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> pxivos srupio Maurice Merleau-Ponty EL OJO Y EL ESPIRITU Ultimos titulos publieados: ela fania 1 mar ie 044 ‘mal aes he nt oo Boonie ee se E ediciones ' PAIDOS sorcelona Buenos Aires Tit original: Li et Feit Dublicade en francés por Editions Gallimard, Paris Traducci6n de Jorge Romero Brest, CCubierta de Julio Vivas 1 reimpresin en Espana, 1985 © Editions Gallimard 1964 © de tbdas las ediciones en castellano, Editorial Paidés, SAICF: Defensa, 599; Buenos Aires, © decsta edicién, Ediciones Paidés Thrica, S.A ‘Mariano Cubt, 92; 08021 Barcelona. ISBN: 94-7509-365-5, Depdsito legal B-#3833/1985 Impreso en Romanyi/ Valls, 5. A. Verdaguer, Is Capellades (Barcelona) Impreso en Espada - Printed in Spain “Lo que intento traducir para ustedes es més misterioso, se enreda con las rafces mismas del ser, en la fuente impalpable de las sensaciones.” J. Gasquet: Cézanne La cioncia manipula’ las cosas y renuncia a habitarlas. Saca de ellas sus modelos inter- nos, y operando con esos fndices o variables las transformaciones que su definicién le per- mite, no se confronta sino de tarde en tarde con él mundo actual. Ella’es, siempre ha sido, ese pensamiento admirablemente activo, in- genioso, desenvuelto, ese prejuicio de tratar ‘a todo ser como “objeto en general”, es de- cir, a la vez como si no fuera nada para nos- otros y sin embargo estuviese predestinado para Auestros artificios. Pero la ciencia clisica conservaba el sen- timiento de la opacidad del mundo; al que pre- tendia aleanzar con sus construceiones; he aqui por qué se erela obligads. a buscer un fandamento trascendente 0 trascendental nara sus operaciones, Ahora hay esto completa- mente nuevo —no en la ciencia, en una fil sofia de las cieneias bastante’ extendida— de que la préctica constructiva se considera anténoma y como tal se da, y que el pensa~ miento se reduce deliberadamente al conjunto de las técnicas de apzehensiOn que invents. 10 MAURICE MERLEAU-PONTY Pensar es ensayar, operar, transformar, con Ja nica reserva de un control experimental en él que no intervienen sino los fenémenos Sitamente “trabajados”, y que nuestros apa~ fatos més bien producen que registran. De (onde proceden toda clase de tentativas va- gabundas. Nunea como hoy la ciencia ha sido fan sensible a los modos intelectusles.Cuan- do un modelo tiene éxito en un orden de pro- plema, ella Io ensaya en todas partes. Nues- tra embriologia, nuestra biologia, estén lenas de gradientes, sin que se vea con justeza e6- mo se distinguen de lo que llamaban los elé- sicos orden o totalidad, pero la cuestin no se plantea, ni debe serlo. El_gradiente ee una red que se tira al mar sin saber qué reco- gerd. O también la delgada rama-en la que se hardn cristalizaciones imprevisibles. Esta libertad de operacién esté ciertamente en ca- mino de superar muchos dilemas vanos, siem- pre que de cuando en cuando se_haga un alto, pregunténdose por qué la herramienta funciona aqu{ y fracasa alli; en-una palabra, que esta ciencia fluyente se comprende 3 sf misma, se ve como una construceiém gobre la base de un mundo en bruto o existente, y no reivindica para sus operaciones ciegas él valor constituyente que los “‘conceptos de la naturaleza” podfan tener en una filosofia idealista. Decir que el mundo es el objeto X de nuestras operaciones, por définieién nemi- nal, es evar a lo absoluto la situacién de conocimiento del sabio, como si todo lo que ‘ue 0 es siempre hubiera sido para entrar en EL 050 Y BL ESPIRITU u el laboratorio, El pensamiento “operacional” viene a ser una especie de artificialismo ab- soluto, como se ve cn Ia ideologia cibernética, en que las creaciones humanas son derivadas de un proceso natural de informacién, pero 41 mismo eoncebido conforme al modelo de Jas méquinas humanas.. Si este género de pensamiento se-hace cargo del hombre y la historia, y si fingiendo ignorar Jo que-sabe- mos de ellos por contacto y posicién, trata de construirlos a partir de algunos indices abs- ‘tractos, como lo han hecho en los Estados Uni dos un psicoandlisis y un culturalismo deca- dentes, pues el hombre llega a ser verdadera- mente el manipilandum que cree ser; si esto ccurre, se entrara en un régimen de cultura donde no hay mis verdad o falsedad respecto al hombre y a la historia, un. suefioo una ‘pesadilla de los que nada podria despertarlo. Es necesario-que el pensamiento de ciencia —pensamiento .de sobrevuelo, pensamiento del objeto en general— se vuelva a situar en un “hay” previo, en el: sitio, en el suelo del mundo sensible y: del: mundo trabajado, tal como est4 en nuestra vida, para nuestro cuer- ‘po; no ese cuerpo posible del que fécilmente se puede sostener que es una maquina de infor- macién, sino este cuerpo actual que lamo mifo, el centinela que asisie silenciosamente a mis palabras y mis actos. Es necesario que con mi cuerpo se despierten los ewerpos as0- iados, los “otros”, que no son mis congéne- res como dice la zoologia, pero me acechan ya los que acecho, con los que acecho un solo 2 MAURICE MERLEAU-PONTY ser actual, presente, como nunca un animal ha acechado a los de su especie, a su territorio psu medio. En esta historicidad primordial él pensamiento alegre e improvisador de la Ciencia aprender a posarse en las cosas mis- jnas y en st mismo, llegar4 a ser filosofia. ‘Pues bien, el arte y especialmente la pin- tora abrevan en esa napa primaria, con la que nada quiere saber el activismo. Todavia Tos pintores son los tinieos que pueden hacer- qo con toda inocencia. Al eseritor, al fil6sofo, se les pide consejo u opinién, no se_Admite que tengan el mundo en suspenso, se quiere que tomen posicién, no pueden declinar las responsabilidades del hombre que habla. A la inversa, la misica esta en demasia de este lado del mundo y de lo designable para figu- rar otra cosa que las depuraciones del Ser, su flujo y reflujo, su-crecimiento, sus ruptu- ras, sus torbellinos.( Sélo el pintor tiene de- echo de mirar todas las cosas sin algiin deber de apreciacion. | Se dirfa que para él las pala- bras de orden del conocimiento y de la accién pierden su virtud. Los regimenes que decla~ man contra la pintura “degenerada” destru- yen raramente los cuadros: los eseonden y hay allf un “nunca se sabe” que es casi un reconocimiento; el reproche de evasién se dirige pocas veces a un pintor. No se mal- quicre a Césanne por haber vivido eseondido en PEstaque durante la guerra de 1870, todo el mundo cita con respeto su “es esca- lofriante, la vida”, cuando cualquier estu- diante después de Nietzsche, repudiaria re- | EL 0JO Y EL ESPIRITU 13 dondamente a Ia filosotia si se dijera que ella no nos ensefia mas que a estar vivos. Como si hubiera en la ocupacién del pintor una ur- gencia que pasa por alto cualquier otra ur- gencia. El pintor est ahi, fuerte o débil en Ja vida pero soberano evidentemente en su modo de rumiar el-mundo, sin-otra “téenica” que la que sus ojos y sus manos se dan a fuerza de ver, a fuerza de pintar, empefiado en sacar de este mundo, en el que suenan Jos escdindalos y Ins glorias de la nistoria, telas que nada agregarin a las cdleras o las espe+ ranzas de los hombres, y nadie murmura por ello, Entonces, ;qué 3 esta ciencia secreta que tiene o que busca el pintor? gLa dimen- sién conforme a la cual Van Gogh quiere ir “mis lejos”? ;£so fundamental de la pint ray quiz de toda la cultura? I El pintor “aporta su cuerpo”, dice Valéry. Yen efecto, no se ve e6mo un Espiritu podria pintar. Es prestando su cuerpo al mundy que el pintor eambia el mundo en pintura. Para comprender esas transustanciaciones hay que reencontrar el cuerpo operante y actual, que no es un pedazo de espacio, un fascfculo de funefones, sino un entrelazado de visién y movimiento. Basta que vea una cosa para saber unirme aella y alcanzarla, aunque no sepa cémo fe hace en la méquina nerviosa. (Mi cuerpo mé. vil cuenta en el mundo visible, forma part: de él, 7 por eso puedo dirigirlo en lo visible. Por otra parte es cierto también que la visién est sujeta al movimiento.\ No se ve sino lo que se mira, :Qué seria la vision sin el menor movimiento de los ojos, pero cémo ese movi miento confundirfa las cosas si él mismo fue- se reflejo o ciego, si no tuviera sus antenas, su clarividencia, si la visién no se precediera en 612 Todos mis desplazamientos figuran por prineipio en un rincén de mi paisaje, son transportados al maps. de lo visible. Todo lo 16 MAURICE MERLEAU-PONTY que veo esté a mi aleance por principio, al gleance de mi mirada al menos, realzado en fl mapa del “yo puedo”. Cada uno de los dos mapas es completo. “El mundo visible y el de mis proyectos motores son partes totales del mismo Ser. Esta extraordinaria_usurpacién, en la que nunea se piensa bastante, impide concebir mn como tuna operacién de pensamiento que levantaria ante el espfrith un cuadro la representacién del mundo, un mundo de la inmanencia y de la idealidad. Sumergido en lo visible por su_cuerpo, siendo él mismo visible, el vidente no se apropia delo-que va: 6l0 se-acerea por Ia mirada, se abre al mun- do.) ¥ de su lado, este mundo del eual forma parte no 8 en sf o materia.( Mi movimiento no es una decisién del espiritu, un hacer ahsoluto que decreiaria desde el fondo del retiro subjetivo algin cambio de lugar mila- srosamente ejecutado en la extensién. Es la consecuencia natural y madura de una visién, Yo digo de una cosa que es muda, pero mi cuerpo, él, e¢ mueve, mi movimiento se des- pliega,’ No esta en la ignorancia de sf, no es ciego para sf, irradia de un si mismo... El enigma reside en que mi cuerpo es a la vex viaente y visible. El, que mira todas las cosas, también se puede mixar, y reconocer entonces en lo qye ve el “otro lado” de su Totencia viderte({El seve viendo, se toca ‘ocando, es visible-y sensible para sf mismo} un si mismo, no por transparencia como ©! pensamiento, que no piensa sea lo que sea, BL 00 Y BL ESPiRrTU 1 sino asimildndolo, constituyéndolo, transfor méndolo en pensamiento; es un sf mismo por confusién, narcisismo, inhereneia del que ve a lo que ve, del que toca a Io que toca, del que siente a lo sentido; un sf mismo, pues, que esté preso entre las cosas, con una cara y una espalda, un pasado yun porvenir... Esta primera paradoja no dejara de produ- — dir otras. (Visible y mévil, mi euerpo esté en el ntimero de las cosas, es una de ellas, perte- nece al tejido del mundo y su cohesion es la de una cosai)Pero, puesto que ve y se mueve, tiene las cosas en circulo alrededor de sf, ellas son un anexo 0 una prolongacién de él: mismo, estén incrustedas en su carne, forman parte de su definicién plena y el mundo esté hecho ‘~+eon.la misma tela del cuerpo. Estas inver- siones, estas antinomias, son diversas mane- ras de decir que la visién est presa o se hace en el medio de las cosas; allf donde,un visible se pone a ver, se vuelve visible para si y por Ja visi6n de todas las cosas, allf donde persis- tencomo el agua madre en el cristal, surge la divisiOn del que siente y lo sentido. Esta interioridad no precede al arreglo ma- terial del cuerpo humano, y tampoco resulta de él. Si nusstros ojos estuvieran hechos de tal modo que uinguna parte de nuestro cuer- o cayera bajo nuestra mirada, o si algiin dispositivo travieso nos dejara pasear libre- mente nuestras manos por las cosas pero nos impidiera tocar nuestro euerpo —o simple- mente, si como ciertos animales tuviéramos ojos laterales, sin recorte de los campos vi- ba MAURICE MERLEAU-PONTY qusles-— 86 cuerpo que no se reflejaris, que sumlye sentirfa, ese cuerpo casi adamantine- Mp no seria carne completamente, tampoco aa un cuerpo de hombre y no habria huma- Sefad. Pero la humanidad no es, producida Tomo un efecto por nuestras articulacionesy Gor la implantacton de nuestros ojos (todavia Benos por la existencia de los espejos que sin Embargo vuelven visible nuestro cuerpo entero para nosotros). Estas contingencias y otras Hmilares, sin las cuales no habrie hombre, no hacen por simple sumatoria que haya un sole hombre. La animacién del cuerpo no es ely ensamblaje de sus partes, una contra otra.) ni por supuesto el descenso en el autémata de un espiritu venido de otra parte, lo que supondria atin que el cuerpo mismo es sin adentro y sin “af mismo”. Un cuerpo humano est aqui cuando, entre vidente y: visible, entre quien toca y lo toeado, entre un ojo ¥ elotro, entre la mano y la mano se hace uns especie de reeruzamiento, cuando se alumbra la chispa entre:el que siente y lo sensible, cuando prende ese fuego que no cesaré de quemar, hasta que tal aceidente del cuerpo deshaga lo que ningém accidente hubiera bastado para hacerlo. .» ‘Ahora bien, desde que se da este extrafio sistema de intercambios, ahi estén todos los problemas de la pintura. Eilos Dustran ol enigma del cuerpo que la pintura justifies. ~Ya que las cosas y mi cuerpo estén hechos con la misma tela, es necesario que su vision se haga de alguna manera en ellos, ¢ que 50 EL O30 Y EL ESPIRITU 19 visibilidad manifiesta se duplique con una visibilidad secreta: “la naturaleza esté en el interior”, dice Cézanne Cualidad, luz, color, . profundidad, que estén ahi ante nosotros) estan ahi porque despiertan un eco en nuestro cuerpo, porque éste los recibe; Este equiva- Jente interno, esta f6rmula carnal de su pre- senela que las cosas suscitan-en-mf; zpor qué ‘a su vez no podrian suscitar un trazado, tam- bien visible, en el que cualquiera otra mirada encontrara los motivos que sostienen su ins- peecién del mundo? Entonces aparece un vi- sible a la segunda potencia, esencia carnal 0 feono del primero. No es un duplicado débil, un efeeto, otra cosa.(Los animales pintados en la pared de Lascaux no estan ah{ como est& Ta hendidura o la hinchazén del caledreo. ‘Tampoco estén en otra parte. Un poco hacia adelante, un poco hacia atrés, sostenidos por Ta masa de la que se sirven habilmente, los animales irradian alrededor de ésta sin rom- per jams su impalpable amarraj) Me ser! dificil decir dénde est4 el cuadFo que miro. Pues no lo miro como se mira una cosa, no 1o fijo en su lugar; mi mirada pasea en él como fen los nimbos del Ser, veo conforme al euadro 6 con él mas que veo al cuadro mismo. tra palabra imagen tiene mala fama perque ‘se ha creido atolondradamente que un dibuio era un caleo, una copia, una segunda cosa, ¥ Ia imagen mental un dibujo de ese géaero en nuestra confusién privada. Pero si en efecto ella e3 nada de eso, tampoco el dibujo y el eua- dro pertenecen, 1o misino que la imagen, al 20 ‘MAURIGE MERLEAU-PONTY 4, Son el adentro del afuera y el afuera Gh ‘adentro, que hacen posible la duplicidad Sq sentir, y sin los cuales nunca se compren- Gerd Ia cast-presencia y la visibilidad inmi- Gente que constituyen todo el problema de lo jmaginario. El cuadro, la mimica del come diante, no gon auxiliares que yo pido.en prés- tamo al mundo verdadero para encarat a tra- vyés de ellos las cosas prosaicas en su ausen- tis. Lo imaginario esté mucho mas cerea ¥ ‘mucho més lejos de Jo actual: mas cerca poF ser el diagrama de su vida en mi cuerpo, su pulpa o su revés carnal por primera vez ex- puestos a las miradas, en el sentido con que Gice enérgicamente Glacomettit: “Lo que me interesa en todas las pinturas es la seméjanza, es decir, lo que para mi es la semejanza: lo que me hace descubrir un poco el mundo e: terior”. Mucho més lejos, pues no siendo el cuadro més que un andlogo conforme al euer- po, no ofrece al espfritu una ocasién de re- pensar Jas relaciones constitutivas de las co- sas, sino a la mirada las trazas de la vision de adentro para que las posea, y a la visidn 16 quo la tapiza interiormente, 0 sea la textura imaginaria de lo real. id, 9. MAURICE MERLEAU-PONTY de “transferir de ab{ su atencién” a cuerpo, utes del espacto que estén en Ta tjongacion de los miembros '. Pero esto no Pifodavia més que un “modelo” del aconteci- erento, Pues este espacio de su cuerpo que el ftima extiende a las cosas, este primer Gel que vendrén todos los-allf,,c6mo lo sabe lla? Bl espacio de su cuerpo no es un modo cualquiera, como éstos aqut y all{, una mues-~ tra de la extonsién; es el Ingar del cuerpo que Yama “suyo”, un lugar que habita. El cuer- po que anima el alma no es para ella un obje- to entre los objetos, del cual no extrae todo el resto del espacio a titulo de premisa impli- ada, Blla piensa conforme al cuerpo, no con- forme a si misma, y en el pacto natural que Ja tne a él estan estipulados también el espa- cio, la distancia exterior. Si por tal grado de ‘aeomodacién y convergencia del ojo el alma apercibe tal distancia, el pensamiento que ex- trae la segunda relacién de la primera es como Un pensamiento'inmemorial inserito en nues- Ba tKbriea interna: “Y esto nos sucede ordi- Fatlamente sin quo nos pongamos a reflexio- 2a, del mismo modo queal tomar alguna cosa So nuestra mano, la conformamos al grosor 213 Figura de este cuerpo, ¥ 1a sentimos por Then on22 él sin que sea negesario que pense- mi ts movimientos” Bl euerpo e8 para quis 22 espacio natal y la matriz de eval ro espacio existente. Asi la visién se a pyagaetes, op. eit, vi, pd 138 » pg. 187, BL 0JO ¥ EL ESPIRITU 41 desdobla: por una parte, la visién sobre la cual reflexiono, a la que no puedo pensar de otro modo que como pensamiento, inspeccién del espiritu, juicio, lectura de signos. Por otra, la visin que tiene lugar, pensamiento hono- rario o instituido, aplastada en un cuerpo suyo, de la que nose puede tener idea sino ejereiéndola, y que introduce entre el espacio y el pensamiento el orden auténomo del com- puesto de alma y cuerpoll#l enigma de la sién no es eliminado: es remitido del “pen- samiento de ver” a la visién en acto. Esta visién de hecho y el “hay” que con- tiene, no trastornan sin embargo la filosofia de Descartes. Al ser pensamiento unido a un cuerpo no puede por definicién ser pensado verdaderamente. Se puede practicar esta vi- sién, ejereerla y por decirlo asi existirla, no se puede extraer nada de ella que merezea Ila- marse verdad. Si, como Ia reina Isabel, se quiere a toda costa pensar alguna cosa de ella, hay que retomar a Aristételes y Ia Escolistica, coneebir el pensamiento como corporal; lo que no se eoneibe més, pero es la inica manera de formular ante el entendimiento la unién del alma y el cuerpo. En verdad es absurdo so- meter al entendimiento puro la mezcla del en- tendimiento y-el cuerpo. Estos pretendidos pensamientos son los emblemes del “uso de la vida”, las armag parlantes de la unién, legi- timas a condicién de que no se las considere pensamientos. Son los indices de un orden Ge la existencia —del hombre existente, de! mundo existente— que no estamos encargados MAURICE MERLEAU-PONTY 40 querpo, de “transferir de abf su atenciOn” a fhice Tos puntos del espacio que estén en la prolongacién de los miembros *, Pero esto no Podavia més que un “modelo” del aconteci- niento. Pues este espacio de su cuerpo que el alma extiende a las cosas, este primer aqué del que vendrn todos-los-allf,-je6mo lo. sabe ella? El espacio de su cuerpo no es un modo cualquiera, como éstos aqu{ y allf, una mues-- tra de la extension; es el Ingar del cuerpo que Tama “suyo”, un lugar que habita. El cuer- po que anima cl alma no es para ella un obje- to entre Jos objetos, del cual no extrac todo el resto del espacio a titulo de premisa impli- ada. Ella piensa conforme al cuerpo, no con- forme a si misma, y en el pacto natural que la une a él estn estipulados también el espa~ cio, la distancia exterior. Si por tal grado de Acomodaeién y convergencia del ojo el alma apercibe tal distancia, el pensamiento que ex- trae la segunda relacién de la primera es como 1M pensamiento inmemorial inserito en nues- tra fabrica interna: “'Y esto nos sucede ordi- Ratlamente sin que nos pongamos a reflexio- 2ar del mismo modo que al tomar alguna cosa Fig mestts mano, la conformamos al grosor matieZuts de este cuerpo, y la sentimos por le I, sin que sea neposario que pense- jentos” **/E] cuerpo es para natal y'la matriz de cual- ‘io existente, Asi la visién se wy Descartes UTES, op. cit, vi, pag. 185. pag. 187, desdobla: por una parte, la visién sobre la cual reflexiono, a la que no puedo pensar de otro modo que como pensamiento, inspeceién del espiritu, juicio, leetura de signos. Por otra, la visidn que tiene lugar, pensamiento hono- rario o instituido, aplastada en un cuerpo suyo, de la que nose puede tener idea sino ejerciéndola, y que introduce entre el espacio y el pensamiento el orden auténomo del com- puesto de alma y cnerpollEl enigma de Ia vi- si6n_no es eliminado: es remitido del “pen- samiento de ver” a la visin en acto. Esta visin de hecho y el “hay” que con- tiene, no trastornan sin embargo la filosofia de Deseartes, Al ser pensamiento unido a un cuerpo no puede por definicién ser pensado verdaderamente. Se puede practicar esta vi- sin, ejercerla y por decirlo asi existirla, no se puede extraer nada de ella que merezca lla- marse verdad. Si, como la reina Isabel, se quiere a toda costa pensar alguna cosa de ella, hay que retomar a Aristételes y la Escolistics, concebir el pensamiento como corporal; lo que no se concibe més, pero es la nia manera de formular ante el entendimiento la unién del alma'y el cuerpo. En verdad es absurdo so- meter al entendimiento puro la mezcla del en- tendimiento y el cuerpo. Estos pretendidos pensamientos son los emblemas del “uso de la vida”, las armas parlantes de la unién, legi- timas a condieién de que no se las considere pensamientos. Son los indices de un orden de la existencia —del hombre existente, del mundo existente— que no estamos encargados MAURICE MERLEAU-PONTY 2 ge pensar. Un orden que no sefiala en nuestro de pede Ser ninguna terra incognita, no rea métye él alcance de nuestros _pensamientos rimque es sostenido tanto como la existencl portuna Verdad que funda su oscuridad y Riestras luces. Hasta aqu{ se puede legar ra encontrar en Descartes algo as{_como Pra metafisica de la profundidad: pues no gsistimos al nacimiento de esta Verdad, el ser de Dios es para nosotros un abismo... Tem- blor répidamente superado: es tan vano para Descartes sondear ese abismo como pensar el espacio del alma y la profundidad de'lo visi. ble, En todos estos temas estamos descalifiea- es por posicén. Tal et el seereto del equ i iano: una metafisica que nos da razones decisivas para no hacer més metafi- sica, convalida nuestras evidencias al limitar- las, abre nuestro pensamiento sin desgarrarlo, Secreto perdido y segin parece para siem- pre: sf volvemos a encontrar un equilibrio en- ‘re la ciencia y Ia filosoffa, entre nuestros mo- delos y la oseuridad del “hay”, tendré que ser un nuevo equilibrio. Nuestra ciencia ha recha- ado tanto las justificaciones como las res {Fleciones de campo que le imponia Descartes, ‘a no pretende-deducir de los atributos de Piss Jos modelos que inventa. La profundi- iad del mundo existente y la del Dios inson- pate no vienen més a duplicar la platitud del Rawamiento “teenifieado”. El rodeo por ia tnautisiea, que de todos modos Descartes hizo Vez en su vida, In ciencia se exime de ha- + ella parte de lo que fue punto de lle- cerlo EL 030 ¥ EL ESPIRITU 43 gada para Descartes. El pensamiento opera- tivo reivindiea con el nombre de psicologia el dominio del eontacto consigo mismo y eon el mundo existente que Descartes reservaba a una experiencia ciega pero irreductible. Es fundamentalmente hostil-a la filosoffa como pensamiento al contacto, y si vuelven a en- contrar el sentido ser por el exceso mismo de su desenvoltura, cuando habiendo introdu- cido toda clase de noeiones que para Descar- tes procedfan del pensamiento confuso —eua- lidad, estructura escalar, solidaridad del ob- sorvador y lo observado— advierta de pronto que no s¢ puede sumariamente hablar de to- dos esos seres como de constructa, Entre tan- to, Ia filosofia se mantiene contra el pensa- miento operative, y se hunde en esta dimen- sién del compuesto alma-cuerpo, del mundo existente, del Ser abisal que Descartes abrié e inmediatamiente corrd. Nuestra ciencia y nuestra filosofia son dos continuaciones fie- les ¢ infieles del cartesianismo, dos monstruos nacidos de su desmembramiento. No le queda a nuestia filosofia sino empren- der la prospeccién del mundo actual. Nosotros ‘somos el compuesto de alma y cuerpo, luego tiene que haber un pens2miento acerea de él: a este saber de posicién o de situacién Des- cartes debe lo que ha dicho al respecto, o lo que ha dicho alguna vez de la presencia del cuerpo “contra cl alma”, o la det mundo exte- rior “en la punta” de nuestras manos. Aqui el cuerpo ya no es medio de la vision y del tacto, sino sn depositario, Lejos de que nues- MAURICE MERLEAU-PONTY sean instrumentos, nuestros ins- tros organ Spor el contrario 6rganos resti- trumenton Sspatio no es més aquel de que ha- tlds Fptrica, xed clones entre ob- a le eee un eer go oo Asis ,ometra que la reconstraye al vision, 0 2? fs un espacio contado a parlir Iasobrtsmo como punto o grado cero de Ia de ml rad, ‘Yo no 10 veo conforme a su en- esttara exterior, Io vivo adentro, estoy englo- Top em 41. Después de todo, el mundo est ® paepirededor, n0 frente a mi. Se vuelve a en- Taatrar Ia luz como accién a distancia y no seis reducida a Ia, accidn de contacto; en Tires términos, coneebida como puede serlo por quienes no la‘ven. La visién retoma su poder fundamental de manifestar, de mostrar mds que ella misma, Y puesto que se nos ha Gicho que basta un poco de tinta para hacer ver bosques y tempestades, es necesario que ella tenga su imaginario. Su trascendencia ya no es delegada a um espiritu lector que desci- fra los impactos de la Inz-cosa en el cerebro, ¥ que lo haria igualmente si nunca hubjera habitado un cuerpo.|No se trata més de ha- blar del espacio y de la luz, sino, de hacer ha- blar al espacio y a la luz que estén ahf. Cues- tién interminable, pues la visién a Is cual se dirige es cuestién ella misma. Todas las inves- tigaciones que se crefan cerradas se reabren: Qué es Ia profundidad, qué es la luz —qué Son, no para el espfritu que se separa del cucr- Po, sino para el espfritu del cual Descartes ba icho que estaba expandido en el euerpo— ¥ BL 0JO ¥ EL ESPIRITU 45 en fin, no s6lo para el espiritu sino para ellas mismas, puesto que nos atraviesan, nos en- ghban? Pues bien, esta filosofia por hacer es la que anima al pintor, no cuando expresa opiniones acerea del mundo, sino en el instante en que su visin se vuelve gesto, cuando “pionsa en pintura”, diré Cézanne®. 1 B, Dorival: “Paul Césanne”. Ea Paul Tioné (comp.): Gézanne par see lettres et Paris, 1968; pées. 103 y sigs, Iv ‘Toda la historia moderna de Ja pintura, su esfuerzo para desprenderse del ilusionismo y adquirir sus propias dimensiones, tiene una dimensién metafisica. No puede ser cuestion de demostrarlo, No por razones sacadas de los limites de la objetividad en historia, y de Ja inevitable pluralidad de las interpretacio- nes, que impedirian ligar une filosofia y un acontecimiento: la metafisica en que pens: mos no eg un cuerpo de ideas separadas.por el que se buscarian justificaciones inductivas en Ja empiria —hay en la carne de la,contin~ gencia una estructura del acontecimiento, una virtud propia del escenario, que no impiden Ja pluralidad de las interpretaciones, que aun son la razén profunda de ellas y que hacen del acontecimiento un tema durable de la vida histériea, eon derecho a un estatuto filoséfico. En un sentido, todo lo que se ha podido de- cir y se diga de la Revolucién Francesa siem- pre ha estado, y esté desde ahora, en ella, en @sa ola que se ha dibujado sobre el fondo de Jos hechos parcelarios, con su espuma de pa- sado y su eresta de porvenir, y es siempre mi- a MAURICE MERLEAU-PONTY ejor cémo ella se ha hecho que se Tango we daréa nuevas representaciones. In guanto a la historia de las obras, en todo ca- fs, ai son grandes, el sentido que se les da fhera de tiempo nace de ellas. Es la obra mis- ma Ia que ha abierto el campo de donde apa- rece con otro aspecto, es ella la que s¢ me- tamorfosea y deviene su continuacién; las reinterpretaciones interminables de las cua- Jes la obra es legitimamente susceptible, no la cambian sino en sf misma, y si el historiador reencuentra bajo el contenido manifiesto el ‘exceso'y el espesor de sentido, la textura que Ie preparaba un largo porvenir, esta manera activa de ser, esta posibilidad que devela en la obra, este monograma que alli encuertra, fundan una meditacién filoséfica. Pero este trabajo exige una larga familiaridad con la historia, Todo nos falta para ejecutarlo, la competencia y el lugar. Simplemente, puesto gue la poteneia o la generatividad de las obraa exeede toda relacién positiva de causalidad y de filiacién, no es ilegitimo que un profano, ejando hablar el recuerdo de algunos cua- Gros y de algunos libros diga cémo la pintura intervene en sus reflexiones y consigne el sentimiento de que hay una discordancia pro- funda, una mutacién en las relaciones del hombre y el Ser, cuando confronta masiva- ‘Mente un universo de pensamiento clAsico con 1as investigaciones de la pintura moderna, Es- Pecie de historia por contacto que puede no Salir de los limites de una persona y que sin EL 030 ¥ EL ESPIRITU 49 embargo debe todo a la frocuentaciéa de los otros... “Yo pienso que Cézanne ka buseado la pro- fundidad toda su vida", dice Giacometti* y Robert Delaunay: “La profundidad es la nue- ya inspiracién” +. Cuatro siglos despnés de las “solueiones” del Renacimiento y tres siglos después de Descartes, la profundidad es siem- pre nueva, exigiendo que se la busque, no “una ‘vez, en su Vida” sino toda una vida. No puede tratarse del intervalo sin misterio que yo ve- ria desde un avidn entre estos Arboles cerca- nos y aquéllos lejanos. Tampoco del eseamoteo de las cosas, una por otra, que me representa vivamente,un dibujo en perspectiva: estas dos vistas son muy explicitas y no plantean cues- tién alguna. Lo que resulta enigma es el lazo entre ellas, lo que est4 entre ells, pues veo Jas cosas, cada una en su lugar, precisamente porque se eclipsan mutuamente, y si son ri- vales ante mi mirada, es precisamente porque cada una esté en su lugar. Es la exterioridad conocida de las cosas en su envoltura y su dependencia mutua en su autonomfa. De la profundidad asf conocida no se puede decir que es “tercera dimensién”. Por de pronto, silo fuera, seria més bien la primera: no hay formas, planos definidos, si no se estipula a qué distancia de mi se encuentran sus diferen- tes partes. Pero una dimensién primera que contiene a las otras no es una dimensiGn, al 2G, Charbonnier, op. cit, pag. 176, * R. Delaunay, op. cit, pag. 109, MAURICE MBRLEAU-PONTY el sentido ordinario de céerta rela- e008 forme a la cual se mide. La profun- ion i comprendiaa,e5 rags bien la expe” a ge Ia reversibilidad de las dimensio- ienci® (ina “localidad” global en Ta que todo net ‘yen, donde altura, ancho y distancia son s, de tna voluminosidad que se ex- stracrmuna palabra diciendo que una cosa — Be yhi, Cuando Cézanne usca.la profund!- Sag, busca esta deflagraciOn del Ser que-se halla en todos Tos modos del espacio, también alt Forma. Cézanne ya sabia To que el eubis- eemolvera a decir: que la forma externa, 1a wrotura, es segunda, derivada, qe no es Por fila que una cosa toma forma, que debe rom- erse esta céceara de espacio, romper la com- potera, yen lugar de ella pintar zqué? Cu, bos, esferas, conos, como dijo alguna vez? {Formas puras que tienen Ia solidez de lo que Puede ser definido por una ley de construe- ibn interna, de modo qua todas juntas, tra- as 0 cortes de la cosa, la dejen aparecer en- tre ellas como una cara entre cafias? Seria po- er Ia solidez del Ser de un lado y su varle- dad del otro, {Cézanne habia hecho ya una ex- periencia de ese género en su period medi Habis ido derecho al sélido, al espacio, y cons- fatado que en este espacio, caja 0 continente lemasiado ancho para las cosas, éstas se pO Ren a mover color contra color, a modular en inestabilidad*, Es en conjunto, pues, que JF, Novotny: Cézanne und das Ende der wissen- “heftlichen Perepecktive, Viena, 1988. EL 050 Y BL ESPIRITU 5 se ha de busear el espacio y el contenido. El problema se generaliza, ya no es dinicamente el de Ja distancia, la linea y la forma, también del color. 1p cota“ ar qe ns en y attniyerso se juntan”, dijo Cézanne con ese imirable je de artesano del Ser que 8 Klee le gustaba citar‘, En su provecho hay que romper la forma-espectéeulo. No se trata entonces de los colores, “simulacro de los co- * Jores de la naturaleza” "fe trata de la dimen- sién de color, la que cfea de si misma a sf misma las identidades, las diferenciag, una textura, una materialidad, alguna cosa /.. Sin embargo, dicididamente no hay receta de lo Visible, y el color solamente, eomo el espacio, no lo es. La vuelta al color tiene el mérito de ‘acerear un poco més al “coraz6n” de las co- sas”*: pero esté més allé del color-envoltu- ra, como del espacio-envoltura. El Retrato de Vallier acomoda blancos entre los colores; tie~ nen por funcién, ademés de formar, recortar un ser mAs general que el ser-amarillo 0 él ser-verde 0 el ser-azul —eomo en las acuare- Jas de los diltimos afios—, el espacio, del que se crefa que es la evidencia misma y que a su respecto por lo menos no se plantea la: pre- gunta dénde, irradia alrededor de planos que no estén en lugar asignable, “superposicién de 4¢-W, Grohmann: Paul Klee, trad. fr. Parfs, 1954, pig. ia. Tg. Delaunay: op. city pig. 118. © P, Klee, vease 80 Journal, trad. fr. sowaki, Paris, 1969. -. Klos fe “MAURICE MERLEAU-PONTY ‘cies transparentes”, “movimiento flo- Sr ie panos de color que se recubren, avan- zan y retroceden” '. f ‘Como 0 da y sélo él me da la Presencia de lo que no Soy yo, de lo que es simple y Plenamente. Lo hace porque como textura ‘es la concrecién: de una universal visibilidad, de un Espacio + . ‘inico que separa ¥ retine, que sostiene toda fohesién (aun la del pasado y la del porve: nir, puesto que-no también como. dimensién, pues se da como ’ resultado de una dehiscencia del Ser. Esto quiere. decir. tinalmente que je caraeteris. “ tico de. lo visible es tener uj duplicacién invisible en sentido estricto, que lo vuelve presente como una cierta ausencia.| “En su época, nuestros. antipodas de ayer,’ los im presionistas, tenfan Plena razén de estable- cer su morada entre los desechos y las ma- lezas’ del espectéculo cotidiano, En cuanto & nosotros, nuestro corazén bate Por llevar- nos hacia las profundidades, a fiezas Iegardn a ser, Tealidades... Por- que en lugar de limitarse a la restituci6n di- 2 Ibid, + Tbid. MAURICE MERLEAU-PONTY 64 vyersamente ‘tensa de lo visible, con ellas se favia la parte de lo invisible aperci- anoxa tottamente’ =. Hay Jo que aleanza el piiOie frente, las propiedades frontales de lo eitiple —fpero también lo que lo aleanza de Tajo, la profunda latencia postural en que fVeuerpo se levanta para very hay lo que fieanza Ia visién-por-arriba, Todos los fené- fnenes del vuclo, de la natacién, del movi- miento, en los que ella participa, no mas en Ja pesantez de los.origenes sino en las reali- zaciones libres~.| 1] pintor toca por la vi- si6n las dos extremidades. En el fondo inme- morial de lo visible alguna cosa se ha movido, se ha iluminado, invadiendo su cuerpo, y todo Jo que pinta es una respuesta a esa suscita- ifn, no siendo su mano “més que el instri- mento de una lejana voluntad”. La vision es ¢ rel reencuentro, como en una encrucijada, de + todos los aspectos del Ser. “Cierto fuego pre- tende vivir, se despierta; guidndose a lo lar- g0 de la mano conductora aleanza el-soporte ¥ lo invade, después cierra, chispa saltarina, el eireulo que él debia trazar: vuelta al ojo ¥ al més alié”*..En ese circuito, ninguna Tuplura, imposible decir que acé termina la ‘[aturaleza y comienza el hombre o la expre- Sion. (Es entonces el Ser mudo mismo que manmisti Conférence dina, 1924, segin W. Grob~ Bn, 0. city pag. 505. gente: Wo? dea maturstudiums, 1925, segin G. an Larzaro, Kice # Kee, citady ne tado por W. Grohmann, op. cit, pég. 99. EL 0J0 ¥ EL ESPIRITU 65 viene a manifestar su propio sentido, He aqui por qué el dilema de ta figuracin y la no fi- guracién esté rial planteado: es a la ver cier- toy sin contradiecién que ninguna uva jamas ha sido lo que es en la pintura més figura- tiva, y que ninguna pintura, aun abstracta, no puede eludir el Ser, que la uva del Cara- vaggio ¢3 la uva misma./Esta precesién de lo-que es sobre'lo que se ve y hace ver, de Jo que se ve y hace ver sobre lo que es, es la visién misma. Y para dar la formula ontolé- gica de la pintura, apenas hay que forzar las palabras del pintor, puesto que Klee escribia a los treinta y siete afios estas palabras que se han grabado en su tumba: “Yo soy ina- Presable en Ia inmanencia. ..”"** 2 A. Bamedoffrey: Le dosier Caravags. Pais, 1959, y Michel Bator: La Corbeiile “de PAmbro, sienne, NRF, 1960, "Klee: Journal, op. cit Vv (Porque la profundidad, el color, la forma, Ia linea, el movimiento, el contorno, la fiso- nomia, son ramificaciones del Ser, y porque cada uno puede traernos todo el’ ramo, no hay “problemas” separados en pintura, ni caminos verdaderamente opuestos, ni “solu- ciones” parciales, ni opciones sin retommo. Nunea est excluido que el pintor retome tao de los emblemas que habia descarta. do, por supuesto haciéndolo hablar de-otro modo: los contornos de Rouault no son. los contornos de Ingres. La luz —“vieja sultana, dice George Limbour, cuyos encantos se mar. chitaron a comienzos de este siglo” echa- 4a primero por los pintores de la materia, Teaparece en fin con Dubutfet como cierta, textura de la materia) Nunea se est al abri- go de estos retornos. Ni de las convergencias menos ceparadas:-hay fragmentos de Rodin que son ‘estatuas de Germaine Richier, pv que ellos eran escultores, es decir, estaban un + G. Limbour: Tableau bon levain a vous de euire ‘a pate; art brut de Jean Dubiifjet. Pacis, 1960. MAURICE MERLEAU-PONTY 68 gos en una sola y misma red del Ser. Por la Sema razén nada es jamds adquirido, “Tra- fajando” en uno de sus bien amados proble- yas, fuera el de los terciopelos o de la lana, i verdadero pintor confunde, sin saberlo, los hrechos todos los otros. Aun cuando tenga el aire de ser parcial, su investigacién siempre ¢s total. En el momento de adquirir cierta des- treza 61 se da cuenta de que ha abierto otro campo, en el que todo lo que ha podido expre- sar antes ha de decirse de otro modo. De rma- nera que no posee atin lo que ha encontrado, todavia lo debe buscar, el hallazgo es lo que ama a otros hallazgos. La idea de una pin- tura universal, de una totalizacién de la pin- tura, de una pintura completamente realizada esté desprovista de sentido, fAunque durara aallones de afios todavia, si el mundo perma- eee. para Jos. pintores, aun seré para que lo pinten, y terminaré sin haber sido aca- Dado de pintar:yPanofsky muestra que los (Problemas” dela pintura, los que imantan su historia, 2 menudo son resueltos al sesgo, 70 en Ta linea de las investigaciones que pri mero los haban planteado, sino al contrari eo Pintores parecen olvidarlos en el ap Js via muerta, se dejan atraer por ven 2 of Pronto en plena diversién los vuel- Esta hgeontat y franquean el obstéculo. Berintg poricided sorda que avanza en ol la- # impale, TOde2s, transgresion, usurpacién pentinos no slgnifiea que el pin- quiere, sino que lo que OF 20 sepa lo que EL 0J0 Y EL ESPIRITU 69 quiere esté més acd de sus fines y de los me- dios, y ordena desde arriba toda nuestra acti- vidad stil] Estamos fascinados de tal manera por la idea cldsica de la adecuacién intelectual, que este “pensamiento” mudo de la pintura nos deja a veces la impresién de una vana remo- cién de significaciones, de una palabra para- lizada 0 abortada. Y si se responde que nin- sin pensamiento se destaca por completo de un soporte, que el tinico privilerio del pensa- miento parlante es haberse hecho manejable, que no més que las de la pintura les figuras de la literatura y de la filosofia no son ver- dederamente adauiridas, no se acumulan en un tesoro estable, que aun la ciencia aprende a reconocer tina zona de lo “fundamental” po- hlada de seres espesos, abiertos, desgarrados donde no es. cuestién de tratar exhaustiva- mente, como la “informacién estétiea” de los. ibernéticos 0 de los “grupos operativos” ma~ temitico-fisiens, y-que en fin no estamos en ninguna parte en estado de levantar un ba- Jance objetivo, ni de pensar un progreso en sf, que es toda la historia humana la que en cierto sentido es estacionaria; a todo esto qué? dice el entendimiento, como Lamiel, sno es mds que esto? 2Es el mAs alto punto de la raz6n constatar ese deslizamiento del suclo bajo nuestros pasos, nombrar pomposamente interrogacién a un estado de estupor conti uo, busear un camino en chrculofBer lo que es por completo i MAURICE MERLEAU-PONTY 10 esta decepeién es Ta del falso imagi- jo, que reclama una positividad que colme ae Es el pesar de no ser teamente st vacio. | x exacae gg. sulera etd eompletamen- todo jdado. Pues sien pintura, ni aun en otros ‘no podemos establecer una jerarquia ta eeivlizaciones, ni hablar de progreso, no deworque algin destino nos retiene atrés, epmas bien porque en un sentido la pri- Sera de las pinturas iba hasta el fondo det fr. Si ninguna pintura termina la pin- Fars, si:ninguna obra se acaba absolutamen- fe, cada creacién cambia, exalta, recrea 0 ferea do antemano todas las otras. (Si las fereaciones no con adquisiciones, no es sélo ‘porque pasen, como todas las cosas, es tam- bién porque tienen casi toda le vida por

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