Levinas Humanismo Del Otro Hombre

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raduecion de son | HUMANISMO| | DEL ' OTRO HOMBRE . por EMMANUEL LEVINAS siglo veintiuno editores, sa (CERRO DEL AGUA 248, MENCO 20,08 siglo veintiuno de espana editores sa MLO RLON 7, MADRID 39 .ESPARA siglo veintiuno argentina editores, sa [A-COROOBA 2064 BUENOS ARES ARGENTINA impreso en offset cemont, 6. a. sobre laa prucbaa finax cluboradus por conposiciés téenica, uargaritas 233 - frace, la florida naucalpan de juérez, méx. tres mil ejenplares 25 de octubre de 1978 edicién al cuidado de ricardo ehrenberg portada de richard harte primera edicin en espaitol, 1974 © siglo xxi editores, s. a. primera edicion en francés, 1972 © fata morgana, montpellier titulo original: humanisme de l'autre homme . los ensayos incluidos en este volumen fueron publicados original- mente: el primero, por la revue de métaphysique et de morale, 1964; e] segundo, por la revue internationale de philosophie, 1968, y el tercero, por ’éphémére, 1970 derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico printed and made in mexico PROLOGO DEL TRADUCTOR PREFACIO LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO L Significacién y receptividad, 17; 11 Significacion, totalidad y gesto cultural, 26; Tf, E} antiplatonis- mo de la filosoffa contempordnea de la significe cién, 34; IV. La significacion “econémica”, 39; V. El sentido tinico, 42; VI. El sentido y la obra, 47; VIL. Sentido y ética, 54; VIUL Ante la cultura, 68; 1X. La huella, 72 HUMANISMO Y AN-ARQUIA SIN IDENTIDAD 1, Las ciencias humanas, 112; Il, Heidegger, 117; IIL. Subjetividad y yulnerabilidad, 120; 1V. El ex- tzafiamiento en el ser, 127; V, La javentud, 133 {Vu cv 2 AL PADRE HERMAN LEO VAN BREDA OM. | FUNDADOR-DIRECTOR ! DE LOS ARCHIVOS HUSSERL DE LOVAINAY EN LA EVOCACION DEL MAESTRO, | AL GUAL CONSAGRA UNA OBRA ADMIRABLE, ! HOMENAJE DE UNA FIDELIDAD AFECTUOSA : Y DE UNA AMISTAD DEFERENTE PROLOGO DEL TRADUCTOR Emmanuel Levinas ensefia en Paris. Aunque lituano por nacimiento, es francés por adop- cién desde la primera juventud. Su formacién intelectual, su lengua y su pensamiento, lo encuadran, sin dificultad, en el “climax’’ pa- risiense, Poco podra encontrarse en sus obras de aquella infancia “subdesarrollada”. O, tal vez no... Emmanuel Levinas es judio. Esta “excentricidad” aparece periddicamen- te en su obra filoséfica. Hay quienes piensan (J. Derrida) que constituye su iiltimo funda- mento y que, desde Ja exterioridad que su- pone esta tradicién religiosa y cultural, en- frenta las grandes lineas del pensamiento filoséfico occidental. Sin embargo, hay en la obra de Levinas un denotado esfuerzo por fundar las criticas y las objeciones a partir de textos de los mas insignes representantes del pensar nacido de los gricgos (Platén, Descartes, Husserl). La distancia entre la subjetividad y el mundo, fundamento de toda posibilidad critica y desalienacién primera, habria nacido con la filosofia griega. Tal vez exista alguna relacién entre las circunstancias que acabamos de sefialar y el hecho de que las esferas donde es mas acen- tuada la influencia de Levinas, sean preci- tm + PROLWGU Dia FHA GT Las samente las cristianas y m4s marcadamente Jas catélicas, En la Universidad Catélica de Lovaina su pensamiento, casi nos atreveria- mos a decir, es ms estudiado que en Paris. En América Latina ha sucedido otro tanto y sus tesis fundamentales han sido audaz- mente asimiladas a lo que podriamos lamar “una filosofia cristiana de Ia liberacién’™". fista es la raz6n de su actualidad Jatinoame- ricana. Levinas ingresé en la Universidad de Es- trasburgo en 1923 (17 afios) y alli, por in- termedio de Jean Hering, se introdujo en la fenomenologia por entonces desconocida en Francia. Luego estudié un par de semestres con Husserl en Friburgo, aunque se trataba de un Husserl ya cuestionado por el pensa- miento de Heidegger. En 1930 publicé La teorta de la intuicién en la fenomenologia de Husserl y tradujo al francés las Meditacio- nes cartesianas del maestro. Las Meditacio- nes, publicadas antes que en alemén, mar- caron la entrada del pensamiento fenomeno- légico al piblico francés. En pocos afios, esta corriente filos6fica Ilegaria a ser predo- minante. | . > Luego, Paris, La Sorbona, Gabriel Marcel. Durante Ja ocupacién alemana, largos afios en el campo de concentracién y el despuntar de su filosofia personal en De la éxistencia 1. Gf. Enrique Dussel, Para una ética de ta liberacién latinoamericana, 2 tomos, Siglo XXL, Buenos Aires, 1973. al existente (1947); El tiempo y el Otro (1947), Descubriendo la existencia con Hus- serl y Heidegger (1949), un buen niimero de articulos y de conferencias y finalmente la obra que ensambla todo este vasto pensamien- to filos6fico: Totalidad e infinito (1961). En 1967 publicéd una reedicién ampliada de Descubriendo la existencia con Husserl y Hei- degger. Ei libro es una mirada retrospectiva que permite atisbar, en los tltimos articulos, derroteros de nuevas biisquedas. Con fa publicacién del Humanismo del otro hombre (4972) estos derroteros quedan firmemente delineados. La coexistencia paci- fica, la independencia de las colonias y la si- mult4nea decolonizaci6n de las culturas, y finalmente, el “mayo francés” de 1968 con- figuran un panorama hist6rico-filos6fico que se distancia de Hitler y la posguerra. Tam- bién pareciera que la totalizacién hegeliana —el sistema— comienza a desmembrarse. En este horizonte, mas all4 del humanismo clasi- co o de la desesperanza existencial, comienza a perfilarse un nuevo humanismo: el huma- nismo del otro hombre. Humanismo que se preocupa mas del hambre y la miscria de los otros que de resguardar la propiedad, la Ji- bertad y la dignidad de la misma subjeti- vidad.* Mendoza, 1973 DANIEL ENRIQUE GUILLOT Expreso mi agradecimiento 2 Ia profesora Maria V. 7 de Grice por ka colaboracién prestada en esta tras PREFACIO [should e’en die with pity to see another thus. SHAKESPEARE, King Lear 1V,7. El prefacio, siempre escrito después del libro, no es siempre una repeticién en términos aproximativos del enunciado riguroso que jus- tifica un libro. Puede expresar el primer —y el urgente— comentario, el primer “es decir” _-—que es también el primer desdecir— de proposiciones en las que, actual y ensambla- da, se absorbe y se expone, en Io Dicho, la inensamblable proximidad del uno-para-el- otro, significante como Decir. Los tres textos de este pequefio volumen buscan esta significacion. Marcan las etapas de una “consideracién inactual”, ala que la palabra humanismo no asusta atin 0 no asus- ta'mas. Lo inactual puede, sin duda, disimular lo caduco; y nada estd preservado de la pe- rencién, ni aun lo perentorio. Pero lo inac- tual, donde se colocan —o hacia lo cual tien- den— los estudios de Ia presente recopilacién, no se confunde con cualquier falta de aten- cién con respecto a tas opiniones dominantes de nuestro tiempo, defendidas con tanto bri- ip 8 PREF ACIO. llo y maestria. Lo inactual significa, aqui, lo - otro que to actual, mas bien que su ignoran- cia y su negacién; lo otro que aquello que sc ha convenido en Iamar, cn la alta tradicién de Occidente, ser-en-acto (no importa cual sea la fidelidad o infidelidad de esta formula al espiritu de la nocién aristotéfica que pre- tende traducir); lo otro que el ser-en-acto, pero también que su cohorte de virtualidades que son potencias; lo otro que el ser, que cl esse del ser, que la gesta del ser, lo otro que plenamente ser —jplenamente hasta desbor- dar!— que el término en acto anuncia; lo otro que el ser en si — lo intempestivo que in- terrumpe la sintesis de presentes que consti- taye el tiempo memorable. ¢Ser-en-acto sin nada que atm apunte o ya ensombrezca — sin rincones de sombra~— identidad de lo idéntico y de lo no-idéntico — presencia sin devenir o conversion del devenir en presencia — sincronia donde el orden de los términos ensamblados es indiferente —esta actualidad del concepto no es acaso la famo- sa actividad atribuida a la conciencia? La ac- tualidad de la presencia total excluye o absor- be toda alteracién; la exclusién légica se hace, concretamente, re-presentacién: lo que el presente retoma del pasado por la reminis- cencia y anticipacién de lo por-venir por la imaginacién. Reunién que culmina cn con- ciencia de si o en subjetividad. “La unidad originaria de la apercepcién” sélo expresa cl FPREPALSO uv superlativo del ser-en-acto. Hegel admiraba la esencia del concepto en el yo pienso de la apercepcién trascendental de Kant’, La apli- cacién del yo pienso a to diverso del dato que se denomina synthesis speciosa de la imagi- nacién, en la segunda edicién de Ia Critica, no transcurre atin en el alma, porque es esta aplicacién la que s6lo deja aparecer psiquis- mo y psicologia’. No es porque la unidad de la apercepcién trascendental. —o el entendi- micnto— sca espont4nea cn ¢l sentido psi- colégico por lo que es accién (Handlung)*. Porque ¢s la actualidad de Ja presencia es que puede hacerse espontaneidad de la ima- ginacién, tener poder sobre la forma temporal del dato, decirse acto. Por el ejercicio intem- poral de esta actualidad se plantea el yo, el yo bruscamente libre del humanismo clAsico: Herencia de la filosofia trascendental, segui- r4 siendo en Fichte actividad que constituye soberanamente al no-Yo. La Reducci6n trascendental de Husserl arranca el Yo-puro a lo psicolégico, lo se- para de Ja Naturaleza, pero le deja la vida. 1, Hegel, Wissenschaft der Logik, II, p, 221, edicién Georg Lasson: “EI reconocimiento de la unidad que cons- tituye Ja esencia del concept como unidad originaciamen- te sintética de la apercepcién, como unidad del yo pienso © Ia conciencia de si, pertenece a las visiones mfs profun- das y mas bastas de la Critica de la razén pura.” 2, Critica de la rarén pura, B, 151, p. 130 de la ta duccién francesa de Tremesaygues y Pacaud, 3. 2Dénde sc colocaria la accién en la forma Idgica de In unidad? 10 PREFACIO La intencionalidad en la que el Yo vive guar- dar4; de hecho, la estructura del acto. Sin embargo, con Ia fenomenologia husserliana, por primera vez, lo subjetivo —trascendental y extramundano—- se muestra pasividad irre- ductible en la nocién de la sintesis pasiva, Lo impresional y lo sensible —-provenientes de una tradici6n empirista— se colocan en el corazén de Io Absoluto. La preocupacién de sintesis, aunque sea pasiva, refleja ain las exi- gencias de la unidad de Ia apercepcién y la actualidad de Ja presencia; los sutiles andlisis delo ante-predicativo imitan atin, bajo la de- nominaci6n de pasivos, los modelos de las sin- tesis de la proposicién predicativa. Pero la subjetividad trascendental no es mAs una sim- ple articulacién légica de los métodos cienti- ficos, a pesar del neokantismo contemporanco y su influencia en Alemania. La subjetividad trascendental, unicidad viviente, tiene su pro- pio secreto; los actos intencionales tienen sus horizontes que, olvidados ¢ inactuales, no co- determinan por ello menos el sentido del ser, sino que s6l6 descubren sus significaciones ante la reflexi6n vuelta hacia la noesis. Nin- guna mirada que apunte hacia el correlato ob- Jetivo de los actos, en el que estas significa- ciones sin embargo significan en el “noema pleno”, podria encontrarlas alli, porque es in- capaz de distinguir, en la “presencia total” del tema objetivos, ¢] “noema pleno” mismo. 'Y no obstante, si cl sujeto libre —cn el que PREFACIO i el hombre del humanismo ponfa su digni- dad— no es mds que una modalidad de una “unidad légica” de la “apercepcién trascen- dental” ~~modo privilegiado de la actualidad que no podria ser sino su propio fin— ges ne- cesario asombrarse que al otro dia de la escru- pulosa formulacién de la Reduccién por Hus- serl, el Yo desaparezca detras —o cn— cl ser en acto que habria tenido por misién cons- tituir? M4s que nunca, la inteligibilidad ulti- ma es Ia actualidad del ser en acto, la coexis- tencia de Ios términos en un tema, la relacién, la coherencia del uno. y el otro, a pesar de su diferencia, el acuerdo de lo diferente en el presente. EI sistema. El uno significa el otro y es significado por él, cada uno es signo del otro, renunciando a lo que Jean-Francois Lyotard lama su figura para morir en el otro. otro. El “sujeto pensante” que busca esta or- denacién inteligible se interpreta, a partir de aqui, a pesar del trabajo de su busqueda y el genio de su invencién,como un rodeo que toma prestado el sistema del scr para ordenarse, rodeo que describen sus términos o sus estruc- turas para estibarse, para reunirse en un gram presente y, también, para estallar de ver- dad en todos sus puntos, para aparecer. El su- jeto deja ser al ser. Por el papel que le incumbe, pertenece, de hecho, a la gesta del ser, y a este titulo, el su- jeto se manifiesta a su vez: a si mismo y a Jas ciencias humanas. Pero no hay ninguna 12 PREEAGIO vida significante fuera de la verdad a la que sirve y en la que se muestra. El resto de lo humano sigue siéndole extraiio. En Jas investigaciones de este libro, se com- prenden de un modo diferente inteligibilidad y relacién. En ellas vive atin el recuerdo del parricidio ante el cual se encontré acorrala- do Platén. Sin esta violencia, Ia relacién y Ja diferencia sélo serfan contradiccién y adver- sidad. Pero lo serian en un mundo de la pre- sencia total o de la simultaneidad. ; La inteli- gibilidad no se remonta, mds ac de la pre- sencia, a la proximidad del otro? Alli la al- teridad que obliga infinitamente quicbra el tiempo de un entreticmpo infrangucable: “cl uno” es para el otro de un ser que se des- prende, sin hacerse el contemporanco de “el otro”, sin poder colocarse a su lado en una sintesis que se expone como tema; ¢l-uno- para-el-otro en tanto que el uno-guardian-de- “su-hermano, en tanto que el-uno-responsable- del-otro. Entre el uno que soy yo y el otro del cual respondo, se abre una diferencia sin fondo, que es también la no-in-diferencia de Ja responsabilidad, significancia de la signifi- caci6n, irreductible a cualquier sistema. No- in-diferencia que es la proximidad misma del préjimo, por la cual sdlo se perfila un fondo de comunidad entre el uno y el otro, Ja uni- dad del género humano, debida a la frater- nidad de los hombres. Wo sc trata, en la proximidad, de una nue- FREE AIO we va “experiencia” opuesta a la experiencia de la presencia objetiva, de una experiencia del “4G” que se produce después, o aun antes, de la experiencia ‘del ser de una “experiencia ética” ademas de la percepcién. Se trata mds bien del cucstionamtento de la EXPERIENGIA como fuente de sentido, del limite de la aper- cepeién trascendental, del fin de la sincronia y de sus términos reversibles; se trata de la no-prioridad del Mismo y, a través de todas sus limitaciones, del fin de la actualidad, co- mo si lo intempestivo viniera a desarreglar las concordancias de la re-presentacién, Como si una extrafia debilidad sacudiera con esca- ° lofrivs y estremecicra la presencia o el ser en acto. Pasividad mas pasiva que la pasividad unida al acto, Ja cual aspira atin al acto de todas sus potencias. Inversién de la sintesis en paciencia y del discurso en voz de “sutil si- Jencio” haciendo sefias a los Otros— al préji- mo, cs decir, a lo inenglobable. Debilidad sin cobardia como el ardor de una compasién. Descarga del ser que se desprende. Las lagri- mas son, tal vez, eso". Desfaflecimiento del ser cayendo en humanidad, que no ha sido juz- gada digna de retencr Ja atencién de Jos fil6- sofos. Pero la violencia que no seria el sollozo reprimido 0 que lo habria ahogado para siem- 4, “Por favor, perdona el crimen de tus hermanos y su pecado, Gierto que te hicieron daft...” y José Moré mientras le hablaban". Génesis L, 17. 14 PREFACIO pre, no es ni siquiera de Ja raza de Cain; es hija de Hittler o su hija adoptiva. La puesta en duda de la prioridad del Acto y de su privilegio de inteligibilidad y de significancia, el desgarrén en la unidad de la “apercepcién trascendental” significan un or- den —o un desorden— mids allé del ser, an- terior al lugar, anterior a la cultura. Se reco- noce la ética. En ese contacto anterior al sa- ber —en esa obsesién por el otro hombre— se puede, de hecho, distinguir la motivacién de muchas de nuestras tarcas cotidianas y de nuestras altas obras cientificas y politicas, pero mi humanidad no esta embarcada en la historia de esta cultura que aparece como proponiéndose a mi asuncién y que vuelve posible la libertad misma de esta asuncién. El otro hombre manda desde su rostro que no est4 encerrado en la forma del aparecer, des- nudo, despojado de su forma, desnudado de su presencia thisma que lo enmascararia tam- bién como su propio retrato; piel arrugada, huella de si misma, presencia que, en todos sus instantes, es un retiro en el hueco de !a muerte con una eventualidad de no-retorno. La alte- ridad del préjimo es ese hueco de no-lugar en el que, rostro, se ausenta ya sin- promesa de retorno y resurreccién. Espera del retorno en la angustia del no- retorno posible, espera imposible de engafiar, paciéncia que obliga a la inmortalidad. Es asi como se dice “ti”: hablar a la segunda PREFACIO 15 persona —preguntarse o inquietarse por su salud. Obligacién a la inmortalidad a pesar de la certeza de que todos los hombres son morta- Jes. Exigencia de inmortalidad. Consistiria ya en mi relacién privilegiada conmigo mismo y que me excluye de todo género, mostrando que la humanidad no es un género como la animalidad. Exclusién del género humano que se repite por Ja muerte de otros, siendo cada nueva muerte un nuevo “primer escandalo”. Zisas profundas notas de Vladimir Jankéle- vitch en su inquietante libro sobre la Muerte remiten sin embargo también —mis alla de Jos motivos ciertos de Ia excepcién humana: dignidad de la persona, empefio _y preocupa- cién de ser en un ser consciente de su mucr- te— a la imposibilidad de anular la responsa- hilidad por el otro, a la imposibilidad més imposible que la de dejar fa propia piel —al deber imprescriptible que sobrepasa Jas fuer- xas del ser. Deber que no ha demandado con- sentimiento, venido a m{ traumdticamente, desde mas acd de todo presente rememorable, an-Arquicamente, sin comenzar. Venido sin dejar opcién, venido como eleccién en la que mi humanidad contingente se hace identidad y unicidad, por la imposibilidad de sustracrse a la eleccién. Deber que se impone mas all& de los limites del ser y de su aniquilamicnto, mas all4 de la muerte, como una puesta en déficit del ser y de sus recursos, Identidad sin nombre. Dice yo el cual no se identifica 16 PREFAGIO a nada que se presente, sino al propio sonido de su voz. El “hablo” estA sobrentendido en todo “hago” y aun en el’ “pienso” y “soy”. Identidad injustificable, puro signo hecho a otros; signo hecho de esta donacién misma del signo, siendo et mensajero mensaje, el sig- nificado signo sin figura, sin presencia, fuera de lo adquirido, fuera de Ja civilizacién. Iden- tidad planteada bruscamente en el acusativo del “heme aqui”, como un sonido que sélo se~ ria audible en su propio cco, lanzado al oido sin complacerse en la energia de su resonancia. Parls, 12 de marzo de 1972 LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO' 1. SIGNIFICAGIGN ¥ RECEPTIVIDAD Parecen distinguirse, por una parte, la reali- dad dada a la receptividad y, por otra, Ia rea- lidad dada a la significacién que ésta puede revestir. Es como si la experiencia ofreciera en primer lugar contenidos —formas, solidez, rugosidad, color, sonido, sabor, olor, calor, pesadez, etc.— y, a continuacién, todos estos contenidos sc animaran de metd-foras, reci- bieran una sobrecarga que los Hevara mds allé del dato. Segiin que el mds alld de la metdfora remi- ta a otros contenidos, ausentes sdlo del cam- po limitado de la percepcién, o segiin que el mds alld sea trascendente con respecto al or- den mismo del contenido o del dato, esta me- tafora puede ser considerada muestra de un 1, Las ideas expuestas en este estudio han sido obje- to de conferencias pronunciadas en et Collége Philesophique en 1961, 1962, 1963, y en ef mes de enero de 1963 en la Faculté Universitaire Saint-Louis de Bruselas. En otro contexto, Ia parte final de este texto ha sido objeto de una comunicacién presentada el 12 de mayo de 1963 en el programa de las jornadas de estudios de la Wijsgerig Ge- zelschap de Lovaina y publicado bajo el titulo de: La tra- ce de Autre en Tijdschrift voor Filosofie del mes de sep- tiembre del mismo aiio. (7) 18 LA SIGNIFIGAGION ¥ EL SENTIDO defecto de la percepcién o muestra de su ex- celencia. Esta opacidad rectangular y s6lida sélo Ile- gard a ser libro si conduce mi pensar hacia otros datos, todavia o ya ausentes —hacia el autor que escribe, los lectores que leen, los estantes que sostienen, etc. Todos estos tér- minos se anuncian sin darse en la opacidad rectangular y sdlida que se.impone a mi vista y a mis manos. Esos contenidos ausentes con- fieren una significacién al dato. Pero este yecurrir a la ausencia atestiguaria que la per- cepci6n ha fracasado en su misin de percep- cién, la que consiste én volver presente, en representar. La percepcién, a causa de su fini- tud, habria faltado a su vocacién y habria suplido esta falta significando lo que no pue- de representar. El acto de significar seria més pobre que el acto de percibir. En rigor la realidad posceria desde el principio una significacién. Realidad ¢ inteligibilidad coin- cidirian. La identidad de las cosas conllevaria la identidad de su significacién. Para Dios, capaz de una percepcién ilimitada, no habria significacién distinta de la realidad percibi- da, comprender equivaldria a percibir. El intelectualismo —ya sea racionalista o empirista, idealista o realista— se pliega a esta concepcién. Para Platén,. para Hume y aun para los positivistas légicos contempordneos, 14 significacién se reduce a contenidos dados a la conciencia. La intuicién, en la Icaltad LA SIGNUICAGION Y¥ EL SENTIDO 19 de una conciencia que recoge datos, sigue siendo la fuente de toda significacién, ya sean estos datos ideas, relaciones o cualidades sen- sibles. Las significaciones trafdas por el lenguaje deben justificarse en una reflexién sobre la conciencia que las apunta. Toda metdfora que el lenguaje hace posible debe reducirse a los'datos que el lenguaje, segin se sospecha, deja atras abusivamente. El sentido figurado debe justificarse por el sentido literal provisto a la intuicién. En el Jardin d’Epicure, Anatole France re- duce a su significacién elemental la proposi- cién: “EI espiritu sopla donde quiere.” “De- sinfla” lo inflado de las metdforas que, a nuestras espaldas, impondrian su juego en esta proposicién. Va del falso prestigio del lenguaje hacia los atomos de la experiencia. Mas concretamente, son los dtomos de De- mécrito y Epicuro. Anatole France busca vol- ver del estallido producido por su aglomera- cin a la triste Huvia de atomos que atraviesa los espacios y golpea los sentidos. Lo que este empirismo comporta de sim- plista puede ser facilmente sobrepasado sin que se pierda lo esencial de la concepcién in- tuitivista o intelectualista de la significacién. Husserl que, por otra parte, marca el fin de esta nocin de significacién, contintia —y esta aqui una de las ambigiiedades (tal vez fecun- da) de su filosofia— el intelectualismo: da LA SIGNIFIGACION ¥ EL SENTIDO 20 cuenta de las significaciones por una vuelta al dato. La intuicién categorial ~—nocién por Ja cual rompe con cl empirismo scnsualista— prolonga, en realidad, el intuitivismo de la significacién. Las relaciones y las esencias son, a su vez, datos. La intuicién sigue siendo la fuente de toda inteligibilidad. El sentido es dado en la misma lealtad que caracteriza ja relacién entre noesis y noema. La Filosofia trascendental de Husserl, gno es uma especie de positivismo que remonta, para toda signifi- cacién, a su inventario trascendental? Los da- tos hiléticos y los “préstamos de sentido” son minuciosamente inventariados, como si se tra- tara de una carpeta de valores. Aun lo que sigue estando irrealizado es dado, de algu- na manera, en falso, en una intencion “signi- tiva” abierta, y se certifica como “efecto im- pago” en el noema de Ja noesis. Toda ausen- cia tiene por terminus @ quo y por terminus ad quém el dato. La expresién de las Signifi- caciones sélo sirve para fijar 0 comunicar las significaciones justificadas en la intuicién. La expresién no desempefia ningiin papel ni en Ja constitucién ni cn Ia comprchensién de ¢s- tas significaciones. , Pero la metéfora —la vuelta a la ausen- cia— puede ser considerada como una exce- lencia que proviene de un orden muy diferen- te de Ja receptividad pura. La ausencia hacia Ja cual conduce la meta-fora, no scria otro at LA SIGNIFIGAGION Y EL SENTING dato, sino todavia futuro o ya pasado. La sig- nificacién no consolaria a una percepcién de- cepcionada, sino que haria posible sdlo la per- cepcién. La receptividad pura como un puro. sensible Six signilicacion, s6lo serla_un mito una, abstraccién., Contenidos sonoros “des- provistos de sentido”, como las vocales, tienen un “nacimiento latente” en las significaciones —aqui ya esta la ensefianza filos6fica del cé- lebre soneto de Rimbaud. Ningin dato esta- ria desde el comienzo provisto de identidad y podria entrar en el pensar por el efecto de un simple choque contra Ia pared de una re- ceptividad. Darse a la conciencia, titilar para), ella, exigiria que el dato, previamente, se co- locara en un horizonte iluminado; semejante auna palabra que a partir de un contexto al cual s¢ refiere recibe el don de ser entendida. La significacién seria la iluminacién misma de este horizonte. Pero este horizonte no resulta de la adicién de datos ausentes, porque cada dato tendria ya necesidad de un horizonte para dcfinirse y darsc. Es esta nocién de ho-, rizonte.o. de mundo, concehida sobre el modelo de un contexto y, por ultimo, sobre el mode- Jo de un lenguaje y de una cultura. —con todo Jo de aventura. y de “ya hecho” histéri- cos que comportan— que es por lo tanto el lugar donde la significacién se sitéia. FF Como consecuencia, las palabras no ten- drian significaciones aislables, como figuran en cl diccionario y reductibles a contenidos y stica_y. 24 LA SIGNIFICAGION Y FI. SENTIDO anticipando ahora— cn la reunién del ser integro en torno al que habla o percibe y que, por otra parte, forma parte del ser reuni- do. En un estudio de las comparaciones homéricas, Snell (que citamos de Karl Lé- witz) hace notar que cuando, en la Iliada, la resistencia al ataque de una falange cnemiga se compara con la resistencia de una roca a las olas que la asedian, no sc trata necesariamen- te de extender a Ja roca, por antropomorfismo, un comportamiento humans, sino de interpre- tar petromérficamente la resistencia humana. La resistencia no es ni el privilegio del hom- bre ni el de la roca, como Ja radiacién no caracteriza mas auténticamente una jornada [Se mayo que un rostro de mujer. La significa- cién precede a los datos y Jos aclara. Es alli donde reside la gran justificacién y la gran fuerza de las ctimologias heideggeria- nas que, a partir del sentido, empobrecido y lano, del término que designa, en aparien- cia, un contenido de la experiencia exterior © psicolégica, conducen hacia una situacién de conjunto en la qué se recoge para aclararse una totalidad de experiencias. Eldato se pre- senta desde un comienzo_en_tanto qué esto o aquello, es decir, en tanto que significacién. a-cxperiencia_cs_una lectura, la comprehen: $n del sentido, una exégesis, una hermenéw. Io una Intuick Esto en Tari aquello —Tx signification no es una mod: cacién_ap un_coiténids existente VA SIGNITIGAGION YonL SENTING fuera_de todo lenguaje. Todo. ec “in Tenguaje o cn un mundo, la estructura undo ¢s sémejante al orden del Tenguaj. ‘posibindades que ningun dic Pp SADC Lira elo en tanto que aquelle el esto ni el aquello se dan de golpe, fuera discurso. En cl ejemplo del cual hemos pa do, esta opacidad rectangular y sélida toma ulteriormente cl sentido de libro, s que ¢s ya significante en sus elementos pret didamente sensibles. Se contrapone a la al dia, remite al sol que sc ha clevado o ; lampara que se ha prendido; a mis ojos te bién; como Ia solidex remite a mi mano; sdlo como a los érganos que la aprehen en un sujeto y que por ello se oponen, en c to sentido, al objeto aprehendido, sino tz bién como a seres que estan al lado de « opacidad, en el seno de un mundo comii remite a esta opacidad, y a esta solidez, | estos ojos, y a esta mano, y a mi mismo co cuerpo. En ningiin momento habria hab alli nacimiento primero de la significacié partir de un ser sin significacién y fuera una posicién hist6rica en Ja que se habla Jenguaje. Y es esto sin duda Io que se ha q rido decir cuando se nos ha ensefiado que lenguaje es la morada del ser. De abi, en un movimicnto radicalmei opucsto al que habja entretenido a Anat France, esta idea de Ja prioridad del “sent: figurado”, cl cual no resultaria de Ia pres 26 LA SIGNEIIGAGION ¥ ia, SENTIRO cia pura y simple de un objeto colocado ante el pensar. Los objetos Iegarian a ser signifi- cantes a partir del lenguaje y no el lenguaje- a partir de los objetos dados al pensar, objetos que designarian las palabras que funcionan como simples signos. MM, SIGNIFICACION, ‘TOTALIDAD Y¥ GESTO CULTURAL La esencia del lenguaje a la cual los filésofos otorgan ya un papel principal —y que sefala- tia la nocién misma de cultura— consiste cn hacer brillar, mas all del dato, al ser en su conjunto. Et dato tomarfa una significacion a partir de esta totalidad. | . Pero la totalidad que ilumina no seria el total de una adicién obtenida por un Dios fijado en su eternidad. La toraliza in, de. la totalidad no seria seejante"awut mateméticad Seria una conjuncién o un oF denamiento creador e imprevisible, muy seme- jante, por su novedad y por lo que debe a ja historia, a Ja intuicién bergsoniana: Es por esta referencia de la totalidad iluminado- ra al gesto creador de la subjetividad que se puede caracterizar la originalidad de la nuc- va nocién de la significacién irreductible ala “integracién de contenidos intuitivamente da- dos, irreductible también a la totalidad hege- LA SIGNIFIGAGION Y EL SUNTIDO: 27 Jiana que se constituye objetivamente. La sig- nificaci6n —en tanto que totalidad ilumina- dora y necesaria a la percepcién misma— es un ordenamiento libre y creador: el ojo que ve est4 esencialmente en un cuerpo que es también mano y érgano de fonacién, activi- dad creadora por el gesto y el Jenguaje. La “posicién del que mira” no introduce una rela- “Teidad en el arden, prlonddanaente; absclne to dela totalidad proyectandose sobre una re- tina absoluta. De suyo, la mirada seria relativa ‘Widha_posicign. La vision por erencia Stara — wespladaal_aikips, apo eel ojo. Por esencia, y no d % r 1 ojo ‘ho serfa cl instramento ms o menos perfec- cionado por el cual, en la especie humana, empiricamente, tendria éxito la empresa ideal de la visién que capta, sin sombras ni defor- maciones, el reflejo del ser. Y el hecho que la totalidad desborda ¢l dato sensible y el hecho que la. visién esta encarnada pertenecen a la esencia de Ta vision. Su funcién original y tlu- ma no consistiria en reflejar al ser como en un espejo. La receptividad de la visi6n no deberia ser_interpretada como una apti ibu impresiones. Una filosofia —como la de Mer- cau-Ponly que guia el presente andlisis-—~ ha sabido asombrarse de Ja maravilla de una vi- sin ligada esencialncate a un ojo. En ella, el cuerpo ser4-pensado como inseparable de la actividad creadora, y la trascendencia co- mo inseparable del movimiento corporal. LA SIGNIFICAGION ¥ FI 28 SENTIDO Precisemos estas nociones que son funda- mentalcs. El conjunto del ser debe produciz- se para ilumiarel_dato. Debe producirse antes que un ser se refleje en cl pensamiento. como objeto. Porque nada puede reflejarse en un pensamiento antes que un reflector se encienda y un telén se levante dél lado del ser, La funcién de! que debe estar presente para “recibir el refiejo” esta supeditada a esta iluminaciOn. Pero esta iuminacién ¢s un proceso de reunién del scr. ¢Quién realizaré la reunién? Sucede que el sujcto que esta pre- sente frente al scr para “recibir cl reflejo”, est4 también del lado del ser para realizar la reunién, Esta ubicuidad es Ja encarnacién misma, Ja maravilla del cuerpo humano, Admiremos el retorno det esquema gnosco- légico: he aqui que la obra del conocimiento comicnza del lado del objeto o de detras del objeto, en Jos bastidores del ser. El ser debe gnificacion primero iluminarse, tomar una s al refcrirse a esta reunién, para que el suje- to pueda recibirlo. Pero es ¢] sujeto cnearna- do el que, reuniendo al ser, va a levantar cl telon. El espectador es actor. La visién_no se reduce a la recepcién del espectdculo; simul. _ tneamente, opera en el seno del _espectaculo, que recilie Operaciones que por un lado, en efecto, evocan las sintesis del entendimicento que hace posible, para Ia filosofia trascendental, la ex LA SIGNIFIGACION VEL TID 29 periencia. Y este acercamicnto es tanto mAs le- gitimo cuanto que Kant ha distinguido riguro- samente las sintesis del entendimicnto y la intuicién, como si, en el dominio que nos in- teresa aqui, se negara a identificar la inteli- gencia que se puede tener de una significa- cién con la visién de cualquier dato, sea de rango superior o subline. Pero las operacio- nes trascendentales del entendimiento no co- rresponden al naciniento de las significaciones en los horizontes concretos de la percepeién. Es sobre estos horizontes que Merleau-Ponty ha Hamado la atencién. La reunién del scr, que ilumina los objetos y los vuelve significantes, no cs un amontona- miento cualquiera de objetos. Equivale a la produccién de esos seres no naturales de un tipo nuevo que son los objetos culturales —cuadros, poemas, melodias— pero también al efecto de todo gesto lingiiistico 0 manual de la actividad ms trivial, creador a través de ta evocacién de creaciones culturales antiguas. Estos “objetos” culturales retmen en totali- dades Ja dispersién de los seres o'ste amonto- namiento. Brillan y alumbran; expresan o ilminan una época, como tenemos por otra parte costumbre de decir. Reunir en un con- junto, es decir expresar, es decir atin volver a Ja significacién posible —he aqui la funcién del “objeto— obra o gesto cultural”. Y asi ve- mos que se instaura una nueva funcién de la expresién con relacién a la que se le atribuia 30 LA SIGNIFIGACION Y¥ EL SENTIDO hasta ahora y que consistia 0 bien cn servir de medio de comunicacién, 0 bien en transfor- mar cl mundo en funcién de nucstras nec sidades. La novedad de esta funcién se sost ne también en el plano ontolégico original en el que se sittia. Como medio de comunica- cién o como sefial de nuestros proyectos pract- cos, la expresién derivaria, integr: unente, de un pensar anterior a ella; la expresién iria del interior hacia el exterior. En su nueva fun- cién, tomada a nivel del “objeto” cultural, fa expresiOn ya no es guiacla por un pensar pre- vio. El sujeto se aventura por la palabra cfec- tiva o por el gesto manual en el espesor de la jengua y del mundo cultural pre-existentes (que le es familiar, pero no por conocimiento- ~—que le es extraiio, pero no por ignorancia), lengua a Ja cual pertenccen ya esta palabra y este gesto, en tanto que encarnados, y que sa- ben cambiar de lugar y re-acomodar y revelar solamente de cste modo a la “conciencia” del pensamiento, que la aventura del gesto cultu- ral siempre habia ya desbordado. La accién cultural no expresa un pensar previo, sino al ser, al cual, encarnada, ya pertenece. La sig nificacién no puede inventariarse en Ja inte- rioridad de un pensar. El pensar mismo se in- serta en la Cultura a través del gesto verbal del cuerpo que lo precede y lo supera. La Cul- tura objetiva a la cual, por fa creacion verbal, agrega algo nuevo, lo ilumina y lo guia, Bs evidente, por le tanto, que el lenguaje LA SIGNIFIGACION ¥ EL SENTIDO 31 por cl cua! la significacion se produce cn cl ser cs un Jenguaje hablado por espiritus en- carnados. La cnearnacién del pensar no es un accidente que le sucederia entorpeciéndole Ja tarea, al desviar de su Iealtad el movimien- to recto por el cual el pensar apunta al ob- jeto. El cuerpo es el hecho que el pensar se sumerge en el mando que piensa y, en conse. cuencia, expresa este mundo al mismo tiempo que Jo piensa. El gesto corporal no es una des- carga nerviosa, sino la celebracién del mundo, poesia. El cuerpo es un sensible sentido —alli esta, segtin Merleau-Ponty, su gran maravi- Na. En tanto que sentido, esté todavia de este lado, det lado del sujeto; pero en tanto que sensible esta ya de aque lado, del lado de los objetos; pensar que deja de ser paralitico, es movimiento que deja de ser ciego y comienza a ser creador de objetos culturales. Unc la subjetividad del percibir (intencionalidad apuntando al objeto) con la objetividad del expresar (operacién en el mundo percibido que crea seres culturales —lenguaje, poema, cuadro, sinfonia, danza— alumbrando hori- zontes), La creacién cultural no se agri la receptividad, sino que ¢s, desde un comjen: %B, su otra cara. N No somos sujcie- dal Vindlo y partedelnitindo desde dos puntos de vista diferentes, sino que, en la expresién, somos sujcto y parte Ta vex. Percibir es, a Ta vez; recibir y cxpresar por una especie de prolep- sia, Sabemos por el gesto imitar lo visible y 32 ENTIDO LA SIGNIFICACION Y HI. coincidir kinestésicamente con el gesto visto: en la percepcién, nuestro cuerpo es también el “delegado” del Ser. Es evidente que, en toda esta consepcién, la expresi6n define lacnttira, que Ta caltura es arte y que cl arte o la celebracién del ser constituye la esencia original de la encarna- cién. El lenguaje como expresién cs, ante todo, el tenguaje creador de la poesia. EI arte no es pues un feliz extravio del hombre que se pone a hacer lo bello.(La cultura y la crea- cin artistica forman parte del orden ontolé- gico mismo. Son ontoldgicas por excelencia: hacen posible Ia comprensién del scr) No es, ues por azar que Ja exaltacién de la cultura y de las culturas, la exaltacién del aspecto artis- tico de la cultura, dirige la vida espiritual con- temporanea; que, mas alla de Ja labor especia- lizada de la investigacién cientifica, los muscos y los teatros, camo en otro tiempo los templos, hacen posible la comunién con el ser y que la poesia pase por plegaria. La expresion artisti- ca reuniria al ser en significacion y aportaria asi la luz original que cl saber cientifico to- maria prestada. La expresién artistica seria asi un acontecimiento esencial que se produ- ciria en el ser a través de Jos artistas y de los {fildsofos. No es pues asombroso que el pensa- miento de Merlean-Ponty haya, parceido evo- lucionar hacia el de Heidegger. El lugar excepcional que ocupa la signifieacién cult ral entre lo objetivo y lo subjetivo, la activi- t LA SIGNIFICAGION Y EL SENTIDO 33. dad cultural que descubre al ser; el obrero de este descubrimiento, cl sujcto, investido por el ser como su servidor y guardian —volvemos a encontrar los esquemas del ultimo Heideg- ger, pero también la idea fija_de todo el pensamicnto_contempovaineo: la_superacion. ‘de Ta estructura sujeto-objeto. Pero, tal vez, “arta fucite de todas estas filosofias, se en- cuentra la vision hegeliana de una subjetivi- dad que se comprende como un momento} incluctable del devenir por el cual el ser sal de su oscuridad, visién de un sujeto suscitad: por la tégica del ser. E1 simbolismo de la-significacién adherido al lenguaje ~~y a la cultura, asimilada al len- guaje— no podia pucs, de ningiim modo, pa- sar por una intuicién desfalleciente, por el re- curso Ultimo de una experiencia separada de la plenitud del ser y que, por lo mismo, sera reducida a los signos. El simbolo no es la abreviatura de una presencia real que le pre- cxistiria, ofreceria mas de lo que ninguna re- ceptividad cn el mundo podrfa recibir jax mids. Ell significado superaria al dato no por- que sobrepasara nucstras mancras de captar- lo —si estuviéramos privados de intuicién jntelectual—, sino porque el significado es de otro orden que cl dato, aun cuando Tucra Ti~ prado a una mtuictén divina. Recibir dates no. Seria la manera_original_dercmiturs 34 LA SIGNIFICACION Y¥ EL SENTIDO M. FI. ANTIPLATONISMO DE LA FILosorfa CON TEMPORANEA DE LA SIGNIFIGACION La totalidad del ser, en Ja que et ser resplan.. ‘dece como significacion, 16. ¢suna entidad ada eiernamente, sino que requiere el orde-, EDIE y lar ‘Feunion, ef acto cultural del, Thombre EV ser en su conjunto —-la significa- cién— brifla en las obras de los poetas y. de los artistas. Pero brilla de diversas maneras en tos cliversos artistas de kt misma cultura y se expresa diversamente en las culturas diver- )sas. Kista diversidad de expresion no traiciona, para Merteau-Ponty, al ser, sino que hace centellear la inagotable riqueza de su acontc- cimiento. Cada obra cultural lo recorre hasta el fin dejandolo intacto. Y en Heidegger, el ser se revela a partir de lo abscéndito y del misterio de lo no-dicho que los poetas y los filoséfos traen hasta la palabra, sin decir ja- ms todo. Todas las expresiones que el ser recibié y recibe en la historia serian verdade- ras, porque la verdad seria inseparable de su expresién histérica y, sin su expresién, el pen- sar no piensa nada. Sea de origen heg bergsoniana_o fenomenologica, ‘contemporénea de la” significac ‘asia Plat6n en un punio fundamental: concebible fu. “fuera del “event ue, lo sugiere, No existe significacion en si que un pensar hubiera podido alcanzar sal- tando por sobre los reflejos, deformantes o LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO 35, fieles, pero sensibles, que conducen hacia ella. is necesario atravesar la historia o revivir la duracién o partir de la percepcién concreta y del lenguaje instalado en ella, para Iegar a lo inteligible. Todo lo pintoresco de la historia, todas las culturas, ya no son obstdculos que nos separan de lo esencial y de lo Inteligible, sino vias que nos hacen acceder alli. ;M4s aun! Son los tnicos caminos, los nicos posi- bles, irremplazables ¢ implicados, por lo tan- to, en lo inteligible mismo. A Ja luz de Ja emporanéa —y por coutfaste comprendemos mejor lo que quiere decir la séparacién del mundo inteligi Dhe-en-Platén; mas “ulld del sentido mitico que Wadratrealiano de las Ideas: al mundo de Jas significaciones precede, pata” Plaién, latén, el Tenguajesaeuliara ¢ jue lo expresan ; es indi 2) ferente al sistema de signos que se pueden i in- ventar para hacer presente ese mundo al pen- sar. Domina, por lo tanto, las culturas hist6- ricas. Existirfa, para Platén, una cultura privilegiada que se le aproxima y que es capaz de comprender el cardcter provisional y como infantil de las culturas histéricas; existiria una cultura que consistiria en despreciar las culturas puramente histéricas y en colonizar cn cierta forma el mundo, en comenzar por cl pais donde surge esta cultura revoluciona- ria —esta filosofia que supera las culturas; existiria una cultura que consistiria en reha- cer el mundo en funcién de! orden atemporal 36 LA SIGNIFICACION Y EL sENTINO de las Ideas, como esta Repiiblica platénica que barre las alusiones en Jos aluviones de Ia ip Tistoria, como esta Repiiblica de la que los “\poetas de Ja zysjovs son expulsados. El len- guaje de cstos poctas no funciona, de hecho, para conducir hacia las significaciones eter- nas que preexisten a su expresién. “Este len- guaje no es puro relato de estas ideas én} Buots tvev puriioewe (Rep. 394 b). Busca imitar los discursos directos de las innume- rables culturas y de las innumerables mani- festaciones en las cuales cada una se desarro- lla. Estos poctas se dejan asi arrastrar en el desvenir de las particularidades, rarezas y extravagancia, cuyos pensamientos expresa~ dos no serfan separables para los poetas de la tuspars (Como para muchos modernos) y de los cuales no se puede hacer un simple relato. La pérdida 0 el olvido o Ia abolicién de es- tas lcs —de estos idiotismos— haria perder a Ta humanidad inapreciables tesoros de significaciones, irrecuperables sin retomar todas estas formas culturales, cs de- cir, sin su imitacién. Para Ia filosofia contempordnea, la sign cacién no es s6lo correlativa del pensamiento yel pensamiento no es sélo correlativo de un lenguaje que haria de la significacion una mh Buiynors. A esta estructura intelectualis- ta de la correlacién entre inteligencia e inte- ligible, que mantiene la separacion de planos, Se superponen una vecindad y un lado a lado, 37 LA SIGNIFICACIGN Y EL SENTIDO un emparentamiento que unc Ja inteligehcia y lo inteligible sobre cl Gnico plano del mun- do que forma esta “historicidad fundamen- tal” de Ja que habla Merleau-Ponty. El amor a la verdad que colocaba, cn Platén, el pen- sar puro frente a la significacién, se revela asi confusamente incestuoso, a causa de esta con- senguineidad de la inteligencia y de lo inteli- gible, cnredados en la red del lenguaje, que nace en la expresién de la que el pensar se- ria inseparable. E)_antiplatonismo de la filo- sofia contemporanea consiste en la subordina- “Gide ntclettom a a expresion? “el “Cara a” cara: alma- tpreta, por ello, como a abstraccién-limite de un colindamiento tm arwmgrando comuin) el intelecto que apunta a Io inte “féposaria él mismo sobre el ser que este apuntar pretende sdlo aclarar. Ningtin movimiento filos6fico ha hecho resal- tar mejor que Ja fenomenologia contempord- nea la funcién trascendental de todo el espe- sor concreto de nuestra existencia corporal, técnica, social y politica, pero, por cllo mismo, la interferencia en “la historicidad fundamental” —cn esta nueva forma de lo mixto— de la relacién trascendental y de las conexiones fisicas, técnicas y culturales que constituyen al mundo. Ya hemos hecho alusién antes al parentes- co entre Bergson y la fenomenologia. El anti- platonismo de Bergson no reside solamente en su_revalorizacién general del devenir; se lo LA SIGNIFICACION ¥ EL SENTIDO 38 vuelve a encontrar, muy parecido al antipla- tonismo fenomenolégico, en la concepcién bergsoniana de la comprensién. Cuando Berg- son se niega a separar Ja eleccién que el scr libre deberfa hacer de todo el pasado de este ser, cuando se niega a admitir que el problema que exige una decisién se pueda formular en términos abstractos ¢ intelectua- Jes sobre los cuales cualquier ser razonable pueda pronunciarse, sittia lo intcligible en « la prolongacién de toda Ia existencia concreta del individuo. La significacién de Ja decision a tomar puede ser slo inteligible para aquel que haya vivido todo el pasado que conduce a esta decisién. La significacién no puede ser comprendida directamente en una fulgura- cién gue ilumina y disipa la noche en la que surge y a la que pone fin. Alli es necesario todo el espesor de la historia. Para_los fenomendlogos, como para _los bergsonianos, Ia Higiificacion no se separa del— acceso que conduce a ella. ET acceso forma ‘parle dela Higiificacién misma, Jamas so u- ran abajo los andamiajes. No se tira jamas la escalera, Mientras que el alma platénica, liberada de tas condiciones concretas de su existencia corporal ¢ histérica, puede alcan- zar Jas alturas del Empireo para contemplar jas Ideas, mientras que el esclavo, con tal que “entienda el griego” que le permite en- trar en relacién con el amo, Iega a las mismas verdades que el amo, los contem- ! I | LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO 39 pordneos piden, en combio, a Dios mis- mo, si quiere ser fisico, pasar por el laborato- rio, por las pesas y medidas, por la percepcién sensible y hasta por la serie infinita de aspec- tos en que el objeto percibido se revela. La etnografia mds reciente, mds audaz ¢ influyente, mantiene en un mismo plano las multiples culturas. La obra polftica de la des- colonizacién se encuentra asi incorporada a una ontologia —a un pensar del ser, interpre- tado a partir de Ia significacién cultural, mil- tiple y multivoca. Y esta multivocidad del sentido del ser —esta desorientacién csen- cial— es, tal vez, la expresién modema del ateismo, IV. LA SIGNIFICAGION “ECONGMICA” A la multiplicidad de significaciones que le . acontecen a fa realidad a partir de la cultura ye la cultiiras, Se" opone la significacién fija, privilegiada, que el mundo adquiere en funcién de las necesidades del hombre. Las necesidades elevan las cosas simplemente da- das al rango de valores. Admirablemente rec- tas e impacientes en sus objetivos, las necesi- dades sdlo se ofrecen las miltiples posibilida- des de la significaci6n para escoger entre ellas la Unica via de la satisfaccién. E] hombre con- fiere un sentido nico al ser, no celebrandolo, 40 LA SIGNIFICAGION Y EL SENTING sino trabajandolo. En la cultura técnica y cientifica, seria sobrepasado el equivoco del ser, como el equivoco de la significacién. Por lo tanto, convendria, en Ia busqueda de la verdad, en lugar de complacerse en el juego de las significaciones culturales, sustracr la palabra a la metafora creando una termino- logia cientffica 0 algoritmica, insertar lo real, resplandeciente de mil Juces para la percep cién, en Ja perspectiva de las necesidades humanas y de la accién que lo Real ejerce 0 sufre. Se trataria de devolver la percepcion a la ciencia, justificada por Ja transformacién posible del mundo, el hombre a los comple- jos del psicoandlisis, la sociedad a sus estruc- turas econémicas. En todo habria que desen- terrar el sentido, bajo la significacién, bajo la metfora, bajo la sublimacién, bajo la litera- tura. Habria significaciones “scrias”, reales, dichas en términos cientificos, orientadas por las necesidades, y de una manera general por la economia, Sdlo Ia economia estaria verda- deramente orientada y seria significante. Ella, sola, tendria el secreto de un sentido propio anterior al figurado. La significacién cultural, despegada de este sentido econdmico —téeni- co y cientifico— sélo tendria el valor de un sintoma, cl precio de un adorno segrin kas ne- cesidades. del jucgo, significacién abusiva y tramposa, exterior a la verdad. No es posible ninguna duda sobre Ia aspiracién, profunda- mente racionalista, de este matcrialismno, sobre LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO. 41 su fidelidad a la unidad de sentido que la multiplicidad misma de las significaciones culturales supondria. Mostrar el cardcter metaférico de esta identificacién entre realidad y Wirklichkeit habria sido sin embargo el gran mérito de Bergson y la fenomenologia. La designacién técnica del universo es una modalidad de la cultura: reduccién de lo Real al “Objeto en general”, interpretacién del ser, como si estu- viera destinado al Laboratorio y a la Fabrica. Visién cientifica y técnica que en tanto que no est4 suscitada por la lealtad y univocidad originales de la necesidad, se impone a estas necesidades, las modifica, las nivela y las crea. Porque ninguna necesidad humana exis- te, en realidad, en el estado univoco de la ne- cesidad: animal. Toda necesidad humana es, desde un comicnzo, interpretada cultural. mente, Sélo la necesidad abordada al nivel de la humanidad subdesarrollada puede de- jar esta falsa impresién de univocidad. Por otra parte, no es cierto que la significacién cientifica y técnica del mundo pueda “di- solver” la multiplicidad de las significaciones culturales. No se puede dudar de ello, cuando se constata Jas amenazas que los particularis- mos nacionales hacen pesar sobre la uni- dad de Ja nueva sociedad internacional co- Jocada bajo el signo del desarrollo cientifico € industrial moderno y del reagrupamiento de la humanidad alrededor de los imperativos LA SIGNIFIGAGION Y EL SENTIDNO 42 univocos del materialismo, los particularismos nacionales, como si esos particularismos res- pondieran a necesidades. Y esto les quita, ciertamente, el carActer de simples supere: tructuras. En fin, Jos actos en pos de la reali- zacién de una sociedad, son las formas en las que se manifiesta esta basqueda del sentido Unico del ser a a partir de las necesidades. Son Ievados por un espiritu de sacrificio y de altruismo, que no procede de sus necesidades (a menos de jugar con Ia palabra “necesi- dad”}. Las necesidades que pretendidamen- te, orientan al ser, reciben su sentido a partir de una intencién que ya no procede de tales necesidades. Esta fue la gran ensefianza de la Repiblica de Platén: el Estado que se funda sobre las necesidades de los hombres no pue- de subsistir, ni aun surgir, sin Jos filésofos que han dominado sus necesidades y que contem- plan las Ideas y el Bien. Vv. FL SENTIDO UNICO La imposibilidad de asentar sobre el materia- lismo la significacién univoca del ser —pero cuya biisqueda es el gran honor del materia- lismo— no compromete, sin embargo, este ideal de unidad que constituye la fuerza de la Verdad y Ja esperanza de un entendimiento entre Jos hombres. La nocién cultural y esté- f 1 | 43, LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO tica de la significacién no podria extraerla a partir de si ni privarse de ella. Se nos dice, ciertamente, que las significa- ciones culturales no traicionan al ser por su pluralismo, sino que por el contrario se elevan gracias a él a la medida y a la esencia del ser, es decir, a su modo de ser. El ser no es al coagularse en esfera parmenidea, idéntica a si misma, ni en creatura acabada y estatica. La totalidad del ser a partir de las culturas no seria, en modo alguno, panéramica. No ha- bria totalidad en el ser, sino totalidades. Nada las englobaria. Se sustraeria a todo juicio que se pretendiera ultimo. Se dice: el ser es histé- ricamente, necesita de los hombres y de su devenir cultural para reunirse. Sé dice: la unidad del ser, a toda hora, consistiria simple- mente en el hecho de que los hombres se comprenden, en Ia penetrabilidad de las cul- turas, los unos a los otros; pero esta penetra- bilidad no podria realizarse por la mediacién de una lengua comin que tradujera, inde- pendientemente de las culturas, Jas articula- ciones propias e ideales de las significaciones y que volviera, en suma, initiles esas lenguas particulares. En toda esta concepcién, la pene- tracién se efectuaria, segtin la expresién de Merleau-Ponty, lateralmente. Es posible para un francés, en efecto, aprender chino y pasar asi de una cultura a otra, sin la mediacién de un esperanto que falsearia las dos lenguas mediatizadas. Lo que queda fuera de consi- +4 LA SIGNIFICACION Y EL, SENTIDO deracién, sin embargo, cn esta eventualidad, €s que es necesaria una orientacién que con. duzca precisamente al francés a aprender chi- no en lugar de declararlo barbaro (es decir, desprovisto de las verdaderas virtudes del len- guaje), que lo conduzca a preferir la palabra a Ja guerra, Se razona como si la equivalen- cia de las culturas, el descubrimiento de su abundancia y el reconocimiento de sus rique- zas no fucran los efectos de una orientacién y de un sentido sin equivoco, en el que la hu- manidad se sostiene. Se razona como si la multiplicidad de las culturas introdujera, en todos los tiempos, sus raices en la era de la descolonizacién, como si la incomprensi6n, Ia guerra y la conquista no provinieran con toda naturalidad de la vecindad de las milti- ples expresiones del ser —de las reuniones u ordenamientos numerosos que toma en las ci- vilizaciones diversas. Se razona como si la coexistencia pacffica no supusiera que en el ser se perfila una orientacién que le confiere un sentido tmico. ¢No hace falta entonces, distinguir, por una parte, las significaciones, en su pluralismo cultural, y por otra, el senti- do, orientacién y unidad del ser, aconteci- miento primordial en el que vienen a ubicarse todos los otros pasos del pensar y toda la vida ~ histérica del ser? ; Las significaciones cultu- rales surgen en la dispersién del dato como conjuntos cualquiera? ;No adquieren sig- nificacién en un didélogo mantenido con Io Bai Ns LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO a5” See que de suyo significa —con otros? Estas sig- nificaciones originales conducirian las reunio- nes del ser; no se trataria de conjuntos —-cua- lesquicra— que constituyeran, ya fuera del didlogo, significaciones. :Las significaciones o_requicren_un_sentide Tinico ‘al cual pedi- a wan prestada su significancia misma? oD mundo, desde que se lo distancia de las humildé tarcas cotidiana’y y @ enguaje, des- de que seo distancia de la tonversacion i vial, Bp do la _univocidad que Tos Auto- tizaria a exigirles los criterios dé la sensatey, absurdo consiste no en el nd-sentido, sino wrelvaislamiento dé Tas infiumerables signifi-” n gaciones, en la ausencia de tin sentido que las ortente. Lo qué falta eS ef sentids dé los sen- Hao a Romananlan~que-conducentodos 13s" caminos, Ia sinfonfa en la que todos los senti- dos Ilegan a ser cantantes, el cantar de los cantares. El absurdo lleva a la multiplicidad en Ia pura indiferencia. Las significaciones culturales puestas como lo ultimo, son Ia eclo- sin de una unidad. No se trata simplemente de fijar las condiciones en las cuales los hechos de nuestra experiencia o los signos de nuestro Ienguaje nos suscitan el sentimiento de com- prensién o aparecen como procediendo de una intuicién razonable 0 traduciendo un orden estructurado, Se trata, més alld de los proble- mas légicos y psicolégicos, de la significacin verdadera. Esta_pérdida de] .unidad ha sido_proclar 46 LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO mada —y consagrada al revés— por la céle- bre-paradojarde Ta minerte de Diog"qiie ha a ser trivial, Y asi, la crisis del sentido es_experimentada por Tos onitemporaneos “Como una crisis del monoteismg. Un dios in- ‘Fervenia en [a historia “humana en calidad de fuerza, soberana ciertamente, invisible al ojo sin ser demostrable por la raz6n, sobrenatu- ral, entonces, o trascendente; sin embargo su iftervencién se ubicaba en un sistema de re- ciprocidades y de intercambios. Sistema que se construia a partir de un hombre preocupa- do de si. El dios que trascendia al mundo se- guia unidé"al miindo” por la Unidad de una eeoHoIid” Sus"eféctos acababan en medio de Jos efectos de todas las otras fuerzas, y alli se mezclaban en el milagro. Dios de milagros, aun en una época en Ja que ya no se esperan milagros, fuerza en el mundo, magica a pesar de toda su moralidad, la:moralidad invirtién- dose en magia, adquiriendo virtudes magicas, dios 2 quien uno se presenta conio pedigiiefio. La posicién de su“trascendencia —a pesar de la inmanencia de su revelacién—, de su trascendencia nueva con relacién a ta infran- queable trascendencia del dios aristotélico —a posicién de esta trascendencia de lo so- brenatural—, no ha sido jamas establecida. I t | t Las intervenciones del dios sobrenatural po- “dian, en cierta medida, negociarse y aun des- viarse, como los efectos de otras voluntades y otras fuierzas que presiden los acontecitnien- LA SIGNIFIGAGION Y EL SENTIDO 47 tos. Los desmentidos que la historia infligia a esta economia no negaban la providencia so- brenatural, asi como las desviaciones de los astros no refutaban la astronomia ptolemaica. La confirmaban aun al precio de algunos nuevos “epiciclos” teolégicos. ‘ Esta religién que la persona exigia para si, mas que sentirse requerida por ella, y este dios internado en el circuito de la economia -~religién y dios que no agotan por otra parte el mensaje de las Escrituras— han perdido su influencia sobre los hombres. Y, a partir de aqui, se perdié el sentido de un mundo perfecto y muy simplemente ordenado a este dios. No creemos que el sensato pueda prescindir de Dios, ni tampoco que la idea del ser o del ser- del ente puedan sustituirlo, para conducir las significaciones hacia la uni- dad de sentido sin la cual no hay sentido. Pero no es a partir de una idea todavia econémica de Dios que se podria describir el sentido; es el anélisis del sentido el que debe manifestar la nocién de Dios que el sen- tido oculta. El sentido es imposible a partir de un Yo que existe, como dice Heidegger, de tal manera “que le va en su existencia esta existencia misma”. 48 LA SIGNIFICACION ¥ EL SENTIDO Vi EL SENTIDO Y LA OBRA La reflexién sobre la significacién cultural Heva a un pluralismo al que falta un sentido tinico. La economia y la técnica parecen por un momento perfilarlo, Pero si Jas significa- ciones -culturales se dejan interpretar como superestructuras de la economia, la economia, @ Su vez, toma prestadas sus formas a la cul. tura. La ambivalencia de significaciones ates- tigua una desorientacién. Notemos primero gue esta ambigiiedad parece responder a cier. to espiritu filoséfico que se complace en un {Péter no polarizado. El sentido, en tanto que crientacién, no indica acaso un impulso, un fuera de si hacia ef otro que si, mientras que Ia filosofia insiste en reabsorber tado Otro en el Mismo y en neutralizar la alteridad. Des- confianza frente a todo gesto desconsiderado, lucides de ancianidad que absorbe las impru, dencias de la juventud, la Accién desde un rincipio recuperada en saber que Ta gata’ @ Stal es quiz la defintcign misma dé lose g-, Aun si la vida precede a la filosofia, aun ¥ si Ja filosofia contemporanea, que se quiere anti-intelectualistas, insiste sobre esta anterio- tidad de Ja existencia con relacién a la esen- fat cia; de la vida con relacién a la inteligencia, ; aun si, en Heidegger, la “gratitud” hacia el é ser y la “obediencia” sustituyen a la contem- placién, la filosofia contempordnea se compla- ce cn la multiplicidad de las significaciones culturales; y en el juego infinito del arte, el LA SIGNIFICACION ¥ EL SENTIDO 49 ser se aligera de su alteridad. : produce como una forma, en Ja cual se mani- Spore ee pretend a ta accion ja indiferen- ‘la Fronts a os atmos, I alergia universal de [! ta primera infancia de los filésofos. El itine- rario de la filosofia sigue siendo el de Ulises cuya aventura en el mundo sé6lo ha sido un re- torno a su isla natal —una complacencia cn cl Mismo, un desconocimiento del Otro. - & {Pero cs necesario renunciar al saber_y a_ las Higiifieaciones para wal Tones para volver a_encontrar gl sentido? ¢Es necesaria una orientacion ciega ‘para que™Tas Significactones culturales tomen’ iin NALS VHICS para “Gue'el ser Vuelva a |S eficontrar unidad de sentido? sPero “acaso wna orientacién ciega no representa el orden institutivo, antes que cl humano, en el que la persona traiciona su vocacién de persona al absorberse en la ley que la sittia y orienta? ¢No es, entonces, posible concebir en el ser ; Ta univocidad y Ja libertad? He aqui al menos Wels del andlisis que emprendemos. Primero es necesario fijar con precision | comigiones We tal oriettacTone SBlG pisele ser” puede ser planteada como iii movimiento que va de lo IdECG hacia tii Otro “que @absolutamente_ Ord” CoMmichza Git UA Ideifics, en un Mis- mo, en un Yo —no es un “sentido de la histo- ria” que domina al Yo, porque la orientacién irresistible de la historia vuelve insensato el 5 50 hecho mismo del movimiento, estando el Otro ya inscripto en el Mismo, cl fin en el comienzo. Una orientacién que va libremente del Mismo al Otro es Obra. Pero es necesario, entonces, no pensar la Obra, como uma aparente agitacién de un fondo que, a destiempo, sigue siendo idéntico a si mismo, como una energia que, a través de todas sus manifestacioncs, sigue sicndo igual a si misma. Ademés es necesario pensar Ja Obra no como semejante a la técnica que, por la famosa negatividad, transforma un mundo extrafio en un mundo cuya alteridad se convierte en mi idea. Ambas concepciones contindan afirmando el ser como idéntico a si mismo y reducen su acontecimiento funda- mental al pensar que es —y ésta es la in- deleble leccién del idealismo— pensamiento de si, pensamiento del pensamiento. La acti: tud, inici: itud_hagia. el otro, Ice: ‘a'ser, segun la terminologia de Erie Weil, t talidad”ocatégoria-Euego, la Obra pensada radicalmente es un movimiento del Mismo hacia el Otro que no retorna jamas al Mis- mo. La Obra pensada a fondo exige una ge- nerosidad radical del movimiento que va en el Mismo hacia el Otro. Exige, por lo tanto, ingratitud del Otro, La gratitud serfa precisa- mente el retorno del movimiento a sa origen. Pero, por otra parte, la Obra debe dife- renciarse de un juego que fuera puro gasto. Né es emprendida como pura pérdida. Su LA SIGNIFICAGION ¥ EL SENTIDO LA SIGNIFICAGION ¥ EL. SENTIDO 51 identidad bordeada de nada no satisface su seriedad. La Obra no es una pura adquisi- cién de méritos, ni un puro nihilismo. Porque, como cl que sc dedica a hacer méritos, el agente nihilista-se toma inmediatamente co- mo término y como fin, bajo la aparente gra- tuidad de su acci$n. La Obra es una relacién con el Otro, alearzado pero no tocado. Se per- fila fuera de la “delectacién morosa” del fracaso y de las consolaciones por fas cuales Nietzsche definia al cristianismo. J Pero una partida sin retorno, que no va sin enibargo hidcid oT vacio, perderia Tgualmeinte i aida absoluta, Si buscara jana _re- cen Ja nmediatez de su triunfo, st Tipaciéritemente“esperara el ttimla demu ‘tausa“El“Sentido G 2% lo Unico” se invertiria en re- Siprocidad. Al confrontar el comienzo y el fin, el Agente enjugarfa la obra en célculos de déficit y compensaciones, en operaciones contables. La obra se subordinaria al pensar, absolut: Agente: renuncia: a ser el contempordneo de la conclusién, actuar sin entrar en Ja Tierra Prometida. y > ET Porvenir por ch L tal accién, actiig debe, dé“etit¥ada;considcrarse_como_indife- Fente’ay icrte, La Obra, distinta a la vez de jueg “Caloulos, es el ser-para-mds- 52 LA SIGNIPICAGION Y x1. sENTIDO alla-de-mi-muerte. La pacicncia no consiste, para el Agente, en engafiar su generosidad al ofrecerse cl tiempo de una inmortalidad per- sonal, Renunciar a ser contemporanco del triunfo de su obra es entrever este triunfo en un. tiempo sin mi, aspirar a este mundo sin mi, aspirar a un tiempo mis alla del horizon- te de mi tiempo: escatologia sin esperanza para si o liberaci6n frente a mi ticmpo. Ser para un tiempo, que seria. sin mi, para un tempo después de.mi.ticmpo,.mds alla. d Vy famoso “ser-para fa muerte” nO sc trata dean pensar. trivial que ex tapola mi propia uracién, sino el Pasaje_al. tiempo del Otro. 's necesario lamar eternidad a lo que hace™ é posible tal pasaje? Pero al menos Ja posibili- dad del sacrificio, que va hasta las ultimas consccuencias de este pasaje, descubre el ca- récter no inofensivo de esa extrapolacion: ser para la muerte con el fin de ser est después de mi. - La obra, en tanto que orientacién absoluta del Mismo hacia el Otro, es como una ju- ventud radical del impulso generoso. Se po- dria fijar su concepto.con un témino gricgo que, en su significacién primera, indica el ejercicio de un oficio no sélo totalmente gra- tuito, sino que requiere también de parte de aquel que lo ejerce un gasto de fondos sin re- tribucién (ea) ts necesario alejar de ella, por momento, toda significacién to- mada de una religién positiva cualquicra, para quien LA SIGNTFIGAGION ¥ EL, SENTIDO 53 aunque, en cierta medida, la idea de Dios de- bera mostrar su huclla al acabar nuestro anialisis. Por otra parte, obra. \_sin. remunera, cidn, cuyo resultado no es descontade7 ai el, fel Agente y s6lo es ascgurado por fa “paciencia, obra que se ejerce en Ja domina- cién completa y en la superacién de mi tiem- po, la liturgia n linea_com: 2,culto, junto a. las “obras” y'a la ética, Eis la ética misma, La relacién que pareciera que se acaba de construir no est4 simplemente construida. La gratuidad total de la Accién —gratuidad ass tnta del Juego cleva nuestra época aunque Jos individuos puedan no estar a la altura de su grandeza —lo que subraya el caracter li- bre de Ia orientacién. Nuestra época no se define por el triunfo de la técnica por la téc- nica, como no sc define por el arte por el arte, como no se define por el nihilismo. Es accién para un mundo que viene, superacién le-su época —superaci6n de si que requiere Jaepifania del Ore y ésta_¢s la_esencia-de.li tes sostenemos on estas paginas. En la prisién“de Bourassol, y cn el fuerte de Pour- talet, Léon Blum terminaba un libro en el mes de diciembre de 1941. Alli escribe: “Tra- bajamos en el presente, no fara el presente. Cudntas veces en las reuniones populares he repetido y comentado las palabras de Nictz- sche: que cl porvenir y las cosas més Iejanas scan Ia regla de todos los dias presents. importa la filosoffa por la cual Léon ome 54 LA SIGNIFICAGION ¥ &L SENTIDO Blum justifica esta fuerza extrafia de trabajar, sin trabajar para cf presente. La fuerzade su confianza no se puede comparar con la fuerza de su filosofia. |1941! —agujero cn la histo- tia— afio en que todos los dioses visibles nos habian abandonado, en que Dios verdade- ramente ha muerto o ha vuelto a su irreve- lacin. Un hombre en prisién contimia cre. yendo en un porvenir irrevelady ¢ invita a trabajar en el presente por Jas cosas mas Icjanas, de las que el presente es un desmen- tido irrecusable. Hay una vulgaridad y una ba- jeza en una accién que s6lo se concibe para lo inmediato, es decir, al fin de cuentas, para nuestra vida. Y hay una nobleza muy grande en la energia iberada de la opresién del pre- sente. Actuar para cosas lejanas, en el mo- mento en que triunfaba el hitlerismo, en las horas sordas de esta noche sin horas —inde- pendientemente de toda evaluacién de “fuer- zas presentes”—— es, sin duda, la cima de la nobleza. VU. SENTIDO ¥ ETICA El sentido como orientacién littrgica de la Obra no procede de la necesidad. La necesi- dad se abre sobre un mundo que es para mi —retorna a si. Aun sublime, como necesidad de salvacién, es todavia nostalgia, mal de re- tomo. La necesidad es el retorno mismo, la LA SIGNIFIGAGIGN ¥ LL. SENTIDO 35. ansiedad del Yo para sf, egofsmo, forma origi- nal de Ia identificacién, asimilaci6n del mun- do, en vista de la coincidencia consigo, en vista de Ia felicidad, En cl Cantique des Colonnes, Valéry habla del “deseo sin defecto”. Se refiere, sin duda, a Platén que, en su andlisis de los placeres puros, descubria una aspiracién no condicio- nada por ninguna carencia previa. Retoma- mos este término deseo. A un sujeto inclinado hacia si mismo que segiin la f6rmula estoica se caracteriza por la opuy o Ja tendencia a persistir en su ser, o para quien, segdin la formula heideggcriana, “le va en su existen- i encia misma”; a un sujeto que se por la preocupacién de si y que en Ia felicidad realiza su para si mismo, oponemos cl Deseo del Otro que procede de un ser ya satisfecho y, en este sentido, inde- pendiente y que no-desea para si. Necesidad de aquel que no tiene ya necesidades, se reco- noce en la necesidad de un Otro que es Otro, que no es.mi enemigo (como en Hobbes o en Hegel), ni mi “complemento”, como es atin en la Repiblica de Plat6n, la que debe su constitucién a que algo faltaria para la subsistencia de cada individuo. El Deseo_de Otro —la socialidad— nace en TiiSéCalque- nio"lefaltafnada’o, “indy exactamente, nace, mias"alla"de’ tod: que puede faltarle o sa- tifacerteEnel-Peseo, el Yo se dirige hacia Otro, comprometiendo la soberana identi- EXP n 2 + Uatherital,"Ja_ pura transportacién, Ja_orien 56 LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO ficacién del Yo consigo mismo, en la que su necesidad sélo es la nostalgia que la conciencia de la necesidad anticipa. El movimiento hacia el Otro, en lugar de completarme o contentar- me, me pone en una situacién que, por un Tado, debiera dejarme indiferente y no concer- nirme: ¢Qué he ido a buscar en este lio? cDe donde me viene ese choque cuando paso in- diferente ante la mirada del Otro? La rela- cién con el Otro me cuestiona, me vacia de mi mismo y no cesa de vaciarme al descubrir- Me recursos siempre nuevos. No me sabia tan rico, pero no tengo el derecho de guardarme nada. ¢El Deseo de Otro es un apetito o una generosidad? Lo Deseable no Ilena mi Deseo, sine que lo alionda, nitiiéndoitie, “de“algema” imanera, de nuevas hambres. El Deseo se re- ‘véla-Gomo bondad. Hay’ en Crimen y castigo de Dostoievsky una escena donde, refirién- se a Sonia Marmeladova que mira a Ras kolnikov en su desesperacién, Dostoievsky habla de “insaciable compasién”, No dice “inagotable compasién”. Como si la compa- sién que va de Sonia a Raskolnikov fuera un hambre nutrida por la presencia de Raskol- nikov mds all4 de toda saturacién, presencia que acrecentara esta hambre al infinito, El Deseo. del_Otro que vivimos en Ia mas » + trivial experiencia social es el movimiento fin ‘Cid AbsolUta, cl sentido. La filosofia contem-" pordnea insiste, en todo su anilisis del len- LA SIGNIFICACION ¥ EL SENTIDO BT guaje, ciertamente con raz6n, en su estruétura hermenéutica y en el empefio cultural del ser encarnado que se expresa. ¢No se ha olvidado acaso una tercera dimensién: la direccié: hacia el Otro qué iid é solamente el colab radory el Vecino de nuestra obra cultural de expresién 0 el cliente de nuestra produccién artistica, sino el interlocutor: aquel a quien Ja expresién expresa, para quien la celebra- cién celebra, aquel que es, a la vez, término J de una orientacién y significacién primera? _4 Dicho de otra manera, la expresién, antes de ser celebracién del ser,~éS"iina telacion. con... “a 0 la expresién_y_.cuya—. presencia es requerida para que.mi.gesto.cul-— tural de“expresin se produzca, El otro que % mie daa’ cara no esta inicluido en la totalidad del ser expresado. Reaparece desde el fondo de toca reunién del ser, como aquel a quien expreso lo que expreso. Me vuelvo a encontrar asi frente al Otro. Otro que no es ni una sig-, nificacién cultural; tin’ simple “dato, Pri- ‘Mordialmente és sentido porque se lo presta a la expresién misma, porque sélo por él un I fenédmeng_como_el_de_la_significacién se ina, / “oduce, por si pia_cuenta,_en_el ser, "TT audliss del Deseo, que perfila un sentido en el ser y que nos importaba en primer lugar distinguir de la necesidad, alcanzard mayor rigor con el Analisis de 1a alteridad hacia la cual el Deseo se dirige. La manifestacién del Otro se produce, en 58 LA SIGNIFICAGION ¥ EL SENTIDO efecto, de pronto, del mismo modo que toda significacién, El Otro est& presente en un conjunto cultural y se ilumina por este con- junto, como un texto por su contexte. Lit ma- nifestacién del conjunto asegura su presencia. Se ilumina por la luz del mundo. La com- prensién del Otro es, asi una hermenéutica, una exégesis. El Otro se da en lo conereto de ja totalidad a la que es inmanente y que, de acuerdo a los notables andlisis de Merleau- Ponty, que hemos utilizado extensamente en las primeras secciones de este trabajo, nuestra iniciativa cultural —el gesto corporal, lingiiis- tico o artistico— expresa y descubre. Sin embargo, la epifania del Otro implica una _ significancia” propia, indepeiidicnte_de_ ésia significacién recibida del mundo. El Otro Tho nos sale“al paso s6lo"a partir del contexto, sino que, sin esta mediacién, significa por si mismo, La significaci6n cultural que se revela —y que revela— horizontalmente, en cierto modo, que se revela a partir de un mun- do histérico al que pertenece —que revela, segtin Ia expresién fenomenolégica, los hori- zontes de este mundo—; esta significacién mundana se encuentra subvertida y transfor- mada por otra presencia, abstracta (o, mas exactamente, absoluta), pi esencia no integra- da al mundo, Esta presencia conaste tn vente hacia nosotros, en presentarse. Lo que se puc- de enunciar asi: el fendmeno que ¢s. la apari- dicho d= gion del Otro, es también restra;"o LA SIGNIFICAGION Y EL SENTIDO 59 otro modo (para mostrar esta entrada siem- pre novedosa en la inmanencia y la historici- dad esencial del fenémeno): Ja epifanfa del rostro e$ una visitacién. Mientras que el fend- meno cs ya, de cualquier modo, imagen, es de- cir, manifestacién cautiva de su forma plastica y muda, !a epifania del rostro es viviente. Su vida consiste, precisamente, en deshacer la forma en Ia que todo ente que se inserta en la inmanencia —o se expone como tema— queda disimulado. El Otro que se manifiesta en el rostro, per- fora, de alguna manera, a su propia esencia plastica, semejante a alguien que abriera la ventana en la que su figura ya se vislumbra- ba. Su presencia consiste en desvestirse de la forma que, sin embargo, ya lo manifestaba. Su manifestaci6n desborda la pardlisis inevitable de Ja manifestacién. Es esto lo que describi mos por Ia férmula: el rostro habla. La mani. festacién del rostro es el primer discursd, Hi Dlar és, ante todo, esta manera de venir des- de atras de su apariencia, desde detras de su forma, una apertura en Ja apertura, La visitacién del Tostro no es pues el descu-| brir de un ‘mundo. En lo concreto del mundo, el rostro es abstracto o desnudo, Esté desnu- dado de su propia imagen. Por la desnudez det rostro, la desnudez en si ¢s s6lo posible en) el mundo. La desnudez del rostro es un despojamien- to sin ornamentos culturales —una absolu- 60 LA SIGNIFICAGION ¥ FL sENTIDO clon—, un desapego de la forma en el seno de ja produccién de la forma. El rostro entra en nuestro mundo a partir de una esfera absolu- tamente extrafia, lo que equivale a decir, a partir de un ab-soluto que es, por otra par. te, el nombre mismo del extrafiamiento fun- damental La significancia del rostro, en su abstraccion, es, en el sentido literal del térmi- no, extraordinaria, exterior a todo orden, ex- terior a todo raundlo, CORO" es ‘posible tal | produccién? ¢Cémo es que la venida del Otro, Ja visitacién del rostro, el absoluto, no se convierten —de alguna manera en revela- cin, sea simbolismo o sugestién? ;Cémo es que el rostro no puede ser simplemente repre- sentacién verdadera en la que el Otro renun- Gia a su alteridad? Para responder a estas Preguntas, finalmente, estudiaremos la signifi- cancia excepcional de la huella y del “orden” personal donde tal significancia es posible, . Insistamos, por el momento, cn el sentido implicado por la abstraccién o ia desnudez del rostro que atraviesa el orden del mundo y.de igual modo, la turbacién de la concien: cia fine Fesponde a esta “abstraccién”. Des. Pojado de su forma, el rostro esté aterido ‘Su destiuder. Es wiserian Tor destinlez det ros" “tro_es In Giplica ciiTa“lealtad. pusic setiala. Pero esta siiplica es exigencia._ La humildad séune a la.gra Y, asi, se” Shuncia la dimension ética de it lentras qué Ta verdadéra vepresentacin s 61 LA SIGNIFICACION Y ZL S¥NTIDO gue siendo posibilidad de apariencia, mien- tras que el mundo que se enfrenta al pensar nada puede contra el pensar libre capaz de negarse interiormente, de refugirse en si, de seguir sicndo, precisamente, pensar libre fren- te a lo verdadero, capaz de volver a si, de re- flexionar sobre sf y pretenderse origen de lo que recibe, de dominar por la memoria lo que Je precede; mientras que en tanto que pensar libre sigue siendo el Mismo —cl rostro se me impone sin que pueda haccrme el sor- do a su Hamada, ni olvidarlo, quiero decir, sin que pueda dejar de ser responsable de su miseria. La conciencia pierde su primacia. La presencia dehrostro: significa ast una OF- den irrecusable —un mandato— que detiene Ia disponibilidad de la conciencia. La con- ciencia es cuestionada por el rostro. El cues- tionamiento no conduce a una toma de con- ciencia de este cuestionamiento. Lo “absolu- tamente otro” no se refleja en la conciencia. Se resiste de tal forma, que ni su resistencia se convierte en contenido de conciencia. La visitacién consiste en trastornar el egofsmo del Yo mismo que sostiene esta conversién. El ros- tro desarma la intencionalidad que lo sefiala. Se trata del cuestionamiento de la concien-" cia y no de Ja conciencia del cuestionamiento. El Yo pierde su soberana coincidencia con- sigo, su identificacién en la que la conciencia vuelve triunfalmente a si para reposar en si misma. Ante la exigencia del Otro, el Yo se 62 LA SIGNIFIGACION ¥ EL SENTIDO. expulsa de este reposo, deja de ser la concien- cia gloriosa de este exilio. Toda complacencia destruye la Iealtad del movimiento ético. Pero el cuestionamiento de esta libertad para si, salvaje e ingenua, segura de su refu- gio en si misma, no se reduce a un movimien- to negativo. El cuestionamiento de si es pre- cisamente la recepcién de lo absolutamente otro. La epifania de lo absolutamente otro es rostro en ¢l que Otro me interpela y me sig- nifica un orden, por su desnudez, por su indi- gencia. Es su sola presencia la que es intima- cién a responder.-E! Yo no toma s6lo concien- cia de esta necesidad de responder, como si se tratara de una obligacién o de un deber particular acerca del cua! debiera decidir. En su posicién misma, es, de un lado al otro, res- ponsabilidad o diaconia, como en el capitulo 53 de Isatas. Ser Yo significa, por lo tanto, no poder sustraerse a la responsabilidad, como si todo el edificio de Ja creacién reposara sobre mis espaldas. Pero la responsabilidad que vacia al Yo de su imperialismo y de su egoismo aunque se trate de egoismo por la salva- cién— no lo transforma en un momento del orden universal, sino que lo confirma en su ‘unicidad, La unicidad del Yo es el hecho de que nadie puede responder en mi lugar. Descubrir en mi esa orientacién es identifi- car el Yo y la moralidad. El Yo ante Otro es infinitamente responsable. El Otro que provo- LA SIGNIFICAGION Y EL SENTIDO 63 ca este movimiento ético en la conciencia, que desajusta Ia buena conciencia de la coinciden- cia del Mismo consigo mismo, implica un acercamiento inadecuado a Ja intencionalidad. Esto es el Desco: arder de un fuego distinto a la necesidad que Ja saturacién apaga, pensar mas allé de lo que se piensa. A causa de este acrecentamiento inasimitable, a causa de este mds alld, hemos Namado a la relacién que une 1.Yo y el Otro Wea eto Tanita, Ses des Tnfinito es Deseo. Consiste, paradofatrrente, enpensar-mas-qué lo pensa- do conservandolo, asi, en su desmesura, con relacién al pensamiento; en entrar en rela- cién con lo inasible, al mismo tiempo que se garantiza su posicién de inasible. Lo Infinito no es un correlativo de la idea de lo Infinito, como si esta idea fuera una intencionalidad que se realiza en su “objeto”. La maravilla de lo infinito en Jo finito de un pensar es una subversién de la intencionalidad, una subver- sién de este apetito de luz que es la intencio- nalidad: contrariamente a Ja saturacién en la que se apacigua la intencionalidad, lo Infini- to desarma su Idea. El Yo, en relacién con Jo Infinito, es una imposibilidad de detener su marcha hacia adelante, imposibilidad de desertar de su puesto segtin la expresién de Platon en ¢l Fedén: es, literalmente, no tener tiempo para retornar, no poder hurtarse a la responsabilidad, mo tener un escondrijo de interioridad donde se vuelva a si, marchar rf {do como su mismo nacimiento, Ya, en sus 64 6 TA SIGNIFICACION ¥ EL SENTIDO hacia adelante sin miramientos para si. Acre- centamiento de exigencia frente a si: mj Sey mis responsable, Poder hecho de “impo” tencias” —he aqui el cuestionamiento de la fonciencia y su entrada en una trama de re- laciones que contrasta con el descubrimiento. Asi, en la relacién con el rostro —en la te. facién ética— se perfila la lealtad de una relacién o el sentido. La conciencia de los fi- lésofos es esencialmente reflexiva. O, al me- nos, la conciencia es captada Por los filésofos en su instante de retorno que es interpreta- movimientos espontaneos y Pre-rcflexivos, bizquea, por ellos, hacia su origen y mide el camino recorrido, Alli residiria su esen- cia inicial: critica, dominio de si, andli- sis _y descomposicién de toda significacién que desborda al si. Ahora bien, ia respon- sabilidad no es ciertamente ni clega, ni am- hesica, sino que a través de todos los movi- mientos del pensar en el que se despliega, ¢s Nevada por una urgencia extrema o, mA ; exactamente, coincide con ella. Lo que aca~ bamos de describir como una “falta de tiem- po para retornar”, no es la fatalidad de una conciencia torpe o infeliz, “desbordada por j los acontecimientos” o que “se desempefia mal”, sino el rigor absoluto de una actitudl sin reflexién, una rectitud primordial, un sentido en el ser. “:De dénde viene esta resistencia’) LA SIGNIFIGACIIN ¥ EL SENTIDO, 65 de lo irreflexo a Ia reflexién?” —preguntaba Merleau-Ponty en Royaumont en abril de 4 1957, en relacién con los problemas que plan- tea la teoria husserliana de la Reduccién fe- nomenolégica. ‘Tal vez nuestro anilisis del sentido responde a csa pregunta fundamental que Merlcau-Ponty se negaba a resolver por Ja simple apelacién a Ia finitud del sujeto, in- capaz de reflexién total. “Volverse hacia la verdad con toda el alma” —la recomenda- cién platénica no se limita a una pedagogia del buen sentido, que predique el esfuerzo y la sinceridad. ¢No sefiala la reticencia Ultima, la mas solapada de todas, de un alma que, ante cl Bien, sc obstinarfa en reflcxionar so- bre Si, deteniendo, con ello, el movimiento hacia el Otro? La fuerza de esta “resistencia de lo irreflexo a la reflexién”, gno es la Vo- luntad misma, anterior y posterior, alfa y omega, a toda Representacién? Y la volun- - tad jno es fundamentalmente humildad en lu- gar de voluntad de poder? Humildad que no-* se confunde con una cquivoca negacién de Si, y que estaria orgullosa de su virtud que, en la reflexién, se reconoce inmediatamente. Hu- mildad, por el contrario, de aquel que “no tiene tiempo” de retornar a si y que no em- prende nada para “negarse” a si mismo. Hu- mildad que consiste en la abnegacién misma del movimiento rectilineo de la Obra que va a lo infinito del Otro. Afirmar tal orientacién y tal sentido, poner 66 LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO una conciencia sin reflexién por abajo y por arriba de todas las reflexiones, sorprender, en suma, en el fondo del Yo, una sinceridad sin equivoco y una humildad de servidor que ningiin método trascendental podria corrom- per, o absorber, ¢s asegurar las condiciones necesarias al “més all4 del dato” que apunta en toda significacién —~a la metd-fora que la anima—, maravilla del Jenguaje cuyo anéli- sis filos6fico denunciard, sin tregua, el “origen verbal”, sin destruir Ia intencién evidente que Ja penetra. Cualquiera que sea su historia Psicoldgica, social 0 filolégica, el mds allé que produce la metafora tiene un sentido que tras- ciende esta historia; el poder de ilusionismo que posee el lenguaje debe ser reconocido, la lucidez no suspende el mas allA de estas ilu- siones. E] papel de la reflexién es, ciertamen. te, volver las significaciones a sus fuentes sub- + jetivas, subconscientes, sociales o verbales, es decir, montar su inventario trascendental. Pero el método, aunque legitimo para destruir muchos prestigios, ya presupone un resultado esencial: en la significacién, se prohibe de an- temano toda proyeccién trascendente. Antes de comenzar la biisqueda, todo Otra ya eg convertido por ésta en Mismo, mientras que la Reflexién, en su obra de saneamiento, usa- rA estas nociones ~~aunque sélo se trate de un mds alld con relacién’al cual se sitéa la inma- nencia—, naciones que sin Ia sinceridad yla rectitud de la “conciencia sin retorno” no ten- LA SIGNIFIGACION ¥ EL SENTIDO. 67 drian ninguna significacién. Estas cosas subli- mes no pueden pasar sin fuentes psicolégicas, sociales o verbales --salvo la sublimacién isma. on eto esta conciencia “sin reflexién no es Ja concieucia espontanea, simplemente pre- reflexiva e ingenua —no es conciencia precri- tica. Descubrir la orientacién y el sentido Gni- co, en la relaci6n moral, es precisamente poner al Yo como ya cuestionado por el Otro al que desea y, en consecuencia, como cri cado en la rectitud misma de su movimien- to. Esto es asf porque el cuestionamiento de la conciencia no es, inicialmente, una conciencia del cuestionamiento. Aquél condiciona a ésta. ¢Cémo cl pensar espontinco retoraria, si el Otro, Io Exterior, no lo cuestionara? cY ne mo, en una preocupacién de Critica total confiada a la reflexién, surgiria Ia nueva ingenuidad de la reflexién que provoca la in- genuidad primera? Entonces, el Yo desgasta su ingenuidad dogmética ante el Otro que le exige mas de lo que espontaneamente puede. Pero el “térrnino” de ese movimiento a la vez critico y espontanco —-y que no es, propia- mente hablando, un término, porque no ¢s un fin, sino el principio que solicita una Obra sin recompensa, una liturgia—, no se lama mas ser. ¥ es aqui, tal vez, donde se puede percibir cémo una meditacién filos6fica se ve necesitada a recurrir a nociones como Infini- too Dios. é bb vm. 2A SIONIFICAGION ¥ EL smNTiDN ANTE LA CULTURA Cate, Pare conc, gue antes que en la y la Estética, la significacion se sittia en la Etica, resupuesto de toda Cultura y de toda significacién. La moral io pertenece”a. la Cultura: permite juzgarla, descubre Ia di- mensi6n de Ta altura. La altura ordena el ser, La altura introduce un sentido en el con Ya es vivida a través de la experiencia del cucrpo humano. Conduce las sociedades hu- manas a erigir altares. No es porque los hom- bres, por sus cucrpos, tengan una experiencia de To vertical por lo que fo humano se coloca bajo el signo de la altura: ¢s porque el ser se ordena a la altura en que el cuerpo humano est colocado en un espacio en ef que se dis- tinguen Io alto y lo bajo y se descubre el eiela gue para el principe Andrés, de Tolstoi —_sin ue ninguna palabr: ene eu mae ve ra del texto evoque los co- Es de extrema importancia insistir sobre la anterioridad del, sentido” Con” relacién Signes.culturales. Unir toda significacién a la cultura, no distinguir entre significacion y x- presi6n cultural, entre la signilicacién y of arte gue prolonga la expresién cultural, es recono. cer que todas las personalidades culturales efectitan en igual calidad cl Espititu. Em lo sucesivo ninguna significacién se podré des, render de estas innumerables culturas, para Permitir emitir un juicio sobre estas culturas, IRIGACION ¥ UL. SENTINO 6s 1A S16 En lo sucesivo ta universalidad slo podra ser lateral, segtin la expresién de Merlcav-Ponty. Esta universalidad consistiria en poder pene- trar una cultura a partir’de otra, como se aprendce una lengua a partir de la lengua ma- terna. Ser4 necesario renunciar a Ia idea de una gramatieatniversal_y de una lengua ‘algoritmica, construida sobre cr ésqueleto de" ste Granatica” No" es’ posible ning con-~ Tacto_diFecto_o privilegiado cot mun déTas Ideas"‘Tal concepcién de la univer- - sulidad traduce, en summit, lo oposici6n radi- cal, tan caracteristica de nuestra época, a la expansién de Ja cultura por colonizacién. Cultivar y colonizar se separarian fundamen- talmente. Listariamos cn Jas antipodas de lo que nos ensefiaba Léon Brunschvicg (y el Platén hostil a los poetas de la puso ): los progresos de la conciencia occidental ya no consisten en depurar el persar de los aluviones de las culturas y los particula- rismos del lenguaje, que lejos de significar lo inteligible perpctuarfan lo infantil. No es que Léon Brunschvicg haya podido ensefiarnos- otra cosa que la gencrosidad; pero para él esta gencrosidad y Ja dignidad del mundo oc- cidental Hevaban a liberar la verdad de sus presupuestos culturales para ir, con Platén, hacia las significacioncs mismas, separadas asi del devenir. El peligro de tal concepcién es cierto. La cmancipacién de los espiritus puede servir de pretexto para la explotacién y la b v (70. LA SIGNIFICAGION Y EL SENTIDO. of violencia. Era necesario que Ia filosofia de- nunciara el equivoco, mostrara las significa- ciones que apuntan al horizonte de las cul- turas y la excelencia misma de la cultura occi- dental, como cultural ¢ histéricamente condi- cionada, Era necesario que Ia filusofia se jan- tara asi con la ctnologia contempordnea, {Le aqui el platonismo vencido! Pero esté vencido en nombre de la generosidad misma del pen- sar occidental que, percibiendo al hombre abstracto en los hombres, ha proclamado el valor absoluto de la persona y ha englobado, en el respeto que le profesa, hasta las culturas en las que estas personas estan y en'las que se expresan, El platonismo es vencido gracias a Jos mismos medios que ha provisto cl pensar universal salido de Platén, esta criticada ci lizacién occidental que ha sabide comprender a las culturas particulares, las cuales no se han comprendido jamas a si mismas. Pero la danza de_innumerables cult ras equivalentes, en Ia se justifica Cada una’en $0 ‘propio “Gontexto,” crea” un mundo, cicrta> P mbién un, ihente, des- occidentalzadg, pe ir.en la ‘significa. ede a la cult ray ‘Percibir el lenguajé a “partir ¢ dé la revelacion™ ‘del Otro que es’ al imismio"tiémpo el” Haci- micnto dela moral én Jamirada del “‘honi- bre que apunta aun hombre preci Ino hombre ‘abstracto, despojado de toda cul” tura, on la desnuder de surostro,.cs-valyer dé LA SIGNIFICACION ¥ EL SENTIDO 2 7 D nuevo modo al platoni 's también per” mitir ¢] juicio de Jas civilizaciones desde la ética. La significacién —lo inteligible— con- siste, para el ser, en mostrarse en su simpli- cidad no-historica, cn su desnudez absoluta- mente incalificable ¢ irreductible, en existir “antes” de la historia y “antes” de la cultu- ra. El platonismo —como afirmacién de lo’ sy hunitiid-independiente-de-la-cultura“y de Ta. histori, rar sevaelve% a reticontrar en Hussetl en. nila via que_ton “toma” para. unirse". weste aire on. y creemos haber encoptraso la ‘Fectitud de Ta significa’ 6n_por otro métos do. Que la manifestacién inteligible se produ- @e'en Ja rectitud de la moralidad y dela Obra, mide los limites de la comprensién histérica del mundo y sefiala el retorno a la sabiduria griega, aunque mediatizada por todo el des- arrollo de Ia filosofia contempordnca. Ni las cosas, ni el mundo percibido, ni el & mundo tictitificd p Penfiiten volver volver a encontrar.s vé Yas noriiiay del-absoliit6. “Como obras cultura “estan bafiadas por Ja historia. Pero Tas N normas de la moral no estan embarcadas en Ja historia y la cultura. Tampoco son islotes que emergen de ellas ya que hacen posible toda significacién, también la cultural, y per- miten juzgar las Culturas. eae | = = 72 a LA SIGNIFIGACION Y EL SENTIDO LA HUELLA Pero la nocién de sentido desarrollada a par- tir de Ja epifania del rostro, que nos ha per- mitido afirmarlo “antes de la historia”, plan- tea un problema, para el cual quisiéramos, para terminar, esbozar una respuesta. {~ cEI “més allé” de donde viene el rostro y } que fija la conciencia en su rectitud no es a su | vez una idea comprendida y descubierta? Si la extraordinaria experiencia de Ja En- trada y de la Visitacién conserva su significado es porque el mds alld no es una simple tela de fondo a partir de Ja cual el rostro nos soli- cita, no es un “otro mundo” detr4s del mun- do. El més alld es precisamente cl mas all del “mundo”, es decir mas all& de todo descu- brimiento, como ¢l Uno de la primera hipéte- sis del Parménidesy (ue trasciendé todo catia: Gimiento ya sea simbolico o significado. “Ni semejante, ni desemejante, ni idéntico, ni no- idéntico” dice Platén de lo Uno al exctuirlo Pprecisamente de toda revelacién, aun indirec- ta. El simbolo remitiria atin Jo simbolizado al mundo en donde aparece. ;Cudl puede ser, entonces, esta relacién con una ausencia radicalmente sustraida al descubrimiento ya la disimulacién y cual es esta ausencia que hace posible la visitacién, pero que no se re- duce a Jo abscéndito, porque comporta una significancia, significancia a pesar de la cual el Otro no se convierte en Mismo? El rostro es abstracto. Esta abstraccién no cs similar al dato sensible bruto de los empiris- tas. No cs, tatnpoco, un corte instanténeo del tiempo en el que_el tiempo “cruzaria” a la i\ cternidad7ET instant pertenece al Ambito del % *mundo:{es) rte’ que no,sangra, |Mientras a t que Ja abateicaon del rostro es visitacion, ye. A nida gue desarregla_ta inmanencia sin fijarse . Gar Tos horvontes del mundo. Su abstraccién AOYCOBiienc a partir de un proceso légico que parte de Ia sustancia de Jos seres, de lo indi- vidual a lo general. Va, por el contrario, ha- cia estos seres, pero no se une a ellos, se apar- ta de ellos, se(ab-suelvés Su maravilla se sos- tiene en el de diva parte del cual viene y a donde ya se retira. Pero esta venida de otra parte, no es un remitir simbélico a este ofra parte, como se remite a un término. El rostro se presenta en su dlesnudez: no es una forma que oculta —y que asf indica a su modo— un fondo; nim fenémeno que esconde —y que as{ traiciona— una cosa en si. En este caso el rostro se confundiria con una masca- , la que precisamente presupone un rostro. Si significar cquivaliera a indicar, el rostro seria insignificante. Sartre di A de una mane- ra notable, pero dejando el andlisis muy pron- 16; que el Otro cs un puro agujcro en Cl Hii” “do! Procede de Jo absolutamen Senites “Pérd ‘su relacién con lo absolutamente Ausen- te del cual procede, no indica, no revela este Ausente y sim embargo Io Ausente tiene una significacién cn cl rostro. Pero esta significan- 74 LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO cia no es para lo Ausente un modo de darse en vacio en la presenéia del rostto —lo que to- davia nos Ilevaria a un modo de descubrimien- to. La relacién que va del rostro a lo Ausente est fuera de toda revelacién, y de toda di- simulacién ~una tercera via excluida por’ esas contradictorias, ¢Cémo es posible esta tercera via? ¢Es que acaso no [ procede cl'r6 fera, como lugar, _ lla, como muni “En' este caso el orden supuesto, orden que no comporta otro estatu- to que aquel de lo revelado y de lo disimula- do. En el ser, una trascendencia revelada se invierte en inmanencia, lo extraordinario se inserta en un orden, el Otro se absorbe en cl Mismo. ¢En presencia del Otro no responde- mos a un “orden” cuya significancia sigue siendo subversién irreversible, pasado absolu- tamente caduco? Tal significancia es la signi- ficancia de 1a huella. El més allé de donde ‘Niene el rostro significa’ Como ‘huella, El ros- huella de‘ lo Ausente absolata> mente caduco, absolutamente pasado, retira- do en lo que Paul Valéry lama “profundo tiempo ido, ido nunca bastante” y que ningu- na introspeccién podra descubrir en Si. El rose—~ tges_precisamente la nica apertura en la que la significancia de Io tras-cend anula'Ta trascciiden hacerla-entrar en [ncaa Wencia_p LA SIGNIFICACION ¥ EL SENTIDO 15 len inmanente, pero en Ia que, al con- la tras-ceidencia’’se niega’‘a’ la: inma-'+ coiente en tanto. (ue wascene™ dencia siempre concluida de To “tras Ta relacion’ entre signifi y signi es, en la huella, no correlacién, sino Ja irrec- titud misma. La relacién pretendidamente mediata ¢ indirecta de signo a significado pertenece al orden de la correlacién y, por lo tanto, cs atm rectitud y-descubrimiento que neutraliza Ja tras-cendencia, La_siynificancia, de Ja huella nos pone en refacién “lateral”, ¢ fnicdnvertible en rectitud (lo que es inconce- bible en el orden del descubrimiento y del ser) y que responde a un pasado irreversible, Ninguna miéiéria’ podria’ seginr este’ pasado ’ la. Es" uti*pasado"iniiemotial yes, ‘Gsi6 también, la eterhidad Ctiya signi- adamente hacia el pa- —— ma dat emp del pasadoe MO si la significancia de la huella no se transforma inmediatamente en la rectitud que marco ¢! signo —el cual revela e introduce lo Ausente significado cn la inmanencia— es porque la huella significa mas alla del ser. El “orden” personal al cual nos obliga el rostro esta mas alla del ser. fds alld del ser, es una Tercera Persona que no se define por el Si Mismo, por Ja ipseidad. Es posibilidad de esta tercera direccién de irrectitud radical que es- capa al juego bi-polar de la inmanencia y de 76 LA SIGNIFICACION Y EL senTipo la trascendencia, Propia del ser, cn el que la inmanencia gana, de repente, contra la tras- cendencia. El perfil que, por la huclla, toma cl pasado irreversible, es el perfil del “R]>* EL mds alld del cual viene el rostro esta en tercera persona. El pronombre “E]” expresa su inexpresable irreversibilidad, es “decir ya escapada a toda revelacién como a toda disi- mulacién —y en este sentido— absolutamen- te inenglobable o absoluta, trascendencia en un pasado ab-soluto. La eleidad de Tx crccra Persona ¢s la condidién de Ja irreversibilidad, Esta tercera persona que, en el rostro, ya se ha retirado de toda revelacién y de toda disimulacién —que ha pasado—, esta eleidad no es “menos que el ser” con relacién al mun- do en el que penetra el rostro; es toda la enor- midad, toda la desmensura, todo el Infinito del absolutamente Otro, que escapa a la onto- logia. La suprema presencia del rostro es inse. parable de esta suprema c irreversible ausencia que funda la eminencia misma de lav‘ itacion, Si la significancia de la huella consiste en significar, sin hacer aparccer, si establece una relacién con la eleidad —relacién que, perso- nal y ética, y obligacién, no descubre— si, ‘por Jo tanto, la huella no Pertenece a la fenomeno- logia, a la comprensién del aparecer y del disimularse, se podria, al menos, aproximar 2, _indicamos Ia notable obra de Roger Laporte (la Fille, Gallimard, 1963) que también recurre aI nocién de Ei, é 7 LA SIGNIFICACION ¥ EL SENTIDO por otra via, al situar esta significancia a par- tir de Ja fenomenologia que interrumpe. _ La hucella no ¢s un signo como cualquie otf6. Pero déseitipeiia también el Papel de sig. fioy Puede ser tomada como signo. El tec i" Ye examina como signo revelador todo lo au marca, sobre los lugares del crimen, Ta ° ra yoluntaria o involuntaria del criminal; e! ca zador marcha sobre la huella de la presa, a que refleja la actividad y la marcha co bestia que quicre alcanzar; cl histori Cr es cubre, a partir de los vestigios que habia i jado su existencia, las civilizaciones antigu: como horizontes de nuestro mundo. Todo se ordena en un orden, cn un mundo, en el are cada cosa revela la otra o se revela en cién de ella. Pero asi tomada por un signo, a huelta tiene atin esto de excepcional con rel a iGii'a'los otros signos: significa fuera de toda intencién de hacer, signt,y ftiéra de fodo pro- Tene fala proyeccion.. Cuiaiido, cn Sacciones, s¢ “paga con cheque” para que el pago deje una huella, la huella se ins cribe en el orden mismo del mundo. La huclla auténtica, por el contrario, desarregla el or- den del mundo; viene en “sobreimpresién”. Su significancia original se esboza en la marca que deja el que quiso borrar sus hucllas con Ja preocupacién de realizar un crimen per fecto, por ejemplo, El que dejé hucilas al borrar sus hucllas, no quiso hacer ni decir nada con las huellas que deja. Desarreglé el 78 LA SIGNIFICAGION Y EL SENTIDO orden de un modo irreparable. Porque pasé absolutamente. Ser en_tanto que dejar So en tanto que dejar una Auella es pasar, partir, abselverse. ye ero todo signo, en este sentido, es huella, Ademiés de lo que el signo significa, es el pa- sado de aquel que ha dejado el signo. La sig- nificancia de la huella dobla la significancia del signo emitido en vista de la comunicacién. E] signo sc mantiene en esta huella. Esta sig- nificancia residitia, para una carta, por cjem- plo, en la escritura y en el estilo de esta carta, en todo eso que hace que en Ia emisién misma del mensaje que captamos a Partir del len- Suaje de esta carta y de su sinceridad, alguien pase pura y simplemente. Esta huella puede nuevamente ser tomada por un signo. Un gra- félogo, un conocedor de estilos, o un psicoana- lista podra interpretar la significancia singu- Jar de Ia huella para buscar alli las intencio- nes ocultas e inconscientes, pero reales, de aquel que ha emitido el mensaje. Pero enton- ces, lo que en la grafia y el estilo de la carta sigue siendo especificamente huella, no signi- fica ninguna de estas intenciones, ninguna de estas cualidades, ni revela ni oculta nada. En Jabuella ha pasado un. pasado absolutamente Co! do, En ta huella se oGulta si reves, ble revolucién, El descubrimiento que restitu- ye el mundo y conduce al mundo y que es lo propio de un signo o de una’ significacién, es abolido en esta huella. Pero entonces, {la huella no seria acaso la S 79 LA SIGNIFICAGION Y EL SENTIDO gravidez del ser mismo, fuera de sus actos y de su lenguaje, pesando no por su presencia que lo ordena en el mundo, sino por su irre- versibilidad misma, por su ab-solucién? La huella seria la indelebilidad misma del ser, su omnipotencia frente a toda negatividad, su inmensidad incapaz de encerrarse en si y, en cierto modo, demasiado grande para la discrecién, para Ia interioridad, para un Si. Y en efecto, hemos insistido on decir que la huella no pone en relacién con to que seria menos que el ser, sino que obliga frente a lo Infinito, frente al absolutamente Otro. Pero esta superioridad de lo superlativo, esta altura, esta constante elevacién a la potencia, esta exageracién o esta grandeza infinita —y, digamos la palabra, esta divinidad— Po i deducen de! ser del ente, ni de su revel acs —aunque fuera contemporanea de una a s- condidad—, ni de la “duracién concreta”. Son significantes a partir de un pasado que, en ie huella, no es indicado, ni sefialado, pero en el que desarregla todavia el orden, que no coin- cide ni con la revelacién, ni con la disimula- cién, La huella es Ja insercién del espacio en. | el.punto.en.cl que ¢l mundo se in-, “lina hacia un pasado y un ticmpo. Este tiem- ‘po'es la retirada’ al Quo, y ‘por lo ‘tanto, de alguna manera, degradacién de la duracién, que est entera en el recuerdo. La superiori- dad no reside en una presencia en el mundo, sino en una trascendencia irreversible. No es ou LA SIGNIFICAGION Y EL SENTING una modulacién del ser del ente. El y tercera Persona, estd, en fuera de la distincién del ger y un ser_que trasciende el mundo —un ser aD- ‘SOW Plede dejar Una HuellaLa huelfirey, ‘Ta'presencia del que, Hablando propiamente, no ha estado jamés aqui, del que siempre es pasado. Plotino ha coneebido fa procesién a partir de lo Uno como no comprometiende nila inmutabilidad, ni la Separacién ab-solu- ta de lo Uno. Es esta situacién en primer hn gar puramente dialéctica ¥ casi-verbalf y que se repite a propésito de la Inteligencia y del Alma que habitan junto Parte superior y que sélo se inclina por sus partes inferiores —Io que es también parte de la iconografia) la que la significancin excep- cional de la huella perfila en el mundo. “Cuando se trata de principio anterior a los seres, lo Uno, éste sigue estando en si mismo; Pero si bien sigue estando, no se trata de algo diferente de aquel que produce los seres en conformidad con a, se basta a si mismo para engendrarlos... aqui, Ia huella de lo Uno hace nacer la esencia'y el ser slo es Ix hue. Ila de Jo Uno” (Enneadas, v, 5). : Lo que en cada huella de un pasaje empf- rico conserva la significancia especifica de la hhuella, mas alla del signo que puede Hegar a Ser, es posible slo por su situacién en la hue- lla de esta trascendencia. Esta posicién en [a huella que hemos Hamado ileidad no comien- En tanto que cierto modo, del ente. Sélo a su principio en su - . at LA SIGNIFICACION Y PL SENTIDO. za_en las cosas, Jas cuales, por si mismnas, ho dejan huella, sing que producen ¢ fe 0 decir, siguen estando en cl mundo. Una Pie dra ha rayado a otra. La rayadura oer, cicrtamente, scr tomada por una buckle; c realidad, sin el hombre que ha tenido la pie- dra, Ja rayadura s6lo es un efecto. Hay tam bién poco de huella cuando se dice: el ese del bosque ¢s la huella del rayo. La causa y efecto, aun separados por el tiempo, pert one: cen a un mismo mundo. Tedo n fas cose és aun lo que ticne de : is hulls qe Tes matea forman parte sta plenitnd de presencia, su historia & pasado. La huella como huella no conduce solamente hacia el pasado, sino que es el paso mismo hacia un pasado més Iejano que todo pasado y que todo porvenir, los cuales se or denan atin en mi tiempo —hacia el pasado del Otro donde se perfila la eternidad—, pa- sado absoluto que retine todos los tiempos. Lo absoluto de la presencia del Otro gue ha justificado la interpretacién de su epifania en la rectitud excepcional del tutes, no “ simple presencia en Ja que, a fin de cuentas, estén también presentes tas cosas. Su Presen cia pertenece también al presente de mi vi ie. Todo lo que constituye mi vida con su pasa ° y su porvenir se retine en. cl Presehic en cual las. cosas me Hegan. Pero en Ja huella al Otro resplandece el rostro: lo que se presen alli esta en vias de absolverse de mi vida y ~ 82 . LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO me visita como ya absoluto. Alguien ya ha pasado. Su huella no significa su pasado, co- mo no significa su trabajo, o su gozo en el mundo, ¢s el desarreglo mismo imprimiéndo- se (se estarfa tentado de decir gravdndose) de irrecusable gravidez. La eleidad de este El, no es el eso de la cosa que esté a nuestra disposicién y ante el cual Buber y Gabriel Marcel han tenido ra- z6n de preferir el Té para describir el encuen- tro humano, El movimiento del encuentro no se agrega al rostro inmévil. Est4 en este rostro mismo. E] rostro es, por si mismo, visitacién y trascendencia, Pero el rostro totalmente abier- to puede, a la vez, ser en si mismo, porque esta en la huella de la eleidad. La cleidad es el origen de la alteridad del ser en Ia cual el en sf de la objetividad participa traicionan- dolo. E] Dios que ha pasado no cs modelo del cual el rostro seria la imagen. Ser a la imagen de Dios, no significa ser el icono de Dios, sino encontrarse en su huella. El Dios reve- lado de nuestra espiritualidad judeo-cristiana conserva todo lo infinito de su ausencia que esté en el “orden” personal mismo. Sélo se muestra por su huelJa, como en el capitulo 33 del Exodo. Ir hacia él no es seguir esta hue- lla que no es un signo. Es ir hacia los Otros que se encuentran en la huella de la eleidad. Es por esta cleidad, situada mas alld de los clculos y de las reciprocidades de Ja econo- \ j cesidad, a apagarse en felicidad. ( LA SIGNIFICACION ¥ EL SENTIDO 83 mia y del mundo, que el ser tiene un sentido. Sentido que no es una finalidad. t o Porque no hay fin, ni témino. El Deseo del } | absolutamente Otro no verdra, como una ne- 4 i we HUMANISMO Y AN-ARQUIA* Ich liebe den, dessen Seele uebervoll ist, 80 dass er sich selber vergisst, und alle Dinge in ihm sind: so werden atle Dinge sein Untergang. Nietasche, Zaratusira, Prétogo 4, La crisis del humanismo en nuestra €poca tic- Be, sin duda, su origen en la experiencia de la incficacia humana que acusan la abundan. cia de nuestros medios de actuar y la exten- si6n de nuestras ambiciones. En el mando donde Jas cosas estén en su lugar, donde los Ojos, la mano y el pie saben encontrar] as, don- de Ia ciencia prolonga la topografia de Ia Percepcién y de la praxis, aunque transfigure Su espacio; en los lugares donde se alojan las ciudades y los campos que los humanos habi- ion al mismo tiempo que se ordenan, segtin IVeTSOs conjuntos, entre los entes, en toda esta realidad “al derecho”, el contrasentido de vastas empresas frustradas —~cn las que po- Los textos citados por el autor estin traducides dircc- famente del francés y ins referencias corresponden a. las versiones em esa lengua. Nos ha parecido més conve ewlones ca niente iP Procedimiento ya que permite salvar ta homogencided del texto y aclarar algunas parti fe ate toy Igunas particutares interpretaciones del isa] HUMANISMO Y AN-ARQUIA.* 85 Kitica y técnica concluyen en la negacién de los proyectos que las conducen— ensefia la in- consistencia del hombre, juguete de sus obras. Los muertos sin sepultura cn las guerras y en los campos de exterminio acreditan la idea de una muerte sin mafiana y vuclven tragi- cémica la preocupacién por si e ilusorias las pretensiones del animal rationale, de poscer un lugar privilegiado en el cosmos y capaci- dad de dominar y de integrar la totalidad del ser en una conciencia de si. Pero Ia propia conciencia de sf se desinte- gra. El psicoanilisis atestigua la inestabilidad y el caracter falaz de la coincidencia de si en cl cogito, que deberia sin embargo detener los engados del genio maligno y restituir al uni- verso, que sc ha vuelto sospechoso en todas partes, su seguridad de antes. La coincidencia consigo en Ja conciencia donde estd el ser des- de Descartes, se muestra al Otro (e, inmedia- tamente, al sujeto mismo), como conducida o trabajada por pulsiones, por influencias y un lenguaje que componen una mascara Ila- mada persona, la porsona o persona alguna, en rigor, un personaje dotado de consistencia puramente cmpirica, A partir de aqui, el mun= do fundado sobre el cogito se muestra huma- no, demasiado humano —al punto de hacer buscar la verdad en cl ser, en una objetividad de algin modo superlativa, pura de toda “ideologia”, sin huellas humanas. Uno puede preguntarse por qué el espiri- 86 HUMANISMO Y AN-ARQUIA tu de inconsecuencia, el anti-humanismo, pue- de atin reservar al hombre el descubrimiento del saber verdadero: ;et saber, al fin de cuen- tas, no pasa por Ja conciencia de si? Las clen- cias humanas, para las cuales nada es mas du- doso que un Yo que se escucha y que se palpa {mientras que su ser se desenvolveria fuera de él), para Jas cuales nada es mis horrible que el honmiguco de las significaciones cultu- rales, abordado interiormente por una subje- tividad (cuando que su expresién formal las simplifica y las explica)* ¢ho recurren acaso a Ja mediacién del hombre de ciencia? Pero estas viejas objeciones, que no igno- van ciertamente ni Ja sociologia, ni el: psico- andlisis del conocimiento, no tienen la uitima palabra. Es que la “refutacién” formalista que pretende triunfar sobre el relativismo subjetivista (;discutir lo subjetivo es afirmar el valor de lo subjetivo que discute!), no es- capa a la discusién escéptica que renace de sus cenizas como si se tratara de un discurso sin ultima palabra; como si el logos que, de suyo, es comienzo, origen, apy -—correla- tivo del vacio sin pasado de Ia libertad— fue- ra, aqui, constantemente sumergido por Io 1, Cf. Serres, Analyse symbolique et méthode structurale, una de las mas esclarecedoras exposiciones del sentido que reviste la mutacién actual de Ja filosofia {Reowe Philoso~ bhique de la Hrance et de Vétranger, octubre-diciembre 1967). Este notable estudio esta fechado en 1961 —lo que subraya atin la seguridad dei andlisis, HUMANISMO Y AN-ARQUIA 87 pre-original; como si la subjetividad no fuera la libertad de adhesién a un término que se le presenta, sino una pasividad mds pasiva que la de una receptividad. Esta es todavia la inicia- tiva del acogimiento, capaz de asumir lo que se le opone. Atraviesa, por lo tanto, el presen- te del logos o Io restituye a la memoria’. Di- cho de otra manera, la refutacién del relati- vismo subjetivista, bajo su forma tradicional, no toma en cuenta a crisis que supera y Se cree en posesidn del logos mismo que, sin em- bargo —por su instante de sincope ontolé- gico, intermedio de ninguna parte~, ya hae bia perdido, Al superar el rclativismo de Jo humano, efectiia una recuperacién. La ver- dad obtenida como por rebote, en el estallido de las verdades y por el desgaste de esta rea- lidad “al derecho”, cs como cl revés de lo Ver- dadero. Lucgo, todo sucede como si, en meta- fisica, el reverso valiera el derecho. Es sin duda éste el sentido de la objecién que Hus- serl hace a Descartes, cuando le reprocha ha- ber identificado el “yo soy” del cogito con la existencia de un alma que pertenece al mun- do —es.decir, haber situado el absoluto des- cubierto en la destruccién del mundo, entre las cosas del mundo, como si ellas nunca se hubieran hundido en cl “ninguna parte’, co- mo si su suspensién hubiera sido contingente, 2. Lo que justificaria Ja posicién de Sartre para quien todo compromizo y todo no-compromiso suponen libertad. 88 UMANISMO ¥ AN-aRguta Como si el ser que sale del coy fuera atin el mismo ce al ec eeite que cay6 en él. Descono- reducciéi Ogi fandamments oe oe 1, Un Nuevo modo de . Hay allt dean y como una concienci: me ncienci “ aerate slants, el fundamento del set ‘a— se invierte, no se hace en. cl fe S pensamientos Jan sanamente en el ser. El fin de Ta inotas AR fisica cuyo tema es concomitante con ¢| mitay fin del hy Imanismo, @no es uma re nera ‘de ? En efecto, en nues- confesién, Sin emb: a . on eta, la inconsecuencia implicada nomi ne lo absoluto de lo humano cn me hom Cvidencias que aportan las cien. : 1 en las que el hi ’ cob lz ombre no sé, oe Di 0, sino también sujeto— puede nasa ne ame ente. Bastaria mostrar el papel t € Operatorio isi a on cratono y provisional del gp el desenvolvimiento y Ia mnanifestacion a aa u stacion unto de términos que forman un is 3 A acta HUMANISMO Y AN-ARQUIA 89 tema. Mas alla de la “objetividad” posibie- mente “ideolégica”, se manifestaria un orden, en el que Ja subjetividad no seria més que el rodeo que, en virtud de un orden, toma presta- do la manifestacién o Ia inteligibilidad o la verdad de este orden. No seria el hombre, por no importa qué vocacién propia, el que inven- taria, buscaria o poscerfa la verdad. Es la ver- dad Ta que suscita y sostiene al hombre (sin sostenerse en él), via por la que entran las estructuras de tipo formal o légico-matemati- co para ordenarse y ubicarse segin su arqui- tectura ideal, rechazando los andamiajes hu- manes, que permitian la edificacién. Aunque Ia existencia del hombre —el ser abi— consis- tia en existir en vista de esta existencia misma, cs. la custedia o a la iluminacién 0 a Ja ocul- tacién o al olvido del ser —que no es sien- do— que esta ek-sistencia se consagra, susci- tando y situando lo humano todos estos movi- mientos y virajes.' La subjetividad aparecerd 3, Jas Semulas en las que st inscribe esta subordinacién del sujeto a Jas estructuras o al ser andnimo se ban per- filado en el pensamiente occidental mucho antes de Ta cri- ss actual def humanismo. Para Hegel, el sujeto sélo es ta distancia entre el sujeto y el predicado en la proposicién especulativa “...Gaando el primer sujeto (el sujeto del sistema) entra en las determinaciones mismas y es su alma, ‘el segundo sujeto, es decir ef yo que sabe, encuentra afin ‘en cl predicado al primer sujeto con el que quiere terminar y por sobre el que quiere retornar 2 si mismo, y en lugar Ge poder ser el elemento operante en el movimiento del pre- dicado, el que decide por el raciocinio Ia conveniencia de 90 HUMANISMO ¥_AN-ARQUIA en vista de su propia desaparicién, como momento necesario en la manifestacién de Ja estructura del Ser, de la Idea. Momen- to en el sentido, casi temporal, de momenta- neo, transitorio, pasajero, aun cuando toda una historia y toda una civilizacién se esbozan en este pasar. Este pasar no constituye, sin embargo, una nueva dimensién. Estudiade por la etnografia estructuralista como una realidad hecha, a su vez, de estructuras, per- tenece a un orden objetivo del cual esta et- nografia no es mas que una ubicacién, y al cual no es excepcidn. Como ubicacién de estructuras inteligibles, la subjetividad no tendria ninguna finalidad jnterna. Asistiriamos a Ta ruina del mito det hombre como fin en si, al dejar aparecer un orden, ni humano ni inhumano, que se orde- na, ciertamente, a través del hombre y las ci- vilizaciones que habria producido, pero orde- nandose, al fin de cuentas, por la fuerza propiamente racional del sistema dialéctico 0 légico-formal. Orden no-humano al cual tal o cual predicado af primer sujeto, nuis bien tiene que ver con el Si del contenido, si no quiere ser para si, sino solidario con el contenido mismo”. CI. Phdnoménologie de Esprit, pp. 53-54 de la traduccién de Jean Hyppolite. Este texto est4 comentado con penetracién y claridad en el bello ar- ticulo de J.P. Marquet al que remitimos. Cf. Systime et st. jet chez Hegel et Schelling, en Revue de Méraphysique et de Morale, 1968, n" 2. HUMANISMO Y AN-ARQUIA a conviene el nombre —que es el anonimato mismo— de materia.’ ¢Para volver a encontrar al hombre en esta materia y un nombre en este anonimato —un ser en este paisaje lunar— no se est obligado a hacer valer los “trascendentales”: algo 0 lo Uno? Contra Ja universalidad de las estruc- turas y Ja impersonal esencia del ser —-contra la relatividad reciproca de los puntos en un sistera— sera necesario un punto que cuente por él mismo y en el “delirio baquico en el que ningin miembro escapa a la ebriedad”, sera necesario una célula sobria, en si. Del surgi- miento del ente cn la matriz de algo o sobre cl modelo de lo Uno en el seno del ser —es decir en el seno de eso que se ha Iamado el ser del ente--- dependeria Ja esencia del hombre. Pero se ve también cl peligro de tal exigencia: el retorno a Ia filosofia de la sustancia, del so- porte, la reificacién del hombre, cuando se trata de devolverle la dignidad mas alta. ~Cémo lo uno y lo unico se levantan en la 4, Bn este punto be Gilosofia husserliana se encuentra en oposicin radical com toda fa filosoffa que, en buena parte, Je debe su nacimiento. Bn este punto permanece funda- mentalmente humanista, La subjetividad, iereductible a las condiciones trascendentales, puramente légicas, de la escue- la de Marburgo, tna parecida a lo psiquico humano, alt después de la éxox% fenomenolégica, es lo Absolute. Gon- tra los poderes de los sistemas, se afirma In implicaciin intencional: temas, horizontes, memoria, sedisnentacién de la historia que espera su reactivacién en una subjetividad jente. El sujeto no es un momento en un orden no-hu- mano o ideal, Muy por el contrario, objetividad, estewetura, 92 HUMANISMO Y AN-Angufa esencia? Buscar de nuevo esta matriz del ente en el placer o el presente, en el instante mara- villoso que merece permanecer o, mAs exacta- mente, en el tiempo que reposa en su hora, en Ia felicidad; oponer a la universalidad de la raz6n que no es un ente, los recursos de la afectividad escondidos en el cuerpo y en el co- razén del hombre, es todavia apegarse a la idea de reposo que sugiere como soporte la sustancia. De ahf Ia recaida y la disolucién del ente, arrancado al anonimato del scr, en la Naturaleza’. El animal rationale, en tanto sentido pensado —todo lo que puede ser captado en ta actitud que apunta 0 “intuiciona” al objeto es siempre abstracto, La mirada de Ia reflexién sobre la subjetividad es Ymica aun cuando enfoque aquello a to que “el pensamien- to queria Negar", El pensar vuelto hacia el objeto piensa de cite objeto, puede decirse, infinitamente menos de lo que no piensa de él. Es licito interrogar a Husser! sobre el zentido del ser de ta subjetividad. Pero en este caso ya se ha supnesto que Ia pregunta sobre el “sentido del ser” es lo timo y que esta interrogacién es la biisqueda de Io tiltimo, Ir hasta lo concreto de la subjetividad histériea, a ta inten- cidn, es, tal vez, una interrogacién de tipo totalmente di ferente, mids alld de lo tematizable y de lo tiltimo y esto, cualesquiera que sean las vias que Ia fenomenologia husser- Tiana ha seguido de hecho, 5. Esté aqui la mayor dificultad de Pour Mhomme de Mickel Dufrenne (fditions du Seuil, 1968), donde’ el talen- to rivaliza con el valor y el hombre es restituido a su esen= cia natural, a su régimen en el ser; mientras que de Ja critica al humanismo resulta tal ver muy claramente “la imposibilidad” de hablar del hombre en tanto qne in. dividuo de un género, “Yo" y “Otro” del cual soy respon- sable, somos precisamente diferentes por esta responsabili- dad unilateral. Soporto a todo y al Otro, pero de una mane- ra diferente a una sustancia en reposo bajo los accidentes HUMANISMO ¥_AN-ARQUIA 93 que animal se funda en Ja Naturaleza; en tan- to que rationale, palidece en la luz adonde leva a manifestar las Ydeas, los conceptos vueltos hacia si, los encadenamientos légicos y matenriticos, las estructuras u La ineficacia de la accién humana ensefia la precariedad del concepto: hombre. Pero abordar la accién humana en sus formas de- rivadas es pensarla a nivel del trabajo y del mandato. La accién distinta, de una simple re- percusién de la cnergia a Jo largo de una ca- dena causal, cs el hecho de comenzar, es de- cir de existir como origen y a partir de un origen hacia el futuro. lista se realiza enton- ces en el caracter iniciador —incoative— li- bre de la conciencia. La conciencia es un modo de ser tal que el comienzo es su esen- cia, Comenzar —ignoror o suspender el espe- sor indefinido del pasado— es la maravilla del presente. Todo contenido de la conciencia ha sido recibido, ha estado presente y, en con- sccuencia, ¢s presente o representado, memo- rable. La conciencia es la imposibilidad mis- ma de un pasado que no habria jams sido presente, y estaria vedado a la memoria y a Ja historia, Accién, libertad, comienzo, pre- sente, representacién —memoria ¢ historia— 9 HUMANISMO ¥ AN-ARQUIA articulan de diversos modos esta modalidad ontolégica que es la conciencia. Nada puede entrar fraudulentamente, de contrabando en cierto modo, en un yo consciente sin exponerse a Ja confesién, sin igualarse en Ja confesién, sin hacerse verdad. A partir de aqui toda ra- cionalidad remite al descubrimiento del ori- gen, del principio. La razén s una arqucolo~ gia, y la palabra compuesta arqueologia, una redundancia. La inteligibilidad del sujeto mis- mo no puede consistir mas que en esta ascen- sién al origen, movimiento que, cn conformi dad con la Wissenschaftslehre, es el ser mi mo del Yo, el “plantearse” cel si mismo. La reflexividad del Yo no es mas que cl hecho de ser cl origen del origen. Pero ya en el apkzamiento al infinite det Sollen, que mana del sujeto pucsto como Yo, origen de si o libertad, se anuncia el fracaso incluido en el acto bumano y se eleva cl anti- humanismo que reducira el hombre wu me Gio, necesario al ser para que él pueda refle- xionarse y mostrarse en su verdad, es decir, en el encadenamiento sistematico de los concep- tos, A partir de aqui, esta permitido pregun- tarse: gel humanismo no podria tomar alginy sentido si se piensa hasta sus ftimas conse- cuencias el desmentislo que el ser inflige a la libertad? No se puede encontrar un sentidy (sentido “al revés” de hecho, pero cl tinico auténtico aqui) a ta libertad, a partir de la pasividad misma de Jo humano, donde pare- | HUMANISMO Y AN-ARQUIA 95 ce aparecer su inconsistencia? ¢No se puede encontrar este sentido sin ser rechazado de esta manera hacia el “ser del ente”, hacia el sistema, hacia la materia? Se tratarfa de un nuevo concepto de la pa- sividad, de una pasividad més radical que la del efecto en una serie causal, mds acd de la conciencia y el saber, pero también mds acd de la inercia de las cosas que reposa en si mis- ma, como sustancias que oponen su naturale- a, causa material, a toda actividad; se trata- ria de una pasividad referida al revés del ser, anterior al plano ontolégico en el que el ser se plantea como naturaleza, referida a ta an- terioridad todavia sin exterioridad de la crea- cién, a Ja anterioridad meta-fisica. Como si As alla del anbitus de una melodia, un re- tro mas agudo © mds grave resonara y se entremezclara en los acordes escuchados, pero con una sonoridad que ninguna voz puede cantar y que ningdn instrument pucde pro- ducir.’ Anterioridad pre-original que se po- dria, de hecho, llamar religiosa, si el término no hiciera correr el riesgo de una teologia im- paciente por recuperar el “espiritualismo” : presente, representacién y principios, que ex- cluyen precisamente el “mds acd”, Hacer renacer al hombre de la inani- dad del hombre-principio, de la inanidad del . gNiewsche no es este seplo excepcional para hacer resonar este “mas alla"? 96 HUMANISMO ¥ ANoARQUIA Principio, del cuestionamiento de la libertad entendida como origen y presente, buscar Ja subjetividad en la pasividad radical, eno es entregarse a la fatalidad © a la determinacion gue son Ia abolicin misma del sujeto? Es ver- dad, si es que la alternativa libre/no libre es Ultima y si la subjetividad consiste en detener- se en Io tiltimo o en lo original. Pero es pre- cisamente esto sobre lo que cac la interroga~ cién. Sin duda, en su aistamicnto, en la separa~ cién aparentemente absoluta que ¢s cl psiquis- mo y cn Ja libertad soberana de Ia representa- cién, el Yo no conoce nada mAs aca de su libertad 0 que esta fuera de la necesiclad que entorpecc esa libertad, pero se presenta a clla. Est obligado, como en Fichte, a ser su pro- pio origen. Est ausente de su nacimiento y de su muerte, sin padre y sin asesino, obligado a darsclos —-a deducirlos—, a deducir el no- yo a partir de su libertad, a riesgo de hundir- se en Ja locura. La ascensién a lo tiltime o lo original, al principio, ya esta realizada por la libertad del Yo, que es el comienzo mismo. La tesis y la antitesis de la tercera antinomia kantiana implican la prioridad de la tesis, porque la situacién no se limita a los temas: Ja tesis y la antitesis se presentan a la concien- cia que las tematiza y se las representa en la identidad de lo dicho, del logos,” ambas se 7. Cl. nuestro estudio Langare et Proximité en Bn décou vrant Vexistence avec Husserl et Heidegger (2* edicién, Paw wis, Vein, 1967), p. 217. HUMANISMO Y AN-ARQUIA 97 ofrecen a una libertad en las alternativas' de _ adopcién o rechazo. La no-libertad absoluta no habia podido mostrarse absolutamente. Pero cl Yo puede ser cuestionado por el Otro de una manera exccpcional.'No a la manera de un obstdculo al que siempre puede medir, ni como Ja muerte que él mismo puede dar- se;* el Yo puede ser acusado, a pesar de su inocencia, por 1a violencia, pero también, a pesar deé Ja separacién en Ia que Io dejan el exclusivismo y Ia insularidad de lo psiquico, por cl Otro que, como tal sin embargo, lo “obsesiona” y que, préximo 0 lejano, le impu- ta una responsabilidad, irrecusable como un traumatismo, responsabilidad que no ha ele- gido, pero a la cual no puede sustraerse, ce- rrandose en si mismo. Reducido al silencio, da una respuesta mas aca del logos, como si su voz dispusiera de un registro de graves 0 de agudos mas alla de los graves y de los agu- dos. Sujeto indeclinable, precisamente en tan- to que rehén irremplazable por otros, ante- rior a Ja anfibologia del ser y del ente y a la condicién de una naturaleza’, . Se puede hablar del “mas alla de lo iltimo” 0 de Jo “pre-originario”, sin que se haga, por este mds alld o este mds acd, Ultimo u origi- 8. Durante el “limo cuarto de segundo” es ella la que viene a mi desmesurada, pero allf ya se acerca cl Otro. Cf. Totalité et Infini, p. 241. | 9. Cf. nuestro articulo La Substitution en Revue Philoe sophique'de Louuain, agosto de 1968. 98 HUMANIS310 ¥ AN-ARQUIA nario, El “mas ac” o el “pre-originario” o cl “pre-liminar” designan --por abuso del Jen- guaje desde luego— esta subjetividad ante- tior al Yo, anterior a su libertad y a su no-li- bertad. Sujeto pre-originario, fucra del ser, en si, La interioridad no se describe aqui en términos espaciales cualesquicra, como si se tratara del volumen de una esfera envuclia y oculta al Otro, pero que, formada como con- ciencia, se reflejaria también en lo Dicho y perteneceria asi al espacio comin a todos, al orden sincrénico; aunque tuviera que formar parte de la region més secreta de esta esfe- ra. La interioridad es el hecho de que en et ser el comienzo es precedido, pero lo que pre- cede no se presenta a la mirada libre que lo asumiria, no se hace presente nireprescila- cién; algo ha pasado ya “por sobre la cabe- za” del presente, no ha atravesado el cordén de la conciencia y no se deja recuperar; algo que precede al comienzo y al principio, que es an-Arquicamente a pesar del ser, invierte 0 precede al ser. Se trata por otra parte de algo? EJ algo sigue estando en cl ser, asumi- ble y exterior. Se trata aqui de una pasividad jnasumible, que no se nombra o que sdlo se nombra por abuso del Jenguaje, pro-nombre de la subjetividad, El derecho del ser implica un revés que no se puede dar vuelta, Pero esta férmula no resulta de no importa qué com- placencia por Jo inefable y lo incomunica- dle. Lo inefable o lo incomunicable de la ge womanisso ¥ aN-arguia 99 interioridad que no podria mantenerse en un Dicho —es una responsabilidad, anterior a la libertad. La indecibilidad de lo incfable se describe por lo preoriginal de Ja responsa- hilicdad por los otros, por una responsabilidad anterior a todo compromiso libre, antes de describirse por su incapacidad de aparecer en lo dicho."" El sujeto no resalta sobre el scr por una libertad que lo volveria duefio de las cosas, sino por una susceptibilidad preorigina- ria“, mds antigua que el origen, susceptibili- dad provocada en el sujeto™ sin que la provo- cacién sc haya hecho jamas presente, o logos que se ofrece a Ja asuncién o al rechazo y que se coloca en el campo bi-polar de los valores. Por esta susceptibilidad, el sujeto es responsa- ble de su responsabilidad, incapaz de sustracr- se a ella sin guardar la huella de su deser- 10. Responsabilidad: et “‘pre-original” es Decir. Pero responsabilidad: Decir imprudente y arriesgado, comunica- cién de si que toda informacién presupone. Ser mas acd, el nds ac del ser: es Decir, siempre descubrirse, exponere, poner la mejilla que es la explacién de la violencia experi- mentada por la falta det ozo y donde el presente de esta violencia ya se refiere, de este anode, a lo pre-original. Pero este Decir de la responsabilidad Meva en su extravagancia en su teascendencia— Ta posibilidad y Ya necesidad del peso, del pensar, de la justicia (CL el final de nuestro ar- culo sobre La substitution en Revue Philosophique de Low vain, 1968, 2° 3). 11. Més acé de la pasividad, todavia relativa, de la ma- teria y de Ia inercia de Jas cosas, 12. Provocada en ef sujeto —o susceptibilidad que perfi- ja Ia subjetividad misma del sujeto. 100 HUMANISMO Y AN-ARQUIA cién™*. Es responsabilidad antes de ser inten- cionalidad. ML Pero gno poder sustraerse a la responsabili- dad, no es servidumbre? ¢En qué cosa esta pasividad coloca al sujeto “mas alld de Io li- bre y lo no-libre”? ¢En qué !a susceptibilidad de Ja responsabilidad pre-originaria, antcrior a Ja confrontacién con el Jogos, a su presen cia, anterior al comicnzo que se presenta (0 se presentifica}, al acuerdo .que se otorga o que se niega al logos, no es un encadena- miento? ¢Por qué, expulsado en si, acorralado en la responsabilidad, devuelto a su unicidad irremplazable por esta indeclinable responsa- bilidad, el sujeto se exalta en Ia indeclina- bilidad de lo Uno? Para que la determinacién por el otro puc- da Hamarse servidumbre, seria necesario que Jo determinado permanezca otro con relacion a cso que Jo determina. En cfecto, cl -deter- rainismo puro y simple no ¢s servidumbre para 13. Contra Fichte y contra Sartre —que piensan que todo lo que est en el sujeto y hasta el sujeto mismo se remonta a una posicién debida al sujeto, Pero Sartre ha ha- blado del sujeto condenado a Ia libertad. Las paginas si- | guientes descubren el sentido de esta condenacién. a THUMANISMO Y AN-ARQUIA 101 ninguno de sus términos que constituyerr la unidad de un orden. Pero para que lo deter- minado pueda ser otro con relacién a aquello gue Jo determina, es necesario que sca libre: cs necesario que guarde el recurso del presen- te en el que lo determinante lo ha determina- do y ha sido su contemporaneo. Este poder de reminiscencia cs precisamente lo que habria escapado a la determinacién, la parte —aun- que sélo sea infima— de libertad, necesaria a Ja condicién de servidumbre. Una pasividad absoluta, cn Ja que el término determinante no ge ha presentado jams a Jo determinado, ni aun en el recuerdo, equivale’al determinismo. gE determinismo est& mis allé de la libertad y de a servidumbre? St. Pero la subjetividad se encuentra mas ac& de Ia alternativa deter- minismo-servidumbre. La cita de presentacién del determinante al determinado, a Ja que se guerria hacer remontar el origen de la responsabilidad, puede haber sido imposible, si el determinante es el Bien, que no es ob- jeto de una eleccién, porque cs tomado por el sujeto antes de haber tcnido el sujeto cl ticmpo —es decir la distancia— necesario a la cleceién. No hay avasailamiento m4s comple- to que este asimiento por cl bien, que esta eleccién. Pero al caracter avasallante de la responsabilidad que desborda la eleccién —de ja obediencia anterior a la presentacién o la representacién del mandato que obliga a la responsabilidad— se anula por la bondad del 102 HUMANISMO ¥ AN-ARQUIA Bien que ordena.* EF! obediente vuclve a en- contrar, mAs acd del avasallamiento, su inte- gridad. La responsabilidad indeclinable y sin embargo jamés asumnida con plona Libertad es bien. El asimiento por el bien, la pasividad del “expcrimentar el bien” es una contraccién mas profunda que fa que exige el movimiento de los labios que imitan esta contraccién, cuando articulan el si. La ética se presenta aqui al discurso filoséfico, rigurosamente on- tolégico en su punto de partida, como una inversi6n extrema de sus posibilidades. Es a partir de una pasividad radical de la subje- tividad que recuperamos Ia nocién de “una responsabilidad que desborda la libertad” (cuando sélo la libertad deberia poder justi- ficar y limitar las responsabilidades), de una obediencia anterior a la recepcién de érde- nes, desde esta situacién anarquica de la res- ponsabilidad, el andlisis —por abuso del Jen- guaje, sin duda— nombra al Bien. Ser dominado por el Bien no es escoger el Bien a partir de una neutralidad, frente a la bi-polaridad axiolégica. El concepto fe tal bi-polaridad se refiere ya a la libertad, absoluto del presente y equivaldria a Ja ii ‘pe. 14, Amuiacién que consiste en “agrawar” In servidumbre al revelarme el rostro del Otro y al ordenarme en él, al mismo tiempo que me litera de ini, No desarrullamos aqui este aspecto del problema de la subjetividad reservado a otro estudio, pero al cual se hace alusién frecuente en nucs- ros Artéculos citados: Langage et Proxinité y La Substi- tution. MUMANISMO Y AN-aRQUIA 103 sibilidad de ir mas acd del principio, a lo ab- soluto del saber. Luego, ser dominado por el Bien es precisamente exeluirse de la posibili- dad misma de eleceiéu, excluirse de la coexis- tencia cn el presente. La imposibilidad de eleccién no ¢s aqui el efecto de la violencia ——fatalidad 6 detcrminismo— sino de la clec- cién irrecusable por cl Bien que, para el ele- gido, esta siempre cumplida de antemano. Eleccién por el Bien que no es precisamente accion, sino la no-violencia misma. Eleccién, es decir, investidura de lo no intercambiable. Y por lo tanto pasividad més pasiva que toda pasividad: filial; pero sujecién pre- via, pre- légica, sujecién en un sentido tnico que se estarfa equivecado si se interpretara a partir del didlogo. La pasividad, inconvertible cn presente, no ¢s un simple efecto de un Bien, restaurada en calidad de causa de este efec- to: en esta pasividad el Bien es el que, para hablar con propiedad, no tiene ser y no es, sino por la bondad. La pasividad es el ser, del mds alld del ser, del Bien, pasividad que el lenguaje tiene raz6n en circunscribir —trai- cionand i en Ja palabra: no- ser; la pasividad es el lugar --o mas exacta- mente, cl no-lugar— del Bien, su excepcién a la regla del scr, siempre descubierta en el logos, su excepeién del presente”. Platén nos como sentimicnto idad no justificada 15. No es necesario pensar el bie! que suaviza la violencia de la responsabil 104 HUMANISMO Y AN-ARQUIA ha recordado las largas pruebas del oj quiere fijar el sol en su viaje. Pero el sol mun. ca se sustrae a Ja mirada. Lo invisible de la Biblia es Ja idea del Bien mas alla del ser. Es- tar obligado a Ja responsabilidad no tiene co- mienzo, No en el sentido de una perpetuidad cualquiera ° de una perpetuidad que se pre- tendiera eternidad (y que es probablemente la extrapolacin que da el “infinito erré- neo”), sino en el sentido de una inconvertibi- lidad en presente asumible. Nocién que no ¢s puramente negativa. Es la responsabilidad desbordando la libertad, es decir, la responsa- + bilidad por los otros. Es huella de un pasado que se niega al presente y a la representacién, huella de un pasado inmemorial. , Es por el Bien que la obligacin de la res- ponsabilidad irrescindible, irreversible, irrecu- sable, responsabilidad que no se origina enuna cleccién, no cs la violencia que dificulta una eleccién, sino que sitta una “interioridad” que precede a Ia libertad y a Ja no-libertad fuera de la bipolaridad axiolégica, obedien- cia a un valor Gnico sin anti-valor, al cual es imposible escapar," pero que, “emparenta- por un acto libre y que perteneceri “experienci Ie responded” Boy de saya, paividad “ecnete 1a respons precisamente 16, ““eDénde ocultatme? ; Huyamos en la noche infer. pall 2Pero qué dige? Mi padre tiene alli ta urna fetal” lice Racine en el Fedra, donde Ia responsabilidad de responsabilidad es una fauidad. Pero la paternidad del Bien TUMANTSHO ¥ AN-ARQUIA 405 do” con el sujeto, no es ni escogido ni no; escogido y en el que el sujeto es elegido guar- dando !a huella de‘su eleccién. Valor que no se ofrece jamais como tema, ni presente, ni representado y que, para no dejarse tema- tizar, para no comenzar, ¢s mas antiguo que el principio y es, en un pasado inme- morial sin presente, por la ambigiedad y la antigiiedad de la huella, no-ausente. Valor que sc nombra por abuso del len- guaje. Valor que se Hama Dios. Una. tema- tizacin transformaria la pasividad preorigi- naria del elegido que sulre la cleccién, on opcién que el sujeto cfectiia’y Ia subjetividad —o Ja sujecién—- on usurpacién, Asi, la sub- jetividad del en-si es como una obediencia a una orden que se cumple antes de haberse escuchado, Ia anarquia misma. El sujeto co- mo Yo se sostiene ya en la libertad, més all& del si, mas all de Ja relacion al pre-origina- rio, al pre-liminar, mas alla de la pura past vidad, mds antigua que aquella que, obstacu- lizando la actividad de su inercia, la supone. La pasividad pura que precede a la Jibertad es responsabilidad, Pero responsabilidad que no debe nada a mi libertad es mi responsabi- lidad por Ja libertad de los otros. Alli, donde yo hubiera podido seguir siendo espectador, es percibida en su postbilidad. —No te dojaré ni to aban: Gonaré”, dice en Ja Biblia el Eterno a Josué: ef supremo divorcio es aqui el supremo refugio. 106 ALUMANISMO Y_AN-ARQUIA soy responsable, es decir aim, hablante. Ya nada es teatro, el drama ya no es juego. Todo cs grave.” v Pero nada se hace tendencia natural en esta pasividad de ser poscido por el Bien, en la que el Bien es, mientras que, hablando con propie- dad, no tiene que ser y es sélo por la bondad. La relacién con el Otro no se convierte en 17. La perspeetiva de Jo pre-original que abve la irrecu- sable responsubilidad por los virus ~-o Ta pasividad del bien— justifica, tal vez, que se pueda hablar de ereacién exnihilo: pasividad que excluye hasta la receptividad, por- que en Ja creacién lo que seria toduvia asuinit minimamente el-acto --como una materia que asume por sus potencias Ja forma qne la penctra— sélo surge exando ya ha termina. do el acto creador, ‘Tesis que no tiene ef poder, o la de- bilidad, de aproximarse @ x afirmacién doguidticn de ta creacién. La nocién de creacién no es introducida aqui como concepto entolégico en wna ascensidn & ka causa prie mera del ser a partir de un dato, ni tampnco come Ia as: censién al origen del tiempo, a partir del presente —ca- mino que, a pesar de las antinoutiay kantiauas, bubiia ene contrado niilagrosamente un argumnento que silenciaria la antitesis. La creacién no es pensada aqui como, afirmacién de una tesis, ke eval en el tena, en el presente, supone ya ke libertad, es decir, ef Yo que se pretende increade, cucstio~ nando [i creaciéa, La “creaturalidad” del sujeto no puede convertirse en representaciéa de Ia ereacién. Es “para el Yo", que se pretende increado, su expulsién en si en kt pasividad de una responsabilidad que desborda Ja libertad. HUMANISMO ¥ AN-ARQUIA 107 Naturaleza, ni en promesa de felicidad que envuelve con felicidad esta relaci6n con el Otro. La pasividad en la que el Bien es, no se hace eros, nada suprime en esta pasividad la huella del Otro en su virilidad para devolver cl Otro al Mismo. El lazo anarquico en- tre'el sujeto y el Bien —lazo que no se puede anndar como asaneién de un principio que, de cualquier modo, se haria presente al suje- to en fa eleccién; pero lazo anarquico que se habria anudado sin que el sujeto haya sido voluntad, y que no es la constitucién del “ins- tinto divino” de la responsabilidad, de “una naturaleza altruista y generosa”, de una “bon- dad natural”. Lazo que liga a un afucra. Esta exterioridad de la alianza se mantiene preci- samente en el esfuerzo que exige la responsa- bilidad por los otros, tan extrafia al eros co- mo al entusiasmo (posesién donde desaparece la diferencia entre posesor y poseido}. Pero Je hace falta la tentacién de la facilidad de rouper, el atractivo crético de la irresponsa- bilidad que, a través de wna responsabilidad limitada por Ja libertad de aquel “que no-es el guardian de su hermano”, presiente el Mal de la libertad absoluta del juego. De aqui viene, en cl seno de la sumisién al Bien, la se- duccién de la irresponsabilidad, la probabili- dad del egoismo en el sujeto responsable de su responsabilidad, es decir el nacimiento mis- mo del Yo en la voluntad obediente. Esta ten- tacién de separarse del Bien, es la encarna- 108 HUMANISMO Y AN-ARQUIA cién misma del sujeto"* o su presencia en cl ser. Pero no es porque el Yo sea un alma en- carnada, que fa tentacién turba Ja obediencia pre-via al Bien y promete al hombre Ia elec- cién soberana ; cs porque la obediencia sin ser- vidumbre al Bien es obediencia a un otro gue sigue siendo otro, que el sujeto es carnal a bordo del eros, y se hace ser. - La esencia del mal es-su ambigiiedad in- salvable. El mal, seductor y facil cs, tal vez, incapaz, de romper Ia pasividad de la sujecién prediminar, prechistérica, de aniquilar el mas acd, de repudiar lo que el sujeto jamas ha contravido. El mal se muestra como pecado, es decir responsabilidad, a pesar suyo, de la no aceptacién de las responsabilidades. Ni al lado, ni frente al Bien, sino en el segundo lu- gar, por debajo, mas abajo que el Bien. El ser que persevera en el ser, el egoismo o el Mal perfila as{ la dimensién misma dela bajeza y el nacimiento de la jerarquia. Aqui comienza la bipolaridad axiolégica. Pero el Mal se pre- tende contemporanco, igual, y hermano me- llizo del Bien, Mentira irrefutable —mentira luciferina. Sin él que es el egoismo mismo del Yo puesto como su propio origen —increado— principio sobcrano, principe —sin la imposi- bilidad de abatir este orgullo, la andrquica veld; b8 ensatnacién —fundamentalmente erdtien— ex te imposibilidad de escapar a si, es decir, de huir sus responsabilidades. Por esto se muestra el carat il sorio de Ia ruptura con la sumision, ww HUMANISMO ¥ AN-ARQUIA wy sumisiOn al Bien no seria ya anarquica y equi- valdria a la demostracién de Dios, a la teolo- gia que trata a Dios como si perteneciera al ser oa Ja perecpcién; equivaldria al optimis- mo que una teologia puede ensefiar, que la religién debe esperar, pero sobre la que cl fi- Jésofo calla. Este silencio puede ser tomado pot la diso- lucién del hombre en ef ser que !o seduce y al que vuelve. El anti-humanismo modero tie- ne, sin duda, razon cuando no encuentra en el hombre, comprendido como individuo de an género 0 de una regiba ontolégica —indi- viduo que persevera en el ser como todas las gustancias—, un privilegio que lo constituya como el fin de Ja realidad. Pero cl Yo, vuelto a un Si, responsable a pesar de si, abroga el egoismo del conatus € introduce en cl ser un sentido. No puede haber mis sentido en el ser que el que no se mide en cl ser. La muerte vuelve insensata toda la preocupacién que el Yo quisiera tomar por su cxistencia y su destino. Una empresa sin sali- da y siempre ridicula: nada es mas cémico que Ja preocupacién por si mismo de un ser condenado a la destruccién; tan absurda como aquel que interroga, para actuar, a Jos astros, cuyo veredicto no tiene apelacién. Nada es mas cémico o mis tragico. Pertenece al mis- mmo hombre ser figura tragica y c6mica. Pero la responsabilidad pre-original por a otro no se mide en el ser, no esta precedida 110 HUMANISMO Y AN-ARQUIA de una decisién y la muerte no puede redu- cirla al absurdo. En el placer, que es el uni co capaz de hacer olvidar ta tragicomedia del ser y que, tal vez, se defina por este olvido, Ja muerte es recordada como un desmentido, mientras que perfecciona el sacrificio de la responsabilidad irrecusable. Nadie es tan hi- pécrita para pretender que ha quitado a la muerte su dardo —-ni aun los prometedores de las religiones; pero podemos tener respon- sabilidades por las cuales no podemos dejar de consentir a Ja muerte. Es a pesar mio que el Otro me concierne, Si se tuviera el derecho de retener de un sistema filos6fico un rasgo, dejando de lado jos detalles de su arquitectura aunque no haya detalles en arquitectura, segtin Valéry, y teniendo en cuenta que en filosofia el detalle es el que le inipide al conjunto ser una puerta falsa— evocariamos aqui el kantismo: encon- trar un sentido a lo humano sin medirlo por la ontologia, sin saber y sin preguntarse “qué hay de...”, fuera de la mortalidad y la in- mortalidad, la revolucién copernicana cs tal vez esto. A partir de la responsabilidad siempre mas antigua que ¢l conatus de la sustancia, mas antigua que el comienzo y el principio, a par- tir de lo an-Arquico, el yo vuelto a si, respon- sable del Otro — es decir rehén de todos -~ es decir sustituto de todos por su no intercam- biabilidad misma — rehén de todos los otros HUMANISM Y AN-ARQUIA 1M que precisamente otros no pertenccen al mis- mo género que el yo, porque soy responsable de ellos sin preocuparme de su responsabili- dad con respecto a mi porque, atin de clla, soy, al fin de cuentas y desde el comienzo, res- ponsable —- el yo, yo soy hombre que soporta el universo, “pleno de todas las cosas”. Res- ponsabilidad o decir anterior al ser y al ente, que no se dice en categorias ontolégicas. El antihumanismo moderno no tiene tal vez ra- zon para no encontrar en el hombre, perdido cn la historia y en el orden, la huella de ese Cecir pre-histérico y an-Arquico. SIN IDENTIDAD 4Si no respondo de mi, quién responders por mi? Pero si sélo respondo de mi, datin soy yo? (reimna de Babtlonia: Tratado de Aboth a} {. LAS CIENCIAS HUMANAS Fin del humanismo, de la metafisica —anuer- te del hombre, muerte de Dios (o jmuerte a Dios!)— ideas apocalipticas o slogans de la alta sociedad intelectual. Como todas las ma- nifestaciones del gusto —-y de los hastios— parisienses, estas declaraciones se imponen con la tirania del ultimo grito, pero se ponen al alcance de todos y se degradan. Su verdad primera es de orden metodolé- gico. Expresan cierto estado de investigacio- nes en Jas ciencias humanas. Una preocupa- ci6n de rigor vuelve desconfiados a psicélogos, socidlogos, historiadores y lingitistas frente a un Yo que se escucha y se palpa, pero sigue estando sin defensa contra las ilusiones de su clase y los fantasmas de su neurosis la- tente. Un formalismo se impone para domesti- car la proliferacién salvaje de los hechos hu- manos que, abordades cn su cotenido, nublan la vista del teérico; un formulismo que se im- reir SIN IDENTIDAD 113 pone para medi la certeza del saber, mds se- guro de los Kimites de sus axiomaticas que de cualquier axioma. El estudio del hombre entroncado en una civilizacién y en una cco- nomfa que ha legado a ser planetaria, no pue- de limitarse a una toma de conciencia: su muerte, su renacimicnto, sw transformacién, se juegan, de aqui cn adclante, lejos de J mismo. De ahi la aversién por cierta predica- cién en la que cayé —-a pesar de su ciencia de sus audacias de antafio— el humanismo occidental al establecerse en 1a ambigiiedad miemorable de las bellas letras, de las “bellas almas”, sin contacto con Jo real de las violen- cias y la explotacion. Todo respcto al “mis- terio humano” se denuncia, por tanto, como ignorancia y opresién, “Decir noblemente lo humano del hombre, pensar la humanidad en el hombre, es Hegar rapidamente a un discurso insostenible y, ¢cémo negarlo?, mas repugnan- te que todas las groserias nihilistas”, escribe en noviembre de 1967, Maurice Blanchot. ‘Yomar los principios de método por afir~ inaciones sobre cl fondo de Tas cosas (si el fin de la metafisica permite atin hablar del fondo de las cosas) es, ciertamente, cosa de espiri- tus simples y apresurados. 1. La Nouvelle Reowe Francaise, nium. 179, pp. 820-821. Y, de tina ouincra profética, seis meses antes de mayo de 1968, Blanchot ve Ja sustitucién del humanismo literario por el humanism det grito y det “grito escrito”, las “nse cripciones de las sparedes”. 114 SIN IDEN'TRAD. Tanto es asi, que el progreso mismo de las ciencias humanas de nuestro tiempo procede de una mutacién de la luz del mundo, de la ca- ducidad de ciertas significaciones. La nostal- gia del formalismo légico y de las estracturas matematicas en la: comprensi6n del hombre, desborda las precauciones y malabarismos me- todoldgicos, al mismo tiempo que supern Ta imitacién positivista. de los arquetipos del nimero y de la medida, triunfantes en la fisi- ca. Consiste en preferir, hasta cn el orden hu- mano, las identidades matematicas, identifi- cables exteriormente, en la coincidencia de si consigo donde, hace cien afios, se queria an- clar la nave del saber exacto. Desde ghora en adelante el sujeto se elimina del orden de las razones. Como si su. congruencia misma con- sigo fucra imposible; como si la interioridad del sujeto no se cerrara desde el interior. El psiquismo y sus libertades (donde se desplic- ga sin embargo el pensar explorador del sabio mismo), no serfan mas que un rodeo prestado por las estructuras para encadenarse en siste- ma y para mostrarse a la luz. No es mas el hombre, por vocacién propia, el que buscaria o posceria la verdad; es la verdad la que sus- cita y sostiene al hombre (isin sustenerse Ch €1!). La interioridad del yo idéntico a si mis- mo se disuelve en la totalidad sin repliegnes ni sceretos. Todo lo humano es exterior. Esto puede pasar por una formulacién muy consis- tente del materialismo. SIN IDENTIDAD 15 éDé6nde encontrar por otra parte, en e] ser sin salida, una no man’s land para cl repliegue de la subjetividad trascendental? Si recorda- mos las razones vencrables que impusieron Ja “conciencia trascendental” a la filosofia de- scosa de comprender el conocimiento, podria- mos, d¢ hecho, obstinarnos en pensar el ser en funcién de la subjetividad y en un “no-lu- gue’, donde se uscutara Ja soberania legisla- dora de Ta conciencia trascendental. Pero las contradicciones que desgarran al mundo razo- nable, ¢l que se pretende salido de Ia legisla- cin trascendental, ¢no destruyen la identidad de lo subjetivo? Que una accién puede ser obstaculizada por la técnica destinada a vol- verla eficaz y facil; que uma ciencia, nacida para abarcar el mundo, Io lance a la desinte- gracién; que una politica y una administra- cidn, guiadas por el ideal humanista, manten gan la explotaci6n del hombre por el hombre y la guerra —éstas son singulares inversiones de proyectos razonables, que descalifican la causatidad humana y, por eso mismo, la sub- jetividad trascendental comprendida como es- pontaneidad y acto. Todo transcurre como si el Yo, identidad por excelencia, al cual se remontaria toda identidad identificable, fra- casara consigo, no Ilegara a coincidir consigo mismo. Desde hace tiempo, de hecho, los hombres eran sensibles a esta alienacién. Pero desde ¢} siglo x1x se encontraba, con Hegel, un senti- 16 SIN IDENTIDAD do a esta alienacién, reconocida como provi- sional y como debiendo aportar un aumento de conciencia y de claridad a la conclusién de Jas cosas. Se explicaban estos desvios de la vo- Iuntad, sobre todo con Marx, por Ia aliena- cién social; jal exaltar las esperanzas socialis- tas se volvia, paradojalmente, plausible cl jdcalismo trascendental! La angustia de hoy es mas profunda. Provicne de la experiencia de revoluciones que se hunden en Ja burocra- cia yen la represi6n y cn la experiencia de violencias totalitarias que se hacen pasar por revoluciones. Porque, en ellas, se aliena la de- salienacién misma. La recurrencia a si, \a idea de un Yo que se identifica al volver a en- contrarse, mucstra el fracaso, o al menos de- nuncia la empresa revolucionaria que, a pesar de realizarse con extrema conciencia, engafia a Ja intencién vigilante que la desea, en la accién que se escapa de Ja mano fuerte ~-mano de hierro--- que la guia. Los reen- cuentros de si, de suyo tracasan. La interiori- dad no. seria rigurosamente interior. Yo es otro. ¢La identidad misma no es un fracaso? El sentido consistirfa en buscar, en un mundo que no Ieve las huellas humanas y que no fal- see, la identidad de las significaciones. En un mundo puro de toda ideologia. SIN IDENTIDAD 117 ‘H. HEIDEGGER Txiste una convergencia significativa, on el pensamiento contemporanco, entre este enjui- ciamiento de Ja subjetividad por las cicncias hamanas y el pensar filos6fico, el mas influyen: te de este siglo, que se siente ya pos-filoséfi co’. Heidegger relaciona la nocién de subjeti- vidad trascendente con cierta orientacién de Ta filosofia curopea, con Ja metafisica. Estima que esta metafisica se termina. Identidad irre- ductible, Yo, psiquismo, conciencia, sujeto, la posibilidad de encerrarse en si y de separarse del ser, de ir, entonces, al’ser a partir de este replicguc en st (que es en cl pensamiento mo- derno, la certeza de si, cuyo modelo fija el cogito cartesiano) —todo esto seria atin me- tafisica; como la concepcién segtin la cual el acto cultural, polftico 0 técnico proyectaria en ta abscondidad det Ser Jos rayos de su luz interior, fuente de sentido, y recubriria al ser opaco de capas de sentido, en cl curso de Ja historia que seria cl movimiento de la Razén misma, al transfigurar cl Ser por el Arte, la 2. Cl. en esta materia el bello libro de Mikel Dufrenne, Pour UHomme (ditions du Sonil, Paris, 1968}. Cf. tame bién Reowe Internationale de Philosophie, mim, 85-96 y es- pecialmente el articulo de Louis Marin. Es necesario notar, sin embargo, que Heidegger mismo pone fa logistica, la so- ciclogia y Ia psicologia entre Ias manifestaciones del nibilise mo y de la votuntad de poder que pertenecen a la metatisica desfalleciente. Cf. Zur Seinsfrage en Wegmarken, p. 220: ef, mis adelante nals 4 SIN IDENTIDAD 118 Ciencia, cl Estado y Ja Industria. Para Hei- degger el proceso mismo del ser —Ia esencia del ser-—* es la eclosi6n de un determinado sentido, de una determinada luz, de una de- terminada paz que nada piden al sujeto, nada expresan que sea interior de un alma. El pro- ceso del ser --0 Ja esencia del ser— ¢s, desde el principio, manifestacién, es decir, plesiul en el sitio, en el mundo, cn la hospitalidad. Pero asi, la manifestacién requicre al hombre, porque a él se confia como secreto y como te tea. Confidente, pero también vocero, heral- do, mensajero del ser, el hombre no expresa ninguna conciencia. Manteniéndose en la apertura del ser —cuya ¢sencia Cs patencia— el hombre dice el ser, ; En Ja apertura, pero también en el olvido! En “cl olvido del ser”, el hombre se encierra como ménada; se hace alma, conciencia, vida psiquica, De esta ce- rradura -—en 1a que el ser se interpreta aun y se comprende y se muestra, como a espaldas del alma que sélo enuncia al ente— habria expresado Ia historia Ja feneciente metafisica europea. Pero se acaba. La “concicncia no es mas un mundo. El mundo interior es cuestio- nado por Heidegger y las ciencias humanas. Pensar —-después det fin de la metafisica— es responder al lenguaje silencioso de la indirec- ta, responder desde el fondo de un’ escuchar a 3, Este término se emplea en este estudio como ef nom- hee abstract del verbo ser SIN WENTIDAD 1g Ja paz que es el lenguaje original; maravillar- se de este silencio y de esta paz. Simplicidad y maravilla que son también la resistencia y la atencién extrema del poeta y del artista: es en ef sentido propio del término, guardar el silencio. El pocma o la obra de arte guar- dan el silencio, dejan de ser la esencia del ser, como el pastor guarda sus rcbaiios, Como una patria o un suclo requieren a sus autéctonos, el ser requiere al hombre. El extrafiamiento del hombre en el mundo, su condicién de apa- trida, atestiguarian los fltimos asaltos de la metafisica y del humanismo que sostiene. Por esta denuncia del “mundo interior” Heide- gger radicaliza el anti-psicologismo husserlia- no’. Con el siglo xx, el fin de la subjetividad 4. En Ja obra de Husserl el anti-psicologismo se dirigia sobre todo contra a “naturalizacién” de la concieneia, pero sreservaba Ia interioridad soberana det sujeto en el idealis- mo trascendental. La subjetivididad traseendental fundaba todo saber, La intencionalidad por la cual la conciencia sig- nificaba apertura se constitufa como contenido al nivel del tiempo inmanente. Noesis, noemas y objetos intencionales se constitufan, al fin de cuentas, en el interior de la con- ciencia segura de si misma; jqué importa si la fenomeno- logia sola —y a desticompo— est4 en condiciones de reac- tivar y de explicar Ia obra, al primer embate, clandestino, de jn conciencia constituyente! La conciencia explica el univer- 0, defendida de antemano contra toda fractura traumatica, secura adversus deos. El anti-psicologismo heideggeriano cuestiona este origen de todo sentido en Mi, No al su- bordinar el ser a las estructuras légicas (que, para Heide- gger, no son Jenguaje), ni a una textura matemética (que to es para él un texto}. | ¥ esto es nuevo, este anti-psicolo- gismo que no cs logicista! Pero para Heidegger, e! sujeto no tiene nada interior que expresar. Es pensado integro a partir 120 SIN IDENTIDAD habria comenzado. Las ciencias humanas y Heidegger terminan en el triunfo de la inteli- gibilidad matemética, que expulsa en la ideo- logia al sujeto, 1a persona, su unicidad y su eleccién, 0 en el arraigamiento del hombre en el ser cuyo mensajero y poeta seria. I. SUBJETIVIDAD ¥ VULNERABILIDAD Pero ya es tiempo de plantear algunas cuesio- nes. ¢La causalidad humana concuerda con el sentido de la subjetividad? El Acto —la in- tervencién en el Ser fundada sobre la repre- - sentacién del Ser, es decir, fundada sobre la conciencia en Ja que el Ser se presenta y, asi, siempre sce remen presente y representado, vuelve en la reminiscencia “a sus comienzos”, y asi, sc entrega a la libertad, siempre corre- Jativa de una intencionalidad—, el Acto libre, al asumir Jo que se impone a mf, permane- ciendo voluntad, aun ante lo incluctable, a mal tiempo buena cara, actividad que resurge bajo la pasividad de la impresién, el acto li- bre gresponde a la vocacién de Ja subjetivi- dad? ¢La subjetividad no esté en condiciones de referirse —sin representarlo— a un pasado del Sor y de Ja verdad del Ser. Nuestra propia interro- gacién se sitiia alli: ¢la subjetividad no es sinceridad? —puesta al descubierto de si mismo— que no ¢s una ope- sites de ponerse en Ta ‘develar ef ser” racién teérica, sino ofrenda de si “apertura de la verdad”, antes de SIN IDENTIDAD 12 que pasa todo presente y que, asi, desborda Ja medida de la libertad? Estamos ante una rela- cién anterior al entendimiento de una voca- cién, que precede al entendimiento y al descu- brimiento, que precede a Ja verdad. En el acercamicnto del otro, en el que el otro se en- cuentra desde un comienzo bajo mi responsa- bilidad, “algo” ha desbordado mis decisiones libremente tomadas, se ha escurrido en mi, @ mis espaldas, alineando asi mi identidad. ¢Es cierto que, en la deportacién o en Ja deriva de la identidad que se perciben a través de la inversion de los proyectos humanos, el sujeto no significaba el esplendor de su juventud? éEs cierto que la formula de Rimbaud: “soy un otro”, significaba solamente alteracién, alicnacién, traicién de sf, extrafiamiento a si mismo y avasallamiento de este extrafio? Es cierto que ya la experiencia mas humilde, de aguel que s¢ pone en lugar de otro —cs decir, se acusa del mal o del dolor del otro— no cesta animado del sentido mas eminente segin el cual “yo cs un otro”? ‘Todo lo humano es exterior, dicen las cien- cias humanas. Todo es exterior o todo en mi est4 abierto. : Es cierto que en esta exposicién a todos los vientos, la subjetividad se pierde entre las cosas 0 en la materia? :La subjeti- vidad no significa precisamente por su inca~ pacidad de encerrarse en Io interior? La aper- tura puede, en efecto, entenderse en diversos sentidos, SiN IDENTIDAD 122 Primero puede significar la apertura de todo objeto a todos los otros, en Ja unidad del wniverso regida por la tercera Analogia de ja experiencia de la Critica de la razdn pura, Pero el término apertura pucce designar también Ia intencionalidad de Ja conciencia _-am éxtasis en el ser. Extasis de la ek-sisten- cia, segin Heidegger, que anima la concien cia, que est Hamada, por Ja apertura origina’ de Ja esencia (del Sein), a ocupar un lugar en ese drama de la apertura. La ek-sistencia seria también la visién o la especulacién de este drama. El éxtasis de la intencionalidad se encontrarfa asi fundado en la verdad del ser, en a parusia. gE] naturalismo no ha presen- tido ese modo de fundamento al plantear la conciencia como avatar de la Naturaleza? Avatar y, consecuentementc —en Su extra- fiamiento con relacién al ser, en su excep- cién—, epifenémeno. Pero la apertura puede tener un tercer sen- tido. No es ya Ja esencia del ser que se abre para mostrarse, ni la conciencia que se abre a Ja presencia de Ja esencia abierta y confiada a ella. La apertura es lo descarnado de la piel cxpuesta a fa herida y al ultraje. La apertura cs la vulnerabilidad de una piel ofrecida, en cl ultcaje y en la herida, mAs allé de todo 0 que puede mostrarse, mas alla de todo lo aves de Ja esencia de} ser, pucde | exponerse a la comprension y a Ia celebracién. En la sen~ Sibilidad, ‘‘se pone al descubierto”, se expone SIN IDENTIDaD 123 un desnudo mds desnudo que el de la piel que, forma y belleza, inspira a las artes plas- ticas; desnudo de una piel ofrecida al contac- to, a la caricia que siempre, y aun en la vo- luptuosidad equivocamente, es sufrimiento por cl sufrimiento del otro. Al descubierto, abierta como una ciudad declarada abierta ante la llegada del enemigo, la sensibilidad, mas acd de toda voluntad, de todo acto, de toda declaracién, de toda postura —es la vul- nerabilidad misma, ¢#s? ¢Su ser no consiste en desvestirse de ser, no en morir, sino en alterarse, en “otra cosa que ‘ser”? Subjetivi- dad del sujeto, pasividad radical del hombre, el cual, por otra parte, se planta, se declara ser y considera su sensibilidad como atributo, Pasividad mas pasiva que toda pasividad, de- sechada en la particula prenominal se que no tiene nominativo. El Yo, de pie a cabeza, has- ta la médula de los huesos, es vulnerabilidad. No se podria interpretar la “apertura” de la sensibilidad como simple exposicién a Ja afeccién de las causas. El otro por el cual su- fro no es solamente el “excitante” de la psico- logia experimental —ni aun una causa que, por la intencionalidad del sufrimiento, seria tematizada. La vulnerabilidad es m4s (o me- nos} que la pasividad que recibe una forma o un impacto. Es la aptitud —que todo ser en su “orguilo natural” tendria vergiienza de confesar— a “ser abatido”, a “recibir bofeta- das”. “Que tienda la mejilla a quien le hiere, 124 SEN IDENTIDAD que se harte de oprobios”, dice adm ryablemente un texto profético. Sin hacer in- tervenir una busqueda deliberada del sufri- miento o de la humillacién (presentacién de la otra mejilla), sugiere, en cl primer pade- cer, en el padecer en tanto que padecer, un consentimiento insoportable y duro que anima la pasividad y que la anima extrafiamente a pesar de clla, mientras que Ia pasividad como tal no tiene ni fuerza, ni intenci6n, ni agrado, ni desagrado, La impotencia o Ja humildad del “sufrir”, esta mas acé de la pasividad del experimentar. La palabra “sinceridad” toma aqui todo su sentido: descubrirse sin defensa alguna, estar entregado. La sinceridad inte- Jectual, la veracidad, ya se refiere a la vulne- rabilidad, se funda en ella. . En la vulnerabilidad se aloja una relacion con el otro que la causalidad no agota; rela- cién anterior a toda afeccién por cl excitante, La identidad del si no opone limites al expe- rimentar, ni aun Ja resistencia Yiltima que la materia “en potencia” opone a la forma que Ja inviste. La vulnerabilidad es ta obsesién por el otro o la aproximacién del otro. Es para el otro, desde detras del otro del excitante. Apro- ximacién que no se reduce ni a la representa- cién del otro, ni a la conciencia de la pro- ximidad. Sufrir por el otro, es tenerlo al cuidado, soportarlo, estar en su lugar, consa- admi- 5. Jamentaciones 3,50. SIN IDENTIDAD, 125, mirse por él. Todo amor o todo odio del préji- mo como actitud, refleja, supone esta vulnera- bilidad previa: misericordia® “conmocién de las entrafias’”. Desde la sensibilidad, el sujeto es para el otro: sustitucién, responsabilidad, expiacién. Pero responsabilidad que no he asumido en ningGn momento, en ningtin pre- sente. Nada es mas pasivo que este enjuicia- miento anicrior a mi libertad, que este enjui- ciamicnto pre-original, que esta franqueza. Pasividad de Jo vulnerable, condicién (0 in- condicién) por la cual el ser se muestra creatura, La franqueza expone —hasta Ja herida, El Yo activo retorna a la pasividad de un si, al acusativo del se que no deriva de ningéin no- minativo, a la acusacién anterior a toda falta‘. 6. Pensamos en el término biblico “Rakhamin” que se traduce por misericordia pero contiene referencias a Ia pa- Jabra “Rekhem" —dtero: se trata de una misericordia que €s como una emocién de entrafias maternas, 7. Jeremias 31, 20. 8. La nocién de subjetividad, que proponemos aqui, no consiste ni en conjuncién de estructuras, ni en red de Hcjos. No remite a la interioridad de la conciencia trascen- dental precavida de antemano contra todo taumatisne y, desde el fondo de su misma receptividad, asumiendo el dato. La subjetividad significa pot una pasividad més pasiva que toda pasividad, mas pasiva que Ja materia, por sw vulnerabi- Jidad, por su sensibitidad, por su desnudez més desnuda que la desnudez, por el desnudarse sincero de esta desnudez que se convierte en decic, por ¢} decir de la responsabilidad, por Ja sustitucién en la que Ja responsabilidad se dice hasta sus liltimas consecuencias, por el acusative sin nominative del si, por la exposicién al traumatisme de Ja acusacién gratuita, por la expiacién por Otro. Traumatismo que confurde la 126 SIN IDENTIDAD Pero exposicién nunca bastante pasiva: la exposicién se expone; la sinceridad pone al desnudo la sinceridad misma. Hay decir. Co- mo si el decir tuviera un sentido anterior a la verdad que descubre; anterior al advenimien- to del saber y de la informacién que comunic: puro de todo dicho; decir que no ‘dice pala- bra, que infinitamente —prevoluntariamen- te— consientc. Al descubierto en la franqueza en la que la veracidad vendré, mucho des- pués, a fundarse y asf, fuera de toda exhi- bicién teméatica, ésta es Ja subjetividad del sujeto inocente de conjuciones ontolégicas, subjetividad del sujeto anterior a la esencia: juventud. Pero juventud que no significa sim- plemente Jo inconcluso de un destino friamen- te empezado, posible, que Ilama a la esencia. Juventud que cl filésofo ama —el “antes de ser”, lo “otra cosa que ser”. ;El pensamiento modal de Jeanne Delhomme, no apunta a esta modalidad dificil “sin continuidad consigo, sin continuacién de sf? Instantes maravillo- sos: el Uno sin el ser del Parménides de Pla- t6n; ¢l yo que sc trasluce en cl cogite en el conciencia siempre en vigitia, pero proyectada en Fesig ciéa a través de una noche en la que, bajo el efecto del traumatismo, se efectia el retorno de! Yo al Si. Noche del inconsciente, ciertamente. Vero al volver a encontrar el drama interhumano y lo inconsciente nxds alla de la vigilan- cia del idealismo trascendental y de la psicologia ctisica, se puede pensar que ef drama interhumano de Io. subj mis profundo que ef drama erétieo y que éste Mev El eros supone el rostro. a aguél. SIN IDENTIDAD 127 momento del naufragio de todo ser, pero an- tes del salvataje del yo en el ser, como si el naufragio no bubiese tenido lugar; la unidad kantiana del “yo pienso” antes de su reduccién a una forma légica que Hegel devolverA al coucepto; el Yo puro de Husserl, trascendien- do en la inmanencia, mas acd del mundo, pero también mas acd del ser absoluto de la conciencia reducida; el hombre nietzscheano sacudiendo el ser del mundo en el pasaje al superhombre, “reduciendo” el ser no a golpes de paréntesis, sino por la violencia de un ver- bo inaudito, deshaciendo por el no-decir de la danza o del reir (no se sabe por qué, tragicas y graves, al borde de Ja locura) los mundos que teje el verbo aforfstico que los demuele; retirAndose del tiempo del envejecimiento (de la sintesis pasiva) por cl pensar del eterno retorno. La reduccién fenomenolégica bus- cando, més alla del ser, el Yo puro, no podria obtenerse por el efecto de una escritura en la que la tinta del mundo manche los dedos que ponen entre paréntesis este mundo. Pero es necesario que ia filosoffa vuclva de nuevo para traducir —aunque Ios trai- cionara— lo puro y lo indecible. IV, EL EXTRANAMIENTO EN EL SER Nos atrevercmos finalmente a plantear algu- nas cuestiones a propésito de Heidegger. ; Et SIN IDENTIDAD 128 extrafiamiento del hombre cn el mundo, ¢s el efecto de un proceso comenzado con los pre- socraticos que dijeron la apertura del ser sin impedir ef olvido de esta apertura a través de Platén, Aristételes y Descartes? El alma ox Jada en este mundo que Platén trasmite a’ pensamiento metafisico, atestigua el alvido del Ser, zAcaso la nocién del sujeto refleja ani, camente lo que Heidegger Hama la historia de! ser y cuyo olvido metafisico esboza las épo- cas en la historia de la filosofia? ¢La cri s de la interioridad marca el fin de este extrafia- miento de la ex-cepcién o del cxilio del su- jeto y del hombre? ¢Es para el hombre apa; trida el retorno a una patria sobre la tierra! Nosotros los occidentales, desde California a los Urales, nutridos de Biblia al menos tan- to como de presocraticos, no somos extran- jeros en el mundo, aunque de una manera que no debe nada a la certeza del cogito, que, desde Descartes, expresaria el ser del cue. Extrafiamiento en cl mundo que el fin de la metafisica no Hega a disipar. ¢Fstamos ante cl no-sentido infiltrandose en un mundo ca cl que, hasta el momento, el hombre no era solamente pastor del ser, sino elegido por a mismo? ¢O el extrafio fracaso o defeccién de Ja identidad confirmaria la eleccién humana: la infa —para servir, pero del Otro para si mismo? Los versiculos biblicos no estan aan para probar, sino que testimonian una tract iencia. ¢ n cl mismo ion y una experiencia. éNo tiene SIN IDENTIDAD 129 derecho a la cita que H&lderlin y Trakl? La, pregunta tiene un alcance mds general: las sagradas escrituras lefdas y comentadas, en Occidente, ¢han inclinado la escritura griega de los filésofos o sdlo estén unidas a ellos tera- tolégicamente? ;Filosofar es descifrar en un palimpsesto una escritura oculta? Se lee cn el Salmo 119: “Un forastero soy sobre la tierra, tus mandamientos no me ocul- tes”. El texto seria tardio, segtin la critica histérica, y se remontaria ya al perfodo hele- nistico cn el que el mito platénico del alma exilada cn el cuerpo habria podido seducir a la espiritualidad de Oriente? Sin embargo el Salmo prolonga textos reconocidos como an- teriores al siglo de Sécrates y de Platén, en es- pecial el capitulo 25, versiculo 23 del Levi- tico: “La tierra no puede venderse para siem- pre, porque la tierra cs mia, ya que vosotros sois para mi como forasteros y huéspedes.” No se trata aqui del extrafiamicnto del alma eterna exiliada entre las sombras pasajeras ni Ce un destino que la edificacién de una casa y la posesién de una ticrra permitir4 superar, obteniendo por la construccién la hospitalidad del sitio que Ja tierra envuelve. Porque como en cl Salmo 119, en que se apela a los man- damicntos, esta diferencia entre yo y el mun- do es prolongada por obligaciones hacia los otros. Eco del decir permanente de la Biblia: la condicién —o la incondicién— de extran- jeros y de esclavos en el pais de Egipto, acer- 130 SIN IDENTIDAD ca el hombre al préjimo. Los hombres se buscan en su incondicién de extranjeros. Na- die est4 en su casa. El recuerdo de esta serv dumbre retine a la humanidad. La diferencia que se abre entre el yo y el si mismo, la no-coincidencia de lo idéntico, cs una no-indi- ferencia fundamental con respecto a los hombres. Et hombre libre estA consagrado al préji- mo, nadie puede salvarse sin Jos otros. El do- minio reservado del alma no se cierra desde el interior. Pues c! Eterno “cerré la puerta detras de Noé”, nos dice con admirable precisién un texto del Génesis. ¢Cémo se ce- rraria en Ia hora en que la humanidad pe- rezca? ¢ Hay horas en que el diluvio no ame- naza? He aqui la interioridad imposible que desorienta y reorienta Jas ciencias humanas de nuestros dias: imposibilidad que no apren- demos ni por Ia metafisica, ni por el fin de la metafisica. Distancia entre el yo y el si mismo, recurrencia imposible, identidad imposible. Nadic pucde quedarse en si mismo: la huma- nidad del hombre, la subjetividad, es una responsabilidad por los otros, una vulnerabili- dad extrema. La vuelta a si mismo se con- vierte en rodeo interminable. Anterior a Ja conciencia y a la eleccién —antes que la crea- tura se retina en presente y representacién para hacerse esencia— el hombre se aproxi- ma al hombre. Esta formaco de responsabi lidades. Por cllas, desgarra la esencia. No se 131 SIN IDENTIDAD trata de un sujeto que asume responsabilida- des o se evade de las responsabilidades, de un sujeto constituido, puesto en si y para si como una libre identidad, Se trata de la subjetivi- dad del sujeto, no de su no-indiferencia con respecto ai otro en Ja responsabilidad ilimita- da —porque no se mide por compromisos— y ala que me remiten asuncién y rechazo de responsabilidades. Se trata de la responsabili- dad por los otros hacia los que se desvia el | movimiento de Ia recurrencia, en las “entra- fias conmovidas” de la subjetividad que des- garra. Extranjero para si, obsesionado por los otros, in-quieto, el Yo es rehén, rehén en la recurrencia misma de un yo que no cesa de fallarse a si mismo. Pero de este modo, siem- pre més préximo a los otros, mas obligado, agravando su fracaso ante si mismo. Este pa- sivo sdlo se reabsorbe extendiéndose; ;gloria de la no-csencia! Pasividad que ninguna vo- luntad “sana” puede querer y, asi, expulsa- da, aparte. sin recoger el mérito de sus virtu- des y de sus talentos, incapaz de recogerse para acumularse y asi incharse de ser. No- esencia del hombre, posiblemente menor que nada. “Puede ser que ‘cl hombre pasc’, como se acostumbra a decir -~escribe Maurice Blanchot—. Pasa, mds atin, siempre ya ha pasado, en la medida en que siempre ha sido apto a su propia desaparicién.. . No hay pucs que renegar del’ humanismo con la condicién 132 SIN IDENTIDAD de reconocerlo alli donde es menos mentiroso, nunca en las zonas de la interioridad del po- der y de la ley, del orden, de Ja cultura y de ja magnificencia heroica...” Sin reposo en si, sin cimientos en el mundo —en este extraftamicnto de todo lugar— del otro lado del ser —méas all4 del ser— jhay aqui una interioridad muy particular! No es construccién de filésofo, sino la irreal reali- dad de hombres perseguidos cn Ja historia co- tidiana del mundo, cuya dignidad y sentido Ja metafisica no ha retenido jamas y sobre la cual los filésofos se tapan Ja cara. Pero esta responsabilidad experimentada mas all4 de toda pasividad de la que nadie me puede desligar eximiéndome de mi inca- pacidad de encerrarme; csta responsabilidac a la cual el Yo no pucde hurtarse —-yo a quien el otro no puede sustituir— designa asi Ja unicidad de lo irremplazable. Unicidad sin interioridad, yo sin reposo en sf, rehén de to- dos, algjado dle si en cada movimiento de su vuelta a si -—hombre sin identidad. El hom- bre comprendido como individuo de un géne- ro 0 como ente situado en una regidén ontolé- gica, que persevera en el ser como todas las sustancias, no tiene ningdn privilegio que lo jnstaure como fin de la realidad. Pero cs ne- cesario también pensar el hombre a partir de Ja responsabilidad mas antigua que cl conatus de a sustancia 0 Ia identificacion interior; partir de la responsabilidad que, apelando SIN IDENTIDAD 133, siempre hacia afuera, desarregla precisamen- te esta intcrioridad; es necesario pensar el hombre a partir de si que se pone a pesar siyo eu eb lugar de todos, sustituto de todos por su misma no-intercambiabilidad ; es nece- sario pensar el hombre a partir de la condi- cién o de la incondicién de rehén —-de rehén de todos los otros que, precisamente otros, no pertenecen al mismo género que yo, porque soy responsable de clos, sin respaldarme en su responsabilidad frente a mi que les permi- tirfa sustituirme, porque aun de sus responsa- bilidades soy, al fin de cucntas, y primera- mente, responsable. Es por esta responsabili- dad suplementaria por la que la subjetividad no es cl Yo, sino yo. Vv. LA JUVENTUD ;Estas palabras pertenccen a las “Considera- Giones intempestivas” a pesar de su punto de partida en la situacién intelectual de nuestro tiempo? ¢No habrén chocado por un vocabu- lario caduco, idealista y humanista? La oca- sién es buena para preguntarse, al termi- nar, si las aspiraciones de la juventud en el mundo de hoy, a pesar de las violencias y de Jas irresponsabilidades en las que degeneran, se producen al margen de un pensamicnto consagrado a la subjetividad definida a partir bee Ae San WTIDAD de Ia responsabilidad y contra la nocién de | ser’, La idea de una subjetividad, incapaz de en- cerrarse —hasta la sustitucién—, responsable de todas los otros y, en consecuencia, la idea de la defensa del hombre, entendida como la defensa del hombre que no soy yo, preside lo que, en nuestros dias, se Ilama critica del hu- manismo. Esta rcchaza Ja responsabilidad pe- trificada en las “bellas Ictras” y donde el Decir reducido a lo Dicho entra en conjun- cién con sus propias condiciones, forma cs- tructura con sus contextos y pierde su juven- tud de decir'*; juventud que es ruptura del contexto, palabra’ que corta, palabra nictz- scheana, palabra profética, sin estatuto cn el 9. Es interesante notar eémo entre Jos “sentimientos” mis imperatives en mayo de 1968 dominaba ef rechazo a una el que, o lugar de definirse por su vulnerabilidad Jeanna més pasiva que toda pasividad, por su deeds hacia el otro, se definiese pot su satisfaccién, por sus bienes y sus recibos, Mas alld del capitalismo y de Ia explotacién, se cucstiona~ ban sus condiciones: Ia persona comprendida como acuniu- lacién de ser, por los méritos, los Uitulos, lx competencia profesional —tumefaceién ontolégica que pesa sobre los otros hasta aplastarlos, instituyendo una sociedad jerarquizada, que se mantiene més alld de’ tas necesidades de consumo ¥ a Ia que ningin sopto religioso Tograba volver igualita~ ria, Detrés del capital en tener, pesaba ya un capital en ser. 10. Ymposibilidad de hablar que es tal vez Ia experien« cia mis innegable de muestra época. Sentimos ef disenrso como insoportable solernnidad, declamacién y sermén, de manera que podemos hablar y escuchar sin repulsién el discurso algoritmico de Ia ciencia, ef cétidiano: “Dame un vaso de agua” —y ser tentados por el discurso violento, ya yrito, destenctor de to dicho, SIN IDENTIDAD 135, ser, pero sin arbitrariedad, porque sale de Ja sinceridad, es decir, de Ja responsabilidad mis- ma por el otro. Es por esta responsabilidad ilimitada, no sentida como un estado de ani- mo, sino significante en el si mismo del si, que se consume, subjctividad del sujeto, como brasa recubierta de cenizas (pero que se aviva bruscamente en antorcha viviente) —cs por esta responsabilidad, herida que arde de cracldades y de pesares experimentados por los otros, que sc caracteriza nuestra época tan- to como por csas mismas crucldades y esos pesares, Que el hombre no haya dejado de contar para el hombre, a pesar del matema- tismo formal de las estructuras, la nueva lec- tura de Marx y la técnica psicoanalitica, ¢sig- nificaria que la vida es intrinsecamente csti- pida y cerrada a la ciencia que engendra y que 3a bestia humana, segim la formula de una sabiduria sospechosa, es invariable? E! sujeto que hemos sorprendido en el de- cir anterior a lo dicho fue calificado de joven. Este adjetivo indica la demasia del sentido sobre el ser que Io sostiene y que pretende medirlo y restringirlo, En el fulgor de algu- nos instantes privilegiados de 1968 —pronto apagados por un lenguaje tan conformista y tan charlatén como el que pretendia rempla- var—- la juventud consistié cn discutir un mundo desde largo tiempo denunciado. Pero Ja denuncia se habia convertido, desde hace tiempo, cn literatura y cldusula de estilo, Al- 136. SIN IDEN TIDAD gumas voces 0 algunos gritos le devolvieron su significacién propia ¢ irrecusable. La vaga no- cién de la autenticidad —de la que se abu- sa— tomé aqui un sentido preciso. La juven- tud es autenticidad. Pero juventud definida por Ia sinceridad que no ¢s la brutalidad de Ja confesién y la violencia del acto, sino apro- ximacién a otro, tomar a cargo al préjimo, sinceridad que viene de Ja vulnerabilidad hu- mana. Capaz de descubrir Jas responsabilida- des bajo la espesa capa de las literaturas que Ja evaden, la juventud ~-de la cual no puede decirse més “si la juventud supiera’"'— dejé de ser Ja edad de la transicién y del pasaje (“es necesario pasar la juventud”), para ma- nifestarse como la humanidad del hombre. HL. ¢Posce los poderes que se le atribula en otro tiem- po, cuando se le negaba el saber? Porque a menos de renun- ciar a Ja sociedad y, en Ja responsabilidad ilimitada por los otros, aniquilar toda posibilidad de responder de hecho, ro se puede evitar ni el dicho, ni las letras, ni las bellas le- tras, ni Ja comprensién del ser, ni Ja filosofia, No se pue- de privarse de ello si sc va a manifestar al pensamiento coaunque sea deforméndoio. — el mas all det ser mismo. Manifestactén al precio de una traiciéa, pero necesaria a la justicia que se resigna a Ia tradicién, a la continuidad, a las nstituciones, a pesar de su infidelidad. No tener cura para ello, es rozar el nihilismo.

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