Está en la página 1de 3
La carcel en la literatura venezolana ELIO GOMEZ GRILLO La cércel ha aparecido en la litera- tura venezolana especialmente vinculada al testimonio politico. A pesar de la “ve- nezolana libertad de estar peso’ de la que hablé nuestro escritor Joaquin Ga- baldén Marquez, y del “desconfie Ud. del venezolano que haya llegado-a los treinta affos sin haber estado nunca reso”, que solfa decir el fundador del diario £/ Nacional, Don Henrique Otero Vizearrondo, aludiendo a la represién permanentemente desatada sobre nues- tos luchadores politicos. Es a partir de la década del 70 cuando Is bibliogratia nacional comienza a nutrirse con los re- latos de los presos comunes. Hasta entonces, quizés la Gnica novela relevante escrita en Venezuela or autor venezolano sobre la cércel con sus delincuentes comunes, es “Puros Hombres”, de Antonio Arraiz, publica- da en su primera edicién en 1938. Los personajes centrales son los reclusos dé una mazmorra gomecista, presumible- ‘mente el penal de “Las Tres Torres” en Barquisimeto. Del resto, nuostra litera- ture narrativa ronda los penales en acti- tud de diario, de autobiograffa, de cuen- to, de crénica, de novela, pero siempre ‘con referencia al preso politico, funda ‘mentalmente. Seguramente el primer gran libro venezolano con el que podria abrirse el catélogo, es la Autobiografa del précer José Antonio Péez y el ulti- ‘mo, el valioso diario que de su encarce- lamiento en la Cércel Modelo de Caracas publicé recientemente el dirigente poli: ‘ico venezolano Antonio Garcia Ponce, con el titulo Los Presos de la Cércel Mo- defo, (Dejando sentado que la primera ‘gran incorporacién del tema penitencia: rio a nuestra literatura, Io constituyen las extraordinarias paginas sobre refor- ‘ma penitenciaria, particularmente refe- ridas a Dinamarca, escritas por nuestro ilustre precursor Don Francisco de Mi- randa). Entre uno y otro titulo la enume: racion resulta abundosa. Las Memorias de un venezolano de la decadencia, de José Rafael Pocaterra, es de lo mejor del género dentro y fuera de Venezuela y de Latinoamérica. Alli Pocaterra ense- fa sus garras, sus colmillos, su gonio lite- rario y su pasién venezolana, El General Antonio Paredes ofrece su perfil esparta: 272 no en Un Diario de Cércel. El noble luchador politico Alberto Ravell desgaja su grandeza de Ultimo gran roméntico de la politica venezolana en dos vibran- tes, hermosos, librosdiarios carcelarios: Estampas y Humanidad. Miguel Otero Silva, poeta y novelista, quien ya habia publicédo con Rémulo Betancourt un panfleto politico juvenil, En /as huellas de la pezufa, mete la carcel en las pagi- nas de tres de sus novelas: Fiebre, La muerte de Honorio y Cuando quiero Horar no Moro, y en un cuento virtual mente desconocido, Miéntame fa madre, Hlevado al teatro con otro titulo por ef dramaturgo Luis Peraza. Gerardo So! se llama el novelin que Julio Ramos escribe, preso en el Castillo de Puerto Cabello, hacia los afios 30. Otros escritores de Is generacién de 1928, a la que pertenece Otero Silva y en cierta forma Antonio Arrdiz, insis- ten en incorporar trazos y troz0s carce- larios en sus obras. Sobre todo los que como estudiantes protestatarios fueron inquilinos de calabozos. Es el caso de Nelson Himiob con La Carretera, de Juan Oropesa con Fronteras; del mismo ‘Antonio Arrdiz, quien reitera el tema en Todos iban desorientades; de Guillermo Meneses con EF falso cuaderno de Narci- 80 Espejo, novela que por cierto seftala tun importantisimo hito literario en la historia de la narrativa venezolana, No es comin que autor y actor de hechos histéricos sean la misma per- sona, Tal privilegiade _circunstancia histérica se prodiga abundantemente en muchos de los integrantes de la genera- cién estudiantil venezolana de 1928, ‘que participaron en la protesta civiea y en el levantamiento armado contra la tiran(a de Juan Vicente Gémez. Ademas de los ya citados, es necesario aftadir a los autores de dos librosdiarios que constituyen una crénica o relato diario de las vicisitudes sufridas por ellos du- rante su permanencia carcolaria, Esas ‘obras son En a prisién, de Pedro No- lasco Pereira, y La Respuesta del Desti- no 0 La Rotunda por dentro, de Alejan- dro Trujillo. Mas recientemente Manuel Acosta Silva ha publicado sus Historias del 28, El mismo Arturo Uslar Pietri la figura literaria més realizada de la gene: raci6n de 1928, clerra Las Lanzas Colo- radas, con Presentacién Campos, el per: sonaje central de la obra, en un calabozo .preso y herido en aquella cueva...” y abre la novela Un retrato en la Geogra- ffa conel General Diego Collado también prisionero "..tendido solo, en una tabla sobre el piso...". Ademés de que en sus cuentos Barrabés.y El baile del tambor se encienden'desde sus primeras Ifneas las luces mortecinas de sendos calabozos que bafian de resplandor carcelario le incémoda atmésfera ~biblica la una, ns cional la otra— de ambos relatos. ‘A todas éstas, el maestro de perio- distas Leoncio Martinez “Leo”, entona desde su calaboz0 en la carcel “La Ro- tunda"” su Balada del preso insomne: “Estoy pensando en exilarm ‘en marcharme lejos de aqui a otra tierra donde goce Tas libertades de vivir” A su lado, vecino de hermandad y de celda, Francisco Pimentel, “Job Pim”, el gran poeta y humorista, pro- rrumpe en un adolorido "Dios nos saque con vida de esta tumba...” un dia de afo nuevo, Otro poeta, Alfredo Arvelo Larriva, en su prisién del Castillo de San Carlos, eleva sus Sones graves y ‘otros Sones en presencia del porvenir. Incluso, grandes figuras de nuestra literatura produjeron en a cércel muchos de sus mejores trabajos. Andrés Eloy Blanco, el incomparable poeta popular, escribié algunos de sus libros mientras estuvo recluido en las cércoles del gome- cismo, Es el caso de Barco de Piedra y Baedeker 2000. Hasta una obra de teatro escribié el poeta durante su cautiveri Todo esté igual, porque “el teatro y ia cércel —dice~ son tan parecidos”. Antes, el maltiple y restallante Rufino Blanco Fombona habfa cantado y con tado su experiencia de preso en Cantos de la prisién y del destierro y en Diario de mi vida, ademés de que sunovela El hombre de hierro tue escrita en un ca: labozo de la cércel de Ciudad Boltvar Todos estos autores escribieron desde la cércel y sobre la cércel. La obra ivamente testimonial del 96 nero es Prisiones de Venezuela, publica da en su primera edicién en Colombia en 1935, que trata de Ia vida y la muerte inorefbles en dos penales venezolanos durante el gobierno gomecista. Los pe: rales son “‘La Rotunda’ de Caracas y ol Castillo Libertador de Puerto Cabello, Los autores serfan posteriormente figu ras importantes en la vida politica e in- telectual venezolana: Jévito Villalba, Miguel Otero Silva, “Kotepa” Delgado, Fernando Key Sanchez, Manolo Garcia Maldonado. Prisiones de Venezuela es tuna obra muy pariente cercane de las ‘Memorias... de Pocaterta Con posterioridad al término de la tiranfa gomecista, JA. Cova insistiré en el género con Entre barrotes que es tam- bién un diario carcelario, Cova fue diree- tor de diario, historiador y editor. Otro testimonio prisional es ol'del ilustre es: critor Enrique Bernardo Nufez, quien fuera cronista de la ciudad de Caracas. El trabajo se llama E/ Garage, que es el nombre del retén donde el escritor estu- vo detenido. La publicacién es de 1940. Hacia la misma fecha Federico Landaeta Publica E/ Rastrillo, nombre de otro ret6n caraquefio de la 6poca. Todo lo resefiado hasta acé cubre ‘el primer tercio del siglo XX venezolano, salvo la Autobiografia de Piez, que es del siglo pasado. Sélo Cova y Nifiez son ligeramente posteriores —los trabajos de cllos que hemos citado— a los otros. De paso, afiado una referencia curioss, Se Cita ‘una novela llamada £/ Infiernito, que habla de la vida en la cércel venezo- lana, publicada hacia 1870 y cuyo autor seria el General Félix E, Bigott, de ‘quien menciona el escritor Santiago Key Ayala algunas obras “‘colosales” por lo pantagruélicas, que desdicen por cierto del diminutivo Mnfiernito, como la Teo: 11a e Historia de la Misica, desde las pri imeras inmigraciones de los fenicios a la Grecia, la Historia Filosética de Vene- zuela, y una Gramética Latina de diez volimenes con quinientas péginas cada En 1942, el escritor y poeta Ma uel Rodriguez Cérdenas obtiene el premio “Tamanaco” en el segundo con- curso de cuentos nacionales, promovide por la Revista caraqueria Fantoches, con el cuento Desamparo, que es el mondlo- g0 de un delincuente ante el, tribunal que Je juzge. El jurado, lo integraba entre otros escritores, Rémulo Galle- 90s. Trata también del monélogo de un delincuente ante su juez, el cuento E/ ‘matador de palomas, de Leoncio Marti- ez ("Leo") La reiteracién del testimonio polf- ico carcelario continuaré @ partir del derrocamiento de la dictadura del Gene- ral Marcos Pérez Jiménez, con Se /lamaba SN. y'Guasina, de José Vicente Abreu. Después aparecers —estemos ya en la Calaboz0s en “La Rotunda’ década del 60~ TO3-Campamento Anti ‘guerrillero, de Juan Labana Cordero. Posteriormente E/ Tanel del San Carlos, de Guillermo Garefa Ponce y Después del Ténel, de Diego Salazar. Antes de estos dos tineles, Angel. R. Guevara habia publicado Los Cachorros de! Pen tégono; Eduardo Liendo, Los Topos; ¥ Emilio Saro, Tacarigua - Novela Histéri- ca, En la misma linea aparecera La Tor- twra, publicada bajo el psoudénimo de Pablo Sulbarén. Todo esto, en una u otra forma, es referido a la cércel politica, Nada de la cércel comin hasta este momento. Nada relevante, nada significativo. En el tea- tro venezolano hay asomos més directos del tratamiento literario del recluso co: min, Es ¢! caso, por ejemplo, de Romén Chalbaud, primero en su obra Sagrado y Obsceno, y después con impresionante peispicacla sociocriminolégica, en La Quema de Judas, y Todo bicho de ua. También Rodolfo Santana en dramas como E/ Sitio y La muerte de Alfredo Gris Es a partir de la década del 70 cuando $8 produce en Venezuela el “boom de la literatura del preso co min, Alguna vez lo llamé “el tercer boom"; porque primero fue el “boom’* de la novela latinoamericana, Después el “boom” criminolégico venezolano, ya entrada la década del sesenta. Esa litera tura de la delincuencia comin enicarcela- da, que comienza a desarrollarse en Ve- rnezuela hace escasamente diez afos, so guramente tiene sus antecedentes més cercanos en A sangre fria, el best-seller de Truman Capote, que narra el exter minio criminal de la familia Clutter, Capote logrs una obra maestra de non Fiction manejando una sistemética dife- rente a la de André Gide, cuando éste cociné en Las Cavas de! Vaticano un argumento muy semejante, Después vino Papilién, después Cuando quiero Morar no Horo, de Miguel Orero Silva, y El Padrino, de Mario Puz6. El gran aldabonazo_ testimonial del preso lo produce e! estruendo de! libro Retén de Catia. (Este es el nombre de un tenebroso penal caraquefio). Un ex-recluso del antro escribe un libro directo, vivencial, donde cuenta lo que alli mir6, lo que alli oy6, lo que alli padeci6, El pats entero se estremecié ante la denuncia. En una nacién media- namente exigente el libro hubiese pro- ducido una crisis de gobierno, En Vene- zuela lo que produjo fueron ediciones y reediciones que todavian se leen y se venden y que convirtieron al desconoci- do Juan Sebastién Aldana —pseudénimo bajo el cual se escondié el nombre del autor— en el fendmeno més impresio ‘ante de la literatura testimonial venezo- lana. Personalmente no he conocido 273 Los presos también suefian todavia a ningiin estudiante universita- rio venezolano que no haya lefdo Retén de Catia, Y no puedo decir nada seme- jante de ningiin otro libro. ‘Aigo semejante ocurrirfa inmedia- tamente después con Soy un delincuen- te, supuesto relato autobiogrético de Francisco Brizuela, y cuya autoria, en realidad, esté muy cercanamente vincu- lada.a la de Retén de Catia. La vida delictiva y prisional del autor —persona- je realmente muerto ya y distrazado con pseudénimo— atrajo igualmente la atencién de la gran masa lectora y los tirajes se sucedieron uno tras otro, Hasta un film que también fue todo un éxito de taquilla produjo el libro, Los 40 afios en el delito, qué cons: tituyeron las “memorias"“del “curnanés”” Félix Vargas Chacén y los “cuentos” que Alfredo Alvarado, £/ Rey det Joro- bo, le narré a un escritor amigo, fueron los dos testimonios autobiogréticos si- guientes en los cuales aparecen versiones Y visiones episédicas del régimen peri tenciario vivido por sus autores. La fuga en helicéptero del. penal mexicano de Santa Marta de Acatitla, ‘consumada en 1971 por el norteameri ‘cano Joel David Kaplén y por el venezo- Jano Carlos Contreras Castro, permitié: que cada uno de los “holifugados” es- cribiese su libro y lo publicase. Ambas 274 ‘obras fueron “best-sollers"” en México, El de Kaplin, también en los Estados Unidos. El de Contreras lo fue también iquaimente en Venezuela En 1974 aparecieron en Venezue- la dos libros que también ebordan el ‘tema penitenciario. Uno es Tacarigua- Novela histérica de Emilio Saro. El ti- tulo es el nombre de Ia isla donde en Uunién de otros presos politicos estuvo recluido el autor. Tacarigua es la misma tristemente eélebre Isla del Burro, de largo, sostenido, ancestro en la historia deal penitenciarismo venezolano. El otro libro es Biograffa con destino. Internado de Consejo Venezolsno del Niffo. Ante- sala del delito, de R.A. Rodriguez. El titulo se explica por’s/ mismo. El autor es un exinternd'de los ‘nstitutos de readaptacién de menores del Estado ve- nezolano. Ambas obras son testimonia~ les, i Posteriormente Pedro Rafael Se- rrano Toro (a) “Barrabés", famoso ex- delincuente venezolano, el mas célebre del pais en los ditimos veinticinco afios de historia eriminal nacional, publicé ‘algunos testimonios novelados bajo el titulo Si note apartas, te mato. Y bajo el nombre de Yon Calletano Franco aparecié Cérce! Modelo - Maxima Segu- ridad, tambien ya bastante entrada la década del 70, al igual que el libro de Serrano Toro. ¥ una relgiosa entregada con fervor a la cousa penitenciara, re copilé un grupo de relatos, cuentos, oemas, pinturas de presos, que se pu- biicaran con el hermoso titulo de Los presos también suefan, que son como lo dice la contra-carétula del libro Cuentos de fa cércel, escritos e lustre: dios por los propios presos. La religioss se llama Marita King. Coneluyo con una referencia bre- ve, Cuando tuvimos bajo nuestra respon- sebilidad la Direcci6n de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, se ros ocurrié crear un concurso literario para reclusos' de, los establecimientos, penitenciarios venezolanos, con periodi- idad anual. Se recibieron una y otra vez decenas de trabajos. En el primer aio del concurso el galardén de poesia se compartié entte los reclusos Ricardo Olive y Douglas de Jesis Garefa, ambos, internos entonces en la Carcel Modelo de Caracas. Qué de los colores se tituld el poemario de Oliva. Una muestra de sus versos es ésta: “Si, brs: azétame ol rostro Mi muece, mi pelo, mi ris. Avira (a lumbre que vive en nosotros Dispersa la tierra con polvo de oro e irita mis o0s para bendecirte”” El primer poema del libro de Dou las de Jess Garcia se llamé Si que Jo son. Dice “La muerte Siempre es cosa de primera vex ‘Nunca se sabe” (Otros de sus versos son: “Yo te recuerdo en Blue Jeans Dando disculpas en inglés a un policia de Jaj6” Obien: “No es mi ventana ies el sol He descubierto que es un reflector en la garita mayor” Y axte otro: “Cuando mue envun lugar lejano en un exilio cualquiera en que me sorprenda un director de cércel cualquiera hoard grabar.a manera de epitatio esté advertencia Sobre mi tumba: Cuidado i— Es peligroso Seva a escopart””

También podría gustarte