El hombre deambula febril y desesperado de un lado a otro de la habitacin
Tiembla, las manos le transpiran, intenta controlarse, sacude las sudorosas manos para relajarse pero le es imposible -Ella vieneviene me aplasta!!!! Sacude la cabeza tratando de callar su espantada mente que grita hasta ensordecer sus ms caros recuerdos. Va y viene en un sinfn de especulaciones. La imagen del espejo ya no es la de aquel joven pujante, que perda su juventud, dejndose arrastrar lnguidamente a una vida en la que todo le viene dado. Ya no es ese ya no nunca. Haca mucho haba quedado atrs ese nio que nunca alcanz a rozar la vara que impuso pap. Atrs qued el joven lleno de vida que se mofaba de los menos favorecidos por el oro y la fama. Ahora la edad madura lo alcanz en una bajada solitaria. El miedo, que cuando era de los otros, en esas otras pocas, lo enriqueci ahora le consume las tripas. El otrora nio bien, pretencioso y engrupido, es hoy un enjuto hombrezuelo que triste en el codo de la vida muere de miedo frente a la imagen de ella. Hundido en la despiadada soledad, planea formas de acabarla, suea con vengarse, con orla sola llorando en la mazmorra La odia porque no la puede dominar, porque nunca ser suya porque nunca ser ella. Si el enjuto odiador quiere ser ella, suea con ser esa fuerza natural que inunda corazones, suea con un amor inalcanzable para su misrrima carcaza de gallo malherido en su primera ria. El hombrezuelo acaricia su poder como Gollum al anillo, lo lustra y se lustrasi no fuese aborrecible dara pena. Est abstrado, urdiendo sus planes, cuando el viento, violento, ingresa trayendo su nombre primero son murmullos, luegogritos -Quin grita? Quin grita, carajo?!... Hagan Algo!.... Viene!!! Va a entrar!!!... Squenla!!!... Basta Basta!!!!! Una mano se posa en su hombro y con una voz suave e indolente sugiere: -tome, seor, su pastilla de las tres. Tmela y despus le prometo un paseo por el jardn calma no vendr no vendr est ocupada ella no visita este hospicio.