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EL CAMBIO, LA MODERNIZACION y LA CUESTION CULTURAL! Rafael L. Ramirez Las transformaciones experimentadas por la sociedad puer- torriquefia durante los ultimos cuarenta afios constituyen un elemento fundamental del discurso en nuestro pais. El cambio y su significacién aparecen tanto en la retérica del politico, como en el habla del puertorriquefio en su vida cotidiana, en la novela, e} cuento, el drama y en las ciencias sociales. No debe extrafiar que la preocupacién por el cambio se manifieste de forma generalizada en una sociedad cuyos ciudadanos, a partir de 1940, han sido socializados bajo el supuesto de queel cambio acelerado constituye el hecho social mas importante de sus respectivas generaciones. El cambio se utiliza como el denomi- nador comiin que explica una diversidad de fendmenos tales como la industrializacién, migracién, desocupacién, desercién escolar, criminalidad e indices de salud mental, entre otros. Una revision de la literatura sobre el cambio social en Puerto Rico demuestra la gran variedad que existe en la definicién y concep- 1 Este articulo es una version revisada de un trabajo que se presentd originalmente en el Wilson Center, Washington, D.C., en una conferencia sobre Puerto Rico y Estados Unidos que se celebré del 16 al 18 de abril de 1980. La revision y redaccién final del mismo fue posible gracias a una licencia sabatica que me concedié la Universidad de Puerto Rico durante el afio acadé- mico 1981-82, Agradezco los comentarios y criticas que a la versién original hicieron Marcia Rivera, Ineke Cunningham y Carlos Ramos, asi como las sugerencias, criticas y estimulo de Eduardo Rivera Medina durante el proceso de revision. Mi agradecimiento también a Leonard Kauffman, quien me ayudé en las traducciones de las citas. 10 tualizacién del concepto de cambio.? Desde fines de la década del cuarenta hasta los afios sesenta el principal interés de las ciencias sociales en Puerto Rico consis- tid en estudiar el cambio, especificamente: examinar los cam- bios sociales que resultan de la transicién del capitalismo agrario al capitalismo industrial, evaluar el impacto de las’ reformas sociales y administrativas implantadas por el gobierno del Partido Popular Democratico, estudiar los rasgos de la llamada cultura tradicional que entorpecian la transformacién hacia la sociedad industrial. Los resultados de esas investigacio- nes se presentaban como contribucién importante de los cienti- ficos sociales estadounidenses al desarrollo de la sociedad puertorriquefia y se convirtieron en los textos oficiales para el estudio de nuestro pais y la discusién de nuestra realidad.* Por lo general, dichas investigaciones se enmarcaban en los postu- lados tedricos y la metodologia parsoniana de la sociedad. Uno de sus principales objetivos era el proveer datos y explicaciones utiles a los politicos, planificadores y administradores en la tarea de desarrollar politica publica. Los siguientes ejemplos ilustran este propésito: Desde el punto de vista de la accién, se percibia que un estudio intensivo de la familia, la nifiez y la transmision cultural en una comunidad esclareceria los factores culturales que afectan la fertilidad, lo cual se buscaba en las investiga- Ciones demograficas del Proyecto de Vida Familiar... Ulte- riormente, se esperaba que ¢l estudio fuera provechoso a los 2 Con respectoa la literatura sobre cambio social en Puerto Diaz (1980:150) dice lo siguiente: Rica u€s mucho menos frecuente tropevarse con intentos sistematicos de vincular explicitamente determinade procesos de cambio; son atin menos abundant captar y explicar sus determinantes y caracteristicas Esta situacién puede provocar una reaccién un ta 0 reaccién un 6 en primer lugar una sensacién de que tal verno toda, fa nome: de cambio social en Puerto Rico se refieren al mismo ane eat 3 De ahora en adelante denominado PPD,‘ onenon 4 ‘Todavia son la principal fuente de infor historia fuera de Puerto Rico. Una visidn de | esa perspectiva la encontramos en Fernandez Gonzalez articulados y cuestién a los es los esfuerzos por macién sobre nuest la sociedad puerto, Méndee (1972). ra realidad ¢ quefia desde il rofesionales y no profesionales interesados en los problemas el adiestramiento de los nifios y su desarrolloen una cultura en acelerado proceso de cambio. (Landy 1965:4) (Traduccién del autor). Enue los cientificos del comportamiento es de reconoci- miento general que tanto la historia cultural como la paci- fica, pero radical y rapida revolucién socioeconémica en que Puerto Rico se ha enredado por mas dedos. décadas, convirtié y continia convirtiendo a esta pequeiia isla caribefia en un magnifico laboratorio para el trabajo de campo de los cienti- ficos sociales. De hecho, un chiste de la academia narra que cuando se le pidié a un puertorriquefio que describiera la familia tipica del presente, éste contesté “el padre, la madre, los hijos, los abuelos y el cientifico social residente”’.> (Fer- nandez Marina, et al., 1969:4) (Traduccién del autor). Por un lado, Puerto Rico se convierte en una especie de field-station para comprobar las tesis de cambio y moderniza- cién expuestas por las ciencias sociales en los Estados Unidos; mientras que por el otro, las investigaciones de campo contri- buian a ofrecer las explicaciones tedricas para la clase gober- nante puertorriquefia, que a partir de la década del cuarenta se enfrascé en un proyecto de modernizacién. Este Proyecto, al cual se le dio el nombre de Operacién Manos a la Obra, se fundamenté en cuatro estrategias principales: (1) Promocién de una industrializacién dependiente del capital estadounidense, al cual se le ofrecian incentivos tales como infraestructura basica, exencién contributiva por diez afios, bajos salarios yun débil y vulnerable nivel de organizaci6n sindical, (2) emigra- cién masiva a los Estados Unidos, (3) reduccién del crecimiento poblacional por medio del control dela natalidad y (4) reformas sociales educativas acompajiadas por una movilizacién popu- lar para apoyar al partido politico que controlaba el gobierno. De acuerdo con esa politica, la investigacién social de los afios cincuenta y sesenta se inserta en los tres aspectos de la €strategia de cambio de PPD que sefialamos anteriormente. ——— 5 El autor no sefiala que el cientifico social residente por lo regular era un académico de Estados Unidos, con su asistente o asistentes pucrtorriquefios en su doble tarea de intérpretes y aprendices. 12 Como ejem| durante esos afios (1) familia y control miento econdmico; (: social; y (5) permanencia o trans: yalorativos de la sociedad agraria. ; A pesar de las grandes cantidades de datos obtenidos, estas investigaciones se caracterizan por su incapacidad para explicar adecuadamente las transformaciones de la sociedad puertorri- quefia y plantean una serie de problemas con respecto al andli- sis de la misma. Las principales criticas que podemos hacer a esos estudios se resumen en tres puntos: (1) Ja ausencia de una perspectiva historica en las interpretaciones sobre el cambio social; (2) el no prestar atencion a la naturaleza, contradicciones y transformaciones de las clases sociales en Puerto Rico y la relacién de éstas con su contrapartida en los Estados Unidos; y (3) la aplicacion de interpretaciones que parten exclusivamente del concepto de modernizacién. A pesar de las deficiencias sefialadas anteriormente, las cien- cias sociales adquieren prominencia durante ese periodo, por su vinculacion con el proyecto histdrico de los sectores gobernan- tes. Los conceptos de cambio y modernizacién constituyen el eje central de la investigacion social y de la retorica politica desde principios de la década del cuarenta hasta fines de la década del sesenta.$ "Al evaluar los estudios de cambio social de esa época y su vinculacién con la politica publica, Anderson sefiala lo siguiente: plos de los temas de investigacién preferidos pueden mencionarse los estudios sobre 1 de la natalidad; (2) indicadores de creci- 3) niveles de productividad; (4) movilidad formacién de los esquemas El “cambio social” no es un objeto auto-definido, es mas bien una preocupacién subjetiva de los intelectuales y de los que ostentan el poder; es una movida retdrica que le confiere un aura de sonoridad universal a los intereses concretos de ciertas élites. (1968:17) (Traduccién del autor). En este trabajo examinamos los i ; Dex: postulados tedrico: ideologia de los principales estudios del cambio, la deciom 6 Posteriorm i ene, a partir de la década del wode setenta, aunque e: no desapaecen del panorama eas invesigaciones oltaley Westen sea por la introduccién de otros marcos tericos, 13 cin y la cultura en Puerto Rico,? E] Propdsito es hacer u analisis critico, segin Propone Anderson en el trabajo antes €xplicaciones El andlisis del cambio yla ideologia de la modernizacién € se clasifican en Categorias tales como desarrollo econémico, desarrollo Politico, caracteristicas dela poblacién, valores y actitudes, problemas sociales y patro- nes culturales,® La mayoria de los estudios desarrollados Por los —_ * Los aqui discutidos no se presentan en una secuencia cronolégica. Sélo & intenta establecer una secuencia a base de continuided discontinuidad lebrica y metodoldgica, * Una revisidn anotadade la literatura hasta fines de la década del sesenta se qhcuentra en Cunningham (1968). Trabajos posteriores a esa publicaciSn son los de Granda (1969) y Wells (1972). * Fjemplos de esta categorizacién son las siguientes Ee i arrolloeconé mico (Perloff 1950), desarrollo politico( Hunter , 14 cientificos sociales norteamericanos ¥ ee en Puerto Rico se enmarcan ¢n el positivismo y Steward y el andlisis ecoldgico Entre las investigaciones sociales de fines de la década del quarenta se destaca el famoso estudio de Steward (1956) y sus colaboradores. Es ésta la investigacion mas ambiciosa y com- 1a del procerato para explicar los este enfoque era comin en los rsonas conocedoras del do dice: “La historia de ha sido realmente la 15 Wells no es el Unico que utiliza la scot ocesos sociales. Hasta muy recientemen' vesigndoncs sociales de Puerto Rico, incluyendo Be andlisis marxista. Un ejemplo es Lewis ( lassrtea) ie Jos cambios ideoldgicos en el partido, cuando ot Xk, hustoria de tas actitudes cambiantes de Mufioz mis 26 pleta de la sociedad puertorriquefia que existe al presentey atin sus criticos mas severos reconocen su contribucién y su importancia. Casi treinta afios después del comienzo del proyecto y sobre veinte aiios después de su publicacién, no hay un estudio de una formacion social capitalista realizado por un grupo de cientificos sociales —marxista ono marxista— que haya sido tan exitoso como lo fue The People of Puerto Rico. (Rose- berry 1979:36). (Traduccién del autor). Este estudio, realizado durante el periodo que comprende de los afios cuarenta a los sesenta, es Gnico en la investigacién social en Puerto Rico porque se enmarca en un enfoque mate- rialista de los procesos sociales —en oposicién al idealismo prevaleciente en la sociologia parsoniana— y en el anidlisis cultural correspondiente a la escuela de cultura y personalidad, dominado por Benedict (1944) y Mead (1947). Basicamente, es por esta razon que no incluimos la presentacién y discusién de esta obra con las resefiadas en la primera seccidn de este trabajo. Sus objetivos, conceptualizaciones y metodologia no tienen paralelo con la labor de los demas investigadores. Por eso, a fin de hacerle justicia, estimamos prudente dedicarle un apartado por separado. Steward establece que el proposito de la investigacién con- siste en analizar la cultura contemporanea de Puerto Rico, para tratar de explicarla en términos de los cambios histéricos y dela adaptacién ecoldgica de los patrones culturales a los ambientes geograficos locales. El interés en los detalles concretos de la forma, la funcion y el patron cultural del Puerto Rico moderno se centra no sdlo en como estos se modifican entre uno y otro periodo histérico, sino dentro del proceso general del desarrollo histérico. (1956:1). (Traduccién del autor). La metodologia y el disefio del estudio se fundan en el materialismo cultural, o estrategia de !a ecologia cultural, segun se conoce en teorfa antropoldgica. E] enfoque del mate- rialismo cultural presta especial atencidn a la interaccion entre = comportamiento humano y el ambiente, asi como a la media- o3f que ejercen entre éstos el ser humano y sus instituciones 27 qulturales, Se plantea que las estructuras ¢ ideologias de los. seres humanos responden a las condiciones materiales en que éstos viven, producen y se reproducen. Como consecuencia, el interés de los ecdlogos culturales se orienta a entender laaccion social en su vinculacién con la produccién material. De acuerdo con Steward, esta vinculacién se debe estudiar al nivel de la comunidad, para luego establecer la relacién con el sis- tema total. En el estudio de Puerto Rico se escogieron cuatro comunidades agricolas y un sector urbano denominado “las familias prominentes”. Cada uno de estos era representativo de variantes en complejos productivos que se habian desarrollado en diferentes ambientes, los cuales a su vez produjeron diferen- tes subculturas. Todos fueron estudiados con métodos etnograficos. El orden productivo —el tipo de cosecha, la mecanizacién en la produccién o en el procesamiento, la tenencia de la tierra, la capitalizacién y el crédito, lanaturaleza del trabajoy las relaciones entre propietarios y trabajadores— ha creado subculturas caracteristicas entre las gentes (1955:212). (Tra- duccién del autor). Para entender la metodologia y la teoria de Steward con- viene analizar dos conceptos fundamentals: el de subcultura y el de niveles de integracién sociocultural. Por subcultura Ste- ward entiende dos cosas: (1) los patrones de comportamiento de los grupos locales, de grupos vincalados con comunidades particulares que pueden ser minorias étnicas, o de grupos que surgen bien como consecuencia de especializaciones en la pro- duccién, o como resultado de adaptaciones ecolégico- culturales, (2) grupos “‘horizontales"’, tales como castas, clases, grupos ocupacionales y otros sectores que ocupan posiciones de privilegio en una estructuracion jerarquica que entrecruza las localidades. En el caso del estudio realizado en Puerto Rico, Steward lo resume de la siguiente manera: Los estilos de vida que caracterizan a los miembros de estos diferentes segmentos de la sociedad rural se presentan como su bculturas, es decir, patrones auto-consistentes que determi- nan el comportamiento del grupo local del cual el individuo es miembro. Estos patrones de comportamiento locales se conciben 28 como subculturas, porque se han desarrollado y funcionan dentro del contexto mas ampliode la cultura de la comunidad J de la isla. (1956:2). (Traduccién del autor). Como sefiala Wolf, la imagen de la sociedad que surge de este enfoque puede representarse en un espacio bidimensional (con divisiones verticales ancladas en la ecologia regional y divisiones horizontales siguiendo principalmente el movi- miento de los factores econémicos: trabajo para los trabajado- res, servicio para los profesionales, riqueza para las clases alias, tierra para los pequefios agricultores. La presencia 0 ausencia de los factores de produccién, o su fortaleza y debili- dad, también se usd para explicar el ascenso y la caida de segmentos socioculturales 0 verticales y los érdenes producti- vos. (1979:20). (Traduccién del autor). Los niveles de integracién sociocultural abarcan la sucesi6n de tipos de organizacion social que van surgiendo por la evolu- cién de las sociedades. Estos niveles van creciendo en compleji- dad y representan formas emergentes de organizacioén. Las formas anteriores no desaparecen, sin embargo, sdlo son modi- ficadas por el proceso. Un sistema sociocultural moderno, por tanto, contiene en si mismo niveles de organizacién cualitativamente distintos, ein cuando la naturaleza y la funcién de cada nivel hayan Sido modificados por la configuracién mas amplia. (1956:7). (Traduccién del autor). Es evidente que The People of Puerto Rico es un estudio de cambio. Steward lo Hama cambio cultural. En el capitulo final se plantean una serie de hipotesis sobre la naturaleza y la direccién que asume ese cambio en la sociedad puertorriquefia. Es una conceptualizacion del cambio muy diferente a la que exponen los seguidores de la sociologia parsoniana discutidaen ja seccién anterior. La misma surge de la teorfa de evolucion multilineal desarrollada por Steward (1955). La gran limitacién de esta investigacién es que, a pesar de kas intentos de sus autores, no encontramos una vision de la alidad. No se logra la vinculacién de los segmentos o subcul- 4 estudiadas con la sociedad puertorriquefia como unidad 29 total. En otras palabras, encontramos que no se hace el andlisis de la formacién social puertorriquenia. ¢Por qué? La explica- cion se encuentra en las limitaciones de la propia teorfa ecolé- gica. En ésta, el proceso productivo se analiza como una actividad técnica, en vez de estudiarse como un proceso social, segun se hace en el andlisis marxista. Refiriéndose a ese tipo de limitacion, dice Roseberry (1979:28): “Una consecuencia nega- tiva de este enfoque es que hace extremadamente dificil prose- guir el andlisis mas alla de la unidad local”. Por eso, al evaluar el libro tres décadas después del inicio de la investigacién, dice Wolf (1979:25): “Releyendo el libro me asombré de cuan cerca estuvimos en ocasiones de abrir caminos hacia este nuevo campo, y me apené también que no seguimos adelante en ese momento”. Los nuevos caminos que sefiala Wolf son los conceptos de modo de produccién y formacién social que provienen de la teoria marxista, los cuales Wolf incorpora en sus trabajos reali- zados con posterioridad al estudio de Puerto Rico (1981). La integracién del marxismo al andlisis social en Puerto Rico, como discutiremos mas adelante, comienza a aparecer en forma sistematica a principios de la década del setenta.'® La sociologia de la denuncia El cambio social en Puerto Rico, enfocado desde la perspec- tiva optimista, y en ocasiones apologista, que dominé la inves- tigacin social y el discurso politico hasta la década del sesenta, comenz6 a cuestionarse timidamente a partir de la instituciona- lizacién del Estado Libre Asociado en el 1952. El propio Mufioz Marin, en una asamblea de la Asociacién de Maestros (1953), expresé su preocupacién por el impacto que estaba teniendo el proceso de cambioen la cultura, la personalidady el lenguajede 16 Resta mencionar la importancia que tuvo The People of Puerto Ricoen el desarrollo de la antropologia moderna y las contribuciones de la escuela ecolégica a la investigacién social. El impacto de esta investigacién en la ancopoiogia {ue y continaa siendo enorme. Esta dio origen a un enriqueci- muento det conocimiento antropolégico ya excelentes estudios de antropologia social y de arqueologia. Enel andlisis social puertorriquefto no se incorporé la staéicion que representan Steward y la escuela ecoldgica, ni se desarrollé una arsropologia ecolégica. 0 Jos puertorriquefios. Un grupo de prominentes lideres y educa. dores del PPD, preocupados por la creciente americanizacién y por loque denominaban la erosion del patrimonio cultural, se dedicé a organizar entre Jos circulos oficialistas un movimiento de afirmacion de los valores y la creacién cultural puertorrj. quefia. Ese proyecto de promoci6n de una “aultura nacional”” como parte de la estructura politica del Estado Libre Asociado (Ferndndez Méndez 1955) se cristalizo mediante la creacion, por ley de 1955, del Instituto de Cultura Puertorriquenia. (Alegria 1978). Al mismo tiempo, los informes de la recién creada Comi- sion de Derechos Civiles (1959), sefialaban que detras de la fachada de democracia y de libertad, existian medidas y practi- cas autoritarias, antidemocraticas y racistas, que violaban los derechos civiles de grupos minoritarios y de los sectores disiden- tes, Estas manifestaciones de critica dentro del régimen no cuestionaban la capacidad del sistema para hacer los reajustes necesarios, a fin de enmendar o cambiar las situaciones descri- tas. Ms tarde, el movimiento que hemos llamado la sociologia de la denuncia, habra de hacer ese cuestionamiento, al plantear la necesidad de someter las bases del modelo de desarrollo econémico-social que implanté el PPD a partir de 1947 a una critica fundamental. Utilizamos el término “sociologia de la denuncia” para describir un movimiento dentro de los circulos académicos que se caracteriza por la aplicacin de los principios tedricos y metodolégicos prevalecientes en las ciencias sociales para hacer un analisis critico de la sociedad. Aunque el mismo exhibe una variedad de enfoques, que representan distintas vertientes en las ciencias sociales, su preocupacion central es el cuestionamiento de los postulados oficialistas sobre la naturaleza de la sociedad. Parten, asimismo, de una visidn critica de la sociedad y de las propias disciplinas de las ciencias sociales. Entre los exponen- tes de este movimiento encontramos posiciones tales como: (1) un rechazo al modelo de cambio propulsado por el PPD; (2) una fuerte critica a la americanizacion dela sociedad puerto- rriquefia; (3) esfuerzos de analizar el imperialismo norteameri- cano; (4) la denuncia de la condicién colonial de Puerto Rico y sus efectos en el orden social y la vida cotidiana; y (5) la aspira- cion por establecer un nuevo orden social de justicia, libertaq y creciente igualdad. La socologia de la denuncia no constituye una escuela de pensamiento social con cierto grado de coheren. 31 cia o uniformidad. Tampoco es una posicién innovadora res- pecto a lo tedrico y a lo metodoldgico. Es la denuncia de lo existente, aunque las soluciones alternas que se proponen incluyen desde planteamientos de corte revolucionario y posi- ciones reformistas y progresistas, hasta intentos de idealizar el pasado; en otras ocasiones incluso se expresa un gran pesi- mismo sobre el futuro de la sociedad puertorriquefia. Entre las primeras manifestaciones de la sociologia de la denuncia en Puerto Rico se destaca el planteamiento que hace Marqués (1962) sobre la docilidad como rasgo predominante de nuestra psicologia colectiva. Marqués sostiene la tesis de que como resultado de su socializacién en un sistema colonial, el puertorriquefio adquiere una configuracién psicoldgica de caracter colectivo que lo incapacita para rebelarse contra el sistema que lo oprime y lo enajena. Esa docilidad frente al imperialismo y sus representantes en la colonia, que de acuerdo con Marqués se evidencia en nuestra historia, contrasta con el alto grado de violencia que el puertorriquefio expresa contra si mismo y contra los demas puertorriquefios. La autoviolenciase manifiesta en “el notorio impulso autodestructor del puertorri- quefio, en otras palabras, su tendencia suicida” (p. 15). El impulso autodestructor se evidencia en la vida cotidianay en los movimientos politicos. Para Marqués, tanto la anexionista como la nacionalista son manifestaciones politicas de la ten- dencia suicida. En el primer caso el puertorriquefio desaparece como miembro de una entidad politica y en el segundo, ofrece su vida en actos cuyo “objeto real no era matar y, mucho menos lograr la victoria, sino morir” (p. 153). isin pesimista del puertorriquefio, que posterior- mente fue severamente criticada,” recibié una gran aceptacién enue sectores intelectuales disidentes a principios de la década del sesenta. A pesar de lo equivocado del andlisis de Marqués, su trabajo supone una denuncia de la deformacién del individuo en un sistema colonial'® y provee un contraste con la visién optimista del cambio social puertorriquefio en la literaturay en el discurso oficialista de la época. Se 17 Siten 1971:43-53. *® El andlisis de la dimensidn psicolégica en las relaciones sociales de una sociedad colonial ¢s paralelamente realizado y popularizado por escritores como Memmi (1969) y Fanon (1963). 32 illa (19%, 1972, 1976) tarnbis perspectiva critica Especif. ‘os efectos del cambio en | . personalidad ¥ E] marco tedrico de c ‘acion del enfoque configuracionista de oanalitica. Para Seda Bonilla, jos economicos que arTojan un ne al mejorarmiento de los van acompariados de un n ja teoria psic cadores socio’ concier omaterial, la cultura ©! cambios en jos indi saido positivO en lo que miveles de vida en su aspect aumento progresivo en el deterioro de Ja convivencia social Enumera 10s siguientes indicadores de deterioro: incidencia cnminal, acadentes de transito, trastornos mentales, alcoho- lisrno y 4! dicadores reflejan no sdlo dicen a drogas- Estos in una dificultad para manu comunicacion interperso- nal y vida af da crisis de identidad. Dicha crisis es resu de cambio en el que los entendidos cultur a se sustituyeén por los valores del capitalismo norteamericano. En ese proceso, el cion de ente pasivo puertorniqueno queda reducido a una condi que recibe y acepta, sin oportunidad para integrar lo recibidoo conuibuira decidir la proyecci6n de sucultura. De acuerdo con Seda Bonilla, los puertorriquemios vivimos en una “jueyera’’, un mundo de enajenaciOn ¥ pseudo-conflicto, enel cual, como jos jueves. Nos movernos de un Jado a otro sin orientacion mi propdsito. La soaologia critica de Nieves Faledn (1963, 1972, 1975) uuliza jos métodos de la escuela positivista y el andlisis cuanil- tauivo para estudiar e] cambio, desde la perspectiva de que en jormacion desigual. En esa Puerto Rico ha ocurrido una transf transformacion, unos sectores privilegiados han logrado un alto nivel de beneficios econémicos, poder y prestigio, mientre otros han quedado marginados. Estos ultimos viven en cond cones de subordinacion, opresion, escasez 0 pobreza y di i- dencia de las agenaas estatales que proveen peer ee econémica. En sus numerosos trabajos de investigacion, Nie y Faicon denunaa y documenta las condiciones de desi ie Ce en la sociedad puertorriquenia de los afios sesenta. ees tratar este tema en su farnoso estudio sobre la educa mena a rior (1963), y lo continua en sus investigaciones sobre le mn supe (1972), sobre jos maestros de escuela publica (1970) ja pobreza condiciones de vida de los emnigrantes SeaTac ). 33 Nieves Falcon también critica severamente las interpretaciones de la sociedad puertorriquefia que hacian los cientificos socia- les norteamericanos (1970). Los temas de la pobreza y la desigualdad ocupan lugar prominente en la sociologia de la denuncia: ...pretendo exponer la realidad de indigencia en Puerto Rico, indigencia en sentido integral, y la capacidad, si alguna, que tienen los indigentes de lograr soluciones adecuadas a sus problemas, de manera que el grado de indigencia disminuya. Este planteamiento conlleva el hecho de que existen intere- ses adversos y antagénicos en la comunidad puertorriquefia, que esos intereses estan polarizados entre pobres y ricos yque los intereses de los mas se contraponen a los que controlan definitivamente el proceso de decisién. (Morales Yordan 1971:110). Ademas de los trabajos citados anteriormente, encontramos los de Lewis (1969, 1977), Safa (1980), Pérez de Jestas (1973), Fernan- dez de Cintrén y Levine (1972), Buitrago (1972) y las ponencias que se presentaron en el Seminario sobre el Problema de la Pobreza en Puerto Rico, que auspicié la Escuela de Administra- cién Publica de la Universidad de Puerto Rico en el 1970. Las ponendias se publicaron posteriormente en la revista de dicha escuela (1971). Ya hemos sefialado que la americanizacién de la sociedad puertorriquefia es un aspecto del cambio social que preocupa mucho a nuestros intelectuales y que constituye uno de los temas mas discutidos y controvertibles en nuestro pais. Esa discusién cobré nuevo auge después de las elecciones de 1968, en las cuales un partido anexionista (Partido Nuevo Progre- sista)!9 obtuvo una sorpresiva victoria electoral. La misma coin- cidié con la publicacién del libro de German de Granda (1969), el que hace una fuerte denuncia de Jos procesos de cambio social y de americanizacion. . De Granda hace una sintesis de los cambios ocurridos durante el presente siglo, usando como evidencia numerosas referencias de la literatura social sobre Puerto Rico. Su propé- 34 ceso de tt ansculturacion y de interf, ducto de la americanizacion. E] cn n que él utiliza parte del famoso memoncP Herskovits (1936), enel que se dein ceso de cambio que resulta de] ca n culturas distintas. Ese contact. Lact ndamentales en los patrones ieee ra De Granda la transculturan® en Puerto Rico comienza con la ocupacion norteamericana qn 1998 y se acelera a partir del desarrollo industrial y la implang cion del modelo de cambio economico y social promovida ie el PPD. 7 El libro de De Granda no trasciende la denuncia. Tampo analiza adecuadamente él cambio social. Ademas, expone tes tesis reaccionaria de defensa de lo hispano ante lo norteameri- cano, tesis que es consecuencia de su incapacidad para aden- trarse en el estudio dela complejidad que presentan los procesos os errores fundamentales, de cambio social. De Granda comete d E] primero consiste en considerar la cultura puertorriquena de} un todo integrado, uniforme, sin contra. siglo diecinueve como dicciones ni conflictos: una cultura hispanica compartida por igual por todos los puertorriquefios, sobre la que se impuso una cultura norteamericana, también integrada y uniforme. Esta es una vision demasiado simplista de la cultura y del fendmeno de las culturas nacionales. Su segundo error es partir de una vision estatica de la cultura, igual que Malinowski (1961), vision que no toma en cuenta los procesos de cambio ocurridos en Puerto Rico antes del 1898. En otras palabras, para De Granda el cambio viene de afuera y su principal caracteristica es la amen canizacidn. En conclusion, su denunciase convierte en la expre- sion de una nostalgia por el pasado hispanico, nostal giz a \ cultura de clase, paternalismo y deferencia haci I es dios criollos del siglo diecinueve.® Soe A principios de la década del setenta, Varo (1 una tesis similar, pero le afiade una vision de P. ( 973) expone sociedad enferma. Sin embargo, la denuncia di ea resonancia del libro de De Granda. € Varo no tuvo la oes exponer el pro’ TeN¢), sit pro lingiiistica como de transculturacion de Redfield, Linton y término como el pro uo entre grupos © tinuo produce cambios fu les de uno 0 ambos grupos. Pa C5 conun —_— Este tema se elabora en Ia altima seccion del prese ente artic ulo. 35 Por ultimo, en la sociologia de la denuncia se destacan los trabajos de Maldonado Denis (1969, 1976) y Gordon Lewis (1969, 1977). Aunque existen diferencias en la interpretacion de Puerto Rico como nacién dominada por el imperialismo nor- teamericano que hacen estos investigadores, ambos la analizan criticamente, a la vez que proponen una importante sintesis de nuestra historia social y politica de este siglo. Los planteamien- tos y criticas que hacen de las interpretaciones del cambio social que postula la sociologia burguesa se enmarcan en los funda- mentos teéricos del marxismo. En este sentido, representan una transicién entre la sociologia de la denuncia y el andlisis mar- xista de las ansformaciones de la sociedad puertorriquetia.”" Mas all4 de la denunci ja investigacién social a partir de la década del setenta Segtin hemos sefialado, el interés en el cambio social y la modernizacién dominé la investigacién de la década del cin- cuenta, mientras las ciencias sociales puertorriquefias en los afios sesenta se caracterizaron por la denuncia. Aunque expo- nentes de ambas tendencias continuian presentando sus inter- en 108 afios setenta comienzan a publicarse otras e la realidad puertorriquefia que son el resul- tado de investigaciones innovadoras y radicales. Varios investi- gadores?? coinciden en esta reinterpretacion de nuestros procesos histéricos y de nuestra estructura social. La nueva generacién de investigadores puertorriquefios no pretaciones, interpretaciones di —_—_—— 21 Los autores mencionados 0 citados en el texto rio constitayen una lista exhaustiva de los participantes en la sociologia de la denuncia. Entre muchos ‘otros también se destacan Sanchez Tarniella (1971), Riestra (1974), Zenon Cruz (1974) y Navas (1978). ; 22 Enure ellos encontramos los que estan asociados al Centro de Estudios de la Realidad Puertoriquefta (CEREP) en San Juay y al Centro de Estudios Puertorriquefias (Centro) de Nueva York. ‘Ambas instituciones se distinguen por un énfasis en los cstudios sevsitidisciplinarios, el trabajo colectivo y la Rplicacién de los marcos tedricas que Proves el materialismo histérico. Se destaca también el antropdlogo Buitrago ‘Ortiz (1976, 1982) y otros exponentes oe ia nueva historiografia tales como Picé (1979, 1981), Scarano (1981), Sued Badillo (1978), Ramos Mauei (1981), Baralt (1981) Moscoso (1977). Garcia y Quintero Rivera (1982) y Silvestrini (1978) 36 preguntas mds alinadas y pertinentes, sey (1979), sino que presenta inter pretaciones gran poder explicativo y de considerable valor heuristico, ia preguntas que ellos se plantean estan dirigidas a entender (a¢ to. res tales como: la historia economica, la estructura de Clase. iy trayectoria histérica de las clases sociales y los contlictoy de clase, el desarrollo del modo de produccion capitalista, la histg. ria del movimiento obrero y la emigracion de las clases trabaja. doras. fambién se interesan en el estudio de la ideologia y como ésta se maniftesta en la culturaobrera, los partidos politicos, las instituciones sociales, las artes, la literatura y en las representa. ciones colectivas de los puertorriguenos. Predomina la teoria que proviene del materialismo histérico, fundamentada en el estudio de los clasicos y en las corrientes del pensamiento mar. xista contemporaneo. Existe en ellos una preocupac 16n por el analisis riguroso y el uso de fuentes primarias en la investiga. cion. En general, es una investigacton comprometda con el entendimiento de las instituciones y los mecanismos que pro- sociedad la subordinacién, la opresién y la solamente hace comenta Minw mueven en nuestra enajenacion. A continuacioén examinaremos cuauo trabajos (Quintero Rivera, 1975; Gonzalez Diaz, 1977; Baldrich, 1981; Centro, 1979) que son representativos de la investigacién social de los afios setenta. Dichos trabajos estudian las transformaciones de la sociedad puertorriquefia de los ultimos cincuenta afios, par- tiendo del desarrollo del modo de produccion capitalista, del andlisis de las clases sociales y de los conflictos de clase. Quintero Rivera (1975) examina las bases sociales del PPD ara explicar su transformacion ideoldgica entre los aos que van del 1940 al 1950, década en que se establece la hegemonia politica del partido y su control de fa politica y del gobierno. Durante ese perfodo el PPD inicia reformas administrativas y de justicia social; combate el control de 1a economia por parte de las corporaciones azucareras; establece industrias estatales que Juego vende al capital privado; promueve la inversién de capi- tal norteamericano en el desarrollo industrial y rechaza la inde- ndencia como alternativa al gobierno colonial. Las dos ultimas han sido interpretadas en la sociologia de la denuncia. bien como una especie de traicién por parte de Mufioz Marin y del Jiderato Popular (el cual era principalmente independen- tista en el 1940), 0 como una manifestacion de la subordinacion 37 psicolégica del liderato colonial ante el imperio. Por el contra- rio, Quintero Rivera argumenta que los cambios ideolégicos del PPD durante ese periodo deben entenderse como parte del desarrollo de una clase social, que en el proceso de afianzar su control sobre el Estado, se confronté con el hecho de que la independehda constitufa un impedimento a su proyecto histé- rico como clase gobernante. La estrategia def crecimiento econdmico por la que se lanzd el Partido Popular ya claramente con la Ley de incentivos industriales del '47 encontraba dificultades con la indepen- dencia. La necesidad de quebrar las ataduras coloniales para el desarrollo del Estado en el campo politico se reftia con la posicién independentista “patria-ideal"” —con ¢l desarrollo del Estado en la modernizacién de la economia y su programa de abolicién de la miseria. Esta clase en hacerse encontré una supuesta respuesta a esta dicotomia en el Estado Libre Aso- ciado: un gobierno local auténomo dentro de un mercado comin, moneda comin, seguridad internacional comin, ciudadania comin con los Estados Unidos. (1975:94). De acuerdo con Quintero Rivera, para entender los cambios sociales ocurridos en Puerto Rico a partir de 1940 y el surgi- miento del PPD es necesario estudiar la estructura econémica y los procesos sociales de la década del treinta. Las transformaciones sociales que experimenté Puerto Rico enel proceso de expansién del capitalismo itnperialista dependiente culminaron en una particular situacién social que posibilité la alianza populista de 1940. Para poder enten- der esa situacién social es preciso examinar la dindmica social en la década del '30; una vez consolidado el capitalismo dependiente y cuando dialécticamente fueron asomando con més claridad las contradicciones de su desarrollo y estructura. (1975:9). En el andlisis de los afios treinta que hacen tanto Quintero Rivera como Baldrich (1981), se destacan tres eventos econémi- cos importantes: (1) el deterioro de los términos de intercambio, Ja merma en los precios de los productos agricolas que expor- taba Puerto Rico; (2) lareduccién del ingreso per cApita;y (3) el aumento del desempleo, un desempleo estructural que venia gestandose desde principios de siglo”. (Quintero Rivera 1975:25). Politi- Jel ange del na: io- cién en que ni la lente fu en clernes” ¢ Ua el control de las ncicrnes ante desatrollin- joamericano 5 treinta, En 39 Los investigadores coinciden con Quintero Rivera en que el surgimiento y el desarrollo del PPD de 1940 al 1952 es un movimiento populista, dirigido por una clase en ascenso, que consolida su poder por medio de su control del aparato del Fstado. De acuerdo con Gonzalez Dfaz, a partir de 1947, la purguesia norteamericana participa de esa alianza invirtiendo capital en la industrializacin de Puerto Rico. Estos dos estudios sobre el populismo puertorriquefio amplian los planteamientos de Quintero Rivera y proveen una explicacién de las wansformaciones de nuestra sociedad muy diferente a la que exponen los socidlogos funcionalistas y los socidlogos de la denuncia. Gonzalez Diaz presta particular aten- Gon a los cambios en la ideologia del PPD. Baldrich seconcen- ura en analizar y documentar Ia estructura de clases de los afios cuarenta, que posibilite la alianza populista. Ademés, estudia el populismo como un caso de bonapartismo, inspirado en el andlisis que hace Marx (1868) del segundo imperio francés. Los escritos de Marx que tratan sobre el Segundo Imperio Francés y Napoledn III sugieren un numero de semejanzas entre el Bonapartismo y el populismo de América Latina. Enue los paralelos mas sugestivos estan la subordinacién del ier legislativo al ejecutivo, la incapacidad de la opesicién para obtener el poder y la interferencia del gobierno en los asuntos de los grupos de oposicién. (1981:10). (Traduccién del autor). Por ultimo, ninguna discusidn sobre cambios y transforma- ciones de la sociedad puertorriquefia en este siglo puede eludir la consideradén del proceso migratorio, tanto su dimensién interna, como el movimiento de nuestra clase trabajadora fuera del territorio nacional. Aunque la emigraci6n de trabajadores puertorriquefios se remonta a las ultimas décadas del siglo pasado (Centro, 1979), el movimiento migratorio aumenté en las primeras décadas del presente siglo y adquirié una dimen- sion masiva después de la segunda guerra mundial. Se estima que entre la fecha en que los EE.UU. tomaron posesion de la Isla y 1944 emigraron alrededor de 90,000 personas. Durante ese perfodo de cuarenta y cinco afios, la década del veinte fue lade mayor movilidad, cuando emigra- ron mds de 40,000 puertorriquefios. La gran depresion econd- 40 mica del treinta no s6lo redujo considerablemente este & sino que hubo afos en que la corriente se invirtié, Disa los afios de 1930 a 1934 hubo una inmigracién de retorne a, casi 10,000 personas, lo que equivale al 20 por ciento ae Is poblacién puertorriquefia tesidiendo en los Estados Unidos para esa época. Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial comienza uno de los mas grandes éxodos de poblacién que registra la histo. ria contemporanea... Asi durante la década del cuarenta mas de 150,000 puertorriquefios abandonaron nuestras playas y mas de 400,000 durante el decenio del cincuenta. (Vazquez Calzada 1974:1-5). Enue Jos numerosos estudios sobre diversos aspectos de la emigracion puertorriquefia encontramos, tanto las tendencias apologistas (Senior 1947, 1965; Fitzpatrick 1971), como ja denuncia de su impacto negativo en nuestra sociedad (Vazquez Calzada 1963; Nieves Falcén 1972). Las distintas tendencias en los estudios de emigracién que se discuten en la publicacion del Centro de Estudios Puertoriquefios (1979) ya citada, destacan la necesidad de desarrollar un marco tedrico que permita estudiar la emigracion, tanto en su dimensién histérica, como en la estructural. Maldonado Denis (1976) hace un esfuerzo pionero r entender la emigracién en el contexto del desarrollo del modo de produccion capitalista. Sin embargo, sus objetivos no se logran totalmente, porque depende de fuentes secundarias ara su analisis. Enel analisis de la emigracién que se presenta en Jamencio- nada publicacién del Centro, se utilizan las orientaciones teori- cas de Marx sobre los movimientos de poblacién y fuerza de trabajo como componentes esenciales de la organizacion de la produccién. Tras un riguroso y documentado analisis de la emigracién como parte del proceso de produccién y reproduc- con capitalista, desde fines del siglo pasado al presente, los autores concluyen Jo siguiente: La poblacién puertorriquefia ha sido esparcida, reagru- pada y moldeada en nuevas configuraciones por los requisi- tos cambiantes de produccién y ganancia y por la incapacidad de sus sectores trabajadores, en las presentes circunstancias, de sobrevivir separados de los procesos con- 41 temporaneos de la expansién capitalista de | los Estad is dos. (1979188). Traducion el auto) ae La cusstién cultural Como dimensién fundam : ental del debat !a modernizacién en Puerto te sobre el cambio y Rico, encontramos el tema de la ectos mas discutidos estan: (1) e la emigracion; (3) el impacto de telacién entre la cultura Nacional bien sefiala Lauria (1980:295): “La Ja misma importancia que la cur a discusién sobre la cuestion la americanizacién; y (4) la y la cultura Popular. Como Cuestion cultural reviste casi estion nacional”. Por esa Tazén, cultural requiere desmitificar el r la naturaleza del debate y expo- ‘Opésito de esta seccién es, pues, bate sobre la relacién entre cam- bio y cultura lo constituye la articulacién de los conceptos de clase social y cultura de ase, La cuestién cultural consiste de las interrelaciones y contradicciones entre la definicién de una cultura nacional versus la cultura de una clase en una sociedad colonial. Examinaremos estas interrelaciones en tres instancias varticulares: (a) el debate sobre la herencia hispanica y laidenti- cad, (b) la cultura oficial del Estado Libre Asociado y (c)la caltura en el proyecto anexionista, ner sus contradicciones, E] pr establecer que el puntal del de identidad y herencia hispdnica identi n La discusién en torno a nuestra identidad ear e a debate que gira alrededor de varios planteamientos ¢ 42 yy mo: la contribucion hispanica ala cultura hacio, garites es 008 aia gfro-antillana, las consecuencias de 1” al, 1a influence eso americanizacion. Ademéas de os.° Nr dores (Gonzalez 1979; Campo Ss emigracian Y © investigadores, nt Oy gestacan Ja necesidad de enmarcar la polé 1979; Lauria tidady !@ culturaen el contexto del desarro}), mica sobre Jaiden' los conflictos de clase. Partiendo de ee Tex (1979) argumenta que el debate sobre Jos puertorriquefios se remonta hasta segun se manifiesta en la literatura de queen el siglo pasado el asunto era un propietaria, la cual, en su proceso promovia la confrontacién de Io 1, usando el lenguaje del libera- Jase hegemonica, osicion a lo espano: 1 v el positivism, criolto, en oP’ hisme e siendo, para la mayoria de los puertorriquefia, la primera 5 i Ge la identidad nacional. Es claro, me een ones ilustrado de la clase dirigente del pais. Porque el hecho inne- gable es que Alonso era un liberal, representante de una clase Social en ascenso histdrico y en frentada por ello mismoa los iniereses mas conservadores de aquella sociedad. (Gonzalez 1979:56). £1 gibaro, con todo, siBu pustoriadores de [a liveratura ado anteriormente, Gonzalez argumenta que esa clase en ascenso presenta una vision de la sociedad puertorriquefia del siglo XIX como “un mundo enfermo”, citando la famosa frase de Zeno Gandia (1894). A su vez. dicha clase promueve el desarrollo de un tipo de sociedad en la que le sea posible ocupar una posicién hegemonica. Como evidencia literarias de esta situacién, Gonzalez sefiala que las expresiones de dicha clase no incorporan el sentir del campesinado, ni el de Ja poblacion negra y mulata, ni el de las clases trabajadoras. Ese proceso de ascenso —de clase propietaria a clase hegeménica— queda trunco con la ocupacion norteamericana, el subsiguiente desarrollo del capitalismo agrario dominado priced noe earn caaay xa conversion de la zona costera Herero 1971, Quin gran plantacién azucarera (Mintz 1953, + Quintero Rivera 1975, 1979). Asi enza el deciinar de los hacendados criollos Deena ‘omo clase dirigente, Pro- En el trabajo cit 43 su culminacién a principios de la década del ces0 ve Nee ero Rivera 1979, Baldrich 1981). ee 0 parte integrante de la pol{tica colonial norteameri- com americanizacién y de agresién cultural, en 1903 el oa jonado de Instruccién dispone el uso del inglés como aoa de ensefianza en las escuelas. Este hecho, analizado tan st damente por Negrén de Montilla (1977), da lugar aquese onic ¢ la lucha por la defensa del espafiol como idioma oficial, jnto a la afirmaci6n de nuestra identidad hispanica y al debate sabe el bilingiiismo, controversia que perdura hasta el Pena evaluacion critica del impacto de la americanizacién en la escuela puertorriquefia, Beauchamp (1980:72) dice lo siguiente: La americanizacién en la escuela se llevé a cabo, ademas, mediante la utilizacién de maestros, supervisores y superin- tendentes norteamericanos; ensefianza sistemAtica del inglés y, luego de la utilizacién del inglés como vehiculo de ense- fianza, juramento y saludo obligatorio a la bandera nortea- mericana y recitacién del preambulo de la Constitucién; uso de textos escolares norteamericanos, celebracién formal e intensa de los dias festivos relacionados con la historia de los Estados Unidos; uso intensivo de canciones, especialmente las que exaltan el sentimiento nacionalista norteamericano (todavia recordamos las que nos ensefiaron durante la época de la Segunda Guerra Mundial); exhibicién permanente de retratos de prohombres de la historia de los Estados Unidos en las paredes de los salones, etc. Durante los primeros afios la cultura tradicional puertorriquefia (literatura, historia, arte, folklore) no existié para Ja escuela. La defensa de la identidad hispanica y del idioma espafiol desde principios de siglo se convierte en una actividad priorita- ria para los intelectuales y para el liderato politico independen- tista, entre los cuales se destacan José de Diego, Luis Lloréns Torres y Pedro Albizu Campos. Para todos ellos la continuidad de la hispanidad en Puerto Rico era el elemento fundamental de nuestra existencia como pueblo. Decia De Diego (1975:142): -.-la causa de los puertorriquefios es la causa ibera, la causa iberoamericana, la causa de todos los espatioles en Oriente y 44 ; en Europa y en América’y en toda la redond, Oey, si somos absorbidos, si desaparecemos, sj Hee g idad se consume, y nuestra personalidad Se extingue, eaaiard patente, como un timulo, en las dltimas soledades quedart Pa istoria, que la raza ibérica ha perdido la apvitug « aia supervivencia ¥ el genio con que ensanché los limites, patiplicd los pueblos y glorificd los fastos del planeta! mas tarde, anadia Albizu Campos (1975:333): {Grande es la obra de realizar en la patria! jGrande e inmensa! Pero tentis que volver por los fer de vuestros propios origenes. Aquel que no s orgulloso de su origen no valdra nada nunca porque empieza por despreciarse a si mismo. Nosotros veneramos el nombre de Espafia porque para nosotros significa la ciencia del derecho, las ciencias positi- vas, la ciencia de la moral y la tradicion cristiana de nuestro pueblo. Afios E} hispanismo expuesto por De Diego y Albizu fue elabo- rado de manera sistematica por Pedreira (1978)?5 en unaobrade gran influencia en el pensamiento puertorriquefio, que muchos consideran el mds elocuente testimonio de nuestra identidad y nuestra cultura: J nsularismo.*4 Pedreira parte de las dos grandes interrogantes que permean todo el debate sobre la identidad —¢Qué somos?, ¢Como 25 Existen varias ediciones. La primera es del 1934. 2 Uno de sus principales criticos concluye su andlisis de la Sbra de Pe- dreira diciendo: Seria erréneo y perjudicial a la lucha de liberaci i acién puertorri- aueta, "epudiar sumariamente a Insularismo cual si fuera una reliquia de una reflexion intelectual obsoleta. Insularismo repre- senta le oxen clasica, y en varios aspectos innovadora, de 4a Sentided nacional mucrtorriquefia. Es la primera obra que sal i io filosotico que entrafia dilucidar el conte- 45 somos?— a la vez que insta al puertorriquefo sobre su identidad cultural y rae la cayenne ban Pedreira plantea la necesidad de cobrar conciencia de ntiesiva identidad para dejar de ser “una nave al garete” y afirmarnos en la puertorriquefiidad. Esa afirmacién exige la preservacién y la continuidad de ja cultura hispdnica, amenazada por la “‘civili- zaci6n” norteamericana: Un pueblo como el nuestro, que empezé a delinear su propio ademan dentro de la cultura hispanica, no puede considerarse rendido ni agotado. Hay que tener fe en esas latencias. Tenemos una manera inconfundible de ser puerto- rriquefios; pero esa manera, que no pudo gozar la plenitud de su desarrollo, se encuentra hoy averiada por la transforma- cién a que la somete el proceso quimicode una nueva cultura. (1978:143). De acuerdo con Pedreira, es necesario, al mismo tiempo, deshacerse de las “‘taras’ o limitaciones que nos crea nuestro medio geografico (la pequefez territorial, el calor, la mezcla racial y las circunstancias histéricas que nos han llevado al aislamiento —insularismo—); del temor a aventurarnos (nos coge el holandés); y, sobre todo, de nuestra docilidad. En su curiosa mezcla de determinismo geografico y determinismo racial, Pedreira destaca una afirmacion puertorriquefia estruc- turada en la revitalizacién de lo hispanico, en oposicién a lo mestizo, y en una vision aristocratica de la cultura. Esa vision rechaza los elementos populares de la cultura, asi como la influencia afro-caribefia y las aportaciones de las clases tra- bajadoras. La tesis de Pedreira es severamente criticada por Flores (1979), para quien Insularismo representa la posicién ideold- gica de una clase en decadencia, la burguesfa criolla. Ante el impacto del desarrollo del capitalismo norteamericano en Puerto Rico, que amenaza su existencia como clase, ésta se refugia en el nacionalismo cultural y en el pesimismo de la decadencia de Occidente, influenciados por Spengler (1925-27) y Ortega y Gasset (1946). Para Pedreira, la consecuencia principal del cambio de dominacién espafiola a la estadounidense en Ia Isla no es el paso del colonialismo tradicional al imperialismo moderno, 46 6n colectiva de una sociedad “culta degeneraci : gemizada”. Caracteristica sobresaliente dy una le esta fransformacion ¢s la substitucion de los valores aristocraticn, } la primacia de la ‘calidad espiritual, por la aaa popular y la “falacia del igualitarismo: “con el cambio de ee terania caimos de bruces sobre la democracia y fatalmence hemos ayudado a fomentar la mediocracia"’. (Flores, 1979:85), sino la sociedad El urabajo de Flores antes citado es la critica mAs sistematica y elaborada del pensamiento de Pedreira como representante de la ideologia de una burguesia criolla que se ha publicado, Usando argumentos similares, Gonzalez (1980) desata una gran planteamiento sobre nuestra polémica, al argumentar que el mt identidad hispanica, que él llama hispanofilia, representa la ideologia de una burguesia criollaen decadencia, que presenta su ideologia cultural como la cultura nacional puertorriquefia, ‘Anade, ademas, que esunaideologia cultural de los blancos que mitifica el pasado hispanico —“la antigua felicidad colectiva”— para mantener una cultura de deferencia y pater- nalismo, amenazada por el desarrollo del capitalismo y la for- macion de la clase trabajadora. Expresa, asimismo, que Albizu Campos y el nacionalismo forman parte de esa corriente conser: vadora y defensora de un pasado hispanico idealizado. Sostiene jonal que defienden tanto Ja burgue- también que la cultura nac sia criolla como el nacionalismo, es una “cultura opresora ; una cultura de clase que no es la cultura de la gran mayoria del pueblo puertorriquenio. Gonzalez termina argumentando @ favor de una cultura nacional puertorriquefia, vista desde una perspectiva “sodalista, popular, mestiza y caribefia’”’. Los planteamientos de Gonzalez han generado un intenso debate. Las prinapales criticas a su posicién aducen que éste minimiza el impacto de la americanizacién y la politica de agresion cultural en Puerto Rico, y no considera que la lucha por la preservacién del idioma espafiol y la resistencia a la americanizacion fueron y son elementos fundam: es di lucha anticolonial. oe .No se pueden entender plename: ii nte las posiciones di i saieme r - los defensores del idioma espafiol Sere be photic p eee los intentos hechos por Estados J er el idioma inglés y la mii i mitolo; istd rica y social norteamericana al mismo tiempo areas ‘gra 47 increfblemente el carActer a miento. (Méndez 1981:8-9). Oua critica importante a Gonzalez destaca sus debilidades en el andlisis de las clases sociales y su vinculacién con el analisis de las manifestacio nes culturales. (Quintero Rivera 1981). En la literatura del cambio y lamodernizacién, namos en la primera parte de este articulo, también encontra- mos referencias constantes a la tradicién hispdnica, seguin la interpretacién de Pedreira. Por lo general, para los cientificos sociales estadounidenses, la tradicién hispanica representa un impedimento para la modernizacién de Puerto Rico, segiin se manifiesta en las criticas que hacen Wells (1972) y Tugwell (1947) al concepto de dignidad, como parte de esa tradicién. La ausencia de un entendimiento de los conflictos de clase en la sociedad puertorriquefia llevé a muchos cientificos sociales a identificar como conflictos culturales las representaciones sim- bdlicas de los conflictos de clase en la etapa de transicién del capitalismo agrario al capitalismo industrial.?5 Ese desconoci- miento, --junto con el etnocentrismo imperialista y la estrate- gia de desarrollo de una infraestructura industrial con sus correspondientes superestructuras— lleva a estos cientificos sociales a rechazar, unas veces en forma velada, y otras descara- damente, la existenciade una tradicién cultural puertorriquena y el proceso de desarrollo de la cultura nacional. que exami- 25 Tugwell conocia perfectamente esos conflictos de clase segtin nuestra interpretacién de su exposicién de la estrategia de cambio en las estructuras de poder que ét promovia. habjan estudiado 0 Habja otros, no obstante, mayormente los que trabajado en los Estados Unidos, que, por lo menos encierta medida, reconocian los peligros y las dificultades que Ia situacion enue: Eran ést0 los que tenian el poder para transformar. Reconod! 8 Cultura nacional Y estadolibrismo la identidad cultural puertorrj. eocupacion del sector autonomista del Ppp ncipios de la década del cincuenta, esta partido desarrollé un proyecto de culturainacionsl are se con. jo en la cultura oficial de Puerto Rico. Esa cultura o icial fue ee eeida precisamente por el Estado que elaboro una ideolo- My caltural congruente con el proyecto historico dela clase que consolidé su poder mediante la autonomia que propicié la creacion del Estado Libre Asociado. El proyecto de cultura nacional del PPD surge en el contexto de un debate interno entre los defensores del nacionalismo cultural y los proponen- tes del universalismo cultural, Estos Gltimos, atrincherados en su contro} de la educacién universitaria durante la década de) cincuenta, propulsaban una teoria educativa segun la cual la cultura puertorriquefia venia a concebirse como una varlante de la cultura occidental. En consecuencia, los “valores univer- sales" ocupaban una posicién primaria y dominante, en oposi- cién a un criollismo cultural interior y subordinado. En otras palabras, el criollismo no constituia una base legitima para el desarrollo cultural. El preservar ¥ enriquecer uefa es una Pr (Colberg 1982), A pri De este modo, Puerto Rico carece de una tradicién cultural y nacional de claridad y profundidad incontundibles. Elele- mento espafiol tue y es inconcluso. La conciencia nacional fue confusa y nunca alcanzé el punto de un serio movimiento de independencia. E] desarrollo de Ja vida cultural fue muy tardio y gran parte de éste bajo la égida norteamericana. Cuando los americanos introdujeron el inglés para crear un pais bilingiie, se hablaba y se escribia una version coloquial 1 balance de poder en la comunidad puertorri ‘ las élices —politicas, terratenientes 0 taudeleet nies Pasir de jévenes mas realistas, con la debida formacion técnica eee Gidn no era explotar al jibaro oal obrero para su propio beens dé iis allegados, sino el devarrollode todo uit puctloe: eee cooperative, con liderato, pero sin dictadores, Exta eral then? canay éxto, mas que ninguna otra cosa, era loqueodiabayc todo su ser ef empedernido defensor de la “dignidad”. (1947. 4a0" (Traduccién de la editora). ~ (1847: 489), 49 del espaol (""mal espafiol” de acuerdo con sus criticos, Como consecuencia, los intelectuales puertorriquefios a menudo tienen que recurrir a expresar su identidad “espa- fola’’ o “latina” en terminologia inglesa. Puerto Rico carece del color indigena en su cultura, también carece de la amplia herencia europea del Brasil o de la Argentina. Tiene un bolsillo de cultura negro-caribefia, afro-americana, en una esquina del noreste. De acuerdo con investigaciones recientes, Ja cultura puertorriquefia carecia de “‘formna” y cra una socie- dad sin “estructura”; es una nacién sin tradiciones importan- tes. (Bennet 1961:2). (Traduccién del autor). En contraste con la visién que expresa Bennet, esta la posi- nn de Mufioz Marin: Sabemos que la cultura puertorriquefia, lo mismo que lade los Estados Unidos, es y ha de ser parte de la gran cultura occidental. Pero no hay tal cosa como un hombre occidental que no sea hombre de algiin sitio de Occidente. Si no somos eeGidentales con raices puertorriquefias, seremos occidenta- fee sin raices, Y la vitalidad de los pueblos tiene gran necesi- dad de raices. Somos gente occidental a la manera de nuestras raices, Somos americanos de Estados Unidos y somos ameri- Tanos de América y occidentales de Occidente. ¥ lo somos tomo puertorriquefios de Puerto Rico. (1975:841). El proyecto de cultura oficial que se institucionalizé con la creacion del Instituto de Cultura Puertorriquefia establecié las coordenadas de una cultura de la clase dirigente. Esa cultura oficial destaca la importancia de lo hispanico —en una integra- cién mecanicista con rasgos indigenas y africanos—, el espafiol como idioma oficial, la convivencia democratica y laideologia autonomista como caracter{stica nacional: “sociedad de cultura nacional y Estado Libre Asociado”. (Fernandez Méndez 1955). En otras palabras el nacionalismo cultural y el antinaciona- lismo politico. lo que somos en la reali- Ligente de | ‘actual, junto a Europa, Una comprensién inteligente de torriquefia dad de nuestra vida puer' junto a Latino América, junto a los Estados Unidos, nos queremos ser, sin abanderizarnos permitira ir forjando loque por puro pitiyanquismo a puro nacionalismo a lo malodelat Norteamérica, ni por yadicion hispanica, ni Por : ate de Europa. El crear una civili. or Aor i loeola cual se salve del naufragio ao zacion puertor aT ana colectiva en la puertorriquefiidad tra dignidat yversalidad, es UN farea que requiere generosi- eleva sachura de vision, i cidad de sacrifiio. ae nade Méndez 1975:848). de las clases dominantes requiere un proyecto cificacion ¥ creacién de una cultura nacional gs de esas clases y que incorpore 5 folkldricos que no amenacen se trata de promover que las ivamente con esa cultura La ideologia de definicion, espet ion y ue destaque las gestas historic i elemento: tradiciones populares ¥ icion de dominio. Luego a defiendan y Ja enriquezcan. Enel proyecto ‘acional elaborado por los diri- gentes del PPD que aqui }lamamos cultura oficial, se destacala convivencia democratica y el ideal autonomista como funda- mentos de la puertorriqueftidad, 0 ethos puertorriquefio (Fer- nandez Méndez 1956). La democracia y el autonomismo son los fundamentos ideoldgicos para la ubicacion de la clase dirigente en la estructura de ‘clases de Puerto Rico al comienzo de la segunda mitad del siglo XX. Un apoyo electoral mayoritario —“el mandato del ueblo" — recibido cada cuatro afios, legitimaba al liderato del PPD como clase dirigente, en su doble funcién de administra- dora del aparato del estado € intermediaria del capital nortea- mericano. Sin embargo, la ideologia de la convivencia democratica contrasta con las practicas autoritarias, el sexismo yla desigualdad que se exponen en la literatura social puerto- rriquefia (Seda Bonilla 1976, Ramirez 1974) y que constituyen un aepecto fundamen de nuestra vida cotidiana.?* e acuerdo con Gonzalez Diaz i (1975), la clase en ascenso, al ver RS eTaio ie Rivera : F : aspiracién de convertirse en burguesia nacional, recurrié al Fi Esta era la forma de asegurarse una posicion d ee grado de independencia frente al poder dl pea ae lel Congreso de los % Aunque en ese proceso electoral se garanti " antiza ivi totes los puertrrqueis concern los mecanismos iB secretividad det voto, que ejerce el partido en el poder para asegurar sa secon Y las Presio- gobierno. rat su permanencia en el 51 Estados Unidos y frente al poder del capital norteamericano. Ese capital norteamericano, en su fase de capitalismo agrario, fue combatido por la clase en ascenso a fines de la década del treinta. Luego, en su fase de capitalismo industrial, financié el desarrollo econdmico de Puerto Rico a partir de 1947. Los empresarios duenos de ese capital tuvieron a su disposicién beneficios tales como incentivos de exencién contributiva por diez afios, salarios bajos y una débil o inexistente organizacién sindical. No es de extrafiar que la cultura oficial destaque la armonia, la hospitalidad y la generosidad puertorriquefias y que no incorpore en forma alguna los conflictos de clase y la combatividad de la expresién cultural obrera en Puerto Rico. (Campos, 1974), Es indiscutible que el proyecto de cultura oficial promovié el desarrollo de las artes, la literatura y las artesanias en Puerto Rico, desde una perspectiva nacional y senté las bases para el desarrollo de una genuina cultura nacional. Sin embargo, como ideologia de una clase dirigente, en una sociedad colonial en la etapa de desarrollo del capitalismo industrial indepen- diente, la misma se caracteriza por el dirigismo desde arriba y la promocién de una visién falseada de la realidad cultural puer- torriquena. (Ramirez, 1976). En esa vision, lo puertorriquefio es todo aquello que no atente contra la posicién de dominio y privilegio de la clase que elabora el proyecto de cultura y dela burguesia imperialista de la cual son representantes o intermediarios. La estadidad jibara Por ultimo, toda discusién de la relacién entre cambio y cultura debe considerar el proyecto de cultura que se esta ges- tando como parte de la estrategia anexionista. En dicha estrate- gia podemos apuntar dos vertientes. En la primera, los anexionistas sostienen la tesis universalista de la cultura. En otras palabras, consideran que la cultura puertorriquefia?” es una cultura regional, insularista, criollista y empobrecida, que no ha hecho aporte alguno a la cultura y al conocimiento 27 Para Jos anexionistas la cultura nacion: por eso nunca serefieren a la nuestra como la cu! al es la de los Estados Unidos y Jtura nacional puertorriquefia. 52 : resultado, es muy Poco lo que amerita pr, universal. Rees cultural. Ejemplo de ello es el ceo Wort (1975) el que desato una gran controversia. le rv! A Cuando los aislados prejuicios del insularismo tratan de la stumbres folkloricas como Jogros culturales, rom distorsiones- Porque los Jogros culturalesnoson ‘ _de hecho, los logros ‘cullurales cosas y aquellos tiempos cuando se levantan sobre y mas alla del quedomina el interés, no solo de sus | mundo. puntas de flechas aborigenes y de flechas de los apaches son ejemplos interesantes ifico templo azteca o una a otra liga: la liga del de] autor). Jogro cultural. (1 is de Hoyt demuestra una vision elitista de n total desconocimiento de la tradicion 1égico de la cultura. El efio para promover la Es obvio quelatesi Ja cultura, asi como U 2 antropoldgica ¥ del andlisis antropo proposito ¢ desvalorizar lo puertorniqu' a asimilacion al mainstream norteamericano. Tanto Romero Barceld, en una entrey ista que le hiciera Arnoni ( 1966), comoel actual presidente de la Universidad de Puerto Rico, Ismael ‘Almodévar, sostienen ¢sa misma posicién: nuestra cultura no esta hecha en la misma proporcién que nuestra sangre. De los tainos, nos quedamos con quinientas palabras y align plato roto que no compara con alguna porcelana china o europea. De los africanos, nos quedamos con algiin ritmo, que no compara con una sonata P Beethoven. De los espafioles, nos quedamos con algunas SSstumbres, tradiciones, el lenguaje y las ideas. De los ameri- fenta aiios, nos estamos quedando con las con- canos, en och quistas intelectuales del mundo moderno. (1978). Como pueblo, La segunda vertiente de la estrategi . ‘ tegia anexioni: campo de ia cultura, ademas de colocar en See en el penepeistas totalmente comprometidos con pr s claves. a dausa.2® intenta combatir el argumento de eee ‘a estadidad — 2 Siruacién que se dramatizé con el nombramiento de Leticia d ia del Rosarit io 53 ia la eventual destruccién de la cultura puertorri- ee Las mejores articulaciones de esta vertiente las encontra- mos en un discurso de Ferré (1969) y otro de Romero Barcelé {i982), discursos que pronuncian al ocupar cada cual la gober- nacion de Puerto Rico. Y se enciende el debate sobre la asimila- cion cultural. Para Ferré, la estadidad significa una reafirmacién cultural en la que Puerto Rico, por compartir ambas culturas, puede servir como puente entre Estados Unidos e Hispanoamérica. representar Podemos demostrar cémo un pueblo esencialmente latino puede al mismo tiempo ser eficientemente norteamericano, Tenemos que sentir como puertorriquefios, funcionar come norteamericanos y sofiar con una América unida, donde nos- otros hayamos podido ser hogar y sede de las dos culturas, (1969:1-A). . Para Ferré, la cultura puertorriquefia reside en lo afectivo, en los aspectos de la vida cotidiana. Estos se mantendran en la estadidad, porque, seguin él, Estados Unidos es una sociedad pluralista donde conviven diferentes culturas regionales, que a la vez participan de la cultura nacional norteamericana. Romero Barcelé (1982) elabora esta misma tesis en un discurso pronunciado durante la celebracién del Dia de la Independen- cia de los Estados Unidos. Para Romero Barcelé, dentro de la federacién americana cabe la diversidad cultural y Puerto Rico conservara sus costumbres, su lenguaje y su cultura, al inte- grarse como un estado hispano.® La primera se refiere a si dentro de la Federacién Norteame- ricana cabe la diversidad cultural, en nuestro caso, un estado de origen hispano. La propia historia de los Estados Unidos resuelve esa cuestin en la afirmativa. Se trata, como dije ‘omo ida de Cultura Puertorriquefia en el 1980. Reconoci Cae rentia, pero mas dia itanciaen el partido en el fesora de ciencia, pero més distinguida por su mil : ae ‘su disposicién a seguir implacablemente las directrices de su lider iticeo. ; ; a me ‘Una documentada y exhaustiva investigacién de la icipoalines mantener el idioma espafiol como idioma oficial ¥ la anouee Ot ca en Unidos como un estado hispano desde la perspectiva Jur Gorrin Peralta y Serrano Geyls (1981). eu jombres de origen muy antes, fodavia hoY ‘conservan sus peculiares rasgos dife- las diferencias debiliten la adhesiona prin- 3 que SE fundamenta la unidad del cipios een mericano- ( pueblo @! oyectO de cultura nacional desarrollado enel pr a ign a al de] PPD, en el proyecto anexionistala eda desde arriba, Y, de claro corte clasista. Los ion, descartando todo rasgo 0 on cultural QU! ra oe intereses de clase. 4 i yecto al ista, en el caso anexionista se Adiferene* oe Pa cultura puertorrig uefia, parahacerla egional dentro dela pluralidad cultural i que esta llamada Juralidad no existe, porque inante en los Estados Uni- cultura del capitalismo en su fase monopolistica.*° sis demuestra una Vez mas que la de la cultura puertorriquena est4 inexorablenente futuro politico. El desarrollo y fortaleci- i jere la formacién de la a. A su vez, la cultura nacional es una structuracion econémico-palitica de la Jtura no es ora cosa que la trayectoria vinculada con nuestro miento de 1a cultura nacion puertorriqu manifestacion de la e nacion. En ultima instancia la cu. conciencia de un pueblo.** ————— 90 | andlisis de la cultura domi u jimante y d cultural en los Estados Unidos etd fuera de ey derabs sspecton As Ta anes Tos nismo porque existe en Puerto Rico mach PH mabaie. orancia de la urgente hai dinamice cultura) en Jos Estados Unidos. 31 Agradezco esta observacién a ul n compatri . Goltural Francisco Rojas Tollinchi de Yauco, patriota ansnimo del Circulo

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