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Lo que se ha escrito: La Ley y los Profetas hasta San Juan Bautista (Mt 11,13), es

para significar que la profeca de Cristo no tendra lugar despus de l. An hay


profetas y los hubo, pero no que profeticen de Cristo, sino que interpretan lo que
los antiguos profetas anunciaron de Cristo. Esto es, los maestros de las Iglesias. Y
son profetas porque nadie puede interpretar el sentido de las profecas sino por
medio del espritu proftico. Sabiendo, pues, el Seor que haba de haber falsos
doctores de diversas herejas, lo advirti diciendo: Guardaos de los falsos
profetas. Como no eran manifiestos los futuros gentiles, sino escondidos bajo el
nombre cristiano, no dijo: Mirad, sino Guardaos. Cuando la cosa es cierta se
mira, esto es, se ve simplemente, pero cuando es incierta se observa, esto es, se
examina con precaucin. Dice adems: Guardaos, porque es una buena garanta
de salvacin saber de quin se ha de huir. No dice Guardaos como si el diablo
pudiese introducir herejas (en la Iglesia) contra la voluntad de Dios, sino con la
permisin de Dios, pues dado que no quiere tener siervos suyos sin discernimiento,
permite la tentacin. Y porque no quiere que sucumban por ignorancia, les advierte
el peligro. Para que algn maestro hereje no diga que a ellos no los llam profetas
falsos, sino a los maestros de los gentiles y de los judos, por eso aade: Que
vienen a vosotros con vestidos de ovejas. Las ovejas son los cristianos, ms el
vestido de oveja es una especie de cristianismo y de religin fingida. Ninguna cosa
hace tanto dao al bien como la ficcin, porque lo malo que se oculta con
apariencia de bueno. Mientras no se conoce, no se previene. Y para que aun no diga
el hereje que habla de los verdaderos maestros, que tambin son pecadores, aade:
Y dentro son lobos rapaces. Los maestros catlicos se llaman tambin siervos de
la carne, porque son vencidos por ella, pero no lobos rapaces, porque no tienen el
propsito de perder a los cristianos. Habla, pues, Jesucristo de los maestros
herejes, que con intencin toman el aspecto de cristianos para destrozarlos con la
perversa mordedura de la seduccin, y de quienes dice el Apstol: S que despus
de mi muerte, entrarn entre vosotros lobos rapaces, que no perdonarn el rebao
(Hch 20,29).

San Juan Crisstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 19 (Catena Aurea Mateo 7:15-20)

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