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CONFERENCIAS ‘Salo, Revlata de Filosofia. n° 22. 2001.9-16 La actualidad de Aristételes PIERRE AUBENQUE Soy consciente del que puede parecer extrafio y paraddjico hablar de Arist6teles, es decir, de un filésofo que vivia en el siglo cuario antes de Cristo, en una semana consagrada a la filesoffa del siglo XX, al que no pertenece Aristoteles directamente. Pero la actualidad o la nueva actualidad de “Aristoteles es un fenomeno que caracteriza sin duda este siglo XX. al menos a partir de los aos veime. La actualidad de un autor y, particularmemt, de un filésofo del pasado, se puede entender en dos semtidas. Se puede tratar de la permanencia, de ln persistencia a pesar del alejamiento temporal ‘como cuando se dice que un autor mucrto hace mucho tiempo ests todavia vivo, que sus ideas no estin caducas © que todavia se puede aprender de él, como sin duda es el caso de Arist6tcles, Pero, hay otro sentido mds fuerte de actualidad: la actualidad provocativa y paradgjica segun la cual la calidad de una obra no decrece poco a poco para, finalmente, caducar, sino que. al contrario, sube yeerece de nuevo, de modo inversamente proporcional a su antigiiedad, Hay pues dos tipos de actua- lidad, la del que vive todavia y la del que vive de nuevo. Creo que Aristételes hoy en dfa es actual sobre todo en este segundo sentido de actualidad que no es un estado sino un evento, una resurree- mun renacimiento. La historia «let pensamiento ya ha conocido tales renacimientos. Por ejemplo, el periodo histéri- co Tamado precisamente Renacimiento fue, al menos en el campo de la filosofia, una reacciGn con ta el dominio intelectual de la escokistica, inspirada en gran parte por el propio Aristteles. Se trataba, o al menos eso parecfa, de una reacciGn contra Aristételes. ¥ hoy dia, cuando se habla de la actualidad de Aristoteles o de un Necaristotelismo, como se dice de modo bastante corriente en algu- nos sectores de la filosoffa, especialmente en América y en Alemania, podria pensarse que Acistéte- Tes, el mismo de siempre, el «Aristételes en sO, el Arist6teles historico que vivi6 en Grecia en el siglo IV antes de Cristo, ha sido rehahilizado por fin después de un largo y posiblemente injusto eclipse, Pero creo que no es asi. El Aristoteles que redescubrimos ahora no es exactamente el mismo. La his. toria del pensamiento y, como se dice ahora, de su recepcién, ¢s una forma perfectamente legitima del pensaimiento mismo. No es s6lo una recopilacién del pasado, una museografia de los sistemas, fllossficos, sino un aeto filosGtico pleno, un, en expresiGn de Gadamer, «pensar més alli, un Wei- terdenken. La historia del pensamiento asf entendida no puede consistir en la alternancia puramente mecdnica de acciones y reacciones, como si Ins reacciones, cuando tienen fuerza suficiente, pudie~ sen anular las acciones precedentes y restablecer el estado anterior. No hay retorno al pasado, nunca hay retorno al pasado en la historia, Lo que en realidad tiene lugar es un proceso (no digo necesariax mente un progresa), en este caso filos6fico, En dliima instancia, el Arist6teles que hoy redescubri- ‘mos, el que valorames, no es el mismo que el Aristételes de los comentadores griegos 0 de la 0 Pere Aubengne escoldstica medieval. Tampoco es el Aristoteles difamado por el cartesianismo y, con pocas excep- ciones como Hegel, por los fildsofos moderes. Por supuesto, esperamos que este Aristételes que redescubrimos tenga algo que ver, algo en comin, con el Aristételes histérico, Pero ¢s, inevitable- ‘mente, ni mais ni menos que los precedentes, un Arisi6teles interpretado. Reimerpretado, siempre reinterpretable, y posiblemente, espero, mejor entendido hoy que en los periodos precedentes a rate de nuevas experimentaciones con el pensamiento, de nuevas incitaciones, que son precisamente las experimentaciones filoséficas y las incitaciones filosdficas del siglo pasado, del siglo XX. GA que tipo de reaccisn responde este renacimiento actual de Aristéieles o del interés por Aris {Gteles? Sobre esto no tenemos mejor testigo que el propio Heidegger, que, en los aos veinte del siglo pasado, fue el primero y mis influyente protagonista de este retorno a ka lectura y la interpre- lacion de Arist6teles. En estos aiios Heidegger luchaba contra el predominio del neokantismo en Alemania (y en otras partes de Europa como Francia y, me parece, también Espaiia). El neokanti ‘mo redueia la filosofia a una teoria del conocimiento y, en consecuencia, reducia el ser, concreta- mente el ser de las cosas, al conocimiento, a la representacién que de él tenemos. e pueden hacer dos abjeciones a este tipo de Tilosoffa, y Heidegger hizo ambas. La primera es que olvida la cuestién esencial, la cuestisn central, que es €l ser mismo, independientemente de la ‘epresentaci6n que podemos tener de él, La segunda es que esta reduccién de la filosofia a la ¢ temologia invierte el orden natural y racional de Ia investigacién, Amtes de preguntar emo el suje- to humano piensa o se representa el ser de las cosas es preciso preguntar cuil es el ser del sujeto hhumano, es decir, de este tipo de ser, que Heidegger Hama Dasein, que tiene la particularidad, pri- vilegio o carga de pensar el ser en su totalidad. Se podria objetar a su vez a esta segunda objecién que si slo el Dasein tiene la capacidad, dirfamos hermencutica, de entender el ser en general, sélo puede conocerse el ser en general a partir del ser del propio Dasein, Hubria entonces un circulo: la comprensién del Dasein es la condici6n para Ja comprensién del ser en general, pero la comprensidn del ser del Dasein presupone esia compren- sidn misma del ser. de Jo cual el Dasein es solamente un caso panicular. Este eftculo hermenéutico puede ser superado por la mediacién del nico «érgano», como decfan los aristotclieos, del que dis- ppone el hombre pata pensar o decir la realidad. Este Grgano es el Hogas, que no significa primariamente {a raz6n abstracta como facultad psicol6gica, sino el habla, el discurso en tanto que producido a par- tir de las imtenciones humanas. Bl logos como habla, como lenguaje, es a Ja vez el organo de la inter- pretacién del mundo y del ser y el de su propia interpretacién. Como es bien sabido, en la filosofia de ruestro tiempo Ii mediacién del lenguaje, insuperable salvo por un lenguaje mejor administrado & informado, reempiaza a la presunta inmediatez de un centro, de un fundamento, que, por ser transpa- rente para sf mismo, autoposesivo y autofundamentador, no necesita a su vez de un fundamento mas simple, mas absoluto, Este fundamento al que renuncia la filesofia actual es el sujeto humano. Esta consideracién explica en gran medida la primacia reconocida al lenguaje en la filosofia contempordnea. Es el paso. el evento si se quiere, Hamado, me parece que por primera ver por Ronty, el finguistic mm, e! giro lingdistico de 1a filosofia de los dos tltimos tercios de este siglo. Este giro lingtifstico ha quebrado la primacia de la conciencia del yo, del ego, que era desde Des- cartes el dogma fundador de la Hamada metafisica de la suljetividad que era, a sw vez, hist ‘mente hablando, la metafisica de la modernidad. Surge asf en la filosofia contempordnea una triple exigencia, novedosa con respecto a la filosofia de los siglos precedentes, ontoldgica, fenomenolé- igica y hermenéutica, Quisiera desarrollar un poco estos tres puntos, En primer lugar, es una exigencia ontolgica: el deseo, la necesidad reconocida del retorno a la pregunta por el sentido del ser. Es pues una vuelta u 1a ontologia, a la woria del ser, pero entendida 1a eral de Arisiietes " a través del lenguaje, como una semidntica del ser una investigacion sobre el sentido del ser. Br Segundo lugar, es una exigencia fenomenoldgica, pero de una fenomenclogia entendida, no como srrominio de una conciencia universal y trascendental sobre sus propios contenidos. sino como una Spertura'a los fendmenos, es decir. a To que se muestra del ser en la diversidad de su manifestar sfones, que es el sentido griego de la palabra phainomenon. Pero. en terer lugar. esta fenomenolo- gia esté mediada por el logos. porque cl lenguaje es el Organon, no s6}0 de st expresion, sino pabién de su propia interpretacidn, De esta manera aparece la exigencia de una ermencurica, Wt palabra griega totalmente de moda hoy, la necesidad de un método riguroso y generalizado de inter pretacién, Mi tesis (y con ello vuelvo a Aristételes, pero no desde la modernidad, sino quiré desde Ja post modernidad) es que Aristteles responde mejor que otros fisofos anteriores a la demanda con temponinea de nuevos horizonies y de nuevos caminos para el pensamiento. Una pruchs cempirica arom hecho flosofico sera la eantidad de estudios eruitos que aparecen sobre Aristteles en la tiratidad de las dress culturales. Este fenémeno se verifia tanto en los paises y las universidades XTonde predomina la adiciGn denominada con la desafortunada expresin geogratica of aso aonb como en Tos pases. principal pero no exclusivamente anglasajones. en que predomina th tradicidn Hamada «analitica». Las dos corrientes filossficas dominantes parecen ser ¥ S08 & menudo opuestas, La tradicin europea continental, sucledecirse es mis metaisica. y ahora feno- rmemologien y hermencutica, mientras que la tradiciGn nalitia tiene como rasgo distinivo ef escla rrcrmiemto de las proposiciones que utlizamos en el lengua cientfico o en el lenguaje ordinanio Pern cata opesicion ve da mas en sus métodos y en sus estilos que en sus conclusiones y. en eval guier caso, hay un vinculo incontestable entre ambas que consste en el recurso Por Parte de ambas decuelas a la obra de un antecesor comin que es precisamente Arist6teles Naturalmente, a cuestidn consiste precisamente en cudl es esa raiz comin aristotélicao atrbu- dag Aristétees, que es de nuevo un patronazgo reivindicado més que una inflvencia histrica dire ce para ello voy a rewomar. para verificar si se aplican efectivamente a ArisiGteles, las wes txigencias arviha descrtas. En cuanto a la exigencia ontoldgica es bien conocido que Ta metafisica sae iateteles se presenta ya de entrada como una ciencia del ser y. mas coneretamente. del sere? areal del ser en cuanto ser. ,Por que esta reduplicacidn en el ttulo de la «ciencia buscada»? Pienso que para dirigir ta mirada y la investigacién, no hacia las realidades de las que desimos Gv jon, sino hacia el sentido en el cual o por ef cual decimos que una cosa es, 0 que es un ente. © ave te algo de un ente 0 que es esto o 0 otro, Como dice Heidegger en una frmula clara ¥ sencilla, se trata de prepuntar cual es el sentido del ser del ente, Del mismo modo Aisttcles se pregunls qué significa eser>, qué significa el verbo ser, la palabra «sero, Es decir, ya en Aristeles una cose sentiea y Hngistica es previa a toda investigacion particular. Si queremos saber qué reatidades. Tendmenos, eventos 0 sucesos cualesquiera son 0 n0 son entes, pueden ser 0 no lamados entes, debemos en primer lugar saber en qué consiste el ser que nosotros les alribuimos cla cuestion se puede llamar también una cuesti6n a priori o trascendental porque Ia respussia ata pregunta ;qué es el ser? ;que significa el ser? es ls condicién de posibilidad es deci de inte- Treitatidad de toda cuestién ulterior sobre el ser de tal otal ente determinado y particular, Esta pre- funta ontoldgica ha conguistado boy en dia una nueva actualidad con te problematica heideggeriana, Pero aunque, como creo que es bien conocido, me siento muy cerca de esa proble- mniticn, no querra centrar el interés sobre este hecho. sino més bien por otro hecho deta invest rae nlocotrea actual més paradéjico pero qui2é por ello mds interesante para nosotros, como es et Fedescubrimiento de la ontologia en la tradici6n de 1a filosofia analitica. 12 Pere Aubenyue La ontologta, la teorfa 0 ciencia de! ser. es una disciplina metaempirica. No encontramos el ser cen lu experiencia: en la experiencia encontramos entes, pero no el ser mismo. Por ello la posbili- ‘dad misma de la ontologt fue cuestionada por los positivistas Hégicos como Camap, que son los precursores de Ia filosofia analitca. Pero la ontologfa encuentra una nueva leitimidad en la seg dao tercera gencracién de los fildsof0s analitieos, por ejemplo en Quine, que murié hace pocos das yy €5 una gran figura de la filosofia contemporinea. Es Quine el que ha reintroducido en a filosofia analitica la palabra eontologia» y la problematic asociada a ella, Quine ha mostrado. en contra de Carnup, que toda proposicién, por empitica que sea, es una proposiciGn metalsica, es decir, carga- da de presuposiciones ontoligicas. Si yo digo, por ejemplo, «esto es un kipiz», presupongo, como hhombre occidental que ha lefdo a Aristételes, una cierta comprensin del ser de este ente 0, por decirlo en tzrminos més modemos, de este objeto. Y la lectura directa de Aristételes no es necesa. ria, porque Aristcles se puede leer através de todo tipo de mediaciones. Los manuales o tratados e gramética © de légica, por ejemplo, estén inspirados, aunque sea Tejanamente, por la flosofia arisiotéliea, Como hombre occidental considero implicitamente que este objeto, un lapiz, es una sustancia, uno sustancia eompleja que esté compuesta de una forma y de una materia y que posee propiedades o atributos dentro de los euales se deben distinguir. por una parte, los alsibutos esen- ciales sin los cuales este objeto no seria este objeto, es decir, un Iipiz (por ejemplo ka capacidad de trazar o dibujar figuras o letras en un papel) y, por otra parte, Jos llamados atributos accidentales que pueden advenir a este objeto pero que podtian estar ausentes 0 er otros sin que este iz deja- rade ser un kipiz (por ejemplo el color exterior de! Kipiz no tiene ninguna funcién esencial, pero es ‘una propiedad accidental de este objeto lamado liz). Bien, esto es una descripcién aniokigica del estetuto dntico del lipiz, de un objeto conereto aqui presente, En este punto podria alegarse que para decir las trivialidades que acabo de decir no tra necesario esperar & Quine; bastaba con haber leida cl tratado aristotélico sobre las categorias y las vulgarizaciones subsecuentes en los manuales escolares de gramatica y de Idgica, Pero 10 interesante en la reflexiGn de Quine es que redescubre el cardcter no evidente y no tivial de tales proposiciones y al hacerlo reaetiva el asomibro del que Aristteles y ya antes Platén dicen que es la fuonte de toda la filosofia, Para reactivar este asombro, que probablemente fue ya el de Arist6- teles, basta, nos dice Quine. imontar traducir esta simple frase (xesto es un kipiz>) a otro idioma, en particular a un idioma ajeno al grupo de lenguas indocuropeas. ;Cémo estar seguro, pregunta Quine, de que un interlocutor exético en cl sentido mis propio de la palabra entiende exactamen- te como nosotros lo que queremos decir cuando decimos «esto es un lapiz» mas alld o mas acd de las sefales empiricas que nos permiten reconocer cundo hay ante nuestros ojos algo como un lapiz, algo «lupization 0 «lapicesco»? Mas alld 0 ms acd de esta estimulacin comin, nos repre- sentamos la abjetividad de este objeto, de este mismo objeto, de manera eventualmente muy dife rente. Yo me represento el ser de este abjeto como sustancia, pero otro hombre, hublante de otro sistema linguistico, de una lengua totalmente diferente de la nuestra, puede, posiblemente, repre- sentarse el ser de este objeto, la objetividad de este objeto, de manera totalmente diferente. Por ejemplo como una fuerza, como una energia, como un evento, como una mera yuxtaposicién de clementos, o como la realizacién de una idea. Son hipétesis interpretativas que Quine eita en su famoso ensayo sobre la relatividad de la ontologta Segiin esto, nuestra interpretacién de la referencia, es decir, de nuestra relacisn con un obje- to cualquiera, depende del sistema de referencia en el que la proposicién empitica tiene sentido, es decir. del sistema de la lengua que hablamos. Quine afirma en su ensayo sobre «La relativi- dad omolégicay que «lo que tiene sentido no es decir lo que son, absolutamente hablando, los a acid de avseles B bjetos de una teora, sino c6mo una weoria de abjetos es interpretable oreinterpretable en otra! Es Quine mismo quien habla agut de inerpretaciny, por tanto, de la necesaria hermencutica de las proposiciones, Seg cl andisis de Quine, hay um ontological comnitment, un compromiso ontoldgico inherente a toda teria, Este compromiso es una decision previa no demostrable en el imerior deta teorfa pues cada proposicion con sentido en la tora presupone esta decisiin oniol6gica previa sobre, dicho en términos tradicionales, el sentido de ser. Las conclusiones del andlisis de Quine son la tesis de la inesermabilidad de la referencia, puesto que no hay anc Tio objetivo de definicién «correcta» o «buen» de la objetividad misma, y la tesis deta rea Vidad ontol6gica, pues hay una pluralidad de compromisos ontologicos posibls, una pluralidad de ontologias alternativa. No se puede aribuir esta tess, evidentement, a Aristételes mismo. #1 no habria aceptado esta idea de que hay diversas ontologiss posible y que su ontologiaes una mis entre oes. Pero Aris toiees fue el primero que iniid proyecto de una inerpretacin, es decir de una hermenut de ser. La ontologia de Aristteles se presenta, cienamtenc, como Ia nica posible, pero el met do que conduce a su establecimieno, y que es un analsis del lenguajeondinario y tabi ciem fico (estoy pensando en la constitu de la eoria de las categoras) abe la puerta a la idea de aque Ia ontologia en general repsa sobre decisiones previas. Esl decisiones no son ni wn espejo de la realidad que deriva mecdnicamente de ésta ni construcciones arbitrarias, sino que constitu- yen una red de significaciones que son a condicin de posibilidad de un discurso sensato sobre Ia experiencia, Al menos en un texto Aristétles reconoce, o al menos asf me lo parece, el earéeter interpretativo de su ontologia, Se trata del poqueno tratado, que es el segundo de los tralados l= 0s de AristGteles, que se ama en griego Peri hermeneias, es decir literalmente, «Sobre la inter- pretacin», que ue raducidoen la radicion latina por De inerpretarione, El tema expicito de este tratado no 5, ciertamente, la interpretacidn, sino la teorfa dela proposiidn, concretamente dela proposicidn apoiintica la que arma algo de algo y seein Arstteles sed sola susceptible de ser verdadero fala, Pero est cori de la proposicidn estdubicada en el marco de una reflexign mas general sobre la rclacion del pensamiento, de la representacion, con la realidad Esta relaig para Aristteles no es inmediata, sino que pasa por la mediaciGn del lenguaje. Dado que el lenguaje se ccompone de signos que simbolizat la realidad y no la refljan, arelaion entre el decir y ba real dad no es una relacign mimetica, sin inerpretativa, La idea de que el lengua interpre a reli dad es la que parece dar sentido al tuto de este trad. ET Lenguaje noes un espejo de la realidad, sino una traduceién en el sentido propio, mas an uo, de la palabra hermeneia. Se trata de la traduceiGn de la representacion a palabras. Este tratado se atribuye como tareatematizar la hermeneia, es deci, la intexpretaciGn-traduecion como tal el cémo de la traducci6n, no la traducciGn de tal o cual contenido o signficudo. Se pregunta cul es Ta esiructura a través dela cual es posible una comprensivin del er. Esto es precisamente 0 que los sofos contempordneos como Gadamer Haman, en el sentido actual de a palabra, hermenéutica, teoriay pecticarigursa de In interpretacidn Este es el aspecto hermenéutico de La filosofia ontoldgica de Aristételes, Pero he anunciado otro punto de encuentro entre las expectativas contemporaineas y el posible recurso a Aristateles: la feno~ mmenologia. Gadamer, en su gran libro Wale wnd Methode (Verdad y Método) habla en el aio 1960 de la «actualidad hermenéutca» de Aristeles. Cuarenta as antes, en 1921, el joven Hei 1 WN QUINE, Onfagical Reltste and ther Esso, Nueva Yor, 1969. p50. 4 Pierre Aubengue dlegger haba redactado, para su habilitaein universtaria, un escrito programstico que tenia por titulo «lnterpreraciones fenomenalégicas de Arist6eles>, publicado muy tarde, en 1989, despues de la muerte de Heidegger, precisamente por Gadamer. Heidegger entiende la palabra «fenomenolo ‘ga en su sentido original, es decir, griego, como hars también en el pardgrafo siete de Serv ten!- ‘po. No se trata de un logos sobre los fenémends sino de un logos de los fenémenos, entendiendo logos en el sentido de desvelamiento, de mostracion. El logos es un hacer ver, 0 quizés mejor. un dejar ver, que saca el fenimeno, lo que se manifiesta, de su ocultaciGn, de su yelamiento. La ver- dad es un desvelamiento que implica naturalmente un esfuerze humano de comprensidn. Pero esa extraccién de lo oculto no es un salto o una provocacién, sino, més humildemente, una escucha de Ja cosa misma, Una escucha si seguimos la metifora acistica, despegada de todo ruido parasitario. ‘0, con otra metéfora visual, un ver despegado de toda provocacién 0 proyeccién. Por ello el sujeto de la fenomenologia no es el sujeto humano, sino el fendmeno mismo que se muestra, En Ta feno~ ‘menologia, el logos de los fenémenos es el fenémeno mismo. Estas eonsideraciones pueden ser interpretadas como rechazo del subjetvismo de los modernos, pero histéricamente seria mas acertado decir que lo que so afirma es Ia comprensign aristostica de los fenémenos contra de la concepcién platénica de ésos. Para Plan los fenémenos son merus apariencias, tienen su estructura verdadera mas alld de las apariencias fenoménicas. Su estructura verdadera se halla en una estructura ideal, metafisica, en el sentido de hiperfisica, suprafisica. Las cosas sensibles son, para Plain y los pltGnicos, meras imitaciones debilitadss alteradas, de las ie- as. La fisica es una légica corruptay para restablecerel orden verdadero del ser se debe reconstruit Ta ordenacién de las cosas sensibles con aneeglo a las ides, someter los ents (es una expresién pla tonica) al «yugor de las ideas. Avist6tees, frente a PlatGn, libera los fenémenos de este yugo, es devr, de toda subordinacién vertical y asimismo de toda unificaci6n a partir de un principio vascendente. Deja hablar a los fend ‘menos cn su surgimiento, en su propia diversidad. El mejor ejemplo de esta acttud es la teora aris- totélica, que me parece central en sus escritos metafisieos, sobre los varios sentidos del ser. Que el ser se dice cn varios sentides es una frase clave de lo motafisica de AristGteles, y estos varios sen- tidos del ser son ellos mismos la manifestacién multiple del ser. Fl ser significa ciertamente en pri ‘mer lagar lo que es, la esencia 6 la sustancia (ousia), pero también aspectos no sustanciales del ente como Ta cualidad, la camtidad, la accién, la pasién, la localizacion, Ja temporada, la rel Estos aspecios no esenciales gue ocurren a la sustaneia son algo determinado y pertenecen enton- ces en cierta manera al ser mismo. Esta constatacién que prohibe considerar «ser» como un término univoco est dirigida contra los dos fundadores de la tradicién que posteriormente se ha llamado metafisica en ef sentiio de supra- fisica o hiperfisica: Parménides y Platén, Para ellos habia solamente un sentido auténtico del se. cl ser como esencia, ousa, con la consecuencia de que lo que no se reducia ala eseneia, a la substan- cia permanente de las cosas, no era considerado ente, sino no ente 0, en Platon mas que en Parmé- nides, como menos ente, como ente disminuido, devaluado, ;Como se relacionan estos aspectos no esenciales con el fendmeno universal al menos en nuestro mundo, «le movimiento y cambio? En la tragicién de Parménides y Platén el movimiento qued excluido del sero, al menos, del ser verda- dero, y relegado a la categoria de simple apariencia o, en el mejor de los casos, de forma dismint dao degradada del ser. El planteamiento fenomenolSgico de Aristteles restituye al movimiento su plena dignidad ontolégica y ala fisica, ala ciencia de la plysis, dela maturaleza su plena legitimi- dad epistemoldgica. Para Platsn, la inestahilidad de la physis la hace irreductible a Is esencialidad. No se puede hablar de ella cientifica, sino miticamente. Para AristGtcles y esta ruptura de Arise 1s acmatidad de Avsineles 15 les con la tradicién parmenidea y platOnica es la que le confiere actualidad, si es posible la fi como una fenomenologia del ser mévil en la que la movilidad se interpreta en su modo propio de ‘manifestacién y en su propia inteligibilidad. No entraré a analizar la fisica aristotélica, pero si ue, a mi modo de ver, constiuye una intento, no de explicar, sino de comprender el ser, los fend- ‘menos naturales, A esta comprensisn contribuyen claves hermencuticas como la oposicisn, que es también una complementaricdad, del acto y la potencia, que permite entender estructuras tan fundamentales. ‘como la temporalidad y la coniinuidad, que son condiciones de posibilidad del movimiento, Estas claves hermenéuticas permiten comprender ef movimiento mismo en su esencia paraddjica, porque ces una esencia que no dura, que no permanece, que no es subsistente. Esta fisica fenomenol6gica, sobre todo cualitativa, aunque no ignore la posibilidad de matema- tizaciones parciales, no tiene mucho que ver con la ciencia matemiética de la naturaleza que preva- lece en nuestro mundo moderno desde Galileo. Esta ciencia que comienza con la revolueién copernicana ha conocido diversas revoluciones, cambios rpidas en los modelos explicativos que se suceden hist6ricamente sin que ninguno de ellos prevalezca mucho tiempo. Por contrast, la fisica aristotélica sobrevive a estos cambios porque se sitéa en otro nivel de comprensidn, lo que le ha torgado una aureola de permanencia ¢ insuperabilidad. Pero esta permanencia no se debe & que sea tuna teoria mejor, que proporeione una explicacién mejor de los fendmenos, sino a que se sitéa més alld de toda hipétesis explicativa. De ahi que fisicos © mateméticos contemporineos, como René ‘Thom, reconozcan este valor incitativo siempre actual de la fisica fenomenolégica de Aristoteles. Quisiera terminar esta conferencia haciendo algunas consideraciones sobre la filosofia préctica de Aristételes porque, aunque hasta aqut he hablado sobre todo de algunos aspectos de su filosotia 'worética, ¢s sobre todo en Ia esfera de la filosofia préctica donde mis se habla hoy de un neosris- totelismo. ¥ también en la esfera de la filosofia practica, este renacimiento del aristotelismo con- siste en una reaccién contra la pretensién de la filosofta moderna de derivar la filosoffa prictica de Ja filosofia teorética, 0, al menos, como es el caso de Kant, de dar a la norma moral un estatuto casi teorético, casi cientifico, que coincide, si no en el contenido, si al menos en la forma, con la ley cien- \ifica racional. £) neoaristotelismo en la filosofia practica es, de nuevo, una rebelién fenomenols- ‘ica frente a la reduccién de la racionalidad préctica a un tipo de racionalidad dominante y Gnico {que seria la racionalidad cientifica y, particularmente, mater Arist6teles dice en varios pasajes del hibro sexto de la Etica @ Nicdmaco que hay una especifi- idad de Ia verdad practica que consiste en la actitud correcta del alma con respecto a lo que se debe hacer para realizarse y alcancar la felicidad, Esta «verdad» se manifiesta en las virtudes, no s6lo intelecwales, sino tambin éticas. La verdad préctica de Ia que habla Aristoteles no se deriva de pro- Posiciones teoréticas verdaderas, sino de la conjuncién, propiamente ética, prictica, de un buen eeardeter (ethos) por una parte y de una deliberacion y eleccidn prudentes por otra, La accién buena no es Ia imitacién de un modelo, de un paradigm trascendente, como era el bien platdnico, sino un acto intrinsecamente bueno preparado por una deliberaciGn del alma consigo misma, Deliberacién Y prudencia son las palabras clave de la {ilosofia préctica de Aristoteles, La razén practica es deli- berativa, no deductiva, Esti confrontada a una situacién determinada, penetrada por la bondad natu- ral. que es presupuesto de la voluntad. Esta raz6n prictica debe sostener los medios aclecuados para realizar este fin bueno en un mundo contingente, La razén priictica debe hacer que este fin bueno sea practicable. El bien no es una estructura trascendente que tiene su sede en el cielo de las ideas, Es una norma que se debe realizar concretamente en la experiencia y en las circunstancias del momento de la decision y la elecci6n. EI modelo existencial par Aristételes es el hombre prudente, 16 Pierre Aubengue cel que es capaz de una buena deliberacién ,e! hombre que posee al la ver la capacidad y la capacidad intelectual de discernir bajo las circunstancias dadas los medios mas adk que se realice este bien querido. bajo la condicién de la practicabilidad y de la correc Lo novedoso en esta concepcisin aristotélica de la ética es la toma en consideracién de la pr ticabilidad, de lo que los pragmatistas modernos llamarian la consideracién pragmética, La decisién razonable es una decisidn situada y cuya racionalidad es pues en cierta manera limitada, La deci- sidn razonable no tiene una fundamentacién absoluta, es contextual y conjetural. Comio también lo son las decisiones deliberativas propias de en una organizacién democrdtica de la ciudad en que se practica de modo orginico e institucional Ia deliberacién. Es el caso de la democracia griega, que consist en Ia deliberacién sezin algunos procedimientos estrictos y codificudas en una asamblea, cen un tipo de diseusién publica en que todos los ciudsdanos tenfun la posibitidad de participar, ta Bouté 0 asamblea deliberante, Aristételes no ha descubierto, sino que ha teorizado el procedimiento que permite, en una socie~ dad compleja, donde las opiniones legitimas son multiples y eventualmente contrarias o contradic. torias, obtener de la reflexiGn y de la deliberacisn en comin, no la decisisn absolutamente racionl sino la mas racional posible en funcién de Ing circunstancias y el conocimiento de éstas. Es decir {a decisidn ms Gtil para los hombres, més apta para proporcionar ka mayor felicidad posible a los hombres, tanto a los individuos como a las comunidades. Se podria pues decir que el aspecto ms actual de estas reflexiones de Aristoteles en el dominio ético-politico es el rechazo claro y tajamte de los totalitarismos y de los fundamentalismos, anterior a la aparicion de estas palabras y las realidades correspondicntes, Esta actualidad del pensamient pPrictico aristotélico ha sido reconocido en Ios sltimos decenios por pensadores venidos de ho zontes bastante diferentes como Hannah Arendt y Leo Strauss en América. En la propia Alemania (os citados eran de origen alemén, pero tuvieron que emigrar a los Estados Unidos), e! neoaristo- telismo ético esti represeatado por Gadamer 0 Habermas, Habermas quizd protestaria por este cencuadramiento porque asocia el aristotelismo con cierto conscrvadurismo que no comparte, pero, en realidad, el aristotelismo no es politicamente conservador. El aristotelismo es mas bien un refor- mismo prudente que no consist y esto es importante, en un compromiso 0 una atenuacién oportu- nista de lo ideal, sino en la determinacién met6dicamente rigurosa de un optimum, de lo mejor posible bajo circunstancias coercitivas. La racionalidad préctica es una racionalidad quizé limitada, pero derivada de una razén, en terminologia de Habermas, comunicativa 0, por retomar el térming aristotslico, una comunicacién «dialéctica». Bs decir, una racionalidad que no avanza ms que en el plano del dislogo entre hombres razonables que pueden controlar sus propias razones precisa- ‘mente por la critica resultant de la oposicisn de unos a la posicién de otros. Todo lo dicho aqui son solamente sugerencias que no puedo desarrollar en Jos limites de una conferencia®. Espero al menos haber mostrado que el recurso a Arist6teles no es casual, sino que Puede realmente ayudamnos a abordar los problemas de ta filosofia, Y no, 0 no sélo, como se decia hace algtin tiempo. los problemas eternos de la filosoffa, sino los problemas propios. esp huestro tiempo. Pienso, y espero haber logrado seRalar por qué, la filosofia tedrica yp Aristoteles permite contestar a algunos interrogantes especificos y desafios de nuestra época Me permio remitr a mis Jos obras Tradidas al Castellano: £1 problems del ser en Arstles, Madd, 1982 (Le roblame de Eire chez Arise. Pais, 1962, 1977 La pide en Aristtees: Barelona. 1999 (La pride che Arison, Pais, 1963. 1986,

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