El amor de mi madre... aquel puro, transparente y sincero; aquel que da
sin esperar nada a cambio; aquel que protege, cuida, perdona y soporta no s cuntas cosas... aquellas que le ocasionamos a veces sin darnos cuenta; y all est ella, paciente, fuerte, y tolerante. Amor que siempre se manifiesta con una palabra de aliento, dispuesto a guiarnos por el camino menos espinoso de la vida. Amor que nos protege con una cobertura casi indestructible, cobertura similar a cuando nos tuvo en su vientre: resguardo acogedor, clido y seguro.
Madre, hoy brindo por ti y te agradezco:
Por las noches que pasas en vela, cuidndome en la
enfermedad. Por estar incondicionalmente a mi lado a pesar de los disgustos y dolores de cabeza que, a veces, te hago padecer. Por el dulce desayuno con el que me despiertas cada maana. Por el beso de todas las noches. Por esperarme despierta cuando llego tarde a casa. Por tu proteccin ante los retos del viejo. Por las privaciones que sufres para comprarme las cosas que necesito. Por sufrir cuando sufro, y por lastimarte cuando me lastimo. Por extenderme tu mano cuando me he cado. Por el amor infinito que le brindas a mis hijos, tus nietos, dos veces tus hijos. Por apoyarte en mi para recobrar las fuerzas que sientes que has perdido. Por ayudarme y aconsejarme cuando he partido de tu lado. Por amarme tanto.
Cuidemos a la vieja, a partir de hoy y por siempre. Tratemos de ser
mejores cada da para devolverle parte de lo que ella nos brinda. Para aquellos que no la tienen, ella est presente espiritualmente guiando e iluminando el camino de sus hijos desde all arriba.
Madre, estas palabras te he dedicado, y brindo por ti en este da.
Para nuestras madres Lidia y Pequi y
para todas las madres del mundo Prof. Marcelo Farnochi Lic. Mnica Cabrera Paul MAYEUTICA