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La construccion social de las masculinidades. Un andlisis desde la perspectiva de género Maria Lucero Jiménez Guzman Introduccién TEOTOTT ODOT OADODOOOT ODEO OO OD ODO na primera idea que considero fundamental, que ha sido base de la perspectiva de género, es que U: nacemos hombres 0 mujeres; en el caso de los hombres, tema que nos ocupa centralmente en este anélisis, ellos nacen machos de la especie humana; [Ca- lirgos, 1996] se hacen hombres a través de los procesos de socializacién y de construccién de identidades. Una segunda idea central es que el patrén masculi- no se conforma segtin una construccién cultural. La ‘masculinidad tradicional, hegem6nica o dominante, como quiera llamérsele, es represiva y nociva tanto para los hombres como para las mujeres. La masculinidad no ha sido “pensada” como lo es a menudo la feminidad y esto es.asi porque el hombre ha sido siempre lo “neutro” de la humanidad, lo dado por hecho, lo que no habja que expli car ni confrontar. En cambio, a las mujeres se nos ha asignado ese espacio de excepcién, somos, para muchas disciplinas el objeto de exploracién, reflexién e interven- cidn, Baste ver la psicologia, la demografia y casi todas las politicas pablicas referidas al control de la procrea- cién. Lo masculino se ha definido en negativo, es aquello que noes: Io que noes femenino, lo que no es homosexual. Asi por ejemplo. Bonino [2000] establece que los valores ‘masculinos son el paradigma de la normalidad, de la sa- Jud mental, de la madurez y de la autonomfa, mientras que la mayoria de las anormalidades psiquicas afectan a las 61 TOODOOD OOOOH OOHODOOHODOOHOTOOTOTD mujeres. En cambio, establece el autor, coincidiendo con otros como Benno de Keijzer, los hombres son los prota- gonistas de la mayorfa de los disturbios de la salud pabli- ca (farmacodependenci is, suicidios, abusos, violaciones, tera). Qué enorme paradoja. En términos generales diversos autores han dicho que la masculinidad, en cuanto construceién social, su- pone, entre otras cosas, procesos de socializacién que se orientan a construir una identidad que se caracteriza por Ja demostraci6n permanente de la fuerza, la negacién de Ia vulnerabilidad y de los sentimientos que supuestamen- te pueden debilitar a los hombres, [Salas y Campos, 2001] ‘Considero que para la comprensiGn de procesos como la sexualidad, la reproduccién, el ejercicio de la paterni- dad, entre otros, es necesario incorporar la dimensién de Ja masculinidad, en cuanto construccién de la identidad de género. Incorporar esta dimensién permite ubicar los aspectos hist6ricos, sociales e ideolégicos que sirven de contexto a estos procesos y que dan sentido a la vivencia conereta de la misma. Esta perspectiva de ninguna ma- nera pretende ignorar elementos fundamentales de la bio- ogfa, de la medicina, o de otras disciplinas que tienen su lugar en el estudio de la sexualidad o de la reproducci6n, pero sf pretende ponerlas en su justa dimension. Esta nueva perspectiva es importante porque nos permite cuestionar supuestos, que durante siglos han per- manecido intocables, debido creo yo, sobre todo, a que procesos de desigualdad social, en este caso de género. han sido convertidos de manera deliberada, a fin de per- et ooo mitir ejercicios de poder de diversa indole, en “fendme- nos naturales”, intentando, muchas veces con éxito, os- curecer su carfcter hist6rico y social, En este sentido, hay que poner énfasis en la idea de que lo que denominamos como masculino es una cons- truccién hist6rica y social. Lo masculino y también lo femenino, que creo debe estar siempre presente en nuestro andlisis para poder mantener una perspectiva relacional, es una asignacién social que ha hecho el todo social de una serie de comportamientos, actitudes, roles, afectos, etcétera, a un sector de la poblacién: los hombres. Pero esa asignaci6n y la designacién correspondiente (lo mas- culino), son convenciones sociales como muchas otras. Es decir, masculinidad no es lo mismo que ser hom- bres. Plantearlo asi seria confundir género con sexo. El problema es que la construccién social de la masculini- dad ha sido y es tan efectiva que parece natural; es de cir, parece que los hombres nacen asf y son de determi- nada manera por tener determinadas caracterfsticas fisi- cas, Es asi que los varones, de machos humanos pasan, no siempre facilmente y sin dolor, a convertirse en hom- bres. Lo mismo puede afirmarse para el caso de las mujeres, y lo femenino. Algunas caracteristicas de la construccién social de la masculinidad dominante En términos generales la masculinidad dominante, pen- sada como estereotipo, como tipo ideal, que no necesa~ riamente se da en todos los cuerpos masculinos, se con- forma con una serie de caracteristicas, determinadas por la sociedad, la historia, la cultura y el tipo de relacién que se establece entre los géneros. Es aceptado que la mas- culinidad dominante se construye a menudo en oposicién, como dije antes, a todo lo femenino, y que ademas existe permanentemente una connotacién en la cual lo “feme- nino” y las caracteristicas que lo conforman son asumi- dos y percibidos como elementos inferiores. Asf, la mu- jeres afectiva, mientras que los hombres son racionales. {Seidler; 1987; 1989.] En segundo lugar, a este nivel se predispone a lo masculino hacia la negacién de la ternu- ra, que es caracteristica primordial de lo femenino, Ele- mento central de “lo masculino” es la lucha contra la debilidad; la heterosexualidad es obligatoria, pues la ho- mosexualidad se acerca a lo femenino. Otro mandato central de lo masculino es 1a compe- titividad y el éxito, llegar a detentar el poder en todas sus acepciones, sobre todo en la esfera piblica y derivado de ello se otorga a los varones un lugar privilegiado al inte- rior de los hogares, en los cuales la mujer y lo femenino ocupan el lugar de lo privado, de lo subordinado, inclusi- ve en casos en los que las mujeres realizan una aporta- cién econémica importante en la manutencién de la fa- mila. Por el lado de la reproduccién, el acceso a la cate- gorfade “hombre de verdad” incluye la paternidad, incues- tionable, para lo cual es central el control de los cuerpos femeninos, asi como la clasificacién, en los hechos, de las mujeres. La mujer “santa” ser la madre, esposa y cui- dadora del hogar, las “otras” vistas como anémalas, ten- drdn el papel de proporcionar placer a estos hombres “de verdad”. [Lagarde, 1993; Cazés: 1996] La sexualidad masculina “dominante” La construccién social del género tiene elementos de in- dole subjetiva e intersubjetiva. El papel de género o de masculinidad, que desempefian los hombres, tiene que ver con el mundo externo y también con el mundo interno, como sujetos individuales y como sujetos colectivos. Ser hombre implica comportarse de cierta manera, pensar de cierta manera, relacionarse de cierta manera y sentir de cierta manera, Por tal raz6n, trabajar con el género mas- culino requiere del acceso a ese mundo interno, el que precisamente guardan con mucho celo. [Salas, 2001] Es necesario dirimir lo masculino tanto en lo real como en lo imaginario. Muchas acciones de los hombres se sostie- nen en el imaginario, atin cuando las bases objetivas “reales” de su condicién estén lejos de soportar la minima confron- tacién, Por ejemplo, en la actualidad en sociedades como las nuestras se esti dando un fendmeno digno de ser estudiado con detenimiento. La crisis de diversa indole que estin sufriendo los varones al no poder ser los pro- veedores por lo menos principales de sus hogares, deri- vado de la crisis, la flexibilizaci6n laboral, las fusiones de empresas, el adelgazamiento del Estado, entre muchas otras, que llevan a amplios sectores de varones a sufrir desem- pleo o disminucién laboral, elemento detonador de crisis, sobre todo en ciertos sectores sociales. (Jiménez, ef al.; 2003) Lasexualidad es, al igual que otras dimensiones, idénea para penetrar y auscultar la masculinidad,n: asf como vemos, por ejemplo, en la violencia doméstica y la patemnidad como funcién social. La masculinidad se manifiesta con con- notaciones extremas. La sexualidad es un drea en la que los hombres someten a escrutinio y evaluacién sus dudas 62 oo y mas angustiantes preguntas acerca de su ser hombres, y, Sobre todo, de su relacidn con las mujeres. Asi, la sexua- lidad se torna en uno de los campos de batalla més im portantes y determinantes del ser masculino, no solo en relacién consigo mismos sino también en relacidn con otros y otras, La vivencia de la sexualidad masculina debe ana: lizarse en el contexto de los encargos y mandatos que la cultura ha impuesto a los hombres y a las muje- specificamente en lo que respecta a este tema [Amuchédstegui y Rivas 1997, Szasz: 1998 a y b] La sexualidad no es un hecho biolégico 0 res, instintivo que pueda analizarse considerando so: lamente elementos del cuerpo y su funcionamiento en el terreno fisiolgico. La forma como se pien- sa y se vive la sexualidad en cada momento his- t6rico esta en relacién directa con la normativa social y con los intereses politicos e ideolégicos de la sociedad. La sexualidad humana ha sido sometida a mecanismos de control social a lo lar- go de la historia. [Foucault, M.; 1997] En a cultura imperante, aunque no de for ma generalizable, existen formas alternativas de lamasculinidad que |. transgreden y buscan nuevas percepciones y manifestaciones de lo “masculino”. Para el varén la sexualidad se defi- ne como la obligacién de demostrar su masculini- dad en todos los espacios donde ésta sea cues- tionada, La virginidad y la monogamia son insti- tuciones que se crearon por el var6n, por tanto, el varin tiene la posibilidad de tener relaciones sexua- les coitales tantas veces como desee y con tan- tas mujeres como oportunidades tenga. Existe la creencia, asumida por mujeres y hombres en muchas regiones del mundo de que la sexualidad del va- rénes, “por naturaleza”, distinta de las de las mu- jeres. [Szasz: 1998; Amuchdstegui, 1996; Jiménez, 2003] La gran diferencia es que la de ellos se considera “instintiva”, “incontrolable”, mie1 las de las mujeres siempre esté ligada al afecto: -acién social y cultural ala infide- . mientras que la femenina nos lleva a dos extremos: o 1a mujer esté enferma, o bien tras que como su sexualidad se relaciona con emocién y afecto. Estos actos ponen en cuestionamiento su hogar entero y Por supuesto a su pareja. Por otra parte, s% cepcién dominante, la sexualidad del varén en nuestras culturas, esta disociada: sexualidad para procrear con la esposa, la madre de sus hijos, y sexualidad para el placer con otra mujer, la lic la publica. in esta con- cios: 63 Derivado de investigaciones en contextos especifi- cos y de las concepciones tedricas més amplias sobre la masculinidad, se ha llegado a concluir que la sexualidad masculina a menudo, se reduce a la genitalizacién y aun acto de penetracién, [Szasz, 1998 a y b; Valdés y Olava- rria, 1998 ay b] Asi, el trinomio de la sexualidad mascu- lina puede resumirse en: erecci6n, penetracién, eyacula- ciGn. Esto tiene efectos nocivos para todos y todas: el erotismo a menudo es inexistente, el var6n vive pendien- te de “cumplir’, el pene se convierte en preocupacién constante, el rendimiento es el objetivo, no el placer, a ‘menudo la compafiera sexual no es tomadaen cuenta, sobre todo si se trata de la esposa-madre de los hijos; los varo- nes que sufren algiin tipo de impotencia sexual, en reali- + dad ven cuestionada su virilidad completa, su “ser hom- bre de verdad” Los tratamientos que la industria farmacéutica y ‘medicina en general dan a estos procesos, en vez de cues- tionar supuestos y buscar causas reales de los problemas, contribuyen nuevamente a la genitalizaci6n de la sexuua- lidad, ofreciendo remedios médicos que representan gran- des negocios para las empresas, confundiendo una ayu- da que puede ser valiosa, con un paliativo que mas que contribuir a develar los problemas de fondo en la viven- cia de la sexualidad y la relacién de pareja, lo oscurece, le resta importancia y mantiene un status quo nocivo para ambos géneros. Algunas ideas sobre los malestares de la masculinidad “dominante” Los hombres, cuando se les ha preguntado en investiga- ciones de corte cualitativo, més a profundidad, manifies- tan en algunos casos que les es dificil tolerar la ii a femenina, y preguntan ;quién te Io ensea6?, como en un intento de controlar un fantasma, perenne acompafiante de la masculinidad, Aunque en otras, sobre todo en sec- tores medios y altos, manifiestan en su discurso el ma- lestar derivado de que las mujeres-madres no estan dis- puestas a tener una sexualidad més plena, més gratificante 0 versatil. [Jiménez, 2003] En forma reiterada, son recurrentes las expresiones acerca de que Ia sexualidad a menudo es vivida con do- lor, presién, angustia y mentira, de forma escindida. (Kau- fiman, 1989] Cuando asf sucede, Ia dimensién placer no es mencionada por estos hombres. La sexuaidad, el pla- cer, la complacencia estén como ausentes o al menos alejadas de la vida sexual de la mayoria de ellos. La competencia, caracterfstica fundamental de la masculinidad, tiene un importante asidero en la sexuali- dad, generando mAs tensiGn a su vivencia, La conquista de mujeres y el contacto intimo con ellas, més que una fuente de placer, es motivo de comparacién y elemento central de la evaluacién que los hombres asignan a su ‘masculinidad. Para muchos hombres, que viven acorde con el es- tereotipo, la sexualidad es entendida como encuentro que termina en lo coital. El placer gira en torno a lo genital y a la penetracién, lo demas es pérdida de tiempo. Muchos, aun asumen la postura de estar siempre dispuestos a una relaciGn sexual, como exigencia. La hombria segdin el discurso hegeménico de la masculi dad, se demuestra teniendo relaciones sexuales. Respuesta +o ‘genital répida e inequivoca, tienen que mostrar permanen- temente disponibilidad. Este también constituye un man- dato cultural, derivado de su socializacién, de sus expe- riencias en la adolescencia, en la cual el grupo de pares tiene una importancia crucial, es cuando aprenden acom- petir y todo estard en este periodo referido al pene, su tamafio, su rendimiento. Deben saber cémo “tratar a la mujer”, cuando y cémo complacer a la compaftera. Uno de los problemas es que ellas, se quejan de lo contrario. Es interesante observar en las conversaciones en- tre varones que ellos consideran al pene casi con exis- tencia propia e independencia, que se mueve a su propia voluntad. Pareciera que sus movimientos no tienen que ver con el mundo social o subjetivo del hombre que lo porta. Algunos resultados de investigacion y algunas ideas sobre cambios Enlainvestigacién que realicé entre 1999 y 2000 con varones de sectores medios y altos de la Ciudad de México, utili- zando la técnica de “relatos de vida’ y teniendo como punto de partida la perspectiva de género, fundamental en el abordaje y andlisis de estas temiticas, pude constatar una, serie de hipstesis que dieron origen a la investigacién y sobre todo pude documentar cambios que considero re- levantes. Uno de los objetivos centrales de mi investigacién fue precisamente documentar casos de resistencia y trans- ‘gresi6n de normatividades e instituciones imperantes, asf como punto de ruptura, de reflexién de las formas tradi cionales de la masculinidad, en experiencias y discursos de hombres concretos, como punto de partida para cues- tionar ciertos estereotipos, algunos de ellos expuestos en este articulo. En lo que se refiere al inicio de la vida sexual pude constatar que en la mayorfa de los casos, en los hogares de los informantes no se trat6 explicitamente el tema. En algunos casos se daba por hecho que ellos se iniciarfan en la vida sexual y que eso era lo normal; mientras que si hhabfa hermanas se daba por hecho o se trataba de cons- truir la “castidad”. En general los entrevistados lograron informarse 0 “desinformarse” acerca de la sexualidad sin el apoyo de sus padres. En todo caso lo que se hablaba en sus casas, si es que se hacia, era bdsicamente referi- do a las consecuencias: embarazos no deseados, enfer- medades, etcétera, Para muchos de ellos la sexualidad representaba un tema de interés, a veces derivado de su desarrollo fisico normal, en otros porque en su medio se hablaba del tema 64 ooo y era como un reto, Es curioso observar que en muchos casos ellos declaran que no recibieron presi6n alguna para su “iniciacién” pero a lo la constatar que vivieron un ambiente en el cual la sexuali go de las entrevistas se puede dad si era una especie de reto y de alguna manera, aun que a menudo matizada, sf vivieron cierta pr sin 0 est mulo, Aparecié el caso en el que la iniciacién se dio tar diamente (de acuerdo a la moda de su genera- cin), pues pretendfa llegar “virgen” al matri- monio, como le dijeron que “debia ser” tanto en iglesia, Para su casa como en Ia escue este sujeto la sexualidad constituy6 todo un tema de preocupacién y narré que le parecié fasci nante recibir aplausos despu y sobre todo, habe és del acto sexual jo llevado a cabo en la cama de sus padres. Al unos de estos sujetos se iniciaron con una sexo-servidora profesional, en a sos inducidos por sus padres varones; en otros Ia iniciacién se dio con una amiga o con la no- via en turno, En otros, la experiencia se vivid con la futura esposa, En general se pudo cons: tatar que los informantes llegaron a esta viven: cia con muy poca informacién y aunque en su mayorfa lo recuerdan como experiencia placen: tera, es interesante constatar que para la ma: yorfa de ellos no serfa deseable que sus hijos y sus hijas se iniciaran de la misma menos ai manera. En virtud de que la pregunta se vineul6 con su percepcién acerca del tema en relacién con los hijos e hijas, result6 relevante documentar que para ellos en general, salvo excepciones, aunque en una primera instancia declaran que los hijos y cuando se ahor hijas tienen los mismos derechos. 46 en el tema se constat6 que sigue prevaleciendo una cierta “doble moral Justifican este hecho hablando de que para el la pérdida de la virginidad es un hecho de ma- yor trascendencia, que tienen miedo de que sufra . incluso fisicamente. En general las con- sideran més vulnerables y estn convencidos de que requieren mayor cuidado. En cuanto a Ja influencia de los de la vida sexual también existe gran variedad de respuestas, pares” en el inicio Algunos recuerdan que constitufa todo un tema importante En otros casos no incluso que ejercian cierta presion recuerdan que los amigos tuvieran importancia o influen: cia en este proceso de sus vidas, Resulta relevante el resultado de la investigaci6n en el sentido de que las escuelas no tuvieron ningéin papel en cuanto a la informacién que recibieron los sujetos so- bre sexualidad. El papel de esta institucién es préctica- mente nulo, cuando no desinformador y nocivo, como en el caso del informante educado en escuelas confesiona- les en las que los instructores le dijeron una serie real- mente larga de mentiras respecto a la sexualidad, como qued6 de manifiesto en su testimonio. Por lo que toca a sus relaciones con las mujeres, que en algunos de los casos incluyen una relacién conyugal y simultineame tar que en al- nos casos estas relaciones no son integrales o gratifi- mente tratando de te Con of as, pude docume: cantes y los sujetos estan permanent ooo ccumplir con un desempeiio sexual que los define, que los construye cotidianamente como “hombres”, En este sentido el tema de la impotencia, sobre todo en este tipo de suje~ to, constituye una experiencia, evaluada por ellos mismos, como lo peor que le puede pasar a un hombre, causa de Ja depresién mas profunda que se puede sufrir. ‘Sin embargo, también pude constatar que la sexua- lidad es un terreno de la mayor importancia para la ma- yorfa de los varones. Constituye una parte central de la construccién y armonia de la pareja, La mayor parte de los entrevistados considera que no han vivido su sexuali- dad como rendimiento, y que para ellos constituye un verdadero disfrute, lo cual cuestiona el estereotipo social eneste sentido y nos remite a un tema de la mayor rele- vancia: la necesidad de realizar investigaciones en con- textos especificos y tratar de evitar generalizaciones, La mayoria de los varones que entrevisté considera que el ideal, es encontrar en una sola mujer a la compa- fiera, la amiga, la madre, la amante y desearfan que las mujeres aceptaran tener pricticas sexuales, con ellos, que fueran mas versitiles, libres, creativas. La sexualidad implica, para muchos, una real y positiva comunicacién con la pareja. Consideran importante que se de una ne- gociacién con la pareja en este terreno, pero evaltian que ésta es muy dificil porque la gente no acostumbra hablar abiertamente de esto y se trata de un terreno sumamen- te delicado. Al hablar se puede incurrir en ofensas que después resultan irreversibles y daftinas. Inclusive, se da el caso de varones que ya renunciaron a tocar el tema y dicen “consolarse” manteniendo relaciones extramatrimo- niales de cardcter sexual. Pude constatar que a algunos varones las experien- cias vividas a lo largo de su historia los han hecho cues- tionarse a sf mismos, y tratar de cambiar, pero a otros no Jes han servido para cuestionarse, sino incluso en algu- hos casos, para ratificar ante sf mismos que tienen la ra- z6n y que ante las “exigencias” femeninas ellos deben resistir y usar todo su poder para no ser desbancados de su situaci6n de privilegio y ejercicio de poder. Las propuestas que se han derivado de distintas in- vestigaciones, incluyendo la que yo he realizado, pueden resumirse en la idea de construir una nueva sexualidad que sea integral, que sea altemnativa y que parta de la toma de conciencia acerca de cémo, hombres y mujeres he- mos sido construidos socialmente, en éste y en todos los, tetrenos, y de nuestra capacidad de resistir estas norma- tividades e instituciones que nos han sido impuestas, y que hemos introyectado tan profundamente que nos conver- timos, sin desearlo en sus defensores, y, sobre todo, plan tearnos la posibilidad de cambiar. Esta nueva concepeién de la sexualidad parte de la idea de que este proceso humano tan importante no puede ni debe reducirse a lo biolégico ni alo genital. La sexualidad es la expresion integral del ser humano en cuanto hombre y en cuanto mujer. Por otra parte, habr que insistir en que el fin de la sexualidad humana no es la reproduccién, la procreacién es s6lo una de las tantas funciones de la sexualidad. Esto, que parece una obviedad, constituye hoy en México (en donde nos gobiemna la derecha y se esté tratando de un retroceso hist6rico sin precedente, donde estén cambiando, en los hechos, politicas piiblicas en las que habfamos lo- grado avanzar, retrocediendo en concepciones permea- das totalmente por una concepcién religiosa catdlica que se traslada a toma de decisiones), uno de los temas cru- ciales de los movimientos sociales de derechos humanos, de mujeres, de minorias sexuales, entre otros. En otto terreno habré que educarnos para entender, como ya lo han hecho algunos varones y mujeres, que la penetracién es tan sélo una de las practicas posibles de a sexualidad. Existen otras, muy vélidas para el placer; que en la sexualidad es fundamental proveer placer sin hacerse daito fisico ni psicol6gico ni a s{ mismo ni a otra persona. Esa es la nica restriccién. Las dems restric ciones son innecesarias y son normas al servicio de la dominacién y del contro! social. Otro postulado central es que no existe una sexua- lidad natural. La diversidad sexual serfa lo més propio y caracteristico de la sexualidad humana. Diversidad en cuan- to practicas sexuales, en cuanto modos de vivir la sexua- lidad. La sexualidad es una relaci6n social, por tanto, el establecimiento y constitucién de vinculos afectivos es consustaneial a la experiencia sexual. La relacién con el otro, qué significa el otro para mf, cudles sentimientos me provoca y despierta, el compromiso afectivo que la rela- cién sexual conlleva, etcétera. constituyen dimensiones fundamentales que deben tomarse en cuenta para la vi- vencia de una sexualidad integral. El vinculo afectivo no puede reducirse al control politico social de! matrimonio. La relacién con el propio cuerpo, la aceptacién del mismo como algo positivo, el conocimiento de las zonas erégenas, la capacidad para proveerse placer a sf mismo en una actividad autoerstica, etcétera, constituyen tam- bién dimensiones fundamentales de la sexualidad huma- na, El cuestionamiento permanente de valores, creencias Y normas en torno a la sexualidad y en relacién con la masculinidad y con ta feminidad, son también pilares in- tegrantes de una vivencia plena de la sexualidad. 66 ooo Por tiltimo, para una comprensién plena de la sexua- lidad no puede dejarse de lado la dimensién de la “res- ponsabilidad”. La sexualidad integral implica un acto de responsabilidad, en el sentido del cuidado que debemos tener con nuestros sentimientos, nuestro cuerpo, nuestra salud fisica y mental; asimismo el cuidado que le debe- ‘mosal otro. Supone una vivencia de la sexualidad sin culpa, sin inhibiciones, sin restricciones innecesarias, sin vergiienza. Esta vivencia integral de la sexualidad es un proceso in- acabado que debe comenzar desde el nacimiento y acom- pafiar al sujeto hasta su muerte, Supone la ruptura ideo- logica, te6rica, axioldgica, con el discurso oficial represi ‘vo que todos hemos interiorizado y que reproducimos a nivel consciente e inconsciente. Implicarfa servicios de terapia sexual, urologia, salud sexual y reproductiva con perspectiva de género masculina, [Campos y Arrieta] Para ello los hombres tendriin que despojarse de muchos de Jos mandatos que los han Ilevado a ser “muy hombres”, pero poco humanos. Para muchos y muchas lo més probable es que los varones contemplen los cambios hacia la igualdad como una pérdida de poder y casi de su virilidad. Han sido cul- turizados para vivirlo asf. Pero tal vez llegé el momento en que los propios hombres hagan conciencia de que la ‘masculinidad tradicional, sus mandatos y exigencias, re~ sultan una prisién para ellos mismos. Creo, junto con otros, y otras, que la evolucién del vardn es crucial e indispen- sable para la transformacién de la sociedad. Si la mascu- linidad tradicional no se transforma, muy poco vaacam- biar. Mujeres y hombres de grupos marginados han con- tribuido al proceso de revision de presupuestos en los que se ha asentado la masculinidad tradicional. El estado ac: tual de nuestras relaciones no solamente aprisiona a las mujeres, sino que “nos aprisiona en una masculinidad tan rigida que mutila todas nuestras relaciones, entre noso- {ros, con las mujeres, y con nosotros mismos”. [Segal, 1990; 28714 Bibliografia Amuchistegui Ana (1996) “E significado da virgndad y a inci cién sexual. 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