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Al estudiar un sistema político debemos preguntarnos en primer término que es y luego qué hace. Un
sistema político es una colección de unidades reconocibles que se caracterizan por su cohesión y
covarianza. Cohesión significa permanecer unidos o formar un todo. Covarianza significa cambiar
juntos. Si una unidad cambia, la otra lo hace también.
Líneas y zonas limítrofes. El hecho de que algunas transacciones sean más frecuentes dentro de un
sistema que fuera del mismo genera el concepto de límites. Los límites son los componentes, grupos,
personas o áreas espaciales en que la frecuencia de las transacciones disminuye hasta un grado
observable. Si esta frecuencia baja repentinamente, el límite parecerá una línea; si las transacciones
disminuyen gradualmente, hablamos de una zona limítrofe.
La importancia de una transacción para una persona depende del efecto que tenga en los valores que
gana o pierde con ella, o los que espera ganar o perder en esa forma.
Covarianza mixta: los dilemas de la realidad política. Las recompensas de ambos asociados en un
sistema interdependiente varían juntas positivamente en algunos sentidos, pero negativamente en
otros. Algunas recompensas de uno también lo son para el otro, pero otras constituyen un castigo.
Por otra parte, si algo fuese desfavorable para ambos asociados, de nuevo los uniría en solidaridad.
Las estructuras se forman por procesos interconectados, por más inmóviles que parezcan. Todo
intento de cambio de cualquiera de estos procesos, o de varios ellos, tendría que superar los efectos
de encadenamiento de todos ellos, así pues, lo que llamamos la función de un proceso es justamente
esta contribución que aporta el patrón de interconexión relativamente autoalimentado de procesos
que llamamos una estructura. El cambio de uno o dos de estos procesos o funciones interconectados
puede producir un cambio muy pequeño en el resultado global de estratificación social, económica o
política.
Las funciones de un sistema social. De acuerdo con el sociólogo Talcott Parsons, las funciones
básicas dé todo sistema social son cuatro:
1. En primer lugar, debe mantener sus propios patrones básicos, particularmente los de su
propio gobierno y control, de manera que el día siguiente, o el año siguiente, todavía
encuentre reconocible el sistema social y a cargo de sus propias acciones.
2. En segundo, se debe adaptar a las condiciones cambiantes, tanto de su ambiente físico en la
naturaleza como en su ambiente humano en términos de otros sistemas.
3. En tercero, debe integrar sus diferentes tareas y funciones.
4. En cuarto, si tiene metas específicas aparte de la mera adaptación, integración y
mantenimiento de sus patrones, debe avanzar para alcanzar sus objetivos.
Intercambios entre subsistemas. Cada uno de estos subsistemas clásicos de la sociedad tiene
intercambios con los demás y depende de todos ellos. Algo similar ocurre entre el sector de las
unidades familiares y el gobierno. La población formula generalmente exigencias específicas al
gobierno. Este, a su vez, toma decisiones que sirven para coordinar las expectativas de la gente y que
a menudo se apoyan en una promesa de cumplimiento.
En los sistemas políticos, a la auto transformación violenta que abarca a gran parte de la sociedad
llamamos revolución, para distinguirla de los golpes de Estado o revoluciones palaciegas que sólo
cambian a la gente en el poder o unas pocas leyes, sin cambiar los fundamentos del organismo social.
Un sistema social cambia sus metas o su estructura interna porque algunos de sus elementos o
funciones ya no son compatibles con otros elementos o funciones.
Por último, podemos referirnos a un Estado como un cuerpo de hombres organizado, algunos de los
cuales están armados y otros trabajan en escritorios y con otros instrumentos de la administración,
todos ocupados en los asuntos de gobierno.
Una propiedad de los sistemas políticos, tal vez la más notable de todas: la capacidad de los sistemas
políticos, como la de muchos otros sistemas sociales, para dirigirse solos. Esta capacidad para la
autodirección, para la autonomía, es la que hace vitales y efectivos a los gobiernos y las comunidades
políticas.
En el uso común, la palabra autogobierno tiene dos significados. A veces se refiere a una unidad
política que se gobierna sola en todos sentidos, incluyendo sus relaciones con el mundo exterior,
pero otras veces se refiere a cualquier unidad que decide acerca de sus asuntos internos por sus
propios procesos, aunque las cuestiones externas estén manejadas por algún sistema político más
grande. El autogobierno puede existir a diferentes niveles de sistemas. En el caso de un país o nación
que se autogobierna, decimos que es soberano, es decir, que no obedece órdenes del exterior y que no
reconoce una ley más alta que la propia. Cuando ese país obedece a una ley internacional o a un
tratado internacional, lo hace voluntariamente, por razones de prudencia o de moralidad, pero es
posible que un país dependa de los asuntos internacionales y todavía tenga autonomía efectiva en
sus asuntos internos (en la definición de Rousseau, la autonomía es «la obediencia, la ley que nos
damos nosotros mismos»). Los subsistemas existentes dentro de un sistema que se autogobierna no
tienen que ser necesariamente autogobernados o autónomos.
Autogobierno y el pasado. El autogobierno significa algo más que la mera independencia del
dominio externo. También los sistemas más grandes pueden ser prisioneros de su pasado.
Aspectos críticos de la conducción: Carga, retraso, adelanto y ganancia Se aplican a todos los
procesos de retroalimentación negativa y por lo tanto a todos los sistemas de auto-dirección. Pero
los gobiernos tienden a retrasarse, y a medida que el retraso es mayor lambien lo será la tentación a
reaccionar en forma excesiva, particularmente en forma de represión, para obtener una ganancia.
Desafortunadamente, la reacción excesiva puede resultar únicamente en la sustitución de un error
por otro igual o mayor en la dirección opuesta.
Todo sistema de autodirección tiene dos clases de ambiente. El primero es obvio: es el mundo
exógeno al sistema. El segundo debiera ser igualmente evidente, pero a menudo se ignora: el
ambiente endógeno del sistema. El mundo interior y sus efectos sobre el desequilibrio del sistema
pueden influir decisivamente en lo que haga el sistema. La existencia de dos ambientes separados,
que deben ser tomados en cuenta igualmente por un sistema, tiene un efecto importante sobre la
toma de decisiones.
La toma de decisiones a nivel nacional. Para un gobierno nacional existen dos tipos de
retroalimentación de información corriente: la externa sobre política exterior y la interna sobre lo
que ocurre en el interior del país. Por lo general esta última es más importante. Cuando toda la
información procede de las diferentes corrientes de insumo corriente, el gobierno debe tomar una
decisión. Cuanto más diversas sean las corrientes de información con que cuenta un sistema, más
libre será para tomar sus decisiones.
Puntos y áreas de decisión. Son uniones en el flujo de información donde las organizaciones y
especialmente los gobiernos son vulnerables y están expuestos a influencias favorables y
desfavorables. Si se inutiliza una unión decisiva se puede paralizar; un gobierno. Cuando un líder o
un grupo la llenan, infiltran y ocupan con sus propios amigos y partidarios, pueden adquirir
influencia y poder desproporcionados.
Para ser ejecutada, una decisión debe mantenerse durante un tiempo suficiente para producir
efectos. Esto se logra seleccionando la información que pueda cambiar la decisión, o cambiarla
demasiado pronto. Por lo tanto, los cedazos de información o filtros son esenciales para el
funcionamiento de un sistema complejo de autodirección como es el sistema político de un país.
El autogobierno implica la capacidad para fijar metas y mantenerlas; para tomar decisiones y
mantenerlas durante un tiempo suficiente para la acción, o sea, para descartar o suprimir la
información posterior a la decisión que pueda poner en peligro la estabilidad.