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LOT | Marco A, BontA C, MEDIO SIGLO DE VIDA ARTISTICA CHILENA POR ALLA, en el afio 1899, una tarde del lunes 22 de mayo, el ilustre Ateneo de Santiago, centro de cita de lo mas reputado del intelecto nacional, se reunia para escuchar una conferencia sobre un tema nue- vo: las Bellas Artes y sus relaciones con el interés publico. En esos dias habia regresado al pais, de un viaje muy provechoso por Europa, el joven universitario Alberto Mackenna Subercaseaux, y como todos los muchachos estudiosos de ese tiempo, volvia maravi- lado de lo que habia visto y oido. Era alto, delgado, de piernas largas y brazos cortos, de andar me- nudo, cabellos ralos que cedian el paso a una calvicie prematura, pero de bigotes negros abundantes. Cumplia recién los veinticuatro afios de edad. Descendiente de antepasados que han enriquecido la historia patria con obras notables. Esa tarde, con el nerviosismo natural de quien asume una seria responsabilidad, iba dispuesto a exponer, ante la distinguida concu- rrencia, un interesante proyecto, de trascendental importancia para Ja educacién artistica y que habia madurado en sus andanzas por las bellas ciudades del viejo continente, en sus visitas a los museos y pinacotecas de Madrid, Roma y Paris. Sin duda, este joven de excepcional sensibilidad, capaz de recibir con ternura las emociones del goce estético, tuvo, en ese su primer viaje, abundantes motivos para hondas reflexiones y, seguramente, un panorama comparativo debe haberse presentado en su imaginacién sobre la realidad artistica chilena y la del viejo mundo, tal como hemos experimentado, los que igual a él, viajamos para regocijar el espiritu con aquellos estimulos que aun faltan en la vida americana. Nos imaginamos perfectamente las angustias, los desconsuelos que debié sufrir en esta constatacién de contrastes violentos. La una exuberante de expresiones espirituales, milenios de creaciones de 8 de tesoros artisticos, primiti za pura, bella por Rteetn, ee 6s que supieron escontrar en |. mayor justificacién de ta vida No ea €poca del siglo pasado, cuant, MO apenas contaba como rinic, G9, el expecticulo minuisculo y gris do, Normal, entonces pobre en su ate jo admitia ni el mas insigniticante debié meditar, cudnto pensamiento de muchacho sofiador en su anhelo cable, clara, un camino con posibi. wr nuestra escasa tradicién, he. ‘qual no se conforman ni se re- poseedoras de las condiciones “contra el factor tiempo, para 4 jo de la personalidad del viajero fra el esbelto y sonriente Alberto ie “comprendido en todo su al- artistica, y con sentido de | proceso ento de la na- le los siglos, indispensable de enriquecer, aunque con las creaciones del ¢ los americanos ricos del fel arte que ha inmorta- fuseo de Gopias” de las tufano y resuelto con sn leva consigo una “de tan interesante luchas pot el Arte. 9 sobre nucstt© Relieve 10s git nuestro medio * ATENEA / Medio siglo de vida artitica chilena SS expresiones entusiastas, ricas de fervor patrio, con fe de iluminado, de nuestro ilustre sofiador, son, sin él saberlo ni sospecharlo enton- ces, la base de una de las fechas mas memorables y de mayor signi- ficacién para el destino de nuestro arte. En esa velada, lejana en el tiempo, se planted lo que a poco andar, se transformaria en lo posi- tivo de las realizaciones mas esenciales, como son los bienes materiales que, hasta el instante de hoy, dispone nuestra vida artistica nacional. Oigamos las auténticas palabras del luchador que fuera Alberto ‘Mackenna, oigamos su primera intervencién en el campo de nuestras labores profesionales: “Me cabe el honor de proponer a vuestro ilustrado criterio un sencillo proyecto: el de fundar en nuestra capital un Museo de Co- pias de las obras maestras del arte antiguo y moderno. Es ésta una obra cuya realizacién es en extremo facil y sus resultados pueden ser tan hermosos como ttiles. Me figuro, sefiores, que debéis sentir interés por el progreso ar- tistico de nuestro pais, y vais a mirar con simpatia el proyecto. "Me permitiréis, sefiores, una ligera digresién ante de daros a conocer los detalles del proyecto. Es una modesta pagina de viaj que os mostraré el origen y las ventajas de esta obra”. Contintia ‘Mackenna: “Recuerdo un dia del afio iltimo —1898— en que nos encontré- bamos reunidos en Roma un grupo numeroso de compatriotas, entre Jos cuales, no faltaba alguna distinguida personalidad de nuestro mundo politico y donde habia una mayoria entusiasta de muchachos. Veniamos de visitar los magnificos museos del Vaticano, en donde estan acumulados los tesoros mas valiosos del arte griego y romano. "Una sensacién, hasta entonces desconocida para nosotros, nos ha- fa sentirnos felices y nos levantaba el espiritu: era Roma que prin- cipiaba a revelarsenos; ella elevaba a los profanos hasta la altura del artista", Primer impacto del arte clisico que recibiera nuestro joven via- jero, exprésado con franqueza y es la fuerza inspiradora de una accién que, més tarde, sera trascendente para el pais. En seguida, al referir- se a nuestra orfandad artistica de esa época, sigue asi: “Si, sefiores, es cierto, tristemente cierto, que entre nosotros, sélo _ muy a lo lejos se ha dejado escuchar el arte, en medio de la acalo- -agitacién de nuestra batalla por la vida y de nuestras odiosas ‘eternas luchas politicas. "Fste eco de la belleza oprimida bajo el peso de una atmésfera stil nos ha venido a revelar que existen muchos espiritus, muchos , capaces de concebir y dar formas reales a lo bello, que vi- a eee ee re Marco A. Bontd C. is ven desconocidos, casi avergonzados, sin recibir aliento del Puiblico y sin tener escuclas ni modelos para perfeccionar sus disposiciones naturales. "Sin estimulo, sin ambiente, sin medio artistico, Virginio Arias concibié su hermosisimo “Descendimiento de la Cruz’, Nicanor Pj,. za creé su admirable “Quimera” y Valenzuela Puelma dio vida a |, “Resurreccién de la hija de Jairo”, obras que son un oasis de be. lleza y de frescura en la aridez de este desierto. "Cémo no esperar entonces que cuando existan modelos y escuelas de ensefianza artistica, cuando se conozcan las bellezas del arte griego y romano, surja de stibito una generacién de artistas ambiciosos por alcanzar las alturas del arte. "Tenemos derecho para aspirar a esto, seiiores, pero debemos tra- bajar para obtenerlo”. La presente exposicién es un reflejo claro de la realidad ambien- tal en la cual sofiaban sin esperanzas nuestros artistas del pasado. En efecto, hay algo de heroico en ellos si nos atenemos a estos testimo- nios de la época, y resulta dificil creer que, de esa indigente soledad, surgieran las magnificas obras de los viejos maestros. Periodo exigente aquél, imponia vocaciones verdaderas. Las generaciones de hoy no po- driamos comprender ni mucho menos soportar. Sigamos escuchando es- ta especie de epopeya, a veces melodramatica, pero que con su objeti- vidad, nos hace entender mejor de dénde nace esta vida del artista del presente, que nos permite y, aun nos obsequia, tiempo para agi- tarnos por fugaces e intrascendentes posiciones en la conquista, no menos intrascendente del primer plano. En esos dias no habia pre- supuestos ni salarios; los artistas solian salvarse por la proteccién o generosidad de algunas familias pudientes de nuestra sociedad. Continia Mackenna: “jAh! ;|Cémo pudiéramos Ievar a Chile una muestra siquicra de las maravillas del arte antiguo! jCémo dar a co- nocer a todos los nuestros, la Venus cincelada por Praxiteles; el Moi- sés, de Miguel Angel; el Gladiador moribundo, el Descendimiento del Bernini; el San Juan, de Donatello; el Apolo Citaredo. Y tantas obras bellas que se exhiben en Roma. "Y la solucién de este patridtico deseo la veiamos tan facil, tan realizable, Bastaba con adquirir en Italia una coleccién de copias en yeso de las esculturas cldsicas, para tener entre nosotros una muestra de Jas mas bellas producciones del pasado. "Con una suma no superior a treinta mil pesos de nuestra mone- da se podria comprar un museo completo. Pensdbamos que nuestro Gobierno podia bien emplear las migajas del Presupuesto, en la rea- lizacién de una obra destinada a producir los mas halagiiefios resulta- Alberto Mackenna Subercaseaux, fundador del Museo Nacional de Bellas Artes 2 ATENEA / Medio siglo de vida artistica chilena _—— dos, desde luego, que iba ‘a servir de base a la educacién artistica del pais. Es tiempo ya, sefiores, de hacer algo positivo en favor del arte en nuestra tierra. Fomentar y cultivar gradualmente este sentimiento el arte en todas nuestras clases sociales, es una obra patridtica, una obra de civilizacién y de cultura. Es también una obra de regenera- cidn en los tristes dias presentes”. Asi, con estas expresiones, caluroso llamado a la conciencia culta chilena, dio término a su discurso Alberto Mackenna; primer paso de una lucha que continuaria durante toda su larga vida en benefi- cio de las bellas artes de nuestra patria. Para comprender mejor el significado de su actitud, seria util ojear minuciosamente las condiciones negativas imperantes, que él, con es- piritu quijotesco, se disponia vencer. Si bien es cierto que Chile po- seia una magnifica y codiciada moneda de 18 peniques, con valor suficiente para permitirse iniciativas de esta indole, también vale re- cordar, no eran muchos los que sentian la necesidad del arte. Ha pasado un afio de la conferencia del Ateneo. Alberto Mackenna veia emocionado cristalizarse su primer propésito. El proyecto toma- ba forma real milagrosamente, Ilegaba el momento de preparar de nuevo las maletas. Persona de influencia, de relaciones sociales y politicas, puso en marcha, con el natural entusiasmo de siempre, su habil empefio; mo- vilizé cudnto recurso estuvo a su alcance y, en agosto de 1900, el Congreso ya le aprobaba la necesaria partida de los $ 30.000,00 para adquirir en Europa el sofiado Museo de Copias. Empezaba con suerte. Y éste, su primer éxito, que vino a estimu- lar y reforzar sus esperanzas, conquisté para las bellas artes nacio- nales y, para siempre, el corazén ilusionado de este joven que aspi- raba fundar en Santiago una nueva Atenas. Desde aquel momento hasta finalizar su existencia fue el automotor, el vigia moral y el protector de la obra magnifica que realizara mds adelante. El, poco _ @ poco, poseedor de una accién concreta y objetiva, fue transforman- en el verdadero y mas importante artifice del patrimonio here- por las actividades plasticas. vez los pesos de 18 peniques en la cartera, fue comisionado, morem”, por el Gobierno, para escoger y comprar los modelos. escultdrica grecorromana, que consideraba indispensable entre ‘elementos de la educacién artistica; mds atin, como canon per- © de belleza, En estas esculturas veia una concepcién ideal de la y del refinamiento humano, una disciplina, un orden que aforar con vehemencia y que hubiera deseado para su pueblo. ha vez en Italia y encontrandose en Florencia con la misién casi parte embaladas, envié ing de Chile, publicada en ¢ febrero de 1901. En ella, nu: s légica de firidas ocupaban tal volumen ‘se podian exhibir por falta de de Ja Quinta Normal estaba parte de las obra es: prendido la necesidad de in autorizando la fundacién de esculturas y arquitec un edificio adecuado. Megar a Chile algunas mu ‘tar en nuestro artado -y confortable, al cual todo obras de arte tengan todo ue requieren para que cllas 0. del publico —y en es mente ajeno a las ma- admitirlo—, ¢s doble- hermoso castillo en el io. Sin tener un edi- obtener la utilidad razones. Empren- nsable alo} d de los viaje ATENEA / Medio siglo de vida artista chilena do; pues se necesitaba construir un palacio de menos de imitacién, pero en estilo clasico, de esta naturaleza es probable que nuestro enviado en meditados; conocia sobradamente la psicologia crio- bilidades. De ahi que se apresuré a poner en alarma la lica, y como hombre afortunado en esta clase de empresas, éxito. Su correspondencia tomé revuelo, fue discutida y comen- i, suscité polémicas; sin embargo, podemos asegurar con certeza, in proyecto de edificacién de la magnitud del Palacio de Bellas de Santiago hubiera prosperado con tanta prontitud, a no me- la feliz circunstancia de dar residencia permanente a los in- Antes del afio, en 1902, el Ministro de Obras Piiblicas, don Joa- uin Villarino, abrié concurso para construir un Museo y Escuela de las Artes. En 1903, el Congreso acordé la primera partida para iniciar los trabajos y se invirtieron en su terminacién mas de dos mi- Hones de pesos de entonces. Su construccién demoré cerca de sicte afios y los trabajos no fueron interrumpidos, a pesar de que en el _ transcurso Chile sufrié algunas calamidades: el terremoto de 1906, cri- ‘sis econémica y baja del cambio; las tres plagas endémicas de la na- cionalidad. A propésito de estos acontecimientos, un tanto pintorescos y cuan- do el edificio del Parque Forestal se encontraba en sus terminaciones, el pintor Richon Brunet, en “El Mercurio” del 22 de septiembre de 1910, una década del arribo de las famosas copias en yeso, hacia el si- guiente recuerdo: “Formada su coleccién, el sefior Mackenna la trajo en seguida a Chile y, naturalmente no encontré en todo Santiago un sitio adecuado para colocarlas, y los dioses siguicron durmiendo su suefio olimpico en sus cajones respectivos”. Se ve en esta carta (la de Florencia), que la cuestién estaba claramente iniciada. Al llegar a Ta capital, la odisea que en recuerdo, sin duda, de sus antiguos tiem- pos, los dioses y héroes griegos, tuvieron que emprender para encon- trar alojamiento, pertenece ya a la historia humoristica de Santiago; pero gracias a ello, la necesidad de un Palacio de Bellas Artes, digno de este nombre, se hizo realidad", Mackenna, otra vez de vuelta en el pais, pero ahora en compafiia de sus célebres huéspedes, se dedicé por entero a dar cuerpo a su obra mas importante: la construccién del Museo de Copias. Muchas _ molestias y batallas debié vencer durante esos afios que duré esta -edificacin monumental. Desde luego, monumental no sélo por las oporciones del palacio, sino por el esfuerzo en defensa de la empre- Intereses. Creados, istas; en fin, de esta trasce: Mencia de aquella €poca le amargos desyeclos, Viejas encinas de] ho insdlito, uno de casar, amenazadores © la obra gruesa Rito pedian al Go. | estado de agonia . Pero Mackenna ge de epidemia; era ones del hombre eseaba, y para las sonrisa. mi de ptia, junto de Recoleta y ¢l yuia de un costado de sandias. obligado cuan- J, que estaba al puente de Pur guido pintor e jugaba @ tenimiento Parque. -el_nuevo a ese IU nista, Ahora se puede apreciar esta iniciativa suya, que no dejé de tener contradictores, y constatar cudnto estaba dotado de bien publi. co, A los pocos afios de inaugurado el Museo, ese sector de la ciudad se transformé r4pidamente en el mejor y mas bello de la capital, tal como hoy lo vernos. LA EXPOSICION DEL CENTENARIO A la par que crecia y tomaba forma el futuro palacio donde se al bergarfa la réplica en yeso de los famosos personajes de la mitologia griega, también se aproximaba una fecha de alto significado para la historia patria, se acercaba el centenario de nuestra Independencia, Un siglo de vida libre, sin mandatos reales, duefios de la tierra y, por ende, duefios y amos de nuestro destino. Nada, por cierto, podia ser mds indicado que inaugurar el nuevo Palacio de Bellas Artes en esa fecha memorable para los chilenos. La fastuosidad y elegancia del edificio, al estilo de los palacios europeos, Se tornaba en un simbolo clocuente en tan importante ocasin. Re- Presentaba el producto del trabajo de un pueblo que habia hecho buen uso de la independencia, una demostracién objetiva del esfuerzo empleado por alcanzar Ja similitud de nacién culta, un vocablo mudo del significado de la libertad; una cara nueva, distinta de la que nos dejara el coloniaje. En “El Mercurio” del 9 de noviembre de 1909, Mackenna plantea esta idea y, en una especie de manifiesto, lanza el nuevo proyecto de aprovechar debidamente la apertura del Palacio con una expo- sicién internacional, y escribe lo siguiente: “Se presenta una magnifica ocasién para manifestar el progreso que hemos alcanzado en un siglo de vida independiente. "Segiin los cilculos que tenemos a Ia vista, el valor total para rea- lizar la exposicién internacional no sube a sesenta mil pesos —suma verdaderamente {nfima en atencién a la importancia de la obra”. _ Mas adelante agrega: “Solamente en lo que se refiere a la propa- ganda de nuestro pais en el extranjero, los beneficios son positivos. mn la suma anteriormente indicada se puede hacer més por el nom- } de Chile, en los centros europeos, que invirtiendo millones en ideas felices, nuevamente otorgan al joven luchador la opor- ‘de dirigente cultural de la nacién y ellas nacieron, segin 87 en Madrid, con el macstro realizaciones de Mackenna, en parecian obedecer a un 7, ‘de antemano. Por eso la nueva al contrario, fue aceptada de partir precipitadamente en en Europa el Salén Inter. 5 encargos delicados, de mayor res. en Bs cado de la presente misién, pues de América del Sur, la as, exagerada tratandose Jejanas, y lo peor, la cri- npafiara durante el via- favor. Pocos artistas se salvo el notable mac: » y aun no quiso recibir | de calle, y desde el in- gan _ buena parte diciéndole , porque Je hab{an tram- cuestre. De este episodio itales europeas S¢ flamante Museo ve completada en las puertas y frescura de la alvicie habia 88 ATENBA / Medio sigh vida artistica chilena aumentado, Una hermosa jornada de constantes afanes, sin descanso; era el momento del triunfo bien ganado, podia recibir con satisfac- cién el reconocimiento de sus compatriotas y, sobre todo, el de los artistas chilenos, que por fin posefan un sitio confortable, digno de sus actividades. Para Mackenna, seguramente, ver cumplida su_her- mosa tarea, significaba sélo una experiencia mds de la vida y un conocimiento mejor de los hombres. Con la inauguracién del Museo de Bellas Artes y el Salén del Cen- tenario, se establece otra fecha memorable para el desenvolvimiento del arte en nuestro pais, la mds importante, la que proporciona cuer- po y alma a la vida artistica hasta nuestros dias, La influencia y la accién que ejerce este nuevo centro, més el impacto recibido de 1a exposicién por nuestra juventud de entonces, son realmente conmove- dores, pues promueve de inmediato un profundo entusiasmo, y son muchos los muchachos y muchachas que, ante el maravilloso es- pectaculo de arte, de tan inesperado acontecimiento, encuentran una respuesta afirmativa a su vocacidn. Todavia se dibujan claras en mi memoria las imagenes de aquella pomposa inauguracién, Fue algo més que una ceremonia, una esplén- dida fiesta del color. Porque al colorido de las pinturas, a la lumi- nosidad del palacio, interponiase el multicolor de los eM{formes, el oro de los entorchados de las misiones diplomaticas y militares que vinieron a nuestra celebracién. Ademis, agregdbanse la profusién de banderas y banderines, globos, remolinos, chamantos y percalas que cubrian la ciudad. Carrozas de caballos lustrosos, de cocheros en im- pecables libreas, iban y venian portando la elegante y perfumada carga. Los grandes sombreros femeninos, como bandejas, recargadas de finas plumas y ramilletes de flores artificiales; las “levitas” y los “tarros de pelo”, uniformaban la distinguida muchedumbre que en- traba y salia del Salén. No era mucho lo que se podia ver en detalle, pero a mis ojos infantiles todo aquello le parecié un inmenso y maravilloso caleidoscopio. Desde esa tarde inaugural hasta escribir las presentes “acotaciones”, han pasado mds de cincuenta afios, y puedo decir que no he vuelto del “ultimo riz distinta; el 2 sembrada por Mac xneaseI1Iqng Oped ap vI0d9 vy ap eipguL eAMBoIIeED ‘A[TYD Ue soSar1B sasorp soy ap ouNsep [a c1qos vIrpout eUUDdYeP “[T oN “Std ——_ Los dioses y Mackenna pidiendo residencia al Presidente Pedro Fig. No 2. Montt. Dibujo de Pedro Subercaseaux Xneasvo1aqng OIpad 2p BANIRILIKD “SPAN -[nosa sey vied o[Ise ap wIsnq Us osai8uory [e a8tarp as vuUayLIN “€ ON “SIA XNLISLILIGNS O1pIq JOINW “eIOUaIed eB] UOJoIpsad sasorp so] ‘by oN ‘31a A TENBA / Medio siete de ola arttitlod hilton destruido todo, Es un picto a perpetuidad el compromiso con el arte, cuando la vocacién es instinto, Alberto Mackenna nunea pinté ni eseulpid, era simplemente un amante de las artet, un enamorado de las formas bellas; pero por encima de esta pasion, estaba su querida terra y su pueblo, Los Ie vaba en el corazén como la propia sangre y su anhelo permanente consistla en procurar para este rincén suyo un destino mejor, Sofiaba con una tierra rica, culta, dignificada por las creaciones del espfritu, | por la bondad y el amor, Ideas que sintetiza en las siguientes inspi- radas frases: “Las artes nos hacen sentir la emocién de lo bello, que son, sin dudas, las mas duraderas, las mas fieles y las vinicas que acompafian | al hombre en medio de las vicisitudes y quebrantos de la vida. \ "El hombre es una sombra que pasa, y a poco andar, se hunde | en el misterio que sdlo el arte le da luz y relieve, y, a veces, suele | hacerlo inmortal”, Estas son las wiltimas palabras del discurso pronunciado al inaugu- rar el Museo de Copias, en 1911, doce aftos despuds del primero en el Ateneo de Santiago y las ultimas al poner término al programa que se habia propuesto cumplir. Los artistas nacionales tenemos presentes su recuerdo y, ejemplo, le una gran deuda de gratitud, porque, ademis de bienes ma- , nos legd confianza y fe en el futuro del arte de la patria. e deseado recordarlo, en un acto de conciencia, porque no ‘nacionales sin su nombre, tratando, chacer algo de la semblanza del » esos que hicieron patria sin p artistas, En ciertas oca- de accién fecunda. soplan a las ha formado una fos son los Di- r el cargo de Di- , én de pintores de tra, con creces, ‘del Forestal no fueron | Museo y en Ja Escuela se vive un ambiente diferente al crea- ‘el maestro espafiol; sin embargo, su influencia y ejemplo de. i? i ‘en los jévenes artistas, quienes eee un poco Ta Espaiia romantica, de capas, chambergos y melenas. Son scntimen- =e ‘poseidos por oo y hermosas Diicicras Se pinta, hasta ese ‘momento, s6lo por amor al arte, entendiendo el oficio de pintor una aventura maravillosa y desinteresada. Por otra parte, a todos los guia ‘un sentido de responsabilidad, y cual mas, cual menos, pretende con- tribuir con su obra personal, en forma de retribucién a los esfuerzos empleados fundacién del Palacio, otorgando, a este nuevo centro de tne el prestigio y la sabiduria de una autén- tica Academia. : Una orientacién clara inspira toda labor, a fin de arraigar el arte en la tierra, en los caracteres de nuestra idiosincrasia. Maestros y alum ‘nos comparten un mismo afin de superacién. En el “hall” central de la Escuela, en el Museo y alrededor del palacio, bajo los oros otofiales del parque Forestal, se promueven interesantes discusiones sobre tépicos relacionados con la cultura y la vida nacional. Se lec, por entonces, autores rusos: Gorki, Dostoiewski, Tolstoi, Chejov, etc. El Centro de Bellas Artes toma parte activa en los asuntos que pre- ocupan a la Federacién Universitaria, y la actuacién de los estudian- tes de artes se torma en una especie de ténica espiritual de la ju- ventud de esos tiempos. Nuevas concepciones en el plano de las ideas acupan el pensamicn- to del estudiantado universitario y, apasionadamente, al de Bellas Artes, donde hijos del pueblo concurren, en profusién, en busca del arte o al encuentro de la cultura. El ambiente escolar se convierte en un nticleo efervescente, dindmico. Se habla de reivindicaciones, de ideas nuevas, de avanzada, etc.; terminando por darle fama, en el medio capitalino, de escuela subversiva y fichada de “reducto anar- quista”... Estos juegos a la revolucién acontecian en 1919, en los agitados tiempos de gestacién del famoso afio veinte. Dirigia la Aca- demia Enrique Cousifio, hombre apasible y uno de los tres colabo- radores més importantes de Mackenna, junto con el arquitecto Emilio Jacquier, autor del proyecto del Palacio, y Enrique Doll. Un dia fuimos sorprendidos por una actitud extrafia del Gobierno que desconcerté al alumnado de Bellas Artes: nos encontramos frente 2 otro Director. Se acababa de nombrar al escritor Diaz Garcés para imponer orden y apaciguar a los bohemios del Forestal. La gestién administrativa del nuevo funcionario acuerdo con las instrucciones recibidas, das las mafianas inspeccionaba las salas b traba sin saludar y con aire arrogante; luego, con 0} i — obse para descubrir alguna pstemalidad, Und, ecbaceee un hecho insdlito: encontré un sombrero sobre la cabeza del bust de Julio César, el emperador romano y, para darnos una leccién de urbanidad, Io Ievo, tercamente, hasta la percha de la sala, “Un Jugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”, constituia su cantenide orientador. . Otro dia de aquéllos aparecié, en la prensa en negros caracteres, una entrevista en la cual, entre otras declaraciones, decia lo siguien- te: “el Gobierno me nombré Director para poner orden en esa olla de | grillos de Ia Academia de Bellas Artes”... Se podia colegir, fécil- * mente, que las referencias como el concepto para apreciar la activi y dad de los artistas, no podian ser ms despectivos; porque, hasta el ins tante de la publicacién, nadie dijo algo tan injusto y con menos simpatia para estos trabajadores del arte, que con su presencia la ciudad comenzaba a perder un poco la aburrida apatia pueblerina. Esta actitud del Director colmé la paciencia de los pintores y, de inmediato, se lleg6 a un acuerdo: no lo dejarian entrar a la escuela. Dirigidos por el entonces Presidente del Centro de Bellas Artes, escultor David Soto, un grupo de plasticos, los mas corpulentos, cerré las escalinatas del portico. Al Megar Diaz Garcés, a quien, a pesar de todo, le tenfamos admiracién por su trabajo literario, tuvo que detenerse aunque con bastante extrafieza de su parte. Luego, después de un cruzado fuego de palabras de colores diversos, se puso fin al "ineidente. El Director se retiré hacia la calle Santo Domingo, pero uando gird y dio la espalda, cl pintor Pedro Luna pudo darse un de gusto muy personal, gesticulé un gran puntapié; realizaba acto simbdlico. “Bohemios”, “‘melenudos”, “chascones”, etc., eran los epitetos que mitado ambiente santiaguino habia encontrado para identificar s nuevos pintores, a esta interesante pléyade que surgia como Mr Obra de encantamiento y que trabajaba con alegria, siempre do de su propio anecdotario, de sus chistes saturados de gracia r de la sagacidad popular; y que no pedia nada. telectuales de esos tiempos, de naturaleza aristocratizante como n Diaz, se mantenian divorciados, alérgicos de las pefias artis- inca comprendieron Ia riqueza moral, el ejemplo creador que n las modestas. vestimentas de aquella generacién. Mucho se ncias. El medio social veleidoso de entonces miraba actos de superacién del hombre de origen modesto, y si se trataba de artistas. Estado de cosas, proverbial, 93 Bellas Artes, por haber alejado al artista salyo muy raras excepciones. factores de aquello que se dio en Namar “a malograda generacion del 18”. Son los componentes de esta go. ‘is Jas primeras yictimas de un momento de |, - a at ae ppreparada para el hecho trascendente, de tanta magnitud en sus consecuencias, resultantes de las creaciones ge. nerosas, pero madrugadoras, de Mackenna. Faltaba al pais madure, cultural, por eso no fueron entendidos, se les mezquiné proteccién y fueron dejados a su propia suerte, como en un desierto. : Ejemplo viviente de esa etapa sombria de nuestra vida cultural, anda por ahi, con sus setenta y dos afios a cuestas, el conocido “Loro Gilbert", que se salvé pintando letreros; pero que, con una obra suya, un retrato de mujer pintado en sos tiempos, pudo ofrecer la mis grata impresién de la pinacoteca del Museo de Arte Contempo- raneo al Director de la Galeria Nacional de Londres en su breve visita. Al preguntarme el distinguido visitante —gde quién es ese retrato? —De Ricardo Gilbert, que fue alumno de Alvarez Sotomayor —le con- testé. Mucho mejor —respondié de inmediato Sir Philip Hendric. Dias atrds encontré a Gilbert extasiado ante una vitrina del centro, estaba impresionado con un aireégrafo moderno, un nuevo “‘pistolet” para pintar esfumados. Me explicéd que su estado de salud no era bueno: “estuve peleando con la muerte, me dijo, quiso arrastrarme, pero me sujeté de las rejas del cementerio”. Hombre de existencia sufrida, iba sin quejas, con el humor carac- teristico de su generacién, sin perder el clisico saludo a la adversidad. La experiencia obtenida de la pintoresca actuacién de Joaquin Diaz dejé en el animo de todos, especialmente en las autoridades, la necesidad de buscar con mejor criterio la persona reemplazante del nt que se alejé sin siquiera intentar un poco de buena volun- : aproximarse a este grupo respetable de artistas y que se ea eee Desaciertos producidos, sin dudas, por el cri- oe oe €n los responsables, para resolver los proble- co aoe Bellas Artes. Con el alejamiento de Fernando pee pa ae y se confunde la educacién artis- fastest oe tipo social; porque la responsabilidad que significal funcionamiento de este nuevo centro educacional que ATENEA / Me: siglo de vida arttstica chilena con Ja fundacién del Museo y la Escuela, desproporcionado Ja época y que, muy bien resolvié Mackenna en sus comienzos, al contratar un maestro de categoria y renombre internacionales, ahora se desestimaba, escogiendo personas aficionadas a coleccionar cuadros 0 de prestigio en otro orden de cosas. Por eso, al entregar la Direccién de la Academia al escultor nacional, maestro Carlos Lagarrigue, en 1919, hubo un sentimiento de alivio en los artistas, ya que la solucién ;esentaba un retorno a la trascendencia e importancia que tienen Jos valores técnicos. Lagarrigue posce las cualidades del verdadero maestro, de espfritu Jaico, abierto, sabe escuchar, le interesa el pensamiento de la juven- tud y, ademas, conoce su oficio de escultor. Con él todo cambia, nace tna nueva t6nica basada en el ejemplo y en la comprensién, en Ia amistad entre profesores y alumnos. La Academia toma la forma de hogar familiar, armonioso, todos comparten del didlogo y se muestran mutuamente los trabajos. Se vuelve al estudio con el mismo interés de los colegas mayores. Nadie piensa todavia en cual sera el porvenir; ‘pero se tiene conciencia que, en el pais, el arte sdlo ofrece privaciones. fo existe mercado para la produccién artistica, nadie vende, nadie compra el producto nacional. Es el problema serio de siempre; sin embargo, se prefiere no abordarlo, sino seguir aprendiendo a esculpir, @ pintar, continuando el ejemplo de nuestros macstros, el de los pri- meros, el de los realizadores de obra grande, cuando en la patria no habia nada para ellos. iy imera solicitud del alumnado al nuevo Director consistié en el término del régimen de talleres apartes, unos para mujeres y para hombres, ambiente casi carcelario o de antigua filarménica y, de esas que exageraban la observancia moral, manteniendo ‘tulios de ambos sexos separados, menos en el baile. Sin Ise produjo el intercambio: cllas pasaron al frente y ellos de- i la visita, un paso de danza, una cuadrilla en dia de fiesta jemorable. Entonces, a la mafiana siguiente, para cclebrar nto, todos, director, profesores y alumnos, partimos en si frutillar de Santa Elena; se iba a sepultar con empanadas M frutilla, en una especie de velorio autdctono, ¢l recuerdo ppasados bajo vigilancia, asfixiante para el espfritu y la . * oca de los festivales de primavera, de las alegres de los bailes de disfraces y de los desfiles de “Marco A. Bonté hee Los universitarios se han dividido en varias federa. facional y de Chile, consecuencia de dliscordias ia, ciones: oe sare a esticn de Bellas Artes se mantiene aia, ei hae Federacién de Chile y comparte responsabilidad y desting + nto al infortunio de los hechos vandilicos que destruyeron su hoyin ae las persecuciones de que ¢s ee ' : En la Academia, a pesar de las discrepancias que dividian a la juventud estudiosa, se vive un ambiente solidario, si no optimista, 2) ae de camaraderia, Junto a Lagarrigue, hombre bondadoso, de actitud paternal, la muchachada, que cada afio ha venido aumentando, se conoce entre si, discute, no sdlo entre hombres como antes, sino ahora son las mujeres artistas las mds apasionadas. Su influencia en Jos asuntos de bellas artes es decidora, Hay que dignificar al artista, procurarle porvenir, defender sus intereses. = éstos los_primeros acuerdos y por primera vez se habla de “gremio". También se escu- chan voces que reclaman la necesidad de ir a la creacién de una Fa. cultad de Bellas Artes, para reemplazar al Consejo, que hasta esc instante no mostré la eficiencia que se esperaba, en el sentido de ampliar los recursos, en concordancia con el desarrollo de la vida artis- tica del pais. Las necesidades aumentan en proporcién con el numero de nuevos interesados por seguir los oficios del arte, y las posibilidades econémicas son las mismas de siempre. Alguien sugirié, entonces, un método prictico, oportuno, para obtener recursos de inmediato: “haga- mos nuestra propia fiesta de primavera”. Con anterioridad, la Presidencia del Centro de Bellas Artes habia recaido en el suscrito, por consiguiente me cupo la obligacién de dar cumplimiento al acuerdo, En efecto, se realizé con la colaboracién de todos una hermosa fiesta que causé mds de alguna sorpresa a la ciudad. Seguramente, hoy, muchos artistas sesentones la recordarin con nostalgia, porque gracias a esa noche de fantasia donde las musas se dieron cita y los dioses griegos estuvieron presentes, entre guirnal- das de flores y de luces, esta nueva generacién, heredera de las virtu- des de Ia del 13, fue premiada con el éxito y pudo constituirse en un ejemplo, de honroso cufio ante sus compatriotas contempordncos, dificil de olvidar: Con el producto del baile, cuantioso para los tiempos, el Centro de Bellas Artes pensioné, por un afio de estada en Europa, a dos jovenes artistas: Graciela Aranis y Victor Martinez; al afio siguiente, estando en la Presidencia del Centro el escultor José Carocca, fueron Ss Vallino y el escultor Rati Vargas, hoy profesor ‘emia. Magnifica accién de compafierismo y un catego- ATENEA / Medio siglo de vida artisica chilena ‘rico mentis para aquellos que, mas de una vez, dudaron de los artistas y de sus secretas virtudes, Ha transcurrido la ensefianza artistica mas de un lustro bajo la tuicién inteligente del maestro Lagarrigue. Un grupo numeroso de nuevos valores es ya realidad, otros estan en la madurez y, en con- junto, forman un conglomerado importante que, luego, convierten la capital en un centro prolifico de manifestaciones de arte, Nacen salas de exposiciones, se vive en una atmésfera muy diferente de los tiempos pasados y como consecuencia inevitable de toda vida activa, nace también la lucha de intereses. Es al Consejo de Bellas Artes adonde van dirigidos los dardos, por cuanto no representa el arte ni los artis tas; sigue sicndo un conjunto heterogéneo de titulos y profesiones. Es necesario buscar una nueva estructura que interprete mejor el esta- do de cosas; pues ya no se trata de la vigilancia de los bienes mate- riales, el Palacio y la Pinacoteca, primordial preocupacién de las auto- ridades de entonces, ahora es cuestién de orientar la ensefianza, del espiritu que debe encauzar a la vida artistica del pais y, ademés, de los intereses inalienables del artista. Se proponen varias soluciones, s6lo dos tienen importancia: Di- reccién y Educacién Artistica o Facultad de Bellas Artes. Por la primera solucién estdn los artistas mayores, por la segunda la ju- yentud. Esta intuye, como sitio digno de las labores del arte, la Uni- versidad de Chile. Ahi sera posible una estabilidad libre de influen- cias politicas, asimismo un lugar importante para el prestigio de la vida artistica. “Cuando piensa un artista es tan serio como cuando Piensa un médico o un abogado”, eran los argumentos bases en apoyo | de la Facultad. Expresiones repetidas muchas veces por Juan F. Gon- | -ilez en las sesiones del Consejo de Bellas Artes, cuando la indife- “Tencia torndbase exagerada o disminula importancia a sus interven- Entre los afios 25 y 27, sucesos politicos tienen al pais en estado de etud. Se vive un poco a sobresaltos bajo un régimen dictatorial. torno a las actividades de la Academia hay excitacién, crecen los es de que ha Ilegado el momento propicio para hacer algo, darle impulso, renovarla. Se mueven los interesados y por fin triunfan de mayor influencia en el Gobierno. Es nombrado Director de n Artistica el pintor Carlos Isamit, a la sazén er Marco A. Bontd C. ; o ian RTNNIT nT duro, entusiasta, rico en proyectos para Jas artes y con mucho deseo oa tae dag del nombramiento de Director, un extraiio de. creto promulgado por el Gobierno obligaba a renunciar de a admi. nistracién publica a toda persona mayor de sesenta, afios. El Ministro de Instruccién, sin detenerse en reflexiones sentimentales, lo hizo extensivo hasta los artistas. Virgilio Arias, Carlos Lagarrigue, Richon Brunet y Juan F. Gonzdlez tuvieron que dejar sus catedras de Ia Aca. demia, Lagarrigue no resiste el inesperado golpe y muere a los Pocos dias; Juan F. Gonzalez se limita a exclamar: Ime echaron por viejo. . jSesenta afios! Edad que en Europa se empieza a ser maestro; porque en arte no hay edad, no existe vejez, se muere trabajando, Ticiano pinté hasta los 99 afios; Miguel Angel murié con las herramientas en la mano mientras cincelaba su famosa “Pieta”, a los 89 afios; Tintore- to 82, Matisse 84 y Picasso pasé los ochenta y es todavia amo universal del espiritu de la juventud contempordnea. jGran error!, podriamos decir imperdonable; sin embargo, debemos aplicar el conformisino, pues es el producto de la inocencia o la vanalidad para entender los Procesos culturales, En arte aplicamos el cartabén de la juventud o de Ia madurez de acuerdo con ta libreta de nacimiento, jamds por Ia obra. Viejos magnificos como Gonzilez, Arias, Gordon, Plaza, Luna, etc., nos hacen falta para sentir la juventud saludable del espiritu. . . * A pesar del ambiente convulsionado, un tanto anarquico de la familia pictérica, de 1927, Isamit, con su cardcter persuasivo y de » Pretende con el caeeed sociales menores, interesando al pueblo por las manufac- Se ae artisticas, Obtiene becas para pintores y escultores: extranjero; foe nsistente en tres afios de permanencia en el nseianza pedagisiea Inn qe {ui favorecido, y desarrolla Ia Academia de bet wand artistas a este tipo de actividades. Nues artistas se tornan en Antes toma el aspecto de un colmenar. Arte y No obstante ¢] algo indispensable en la vida cotidiana. SPhe estas intenciones, un dia del afio i ATENEA / Medio siglo de vida artistica chilena i a meager cea re aree a menamre cram neel - 1928 se dice que un llamado telefénico del Ministerio de Instruccién — Puiblica pidiéd a Isamit Ja renuncia del cargo y puso término a sus _— generosas preocupaciones, Asi acontecia en aquellos tiempos, todo podia ser sorpresa. La muchachada habia Iegado a la conclusién de que era mejor estudiar en Europa, de accién mds directa, que importar profesores como deseaba el Director y, por supuesto, tenia hechos sus cAlculos. El Ministro opté por lo primero; por lo demés, el costo seria el mismo, se harfa con el presupuesto de la Academia, La Autoridad, personaje de ejecutoria relampago, no lo pensdé dos veces, cerré la Escuelas de Bellas Artes, seleccioné un grupo de valiosos jévenes artis- tas y los embarcé: la llamada generacién del 28. Una experiencia, un ensayo distinto, desacostumbrado, que no se ha repetido en Améri- ‘ca. Otro impulso a lo Mackenna, pero al revés. Ahora no seria tra- yendo reproducciones de las ricas fuentes, sino lo contrario, se iria ‘a beber en las fuentes auténticas, en las mismas aguas que bebieron ‘tantos inmortales. De los frutos de ese experimento, estamos ciertos, _hrablaran los tiempos venideros; nosotros comentamos: fue otro es- fuerzo para adelantarnos, premura para alcanzar nuestra anhelada condicién de pueblo civilizado. En 1931, la Academia reinicia sus funciones normalmente. Aqu{ se "y se cierra un paréntesis, el negro episodio contra el distingui- intor nacional Julio Fosa Calderén, que preferimos no recordar ente oportunidad, pero que todos conocen. Esta vez la ense- hha encontrado Ia ubicacién esperada bajo la tuicién tad de Bellas Artes recién creada. Nace el organismo téc- durante mds de veinticinco aiios, después de un cuarto eusiones y agitadas campafias de los plasticos. Entra ersidad de Chile, a completar el conjunto de disci- enunciadas Andrés Bello en el emblema un siglo completo en este mundo, se nace a la vida univer- de otro conjunto artistico nacional, de conteni- sin concordancia con la plastica, que igual al ién independencia para sus labores. Los misicos, bre todo con jefes ansiosos, Iuego convirtieron a tes pobres de la Universidad. Desde ese ins- atores y escultores, insatisfechos del resultado y Marco A. Bontd C. 3 ee” ‘ las circunstancias, iniciamos un interesante parti. age Bes wo la Facultad de Bellas Artes, deporte de impor. tancia vital en la vida nacional y universitaria. En el Primer tiempo del juego, gol nuestro: se crea el Instituto de Extensién de Artes Plasticas; en el segundo tiempo: se divide la Facultad en miisica y arte. jAl fin solos! y sin personeros de buena voluntad. Ha pasado mas de medio siglo de la inauguracién del Palacio de Bellas Artes, distancia que marca otro tramo valioso del esfuerzo man- comunado para dignificar nuestra vida artistica. No ha sido facil el recorrido y duro en las posibilidades de atesorar mayores bienes para el patrimonio de las Bellas Artes. La Direccién de Bibliotecas y Mu- seos y la Universidad de Chile han desempefiado el papel de mecenas poco convencidos. Todavia recuerdo las palabras del ex Rector ju- venal Hernandez, al hacerme entrega de las ruinas de la Quinta Nor- mal, abandonadas mas de 35 afios. Me dijo entonces: “‘ahi tiene su Partenon, pero recuerde, si sabe matematicas, que dos y dos no son cinco, son cuatro, la Universidad no tiene un peso”. Posteriormente, tampoco han cambiado mucho las cosas. Hoy en dia los artistas, de cierto modo, somos dueiios de nuestro destino, a nosotros mismos corresponde el progreso material y la ca- lidad de la expresién formal de nuestro pueblo. De nosotros depende ‘también el respeto y el afecto que la ciudadania pueda ofrecernos y ‘no olvidemos que Petsonajes como Alberto Mackenna no se dan en ‘Tuestro medio sino en ciertos ciclos de la historia; por eso, me per- gd desear a Be peat de labores de la Facultad de Bellas Ar- . asimismo a los los artistas, qui seria del co- 2 el trabajo Ieners: que no aparten la alegria En estas acotaciones de medio siglo de nuestra vida artistica, segu- Sn debe haber mucho olvido, pues son los primeros apuntes Lan ee mis €xtenso. Ademds, deliberadamente, hemos omiti- S tes pictoricos o estatuarios porque comprendemos ‘€s¢ campo pertenece a la critica. Ella sabe ee oi Ja época, , “pane lo que ayer no entendia o viceversa, destrozr que hoy cree entender; Pero el artista no puede hacerlo, Su tiempo, debe morir con aquel que le dio que constituyé la esencia de su grande © loa su

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