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FRANCISCO BOSTROM EL CAMINO INTERIOR A EDICIONES OBELISCO INTRODUCCION Hubo un tiempo en que se creyé que los drboles comu- nicaban cielo y tierra. De los drboles vienen los libros. Comunican cielo y tierra uniendo almas: la del que escribe con la del que lee. En cada palabra de un libro esta el alma de su autor. Y frente al libro, los suefios y angustias de otra alma. Las dos se encuentran en el silencio. Normalmente, a solas en una habitacién ce- rrada. En la materialidad del libro, el lector siente con su tacto el espiritu del autor. Lo toca, lo abre, lo siente. Entra en él. En las lineas que lo habitan hay una mente viva, hablante y pensante, aunque haya desaparecido hace siglos, que nos invita a tomar parte de una experien- cia. Durante bastante tiempo, los dos habitardn un reino propio, aunque esté poblado de seres. A cual- quier hora que se le invite a contar su historia, el libro siempre estard dispuesto a hacerlo. El lector le tiene confianza. Sabe que conocerd sus reacciones, pero que lo guardard todo en secreto. Planteardé sus pre- guntas, y el autor quizd se las conteste. Tratard de argumentar. Compartir an pensar aa ps Vivi. ran momentos felices Y Gridos. 2 fargo del camino, ve pelearan y se festejaran. No importa. Seran intimos. So complices de los mismos secretos. Su relacién vq vas alld de cualquier apariencia. No hay caras de por medio, sélo almas en contacto. . Al principio, el acercamiento es timido. El puente es de papel. Los dedos lo sostienen reticentes, los ojos inquieren, las cejas quedan en suspenso. Mientras tan- to, del otro lado, las palabras se desbandan en busca de caminos. En franca rebelion, se apartan del padre aténito. Quieren encontrar un destino desconocido, tanto del autor como del lector. Las palabras desde- fian a ambos. Su mundo es exclusivo y van burlandose de todos. «Diablillas», dicen unos; «bailarinas», los otros. Es initil. Salen en torrente, y en breve ya estan todas enredadas en un mismo hechizo. Las muy huidizas hablan de la vida. Es fascinante. Entra pasion, sale emoci6n: rabia 0 amor. Queda es- tablecido el vinculo entre actor y autor, que van invi) tiendo continuamente sus papeles. Ya estd. Al princi- pio era el Verbo, y el Verbo se hizo carne. El libro concibié a un autor y el lector los tomé a ambos. Ahora son unidad. Sin embargo, no es cierto que el autor quiera exhi- birse en la obra. Lo que quiere es esconderse. La obra era como un demonio en su cuerpo, y no se lo podia sacar de la cabeza, Para exorcizarlo, sélo podia escri- bir. No le quedaba otra alternativa. Era eso o la con- ae ee ‘an deseada y nunca consegui- de su propia im 0. Y lo hizo, aunque avergonzado ipotencia. Se escondid, olvidando que 8

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