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La geogratia vive una situacién de crisis y de cambio Permanente, y, como suele suceder en situaciones de este tipo, la propia crisis acaba estableciendo las condiciones para ‘su superacién. Milton Santos, ge6grafo de fama internacional, realize en este trabajo un detallado andlisis de esta ciencia, seguido de. una fecunda sintesis que apunta al camino del futuro, mostrando ‘ue si «el espacio es la casa del hombre y también su prisiéns, los geGgrafos tienen que luchar, junto 2 los socidtogos, por un espacio verdaderamente humano, més ampli, eque una a los hombres por y para el trabajos. La obra, que trasciende el interés especifico del gedgrafo, constituye una lectura imprescindible, exigente y critica, plena de sugerencias y rics en ideas sobre una realidad que necesita, un auténtico cambio, Milton de Almeida Santos nacié en Salvador (Bahia) en 1926 ¥, tras haber ejercido ta doconcia en Francia, Estados Unidos, Canadé y Tanzania, es hoy profesor en la Universidad de S80 Paulo y esesor del Estado en su calidad de experto en el! mundo intertropical. Mion Santos E A g 3 EE Vor una geografia nueva MILTON SANTOS Por una geografia nueva Prologo de Joaquin Bosque fi i ESPASA UNIVERSIDAD ESPASA* UNIVERSIDAD MILTON Santos Por una geografia nueva Prologo de Joaquin Bosque ies Espasa Calpe Titulo oink Por uma genoa nove Tragic’ Par Borgue Sead Revi tei: Joaquin Bogue Maurel Hastracion de cubs an Vet Meer, gederafo (Gtacdlenes Kuss, Fresher) Maguets: Manuel Marga Iinpeso en Espa Panted in Spain ES PROPIEDAD © Maton de Almeida Santos © De esta eon: Espase- Cale, $A Dept ga M. 4528-1950, ISBN! Be 25845073 Tales gris deta Editorial Espse Calpe, A (Careers de Tr, kr. 12.20.2809 Madd PROLOGO INTRODUCCION Una geografia nueva? Un proyecto ambicioso Un riesgo necesario PRIMERA PARTE LA CRITICA DE LA GEOGRAFIA CaPtrute L—Los fundadores yu pretensions cenfias La ideologia de la geografia 1La geografia colonial El determinismo y sus secuelas La geografia cultural y los géneros de vida La ruptura de la geogratfia clasica Los peligros de ta analogia Posibilismo, zcontra qué? CaPtTULO T—La herencia filosofica Las fuentes : Et hegelismo y el marxismo ‘ ‘ De Descartes al eclecticismo total 2.2. ...sctyseseeeveceee CAPITULO IIL—La renovaciin de posguerra: la «new geo- graphy» Gee restart u 19 19 8 INDICE GENERAL CAPITULO IV.—La geografa cuantitativa La cuantificacion en geografia Linearidad, colinearidad, etcétera ¢Medir para reflejato reflejar para medir? Los problemas del enfoque cuantitativo , etc. explican una crisis de la nocién clésica de regidn Si se quisiera conservar dicha denominaci6n, habria que darle una nue- vva definicién a la palabra. En las condiciones actuales de ta economia mundial, una regién ya no es més una realidad viva dotada de coherencia interna; esta defini. a, ante todo, hacia el exterior, como dice B. Kayser, y sus limites POR UNA GEOORAFIA NUEVA a cambian en funcién de diversos eriterios. En estas condiciones la region | de existir en si misma" rien gropraia general asada en a geograta denominada regional terminaria por dar un lugar exagerado @ las falsas relaciones, carentes de autonom{a y de fuerza explicativa, como las que se preparan entre Jos grupos humanos y los medios geografioos en los que se encuentran, El aceptar la existendia de una causa entre estos dos datos daria lugar Ineiablemente a erores grave, acto que e puede llamar absracion ica ya que las cosas se valoran como «cosas en sf» y no poi sti es cvm ra cme to 7m Me de mediacidn, entre los que hay que considerar 2 las técnicas politicas, financieras, comerciales o econdmicas en el amplio sentido de la pala- bray dan a its relaioneshombre-medio ota dimensGn, que exluye la rigidez de la geografia regional dei tipo clasico y el mecanismo de sus Teacones con In denomiandn gogratia general” No se puede estable- cer una teoria vélida que esté fundada sobre el «principio de Ia causal adm. E hecho de que no exist autonomia regional es paralelo la ruptura de la geograffa regional tal y como se considera tradicional- mente. LOS PELIGROS DE LA ANALOGIA La debilidad de la geografia humana se debe, escribe Jean Gott- mann (1974, pég. 5), «a la tendencia a ira beber en las mismas fuentes de la geogratia fisica, es decir, en le historia natural. No se puede espe- rar de las colectividades humanas un comportamiento semejante al de los seres vivos més elementales. El determinismo simplista de la boténi- ‘a apenas nos permite arafiar un poco en la superficie de los problemas sociedades humanas». «Yosef: hn vind banca analogl, sb todo en rele ‘cin con las ciencias naturales. De ahi han surgido dos fuentes de gra- ves errores. En principio no se puede transferir, y sobre todo de forma mecénica, lo que ocurre en el mundo fisico a lo que pasa en la Historia. ogaa—y eg inet oto a ime rt pat yap nie toe ogni Sn peo pets en se mur ‘es hrs ee ae ee eae mn ie dado ne ode nevi ie por cn fas anos ma © : Scene een dsp eed ml paps (Sen sn) a2 MILTON SANTOS ualizar y defiir. For el hecho de que los fenémenos hist6ricos nunce se repiten de la misma fora nique ln intereacones son iguaes entre lr te Grupos de la sociedad, ni en los diversos periodos, las leyes del desertes poralge Meliujin (1963, pap. 225) «se manifiestan de manera distinta porque, mas que en cueiquier otra esfera de fendmenos, las rlacionce ausales no funcional rgen fa evolucién socials fe 5 un error fundamental caer en lo sugerido por Alan G. Wilson (1969, ps. 228) al decir que eestamos mds interesados en cl uso de Ta logia por un teorizador de la geografia de lo que esta s argumentos filos6ficos» fe eens El empleo de la analogia es algo insensato, j 0. ia algo insensato, pero también un ejerci- aesgbta®, Muchas veces, sin embargo, es también un error ys que Js coincidencia no implica la repeticin de la causalidad, Io que eo eck, TES, GEO SS imposible. Mach escribe (1906, pag. 11) «que siempre silts un elemento arbitrario en las analogies porque éstas hacen rete, rencia a coincidencias hacia las cuales se dirige la atencidn, 12 Iragilidad del método se debe al papel que se atribuye a los w Pre,Y 2 105 factores exteriores que nos interesan. El empleo de lag seOblas supone un riesgo", que se hace més grave cuande se pretest su aeeptacion en el mundo fisico para emplearias despues ot el an, minio social. Ea la mayoria de ls veces el error es doble. Por un lado, uno de los Princiblos basicos de Ia investigacinfisica reposa en la bisqueds de log sm ete ee meee Bisse pecigae Soe me yam octane 5 wn cro see ere Se srt ene (G. Obsson, 1975, pég. 13) areata eae eencs POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 48 2s, y con el nivel de progreso cientifico alcanzado. Ninguna verdad en el mundo fisico ¢s definitiva y mucho menos en el dominio social Cuando Einstein (1954, pag. 226) escribe que «la creencia en un ‘mundo exterior cuya existencia depende del sujeto que lo percibe cons- tituye la base de toda la ciencia natural», dicho punto de vista se puede aplicar a una ciencia social fundada en la realidad objetiva. Pero no todos los postulads dg la fisica, y hasta de la fisica relativista, pueden utlizarse de la misma manera en la construccién de una teorla o una epistemologta de las ciencias sociales Los fundadores de la geogratia, Henos de celo por datle un status cientifico defiitivo, se equivocaron cuando decidieron que el mejor ea. ino para alcanzar su objetivo era construir una tcoria de una ciencia dei hombre sobre una base analégica establecida en las ciencias natura les. Si'es absurdo el «hecho de considerar la naturaleza como extrafa al espiritu», dice Husserl (1935, 1975, pag. 8) es también absurdo querer , del mismo modo que en su Phisosophia Naturalis Principia Mathematica, Newton considera ue ¢l espacio es void, vacio. Si consideramos apenas algunos de sus Principios, podemos tomar como punto de partida uno u otro, Kant o Newton, de forma indiferente, y llegar a los mismos resultados, No es de extrafiar que la nocién de tiempo, es decir, el tiempo en las sociedades en movimiento, haya estado ausente del concepto de les fundadores de la ciencia geogréfica. El espacio de Kant era tridimensi nal?. Para Newton, el tiempo era un continuum, un tiempo tan absoh. to coma el espacio. La nociéa de un tiempo separado del espacio era responsable del dualismo historia-geogratia que provocé tantos debates dentro y fuera de las preocupaciones con la interdisciplinaridad. Esta nocién hasta hoy se impone en muchos gedgrafos como si las ideas de Leibniz sobre el tiempo y el espacio concretos y sus interrelaciones, no hubiesen recibido, a partir de Einstein, una renovacién y una justifies. ci6n explicitas EL HEGELISMO Y EL MARXISMO Los escritos de los fundadores de la geografia francesa estin reple- tos de acentos que hacen suponer una filiaciGn directa con los trabajos de Marx y los marxistas. La nocién de las relaciones bilaterales entre la ciudad y la regién, {an spreciada por Vidal de la Blanche, dirigié durante mucho tiempo y atin dirige todavia la reflexion geogratica, sobre todo a través de Reoul Blanchard y de Georges Chabot y de sus alumnos repartidos por los horizontes geogréficos més diversos: Canad4, América Latina, Africa, Asia del sur y del Sudeste. Pero éste no es un fendmeno francés. La spi MOU de areata de Ein) =. poya 2 Kaen fo reeene a epacio ee cia 12 Kant eno referete al espacio y al THe (2) st tectaza en cuando al espacoriempon, B. Resel (1928), 19H, pag. Se Setin Libie,ctado por Saw (1964, pg, 22): «El vaca cepa wate el tempo ‘ico som abandon» POR UNA GEOGRAFIA NUEVA st ‘geografia anglosajon esta llena de enfoques de este tipo y, en la escue- la alemana, la propia teoria de Chrstaller, que muchos consideran como un seguidor no ortodoxo del marxismo, seguia esta misma direc- cién No se puede afirmar pero puede imaginarse que la interpretacién de Ia evolucién geografica que acompaié al paso de la Edad Media a la fase capitalista haya influido mas de.lo debido: los tiempos eran otros. Lo que Marx escribi6 en 1857, en la Ideologia Alemé se referia a este perfodo de transicién: «la ciudad con ef territorio que la rodea forma un todo econémico». Sin embargo, ef concepto, itil para expresar las condiciones de organizacion espaciel que marcaron el final del feudalis- mo y la eclosién del capitalismo, no puede apiicarse de la misma forma 4 otras situaciones. Al seguir ciegamente a Marx, los fundadores de le geografia cientifica utiizaron una metodologia congelada, pecaron por dogmatismo y sobre todo consagraron un error de interpretacién que desgraciadamente atin pervive en la actualidad. Hace poco, un gran especialsta de los estudios regionales escribio que «el crecimiento del lugar central se debe sustentar en su regidn». Para este autor renom- bbrado (Richardson, 1969, pég. 106), «el contraste més estrvendoso vie~ ne del hecho de que si el crecimiento de un lugar centrgl esta basado por su region complementaria, el de su regién de influencia esté mante- ido ante todo por el polo». La lengua es un desafio cn Ia realidad ‘actual como ya intentamos demostrar en nuestros libros de 1971 y 1975. Qué ¢s hoy una «regi complementarias?, ;e6mo se define una «<20- na de influencia»? La idea temporal de Marx sobre un hecho temporal fue resucitada por Richardson, asi como por Brian Berry y John Fried- man, aunque no se pueda fijar el respectivo grado de intencionalidad. En cuanto a Ratzel, fue Plekhanov (1962, 1974, pag. 40) quien lla- m6 la atencién sobre ta similitud de su discurso eon la frascologfa mar- xista, en concreto en lo que el gran gedgrafo alemén escribié en Volker- unde 1, Band, 1887, s. 56; «el mayor problema no es el facilitar J2 obtencién de alimentos, sino el hecho de que ciertas inclinaciones, hé- bitos y ultimamente necesidades se le han impuesto al hombre». Esta frase se debe comparar con la que Ratzel escribiera en otro pasaje de la misma obra (I. Auflage, s. 17): la suma de las herencias culturales de 5 “La mosi del dad y dele epn totalment iaterdependienes sue reptiéndose con {itencia en a ensedianca yen la aestgacen exp, Ente ls grates conccido ue sop taza ci sn embages dibo punto devs, rex encontranos com Nar Jetterson (1939) Cabot (0883), Sites (983, 1965), Alexander (1954), Emeye Jones (1956). 2 MILTON santos * POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 3 cada pueblo, en cada fase de su desarrollo econémico, se forma con clementos materiales y espirituales, que no se obtienen a través de len ‘ismos medios, ni con las mismas faclidades, ni simulténeamente...E] {2 actividad espiritual aparece como un Iujo si las necesidades matrix, les no se han satisfecho. De este modo, cualquier cuestién sobre conceptualizacion de la superestructura de Marx y de la fllacién de leg lementos materiales en relacion a los datos de la produccién. Se trats, dice Plekhanov (1974, pag. 77), «de un materialismo histérico claro, aunque no tenga la misma calidad del materialismo de Marx y de En: gels». 2Y Jean Brunhes? Al leerlo, se queda uno at6nito con la similitud fe muchas de sus formulaciones con las ideas marxistas. El espanto se hhace menor por el hecho, ya indicado, de que en su afin por acreditar |2 geografia como una ciencia, algunos fundadores se sintieron atraidos Por el positivismo, en el que buscaron inspiracicn y auxilio, Es posible ‘ue Jean Brunbes, que tenfa catorce atios de edad al morir Mars, est Feta influido por este positivismo marxista. Su libro sobre Ia geografia humana tiene como subtitulo: «una clasificacién positiva.. Una de las preocupaciones esenciales de Jean Brunhes era exacta- mente la de hacer una clasificacién positive de los datos geograficos 1as encuadré en tres grandes categories: productivos, improductives y Gestructivas. Los hechos productivos de la ocupacion del suelo eran la Conquista del mundo animal y vegetal por medio de la domesticacion Ge las plantas y de los animales, contrituyendo a la introduecién ya sea de la agricultura propiamente dicha, ya sea de la agricultura pastoral Los hechos improductivos se representaban por las casas y las aglome: raciones, por las vias de transporte y de comunicacién. Los hechos des. {ructivos eran la exploracion mineral y la destruccién de las plantas y de fos animales. Las casas y los caminos, decfa Jean Brunhes (1956, pégi- ‘na 28) «estén interrelacionados y estan aliados sobre la tierra habiteds: [rbresentan a dos hechos humanos que pueden de forma legitima tit: larse en un sentido positive y sin atribuir a ta palabra simproductiven tuna connotacién peyorativa como “la ocupacién improductiva del suelo"» “Tal vez nos estemos sobrepasando en nuestra busqueda por analo- 8s, pero la Iectura de este troz0 fundamental de la obra de Jean Brum. hes nos produce la impresiGn de recoger el eco de uns midsiea ya ento- © gada en otro lugar. Por ejemplo, en la Ideologia Alemé (1947, pag. 69), ten el desarrollo Gels fereasproductivas apae- Mans fae en lag, bajo las relacones one extents, los medio && producciGn y los medios de comercio dejan de ser fuerzas Produc tr coer renin Ea dr 87 , ibid que una va férrea que no se tense, SLUtie» que ano Sea consomida, escellamente una ws trea ex potency na read. AR tendamos wn cemplo de un hecho geogfico realmente improductvo, un camino no reaconado raises con es se, pre ian cneept de Jean Bris Para Edward Ullman (1950, pag. 3i) el problema se brood teins semejanes: eto no sia qu os tarpon dso. tn aoncamet,S tn Se nn re psa, acon cesaria pero no suficiente, aunque con efectos profundos sobre Ba tizncién espacial. Se trata de un geografoamericano cuya capac va buscar en la historia nuevas linea de trabajo es notable Y clo Peasamicnto es may semejante al de los drs coe Peo to it jue asimilar aut ente al pro- feor Ullman ai marxame. De ove forma Bran J. Bory entra eel mo sc al alr eo peer wes etna) Es cine, donde a pala sistema, resend repos a, se pooia rt tena vers coo se qs, (NO sere Gta ia qe pd eect es con ayuda de les on Gimiettos de Fisica, en el capitulo XII del primer volumen del Capi Brian Berry (1964, pag. 3) habla de una geografia cuyos Sera ‘Procesos integradores se preocupan por ¢! ecosistema — A Vom x pate domiane. Se apron a Mars cuando reer gue i ara y el Hone forma una ida yg el mie forma parte de la naturaleza que él mismo modifica. Eso no I a inp al anger ontmporinca fora wa none temas de sistemas (de btomas,..) de codades,y sin tener en cuenta nocin de la totalidad. La exprestén ecosstema fmundial, como en tan: is os formulasons del geo entra solamente on pat - tha dl enmenoy deserts, como por emt, cnn sient interpretarl., No ef un eeosisteria con bace universal sino un retorno Tegionalismo més partidista. *Volvamon,ainvcmbarg, los fundadoesy dejemos a os vivos ea Bi un ameto de Vide de ta Blache (1899, pég. 106) encontramos tos siguientes conceptos: «Un pueblo, por muy primitive o ineluso por ‘pee. 34 MILTON SANTOS Inés primitvo que sea, deja su marca sobre los objetos que fabrica cuya Saustancia y modelos los toma de la naturaleza. Estos objetos son algo del propio pueblo.» Es, una vex més, una tesis marxista sobre las ree, ciones unitarias existentes entre el hombre y la naturaleza, expresada por un gedgrafo no marxista. La naturaleza, de la que habla Vidal de la Blache, es ya una naturaleza humanizada y la sustancia que de ella se retira para fabricar objetos constituye ya el trabajo humano, Vidal de ta Blache no continu6, sin embargo, el racioeinio que ha- bia enunciado al imponer una nocidn de una geografia regional deal {a, Teduccionista. Cierto es que, como otros gedgrafos de su genera ign, Procuré definir las relaciones tan partculares que se entretcjen entre el hombre y el espacio que le rodea, por ejemplo, con la nocion de los géneros de vida, de manera que la personalidad del hombre tr ‘mina por estar marcada por la personalidad regional. Parece como si ze comprometiese con las ideas de Marx, pero de hecho practicaba usa Gistorsion de la realidad. Ignorabs la realidad de la division econdunieg ‘mo, En este momento, cuslquier hecho en la regién francesa o en algin otto Pais curopeo tenia relacién directa o indirecta con los acontecimientos econdmicos nacionales o mundiales. DE DESCARTES AL ECLECTICISMO TOTAL Es més que evidente la fuerte influencia que Descartes tuvo sobre la Geografia asi como sobre otros dominios cientificos en el mundo dese, rollado. La busqueda de un conocimiento racional, resultante de una Gialéctica sui generis que distingue entre pares de categorias imposibies de unir pero tambien indisolubles, Heva, en el ema de la peogratia, a la. dustificacién de una distincidn, 0 incluso de una disyuncion, entre la Beografia gencral y la geogratia regional que deberian ser una el rever. 80 de la otra. De hecho, suelen terminar opuestas, La geografia regional, definida afsnosamente como la bisqueda del Fapugtetor se basa sobre la nocién del espacio abstracto, del espacio no ‘elacional. La geografia general, construida sobre los principios, no se Preocupa Por la historicidad de los conceptos y esta condenada, desde gi Principio,a ser un esfuerzo teorico separado del esfuetzo epistemold. ico, un esfucrzo initil ya que no tiene consecuencias. POR UNA GEOGRAFA NUEVA 5s Albert Demangeon proporciona un buen ejemplo de esta incapaci- dad para asociar filos6ficamente la geogratia general y la regional, Al principio se mantiene fiel a la idea de la totalidad, de le unidad de In lierra: su interés por la economia intemacional lo prueba totalmente. Encontramos sus ideas a este respecto en dos articulos, publicados en los Annales de Geographie de 1929, ya clésicos. Cuando, expone for. ‘malmente su método efi la introduccién a un tratado de Geogratia Hu. mana (Traité de Geographie Humaine}, obra que no se publics hasta su muerte, el tono sigue siendo muy fiel a los principios de la Geogratia regional clisica, incluso euando hace alusién a los «hechos generales» (1927, pgs. 25-34). Desde su punto de vista, a geografia regional cons, tituye «uno de los puntos de apoyo esenciales de la geografia gene- rab... y aconseja partir del particular, del lugar, de lo regional, y ob- servar lo que la regién contiene de particular en sus horizontes. sus Plantas, sus habitantes, asf como definir esa cosa dinémica que resulta ele unién entre un fragmento de tierra y un grupo de seres humanos». En esta larga frase tan bella hace falia, naturalmente, una alusién a ue, en las condiciones de la economfa internacional tan bien estudia. 2s por este gran gedgrafo, en las relaciones entre und fraccién de la humanidad y un pedazo de naturaleza, unas leyes cuya éscala sobrepese | dimension del lugar pueden representar un papel furidamental. Inconsecuencias de este tipo, debidas al eclectcismo filoséfico que suo a la geografia desde sus primeros tiempos como ciencia, paraliza. yon el desarrollo de la disciplina y anularon los esfuerzos, sin duda ‘lguna serios y bien intencionados, de los fundadores y muchos de sus scipulos. La filosofia de la geografia, cualquiera que Sea la direccion ‘Que siga, no puede seguir siendo una colcha de retazos. ke CAPITULO II LA RENOVACION DE POSGUERRA: LA «NEW GEOGRAPHY,? La Geografia no podia escapar a las enormes transformaciones ocu- tridas en todos los dominios cientificos tras la segunda guerra mundial, En lo que toca a las ciencias humanas, se trataba mucho-més de una revolueia que de una evolucién. En esto contribuirian sres razones esenciales: en primer lugar, las propias bases del trabajo cientfica avanzaron mucho; en segundo lugar, las necesidades de los usuarios ‘ambiaron; y por dkimo, el objeto de la actividad cientifiea se modifies? Los instrumentos de trabajo puestos en las manos de los investiga: dores, los métodos de aproximaciGn a la realidad puestos a su disposi. ion tuvieron un desarrollo notable en cuanto un gran nimero de cle. Eat otras obras qu dn cuenta de Is nara tendencas eI geopratia: Dad Harvey nin Geography, Armli, Lands, 1S; Jngarne BeasjusGutch Le egg, ioe et pecpecvs, Maser Bars, 197i Pear Andra (€3) asad Hence ee 2b. Lonmman, Londes, 170, 2 lea: R- Choy. PHagget Cd) Posner eect ‘ecg, Londes, Methuen, 198, pg. 6; J 1. L Bony. Male (ct), pao aioe Geograpiy, Nees aun Dislgue (Orteve, 171), skit fecha el onto de via por el cal a enia hari evatza por una cidadose epee, & datos, permtendo una sproximaion cada vex mit estrecha sa tealded, Kena pour 2 foporani, en a historia de fs cenis, a ocho de que kn nocvr peadipnne eae sn muro problema se presenta, doen apace: peclamene mere pele, Panga obemitica permite trata stemicamentc la ealdad denominas parcoone toy Erirtema 1 Sveden uns ous, nla meson gue importants modiearione st relace, “ale nstuleea dels cos 0 en a manera de apreadelas Chores 8. Kah, 1960) 38 MILTON saNTos mentos nuevos se hizo disponible, Nos referimos, en especial, al avance de la automacion. Se doté a la investigacién de medios que, por lo menos en apariencia, debjan permitir una definicién més exacta de las realidades, intentando Iegar a postular leyes cuya pertinencia ain po- dia discutirse. Tal conjunto de circunstancias Uev6 a la actividad cientifica a buscar direcciones alternativas y la geografie no escapé a esta tendencia Cuando se leen las publicaciones geogréficas que, desde entonces, se ublicaron en todo el mundo, es casi imposible desconocer Ia variedad de ciertos temas y la novedad de su tratamiento. La propia presenta- la 8 Antonio Chrisofoiet en su ance «Ar Carsctesses Su ava geopatse,publesdo en Geografa| (1), page 3-3, abl de 1976, o MILTON santos fructifica, Lo inismo se puede decir de otros ge6grafos franceses y de otras nacionalidades, como Sauer y Hartshorne en los Estados Unidos. Una tendencia neomarxista intents, asimismo, imponerse desde el final de los afios cuarenta hasta finales de los afios cincuenta. Lo que esta tendencia representaba, asf como las dificultades que la llevaron casi a ser abortada las tratamos en un articulo nuestro publicado en 1975 en la revista geogrifica norteamericana Antipode. Las viejas tendencias (como, por ejemplo, en Francia la vocacién regionalista) atin eran podero. sas y, en la confrontacién con la «New Geography», parecian ganar el vigor que la propia lucha acostumbra a dar alas dees atacadas. Asi, las tendencias més criticadas obtuvieron la terrible victoria de impedir que los puntos de vista més Nicidos pudiesen Legar a sus iltimas consecuen- cias. Todos terminaron prisioneros de Ia estrechez ecolégica (0 de la ecologia estrecha), y acabaron trabajando en una totalidad truncada, levados a valorar lo «no real» En este itimo punto se encontraban las viejas tendencias, sus suce- daneos y las tendencias que se denominaban «revolucionarias». Creyendo combatir a la «New Geography», la geografia tradicional ter- min6 por ayudarla, matando en la rafz toda posibilidad de una renova- in de origen endégeno. Sin hablar sobre lo que, de manera més o menos abierta, de forma mas o menos timida, acabs por rendirse 2 Ja tendencia enemiga cuya difusién, de una forma wu otra, se hizo més fécil El debate no se ha interrumpido en la actualidad. Voces aisladas discutfan sobre el destino de la geografia en los dos tiltimos aftos de la décadarde los sesenta, época que marc6 los primeros desengatios con el cuantitativismo, dentro de su propio campo. Ante un debate tan importante, ya que es responsable del presente ¥ del futuro de nuestra disciplina, nos cabe, en primer lugar, constatar | existencia de la lamada «New Geography», ya que aiin no esté total- mente muerta, y seguidamente, conocer en lo qué consiste, cusles son sus finalidades, su enfoque y sus métodos, cual es su objeto (0 mejor dicho sus objetivos), antes de apreciar sus debilidades fundamentales. La llamada «nueva geografia» se manifests sobre todo a través de la cuantificacion. Aunque también utiliz6 como instrumentos los modelos, 4a teorfa de los sistemas (los ecosistemas inctuidos), la tesis de la difu. sin de las novedades, la nocién de la percepeién y del comportamiento ¥, de igual manera, las miitiples formas de valorar lo empitico y lo ideol6gico. Intentaremos ofrecer en los capftulos siguientes un cuadro sucinto de sus principales tendencias, antes de realizar una critica del scoisismo» y del ideologismo que la caracterizan, caPiruLo1v LA GEOGRAFIA CUANTITATIVA, Tan Burton escribié en 1963 que la revolucién cuantitativa habia he- cho de nuestra disciplina una ciencia respetable. La basqueda de un lenguaje matemético para la geografia se debi ala biisqueda de la cientificidad que la geografia ya habia intentado an- tes bajo otros ropajes y en otros momentos. Los métodos matemiticos se consideran como més precisos?, més generales y de mayor valor para la previsi6n?, Todo esto se obtendria mediante una combinacién en la que los andlisis de sistemas, los modelos y el uso de estadisticas cons- tituirian una pieza fundamental. También responde a una preocupacién de rigor en Ia que se impugna la nocién de causa y efecto mediante los. modelos lineales elaborados tanto para avanzar como para retroceder Ademés, el empleo del andlisis multifactorial deberia, segin los gedgra- fos cuantitativos, resolver de una vez por todas las complejas cuestiones relativas a la multiplicidad de las variables en juego y a la fragilidad, hasta entonces insuperable, del trabajo interdisciplinar. Resulta que la posibilidad de separar las variables es la base del tra- bajo cuantitativo. Una vez que éste permitiera no sélo aprender las di- ferencias sino también contabilizarlas, las posibiidades de explicacién (age de en eins sn he amen pie na maori {Jes problemas pricey metscigos ene seoiaa Senn a rtusecs ge ef emple> ‘usa ediizasejerce uns fete seat, EA. Wer, 196, pig 17 5 _Anguc lis descipones verbs con frervensa Se const ess Primers pH p> "el desroi ge urate, son tube mos pecs, eagerly posan on ees ‘lx pedziv ee eos modelos matemstanePorle tao, noe do erst qu lor ess dors hayanitsiado win ios mods pra sya as compenin yl reson de ‘nisin Ge nvedadem. (Karel y Kael, 172 pg 6) a MILTON SANTOS Se encontrarian reforzadas y se estarta, asf, capacitado para construir modelos que serfan no sélo descriptivos sino ademas prospectivos. La previsién que se obtendria asi no seria intuitiva o sentimental sino siste~ mitica, ‘Tras procurar una vez més a las ciencias exactas Jas analogias indis- Pensables para la aplicacién, sin mayores problemas, de los métodos cuamttativos, el empleo de los nimeros responde a una preocupacién Permanente por la medida. Para llegar 2 comprender y a definir las ‘multivariables se aplicaron al estudio del espacio los métodos del ansli- sis de sistemas y la construccién de modelos. De hecho, puede decirse {gue la introduecién del andlsis de sistemas y de los modelos en geogra- fia esta encadenada —como causa y efecio— a la famosa «revolucion ‘cuantitativay. La teorfa difusionista también se apoy6 en la cuantifica- cin y el propio Hagerstrand (1976) parece haber dado las razones + LA CUANTIFICACION EN GEOGRAFIA De acuerdo con Chisholm (1975, pig. 26), las raices de la cuantif- cacién en geograffa no se hallan en la estadistica moderna sino en el arte y en la ciencia de Ja eartografia. Sin duda se trata de una forma dife- rente de cuantificacién, en relacién con una geografia determinada y -«utilizada para obtener una descripcién més exacta y no orientada, como en Ia era modema de la cuantificacién, hacia objetivos explicatives ‘en un euadro probabilistico». Las ventajas del método cuantitativo también tuvieron diferentes cexplicaciones. No debe olvidarse Ia comodidad, término utilizado aqui come sinénimo de facilidad. Probablemente sin ironfa, el gedgrafo in siés Alan G. Wilson (1969, pég, 230) escribié que «el gedgrafo te6rico (se referia al cuantitativo) no tiene necesidad de ser en principio mate- matico 0 estadistico». Y otro, en este caso sardénico de forma delibera- da, dijo que «en realidad es muy fécil en Geografia describir patrones bastantes complejos en términos matemiaticos sin siquicra comprender los procesos de base que intervienen en ellos». Elliot Hurst (1973, pagi- nna 43) da incluso un ejemplo: «la simulaciGn de la difusi6n de las innova- ciones a través del espacio, sin comprender porqué unas personas acep- tan la innovacidn y otras no». 2 El orden espa en In adopcde de Ia inovationes es muches veces tan entrafo gue pray una tentacin par a eresce de models teas que smulen lw racine) nosed ‘stmo qué fe oben ccras preconen,T. Hagersvnd, 1967, pes 1.3, lind POR UNA GEOGRAFIA NUEVA, 8 LINEARIDAD, COLINEARIDAD, ETCETERA La biisqueda de una causalidad que se asimile a la Jinearidad es una preocupaciGn de los usuarios de los métodos cuantitativos en geografia. ‘Al comienzo de su articulo sobre los modelos migratorios, Barry Ridell dbservé que los modelos de regresin como el propio B. Ridell rwvo que hacer para poder presentar el ejemplo africano que sirve de base a su tesis, En el estudio sobre la Sie- rma Leona, parte de hipétesis priori en vez de la propia realidad. Su punto de llegada es, como es de esperar, un nuevo ejercicio de empiris mo abstracto cuyo valor para el conocimiento exacto de jina realidad conereta es escaso. : Amadeo y Colledge (pag. 82) indican «la posibilidad de que ocurran relaciones no lineares» en ejemplos que incluyen correspondencias des- critas bajo el nombre de las relaciones «exponenciales». «Supongamos» dicen, «que tenemos dos grupos de nimeros. Asociado a cada niimero el primer grupo existe otro nimero en el segundo grupo y las relacio- nes que hacen especificas Ia naturaleza de la correspondencia entre los nimeros exactos en cada grupo sc llaman relacin funcional. El primer Tupo constituye el dominio de la funciGn. E! segundo grupo constituye €lnivel de la fanciGn, ete» De hecho esta alineacién de corresponden- cias, lejos de suprimir la linearidad, la multiplica. Esto se expresa de forma ligeramente diferente en un relato hecho Por Sylvie Rimbert (1972, pag. 103) sobre los métodos de andlisis de Variables miltiples en Geografia: «se afirmaba que la geografia era una ciencia de relaciones entre muchas variables observadas en el paissje. elaciones pueden precisarse a través de los métodos estadisticos inductivos que asocian las variables numeradasinicialmente dos a dos, y despues en gran niimeror ‘La unién que puede existr entre una seri de valores de una varia- ble y la serie de otra variable se expresa por un cierto grado de correla- “4 MILTON sawros in calculado generalmente de dos formas: el coeficiente de nivel de ‘Spearman (1905) para los pares de variables, y el ceficiente de correla. ion de Pearson para pares de variables medibles. Estos dos coeficien. tes toman valores comprendidos entre + 1 y ~ 1. Una vee calculados los coeficientes de correlacién para un gran mimero de pares de varia bles se pueden clasificar en un cuadro denominado matris de correla "Lax exatioeecologioe sla ten senso integral se ntegran alanis eneral de Is ‘epariones humana: tas depend do los facrersocaes pero siren maconesdebio a omici merit del mecio, Conierando exe Sng te puede ees ae es vices ier ‘acon psibistas: el conjuato de elacones con el medio y la relaciones soils conse St abcma de encadeamiemerreeproros En tno que no se enienda en su oud, 1 expr ‘on slo puede ser contingent. Sol a aera sociale, por rela gears. son les ns foseep- Ubes de cear repuariades’ dornte musto tempo lar Obes a geogialla de iespiracce ‘hewn, para Gt el problema exon oconstun el tad de a laces de grupos 6 ‘meio natural. Clava, 190, pag. 11 6 MILTON SANTOS ‘tutorizar que se tengan en cuenta y que se analicen las relaciones re- troactivas de la forma —denominadas «estructura territorial— sobre Jos procesos. Para ello, el método debfa tener en cuenta Ia naturaleza de las Propias variables, y Ia tendencia que tienen para entrar en combina ién bajo condiciones precisas del tiempo y del espacio. En este sentido, el anélisis de sistemas de un lado y la aproximacién ‘modelistica y cuantitativa de otro (aunque una no exciuye 2 la otra) Presentan cierta debilidad. El uso de 10s modelos mateméticos asociado al andlisis de sistema ha provocado ciertas observaciones. Una de ellas procede de Gunnar Olson (1967) para quien «férmulas mateméticas similares se pueden aplicar, sin problema alguno, a fendmenos totalmente diferentes». En 1974 (pag. 273) escribiamos que «considerar el espacio como un sistema, lo que en cierto sentido es cierto, no basta. Hay que saber cami, 96, MILTON SANTOS ya enunciadas, hay que afiadir otras dos: el grupo bastante numeroso Para los que una «Geografia Teorética» preocupada por los niimeros y Por la exactitud seria por sf sola una garantia de alta calidad cientifica Hay también los que, como veletas, siguen aquella direccién por la que vaya la moda: son los que bajo ninguna circunstancia quieren remar contra corriemte. Este titimo grupo esté formado sobre todo por oportunistas, que cumplen el retrato, trazado en otras circunstancias por A. Cuvillier (1957, pag. 167), cuando se refiere a los fanaticos del nimero, gente re- vestida de «cierto candor intelectual comparable a aquel estadisti- 0 (...) que afirmaba hacer ciencia contando el nimero de viudas que pasaban sobre cierto puente de Paris» Para el gedgrafo inglés David Siater (1975) las mayores debilidades de la cortiente geogrifica que llama «anglosajona» son las siguientes: (P. Claval, 1975, pag. 262). Este vicio se hizo tan acentuado que, a veces, este trabajo de glorifi- cacién del maestro ya consagrado provocaba bien la deformacién de sus propias intenciones originales, bien la deformacién de las ideas de los ‘que, fuera de su influencia, mantuvieran ideas diferentes. El primer 230 se puede ver reflejado en las ideas de Christaller, cuyos seguidores en los Estados Unidos presentaron su obra totalmente deformada. Del segundo caso, el mejor ejemplo es el de Ratzel, cuya obra elogiada por Vidal de Ja Blache, fue repudiada después por los alumnos de éste, al servicio de preconcepciones ligadas @ la supuesta existencia de escuetas ‘nacionales. En resumen, el crecimiento pasado de la geografia ha tenido siem- pre un mayor peso que el de las expectativas creadas, : Nuestra disciplina ha sido victima de confusiones en relacién a la nocién de lo concreto. Con frecuencia ha adoptado una visién empirista que se quedé en la apariencia. Incluso cuando se tiene en cuenta la idea del contenido, muchas veces no se hace en funcién de las condiciones Fealesy ctules, sino en referencia al pasado, lo que contbuye a des igurarla, ‘LA GEOGRAFIA Y EL PROYECTO IMPERIAL Dichas tendencias se agravaron exponencialmente a partir de 1945, euando la geograffa pas6 de forma atin més clara, al servicio de un Proyecto imperial y su realizacién. El centro de dispersion de las ideas Seogréficas entonces comenzaba a transferise desde Europa a los Esta: 0s Unidos. Para los que disfrutan marcando las transiciones con fe- ‘thas, se les puede sugerir la fecha de realizacién del Congreso Interna- ‘ional de Geografia en Washington. La posguerra marca el comicnzo de la supremacia americana en la Seonomia, Ia hegemonia de la lengua americana en la difusion de las 102 MILTON SANTOS ideas cuya produccién se concentraba as{ mismo en los Estados Unidos. Dicha produccién de ideas era, en gran parte, producto de encargos, destinados a facilitar los designios comerciales y politicas. Esto, de por si, era ya garantia de parcialidad. En un momento dado, las ideas evolucionarias mantenidas por algu- 10s scholars motivaron la expulsién de muchos de ellos de la universi- dad? (A. Cuvillicr, 1953, pags. 109-110), Mas tarde el macartismo se impuso en todas las dimensiones de la vida americana, y le universidad no escapé a esta plaga. Ain ahora, por mucho que los institutos de censefianza de los Estados Unidos se vanaglorien dela libertad en la que sus profesores y alumnos trabajan, ciertas interpretaciones de Ta reali- dad como las basadas en la diléctica, por ejemplo, constituyen un tema précticamente prohibido, y entre los que insisten en tratarlo muchos son los que se encuentran sin empleo. 'Es muy dificil concitiar una actitud discriminatoria sistematica con e} florecimiento del espiritu cientifico. En cuanto a la geografia, estas ten- ddencias se manifestaron de manera bastante fuerte, ya que esta amplia dlisciplina se convirtié en un precioso auxiliar del proceso de planifica- ‘cin por el cual la dominacién de los paises ricos se podia ejercer con més facilidad sobre los demas, ‘A partir de la posguerra, se podia decir de los pases subdesarrolla- dos lo mismo que M. Chastaing dijera de Francia en relacién con Ale- ‘mania tras la segunda guerra mundial: fueron ocupados por el pensa- miento norteamericano. En materia de geograffa, la América Latina constituye un buen ejemplo, pero no un ejemplo aistado. De hecho, hablar de «pensamiento norteamericano» de los problemas del Tercer Mundo es gencralizer en demasia, porque algunos gedgrafos y cientifi- cos sociales norteamericanos se preocupan con sinceridad y/o capaci- dad. Pero existe un pensamiento geografico oficial que controla los me- ios de difusién del saber (editoriales de revistas y libros, asociacione® internacionales y nacionales, congresos, etc.) y los medios de produc cign del saber (bolsas de estudios, recursos para la investigacion, etc. 7 ase sabe queen kos Estados Unidos evolsioniso oe ienticd miso menos en bol on les corn de Darin, en scl com bs conepon de Spent 7 go bac masbo SEP ‘estab com que wn profetr de uae (aese soepechoso de wdarwiimon, toa com deci, alas eobenanat ela Bibl, par que se Je apartara desu eitedre (A, Coie, 195% pgs 10020), POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 103 EL EMPIRISMO ABSTRACTO Para los positivistas modemos, que han proscrito toda preocupaci histriea, ls cosas tienen el valor definitvo sels costs en sis dat resto, el proceso de su formacién no les interesa. Estén més interesados por demostrar cémo son las cosas que en explicarlas. La preocupacién por medir se antepone a la bisqueda de las causas reales de los fend- ‘menos (Kopnin, 1966, 1969, pig. 69) La gran miseria del empirismo es que oculta las relaciones entre Jos hombres, y las sustituye por relaciones entre los objetos, incluso de Jos objetos geograficos. Pero las cosas por si mismas no tienen relac nes. Toda iniciativa que no tenga en cuenta este hecho iguala y susti- faye un significado verdadero por otro desprovisto de toda verdad Esto es también un tipo de abstraccién, pero no tiene una base en la realidad: una abstraccidn falseada en su origen porque no se basa en la eseacia de las cosas sino en su apariencia. La abstraccin empirica en seografia puede adquirit una forma abierta, brutal y otra latente, y ‘compleja. De la segunda, un buen ejemplo es el esquema centro-perife fia, ritcado, entre otros, por MeCall (1973) y Santos (1975). En su articulo clasico sobre «Capital-Labour Substitution and Economic Efficiency», K. J. Arrow, H. B, Chenery, B. $. Minhas y R. M, Solow (1961) dan un ejemplo muy claro del empleo de Ia abstrac- cin erapiriea en la teorizaci6n: «En muchas ramas del andlisis econdmiico hay que adelantar ciertashipstesis, relacionadas con el grado de sustitucion tmutua entre el capital y el trabajo». Afiaden: «Ante la falta de genera- lizaciones empiricas sobre el fendmeno, los teOricos escogerén hipstesis, simples que se aceptaran por su frecuente repeticiGn.» Norton Ginsburg (1973, pég. 2) crticé mucho esta tendencia a una abstraccién pedante de la realidad, tan llena de consecuencias que, ante |as teorias elaboradas, «reconocemos con dificultad lo real». Ilustra su Pensamiento cuando dice que «si tuviésemos que buscar en la teoria Qcopréfce una esencia de le sociedad american tl y como hoy existe, {indtlamos que ocultar que existe para consumir y no lo contrario Grstian Grataloup y Jacques Levy (1977, pig. 43) hacen con justicia Proceso de una geogralia «para la que el espacio, como el tiempo, no «Ema ca muy ben documenta de conepo de J. edna sobre cl mele ete TES, McC (97, pie nos peseua mimo une ica dl empleo de empano como enogu pr seta epaciles 104 MILTON saNTos POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 105 £8 un dato objetivo, no tiene una existencia real, sino que se encuentra revela toda una red de relaciones de causalidad». En caso contrario en nuestra manera de percibir las cosas». La expresiGn de aquel idealis- estarla desprovisto de todo «valor cientifico» mo filos6fico que entré en la geografia a finales del siglo XIX y se afian> La ciudad se convirtié en un terreno de encuentro de socislogos, 26 a principios del actual para legar a triunfar, tiene una apariencia de economistas, antropélogos, etn6logos, politicos, historiadores, mientras objetividad y de concrecién. Las teorias de la difusién de las noveda- ue los gedgrafos perdian terreno. El andlisis regional dio lugar a inmu- des, de los lugares centrales y los polos de crecimiento, el principio del merables disciplines especializadas, bajo la excusa de las necesidades de «menor esfuerzon, la ley de gravedad espacial y otras armas que las Ja planificacién. La formulacién de los principios generales estaba cada ciencias del espacio pusieron a disposicién de la planificaciém, no son vez més abandonada por los gedgrafos. Ast, la geografia vio reducirse sino formas abiertas 0 encubiertas del ideslismo filosdfico, sefiales del ‘su campo de accién, su interés y su importancia, al tiempo que las empirismo abstracto disciplinas que debian llenar poco a poco dicho vacio, no se ocupaban ‘Asi, el espacio geogréfico se estudia como si no fuese producto de | generalmente del espacio. lun proceso en el que et hombre, la produccién y el tiempo ejercen un pel esencial. Asi habia que despreciar cl espacio del hombre para dar la impresion de que, no harto de producir, los hombres se enfrentan a DEL IMPERIALISMO A LA PERDIDA DEL OBJETO un espacio parcelado, deshumanizado, reificado. El espacio real se sus- tituy6 por un espacio ideolégico en el que podrian crearse falsas teorias Ritter (1836) ya se quejaba de lo poco que los ge6grafos hacian para sustantivas y de planificacién*, cubrir los dominios de su campo de trabajo*. En este respecto pode- La denominada geografia cuantitativa marca el punto méximo de tos decir que en aquella época todavia no se habia constituido de he- esta desespacializacin del espacio, reducido a una red de coordenadas cho una geografia verdaderamente cientifica, por la falta de dos condi- ciones esenciales: de un lado, ef mundo todavia era poco conocido, sin relacién con ta realidad, un verdadero «computer taxonomic exer | por otro, las ciencias sociales ain no se habian constituido. Peto ya en se» (Brookfield, 1975, pég. 107), ai mismo tiempo que una deshistoria ZaciOn: un conjunto de formulas mateméticas del que ta historia —es 1921, el gedgrafo belga Michotte se lamentaba de que la geografia se decir, el hombre— era sistematicamente apartado. Es la complejidad | ‘etraia. del viejo lastre positivsta de Ia disciplina geogréfica, cuya nocién de Dicha reduecién del campo de trabajo se realizaba de forma parale- regién fue un paso preliminar y basic. laa Ia tendencia por parte de los gedgrafos 2 imaginar que podian El estudio de la regién como entidad auténoma fue objeto de una tratarlo todo, dialéctica defectuosa entre un hombre separado del capital y otro en un Oner Tulipe lo sabfa bien cuando censaré la vocacién de la geogra- entorno no socializado, en lugar de una dialéctica de la sociedad ente- fia como una forma de imperialismo. Escribié en 1945 (pag. 75): «pero ra, Del mismo tipo es la dstorsi6n paisaiistica; hace poco, Paul Claval ‘tas esta confusiGn inicial, el dominio de la geografia se fue recons- (1974, pags. 42-43) se admiraba de que los aspectos mas importantes truyendo poco a poco. Sin embargo, en esta reconstruccién los limites Gel estudio del paisaje se olvidesen en favor de otros menos importan ‘del dominio se llevaron més lejos; de aqui viene esta actitud de ciencia tes. Max Sorre (1957, pég. 31) presenta la cuestién de manera ejem- Por lo demas muy amplia y con tendencias enciclopedistas que también plar: adetrés de los trazos concretos del paisaje, nuestro analisis nos Sobrecarga 2 la geografie». Para O. Tulipe edicho capricho es un error base, un pecado de juventud, como el que otras ciencias conocieran, Pero del que la geografia se desembaraza con lentitud» (pég. 76). El 5 Steep sempre fe veep «nie del alc i> sma Fei la secs Tagan Se atric Shores més Polone ene en qu a popaia dejo de abc oor les, ‘Settee dear ir oma i ll ie @ pce es an cdc Ghanem edna an seem oe | "seis srs pri ers el cpt rae eps, etl Ee que ener un oni ul de a ropa 9d sb aston ge Sejosoal na pds oc uric sotto puswmoracarsrrsmen | SMe iecamceSjear pega ike ren cao eta ae a pregunia sf eonsieramos el epeco 9 la sed en 0 proceso Misti satan, ‘8 deben as bejar con ellos y desarrollo» (Rite, 1836, 16 de 2}. 106 précticamente, plinas en su do: MILTON saNros perderlo todo, ya fuese por Ia invasién de otras disci- minio de estudios, ya fuese por su incapacidad para fijar. se un objeto propio bien definido, S. H. Franklin (1973, pég. 207) parece haber escrito con letras de fuego cuando dice stemer que la proxima historia de la geografia sea luna necrologia, Demasiadas veces los geégrafos evitan, y a veces ma. tan, los temas esenciales» ” EL ESPACIO PULVERIZADO Segiin Michotte (1921) «la division progresiva del trabajo en la cien cia ocasion6 una rogresiva y cada vez mas clara especializacin, dest? ada, en el caso de la geografia, a restringir fatalmente su objeto» ® Terminamos por tener, como dice Jean Dresch (1948, pég. 91) una geografia «cortada en trazos»’. Desde su creacién como diseiplina candidata a un stanuscientfico y Gurante la primera mitad del siglo Xx, se reconocen esencialmente dos tendencias en la geogratia. Por un lado, ciertes autores huchaban por asegurarle a Ia geografia una categoria cientifica, un lugar en la clasifi, cacion de las ciencias © intentaban descubrir en ella leyes y principios generales, definir su campo de trabajo, clasificar los hechos de su domi. nio y establecer una jerarquia de valores. Por otro lado, estaban los que, con ferentes formas, querian hacer de la geografia un cuerpo de Sonocimientos inmediatamente utilizables sin importatles las posibles demandas de sus usuarios efectivos o potenciales. La primera orienta, {io corresponde 2 un enfoque especulativo en tanto que la segunda eva a todo tipo de pragmatismo. Aunque en los Estados Unidos, es Zeomparable el trabajo de un Hartshorne, de un Sauer o de un Schaeffer, de sugerit cho explic derar el e ertante que en me ¥ de otros que estén por encima de la media comtn, se pue- que la primera orientacién es sobre todo europea, Este he- arfa también la tendencia de los gedgrafos europeos a consi ‘spacio como una unidad, aunque no consiguieran transcribir a de desarclareioni sea les economists no los geopaos foe ‘4%, Sominan Ia trature (5-H. Franke, 179, pag. 90), 2 Essie encuentra en Fischer y ote 158-26 sag Pesan.) dil is complea mpd del ela humana, susie a a invesigdore ios , Deseh, 1088, ag. 91, POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 107 sus intenciones en una teorfa y méiodo. La geografia americana, ali- ‘mentada por el pragmatismo, tomaba como objeto de estudio pedazos aislados "0 aspectos singulares de la realidad al gusto del cliente. y acab6 por pulverizer el objeto de la disciplina y a la propia disciplina La proliferacién de temas de estudios la distanciaba cada vez mis de lograr la sintesis y, a medida que la geografia se hacia mas utlitaria, se hacfa también menos explicativa LA GEOGRAFIA, VIUDA DEL ESPACIO Resumiendo, un poco en todas partes, los gedgrafos callan en rela- cién al espacio. Algunas veces se callan también en relacién al trabajo innovador de otros gedgrafos y de otros espacidlogos. La geografia es la viuda del espacio (Santos, 1976). Su base de la ensefianza y de la investigacién es Ia historia de los historiadores, Ia naturaleza «natural» y la economia neoclasica, y las tres tienden a susti tuir al espacio real, él de las sociedades en su devenit, por cualquier cosa estitica o simplemente no existente, ideologica. : Por eso muchos geégrafos discuten tanto sobre la geogrifia —una Palabra cada vez més vacia de contenido— y casi nunca del espacio como objeto 0 contenido de la disciplina geogratica, Por consiguiente, la definicién de este objeto, el espacio, se hace dificil y el de la geogra: fia, imposible. Destemporalizando el espacio y deshumanizéndolo, la geografia Un posulado qu candcoma tos los modos burgess de pensamiatoy de antiis isd ca crane dels np cncny pices ar oeseeae rt ‘Sa cee ao (Te Po 1 0) a ‘to provoe un conccimient fragmento, que hase mis nts posed de oon vison Wohl uns ex git of objeto del ssl sc face mis extresie 9 subi eas {eomos, también, en un acl Ge. Marchand (172, pi, 99). sbos metodo de ante ahvariado y mutiaindo consuyen una ayuda pocous pura vestgaon sropiios pre no son surat: se aplcan a toda una sete Je obunaconsy 8, Sede hese anon ve ‘ex.s har convertion reel general en ets goopifene demon, hay gue conenae ue los economia 0 ls piclogos los za in oe sigura mejor El hrs dea et pedpo fobaje sobre el espacio provoe, por contopra, cs problemas metodsepor gue Son [opie exile macropcoraia inten aa al ejuco como autor tec Toes ‘Stodios de Daceyy os entics de flcecmn teprsenian a enfogue saucy ea odo ‘Stu esta presenta el proba fundamental de -avecorrace sop Al conctio de la macrogeogratia, ls verso métodos de tape cern diviiend et _EREER stasdfio en os componente eiemenaes pra comprender mejor ey de dsubucion (os tndnenoe. 108 MILTON sawros ‘acabé por darle la espalda a su objeto y siendo «una vinda del espacio», A este resultado contribuy6 el hecho de haber empleado mucho esfuer. 0 y talento en buscar soluciones inmediatas a los problemas considera dos inmediatos, en perseguir respuestas particulares a los problemas ‘considerados espectficos. Acabamos, por eso, yendo a una multiplic- dad tan grande de las geografias que justificarfa que un espiritu irénieo dijera que, en los dias actuales, hay muchas geografias pero ninguna eografia. Todo esto se debi6 al hecho de que, puesta al servicio de las cosas y ‘no de los hombres, la basqueda de una identidad o de una legitimacion realmente cientifica dej6 de ser una preocupacién permanente y paso a ser un estorbo para la realizacion de un trabajo que se habia ligado més al mundo de los negocios que a los intereses sociales ™. La reflexién as6, asi, a ser innecesaria. De hecho, escribe M. Sorre (1975, pig. 51), los ge6grafos legaron a perder incluso el gusto por el debate que habia caracterizado a su pe- Hiodo hervico . El debate de fondo fue sustituido por la discusién de tas cuestiones de forma y una infatigable querella sobre el voeabulatio ‘tom6 el lugar de la curiosidad por los mecanismos fundamentales. A todo esto se debe el rebajamiento de la geografia a un conjunto informe e incoherente, un puzzle que se monta segin el interés de los Clientes. Lo que es mucho més chocante porque en otras ciencias socia. Jes, aunque algunos especialistas no se negaban a servir de manera fiel ¥ Giega a los intereses de grupos, también trabajaban con un minimo de teoria general LAZOS Y PROMESAS DE CRISIS. No es de extrafiar, por lo tanto, que la crisis general de las ciencias sociales se haya manifestado con tanta fuerza en el caso de la geografia Esta crisis no debe esconderse ptidicamente, como se intenta hacer bajo el pretexto de que pretende salvar a nuestra disciplina de criticas 2 bon sia que la pogrta debi ext para servi a los hombres de Estado y a lass dominant, afadiend adem qu tal nota provents de Palle 5 3! ropio Marinliem Sove fu vcs de elo. Esco ls ts inportinte sinteis de Utrera gsopdfics gue conocer) pero gran parte des abajo es pricicamentedesconoids or los geraosJovencs y menos jovees, La mods de los mamite vs gropas de Ie ioe ecerunctiin de mass tance po Lacote (1976) es una de las Sas peso taaben oe «jerto que hast en misma Franca te habla pos de € POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 109 mortales. De hecho, las criticas le vienen desde todos los lados desde hace tiempo, y recientemente han ganado un tono més vivo, después ue se ampliara la discusi6n sobre el objeto de cada disciplina, como reaccién imperativa a la situacién actual de cambio por la que pasa la sociedad mundial. Creemos que, en lugar de querer esconder dicha crisis, debemos ponerla en evidencia. En realitiad, cl estado de crisis no es normalmen~ te un testimonio de flaqueza; la crisis es la prueba del desajuste entre lo viejo que desea mantenerse ante lo nuevo que quiere sustitutlo. Se justi. fica asf una permanente vigilancia de los que tienen como tarea buscar los nuevos eaminos. Y los cientficns se deben incluir en esta categoria. En el caso de la geografia, la crisis se hizo més grave porque la acumulacion de equivocos crstalizé el error y cada progreso aparente era, de hecho, un paso gigantesco hacia atrés. Asi pues, la geografa se ‘puede definir, desde su fundacién y sobre todo después de la segunda ‘guerra mundial, por un conjunto de postulades que, en vez de colabo- tar en descubrir lo real, contribuyen a esconderlo, Como estos postula. dos se abrigaban con una retérica cientifica, en una fase de Ia historia fen que la ciencia se considers como el estudio de los fenémenos, es ecir de las apariencias, se objeta a la consideracidn de la realidad en si misma —y como una necesidad propia de le expansi6n, sin ol{sticulos, del sistema capitalista—, dicho cientificismo despreocupado por la esen. cia de las cosas era, al mismo tiempo, el estimulo para la geografia, cempirica y su justificacién. Se monté asi una especie de mampara para fa crisis La tendencia de una ciencia comprometida con intereses de grupos a distrazar Ia vision correcta de la realidad, equivalié a ocultar la evoh. ‘id de Ia historia humana. Pero ta historia siempre termina por impo- nerse y por derrumbar los mitos creados como velos. En el caso del espacio, este salto eualitativo parece estar realizandose ahora, como en ‘otros periodos hist6ricos criticos, cuando el espacio ha cambiado funda- mentalmente de naturaleza y exige asimismo un cambio bésico en la definicion, En este momento, las tareas explicativas fabricadas fuera de {a realidad se vuelven inocuas y exigen su sustituciGn. Pero ésta es tam- bién ta época en que se quiere sustituir una mentira por otra, Se est’ intentando desesperadamente encontrar, frente a la realidad nueva que hos salta a los ojos, una teorizacién falsa. Para evitar recaer en los errores del pasado, es necesario insistir en la existencia de la crisis, Pero con un espiritu critico, es decir, examinando no sélo sus aparien. ‘as, sino sus fundamentos. SEGUNDA PARTE GEOGRAFIA, SOCIEDAD, ESPACIO CAPITULO 1x UNA NUEVA INTERDISCIPLINARIEDAD Desde que la geogratia comenzé a buscar su individualidad como de citeag’ Se°RraK0s pretendieron que fuese, sobre todo, una cients sear 8 decir, capaz de imerpretar los fendmenos que once {25 I de a tera, utlizando para ello un instrumental eorenee & de multiples ramas del saber cientifico tanto en el Amsbio de las dis- Siipis naturales y exacts, como de las disciplinas sociales» fares aumero de ciencias". Las ciencias que debian aywder om seoprafia a ay bietivo, también las denominaban fas «muletase del goos menos pretenciosos decfan, sin querer itonizar, que sen ge iit ouliaress. Esto era lo natural, porque el peoprats coy jefe sgassta mientras que los demés cientificos son los smisices Ea realidad, cs una mania de grandeza* que no es justificable, una ue MILTON santos pretensién insoportable?. Primero, porque la geografia jamés desarro- Nig el instrumental necesario para llevar a cabo la susodicha sintesis; segundo, porque es una tonteria reservar un papel tan importante una sola disciptina, Todas las ciencias son de sintesis o sencillamente no son ciencias. Como dice Harold Brookfield (1973): «No somos mejores que otras. Estamos en pie de igualdad con las dems ciencias. El gesgrafo ino ¢s més ni menos capaz de elaborar uns sintesis por el hecho de ser gedgrafo.» La capacidad de sintesis que no es privilegio de ningun espe- ialista surge como resultado de una preparaciGn intelectual que va més alld de la propia especialidad para abarcar el universo de las cosas ¥ la comprensién de cada cosa como un universo, EL AISLAMIENTO DE LA GEOGRAFIA Con la geogratia, ademés, estamos ante una paradoja que, ala vez, €s una ironia, De hecho, esta ciencia de sitesi s, seguremente, la que Gurante su labor diaria mantiene menos relaciones con otras disciplinas. Dicho aislamiento* es también responsable de las dificultades que ha ‘encontrado en su evolucién. Este defecto ya fue comentado por Acker. ‘mann (1963, pags. 431-432), para éste solamente algunos gedgrafos $0- brepasaron con dificultad el nivel de banales generalidades sobre la uni Yersalidad del método cientifico’, Este nivel de generalizacion paraliz6 el desarrollo de la ciencia e impidié la bisqueda de una verdadera teo- ta y de una verdadera metodologta geogratica. Aguf podriamos recordar aquella frase de Mario Bunge (1965, pégi- ‘na 142) para quien «esperar una teoria intuicionista de la intuicion es tan 2 Ex relacén al compleo de sapecorda de ls gsr, leet Paul Cvs, 195, especial ‘espa, & a ex gue muchos jévenes soclogosy economiss visjeron los Estados Unicon [SBRPIEM: s educacn, Dicho ejemplo, sin embarp, no fae teqtido por is propa’ Tate 1968, mayors de los geoprafosopimaban gue fete de Pance mo exists ese Se seoreen ‘igs etal nombres (Ps Cvs. 1975, pap 20), via bisgueda 8 una iettidadproesionn nos evs 2 una especie de independenci inte ‘egus cinco & vers cierto grado de ablarent, conta el col paste de ln econ sents a taza est om a actual eacionando, (.) El deseo de hacer viable mots deca. {pin ndependencn nos les dat ana mesor importants sf Seaca comicerads soos oo {Rie Atwamos emtnect como oslo recanoiiemos ca telcd a tds cation ir rene ‘alles més amplis. De hecho, nos alvidamer de ener on eet lor ambos wit renee Sein Foee, Nos olvidames deaguel acoma seg el cut, en mayor o menor paca, smn ‘% ls clencia como un todo mae el progesa de Sus paren (Aches, aah Le POR UNA GEOGRAFIA NUEVA ns ingenuo como esperar una teoria mistica de los caminos misticos o una {coria esquizofrénica de Ia esquizotreniax, A partir de la geopratfa —y ‘exclusivamente de ella— Hlegaremos a una geografia intuicionista, misti €2y esquizofrénica. La propia nocién de las escuelas nacioneles de geo. ‘rafia participa de esta condicién de misticismo esquizofrénico, Durante mucho tiempo, y atin hoy, se habl6 de la escuela francesa de geografia, de la escucla inglesa de geografia, de la escuela americana de geo” grafia, de la escuela alemana de geografia, de la escuela sueca de Beografia. De hecho, en todos los tiempos hubo interpretacion y los valores de la investigacién geografica se reprodujeron en los diferentes paises, aunque las condiciones propias de éstos —condiciones internas y condiciones ligadas a sus relaciones con el resto del mundo— dieron a Sus geografias un bamniz peculiar De hecho, la idea de Ia existencia de las escuelas nacionales de geo- srafia esta ligada, sobre todo, a cierto grado de competicion, cuyos efectos se hicieron sentir en su principio mucho més fuera de les fronte= ras de los diferentes paises. Cada una de las denominadas Escuclas Nacionales de Geografia funciona mucho mejor en el extranjero que dentro de casa. Constitayen una manera mas de ejercer el imperialismo cultural, que es una forma insidiosa de insinuar, por medio ge los inte. lectuales locales, una interpretacién alienada de Ia realidad ocal. Las denominadas Escuelas Nacionales de Geografia funcionaron Mucho més en sus respectivas éreas de colonizacién politica, econé- mica 0 cultural, que dentro de los limites de cada pais. Es facil, muy fécil, identificar la marca de origen de la geogratia hecha en los paises africanos colonizados por Inglaterra, o en los colonizados por Francia, En América Latina, Ia geografia que, durante mucho tiempo, se definia por la matriz francesa, intenta actualmente obedecer los patrones esta- dounidenses, En esta historia tan Mena de ironias, fa historia de la geogratia, todo Puede ocurrir. La exportacién de una forma de elaborar el conocimien- to que representa los intereses internos y externos del pais exportador, termina por repercutir dentro de éste a través de las crcunstancias do. Centes y de investigacion, que forman una unidad con los intereses poli- tico-econémicos dominantes en cada pais. Esto ayuda, asimismo, @ Tear un aislamiento que se agrava por la barrera linglistica y la com- Plicacin de las disputas hegeménicas. medio siversirio taneés eva, en todo Jo poste, leer en cunlguier otra eng ‘06 no fuera de Descartes.» (Wiliams Golam, 1978 page 38 oy cnet 116 MILTON saNtos Esté claro que este fenémeno no se produce con la misma intensi- dad en todos los patses. Cuando, por ejemplo, Schumpeter (1964) sefia- la que la economia francesa se mantiene en el interior de las fronteras, de Francia, se apresta a afiadir que se daba a un nivel mucho més elevado que en Alemania, Para él, habria que buscar las eausas en el desarrollo precoz de la sociologia dentro de Francia y su influencia so- bre la economia. \VENTAJAS DE LA INTERDISCIPLINARIEDAD La geografia padece, mas que otras disciplinas, una interdisciplinarie- dad pobre, lo que esté unido de un lado a la naturaleza diversa y mlti- ple de los fenémenos con los que trabaja el gedgrafo, y por otro, a la propia formaciGn universitaria de los gederafos ’. Desde el comienzo del siglo XIX, Ritter® habia llamado la atencién iiblica sobre la necesidad de un esfuerzo de interpenetracién de las diferentes disciplinas cientificas, siguiendo las més diversas dimensio- nes. Pero Ritter estaba educado en una escuela de fl6sofos y absorbido por las ensefianzas de Hegel. Pensaba en Ia interdisciplinaridad como ‘una exigencia de las aspiraciones universales de su época, fruto de una ‘mayor amplitud del conocimiento cientifico, lograda con ia primera re- volucién tecno-cientifica, En realidad, an hay que analizar més profundamente la coheren~ «ia por una auténtica preocupacién interdisciplinaria entre los geégra- fos, que se agrava porque todos, o casi todos, estén totalmente seguros de que trabajaban de forma interdisciplinar®, Como no ocurre esto on la realidad, la geogratia no se aorovecha de esta forma de enriqueci- miento. Como ia exiructura det ensesanza supercon Francia ipedia gue los estudiantes terme rnaran Geado, a le ¥e2,econominas y geigralen, 0 scdogos gebgraton, ta enovacn tat ‘notable que se ealiz6 en econo ysocologia no eecontrs sco en Ia gogr. 5 Sien el pasado haba cierto interes por las formas, fendmenosy hechos cracteritios de las eaferas generale o paaculares de ads dons cence, suet pos paree, por el cot ‘io, alientar axpzaciones universal. Se exfucras por desc fonieras evema, espero ‘én y le imerpeneiracdn de las ditrentes dope sepin las Gmesnoneseopasdes, Hac ‘Oteicaseineectuales para retomar en sega an justo equlibn (C. iter, 1974p. 7) Exe atres po as relcones ene ls geapraia las inns scilesocepaba yu en 0 1 ee6gato amencano lisiah Bownzn, ea un lore digi «ls Averien Flstorcal Asoo on (Acostacin Americana de Historia). Las relconer entre Ia etolgiayaussre cena = von snaizsdss por André Lero-Gourkan, 194, pls. 1-9, Ete arto es un pesenace de POR UNA GEOGRAHIA NUEVA a7 El filésofo inglés Whitehead (1938, pag. 136) nos recuerda que la explicacién para muchos fenémenos correspondientes @ una ciencia dada se encuentra fuera del ambito de dicha ciencia”®. En otras palabras: si nos limitamos a la sociologia para explicar lo que se llama un hecho social; a la economia, para comprender los fenémenos econdmicos; a a geografia, para interpretar las realidades geogréficas, terminaremos en Ja imposibilidad de llegar a una explicaci6n valida. No hay que temer la invasin del campo por otro especialista. Habiando sobre las dimensio- nes econdmicas, politicas y sociolégicas del proceso de desarrollo, Er- resto Cohen (1973, pag. 4) escribfa que «los conceptos endégenos a ‘una dimensién son los datos o elementos exégenos de otra dimensién». De hecho, cuando un dato exégeno se incorpora a la interpretacién de 1m aspecto de Ia realidad, se convierte de forma inmediata en un dato endogeno de esa explicaciGn. Urtilicemos, de nuevo, la cita de Schum- peher, porque éste ensaizaba la importancia del elemento no profesio- nal en el progreso de una ciencia dada (1943, 1970, pég. 45). Se podria asimismo decir que una de las formas de progreso posible para cada ‘iencia en particular resulta de la trasgresién del campo de estudio por especialistas de otras disciplinas, lo que Jean Chesneaux (1976, pagi- na 164) denomina «robar a los’ profesionales sus privilegios> " El gran historiador francés Marc Bloch escribio (1974, pag? 166) que stanto el socislogo Durkheim como el gedgrafo Vidal de ta Blache ‘Rosati relasonesintmas care Ins dor dsiptnas qu, en su opin, se ocpan cel expaco. sei (pd. 19) puesto que la geograta Bamana sla ma prtana a nono, epic Que Alp a a unin se Usve ssabo> 2 stncluso ene mbio de une ean espe, pademosreconocer erect de funcions- Ilene que no e puede expe: pot dchs Genco (Whitehead, ene eau «Nature and Life (9 Modes of Though, 198, pg. 13) 2 Tiene que esta claro para todos que e gegrafo, ya se en el plano de Is ensefnza ‘Rpsror ode I investigacin, no petende sutra economia nal expel en ivesigar 360 social, ala demogrto a endlog. Feo debe saber itliar le rekade de tox co ‘nocinjeato de uss es dei, sbiendo oSmo se obtuverony, en comecuenci, el prade Se ‘oroximacon al que we legs (P. George, Laplace dela Geographe Humaine para ls sinces ‘numanes, problimes de méthode et depportni, rmimeograts, 6 pig. mayo dc 1858). Gon recuensia e cousata gu los geograte logan x cemodea, ea cl muro desu estudios 4 campo sobre tao cual tegen, cue cers cots adds po hs economibasY 60 VOR ‘ade face mocto vempo, Is deomicaen los hechos. Como M. Jourdan, tl ver st sero, itocen economia acta! Este se caso tabi de es econoaisas que reaian taboos de ‘FFB eae eee lo fensmenosgeografios» (Mi, Santor, «La Geogsaphie Urtne et {Eeoncme des Vis dans es Peys Sows Develops, Rerue de Géoprephiede Lyon, vo. XLIT, 1968 nim, 4, pgs. 30236) ee m8 MILTON SANTOS cca mucho més profunda que la de cualquier otro historiador». M. Sorre ¥ P. George, dos gedgrafos, hicieron lo mismo en relacién a la socio- logia. La propia geografia debe contribuir a la evolucién conceptual de ‘otras disciplinas, la economfa, por ejemplo, y esto se hace mas evidente tuna vez que la economfa neocldsica se impone escolésticamente y tam- bbién politicamente, como instrumento esencial para la difusién capita- jsta. Como le economfa neoclésica es por definici6n, una abstracciOn cn relacién al hombre y al medio geografico, los estudios geogratficos ganaron asf nuevas condiciones para colaborar en el perfeccionamiento de muchos conceptos econémicos Cuando propusimos ta nocién de un doble circuito de economfa en los paises subdesarrollados (Santos, 1970, 1972, 1975}, a esto nos llevs nuestra incapacidad para llegar a una interpretacién més dinémica del es- pacio geogratico a partir de las categorias econdmicas oficiales. André Marchal habia dicho que «las leyes econémicas son sélo el reflejo del ‘comportamiento de los hombres. Este comportamiento varia segtin las <épocas y segdin los lugares». En este particular, lo que es valido pera la |, también vale para la geogratia. De hecho, el principio de interdisciplinariedad es general a todas las ciencias. Jacques Boudeville escribi6 que «todas las ciencias se desarro- Ilan en las fronteras con otras disciplinas y que se integran con éstas en una filosofia, La geogratia, a sociologia, Ia economia son interpretacio- nes complementarias de la realidad humana» GEOGRAFIA E INTERDISCIPLINARIEDAD La biisqueda de ese interdisciplinariedad, tanto tiempo ha sugerida por Ritter, inspiré a los ge6grafos un cierto numero de soluciones. Una de éstas fue la entronizacién de lo que se podria denominar geografias especiales, formula adoptada tanto por Jean Brunhes como por Camille Vallaux, ambos criticados por Maximilien Sorte, Para Vallaux, el pro- blema de la formulacién cientifica de la geografia no pasaria directa- mente por las denominadas «disciplinas auxiliares» sino por las geogra- “. En realidad ambos caminos se obstéculo de peso, sobre too porque tanto la terminologia cotidiana ceruzan, y el conocimiento del espacio como categoria universal se in. come la propia conceptualizacién estén cargadas con las miltiples acep- cluye en el conocimiento del espacio como categoria histérica y vicever- ciones correspondientes a los otros tipos de espacio. {Cul es, en- sa. La interaccion entre las leyes universales y los comportamientos tonces, el espacio del hombre? se podria responder que el espacio histéricos, y sin embargo, individualizados, contribuye a la elaboracién eogrfico. Pero, jcudl es ese espacio geogréfico? Su definicion es er. sino de una definicién, al menos de un concepto de espacio que, siendo dua, porque tiende a cambiar con el proceso historico, ya que el espacio ‘peracional, no sea menos filos6fico. geogréfico es también el espacio socal El concepto de lugar —porcién discreta del espacio total— habia Para abrir un debate valido, la primera pregunta que hay que hacer precedido al concepto de espacio: Aristotcies ya habia forniulado esta ¢s la siguiente: cpodemos encontrar una definicién Uniea de esta cate ‘dea, y Einstein insiste en ella (Prefacio a Jammer, 1969, pag. 13). Para goria espacio? O tenemos frente a nosotros dos cosas diferentes, es el creador de la teoria de la telatividad «parece que el epncepto de decir, el espacio como categoria permanente, esto es, el espacio el espacio fue precedido por el concepto psicoldgico mas espacio de todas los tiempos y el espacio tal y como se presenta hoy | gar». Bl lugar es, ante todo, una porcién de afc de [a vers ideatify ante nosotros: nuestro espacio, el espacio de nuestro tiempo. cada por un nombre. Aquelio que hace que el «lugar» sea especifico es El espacio como categoria permanente seria una categoria universal | un objeto material 0 un cuerpo. Un anélisis simple muestra que un atestada por las relaciones permanentes entre los elementos logicos en- «lugar» es asimismo un grupo de objetos materiales». Pero, si desde un contrados por la investigacién de lo que es inmanente, es decir, de lo Punto de vista puramente psicolgico, el concepto de lugar nos es im gue atraviesa el tiempo y no de lo que pertenece a un tiempo dado y 2 Puesto antes que el concepto de espacio, desde un punto de vista tedri- un lugar dado, lo, propiamente hist6rico, lo transitorio, fruto de una © ¥ epistemoldgico, el concepto de espacio precede al concepto de combinacién topogréficamente delimitada, especifica de cada lugar. La lugar. nocin de sistema social atraviesa la nocién de este tiempo y lugar, ye ‘Uno de los fildsofos de Ia geografia, William Bunge (1963, pagi- in base dela definicién de nuestro expacio, el segundo tipo de espacio | nas 124-127) afirma que el universe no e@ un montée de cover eres So {que hay que definir. De cualquier forma, ni en un caso ni'en el ott, as Sistema formado de sistemas que actdan ente df eno hace ae definiciones son inmutables, fijas, eternas®. Mentos simples. Lo que pasa en un lugar depende de la totalidad de [os lugares que construyen el espacio. ;No fue éste el mismo principio de | _ Bepistemologia det historiador arabe, doblete de historiador y geogra- Las cent 0, sme pie E. Mail (195 pl.) us erable de er fo, Ton Kaldun? {No fue ésta también, més tarde, la base del pensa- SSR Wetprae ee canna ns ee ‘lento de Leplay y el fundamento del principio de la geogratia general uns pequedsexcepeii, sein E_ Mandl tena becho— ls featmenoy, fos sector pres Ge Vidal de la Blache? A este dltimo gedgrafo también se le debe la ‘dan cera ara oo pupel mejor cain expleaci, ysegin in irens psn ae ‘ociGn de la unidad de la tierra que Demangeon en Francia y Chauncey _ MILTON saxTOS Hanis en ice 2s-ados Unidos, utilizaron en sus estudios de geogratia, sobre la reeiic=? internacional. Hace poco T. G. McGee (en Jakobson y Prakash. ===. 160), al referirse a los estudios urbanos, dijo que la Primera aficace=idn que se hace es la de que sls ciudades forman parte de un sistem =condmico y social total que no es nacional sélo sino también inte===sional> Elespacic +5e considerarse como un conjunto de relaciones reali zadas a trav: 22 las funciones y de las formas que se presentan como testimonio == =a historia escrita por los procesos del pasado y del presente. Es -2=r, el espacio se define como un conjunto de formas Tepresentativz= ie las relaciones sociales del pasado y del presente, y or una esta==re representada por las relaciones sociales que ocurren "38 y que se manifiestan por medio de los procesos y las Espacio es, entonces, un verdadero campo de fuerzas, es desiguel. Esta es la raz6n de que la evolucisn espa- ce de forma idéntica en todos los lugares La nocice 2 relatividad introducida por Einstein aparece como fundamentai =-rque sustituye el concepto de materia por el concepto de campo. ic =32 supone Ia existencia de relaciones entre la materia y Ja energia. E= =2 comparacién caso ruda, las formas se compararfan ala materis ~ Za energia a la dinémica social ‘CAPITULO xt EL ESPACIO: ;SIMPLE REFLEJO DE LA SOCIEDAD HECHO SOCIAL? Hay fildsofos para quienes las cosas que existen son sencillamente creaciones de nuestro espiritu. Esta es Ia interpretacién que con fre~ cuencia se atribuye al pensamiento de Gonseth sobre el espacio. Berke- ley también se podria incluir en dicha lista; e inclyso el caso seria ain mas claro con Benedetto Croce (1915, 1968, pag. 73) para-quien «un hecho es historico en la medida en que es pensado y, por otro lado, nada existe-fuera del espiritun UNA FORMA DE PERCEPCION De acuerdo con Ia interpretacidn dada por K. Kosik (1967, pig. 60) alas ideas de Gonseth, el hombre, en el acto de conocer, no se relacio- ‘a con Ia naturaleza en si misma, sino solamente con algunos horizon- {es e imagenes que son histéricamente mutables y que son capaces de plat la realidad en su estructura fundamental. Para Gonseth (1940, Pég. 413) «el mundo natural estd constituido de forma tal, y nosotros Imismos estamos constituides de forma tal, que la realidad no nos deja Hcanzar un conocimiento definitive de su esencia». También, para Bergson (ver B. Russell, 1945, pag. 798), el espacio no podia ser Jib. es decir, no podia ser portador. en sf mismo, de una existencia, ¥® que de hecho no hay cosas: las cosas y los estados son exclusivamen: ‘© Vsiones que nuestro espiritu capta Esta misma posicién, segan la interpretacin de J. Blaut (1971, pégi- 0 MILTON saNros: nna 18), habria sido defendida tanto por Ratzel como por Hettner. Para este tltimo, el espacio se consideraria como rani sofo inglés se esté refiriendo a la representaci jo en el espiri- sof ngs presentacion del espacio en el espi Cuando se trata del espacio de las cosas, el espacio fisico, su com- prension, segin Cassirer (1957, vol. 3, pig. 145), se consigue mediante la reuni6n de los datos particulares que provienen de nuestros sentidos, de su comparacién y de la construcciGn que dicha correlacién hace posi. ble. Este espacio serfa un esquema intelectual construido, pero tambien puede tratarse del espacio de la geometria pura, caracterizado por cua- lidades como «la constancia, la infinitud y la uniformidad> En cuanto al espacio humano, es diferente HEGEL Y EL Espacio. Para algunos, Hegel puede incluirse en la lista de los que dicen que el espacio existe, ante todo, en nuestro pensamiento. Esta lectura del fundador de la dialéetica moderna es, por ejemplo, la de Shoiomo Avi- neri. Para este autor no es importante el que Hegel haya incluido 12 naturaleza inanimada en su sistema dialéctico, ya que para él la natura: Jeza constituye una auto-alienacién (1970, pag. 65). En el sistema hege- liano, ta naturaleza «no seria un sujeto, sino més bien un predicado del Pensamiento y el espfritu vuelto hacia s{ mismo deberfa emerger de la abstraccién y volverse objetificado», eseribe Avineri (1970, pags. 11- [2). a objetivacién de este espiritu se lograria por medio de la natura- Esta lectura de Hegel por parte de Avineri también es, bajo ciertos aspectos, una relectura de Marx, cuando éste interpreta a Hegel. Cuan- do Hegel admite que la creacién del hombre se logra mediante la modi- ficacién de sus relaciones con la naturaleza, Marx condena esta idea Que, no obstante, es tan préxima a la suya, alegando que Hegel espiti- POR UNA GEOGRAFIA NUEVA ML ‘matiza al hombre y I naturaleza y reduce a la historia y a la propia vida a nivel de concepto. En el trabajo de A. Cornu (1945, pag. 5) donde se encuentra esta observacién, aparece reproducido aquel pensa- siento del fundador del marxismo, segin quien «para llegar a una con- cepeién exacta del hombre, de la naturaleza, y de sus relaciones, se impone considerarlos en su naturaleza concreta» * En el capitulo consagradg a las bases geograficas de la historia en su Filosofia do Direito, et filésofo alemén hace referencia al suelo, al cli ma, a la situacién geogréfica. En ese mismo libro se dice que «la com- prensidn del derecho pasa por ef andlisis del contenido en el que, al Jado del carécter nacional particular de cada pueblo y de la fase del desarrollo histérico, se incluye el complejo global de relaciones que tiene por base las necesidades de la naturaleza. También en su Veraunft in der Geschichie (Hamburgo, 1955, pagi- na 187), Hegel escribié que «... el contexto natural es sencillamente la base geogratica de la historia universal y no, en primer luger, la precon- dici6n objetiva del trabajo social, aunque las relaciones de trabajo se pueden considerar como un reflejo del contexto natural. Hegel habria incluso admitido que la naturaleza existe por ella mis ‘ma, como un objeto. «El sol, Ja luna, las montafas, los rios-y los obj tos naturales de todo tipo que nos rodean existen.» (1942, 3966, pagi na 166). «Cuando utilizamos un instrumento de trabajo o tomamos agua del rfo, lo que hacemos es reconocer, sin poder negerlo, el carécter Particular del objeto que sirve a nuestro propésito. Reconocemos ast ue se trata de un objeto y reconocemos hasta qué punto su existencia 6 auténoma» (Knox, 1942, 1962, pég. 346, nota 146). Sin embargo, scuando se trata de descubrir la finalidad de la naturaleza como creaci6n divina», deja de existir como forma auténoma y depende de la Idea para la construccién filosbfica (Hegel, 1942, 1962, pagi- na 348) Para Hegel, la naturaleza serfa, en fin, 1a objetificacion del espiritu, siguiendo el camino apuntado por Feuerbach. Pero Avineri (1970, pag 1a 12) interpreta esta posicién como si llevase @ Hegel lo ms lejos posible ‘en materia de la abstracci6n?. * amor apreclaisn, en inglés, de In Slovofin def antraleza de Heel es ein Knox (030, 1962, peg 513), areul de S. Alexander, en Min, octubre de 188. > Aunque demos « Kno, el radetor anges de Hegel (1942, 1962, pp 305). una exége- ‘de ou pensamiento cbre la Tea, exya somprensn exigiacalocar en parlelo: por wo lid, ‘ta ste de pensamieato,orgfricamenteconetad, por or, une svi de eaéaenos natura 1s ye instaciones hamanat, que maayen una soie de pessamlentos. La atuabded sia Uta 12 MILTON SANTOS GEL ESPACIO ES UN REFLEIO? En su Phisiologia (Paris, 1637), Campanella considera que Dios te6 el espacio como una «capacidad>, un receptéculo para el cuerpo. «, la imagen pos- terior al siglo XVI que Charles Morazé critica con justicia (1974), pagi- na 118). Para este fildsofo de la historia, el espacio tenido por mucho tiempo como un «vacio matemético», habria que considerarlo de nuevo como un reflejo del tiempo en la época del vitalismo. Pero, ;qué vita- lismo se debe considerar que ha retomado este tema constitdido, en la filosofia, la naturaleza del espacio? ;Es el vitalismo de Ctaude Ber- nard?, tal vez. Pero la nocién que Leibniz. sustent6, de tn espacio ‘como sistema de relaciones, y esa otra idea que Francois Perroux desa- roll6, la del espacio como un campo de fuerzas, son el precursor y el resultado, respectivamente, de la nocién de relatividad introducida por Einstein, Esta nocién repite el problema con nuevos términos, porque el «sistema de relaciones» y el (1960, pég. 202) El espacio es la materia trabajada por excelencia. Ninguno de los ‘objetos sociales tiene tanto dominio sobre el hombre, ni esté presente de tal forma en Ia vida cotidiana de los individuos. La casa, el lugar de trabajo, los puntos de encuentro, los caminos que unen entre si dichos puntos, son elementos pasivos que condicionan la actividad de los hom- bres y dirigen su préctica social. La praxis, ingrediente fundamental en Ja transformacion de la naturaleza humana, es un dato socio-econémico més y también tributario de las imposiciones espaciales. Conjo dice Ca- lois (1964, pag. 58) el espacio impone a cada cosa un cpnjunto de relaciones porque cada cosa ocupa un lugar concreto en el ¢spacio. Citemos, de nuevo, a Sartre cuando dice que del mismo modo que «el préctico-inerte roba mi acciGn... muchas veces impone una contra- finalidad». Cuando se trata del espacio humano, no se habla més del prictico-inerte, sino de la inercia dinémica. La representacién es tam bien accién y las formas tangibles participan en el proceso como actores (L Morgenstein, 1960, pégs. 65-66) Paul Claval (1970, pég. 120) sitia el problema correctamente cuan- do dice que la formula por la cual «a geogratia human es el estudio de la proyeccion de las sociedades sobre Ie faz de Ia tierra», corre el riesgo ‘is, esti intidos ene concepto de st eacone conics, a base geogfic sabe a) (a se desrollan J Jos vestiios, realmente transmis, delat ets aero del desarao ‘zonomio que se montuveron muchas veces por tain © por vis inerae,atwalente tan ‘én en el medio exterior que eavucive ex fora socal (Mac = Engels, Lewes sur Le Capi ms Soils, 1954, pag. 10). A, Rolin (174, pg. 18) exci: , Sin diferit de su posicién te6rica fundamental, podemos aproximar Je posicion del problema de D. Harvey a la de Manuel Castells cuando ‘ambos consideran el sistema urbano como una «estructura social» El problema planteado por ambos es, de hecho, mucho més amplio: Porque no es el espacio urbano el que se constituye en la estructura Social, sino el espacio humano tomado en su conjunto. Esto nos obliga 8 otto ejercicio metodolégico y te6rico fundamental, ei de epuntar cual ¢s el lugar real que tiene el espacio humano en la sociedad global, 0 ‘tin mejor, en la formacién econdmica y social. Una primera precauciGn consiste en no confundir las cualidades fun cionales y las cualidades sistémicas de los fenémenos y de los objetos correspondientes. Por sus cualidades funcionales, el espacio. como cualquier otra estructura social (0 nivel de la sociedad, si se prefiere decir asi) es, més por su estructura que por su forma, un reflejo de la sociedad global. su dinamismo es conseeuencia de la ruptura de la so. ciedad global y de su consiguiente distribucign por el ternitorio. En este c2so también, el espacio se consideraria un hecho social, ya que se impone @ toda la gente. Pero, si consideramos el espacio por sus cual dades sistémicas, gana nuevos atributos como la capacidad de condicio. nar, hasta cierto punto de forma determinante (una determinacion {0- ‘avia condicionada), la evolucién de las otras estructuras sociales. @Basta con esto, sin embargo, para poder considerar el espacio como una estructura de la sociedad en pie de igualdad con las dems estructuras sociales? Podriamos contestar que el espacio es sencilamen- te un hecho social, un fendmeno conereto que se impone # todos los miembros de la sociedad, sin imponerse a la sociedad en si misma Nuestro primer interés es, por lo tanto, el de pregunarnos cudles son las caracteristicas que definen una estructura social, v comprobar si . Sus formas, sin embargo, aunque conge- ladas, no son materiales, ni estén fijas, como las formas geogréficas', El espacio, por otro lado, nunca es un producto terminado, ni fijo, ni congelado para siempre. Pero uno de sus elementos —y no se trata de un elemento sin importancia— esta fjo en el suelo”. Las formas espaciales creadas por una generacidn o heredadas de las procedentes, se caracterizan por el hecho de que, como forma material, no disponen, de una autonomie de comportamiento, aunque tienen una autonom ée existencia. Esto les asegura una manera original y particular de en trar en relacidn con los otros datos de la vida social. Esto también recibe otro nombre: las propiedades de una cosa. Para Hegel, en las Ciencias de la Légica (tomo I, libro II) «toda cosa tiene propiedades; ‘estas son ante todo sus relaciones con otras cosas (...) pero seguramen- te la propia cosa (..) tiene la propiedad de provocar este o aquel efecto fen otra cosa y de exteriorizarse, en sus relaciones, de una manera ori ginal’, El espacio, sobre todo en nuestros dias, aparece como una unidad compacta, Io que es la base para su especifcidad como producto. Sut- 2, por lo tanto, como un producto dotado de indivisibilidad, ya que las infra-estructuras, por su propia naturaleza, no son discontinuas. ‘A propésito de las vias férreas y de las grandes construcciones, Marx dijo en Capitulo Inédito do Capital (edicién francesa, pag. 116) «que se presentan como un producto tnico, ya que no aceptan métrica». En otras palabras, ninguna medida se puede aplicar con vali ‘dez a alguna de sus fracciones. De la misma forma, dentro del espacio ur Para Durkheim (195, 1962, pig. 12) ouna sgl jain es una ordenaiéa tan perareis ‘como ut tipe de erquecrsy la rephmentacin qe ssa esta hecho silo Marta Hamecker (197, pig. 115) erbe qu sla domizacién de un Spo determina ‘clusions e produc no hice desparee,astomdteament, 3 lator elacones Je pode ‘Gn; ras pooden sega exsendo, aunque mocifcnas y subordinadata Is relacones Je Aacrica dominanten Palabra propiedad ine ds sentios. Las propedades de un objeto dale “aparecen en primer lugar, ens acid con lt oes. eto su defen nose ins 3 e502 {6 tal cosa aparece en ss relciones de ua manera dilecte a or? Sealant porane ‘tra conse es ma tiferente de a prinere>(Peehnsnov, 1957, pg. 72). POR UNA GEOGRAHIA NUEVA 167 bano total, no se puede evaluar aisladamente una calle asfaltada, otra blanqueada, y otra carente de cualquier tipo de obras piiblicas, Todas son, donde se encuentren, una manifestacién local, aunque integra, del desarrollo desigual y combinado de Ia sociedad; y ésta, la sociedad to- tal, constituye el tinico patrén de valoracién y de valor. EL ESPACIO COMO HISTORIA Y ESTRUCTURA ‘Tenemos, pues, mucho interés por revivir equi la discusién antigua ‘aunque apasionante que enfrenta las nociones de historia y de I6gica (0 estructura), cuando se consideran las cosas que existen. El enfoque his- t6rico supone que se camina del pasado hacia el presente, lo que se muestra ante nuestros ojos, en interacci6n y funcionamiento, Fl enfo- ‘que estructural interesa por las proporciones entre las variables que dan como resultado una situacién como ella y le permite hablar de su es- tructura actual. El debate que se establece se basa en la oposicién entre éstos dos enfoques que nos llevarfan a caminos diferentes y a resultados diversos. Pero, cuando el espacio se somete a tal discusidn, se Vega ala conclusién de que la estructura espacial es también el pasado en el Presente. Funciona segiin las leyes actuales, pero el pasado esté presen- te, Ademés, el espacio en el presente es también futuro, por el hecho de la finalidad atribuida a las cosas construidas, al espacio producido, esde el momento en que ocupan um luger en un punto cualquiera de la superficie de la Tierra. Se dice con Sartre (1960, pigs. 250-251). «.. la praxis inserita en el instrumento por el trabajo anterior define a priori las conductas, dibuja en su rigidez pasiva una especie de cambio mecé- nico que lleva a una divisién del trabajo.Aligual que la materia hace de mediacion entre los hombres, cada hombre es mediacién entre la praxis Materializada, y la propia dispersiOn se ordena seguin una especie de jerarquia que reproduce, bajo tna forma de orden humano o social, la Ordenacién particular que el trabajo anterior habia impuesto sobre la materialidad>. A través del espacio, la historia se vuelve, ella misma, en estructura, {st estructurada en formas. Y estas formas, como formas-contenido, influyen en el curso de la historia ya que participan en la dialéctica lobal de Ia sociedad. La cuestién que tantos han planteado explicita 0 implcitamente sobre si el espacio es, a la vez, un soporte y un factor, empieze a dar algunas respuestas. El espacio serfa exclusivamente un Soporte si se pudiese decir, como en la ironia de Novake (1969, 1973) 168 MILTON SANTOS que algo puede existir «en un momento dado». ;Pero este algo estaria “fuera del flujo del tiempo»? A esta pregunta nos contestamos: hacer, (es decir, ser un factor, significa que se es el objeto o el sujeto de un proceso. La palabra proceso es, en si misma otro nombre para el tiem- po que pasa’, Estructura social como las demés instancias de la sociedad, el espe- _ cio dispone también de un cierto nimero de caracteristcas particulares aque le hacen algo diferente del conjunto de las instancias sociales. ‘Segiin Henri Lefebvre (1974, pps. 88-89), «el espacio (social) no es tuna cosa entre las cosas, un producto cualquiera entre otros productos; cenvuelve a las cosas producidas, y comprende sus relaciones y sus exis- tencia y simultaneidad: orden (relativo) 0 desorden (relativo). Es ef resultado de una serie, de un conjunto de operaciones, y no se puede reducir a un simple objeto.Asf, no tiene nada de ficcin, de inrealidad de «idcalidad> comparable a la de tn signo, una representacién, de una idea, de un svefio. El efecto de las acciones pasadas permite acciones, como se sugiere en las pruebas.» Esta es, en definitiva, su diferencia especifica, es decir, lo que por un lado, le da una situacidn particular dentro del sistema social y asegu- ra la autonomia (relativa) de su propio desarrollo y, por otro lado, le ayuda a reconocer en un momento dado Ia especificidad de su propia existencia historica, Exactamente es esto lo que Kusmin (1974, pag. 73) denomin6 «légica especifica de cosa especificar ‘posi ent a esttca yl dndmica soils. impide I comprension de que e una sesttara scabs cons eadencie vant de ertrcteranén, de dos estrous de re-xicturacn, de iver oa de las extras (G. Garich, 198 pe. 40) ‘TERCERA PARTE POR UNA GEOGRAFIA CRITICA CAPITULO xIV EN BUSCA DEL PARADIGMA. La mision del hombre de ciencia es arriesgada por definicién. Nin- sin riesgo, sin embargo, es tan grave como el formular una verdad La propia nocién de la defensa itary econémica, una de las doo trinas vigentes en las relaciones internacionales de nuestros dias, leva @ la construceién de las calles, puentes, puestos avanzados, ciudades art ficiales y a considerar el traslado de grandes poblaciones a las areas estratégicas. La produccién del espacio deja de ser una consecuencia estricta de la produccién. El dato politico aparcee como uno de os au- ‘ores del relevo, aunque al finales la economia la que da sus directrices, ya que una vez creado el espacio politico social nuevo, las relaciones ‘del hombre con la naturaleza transformada son, por diltimo, un hecho productivo. Si el espacio pasa a conocer esta forma de totalizacién, gracias @ Ja universalizacién de la produccién, no podemos olvidar, sin ‘embargo, que dicha totalizacion se presenta en unos niveles que van desde ef mas universal al més local LA UNIVERSALIZACION PERVERSA Y LA FUNCION DELA ESTRUCTURA INTERNA El nivel universal nos Io da eso que vamos a denominar la universa- lzacién perversa, ya que no llega 2 todos los actores, ni es utilizada de igual forma por todos los agentes; solamente beneficia a unos pocds, en detrimento del mayor nimero. Seamas més claros: los instrumentes actuales de Ia universlzacion, de lop que decimos que eliminan <1 tiempo y reducen el espacio, haciendo que las personas estén préximat ‘unas a otras, de hecho slo realizan tal milagro para unos evan {Cuantes, de verdad, pueden beneficiarse con les failidades de contac” to creadas a escala mundial por la aviacion o por el telefono? {Cun tos, asimismo, pueden acceder a la difusién de un saber multiplicade niversalizado? Las propias carreteras, que so extienden dentro de cada pats y las propias calles dentro de cada ciudad, solamente son utilizades por algunos. Se puede decir que la utlizaién de ls me ios, denominados universales, de comunicacién esté en rel POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 187 directa con la suma de poder que tenga cada actor: estado, empresa oindi viduo. Se trata, por lo tanto —como decimos—, de una universalizacién erversa, porque bajo el titulo de generzlizacién lo que hace, sobre {odo, es discriminar y aumentar, por um lado la riqueza y el poder de algunos y, de otro, la pobreza y debilidad de la inmensa mayoria LA TOTALIDAD Y LA DIALECTICA DEL ESPACIO La nocién de totalidad, tomada en sf misma, siempre pudo presen- tarse como abstracta y confusa, a menos que la nocién concomitante de su divisi6n estuviese también presente. La perversion de la nocion de la uuniversalidad se acompatia de la posible perversién de la idea de la totalidad, si no adaptamos nuestros aparejos analiticos y si seguimos esclavos de una metodologia dogmatica La naturaleza de esta nueva forma de totalizacién correspondiente a la era de la tecnologia y de las multinacionales exige que el cuadro nacional se fome como una escala viable de dicha totalidad y proporcio. ‘na un lugar concreto al valor de la estructura interna, particular, de cada pais. A través de esta estructura interna conereta los deniominados valores mundiales se expresan al nivel de cada clase social) de cada lugar, de cada ciudadano, que es lo que cuenta Asi, la totalizacion universal, dada por el presente, es decir, por el ‘actual modo de produccién, no se puede levar a cabo (en el sentido de ‘materializacién w objetivacidn) sino es a través de Ia totalizacion que hos ofrece el concepto de formacion econdmica y social. En nuestros ‘as, cuando las naciones sicnten la vocacién de convertirse en estados, 's formacién social se eonfunde con el propio estado-nacién. De hecho, ninguna otra categoria podria ser mas adecuada al estudio del espacio, Porque dicha categoria nos permite que nos apartemos de la realidad concreta Hegel asemejaba la nocién de la realidad a la nocién de la dialécti- Dicha nocién suprime el riesgo de elucubracién metafisica cuando 4a realidad analizada es el espacio. La idea de un espacio dialéctico en ovimiento ha sido, tal vez, expresada més claramente por Spinoza, al tempo que definia las nociones paralelas de natura naturans y natura aturata, concepto que en el decit.de K. Karpik (1967, pig. $3) fue Claborado por la filosofia clasica alemana como una categoria central fue distingue polémicamente la dialéctica de la metatisica. Natura natu- ‘ans es Ja naturaleza tal y como es ahora, es decir, en el tiempo 1; 188 MILTON SANTOS POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 189 ‘natura naturata es la naturaleza tal y como se presenta en el tiempo inmediato, 0 tiempo 2, El concepto natura naturata representa una realidad que no se pue- de concebir en la idea, ni puede realizarse de hecho, sin las condiciones ofrecidas por la otra realidad que el concepto de natura naturans repre- senta. Esta realidad, genéticamente, es la primera, no es inmovil y su destino inexorable ¢s transformarse en natura naturata. En fin, hay siempre una primera naturaleza presta a transformarse en Ia segunda; tuna depende de la otra, porque le naturaleza segunda no se realiza sin las condiciones de la naturaleza primera, y la naturaleza primera esta siempre incompleta y no puede perfeccionarse sin que fa naturaleza segunda se realice. Este es el principio de la dialéctica del espacio, instrumentos de trabajo se fueron haciendo mayores y més complejos ©, igualmente, dejaron de ser apéndices del cuerpo del hombre, que <éste transportaba cada dia con sus manos, y se convirtieron en un apén- dice de la propia naturaleza. Ya se puede hablar de instrumentos de trabajo fijos y, en esta categoria se incluyen, de un lado los medios directos de produccién aplicados a la produccién propiamente dicha —el molino, el granero, las iméquinas, ete— y también los relacions- dos con otros momentos de la produccién, como la circulacién de ios hombres y de los productos —Ios vehiculos, las calles, los puentes. Evidentemente debemos incluir los diferentes sustivutos de la ener- sia humana y de la energia mecénica y, posteriormente, de la energia cinética. Y, en consecuencia de dicha evolucién, hay que considerar todo el instrumental creado y perfeccionado para la transmision de mensajes, ideas y érdenes. El mundo de las cosas creadas se compone de objetos cada vez més voluminosos y més fijos y, asi, el esqueleto del espacio producido por medio del proceso productivo cada dia se vuelve més rigido] De la aza- da a la ciudad hay una gran distancia, tanto cualitativa como cuantitati- va, en la evolucién de Jos instramentos de trabajo. : La tendencia es, por un lado, hacia una creciente importancia de los Tecursos inm6viles, 2 pesar de que los hombres, las ideas y los produc- tos cada vez son més méviles; por otro lado, la tendencia va hacia una ‘specializacién cada vez més intensa del instrumento de trabajo. Al Principio el instrumento era polivalente; hoy esta dotado de una funcio- Nalidad exclusiva, Esta evolucién la presentamos aqui en su aspecto histérico porque, de hecho, no es la misma en todos los paises y ni Siquiera dentro de un mismo pais. A cada pais le corresponde una cons- telacion de recursos creados y una proporcién particular de recursos ‘nméviles, adecuados a un nivel conereto de las fuerzas productivas y de las relaciones de produccién. Pero Ia distribucidn cuantitativa y cualitativa de estos assets varia en cada pais y constituye uno de los componentes de las diferenciaciones Cspaciales: lo que se acostumbra @ denominar las desigualdades rego- rales, EL que los instrumentos de trabajo aumentaran de volumen, se hi- Ver B. Keyser, «Les Division de 'Expace Géogrphique, en Annales d Geographic, 1%, nice fos que sentaron fos fondamentos def asipia:Haloré J. Mactiner, The Round Wem ‘ad the Wining of Peace: Karl Heuholes. Ceopaliiea, Fondo de Cultura Boom, MESK®. 1944; Jean Gottmann, La Pogue der Eta o lar Ghogophis, A Colin, 1982 Dentro dos lio, fer tambien los wataos de F Rael yE, Ress 200 MILTON saNros su importancia, su direccién e, incluso, su naturaleza. Esto significa que la reorganizacién de un sub-espacio bajo Ia influencia de las fuerzas externas siempre depende del papel que el Estado desempefia, Por otro lado, 2 nivel individual, las nuevas condiciones de la eco- nomia crearon nuevas necesidades para el hombre. Son necesidades de todos los tipos, desde las econdmicas hasta las necesidades espirituales: Jas soluciones son, en su mayoria, inaccesibles a los individuos debido al desmesurado tamaito tecnolégico de los instrumentos y por la desi- gualdad de posibilidades que la propia modernizacién agrava, Sin hablar de la complejidad ereciente de la vida social y de la. ano- 1mfa caracteristica de la vida en las ciudades, todo esto da al Estado un papel cada vez més importante, llamando al poder piblico a entrome- terse cada vez més en diversos campos, sea para intentar establecer 0 re-establecer el denominado ‘equilibrio social, sea para ofrecer a los ciudadanos una respuesta a las exigencies més apremiantes de la vida cotidiana, como la salud, la educacién, los transportes, el trabajo, el ocio, ete. ‘La seleccién que el poder hace para satisfacer las necesidades colec- tivas constituye un elemento de reorganizacién espacial; es decir, cada opcién Ilevada a cabo por el Estado en materia de inversiones, aunque sean improductivas, attibuye a un determinado lugar una ganancia que modifica de inmediato los datos de la organizacién del espacio. Asi, si ‘tomamos los problemas desde el punto de vista de las relaciones inter- nacionales 0 si tenemos en cuenta los problemas de la vida cotidiana del ciudadano més modesto, el Estado aparece como un factor por ex: celencia de la claboracién del espacio y debe, por lo tanto, considerarse como el elemento fundamental de su estudio, incluso aunque la accion del Estado, en tanto a la reformulacin del espacio, esté marcada por contingencias y por limitaciones. La accién del Estado es contingente, porque lo cotidiano de ta vida internacional, que los pafses dominados no controlan, los coloca en Ia obligacién de adaptarse muchas veces inmediatamente. Esta contingen- cia implica que la accién del Estado sobre cada sub-espacio en cuestién Pueda asimilarse con frecuencia a las intervenciones de tipo coyuntural Con respecto a lo que se dice sobre las relaciones entre los grupos ‘humanos y el Estado, es mucho més que unas acciones dependientes, porque toda la fuerza del poder no basta para no tener en cuenta las stugosidades» que definen a cada pedazo del territorio; en efecto, si cada pedazo del tertitorio esté definido por una historia, por una dispo- sicién especifica de los hombres, del equipamiento y de las actividades, | POR UNA GEOGRAFLA NUEVA 2 ninguna accién externa y ninguna accién del Estado puede ser indife- rente a dichas rugosidades. Ast la acci6n del Estado o la que el Estado transmite puede estudiarse segiin dos hipdtesis: : 2) Esa accién crea directamente nuevas rugosidades 0 contribuye a reforzar los caracteres de rugosidad ya existentes, aunque esto implique tun cambio en la naturaleza 5) O Ia accién del Estado se hace en parte sobre la variacién de ciertos flujos y se crean nuevas rugosidades, de forma indirecta y @ posterior. De todo esto se hace evidente que, aunque el Estado sea el factor mero uno para todo lo que concieme al espacio, hasta en sus meno- res sub-divisiones, existen desarrotlos que momentineamente escapan a 5u poder (si se considera la cucstién desde el dngulo estadistico); lo que se debe al hecho de que un grupo de variables y un pedazo de territorio sean susceptibles de interactuar de forma moitiple, dependiendo de Ia scala respectiva. Seria util reconocer en el nivel de cada escala el factor dominante. La escala del pals es sin duda el Estado, por su naturaleza, su concep- cién, su organizaci6n, su funcionamiento, ete... ,Pero en una escala menor? ;Habria que tener en cuenta los sub-espacios en los que se ‘ofrece una respuesta 2 las necesidades elementales de los hbmbres, las ‘empresas y las administraciones localmente? i Habria que examinar el resultado de Ia accién realizada por el Esta- do en un sub-espacio, como consecuencia de Ia existencia de las fuerzas internas que en este sub-espacio impone una cierta orientacién a la actividad del poder. Dentro de estas fuerzas citaremos la poblacién to- mada como un todo, la importancia de la poblacién concentrada, el grado de urbanizacién, el nivel de industralizacién, el nivel de consu- mo, el nivel cultural, etc... El andlisis no seria completo si no contasemos con la posibilidad de separar lo que depende de la voluntad del Estado, es decir, lo que constituye una accién consciente del equipo en el poder y lo que no depende de dicha voluntad, es decir, todo lo que se puede hacer fuera de él. Por tanto, hay que analizar esta accién en detalle para averiguar si las realizaciones aparentemente extrafias a una accién del poder son indiferentes 0 no a las comtingencias de orden econémico y politico. 202 MILTON SANTOS LA ACCION DEL ESTADO SOBRE LOS SUB-ESPACIOS Existen tres tipos principales de accién del Estado: 1.__En primer luger, interviene por medio de la satisfaccién de las necesidades locales cuya respuesta se debe a los niveles diferentes de calidad y cantidad, es decir, con un volumen 0 una expresién que no siempre se corresponde a la escala local. 2. La accidn del Estado puede satisfacer las necesidades de tipo regional, con una respuesta dada en un punto preciso de dicho espacio regional 3. Por Gitmo, existen necesidades nacionales cuya satisfaccion in- terfiere con la organizacién del espacio local, como las carreteras, los impuestos, las exenciones fiscales, la politica aduanera o la politica co- mercial, los proteccionismos, etc Los diversos sub-espacios estén afectados por influencias de orden local, regional, nacional ¢ incluso, internacional. Aquf consideramos las influencias locales 2 nivel de las unidades agricolas y urbanas, de las caracteristicas de Ia poblacién, de las carac- ‘erstieas de os modelos de localizacién de les actividades y de los hom- . Los estimulos regionales dependen de la competitividad econémica de las actividades o competitividad vertical, nos referimos a actividades de] mismo género o de géneros diferentes debido a la evolucién de las actividades existentes 0 por la creacién de otras nuevas. Puede ocurrir que este tipo de estimulantes ejerza también una competitividad espa- cial y horizontal, porque cada actividad presenta una escala espacial La alteracién reciproca de la importancia de las actividades constitaye para algunas una condicin para el éxito, para otras un requisito para su permanencia, e incluso para otras la razén de su fracaso 0 desapari ci6n. La consecuencia es el cambio del modelo de localizacién de las actividades y de los hombres, En cuanto a los estimulos nacionales, son muy numerosos pero s€ puede colocar en cl primer lugar las demandas 0 necesidades de una zona industrial © urbana, asi como los movimientos de la economia como la inflacién 0 deflaci6n, cuya repereusiOn puede ser benética © fatal para un sub-espacio. Entre los estimulos internacionales, se puede enumerar la demand. en la cantidad y calidad, en los precios y en los tipos de producto (bru- to, semibruto, acabado; mineral, agricola, manufacturado), los cambios POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 203 en la tecnologia, asi como los cambios de precio y de la demanda mun- ial, los cambios de las estructuras de consumo. ‘Vemos, pues, que en las condiciones actuales de los paises subdesa- rrollados capitalistas, los estimulos internacionales junto con los es smulos locales parecen presentarse con el mas alto grado de autonomia en la influencia que ejercen sobre 1a evolucién de los sub-espacios, mientras que el Estado tendrfa una funcién de intermediatio, que es fundamental. Si fenémenos como las medidas contra la inflacién o la deflacién nos dan Ia impresién de que el Estado genera variables independientes cn la transformacion de los sub-espacios, no hay que olvidar que dichos fenémenos son una consecuencia mas de las vsisitudes que las regiones modernizadas ejercen sobre el interior del pais. En este caso, se puede asimilar la importancia de los estimulos internacionales a los estimulos oriundos en las regionales industrializadas del propio pais, con Ia tinica diferencia de que el fendmeno de las fronteras no parece interferir. En todo caso, existirfa una dialéctica entre el dato local y el dato extra local ‘Ademés, si el dato internacional se impone a veces sobre los demés ‘en el mundo actual (Jo que no ocurria con tanta intensidad en los perfo- dos precedentes), el Estado ejerce un papel cada vez mas importante. De esto se deduce Ia importancia que tienen las disputas qée se produ- ‘cen entre las grandes potencias para controlar el aparato politico de los Estados periféricos. En otras palabras, la accién extralocal procura im- ponerse a los sub-espacios en funcién de sus propias caracterfsticas: por tun lado, et Estado se adapta a los imperativos de los emisores y, por ‘otto, de los receptores de finjos, los sub-espacios y lo que los forman: Ja poblacién, las empresas, las instituciones. La dependencia, hist6rica y actual, de los sub-espacios en relacién a una demanda internacional, les caracteriza con una especie de autonomia limitada y ejercida apa- rentemente con-més fuerza hacia el Estado que hacia el extranjero, El Estado permanece como la tinica organizacién capaz de oponerse a es u otra forma de puesta en marcha de las fuerzas externas. EL ESTADO Y LAS TRANSFORMACIONES ESPACIALES El papel del Estado, en lo que se refiere a la organizacién del espa- cio, depende de las atribuciones que esta organizaci6a politica pueda reservarse para si 208 MILTON SANTOS Un Estado «primitive» 0 una organizacién politica elemental preo- ccupada por la distribucién de la tierra entre los agricultores dispone de un poder de decision que s6lo en escasos casos sobrepasa los datos de tuna organizaci6n local del espacio. Las implicaciones regionales que asf surgen dependen esencialmente del nivel de la economfa regional, es decir, no sélo del espacio relativo aia organizacion politica en cuestién, sino también de los espacios vecinos de los que estén articulados a él El Estado tiene entonces que constituir unas funciones més complejas para ser capaz de dirigir relaciones a un nivel mas elevado. La cuestién consistiria en saber a partir de qué nivel el Estado ya no se confunde con un sub-espacio, y asume una eseala de decisiones que interesan a una extensin més vasta, es decir, el nivel a partir del cual el Estado, por su accién o por su simple presencia, preside una red més extensa de relaciones. 1 aleance de la accién de la organizacién politica se limitase a un sub-espacio, no tendrfa forma de repercutir sobre otros espacios los ‘efectos de los impactos recibidos. Si se adopta la hipétesis segin la cual el Espacio-Estado constituye el nivel superior de la estructura o el siste- ‘ma que incluye otros sistemas o subsisiemas, parece dificil admitir que sea al mismo tiempo el nivel superior y el nivel inferior de la construc- ci6n. Pero esta hipotesis es imposible en el Estado moderno, y todos los Estados de la actualidad son modernos, gracias al hecho de que rningtin pais escapa a las necesidades de modernizacién, imperativa en cl sistema histrico actual. Asf, todas las actividades que el Estado tiene que realizar, sobre todo las referentes a la economia internacional, son actividades marca- das por la contingencia, es decir, existe una fluide2 permanente en la accion del Estado, obligado a adaptarse todos los dias a las nuevas condiciones de la vida internacional. Esta contingencia de la accién del Estado repercute sobre el espacio y sobre su reformulacién, La accion del Estado esta matcada por la necesidad de tener en cuenta a la vez Jos datos estructurales y los datos coyunturales. Sin embargo, la coyuntura es algo del propio pais considerado como un todo, como la coyuntura regional o la mundial. Pero las repercusiones Ge la accién del Estado sobre la reformulacion del espacio interno estén ‘marcadas tanto por el carécter contingente de su intervencién, como por las propias rugosidades del espacio. Por esto, al analizar la accidn del Estado bajo el punto de vista de los sub-espacios, hay que considerar la necesidad de distinguir o sep2- Tar aquello que crea directamente nuevas rugosidades. Bl Estado puede POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 205 creatlas 0 contribuir a reforzar el cardcter de las ya existentes aunque esto implique un cambio en la naturaleza de las rugosidades en cues- ti6n. Por ejemplo, cuando el Estado decide instalar un hospital, una escuela, una central eléctrca, o una ciudad industrial, esta creando una nueva Fugosidad o ayudando a afirmar otra ya existente. El comporta-*- miento del espacio depende tanto de las acciones pasadas como de las acciones actuales. i Aunque se considere que el Estado es el factor nimero uno, existen variables cuya evolucién se le escapan momenténeamente. La explica- cin de los modelos de funcionamiento de estas variables se debe al hecho de que un grupo de variables y un pedazo de territorio son sus- ceptibles de modificarse de forma diferente, segin la escala de Ja ac- cién respectiva. En este aso, parece importante reconocer cual es el factor dominante, por un lado, en la escala de un pais: la organizacién del Estado, el concepto de Estado, el funcionamiento del Estado; y ‘otro, la menor de todas las escalas, es decir, la escala del soporte espa cial necesario para que una actividad se realice en una situacién dada. Existe pues, siempre, una dialéctica entre el macro-espacio, e! Esta- do y el micro-espacio, es decir, las colectividades de dimensiones meno- res, y esta dialéctica ¢s un tema obligatorio en nuestro an8lisis. ‘Al ser un instrumento directo o indirecto en la realizacign local de las fuerzas externas, el Estado también tiene que adaptarse a las exi- gencias que nacen de sus propias relaciones internas. EL ESPACIO Y EL TERRITORIO Un Estado-Nacién est esencialmente formado por tres elementos: 1, el territorio; 2, el pueblo; 3, la soberanfa. La utilizacién del territorio por parte del puebio crea el espacio. Las relaciones entre el pueblo y su espacio y las relaciones entre los diversos territorios nacionales estén reguladas por Ia funciGn de la soberanfa El territorio es inmutable en sus limites, una linea trazada por mu- tuo acuerdo 0 por la fuerza. Este territorio no tiene forzosamente Ie misma extensi6n a través de la historia, Pero en un momento dado, representa un dato fijo. Se llama espacio una vez que se enfrenta a la ‘sucesién hist6rica de las situaciones de ocupacién efectiva por un pue- blo —incluida fa situacién actual— como resultado de la accién de un pueblo, del trabajo de un pueblo, trabajo realizado segin las reglas basadas en el modo de produccién adoptado y que el poder soberano 206 MILTON saNTos convierte en seguida en coercitivas. El uso de dicho poder determina, ‘por ultimo, el tipo de relaciones entre las clases sociales y las formas de ‘ocupacién del territorio. Aqui recogemos el argumento desarrollado con anterioridad. La acciGn de las sociedades territoriales esté condicionada en el in- terior de un territorio dado por: a) el modo de produccién dominante cen la escala del sistema internacional, cualesquiera que sean las combi- naciones concretas; b) el sistema politico, responsable de tas formas especificas de impacto del modo de produccién; c) pero también por los impactos de los modos de produccién precedentes y de los momentos anteriores del modo de produccién actual. CAPITULO Xv LAS NOCIONES DE TOTALIDAD, DE FORMACION SOCIAL, 'Y DE RENOVACION DE LA GEOGRAFIA ‘Se considera que algunas categorias de anélisis son permanentes mientras que otras tienen una duracién més menos larga. Para cual- quiera de ellas, sin embargo, hay momentos hist6ricos en los que una conjuncién de circunstancias hace de su utilizacién algo més adecuado. En cuanto a las Formaciones Socio-Econdmicas, se puede imaginar ‘que esta categoria estaré mejor utilizada cuando los paises estén dota- dos de autonomia interna y externa. La verdad, sin embargo, es dife- rente, Cuando, en nuestro tiempo, los procesos propiamente «internos» de la produccién se externalizan y la produccién «exterior» se internali- za, tenemos un agravamiento de las dependencies, y al mismo tiempo, Jas estructuras socio-econémicas nacionales se hacen mucho més indi- Viduaiizadas, y totalmente diferentes unas de otras. ‘Ya se ha dicho que igual que la creacién de las colonies fue una necesidad de finales del siglo XIX, ef Estado se convirtié, de modo ge- neral, una necesided actual del sistema capitalist, La existencia de un Estado atribuye a la Formacién Social un marco juridico, politico, fi cal, financiero, econémico y social definido, lo que como consecuencia tiene el hecho de que la estructura econdmica y social propia de cada pais se convierte en un dato atin més concreto, a través de sus propias transformaciones operadas bajo el impulso de innumerables factores internos y externos. Las multinacionales pusieron fin a una verdadera mundializacién del mundo. Al mismo tiempo se reforzé la idea y la realidad de una ‘Totalidad Mayor, pero una totalidad sin «leyes», a no ser la ley del mas 208 MILTON santos fuerte. El mundo mundializado esta bajo nuestros ojos, como un he- ccho, aunque enmascarado por las propias condiciones que le engendra. ron: cuando la economia se basa en la insensatez, el orden social ape. nas se mantiene porque la ideologia se entromete; y el orden politico se ve obligado 2 confundirse con las demés instancias de la vida, y asi hasta el infinito. El mundo «mundial» se presenta ante sus observado- ‘es, ue son ademés sus personajes, como algo incompletamente com- al menos para los individuos més de consti- tuyen la mayoria, Ceres El Estado, sin embargo, por muy internacionalizado que en la ac- tualidad tenga que ser, aparece ante nosotros como algo més fungible, como un cuadro real, capaz de permitir que se capten y distingan ias dcterminaciones que lo definen, desde su origen hasta el punto de le- gada. Dominado por un modo de produccién, e! mundo crea los objetos siguiendo un cierto orden hisi6rico, una historia que envuelve @ la tota- lidad de tos paises. Por medio de la Formacién Social se crea y recrea, en permanencia, un orden espacial de los objetos que es paralelo ai orden econémico, al orden social, al orden politico, y todos estos érde- ‘nes dando un valor propio, particular, a las cosas, a fos hombres y a las acciones que provienen de éstos. Por eso, la Formacién Social const- ‘uye un instrumento legitimo para la explicacién de ta sociedad y del espacio respective. LA TOTALIDAD Y EL ESPACIO La nocién de totalidad gana ahora una nueva importancia, y apare- «incluso como wna imposicién del momento actual vvido por la fisto- ia del sistema capitalista. Lo que es iténico ya que la nociGn asf revalo- rizada va a permitir una toma de conciencia que no se encontraba en los planes del sistema, Como se puede explicar, sin la nocién de la totalidad, por ejemplo, que ciertos Estados sean més ricos diariamente y que otros sean cada ‘vez mas pobres? ,Cémo explicar, asimismo, que a pesar de los indices Ge crecimiento econémico positivos e incluso en ciertos casos reconfor* tantes, el volumen de personas pobres esta siempre aumentando? Como, ademas, explicar que en los pafses ricos, donde la plusvalia de le ‘Superexplotacién termina en todas partes, el nmero de individuos sin empleo y de pobres erece sin parar? Tal realidad la exhiben, todos los POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 209 dias, las estadisticas sobre la produccién y el comercio, la muestran las discusiones a todos los niveles y los medios de difusién més diversos. ‘Sin embargo, para que realmente se la vea, dicha realidad ha de ser considerada una totalidad, en la que se produzca una interdependencia entre todes las partes. La nocién de la totalidad, que evidencian les, ‘condiciones actuales de Ia evolucién capitalista, ya no permite que se ‘pegue un esparadrapo monstnuoso sobre el cuadro de desigualdades, ni sobre las contradicciones generadas por el propio sistema Todos is aspectos de la vida social son importantes, y ninguno de ellos, por s° solo, prima sobre los demés. Esto es una garantia sobre la epistemologia dogmética ¢ inmévil que no tomaria en consideracién una totali¢=d y sus movimientos. Esto también nos prohibe considerar a.cada elemento de le «sociedad total» como si guardase el mismo signi- ficado a lo -2rgo del tiempo. Debemos considerarios como lo que son, es decir, varables, cuyo valor, en cada momento, lo da la nueva totali- dad cread2 Dor el movimiento de la totalidad social pre-existente y su transform2c5n; la nocién de tiempo empirico, es decir, el tiempo de la historia rea. de los seres concretos: hombres, cosas, acciones. Todo exo explica la razén de que el estudio de las Fofmaciones Econémicas ¥ Sociales constituya el mejor punto de partida para dicho enfoque, vz que al ser, como son, una categoria tedrica, jas FES. solamente =risten gracias a dos aspectos coneretos que permiten tener en cuenta !2 especificidad de cada sociedad (su evolucién particular, la situacién 2c~uel, les relaciones internas y externas) tomada como una realidad hist-sricamente determinada, con una base territorial. La utilizssci6n de esta categoria presenta miltiples intereses: no nos deja caer ex ios enfoques «especialistas», nos ayuda a huir de las posi- ciones mezcrcilégicas que fragmentan la realidad, y asf llevan a un and- del eszicio siguiendo una problematica que privilegia a la totalidad os de acuerdo totalmente con Alejandro Rofman (1974, ido sefiala que «... para interpretar el comportamiento del -ce=zonémico se necesita comprender previamente ef compor- tamiento d= :& sociedad global de Ia que se nutre». Esta posicién esté muy lejos c= confundirse con la tesis dualista que ve una sociedad ac tuando sobrz £1 espacio como si fuera independiente de él; y viceversa. Por las misrzies razones, debemos rechazar toda interpretacién fetichis- 4a, que atr2va a las formas un valor propio. Como J. L. Coraggio 1977) escribiera, no estamos interesados en las configu- Faciones escaciales por si mismas «sino en el hecho de que expresen relaciones scrciales y sean una condicién para que puedan ejercerse las 210 MILTON SANTOS relaciones entre los agentes de una formacién econémica y social», Este Conjunto de premisas ayuda a entrevet todo el problema del espacio onsen conjunto de recursos —tal vez sca més adecuada la palabra inglesa assets fjos y movies y, al mismo tiempo, como una instancia social ‘Este andlisis solamente tendrd sentido. segtin Henri Lefebvre (1974, pig. 345) «con la re-entronizacién dela economia politica como conoet erento de la actividad productora. No se trata sélo de una economia de tas cosas en el espacio. Una economia politica del espacio de su produc- cin deberia ocupar el lugar de esta ciencia caida en desuso», H, Left sre alude a la econom{a politica, cuyo discurso parece haberse agotado. Pero esta idea también se aplica 2 la geografia, cuando ésta se niega @ estudiar lo real, a considerar a la sociedad en su totalidad y no en el Srovimiento histérico, Afadamos que la evolucién reciente de nuestra “isciplina ha aumentado el desréditoatrbuido @ una denominacion ya desbordada : . Simiand, soci6logo de ia escuela de Augusto Comte’, haba ert cado muy vivamente a los gedgrafos. por el hecho de que «solamente ‘Contribuyen eon estudios monograficos en los que la interdependencia Ge ias cosas y su dependencia en relacidn con todo ha desaparecido» Lo cierto es que dicho reproche. enunciado hace dos generaciones, si- ‘gue siendo valido. ‘No se trata de estudiar el todo por el todo, ya que el riesgo de la tautologia estarfa siempre presente. y sin duda se trataria a algunos aspectos de forma privilegiada. No otstane, seria un grave error cons evar a la renta de la tierra, o la forma que tome la plusvalis, 0 1e expresign geogréfica de la lucha de las eases, 0 el papel ideol6gico de Ie arquitectura y del urbanismo. etc...como si cada una de estas catcEe- ras no se presentase como Jo que de hecho es. es decir, un momento, tina wtegidnm, de la realidad total, una estructura subordinada y auté- oma a mismo tiempo, auténoma por cl hecho de estar dotada de ‘eterminaciones que le son propias. Ya que una cosa total, como apa- reoe escrito en [deologia Alemana (1976. pig. 38) «puede ensefarse tanto fen su totalidad como en Ia accién reciproca de sus diversos aspectosr- 7a mot parece en M. Soe (1657. pag.) Ee misao geégraf eels con respect ss con sD eos et hs svent de un deseuarzamen POR UNA GEOGRAFIA NUEVA a LA FORMACION SOCIAL Y EL ESPACIO Para evitar el error de método que levaria a percibir erréneamente Ja realidad, hay que encontrar el correctivo en el enfoque que retne las nociones del espacio humano de la formacién social. Este tema lo he- ‘mos desarrollado en un trabajo reciente (Santos, 1977). "Estamos haciendo geografia? Lo mismo que Henri Lefebvre, hemos hablado, hace tiempo, de espaciologia. Muchos sin embargo, prefieren conservar Ia vieja denominacién lo que se comprende sin Sificultad. La discusidn simplemente oral no llevarfa muy lejos. Lo im- pportante, sobre todo, es ser consciente de que se trata de otra cosa muy diferente?, ‘Lo que proponemos como objeto de esta geogratia renovada ¢s el estudio de las sociedades humanas en su tarea de reconstruccién per~ manente del espacio heredado de las generaciones precedentes, @ tra- vvés de las diversas instancias de la produccién. Esta geografia renovada (zla espaciologia?) se ocuparfa del espacio bumano transformado por el movimiento paralelo ¢ interdependiente de una historia hecha en niveles diferentes —internacional, nacional, local. Las nociones de la totalidad y de la estructura, Jo-universal y 10 particular, se deberian unificar en un mismo movimiento conjunto en el {gue la sociedad se reconoceria en su diélogo con la natufaleza transfor- mada, no s6lo como agente transformador sino también como uno de ‘sus resultados. Una vez més, se exorcizarfa toda tentacion dualista ‘Sin embargo, un concepto claramente totalizante como el de la for~ ‘macién socio-espacial parece el més adecuado a una tarea de esta na- turaleza. La formulaci6n de este concepto ya esta detallada en nuestro estudio anteriormente mencionado’. ‘Lo que para nosotros es el principal problema existente en Ja geo- grafia humana» eseribe Nicole Mathieu (1974, pég. 71) ees la identifica- Gin y designacién de Ins formaciones sociales nacidas del desarrollo esigual de las fuerzas productivas y de las transformaciones en las rela- > tied el nombre expilclogn (1874), ¥ después me di cuenta de que estaba en buat compatia, ede H.Letabrie (105, atin capil). Fata soto fence eapeciologia 0 ‘pecans (pie 287 consi Is ence de uo, si quisisems conceila deforma que Iporade tres no oe como ahors ane psn para el hombre y sas wopi> Ta expreionformacin espacial la ull Nicole Mathien (1978, pig #8) para Kent, sega parece, as egones Romopenest, de acerdo con las formas de Iersaconescudad-campo 5 ln orgnizacin del espcie correspondiente 22 MILTON SANTOS ciones sociales». La ciencia geogrifica asi revivificada serfa la disciplina de las formaciones socio-espaciales. También se podria habler exclusi- vamente de formaciones sociales, ya que éstas no se realizan fuera del espacio. Dicho estudio se asimilarta ala historia de la producciGn y ala historia del espacio humano en sdlo una historia, la de le sociedad global Lacspaciologta seria asi una cuasi-historia, es decir, algo que, segéin dice Benedetto Croce (1968, pg. 85) debe pertenecer a la categoria de las ciencias mete-historicas «una clasificacién de cosas diferentes por ef espacio (Ia cursiva es mfa) a la que se llama meta-historia». UNA NOCION DE FORMACION SOCIAL Pero la idea de Ia Formacién Social no debe confundirse con la nocién de la sociedad global, tantas veces utilizada. Permite ademés, ir iis lejos de la nocién de la estructura social, aunque es tan cercana. No hay que confundir las nociones de la sociedad global y de la formacién econémica y social. Para Jean Bancal (1974, pég. 224) las dos categorias serian intercambiables, por el hecho de que «un sistema socio-econdmico se refiere, ante todo, @ una sociedad global. Esta no €s otra cosa que un conjunto econémico en situacién y acto, una totali- dad social coherente en su existencia, tensa en sus movimientos, animada por agentes y grupos Acompafiando el pensamiento de Jacques Berque (1970, pig. 152) para quién como todo lo que es vida «la realidad social esté dividide en partes, esté jerarquizada», J. Bancal sugiere la existencia de una realizacién efectiva de la socieded, que es su modo de vida, de un régi- men pragmético, que es la préctica de vida, de un modelo te6rico, que es la regla de vida, y de un movimiento propio, que es el dinamismo social», Pero el empleo comin de la expresion «sociedad global» esté lejos de presentar una similaridad con la definicién de formacién social. El concepto dominante, dice Maurice Godelier (1974, pég. 32) se in {ita Sti soba suns macro-unided clea, completamente strom y ere men {© esructuradsy oganizada, Ex us macrogrupo ftal de inion oe se manifiena —intersamente bors preponderancia de hecho ys vbetans de derecho save los egetes os gru ue I ‘pploban y exeriormeate por su sepracién de hecho y vu ependenca de derecho ere ion a las dems socdades globules quel rodean(). Banal, 1978 pig, 220, POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 23 truye en cl modelo de Talcott Parsons, para quien la sociedad se ve ‘como un sistema global que articula los subsistemas econémico, politi- 0, religioso, ete.. cada uno con una funcidn especializada. La nocién de totalidad esté excluida y la idea de una formacién social que tenga tuna estructura interna y relaciones externas igualmente se niega, Se trata, por lo tanto, de una filiacion a las ideas de Spencer. Una frase de V. Gerratama (1973, pag. 62) nos permite evitar una discusién més profunda: «el sistema social es una forma cualquiera de la sociedad, la formacién social es una sociedad muy precisa». Una sociedad sdlo puede analizarse sin ambigtiedad si se define en funcién de sus sucesivas determinaciones histéricas. Solamente asi podremos aleanzar el conocimiento de su especifcidad y distinguir sus cualidades esenciales de las de otras sociedades. Una sociedad cuya definicién emana de sus determinaciones historicas succsivas estaré en condi nes de permitir el estudio tedrico con estudios utlizables. Con una defi- niciOn obtenida a partir de esta perspectiva, la «sociedad» no llega a ser tun término cientifico dice Pierre-Phillipe Rey (1973, pag. 165): «una sociedad esté designada por el dedo que la apunta o por el nombre que se le da; pero su definicién es imposible si el niimero de criterios para 0 de una formacién social «africana». Sin duda alguna, es dil dar toda la consideracién a los aspectos similares existentes entre los paises de un mismo continente. Pero es negativo negar el papel especifico de Ia acumulacién histérica y del presente en la formacién de las caracteristicas individuales de cada pi au MILTON SANTOS ILA FORMACION SOCIAL ¥ LA REALIDAD NACIONAL, Una clara distincién entre la nocién del modo de produccién y Ia de la formacién social es asimismo indispensable. En cuanto a la primera, ¢s responsable del valor de las formas de toda la especie, incluidas las formas geogréficas, en su sucesién temporal: este aspecto de la inter- pretacién de la realidad le cabe. La nocidn de la formacion social nos ofrece la posibilided de intenpretar la acumulacién y la superposicién de las formas, el paisaje geogréfico inclusive, En nuestro articulo de 197 Gesicamos una parte importante a esta dscusién que nos parece funda- ment La categoria de la Formacin Econémica y Social es de esta forma ‘muy dil al estudio de una realidad nacional por el hecho de que no se aplica a la Sociedad considerada en un sentido general, sino a una so- ciedad precisa, cuya especificidad y particularidad se deben realzar para gue el estudio concreto de sus realidades autorice después tna accién igualmente concreta En los dfas actuales, el dato politico se vuelve extremadamente rele- vante para las relaciones internacionales. En un estudio ejemplar, A. Abdel Malek (1977) se interesa particularmente por el andlisis de la dialéctica del imperialismo y sus implicaciones geopoliticas. Dentro de esta dptica, también mostré que incide en los movimientos nacionales, hoy tan frecuentes. La importancia de las acciones politicas sobre la evolucién espacial es creciente. En un estudio de sintesis, Sonia Barrios (1977) nos muestra la importancia del comportamiento del Estado en la re-elaboracién espacial. Ei Estado se convierte en un gran creador de infra-estructuras, pero también de actividades y empleos cuya localiza- cidn no esté obligatoriamente subordinada a la ley del mercado. LA FORMACION SOCIAL ¥ LA RENOVACION DE LA GEOGRAFIA Por todo esto, no nos es dificil percibir lz importancia de la nocién de la Formaci6n Social para la direccién y desarrollo de los estudios eograficos * 2 Sobre ls formaciones sci ya apeacin de ie ctegoi os esi ifndef ators 3 oe etoioegogréins ee M.Suotos, Soc et Space la Fomation sel comme Tata et comme Meter, patito Caties Internationa de Sociol, Pars. 197, en portage en les Pada de Geogr POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 21s Antes deberiamos preguntarnos si su ausencia cuasi generalizada del elenco de los instrumentos de la interpretacién espacial no es una de las razones que explican el atraso que tiene la teoria geogréfica y su incapacidad para constituirse sobre bases al mismo tiempo més concre- tas y epistemoldgicamente més coherentes. Las nociones del modo de produccién y de la formacién social —pero sobre todo esta sltima— no fueron exploradas adecuadamente por los estudiosos del espacio hu mano. Llegamos incluso a pensar y ya lo escribimos (Santos, 1977), que los seguidores de Marx® fueron victimas de un grave error, cuando desa- rrollaron esta importante categoria del anélisis social sin tener en cuen: ta el espacio, Afirmamos que se trata més de una categoria de Forma- cién Socio Econémica y Espacial, pues no habria habido jemés Forma- ci6n Social de forma independiente sin el espacio. La sociedad no seria objetiva sin las formas geogrificas. Por otro lado, los objetos que cons- tituyen un paisaje orientan, después, Ia evolucién de la propia so- ciedad, hecho que no ha sido estudiado lo suficiente ni de forma siste- mitica El estudio hist6rico de la formacién det espacio a partir de la llega- da del modo de produccién capitalista sentaria las bases parg la genera- lizacién indicada antes y el estudio de las formaciones ecpnémicas y sociales constituye el mejor aliciente para un enfoque de esta naturale~ za, ya que siendo una categoria tesrica, las formaciones sociales no existen sino por sus aspectos concretos, entre los que estin los modos de produccién concretos que la constituyen y que posibilitan Hegar a comprender Ia especificidad de cada sociedad (su evolucién propia, sus relaciones externas ¢ internas, combinacién de las condiciones tecnold- gicas, del capital y del trabajo), como una realidad histéricamente de- terminada con una base territorial No se pueden estudiar las formaciones socilles sin que se tengan en ‘a, 1977, wim. St, en espaol en Cuademor Venezolanes de Plafecin, 1978, y ia Revie “Latin Aimerizana de Economia, Mésico 177, en ngs et revista Antipode, vol. 8, 1, febrero de 1971 Ene mimora de larva Anipode, edits pox M. Santos y R.Peet ess, por Io ‘denis, etaeenteconagrado alas relaiones entre ls formacones socials y la organizacon Jl ‘capaci («Socio-Economic Formation and Spatial Organization) 2 aida de a Formacn sal viene de Mart Fue perleccionad por Leni cuando buse- ‘been maroo antic para estuda a realidad rsh eomlnaos desig. exo la noi, aunque ry rea, 0 tov progresoe apresabes El periods slit, el cenrabsmo de los partidos com tists y In goers fm impednan que ix alors prosiglse. La mova toma de fs estos de ‘te géner, ano teérios como empiri, cauateene, Ee Ita, en Frenc yl Estados ‘Unido, af come en Africa el debate fue eld sehen cosegui grandes progres. 216 MILTON saNTOs ‘cuenta los dos conjuntos de relaciones definidos, hace tiempo, por Le- hin: las relaciones horizontales y las relaciones verticales. Las relacio- nes horizontales nos dan la estructura interna de la sociedad, las rela. ciones verticales nos indican las relaciones de una sociedad con las de- ‘mis sociedades. En el andliss final, estos dos conjuntos de relaciones son interdependientes y cada vez que tenemos en cuenta dicho dato nos vemos obligados a admitir que la evolucién de un pais interesa no tanto a él mismo como a los demés’. el grado de interdependencia lo da el nivel y la naturaleza de las relaciones que tienen. El estudio de Alejandro Rofman y Romero (1977) es una explica- cin ejemplar de la categoria de le formacién social al caso concreto de una zona deprimida en un pats subdesarrollado. Este trabajo sirve ‘como ejemplo por el hecho de utilizar correctamente las categorias anali ‘cas, pero sobre todo porque, a partir de una base empirica bien elabo- ada, hace que la propia teoria progrese. Constituye un ejemplo muy rico del significado de lo particular dentro de lo general. Al mismo tiempo revela, a partir de una situaciOn conereta, que la multiplicidad de situaciones no es contraria a la unidad de la historia En otro estudio reciente, realizado por G. Coutsinas y C. Paix (1977), se muestra otro enfoque, que permite relacionar los aspectos fundamentales del modo de produccisn y la realidad de los paises sub. desarrollados. Con una nocién sintética como la del comercio interna. ional, tras una paciente elaboraciGn de unos datos laboriosamente reu- nidos, estos autores egaron a identificar verdaderas familias de paises, ealzando sus caracteristicas esenciales Si la geografia 0, para ser algo menos provincial, las ciencias del espacio desean interpretar el espacio humano como el hecho hist6rico ‘que, ante todo, es, solamente la historia de la sociedad mundial y Ia historia de la sociedad local pueden servir de base para comprender la realidad espacial y los esfuerzos para transformarla, puestos al servicio del hombre. La historia no se escribe fuera del espacio y el propio espacio aun siendo social, no existe una sociedad a-espacial Por esta raz6n, insistimos en que la nocién de la formacién social ‘como categoria de la realidad y como categoria analitica parece cons 7 bein habia insstido par qu te conoiese Ia incidence histrica global de ta formcia ‘xonbmieay social. A Gales el ipo 2, Labo intents redefine esta ctegta del ten. ‘mo strc, para mostrar i equivocarién de fos ela consideren sana interpreta consams 8g Nora, ya que se tat ade ura coneepign stead ls cconomfar, Pata A. Labs (2902, ig. 81, es ta tralia de In widad dl vids soils Io que now viene se mate sb ‘menciona Iron de fa facia Socal POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 27 tuir el medio més adecuado para ayudar a formular una teorfa espacial valida, Esta categoria implica la evolucion diferencial de las sociedades —en su propio marco y en relacidn a las fuerzas externas que, frecuen- temente, producen un impulso motor. Por encima de todo, la base fun- damental de la explicaciGn viene de la productiGn, es decir, del trabajo del hombre para transformar, segtin unas leyes histOricamente determi- nadas, el espacio al que egrupo se enfrenta, Aceptar este enfoque equivale apartar de nuestros andlisis el peligro siempre presente, y sobre el que debemos insistr, de ver las relaciones Hombre-Naturaleza como una relacién dualista, error que tanto ha contribuido para que la realidad se haya interpretado de forma defor- ‘mada en tantas disciplinas sociales, y cuya gravedad parece mayor en geografia, ya que el problema de las relaciones entre la sociedad y el espacio es el propio centro de nuestras preocupaciones. En la realidad, Naturaleza y Espacio son sinénimos a partir del momento en que se considera a la naturaleza como una naturaleza transformada 0 socializada, una Naturaleza Segunda, para utilizar la cexpresién de Marx a la que ni los marxistas no geSgrafos, ni los gedgra- {fos marxistas parecen haber prestado toda la atencion debida, Nuestra ambicién, sin embargo, es explorar una nueva posibilidad de interpretacion det hecho espacial, preocupacién muy cércana a la de Sonia Barrios (1976, pag. 1) que propone «una concepcin espacial que sobrepase las fronteras de lo ecol6gico y abarque Ia problemtica sociab Lo proponemos no para aumentar una sola linea del debate semén- tico sobre las formaciones sociales, sino para sugerir una nueva dimen- sign —la dimensién espacial, que nos parece fundamental Conocemos todos los riesgos de una empresa de esta naturaleza. En primer lugar, el riesgo de no agotar el asunto y dejar sin tratar numero- 0s puntos, Nuestra ambicién, sin embargo, consiste exclusivamente en plantear tos problemas, con la esperanza de provocar un debate. Cuando la geografia busca nuevos caminos, creemos estar contri- buyendo a dicha busqueda sugiriendo un cuadro retorico que puede aplicarse de forma universal sin deformar las realidades individuales de cada pais, ‘CAPITULO XVII LA NOCION DEL TIEMPO EN LOS ESTUDIOS GEOGRAFICOS David Harvey dice (1967, pag. 550) que «del mismo modo que Marshall consideraba a la dimensidn espacial como algo relativamente sin importancia para la construccién de un sistema econdmiep, el “pre- concepto anglo-sajén”, segin la denominacién empleada ;por Isard (1956, pag. 24) llevé a los gedgrafos a olvidar la dimensién temporal Carl Sauer (1963, pag. 352) atribuy6 este error a otro gran gedgrefo americano, Hartshorne. El hecho es que, si la consideracién de la nocién del tiempo en los estudios geogréficos no es una cosa nueva, tanto la geografia hisidrica como la geografia retrospectiva, que es ante todo un terreno de prefe rencia de los historiadores, no pasaron més allé de la presentaci6n de los problemas, sin proporcionar una solucién aceptable. Por otro lado, ‘como ya hemos enfatizado en‘otros escritos (por ejemplo, nuestro libro Economia Espacial: Criticas e Alternativas, 1978), la propia nocién de la difusidn de las innovaciones no obtiene un progreso acentuado, debi- do a la falta de un concepto del tiempo social La eoncepcién del espacio relativo, tan divulgada en los afios cin- cuenta y sesenta, en oposicién a la nocion del espacio continente (container) supone, en primer lugar, abandonar le idea de un espacio tridimensional, heredera de la filosofia de Newton y pasar a tra- bajar con la idea de un espacio cuatridimensional, tarea posible des- de que Einstein introdujo un nuevo pensamiento en la fisica y la fir losofia. 20 MILTON sanTos LA DIFUSION DE LAS INNOVACIONES Se intent6, como afirmamos, ratar las relaciones entre el espacio y cl tiempo por medio de la teoria de la difusién de las innovaciones Pero la preocupaciéa dominante de elaborar modelos deductivos impi- i6 que esta teoria avanzara. El enfoque de Wameryd —los sistemas espacio-temporales— no se desarroll6. La teoria, aunque prefada de promesas, se convirtié en un simple apéndice 2 la geogratia del co- mercio’. Veamos, por ejemplo, el titulo dado por Abler, Adams y Gould al capitulo de su libro que trata de la distribucién espacial de las innova- ciones: «mezclando el espacio y el tiempo» («meshing space and time»). Este titulo, mucho mas que ninguna otra imagen invocada por cl tema, induce a pensar en una especie de casamiento realizado entre las formas y la sociedad en movimiento, por medio exactamente de las condas de difusion. Pero sebemos, a esta altura de nuestra experiencia, que las cosas no pasan asi en la realidad. Una misma innovacién se Tee seb ptt naa repos ne sea Sess ees tos Speen lp enn oy ee mean teeter an sec Sendo crane adios memes yeaie yore, mieeca an Tame nan a one en ene sr Rtemnes soon one Sel fos aca eee tata eng oy baa Ses etn Seg Eaves ta recep, ee penis orotate ae Fe ein aren le, 7 Ns een Ee, Say rr Paes rar Boke Be eo Sse iin ea an vit Sar Wane opt Si al gee Tae ene Ea cee rin eta he Siar tanh Be, a tea ae Bn cae Sect on hele ca aren Ss een er Boel de ea cat's ars ae feat Boa ern en le aa es Els alan at ren geo hp bap da be etre Sian Real apna a kG Mya set tao ee ems ta a pay ree ae pn opis eh aro oe cae mae ata Sinden na as eats eae pla Een em Goat, ptiio jeate de Mito Samos, Tora Espace Cia ¢ Perpctvas, {ep coespondine de Teor Expcias: Cries « Pepectvas, Hats, Sto POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 21 puede instalar un dia aguf y mafiana en un lugar més distante; puede aleanzar @ una persona hoy y mafiana a otra muy lejos de la preceden- te. La difusién en bola de nieve, como la teoria frecuentemente supo- ne, indica ya sea una igualdad de las condiciones tanto entre lugares como-ente las personas que la realidad est4 muy lejos de confirmar, ya sea una especie de gradacin 0 degradacién geométrica alcanzando a lugares y personas en paraleto 2 lo que seria un orden temporal rgido. De hecho, las famosas ondas de difusién no existen. ‘Sin embargo, a pesar de sus debilidades, la teoria difusionista sirve para formular y renovar las teorias espaciales y de planificaciOn basadas fen el «contagio» o 12 difusién jerérquica (chierarchical filtering down»): las teorias de los lugares centrales, 1os polos de crecimiento, del centro-periferia, del crecimiento y la planificacion urbane y regio- nal. Dichos enfoques, sin embargo, no llevan muy lejos, ya que les falta la base en una realidad objetiva. De este modo, se queda sin orienta- cion teérica 0 metodolégica valida para que la identidad entre el espa- cio y el espacio se pudiese tener en cuenta, cuando la estructura y la organizacién del espacio se deben estudiar. En cuanto al espacio cuatridimensional, habria que definir iniciat- mente estas cuatro dimensiones del espacio humano, comenzando por la dimensién estrictamente temporal; pero también hay qe tener en cuenta los elementos formadares del espacio asi como las categorias analiticas 0 del método, es decir, las categorfas epistemolégicas. EL ENFOQUE ESPACIO-TEMPORAL Y EL TIEMPO EMPIRICO Todo lo que existe articula el presente y el pasado, por el hecho de su propia existencia. Por esta misma raz6n, articula igualmente el pre- sente y el futuro. De este modo, un enfoque espacial aistado 0 un enfo- que temporal aislado son insuficientes. Para comprender una situaci6n cualquiera necesitamos de un enfoque espacio-temporal. La Iégica del tiempo, escribe Anuchin (1973, pég. 52) redine los dos aspectos de la cexistencia de la materia, es decir, el tiempo y el espacio. Pero, la. no- ci6n de espacio-tiempo como categoria de anélisis geoprafico fue objeto de innumerables confusiones y de esta manera no puede contribuir al vance del andlisis espacial, a tacoma reiprocatente los eventos Sn, a mismo tempo, espcialesytemporaes Silas imagnamcs com solamente espadle estarcines suprinieado el cement tesiporl las = MILTON saNTos Esta nocién de un espacio cuatridimensional se impone como una idea prometedora, porque refuerza la nocién del espacio relativo, es decir, del espacio considerado como un sistema de relaciones 0 como tua campo de fuerzas; asf el tiempo se impone como une dimension esencial. Pero, esto supone que el tiempo se defina en un contexto Propiamente geogréfico y no en un contexto geométrico y que se le considere objetiva y no subjetivamente. Por ejemplo, la percepeisn to. ‘mada como un atributo exclusivo del sujeto no puede ayudar a nuestra ‘construccién te6rica. Como tal concepto, el tiempo debe ser medible: ast se define como tuna variable, es decir, una variable geogratica. Pero, cuidado: la medi. da en este sentido no es obligatoriamente sinénimo de cuantificacién igida ¢ inmutable, sino de existence empirica, El problema es mucho mis de extension —significado propiamente espacial— que de métrica, ‘La actualidad se produce en el espacio (Paul Weiss, 1958, 1.1.01 a papi. nna 21) y «las significaciones se imponen espacio-temporalmente descle tun punto de vista empirico» (C. Moya, 1970, pag. 155)" EI que los acontecimientos sean al mismo tiempo espaciales y tem- Porales no significa que se puedan interpretar fuera de sus propias de- terminaciones 0 sin tener en cuenta la totalidad de la que emanan y que ellos reproducen. 1 espacio social no se puede explicar sin el tiempo social Dicho enfogue seria inaceptable si el tiempo y el espacio fuesen una forma simple de intuicién, como proponian Kant‘ y més tarde Berg- son? y Alexander®. imaginazos como solamente temporal, etaremos saprimiendo el clement epi. As cuando ‘pens solamente ne espacio 0 solamente en lipo, examen tesando aon abeousconce, 5 decir, estamos dejando de lio un elemento eeecal avid de natales aly come ‘ecqoctmox en nuestra experenis sonore Whitehead 1989, ps. 168 2 go quel aes el geal conse eencnimonte en apa el hecho de ue ctando las eis en una sompartinentaaSn ‘Toren Hagerstrand, «Comeatro sabre © Eni de Annette Bune, Vales éx Geograre by 30, Atl ipecio el empon dice Kant, «00 Son coneptor, sin formas inci (ctado ea Berrand Ruse, 1945, pag 18). Pats Berson (1868, 66g. 18). el dempa ye espacio 00 comienzan ‘omemo en que ambos ¢ hacen fsicon : ier Rae propone que se examinee empo ye espacio spn un métog que nos permi- "Seater los aspects empirioe ols variables de ano) cs aurea mie enor rrlaare hasta POR UNA GEOGRAFIA NUEVA “spicio ¥ de un tiempo absolutes y no de ua objeto de experiencia, De.este modo, el andisis de la produccion del espacio no podtia levarse a cabo sin establecer las dos premisas esencialeer 2) El tiempo no es un concepto absoluto, sino relativo; no es el Teltade de la pereepci6n individual, se rata de un tiempo concreter 'o 6 indiferenciado, sino que esté dividido en secciones, dotede co, 2), bas relaciones entre los periods historcos y la organizacion SSpacial también hay que analizatlas; nos revelan una sucesion de lee Sstemas espaciales en Ia que el valor relative de cada lugar esté siemm: Pre cambiando en el transcurso de la historia, : LA NECESIDAD DE UNA PERIODIZACION ‘La nocién de tiempo es inseparable de la idea del sistema, En cada Teetento de ta historia local, nacional o mundial, fa acciGn de las vari. tics presentes depende estrictamente de las condiciones generalos del sistema en que se sittin. De esta forma, utilizar las realidades del pasado para explicar ef resente no siempre significa que se introduzca correctamente lo idea Sei tiempo en el estudio del pesado. Si el elemento del espacio at nals de jun fendmeno o la bisqueda de explicaciones parcales (que sélo interesan a uno w otro elemento del conjunto) no basta, Sin embargo, ia mayor parte de los estudios regionales pec exacta- ‘mente de tal debilidad. La tendencia a relacionar la situacién presente 24 MILTON saNTos de una variable con sus situaciones pasadas es un enfoque restrictivo, porque, por un lado, suprime el significado de la variable en el trans. curso del tiempo, y por otro, porque desde un punto de vista georréfi- <0, Jo que hay que tener en cuenta es la sucesiOn de los sistemas y no la de las variables o sub-sistemas aisados. El espacio se define por una ‘combinacién integral de variables y no por una o varias por muy signif cativas que sean. Cada variable esté totalmente desprovista de significa. do fuera del sistema al que pertenece. De hecho, las variables aisladas pierden su especificidad, cuando pasan por un proceso de interaccién Jocalizada. La elaboracién y la reelaboracién de los espacios (formacién ¥ evolucién) son procesos quimicos: la individualidad del espacio resul- tante proviene de un cierto tipo de combinacién. La continuidad del espacio esta asegurada por el hecho de que cada combinacidn esté en funcién de la combinacién precedente’ Como un elemento no puede evolucionar por si solo, ni puede transformarse sin arrastrar a los demés en el movimiento, nuestro pro- blema no es el de la evolucién particular de un elemento, sino el de la evolucién global. En la mayoria de las veces, las variables cambian cuantitativamente durante el proceso, de acuerdo con lo que Klir (1965, pag. 30) denomi- 16 la actividad del sistema, actividad que es responsable de dichos cam- bios, y cuyo significado varfa con la escala considerada —xcl nivel de resolaciény (resolution level). Incluso, a partir del cambio del conjunto, del todo, los cambios cualitativos adquicren una expresién seal, es decir, cada variable pasa 2 tener en relacién con las demas variables, un significado diferente. La gran leccién a la que se llega es que, en cada perfodo histérico, elvalor de una misma variable se altera. Por esto, E. Hobsbawm (1964, , Rene Ties Monde, am. 45,1971, pags 198.208, POR UNA GEOGRAFIA NUEVA, 25 La reconstruccién de Jos sucesivos sistemas temporales y de los sis- temas espaciales sucesivos es un dato fundamental cuando se busca una cexplicacién para las situaciones actuales. Esto implica una identifica- ion exacta de las periodizaciones a diferentes niveles o escalas asi como el aislamiento (con fines metodologicos) de los factores dindmicos propios de cada perfodo y de cada nivel o escala. Sea el caso que fuera, hay que tener en cuenta, ditecta o indirectamente, el papel de la acu- mulacién del capital a escala mundial y sus repercusiones en las diver- sas escalas geogréficas: la del pais, de la regién y sub-regiones, de las ciudades y los pueblos. Ningtin elemento se considera aisladamente, porque ninguno existe fuera de las relaciones de totalizacién. Esto no debe impedir, sin em- bargo, que se roconozca en cada lugar y en cada momento, una jerar- quia de les variables. Sino se puede hacer, habré que renunciar a la ‘area de interpretacion y de definicion correcta del espacio. EL ESPACIO COMO ACUMULACION DESIGUAL, DE LOS TIEMPOS Una ver instaladas en un pedazo del espacio, las variablés (de tipos Giferentes, de edades diferentes) forman un preciptado, un hecho nue- ‘vo dotado de la capacidad de crear o establecer nuevas relaciones: una nuova cualidad, Estas combinaciones diferentes condicionan, hasta cierto punto, la entrada de las nuevas variables. Las localizaciones es- ‘én hist6ricamente determinadas por las combinaciones de las variables nuevas y antiguas®, Nuestro problema es el de comprender los mecanismos de transcrip- ?. POR UNA GEOGRAFIA LIBERADA Entre la Geografia del guardia, tal y como se practica en gran parte hoy, y una Geografia liberada, la eleccién no es dificil. Woodbridge (1940, pags. v y Vi) considera & la naturaleza «como el dominio en el {que el conocimiento y la felicidad deben buscarse en conjunto, porque ten un mundo desprovisto de wna voluntad y de una vocacién hacia la felicidad, el progreso del conocimiento no tiene objetivo alguno». Una Geografia que dese seguir esta linea debe tener como meza fundamen- tal el hecho de que conocer una realidad es conocer la forma en que se produce. Desde el punto de vista genético, el espacio puede analizarse por medio de la reconstitucién de la historia de su propia produccién. Pero el proceso de reproduccién del que el espacio participa esté asumido por la lucha de clases creada por el propio proceso productivo. Solamente el estudio de la historia, de los modos de produccién y de las formaciones sociales nos permitiré reconocer el valor real de cada na percepion concent den cambio de peiode Metin eonsituye un ator ative y colgivo de evotveione ( Chenensn, 1976, pip. 133) "TLas uevas ides sociales int tuetasdocrns precede a Ta reolucion soil y ver ‘uentran eae sus requbtos. La emecgensia de las nurs lees sacle y su efecto sobre 1s ‘mente poplar, la eae de a cena en Ia eters dela produccion material, yen fa reforms eas reacones soils, son solamente aspect creates de ua mismo promo, divers ca rns para setrar el progesasosale (8 Trapesinor, 1972, pg). POR UNA GEOORAFIA NUEVA Bt cosa en el interior de una totalidad. La totalidad, el objeto de nues- ‘tra pesquisa, es una cosa muy diferente de la universalidad parcial que es un sistema de privilegios y privlegiados, que para imponerse a la hu- manidad debe entorpeceria, una vez salida. Esta universalidad no es la verdad que el filésofo esperaba de la Naturaleza. Es una Naturaleza distorsionada, mediatizada por una sociedad que nosabe ya donde comien- za y dénde termina fa ideologia. La ciencia que asi resulta, Ia vision del mundo que ofrece, s6lo puede estar basada en una alicnacién epistemo- logica. ‘Asi se explica que la ciencia espacial que deseamos no sea la Geo- aratia oficial, y que la Geografia «viuda del espacio» no sea la ciencia espacial que deberia ser. La Geografia, tal como ella es en Ia actuali- dad, ayuda a cesarrollar y a mantener un «saber ideolégico», mientras que las demas disciplinas espaciales proporcionan los instrumentos, mé- todos y técnicas utilizados para convertir la realidad concreta en las ideologias al servicio del gran capital. EL nuevo saber de fos espacios debe tener la tarea esencial de de- nnunciar todas las mistificaciones que las ciencias del espacio hayan po- dido crear y difundir. Esta nueva Geografia presidida por el interés social debe tener en cuenta, entre otros pardmetros, el hecho de que, por un lado, vivimos en una época de transicién; por otto, a realidad del hecho nacional que ahora se impone por todas partes. Pensando que la fase hist6rica actual ¢ una fase de transicién, no nos debemos dejar aprisionar en el presen- te como si fuese eterno y no podemos contentarnos con el simple andlisis de la estructura actual?. Estamos obligados a tener en cuenta la ten- dencia. Considerando como hecho fundamental el hecho nacional, da- mos al mismo tiempo un lugar primordial a las relaciones internas. Causa ¥ CONTEXTO Estas dos preferencias combinadas nos llevan a pensar mucho més cen términos del contexto que en términos de causa. La causa apenas es ‘un momento del movimiento global y, a veces, poco significativa de la 3. is ntligenci y I ncn de ae personae no ex en juego. Pero In posbiicd de uilnar de expotr lor Geszubrimieatos no se presenta sito cuando los cambios e Ia estrus exile los von de prodvcién, amenazan asters. Hay po el contri, peiodoe de esta Dida, en lor que las invenciones, «veces ballads cals atckives, ao se ulizane (A. Havas our, junio, 1994, pg. 38) 22 MILTON SANTOS realidad de dicho movimiento, Cuando trabajamos con la nocién de causa y efecto, muchas veces se nos escapa el proceso por el que se tiende un puente entre el pasado y el futuro, ya que lo que vemos es, muchas veces, del Ambito exclusivo de lo sensible y muchas veces no ppasa de lo parcial. Solamente a través del contexto vemos el movimien- to del conjunto. ‘Trabajar con la nocién de causa y efecto es trabajar con lo que se ve; y trabajar con la nocién del contexto es trabajar también con lo que no se ve, que con frecuencia es més importante que lo visible. Lo que se lama lo invisible pasa a ser lo més importante de la explicaci6n, por- que nos lleva més allé de la forma y de Ta apariencia, para ofrecernos lo ‘que esté por detrés del fendmeno. Solamente as{ podemos separar «lo real» y lo «no real» y distinguir en el espacio la carga de ideologia que Ie atribuye un valor como mercancia. Esta preocupacidn se impone en rmuestros dias porque el espacio es la casa del hombre y también su pri- sin, Para sobrepasar esta contingencia, se impone una tarea interpre- tativa compleja, que solamente podremos alcanzer si pudiéramas sepa rar, en el movimiento total de la realidad, lo que es «falso> y esté impuesto como una adicién a lo necesario como respuesta a los intereses de algunos. LA CIZANA Y EL TRIGO: UNA SEPARACION DE LO IDEOLOGICO EI dominio de la produccién es hoy una lucha en la que lo ideoldgi- co intenta imponerse cada vez més brutalmente como una necesidad de supervivencia del sistema. Desde que el acto de producir es también el acto de producir espacio, la génesis de esto se realiza bajo el signo de la deologia, ya que la creacién mercantil del espacio es en si misma un juego especulativo, un acto engafiador. El marketing del espacio impo- nic el engaiio como si fuese una verdad. Volviendo al concepto de Kosik, estamos limitados por un concreto ‘que es un «pseudoconcretor. Por esto mismo uno de los aspectos de los ‘que hay que mantener una vigilancia incesante es la separaciéa entre lo Hegel dce que l fundamen oe ls tendmenos es lo profundo, El fandameato eaten It ‘sede la eseci del fendrene. Las eases, por oto lad, son lo tramsoro, lo fags ois ‘aco. Las caus no sn nada permanent io algo fugu, queso ve peveta deforma Want ia en el trancurt de ls fendmeaos (avemat, pg. 199. POR UNA GEOGRAFIA NUEVA, 23 que es ideoldgico y Jo que no lo es. No existe otro medio para distinguir cen el movimiento global de la sociedad lo que esté destinado a imponer lo falso. Esta operacién se hace indispensable sino queremos permane- ‘er contemplando el presente y pensamos en el futuro como wn conjun- 10 de posibilidades, el reino de lo posible que no sea repetitivo, sino lo verdaderamente nuevo. La necesidad mayor es Ja de desmistficar el espacio si deseamos uni las caracteristicas propias del espacio y de la formacién social corres- pondiente en una teorfa salida de la realidad. Se trata de ver al espacio Como es, una estructura social, como las demas estructuras sociales, do- tada de autonomia en el interior del todo y participando con les otras en un desarrollo interdependiente, combinado y desigual®. Pero la im- portancia que deseamos que se le Teconozca al espacio en la evolucién de las sociedades, no nos debe llevar a una autonomfa del concepto, a la separaciGn ¢ independencia de su estudio en el interior de la ciencia y de la sociedad. Si no se corre el gran riesgo de tomar a la apariencia por la esencia, de privilegiar el paisaje en detrimento de la estructura global que la anima, es decir, de caer en el peligra que Marx demuncia- 'ba en su discurso sobre la Naturaleza, su primer libro, en 1841 (1968, 1973, pég. 121), el de confundir con Ia propia realidad a sus apariciones ecaminosas® : Para desmistificar el espacio, hay que tener en cuenta dos datos esenciales: por un iado el paisaje, Ia funcionalizacidn de la estructura tecno-productiva y lugar de la reificacién; por otro lado, la sociedad to- tal, la formacién social que anima al espacio. Ast desmistificaremos al espacio y al hombre. > “Gaando Althusser (dase M. Hamecker, 1973, pg. 151). laments de gue Ia tort de rive econimito» no 90 na teria elsborads completamente dl echo lo hac entre otra razo- Sex porque nose preocupn pr as ores lasians se dete amplar la observacén prs sehalar [Gel esoco como incanciaanlica un bot del marsswo, crea expresada por A. Rona {hors 19%) e¥. Lacote (1975, 196). Sho cmbargo, certo queen el pasado Plekhanov y Buk hin, ast como F- Ratt y-E- Rechs se preocparon por esa cueston En macsto campo esto se denorins onirs et que Corgi (1974, pig. 86, 1976) E, Browse (195, pag 73) 98. Baron (1975, a 28) Uamatoa euesasteneion, Brow nese velre mis contetamcete al hecho urbane pare mentare de que e persia en waar 8 Io Tentmenoe sociale como x fuesenferomenen espucalese. J. Coraggi (1977) excnde st Syreicin al cepaco cn general y aconscnwseparet caceptuaieate conf mayor clriad pos ble fo que conte la manifetaconesespaciales meres que repuan, por s sla, la pro- ‘ec de icos fendmenos». Siuiendo esta misma conte de ides, S. Barris (1976, pag 1a 2) ce levana contra as acitsces que tienen consdeat que eiten esrcras espacial: ‘ome produce material de os procesos sora, el especo madticado forma pate da totaidad ‘acional de lo que te Senominassrurs, pro solamente en In wedida en que inlervine Ia 3¢- din del Bombe = Be MILTON SANTOS Desmistificar al hombre y al espacio es arrancar de la Naturaleza los simbolos que esconden su verdad, es decir, «volver significativa a la ‘Naturaleza y volver naturales los simbolos» (Gillo Dorfles, enero de 1972)’, es revalorizar el trabajo y revalorizar al propio hombre para que no se le trate més como un valor de cambio. Tenemos delante de osotros un problema de conocimiento y un problema moral EL ESPACIO ¥ LA LIBERACION En las condiciones actuales dei mundo, ain més que en Ia era pre- cedente, el espacio esté llamado a desempetiar un papel determinente fn Ia esclavitud o en la liberacién del hombre. «Las relaciones entre el hombre y la naturaleza», escribe Victor Ferkiss (1974, pg. 102), «son ¢l problema politico central de nuestro tiempo porque no podemos sa- ber cémo se dan las relaciones entre un hombre y otro hombre fuera el conocimiento de las relaciones entre ef hombre y la naturalezay. En el tercio del siglo posterior a le segunda guerra mundial, ua gran nimero de ge6grafos consciente o inconscientemente dio su colabora. cin, @ la vez preciosa y perniciosa, ala expansién del capitalismno y a la expansion de todas las formas de desigualdad y opresién, en el Mundo tomado como un todo y en el Tercer Mundo, en conereto, Debemos prepararnos para una accién en el sentido opuesto, lo ue, en las condiciones actuales, exige valor tanto en el estudio como: €0 la accin, para asi proporcionar unas bases para la reconstrucsion de tun espacio geogréfico que sea realmente el espacio del hombre, el espa. io de toda la gente y no el espacio al servicio del capital y de algunos. Para lograr este resultado, solamente la comprensicn de la cosa goo. frafica, tanto en su valor profundo como en la finalidad ultima a la que Se destina, puede ser de algin auxilio. Esto no puede lograrse sin sobve, pasar de lo empirico para llegar a lo flos6fico. Solamente asi compren- ‘deremos aquella idea de la que Saint-Simon y Owen (G. Prestipina, 1973, 1977, pig. 14) ya eran conscientes, es decir, la potencialidad liberadora ‘de Ia ciencia em general y de Ia ciencia de la naturaleza en particular Cuando la naturaleza se convierte en naturaleza social, le toca @ la Scografia estudiar y exponer edmo el uso consciente del espacio puede Ser un vehiculo para la restauracion del hombre en su dignilad "Elemis puede nr oben paride x peda, dcp en ete ‘1 4 sein sepaadss y en abetos de seiény (Caner, 1983, 175, wa nee Boh POR UNA GEOGRAFIA NUEVA 238 Los geégrafos, junto a otros cienttficos sociales, se deben preparer para sentar las bases de un espacio verdaderamente humano, un espa- Gio gue una a los hombre por y para su trabajo, pero no para seguida- mente separarios en clases, entre explotadores y explotados; un espacio materia inerte trabajado por el hombre, pero no para que se vuelva contra él; un espacio, la Naturaleza social abierta a la contemplaci6n directa de los seres humanos, y no un artificio; un espacio instrumento de la reproduccién de la vida, y no una mercancia trabajada por otra mercancfa, el hombre artifcilizado. 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