Está en la página 1de 5
La novela familiar de los neuréticos (1909 [1908)}) En el individuo que crece, su desasimiento de la autoridad parental es una de las operaciones més necesatias, pero tam- bién més dolorosas, del desarrollo. Es absolutamente nece- satio que se cumpla, y es licito suponer que todo hombre devenido normal Jo ha Ievado a cabo en cierta medida. ‘Miés todavia: el progreso de la sociedad descansa, todo él, en esa oposicién entre ambas generaciones. Por otto Ja- do, existe una clase de neuréticos en cuyo estado se dis- cierne, como condicionante, su fracaso en esa tarea. Pata el nifio pequefio, los padres son al comienzo la vinica autoridad y la fuente de toda creencia. Llegar a parecerse a ellos —vale decir, al progenitor de igual sexo—, a ser grande como el padre y la madre: he abf el deseo més inten- so y més gravido en consecuencias de esos afios infantiles. Ahora bien, a medida‘que avanza en su desarrollo intelec- tual el nifio no puede dejar de ir tomando noticia, poco a poco, de las categorfas a que sus padres pertenecen. Conoce a otros padres, los compara con los propios, lo cual le con- fiere un derecho a dudar del cardcter tinico y sin parangén a ellos atribuido. Pequefios sucesos en la vida del nifio, que le provocan un talante descontento, Je dan ocasién para iniciar la critica a sus padres y para valorizar en esta toma de partido contra ellos la noticia adquirida de que otros padres son preferibles en muchos aspectos. Por la psicologia de las neurosis sabemos que en esto cooperan, entre otras, las mds intensas mociones de una rivalidad sexual. El pafio donde se cortan tales ocasiones es evidentemente el senti- miento de ser relegado. Hartas son las oportunidades en que al nifio lo relegan, o al menos él lo siente asi, y en que echa de menos el amor total de sus padres, pero en particular lamenta tener que compartirlo con otros hermanitos. La sensacién de que no le son cortespondidas en plenitud sus inclinaciones propias se ventila luego en la idea, a menudo recordada concientemente desde la primera infancia, de que uno es hijo bastatdo 0 adoptivo. Muchos hombres que no han devenido neuréticos suelen acordarse de tales opor- tunidades en que tramaron —las més de las veces influidos 217 por lecturas— esa concepcién y esa téplica respecto del compottamiento hostil de sus padres. Ahora bien, aqui se muestra ya la influencia del sexo, pues el varoncito presenta inclinacién a mociones hostiles mucho més hacia su padre que hacia su madre, y se inclina con mayor intensidad a emanciparse de aquel que de esta. Puede ocurrir que la acti- vidad fantaseadora de Ja nifia pequefia resulte hatto mds débil en este punto. En tales mociones concientemente re- cordadas de la infancia hallamos el factor que nos posibilita entender el mito. Rara vez recordado con conciencia, pero casi siempre pes- quisable por el psicoandlisis, es el estadio siguiente en el desarrollo de esta enajenacién respecto de los padres, estadio que se puede designat como novela familiar de los neurdti- cos. Es enteramente caracterfstica de la neurosis, como tam- bién de todo talento superior, una particularfsima actividad fantaseadora, que se revela primero en los juegos infantiles y luego, més o menos desde la época de la prepubertad, se apodera del tema de las relaciones familiares. Un ejemplo caracteristico de esta particular actividad de Ja fantasia son Jos consabidos suefios diurnos,’ que se ptolongan mucho més alld de Ja pubertad. Una observacién exacta de ellos ensefia que sirven al cumplimiento de deseos, a la rectifi- cacién de la vida, y conocen dos metas principales: la eré- tica y la de la ambicién (tras la cual, empero, las mds de las veces se esconde la erética). Pues bien, hacia la edad que hemos mencionado la fantasfa del nifio se ocupa en la tarea de librarse de los menospreciados padres y sustituirlos por otros, en general unos de posicién social més elevada. Pata ello se aprovechan encuentros casuales con vivencias efectivas (conocer al sefior del castillo o al terrateniente, en el campo, o a los nobles, en Ja ciudad). Tales vivencias casuales despiertan la envidia del nifio, envidia que luego halla expresién en una fantasia que le sustituye a sus dos padres por unos de mejor cuna, Para Ia técnica de Ievar a cabo tales fantasfas, que desde luego son concientes en esa época, interesan la destreza y el material de que el nifio disponga. También importa que se las haya realizado con mayor © menor empefio por obtener verosimilitud. A este estadio se llega en una época en que el nifio no tiene atin noticia de las condiciones sexuales del nacimiento. Luego viene a sumarse la noticia sobre las condiciones sexuales diversas de padre y madre; si el nifio llega a apre- 1 Cf. aLas fantasias histéricas y su relacién con la bisexualidad» (19082), donde se hallaré una referencia a la bibliografia sobre el tema [supra, pag. 141.] 218 hender que «pater semper incertus est», mientras que la ma- dre es «certissima»,* la novela familiar experimenta una cu- riosa limitacién, a saber: se conforma con enaltecer al padre, no poniendo ya en duda la descendencia de Ja madre, con- siderada inmodificable. Este segundo estadio (sexual) de Ja novela familiar tiene por portador, ademés, un segundo motivo que faltaba en el primer estadio (asexual). Con la noticia sobre los procesos sexuales nace una inclinacién a pintarse situaciones y vinculos erdticos en que entra como fuerza pulsional el placer de poner a la madre, que es asunto de la suprema curiosidad sexual, en Ja situacién de infide- lidad escondida y secretos enredos amorosos.* De esta ma- nera, aquellas primeras fantasfas, en cierto modo asexuales, son Ilevadas hasta Ja cispide del actual discernimiento. Por lo demés, el motivo de la venganza y la represalia, situado antes en el primer plano, también se muestra aqui. Es que son las més de las veces estos nifios neuréticos los que han sido castigados por sus padres a rafz del desartaigo de malas costumbtes sexuales, de lo cual se vengan median- te tales fantasias. Muy en particular son Jos nifios nacidos después que otros hermanos quienes mediante esas imaginerias {Dichtung} arrebatan la primacfa sobre todo a los predecesores (exac- tamente como en las intrigas que registra la historia), y a menudo no les arredra inyentar {andichten} a la madre tan- tos enredos amorosos como competidores haya. Una notable variante de esta novela familiar consiste en reclamar el héroe fantaseador {dichtend} para si mismo la legitimidad, a la vez que asi elimina por ilegitimos a sus otros hermanos. Y en todo esto es posible todavia que un interés particular gobierne la novela familiar, que, por su cardcter polifacético y su miltiple aplicabilidad, puede establecer transaccién con toda clase de afanes. De este modo el pequefio fantaseador puede eliminar mediante ella el vinculo de parentesco con una hermana, que acaso lo atrajo sexualmente.* Quien aparte la vista horrorizado ante esta corrupcién del 4nimo infantil, e incluso pretenda impugnar la posibi- lidad misma de que existan tales cosas, debe observar que todas estas imaginerfas al parecer tan hostiles no llevan, en verdad, intencién tan maligna y, bajo ligero disfraz, acredi- * (El padre es siempre incierto, la madre es certfsiman, antigua férmula juridica,} 2 [Freud retoma esto en «Sobre un tipo particular de eleccién de objeto en el hombre» (19104), AE, 11, pags, 1645.1 % [Encontramos mencionado esto siltimo en la carta a Fliess del 20 de junio de 1898 (Freud, 19502, Carta 91).] 219 tan Ja ternura originaria del nifio hacia sus padres, que se ha conservado. Sélo en apariencia son infieles y desagradecidas; en efecto, si uno escruta en los detalles las més frecuentes de esas fantasias noveladas, esa sustitucién de ambos proge- nitores 0 del padre solo por unas personas més grandiosas, descubre que estos nuevos y més nobles padres estén inte- gramente dotados con rasgos que provienen de recuerdos reales de los padres inferiores verdaderos, de suerte que el nifio en verdad no elimina al padre, sino que lo enaltece. Y aun el integro afén de sustituir al padre verdadero por uno més noble no es sino expresién de la afioranza del nifio por la edad dichosa y perdida en que su padre le parecia el hombre més noble y poderoso, y su madre la mujer més bella y amorosa. Entonces, se extrafia del padre a quien ahora conoce y regresa a aquel en quien creyé durante su primera infancia; asi, la fantasia no es en verdad sino la expresién del lamento pot la desapaticién de esa dichosa edad. Por tanto, Ja sobrestimacién de los primeros afios de la infancia vuelve a campear por sus fueros en estas fanta- sfas. Una interesante contribucién a este tema proviene del estudio de los suefios. En efecto, su interpretacién ensefia que aun en afios posteriores el emperador y la emperatriz, esas augustas personalidades, significan en los suefios padre y madre.* Por consiguiente, la sobrestimacién infantil de los padres se ha conservado también en el suefio del adulto normal. 4 Véase mi libro La interpretacién de los suefios (19002) LAE, 8, pag. 359]. 220

También podría gustarte