, cit, p. 127). 0 EI, ANTAGON SMO ES FECUNDO demfs: una tendencia que estimula todas sus ener- , To Neva a vencer la tendencia a la pereza, 8 conquistar un lugar entre los coasociados. Kant formula un juicio sobre el significado no solamente econémico sino moral de la sociedad antagonista ‘que puede ser tomado perfectamente como el niicleo esencial del pensamiento liberal: “sin la insociabi lidad todos los talentos permanecerian cerrados en sus gérmenes en una vida pastoral arcédica. ..; Ios hombres como las buenas ovejas llevadas a pastar, no darian algin valor a su existencia”. Y de la enun- iacién de este juicio terminante deriva el siguiente imno a la sabiduria de la creacién; Debe agradecerse a la naturaleza la intratabilidad que genera, la envidiosa emulacién de la vanidad, la co- dicia jamés satisfecha de posesiones y dominio: sin ellas todas las excelentes disposiciones naturales insitas ‘la humanidad permanecerfan ctemamente adorme- cidas sin desarrollarse® E] liberalismo, como teoria del Estado limitado, contrapone el estado de derecho al Estado absoluto, y el estado minimo al estado maximo. A través de Ja teorfa del progreso mediante el antagonismo entra fen cscena la contraposicién entre Estados europeos libres y el despotismo oriental. La categoria del des- potismo es antigua, y siempre ha tenido, ademas del significado analitico, fuerte valor polémico. Con Ja expansin del pensamiento liberal, se le agrega otra connotacién negativa: precisamente por el so- 5 Tr, city p. 128. EL ANTAGONISMO ES F NDO. st metimiento general, por el cual, como dijo Maquia- velo, el principado del Turco es gobernado “por un, principe y todos los demas son sierves”,® 0 como sefialé Hegel (1770-1831), en los reinos despéticos de Oriente “uno solo es libre”? los Estados desp6- ticos son estacionarios e inméviles, no sujetos a la ley del progreso indefinido que solamente vale para la Europa civil. Desde este punto de vista, el Estado liberal se vuelve, ademas de una categoria politica general, también un criterio de interpretacién de la historia, © N. Maquiavelo, II Principe, cap. 1v, Tutte le opere, a cargo de F. Flora, Mondadori, Milén, 1949, vol. I, p. 14. TG. W. F. Hegel, Vorlerungen uber die Philosophie der Geschichte (tn. it, Lesioni sulla filosofia della storia, Ta Nuova Talis, Florencia, 1947, vol. T, p. 158) VI. LA DEMOCRACIA DE LOS ANTIGUOS Y DE LOS MODERNOS EL Limeratismo, como teoria del Estado (y también como clave de interpretacién de la historia), es mo- derno, mientras que la democracia como forma de gobierno es antigua. El pensamiento politico griego nos leg6 una eélebre tipologia de las formas de gobier- no de las cuales una es Ia democracia, definida como el gobierno de muchos, de la mayoria, o de los pobres (pero donde los pobres han tomado la su- premacia es sefial de que el poder pertenece al pléthos, a Ia masa), en sintesis, de acuerdo con la misma composicién de la palabra, del pueblo, a diferencia del gobierno de uno o de unos cuantos. ‘A pesar de lo que se diga, del paso de los siglos y todas las discusiones que han tenido lugar en cuanto fa la diferencia de la democracia de los antiguos frente a la de los modernos, el sentido descripti general del término no ha cambiado, si bien cambie segiin los tiempos y las doctrinas su significado eva- Juativo, segiin si el gobierno del pueblo sea preferido al gobierno de uno 0 de unos cuantos 0 viceversa. Lo que se considera que cambié en el paso de la democracia de los antiguos a la democracia de los modernos, por lo menos a juicio de quienes consi- deran til esta contraposicién, no es el titular del 32 DEMOCRACIA DE ANTIGUOS ¥ MODERNOS 33) poder politico, que siempre es el “pueblo”, enten- dido como el conjunto de ciudadanas a los que toca cen iltima instancia el derecho de tomar las deci- siones colectivas, sino la manera, amplia o restrin- gida, de ejercer este derecho: en los mismos afios cen los que mediante las Declaraciones de los derechos nace el Estado constitucional moderno, los autores del Federalista oponen a la democracia directa de los antiguos y de las ciudades medievales la democracia representativa, que es el Gnico gobierno popular po- sible en un Estado grande. Hamilton se expresa de la siguiente manera: Es imposible leer sobre las pequeiias repiblicas de Grecia e Ttalia sin experimentar sentimientos de ho- ror y disgusto por las agitaciones de las que conti- nuamente eran press, y por a sucesién rapida de revoluciones que las mantenia en un estado de perpetua incertidumbre entre las condiciones extremas de la tirania y de la anarquiat Lo secunda Madison: El partidario de los gobiemos populares se encon- trard en graves problemas al considerar el caricter y el destino de éstos y cuando ponga atencién en la facilidad con que degeneran tales formas corruptas del vivir politico? © A. Hamilton, J. Jay, J. Madison, The Federalist (1788) (tr, it II federalsta, a cargo de M. D’Addio y G. Negri, II Mulino, Bolonia, 1980, p. 83). [Hay edicién del Fondo de Cultur Tr cit pe 89. “i DEMOCRACIA DE ANTIGUOS Y MODERNOS En realidad, era un pretexto argumentar que el defecio de In democracia cada fuse el een cadenamiento de las facciones y recordaba el antiguo y siempre presente desprecio del pueblo por parte de os grupos oligarquicos: las divisiones entre fac- ciones contrapuestas se habria reproducide bajo for- ma de partidos en las asambleas de representantes. Lo que en cambio constituia la tinica y sélida razn de la democracia representativa objetivamente eran las grandes dimensiones de los Estados modernos, comenzando por la misma unién de las trece co- Jonias inglesas. Los autores del Federalista. precisa- mene etaban dicutendo sabre I otva contin le esa unién. Lo habia reconocido el propio Rous- seau, admirador apasionado de los antiguos, quien habia asumido la defensa de la democracia directa sosteniendo que “‘la soberania no puede ser represen- tada” y por tanto “el pueblo inglés piensa que es libre y se engafia: Io es solamente durante la elec- cién de los miembros del parlamento: tan pronto como éstos son elegidos, vuelve a ser esclavo, no es nada”? pero también estaba convencido de que ‘no ha existido ni existird jamas verdadera democracia”, porque requiere ante todo de un Estado muy pe- quefio “en donde se pueda reunir fécilmente el pueblo”; en segundo lugar, “una gran sencillez de costumbres”; luego, “mucha igualdad de condiciones y de fortunas”; por iiltimo, “poco o ningiin lujo”, por lo que conclufa: “Si hubiese un pueblo de dio- 3 J. J. Rousseau, Du contrat social fr. it as mtrat social, II, 15 (tr. city DEMOCRACIA DE ANTIGUOS Y MODERNOS 35 ses, se gobemaria democraticamente. Pero un go- bierno tan perfecto no conviene a los hombres.”* ‘Tanto Jos autores del Federalista como los constitu- yentes franceses estaban convencidos de que el nico gobierno democrético apropiado para un pueblo de hhombres fuese la democracia representativa, que ¢ la forma de gobierno en la que el pueblo no toma las decisiones que Je atafien, sino que elige a sus representantes que deben decidir por 61; pero de nin- guna manera pensaban que instituyendo una demo- cracia representativa degenerase ¢l principio del go- bierno popular. Prueba de ello es que la primera constitucién escrita de los Estados Unidos, la de Virginia (1776) —pero la misma formula también se encuentra en las constituciones posteriores— dice: “Todo el poder reside en el pueblo, y en conse- cuencia emana de él; los magistrados son sus fidu- ciarios y servidores, y en todo tiempo responsables ante &”; y el articulo 3 de la Declaracién del 1789 repite: “El principio de toda soberania reside esen- cialmente en la nacién. Ningén cuerpo, ningin indi- viduo puede ejercer una autoridad que no emane expresamente de ella.” Aparte del hecho de que el ejercicio directo del poder de decisién por parte de Jos ciudadanos no es incompatible con el ejercicio indirecto mediante representantes elegidos, como lo demuestra la existencia de constituciones como Ia ita~ Tiana vigente, que prevé el instituto del referéndum popular aunque solamente con sentido abrogativo. ‘Tanto la democracia directa como la indirecta de- 4 Tr, cit, p77. 36 DEMOCRACIA DE ANTIGUOS ¥ MODERNOS ivan del mismo principio de la soberania popular aungue se distinguen por la modalidad y las formas fen que es ejercida esa soberania Por lo dems, la democracia representativa nacié también de la conviccién de que los representantes elegidos por los ciudadanos son capaces de juzgar cudles son los intereses generales mejor que los ciu- dadanos, demasiado cerrados en la contemplacién de sus intereses particulares, y por tanto la democracia indirecta es mas apropiada para lograr los fines para las cuales habia sido predispuesta Ja soberania po- pular. También bajo este aspecto la contraposici6n entre democracia de los antiguos y democracia de Jos modernos termina por ser desorientadora, en, cuanto la segunda se presenta, o es interpretada, ‘como més perfecta que la primera con respecto al fin. Para Madison la delegacién de la accién de gobierno a un pequefio niimero de ciudadanos de pro- ada sabiduria habria “hecho menos probable el sacrificio del bien del pais a consideraciones par- ticularistas y transitorias”.® A condicién de que el diputado una vez elegido no se comportase como hombre de confianza de los electores que Jo habian Nevado al parlamento sino como representante de toda la nacién. Para que en sentido estricto la de- mocracia fuese representativa era necesario que fuese excluido el mandato obligatorio del elector frente al elegido, que en cambio era la caracteristica del Estado estamental, en el que los estamentos, las corporaciones, los cuerpos colectivos transmitian al 5 The Federalist, ct., p. 96. DEMOGRACIA DE ANTIGUOS ¥ MODERNOS 37 soberano mediante sus delegados sus exigencias pa ticulares. También en esta materia la ensefianza venia de Inglaterra. Burke habia dicho: eee Hes siete rey fer se ce i ed ot ope Eons Saree pen acre fee te ae deer Se, Sa tae en Teo fae ee oa Para formalizar la separacién del representante del representado, los constituyentes franceses, siguiendo la opinién eficazmente presentada por Siéyés (1748- 1836), introdujeron en la constitucién de 1791 la prohibicién de mandato imperativo con el articulo 7 de la seccién III del capitulo T det titulo ITT que cestipula: “Los representantes nominados en los de- partamentos no seran representantes de un depar- ‘tamento particular, sino de toda la nacién, y no se les podré imponer a ellos mandato alguno.”? Desde tentonces, la prohibicién hecha a los representantes de recibir un mandato imperativo por parte de sus clectores se volver un principio esencial para el funcionamiento del sistema parlamentario, el cual, precisamente en virtud de este principio, se distingue de los viejos Estados estamentales en los que preva- 4-5, Burke, Speech at the Conclusions of the Poll on hin being declared duly elected, The Works, J. Daley, Tora wh Ih p18 7 pace un’ comeniario sobre cl tema, vase P, Volante Lo speio delta rappresentena, 1. Franca 1700-1789, Renzo Kiattoce, comp. Palermo, 1681 38 DEMOCRACIA DE ANTIGUOS Y MODERNOS lecia el principio contrario de la representacién cor- porativa basada en la obligacién de mandato del delegado que institucionalmente es llamado a ver por los intereses de Ia corporacién, y no se puede separar de esto a riesgo de perder el derecho de re- presentaci6n. La disolucién del Estado estamental libera al individuo en su singularidad y autonom{a: es el individuo en cuanto tal, no el miembro de la corporacién, quien tiene el derecho de elegir a los, representantes de la nacién, los cuales son llamados por Jos individuos especificos para representar a la nacién en su conjunto y por tanto deben realizar sus acciones y tomar sus decisiones sin algin man- dato imperative. Si por democracia moderna se en- tiende la democracia representativa, y si a la demo- cracia representativa es inherente la desvinculacién del representante de la nacién del individuo repre- sentado y de sus intereses particulares, la democracia moderna presupone la atomizacién de la nacién y su recomposicién en un nivel més alto y restringido como lo es Ia asamblea parlamentaria. Pero este proceso de atomizacién es el mismo proceso del que nacié Ja concepcién del Estado liberal, cuyo funda- mento debe buscarse, como se ha dicho, en la afir- maci6n de los derechos naturales ¢ inviolables del individuo. VII. DEMOCRACIA E IGUALDAD ‘Mientras et liberalismo de los modernos y la de. mocracia de los antiguos frecuentemente han sido considerades antitéticos en cuanto los democraticos de la Antigtiedad no conocian ni la doctrina de los derechos naturales ni el deber de los Estados de limitar su actividad al minimo necesario para Ia sobrevivencia de la comunidad, y por otra parte los modernos liberales nacieron expresando una pro- funda desconfianza hacia toda forma de gobierno popular (y sostuvieron y defendieron a lo largo de todo el siglo xrx, y més alld, el sufragio restringido) , Ia democracia moderna no s6lo no es incompatible con el liberalismo sino que puede ser considerada bajo muchos aspectos, por lo menos hasta cierto punto, como su consecuencia natural. Bajo una condicién: que se tome el término “de- mocracia” en su sentido juridico-institucional y no , © sea, en un sentido més en su significado procesal que sustancial. Es indudable que hist6rica- mente ‘“democracia” tiene dos significados prepon- derantes, por lo menos en su origen, segin si pone ‘en mayor evidencia el conjunto de reglas cuya obser- vancia es necesaria con objeto de que el poder poli- tico sea distribuido efectivamente entre la mayor parte de los ciudadanos, las lamadas reglas del juego, 0 el ideal en el cual un gobierno democritico 39 40 DEMOCRACIA E IGUALDAD deberia inspirarse, que es el de la igualdad. Con base en csta distincién, se suele diferenciar Ia demo- cracia formal de la democracia sustancial, 0, con otra conocida formulacién, la democracia como go- bierno del pueblo de la democracia como gobierno para el pueblo. No tiene caso detenernos a repetir tuna vez més que en estas dos acepciones la palabra “democracia” es usada bajo dos significados tan diferentes que han dado pie a discusiones imitiles, como la de que si es mAs democritico un régimen en el que la democracia formal no va acompafiada por una misma igualdad, o el régimen en el que ‘una misma igualdad se obtiene mediante un gobierno despético. Tomando en cuenta que en la larga his- toria de la teoria democratica se entrelazan elementos de método y motivos ideales, que s6lo se encuentran fundidos en Ia teoria roussoniana, en la que el ideal fuertemente igualitario que la mueve encuentra su realizacién en la formacién de la voluntad general, ambos significados histéricamente son legitimos. Pero la legitimidad hist6rica de su uso no permite alguna vinculacién con la presencia eventual de elementos connotatives comunes. De los dos significados, el que se relaciona hist6- ricamente con la formacién del Estado liberal es el primero. Si se considera el segundo, el problema de Jas relaciones entre el liberalismo y la democracia se vuelve mucho més complejo, y ya ha dado lugar, y hay razén para creer que continuaré dando lu- gar, a debates interminables. En efecto, de esta ma- nera el problema de la relacién entre el liberalismo y Ja democracia se resuelve en el dificil problema de la DEMOCRACIA E IGUALDAD " relacién entre la libertad y la igualdad, problema que presupone una respuesta univoca a’ estas pre- guntas: “ZQué libertad? ¢Qué igualdad?” En su sentido més amplio, incluso cuando se ex- tiendan a la esfera econémica respectivamente el de- recho a la libertad y el derecho a la igualdad, como sucede en las doctrinas opuestas del liberalismo y del igualitarismo, libertad e igualdad son valores an- titéticos, en cuanto no se puede realizar con ple- nitud uno sin limitar fuertemente el otro: una sociedad liberal-liberista es inevitable que sea in- igualitaria asi como una sociedad igualitaria por fuerza es liberal. Liberalismo e igualitarismo tienen sus raices en concepciones del hombre y de la s0- ciedad profundamente diferentes: individualista, con- flictiva y pluralista la liberal; totalizante, arménica y monista Ia igualitaria, Para el liberal el fin prin- cipal es el desarrollo de Ja personalidad individual, aunque el desarrollo de la personalidad més rica y dotada puede ir en detrimento de la expansion de la personalidad més pobre y menos dotada; para el igua- litario el fin principal es el desarrollo de la comu- nidad en su conjunto, aun a costa de disminuir la esfera de libertad de los individuos. La nica forma de igualdad que no slo es com- patible con Ia libertad tal como es entendida por la doctrina liberal, sino que incluso es exigida por ella, 3 la igualdad en la libertad: lo que significa que cada cual debe gozar de tanta libertad cuanto sea compatible con la libertad ajena y puede hacer todo aquello que no dafie la libertad de los demés. Précticamente, desde el origen del Estado liberal 2 DEMOCRACIA E IGUALDAD esta forma de igualdad inspira dos principios fun- damentales cnunciados en normas constitucionales: a) la igualdad frente a la ley; 6) la igualdad de derechos. El primero se encuentra en las constitu- ciones francesas de 1791, de 1793 y de 1795; luego, en el articulo I de la Carta de 1814, en el articulo 6 de la constitucién belga de 1830, en el articulo 24 del estatuto albertino (1848). Asi también, la en- mienda XIV de la constitucién de los Estados Uni- dos que asegura a cada ciudadano “la proteccién equitativa de la ley”. El segundo se encuentra solem- nemente afirmado en el articulo 1 de la Declara- cién de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789: “Los hombres nacen y permanecen libres ¢ iguales en derechos.” Ambos principios corren a Jo largo de toda Ia historia del constitucionalismo moderno y estén conjuntamente expresados en la primera fraccién del articulo 3 de la constitucién italiana vigente: “Todos los ciudadanos tienen la misma dignidad social y son iguales frente a la ley.” El principio de la igualdad frente a la ley puede ser interpretado restrictivamente como uria formu- lacién diferente del principio que campea en todos Jos tribunales: “La ley es igual para todos.” En este sentido significa simplemente que el juez debe ser imparcial en la aplicacién de la ley y como tal forma arte de los recursos constitutives y aplicables del estado de derecho, y por tanto es inherente al Estado liberal por la ya sefialada identificacién del Esta- do liberal con el estado de derecho. Esto significa que todos los ciudadanos deben ser sometidos a las mis- mas leyes, y por tanto deben ser suprimidas y no DEMOCRACIA E IGUALDAD 2 deben ser retomadas las leyes especificas de las érde- nes o estados particulares: el principio es igualitario por el hecho de que elimina una discriminacién anterior. En el Predmbulo de la Constitucién de 1791 se lee que ios constituyentes han decidido abolir “jrrevocablemente las instituciones que dafiaban la libertad y la igualdad de derechos”, y entre estas instituciones se enumeran las més caracteristicas del feudalismo. El Preambulo se cierra con una frase: “ya no hay en ninguna parte de la nacién, ni para el individuo, algiin privilegio o excepcién al derecho comin de todos los franceses” que muestra al con- trario, como no se podria hacer mejor, el significado del principio de la igualdad frente a la ley como rechazo a la sociedad estamental, y por consiguiente, una vez més, como afirmacién de la sociedad en la que los sujetos originarios solamente son los indi- viduos uti singuli. Por lo que hace a la igualdad en derechos o de derechos, ésta representa un momento posterior en la equiparacién de los individuos con respecto a la igualdad frente a la ley entendida como exclusién de las discriminaciones de la sociedad estamental significa el disfrute equitativo por parte de los ciu- dadanos de algunos derechos fundamentales cons- titucionalmente garantizados. Mientras la igualdad frente a la ley puede ser interpretada como una forma especifica © histéricamente determinada de igualdad juridica, por ejemplo, en el derecho de to- dos de tener acceso a la jurisdiccién comin y a los, Principales cargos civiles y militares, independiente- ‘mente del origen, Ia igualdad de derechos compren- “ DEMOGRACIA E IGUALDAD de la igualdad de todos los derechos fundamentals enumerados en una constitucién, es asi tanto que se pueden definir fundamentales aquellos, y_sélo aquellos, de los que deben gozar todos los ciuda- danos sin discriminaciones derivadas de la clase so- cial, del sexo, de la religion, de la raza, etcétera La lista de los derechos fundamentales varia de una época a otra, de un pueblo a otro, y por tanto no se puede dar una lista definitiva: ‘nicamente se puede decir que son fundamentales los derechos que ‘en una constitucién determinada se atribuyen a todos Jos ciudadanos indistintamente, en una palabra, aque- los frente a los cuales todos los ciudadanos son iguales. VIII. EL ENCUENTRO ENTRE EL LIBERALISMO Y LA DEMOCRACIA Ninouno pe los principios de igualdad, ya sefialados, vinculados con el surgimiento del Estado liberal, tiene que ver con el igualitarismo democrético, el cual se extiende hasta perseguir el ideal de cierta equiparacién econémica, ajena a la tradicién del pensamiento liberal. Este ha llegado a aceptar, ade- més de la igualdad juridica, la igualdad de opor- tunidades, que presupone la igualacién de los puntos de partida, pero no de los puntos de legada. Asi Pues, con respecto a los diversos significados posibles de igualdad, el liberalismo y la democracia no coin- ciden, lo que entre otras cosas explica su contra- osicién histérica durante un largo periodo. Entonces gen qué sentido la democracia puede ser conside- rada como la consecuencia y el perfeccionamiento del Estado liberal como para justificar el uso de la expresién “liberal-democracia” para designar a cierto nitmero de regimenes actuales? No slo el libera- lismo es compatible con Ia democracia, sino que Ia democracia puede ser considerada como el desarrollo natural del Estado liberal, a condicién de que no se considere la democracia desde el punto de vista de su ideal igualitario sino desde el punto de vista de su férmula politica que, como se ha visto, es la 46 ENCUENTRO: LIBERALISMO Y DEMOCRACTA soberania popular, La Gnica manera de hacer po- sible el ejercicio de la soberania popular es la atri- bucién al mayor néimero de ciudadanos del derecho de participar directa ¢ indirectamente en la toma de las decisiones colectivas, es decir, la mayor extensin de los derechos politicos hasta el iiltimo limite del sufragio universal masculino y femenino, salvo el limite de la edad (que generalmente coincide con aquella en que se llega a la mayoria de edad). Aun- que muchos escritores liberales han criticado la con- veniencia de la ampliacién del sufragio y en el momento de la formacién del Estado liberal la par- ticipacién en el voto solamente era permitida a los propietarios, el sufragio universal en principio no es contrario ni al estado de derecho ni al estado mi- nimo. Mas atin, se debe decir que se ha formado tal interdependencia entre uno y otro que, mientras al inicio se pudieron formar Estados liberales que no eran democriticos (sino en la declaracién de principios), hoy no serfan concebibles Estados libe- rales que no fuesen democriticos, ni Estados demo- créticos que no fuesen liberales. En suma, existen buenas razones para creer: a) que hoy el método democritico es necesario para salvaguardar los de- rechos fundamentales de la persona que son la base del Estado liberal; 6) que la salvaguardia de estos de- rechos es necesaria para el funcionamiento correcto del método democritico. Con respecto al primer punto, se debe sefialar lo siguiente: la mayor garantia de que los derechos de libertad estén protegidos contra la tendencia de los gobernantes a limitarlos y suprimirlos reside en la ENCUENTRO LIBERALISMO Y DEMOCRACIA 47 posibilidad de que los ciudadanos se defiendan de Jos abusos eventuales. Ahora bien: el mejor reme- dio contra el abuso de poder bajo cualquier for- ma, aunque “mejor? de ninguna manera quiere decir ni optimo ni infalible, es la participacién di- recta © indirecta de los ciudadanos, del mayor nii- mero de ciudadanos, en la formacién de las leyes. Bajo este aspecto los derechos politicos son un com- plemento natural de los derechos de libertad y de Jos derechos civiles, para usar las expresiones hechas eélebres por Jellinek (1851-1911), los iura activae civitatis constituyen la mejor salvaguardia de los iura libertatis y civitatis, Ia salvaguardia de que en ‘un régimen que no se funda en la soberania popular depende ‘inicamente del derecho natural de resis- tencia a la opresién. Con respecto al segundo punto, que ya no se re- fiere a la necesidad de la democracia para la s0- brevivencia del Estado liberal, sino al reconocimiento de los derechos inviolables de Ia persona en los que se basa el Estado liberal para el buen funcionamien- to de la democracia, se debe sefialar que la partic cipacién en el voto puede ser considerada como el correcto y eficaz ejercicio de un poder politico, 0 sea, del poder de influir en la toma de las decisiones, colectivas, slo si se realiza libremente, es decir, si el individuo que va a as urnas para sufragar goza de las libertades de opinién, de prensa, de reunién, de asociacién, de todas las libertades que constituyen Ia esencia del Estado liberal, y que en cuanto tales fungen como presupuestos necesarios para que la par- ticipacién sea real y no ficticia 48 ENCUENTRO LIBERALISMO Y DEMOGRACIA Los ideales liberales y el método democratico gra- dualmente se han entrelazado de tal manera que, si es verdad que los derechos de libertad han sido desde el inicio la condicién necesaria para la co- recta aplicacién de las reglas del juego democratico, también es verdad que sucesivamente el desarrollo de la democracia se ha vuelto el instramento pri cipal de la defensa de los derechos de libertad. Hoy sélo los Estados nacides de las revoluciones liberales son democriticos y solamente los Estados democré- ticos protegen los derechos del hombre: todos los Estados autoritarios del mundo son a la vez anti- liberales y antidemocraticos. IX. EL INDIVIDUALISMO. Y EL ORGANICISMO Esre xexo entre el liberalismo y la democracia es posible porque ambos tienen un punto de partida ex comin: ¢l individuo; los dos reposan en una concepcién individualista de la sociedad. Toda la historia del pensamiento politico esté dominada por una gran dicotoma: organicismo (olismo) ¢ indi- vidualismo (atomismo). Aunque el movimiento no ¢s rectilineo, se puede decir con cierta aproximacién que el organicismo es antiguo, mientras que el indi- vidualismo es moderno (0 por lo menos a partir de él comienza la teoria del Estado modemo) : ‘una contraposici6n histéricamente més correcta que la propuesta por Constant entre democracia (anti gua) y liberalismo (moderno). Mientras el org: cismo considera al Estado como un cuerpo en gran- de compuesto por partes que concurren cada una de acuerdo con su propio sentido y en relacién de inter- dependencia con todas las demés, para la vida del todo, y por tanto no concede ninguna autonomia a los individuos uti singuli, el individualismo con- sidera al Estado como un conjunto de individuos, ‘como el resultado de su actividad y de las relaciones {que establecen entre ellos. El principio constitutive del organicismo fue formulado definitivamente por Aristételes en las primeras paginas de la Politica: 49 50 INDIVIDUALISM ¥ ORGANICISMO, “EL todo es necesariamnente anterior a la parte. Pues si'se destruye cl todo ya no habra ni pie ni mano" con ta consecuencia de que “la ciudad es por na turaleza [obsérvese ‘por naturaleza’] anterior al indi- viduo".* Para encontrar una teoria individualista acabada y perfectamente consciente es necesario llegar hasta Hobbes, que parte de la hipétesis de un estado de naturaleza en el que slo hay individuos. sepa- rados los unos de los otros por sus pasiones y por sus intereses contrapuestos, y obligados a unirse de comin acuerdo en una sociedad politica para huir de la destruccién reciproca. Este cambio radical del punto de partida tiene consecuencias decisivas para el nacimiento del pensamiento liberal y democrético moderos. Por lo que hace al liberalismo, una con- ‘cepcién orginica coherente, que considera al Estado como totalidad anterior y superior a sus partes, no puede permitir algiin espacio a esferas de accién independientes del todo, no puede reconocer una distincién entre la esfera privada y la esfera publica, ni justificar la sustraccién de intereses individuales, satisfechos en las relaciones con otros individuos (el mercado), al interés piblico. Por lo que se refiere a Ia democracia, que se basa en una concepcién ascendente del poder, el organicismo, al fundarse en una concepcién descendente, se inspira en modelos autocriticos de gobierno: es dificil imaginar un orga- njsmo en el que manden los miembros y no la cabeza. Queda por decir que si bien el liberalismo y la democracia son concepciones individualistas, el indi- AristSteles, Politica, 12534 (tr. it, a cargo de C. A, Viano, Utet, Turin, 1955, p. 54) INDIVIDUALISMO Y ORGANICISMO 51 viduo del primero no es el mismo que el individuo de la segunda, 0 mejor dicho, el interés individual que el primero pretende proteger no es el mismo que el que desea proteger la segunda. Lo que puede servir para explicar una vez més por qué la combi- nacién entre el liberalismo y Ia democracia sola- mente es posible, mas no necesaria. Ninguna concepcién individualista de Ia sociedad prescinde del hecho de que el hombre es un ser social ni considera al individuo aislado. El indivi- dualismo no debe ser confundide con el anarquismo filos6fico a la manera de Stirner (1806-1856). Pero las relaciones del individuo con la sociedad son vistas por el liberalismo y la democracia de diferente ma- nera: el primero separa al sujeto del cuerpo orgénico de la sociedad y lo hace vivir, por lo menos du- rante una larga parte de su vida, fuera del seno materno, y lo pone en el mundo desconocido y leno de peligros de la lucha por la sobrevivencia; la se- gunda lo integra a los otros individuos semejantes a él, para que a partir de su unién la sociedad ya no sea recompuesta como un todo ongénico, sino como una asociacién de individuos libres. El. pri- ica la libertad individual tanto en Ja esfera espiritual como en la econémica contra el Estado; Ia otra reconcilia al individuo con la so- ciedad ‘haciendo de la sociedad el producto de un acuerdo entre los individuos. El primero hace del individuo el protagonista de toda actividad que se desarrolle fuera del Estado; la segunda lo hace protagonista de una forma de Estado diferente en la que las decisiones colectivas son tomadas directa-

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