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LA EUCARISTA, NECESIDAD
DE NUESTRO CORAZN
San Pedro Julin Eymard, Apstol de la Eucarista
E
vangelio segn san Juan (12, 1-11):
Seis das antes de la Pascua, fue Jess a Betania, donde viva Lzaro,
a quien haba resucitado de entre los muertos. All le ofrecieron
una cena; Marta serva, y Lzaro era uno de los que estaban con l a la
mesa. Mara tom una libra de perfume de nardo, autntico y costoso, le
ungi a Jess los pies y se los enjug con su cabellera. Y la casa se llen de
la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discpulos, el que lo iba a entregar, dice:
Por qu no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para
drselos a los pobres?.
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un
ladrn; y como tena la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jess dijo:
- Djala; lo tena guardado para el da de mi sepultura; porque a los
pobres los tenis siempre con vosotros, pero a m no siempre me tenis.
Una muchedumbre de judos se enter de que estaba all y fueron, no slo
por Jess, sino tambin para ver a Lzaro, al que haba resucitado de entre
los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar tambin a Lzaro, porque muchos
judos, por su causa, se les iban y crean en Jess.
LA EUCARISTA, NECESIDAD DE NUESTRO CORAZN
Fecisti nos ad Te, Deus!
Oh Dios mo, para ti has hecho nuestro corazn!