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CAPABLANCA V.N. PANOV I i a a a en a i | re a RR en a RR a I rc I 8 a a ES | EEE COLECCION ESCAQUES Hallo everybody! Hola 2 todos!! “We are a group of chess fans who are producing chess material, We have several projects and ideas, We have members from all around the world, belonging to-different cultures and speaking different languages, all of ws joined by our ‘common love for chess!."” We hope you will enjoy our work! “Somos un grupo de fanitiens del ajedrer, que estamos tratando de producir material de ajedrer, desarrollande diferentes proyectos eidleas. Tenemos micmbros de diferentes partes del muntlo, pravenientes ae diferentes culturas, bablando diferentes lenguas, unidos por nnestra pasién por el ajedrez!.” Esperamos que disfruten de cesta muestra de nuestro trabajo}. Ifyou are interested in joining us, or send any commients drap.us an email at: thecaissalevers@ymaillcom Sialguien estuviese interesade en unirse al grupo nos pueden escribir a: thecaissalovers(@gmail.com Best regardst! Saludos! "Caissa Lovers" Vv. N. PANOV ESCAQUES: EDICIONES MARTINEZ-ROCA BARCELONA Traduccién del ruso por Acustin Puig Revisién técnica de José Luis BRAsERO © 1973 por EDC ONES MARTINEZ ROCA. S. A. Gran 774, 7.2 - 08013 Barcelona RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS Este libro no puede ser reproducido en todo, ni en parte, sin permiso EMPRESS EN EsPia - PRINTED IN SPAIN ISBN: 84-270-0212-2 Depdsito Legal: B. 37825 - 1986 Diagratic, S. A, Constitucid, 19 - 08014 Barcelona INDICE PEOIOGO ooo ee eee ee ce cee ee ee PARTE PRIMERA EL TALENTO QUE CUNQUISIU EL MUNDO 1. Capablanca, gloria de Cuba ... I Tl, IV. Grandeza y decadencia de un César ... El nifio prodigio llega a maestro . Aspirante al titulo mundial 0.0. ce. ee cee ee ce ee ee ee V. En pos de la grandeza perdida Tabla de competiciones ... ... ... ... PARTE SEGUNDA SETENTA PARTIDAS SELECTAS 1. Coreo- Capablanca, La Habana, 1902 00. ose sec ccc vee sae oe 2. Capablanca - Corzo, La Habana, 1902 ... ... 3. Capablanca - Marshall, sexta partida, 1909 4. Marshall - Capablanca, 13.* partida, 1909 5. . 6. Capablanca - Bernstein, San Sebastida, 1911 . Capablanca - Janovsky, San Selmstiéa, 1912 . 7. Corzo- Capablanca, La Habana, 1913... ... 8. Capablanca - Blanco, La Habana, 1913... ... tee ene see eee cae 9. Capablanca - Chyse, Nueva York, 1913 0.0 0... ee ce ee 2ersaas 10. Capablanca - Duz-Jotumirski, San Petersburgo, 1913 fee eee 100 11. Bernstein - Capablanca, Mosc, 1914 ... “ 102 12. Alekhine- Capablanca, San Petersburgo, 1914... 2... 104 13, Capablanca - Bernstein, San Petersburgo, 1914... ..... 106 14, Nimzovich - Capablanca, San Petersburgo, 1914... 0.0... 108 15. Capablanca - Janovsky, San Petersburgo, 1914... es 0 16, Lasker - Capablanca, San Petersburgo, 1914 12 17. Capablanca - Molina y Ruiz, Buenos Aires, 1914 M15, 18. Capablanca - Schreder, Nueva York, 1916... 0.0 0 ur 19. Janovsky- Capablanca, Nueva York, 1916 0.0 MD 20. Capablanca - Marshall, Nueva York, 1918 ... 421 21. Capablanca - Janovsky, Nueva York, 1918 124 22. Marshall - Capablanca, Nueva York, 1918 .. 126 23. Kostic - Capablanca, La Habana, 1919... ... «.. 129 24. Capablanca - Ates, Hastings, 1919 at 25. Capablance - Lasker, La Habana, 1921 ... ... 133 26. Lasker - Capablanca, La Habana, 192) 0.0.0... ee ee ee ee 135 27. Capablanca - Lasker, La Habana, 1921 ... 139 28. Lasker - Capablanca, La Habana, 1921 ... 142 29. Capablanca - Bogoljubov, Londres, 1922... ... ... = | 14 30. Atkeens - Capablanca, Londres, 1922 ... 147 31, Capablanca - Vidmar, Londres, 1922 ... : : 150 32. Capablanca - Ates, Nueva York, 1924 0... 1... . coe 152 33. Bogoljubov - Capablanca, Nueva York, 1924 . 155 34. Capablanca - Lasker, Nueva York, 1924... ... wee 157 35. Tartakower - Capablanca, Nueva York, 1924 00... 00s 160 36. Capablanca - Ilin-Shenevski, Mosc, 1925... 2 ee eee 168 37. Duz-Jotimirski - Capablanca, Moscd, 1925 167 38. Capablanca - Zubariev, Mosc, 1925... see wee se cee cs eee eee 170 39. Capablanca - Bogoljubov, Mosc, 1925... wi. eee see ve 71 40. Ed, Lasker - Capablanca, Lake-Hopatkong, 1926 174 41. Nimzovich - Capablanca, Nueva York, 1927 175 42. Alekhine - Capablanca, Nueva York, 1927 00.0... cs e178 43. Capablanca - Spielmann, Nueva York, 1927 . 44. Nimzovich - Capablanca, Nueva York, 1927 . 45. Capablanca - Alekhine, Buenos Aires, 1927 ... 46. Capablanca - Alekhine, Buenos Aires, 1927... ... 47, Capablanca - Alekhine, Buenos Aires, 1927... ... ... .. 48. Capablanca - Alekhine, Buenos Aires, 1927 .. 49. Bogoljubov - Capablanca, Kissingen, 1928 .. 50. Capablanca - Rubinstein, Berlfn, 1928 ... 51. Capablanca - Steiner, Budapest, 1928 52. Capablanca - Balla, Budapest, 1928 ... 53. Capablanca - Backer, Karlsbad, 1929 . 54, Capablanca - Trejbal, Karlsbad, 1929 . 55. Capablanca - Mattheson, Karlsbad, 1929 56. Capablanca - Ates, Barcelona, 1929 ... 57. Capablanca - Colle, Hastings, 1930-31... .. 58. Capablanca - Euwe, Holanda, 1931 ... 59. Capablanca - Steiner, Los Angeles, 1933 60; Capablanca - Thomas, Margate, 1935 . 61, Capablanca - Ragozin, Mosei, 1935 ... 62, Capablanca - Kan, Mosc, 19353 ... .. 63. Capablanca - Léwenfisch, Muscu, 1935 .. 64. Lasker - Capablanca, Moscd, 1935 65. Capablanca - Alekhine, Nottingham, 1936 ... 66. Capablanca - Reshevsky, Nottingham, 1936 . 67, Capablanca - Znovsko-Borovski, Paris, 1938 ... 68. Capablanca - Euwe, Holanda, 1938 69. Capablanca - Mikenas, Buenos Aires, 1939 .. 70, Capablanca - Cherniak, Buenos Aires, 1939... 0. 6. cee ve oe 182 19 217 218 220 223 225 237 230 233 235 36 238 PROLOGO Este trabajo ofrece al lector las incidencias de la carrera deportiva y artistica del destacado maestro José Ratil Capablanca, campedn del mundo desde 1921 a 1927. Contiene la biografla ajedrecista de este maestro cubano, para la cual se han reunido las memorias de sus contempordneos y competidores y el juicio sobre su arte, emitido por los grandes entendidas en este materia, particularmente por Emanuel Lasker y Alejandro Alekhine. Luego, se in- sertan setenta partidas selectas, en cuyos comentarios se han utilizado los andlisis del propio Capablanca y los de sus adversarios y criticos. Conviene advertir que una parte de las quinmientas ochenta y tres partidas, jugadas por nuestro biografiado en tormeos y competiciones en el transcurso de cuarenta afios, apenas ofrece interds, debido al juego poco efectivo de sus adversarios 0 a consecuencia de haber quedado en tablas. Por ello, se han seleccionado aquellas que reflejan la dimension del juego de ambos contrincantes y en que la victoria se alcansd, no sdlo por el aprovechamiento efectivo de los errores cometidos en etlas, sino también por el efecto légico de una lucha tenaz. Viene a propdsito subrayar el concepto erréneo y unilateral que tos ajedrecistas actuales tienen formado de Capablence; lo conceptian de cldsico en el juego de posicién, de virtuoso en la tdctica y téemicu del ajedrez, que presta poca atencidn a la parte combinativa, « los secrificios audaces y a los ataques brillantes. Esto es injusto, pues su talento fue polifacético y armonioso, si bien es cierto que prefirid el juego calculador y posicional en el segundo periodo de su vide, por causas que luego se explicardn. Ademds de las partidas con el sello caracteristico del cdtculo en que se logra vencer aprovechando la minima ventaja tograda en la posicién, el lector hallard otras que, por la belleza y profundidad de las ideas combinativas, son comparables a la obra maestra alekhiniana, La tinica diferencia entre Capablanca y Alekhine consiste en que a éste le gustaron el riesgo, las inesperadas incursiones a lo deseonocido, et hallazgo 9 artistico y las borrascas combinativas, y aquél se inolinaba a la lucha tensa combinatoria cuando la posicién se lo permitia o su precisién calculadora v fina intuicién le permitian ver con diez movimientos de anticipacién cualquier ventaja, Pero donde faltaban tales premisas, donde, por una U otra causa, preferia las posiciones difictles y complicadas que se oponian @ su orientacin artistica, padecta inesperados fracasos, como, por ejemplo, en la partida nim, 36 jugada con Ilin-Shenevski, Esta partida, la que perdid con Lasker el ato 1914 y una de las de su encuentro con Alekhine en que hizo tablas, pudiéndola haber ganado fdcilmente, se insertan en este libro, para reproducir le imegen psicolégica y deportiva de nuestro bio- grafiado. Sus partidas tienen no sdlo interés histdrico; también son cldsicos y waliosos modelos de cdmo se debe jugar al ajedrez. EI autor ha evitado recargar con anotaciones la primera fase de ia apertura de las partidas en cuestion, por cuanto Capablanca presté poca atencién a toda sutilera on la apertura; polarizé mds en el juego medio y en los finales. Por ello, en los comentarios sobre la apertura se indican brevemente las continuaciones que se consideran mejores en ta actualidad La primera edicién rusa de este libro (publicada en 1957, y cuva tirada fue de 17000 ejemplares! y ta segunda (de 40000 ejemplares) duvieron buena acogida entre los lectores y la prensa. Esta tercera edicion, publicada once attos después, ha sido corregida en lo biagrdfico y aumen- tada con nuevos materiales, hallados en el transcurso del citado periodo, para satisfacer los deseos del ptiblico y de la critica, También se le han agregado once partidas, y se han revisado los comentarios de las restantes, modernizdndolos y completéndolos donde ha sido necesario. Ast en esta edicién como en las anteriores, el autor ha procurado canservar el espiritu y el colorido de la gran dpoca ajedrecista de ia tercera década, en la que se suscité una apasionada rivatidad entre los tres campeones del mundo, Lasker, Capablanca y Alekhine, y que finalizd con el triunfo e implantacidn de las orientaciones artisticas y deportivas de la escuela chigoriniana; orientaciones que los ajedrecistas soviéticos kan @esarrollado brillantemente. Parte Primera EL TALENTO QUE CONQUISTO EL MUNDO “Ast, pues, Capablanca no esti en su trono, sino que anda, camina, ejerce su gobierno en las calles del mundo. Bien esté que nos lieve de Noruega 2 Zanzfbar, de Cancer a Ia nieve. Va en un caballo blanco, caracoleando sobre puentes y rfos, junto a torres y alfiles, el sombrero en Ia mano (para las damas), Ia sonrisa en el aire {para los caballeros) y su caballo blanco sacando chispas puras del empedrado...” Nicorks Gumitn: Deporte W “ CAPABLANCA, GLORIA DE CUB. Esta isla, cuna de Capablanca, ocupa un lugar preeminente en la historia del ajedrez. Que este juego fue uno de los pasatiempos prefe- ridos de la clase dirigente y la in- telectualidad cubanas quizd se debe atribuir al alejamiento de los cen- tros culturales europeos y norteame- ricanos en una época en que se des- conacian la radio y Ia televisién, y la informacién periodistica no tenia las_dimensiones actuales. Componfan la poblacién emigran- tes europeos y criollos, descendien- tes de los conquistadores espafioles, duefios de las plantaciones de cafia de azticar, de café, de tabaco y de platanos, en las que trabajaban ne- ros y mulatos, Los potentados y funcionarios de la Administracién espafiola entrete- nfan el ocio sentados horas y horas frente al tablero de ajedrez, En La Habana habia un lujoso club, cuyos directives no reparaban en gastos si se trataba de invitar a los ajedre- cistas europeos y americanos mds importantes de aquel entonces, En 1862, el legendario Morphy visits la capital y jug6 una serie de par- tidas con el negro Félix, campeén de la isla y esclavo del plantador Sucre. A fines del siglo pasado y prin- cipios del presente, los campeones del mundo Steinitz y Lasker, los destacados maestros ingleses Black- burne y Gunsberg y los campeones norteamericanos Pillsbury y Mars- hall visitaron La Habana. Pero Mi- guel Ivanovich Chigorin fue el que 4026 de mayor popularidad en Cu- ba, pues el club antedicho te in & reaNzar sus histéricas ¢ompeticio- nes valederas para el campeonato del mundo el afio 1889 y gu encuen- tro con Gunsberg en 1890, El gran maestro ruso jugé también varias partidas con los ajedraciatas cuba- nos mds famosos, La campeona Marfa Teresa Mora visité Mosca el invierno de 1949, para tomar parte en el campeonato mundial femenino. Dice: «En mi pais suena todavia el nom- bre del genial ajedrecista ruso Mi- guel Ivanovich Chigorin, que com- pitié con Steinitz y con Gunsberg. en la capital. Sé de aficionados que coleccionan los mds diversos mate- fiales de la estancia de él allf. Hay quienes lo conocieron y jugaron con @i, Entre ellos se cuenta al octoge- nario Guillermo L6pez Raviros, quien jugé, en 1889, con el maestro aso, que le dio un pen de ven- taja, En ocasiones, fuego con este anciano, para prepararme.» Pero el ajedrez tomé carécter po~ pular en Cuba después de la cafda del régimen dictatorial de Batista, y del triunfo del movimiento popu- jar en 1959. Tras la nacionalizacién de 1a industria y del comercio y de la reforma agraria, el pafs empieza su revolucién socialista. Pronto se desterré el analfabetismo, y todos los progresos culturales estuvieron 13 al aicunce de Jas masas. La fama de Capablanca ha contribuido bas- tante a que el ajedrez goce de po- pularidad entre los trabajadores. El epigrafe de este libro retieja el afecto de lox cubanos a su ilustre compatriota, En el mimero del 12 de enero de 1967 de Ja revista porte Soviéticor, Nicolas Guillén inserto un articule, titulado «Capa- blanca, el ajedreg y otras cosass, en el cual dice: «Capablanca ha sido nuestra glo- ria y lo serd mientras exista Cuba. Pero antes de la revolucién, la cual lo ha popularizado, el pueblo lo tenia por mago y hasta por morador de unas nubes maravillosas ¢ inal- En aquellos aflos, :quién ginar que mds tarde se jugaria al ajedree bajo la sombra de} tejadillo, hecho de palmera, de jas tabernas rurales, el machete ce- fiido a la cintura, el sombrero la- deado y el caballo atado a un poste aguardando @ su duefio? »La revolucién ha transformado totalmente el cuadro de Ja vida cu- bana, y particularmente el de los antiguos desheredados. Superado su analfabetismo, el pueblo se incor- pora a muchos logtos de la cultura que no le fueron accesibles en otro tiempo. »Antes de ella, casi todas las for- mas de deporte estaban «vedadas» y eran asequibles sélo a los ¢frculos aristocr4ticos, mientras los simples mortales las contemplaban desde la acera da enfrente, por decirla acl. Y ninguno de aquellos sefiores, muembros de] club y que se tenian Por personas de orden, pudo pensar Bi por ensuefio que los jévenes tra- bajadores y campesinos egasen a emplear su tiempo libre en perfec. cionar el cuerpo y el espfritu con la Practica del deporte ndutico, de ia esgrima, del baloncesto, del tenis y del ajedrez, sin olvidar la literatura, el) arte ni la ciencia. ajLo que fue un caso excepcional, como Capablanca, que gozé de bue- “4 Nas ‘comudidades, es un fenédmeno comin en la Cuba de hoyls El Instituto Nacional de Educa- cién Fisica y Deportes dirige el mo- vimiento ajedrecista del pas: orga- niza competiciones, edita literatura sobre esta materia; funda nuevos clubs; agrupa a millares de ajedre- cistas caliticados, y se encarga de organizar periédicarhente torneos internacionales para memorar a su relevante maestro. En % apertura de uno de ellos, el presidente de la Federacién Cubana de Ajedrez dijo: «Capablanca puede compararse con el ruso Chigorin, pues a é! se debe la popularidad del ajedrez en nuestro pais.» En estos actos participan regular- mente los grandes maestros sovié- ticos, El campeén del mundo Pe- trosian, su sucesor en ¢l trono ternaci Spassky, los ex cam- peones del mundo Smyslov y Tal y otres maestros notables ban visi- tado Cuba. jLa vispera de uno de los actos en cuestin, se organizé una sesién de simultdneas con quinientos table- ros! 1¥ tres mil espectadores pre- senciaron diariamente el torneo! En 1966, la F.LD.E. celebré su tradicional olimpfada en La Haba- na; en ella tomaron parte catorce equipos de notables ajedrecistas de varios pafses, Esta competicién atra- jo el dnimo de los islefios. Se rodé una pelfcula que nos muestra la i limpiad: momentos mds interesantes de la competicién y el entusiasmo de los espectadores, En una sesién de si- multdneas vemos a Fidel Castro, deportista y ajedrecista apasionado, enfrente de Petrosian; fuma con in- tensidad su cigarro puro, mientras intenta el ataque de su adversarlo, Ernesto Che Guevara fue un aje- drecista eficaz. Cuando desempefia- ba el carge @p ministro de Industria, particip6 ea torneos de su pais; ESUMULY lad BLanucs Vouepess asistié a los actos conmemorativos en honor de Capablanca; se enterd do quiénes eran los participantes, y jugé con silos. A este respecto, «En la conferencia de prensa se podian observar las curiosas parti- das révidas Guevara-Smyslov, Gue- vara-Weid y Guevara-Letellier, »Che Guevara juega muy bien al ajedrez.» Luché como guerrillero en Boli- via, y, al parecer, murié comba- tiendo, Las organizaciones de trabajado- res contribuyen ai desarroiio dei ajedrez en la isle. Por ejemplo: los miembros del sindicato de ferro’ rios instalaron un vagén, le pusieron el nombre de su notable compatrio- ta y lo engancharon a una locomo- tora antigua, En este club mévil, los entusiastas del ajedrez recorren la isla, organizan segiones de simultd- eas en ciudades y villas, compiten con los ajedrecistas locales y dan contenido de las competiciones in- ternacionales. Las paredes del so- bredicho vagén estan cubiertas de tableros con piezas de contrachapa- y El respeto y afecto de los cubanos a su genial campatriota se manifies- ta en el monumento que le han erigido y en la emisién de sellos de correo para conmemorar el trigési- mo aniversario de la conquista del titulo mundial; en una aparece sen- tado frente al tablero; en otra esté gu busto, y en una tercera se refleja la_posicién final de la ultima pat vida valida para ei campeonato dei mundo con el siguiente pie: «jLas ker se rindel» En otros dos sellos figura el bello edificio del Club de Aiedres Capablanca, de La Habana, Este gran maestro no sdlo lena de orgullo a los cubanos, sino tam- Dbién a los ajedrecistas de todo ol mundo que estudian una y otra vew las joyas de arte ajedrecista que nos ha legado, 1s a EL. NIRO PRODIGIO LLEGA A MAESTRO Antes de exponer la biograffa de Capablanca, vinculada a la historia dei ajedrez del sigio xx, ex necesa- rio explicar al lector, acostumbrado a la moderna clasificacién de los ajedrecistas en maestros y grandes maestros, el término maestro, usado @m todas las citas que se suceden en este libro, por cuanto ha venido empledndose hasta la segunda mi- tad del siglo actual y aplicdndose 2 los geniales ajedrecistas Morphy, ‘Andersen, Steinitz, Chigorin, Lax, ker, Capablanca y Alekhine, Con dicho término, de origen ita- liana, se distinguié a todo dotado de talento natural para la musica, el canto, Ja pintura, la escultura, la poesfa y otros aspectos del arte, en- tre ellos el ajedrez. Pero, actual- mente, su significado ha variado un poco, pues llamamos maestro al es- pecialista y deportista de categoria superior; por el contrario, en tiem- pos pasados, significé no sdélo la calidad del trabajo o interpretacién del mismo, sino también prestan- cia, maestria artistica, originalidad y, belleza. En el transcurso de va- ries siglos fue aplicado a los ajc- drecistas mds sobresalientes, En la segunda década del siglo presente empez6 a usarse, aunque no oficialmente, el término gran maestro 5 se aplicé a los maestros més distinguidos. Del mismo modo que solemos llamar gran maestro a un pintor, a un literato, a un escul- tor y a un cantante, asi se dijo de 16 algunos ajedrecistas eminertes, co- mo Lasker, Capablanca, Alekhine, Rubinstein, Bogoliubov, Nimzovich, Reti y otros; ademas, con ello se quiso distinguir ia buena calidad del juego y los éxitos deportivos, Al principio, gran maestro significé ajedrecista artistico y deportista. La denominacién de gran maestro internacional fue introducida por la F.LD.E. el aito 1949; por otra parte, este concepto se introdujo por crite- tios puramente deportivos. Y se concede a los ajedrecistas que lo- gran, aunque sea una vez, un gran éxito en cualquier torneo interna- cional, COMO ALCANZO TAL NOMBRAMIENTO Volvamos a josé Raul Capablanca Graupera, nacido el 19 de noviem- bre de 1888 en el seno de una fa- milia acomodada, A los cuatro afos, vio una vez a su padre jugar con un coronel espafiol. Aquellas extra- fias figuras despettaron la curiosi- dad del muchacho al verlas mover- se segin unas reglas que ¢l desco- ‘A més de esto, oiria hablar rillante juego de Chigorin en su casa o por ventura se paseaba con su padre, cuando se encontra- ron con el gran maestro ruso. Sobre este particular, dice: «La capacidad del hombre para cualquier actividad suele manifes- tarse en la edad temprana y, por lo comin, es efecto de un caso excepcional que lleva el nterés de una criatura mis alld de los {mites habituales, Esto me ocuré en uno de los histéricos encuentros entre do por aquel entonces em La Ha- ‘bana. A la sazén, tenia yo cuatro afios de edad.» Al dia siguiente, José Rail ob- servé cémo jugaba su padre. jPero al tercer dfa, el corazén del joven principiante hablé! Al ver que su padre movla un caballo de una ca- silla blanca a otra del mismo color y que su contrincante, por lo visto tan mal jugador como el of advirtid, se echo a reft y t tramposo @ su progenitor, quien se enfad6 por aquellas palabras; sin embargo, su hijo le mostré el error cometido en el tablero, Sorprendi- do de que un nifio pudiese haber aprendido por sf mismo las reglas del juego, le propuso jugar. El mu- chacho no solo pasé la prueba, sino que le gané la partida a su padre. Transcurridos unos dias, el hom- bre presents al nifio prodigio en el Club de Ajedrez. Uno de los aje- drecistas destacados de la capital quiso jugar una partida con él, y le concedié la ganancia anticipada de la dama para compensar la supe- rioridad, El muchacho la acepté, del mismo modo que posteriormente aceptarfa el sacrificio de peones y piezas, ofrecido por los ajedrecis- tas de nota, Veamos esta primera partida de Capablanca, que jugé a la edad de cuatro afios; en ella, como el lector verd, «conservé impecablemente su ventaja material»; frase que, afios después, se convertirfa en tépico pe. tiodfstico aplicado a las victorias del joven maestro y, ‘eriormente, cé- lebre campeén del mundo. Iglesias - (Las blancas juegan sin dama) TH PAR: 2 SAR, CAR: aX CRP PAD, PSD; 5. CxG Px Pxcy 19, on 4 20. CxC+, AXC; 21. AXPA, AXPC; 2 AID, AGA: Dh TIT) AXPDs au Pst,’ A3R; 25, T3C, PIC; 26. P4A, AST; 27. TIC, RAT; 28. PSA, AXP; 29. AXA, PXAs 30. AGT, TICR; 31, T(2A)2C, TXT; 32. TXT, D3A; 33. A7C+, DXA; 34, TXD, RxT; 35, R2A, RIA; 36. R3D, R4R; 37, P6T, PSAs 38. R2R, RSR, y las blancas se rindleron. A pesar de cilu, su padre cuidé Pedagégicamente del extraordinario talento del muchacho, déndole una instruccién adecuada, Los atios si- Buientes no frecuentd ef Club de Ajedrez; jug6 solamente en casa y no siempre, Tenfa seis alos de edad cuando dio brillantemente mate a cierto ajedrecista cubano, Se ha con- servado el final de la partida, y fue Publicado en Ja reviste moscovita «El Noticiero Ajedrecistas el afio 1913, fecha en que Capablanca vi- sité Mosed. Diagrama nim. 1 Capablanca jugé con ay CORF5 2, RIT, TAD; 3, TXA, TAT+; 4. RIC (a 4. TAT aucede negras. 1. 7 4... D8A+; 5. RIC, C4A+), DBR+; 3. RBA (0'5. TZA, C4A+), T6T+; 6 T3C, TXPI; 7, DET +3 & RIC, T5T+; a Be D4D+! . ROC, DIC+; 1 TST +5 12. RaR, DAD, y Terminado que hubo Ja enseian- za primaria a los nueve ajfios, se le permitié ir al Club de Ajedrex sélo los domingos. Alli, Golmayo, viejo y notable ajedrecista, y ex- contrincante de Steinitz y de Chi- gorin, ya no podia darle wna torre de ventaja. A los once afios, se le tenia uno de los mejores ajedrecistas de La Habana. Tras la muerte de Gol- mayo y de Vazquez, ei taiento aje- drecista de la isla fue Corzo, y fos admiradores de Capablanca estima- ron oportuno que probase sus fuer- zas con aquél, Para examinarlo se organizé una serie de encuentros a dos partidas con Jos mejores ajedrecistas de la capital, En seguida, se vio que su- peraba &® sus competidores, menos a Corzo, con quien perdid las dos partidas, LOS LIBROS LE AYUDAN La pérdida de estas dos partidas mo desanimé a sus seguidores, y atri- buyeron este resultado al descono- eimiento de la teorfa de las aper- teras. Y asf, lo pertrecharon de ma- Ruales de ajedrez; estudié, sobre todo, uno sobre finales que, desde ‘entonces, fueron su caballo de ba- talla. Al cabo de dos aiios, se organizé wn encuentro entre Capablanca y Corzo; encuentro que fue en reali- dad el campeonato de Cuba. Se pro- clamaria vencedor al primero que ganase ocho partidas. Corzo volvié a ganar las dos pri- meras, lo que no desanimo al mu- chacho; pero sf a los seguidores de a. La tercera partida quedé en ta- blas; luego, fue ganando una tras otra, y Corzé logré entablar las otras cinco..Acerca de este con- frontamiento, Capablanca dijo pos- teriormente que aprendié mucha més teorfa que ea los manuales; desde luego, fue més eficiente en el medio juego y desarrollé con catia la posiciGu, simplificdndola con el cambio de damas, El siguiente diagrama revela et razonamiento, original ¢ indepen- diente, del joven campeda cubano, Diagrama mim, 2 Esta posicién se produjo en una de las partidas, pertenecientes al so- bredicho encuentro; Corzo jugé con Blancas. El ultimo movimiento de las negras es 9, ..., DIR+; siguié 10. A2R, y la pattida quedé en tablas, Mds tarde, a Capablanca le dijeron que Corzo habia analizado Ja posicién y deducido que debia Baber hecho 10, R2A en vez de 10. A2R. Por su parte, Capablanca a analizé y decidié usar la misma variante de apertura en la siguiente partida de la competicién; en ella, Corzo hizo, en efecto, ‘osiguid 10. Ei joven tedrico gané esta batalla anal(tica, y se hizo famoso, como lo comprueba la siguiente anécdota: poco después de su encuentro con Corzo, visité una pequefia ciudad y se diririé al club de ajedrez. El campeon local, persona provecta y honorable, le pregunté si sabia ju- gar al ajedrez, y, tras una respuesta afirmativa, le propuso hacer una partida; quité del tablero el caba- Ilo de dama, y no le pregunté si le parecia bien o mal. En aquel tiempo era costumbre dar una pieza de ventaja a los ajedrecistas poco expertos, Esta circunstancia no cau- s6 enojo al joven Capablanca, que Je partida; con la mis- ma rapidez, gandé la segunda y la tercera, Sorprendido, su competidor advirtié que se enfrentaba con un ajedrecista digno de atencién; por Jo cual, continud jugando con aquel escolar, pero sin darle una pieza de ventaja. Sin embargo, Capablan- a fue gandndole las siguientes par- fidas. E] hombre se quedé estupe- facto; no legaba a comprender la causa de sus derrotas; de esa ma- nera, la atribuyé al dolor de ca- beza, a la mala suerte, a la casua- lidad, y demés. Entonces, Capablan- ca le ofrecié un cabalio de ventaja. Empez6 una verdadera lucha, y el anciano hubo de rendirse, Se cal6é el sombrero y, mascullando un sladiést», abandoné el local. Ya en Ja calle, volvid a entrar y le pre- gunté a su contrincante cémo se Hamaba, Al enterarse de que habja jugado con el campeén de Cuba, guards respeto, pues, scgin él, ajnunca hubiese imaginado que aquel nifio pudiese jugar de aque- Ma manerals, Posteriormente, cuan- do Capablanca leg6 a campeén del mundo, el anciano en cuestién se jactaba de haber jugado con él y de baberle dado un caballo de ventaja ‘em sus comienzos. Terminé el bachillerato a los qvince afios (en 1904), y su familia Je envié a Norteamérica, con el fin de que aprendiese idiomas y se pre- parase para ingresar en la Univers sidad estadounidense. Esto era tra- dicional en las familias acomodadas de la isla que estaban realmente unidas con la metrépoli. Se aplieé a Ine idiomas y a la ciencia; pero, un aio después, em- pez a frecuentar el conocido club de ajedrez de Manhattan, Aunque iba allf sélo los domingos, su ori- ginal y brillante estilo caus6 admi- racién en todos; transcurrido otro afio, estaba considerado como uno de los mejores ajedrecistas ameri- canos. Particularmente, sorprendié a sus rivales la rapidez y calidad de su juego. Ninguno pudo igualarle Yas pa cn 1908, ocupé el primer puesto en un to® neo reldmpago entre treinta y daw ajedrecistas notables, entre ellos @ eampeén del mundo Emanuel Las Ker, quien vivla entonces en los Estados Unidos de Norteamérica. Aquel aio Capablanca ingresé en la escuela de ingenieria y qub ica de la Universidad de Colum bia; en los exdmenes de ingreso ob tuvo sobresaliente en todas las asig- naturas, y en la solucién de los pro- blemas de matemiticas empleé una hora y cuarto, y no las tres horas que se daban para solucionarlos, Esto manifiesta la rapidez y prec aién de su mente, IAJEDREZ, AJEDREZ Y AJEDREZI Parece ser que a Capablanca be atrajeron bien poco las cient pues fue dos afios a la Universida y, al decir de él, practicé el deporte y jugé al ajedrez. [No habfa tiempo para dedicarse a los estudios! Deci- dié hacer uso de lo que Ia natura- leza le habfa dotado: salir a la palestra internacional y Uegar a campeén del mundo; conocer los idiomas europeos y adquirir lustre social, necesario para el ajedrecista cultivado, para este caballero sm dante del siglo xx, Y logré estos dos objetivos. Sobre @lo, escribe: «Considerando mi estilo de juego de los afios 1906 y 1908, veo en él grandes progresos en todos los as- pectos: en la apertura adquirié una fuerza maestra, aun cuando fuese menos efectiva de lo que debja ser, puesto que realicé con frecuencia planes afectados y poco eficaces cuando el desarrollo de las piezas exigfa movimientos sencillos, con- tundentes y activos; en el medio fuego mejoré notablemente, por cuanto las combinaciones tenfan thayor profundidad y exactitud y Perfeccionaba cada vez més la lu- de vosicién. v en los finales fagaba con bastante precisién y, a mi ver, alcancé en ellos la maestria Que distingue a todo ajedrecista.» Esta cita y las siguientes, en que Capablanca caracteriza su juego y su estilo, pueden parecer modestas. Pero con frecuencia le reprocharon, a veces con razén, su jactancia, su @xtremada confianza en s{ mismo, y etros defectos. Como se verd, tales defectos de su cardcter tuvieron @aistencia real y, en lo sucesivo, fepresentaron un papel fatidico en su carrera ajedrecista, Sin embargo, al valorar dichas citas, hay que t mer en cuenta las siguientes cir- cunstancias catenuantes»: Mimado por el destino y dotado por é1 con sus mejores prendas, Ca- pablanca fue realmente un ajedre- eista genial que asombré a sus con- tempordneos, Lo mds importante del asunto es que la mayor parte de citas son de su libro «Mi carrera ajedrecista>, publicado el afio 1920, con objeto de movilizar, lo cual era muy portante para su autor, la opinién internacional, que insistia en la pronta realizacién del encuentro Lasker-Capablanca, para disputar el titulo mundial. Y asf, era necesa- rio persuadir a la aficién americana y europea de que Capablanca era el ajedrecista de mds talento, el me- jor del mundo; que nadie podia 20 igualarie y que él, y no Lasker u otro cualquiera, debia ocupar el trono, Sin duda, con este autorre- clamo y las circunstancigs que jus- tificaban el objetivo, pesultaba di- ficil dar el brazo a torcer. Por otra parte, esta fanfarronerfa y este amor propio tienen un curdc= ter abierto, ingenuo y noble; son la manifestacién sincera del genio y el clamor de la coneurrencia no @studiado que inclinan a disculpar esta falta de modestia, En este as- ecto, sus memorias se semejan a Ja «Biografia» del fameso Benvenu- to Chellini, aunque Capablanca no fue tan duro con sus adversarios. Que te inqui reproches de los criticos se revela en el prologo de las memorias en cuestién: «Al exponer mis ideas, he pro- curado decir solamente la verdad, eorriendo a veces el riesgo de mos- trarme excesivamente vanidoso ante aquellos que me conocen poco, En. tiendo que la vanidad es insensat: pero la falsa modestia lo es aun mas, por cuanto trata de ocultar vanamente lo que s@ esfuerza por salir al exterior.» = Ya se habia perfeccionado en el aspecto ajedrecista cuando aban- don6 la Universidad el afio 1908. Entonces, era un joven, de veinte afios, atractivo, simpdtico a prime- ra vista, elegante, ingenioso, ama- ble y alegre; un epreferido de los dioses», como lo Ilamé la prensa de ambos continentes. Dominaba algunos idiomas y, en las post merfas de su vida, tuvo posiblemen- te conocimientos de la lengua rusa. iFue un hombre de extraordina- tia belleza varonil, ideal y espi tual, no de opereta: de tez moren como todo meridional; de ojos ne- Bros, grandes y vivos; de cuerpo tatelto y bien proporcionado, de andar garboso, de modales elegantes y de cardcter franco y apacible, que atrajo, cual un im4n, a las perso- ‘mada y particularmente a las mujerest Bi autor de estas lineas recuerda cémo iban las elegantes moscovitas detras del campedn del mundo para obsequiarlo con cajas de bombones y ramos de flores cuando visité la capital sovi¢tica en el afio 1920, En- treinta y siete afioe La practica del deporte en la Universidad estadounidense le sir- vid para mantenerse fisicamente a un nivel adecuado y oportuno, y le rmitié entretener el ocio y enta- lar relaciones, titiles e inttiles, con la sociedad mundana. De «las siete artes que debfa poseer un caballe- fo», sefialadas en un manuscrito del siglo x1, como natacién, equitacién, tire con arco, esgrima, poesia, caza biografiado no poseyé el arte de la caza ni de la poesia. Como el tito con arco es un deporte muy po- pular en los EE. UU,, seguro que lo ¢onocia, jHabfa Hegado el momento de salir a Iz palestra internacional; pri- mero, a ja americana, y después, a la eurepea! EL CAMPEON DE NORTEAMERICA DERROTADO El invierno de 1908, ef joven maestro hizo su primer recorrido por los Estados Unidos de Norte- américa; duré unas ocho semanas, y consistié en partidas de exhibi- dén, jugadas con los campeumes de varias ciudades del pais, y en se- siones simulténeas que realizé con extraordinaria rapidez y elevado tanto por ciento de victorias. {En las primeras diez sesiones, no per- dié una partida siquiera! En ellas jugé quinientas sesenta partidas, de Tas cuales perdié doce y empaté dieciocho. jE] resultado de sus en- cuentros individuales es aun mas sorprendente: de ciento treinta par- tidas perdié dos, con sélo dos tablast Este recorrido le reafirmé en su reputacién de futuro astro de pri- mera magnitud en los cfrculos aje- drecistas. estadounidenses, y le per- ‘mitié concertar un encuentro con el campeén norteamericano Mars- hall, vencedor en el torneo interna- cional de 1904, celebrado en Cam- bridge-Springs; en él aventajé al campedn del mundo Lasker y a a Chigorin, También ocupé el pri mer puesto en otras competiciones internacionales o gané el primer premio en ellas, y, en 1907, jugé un encuentro con Lasker, valedero para el campeonato del mundo; mas no pudo ganarlo, La competicién Capablanca-Mare hall empez6 el 19 de abril y termi- né el 23 de junio de 1909; tuve lugar en varias ciudades norteame- ticanas, y finaiizé con una sorpren- dente victoria del joven maestro cubano, Aqui conviene sefialar Ja_perspi- cacia artistica de Lasker, quien, en- tonces, participaba en el torneo in- ternacional de 1909, que tuvo lu- gar en San Petersburgo el mes de febrero; mucho antes de comenzar el encuentro en cuestién, dijo que venceria Capablanca y que posible mente habria de enfrentarse con él, para disputar el titulo mundial. jLa «Revista de Ajedrezs tomé a broma fo dicho gor Lasker; pero éste decia la verdad! Pues se sabe que jugs con ef joven Capa- blanca en el club de Manhattan y advirtié que era um contrincante genial De su encuentro com el campeén norteamerteano, Capablanca dice: «La organizacion de este enfren- tamiento no entraié dificultades, Marshall lo acept6, tal vez, con la confianza de que lo ganarfa. Pero el resultado mostré que estaba en un error, Gané ocho partidas, em- paté catorce y perdf una, Estoy convencido de que ningun ajedre- cista ha obtenido un resultado co- mo este en su carrera deportiva, por cuanto fue mi primer enfrentamien- to con uno de los diez mejores maestros del mundo! Lo mds sor- predente'es que jugué con él sin conocet la teoria de las aperturas a moscovita * ni consultar ningiin libro... Todo mi caudal teérico era lo aprendido en la practica y de ofdas. La vic toria me situé de pronto en el gru- po de los. maestros mas sobresalien- fes, Bsic cuficuiamicniv reveld als defectos en la apertura y mi eficacia en las posiciones «simples». Mi po- tencia fundamental se manifests ea los finales y en las combinaciones del medio juego. Mi fino sentido de Ja posicién intuia la posibilidad de ganarla o perderla, y supe defen+ derme tanto o mds que los otros em situaciones diffciles, lo cual demos- tré varias veces al rechazar los con tuudentes ataques de Marshall. De- bo afadir que mi estilo se distinguie por su variedad, aun cuando no tuviese forma ni perfeccién, Pude atacar y defenderme bien; combinar en el medio juego, y desenvolver- me con soltura en los finales, por ser en ellos mids eficiente que los otros ajedrecistas.» Estas afirmaciones, insistentes y extrafias, podrian causar al lector de nuestros dias la impresién de que Capablanca desconocfa la teorfa de las aperturas, siendo como era maestro. Desde luego, aqui hace gala de su talento y lo exagera; con todo, hay buena dosis de ver- dad. Pues, a principios de siglo, la teorfa de las aperturas no estaba tan elaborada como en la actuali- dad; y asf, bastaba conocer los mé- todos fundamentales del desarrollo de las piezas y de los peones en Jas aperturas al uso para tener una posicién aceptable. Y los conoc- mientos que adquirié cen la préc- tica y de ofdas» en el transcurso de Jos ciento treinta encuentros que tuvo con los mejores ajedrecistas de los Estados Unidos de Norteamé. rica en su recorrido por las dite tintas ciudades del pais supusierom indudablemente un caudal teérico considerable. Todo maestro practico sabe qué provechoso es analizar de- talladamente las partidas que ha ganado, empstado y, [sobre todel, perdido, Por otra parte, Marshall tampoco era docto en la teoria de las aper- turas, y en este encuentro subestimé evidentemente a su joven adversa- tio y traté de hacer experimentos maestro en el ataque por su estilo de juego, que le semej6 a Mirat, quien vencfa facilmente a jugadores inferiores; pero fue impotente ante virtuosos en el arte de la defensa, como Capablanca y Lasker. iPor ello, no debe atribuirse al acaso que el resultado del encuen- tro Marshall-Capablanca se parecie- se al del Marshall-Lasker; esto es, +8 —O0 =7 a favor de Lasker! “EL JOVEN CAPABLANCA Y LA TEORIA ¢Qué orientaciéa artistica tenfa antes de jugar con Marshall? Con- sideré ante todo ef arte de los fi- nales de partida, to cual puede cém- probarse en los siguientes fragmen- tos de una conferencia pronuncias da en el club de ajedrez de La Ha- bana el aio 1941: «El estudio de la teorfa y la prdctica del ajedrez requiere dividir la partida en tres fases: apertura, medio juego y final, Estos tres com- ponentes estén relacionados entre por tanto, serfa grave error es- tudiar la apertura sin tener en cuenta el medio juego ni el final, del mismo modo que es erréneo estudiar el medio juego sin consi+ derar el final. »No obstante, estoy firmemente convencido de que, para perfeccio- narse en el ajedrez, hay que estu- diar en primer término los finales de partida, porque se puede apren- der a jugarlos bien independiente- mente de los otros dos componen- tes, al paso que éstos estén estre- chamente ligados con aquél, Este hecho evidente lo ignoran casi todos los ajedrecistas de nota... »Mi amigo invirtié mucho tiem- po y gasté muchas energias en el estudio de las aperturas. A menudo, €ambidbamos impresiones acerca de ellas; me preguntaba por tal y tal variante, y yo le causaba extrafieza @en mis contestaciones invariables: »—Desconozco esta variante. 1 Cémo podré usted compren- @er las nuevas variantes de apertura @we puedan presentarle sus contrin- eantes? 2A Io que le contestaba: »—El noventa por ciento de las wariantes que ofrecen los libros tiene escaso valor. Pues muchas de allas se fundan en valoraciones y premisas que estima | incorrectas. 2 je lac apart: Je dedique mds tiempo al estudio je los finales; esto le reportard mayores beneficios. »Entonces, tenia yo doce afios, y mi amigo me superaba en edad. No dio importancia a mis consejos, aca~ £0 por considerarlos procedentes de wn adolescente inexperto. Como qviera que fuese, no hizo progresos en el ajedrez. Prosiguié estudiando las nuevas variantes de las distintas aperturas; pero en los torneos fue- fon mediocres sus resultados. En cambio, mi maestria en los finales me reporté muchas victorias esti- mables.» Estas palabras tienen relacién con Jas siguientes dichas por Chigorin, cuyo arte creador influyé artfstica- mente en el joven maestro cubano, como el lector veré comprobado @n sus primeras partidas, y que se ofrecen en la segunda parte de esta obra: «En cada apertura se pueden elu- dir casi todas las variantes estereo- tipadas que ofrecen los libros: de esa manera, se obtendrén unos re- saltados iguales o mejores. »Con frecuencia, lo tedrico es sindnimo de lo estereotipado. Por cuanto lo primero en el ajedrez vie- ne a ser lo que se encuentra en los manuales y se procura seguir, al no poder ideaz algo més eficas o igual, Pero no més original.» Se comprende que las palabras de estos dos maestros se refirieron solamente a la teoria de principios de siglo; teoria bastante primitiva si se compara con la actual. Capa- blanca cubestimé un paca la ii ftancia de Ja apertura en su juven- tud. Pero més tarde, como veremos, Siguid atentamente la teoria sobre ella; empleé las novedades que se presentaban en la misma y los sis- temas de moda, y adopté todo lo Buevo y valioso de las investga- eiones hechas por sus contempo- eineos. Botvinnik describe cémo adopts Capablanca «sobre la marcha» las novedades tecricas en ia madurez de su vida (en el torneo de Not- tingham, 1936): «Capablanca se dedicé bien poco al andlisis*, Valoré altamente su talento y estuvo convencido de que siempre superaria a sus adversarios en el tablero, Pero no hay que estar al corriente de las aperturas modernas? También cespid» cémo jugaban sus futuros contrincantes; valoré criticamente las variantes de ellos, y las aplicé si be estimaba conveniente.» Y con mayor atencién traté de perfeccionarse en el juego medio, teniendo presente en cualquier cir- eunstancia la estrecha relacién en- tre aquél y la apertura y el final de partida, y formulando la nueva ley: El principio fundamental del me- io juego es saber vincular la ac- eién de las piezas», Mas adelante, volveremos a hablar de su aporta- cin a la idea artistica del juego En su juventud prest6é més aten- @6n a los finales de partida. En sus consejos dirigidos a los -gfectecistas jévenes, Nimzovich ce: nalizad también las diversas pesiciones més comunes... Pues Ca- peblanca lo hace, y, por lo mismo, 1Conf, Vasiti Pampas Teorke de lor apertures. 23 conoce un sinfin de elias; sobre teda, en los finalee de dama y torre.» En eferta ocasiéa, ef maestro 90- Wiético I. Kan observé que Capa- Bianca, quien ya contaba cuarenta y ocho afios, analizaba con Lasker wna posicién. A este respecto, dicet «El estilo analitico de Capablanca: denotaba un extraordinario talente ¢onnatural. B) lento y reflexivo mo do con que Lasker analizaba la po ficién, interesante para los dos ex campeones, era totalmente opuesto a la rapidez con que el maestro eubano descubria las variantes su- tiles e inesperadas; desde luego, éste manifesté una técnica extraordina- riamente elevada.» Damos fin a este capftulo con um estudio, compuesto por nuestro bio grafiado y publicado en 1908; fue el unico que compuso. Durante el torneo internacional, celebrado ea Mosci el aio 1936, le preguntaros por qué, siendo tn virtuoso en fi- nales, no componfa estudios. Con- testé: —De joven compuse uno tan di- ficil, que nadie podfa resolver. Des- de entonces, no me ha interesado la composicién de estudios, pues con- sidero intti] componerlos si nadie los puede solucionar. Las blancas ganan: 1. R4A, RAT; 2. RXP, RIT; 3. RXP, R2T; 4, C5DI, T7T; 5. C3A, Pas § TIC+ R3T; 7. T6C+, RAT: , RIT; 9. T4C, R2Tt 10. esen ‘ics IL. C6D+, RIT; 12. C4A, "T7T; 13. RIA, T2T+4 14. R8A, T3T; 15. T8SC+, R27; 16. TIC+, RIT; 17. C6C+, TXCE 18, TXT, R2T; 19. T2C, PSA; 20. R7A, R31; 21, R6A, RAT; 22. RSA, RST; 23, R4A, R6T; 24, T2C, ¥ asi sucesivamente ASPIRANTE AL SALIDA A LA PALESTRA INTERNACIONAL La sorprendente victoria sobre Marshall causé sensacién en el mun- do ajedrecista, sobre todo en los cfreulos europeos desconocedores del modo de jugar de Capablanca. Sus seguidores americanos le ha- ron de organizar un encuentro con Lasker, para disputar el cam- ‘peonato del mundo; pero les res- pondié que no era oportuno, porque Lasker jugaba en aquel momento mejor que él. Esta determinacién fue acertada; tanto mds cuanto que para tener éxito en el encuentro con el campedn de] mundo, era ne- cesario no sélo talento, sino tam- bién experiencia en la lucha con relevantes maestros de diversos paf- ses. Y é] atin no la tenfa, [Habia que adquirirlal Por otra parte, después de! duro y prolongado encuentro con Mats hall, necesitaba descansar; por este motivo, regres6 a Cuba, de donde habia estado ausente cinco afios. Pero no se quedé alli; se hubiese aburrido, Al igual que a Napoleda le hubiese aburrida quedarse en Cércega, después de su primera campaiia italiana, En Cuba no habfa contrincantes suficientemente preparados para competir con esta _circunstan- cia le impedfa perfeccionarse, apar- te el deseo conquistar otros nL TITULO MUNDIAL laureles; deseo que mueve al lu- chador ajedrecista. Ya se manifestaba en 41 la vida dual de todo maestro de ajedrez, que, como un capitin de navegacién de altura, apenas si le queda tiem- po pata hacer vida tranquila y ho- garefia. El maestro también suele estar de viaje, Aunque lo hubiese querido, no podfa permanecer en su célida y querida patria; creci6 en Cuba; allf experimenté una gran aficién al ajedrez, y también all probs el dul- ce fruto de la victoria deportiva. Contrajo matrimonio con una cu- bana y tuvo con ella una hija y un hijo, Iamado José Raul. En la segunda década del siglo actual, ya habla cobrado fama, y pasé_la mayor parte de su vida en los Estados Unidos de Norteamé- rica, Entonces, este pais, joven y floreciente, atrajo a muchos sovia- dores impetuosos, prometiéndoles imaginarias ¢ ilimitadas posibilida- des de desarrollar su genio artisti- 0 y generosas recompensas, Establecié su ecuartel general» en Nueva York, donde estaba relacio- nado con muchos cubanos, y donde radicaba el club de ajedrez de Manhattan, cuyos socios eran me- cenas neoyorquinos y ajedrecistas notables del pafs. Nueva York abria e] camino a todos los rincones del mundo, y Capablanca, gastando sus fuerzas 25 fisices y espirituates con la alocada generosidad de Ja juventud, iba de torneo en torneo y de pals en pais. Se divorcié de su esposa, y, al cabo de unos aiios, contrajo matrimonio con una norteamericana; de esa mae Nera, se sometié a la influencia del modo de pensar estadounidense y del culto al délar, lo cual, como se comprobar4, se reflejo desfavorable- mente en su arte, Poco a poco, a joven romédntico ¢ impetuoso ‘fut baciéndose deportista practico y prudente, Con todo, nunca olvidé su isle natal y pasd en ella meses y afios, descansando tras las competiciones entregdndose a la reflexion sobre sutilezas del arte ajedrecista. La serie de conferencias que pronuncié poco antes de su muerte, acaecida el afio 1941, en el club de ajedres de La Habana, caracterizan al Cae pablanca patriota, y vienen a ser un legado artfstico para la nueva Beneraci6n de ajedrecistas islefios. Por ello, los cubanos ven en él, no s6lo al compatriota que con su ge- nio ha hecho célebre su patria, sino también al hijo fiel a lla, Volvamos a los comienzos de su carrera ajedrecista, Luego de haber pasado le prima vera y el verano de 1909 en su pats, regres6 2 los Estados Unidos de Norteamérica; allf pasé dos invier- nus y actué en sesiones de simul téneas, venciendo a los campeones locales y tomando parte en dos tor- neos neoyorquinos. El primero se celebré en 1910, ¥ fue valedero para el campeonato del estado; en él salié vencedor al ga- nar las siete partidas que jugo. El segundo tuvo lugar al afio siguiente, y era valedero para el campeonato nacional; particip6 en él tras un largo recorrido y un viaje de veim tisiete horas en ferrocarril. Por e80, no sorprende que el comienzo de a competicién le fuese desfavorable; con todo, gané las wltimas cinco partidas y se situé en segundo le one. Marshall ecupé ¢] primer post to. Com una ebsoluta falta de des- canso y de preparacién para un toe feo tan importante, como el cate peonato de los Estados Unidos de Norteamérica, se manifest6 por pri- micra vez ei casgu negutivo deci Cae pablanca deportista: descuido del estado fisico propio y subestimaciéa de los contrincantes inferiores, dee bido a la confianza excesiva en mismo. Y en los afios siguientes did prueba de una ligereza sorprenden- te y de una descuidada preparacién deportiva en las competiciones in~ ternacionales de importancia. Sin embargo, el torneo estado unidense de 1911 fue para él una preparaci6n muy util, por cuante transcurrié en visperas del de Saf Sebastidn, uno de los mis impor+ tantes de principios de siglo. Cc terioridad, lo invitaron a participar en el de Hamburgo, que tuvo lugar el aiio 1910; pero mm estado de salud le forzé a cancelar su participacién en él, Esto motivé que se rumorease que Capablanca temfa, al parecer, enfrentarse com los experimentados maestros euro peos y que preferfa ganar facilmem- te laureles en las competiciones nor+ teamericanas. Por ello, te interesaba mucho lograt un éxito resonante en San Sebastidn, con objeto de hacer callar a las malas lenguas, de reha- cerse de] relativo fracaso en el se~ gundo torneo estadounidense y de- mostrar a los altsneros profesionales europeos que él tampoco se soste nfa con hilos. San Sebastidn esta situado en el pintoresco golfo de Vizcaya; be atraido siempre a los veraneantes adinerados, no sélo por su maravi- Toso paisaje, sino también por su Gran Casino. La ruleta proporcio- naba unos grandes ingresos; con el fin de hallar nuevos medios de pu- blicidad, la administracién del ca- sino decidié organizar all{ un tor- neo internacional, del 20 de febre- ve al 16 de marzo, y cuyo anuncio ge inserté en las pdginas de todos Jes periddicos extranjeros, La idea no era nueva, pues la organizacién de torneas de ajedrez en Monte Carlo, en Ostende y en otras ciudades balnearias de moda fue un fenémeno corriente a pri cin La tinica navedad consistié en reunir un conjunto de participantes de nota; esto es, se invité a maestros que hubiesen ob- tenido las dos cuartas partes de premios en competiciones interna- cionales, celebradas en el ultimo decenio. Fueron invitados los Tusos Bernstein, Rubinstein y Nimzovich; el francés Janovski; los alemanes Tarrasch, Teichmann y Leonhart; los austro-huingaros Schlechter, Maroc- zy, Spieimann y Duras; ei servio Vidmar; el inglés Burn, y e! norte- americano Marshall. Y Capablanca fue un invitado de excepcién. Con- tra ello protestaron Bernstein y Nimzovich, por entender que aun no habia dado pruebas de poder tomar parte en un certamen de aje- recistas competentes. El comité organizador desestimé la protesta de los dos maestros rue sos, y Capablanca se presenté al torneo. Observé una partida amis- tosa, jugada entre los dos maestros Tusos que habjan protestado contra @, ¢ hizo unos comentarios acerca de Ja posicién. Nimzovich le advir- ti6 que no se metiese donde no le importaba, y él respondié cortés- mente y le imvité a jugar unas par- tidas de confrontacién que, segun nuestro biografiado, gané facil- mente. El desquite con Bernstein fue adn mds sorprendente; jugé con él en la primera ronda y, tras iniciar un ataque fuerte, mediante el sacrifi- cio de un caballo (constltese la partida ntim. 5), lo desmoralizé de tal suerte que se rindié casi sin luchar. Y en ulteriores encuentros fueron Bernstein y Nimzovich «clientes» propicios del maestro cu- bano. En aquel entonces, se lam: ba «clientes al ajedrecista que re- Sularmente perdfa ante un mismo contrincante. La partida Capablan- ca-Bernstein obtuvo el premio de belleza. Sobre este torneo, Capa- blanca dice: «Con antelacién a esta partida, los participantes mas renombrados me iumarou por epresa facilis, apo- yandose en su gran experiencia; pero, después de elia, me temian y consideraban con respeto mi maes- tia Nuestro biografiado obtuvo unas victorias consecutivas y, tras empa- tar unas partidas y sufrir una de- frota ante Rubinstein, se clasificé en primer lugar; Vidmar y Rubins- tein se situaron en los puestos se- gundo ¥ tercero, respectivamente. y Marshall ocupé e) cuarto puesto en Ja clasificacién, demostrando con €llo que su fracaso en el encuentro individval con Capablanca no se @ebid a la mengua de su capacidad artistica. PROGRESO ARTISTICO DE CAPABLANCA En 191), estaba en lo mejor de su juventud y crefa en sus fuerzas. A partir de aqui empieza el periodo de doce afios que puede considerar- s@ como la cumbre de su ascenso deportivo y artistico y como el pun- to maximo de la manifestacién de su genio ajedrecista. Dieciocho aos después del tor- neo de San Sebastian, recordaba Spielmann cémo conocié al joven maestro que tenfa sdélo veintidés afios y se presentaba por primera vez a la palestra internacional: «La vida personal de Capablanca denota que es un maestro de aje- drez. Sus ocupaciones preferidas son la politica y la diplomacia... A mds de esto, es aficionado a los deportes practicados por la alta sociedad, Particularmente al tenis, En otros aspectos, es un hombre elegante, aunque esté libre de los vicios que Ja elegancia lleva dentro de sf. No fuma ni bebe, y se atiene rigurosa- mente a las reglas de la higiene. eo Causa ta impresion de tener e) aje- drez por pasatiempo.> Aquf es cportuno aclarar las ex- «politicase y «diploma- con presiones Gia», citadas por Spielmann de ay aquel joven prometedor, el minis- terio de Asuntos Exteriores cubano Jo incluyé en sus servicios, lo cual fue una simple prebenda, y le en- comendd, a veces, misiones diplo- miaticas, Nuestro biografiado caracteriza su juego, en el torneo antedicho, de la siguiente manera: «Profundicé en las posibllidades como los demas ‘maestfos. Podia ealcular una posicién con muchas jugadas de antelacién y hallar el procedimiento mejor para realizar un ataque contundente. Rechazaba con precisién Jos ataques contra mi rey. Llegué a los limites maximos en fos finales. Muchos estimaron que me desenvolvia en ellos mejor que Lasker, a quien ninguno le igua- 16 hasta entonces, Sin embargo, no creo que me desenvolviese mejor ni peor que é1, Pero ten{a que aprender mucho en Jo tocante a Ja apertura; sobre todo, en la téctica del _me- dio juego. cuando no se tiene base para combinar, y en la formacién de flexibles dispositivos de ataque y defensa, Por otra parte, tenia que aprender a dominarme a mi mismo y ganar aplomo; condiciones indis- pensables en la consecucién de mu- chas victorias.» Vemos que Capablanca fue por aquellos afios bastante autocritico, lo que garantiza siempre e) poste- tior perfeccionamiento de sf mismo, También son dignas de atencidn las Ultimas frases de la cita en cuestién. Spielmazn advierte que Capablar a «cera altamente impresionable y Se tranquilizaba sélo cuando teni® una superioridad aplastante sobte su adversarios. Esto explica que les derrotas inesperadas le alterasen oF fnimo; que, después de ellas, jugase con vegleciéa y flojedad, y qué 28 procurase eludir el riesgo y aceptace ripida y frecusntemente las tables en las postrimerias de -su carrera ajedrectsta. “INNOVADOR DE LA TEORIA Y MAGO EN LA PRACTICA Veamos qué aporté Capablanca ala concepcién del juego y que le asegur6, aparte su talento innato, un puesto de honor entre los gran-. des ajedrecistas de tedos los tiem- pos. Pero antes convendria exponer la situacién del deporte ajedrecista de Principios de sigio. En éi predomi- naron el racionalismo y el mercan- tilismo de la escuela occidental y el estilo de juego cerrado y tactico, No gozaban de estima el audaz jue- go combinatorio ni el riesgo artis tico de Chigorin. La posicién se valoraba de un. modo estdtico, es decir, se tenia en cuenta quién in- vertia mds tiempos en el desarrollo de la partida, quién sacaba més piezas en la apertura y, por ello, quién estaba en mejor o peor si- tuacién; pero no se estimaban las partiewlaridades concretas de la mis- ma, Tarrasch, destacado tedrico de aquel tiempo, opiné que se podfa obtener ventaja sélo maniobrando Jentamente y ejerciendo presién so- bre la posicién del adversario. Y en principio no admitié la lucha com- binatoria, 0 sea, todo ataque audaz. Veamos cémo se expresa: «A mi entender, el sacrificio de piezas 0 peones casi nunca es una condicién indispensable para un ataque regular y normal; el sacrifi- cio, para poder atacar o mantener el ataque, es admisible sélo cuando se hayan cometido errores en la pro- secucién |égica del mismo.» Este parecer muestra claramente lo limitado y lo mediocre de be teorfa y prdctica de aquella época. Los ajedrecistas profesionales me dios iban de teeneo en torneo y de pafs en pais; we admitian el riesge art(stico, e hicieron de la espera a que el oponente cometiese errores su orientacién fundamental, que les garantizaba una especie de minimo vital. para emprenderla a pedradas com los maestros medios de entonces; hay que profundizar en las causes de su actitud ante el juego. Pu se aficionaron con exceso al aj drez; vivieron sélo para él, y sac ficaron las comodidades que una pequeiia existencia burguesa les ase guraba en aras del misterioso atrac- tivo de este arte: constitujaa un proletariado intelectual que repre- senté ia vida bohemia, Realizaron bellas combinaciones, arriesgarom material y Jo sacrificaban cuando hacfan pattidas con aficionados de buena posicién por una consume cién en el café; daban sesiones de simultaneas, y jugaban entre ellos para entretenerse. Pero su actuacién era totalmen- te distinta en los torneos! No perci- ‘bfan honorarios por participar en ellos. Y a las premios, por cierto no muy elevados, podian pretender s6- lo Jos maestros de nota. Los demés participantes, fuera de los viajes y ja estancia en el hotel, percibfan unos honorarios escasos que depen- -dian del mtimero de puntos y me- dios puntos obtenidos, es decir, se pagaban sélo las partidas ganadas y las tablas, jLa pérdida de una par= tida no producia beneficiol! A me- nudo, ocurrfa que un maestro, tras una prolongada lucha con un ad- versatio de igual categoria, come tia un error por falta de tiempo y perdfa un punto y con él los hono- rarios, mientras a su lado jugaban otros dos que efectuaban un juego prudente y acordaban dejarlo en tablas, por aquello de que «vale més pdjaro en mano que ciento volando», Esto condujo inevitables mente a que el empate fuese um fenémeno comin en los torneos de finales del siglo pasado, y Ja lucha «basta la wltima gota de sangres empezase al final del torneo y ia iniciasen los maestros com posibil dades de alcanzar e) primer premi sPara un ajedrecista mas acomo- dado y confiado en si mismo, como Capablauca, uo existian iales consi- deraciones mercantiles! Quien no se tenfa por profesional del ajedrez, sino por un nuevo Lohengrin que habla Negado al mundo del de- porte ajedrecista para asombrar con su fuerza sobrenatural a todo con- trincante y regresar a la misteriosa Jejania tropical en un lujoso trans- atléntico y no en una nave arr: trada por un cisne. Y asi, Capablan- ca jugaba al ajedrez con igual maes- tria que Paganini tocaba el violin, © Schalapin cantabe dpera. Los ele- vados honorarios y los premios fue- ton solamente la consecuencia de los éxitos inevitables; el homenaje que la multitud rendia al genio. La «fuerza sobrenatural» de nues- tro biografiado consistié en intuir toda la posicién con anterioridad y en razonar con una rapidez y Precisi6n sorprendentes. Gracias @ Jo cual, aprehendia en seguida cual- quier posibilidad de combinar y de maniobrar, E] dinamismo de su jue- go y el rdpido hallazgo del unico y complicado medio para vencer, con el lema ejRapidez y empujels, par recieron una maravilla, que contras~ taba con el juego lento y racional- mente limitado de sus contrincan+ tes. También causaron asombro su afiligranada técnica en aprovechar cualquier minima ventafa material o posicional y su insuperable maestria en jugar los finales. En la primavera de 1927, Cape, blanca expuso su oa un periddico uruguayo: «La forma ideal para Nevar ade~ lante el juego consiste en hacer que las piezas se desarrollen répidamen- te colocéndose en puntos estratégi- cos convenientes para el ataque y la defensa, partiendo de la idea de que el tiempo y la posici6n son lon dos principios fundamentales. v[Serenidad y decision on el ata- que! No hay que dejarse llevar per la _posibilidad de conseguir cuah quier superioridad material, pues la observancia de este precepts an uafia frecuentemente ia victoria. Sélo en casos excepcionales hay que aceptar e] juego complejo; esto no quiere decir que deba eludirse. En suma: conviene estar preparado pa- ra toda forma de Jucha y en cual- quier fase de la partida, como aper- tura, medio juego y final, sea com- plicada o simple, pero optando siem- pre por la ultima, que facilita los elementos fundamentales: tiempo y Posicion.» Al final de su libro «Mi carrera ajedrecistas, da una serie de orien- taciones muy valiosas artistica y de- portivamente; orientaciones que, aunque dirigidas a los principiantes, son importantes y did4cticas para el ajedrecista de cualquier categorfa. Por ello, las reproducimos: «E] principio fundamental de la apertura se funda en el desarrollo rapido y activo de las piezas, las cuales deben ocupar el sitio que les corresponde. 2El principio fundamental del me- dio juego se funda en la vincula- cién de las piezas, en lo cual falla la mayor parte de ajedrecistas, Pues muchos intentan atacar cuando tie- nen las piezas dispersas y desligadas por el tablero; luego, tratan de ha- ar la causa de sus errores. »Bn la fase final es necesario jugar con exactitud y sin perder tiempos} hay que tener en cuenta todo movimiento que aumente la posibilidad de ganar o de ahorrar tiempos. : »Poseer la iniciativa vale tanto como tener cierta superioridad; por So, al tomarla, es conveniente man- tenerla. Si el adversario la pierde, hay que procurar hacerse con ella. A veces, un ajedrecista eficiente adopta una postura pasiva, con el fin de que su contrincante ataque y, tarde’ o temprano, baga un mo-- wimiento desscertade, {Pera el jue- w 60 pasivo es fatal para el ajedreciggs: Principiante o de categoria medial ‘lene que atacar, por cuanto es tinica manera de poder desarro- Mar su inventivat »Otro punto importante es la eco noria de fuerzas en la defensa. Hay ajedrecistas a los que les asusta cualquier ataque contra un pedn, contra una pieza y, sobre todo, contra e] rey, para cuya defensa movilizan todas sus piezas. Esto es un error, pues el rey debe defen- derse con un m{nimo de piezas, Es- tas deben emplearse en gran nu- mero cuando se ataca al rey adver- surio, En el ataque contra una pieza deben empleatse las fuerzas justas para lograr el objetivo. Al desarroliar la apertura, puede uno encontrarte con una respuesta desconocida. En tal caso, Jcémo proseguir? Prosigase segtin aconseje el sentido comin, Retfrense pronto las piezas amenazadas a una posi- cién mds segura. En ello, puede que no se haga el movimiento conve- niente; pero, al menos, servird de Jeccién para la partida siguiente. »Todo aquel que desee perfeccio- marse debe considerar sus fracasos como una leccién y aprender en @llos la manera de evitarlos en lo sucesivo, jTambién hay que ser de- eididol {Si se estima que un movi- miento es conveniente, hdgase! La q@mperiencia es la madre de la cien- ela. Muchos planean una maniobra y la consideran oportuna, pero te- men efectuarla. No hay que vacilar en hacer lo que se estime conve- niente y oportunol> En su libro «Nuevas ideas en el ajedrez», Ricardo Reti dice acerca de lo innovador y de lo metédico Gel juego de Capablanca: «Profundizando en sus partidas, gomprendi que é! se ajusta al prin- @ipio de que en cada posicion debe tefo guiarse seguin un plan adecuado @ la misma. Todo movimiento que @0 contribuya a dicho plan es una pérdida de tiempo, aun cuando fa- vworezca el desarrollo de una pieza. Ri lector ballaré a aplis practica de estos principios artfsti- cos y deportivos a una situaciée estratégica concreta en las partidas seiectas que se ofrecen en ia segum- da parte de este libro. Su opinién y juicio sobre el arte del ajedrez, su orientacién artistica y Sus excelentes partidas constitu yen actualmente un valiosisimo me- dio para que todo ajedrecista ae perfeccione, Los ex campeones del mundo Smyslov y Petrosian y otros gram- des maestros soviéticos; el campeén norteamericano Robert Fischer; el «astro» del ajedrez hungaro Lagos Portisch y otros maestros de esta nacionalidad; el campedn juvenil del mundo Anatolio Karpov; el cam- peén de Mosc de 1970 Yuri Balas- choy, que tiene doce afios de edad, y la cesperanza» de los ajedrecistas brasilefios Enrique Meking, han ex- perimentado la influencia de Capi blanca y, en cierto modo, son dis- cf{pulos y seguidores de él. Pero esto no debe impedirnos hablar de una orientacién deportiva errénea en el gran maestro cubano, La cual apenas se notaba cuando estuvo en la cumbre de la fama, pero fue manifestandose poco a po co: evidentemente, subestimé el ele mento psicolégico en la lucha aje- drecista; al contrario del gran de portista psicélogo Emanuel Lasker. En una de sus intervenciones em Leningrado, declaré: «Cuando uno se sienta al tablero debe pensar tnicamente en la posi- cién y no en el contrincante. Pues la psicologfa no tiene ninguna rela- cién con el ajedrez, independiente- mente de si éste se considera como ciencia, arte o deporte; la psicologia no es mas que un estorbo en este arte. Sin duda, estas afirmaciones son falsas. Porque la personalidad artis- tica del adversario, sus inclinacio- Nes, sus cFiterios tedricos y su re- pertorio de aperturas mucho ha que 08 tenidos en cuenta por maestros. cide y grandes maestros en su prepara- cién para un torneo o competicién individual, Y el propio Capablanca fue mas de una vez victima de la prepai psiculdgica de sus cam trincantes. FRACASAN LAS GESTIONES. PARA UN ENCUENTRO CON LASKER Después del torneo de San Sebas- tidn, nuestro biografiado actué por Poco tiempo en Alemania y, luego, partié para Sudamérica, con el pro- competiciones. Volvié a Europa; dio unas sesio- nes simultineas e hizo unas partidas con renombrados maestros de Ho- landa, Alemania, Francia e Inglate- rra, de donde regresé a Cuba. A fines de 1911, invit6 oficial- mente al campeén del mundo Ema- nuel Lasker, que a la saz6n se en- contraba en los Estados Unidos de Norteamérica, a disputar el tftulo mundial. Esto no cogié de sorpresa al invitado, que no manifesté de- seos de aceptar la confrontacién, debido al juego brillante e innova- dor del maestro cubano, Antes de referir las circunstan- cias en que discurrieron las nego- ciaciones entre el campeén del mun- do y el aspirante a este nombra- miento, hay que tocar el punto fun- damental que impedfa Hevarlas a feliz término y condujo a un brusco empeoramiento de las relaciones personales entre ellos dos. Lo cual ya habla sucedido entre Steinitz y Lasker; sucedfa entre Capablanca y Lasker, y sucederfa entre Alekhine y Capablanca, y entre Euwe y Ale- khine, El} punto en cuestién era el dime To; el oro, 0 «diablo amarillo», em mo lo Hamara Gorki. Indudablemente, los campeones de ajedrez no pretendfan cenriquecer- se»; cuanto mas, que los honorarios de los ajedrecistas de nota eran in- feriores a los de los maestros de 31 otros ramos del arte, Para ellos el estimulo principal no era el dinero, sino la mdxima expresién de su ta- lento y, por consiguiente, la famal La fama que les daban las victo- de tos contempordneos de todo el mundo, el soberbio convencimiento de ser los mds grandes e inteligentes entre los corifeos del ajedrez y, so- Bre todo, el gozo de la obra artfs- tical Pero, jay!, los campeones del mundo no habitaban el fabuloso pla- meta X, donde uno puede susten- tarse del rocfo matutino y del po- jen, sino que vivian en ia rigurosa ‘sociedad capitalista que valoraba el hombre por su capacidad de «ga- ar» dinero, de vender el cerebro 0 @1 cuerpo al mejor postor. Esta cir- cunstancia justifica que en el modo fe vida norteamericano prepondere @l_lema del hombre de negocios: «Ese vale diez millones de ddlares», ¢Esa tiene aspecto de un millén de délares», refiriéndose a una belleza. Es légico que para el habitante del mundo burgués, bien poco ha- bituado a diferenciar el ajedrez del domind, el campedn del mundo tu- viese un evalors mientras consef- vaba el titulo; pero su cotizacién en la cbolsas de valores era {nfima @n cuanto lo perdfa, Por ello, la @érdida del mismo era un duro golpe, asi para el amor propio y Ja autoridad del campeén vencido como para su bolsillo, y le ponfa en peligro el porvenir, Aqu{ es opor- tuno mencionar las siguientes fra- ses del inmortal Balzac: «Las heridas del amor propio no ee cierran, cuando se avivan com fcido monetario.» 2Qué es un campeén del mundo? Todo ajedrecista que ha cobrado fama; el primero entre los pocos elegidos que necesitan los organi- - adores de torneos y la aficién de todos los pafses. Y qué es un ex campedn det mundo? Todo notable ajedrecista 32 que ha cobrado fama; uno de entre las pocos elegidos que apenas si interesa a nadie, y del que se puede -prescindir facilmente. Conozcamos la diferencia jue hay € ui maesivo de ajediez ¥ ma Persona ocupada en cualquier otro tamo del arte. Muchos actores, pin- tores, escultores, cantantes, eserito- res y musicos gozan, mds 0 menos, de la admiracién del publico y de buenas condiciones materiales; los hay que no necesitan de la publ cidad para destacarse entre sus co- Jegas. En el ajedrez y en el deporte, el asunto cambia totalmente, porque Jo importante no es jugar mejor o peor, sino superar ptiblicamente al contrincante y, de esa manera, evi- tar poner involuntariamente en pe- ligro sus medios de vida. En la Unidén Sovittica, toda com- peticién deportiva sucede dentro de jos limites de unas normas y tradi- ciones establecidas cuidadosamente, y, al faltar el poder del «diablo amarillos, la pérdida de un cam- peonato no amenaza el futuro mate- rial de aquel que lo ha perdido. En la sociedad occidental, el de- porte y el dinero lo decidfan todo; los que despreciaban el lucro en cualquier aspecto del arte morian en la miseria o se quitaban la vida, por mds fama que hubiesen cobra- do: Federico Ates, campeén de In- glaterra varias veces, o el maestro alem4n Rodolfo Swiderski, por ci- tar un par de ejemplos. Lasker lo comprendia perfecta- mente y, desde que conquisté el tftulo mundial, exigia unos honora- rios importantes, aparte el premio, cada vez que se le invitaba a par- ticipar en un torneo. Y se los cone cedfan, porque su nombre, como el de cualquier campeén, era un imdn que atrafa al publico; esto ayudaba ‘a cubrir los gastos que ocasionaba Ja organizacién del torneo. Lasker fue el primero en exigir considerables cantidades de dinero por perticipar en tornecs y en las Competiciones en que se jugaba el titulo mundial. A menude, be reprockarom estas exigencias, tachdndolo de aprove- chado y d@ codicioso, por enten der que oem ellas se interrumpfam las competielones. {Fueron justos tales reproehes? El se justificaba asi: «Siempre estuve dispuesto a em frentarme con cualquier aspirante; con tal que la aficién desease pre- senciar el encuentro y estuviese dispuesta a afirmar este deseo, no sélo con palabras; también con sa crificios de su parte (esto es, apo- yaria econémicamente). Desde iu Bo, No quise ser objeto de explota- cién, Pues me amenazaba la suerte de los ajedrecistas que se murieton de hambre, como Kizeritski, Zucker- tort y Mackenzie, o que hubieron de recurrir a la asistencia social y acabaron sus dias en un asilo, como Pillsbury y Steinitz. Siempre estuve dispuesto a dar mi arte y mis ideas al mundo del ajedrez»; pero Je exi- gia que prestase ayuda econdémica para levarlo a término, IY tuvo razén! A su sombria lista de ajedrecistas de nota se podria afiadir una decena més de nombres, entre ellos al gran ajedrecista ruso Chigorin, que en las postrimerias de su vida se vio desamparado de toda ayuda y murié en la miseria. El temor a la pobreza le obligé, légicamente, a sacar el méximo ren- dimiento de su titulo, para asegu- rarse el dfa de mafana, Por ello, aceptaba las citaciones a competi- cién de los aspirantes que consis deraba mds inofensivos y faciles de vencer, como Janovski, Tarrasch, Marshall, Schlechter. Esto le daba la mayor parte del fondo destinado a los premios y hacfa que aumen- tase su reputacién de ajedrecista invencible, En cambio, aceptar la cita a competicién de un adversa- tio con posibilidades de ganar el encuentro, como Capablanca, ere muy asricsgado y desventajoso. Es comprensible que mantfestase baa clara eae hacia of on tual evserpador del trogos. {Y el aspirante a tal no be irfa en zagal Per otra parte, ningin cam- peén dei mundo, ni simpie ajedre- cista, reconoce que ha perdido un encuentro por haber sido inferior a su contrincante; siempre halla in- finidad de motivos que han ocasio- nado Ja derrota, y en su interior continta creyéndose el mejor; pero se ve privado de las ventajas mo- rales y materiales que tal titulo ofre- ce y es momentdneamente «uno de los pocos» y, después, «uno de tantos». En principio, Lasker atepts el reto de Capablanca; pero le {mpuso tres condiciones, de las owales dos impedfan la celebracién del encuen- tro. Primera: reunir un fondo de cin- cuenta mil marcos (diez mil déla- res), destinado al premio. Esto no asusté al maestro ¢ubano, pues te- nfa muchos protectores; ademas, esta cantidad equivalfa a Ja que él exigié a los aspirantes al titulo mundial cuando legé.a ostentarlo. Segunda: se jugarfa cuatro horas por jornada; la partida se interrum- pirfa a la hora de haber empezado, para revisar los doce movimientos ya efectuados; a las dos horas vol- Verfa a interrumpirse, para comer y descansar. Lo cual era inaceptable, asf para Capablanca como para los organizadores del encuentro, inte- resados en que acudiese mucho pi- blico para cubrir los gastos del mis- mo. A més de esto, las partidas no se desarrollarfan con la normalidad con que se desarrollaban Jas de los encuentros para el campeonato del mundo en aquel entonces y se de- sarrollan en la actualidad. Después de los doce movimientos primeros, es decir, al finalizar la apertura, se haria una descanso, lo que facilita~ rfa trazar el siguiente plan de juego. ¥ tras los veinticuatro movimientos, se harfa otro descanso, suspendien- do ta partida por bastante tiempo n y en una situacién indefinida, Evi- Gentemente, Lasker contaba aquf con su habjlidad para el andlisis casero, aun cuando se prohibia ana- lizar la posicidn con ayuda de ter- ceros. Pero, como vigilar tal probi- bicin? 1Ademés, es claro que el publico no concurrirfa a presenciar ‘un encuentro en que las partidas se interrumpiesen en los momen- tos de mayor interés! Y tercera: esta Condicién tampoce ‘era aceptable, porque si Capablanca ganaba por un punto de ventaja, se considerarf{a como un empate y Las- ker continuarfa siendo e] campedn, Osta circunstancia revela que Laske: dudaba de que el resultado de la contienda le fuese favorable, por lo que hace caso omiso a la tradicisn ajedrecista. jResultaba que Capa- Dlanca habfa de superar al campedn en dos puntos para ganar el encuen- tro, realizado en unas condiciones de juego anormales, como la cons- tante interrupcién de las partidast Le escribié una carta rechazando semejantes condiciones e incitdn- dole a defender su titulo en aque- as en que se lo habia ganado a Steinitz, Dicha carta estaba redac- tada en inglés. El fogoso cubano calificé de unfalr las exigencias del campedén, La lengua inglesa es rica ‘en singnimos y expresiones de sen- tido figurado. El yocablo unfair puede interpretarse de diversas ma- neras: cinjusta> (la exigencia de Laske , efalsay, edesleal> y esimu- jada: Lasker tomé por pretexto esta pa- Jabra, la estimdé ofensiva y rompié jas negociaciones con Capablanca. No obstante estar la opinion ajedre- cista mundial de parte del maestro cubano, éste no pudo hacer nada en pro de este asunto, pues entonces No eXistia la Federacion Internacio- nal de Ajedrez, la cual, después de haber sido organizada, establecié, en 1947, que se disputase regular- mente el campeonato del mundo. Aquel aio la Federacién Soviética by de Ajedrez foumé parte dp la te ternacional, Tras la ruptura de las negocla- @iones con Capablanca y de las re Jaciones personales con él, Lasker acepté la citaci6n de Rubinstein a un encuentro para disputar el t- tulo, y no le puso las condiciones que habia puesto a Capablanca. En un numero de 1914 de la «Revista de Ajedrez», Lasker escribié al res- ecto: “A Ja aficién le alegrar4 saber que va a disputarse nuevamente un encuentro valedero para el cam- Peonato del mundo. El genial macs- 5 t el titulo mundial. . Se jugardn vein- te partidas. Saldré vencedi que retina mds puntos, Se ceré un Mmite de dos horas para hacer treinta movimientos.» El unico desacuerdo entre los dos, y en cuyo arreglo se invirtie- Ton tres aflos, fue si se jugarfa Ja mafiana, como querfa Rubinstein, 0 aj por la tarde, como exigia Las- ker, acostumbrado a levantarse tar- de. Finalmente, el primero cedié ante la exigencia del segundo. Pero el encuentro no se celebré por ha- ber estallado la guerra europea. ILasker cometié un error al elu- dir la realizacién inmediata de} en- cuentro con Capablancal Pues é: aun no tenfa la experiencia del sutil jugador y psicélogo Lasker, que contaba cuarenta y dos afios de edad y se hallaba en pleno desarro- Mo de su capacidad en este arte; por lo cual, tenfa probabilidades de mantener el titulo y de acrecentar su autoridad, mientras al cubano le hubiese sido diffcil tomar el des- quite. TORNEOS ESTADOUNIDENSES Y NUEVO VIAJE A EUROPA En 1912, Capablanca no intervino @m competiciones de importancia. ‘Ba enero de 1913, tomé parte en el torneo de Nueva York, y consiguié el primer puesto, Poco después, se corganiz6 otro en La Habana; en él actuaron Capablanca, dos ajedrecis- tas cubanos, cuatro maestros norte- americanos y el francés janovski, que se habfa trasladado a Norte- américa. En su patria, Capablanca sufrié un revés sensible; quedé en segundo lugar, Marshall gané a ja- novski, y sali vencedor en la com- peticién. Sin embargo, este revés no le im- pidié rehacerse en seguida: el ve- rano de aquel afio, se clasificé pri- mero en otro torneo de Nueva vas. 8 P para el maestro checoslovaco Duras. ¥ en septiembre, salié vencedor en otro torneo que se celebré en dicha ciudad, ganando las cinco partidas y, por ende, venciendo a Marshall y a Duras, Luego, partié para Europa; actué en varios pafses, y participé en el torneo internacional de San Peters- burgo, donde intervino como maes- tro de ajedrez y funcionario del consulado de su pafs en la capital Tusa, si bien no Ilegé allf en fun- ciones de enviado diplomatico. Es- tuyo primero en Londres, en Parfs y en Berlin; en estas capitales actué en sesiones de simultdneas; jugé dos partidas con Teichmann y otras dos con Mieses en la capital alemana, y las gané, En noviembre de 1913, llegs a San Petersburgo, donde tambiéa actué en sus sesiones de simultd- neas y jugé dos partidas con Ale- khine, dos‘ con Duz-Jotimirski y otras dos con Znovsko - Borovski, Después estuvo en las ciudades de Yurev, Libava, Riga y Mosc; jugé simultdneas y partidas de exhibicién en todas elias. Tras lo cual, se tras- Jadé a Viena, a Parfs y a-Berlin. Y, finalmente, regresé a San Petersbur- f0; allf tuvo lugar un importante torneo internacional, del 3 al 23 de abril de 1914, WASERR RS LASKERI En dicho torneo intervinieron Ca- pablanca, Lasker, invitado @ parti- cipar en él con unos honorarios de quinientos rublos oro por cada par- tida, los rusos Alekhine, Rubins- tein, Bernstein y Nimzovich, el fran- cés Janovski, el campeén alemén Tarrasch, el campeén estadouniden- se Marshall y dos ancianos ajedre- cistas ingleses: Blackburn, de se- tenta y tres aflos, y Gunsberg, de sesenta, invitados por haber sido otrora contrincantes de Chigorin, El torneo se dividié en dos eta- ‘pas, para dar ai aspirante oportu- nidad de enfrentarse tres veces con el campeén del mundo. Primero, hubo una semifinal o vuelta de to- dos los participantes; los cinco pri- meros clasificados jugaron la final a dos vueltas. Los puntos obteni- dos en las tres vueltas se sumaron, y determinaron el orden de los pre- tmaiados. Tal sistema es absurdo, pues la brevedad de la semifinal produjo casos anormales; por ejemplo: Ru- binstein, favorito indiscutible, no Ilegé a la final por haber perdido la cuarta y quinta partida con Lasker y con Alekhine, respectivamente, Con todos sus defectos, este tome neo tuvo una gran significacién, porque fue el primer intento, por iniciativa de los ajedrecistas rusos, de regular las confrontaciones vale- deras para el campeonato del mun- do. De acuerdo con el programa, al vencedor, de no ser el propio Las- ker, se le concederfa el nombra- miento de «candidato» al titulo mundial, y la recién constituida Fe- deraci6n Rusa de Ajedrez, la in- glesa y la alemana deberfan elaborar las condiciones de un encuentro entre dicho candidato y Lasker, quien, si no aceptaba el encuentro basado en las condiciones antedi- chas, perderia el titulo y serfa en- tregado gutomiéticamente al eendi- dato. Lasker concerts con Rubinstein ‘1 encuentre para el campeonato del mundo la vispera del torneo; sim embargo, consideré que era uma cuestién de prestigio vencerle y Capablanca. Traté de demostrar com todo detalle que era necesario tee ner mucho cuidado en aplicar ta expresion genio, Lo que resulta co mico, pues él calificé de tal a Rue mi ca El torneo desperté la curiosidad @e la aficién rusa; la prensa se en~ argé de difundirlo: en el edificio del periddico «El Vespertino» se exhibieron las partidas, cuyas juga+ das eran recibidas allf por teléfono. El actor y dramaturgo G. Ge, afi- ¢ionado al ajedrez y viejo amigo de Chigorin, rodé una pelicula de los Participantes durante uno de sus Paseos por las afueras de la capital. Antes de comenzar la competl- cidn_y en el transcurso de la mis- ma, Lasker publicé en Jos periddicos petersburgueses unos articulos que contenfan ideas interesantes y refle- faban sus hostiles relaciones com Capablanca. En el periddico «El Lenguaje», para citar un ejemplo, escribié: «Capablanca tiene veinticinco afios; es de nacionalidad cubana, de bello rostro y de cuerpo esbelto y bien proporcionado; representa el tipo espafiol. Hasta aqu{ ha jugado relativamente poco: compitié con Marshall; participé en el torneo de San Sebastiin, y en torneos norte- americanos de segundo orden que Ye desbrozaron el camino a la fama. Su actuacién fue generalmente bue- na. El presente torneo le plantea un problema dificil, por cuanto sus seguidores esperan mucho de él; quizds demasiado. »Lasker, un servidor de ustedes, tiene cuarenta y dos afios; na en Alemania; ha viajado mucho, y actualmente reside en Berlin, Se halla en San Petersburgo pata en- frentarse con el joven maestro cu- bano, que con mucho bombo ha venido anunciando pretender el th tulo mundial.» ¥ en el periddico «El Dia» se lJamentaba de que cierto escritor Tuso bublese calificado de genio & 36 , gociaron el en para disputar el titulo mundial. Se preguntaba si se podia calificar de genio a Capablanca, y, acto seguido, contestaba negativamente. Por otra parte, reconocia que Capablanca era un maestro singular por su fuer- ...; que su juego manifestaba una inconmovible voluntad de ganar, la cual entrafiaba fuerza creadora: y ast, cal na precisis iraurdi ianto, que rebasaba el edlculo comin y lindaba con la intuicién, Concluye este artfoulo con una extrafia cabriola légica: «Si el juego del ajedrez se agotase por el cdlculo, entonces serfa impo- sible superar a Capablanca, pues este juego Iegarfa a su fin, porque su fuerza de atraccién vendria a ser la de la suma aritmética y per- derfa rdpidamente su eficacia, Y si ha mantenido su viabilidad, enton- ces no cabe duda de que tiene un contenido especulativo en lo mds hondo de su ente; siendo asf, se puede fdcilmente superar a Capa- blanca.» No se comprende vor qué Lasker, al reconocer que la voluntad de Ca- pablanca tenfa una fuerza creadora y advertir las dos cualidades funda- mentales en él, como intuicién y exactitud en el cdlculo, Ilegé a la falsa conclusién de que era fécil vencerlo, 1Pero la préctica le mostré que no era tan fdcil superar a Capa- blanca! Al terminar la semifinal del torneo en cuestién, en la que el maestro cubano se clasificé en pi mer lugar sin perder una partida y aventajé a Lasker en un punto ¥ medio, el tono despreciativo de éste se torné reverente, En el periddico «El Lenguaje» escribié: El impetuoso Capablanca ha te- amido wna scrie de victorias brillan- tes y va a la cabeza de la clasifi- €acién, Sacar ocho puntos de diew Partidas es digno de atencién! Rara Fez, el que ucupa ei primer puesta ina mds de las tres cuartas partes le las partidas jugadas en una com- Peticién, y este tanto por ciento tiende a disminuir, lo cual puede verse comprobado en los iiltimos torneos, El éxito de Capablanca no te debe atribuir a la ciega suerte, tino a su briliante actuaci6n, Ahora Se le ofrece 1a oportunidad de de- Mostrar si es capaz de mantener la ventaja conseguida...» iAy, no fue capaz de mantenerlat En la final, el joven cubano sufrié wna derrota inesperada, que hubo de atribuir a sf propi Empezé bien la ultima vuelta y, al parecer, crey6 que ya tenfa el Primer premio en el bolsillo, Pero el resultado de la competicién lo Gecidié la partida Lasker-Capablan- ca, perteneciente al séptimo turno; hubo solamente diez turnos: cinco Participantes jugaban dos partidas entre sf, y, en cada turno, uno no jugaba, Lasker jugé con brillantez Ja final; estuvo perfectamente en forma, y @n el encuentro con su principal competidor obtuvo un Punto. Capablanca procedié con una fri- volidad sorprendente 1a vispera de su decisivo encuentro con el cam- pedn del mundo, pues, como no le tocaba jugar, estuvo de francachela én un Jujoso restaurante, rodeado de amigos y admiradores. Lasker, por el contrario, aplicéd toda su experiencia y todo su arte ala partida con aquél y la abordé de un modo habil y psicolégico, in- ¢luso en la eleccién de la variante de apertura (véase la partida nuime- To 16), A pesar de hallarse en peor posicién después de la apertura, Ca- pablanca posiblemente hubiese con- seguido el empate, si hubiera ju- gado con su habitual tenacidad @ inventiva; pero la francachela le Presents la factura, y suftié ua re- vés_merecido, Este inesperado fracato to des moraliz6, Posiblemente aluéié a su partida coh Lasker cuande sels aftos despues dijo: «En mi vida hubo momentos en los que estuve casi convencido de ser invencible. Luego, me infligieron derrotas, y toda partida perdida me trasladé del mundo de los suefios al de la realidad, No hay nada mds itil que una réplica oportuna, y pocas partidas me ensefiaron tante como las que perdi.» Pero la sabidurfa de qua mes dota toda amarea experiencia. ma se ode quiere en seguida. Atin después de haber perdido con Lasker, tuvo posibilidades de alcanzar el primer premio o de com- partirlo con aquél, Al enfrentarse con Tarrasch en el turno siguiente, tenfa mal aspecto, parecia estar fa- do y habla perdida su aplomo habitual; sin embargo, sacé venta- ja en la apertura y, sacrificando momentidneamente un caballo, hixo una interesante combinacién que. deb(a proporcionarie un peda de; ventaja, En esta posicién, Capablanca op, metié un grave error al jugar TCAD? en vex de 13. TAT)ID, 77 $iguis 15, ..., ASC 14. DIC, AXT: 13. AXT, DIDI, y se amenaza dar mate con D8R, lo que no habria Sucedido con la jugada 13. T(IT)IDt Bubo de continuar con 16, P3A, Gespués de i6. ..., CAT; i7. DIA, DxD+; 18. RXD, AXPZA, per @iS una pieza y la partida en al Movimiento ochenta y tres, no obs- tante oponer una resistencia tenas, La pérdida de esta partida situé 4 Lasker en el primer puesto de la clasificacién, que obtuvo trece pum tos y medio de dieciocho partidas. Capablanca obtuvo trece. Los dos adelantaron en tres puntos y me- dio a Alekhine, que empezaba a Aletear, a ‘Tarrasch, campeon de Alemania, a Marshall, campesn de Estados Unidos de Norteamérica, Nadie dudaba de que era nece- sario reconciliar a ambos maestros, bara que disputasen el titulo mus- . En el banquete de despedida ocu- rri6 una escena, que recuerda la Feconciliacién gogoliana de lus per sonajes Ivén Ivanovich con Ivén Ni- kiforovich; pero sin un final trégl co, Empujado levemente por sus amigos, Capablanca cercd a Lame ker, también empujado ligeraments por los suyos, lo felicité por su vie- toria y lamenté que su carta le hubiese causado disgusto. Afortuna- damente, Capablanca evité aclarar Ja palabra unfair y, de ese modo, evité el error cometido por el per- sonaje forollanc. El campeén del mundo brindé por los éxitos vert deros del maestro cubano, y los dos conversaron amistosamente, CORRELIGIONARIOS ARTISTICOS Que Capablanca entrase en relae ciones con el joven y genial aje Grecista Alejandro Alekhine fue otro resultado importante del tore neo de San Petersburgo. Al pare cer, los dos se prepararon copjum tamente las partidas y dolée beraron sobre problemas tedricos 38 durante aquella competiciéa. A este respecto, Capablanca dijo posterior- mente: «En la partida con Janovski, y después de 1. P4R, P4R; 2, C3AR, C3AD; 3. ASCD, P3TD; 4. AX, PDXA, jugué 5. C3A, que habla analizado varias veces con Alekhine, uien lo consideraba mds contun- jente que el habitual 5. P4D, y lo hice posteriormente en la partida con Lasker, perteneciente a aqued ; este movimiento me dio si bien la perdf por un dew de criterios de ectre que sult i en 1914, tuviee ron profundas ra{ces artisticas. En un articulo escrito poco antes de su muerte, Alekhine recuerda su amistad con el difunto Capa. blanca: «Al igual que mis contemporé- eos, of, por primera vez, hablar de Capablanca cuando gané brillante- mente la competicién individual con Marshall el afio 1909. Entonces tenfa €l veinte adios, y yo dieciséis. Sus logros ajedrecistas y su estilo me causaron una impresién relativa en uquel tiempo, por cuanto su juego parecta «innovadors, pero no lo su ficieatemente perfecto. Gracias a su extraordinaria inventiva tdctica, ga- né la mayor parte de partidas en el torneo de San Sebastidn, Pero su verdadero e inigualable talento se manifesté por primera vez en el de San Petersburgo, acaecido en 1914; allf lo conoci personalmente. »Ni antes de nuestra amistad, ni durante ella, vi una mentalidad aje- drecista tan rdpida y extraordinaria como la de Capablanca, {Basta decir que a los maestros petersburgueses les daba una ventaja de cinco a uno en las partidas répidas y los ven- cfal Siempre estuvo de buen humor, agradé a las mujeres y denoté una salud excelente. Que se situase en segundo lugar en el torneo citado debe atribuirse a la veleidad juve- nil, pues jugé tan bien como Lasker, quien gané el primer premio.» Esta afirmacién no es efecto de ana percepcién retrospectiva. Pues Romanovski recuerda que, en el ver » quien le dijo que dentro de unos jos _disputaria el t{tulo mundial on Capablanca, —iPero el campedn del mundo ¢s Lasker! —respondié Romanovskl, sorprendido, —Pronto lo serd Capablanca ~atirmé Alekhine, En 1919, el propio Capablanca dijo que, en 1914, ya habla dado cima a su preparacién ajedr «Al contemplar el camino reco» trido desde el torneo de San Sebas- tidn hasta el de San Petersburgo, se ve edmo se perfeccions continua mente mi forma de jugar. Salia siroso en los finales; mi inventiva alcanzé su apogeo; las ideas y come binaciones brillantes Hegaron a ser un fenémeno comin; empecé a jue Bar mejor en la apertura, y, por lo visto, ya habla superado todos los defectos importantes en las diversas fases de la partida. Parece ser que mis fuerzas habjan llegado al Mmite. Aun tenfa que trabajar mucho en la parcela de las aperturas. Lo que superé pronto.» Concluye el escrito con un pro- néstico justificativo e interesante: *Posteriormente, fui adquiriendo experiencia, la cual influyé un poco en mi estilo; entiendo que el ulte- rior perfeccionamiento de mi juego en ua aspecto produjo el correspon- diente debilitamiento en otro. Tal vez, a mis adversarios les sea mds diffcil ganarme una partida; pero esto hard que disminuya mi capa- cidad para quebrantar la tenaz re- sistencia de todo contrincante. Es de notar que Capablanca aban- dono San Petersburgo, y se dirigid a Cherburgo, con el propésito de hacer unas partidas en Parfy y en Berlin; impensadamente, acaecié su primera competicién individual con Lasker: um aficionade con dinero io cien marcos de premlo, En junio de 1914, en Berlin, se celebré te «competicién relampago» Capablame ca-Lasker, que consté de diez parth das jugadas en el transcurso de cut fenta y cit minntos; @! tadm fue de 6' Ye a favor del macte tro cubauo, Se ba conservado el final de une de dichas partidas, en que Caps blanca condujo las piezas blancas; Diagrama nim. $ Prosiguié 1. CXC, TeT+1, CxT (0 2. . T: 3 RXC, RIT; 4, RGA, RIT; 5. RXP, RIC; 6. R6A, RIA; 7. P6C); 3. REAL Y Lasker se rindié, Antaiio, se decle que éste habla jugado con blancas: pero recientemente se ha compre bado que lo hizo con negras. cxc; RxT; AROS DE ESCRUPULOSA PREPARACION Lwego de haber terminado su mi- sién consular y actuacién en el tor- neo de San Petersburg, partg ¢ ge rburgo para Su rica. 1o een ames de julio de 1914, El estallido de la primera gran guerra percurbé la navegacién maritima; por ello, tras una larga estancia en Argentina, llegé a Filadelfia el 16 de enero de 1915, y de alli se tras- ladé a Nueva’ York. No tenfa prisa, pues el conflicto bético habfa part lizado }a actividad ajedrecista im- ternacjonal. Y Lasker hubo de pegs manecer cuatro afios. en 7 bloquet- 5: iran eal titulo” mundial tuviese tiempo de sobra para prepararse. En la primavera de 1915, Capa. blahca tomd., parte en el torneo Morteamericano y salié vencedor; gané todas las partidas, salvo dos empates, Pasd el verano y el otoiio en- Cuba. y volvid a Nueva York Para tomar parte en un torneo @n memoria de Roys, conocido mece nas de los ajedrecistas; también sa- Wi vencedor. ‘ Aun cuando la calidad de estes torneos no fuese. superior, le servian ara adiestrarse, mantener la forma deportiva a un nivel alto y pulir su estilo, que, al decir de él, evolucio- naba en sencillez exterior, pero sin perder.su lustre original cuando era Necesario ponerlo de manifiesto. A partir de aqui, empezé a rumorear- $e que el mundo habfa recibido una maquina ajedrecista que pensaba sin equivocarse; un autémata de las victorias. Acerca, de sus partidas jugadas en los afios 1915 y 1916, dive: seLos-. planes realizados en ellas fueron concebidos ampliamente; pe to las cémbinaciones fundamentales, asi complejas como simples, y todas las maniobras posibles son mayore mente una forma tactica de los pla- nes estratégicos realizados. En cada partida se manifiesta claramente le idea general, y cuya presencia en cl juego de un maestro tiene un valor extraordinario, Todas las ideas se rsalizan con una precisi6n extre- ma. “A principios de 1917, y después de un prolongado recorrido por los Estados: Unidos de Norteamérica, © regresd-a su patria, para descansal mis hubo de permanecer afio y mee dio en -ella por motivos de salud. Aveme respecto, dice: Ba «Durante aquel afio y medie ocu- rié un hecho que tnfluyd, beste cierto punto, en mi carrera ajedre- cista: en La Habana conocf a upa foven, de unos doce aitos de edad. esto hizo que me interesase por ella, La propuse darle unas lecciones, con objeto de aclararle algunos proble+ mas de la apertura y del medio juego referentes a los principios ideas generales, Mas hube de dedi. car cierto tiempo a la investigacién de las aperturas, para poder ex- plicarle estos conceptos tedricos. Me satisfizo mucho comprobar que mis ideas eran aeertadas, Confieso que bargo, conffo en que ella sacé pro- vecho de aquellas lecciones, En su- ma, reforcé el lado débil de mi juego, y comprobé Ja importancia de los valores hallados en la teoria de este juego.» La alumna de Capablanca fue Ma- ria Teresa Mora, nombre que se menciona al comienzo de este libro. En la cita que acabamos de ver no es cierta la afirmacién, de su autor, de que hubiese de investigar la teorfa de las aperturas, Pues ya puso atencién en ella después de su victoria sobre Marshall; en 1914, analizé junto con Alekhine los pro- blemas de la apertura, y, en 1915, publics un andlisis del sistema abierto de la apertura espafiola. Sus palabras expresan con elegancia la independencia de su modo de pen- sar. Pero no da lugar a duda de que él se puso al corriente de la teorfa moderna durante el ailo y medio que permanecié en su patria, lo cual puede verse comprobado en sus posteriores actuaciones, Por lo visto, las lecciones que dio a la joven antes citada fueron el fundamento de su manual «Prin- cipios de ajedrez>. Al mismo tiempo que estudiaba la teorfa moderna, se prepard in- tensamente para el encuentro con Lasker, analizando las partidas y el * eitilo de dete y comentando fut pro- pias, base de su libro «Mi carrera Wedrecisten, La opinién que tuvo de Lasker le apreciarse en un articule pa do la primavera de 1937 en waa ievista de ajedree urugua «El genio de Lasker es connatu- ral; se ha desarrollado por el trabajo intenso desde el comienzo de su carrera, y no se cite a un tipo de juego que pueda clasificarse en un determinado estilo, Esta circunstan- cia hizo que ciertos entendidos afir- masen que su estilo es indefinido; que él es un individualista que antes lucha contra el ajedrecista y sus puntos flacos aue contra la posi- cién, En estos ultimos afios tuve la posibilidad de observar su juego, y me parece que cambia frecuente- mente de tactica, incluso si juega varias veces con wm adversario, Su defecto estilistico estriba en que su juego se sale. por Jo general, de los Nimites de lo regular. »Por otra parte, tiene unas cuali- dades excelentes: tenacidad y perse- verancia, Posee una sorprendente capacidad para defenderse en posi- ciones diffciles; a ello se debe atri- buir la cosecha grande de éxitos en su larga carrera de campeén del mundo, si bien a la postre tal ca- pacidad se convierta en un defecto, que Je mueve @ defender posiciones indefendibles cuando su contrincan- te juega con precisién. Con sus impetuosos ataques, lleva la par- tida hacia la yictoria. Desde hace tiempo, estd conceptuado de inigua- lable en los finales de partidi ellos se puede prever su victoria con sélo que Ileve un minimo de ven- taja a su adversario; por eso, pier- de muy pocas partidas, Su talento combinatorio es también muy va- lioso en el medio juego.» En el verano de 1918, se trasladé a Nueva York; en octubre, intervino en un importante torneo junto com Marshall, otros dos norteamericanos, Janovskl, el campeén canadiense Morrison y el servio Kostic; se jug6 a dos vueltas. Capablanca gané brillantemente el primer, premio, ga- nando nueve partidas y @eapatando tres. Kostic se clasificé eri segundo lugar, y sus dos partidas con el ven- cedor quedaron en tablas. Anterior- él y "también Guedaron en tablas. Los éxitos del maestro servio atite Capablanca movieron a los directi: vos del elub de La Habana a or- ganizar wa encuentro a ocho par- tidas entre estos dos ajedrecistas en la primavera de 1919, Pero Kostic jugé con timidez, dejé escapar las posibilidades de hacer tablas y per- dié una tras otra cinco partidas. En el otofio de 1919, Capablanca partio para Inglaterra, con el fin de tomar parte en el torneo de Hastings, celebrado para festejar la victoria sobre Alemania y sus alia- dos., El conjunto de participates fue mediocre al no haber sido in- vitados los maestros de los paises vencidos. Nuestro biogratiado gano fdcilmente el prinier premio; hizo tablas sélo.en una partida. : Tras esta compcticiéa, se quedd en Europa y,a principies de 1920, se reunié ¢on Lasker: en. Holanda, para concertar el enewentro, En aquel entomees, publicé «Mi carrera ajedrecistas;,. este libre. contiene treinta y cinco de sus mejores par- tidas y datos biogriificos, que hemos citado mds de una vez; ¢@us6 mu- cha impresién: se tradujo a varios idiomas curopeos, y cumplid per- fectamente su objetivo: hacer com- prender a la aficién que Capablanca superaba a todos sus competidores, y que Lasker no debia rehuir por més tiempo enfrentarse con tan me- titorio aspirante. Su autor formula el tema principal, de ta siguiente manera: «Espero que mi encuentro con Lasker se realiog. lo antes: posible, Pues quiero enfrentarme con un maestro que se halle en la plenitud de sus facultades y no con un an- iano, Mucho ha que estoy dispues- to. a competir con él; ocho aiios atrés, le invité @ hacerlo, y ao #8 at mia te culpa si adn no se ha efec- tuado este encuentro.» Este libro, las negociaciones em tre ellos dos y los incontables ar- tculos de la prensa ajedrecista, apo- yando moraimente ei encuentro, surtieron efecto, Entonces, Lasker actuaba en Suiza, en Dinamarca y en Holanda; tras los afios dificiles de la guerra, no pudo rehuir por més tiempo el encuentro con Ca- pablanca. Y asf, en 1920, los dos maestros y la directiva de la Fe- deracién Holandesa de Ajedrez fir- maron el acuerdo: la competicién constaria de treinta partidas, y Las- ker recibirfa ocho mil délares, apar- te los gastos de viajes y alojamiento. Pero estas condiciones entrafiaban dificultades. Por un lado, no acep- taba Lasker la propuesta de reuli- zar el encuentro en Argentina ni en Cuba, alegando que el clima de estos pafses era muy caluroso; por otto, seria diffcil reunir tal cantidad en la Europa arruinada por la gue- tra, Con el fin de evitar repro- ches, Lasker manifesté publicamen- te que renunciaba al titulo y lo cedia a Capablanca, Esta renuncia al «trono» no satisfizo a los partida- rios del maestro alemin ni a la opinién mundial. El mundo del aje- drez ansiaba ver a dos grandes Maestros competir; ademds, se for- marfa un peligroso antecedente, caso de ser aceptada la propuesta de Lasker. Y el nuevo campeén del mundo podria en lo sucesivo trans- ferir su nombramiento o legarlo @ quien lé pareciese, como si se tra- tase de una propiedad privada. Este caso desaté una dura po- lémica en la prensa ajedrecista in- ternacional, y el aspirante insistia en que se realizase el encuentro, por cuanto ni a él ni a sus parti- darios les satisfacfa que se le otor- gase, sin lucha, el titulo mundial. Y Lasker dej6 de pensar en el en- cuentro y se dedicé al comercio. Esto podria parecer extrafio al lec- tor soviético, mucho més al tra- tarse de un campedn del munde y a flosotia; doctor en matemétions Jan es0- mas ello forma parte tumbres occidentales, Pero el dispas6n humano de Las- ker era extraordinariamente amplio, A mas de ser un gran ajedrecista, estuvo reputado de buen jugador de bridge, de pocker y de ho, juego japonés. En la tercera década, abrié una escuela de juego de naipes en Berlin, y publicé una obra titulada «Enciclopedia de lus juegos», ‘Como era mis entendido en aje que en comercio, los negocios Je fueron mal. La inflacién durante Ja guerra, y la espantosa devaluacion del marco después de ella. hicieron que perdiese todos sus ahorros. Por €so, acepté jugar el encuentro a veinticuatro partidas y no a treinta, en Cuba y celebrarlo la primavera de 1921 cuando, a fines de 1920, la directiva del club de ajedrez de La Habana se lo propuso por segunda vez. La bolsa se fij6 en veinte mil délares: é1 recibiria once mil, pero sin abonarle los gastos de viajes y de alojamiento. El 15 de febrero de 1921, Lasker y su esposa partieron para Cuba, y Negaron a La Habana a principios de marzo, Sobre este particular dice: «Embarcamos con abrigo de pie- les, y desembarcamos en mangas de camisa.. Mi preparacién? Hice lo que pude en este sentido; pero sin ningun resultado concreto, debido a los tramites del viaje y su pre~ peracién, Decidi aprovechar tos ul timos dias para descansar y acos- tumbrarme al clima tropical.» Al lector de nuestros dias, acos~ tumbrado a presenciar los encuen- tros valederos para el campeonato del mundo en Mosct, quizds le ex- trafle que a Lasker no le acompa- fiase un preparador. Capablanca tampoco lo tenfa... [pues en aquel entonces se desconocian los prepa- radores de ajedrez! El maestro se preparaba sin ayuda de nadie y, no obstante, consegufa buenos resulta. dos; desde luego, ef preparador be wbiese ayudado mucho en la pre saracién tedérica, en el ensayo @e iovedades de apertura y en la com posicién de la lista de gustos y tumbres ajedrecistas de sus ad- sisasics. Los preparadores de aj irez aparecieron cuando se celebra- ‘on los encuentros Alekhine-Euwe, 7 lus tuvo sélo el campedn holandés, Si_el maestro de entonces hubiese querido disponer de uno, {con qué 0 habria sostenido? Los honorarios jue percibia eran insuficientes para ostenerlo, Por otra parte, los go- diernos no se preocupaban del mo- fimiento ajedcecista ni apoyaban a ius participantes. Hoy en dia, los Vjedrecistas sovieticos reciben ayuda fe la Federacion y de las organiza- ones deportivas. Volvamos a Lasker. A pesar de wener cincuenta y dos afios, su for- pa deportiva y su preparacién ted- ‘ica eran excelentes al comienzo del mcuentro, y su eficiencia ajedrecista je mantenia elevada. Lo cual prueban ius brillantes victorias en los tor- teos de la segunda década y el he- sho de que empatase jas cuatro pri- neras partidas del encuentro con Ca- pablanca, tras una lucha enconada. El arte creador de Lasker, cam- »e6n del mundo durante veintisiete tos, es bien conocido de los aje- drecistas soviéticos, Por ello, a las raracteristicas de su juego, dadas oor Capablanca, y que el lector ya sonoce, quisiera ailadir lo que pue- de explicar la causa de su revés en iquella competicién, Lasker fue no solamente un des- acado maestro en la defensa y en +1 contraataque, sino también un rirtuoso en los finales, Poseyé una smorme fuerza de voluntad y brio jeportivo. Consideré el ajedrez co- mo una pugna intelectual, y su isendrada psicologia le permitié ver 1 aprovechar los defectos, tanto de- vortivos como artfsticos, de sus com- setidores. Uno de sus procedimien- cos habituales era complicar arti- iciosamente la contienda, mediante a formacién de posicionas comple- jas, a menudo desventaj.sas para él, en las que iba vercicndo a cua- trincante cea ow poderosa energia volitiva. iPero en a confrontacign con el dafia dio con una piedral En se- Guida advirtid que se enfrentaba con un fival contra el que no podia usar sus métodos deportivos habi- tuales. jAhf est4 la causa principal de su revés! Capablanca estaba muy bien pre- parado para este encuentro, y su juego carecié de defectos, Sobre ello, Alekhine dice: __ sEntonces, Capablanca estaba en ia cumbre de sus fverzas; su pre- cisién en ta apertura y en el medio juego emulaban con su insuperable técnica en los finales.» Esto también fue inesperado para Lasker, que posteriormente dijo: «La fuerza de Capablanca era su- ner a la que habia mostrado en Petersburgo el alo 1914; pro- @resé mucho..., y su técnica era mucho mds elevada que antafio.» Por eso, y contrariamente a lo que esperaba, no hallo puntos vul- merables en ja defensa de su ad- versario y, por lo mismo, no pudo aventajarle en la posicién, Cuando se arriesgaba a confundir a Capa- blanca, éste no se dejaba llevar por las continuaciones seductoras, pero erréneas, sino que se contentaba con su minima ventaja y, Paso a paso, la incrementaba hasta alcanzar le victoria, El clima de La Habana, al cual Lasker y sus partidarios atribuyeron la causa de la pérdida del titulo, Influy6 indudablemente en su jue- go y en la cepacidad de una resis- tencia mds prolongada y tenaz; sin embargo, no es probable que de- cldiese el resultado de la contienda, POM FIN, EL SUERO SE RACE *REALIDADI Ls a omy pers & media~ dos de a 2. Bos los antem, Cay pablanca dij «En La Habana hace un tiempo ideal hasta ultimos de abril; la tem- peratura no excede de los 27°, y del mar sopla una brisa agradable.» Antes de dar comienzo el encuen- tro, Lasker se sintié tan bien que -acepté enviar semanalmente una crénica del mismo a un periédico holandés; de estas erénicas compu- so luego un folleto con el titulo «Mi confrontacién con Capablanca». En la primera crénica sobre el comienzo del encuentro no mencio- na el clima de La Habana; en cam- bio, expone quejas mds interesantes y sintomdticas. Acerca de las tres primeras pariidas del eucuenire que quedaron en tablas, dice: «El ajedrez se acerca a su pef- feccién; en él van desapareciende los elementos del juego y de la incertidumbre, j;Ahora ya se sabe demasiado! Se conocen los mejores movimientos en la apertura del gam- bito de dama o en la apertura es pafiola, por lo que todo ajedreciste se siente muy seguro. En otro tiem- po, era posible hallar momentos emotivos; hoy dia, ha desaparecido Ja emocién de lo desconocido. Traduciendo este Ifrico fragmento al lenguaje profesional, se ve cl ramente que a Lasker no le satise fizo el resultado de la apertura’ de Jas tres partidas en cuestién, Pués hubo de abandonar el gambito de ‘dama y la opertura espafiola’ aap ‘formaban su repertorio favorito.’ En la quinta partida hizo un ex- perimento.en la apertura, y sufrip da primera derrota, no obstante te ner posibilidades- de tablas trag una inventiva extrema y una resis stencia tenaz, Aqui atribuye su pre -mer fracaso al,-sol muy fuerte y abrasador de. Cuba, ‘si, bien, segda Capablanca, los encuentros’ ten{ait ‘lugar al anochecer. Las cuatro partidas siguientes que. daron en tablas; en ninguna de ellas Jogré avéntajar al otro ni complicar ‘Ya lucha ‘a su favor. El numero de movimientos efectuados en cada a4 una de ellas evidencia la creciente inseguridad del campedn, Vedmoslo: en la sexta partida se hicieron cua- renta y tres; en la séptima, veinti- trés; en la octava, treinta, y en la Rovena, veinticuatro. Capablanca jugé con blancas en la décima partida, que gandé bri- Hantemente en un complicado y lar- go final, Lasker reconoce la impecabilidad estilistica de Capablanca; mas, lue- 80, parece retractarse de sus pala- bras al decir que cometié errores cuando valoré la posicién de la so- bredicha partida. En la crénica sobre ella emplica de un modo convincente y sutil cémo la perdis, aunque no @6 ob- jetivo en sus conclusiones: «Hay una ley general, segin Ia cual toda persona fatigada manifies- ta en primer término los defectos que casi no ha podido superar. Los errores, las vacilaciones, las confu- siones y los descuidos que tiene y comete cuando est4 fatigada, es lo que aprende. a superar mds tarde. Mi ultimo progreso estribé precisa- mente en desarrollar diversas posi- ciones, Esto supuso para mf una di- ficultad extrema en el transcurso de mucho tiempo, por cuanto tales po- siciones no me estimulaban la fan- tasfa ni ofrecfan ocasién para reali- zar combinaciones decisivas, sino que me fatigaban. Creo que la co- ‘misi6n de errores graves era efecto de la fatiga que no podfa superar, debido a cauSas: puramente fisicas: el _térrido y deslumbrante soi abri- lefio de La Habana.» Desde luego, Lasker no tenfa que haber aceptado este encuentro en unas condiciones climatolégicas veti- tajosas para Capablanca y desveh- tajosas para él. Pues el estado ffsico comin debe ser igual para ambos contendientes en competiciones de esta categorfa. Pero de lo dicho por 41 se deduce que las condiciones ci- ‘tadas influyeron en su estado ffsico solamente en Ia fase’ final ée las partidas y que la causa de su fra- caso tiene cardcter exclusivamente ajedrecista; esto es, aversién a las posiciones simples y mds 0 menos igualadas, que, en cambio, Capa- hlanea preferia y desarrollaba con habitidad extraordinaria. En cuanto al hecho de no estar acostumbrado a aquellas condiciones climatolégicas conviene sefialar que El flamante campeén del mundo declaré a los periodistas que se sen- tfa feliz por haber realizado el sue- fio de toda su vida y estaba dis- puesto a defender el titulo ante cualquier maestro, aunque preferia defenderlo ante Capablanca; pero mo antes de 1929, La agencia de noticias norteame- ricana comunicé: «Alekhine ha sido proclamado. eampedn del mundo, Bi publico tri- buté un aplauso ruidoso a los dos contendientes cuando entraron en Ja sala. Capablanca dirigié unas pa- labras a los asistentes, para comu- nicarles que se habfa rendido en la trigésimo cuarta partida y para pro- amar a Alekhine nuevo campeén del mundo, Luego dijo estar con- vencido de que éste recordarfa fe- Wzmente aquel encuentro y que le ‘atisfacfa haber sido vencido por éL. Finalmente, los dos contendientes ge estrecharon la mano y se abrar zaron., 1A este cuadro idfliee se le hue biese podido afiadir que «Capablan- ea y Alekhine se besaron tres veces se dirigieron cogidos del brazo al ar mds préximos! Por cuanto esta

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