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Este texto en particular, pretende dar cabida a un fenómeno, que, si bien hace parte de nuestra esencia como hombres, como seres humanos, lo toma por la coyuntura a través del aspecto a veces poco pragmático del arte en particular. Es decir, si, está bien hablar de memoria, está bien intentar solver nuestro duelo a partir de rituales que extrapolen el dolor y simbólicamente trascienda, está bien hablar de dolor y es evidente la relación directa que sucede entre memoria y dolor, dolor como una experiencia, casi estética.
Este texto en particular, pretende dar cabida a un fenómeno, que, si bien hace parte de nuestra esencia como hombres, como seres humanos, lo toma por la coyuntura a través del aspecto a veces poco pragmático del arte en particular. Es decir, si, está bien hablar de memoria, está bien intentar solver nuestro duelo a partir de rituales que extrapolen el dolor y simbólicamente trascienda, está bien hablar de dolor y es evidente la relación directa que sucede entre memoria y dolor, dolor como una experiencia, casi estética.
Este texto en particular, pretende dar cabida a un fenómeno, que, si bien hace parte de nuestra esencia como hombres, como seres humanos, lo toma por la coyuntura a través del aspecto a veces poco pragmático del arte en particular. Es decir, si, está bien hablar de memoria, está bien intentar solver nuestro duelo a partir de rituales que extrapolen el dolor y simbólicamente trascienda, está bien hablar de dolor y es evidente la relación directa que sucede entre memoria y dolor, dolor como una experiencia, casi estética.
Este texto en particular, pienso pretende dar cabida a un fenmeno, que, si bien hace parte de nuestra esencia como hombres, como seres humanos, lo toma por la coyuntura a travs del aspecto a veces poco pragmtico del arte en particular. Es decir, si, est bien hablar de memoria, est bien intentar solver nuestro duelo a partir de rituales que extrapolen el dolor y simblicamente trascienda, est bien hablar de dolor y es evidente la relacin directa que sucede entre memoria y dolor, dolor como una experiencia, casi esttica. Personalmente para mi pienso que el texto en si ya es demasiado complejo, desde su visin casi optimista por ver el arte como un medio restaurador y algo teraputico. El trmino poltica en tanto al arte se refiere, me resulta un poco apartado de la concepcin general e idealizada que dentro de la poltica tiene cabida. Para esto, tome como referente a Jackes Rancire, en su texto El espectador emancipado, precisamente en el captulo de Las paradojas del arte poltico, cuando se refiere a la poltica como: una actividad que reconfigura los marcos semibles en el seno de los cuales se definen objetos comunes, en contraposicin con la definicin conceptual que los autores del artculo Vladimir Olaya Gualteros y Mariana Iasnaia Simbaqueba, cuando enuncian el trmino a partir de Chantall Mouffe como la dimensin de antagonismo constitutiva de las sociedades humanas, y como el conjunto de prcticas e instituciones a travs de las cuales se crea un determinado orden. Esta segunda nocin enunciada, la relaciono estrechamente con el concepto de Polica de Rancire cuando enuncia esta como la idea de jerrquica y hegemnica de un orden establecido. Todo esto para resumir diciendo, est bien hacer un Arte Poltico, pero desde que perspectiva consideramos tal arte como poltico, si dentro de su misma configuracin trata de devenir un disenso particular, un choque, como lo llamara Rancire, entre los regmenes de los sentidos. De esta manera logro concluir que: por un lado, la perspectiva poco tica de enunciar y retomar experiencias ajenas para estructurarlas como un corpus artstico, que se enuncia y se respalda a travs de la figura del artista, que viene a ser este, el poseedor del conocimiento pertinente que posteriormente tendr el poder para determinar que la obra de arte sea precisamente eso. Por el otro la visin optimista del arte como terapia, como una manera de resarcir las huellas de la memoria en tanto la temtica especifica del dolor, se enuncia este artista tambin como una suerte de hroe, que configura en su quehacer la obra. Y por ltimo la recepcin misma de la obra ante un pblico expectante, que define Rancire como eficacia esttica, en tanto la obra de arte poltica se produce con la intencin de generar en el espectador una sensacin y/o pensamiento determinado, como si la misma produccin estuviese encaminada precisamente a producir una suerte de culpabilidad y conciencia sobre las victimas que asegura el artista resarcir a travs de su obra. Por lo dems, el nombre el articulo determina precisamente lo que acabo de mencionar. La estetizacin como un acto de volver esttico una experiencia, como si la misma experiencia en su haber no fuese ya esttica, el termino lo asocio ms a una pretensin de establecer una generalidad, de decir que todo arte poltico denuncia, por lo mismo se vuelca sobre s mismo estetizando y estatizando la misma prctica, y produce un choque de nociones particulares en tanto concluyo que si bien todo arte es poltico porque todas las acciones humanas, en cuanto nos pensamos como seres sociales, son acciones polticas, pero no todo arte poltico resulta ser diciente o denunciante as como no todo arte poltico es resistente, en tanto la poltica se enuncia como una reconfiguracin de actos sensibles ante la polica o el orden particularmente establecido. Adems, la obra juega tambin entre estos dos conceptos, entre ms pretenda ser poltica entra en la lgica del orden establecido o polica. Termino reflexionando sobre: si bien tenemos en cuenta que todas las experiencias humanas son en s mismas experiencias estticas, todo comportamiento, esttico en su haber, debera ser arte, de esta manera todo arte que se produzca a partir de estos comportamientos y experiencias estticas, debera por consiguiente ser poltico.