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LO QUE QUEDA DE AUSCHWITZ El archivo y el testigo HOMO SACER III Giorgio Agamben Traduccion de Antonio Gimeno Cuspinera PRE-TEXTOS m 2 BL HSUDLAN 2.1. Lo intestimoniable tiene un nombre. Se Hama en la jer ga del.campo, der Muselmann, el musulman. Eldenominado Muselmann, como se lamaba en el lenguaje del Lager al prisionero que habia abandonado cualquier esperanza y que habia sido bandonado por sus compafieros, no posela ya un estado de conocimiento aque le permitiers comparar entre hien ¥ mal, nobleza y bajeza. espiritua lida y no espiritualidad., Era un cadaver ambualante, un baz de funciones fisicas ya en agonia, Dehemos, pues, lor dolorosa que nos parezc: ls elec iG, excluirle de nuestra consideracién (Amery, p. 39). (Una vez mas le laguna del testimonio, conscientemente rei- vindicada esta vez.) Recuerdo que, mientras bajébamas las escaleras que conducian a lox ser- vicios, hicieron bajar con nosotros aun grupo de Muselmarn, como los a amaciamos después, que eran los hombres momis, los muertos vives, y los hicieron bajar con nosotros s6lo para hacérnoslos ver, como para de- cienos: llegaréis a ser igual que ellos (Carpi. p. f El honibre de las $8 caminaba con lensed y observaba al musulmén que se diigia directamente hacia él, Todos nosotros mirébamos con el rabillo el ojo hacia la i2quierda para ver lo que iba a pasar. Ese ser idiotizado y sin voluntad, arrastrando sus zuecos de madera, erming por ira caer jus- tamente en los brazos del de las $8. que le dio un grito y le propind un fustazo en la cabeza, El musulmén se par6, sin darse cuenta de lo que ha- bia pasado, y cuando recibié un segundo v un tescer golpe porque se habia olvidado de quitarse la gorra, empez6 a hacerse sus necesidades encima, porque tenia disenteria. Cuando el $§ vio el liquido negro y mal- oliente que se derramaba sobre los 2uecos, se encoleriz6 terriblemente. Se le echo encima y le dio patadas y patadas en el abdomen, y, una vez ‘que el desventurado habia caido ya sobre sus propios excrementos, si- gul6 golpedndole en la cabeza v el torax. Al primer golpe se doblé y des- pués de otro par de golpes estaba ya muerto (Ryn y Klodainski, pp. 128 yas En lo ocante a os sintomas de la enfermedad y a desnultricion, hay’ que distinguir dos fases. La primera se caracteriza por el adelgazamiento, la astenie musculat y la progresiva pérdida de energia en los movimientos, En este estadio el organismo no esté profundamente dafiado todavia Apane de la lentitud de-los movimientos y kx pésdida de Fuerzas, el en- fermo no presenta més sintomas. ¥ con ex bilidad y una irtabilidad caracteristicas tampoco se manifiestan slters- ciones de caricter psiquico, Era dificil advertr el momento del paso de un estadio a otro, En algunos se producia de manera lenta y gradual, en otros de forma muy répida. Se podia ealeular que la segunda fase se ii ciaba, de manera aproximada, cuando el individue hambriento habia per- dido un tercio de su peso normal, Si seguia adelgazando cambiaba tam- bién a expresidn de su rostro, La mirada se hacia opaca y Ia faz adguiria scepcidn de una clerta excita: uns expresin indiferente, mecinica y tite, Los ojos quedaban recubies- tespor un velo, as 6rbitas se hurdian profundamente. La pieltomaba un volor aris pilldo, se hacia delgada y dura, similar al papel, y comenzaba ja descamacion. Era muy sensible a todo po de infeccién y contagio, especialmente la sarna. Los cabellos se ponian hispidos, opacos ¥ se alan con facilidad, La cabeza se alargaba, los pdmulos y las cuencas de qos ojos se hacian cada vez mis visibles. El enfermo respiraba leatamen te, hablaba despacio y con gran esfuerzo. Segin la duracion del estado de desnutrici6n aparecian edemas grandes o pequefios. Se manifestaban inicialmente en los parpados y en los pies y aparecian en puntos diver- sos segiin las horas de! dia. Por la matiana, después del descanso noctur- no, eran visibles sobre todo en Ia cara, Por la tarde, en cambio, se mani festaban en los pies y en la parte inferior y superior de las piernas. EL cestar de pie hacia que ei iquido se acumulase en la parte inferior del cuerpo. A medida que el estado de desnutricién se acentuaba, los ede- sas se difundian, en especial en el caso de los que debian permanecer de pie durante muchas horas, primero en la parte inferior de las piernas, después en las pantorrillas, los zlte0s, los testiculos ¢ incluso el abdo- men. A la hinchaz6n se afadia no pocas veces la diarrea, que a menudo podia también preceder al desarrollo de los edemas, En esta fase los en- fermos se hactan indiferentes todo lo que pasaba a su alrededor y se onan al margen de cualquier relacién con su ambiente. $i todavia es taban en condiciones de moverse, lo hacfan como 2 cdmara lent, sin Mle- sionar las rodillas, Duco que su temperatura bajaba normalmente por de- bajo de los 36 grados. temblaban de frio. Si se observaha de lejos 3 un {grupo de estos enfermos, se tenis la impresién de que eran drabes en ‘oracién, De esta imagen surgié lu definicién usada normalmente en Ausch witz para indicar a los que estaban muriendo de desnuteicion: musulma- nes (Ryn y Klodzinsky, p. 94) ET musuiméa no le daba pena a ninguno, ni podia esperar contar con la simpatia de nadie. Los compaferos de prisin, que temian continuamen- te por su vida, ni siquiera le dedieaban una mirada. Para los detenidos z 8 ave colaborabin. los musulmanes eran fuente de rabla y preocupatién para las 85 solo intl inmundicia, Uaos y otras no pensaban mis que en liminarios, cada uno a su manera ({bid, p. 127), Todos los musulmanes que van al gas tienen la misina historia 6, meior Aicho, no tienen historia; han seguldo por la pendiente has el fondo ne turalmente. como los arroyos que van a dar a ta mat. Una vez en el cams po. debido a su esenciatincapsacidad, 0 por deszracia, 0 por culpa de cual, uier incidente trivia, se han visto arroliads antes de haber podide adaptarse; han sido vencidos antes de empezar. no se ponen a aprende, alemin ni a discemir nada en el infernal enredo de leyes y de prohibi, ‘ones, sino cuando su cuerpo es ya una ruina, nada puede salvarlos de la selection o de la muere por agotamiento, Su vids es breve per su ni. mero es desmesurado; son ellos, los Muselmarsnés, los hundidos, el ner vie del camper ellos, la mass andaima, continuamente renovada y siem- Pre idéntica, no hombres que marchan y penan en silencio, apagado en clos e! brillo divino, demasiado vactos ya para sufrr verdaderamente. Se duda en llamar muerte 2 su muerte, frente a la cual no alhergan temor Porque estin demasiado cansados para comprenderla, Pueblan mi me. sioria con su presencia'sin rosto, y si pudiera encerras todo el mal de puesiro tiempo en una imagen, escogeria esta imagen que me resulta fa miliar: un hombre demacrado, con la cabeza inclinada y la espalda en. comvada, en cuyos ojos no se puede leer ni stro de pensamiento (Lev, 3. p. 96). 2.2, Sobre Ios origenes del término Muselmann las opinio- nes no concuerdan. Por lo demas, como suele suceder con las Jengas, no faltan los sinénimos 18 expresion se usaba sobre 1odo en Auschwitz, de donde paso después 3 Otros Lager... En Majdanek esta palabra era desconocida y para distin. Buira “los muertos vivientes" se empleaba la expresin Gamel (escudila) “4 ten Dacha se decia de otra forma, Kretiner idiota): en Stutthoff, Knipet clistudo}; en Mauthausen, Schavimmer(es decis. los que se mantienen 2 fiexe baciendo el muerto); en Neuengamme, Kamzele (camelios 0, en sen tido trinslaticio, idiotas); en Buchenwald, muide Scheichs (es decir, en- contceidos) y en el Lager fentenino de Ravensbruck Muselweiber rmusul- manas) 0 Schmuckstiicke(alhajtas 0 joyas) ofsky, p. 484), La explicacién mds probable remite al significado literal del término arabe muslim, que designa al que se somete incondi- cionalmente a la voluntad de Dios, y est en el origen de las jeyendas sobre el presunto fatalismo islimico, bastante difun- didas en las culturas europeas a partir de la Edad Media (en es- ta inflexion despreciativa, el término esta bien atestiguado en las lenguas europeas, particularmente en italiano). No obstan- te, mientras la resignacién del muslim reposa en la conviccin de que la voluntad de Ali esta presente en todo momento, en el mas pequeno acomtecimiento. el musulmin de Auschwitz parece haber perdido. por el conirario, cualquier forma de vo- luntad 0 de conciencia: celestrate relativamente mis numeroso de aquellos que habian perdi- do desde hacia mucho tods voluntad de vivir. Se les llamaba en los cam- pos musulmanes, es decir personas dominadas por un fatalismo absohu- to, Su disponibilidad para ta muerte no era, empero, algo similar un acto de voluntad. sino una destruccién de kx voluntad, Se conformaban con to- do Jo que pasaba, porque todas sus fueraus estaban mutilackas y aniquil as (Kegon, p, 400). Hay otras explicaciones, si bien menos convincentes. Como Ja registrada cn la Encyclopedia Judaica, en la voz. Muselmann: “Usado sobre todo en Auschwitz, el término parece proceder de la actitud caracteristica de estosleportados, es decir, la de estar acurrucados en el suelo, con las piemnas replegadas al mo- 45 do oriental, con la cara rigida como una mascara”. O como la sugerida por Marsalek, para quien el término aludia “a los mo- vimientos tipicos de los 4rabes cuando rezan, con su perma: nente postrarse y' Ia elevacién de la parte superior del cuerpo” Gofsky, p. 464). O. por Ultimo, una que parece muy improba- ble y que interpreta Museimann como Muschelmann, hombre aconchado, 0 sea replegado y cerrado sobre si mismo (Levi pa- rece aludir a ella cuando habla de “hombres-valva"). En cualquier caso, lo cierto es que, con una suerte de auto~ ironfa Feroz, los judios saben que en Auschwitz no morirén co- mc judios. 2.3, El desacuerdo sobre |a etimologia del término tiene su juntual coresponidencis en la incestidumbre sobre et ambito seméntico ¥ Gisciplinario en que debe inscribirse. Que un mé- ica como Fejkiel. que habia trabajado durante mucho tiempo «vos Lager. tendiera a tratar al musulmén como una figura no- gnifica -una enfermedad particular de desnutricion, endé. oiea en los campos no puede sorprender. En cierto sentido, iuihia sido Betielheim e! que abrié el camino en 1943, con la | miblicaci6n en el “Journal of Abnormal and Social Psychology” 1 su estudio sobre Individual and Mass Bebavior in Extreme uations. En 1938-39, antes de ser liberado gracias a Ia inter- iplante algo como una exigencia de hablar. Auschwitz es la refutaci6n radical de todo principio de co- municaci6n obligatoria. Y no s6lo porque, de acuerdo con el testimonio constante de los supervivientes, el intento de indu- cira un Kapo oa un miembro de las $$ a comunicar no pro- vocaba casi nunca otra cosa que bastonazos, 0 porque, como recue da Marsalek, en ciertos Lager cualquier tipo de comuni- cacion era sustituida por el vergajo que, por esta raz6n, habia sido rebautizado ironicamente, como der Dolmetscher, “el in- térprete”. La objecién decisiva es otra. Es, una vez mas, el mu- sulm4n. Imaginemos por un instante que, gracias a una prodi- giosa maquina del tiempo, nos fuera dado introducir en un campo al profesor Apel y Hevarie ante un musulmén, con el ruego de que también tratara de verificar en él su ética de la comunicaci6n. Creo que mas vale, desde cualquier punto de vista, apagar en este momento nuestra mAquina del tiempo y no proseguir el experimento. Porque el peligro est en que, a pesar de todas las buenas intenciones, e} musulmén quede una vez mas excluido de io humano. El musulmén es la refutacion radical de toda posible refutaci6n, la destrucci6n de esos ulti- mos baluartes metafisicos que se mantienen en pie porque no_ pueden ser probados directamente, sino solo negando su ne- gacion, 2 TByflegados a este punto, no es sorprendente que también a ee de dignidad tenga un origen juridico, si bien esta vez nos envia a la esfera del derecho publico. Ya a partir de la época republicana, en efecto, el término latino dignitas indica el rango y la autoridad que corresponden a los cargos ptibli- Cos y, por extensi6n, a los cargos mismos. Se habla, asi, de una 6 dignitas equestre, regia, imperatoria. Panicularmemte instruct Va. estos efectos es la lectura del libro XII del Codex lustitia. nus, que lleva por titulo De Dignitatibus, Vela para que el or. den de las diversas “dignidades" (no s6lo el de las tradicionales, de los senadores y los consules, sino también las del prefecte del pretorio, del prepésito del sacro cubiculo, de los guardia, nes de las arcas piblicas, de los decanos, de los epideméticos, de los metates y de los demas grados de la burocracia bizanti, fra) sea respetado hasia en los minimos detalles, y contiene dis. Posiciones para que el acceso a los cargos (la porta dignitatis) sea vedado a aquellos cuya vida no esté acoide con el rango que se reviste (cuando, por ejemplo, hayan sido objeto de una nota de censura 0 de infamia). Pero la construccion de una au- sgntica teoria de la dignidad es obra de los juristas y de los ea. nonistas medievales. KaptorowitPha mostrado en un libro ya clisico quella cienc ia wider entrelaza aqui fuertemente va establecer uno de los pilares de la teoria icler perpetuo del poder politico, La Su portador ¥ se convierte en una persona ficticia, una especie de cuerpo mistico que se afade al cuerpo real def magisirado o del emperador, de la uisma forma queen Cristo Ja persona divina duplica su cuerpo hu- mano. Esta emancipacin culmina en el principio, repetido en innumerables ocasiones por los juristas medievales, segtin.el cual “la dignidad nunca muere” (dignitas non moritur, Le roi ne mezurt jamais) . La separacién y, a la vez, la intimidad entre la dignidad y su portador corporal tienen una manifestacién espectacular en el doble funeral del emperador romano (y, mas tarde, de los re- yes de Francia). En él la imagen dle cera del soberano muerto, que representaba su “dignidad” era tratada como una persona verdadera, recibia cuidados médicos y honores y era, por il ‘mo, incinerada en un solenine rito funeral (finus imaginarium), 68. x En paralelo a la obra de ios juristas, se desarrolla la de los canonistas. Estos construyen una teoria andloga de las divers! ‘“dignidades” eclesisticas, que culmina en los tratados De dig- nitate sacerdotum, para uso de los celebrantes de las ceremo- nias. En este caso. por una parte, el rango del sacerdote ~en cuanto se convierte durante la misa en el lugar de la encarna- ciGn de Cristo— es elevado por encima del de los angeles; por ira, Se insiste sobre la ética de la dignidad, es decir, sobre la necesidad de que el sacerdote manienga una conducta que es- téa la altura de su condici6n excelsa (que se abstenga, pues, de la matla vita, y que, por ejemplo, no haga uso del cuerpo de Cristo después de haber tocado las partes pudendas femeni nas). ¥ como la dignidad publica sobrevive a la muerte en for- ma de imagen, asi la santidad sacerdotal sobrevive por medio de la reliquia (’dignidad” es el nombre que, sobre todo en el rea francesa, indica las reliquias del cuerpo santo). Cuando el término “dignidad” hace su ingreso en los trata- dos de moral, éstos no wwvieron que hacer otra cosa que trans cribir fielmente --para interjorizarig— ¢l modelo de la teoria ju ridica. De la misma manera que se daba por sentado que el comportamiento y el aspecto exterior del magistrado y el sa- cerdote (dignitas indica desde el inicio tambien el aspecto fi sico que es propio de una condicién elevada y es, segiin los romanos, el paralelo masculino de la venustas femenina) de- bian estar en armonia con su rango, esa especie de forma en hueco de fa dignidad es espiritualizada en determinado mo- mento por la moral y usurpa el puesto y el nombre de la “dig- nidad” ausente. Y al igual que el derecho habia emancipado el rango de la persona ficta de su portador, Ja moral ~en un pro- ceso inverso y especular- separa el comportamiento individual Cela posssdn deus cuack Digna ex ahora perona qv, | pesar de carecer de una dignidad pablica, se conduce en todo y.por todo como sila tuviera, Es algo que se manifiesta con . ©

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