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CIUDADANIA, REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO EN URUGUAY (1910-1933) TOMO 1 GERARDO CAETANO LA REPUBLICA BATLLISTA Ediciones de la Banda Oriental CAPITULO VII “Moral laica” y “religién civil” “Mientras los liberales no descubran otra moral mejor, mientras no la prediquen con la palabra y el ejemplo y la implanten por medio de las leyes, la Iglesia con su moral caduea 'ytodes sus prejuicios todavia tiene su misin, su razan de ser sobre la terra. (..] Sobre las rnuinas de los dogmas, el purgatorio y el infierno, hay que elevar un edijicio mejor” (Maria Abella de Ramirez, fragmento de un ensayo publicedo en La Piata, en junio de 1903) 1. Las nociones de “moral laica” y “religién civil” Si uno busca en la 22* edicién del Diccionario de la Real Academia Espatiola y en los adelantos de su 23* edicién en proceso de elaboracién, las definiciones acerca de los téminos “moral” y “laico”, se encuentra con consideraciones que si bien mantienen fuertes vinculos con sus respectivos significados en el Novecientos, a la vez no pueden ocultar las diferencias, fruto de la inexorable accién de la historia (que por cierto también afecta y de qué manera a las palabras) y de la fuerza de los, contextos. En referencia al término “moral”, la edicién actualmente vigente del Dic- cionario de la lengua espaiiola sefiala lo que sigue: “moral. (Del lat. morals). 1. adj. Perteneciente o relativo a las acciones 0 caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia. 2. adj. Que no pertenece al campo de los sentidos, por ser de la apreciacién del entendimiento o de la conciencia. Prueba, certidumbre ‘moral. 3. adj. Que no concierne al orden juridico, sino al fuero interno o al respeto humano. “Aunque el pago no era exigible, tenia obligacién moral de hacerlo”. 4. f. Ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bon- dad 0 malicia. 5. f. Conjunto de facultades del espiritu, por contraposicion a fisico. 6. Animos, arrestos. 7. f Estado de dnimo, individual o colectivo. 8. f. Con relacién a las tropas, 0 en el deporte, espiritu, o confianza en la victoria". Por su parte, si busca la definicién de la palabra /aico/ca, se encuentra con lo siguiente: “laico, ca. (Del lat. laicus). I. adj. Que no tiene drdenes clericales. U. 1. ¢. s. 2. adj. Independiente de cualquier organizacién 0 confesién religiosa*®, Debe agregarse que en ninguno de los dos casos, entre las expresiones agregadas como conexas a ambos térmninos, figura la de “moral Iaica™?®. En el Novecientos, (@2a) Tomado de la consulta por Intemeta a pigina web del Diccionario de la Real Academia Espafola 22" edicién, (2001 (425) Ibidem. En este caso, no se anticipan nuevos significados o cambios con elacién a lapréxima edicion del Diccionario. (426) Alli figuran: “contextra moral”, “evidencia moral”, “figura moral", ‘flosofia moral”, “imposibilided moral”, “Libro moral", “teolegia moral”, “verdad moral", “virtud moral”, “virtud’. +189 Ja expresién “moral laica” era sin duda de uso mucho mas frecuente y formaba par- te, de manera explicita o implicita, de la mayoria de los debates ideol6gicos entre “conservadores” y “progresisias” en la época. Como vimos, ello respondia a varios factores: i) los procesos de secularizacién, todavia en curso y en momentos crucia- les de su desarrollo en muchos paises de Occidente, proyectaban la pugna entre el Estado y la Iglesia Catdlica como un eje insoslayable de controversias; ii) como se ha anotado respecto al caso uruguayo, los pleitos por la moral piblica y privada formaban parte central de los debates ideoldgicos sobre los rumbos del orden so- cial, los modelos ciudadanos y los proyectos de organizacién social en pugna; iii) el rol conservador y/o moderador sobre el “alma” y las “pasiones” de los sectores Populares, adjudicado en general a la religion y en particular a la accién de la Iglesia Catélica, hacia casi inexorable que todo cuestionamiento al statu quo tuviera en este tema (proyectado 2 los mas diversos campos como los de la separacién de! Estado y la Iglesia, 1a ense‘ianza, la regulacién de asuntos de la vida privada, etc.) una rei- vindicacién de reclamo de “/aicidad” muy firme; iv) el propio tema de la moral a secas resultaba un asunto muy controversial y de confrontacién frecuente entre las diferentes tradiciones y escuelas ideolégicas (no solo en la controversia mas usual entre catdlicos ultramontanos y liberales radicales, sino también entre republicanos civicos, socialistas, anarquistas, masones, etc.); v) los procesos de modernizacion de las relaciones sociales levaban a que en la discusién de los mis diversos asuntos, que eran por entonces motivo de debate politico y legislativo (como vimos en el caso uruguayo, la regulacién piblica de las costumbres sociales, los derechos ciudada- nos, la reformulacién de las codificaciones juridicas en los mds diversos campos, el divorcio, la abolicién o reglamentacién de la prostitucién, las iniciativas vinculadas con la defensa de la medicalizacién y del higienismo, los proyectos de eugenesia, entre otros muchos que podrian citarse)*”, se promoviera que las controversias mo- rales estuvieran a la orden del dia, en particular cuando se discutia sobre asuntos de ciudadania; entre otros. En una clara expresién de este contexto, en 1906 un articulo del periédico cato- lico “El Demécrata®, en el que se atacaba con dureza inusitada la “teoria liberal”, culminaba su argumentacién de esta manera tan sugestiva: “Cuando la educacién aica haya invadido las camparas, el mundo civil sera mitad prostibulo y mitad hos- Pital. ;Viva la liberté/"", (427) Eltema de la cugenesia adquirid en laépoca estudiada una fuerte gravitacién con relacion al tépico de los debates morales. Sobre el caso uruguayo, el estudio més completo que conocemos es el de Graciela Sapriza, “La “utopia eugenista”. Raza, sexo y género en las politicas de poblacin en el Uruguay. (1920- 1945)". Tesis de Macstria, 2001. (Inédito) Agradecemos a Ia autora la consulta de este trabajo. Por otz0s «studios actualizados y con incorporacién de abordajes sobre el Rio de la Plata, en especial sobre Argentin fi. Marisa Miranda-Gustavo Vallejo (compiladores), “Darwinismo social y eugenesia en ef mundo latino’ ‘Bucnos Aires, Siglo Veintiuno, 2005; Gustavo Vallejo-Marisa Miranda (compiladores), “Politicas del cuerpo, Estrategias modernas de normalizacién del individwo y la sociedad”. Busnos Aires, Siglo Veintiuno, 2007; Marisa Miranda-Alvaro Girén Sierra (coordinadores), “Cuerpo, biopalitica y control social. América Latina -y Europa en los sighas XIX y XX”. Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2009. (428) Cf. “El Demécrata”, Montevideo, 15 de noviembre de 1906, p. 1. “El edincer moral!” 190° CIUDADANIA, REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO EN URUGUAY Las réplicas desde el campo de los “liberales radicales”, como veremos, no resultaban menos directas. En clara referencia a que el debate local resultaba fuer- temente tributario de las polémicas que se daban sobre todo en Francia por la mis- ma época, en agosto de 1925 el Srgano oficial de la “‘Asociacién de Propaganda Liberal™, que por entonces levaba como nombre “El libre pensamiento”, repro- ducia bajo el titulo precisamente de “Moral laica”, un extenso articulo del pensador francés Fernando Buisson, en el marco de un comentario a propésito del libro de Al- bert Bayet, “La Moral Laica y sus adversarios": “..la prensa catolica se esfuerza en sostener que no hay educacién ni moral posible sin el dios de los catolicos. (..] Se nos pregunta: «Sobre qué apoyan ustedes la moral?» Contestamos: «Qué ne- cesidad hay de apoyarla? Es un hecho. ;No seria una aberracién ingenua pedir que se comprobara un hecho? Tanto valdria exigirle al quimico que, antes de estudiar as propiedades del oxigeno, demostrara que el oxigeno tiene légicamente derecho a existir! (...] ¢Se deduce de esto que debe hacerse caso omiso de todos los principios aducidos en apoyo de la fe moral? La razén, la naturaleza, la conciencia, el senti- miento, el interés comiin, el consenso universal, etc. son otros tantos principios que pueden invocarse. {...] Ellos también existen, como hechos sociales que son. No sus- tentan el hecho moral, nos ayudan a verlo, a comprenderlo, a desarrollarlo»®™, Mis alla de lo que dijera Buisson o incluso Bayet, el tema de cémo construir una “moral laica”, alternativa a todas aquellas afincadas en creencias religiosas 0 en ideas de trascendencia, resultaba un tema complejo. Ya se han analizado algunas de las profundas razones de la relevancia del problema en términos de relato civico: existia una coincidencia basica entre los militantes religiosos del Novecientos y to- dos los componentes del “frente anticlerical” respecto a la necesidad de reconocer una “base moral” del “orden social”. Lo mismo que llevaba a los conservadores Jaicos a deponer su encono anticlerical o sus recelos antieclesiasticos a Ia hora de aceptar el rol moderador de la Iglesia Catélica en el contral de las “pasiones de las muchedumbres”, era lo que promovia la convergencia de todos los “progresismos” hacia la construccién de un catalogo de valores ¢ ideales distintos que pudiera ci- mentar las nociones ~ya presentes en el Novecientos- de un “hombre nuevo” y de una “nueva sociedad”. Como vimos en el capitulo anterior, ya lo habia dicho a su manera José Irureta Goyena, al advertir que era “imprescindible cambiar el alma humana si se pretendia cambiar de sistema”. ‘Alli entraban en juego numerosas variables complejas: en qué tipo de argumen- tos asentaria la “nueva moral” su persuasividad respecto a actitudes y comporta- mientos; cuales serian los principios e ideales que funcionarian como los “‘sustitutos laicos” de la nocién de “Dios” “religidn”; sobre queé tipo de procedimientos y va- lores se promoveria la educacién en la perspectiva de garantizar derechos y deberes, (@29) Esta Asoriacin se habia fundado cl ide agosto de 1900 en Moatevidco con la clara fnalidad, como Io indicaba su nombre, de difenir las ideas de ibcralismo radical (430) Che “El Libre Pensaniento.Organo oficial dela Azociaiénde Propaganda Liberal”. Montevideo, 3° Epoca, N*6, Agosto de 1925, pp. 2 3. +191 preservando la mejor versién imaginable (0 al menos posible) de las relaciones inter- personales; entre otras muchas. Un simple cotejo entre los discursos, por ejemplo, de la “moral laica”’y de la “moral caidlica” ponia de manifiesto no solo sus contradic- ciones sino también sus muchas transferencias y dialécticas de diversa indole. Como tantas veces se ha sefialado, asi como la nocién de “trascendencia” podia alcanzar sus “equivalentes laicos”, también las menos reconocidas y mas complicadas ideas de “culpa” 0 de “miedo” podian registrar sus inesperados correspondientes —mu- chas veces inadvertidos 0 no queridos— en las narrativas morales alternativas. Como veremos, si en lugar de “mandamientos” religiosos se establecian “Ieves” laicas, cl desafio y la interpelacién acerca de cémo hacerlos 0 hacerlas cumplir resultaba en cierto modo comin a ambos relatos. Y por cierto que en el debate sobre estos y ottos puntos se ponian en cuestién asuntos relevantes en términos de ciudadania y de poder. Existe una muy profusa documentacién propia del periodo estudiado en la que se habla de la “moral laica”, sus fundamentos, sus pricticas y conceptos asociados. En esa documentacién se incluyen, por ejemplo, los famosos “catecismos” y “decdlo- gos laicos”, elaborados para contrarrestar y contradecir punto por punto las fuentes catélicas correspondientes, pero también para elaborar sus postulados altenativos De todos modos, siempre podia resultar mas simple y contundente la critica de sesgo categérico y concluyente. Asi, por ejemplo, en 1908 se publicaba en Montevideo un “Catecismo Libre-Pensador", publicado en forma de “Cartas a un campesino”, 2 lo largo de varios nimeros del vocero de la “Asociacién de Propaganda Liberal”. En la “Carta Segunda” en la que se exponia este “Catecismo Libre-Pensador”, se cuestionaban puntualmente cada uno de los diez mandamientos evangélicos. Alli, Por ejemplo, con relacién al primer mandamiento que instaba a “Amar a Dios sobre todas las cosas”, el editorialista respondia: “Si este es el Dios de que te hablé en la carta anterior, en vez de amarle debemos aborrecerle, porque no es el verdadero; porque debiendo ser el Dios del bien es el Dios del mal”. Con relacién al tercer man- damiento que establecia “Santificar las fiestas”, luego de sefialar que “los santos fueron en su mayoria unos holgazanes que se retiraban a los monies y se dejaban pudrir de porqueria, creyendo que Dios podia enamorarse de seres asquerosos”, Se instaba a no rendir “culto a esos holgazanes entregéndose al vicio”. Con relacién a los siempre “inguietantes” sexto y noveno mandamientos, vinculados al tema de la lujuria, se advertia en forma textual: “La civilizacién comprendié que ni el hombre debia tener mas de una mujer, ni la mujer mas de un marido, y esto es hoy ley en todos los paises cultos, excepto entre mahometanos y mormones que se guian por el Viejo Testamento, El sexto mandamiento no es por lo tanto de Dios sino de la so- ciedad; pero por bien de esta debe observarse con igual rigidez que si fuera divino [...} [En cuanto a “No desear la mujer de tu préjimo”, asi debia ser] para que este no desee la nuestra y podamos vivir en paz ™**! (431) “Asociacién de Propaganda Liberal”, Folleto N* 26, enero de 1908, pp. 8, 13 y 14. “Catecismo Libre pensador”, por R. Verea *192- CIUDADANIA, REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO EN URUGUAY La réplica a estos dos mandamientos no resultaba por cierto demasiado “hedo- nista” ni transgresora, concluyendo a menudo en un puritanismo laico que, aunque cimentado sobre bases diferentes, resultaba més comiin de lo esperable en la prédica ~y también en la prictica~ de “Tiberales radicales”, socialistas, anarquistas, hasta de las feministas uruguayas del Novecientos. En el marco de este “Catecismo Libre- Pensador”, el juicio acerca de los diez mandamientos cristianos terminaba con un balance general sobre los mismos: “Estos diez mandamientos se reducen esencial- mente a dos: 1° Amar a Dios, que no conocemos mds que por los males que nos causa, y amarlo sobre todas las cosas, lo que estén muy lejos de hacer los clérigos que tal predican; 2° Amar al préjimo como a nosotros mismos, que es la base de lo que se llama religién. Tu cura te dice que estos mandamientos fueron revelados por Dios a Moisés, y en esto como en muchas otras cosas te engaha, y la prueba es que todas las otras religiones, que los catélicos dicen que son invenciones humanas, contienen virtualmente esos mismos mandamientos, y en ellos estén basadas las leyes civiles. Esto prueba que no son producto de la inspiracién, sino de las necesi- dades sociales..." Como se observa, buena parte de la prédica de estos enconados anticlericales compartia también una porcién importante de las pautas de moral sexual defendidas por el clero, solo que rechazaban radicalmente la intromisién de los “curas” en los hogares y, sobre todo, el creciente poder eclesiistico sobre sus mujeres, a quienes la Iglesia Catolica llamaba en las primeras décadas del siglo XX el “sexo devoto”. En este marco, ia competencia por el emergente ambito de lo privado y especialmente por el control de la conciencia moral y de las actitudes de la mujer, contribuyé a explicar la verdadera obsesién y la furia con la que desde las filas anticlericales se condené la prictica sacramental de la confesién catdlica™”. 2. Del rechazo de la confesién catélica a los fundamentos de la nueva moral Lo que decian por entonces los folletos de la “Asociacién de Propaganda Libe- ral” contra el sacramento catélico de la confesién resulta particularmente ilustrativo de lo antes sefialado. En 1901, en un folleto titulado “La Confesién. Azote del honor de las familias. Infamias y vergiienzas. Victimas y victimarios. A los padres de fa- milia”, se advertia en tono dramatico: “Entregar a la esposa, a la compaiera de la vida en manos de un fraile, de un libertino de sotana, para que se entere de sus actos (432) Ibidem, p. 14. Este “Catecismo Libre pensador” fue publicado en el érgano oficial de la “Asociacién de Propaganda Liberal” ao largo de neve cartas, publicadas entre diciembre de 1907 y mayo de 1908, en los folletos 25 a 30. (433) Sobre estos temas, cf. Caetano-Geymonat, “La secularizacién uruguay... + 193+ ob. cit, GERARDO CAETANO. ‘més intimos; abandonarla en las sombras del confesionario para que mantenga con el confesor esos coloquios indecentes, inmundos y degradantes, [...] es una obra tan forpe e insensata como criminal y monstruosa”*™. Un buen porcentaje de los folletos publicados por esta Asociacién en aquellos afios estuvo focalizado precisamente en el tema de la condena de la confesién'“, En 1902, en otro folleto titulado “Nuestros buenos confesores”, un articulista que firmaba “Abate” explicaba lo que a su juicio lograban los curas confesores de la con- fesién de las mujeres: “El/as ayudan a sus directores a introducirse en las familias, a captar herencias, a introducir la discordia en los hogares y entre las amistades més intimas, a negociar los casamientos mas incoherentes basados en la avidez del oro 0 la ambicién, [...] a crearse alianzas politicas, a penetrar por las rendijas de las puertas que para ellos han estado cerradas (...""®. Por su parte, en setiembre de 1902, en otro folleto de la Asociacion editado en respuesta a la Pastoral de Soler so- bre “Catolicismo y Protestantismo", se habia definido aun mas -si cabia—el centro del conflicto entre catdlicos y anticlericales por el tema confesién: “Los actos mds intimos, las mas secretas acciones, se revelan en el confesionario. Todo es conocido por ustedes. Duefos de los secretos de la mujer, la dominan por completo, llegando asi a gobernar muchos hogares, que aunque tienen jefe, es un jefe que no manda, un infeliz que ustedes llevan de la nariz imponiendo en los cuchicheos del confesionario la marcha de la familia hasta en sus mas minimos detalles". También los baillistas y otros grupos politicos que promovian medidas secuia- rizadoras se esforzaron por terciar directamente en una polémica que por entonces engranaba con fuerza en los circulos del anticlericalismo mas popular. En las paginas del diario “El Dia”, las alusiones socarronas al tema resultaron recurrentes. En una linea muy similar, en 1918, e! maestro Horacio Dura editaba un folleto titulado “So- (434) “Asociacién de Propaganda Liberal”, Folleto No. 15, “La Confesién... ob. cit,, Montevideo, noviembre de 1901, p. I. En el mismo follete se anunciaba al final que Is Asaciacién entregariaa sus socios “ediciones secretas” de los manuales de confesién, cosa que realizé en forma profusa, incluso traduciendo al espafiol los directorios de preguntas para confesores, que en los capitulos relativos a los mandamientos 6° yy 9 estaban publicados en latin, para evitar “lecturas inconvenientes”. Cit. PD. L. P, “Religion y Moral Primer estudio dedicado a fos padres de familia”. Montevideo, 1899. La publicacién citada ostentaba en si ‘misma portada la provocativa indicacién de “Lectura prohibida a los jovenes”. En este texto, se traducian y comentaban algunos pasajes de uno de los tantos manuales de confesién que circulaban por entonces, titulado “Llave de oro o serie de reflexiones que para abrir el corazén cerrado de los pobres pecadores ofrece a los confesores nuevos el Excmo. ¢ Timo. SeRor don Antonio Maria Claret, Obispo de Cuba”. El texto traducido el manual de confesidn antes citado indicaba entre los “remedios contra la impureza”: “I. Comer poco. 2. Comer vegetales, poca carne y aun poco pescado. 3. No beber vino, cerveza ni licores. 4. Cenar poce. 5. (Cama dura, coichin de clin o jergén de paja de maiz. 6. Bais de rio o mar, aires de campo. 7. Echarse del lado derecho, munca de espaldas ni boca abajo” (435) En su texto antes citado sobre as relaciones entre la Iglesia y la burguesia, Bari calcula “que de ios 60 folletos publicados por la AsociaciOn de Propaganda Liberal hasta 1905, trece, 0 sea el 22%, se referian directa o indirectamente a la confesion”. Cfr. Bartia, “Iglesia y burguesia en... ”, ob. cit, p.35. (435) “Asociacién de Propaganda Liberal”. Folleto No. 26. “Nuestros buenos confesores (Primera parts)”. Montevideo, octubre de 1902, p. 14 (437) “Asociacién de Propaganda Liberal”. Folleto No. 25. "SeRor Arzobispo”. Montevideo, setiembre e 1902, p.3. + 194+ CIUDADANIA, REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO EN URUUUAY bre una ensefianza y una educacién laicas: el nifio ante la Sociedad y el Estado”, dedicado expresamente “al eminente ciudadano Don José Batlle y Ordénez". En uno de los pasajes de su texto, Dura llegaba a proponer en forma directa “a supre~ sién de esa actividad malsana y funesta que realiza el clero, cuando por medio de Ia confesién interviene coercitivamente en la Familia, para dictar las normas de sus exclusivas y egoistas conveniencias'"***™, En una linea absolutamente coincidente con la defensa innegociable de la en- sefianza laica se pronunciaba también la “Asociacién de Propaganda Liberal” en junio de 1910, reivindicando de paso los fundamentos de la “moral laica” como base insustituible para promover una “educacién para el progreso”:“La moral que se enseita en las escuelas laicas tiene {...] su sancién en la propia conciencia del hombre. {...] El laicismo considera como un crimen ensombrecer la conciencia de Tos nifios con terrorificos fantasmas. Quiere, por lo contrario, ilumindrsela con cla- ridades risueftas, de amor al trabajo, a la vida, a la naturaleza. El laicismo inculca al nifio amor a la ley moral, no por ser obra de Dios, sino por ser obra humana. Asi por amor a la humanidad, y no por el deseo egoista de un premio eterno, guar dan sus preceptos los que han sido educados laicamente. {...] El hombre laicamente educado no es servil, se revela contra todo lo que su raz6n le presenta como injusto, como ilicito, como inmoral, y no admite vergonzosos yugos. [...] A la humanidad consagran los laicos sus amores, sus desvelos, sus sacrificios, todas las energias de su mente, todas las fuerzas afectivas de su corazén. El laicismo crea hombres progresivos, completamente desprendidos de convencionalismos consagrados por Ta rutina y el egoismo desde remotos tiempos barbaros. [...] Inculca amor ferviente a la humanidad, amor que coloca sobre todos los amores. inspira amor a la patria, pero un amor acrisolado, sin mezcla de odio a los hombres de otras patrias.{...] La escuela laica, en suma, prepara los soldados del progreso. los hombres nuevos en os cuales encarnen los ideales redentores, que la humanidad, palpitante de dolor, bajo un régimen que lo engendra a mares, desea realizar”, Como vimos, en estos cateeismos laicos se perfilaba una moral no trascendente, fundada en la raz6n y en el humanismo, que marcaba diferencias con las propuestas morales del cristianismo, salvo, en la mayoria de los casos, en referencia a los temas sexuaies, en los cuales imperaban visiones por lo generat también puritanas y, a me- nudo, bastante machistas y patriarcalistas. También era frecuente que en esos textos (438), Horacio Dura, “Sobre una enseRanza y una educacién laicas; el nit ante ta Sociedad y et Estado. Estudios de Actualidad”. Montevideo, Taletes de El Siglo, La Razén y El Telégrafo, 1918, p. 16. (439) También muchos voceros de los partidos de izquierda condenaron pablicamente por entonces la prictica de la confesién. Por ejemplo, al discutirse en cémaras el proyecto de ereacién de la llamada ‘Universidad de Mujeres” cn 1911, el entonces diputado socialista Emilio Frugoni expres6 su oposicion toda forma de “separacién de sexos” pues, en su opinion, esto hacia de la mujer “una adversaria def ‘hombre ..] el que suele aprovechar de esta situacién es ef cura, que desde la sombra de los confesionarios ‘acecha todas las ocasiones para infiltrar el veneno de su prédica”. Cfr. Diao de Sesiones de la Cimara de Representantes, tomo 213, p. 391. (Sesién del 28 de noviembre de 1911). (440) “Asociacién de Propaganda Liberal”, Montevideo, 2 época, N° 54, 28 de junio de 1910, pp. 2-5- “Escuela laica”. + 195+ se utilizara un lenguaje provisto de una sacralizacién altemativa, con apelaciones ms o menos explicitas a la nocién de que la negacién de las religiones oficiales de- bia ser sustituida en el discurso laico y anticlerical por la invocacién a una “religion civil” muy superior en sus cimientos. En ese sentido, en 1918 se publicé en Montevideo un “Catecismo liberal para el pueblo”, dedicado por suautor (que aparecia bajo el seudénimo de “Sociologus”) “Al ‘leader’ del liberalismo uruguayo, «El Dia»”, y dirigido en forma expresa “a los masones, los Centros Liberales, los Centros Socialistas, los Centros Libre-Pen- sadores y los Centros Moralistas”. En ese texto, en el que se proponia “destruir los errores de la Religion Catélica e instruir y encaminar a los pueblos por la senda de Ja Razén, la Verdad, la Justicia y el Amor a la Humanidad”, en un apartado titulado “La religién del hombre” y en el marco de un disefio en forma de dialogo ~casi cal- cado de ios catecismus caiélicos~, se postulaba la defensa de una “religidn moral” altemativa: “-;¥ usted no tiene entonces ninguna religion? —j Ya lo creo que tengo! —¢Cual es? ~La del deber y la moral universal. ~{Pero esas son religiones? —Cier- tamente. ~Nunca oi hablar de ellas. ~Es por ser una religion nueva y desconocida. Pero ya oird hablar de ellas en adelante, a medida que vaya desapareciendo la en- sefianza religiosa y triunfando la ensehanza laica. ~; Por qué?— Por ser la que deben tener todos los hombres. ~;¥ la religion de la moral cual es? {...] La Religion de la Moral Universal es 1a de que todos los hombres de todos los pueblos y de todas las razas deben ser honrados, de bien, sincerosy leales, sanos de alma y de corazon; respetar en los demas el derecho de libertad de pensar con arreglo a su criterio y a su conciencia. ~<¥ qué se entiende por ser hombre honrado? —Es hombre honrado ‘aquel que no debe nada a nadie; que no contrae deudas si no puede pagarlas, que no miente ni engaia nunca; que no habla mal ni hace daiio a nadie; que respeta lo ‘ajeno y daa cada cual lo suyo"*”, En el Uruguay de entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, la reco- locacién privatizadora del lugar de lo religioso y el correspondiente repliegue ins- titucional de las Iglesias clasicas, generaban la emergencia mas 0 menos ambigua de un conjunto variable de “sustitutos laicos” de la religién, cumpliendo aquello que Durkheim habia calificado como “el equivalente laico de la religién”. Ese fe- nomeno se dio en el periodo estudiado de muchas formas y maneras: i) a través de una sacralizacién del discurso politico, en especial por quienes asumian posturas anticlericales; ii) una proliferacién de alusiones a sustitutos laicos de lo religioso, que asumian los mas diversos nombres (“religién civil”, “religion moral”, “religion republicana”, “religién liberal”, “Estado-Dios” 0 “estadolatria”, etc.); iii) la emergencia, como ya se ha anotado y que encontré en las fiestas del Centenario un escenario especialmente propicio para su despliegue, de un cimulo de rituales pi- GAN) “Catecismo liberal para el pueblo. Dedicado al “leader” del liberalismo unuguayo, El Dia, por Sociologus”. Montevideo, Tipografia La industrial, 1918, pp. 8, 10y 11. (442) Por una visién interpeladora de la nocién de “religién civil” y todos sus conceptos conexos, oft. Danigle Hervicu-Léger, “La religin, hilo de memoria”. Barcelona, Herder, 2005 + 196+ CIUDADANIA, REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO EN URUGUAY blicos, liturgias civicas 0 politicas, practicas y celebraciones de un patriotismo laico con notas muy sacralizadas; entre otras. El propio batllismo fue muy afecto a producir entre sus dirigentes expresiones de ese tenor. Se hacia referencia a los palacios y construcciones modernas construi- das por el Estado como “templos laicos”; se Menaban las ciudades de estatuas y monumentos, incurriendo en aquello que Maurice Agullon ha llamado con acierto “la pedagogia de las estatuas"; se autocalificaba al propio batllismo de “francisca- nismo sin fe”, de “cristianismo sin dios”, se cargaba a las celebraciones educativas en general y a las practicas civicas (desde el casamiento civil hasta la anotacién del nacimiento o los sepelios) de una dimensién litirgica tan altemativa como densa, plena de connotaciones de significacién moral, en sentido stricto“. Era asi como el combate contra la “moral catélica”’ y la Iglesia devenia en la defensa alternativa de un ideal de “moral laica” que, si podia hasta ostentar y rei- vindicar su origen no trascendente, aumentaba su persuasividad popular y hasta su arraigo cultural en la invocacién alternativa de una suerte de difusa “religidn civil”, en la que la matriz de ciudadania y el sentido de lo piblico constituian cimientos in- sustituibles. Los catélices denunciaron esto desde el comienzo. Ya hacia 1890, desde ‘uno de sus textos fundamentales ya antes citado, el Arzobispo Soler reclamaba “wna reaccién religiosa” inmediata, criticando con dureza a los “catélicos vergonzantes” y “pusilinimes” que no advertian los avances del “credo civil” del “Estado-Dios 0 estadolatria"™. 3. Los “progresismos” del 900 y su bissqueda de “otra moral mejor socialistas, anarquistas, feministas El impulso por promover ese ideal de una “moral laica” y su “credo civil” se constituyé en una de las notas caracteristicas de la matriz de ciudadania republicana defendida por el batllismo (y compartida, en mayor o menor medida, por los otros, “progresismos” del Novecientos y del Centenario). Ello se tradujo en una muy inten- sa prédica de combate, en especial dirigida contra la Iglesia Catdlica y los sectores (443) Como ha sefalado Arturo A. Roig, el trascendentalismo krausista resultaba muy propicio para la promocién de estas nociones de “religidn civil”. Cf, Arturo A Roig, “Los krausistas argentinos. Edicién Corregida y ampliada”. Buenos Aires, Ediciones El Andariego, 2006, en especial el capitulo HI, “Krausismo 'y politica”, Por otra parte el fendmeno no ere nada peculiar sino que revelaba —también aqui- la influencia ;predominante del republicanismo radical de origen francés. Esa sacralizacién difusa del discurso calzaba muy bien con las definiciones espiritualistas, panteista, defstas cuando no teoséficas o esotéricas, herméticas y hasta espiritistas, de muchos connotados dirigentes batllistas. El propio Batlle y Ordétiez, proveniente de un hhogar en el que se vivié un catolicismo tibio del que luego se ale} en forma militante y radical, nunca fue un ateo. Véanse por ejemplo sus pocmas juveniles dedicados.a los temas de Dios, la fe y la religién. Cf. Roberto B. Giddice-Efrain Gonzélez Conzi, “Batlle y el batllismo” Ob. cit, pp. 35 y 36. (444) Mariano Soler, "Za Sociedad Moderna y el Porvenir en sus relaciones con da Iglesia y la Revolucién. Refleriones sobre los tiempos modernos”. Montevideo, Tipografia Uruguaya, 1890, tomo I, pp. 11,39, 123, y tomo I, p. 4, +197" conservadores de la época, asi como en un celo muy especial por una auténtica “mo- ralizacién de la Repiblica”, basicamente a través de dos instrumentos privilegiados: el cambio en la legislacién y la promocién de ideales civicos a través de la ensefianza piblica, Por cierto que el escenario de la lucha politica e institucional, mucho mas que el del conflicto social, fue visto a menudo como el ambito central del pleito de fondo. En este punto, fue un rasgo tipico del accionar del batllismo, que juzgaba que el combate por las reformas era politico y no social, un énfasis marcado por proyectar la lucha discursiva en el campo politico y ciudadano, unido con cierto desdén por proyectar ese impulso transformador al campo de la lucha social mas convencional. Esta idea debilit6 al reformismo en las coyunturas criticas (en 1916 y en 1933, por ejemplo), al tiempo que la visin contrapuesta de sus adversarios sociales y politicos en este campo favorecié sin duda su accionar en esas instancias. Fsa definicién del reformismo acerca de que el ambito politico era el decisivo para la accién trans- formadora no fue compartida por socialistas y anarquistas, mucho mas abiertos a defender sus ideales en clave clasista. El batllismo no creia en la lucha de clases y, en cierta forma, su hegemonia politica combiné mejor con los legados del siglo XIX uruguayo que, como ya se ha anotado, resultaban mas proclives a radicar el centro del conficto por fas reformas en el campo de los partidos, las instituciones y la ciudadania, por sobre la confrontacién directa de los actores sociales. Esa misma “mirada” del reformismo batllista, el actor mas fuerte y temido por las clases do- minantes uruguayas de la época, coadyuvé también a reforzar la centralidad de la pugna més ciudadana De todos modos, la lucha por la “moral laica”, como no podia ser de otra forma, se prolongé en el terreno de las luchas sociales y “calleferas”. En ciertas oportu- nidades, ello se produjo de una manera especialmente singular. Un ejemplo en ese sentido estuvo dado a través de la puja por el predominio en el calendario entre la “semana santa” y la “semana de turismo", en jornadas pintorescas en que durante décadas se produjo la “guerra simbélica” entre los “via crucis” y los lamados “banquetes de promiscuidad”. Estos iiltimos reunian a todo el “frente anticlerical”” frente a las iglesias, en ocasién de las celebraciones del “viernes santo”. Como ya vimos, en ese dia de particular recogimiento para la feligresia catdlica, en el que im- peraban ademas rigurosas reglas de ayuno y abstinencia entre los fieles, los “libera- les radicales”, socialistas, anarquistas y demas elementos anticlericales, realizaban grandes comilonas (con abundancia de vino y parrilla) frente a los templos catélicos, (445) Sobre este particular, cfr. muy especialmente Milton Vanger, “Reforma 0 revolucién? La polémica Batlle-Mibelti (1917)”. Montevideo, EBO, 1989. Celestino Mibelli era por entonces uno de los ‘mas connotados dirigentes del Partido Socialista uruguayo, de fliacién marxista. En 1920 acompafaia la lines leninista desafiando a Emilio Frugoni y revistando enire los vencedores del Congreso del que emergeria ‘el nacimicnto del Partido Comunista. En 1917, Batlle y Mibelli mantuvicron wna extensa polémica en torno 8 temas ideologicos que hacian a las diferencias entre sus partidos, cada uno desde su medio de prensa, EV Dia y Justicia respectivarente. El libro de Vanger reproduce en forma integra la polémica, comenta en clave historica +198 CIUDADANIA, REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO EN URUGUAY en sefial de burla y desafio. A esos banquetes se invitaba a través de poemas satiricos que aparecian en los dias anteriores en la prensa “liberal”. Algo similar ocurria eldia de “Corpus Christi”, en que la Iglesia militante salia de su repliegue para “pe- ear” por el dominio de la calle, a veces en medio de incidentes. También algo muy parecido hacian los liberales, los masones y buena parte del “frente anticlerical”” en las manifestaciones del 20 de setiembre, jomnada en que mas alla de los homenajes a Italia, en el fondo de su entusiasmo, muchos “liberales radicales” celebraban el “dia de la masoneria” 0 “el del libre pensamiento’***. El origen del Partido Socialista uruguayo se dio en ese marco de pujas ciudada- nas multiples que caracteriz6 el cambio de siglo en aquel Uruguay del Novecientos. Desde los aiios 80 y 90 del siglo XIX, de la mano de las oleadas inmigratorias y de la consolidacién del proceso constitutivo de los primeros sindicatos en el pais, Se venian desarrollando intentos por fundar un Partido Socialista en el Uruguay. La in- corporacién a las filas del socialismo de la figura de Emilio Frugoni, originariamente colorado y simpatizante del batllismo, constituiria un hito en todo ese proceso. Nacido en marzo de 1880 en un hogar acomodado, de padre comerciante y ge- novés de origen, la primera militancia politica de Frugoni se realiz6 en las filas det Partido Colorado. Tuvo una fugaz participacién del lado gubernista en la revolucion de 1897 (junto a sus amigos, los futuros lideres del riverismo, Pedro Manini Rios y Héctor R, Gémez), fue animador junto con José E. Rod6 y Carlos Reyles del Club colorado “Libertad”, volvié a participar del lado oficialista en la revolucién de 1904, enrolindose primero como guardia nacional y oficiando luego como ayudante de Estado Mayor del Gral. Justino Muniz. Esta segunda experiencia como participe directo de una guerra civil impacté con mucha fuerza en sus convicciones politicas, provocando su alejamiento definitivo de las filas coloradas y reorientando sus ideas a las propuestas socialistas. Ya por entonces era un hombre de prestigio en los circulos intelectuales montevi- deanos: estudiante avanzado de Derecho, poeta (habia publicado “Bajo tu ventana” en 1900 y “De lo mds hondo” en 1902, este ultimo con prologo de Rodé), polemista habitual en varios de los circulos més connotados de debate ideoldgico y cultural de (G46) Cli “El Liberal”, Montevideo, Aito I, N°9, 17 de abril de 1908. “EY banguete de promiscuidad. Gran entusiasmo”. Dos dias después, un militante que no habia podido concurrir por razones personales, cenvié al peri6dico una carta dejando constancia de su expresa adhesin a sus “eorreligionarios que han ksafiade virilmente las iras del Dios de bonddad”, sclarando ademis “bien alto [..| que en [su] humilde ‘casa y en el seno de [su] familia se efectia ese acto de promiscuidad desde afios ha”. Cf. “El Liberal”, Montevideo, Ajo N° 11, 19 de abril de 1908. La invocacion permanente de toda aquella semana en las hojes de este periddico era hacer “de fa semana catélica una semana libre pensadora (447) Decia “El Liberal” en su edicin del 21 de stiembre de 1909, comentando 1a celebraciéon del dia anterior: "El aniversario de esta grandiosa fecha universal ha constatada que en el Uneguay ha dado sus “fratos la propaganda librepensadora {.., La muerte de las religiones ha recibido, con ta caida [del poder] ‘temporal de los papas, el mis terribie de los golpes. | Los clarines del efército liberal ham poblado de ‘ecos triunfales las conciencias emancipadoras de todos y cada uno de tos que han sentido Negar hasta sus ‘corazones palpitantes una chispa redentora de fos ideales contemporineos. El 20de setiembre fue el principio del fin...” Cfe.“EL Liberal”, Montevideo, Ao II, N' 409, 21 de setiembre de 1909, “20 de setiembre, Su +199 aquel Montevideo mitico del Novecientos. En el segundo semestre de 1904 aparece ya afiliado al Centro Obrero Socialista, institucién que organizaria su conferencia piblica del 22 de diciembre de ese mismo afio, en Ia sede de la Nuova Stella d'Italia, conocida como la “Profesién de fe Socialista” de Frugoni y reconocida como un paso fundamental en la fundacién formal e institucional del P. Socialista, que culmi- naria con su comparecencia electoral en los comicios de diciembre de 1910. En su crénica de dicho acto, “Diario Nuevo” (diario de la juventud colorada, di- rigido entonces por Julio Maria Sosa) registraba que “ante una numerosa concurren- cia”, el mismo se abrié a las 9 de la noche con una disertacion de José Puig y Roig (periodista y poeta catalin, masén, activo militante de los circulos socialistas desde hacia ya varios aftos), a la que sucedié la conferencia de Frugoni. En su discurso, ¢l novel dirigente socialista defendié la accién del nuevo partido, al que considers un “poderoso aliado” de los “verdaderos amigos de la paz” y del “movimiento institucional de la nacién”. Cuestion6 con dureza Ia utilizacién de los trabajadores como “carne de cafién” para el “tesoro de sangre de los partidos tradicionales” y protest por las trabas impuestas para su participacién en los comicios. Finalmente, argumenté en favor de la “formula politica” que permitia la comparecencia electoral de los socialistas bajo el lema del “Partido Colorado”, clogiando especialmente a “los jévenes colorados” (“una legién caballeresca, cuyas nobles identidades {...] suelen obtener triunfos sobre las viejas preocupaciones de las «estatuas de sal», eternamente vueltas al pasado..." EI acuerdo socialista-colorado finalmente no fructificd, descartindose las can- didaturas socialistas bajo el lema tradicional en los comicios de 1905. Este fraca- 80, sobre cuyas razones ultimas se han dado versiones diferentes, “® contribuyd a confirmar la opcién del camino politico independiente para el Partido Socialista en formacién. ““” En su conferencia, Frugoni aludié también al tema del trasfondo moral y ciudadano de la lucha que emprendian los noveles socialistas: “Las pueriles objeciones encaminadas a mistificar una vez més el criterio de esas multitudes que siguen gregariamente las sendas circulares trazadas por nuestros abuelos, (...] los ingenuos sofismas dedicados a impedir que esa masa sin ideales definidos, pero con Pasiones arraigadas, vea ante sus ojos la luz que ilumina el rumbo de las verdaderas y mis hermosas conquistas del civismo; los inconcebibles argumentos confeccio- nados con ayuda del vetusto guardarropa fraseo-ideolégico a disposicién de las ‘mentalidades criollas, han vuelto a surgir, espectros de la Reaccién, pretendiendo (448) Cft. “Diario Nuevo", Montevideo, viernes 23 de diciembre de 1904, ao Il, N° 413, p. 2. “Los socialistas. La Conferencia de anoche". (449) Cf Carlos Zubillaga-Jorge Balbis, “Historia del movimiento sindical uruguayo, tomo IV. Cuestiin social y debate ideoligico". Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1992, pp. 136-120, (450) Diria aos después Frugoni, en uno de sus textos clisicas: “.. luego se eché de ver [..] el error de esa téctica, que hubiera contribuido a perpetuar, en perjuicio del Partido Socialista, el confusionismo de las masas populares. ...] El nuevo partido debia venir, precisamente, a encararse con el tradicionalismo ‘como fundamento de una distribucién de las fuerzas politcas del pais, Su primer bandera debia daria contra 40s partidos histiricos”. (Ci. Emilio Frugoni, “Génesis, esencia y findamentos del socialismo”, tomo Ul Buenos Aires, Editorial Americalee, 1947, p. 317.) = 200° CTUDADANIA, REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO EN URUGUAY obstaculizar el camino de lo que bien podria lamarse «el Progreso en marcha». El proletariado conciente que se lanza ahora a la conquista democratica de una po- sicién, que aspira a hacerse sentir entre el tumulto de las tendencias y de las causas ‘en conflicto, no solo defiende sus convicciones y sus intereses, sino que se erige en defensor de los intereses de todos los trabajadores, {...] sean 0 no socialistas. Bienvenida sea esa que llaman “nueva discordia”, si ha de traernos una progresiva modificacién de nuestra manera de encarar las cuestiones piiblicas, y ha de abrir el cielo de una guerra mas humana y razonable que las que tan caro van costando ya al pais!" También los anarquistas participaron de este “ambiente espiritual” del Nove- cientos, como lo llamé Real de Azia*, tan sensible al registro de este tipo de luchas morales. En efecto, el anarquismo resulté la corriente ideologica hegemsnica dentro del movimiento sindical de los origenes y marcé a toda una generacién de jovenes intelectuales, muchos de los cuales adquiririan una gran relevancia en aquella mitica “‘generacién del Novecientos”. Fue la doctrina inspiradora para la fundacién de mu- chas organizaciones e instituciones sindicales y politicas, asi como para la creacién y desarrollo de un significative mimero de periddicos obreros. La gran usina pare las actividades anarquistas de la época fue sin duda el “Centro Internacional de Estu- dios Sociales”, fundado por inmigrantes italianos en 1897. ‘Uno de los jévenes intelectuales que de inmediato se integré a las actividades del flamante centro de difusién crata fue Edmundo Bianchi, nacido en Montevideo en 1880, hijo de una pareja de inmigrantes italianos. Muy tempranamente transit6 los. Ambitos libertarios y del “liberalismo radical” revelando también una precoz incli nacién por la poesia y Ia dramaturgia y destacdndose pronto como poeta y tribuno. En esa perspectiva, apoy6 movilizaciones anticlericales, publicd poemas en periédi- cos de inspiracién anarquista como “La Verdad”, se comprometié como eronista en emprendimientos periodisticos del “Centro Internacional” como el semanario “Tri buna Libertaria” o el diario “El Trabajo”. También desarroll6 una intensa militancia en el campo de las movilizaciones sindicales y de los circulos anarquistas, lo que le gener acusaciones policiales y encarcelamiento. Amigo personal de Florencio Sin- chez, fue colaborador también en los mas importantes periddicos del medio (como “La Razén” y “El Siglo”), concentrando su actividad en especial a partir de 1910 como dramaturgo. Fue autor de numerosas obras en ese rubro y alterné también en la direccisn artistica de varias compaiiias rioplatenses. Llegé a presidir la “Sociedad Uruguaya de Autores” y luego promovié la creacién de la “Asociacién de Escritores Teatrales del Uruguay”. Luego de acompafiar en 1910 la experiencia electoral de la llamada “Coalicién liberal-socialista”, como vimos en el capitulo correspondiente, (451) Fragmento del discurso pronunciado por Emilio Frugoni en el local de la Nuova Stella d tralia en la noche de! 22 de diciembre de 1904, discurso luego conocido como “Projesiim de fe socialista”. “El Dia”, Montevideo, 24 de diciembre de 1904, p. 1. “La asambiea socialise. La conferencia de Emilio Frugon” (452) Ci. Carlos Real de Azia, “Ambiente espirinual de! 900. Carlos Raxlo: wn nacionalismo popular Montevideo, ARCA, 1986. 201° GERARDO CAETANO (659 result6 impactado por el impulso reformista de la segunda presidencia de Batlle y Ordétiez y pronto se sumé a sus filas. Fue asi una de las figuras més representativas de los movimientos de incorporacién al reformismo batllista de prestigiosas figuras que habjan militado en los circulos liberales y libertarios, entre los que hubo un flujo de integracion y pertenencia muy fluido en la época: entre otras, la experiencia del llamado “anarco-batilismo” da cuenta de ello. Tavo una profusa actividad en el émbito cultural, con una muy numerosa produccién en diversos campos (poesia, teatro, narrativa, entre otros)**. Como uno de los intelectuales y dirigentes sociales més representativos de los circulos progresistas de la época, alternando en las filas acratas y del liberalismo radical, bajo el seud6nimo de Lucrecio Espindola, Bianchi pronuncié una célebre conferencia Iuego publicada probablemente entre 1902 y 1903 por el peridcico anar- quista “La rebelién”, como un opiisculo aparte titulade “La Utopia”. El texto de esa conferencia resulta especialmente representativo de las ideas del anarquismo uruguayo de comienzes del siglo XX y expresa también a su modo esa sintonia fundamental que vinculaba transversalmente a los “progresismos” del Uruguay del Novecientos, en la defensa de un ideal moral y ciudadano alternativo. Decia Bianchi en uno de los fragmentos centrales de su conferencia: “Utopia! He ahi una palabra, que los hombres de todas las edades, los reaccionarios de todos Ios siglos, han pretendido clavar como una befa, como una maldicién, sobre las pu- ras frentes de los que han luchado por la Libertad, por la igualdad, por la Vida. {...] Anarquista convencido, en més de una discusién priblica o privada, he tenido oca- ssién de que se me tratara de utopista. Y yo, hoy me apropio del apodo, que para mi no loes, y hago con él un timbre de honor para nosotros. (..) El porvenir justificaré nuestros hechos. Ya tenemos experiencia en ello. La nueva utopia, (...] esa locura de vagabundos, ese sueo de poetas pobres, ese ideal de los miserables, que hoy se propaga a la luz del Sol desde las tribunas y desde los periddicos, es la Anarquia. Lu] Pero, cuando nosotros, fria y razonadamente, tomamos a los adversarios y les explicamos la factibilidad de nuestras teorias; cuando les demostramos que la Hu- manidad, arrastrada por la fatalidad de la Evolucién, ha de llegar a la finalidad de (53) Como ya se informara, Edmundo Bianchi publicé una carta en el “El Dia” el sibado 17 de diciembre de 1910,en aque anunciaba su renuneia a participaren las listas de la Coalicién por desavenencias ideolégicas de iltine momento: “Como no quisiera -sefalaba Bianchi en su misiva de renuncia que mi ‘nombre pudiera senir de pretexto para la menor discusiin en el Partido, y como mi deber de liberal amplio 'y conciente me obiga a poner, por arriba de todo interés personal, el interés de la Idea, presento renuncia indeciinable de mi candidatara a ta diputacién con que la fraccién «Demicrata” me proclama...» Cit. “El ia’, Montevideo, 17 de diciembre de 1910, p. 4, “De Fdmundo Bianchi” 1434) Con el vombre de “anarco-batllismo” se refiere la franja de trasvasamintos del anarquismo 1 las filas del balls, trayectoria que recorrieron en ta época distinguides dirigentes y militantes de organizaciones deat, En verdad, la trayectoria de Edmundo Bianchi resulta un testimonio apropiado para registrar la kbilidad de fronteras en ese campo difuso pero convergente de los “progresismas ” del Noveciontos urugeaye. (455) Para profundizar en la biografia de Edmundo Bianchi, eft. Carlos Zul el Unaguay de la Modernizaciin. Dos textos desconocides de Edmundo Bianchi Humanidades y Ciencias de la Educacién, 2000. + 202° llaga, “Cultura popular en Montevideo, Facultad de CIUDADANIA, REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO EN URUGUAY Ia Anarquia, donde los hombres vivirdn sin mds ley que el Amor, ni mas dios que la Teualdad; cuando les demostramos que la sociedad en que vivimos actualmente, esté basada en Ia violencia y en la explotacién del hombre por el hombre, y que cortando estas lacras que infectan la humanidad que son hijas legitimas de la Religidn, de la Autoridad y del Capitalismo, la Sociedad se entregard feliz y gloriosa, en brazos de la Anarquia, cuando decimos todo esto a nuestros contrincantes, ...] surge de sus labios la eterna cantinela de la que se agarran como de una tabla de salvacién, en sus discusiones con nosotros. «Si! si, es muy bella, es verdad, pero imposible. Eso es una uiopia [...] Hasta alli no se llegard jamés»". En su encendida defensa de la utopia anarquista, Bianchi hacia una expresion paradigmatica del optimismo histérico y de la confianza progresista tan tipicos del Novecientos, ese cambio de siglos que en buena parte de Occidente coincidié con un fuerte impulso idealista hacia el porvenir. Con un celo casi apostélico y desde Ia mis firme conviccién acerca de la viabilidad y cercania de la concrecién de sus ideales, Bianchi convocaba al “camino de! Progreso” y a “la ciudad del Futuro”. “Ah! Odiamos, si! -continuaba-Odiamos porque amamos mucho, porque anhela~ ‘mos para todos los hombres, que surja un dia de eterna paz y de divina felicidad. Odiamos a lo malo y marchamos a ta destruccién de todo lo injusto, de todo lo po- drido, de todo lo antinatural, La Naturaleza, acaso, {no construye sus maravillosas ‘obras, creando y destruyendo, transformando eternamente las cosas en el eterno laboratorio de la Vida? ;Guerra a todo lo mato, a todo lo injusto, a todo lo podrido! [..] ;Marchemos, con nuestra locura, por el camino del Progreso! Porque llevamos en los ojos la lama sagrada del Ideal, se nos trata de visionarios y de alucinados, de criminaies y de locos. [...] Ah! es que vemos, mirando el horizonte, los celajes del Ponenir que se descorren, y nos muestran la ciudad del Futuro, la Nueva Utopia creada por el poeta anarquista, la ciudad de paz, de amor y de trabajo, en la cual los hombres reposarén, tranquilos y felices, hermanos ant: el padre Sol, en el regazo de Ta eterna Madre, siempre buena y siempre amorosa!'“°. También el primer feminismo uruguayo participé de ese clima de comunidad diversa en la forja de lo que algunos lamaban también como “porvenirismo”, “*? que aline6 al batllismo originario con el resto de los movimientos politicos y sociales calificados como “progresistas” en aquel agitado y entusiasta cambio de sigto. Ei ese marco, una de las auténticas pioneras de la lucha feminista en el Rio de la Plata fue la maestra uruguaya radicada en la ciudad de La Plata, Maria Abella de Ramirez. Nacida en el Uruguay en 1863, se radicé luego en La Plata, desde donde realizé (56) Frogmento de una conférencia de Edmundo Bianchi (con el seudénimo de Lucrecio Espindola) publicada probablemente entre 1902y 1903 por el peridsico anarquista "La bein” como wn opiscule aparte bsjocl titulo “La Utopia”. Cf. Caries Zoillaga, “Cultura popular en el Uruguay de la Modernzacién. Das textos descomoctdos de Edmundo Bianchi”. ob. cit. pp. 74 ys. {(437) Washington Paullice hablo por ejemplo del “porvenrismo sostendo por irresistible firmed D. José Baile y Ordonez”. Cf Washington Paullir, “Norma histOricas del Partido Colorado". Montevideo, Tallers de’El Siglo, La Razén y El Telégrafo, 1918, p. 24. Recogia uns conferencia que Paullicr, como Presidente det Club Meichor Pacheco y Obes, habia pronunciado en el teatro “La Lira” + 203° desde 1899 una activa campafia propagandistica en defensa de los derechos y la emancipacién de la mujer. Bajo el seudénimo de “Virginia” colaboré en el periédico platense “El Dia” a través de textos y articulos de profundo “avancismo feminista”. Fundé también en La Plata uno de los primeros centros feministas rioplatenses, la “Liga Feminista Nacional”, con su érgano oficial denominado en forma emblema- tica “La Nueva Mujer”. Pero fue a partir de 1906 que sus actividades reivindicativas adquirieron una dimensién mayor, con la publicacién de su libro “En pos de la Jus- ticia” y con su destacada participacién en el “Congreso Internacional de Libre Pen- samiento”, reunido en la ciudad de Buenos Aires. En esa ocasién, Abella presents su famoso “Programa Minimo de Reivindicaciones Femeninas”, que fue aprobaco por aclamacién®. En 1911 extendié su labor militante al Uruguay, fundando en el Ateneo de Mon- tevideo la “Seccién Uruguaya” de la “Fedoracién Femenina Panamericana”, que ella misma fundara en Buenos Aires en 1910. En el ambiente montevideano pudo consolidar un fuerte vinculo con Batlle y Ordéfiez, asi como con algunos de sus dirigentes mas cercanos (Domingo Arena, Ricardo J. Areco, César y Héctor Miran- da, entre otros), llegando a establecer una adhesion genérica al batllismo. También mantuvo excelentes relaciones con el fundador del P. Socialista uruguayo, Emilio Frugoni, asi como con el filésof uruguayo Carlos Vaz Ferreira En su prédica de aquellos afios, la preocupacién por defender un concepto de ‘moral laica” como sustento basico para defender un ideal de ciudadania favorable a los derechos femeninos fue permanente y sistematica. “...para los que piensan “escribié en uno de sus articulos de entonces- que la sociedad esté bien organizada ‘o que los males sociales no tienen remedio y que se debe sufrir con paciencia todas as opresiones, [..] para esos [...] es conveniente que la mujer sea creyente, porque el miedo al infierno le impediré separarse un dpice de la moral catélica y la moral catélica es la base del actual orden social. En cuanto a nosotras, pensamos (...] que Ia moral catélica es la moral de! Universo, o como si dijéramos, «no es la moral de Dios» [...; en el terreno de la idea debemos atacarla tenazmente para convencer a 1a opinion que se debe establecer otra moral mejor, que sea mas justa y no estorbe la libertad de la mujer, la felicidad de todos; la humanidad ha luchado y se han sacrificado mucho, ya se han dominado y educado las pasiones, es tiempo de que no nos opriman mds [...]. A los que asi pensamos no nos conviene que la mujer sea ucreyente» porque ello no nos ayudaré a reorganizar la sociedad"™*®. Esa “moral del Universo”, esa “otra moral mejor” que invocaba la feminista uruguaya, no parecia resultar ajena en su pensamiento a una vaga idea civilizatoria, identificada de todos modos con el dominio y la educacién de “las pasiones”. Los progresismos del Novecientos parecian en muchos aspectos mas proclives a formas (458) Cir. “Programa Minimo de Reivindicaciones Femeninas”, en Maria Abella de Ramirez, Ensayos Feministas. Montevideo, Editorial El Siglo lustrado, 1965, pp. 13-15. (459) Maria Abellt de Ramirez, “Ensayos Feninistas” ob. cit, pp. 105 y 106. 2Es comveniente que la jer sea creyente? 204+ CIUDADANIA, REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO EN URUGUAY diferentes pero efectivas de cierto puritanismo fundado en la razén y en la lealtad, que a la aceptacién libre de una “cultura hedonista” realmente transgresora. Pero el catalizador final para la convergencia de estos movimientos fue sin duda la lucha anticlerical, que a su juicio implicaba necesariamente la propuesta de una nueva sin- tesis moral superadora. En otro texto titulado “Organizacién y moral ”, Maria Abella profundizaba sus pensamientos y definiciones sobre el particular: “Organicémonos, a nuestra vez, los liberales y de la misma forma que ellos, no dejemos un rincén de a tierra sin que haya un circulo que represente al libre pensamiento {...]. La Iglesia es la representante oficial de la nica morai que acepta hoy la sociedad. Ahora bien, Ia moral es indispensable, sin ella no puede existir una sociedad {...]. Pero...4no podriamos tomar la moral cristiana y aun pulirla, con arreglo a las muevas necesi- dades y mayores luces de nuestra época y echar aun lado a todos esos que se llaman representantes de Dios y que en cambio de la moral imperfecta que nos predican, nos esquilman y nos atrofian o pretenden atrofiarnos el cerebro? [... Los cddigos se estudian y se renuevan, las constituciones se reforman y también deben reformarse las religiones, 0 mejor dicho la moral, que es lo tinico bueno que hay en ellas, para atender a las nuevas necesidades y costumbres de otras épocas. {...] Mientras los liberales no descubran otra moral mejor, mientras no la prediquen con la palabra y el ejemplo y Ja implanien por medio de las leyes, la Iglesia con su moral caduca y todos sus prejuicios todavia tiene su misién, su razén de ser sobre la tierra. {..] No puede destruirse solamente: (jya bastante hemos destruido!) Sobre las ruinas de los dogmas, el purgatorio y el infierno, hay que elevar un edificio mejor“. Esta diltima demanda de Abella de Ramirez sintetizaba en buena forma la exigen- cia mas relevante para los amados “progresismos” del Novecientos: si la “moral catélica” era vista como el soporte verdadero y iiltimo de la fortaleza del orden so- cial que cuestionaban, solo defendiendo “otra moral”, una “moral laica” predicada y practicada, seria posible transformar efectivamente a la sociedad. Como vimos, esta idea era compartida radicalmente por el batllismo, radicando alli sin duda uno de sus principales niicleos de convergencia con socialistas, “liberales radicales", anarquistas y feministas. La defensa y promocién activas a favor de una nueva le- gislacién para una “renovacién moral” de la repiblica tendria alli un frente social y politico de apoyo sostenido. La mirada y la accién reformistas focalizarian alli en muchos momentos del periodo su accién ciudadana. 4. Los programas partidarios y sus propuestas ‘Como hemos visto a lo largo de capitulos anteriores, el campo de la legislacién fue uno de los escenarios principales de esa pugna entre anticlericales y catélicos por promover y confrontar, desde sus respectivas perspectivas, sus proyectos antagéni- cos de “moralizacién” de la repiblica. Seria reiterativo y ademas excederia amplia- (460) Tbidem, pp. 163, 164 y 165. + 205° GERARDO CAETANO mente los limites de este capitulo, el describir en forma detallada los muy numerosos proyectos e iniciativas legales, algunos aprobados y otros no, que sobre el particular fueron debatidos en el Parlamento entre las décadas finales del siglo XIX y las tres primeras del siglo XX. En consonancia plena con esos rasgos de hiperlegalismo y politicocentrismo, que destaciramos como propios de esta matriz de ciudadania en curso de consolidacién en el Novecientos, en el Parlamento uruguayo de la época se dio en verdad un fenmeno de profunda “inflacién legislativa”, en especial en lo atinente a temas y asuntos vinculados -de un modo u otro- con las problematicas de la ciudadania mas republicana, desde ese angulo de “virtudes" y “valores civicos” al que nos hemos referido anteriormente. En varios trabajos mas 0 menos recientes de la historiografia uruguaya se ha analizado en detalle, en clave mas temitica y monogrifica, ese trimite profuso de discusién y elaboracién legislativas durante el periodo estudiado: es el caso de los estudios de José Pedro Barrin sobre las iniciativas vinculadas con el area de la salud y del proyecto higienista"; el de la investigacién de Yvette Trochon sobre la pros- titucién el de las investigaciones contenidas en la coleccién Historias de fa vida privada en el Uruguay, en las que se exploran desde diversos Angulas las fronteras ‘cambiantes entre lo piblico y lo privado“; son los trabajos vinculados con la inda- gatoria del proceso de secularizacién, es la investigacién acerca de la “historia de la sensibilidad” y su evolucin en la sociedad uruguaya entre 1800 y 1920, que ha abordado miltiples aspectos vinculados con las controversias sobre el eje de la dadania“; son los distintos trabajos a propésito del tema de la construct del imaginario nacional y las regulaciones piblicas en torno al tema‘; las inves- (461) Cli José P. Barrin, “Medicina y sociedad en ef Uruguay del Novecientos. Tomo I: I poder de ‘curar”, Montevideo, EBO, 1992, 279 pp. tomo Il: La ortopedia de tos pobres. Montevideo, EBO, 1993, 258 Pp. tomo III: La invencién del cuerpo. Montevideo, EBO, 1995, 342 pp. (462) Cli Ywctte Trochin, "Prusttucién y modernidad en ef Uruguay (1880-1932). Las mercenarias del amor”, Montevideo, Taurus, 2003, 312 pp.; "La traia de blancas en el Atléntico Sur. Argentina, Brasil y Uruguay (1880-1932). Las rutas de Eros”. Montevideo, Taurus, 2006, 516 pp. (463) José P. Barrén-Gerardo Caetano-Teresa Porzecanski (directores), “Historias dela vida privada en ‘el Uruguay, tomo I: Entre la honra y el desorden (1780-1870) ", Montevideo, Taurus, 1996, 237 pp. “iomo I: El nacimiento de la intimidad (1870- 1920)”, Mostevideo, Taurus, 1996, 322 pp. “tomo Ill: Individwo y soledades (1920-1990), Montevideo, Taurus, 1998, 355 pp. (464) Chr José P. Barri, “Iglesia catdlica y burguesta en el Uruguay de la modernizacién,1860- 1900". Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias, Universidad de la Repiblica, 1988, 47 pp. “La ‘espiritualizacion dela riqueza, Catolicismo y econonia en Uruguay. 1730-1900". Montevideo, EBO, 1998, 342 pp. Gerardo Cactano-Roger Geymonat, "La secularizaciin uruguaya. (1859-1919), tomo I. Catolicismo \yprivatizacién de lo religioso”. Montevideo, Taurss, 1997, 280 pp. (465) Historia de fa sensibilidad en el Uruguay. tomo : Lacultura “barbara. (1800-1860). Montevideo, EBO y Facultad de Humanidades y Ciencias, 1989, 263 pp. tomo 1: El disciplinamiento, (1860-1920). Montevideo, EBO y Facultad de Humanidades y Ciencias, 1990, 300 pp. (466) Cft. Carlos Real de Aziva, “Los origenes de la nacionalidad uruguaya”. Montevideo, ARCA- INL-Nuevo Mundo, 1990, 476 pp.; Carolina Gonzilez Laurino, “La consiruccién de la identidad uruguay”. Montevideo, Taurus-UCUDAL, 2001; Carlos Demasi, “La lucha por el pasado. Historia y nacién en Uruguay (1920-1930). Montevideo, Tile, 2004, 160 piginas; Gerardo Caetano (director), “Los uruguayas del Centenario. Naciin, ciudadania, religiin y educacién (1910-1939)”. Montevideo, Taurus-OBSUR, 2000, 280 pp.; entre otros. = 206° (CIUDADANIA, REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO EN URUGUAY tigaciones sobre el avance de los derechos femeninos“*”, asi como otros trabajos y publicaciones que refieren a temas como la evolucién de los derechos electorales, Jos derechos ciudadanos y su evolucién constitucional, la regulacién del sistema educativo, el disciplinamiento de las costumbres, la supresién de la pena de muerte, la penalizacién severa de cualquier tipo de destrato a animales, la represién del alcoholismo, del juego, de los comportamientos conceptuados como “‘vicios socia- Jes”, asi como de temas mas especificos pero no menos importantes como el de la cugenesia*”; entre otros muchos asuntos y trabajos que podrian citarse. ‘Como dijimos, la mera resefia de ese aluvién de iniciativas y proyectos destina- dos, en un sentido u otro, a “moralizar” la repiblica durante este periodo, resulta en verdad abrumadora. De todos modos, desde una visién de conjunto sobre todo este amplio cimulo de proyectos de ley, presentados y algunos aprobados durante el periodo, surgen varias constataciones: i) existié una fuerte primacia de los proyectos provenientes del frente “liberal radical” y anticlerical sobre aquellos de proceden- cia catolica, lo que alcanzé una profundidad aun mayor y en algunos momentos inu- sitada, durante los tiempos de predominio del primer batllismo™; ii) el espectro de temas y asuntos abordados por ese aluvi6n legislativo no tuvo pricticamente limites, Iegandose a debatir proyectos verdaderamente insélitos, como ya hemos anotado; iii) tras toda esa bateria de proyectos reguladores anidaba una pretensién discipli- nante de las costumbres y comportamientos ciudadanos, sustentada en la defensa de ideales morales que se suponian inherentes a una “‘concepcién del bien” con frecuencia de perfil republicano, asumida por el Estado en su pretendida condicion ~segim los batllistas radicales y otros progresismos de la época~ de jimica institucién ¥ auloridad que podia garantizar una accién desprovista de “espiritu dogmatico"™; iv) la tramitacidn legislativa de todos estos proyectos dio lugar a virulentas discu- siones ideol6gicas, en las que el tema moral estuvo casi siempre en el centro; v)a lo largo de todos esos debates parlamentarios se pusieron de manifiesto, de manera por demas clara, los argumentos enfrentados a propésito del tema de! mejor modelo de ciudadania para implantar en el pais en aquellos “tiempos de formacién”; vi) muy tunido con esto tltimo, entre los protagonistas de estas controversias, todos parecian coincidir tal vez con exageracién- que del resultado parlamentario y politico de sus (G67) Jorge Balbis-Gerardo Castano, “La situacién social de a mujer en ef Uruguay batlista {inédita), Silvia Rodriguez Villamil y Graciela Sapriza, “Mujer, Estado y politica en ef Uruguay del siglo Sav" Montevideo, EBO, 1983, 134 pp. varios trabajos de estas dos autoras, especialistas en la tematiea con. ‘elacién a la historia uruguaya; Silvia Rodriguez Villamil (Coord.), “Mujeres e Historia en el Uruguay”. ‘Montevideo, Grecmu-Logos-Fesur, 1992, 264 pp; entre otros (468) Lo que inciuia, en el programa batlita de “obras realizadas", “el mantenimiemio de la supresién de las crridas de toros, de ses parodias, del trea la paloma no simulado, de las ritas de gall, del ratpick, |) de todas los espectaculas en que se provoque el sufrimiento de as animales como atractivo™” (469) Véase nota 427. (470) Milton Vangertitula la parte 1! desu tabajo sobre la segunda presidencia de Batlle con el sugestivo titulo de “Lluvia de proyectos”. Cft. Milton Vanger, “El pais modelo”, ob. cit, pp. 121 y ss. (a7) Véase a este respecto la argumentacién manejada para sustentar el monopolio estatal de la corgenizacién y direccidn dela enseftanza en Pecko Ceruti Crosa-JulioC. Grauert, “Las dogmas, la ensefanca 1y el Estado, Prélogo del Doctor Santin C. Rossi". Montevideo, 1927. + 207° GERARDO CAETANU, combates, emergeria una matriz de pensamiento ciudadano que tendria profundas consecuencias sobre el futuro del pais. En los programas partidarios, ya sea como “obras realizadas" 0 como “obras a realizar”, asi como también en las propuestas de reforma programética formuladas en el periodo, ocupé un lugar de privilegio este tipo de iniciativas y proyectos. Por ejemplo, con relacién a este iiltimo punto, en la Convencién batllista de los ais, veinte se debatieron miltiples ideas sobre muchos de estos temas. Asi, en mayo de 1920 el convencional Fusco propuso, entre otras iniciativas a incorporar al programa partidario: “laicizacién absoluta de la ensehanza primaria, aun en los estableci- mientos privados "; “reglamentacién de todas las profesiones laborales cuyo titulo haya sido expedido por el Estado”; “establecimiento de una jurisdiccién penal es- pecial para la infancia, y abolicién de todo otro fuero judicial especial"; “abolicién ‘abolicion de las leyes que regiamentan Ja prostitucién”™™, En la misma sesién, e] convencional Rodriguez Lopez promovio entre sus reformas: “supresién de las carnestolendas, sustituyéndolas por olimpia- das, juegos florales, fiestas patristicas, etc.”"; “seguro de vida para todos los obreros y empleados”; “‘estimulo de las instituciones privadas que persigan fines de higiene publica” Por su parte, liderando a un grupo de convencionales, Rodriguez Fabregat plan- te6 en junio de 1920 un ambicioso plan de reformas, que en su “programa social” incluia: “ensenanza laica y racionalisia"; “supresién, por ley, de los internados religiosos. La ensefanza no podré suministrarse sino en establecimientos del Esta~ do laico. Prohibicién a los sacerdotes u ordenados de cualquier religién, para ser profesores de ensefanza en todos los ciclos”; “persecucién y supresion del juego"; “prohibicién del alcoholismo. No podrin fabricarse 0 importarse otros alcoholes que los destinados ausos medicinales e industriales”, “abolicionismo en materia de prostitucién. Supresin de toda intervencién del Estado, reglamentandola, Adopcién de severos preceptos punitivos contra la “trata de blancas”; “Celebracién de Olim- piadas, Institutos de educacién fisica. Organizacién de juegos florales y torneos artisticos en las fiestas nacionales, en celebracién de la primavera, en la semana destinada a Carnaval”, “transformacién en tiempos de paz de la marina de guerra en marina mercante”; “reorganizacién del ejército permanente, convirtiéndolo a la vez en elemento titil de produccién industrial", Otro ejemplo singular en esta direccién fue dado en una sesién de la Convencion batllista en noviembre de 1926 por el convencional Revelles, quien incorporé en su programa de reformas propuestas: “libertad de asociacién y de experimentacién, siempre que no se opongan al bien moral y material de la Repiiblica”; “El Estado del alcoholismo y demas plagas sociales (472) Convencion Nacional del Partido Colorado. Acta N° 136, Sesion del 18 de mayo de 1920. Proyectos de reforma del partido. (473) Ibidem. (474) Convencién Nacional del Partido Colorado. Acta N*2, Sesion det 7 de junio de 1920. Proyectos de ‘reforma del partido. Los etros convencionales ballistas que firmaban el proyecto reformista presentado por Enrique Rodriguez Fabregat eran: Ricardo E. Yanniccili, Angel R. Silvera, Dalmiro Pérez, Justino Barrucci, Eolio de Dovitis. Todos eran convencionales pertenccientes a departamentos del interior del pais. * 208° CIUDADANIA, REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO EN URUGUAY garantizaré @ los habitantes de la nacién la vivienda y los alimentos”; “trabgo obligatorio”; “escuela laica, racional y cientifica, acabando con ta ignorancia y analfabetismo abajo y la rutina y la pedanteria arriba"; “mientras se logre el ideal [supresién por innecesarios de los ejércitos}, los euerpos de linea, ademds de la aba misién que les estdé encomendada, se ocupardn en labores agricolas e industriales, haciendo det cuartel una continuacién de ta escuela’. Muchas de estas iniciativas fueron en efecto aprobadas incorporadas al llamado “Programa Batllista de demandas actuales”, que incorporaba en su disefio general dos grandes secciones, tituladas “Obras realizadas” y “Obras a realizarse'*"°. En el comentario que Gitidice y Gonzalez Conzi hicieron de este programa incluyeron las siguientes consideraciones: “Habré claro esté- que vencer las terribles fuer zas conservadoras que hoy se agitan en el pais. Estas fuerzas conservadoras —y en esto el Uruguay ocupa una posicién singular en el mundo- a pesar de que se hacen sentir, (lo hacen] en forma subrepticia. En efecto, en Uruguay todos los partidos se dicen avanzados: el partido catédlico dice que Io es; el riverista, también; el vierista, también; el nacionalista también. No hay que decir que el socialista y el comunista también. Esto prueba que la mentalidad colectiva esté penetrada de batllismo"™*”. Por su parte, e] Programa presentado a la Convencién del Partido Nacional en enero de 1915, ratificatorio en gran medida del Programa partidario anterior de 1906, incluia también ciertas disposiciones a resaltar en este plano que se esta analizando. Se exigia el “perfeccionamiento de las leyes electorales” (con la plena aceptacion de la representacién proporcional); “la descentralizacion administrativa"; “el me~ joramiento de la justicia y de su organizacién” (para concretat lo cual se exigia “guitar al Poder Ejecutivo la facultad irregular que se ha atribuido de nombrar a los Agentes Fiscales, manera esta de hacer intervenir la politica en la integraciin de un poder cuyo prestigio estriba, precisamente, en la absoluta independencia mo- ral de sus miembros”); “la reforma militar, la clausura del escalafon y el servicio obligatorio”. Con relacién a esta titima demanda, se establecia en forma expresa que “estas rectificaciones deben complementarse con el servicio militar obligatorio, atenuado en su principio, que llevaré a los campos de maniobra a todos ios orientaies habi- Tes, ensehéndoles democracia prictica y vigorizéndolos con sentimientos de honor v las virtudes del soldado. Para consagrar en la realidad tan hermoso postulado, debemos aspirar a la desaparicién de los gobiernos de partido". Otros aspectos de este programa nacionalista de 1915 han sido sintetizados por el historiador Danie! (475) Convencion Nacional del Partido Colorado. Acta N° 136, Sesién del 19 de noviembre de 1926. Proyectos de reforma del parti. (476) Convencion Nacional del Partido Colorado, tomo III, pp. 355-360. Acta sin y s/f. Programa del partido aprobado por la Convencién, Esti trnscripto también en Giidice, Gonzélez Conai, “Batlle y el ballismo...” ob. cit, pp- 384 y's. (477) Ibidem, p. 384. (478) Archivo del Partido Nacional. Honorable Convencién del Partido Nacional. Afo 1915, tomo VI, 5, 158-159. + 209°

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