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Contenido Prologo, 3 TODO POR UNA MUJER Fl juramento 4 La reunién de los héroes_ 6 Escapada por los pelos 8 La disputa 10 Imperios en el caos 12 La ciudadela de Agamenon en Micenas 14 Barcos 16 DIAS DE MUERTE El duclo 18 Batalla con los dioses 20 Ayax y Héctor 22 Zeus interviene 24 La batalla por los bareos 26 El guerrero: Cascos 28 El guerrero: Armadura corporal y armas 30 El guerrero: Otras corazas, escudos y carros 32 Religion y ritos funerarios| 34 DIAS DE DUELO Patroclo 36 El ultimo combate de Héctor 38 Doble desastre 40 El caballo de madera 42 Troya: La llanura 44 Troya: Las excavaciones 46 Troya: El asedio 48 LA GRAN AVENTURA El regreso de los héroes 50 Penélope 52 Un gigante con un solo ojo $4 El valle de la muerte 56 Un remolino y un monstruo $8 Los viajes de Ulises 60 El palacio de Néstor en Pilos 62 DE VUELTA AL HOGAR El regreso de Telémaco 64 La tragedia inminente 66 Penélope propone una prueba 68 El escarmiento final 70 Hombres, mujeres y ropas_ 72 Fechas y vida doméstica 74 Itaca: La patria de Ulises 76 La guerra de Troya: (Realidad o ficcién? 78 Indice alfabético 79 Prélogo «;Tuvo que haber tenido un aspecto asi!» Con los ojos brillantes, Peter Connolly golped el cuaderno contra la mochila para reforzar su argumentacidn Rapidamente, se puso a esbozar las murallas y torres de una ciudad, y un palacio con columnatas que dominaba la llanura. Mi primera experiencia del entusiasmo de Peter —y su asombrosa habilidad para devolver la vida al pasado— fue absolutamente tipica. Esiébamos sentados en un campo de algodén al pie de la devastada colina de Hisarlik, en el noroeste de Turquia, donde se piensa que en otro tiempo estuvo situada Troya. De regreso a Inglaterra, el boceto se convirtié en una cautivadora imagen de la ciudad condenada (ver pégina 47) que excitaba y conmovia a todo el que la miraba. No cabe duda de que su aspecto debid haber sido asi. Peter Connolly es el mds interesante y dotado de los ilusiradores dedicados al mundo antiguo. En los, Ultimos afios ha producido una serie de reconstruceiones maravillosamente visualizadas y detalladas de la vida en la antigiicdad, y especialmente de las artes guerreras, En esta ocasion ha elegido la leyenda de Troya, en un apasionante esfuerzo que combina las leyendas —y en especial Homero— con la evidencia arqueolégica de ta llamada Edad de los Heroes, el siglo XII! a. de C., en el que se cree que tuvo lugar la guerra de Troya. Aqui por fin se puede ver a Aquiles y a Héctor con las armaduras y armament que debieron evar si es que existieron. Pero zexistieron en realidad? Cada vez son mas los estudiosos dispuestos a aceptar que realmente tuvo lugar algo semejante a la guerra de Troya, quizd entre 1275 y 1260 a. de C.; probablemente se trato de una de jas numerosas incursiones de los griegos del continente contra las costas de Anatolia. Pero atin no sahemos con certera los héroes que Peter describe tan vividamente —Aquiles, Héctor, Ayax, Paris— fueron personas reales, Recientemente, un descubrimiento sensacional puede arrojar nueva luz sobre las viejas historias. En 1984, en la costa occidental de Troya, unos arquedlogos alemanes descubrieron un gran timulo de la Edad del Bronce, Besiktepe, que podria tratarse del monticulo que los antiguos identifieaban como la tumba de Aquiles. A mediados de 1985 se habian encontrado alli 36 enterramientos y cremaciones, junto con cerdmicas y articulos funerarios griegos, del periodo asociailo tradicionalmente con la guerra de Troya. gAcaso se ha encontrado por fin la tumba de los heroes? Seguid leyendo. MICHAEL Woop. 1 TODO POR UNA MUJER E] juramento El juramento estaba hecho y habia que mantenerlo. No parecia haber salida. Las cosas habian cambiado mucho desde que Ulises habia hecho aquelia prome- sa, Ahora era rey de ftaca, casado y con un hijo. La rocosa isla de Itaca estaba frente a la costa occ dental de Grecia. Sus colinas boscosas estaban lenas de ciervos y otros animales, a cuya caza era muy afi- cionado Ulises. En aquella época estaba adiestrando un nuevo perro, al que habia puesto de nombre Ar- gos, en recuerdo del héroe mitologico que tenia cien 00s y lo Vela todo. Argos era apenas un cachorro, pero tenia todos los rasgos de un excelente perro de caza. En cierta ocasi6n, la pasion de Ulises por la caza casi le cost6 la vida. Aiios atras habia sido gravemen- te herido por un jabali, que le dejé una terrible cica. triz encima de la rodilla. Pero esto no le desanimo. Era un magnifico arquero, y a veces demosiraba su habilidad disparando una flecha a través de una fila de doce cabezas de hacha, sin tocar ninguna. ‘Tambien era un gran narrador, y le gustaba mante- ner embelesada @ la audiencia. Algunos podrian lia marle embustero, pero sus amigos le conocian mejor. Sélo trataba de mejorar la historia, y si en el proceso se perdia parte de la verdad, pues bueno, a lo mejor valia la pena. Ulises era un hombre robusto, de unos treinta afios de edad. Su esposa Penélope tenia poco mas de la mi- tad. Antes de llevarla a ftaca, Ulises habia construido una alcoba para los dos, alrededor del tronco de un olivo, que él mismo habia podado y tallado. El tron co formaba la cabecera de un suntuoso lecho, que Uli- ses construyé y decord con sus propias manos. Esta alcoba era su santuario, y nadie mas que ellos dos po dia entrar alli, Pero yolvamos al juramento, aquella esttipida pro mesa hecha tanto tiempo atras; todo habia sucedido por causa de una mujer: Helena, la muchacha mas her- mosa de Grecia. Todo joven gricgo habia sonado con casarse con Hele bia sido excepoién Habia acudido a Esparta para declarar su amor, pero no se sorprendié cuando el padre de Hiclena escogié ‘a Menelao, rey de Esparta, para esposo de su hija. Des: pués de todo, el hermano de Menelao, Agamenon, era ey de Micenas y el hombre mas poderoso de Grecia, Pero la verdadera causa de todo el problema era la reina de los dioses, Hera, y otras dos diosas, Atenea y Afrodita. Las tres eran muy vanidosas y habian dis cutido furiosamente sobre cual era la més bella. Fi nalmente, decidieron que un hombre dirimiese la cues- tion. El juez elegido fue Paris, hijo del rey de Trova. Paris consideré que si clegia a Afrodita, la diosa del amor, ésta haria que Helena se enamorase de él. Y asi es como sucedid. Helena se fugo con Paris, levando- se gran parte del tesoro de su marido. Cuando Mene Jao descubrié la fuga, los dos amantes habian desa- parecido. En el momento del compromiso de Helena, muchos de los pretendientes habian protestado, asegurando que su amor era mas grande que el de Menelao. Para evi- tar problemas, e! padre de Helena habia insistido en que todos juraran que si alguien arrebataba Helena a Menelao, los demas se unirian para rescatarla, El problema era que nadie sabia donde habia ido. Pasaron los aflos. Y por fin, pocos meses antes del comienzo de nuestra historia, Paris regresé a Troy evando con él a la hermosa Helena. Esta era la noti- cia que ahora preocupaba a Ulises, El juramento se habia pronunciado, y ahora él y los demas preten- dientes rechazados se veian obligados a cumplit su palabra 1 La reunion de los héroes El reino de Itaca estaba al borde de los territorios gri 08. Al estar tan aislado, Ulises confiaba en poder elu- dir la Hamada det rey de Esparta. Pero Menelao y su hermano Azamenén ya estaban recorriendo Grecia, exigiendo que todos los reyes y principes hicieran ho- nor a su palabra Ulises hizo todo lo que pudo para no ir. Incluso se fingié loco, pero no engafié a nadie. El honor le im- pedia negarse abiertamente, y finalmente no le quedé mas remedio que ir. Reunié 600 hombres y doce na- vios de guerra y zarpé hasta la punta sur de Grecia, Paso por el tormentoso y traicionero Cabo de Malea y puso rumbo al norte, hacia Aulicle, donde se habian congregado los mas grandes guerretos de Grecia, Aulicle esta situada en el largo canal que hay de- trds de la isla de Eubea. El estrecho ofrece una pro- teccién natural contra los vientos del norte que azo- tan la costa de Grecia. Al penetrar en el canal, Ulises vio cientos de barcos de casco negro, atracados en la playa, fuera del agua. Distinguid los de Agamendn y Menelao, pero habia muchos otros que no reconocis. Ulises ancld sus naves y se dirigio al cuartel gene- ral. Agamenén, como hermano de Menelao y rey més poderoso de Grecia, habia tomado el mando de la ex- Pedicion. Los dos hermanos estaban muy satistechos de los hombres que habian reunido. Alli estaba el gran Diomedes, rey de Argos, y también el poderoso Ayax, principe de Salamina, Ayax era famoso por su esta- uray su tremenda fuerza. El y Diomedes eran los mas terribles guerreros del sur de Grecia. Ambos eran ya Famosos, y los bardos cantaban sus hazafas. Habia otro gran héroe —de hecho, el mas grande de todos—, el rubio Aquiles. Venia del norte, donde convivian griegos y barbaros. Era una guerrero vale- rosisimo, y ademds el corredor mas rapido de su 6po- ca, Siendo apenas un muchacho, sus proezas eran va legendarias, Pero Aquiles era mds que humano; aun- gue su padre era un hombre, su madre era una diosa, la ninfa marina Tetis. Aquiles era demasiado joven pa~ ra haber cortejado a Helena, pero le gustaba la gue- tra y no se hubiera perdido la expedicién por nada del mundo. En la tienda de Agamendn, Ulises encontré también al famoso rey de Pilos, cl anciano Néstor. Treinta aos antes, el viejo rey podria haber tenido un papel pre- Ponderante en la expedicidn, pero la edad le habia de- Jado sin fuerza, y ahora slo podia actuar como con- Sejero. Se le respetaba como tal, aunque a menudo aburria a los demas heroes con interminables relatos de sus batallas juveniles. Los troyanos estaban avisados de que se acercaba elataque, y habian hecho sus preparativos, reparan- do las murallas de la ciudad y almacenando provisio- nes. Los griegos eran mucho mds numerosos, pero también los troyanos tenian héroes, aunque Paris, el causante de la guerra, no se podia contar entre ellos. Le aterraba el combate cuerpo a cuerpo y le gustaba permanecer en la retaguardia, hostigando a los ene- migos con el arco, Su hermano Héctor y Eneas eran Jos auténticos héroes de Troya, dignos oponentes de los griegos. Héctor era la médula misma de las fuer- zas troyanas, siempre en primera linea, arengando a sus hombres, Sélo Aquiles era enemigo para él. El otro héroe, Encas, cra un scmidids como Aquiles; su ma- dre era nada-menos que la diosa del amor, Afrodita. Una vez reunidas todas las fuerzas griegas, se ofre- cieron sacrificios para no ofender a los dioses, y to- dos los guerreros juraron solemnemente no regresar hasta haber recuperado a Helena. Se botaron las na- yes y la gran armada partid, 1 "ToDo FOR UNA MUTE Escapada por los pelos Los troyanos vieron aproximarse la flota y atacaron a los griegos cuando trataban de desembarcar. Héc- tor, que estaba al mando, luché con gran valor, pero los griegos les superaban diez a uno. Poco a poco, los aa ADAUTICO troyanos se vieron obligados a retroceder de la playa, empujados por los griegos que desembarcaban. Aquiles habia anclado sus barcos mas arriba de la ‘costa, pero cuando vio la batalla desembarcé y se unié ala lucha. Los troyanos, aterrorizados sélo de verle, buscaron refugio en su ciudad. Los griegos no les persiguieron. Recogieron a sus muertos y establecicron un campamento en la costa. Agamenén reunié al consejo y se acordé que ambos bandos intentarian arreglar las cosas pacificamente an- tes de que se derramara demasiada sangre. Ulises era ya famoso por su labia. Cuando s¢ le pidié que acom- pahara a Menelao a la ciudad, avept6 de buena gana, alguien podia convencer a los troyanos de que de- volvieran a Helena y su tesoro, ése era precisamente Ulises. Los dos hombres atravesaron la lanura con una mezcla de desconfianza y excitacién. El viento del nor- te, cargado de polvo, aullaba a su alrededor, echan- doles el pelo sobre la cara. Delante de ellos se veia la ciudad, en el extremo de un espolén, con sus mura- lias y torres de piedra caliza brillando al sol, y coro- nada por un palacio que se elevaba por encima de to- do lo dems. Les recibié Antenor, miembro del consejo troyano, ‘que les introdujo por la Puerta Escea, flanqueada por tuna alta torre, y después les guid por las calles empe- dradas hasta el palacio. Ulises se fijo en todo: las te- razas escalonadas, las residencias de los ricos, cons- truidas en las terrazas, y las miserables chabolas de Jos pobres, apretadas contra el lado interior de las mu- rallas. Antenor les escolté hasta la sala del consejo, don- de se invité a Menelao a exponer su caso. Hablé en terminos claros y simples, mientras el consejo escu- chaba cortésmente, pero sin hacer comentarios. En- tonces Ulises se puso en pie. Era mucho mds bajo que Menelao y de aspecto mucho menos impresionante. Alzunos de los miembros del consejo esbozaron una sonrisa, pero cuando les miré fijamente y su armo- niiosa vor llené la sala, se vieron obligados a escuchar. Ulises argumento brillantemente, pero a pesar de su elocuencia los troyanos no estaban dispuestos a ceder ¥y no logré convencerles. Los énimos estaban muy exaltados; muchos troya- nos habian muerto en la playa y sus familias estaban sedientas de venganza. —éPor qué no enviasteis una embajada antes de de- clarar la guerra? — pregunt6 uno de los miembros del consejo—. Se podria haber evitado el derramamiento de sangre de ayer. No, 0s conocemos bien a los grie- 20s. Estdis ansiosos por pelear. Los partidarios de Paris se apresuraron @ aprove- char la situacién, y pronto sc clevaron voces airadas pidiendo sangre. Los dos griegos se vieron en grave peligro. Ulises miro a su alrededor en busca de una via de escape. En aquel momento, todos los ojos mi- rabana los que gritaban pidiendo sangre, pero en cues- tin de segundos la atencién se volveria hacia él y Me- nclao. De pronto, alguien cogid a Ulises por el brazo. Cuando éste se volvia con el puto levantado, vio a An- tenor, el consejero que les habia guiado, y que les He- v6 rapidamente hacia una pequefa salida lateral, por la que pasaron a un patio, de alli a las calles, y final- mente a la puerta, donde sus caballos les aguardaban, Una veloz cabaigada les puso a salvo entre sus pro- pias filas. Habian escapado por los pelos. Los griegos, furiosos por el tratamiento dado a sus, cembajadores, decidieron lanzar un ataque decisivo con- tra la ciudad; pero las colosales murallas resultaron demasiado para ellos y fueron rechazados con graves pérdidas. Comenzaron a desvanecerse las esperanzas de una victoria facil. Los griegos se dieron cuenta de que no, podian asaltar la ciudad, y los troyanos comprendie~ ron que no estaban preparados para combatir en cam- po abierto. Asi pues, los griegos decidieron destruir los cultivos e incendiar las aldeas cercanas, pensando que los troyanos saldrfan a defender a sus vecinos. Pero se equivocaron. Lo tinico que consiguieron fue empu- Jar a Jos aldeanos hacia la ciudad, aumentando asi el, niimero de sus defensores. La disputa Los meses se convirtieron en aftos y Troya atin res tia. Los griegos alin pensaban que podian obligar a los troyanos a salir y luchar. Ampliaron la zona de guerra, haciendo incursiones por toda la costa y de- jando a su paso un rastro de destruccién, Pero cuan- to mas lejos Hlegaban sus ataques, mas gente se unia al bando troyano. Las escaramuzas se prolongaron ano tas aio, hasta convertirse casi en un modo de vida, olvidandose el objetivo inicial de la guerra. Entre las prisioneras capturadas en una de las in- cursiones estaba la hija de un sacerdote de Apolo, que habia sido capturada por Aquiles. Agamendn, como comandante supremo, era cl primero en clegir enire el botin de guerra, y pidid a la hija del sacerdote. Cuan- do el padre se acercé al campamento griezo ofrecien- do un fuerte rescate por su hija, Agamenén no acep- 6 la oferta y expuls6 al anciano del campamento. Pero Apolo se apresuré a vengar a su sacerdote, enviando jdemia que diezms la tropa. Los animales em- pezaron a morir casi inmediatamente, y pronto los sol- dados se sintieron enfermos. La epidemia se prolongé durante nueve dias. Por todas partes se elevaba el humo de las piras funera- rias donde los soldados quemaban los cadaveres de sus compaieros. Aquiles convocd una reunion de emer- gencia y acuso a Agamendn de provocar la desgracia. Los guerreros insistieron en que se devolviera a la hija del sacerdote. Agamenon se enfrentd furioso a Aauiles. —Si tengo que devolver a la muchacha —grit6—, tii tendrds que sustituirla por otra igual de bella. Qué tal Briseida, la muchacha que tii escogiste? Si, me que- daré con ésa. Aauiles se puso livido, Echo mano a su espada y hubiera matado a Agamendn si la diosa Atenea no le hubiera cogido por el pelo, sujetndole. Aquiles se vol- vio indignado. El era el tinico que podia ver a la dio~ sa. Esta le dijo en tono suave pero firme: —Suelta la espada, Aquiles. Atdcale con palabras. Ya legard el dia de tu venganza ‘Aquiles se volvié de nuevo hacia Agamenén, cu- brigndole de insulto —iMiserable ladrén! Llévate si quictes a la chica, pero te advierto que ésia es la tiltima orden que acep- to de ti. Un dia me necesitaras desesperadamente, pe- ro tendrés que luchar sin mi y sin mis hombres. Lo juro. Cuando Héctor se alce victorioso, rodeado de iegos muertos, lamentards este dia. Néstor, el anciano rey de Pilos, traté de calmarles. Era como un padre para todos ellos. Le rog6 a Aga- menén que no se Hlevase a la esclava de Aquiles. El 10 caudillo escuché con respeto al anciano, pero se neg tercamente a rectificar. Ulises, horrorizado, no daba crédito a sus oidos. Si Néstor, con toda su clocuencia, habia fracasado, ,qué podia hacer o decir 61? Sacé ala hija del sacerdote de los recintos de Agamendn y se la llev6 a su padre. Los griegos ofrecieron sacrificios y la epidemia termind. Habia pasado la crisis, pero habian perdido el apoyo de su principal guerrero y adquirido un formidable ene migo: el dios Apolo. ‘cues orto pore venganasy su rage einfa Teit. sa dl ar Aquiles bajé a la playa y llamé a su madre, pidien- do venganza. En su residencia bajo las aguas, la nin- fa Tetis oyé su voz y acudid a consolarle. Aquiles le conté sus penas y ella prometié pedir ayuda a Zeus, el padre de los dioses. Tetis encontré a Zeus sentado en la cima més alta del monte Olimpo. Los palacios de los otros dioses es- taban algo mas abajo en la misma montana, Zeus es- cuché con simpatia el relato de Tetis, pero estaba preo- cupado, ya que varios de los dioses ya habian toma- do partido en la gucrra, y él queria permanccer neu- tral. Naturalmente, Afrodita apoyaba a Paris y a los troyanos. Hera y Atenea, por st parte, no habian per donado a Paris y estaban a favor de los griegos. Aho- frocupado pee ye es ot doses ¥ ova Patan tora oes y roernde 8 monn ra Apolo se ponia del lado de Troya. Pronto la gue- tra se extenderia a los mismos ciclos. ‘Aquella noche, mientras los otros dioses dormian, Zeus cavilaba el modo de poder vengar a Aquiles. Ds cidid convencer a Agamenén de que Troya caeria an- te un ataque definitivo, y cuando los griegos hubie- ran comprometido todas sus fuerzas dejaria que los troyanos les vencieran. Agamendn tendria que supli- cara Aquiles o ver su ¢jército exterminado. El padre de los dioses estaba satisfecho de su plan. Conjuré un falso suefo y se lo envid a Agamenén, " Imperios en el caos La Edad de Oro Lh leyenda de Ulises se basa en lay Jen bas ears mus, aamiguas de Europa, la Hada y ta ‘Gaines. Se cree que estos dos poems épicon tor compuso el peta erepo Homero hacia & Slavia: de C. En elloe se habla de una Edad de Oro, Anterior a la epoca del poeta, e los Reroes que lucharon en la legendaria puerta de Troya. Pocat personas creian que estas leyerdas fuviese algo de verdad haa que brace 100 sfc» al arquedlogo nfisonado Heinrich Sehilerann ‘xombro al mundo al descubrie Ine runas de Trova A pactiy del detcubriniento de ‘Trova empezaron a encotrarsey excavate oiros muchos puntos legendaros de Grosa, entre slot Micenas, demostardose la exisencia de ura gran cieilzacion fr Grecia, mul abe anes dela Spoca de Platse. Homer Lams quell pueblos agueos o anacs. Is actualdad los Hamas micerios, Hablaben un deco det antguo griego ¥ tmileaban an tipo senclo de sscriturepictovica, lamado Lineal 8. ‘A820: Miecaa mcincs dear, de Enuitbrio de poder Las micdnicoe ec tn pusblo marinero. Sus aaves comercaban fn fodo el Mediterraneo avienta. Tealan aeetioneator on Chipre cn la con de Sti, A la expansion micénca hacia ol Ese Se opusieron dos pucdloe: Jor Ihsan, que octpaban gran parte se i actual Turqua,y tos txipcioe. Estor tes pueblos ‘rantenia u uilibrio de poder, Se rompe el eau Hacie labo 1385 2. de C, lov has entraron en guerra con os cipcos. Hubo una gran batalla Se carros en Kadesh (Sir), que ‘abo con la fuerza de ambos estado, mungue ainguno venciers lotro, Egipto sobrevni, pero el Ipeto ttta se undid en menos den siglo, y Mv anarquia rend fn ol Mediterinen erent, Lun mister ET mindimlento de ls hts os ‘ua mistero, Las excavacones eo alsa, su capital, demuestan ‘que Ia ciudad estaba muy bien fortfcada, y aus asi fue saqueada, S00 un exemigo von teenoloia avanzada podria haber roto sus defensasy no ens tal fnemigo entonces 12 La gran eatisirote Aproximadamente en Ia misma pose, la eatistrofe se abais lamoitn sobre Greea. La mayors de las ciudades fueron arasadas. Micsnas, Tirinto y Pilot fueron incense! ao 1290s de C- También en la misma epoca fe saqueavon Ugariten Sa, Taro en cl Sure Tergula y Trova. (Fue simple coincidencia 0 ‘xitid oma sonenion entre eet hecho? {Los pucblos dl mar En 1196 a. de C. una wan horda de invasores cay sobre Egpt0 Venian por tera y por mar. Los ‘sgipeos lbraron aoa deserperada batalla en e! deta det Nil lograron techazatios a duras penas. {Pudiercn ser esos Inasores los que dersibaron el impero hitia e incendiaron las Chucades miséneas? Quist si que slesruyeron algunas de las poblaviones meacionadss, pero patece mucho mix probable que {as invasiones fusran eh Fesultado, y'no Ia caus, de hhendimento de os hia 5 fs cindades micenices, La respuesta wo es fii La historia casi nunca es seria, {Los acontecmenios uelen tener Imachas causa, Los srlegos de la fpoca posterior crean que Zeus inicé Ia guerra de Trosa pars Feducir la poblacibe del mundo. ‘Podria tener exto un fordo de Serdad? La soperpobiacin, ombinada cot tes cambios limaticos y el kamlre, pudo haber minado ta aorida cena, Al'deblitarsesto dela Ter y al orden le seguir svtomaticamente wn aumento del bndidajey le pirsteria. La suerra de Trova tuo lugar, probablement en esta stuacén Ireseable. Los tayecs piratas ue hacia fos griegos conta las ‘sauema, La eilizncioa eicéice hnuca e vexupers. A finales del Sinlo xi a de C., Greea se babia sumido en un pefiode oscuro que Suro mis de 400 ato, ROUIERDA: Taba de aca mci sncotach on Catan Ser catonos de ince. DERECHA: Baonetove de Teas MAS A LA DERECHA: Bajrteve cot Templo de Medinet Habs ego, ue Teptcerta le carton e es nvacoee ‘ABALO: Mapa dl Madterénco rmichnicos ere sige x a. dC. MAR NEGRO La ciudadela de Agamenon en Micenas ero Satie er on I cs 360 Ine ate tina colina que ‘doraaba Ia anara de Argos. Se tan encontraco restos de, Tnnportases que Hevaban a ta ‘Sad, fo que la identifica como centio mas impertarte dela ‘ona y apoya ln afirmocion de Homers de que se trataba del reino mis importante de Grecia. Tea ciadadela evtabs soronads por ‘ut palacio con una gren sala os oldranatas Hamada megaror (A\, Lox tempos (B,C) y tas tum eos reyes anerores (D) ‘mis abajo et a ladera, Maraites ciclopeas [Ua Gudadela etd rodeada por sGlidas murals, de 5.5 a 7,5 metros de exper Alguras de ls feds x08 tan enormes, que los riegos de épocas posteiores frelan que lx habian consruigo fos ciclopes. Ea un punt, la ‘mural iene ah mus de metros de alu, y originalments Ih aura debia sr'de ede 12 = Ia pucta principal (E) se llama Puerta de Jos Levees, por los dos Teonestallaos soe edit. Evuaba deferdids por an bastion (), desde el que se podian frre proveciesconzra ‘unlquie stacante. Este ana puerta skier gn Ix maralla norte AG). En ia época de ln guerra de Troya te ampli eh extemo rordeste (HD, paca proteser ot Suminsto de agua, a que #¢ Teraba por un tel Baio la sera tansladas. frre gue leva a oopato Serta de ova, stu fs 2 16 Barcos Problemas sn resolver Por desaracia, esta pistura simuleres los del barco de Tera, ttn cade ¥ 10s hombres bajo eatierta Los pueblos det mar En las paredes del templo egipio de Medinet Habu esti tustrads la fan batalla naval entre los ‘zipcos y lox pueblos del mar. {Tor barcor de lor invasores presentan dos augos en comin fon las naves micenicas: en los fxtremos tlenen plataformas tlevadas y cabezas de pijaros, ‘ave pueden tener alguna relacion | on fo que parecen ser aves en los fm 2y 4 dela pagina anterior. ‘ \ t \ZOUEROA: Ts anda para Ge! ANKIA: Bee demo __ABALO: Reenarecon acd Dot merc, Lage ara tone Meat Hau (pe) ue represents no in bars So Ue, con 5) fos entacatsravetaca, para et ol Un Dero dees puts del mar emos pare una spun de SO see atsies esznmierto per al fondo dl mara con una platatorma alveda en cada hombres. Las vee los remo, : ‘dein nuier ets choad con fecromo yeabszas de ave docorando _saguromon, no swan 8 os haszos que describe Homer ‘oon cn pba. te poe ya pena, misma tempo son probablemente Tos de su propia epoca, hacia € 750 a. de (C. Habia des spos principals: ‘arcos ligeros y rpidos con 20, remos y maves de guerra mis pesadas, con Demon. Se frenconan con frecuencia lazot de cuero para sujetar Los remo ‘Tealan vlas, pero solo se wsatan ‘quando el viento soplabs en la ‘ireecion adecuada. Come ancias se usaban grandes pedras, Se nan ‘encontrado varias de ellas, | sereipondien la foe Las caves negra Homere cas! siempre describe las faves como negras, probablemente porgue la quilas {staban embreads, Por encima dela lines de fotacién podian ser de cualquier color Los bareos de in peoas azules 2 DIAS DE MUERTE El duelo Con las primeras luces del amanecer, Agamendn se le vant de su lecho y convocd una reunion de los jefes para contarles el suefio que habia tenido, Les aseguré que Troya iba a caer por fin, Los demas reyes, con Venciddos de que su siteno estaba inspirado por 10s dio: ses, le creyeron y ordenaron a sus hombres que se pre- parasen para el combate después del desayuno. Cada Soldado ofrecié sacrificios a su dios favorito, y rez6 pidiendo ayuda en la batalla que se aproximaba. Uli- ses, como siempre, hizo su ofrenda a Atenea, diosa de la sabiduria, mientras que Agamendn sacrifico un buey a Zeus en nombre de todo su ejército. Los troyanos sabian que Aquiles habia abandona- do y se sentian animosos. Por primera vez desde la egada de los griegos, nueve afios atrés, estaban dis- puestos a luchar en campo abierto, Su niimero se ha bia acrecentado con muchos aliados y ahora se consi- deraban capaces de enfrentarse a los griegos. Asi pucs, salieron de la ciudad con gran griterio y avanzaron a través de la llanura en medio de una gran nube de polvo. Paris se dejé llevar por la excitacin y en un arran: que de valor repentino se adelant6 al ejercito troyano y desafié a cualquier campeon de los griegos a com- ibate personal. La ausencia de Aquiles se le habia su- bido a la cabeza y habia olvidado que existian otros héroes griczos. Pero cuando Menelao acepts el desa- fio y se adelanté con la armadura brillando al sol el valor de Paris le abandond y corrid a ocultarse en: tre sus tropas. Pero encontrd que Héctor le cortaba el paso, — Nino llorén! —se burlé Héctor—. Eres estupen- do con las mujeres, pero en todo lo demas eres in com pleto cobarde. Le robas a un hombre su esposa y I 0 no tienes valor para afrontar las consecuencias. De- beriamos haberte lapidado hace aos por todas las des gracias que nos has acarreado. Las palabras de suv hermano hicieron mela en Pa- ris, que se mostr6 dispuesto a luchar. Hector salié a espacio entre los dos ejércitos y contuvo a las tropas troyanas. Agamenén hizo lo mismo en sus filas. ordenando a los arqueros que dejaran de disparar Cuando pudo hacerse oir, Héctor repitié el desafio de Paris y propuso que toda la guerra se decidie- ra en este duelo, cuyo vencedor se llevaria a Helena y su tesoro. Ambos bandos contuvieron el aliento esperando la respuesta de Menelao, Cuando éste acepté, se o¥6 una aclamacién general. Al fin pareefa que iba a terminar la lucha, Se acordo una tregua y se oftecieron sacrifi- cios, No habia manera de volverse atrés. @ Mientras Paris y Menelao se preparaban, Héctor y Ulises marcaron el terreno de lucha. Los ancianos, mu- jeres y nifios de Troya se amontonaban en las alme- nas para contemplar el combate. Priamo y Helena su- bieron ala torre que dominaba la puerta Escea. Hele- na sabia que en unos minutos se decidiria su destino. Cada contrincante recibié una lanza y una espada al entrar en Ia arena. Dieron vueltas uno alrededor del otro, blandiendo sus armas y mirdndose con furia, Se habian echado suertes, y a Paris le habia correspon- dido atacar primero. Sizuié dando vueltas buscando tuna abertura en la defensa del griego, Menelao, con las rodillas un poco flexionadas, miraba a su oponen- te por encima del escudo, listo para esquivar a dere- cha 0 a izquierda. De pronto, Paris dio un salto y arrojé su lanza, Me- nelao salté de costado y desvié la lanza con su escu- do, haciéndola caer al suelo. Era su turno. Menelao se dio cuenta de que Paris estaba temblanclo de mie- do. El griego salt de lado y golped con su lanza, in- tentando abrir la guardia de Paris. Este reaccioné justo a tiempo y detuvo el arma con el centro de su escudo, La punta atrayesd el escudo de cucro y Paris se aterro al verla aparecer por dentro, Torcié el cuerpo, evitando Ja muerte por un pelo. La lanza chocé con su coraza, cortando ¢] metal y rasgandole la tinica Antes de que Paris pudiera recuperarse, Menclao se lanzé sobre él, blandiendo la espada, Impulsado por los anos de rabia acumulada, le dio tal golpe en el casco que la espada se partié en pedazos. Menelao maldijo a Zeus por su mala suerte y agarré el penacho del cas- co de Paris. El troyano, atontado por el golpe de la espada, perdi6 el equilibrio, Menelao empezd a arras- trarle hacia las filas griegas, mientras Paris se asfixia- tba, porque la correa del casco le estaba estrangu do. Resistid desesperadamente, pero la cara se pezaba a poner azul Entonces Alrodita, viendo lo que sucedia, corté la correa del casco. Frustrado y furioso, Menelao arro- jo cl casco hacia sus soldados. No tenia armas y esta- ba a merced de su enemigo, Era la gran oportunidad de Paris. Pero éste ya habia tenido bastante, y con la ayuda de Afrodita huyé hacia sus filas. Batalla con los dioses Hera y Atenea, furiosas por la intervencién de Afro- dita, decidieron vengarse. Acudieron a Zeus y éste acordé que la guerra debia continuar, Menelao seguia recorriendo las filas, gritindole a Paris, cuando el arquera troyano Pandaro, incitado por las dos diosas, le lanzé una fecha, Sélo le causé tuna herida leve, pero eso significaba que la tregua es taba rota. Pronto empezaron a volar las lanzas y a caer hombres. La batalla comenzaba de nuevo. Diomedes, rey de Argos, irrumpié en la lucha lan- zando su grito de guerra y matando a todos los que le salian al paso, Pero Pandaro el arquero le habia vis- to, Herido, Diomedes pidid ayuda a su auriga. La fle- cha de Pandaro le habia atravesado el hombro y la punta le salfa por la espalda. El auriga rompio la ca- bbeza de la flecha y la saeé de la herida, que empezd a sangrar. Pero Atenea se apresuré a coagular la san- are y le dio a Diomedes fuerzas para seguir luchando. El héroe volvié al combate, buscando furiosamen- tea Pandaro. El arquero habia cambiado su arco por una lanza y se lanz6 contra Diomedes en un carro. El troyano arrojé su lanza, que atravess el escudo y gol- peé la coraza de Diomedes. Pero el grito de triunfo del troyano quedo cortado cuando la danza de Dio- medes le atravesé la cara y le corté la lengua. Eneas, el hijo de Afrodita, que iba conduciendo el carro, salto sobre Diomedes, decidido a impedirle que despojara el cadaver de Pandaro, Se plant6 frente al caido como un leén defendiendo su presa, y blandio su lanza, manteniendo a raya al heroe griego. Diome- des levanté una enorme piedra y la arroj6 contra el troyano, dandole en la cadera y magullandole ¢! hue- so, Eneas cayé de rodillas con un gemido, pero antes de que Diomeces pudiera llegar hasta él, Afrodita acu- dio al rescate y se Hlevé a su hijo herido. Diomedes pérsiguis 2 la diosa entre los combatien- tes, atacdndola con su lanza. Consiguio herirle en la mano, y Afrodita lanzé un grito y dejé caer a Eneas. Diomedes rio triunfante: —Diosa debil, dedicate a seguir tentando a las mu- jeres y deja la guerra para los hombres. Intent apoderarse del cuerpo, pero entonces inter- vino Apolo en defensa de Eneas, oculténdole en una ‘ube azul, mientras A frodita se alejaba llorando. Dio- medes se atrevid @ atacar al propio Apolo. El dios pa 6 el golpe, y cuando el griego volvié al ataque le advirtio: nsa, Diomedes, piensa. ;Acaso te crees igual a los dioses? Dandose cuenta de que habia ido demasiado lejos, Diomedes bajé su lanza y se retiré. 20 La batalla estaba en su apogeo. Por toda la llanura habia cuerpos caidos. La vista de tanta sangre fue mu- cha tentacign para el dios de la guerra, Ares, que de- cidio intervenir en la lucha. No tenia especial simpa tia por un bando ni por otro, pero le parecié que los troyanos necesitaban més ayuda que los griegos. Lu- chando codo a codo con Héctor, empezd a hacer re- troceder a los griegos. ‘Ao recog # wu hi hardy capo cont prog de coe por Domeses, Hera y Atenca se enfurecieron al ver a Ares mata: do griegos. Atenea tird al suelo al conductor de! ca- ro de Diomedes y tomo ella misma las riendas, diri- gigndose directamente hacia Ares. El dios de la gue- rra, cubierto de sangre, estaba despojando a su tilti- ma victima cuando vio que fe atacaban. Arroj6 su enorme lanza contra Diomedes, convencido de que el héroe habia luchado por iiltima vez, pero Atenea des- vid la lanza y Diomedes contraataco, hiriendo al dios de la guerra en el vientre. Ares lanzé un grito que sa- cudi6 todo el campo de batalla. «El carnicero» habia tenido bastante y desaparecié entre una columna de humo negro. Se dirigié inmediatamente a Zeus para quejarse, pero cl padre de los dioses le reprendié: —Deja de lloriquear, hipécrita. No hay nada que te guste mas que la pelea ¥ Ia lucha. Por eso te desprecio tanto. a 2 DIAS DF MUFRTF Ayax y Héctor Con Ares fuera de la batalla, los griegos empezaron a ganar terreno gradualmente. Los troyanos se encon- traron en peligro de ser vencidos. La tarde estaba avan- zada, pero Héctor sabja que sus hombres no podrian mantenerse hasia que se hiciera de noche. Solo podia hacer una cosa: cuando los griegos se detuvieron pa. ra coger aliento antes del ataque final, Héctor salié de las filas y les desafid a elegir un campedn que se enfrentase a él en combate singular. Los griegos se horrorizaron. Sélo Aquiles podia as- pirar a vencer a Héctor, Maldijeron en silencio a Aga- menén por lo que habia hecho. Las palabras del h roe se habian hecho realidad: «Un dia me necesitaras desesperadamente...» El honor impedia a los griegos rechazar el desatio, y decidieron elegir a un campeon echando suertes. Ca da héroe marco un troz0 de cerdimica rota y 10 colocé en un casco. Mientras el ejército rezaba, el viejo Nés- tor agité el casco hasta que uno de los trozos de cerd: mica salto fuera. Ulises contuvo un suspiro de alivio al ver el nombre de Ayan. EI gigantesco principe de Salamina acepté el reto de buena gana. Era un hombre de tremenda estatura y llevaba un escudo que casi parecia una torre, hecho con varias capas de cuero y con fueries rebordes de bronce. Todos tragaron saliva cuando Ayax entr6 en la are- ia, Incluso Héctor quedé un poco desconcertado al ver su. corpulencia. Con una sonrisa siniestra, Ayax se acercé a Héctor y le miré desafiante. —Héctor —le dijo—, pensabas que ibas a tener una victoria facil. Pero ahora descubrirds qué clase de cam- peones tienen a su disposicién los griegos cuando no pueden contar con Aquiles. Te toca a ti golpear pri- mero, asf que empieza la lucha, Héctor sacudié la cabeza, —No me asustas, Ayax. :Qué te erees que soy, un nio una mujer, que no sabe nada de luchar? En guardia! Con estas palabras, Héctor atacé. Su lanza golpes el escudo de Ayax, pero no logr6 atravesar todas las capas de cuero. Elgriego respondié con un golpe co- losal. Su lanza atraves6 el escudo de Héctor, pero el troyano esquivé la punta Los dos empezaron a dar vueltas buscando une bre- cha en la defensa del contrario, Héctor arrojé la lan- za con todas sus fuerzas, pero la punta se dablé al cho- car con el escudo de Avax. Ayax salto hacia delante y denuevo su lanza atraveso el escudo de Héctor; pe- ro esta vez el troyano no pudo eludir la punta, que 22 cararica y Néstor los mea en an le hirié en el cuello. La sangre empezé a resbalar por sui coraza Héctor cay6 de rodillas y por un instante Ayax pensd que habia vencido. Pero el troyano cogié una gran pie- dra y la arrojé con toda la fuerza que pudo. La roca choe6 con el refiterzo de bronce en el centro del escu- do de Ayax, y el golpe se oy6 en toda la planicie, Este cambio de téctica no desanimé a Ayax, que cogié a su vez un enorme peiasco y lo lanzé con tanta fuerza que abollo el escudo de Héctor y le hizo caer. Pero antes de que Ayax pudiera acercarse a rematarle, Héc- tor estaba de nuevo en pic. Los dos bandos contemplaban la hucha con gran emocidn, Parecia una desgracia que tuviera que ser de- rrotado uno de aquellos dos grandes héroes. El sol em- pezaba a ocultarse tras las colinas, proyectando lar- gas sombras en la llanura, y todos acordaron que la pelea debia interrumpirse. Los dos campeones acep- taron la decisién, intercambiaron regalos y se separa- Fon como amigos: ‘Al amanecer del dia siguiente, Paris envié un men- sajero con la oferta de devolver el tesoro de Menelao (Date weed de Héctor der a y pagar una compensacién por la pérdida de Helena. Aunque la oferta fue rechazada, se acord6 una tre- gua para que ambos bandos pudieran honrar a sus muertos. Se levanté una gran pira frente a cada cam- pamento, y se incineraron los cuerpos. Al dia siguiente, Jos griegos crigieron un monticulo sobre la pira y lo extendieron para formar una muralla defensiva en caso de que los troyanos atacasen los barcos. La muralla de tierra tenia puertas y torres de madera a interva- los, y una valla cn lo alto. ‘Cuando estuvo terminada, los griegos se retiraron agotados a sus tiendas. Pero aquella noche no durmic- Ton iranquilos, pues Zeus atroné incesantemente 50- bre sus cabezas. a Zeus interviene ~~ Las cosas no habian salido tal como Zeus las habia planeado. A la mafana siguiente, convocd a todos los dioses y les hizo una solemne advertentia: —Cualquier dios al que sorprenda interfiriendo y ayudando a los griegos 0 a los troyanos serd castiga- do y expulsado del Olimpo. Los dems dioses, aterrados, acaiaron la orden. S6lo Atenea se atrevié @ hablar: —Pero sin duda podremos aconsejarles —insistié: Zeus se ablando un poco, pero exigi6 que no pasa~ sen de ahi. EI padre de los dioses tomé posicién en el monte Ida, al sur de Trova, desde donde podia ver a los dos cjércitos luchando abajo en la llanura. A mediodia vo- mé su balanza de oo y colocé en los platillos la sen- tencia de muerte de cada bando. Fl lado griego pesd mas y su destino qued6 fijado. El dios lanz6 un rayo entre sus filas y los griegos se pusieron blancos de mie do, rompieron filas y corrieron a buscar refugio en su campamento. Uno de los caballos de Néstor habia sido herido por una flecha y su carro habia quedado parado en el cam- po de batalla. Héctor avisté al anciano y cargo con- tra él, La muerte miraba a Néstor cara a cara, Pero Diomedes le habia visto también; fustigando a sus ca- ballos, atraveso el campo, recogié a Néstor y se vol- vid para recibir el ataque de Hector. Néstor se hizo cargo de las riendas mientras Diomedes arrojaba su lanza contra el héroe troyano. El arma no alcanz6 a Héctor, pero si a su auriga. Los caballos se descon- trolaron y los griegos cargaron, dispuestos a matar Esto no formaba parte del plan de Zeus. Con un rugido de furia, ef dios lanz6 un nuevo rayo que cayé delante de los caballos de Diomedes. El olor a azure ‘quemado aterrorizé a los animales y Néstor tuyo que luchar para controlarlos. Por fin consiguié hacer gi- rar el carro y volver @ la seguridad del campamento. Los héroes griegos irataron de resistir en el foso que habia delante del muro de tierra, pero cuando Héctor Negé tuvieron que retirarse al campamento con gran- des pérdidas. Solo la caida de la noche les salvé de una catastrofe mayor A estas alturas, Agamendn se habia dado cuenta de que su visién habia sido falsa. Convocd a reunion a los jefes, y el viejo Néstor fue derecho al grano: —Agamenén, eres tin buen rey, pero no puedes con- trolar tu temperamento, Sabes que hiciste mal al hu- nilllar a Aquiles. Devuélvele la chica y haz las paces. EI caudillo habia perdido todo su orgullo y arro. gancia. Reconocié su falta y acepto devalver a Aqui- 24 {Zse hab ara rind a ve les la muchacha y compensarle por los insultos re- bidos. Ulises y Ayax se dirigieron a la tienda de Aquiles y expusieron al gran guerrero la propuesta de Agame- nnn. Aquiles les recibid cordialmente, pues ambos eran sus amigos, pero se mantuvo firme en su decisién de no combatir. A la manana siguiente, os griegos reunieron la con- fianza suficiente para salir del campamento y avan- zar por la llanura. Pero su valor volvié a abandonar- los cuando Agamenén cayd herido y hubo que llevar- Je al campamento. Una vez més, las filas se rompie- ron. S6lo Ulises mantuvo su posicién. Por encima del fragor de la batalla llamé a Diomedes, pidiéndole que Juchara a su lado. Los dos juntos se lanzaron sobre las filas troyanas sembrando la muerte a su paso. Héctor vio lo que sucedia y se lanzé hacia ellos, se- guido por sus compaiiias de soldados troyanos. Dio- medes le golped en lo alto del casco, El campeon tro- yano vacilé y cayé de rodillas, pero consiguié incor- porarse y eludir el nuevo ataque de Diomedes. Pero Justo enionces, cuando los griegos empezaban a reco- brar el énimo, una flecha se clavé en el pie de Diome- des, Incapaz de seguir luchando, el héroe trepé a su carro, dejando a Ulises solo. Rodeado de troyanos por todas partes, Ulises com- prendié que se trataba de matar o morir. Se adelanté e hirié a un hombre. Otros dos cayeron inmediatamen- te heridos por su lanza. Seguian viniendo mas y él si- guid derribandolos. De pronto sintié un fuerte tiron en el brazo izquierdo. Una lanza habia atravesado el esctido, hiriéndole en la cadera izquuierca. Se lanz6 con- tra su atacante, que trato de hur, pero Ulises le clave Talanza entre los hombros. Ulises empezé a debilitar se. Perdia mucha sangre por la herida y las fuerzas se le iban con rapidez Olfateando la victoria, los troyanos se acercaron mas. A Ulises se le empezaron a doblar las rodillas y supo que sui muerte estaba cercana. Grito desespera- damente pidiendo ayuda, pero nadie acudié a su lla mada, 25 2 DIAS DE NORRIE La batalla por los barcos Finalmente, alguien oy6 los gritos de auxilio de U ses. En cuestion de segundos, Ayax y Menelao se abrie- ron camino hasta él. Avax cargo contra los troyanos y les hizo retroceder, mientras Menelao subja a Ulises Ayax habia cambiado de puesto con Ulises, y aho- ra se encontraba en la misma situacién desesperada. No era momento para heroicidades. En cuanto vio que Ulises estaba a salvo, se puso el escudo a la espalda y huy6 a toda prisa. Aun asi, tuvo que volverse varias veces para deshacerse de sus perseguidores, hasta que por fin alcanz6 el resto de! ejército en retirada. Viendo a los griegos refugiarse en su campamento, los troyanos, con grandes gritos, atravesaron el foso y empezaron a trepar por la muralla. El viento silba- ba y arrojaba nubes de polvo a lay caras de los erie g05, que trataban desesperadamente de contener a los troyanos. Los atacantes intentaron socavar las torres de madera y echar abajo la empalizada. Finalmente, toda una seccién de la defensa cedi6. Con un valor rayano en el fanatismo, Ayax salt6 a la brecha y con- tuvo a los troyanos, Con Aamendn, Diomedes y Uli- ses heridos, el principe de Salamina habia asumido cl mando. Pero su herofsmo no sirvié de nada, Mien- tras él contenia a los troyanos, Héctor derribé otra de las puertas, y antes de que los griegos se dieran cuen- ta de lo que pasaba, los troyanos invadieron su cam- pamento, Ayax grité animando a sus camaradas, pero no ha- bbia manera de detener a los troyanos. Hora tras hora se prolongo la batalla, y poco a poco, los griegos se vieron obligados a retroceder, La escena de muerte y destruccién era la peor de toda la guerra. Zeus perdid interés ahora que los troyanos habian penetrado en el campamento griego y Aquiles estaba yengado. Pero el dios del mar, Posidén, sintié com- pasion por los griezos. Estaba subido en lo alto de la isla de Samotracia, desde donde contemplaba la ba- talla. Cuando se dio cuenta de que Zeus no prestaba atencién, se introdujo en el campamento griezo y to- mo e| mando. Estimulados por la presencia del dios del mar, los griegos contraatacaron, Ayax arrojé una enorme piedra contra Héctor, derribandole; pero an- tes de que los griegos pudieran llegar hasta él, los tro- yanos cerraron filas a su alrededor y lo llevaron hasta su carro, Desanimados al quedarse sin jefe, los tro- yanos fueron rechazados hasta fuera de la muralla ¥ el foso. De repente, Zeus se dio cuenta de que algo sucedi y ordend a Posidén que volviera a sus dominios 26 marinos. A continuacion envi a Apolo para que curase a Héctor € infundié en los griegos el temor a los dioses. Reanimado Héctor, el rumbo de la batalla volvio a cambiar. Los griegos volvieron a ser superados, se abrieron nuevas brechas en la muralla, y los troyanos invadieron de nuevo el campamento. Paso a paso, los atiegos fueron retrocediendo hacia la playa, hasta que se encontraron luchando entre los barcos. Mientras tanto, sobre sus cabezas, Zeus aplaudia atronadora- mente. ‘Ayax luché como un ledn, pero Héctor acabé por arrinconarle cerca de sus barcos. El héroe griego pe- le6 desesperadamente, pero el empuje del ataque era demasiado fuerte. Tuvo que saltar a la popa de uno de los barcos, y desde alli mantuvo a raya a los troya- nos con un largo palo de punta de bronce, utilizado normalmente en las batallas marinas, Héctor traté de desalojarle para podei vio, pero aunque por todas partes le llovian flechas y jabalinas, Ayax mantuvo su posicién y pronto et ——Bigantesca pezaron a amontonarse cadiveres alrededor de la quilla del barco. Los atacantes eran cada ver mas y la posicién se hi- zo desesperada, Saltando de un barco a otro, peles ‘con valor sobrehumano, pero al final tuvo que aban- donar la popa y siguié combatiendo desde el puente de la nave hasta que Héctor te corté la punta de sui m el fin? Empezaron a alzarse lla- mas y el humo oscurecié el cielo, ‘Ayes sotd aa pron do uno ee El guerrero: Cascos 28 Ccascos con cusros ‘Casco ula eno J Suanarea de Nceas. Lis 1 ese con cunroe de oe Puan ‘ino 2 Exatua cen csco de cuemos, socomtads 09 Up, Sie 13. Casco de bance atrado, iprtatseante e hac 130 9 Ena Mada, Homerd describe un asco que leva Uses, acon el Interior hecho de muckastiras de tere y resibierto por fiers san folios de jabalio. En realidad, se trata el tipo de easco mas Comin en d arte mienlco, Abajo |” 20) ofrecemos una posible Fesonsruccion de este tipo de asco. Prokablemente, las tas de mero te snictorszaba ex fala, haciendo ms bulto en el Sto donde cra rds probable restr am ole. Em algunos casos, 10s tnienton de las tas sobresalen por detris, ofeciendo uta provecsion exible para Is nuca como se ve ag. El interior tstaba forrado de felizo, Cascos de plums Ls lamados weasees de pumas» {que Hevan le Pueblos del Mar (iv 18 y 16) astabae bechos de manera similar los de colmillos Ge jabati, pero con tas vas Ue eusro yuetas hich ati, sujeas or un aro que protablemente era de brance "i Shier sopcos 5 18). cs8 W7.._ Paros de un casco w So esclecan A uraie Cascos micinicos Sélo se han encontrado do» cascongrimgos de ete perfode Uno procede de Creta(n 7), de ‘nos 200 anos antes de Ua err de Trova, 9 ec (" 6) fensontd en Titinto ¥ se hizo ins 10 aos desouts dela fuera, E cao de Tirinto tiene Secoracién em edie, similar a la 18 de Europa central, En las tursbas agmentos de armaduras labradas, que demuestran que ete ino de decoract se esabs en Ia paca de la guerra de Trova, (caseos com evernes 19 (Ca mayoria de las Tguras det Jarron de los Guecrers evan forrienier en el Mediterraneo oriental en aguella epoca. n aalente que protege la parte superior de a hari Los puntos bias probablemente representan decorasion en relieve, Wa El guerrero: Armadura corporal y armas El guerrero: Otras corazas SU Lae ie Ayacsiitiner Ercan ines atthe (p33), ambos contendientes was abundan en el acteatesiense del escudos y Brandes escudon. Homero Silo vata. de C. (09). Los Sampara cide ayaxcon una —_-iayusaban ecudos sine carros torre yal de Hester de que se euet plo niu, dec. Un das 0 Tos tobias yen agmcnto de ura pinters de cuellor.Esclero que el esto Pie? ) muesa aun hombre Grobas para brary slermas Ends de Hécior estate solindo de una con gue parece in excuse ETguerero de Dendra dane Ls vende destin t Mco’—|padady pera este a0 pad ioecs de one, No es ua edd poteciones (reba) cn as nen ter relondos 9 my Shesar eeu longus totoedo, pie el mpradre 00 fiers y amebruzoy ta de grandey. ApaeaOa pods cubr puede estar en el ceo, Trazo o excornente pew lade Gon su escudo a otton Vat lis pemas —probabiemente tomes. Es rato encontrar Escudo de cuerpo entero fechas de lino aparcen cos escudoyredondos ene arte Al princinio deta gpa micéica fran teevenci onl ste Ince, pero indos lor Pueblo te waar dot poe do ciuder de. Rarador sbetlonmdos Srisdaoo, Seon encoutssdS Gal Mar iovumn(p, vara, cusrpocntet en formade oho’ Lover de Homer ola Upunoe semilos do bone, ut! pe, 2) y amin er Yevforna de torre Ambot” —hethos de vars capes de cue atria slo la cpa > ocunes en Europe cata. Ei, apaseen cn ecaga de lncaza_poslemmme cid a probabimente se leraban encima posbie que la dessigeion de Mele» (abajo, 4° 6), Eston hasidor de aja, Tentanrebordes delay de lino, Homero se apique tambien a seudosdesipareceron del arte tolones de bronce csealos de bordecurvo, como os micenico hava lao 1400 anes En Kalorik (Chip) se han Gel arr de los Guerreros de nuctra Er snc 1s restos de wanes) lor hsoradorel Nan Uepado an secndo sbolonado (0° 10) sacs do ee Arad y Waeante pequeno, de apenen 49 poniblemenie ambien Hésor— nde antho, Tene an Ban 1 Drocedan dean Kenda anterior ollon cea, con etros mas Nese imcorporo ala ada. Sin pegueDosa cada lad, yan 0110: 6, conte ees! deura ——_-eMbaTRD, € posble Que eh tetorde de bronte, Silo se ha ee cee a teone gg slgunos lusts se sgueran corervad parte del eco, Se Sere Serene Sto earn prmndes redex, —_inpevie guar segs de to Taleo oe rae do Kadeste ‘mo se eplocaba el reborde 4 © ig 1. Frese del pics de Ps 10 2." Giobn de bronce para 8. Frigmente ena sins oo Sebaze,encontade wy um Ply, gue parece reps Un era fecede forme de ocho. 2 Ginbs de rented stubs de Modelo de escade striae cet Dera Sto 75s de Cts oar lee doe 4 Gina de ronce oa la eit taaea srconraa er Kalina, Grecia ‘WFemrerton dawn voids Eston, Chow. ia, Sec del ecu. Los caros: Ua servicio de tas? En ia Mids, Ios catros no se tatiean para carga masivs, sino sélo pars transport & os hiroes {tla lines de combate, donde se jan y tuchan a pie. Restle sill reer que wsaran asi an jpoce tiempo despues de la gran batalla de carros de Kadesh, hacia 1 DRS a. de C. (pagina 12), Carvas celts En los silos vit a, de C., tos ‘atas de Talia empleaban fos armas de este mado, pero era una Spoca Is que el carro apenas se taba et Lalla, {Em és ol caso fn fos Uempos de la guerra de Trova Los eatros de Cnosos En an inventario encontrado en la armeria de Cnoses, Creta, se fenuimeran 340 cares ¥ 1-000 pares de ruedas. Es poco Drokable que s6l0 s¢asasen para Tevar alot nobles al frente de baal, La proporcén de tres Jocgos de turdas por corre Iplica que ¢ usaban para on servicio mas rude y To mas probable es que x empleasen en el combate 1. Care mince, De ura pirmun ral de Pos 2 Reemde de bronce de Monae 2 Frpments to oe prare te Grete, Greta, mostande parte 5 Pinta ge Pag trac, Crs fe rerecents on eo ond Se Po) ARRIBA: Cato tao or rs frvontag en al asntaiote tmctnca de Eskom Chive -ABASO: Simbolo dl caro on ta cin pletrica No se han encontrado pares recomocibles de cat705 tictnicos. {Las pinturas son con frecuencia ru estllzadas 0 estan demasiado ‘stropeadas para dar uns impresién exacia. El fresco de Pill in" 1) 150 nox dice que tenia vedas de cuatro radios. Es pletura de Hagia Trina en ‘Greta (n" 4) confirma ete tipo de ued y muestra una carroceria forrada de pel. Caaton y seneses {En i tapa de un cofre de mast xvonisade ea Enkom (Chipre) fay tllado tn carro dela epoca de ta guerra de Trova. Lo tan dos caballos con manias y lantenjeras. Las ruedas son de ses dion, quied por influen cuipia. En an fragmenc de pinnura mural de Cnosos (Crea), s€ ve parte dl yuso ¥ el arnés(n* 3), Bn otis te ven detalles del yuo yy de la elena del cabal, ‘ecogida en mechores 33 Religion y ritos funerarios Ane doses de Homer Los denen de la Meds teen todas las pasiones¥ uelectos de los hombre, slo que son Jnmortales. Cada uno ea pats 4e cerascualades, talentos y itive de manera semeame Scere Sen Cratsbal ee tno patron de ls vajtos, Arcs fa la ciosa dela caza, Atenea de ineabiara yvambven dele iucira, Afroita del amor, ete: A To largo de szls, muskos de Tos ‘Bones parecen ner cabins de Baise as te eae Inicatmente, Hefesio ea slo dios de los voleares. Sus aribucioges se ampllaron para inclir of fuego en general,» en tempos de Horiero era a. dios ‘evlos hereto, cue wsuhan fuego para ferjor resales. Se fet que tenis ital su taller bajo el monte Etna, el volein de Sala Pade de tos dios 4 de los hombres Homero tamata a Zeus spucre de los dies de los home No te sabe como adquirio ete tlo, pues no ss ninguna ge Tas dos cosas, Urano, sl abuse, tiene mis derecho al tal Algunos dives, come Afrenlia y Apolo, eran hijos sos, pero Poudén y Hades, ern tus hermanos, Oude riches eran primes suyes (ser tabla). En Fealidad we veataba den Uburpaer, que no tenis derecho ses ‘ews. dos de clims ata épeva miséica, Zeus no 1a ey de fos dose, sino solo ek {ios de! clin. En tempos Posteriores conservs muchas de Ses caracteristcas, como et domminar Jos trueros $ visit en las ‘montafas para conrola sl cima, 1a Gran Mads 1a principal divinicind micénia cra Artemis, que mas tarde fue iowa de labors. Se fx adoraba somo dionareadre cominaba fas cualdades Je A‘enea, Heta y irs diosas postenores. En flempss de Honira 4 slo era inn Geld eicnor Durante la ead oscura ue aa caida de Micenae,tvo lagar igen tipo de revolucion religions set Za ead a Secunia Posidin de Pitos Muchos otros doses come Ares, Ateneay Hera, ran $8 conoridos fn tempos micticos. El nombre Se Poston aparece varias veces, 8 stabil de Pos, eats fe esrtura Lineal B, Parece hater ado importante en esta om, Es sigeificiva que ct ‘Mada, Nestor, fey de Pls, 8 sacrifica 81 taras otos Se han encontrado musts idols ‘eh emplazarieniosmicéneos, fencralmente de foctira ms fosca, El hermoso grupo oe rarfil de la derecka es una ‘xcepeién, Las formas mis forriente ent salo ula. de C., fran estatullas conocidas como (Pais y «Phim, por semejanzs ou esas tras ies (ajo, > hy 2), En ia wSala coa plraformase de Miceras se han nvomtrado vari figuras rotescas (n° 6) que parteen ors xcencida. En edificios veinos se fan encontrado Idolos nat aractives on annie. Una eos obras ‘roots del ate media Se den aie tones nace femploamente mad de exbona fen {toe arte un ater, clone de ut {aly Phi tor su seroarss con ee Et centro de cult en Mtcenas IZOUIEROA: Aeservtesin dey ABAJOY, Alaa par rds Hace pocos ace ce deserter en Seis on pleslonras do Micsnas. 8, Extae Hoo emeniney epients Micenss un cenito de calio , en Micenas. Esta tuba (fa serecha) se construys ev d siglo Mia de C, ye blemente el senalera de un a ceico, posblemente det , Proplo Agamenon, os 35 3 - DIAS DE DUELO ~ Patroclo Patroclo lo observaba todo desde lejos. Era el escu- dero de Aquiles y también su amigo mas intimo. Sus ‘ojos se le Henaron de horror ante el espectaculo de la batalla. Por todas partes veia cuerpos mutilados de amigos. Suplicé a Aquiles que acudiera al rescate, pero el gran guerrero siguio negandose. —Entonces déjame ir a mi —imploré Patroclo, con los ojos lenos de lagrimas. —Si me pongo tu armadura y me siguen tus temi- bles guerreros mirmidones, podré ayudar a nuestros amigos y darles asi una oportunidad de recuperarse Finalmente, ci corazén de Aquiles se ablandé, Le cedié a Patroclo su armadura y le ayudé a ponérsela, advirtiéndole que luchara solo para salvar los barcos ynada mas. Ya se clevaban columnas de humo negro en la playa cuando Patroclo entré en batalla, guian- do a los hombres de Aquiles. ‘Cuando los troyanos vieron al que parecia ser Aqui- les, atacandoles al frente de los sanguinarios mirmi- dones, las rodillas les temblaron y buscaron una via de escape. El nombre de Aquiles recorris las filas mien- tras Patroclo se abria paso a lanzadas. Los troyanos, huyeron desordenadamente, y con un rugido de entu- siasmo los griegos recuperaron el 4nimo y se lanza- ron en su persecucidn, Patroclo habia cumplido su tarea, pero olvids la ad- vertencia de Aquiles y corrid tras los troyanos que huian, atrayesando el rio y liegando hasta las mura- las de la ciudad; quiza pensara que podia conquistar Troya él solo, pero cuando intento escalar los muros, Apolo le hizo caer. Lo intenté una y otra vee, pero el dios seguia derribandole, Enfurecido, se volvié ha: cia las filas troyanas, cargando contra ellas y matan- do sin contemplaciones a todo el que tuvo le desgra- cia de interponerse en su camino. Pero la muerte acechaba a Patroclo. En una de sus cargas, Apolo le golped en la espalda, con tal violen- cia que le salt6 el casco y le rompié la lanza. Se le ca- yo cl escudo y se rajé su armadura. Quedé aturdido y sin proteccidn, y un guerrero troyano le apufialé por la espalda, haciéndole caer de rodillas Hector, al darse cuenta de que no se trataba de Agui- les, se abrié paso hasta él. Patroclo, herido e indefen. So, trataba desesperadamente de arrastrarse hasta sus filas, Héctor le clavé su lanza, emitiendo un grito de victoria —No te vanaglories de mi muerte —dijo Patroclo con su ultimo aliento—. Hicieron falta tres de voso: tos para acabar conmigo: primero un dios que me de- rribé, luego un muchacho que me hirié por la espal- da, y'por iiltimo ti, Héctor. 36 El héroe trovano desclavé su lanza despreciativa- mente. Ordend a sus hombres que le quitaran la ar- madura de Aquiles y, ante el horror de sus amigos, se dispuso a descuartizar el cuerpo de Patroclo. Se lo impidio la Megada de Menelao y Ayax, que hicieron retroceder a Héctor, pero antes de que pudieran lle- varse el cuerpo de Patroclo llegaron refuerzos troya- nos y se desarrollé una feroz batalla por cl cadaver, que pasaba del poder de un bando al del otro. Poco a poco, los griegos lograron arrastrarle hacia su cam- pamento, pero los troyanos siguicron hostigandoles.. Por fin, los griegos enviaron un mensaje a Aquiles, con la esperanza de que el gran héroe acudiera. E| héroe griezo habia sentido que algo terrible su- cedia, y estaba lleno de negros presagios. Cuando le dijeron que Patroclo habia muerto, se tird al suelo con- sumido por la desesperacién. Se éché tierra en el ca- bello, se ensucié la cara y las ropas y solt6 un grit tan espantoso que se oyé hasta en los cielos. Pero no podia hacer nada, pues no tenia armadura, ya que se Ta habia dejado a Patroclo. Tetis oyd el grito de desesperacién de su hijo y acu- dio inmediatamente al monte Olimpo, donde le pi- di¢ al herrero divino, Hefesto, que hiciera una nue- va armadura para Aquiles, lo mas répidamente que pudiera. Mientras tanto, la lucha por el cuetpo de Patroclo continuaba. Aquiles, sin armadura, salio al exterior de la muralla para observar el combate. Los griczos habian logrado llevar el cuerpo cerca del campamen- to, pero los troyanos seguian decididos a hacerse con él. Cuando Aquiles vio que Héctor agarraba el pie de Patroclo y trataba de arrastrarle, lanz6 su grito de gue- ra, que resond por tres veces en la llanura. Al oirlo, los troyanos se echaron a temblar y comenzaron a co~ rer alocadamente en todas direcciones, como perros asustados. Hefesto trabajé durante toda la noche, y antes del amanecer habia terminado una magnifica armadura para Aquiles. El héroe griego se habia pasado la no- che llorando, pero cuando Tetis llegé con su nueva ar- madura, no penso mas que en la venganza. Recorrid la playa llamando a los griegos a asamblea. Todos se dieron cuenta de que el gran momento habia llegado. Incluso Diomedes y Ulises acudieron a la convocato- ria cojeando. Cuando todos estuvieron reunidos, Aquiles se diri- gid a Agamenon: —Olvideros nuestra disputa. Llama a las tropas el combate, Los soldados mostraron a gritos su aprobacién. Agamenén pidié disculpas por lo que habia hecho, prometio compensar a Aquiles y le entreg6 el mando de todo el jército. Ulises estaba decidido a que Agamenén no se re- tractase de su palabra, insisti6 en que la compensa- cidn se entregase delante de la asamblea. Una vez he- cho esto, Agamenon sacriticd un jabali para aplacar a los dioses, los soldados desayunaron y todos se pre~ pararon para la batalla, 3 DIAS DE UENO El ultimo combate de Héctor La obsesion de Aquiles era matar a Héctor. Cuando el héroe troyano no se presenté a desafiarle, volvié su rabia hacia los demas troyanos, y una de sus victimas fue uno de los hermanos de Héctor. Este habia esta- do evitando a Aquiles, pero cuando vio caer a su her- mano, cargé furiosamente, dispuesto a vengarle. Zeus habia anulado la orden que impedia a los dio- ses tomar partido, y cuando Atenea vio volar la lanza de Héctor hacia Aquiles, la desvié a un lado. Apolo Dens6 que esto era injusto, y cuando Aquiles contraa- taco, oculté a Héctor en una densa niebla.. Aqui les alanceé repetidamente la niebla, sin resultados, hasta que sudando y furioso se arrojé contra los tro- yanos. En su frenesi part a la mitad hacia la ci 6 las filas troyanas, dispersando idad, mientras el resto huyd ha- cia el rio, donde Aquiles les persiguid, matando a derecha e izquierda hasta que el agua se puso roja de sangre. La carniceria excitd a los dioses, que se unieron a la lucha con un rugido que hizo temblar los ciclos. Zeus contempls divertido como se atacaban unos a otros. Ares golped a Atenea en el pecho con su lanza, pero cl manto encantado de la diosa la protegio, Atenea arrojé una enorme piedra contra «el carnicero», ha ciendole caer de espaldas. Mientras se alejaba riendo, Afrodita ayudé al dios de la guerra a incorporarse, pero Atenea corrié tras ellos y golped a la diosa del amor en el pecho con tal fuerza que ella y Ares caye- ron al suelo, Elrey Priamo habia ordenado que las puertas per- ‘manecieran abiertas para que sus tropas pudieran en. trar. Cuando hubieron entrado, las puertas se cerra- ron y atrancaron, S6lo Héctor se quedo fuera, espe- rando a Aquiles Apolo habia estado desorientando al héroe griego, haciendo que le persiguiera, pero ahora Aquiles se acer- caba de nuevo a la carrera. La mente de Hécior era un torbellino de dudas y temores. Sabia que nunca po dria mirar a su gente a la cara si no se enfrentaba a AAquiles, Pero también sabia que estaba perdido si To Cuando Aquiles se aproximé a la puerta Escea, don- de Héctor le aguardaba, el valor del troyano le aban- doné y echd a correr. Aquiles le persiguié a toda ve- locidad, mientras indicaba a sus hombres que se tra. taba de una pelea privaca y que no debian intervenir Elhéroe eriego era un corredor mas rapido, y pronto estuvo entre Héctor y la muralla, cerrdndole el paso. Nada podia salvarle ahora 38 iplaban como Aquiles perseguia a Héct dor de la ciudad. En su desesperada huida, el troyano rode6 tres veves los muros, pero no logré escapar, Ca- da vez que volvia la cabeza, veia a Aquiles que le se- guia como un perro cazando al zorro. Por fin se volvid, enfrentandose a su perseguidor, Alacerearse Aquiles, traté de hacer un trato con él: —Si Zeus me da la victoria, prometo no mutilar tu cuerpo. {Estas dispuesto a hacer lo mismo? Aquiles le replied con odio: —Estas loco, Héctor. Es imposible la amistad en- tre nosotros dos. Reine todo tu coraje y pelea: estoy dispuesto a hacerte pagar lo que me has hecho. Con estas palabras, Aquiles arrojé su pesada lan- za, Héctor la esquiv6, riendo al ver que el arma pasa- ba sobre su cabeza sin tocarle. —Estabas demasiado seguro de ti mismo. Esquiva esta si puedes. Héctor arrojé su lanza con gran punteria, pero Aqui- les la dettvo con su escudo. Maldiciendo, Héctor de- senvaind su espada y se lanzd contra Aquiles. Pero la muerte le aguardaba, Atenea le habia devuelto a Aqui les su lanza, y la punta le hirié en el cuello, haciéndo- le caer. —Por favor —suplicé Héctor mientras la vida se le escapaba y su sangre tefiia el suelo—, no arrojes mi cuerpo a las perros. —Nada te salvard de los perros, ni siquicra tu peso en oro —le replicé Aquiles. Con su tiltimo aliento, Héctor rogé a Aquiles que pensase bien Io que hacia. —Tampoco a ti te queda mucho, No te arriesgues a ofender a los dioses. ‘La muerte subray6 las palabras de Héctor. Aguiles sacé su lanza del cuerpo y empez6 a desnudarlo, mien tras sus hombres se acercaban y clavaban sus lanzas en el cadaver. Aquiles perfors ios talones de Héctor, arasrab cuerpo del Noe een, pasé una correa a través del hueco y lo até a su carro. A continuacion arrastro el cuerpo alrededor de la ciu- dad y luego lo llevé al campamento, donde Jo dejé bo- ca abajo, cerca del féretro de Patroclo. La madre, el padre y la esposa de Héctor contemplaban horroriza- dos desde las almenas la espantosa escena. ‘A la mafiana siguiente, el cuerpo de Patroclo fue Nevado en procesién y colocado en una enorme pira, rodeado de ovejas, caballos y terneras. Se aftadicron a la pira tarros de aceite y miel, e incluso dos de los perros de Patroclo. Pero Aquiles atin no estaba satis- Fecho y arrojo tambien al fuego a doce prisioneros tro- yanos; un acto de barbaric que espanté a sus propios compaieros. La pira ardié durante toda la noche. Al amanecer, se apagaron las llamas con vino y se recogieron los hue- sos calcinados de Patroclo, para guardarlos en un ja- rrén de oro que se enterré bajo un gran monticulo de tierra, EC Doble desastre Durante once dias, el cuerpo de Héctor yacié en el pol- vo, y todavia el afan de venganza de Aquiles seguia insatisfecho. De vez en cuando subia a su carro y arras- traba el cadaver alrededor de la tumba de Patroclo, pero su mente no se apaciguaba En cl monte Olimpo, los dioses empezaban a dis- gustarse. Héctor siempre habia mostrado en vida el debido respeto hacia los dioses y merecia mejor trato que el que Aquiles Ie estaba dando. Finalmente, Apolo logré que Zeus interviniera. El padre de los dioses en: vio a Tetis con el encargo de convencer @ su hijo de que aceptara un rescate por el cadaver. Zeus envio ademas un mensaje al rey Priamo, or denandole cargar un carro de tesoros, como reseate de su hijo. Aquella noche, el viejo rey salid de Troya y los dioses le guiaron a través de las lineas griegas has- ta la tienda de Aquiles. El rey, con su pelo y sus ropas sucios y desordena- dos, eniré sin anunciarse en Ia tienda de Aquiles y se arroj6 a sus pies. Beso las manos que habian dado mucrte a tantos de sus compatriotas y rog6 que le de- volvieran el cuerpo de su hijo. —Piensa en tu propio padre —decia—, tiene apro- ximadamente mi misma edad, Imagina cémo se sen- tiria en mi lugar. He perdido a casi todos mis hijos en esta guerra interminable. Al principio, Aquiles estaba demasiado asombra- do para responder. Atin ardia de furia, pero al ver al anciano rey destrozado y humillado, una chispa de pie- dad tocé su corazén. Ayudé al anciano a incorporar sey ordené a sus doncellas que lavasen y vistiesen el cuerpo de Héctor antes de entregarselo a Priamo. Lu go descargaron el tesoro y el rey volvid a Troya con el cadaver de su hijo, que fue incinerado con todos los honores Patroclo estaba vengado y Héctor muerto, pero la guerra no habia terminado. Cada mafana, al salir el Sol, los dos ejércitos se encontraban en la llanura, exi- gicndo el tributo diario de sangre. Y cada atardecer ‘cuando cl sol se hundia en el mar, se retiraban ago- tados, para jactarse de sus victorias y lorar a sus muertos. Aguiles seguia siendo el gran campeén de los g: 0s. Cuando murié un hijo del anciano Néstor, lo con sider como una pérdida personal y jur6 vengar al viejo rey. Se lanzd a la batalla, flanqueado por Uli Ayax, y los troyanos, al ver a los tres héroes, se es pantaron y huyeron a la ciudad, perseguidos por los griegos. Los troyanos pasaron la puerta Escea, pero antes de que pudieran cerrarla, los griegos habian en- trado tras ellos. 40 Al fin, tras nucve largos afos, estaban dentro de las murallas, Delante de ellos estaba la calle pavimenta- da que llevaba al palacio de Priamo, tal como Ulises la recordaba, A su espalda estaba la gran muralla con su alta torre, Miraron hacia las almenas y pudieron ver a Paris riendo, con Apolo detrs de él: Se oyo un zumbido y de repente Aquiles cay6 al suelo, con una flecha envenenada clavada en el talén, Ayax y Ulises le cubrieron con sus escucdos, pero en unos instantes el héroe habia mucrto. Conmocionado, Ayax cargé en sus hombros el euer- po de Aquiles, y los dos heroes se retiraron apresura- amente, Al atravesar la puerta, los troyanos cayeron sobre ellos como lobos hambrientos, enloquecidos por el olor de la sangre. Ulises los mantuvo a raya con su lanza hasta que legaron a sus lineas. Los griegos estaban desolados. Hicieron un magni fico funeral para su campedn muerto, y pusieron sus huesos junto a los de su amigo Patroclo. Su armadu- ra sagrada le fue regalada a Ulises, por el valor de mostrado al rescatar el cuerpo. Era un gran honor pero el contento de Ulises duré. poco. La muerie de Aquiles fue seguida por otro desas- tre. Ayax habia sido uno de los mejores amigos de Uli- ses y en una ocasion le habia salvado la vida. Pero aho- ra su mente s¢ trastornd, Estaba loco de envidia por no haber recibido él la armadura de Aquiles. El gran guerrero no podia encontrar la calma; su sueno ba plagado de pesadillas y acabé matindose. La muerte de los dos héroes fue una terrible pérdi- da para los griegos, pero unas semanas despues reci- bieron un cierto consuclo al morir Paris, auténtico cau- sante de la guerra y de todas sus desgracias. Menelao mutil6 su cuerpo con gran alegria. Parecia que todo habia terminado, pero Afrodita les jugo una nueva pa- sada. El hermano de Paris, Deifobo, estaba enamo- rado de Helena y Ia oblig6 @ casarse con él rT) ins DE DURLO El caballo de madera Una manana, tos troyanos observaron una nube de hu- mo sobre e] campamento griezo, Con gran sorpresa, descubrieron que los griegos se habian marchado, des- pués de reducir su campamento a cenizas. Lo tinico gue habian dejado cra una enorme estatua de made- ra, representando a un caballo, dedicada a Atenea. Los troyanos estaban perplejos. 2Qué significaba aquello? Aleunos propusicron llevar la estatua a la ciu- dad, pero otros no se fiaban y quisieron quemarla. El rey Priamo no se atrevio a profanar la estattia y ofen- der a la diosa, asi que ordend que la transportasen so- bre rodillos a través de la Nanura. Cuando llegaron a la ciudad descubrieron que la estatua era demasia- do grande para pasar por las puertas, y tuvieron que desmantelar parte de a muralla, La estatua se atascé cuatro veces, pero por fin pasé, y los troyanos recons truyeron la muralla, Sudando por el calor y el esfucr- zo, empezaron a arrastrar la estatua por la calle em. pinada, pero encontraron el camino cerrado por Ca- sandra, la hermosa pero extrafa hija de Priamo, y por el profeta Laocoonte, Esta leno de hombres! —grité Casandra. Pero los seguidores de Priamo Ia hicieron callar. jEsté loca! ;Todo el mundo lo sabe! Priamo ordend a sus hombres que continuaran. iLocos! No os figis nunca de los regalos de un griego! —grité Laocoonte, arrojando su lanza contra, el caballo. El arma se clavé en la madera y se oyé un claro choque metdlico en el interior de la estatua. —iQuemadia!— grit6 una voz —jArrojadla por la muralla! Entre toda esta confusion, alguien trajo a.un pri- sionero griego. Era Sinén, primo de Ulises. Cuando cl griego vio a Priamo, se arrojé a sus pies ¢ implord la proteccién del rey, conténdole cémo Ulises le ha- bia estado acosando. —En otro tiempo fuimos amigos —solloz6— pero desde la muerte de Ayax, Ulises ha cambiado. Siem: pre esta irritado y desconfia de todo el mundo. Me acus6 de ser un cobarde y un mentiroso, Me hizo arres- tar y me hubiera matado si no hubiera eseapado ano- che, mientras echaban los barcos al agua Priamo le interrumpié. —Hiblanos del caballo. Sinén explic6 que los griegos habian caido en des- pracia ante Atenca. —Esa fue la razén de que abandonasen el asedio. El caballo lo construyeron para tratar de aplacar a la ndignada diosa. —{Pero por qué es tan grande? —pregunté Pria- mo. 42 —Oh —ri6 Sinon—, eso fue para que no pudierais traerlo a la ciudad. Priamo quedé convencido y ordené que se llevase el caballo hasta el santuario de Atenea, para dedicar- selo a la diosa, Salicron muchachas a la Hanura para recoger flores en las orillas del rio y hacer guirnaldas con que decorar Ia estatua Aquella noche, Helena se acercd a ver e] caballo. Caminé a su alrededor, golpedndolo de vez en cuan- do y pronunciando los nombres de algunos héroes. Luego se volvié sonriendo a su reciente esposo, Deifobo. A claro que no hay nadie dentro —dijo en to- no de burla. Esa misma noche, los troyanos celebraron su vic- toria con una gran fiesta. Hacia la medianoche, Si- non, el primo de Ulises, se escurrio fuera y encendio una sefial luminosa. La sefial se vio desde lo alto de la isla de Ténedos, y fue comunicada a Agamenén, que aguardaba alli con su flota. Remando a la luz de Moab, ts voyancs wasn forme vat 8 aves del anus, Ja luna, los griegos surcaron el agua sumbo a la ciudad. Los troyanos aiin dormian la horrachera después de toda una noche de celebraciones. No vieron como se abria una puerta en el vientre del caballo, ni vieron las oscuras figuras que salian por ella, con sus arma- duras brillando a las primeras luces del amanecer. Algunos corrieron a abrir las puertas, mientras que ‘otros se dirigian al palacio; pero Menelao y Ulises fue- ron directamente a la casa de Helena. Menelao mato a Deifobo en cuanto le vio y mutilé cruelmente su cuer- po. En su furia, hubiera matado también a Helena, pero su corazén sc ablandd cuando la vio, y dei caer su espada. La tomé en brazos y la llevé a través de Jas calles, hasta los barcos. Ulises prendié fuego a la casa y después se unid a los demas. Los griegos ha- bian entrado ya en el palacio y aniquilado a la familia real, matando incluso al hijo pequeflo de Héctor. Uno de los griegos irrumpi6 en el templo de Ate- nea y tratd de llevarse a Casandra. Esta roded con sus brazos la estatua de Atenea y pidié proteccién a la dio. sa. El soldado tiro de ella y la estatua cayé al suelo, un acto que tendria terribles consccuencias para los ariegos. Se mato a todos los hombres, muchachos y muje- res viejas, y sc prendié fuego a sus casas. A las muje- res jovenes las llevaron a los barcos, como parte del botin. Sdlo se perdoné 2 un hombre: nueve anos an- tes, Antenor, miembro del consejo troyano, habia sal- vado a Ulises y Menelao cuando fueron a la ciudad como embajadores, y Ulises se asezuré de pagar esta deuda. Se respetaron su casa y su Familia, pero todo Jo demas fue pasto de las llamas. En unas pocas ho- ras, todo habia terminado, y los griegos regresaron a sus naves, dejando tras ellos la ciudad arrasada. 43 Troya: La lanura —w aeoanet na Huston Deseo alto de la colina de Trova, el visiante puede conjurar facilmente imagenes de ls guerra tH ehnque de los ecudon, lox triton de tunfo y los gems de serte, ajo la ciudad, una amply pelvorienta Hanuta se faitende hacia los Daréaneos, fstrecho de ertrada al mat Neer. iil imaginar a los gregos, devembarcando y avancando por tn lama; pero ta imagen es faa: 3.000 aos a lant a camtvado hasia quecar irreconoeibte, Cunede ScHiemann, el Aescubtidor de Trova, [0 visto por primera vez en 1868, ef lugar ra muy diferente, La Hanura stabs sureada por fos meandeos Ae varios rio, yal dee habin a gran marist isalubre Siti de cruzar. En invierno, cas} toda la zona quedaba inundaca, DERECHA: Mapa de a ssimastasin a oa Let cont nace 1200 ce Lin te come st La bahia de Troy Esta imagen de ana Hanura pantanost sometica 2 Inumaciones es valida también faa hace 3000 ates, pero no € i historia completa Se ha comprebado que la parte nore in iaira fee Garo Benpo une tia que se a ido lenando de secimentos. Las colinas Sipea y Rostea eran doe promontorias Troya estaba en uaa colina que ominaba fs baka, Cambios en ta lanura El maps de la iaquerda indica los cambios producides en les time 4500 fos, La rona azul epresena la anura ef a Epoca ce a fundacion de Trova, bacia el 2800 a. de C, La linea Sede indica los limites de lt aia Pacino 1200 a. dec. La line azul corresponds aprosimadamente a bs tiempos Ge Homero, yl tinea tox representa la costa actual Los ros La lanare de Trosaestt suread ot antigues cates del ro Scamander, qve cambia de curso scotstantenicte, Homere dice que {3 Sinios, que debia ser et arroyo fal norte de Troya, confuia con el Seumander. Esto podia ser asi en in epoca de Homer, pero no cuando ta guerra de Trova, {Lina potenctanavat i esratesica poscién de Trove, con un atriso natural para lov farcos cerca de os Dardatlen, siplere que Ia cludad pda cer tina potencie naval. Sts legendariassiquezas podian proveder del peaje de las naves (ue atravesaban fos Dardinlos Esta uido ser Ia verdagera casa intentatan comerclaren las cosas el eons Negro. El campamento sriego Dos san eis poses Beska ¢ en la esuina suroest del promontorio Rociec, Ambos ‘ios esa protegidos det viento el nordeste que predomina en Ia zona, ¥ offeia espacio para varar igs naves. Frente a In bahia de Beska ei Inna de Tenedon desde donde ls srcgoslanzaron S05 prmeros y limes ataques Contra Trove, Pero la bahia esa ‘casi 9 km de Trova, y para llegar habria que atravesa las smarismar del Scomander. En eth a slo 3 kiny parcee us Isgar mis protable Troya: Las excavaciones Los exewvadores Troya fae deseubiesta por un arquedlogo aficionado, Heinnck Schhemann, en 1870. Dessubris varias cudades, cad una Senstruda sobre las rainas de ta antetior Enel sudo nivel reonird tenes de incendio,¥ iego a conslision de que &ta cer la Trova de Homero. En 1882 see unid un arqueblogs profesional, Wilhelm Dorpfeld, ‘ue rant se encase las Sudades sucesivas que se alaron frre! mismo lugar. demostrando jhe la Trova de Homoro ssaba our el sexto y séptmo nels, Entre 1932 y (938, una exnedii fos devas sungue sus teenicas mas ‘ademas les persteron Identifier fasta 20 velox de Deupacion diferentes, 48 DERECHA: Recomercin de Trova -ARALO 4 bastion dl nero 1. lane do Tova Vt oer! v do U2. “buono, 3. Seren os La Trova de Homero Como pudo Sehlemann pasar pot allo la Troya de Homero y ‘eruircavando hasta egar a una ‘Stdad constvida 1000 a0 mie? (pues todas las chadades 2 nseuyeron an encima de It a) La acimtlasion de Siudades fue Tevartando un rmonticuo, cuya ima se nvel6 al fonsrir fa 9 iad, para Tesantar bs samtuario a Atenes Al hacer eto, se dettuy6 e teatro de varias de as cudades Anteriores, Sebliernans, que fxcavaba ene enit0 de rmorticlo, no podia sxpechar (i habia una 6*, una 7" y una cludes, Deepfeld extcdio Sus excavaciones hacia fuera, Aevcubriendo rastros de terrazas para rivelar la cuesa (abajo, 1.4) las monumentales ‘muralae e lasted, algo mis abajo et a Ladera de Trova Ca mayer ‘ouralla yhental aun tiene una altura de 4 myn expesor de 4.5m. La ‘rural etd muy inctinada y se hhubira podido escalar son faciidad, pero estaba remarada por ma caruceura vertical, que le levata oites 304m. Ca mural oiental extaba feforzada por una torre, Ea la eaquna wordeste se Fevanid un gran bestin pare defender un poze, principal Sumit de agua de a ciudad 47 Troya: El asedio Tr eiadad constiuids sobre sus escombros? Teoye Vit ‘Trova Vil cra una cued pobre y ‘ 1 VY » DERECHA € IZOUIERDA: Panos de las pueras de Trove Viy Vi {unre wy tn Prohatiemante, ts or la puerta sce, donde muré Acs 2. Pina some (1 3 Puerta curate [X) blonunada en 115." pore, 44 Pune (V y Ul pasion orden En nu, a pO. 5 Punta ene (2) durante ot 6° 5 atanaae prt ets ‘eforadea durant #7 paid. fertticscones de Trova Vi. onte ‘peo la mura se snovaba on 08 de tera La parte infesor estaba fetoreata por los escorts es ‘had stern. hackndola tnwuerable aos aats. Las casas fesabon de espsidas 2 © murah IP, Phy tae elas vas cusses por Las defemas de Trova Vil Los edifides de Trova VII eran mucho mis pobres que los Ciudad anterior, pero las defensas de ia ciudad eran mis fvertes. La base incliaads de ta vieja muralla parece haber quedado intacta después del terremoto, pero la Superestrvctura hubo Que recontruila La poerts oriental Ato largo de ta smanlla oriental ‘que es la nica parte a Podido extudiarse, se bi Varios cambios. Sere pert con dos torres 0 bastiones Ye levante un muro para oblisar A fos atacantes a avanzar bajo tuna Hava de proyectles, primero desde la tree principal Thego desde la muralla pos imo desde las torres © bastiones que Mlangueaban las pert. 4 LA GRAN AVENTURA EI regreso de los héroes La guerra habia terminado y los griegos se prepara- ban para volver a casa. Pero Atenea no habia perdo- nado la violacion de su templo. ‘Agamenén y Menelao no se ponian de acuerdo en Jo que tenfan que hacer. Agamendn insistia en que- darse donde estaban y ofrecer sacrificios para inten- tar aplacar a la diosa. Menelao consideraba que su principal obligacién era llevar a sus tropas de vuelta a Grecia, Al atardecer no habian Hegado a un acuer- do, y convocaron una asamblea para exponer el caso aa los guerreros. Estos habian estado celebrando su vic- toria y bebiendo en abundancia. Los énimos estaban excitados y la asamblea termind en tumulto. La mi- tad del ejército se hizo a la mar, mientras el resto se quedaban. Ulises, Menelao, Diomedes y Néstor, to- dos ellos viejos amigos, partieron hacia su hogar. Pe- ro cuando liegeron a Ténedos, Ulises tomé una deci- sin. Consideré que Agamenon tenia raz6n y dio la vuelta, Néstor y Diomedes siguicron adelante y llega- on a sus hogares en unos pocos dias. Fueron los mas afortunados. Menelao habia llegado a la punta mas al sur de Gre- cia, el peligroso Cabo Malca, cuando le sorprendié una tormenta. Su flota fue arrastrada hacia el sur, en di- reccién a Creta, donde perdié la mayor parte de sus barcos. Finalmente, con solo cinco naves, lego a la costa de Egipto, donde quedé embarrancado. Agamendn, Ulises y el resto de! ejército ofrecieron sacrificios a Atenca y luego zarparon hacia sus patrias. Pero le diosa no se apaciguaba tan fécilmente, y mu- chos de los griegos encontraron en el mar su tumba. Agamenén se dirigid a Grecia sin sospechar el des- tino que alli le aguardaba. No sabia que su mujer le estaba siendo infiel. Cuando Hlegé a su casa, fue reci- bido por el amante de ésta, Egisto, que habia prepa- rado un banquete para celcbrar el rctorno del rey. Des- pués de la fiesta, veinte de los hombres de Egisto ten- dicron una emboscada al rey y sus acompafantes. Aga- ‘menén luchd furiosamente ¥ el suelo del gran salon se inund6 de sangre. Pero por fin el rey y todos sus compaieros fueron aniquilados. Agamenén tenia un hijo adolescente, Orestes, que desaparecid misteriosamente después de la masacre. Egisto buscé al muchacho desesperadamente, ya que tenia que matarle si queria evitar su venganza cuan- do creciera, Pero no le pudo encontrar en ninguna parte. Ulises partié de Troya al mismo tiempo que Aga- menén, dirigiéndose al noroeste, hacia la costa de Tra- cia, donde avisié la ciudad de [smaro, que habia sido aliada de los troyanos, Saqueé la ciudad y celebro su victoria con un festin en la playa. Al amanecer les ata- caron los tracios, y lograron escapar a duras penas, perdiendo setenta y dos hombres. En alta mar les sor- prendié una tormenta que les arrastré hacia el sur du- rante dos dias con sus noches. Al tercer dia, la tor- ‘menta se desvaneci6 y pudieron por fin poner rumbo casa. Pero cuando rodeaban el cabo de Malea, don- de Menelao se habia visio desviado de su rumbo, otra tormenta les atacé, empujandoles al sur, mas alld de la isla de Citera, hacia zonas desconocidas. 4 Duman 19 roo ses, Parone Penélope Durante los aftos de la guerra, Penélope habia espe- rado fielmente a Lilises. Uno a'uno, los héroes fueron regresando, pero de Ulises no se sabia una palabra. Los meses se eonvirtieron en alos y se fueron perdien- do las esperanzas. Penélope sentia en el corazon que su esposo habia muerto y las noches transcurrian en llantos Pronto empezaron a acudir j6venes nobles a corte- jar a la desconsolada reina. Al principio, Penélope se sintid complacida, pero rechaz6 coriésmente sus pro- uestas. Sin embargo, ellos no se dieron por vencidos y se hicieron cada vez mas atrevidos, hasia que el cor~ tejo se convirtid en un asedio. Penélope traté desesperadamente de desanimarlos, pero el rechazo solo los volvia mas arrogantes y per- sistentes. Sabiendo que no podria resistir indefinida- mente, Penélope tramo un plan digno del propio Uli- ses. Dijo a sus pretendientes que aceptaria a uno de ellos, pero que tendrian que esperar hasta que termi- nase de tejer un sudario para el padre de Ulises, al que quedaban pocos afios de vida. Los pretendientes no pudieron negarse y Penélope empezé a tejer la gran ‘ela. Al principio progresaba con rapidez, luego no tar to, y al final no se sabia si el tejido crecia o disminuia. Durante tres aftos, Penélope logrd mantener a los pretendientes esperando, hasta que una de sus done llas la traicioné y reveld a los pretendientes que Pen lope destejfa la tela por las noches. Furiosos, le exi gieron que tomase una decision inmediata. Se reunfan todos los dias en la gran sala y vivian a expensas de la reina, Comian su comida, bebian su vino y trama- ban en secreta el asesinato de Ia tinica persona que po- dria frustrar sus planes: su hijo Telémaco. Telémaco tenia ya diecinueve aftos. Se sentia indig- nado por el trato que recibian su madre y su propie- dad, pero no podia hacer nada. Parecia que la casa de Ulises estaba condenada a la extincién, Pero aiin contaban con un aliado. Atenea no habia olvidado a Ulises nia su familia, Se le aparecio a Telémaco y le dijo que fuera a Pilos y a Esparta, para ver si ha- bia noticias de su padre. FI principe salié del pala- cio al amparo de la oscuridad y se embares rumbo 4 Pilos. Néstor le recibié efusivamente, pero poco pudo con- tarle. El viejo rey le presto un carro, con uno de sus hijos como cochero, y le envié a Esparta. Menelao habia regresado a Grecia hacia poco, y es- taba dando un banquete para celebrar las bodas de su hijo y su hija, Al ver llegar a los dos jévenes, los invi- t6 aa fiesta. Helena reconocié inmediatamente a Te- 52 igmaco como hijo de Ulises, y Menelao coincidié en que cl parecido era extraordinario. Telémaco escuché emocionado cuando Menelao le conté que su sobrino Orestes habia regresado después de siete afios y vengado el asesinato de Agamenén. ;Como le gustaria limpiar su casa de igual maners Hablaron haste-altas horas de la noche, ya la ma- jiana siguiente, Telémaco le contd a Menelao su triste historia. El rey se puso rojo de ira al saber cémo esta- ban las cosas en Itaca —iQué vergiienza! {Unos cobardes tratando de ro- barle la mujer a ese valiente! Pero cuando el leén vuel- va.asu guarida, se encargard de ellos. Habra més san- gre que la que hayas visto en tu vida. —iEntonces esta vivo! —exclamo Telémaco levan- tindose de su asicnto. —Eso creo —replicé Menelao—. Hace s6lo unos meses que of que le tenian prisionero cn alguna isla Iejana, Pero conociendo a Ulises como le conozco, es- toy seguro de que volverd. Un gigante con un solo ojo Precisamente mientras Telémaco y Menclao conver- saban, un ndufrago era arrastrado a la playa de una isla cercana. Con sus ultimas fuerzas se arrastr6 fue- radel agua y cayé desmayado entre unos arbustos. Era un hombre ancho de hombros, de pelo castaiio roji- 70. Tenia dos grandes cicatrices, una en la cadera y otra encima de la rodilla. A pesar de su miserable apa- riencia y de la sal que decoloraba st cabello y su piel, no era dificil reconocer al desaparecido rey de {taca Horas después, lo encontrd una joven princesa que lo hizo llevar al palacio de sus padres. El rey accedié a concederle a Lilises un barco para regresar a su pa- tra, pero antes le pidid que le contase sus aventuras. Y éta ¢s la historia que oyé. —Hace nueve afios que parti de Troya rumbo a mi hogar, pero mis naves cayeron en una tormenta. Du- rante muchos dias fuimos arrastrados por un mar des- conocido, hasta que una noche embarrancamos en una isla. Decidi salir a explorar con doce hombres. »Descubrimos una cueva lena de ovejas y cabras en corrales. Mis hombres querian Hevarse los anima- Jes al barco, pero yo queria averiguar qué clase de gente vivia alli. Asi que esperamos en la cueva hasta que oimos que alguien sc aproximaba. Una enorme figu- ra llend la entrada de la cueva, Nos ocultamos en las sombras para que no nos viera. El gigante cerro la en- trada con una enorme roca y atendié a sus animales en la oscuridad. Cuando hubo terminado, encendié un fuego y pudimos ver su cara por primera vez »Era un ciclope. El gigantesco monstruo nos miré con su iinico ojo y pregunté quiénes éramos, »—Somios soldados que volvemos de la guerra— le expliqué—. Te rogamos que nos recibas segtin las le- yes de la hospitalidad establecidas por los dioxes. »—A mi no me importan los dioses —dijo el ciclo- pe tiendo—. Soy Polifemo, el hijo de Posidon. »Entonices cogid a dos de mis hombres, les aplasté la cabeza contra el suelo, les arrancé los brazos y las piernas y se las comid. Gritamos horrorizados, pero no pudimos hacer nada. 54 2 ld fuego 9 »EI ciclope rezé su espantosa comida con un gran trago de leche y se ech6 a dormir. Senti la tentacion de sacar mi espada y tratar de matatle, pero comprendi que aun si lo lograba quedariamos atrapados en la ca- Verna, pues no podiamos mover la roca que cerraba la entrada. Asi que nos vimos obligados a pasar la noche apifiados al fondo de la cueva, temblando de terror. »Polifemo se levanto al amanecer, aviv el fuego y atendid a sus animales. Luego cogio a otros dos de mis hombres y, después de comérselos, sacé a las ca- bras y ovejas de la cueva, volviéndola a cerrar desde fuera, »Me estrujé el cerebro en busea de un plan. Sélo teniamos una ligerisima esperanza. Habia en el suelo lun gran poste, del que cortamos un trozo de unos dos metros de largo. Afilamos la punta y la pusimos al fue- 20 para que se endureciera. »Cuando el ciclope regresé al atardecer, se comid a otros dos hombres mas. Entonces le ofreci algo de vino que habiamos traido del barco. Era muy fuerte y habia que diluirlo con una cantidad de agua veinte veces mayor. Pero Polifemo se bebié un cuenco de un trago. »—{Como te llamas? —me preguntd, Yo no res- pondi a su pregunta y volvia a llenar de vino el cuenco, »A la tereera dosis empez6 a menear la cabeza, »—Me llamo Nadie —le dije. »Solté unos grunidos y cayé dormido, compleia- mente borracho. Inmediatamente sacamos la estaca y pusimos la punta al fuezo. Cuando estuvo roja, cua- tro de mis hombres la clavaron en el ojo del ciclope, mientras yo le daba vueltas con una correa. »Polifemo solt6 un terrible alarido que provocd ecos cn Ia cueva. Saltamos aterrados, mientras él se saca- ba de! ojo la estaca ardiente y lamaba a los ott0s ci- clopes, que vivian en cavernas vecinas, Estos acudie- ron y desde fuera le preguntaron a gritos qué sucedia »—jNadie est atacandome! —les respondia entre gemidos. »Los otros ciclopes pensaron que estaba loco y vol- vieron a sus cuevas. »Polifemo se tambaleé por la caverna hasta encon- trar la salida, Retiré la roca y se sent6 en la entrada, decidido a cogernas si tratdbamos de escapar. Se me ocurrié otro plan. Al fondo de la cueva habia unos cuantos carneros negros, de lana larga. Los até de tres en tres y cologué a mis hombres bajo el carnero del centro de cada trio. »Al amanecer, los animales trataron de salir a pas- tar, mientras las ovejas balaban para que se las orde- fara. FI ciclope palpo cuidadosamente a todos los ani- males que pasaban por la pueria, pero no n0t6 a mis hombres atados debajo. El ultimo camera que pasd junto al ciclope era el ms grande, y yo estaba colga- do boca abajo de su bartiga. Era el favorito de Poli~ femo, que le acaricié y le hablé con ternura »—gCémo es que sales tan retrasado, querido? Nor- malmente eres el primero. nCrei que me habia descubierto y me encogi de mie do, pero el ciclope no pens6 mas en ello y dejd salir al animal. En cuanto estuve fuera, desaté a mis compaferos, ‘A toda velocidad llevamos los animales al barco y nos hhicimos a la mar. Mientras nos alejabamos de la pla~ ya grité al ciclope para burlarme de ¢l »—No resulté ser tan debilucho como pensaste, iverdad? »E] gigante, furfoso, levanié una enorme roca y la lanzé contra nosotros. Nos pas por encima y cayé al agua, pero la ola que levanto casi nos lleva de vuel- ta a tierra. Consegui enderezar el barco y mis hom- bres remaron con todas sus fuerzas. Cuando estuvi- mos bastante lejos no pude resistir lanzarle otra pu- lla. Mis hombres trataron de detenerme, pero yo ¢s- taba decidido a decir 1o que queria. »—jCiclope! —le grité—. Si alguien te pregunta co- mo petdiste el ojo, dile que fue obra de Ulises, rey de Itaca. El ciclope lanz6 un terrible rugido y alzo sus ma- nos al cielo. »—Posidén, padre mio —rogé—, vengame del mal que me ha hecho este hombre. »Luego cogid otra roca y nos la arrojé, Cayé al mar detrds de nosotros y nos empujé mas lejos de la cos- ta, Logramos escapar, pero Polifemo iba a tener su venganza. 4 El valle de la muerte —Navegamos durante muchos dias, hasta que por fin llegamos a la tierra de los lestrigones, donde las no- ches son muy cortas. Mis capitanes echaron el ancla en una bahia natural rodeada por altos acantilados, pero yo preferi no entrar en la bahia y amacré mi bar- co a una roca. Trepé al acantilado para ver si podia orientarme. Divisé a lo lejos una columna de humo, de modo que envié a tres hombres para que averigua- ran si la tierra estaba o no habitada. »Los tres hombres encontraron en seguida un ca- mino de carros, que llevaba a una aldea, donde vie- ron a una muchacha corpulenta que sacaba agua de tun poo. La chica les llevé a Ia casa del jefe de Ia al- dea, y entraron en ella sin sospechar nada. Les reci- bid una mujer colosal, cuyo aspecto les dio miedo. An- tes de que pudieran escapar, Ilamé a su marido, que se lanz6 sobre ellos y atrap6 a uno, mientras los otros dos huian. »Echaron a correr hacia los barcos, pero antes de que mis capitanes pudieran levar anclas, miles de hom- bres gigantescos aparecicron en lo alto de los acanti- lados y bombardearon las naves con piedras. Podia ot los gritos de mis hombres entre el chasquido de las, maderas, Fue terrible. Y luego, aquellos hombres co- nieron a mis guerreros uno a uno con arpones, como i fueran pescado, y se los llevaron para devorarios. »Afortunadamente, yo habia amarrado fuera de la bahia. Corté las amarras y grité a mis hombres que Femaran si querian escapar vivos. Lo logramos, pero todos los demds perecieron. »Seguimos navegando sin esperanzas, sin encontrar nunca el camino de vuelta a casa, Por fin llegamos al limite mismo del mundo, una tierra de nieblas perpe tuas, donde nunca se ve la luz del sol. Nos habia di ido hacia alli una bruja, la hechicera Circe, que in- sistié en que sdlo el profeta ciego Tiresias podia ense ftamnos el camino a casa. Pero Tiresias habia muer- to, ¥ por eso habiamos llegado al inframundo, en su busca. »Encallamos el barco y caminamos en la misterio sa penumbra, hasta que llegamos al lugar en que el Rio de Fuego y el Rio de las Penas caen en cascada, a. ambos lados de una gran roca, para formar el Aque™ ronte o Rio del Infortunio. Alli cavé un hoyo, derra- mé vino a su alrededor y espolvoreé la zona con hari- na. Sactifiqué dos corderos y dejé que su sangre ca- yera al hoyo. Oimos un terrible gemido, y las almas de los muertos comenzaron a alzarse, Estabamos ate- rrorizados. Les grité @ mis hombres que despellejaran y quemaran los animales del sacrificio lo antes posi- ble. Mientras tanto, me senté junto al hoyo, con la espada en la mano, impidiendo que ninguno de los es- piritus bebiera ia sangre hasta que yo hubiera habla- do con el profeta ciego, Entre ellos via mi madre. Ni siquiera sabia que habia muerto y deseé abrazarla, pero no tuve mas remedio que apartarla. »Por fin aparecié el profeta. Envainé mi espada y le invité a beber la sangre. Me indicé la direcci6n a nuestro hogar, pero me advirtié que el viaje no seria facil »—Posidén esté decidido a vengar al ciclope, asi que ten cuidado. Y no te atrevas a tocar las vacas del dios Sol cuando pases por la isla de Trinaeria. Mas vale que ni te acerques. Haz lo que te digo y podras llegar a Itaca. Pero aunque llegues, también alli encontra- ras problemas. 56 »Cuando el profeta se retird, Hlamé a mi madre. Tra- té de estrecharla en mis brazos, pero pasaron a través de ella, como si fuese una sombra. Desesperado, le erité: »—iMadre! zPor qué me evitas? »—Hijo mio —respondié—, no te preocupes por mi. Recuerda todo lo que has aprendido aqui, para que algtin dia puedas regresar a casa y contarselo a Pe- nélope. »—Una gran muchedumbre de sombras se habia congregado alrededor de la sangre, y hablé con mu- chos de ellos. Agamenén estaba alli, y también Aqui- by nt series grin, os as 3 lea meres ampearen leant Mien mare nrare. (Ni suere ‘be que Maio mus Congres ‘evs os ture ave sper, pure ‘tes eb slr con Tei 57 4 Un remolino y un monstruo ‘Cuando volvimos al barco les dije a mis hombres Jo que nos esperaba, y les adverti sobre todo acerca de las sirenas, que seria el primer peligro que ibamos a encontrar. Tienen voces fascinantes y con sus can- tos atraen a tierra a los marinos. La isla en que viven esta cubierta de cadaveres de los desdichados que las escucharon. Pero yo sabia como escuchar sus cancio- nes y salir vivo, »AL aproximarnos a la isla, paré el viento. Lau pulacién arrid las velas y tomé los remos. Mientras remaban, yo taponé sus oidos con cera. Luego, ellos me ataron al mastil y volvieron a los remos. Pronto empecé a oir voces dulcisimas que me llamaban por mi nombre a través de las aguas. Su sonido era tan encantador que no pude resistir. Hice sefias a mis hom- bres para que me desataran, pero lo Unico que hicie- ron fue atarme mas fuerte y remar mas aprisa, hasta que las voces seductoras se perdieron en la distancia »Apenas habian acabado de desatarme cuando vi- ‘mos a lo lejos una nube de humo negro. Nos acerca- bamos ala montafta del terrible Escila, cuya cima es ta siempre cubierta de humo. Escila es un monstruo de doce patas y seis largos cucllos, cada uno termina- do en una horrible cabeza con tres filas de dientes. Vive en una caverna, en la ladera de la montaiia. Se dice que no hay defensa contra él, pues ninguna flecha pue- de llegar hasia la cueva. No obstante, tome mis ar- mas y me situé en la proa del barco. Ordené al timo- nel que bordease la montana, Sabia que esto nos po- nia al aleance de Escila, pero peor atin era que nos tra~ gase el Caribdis »EI Caribdis esta justo enfrente de Escila. Se trata de un remolino que absorbe las aguas y luego las lan- 2a hacia arriba, Estd situado al pie de un acantilado coronado por una gran higuera. »Atravesamos el estrecho, pasando junto a la mon- taita y observando con horror el remolino, que se tra~ gaba el agua y la volvia a escupir, rociando de espu- ma los acantilados. Al pasar junto a él, pudimos ver que lcgaba hasta el fondo mismo del mar. Quedamos petrificados de terror. De repente, of que alguien gri- taba mi nombre, y al levantar la cabeza vi que seis de mis hombres eran alzados en ¢l aire. Oimos sus gritos duranic unos momentos, y luego silencio. Escila ha- bia cobrado su tributo. »El horror habia pasado. Nos aproximabamos a la isla de Trinacria. El profeta ciego nos habia adverti- do que no nos aceredramos, pero mis hombres esta ban al borde del motin después de su tltima experien- cia, de modo que accedi a dejarles pasar la noche en 68 a playa, con la condicion de que juraran no tocar las vacas del dios Sol. »Aquella noche estallé una tormenta, y me di cuenta de que probablemente tendriamos que pasar varios dias en le isla. Teniamos suficiente comida y no pasaria- mos hambre. Pero las tormentas duraron todo un mes. La comida se agots y finalmente el hambre fue supe- rior a los escrtipulos de mis hombres, que mataron y se comicron algunas de las vacas del dios Sol. »Cuando la galerna amaind, nos hicimos a la mar: Pero pronto se juntaron las nubes ¥ nos encontramos en medio de una violenta tempestad. Los rayos hirie- ron al bareo, y por tiltimo una gran ola partié el cas- co en dos. Caimos al agua y no volvi a ver a mis com- paiicros »Até el mastil y la quilla con una soga y me subi encima. El viento del oeste ces6, pero se levanté un viento del sur que, ante mi espanto, empezo a Hevar- me hacia el Caribdis. Senti el tirén de la corriente. Al pasar junto al acantilado, di un salto y me agarré a las ramas colgantes de la higuera. Alli quedé colga~ do, viendo cémo mi improvisada balsa giraba cada vez mas aprisa hasta desaparecer. Pasé una eternidad hasta que volvié a ser arrojada fuera. Me tire al agua, trepé a las maderas y remé con las manos. Nueve dias des- pués las olas me dejaron en la isla de Ogigia, donde vive la ninfa Calipso, »Calipso me salvé la vida, pero se negé a dejarme marchar. Durante ocho afos languidect en su isla. Por fin, los dioses la ortlenaron que me dejase libre. Cons- trui un bote, en el que me hice a la mar, y navegué durante diecisiete dias hasta que naufragué y las olas vuestra costa, Los viajes de Ulises EL punto de vista sri DDERECHA: Zona cnt de ara la mayoria de los grcgos, Madterdnes con agunen fos 1a Made y a Octsee eran libros iigeee que to paren un vd Uloe sagrados, Sin embargo, ya ea oc vals ‘aque tiempo Tos sierarios de Ulises eran snctivo de polemica {Los antiguos ariegos ereian gue Jos bigares menciorados tenian ‘que encontrar en el Mediternce orieral. Este zona 4 poco conocida, aunque las faves micenicas aban omeriada 4 largo de las comeiclanicsgregos legaron al ore y ol me Ns ‘Meaiterraneo cccienial, ‘ea Spo ‘tableciendo colonia en Espata, "UD epacson «pene on ot Ree ee Ce tur Nero. arco coral stare Po gar mis all dl etrecho SBT Dewars em 8 we ‘le Gibratar, Pero son muchos fom Ma, pur nts les que opinan que ena bisqueds pentions deme Negro cae ‘egos dela carers tlt de no condace ninguna pare ‘mundo, escmndo con a dence Yeawe tods ls hisovia es pura a Hers Nan Oe UIA ers, 60 MAR DE LIBIA a opiniin moderna Lis cosas no han sambiado ‘mucho con el tmp, Siquen tesiendo ls res mismos Brupos fe opinibe: los que creer due es tina historia local, Himiada a Neiterrdaco; les que a base de studios geoutaficos, han levado 8 Ulises mas fejos, Segun eos, havegd hasta el Ailanticg Norte » Se In vocla a Afvies, Exe nor tan absardo como puede parecer Tanto los exipeios vom tos cartasineses dieron la uelta ‘Africa naverando, mucho antes ‘del nacimienta de Crs, yw ha ‘escubierto una nave romana gus Hautrag0 frente alas cowas de América del Sar. Por ultimo, exté tlgrano. de os gue cfeen qe no Liles, pero sus averturas, sn para fesion Er autor perenece al teeer siupo, ede les que creen que lay fventuras de Likes son pura ficcdn. Pero patece que Homero ttllad seventor fe vaeroes pore Tos deules, aunque sr hacer lento alguino por stuarios. Asi Dues, pareve intl dar por Supeesto que la sla de fas Sirona, por ejemplo, extaba cose se Escilny Caritas. Pero, solo por el placer de especuia, Spams lay pitas Nears & ‘onde conden Perdido en ot mar Perdimes la pista de Ulises y sus nnaves cuando dabat la vue a peligroso cabo Males, la puna fie al sat de Grecia Al les Sorpondis una gaterna que les frrustrs hasta el mar de iia {Los aatguos maritos, que no disponian de brujula, preferian bordear la costa, manteniéndose Sempre sla vista dela thera En el mar Egeo, von ous milates de Ista, 5 cast impose perder la Herta de vista, pero el mar de Libis es may diferente Compreado ene Sica, Cita la costa norte de Afric, es le Tnayor exten de aguas abieas nef Mediterranco oriental. Los Attiauos ravegantes lo tema, Los testrigones Ev impowible localiea In era de lo eslopes yu que Ro te a absolutnmence ninguna tefrensia Sin embargo, et pas de Tos lesrigones es algo may distin, Sean Homero, xen aia terrae srepisculoy la aurora se seguian tan de eerea que un hombre que Puddern pasarse sin dove anaria salatios dobes» ‘Aparentemente, et poeta exh Aexoribiendo os din corts del hore, y muchos estudiosos han Sugerdo que se trata de Escandinava 1a tee de os cimerio Homero die que Ulises sonjurb a los eapirtas de loy mrtos en la tera de Ios cimeros. En dl silo Vita. de C. Tos emerios Tabiiabar 6 norte del enar Negro AA un antiquo prego, esto debis parecrle el fin de mundo, y fncaja en muchos aspectos con lt Aesericion de Homere. Pero. pars ell, Uliaes hatera tenido ue pasar de regrso por Trova § Airavesat os Dardanelon Fm tox mares ara lor que cteen que a pais de Tos lestigones estaba en Escaninava, el de los cimeros debs exconitarse ambien en aguas del norte Se Ran sugerido Wanda ¢ inslse Ilandis. trlards podria ajustarce a la dseripcion te ster de nieblasnerperas, fe iianda tiene rios de lava lrskente cue salen de sy soca. Mis corea de cs Muchos griegos etcian que e lago AAverno, © fa zona voleinica a norie dé Napeles, era la entrada al reno de los muerios. Tambien Se a sugerido Aquerant, em le Costa oeidental ee Greville hha encontrado un oricito de tos ura ero et solo» 100 km seta y Cars Dese tlempos muy antiguos, se hha situade 4 Escilsy Carib a ambos lados del eatecho de ‘Mesina, entre Sicily Ia punta de Italia, All las coriemet som my Hnicioneras. Essa posris ser ua petsonificacion del volcan Etna, t tinos 73 km costa abajo, que tiene pevidicas erupciones que troducen rice de la hacen que SA Gima este cutherta por una snuby de hurea. Un grupo ée ‘ortentes de Tava pado dar origen ala levenea de Escila Tambien se ha propuesto fa isla die Nuleano, ene archipelago de las Eolas, cm ef mat Titer, eter de Lipa, que se aa bien a la desenpein. Est onutisids por tet sparatos Slcnieos de edades diferente, Pero en ese caso, Ulises podria haber evitado Factmenie la zona Esqueria Hiacia el final de su viaje, Uses raulragé en Exqueris, donde hari el cao de us aventura Esabs solo a nas horis de viaje de laca, y ben podria traarse de Cort Sin embargo, halen ‘segue que la antigua feaca 00 ra a mama que Ia moderaa, (Ger p. 76) 9 gue fa lacs ce Hore era ef exttemo ocsdenial de Sia EI palacio de Néstor en Pilos Un tpico palacio micinico EL palacio de Néstor en Plos eset ms completo de Jos palacios Iicéeicos descubierion. Esaba Sonstruido sobre una colina de ‘ima plana, pocos kllometroy a otdeste de a bahia de Pilos Se entrata al palacio por un portea con dable parche (A, R) ‘Ala devesha de le entrada habia ‘sn sala (C), probablemente para ia guardia, El palo dal tun patio abierto (D).y entre Los aposentos de Ma rena Inaba un porche cor columanas Ala derecha del patio habia tro (©) que daba » sn vesibulo (F, y__porche con columnas (H). Por la Gite lala det rono © megaron zquierda daba a cuarios de (G). A os lados del megaron service, pero por la dersha hitia corredores que levaban a —_Hlevaba slo que probablemente las despesas, bodega, cocinas y eran lo aposentos de la rein, ‘tron servicios. El megaron de que inelalan un megaron sin Filos tenis un dseno pico, con columas (J), un tocadar ¥ un tun togar circular en el centro, lavabe. rodeado por cuatro columnas que Cerca del megaron de la rina Sosteian el pto superior. El habia un cuarta de bao (K), que fur pasaba por un agujero ea debs ser de uso general, Ys gue ef tecno y slit por chimeneas en no tiene acceso direc dwde las el teiado hhabitaciones de la reine 62 ABALO: ReconsnecOn sl pabeio de A Berri — C ©. Saa dela guar, ——— 5 - DE VUELTA AL HOGAR El regreso de Telémaco Mientras tanto, en Esparta, Telémaco no podia dor. mir bien pensando en la suerte de su padre. {Era po- sible que atin esiuviere vivo? Atenea se le aparecié en suefios, ordenindole que volviera a casa a toda prisa, pero le advirtié que los pretendiientes le habian tendi- do una emboscada en el canal que separa [taca y Ce falonia. ‘Al amanecer, se despidié de Menelao y de Helena y partié hacia Pilos. Se dirigié inmediatamente a su. bbarco y ordend zarpar. Mientras izaban las velas, se le acercé un extrafto que le dijo que habia matado a un hombre y husia de la venganza de Ia familia del Teleraco 40 dig ol Despetnder del Ica para entrees gee les antennas le hata ‘i a Ear ed pon muerto. Esto era bastante comtin. Telémaco le ofre- ci6 proteccién a bordo de su barco. El joven principe siauié el consejo de Atenea y or- deno a sus hombres que evitasen el canal de itaca. Na- vegaron durante toda la noche y al amanccer Teléma- co desembarco en la punta sudeste de Itaca, dirigién- dose a un lugar llamado Despenadero del Cuervo, don- de vivia el viejo porquerizo Eumeo, fiel a Ulises. El principe subio a la granja de Eumeo y encontrd al por- qucrizo desayunando con un mendigo. Eumeo le recibié como si se tratase de su propio hi- Jo. Telémaco senalo al viejo mendigo y pregunté: {Quign es? No es mas que un mendigo sin suerte —explicé Eumeo—. Ha pasado aqui la noche. Es un gran na- rrador de historias. Dice que luché en la guerra de Tro- ya, pero que desde entonees es un vagabundo sin hogar. Eumeo no le dijo a Telémaco que el forastero ha- bia dicho que conocia a Ulises y que el rey estaba de camino a casa, No queria despertar falsas esperanzas. Le gustaba el vagabundo, pero no por eso creia en to- das sus historias. Todo mendigo que llegaba a Ia isla pretendia tener noticias de Ulises. Eso les garantiza- ba una comida gratis y ropas nuevas en el palacio. EI principe se qued6 alli esa noche, y a la manana iente se dirigié al palacio, diciéndole a Eumeo que levase al viejo a la ciudad, donde podria mendigar mas facilmente. Telémaco recogié en la ciudad al extrao de Pilos, que habia Ilegado en el bareo con el resto de la tripu= lacién, y fue al palacio. Después de banarse y comer, le conté a su madre lo que Menelao habia dicho. La reina se mostro escéptica, pero el extrano asegur6 que era cierto. —Creedme —le aseguré—, si pudierais leer las se- hales, veriais que Ulises no solo esta vivo, sino que esta aqui, en Itaca. 2 eat de a clad 9 curr ton ef cabo Maio, ate la noe Durante nueve afios, Penélope habia aguardado esta noticia. En ese tiempo habia recibido muchos infor- mes falsos sobre el retorno de Ulises. Por qué ten- dria éste que ser diferente? Dio las gracias al extraiio, peto no quedo convencida. quella misma tarde llegaron Eumeo y el viejo men- digo. Al pasar por la fuente piblica se encontraron con el cabrero Melantio, que en ausencia de su senor se habia convertido en un matén insolente. Cuando les vio empez6 a insultarles y le dio una patada al mi digo. El viejo maldijo en voz baja pero no respondio. En el patio, a la entrada del palacio, estaba tumba- do Argos, el viejo perro de caza de Ulises. Era poco nds que un cachorro cuando el rey se marché, dieci nueve aftos atrds. Los afios le pesaban. Cuando se hi- 20 demasiado viejo para cazar, le habian echado de la casa para dejarle morir. Ahora dormia entre el es- tiércol de las mulas. Estaba en un estado lamentable, con la piel lena de parasitos. De repente, las orejas del perro se levantaron al oir unas voces. Empez6 a mover la cola, pero le faltaba fuerza para ponerse en pie. El mendigo miré al perro yuna lagrima corrié por su mejilla, pero se la enjugd répidamente y siguié andando. Antes de entrar en la sala, se volvié para mirar de nuevo al perro, pero Ar. gos estaba caido de costado, muerto. La emocién ha- bia sido demasiado fuerte para él En lasala estaban los pretendientes, comiendo una vez mas a costa de Penélope. El mendigo entrd y se sent6 junto a la puerta, con la espalda apoyada en el marco. Telémaco le envid comida, y despues de co- meérsela se dirigié a las mesas a pedir. Todos los pre- tendientes le dieron algo de comida, pero cuando lego a su jefe Antinoo, éste no le ofrecio mas que insultos, El viejo mendigo se echo atras y acus6 a Antinoo de ser tacafio con comida que ni siquiera era suya. A\ tinoo se puso rojo y le arrojé un taburete, que golped al viejo en un homibro, pero éste ni pestafted, Se limi t6 a mover la cabeza y volvié a su sitio, Los preten dientes se inquietaron ante la reaccién del mendigo le rogaron a Antinoo que tuviera cuidado; era pos ble que el viejo fuera un dios distrazado, 5 DE VUrtTA AL La tragedia inminente E] banquete habia casi terminado, cuando otro men- digo, un corpulento bruto llamado [ro, aparecié en el umbral. Iro consideraba el palacio como un terri- torio privado y decidié librarse de su rival. Antinoo se echo a reir cuando vio a Iro tratando de expulsar al mendigo mas viejo; de repente se le ocurrié una idea Y propuso que los dos mendigos luchasen, disputan- do como premio un poco de carne asada. EI mendigo viejo se puso lentamente en pie. Extra- amente, parecia mas grande que antes, mucho mas ancho de pecho y hombros. Los sirvientes le quitaron la harapienta tinica, revelando una impresionante musculatura. Cuando Iro vio esto, perdio algo de su confianza, pero los pretendientes le azuzaron, ame- nazindole con mutilarle si se negaba a luchar Los sirvientes empujaron a [ro hacia el viejo men- 10 y ambos hombres levantaron sus pufios. [ro arre- meti6 contra el viejo, pero en cuanto se adelant6 reci- bid un terrible goipe en la cabeza. Era un golpe casi mortal, que le derribé gimiendo y echando sangre por la boca. El viejo le cozié por un tobillo y le arrastré afuera. Cuando volvio a entrar, uno de los pretendientes mids jévenes le ofrecid una bebida y le hablé con ama bilidad. FI viejo sintid piedad de é! y trato de adver- tirle del peligro en que se encontraba. Pero el joven no le quiso entender. Su suerte estaba echada, La victoria del viejo le habia ganado el respeto de algunos de los pretendientes, pero la mayoria siguid insultandole. Varias de las esclavas de la casa se ha- bian puesto de parte de los pretendientes. Una de ellas se unié a los insultos. —Viejo esttipido, ,por qué no te vas a causar pro- blemas a otra parte? El mendigo la miro con dureza, pero se contuvo. Poco después del atardecer terminé el festin y los pretendientes valvieron a sus casas. Solo se quedaron Telémaco y el anciano. Este miré las armas que esta~ ban colgadas en la pared y le dijo a Telémaco que las quitara de alli, Cuando se bubieron levado las armas a oro sitio, Telemaco se retir6, dejando solo al men- digo. Penélope habia estado esperando este momento. Le habian intormado de los acontecimientos de la tarde. Entré con sus doneellas, se senté y ordend que traje- ran una silla para el mendigo. Sentia curiasidad por este hombre, cuyas acciones no concordaban con su aspecto. Queria saber quién era y de dénde venia. El anciano empez6 diciendo que venia de Creta, donde se habia unido a Ulises al principio de la gue- 66 rra, Penélope le interrumpi6 antes de que siguiera. Ha- bia vido antes historias de este tipo y exigio que el men- digo probara lo que decia. Ante su sorpresa, éste des- cribid a Ulises con todo detalle y Penélope tuo que admitir que habia conocido a su marido, Su solo re- cuerdo Ie Hend los ojos de lagrimas, —No llores —Ie dijo el mendizo—. Te juro que Uli- ses esta vivo y camino de casa. Penélope atin se negaba a creerlo, aunque dos in- formadores independientes, el extranjero de Pilos y ahora el mendigo, Ie habian jurado lo mismo. Considerando que no valia la pena seguir interro- gando al mendigo, Penélope llamo a su anciana sit vienta, Euriclea, y'le mandé lavar los pies del mendi 20 antes de que éste se fuera a dormir. La anciana, que habia sido nifiera de Ulises, fue a traer agua liente, El mendigo la vio salir y se coloco de espaldas al fucgo, para que su cara quedase cn sombras. Euriclea se arrodillé y empez6 a lavarle los pies. De repente se puso rigida y dejé escapar una exclamacién al tocar una cicatriz encima de la rodilla del hombre. Se volvié para llamar a Penélope pero el mendigo la detuyo. La anciana le sonrié con eariflo y guardé el secreto. - = a Lawes ay se puso ela y do oscape ns occaneco at qe o menagy ria ering 5 Penélope propone una prueba El viejo mendigo se levanté temprano y observé a los sirvientes iniciando sus labores. Eumeo se le acered, acompafado de un viejo amigo, Filetio. Los tres hom- bres permanecieron charlando a la sombra. Llego en tonces Melantio, el cabrero que Ie habia dado una pa- tada al mendigo el dia anterior, levando algunas ca- bras escogidas para la comida de los pretendiente Cuando vio al mendigo volvié a insultarle; el vaga- undo se puso rigido, pero logré controlar su ira. Empezaron a llegar los pretendientes, tramando pla- nes para asesinar a Telémaco ¢ ignorantes de que la muerte se cernia sobre ellos. Telémaco hizo sentar al mendigo junto ala entrada y advirtio a los pretendien- tes que no le molestaran. Su tono les preocupd; pare- cia haber ganado autoridad desde su regreso de E: parta. Pero ¢s0 no les intimidé. Uno de ellos le tird luna pata de vaca al viejo, que la esquivo justo a tiem- po, Telémaco se volvié irritado hacia los pretendien- tes y les amenaz6. Ellos se callaron por un momento, pero enseguida volvieron a empezar. De repente, el tumulto se interrumpié cuando Pe- nélope entré en la estancia llevando el gran arco de caza de Ulises, La reina dijo a sus asombrados pre- tendientes que se disponia a zanjar la cuestién de una vez por todas —Atenea se me aparecié anoche —dijo Penélope con un gesto de resignacién—, y me dijo que deciclie- ra el asunto con un certamen de arqueria. Todo lo que tenéis que hacer es tender el arco de mi marido y dis- parar una flecha a través de una linea de doce hachas, tal como é! hacia antes de la guerra ‘Telémaco rid para sus adentros. Dudaba que nin- guno de ellos tuviera siquiera fuerzas para tender el gran arco, Se puso en pie y colocd las hachas en fila Lucgo, a modo de ejemplo, traté de tender él mismo el arco. Al cuarto intento estuvo a punto de lograrlo, pero e! mendigo le hizo una sefa, sacudiendo la cabe- za casi imperceptiblemente. Uno a uno, los pretendientes probaron su fuerza, pero todos ellos fracasaron. Probaron a calentar y dar grasa al arco para hacerlo mds flexible, pero ninguno consiguié montar la cuerda. Mientras se esforzaban con el arco, Eumeo y su. amigo Filetio salieron de la sala y el mendigo les siguié. Poco después volvian a entrar, uno a uno. Todo estaba preparado. Al no lograr ninguno de los pretendientes tender el arco, su cabecilla, Antinoo, sugirié que aplazaran el certamen hasta cl dia siguiente, y que ofrecieran sa- ctificios a Apolo, el dios arquero, para que éste de- idiera quién debfa casarse con la reina y le diera fuerzas. 63 Era un pretexto para quedar bien, y todos estuvie- ron de acuerdo. Pero su tranquilidad se quebré cuan- do el viejo mendigo pregunto si podia intentar pasar la prueba. Los insultados pretendientes se burlaron de él. Acaso pretendes casarte con la reina? Pero Penélope les interrumpio. —Estoy segura de que a este anciano ni se le ocurre Ja idea de llevarme con él, en caso de que triunfe. So- lo desea probar su fucrza y habilided. Pero Eurimaco, compafero de intrigas de Antinoo, se nego incluso a considerar el asunto. —iY Si lo lograra? —pregunt6—. Nos dejaria en ridiculo a los demas, Penélope se mostré firme y ofrecié al mendigo un premio si triunfaba en la prueba. Entonces intervino Telémaco: —Como hijo de Ulises, yo tengo el derecho de de- cisién. Madre, por favor, vuelve a tus aposentos. A Penélope le intrigé su tono, pero hizo lo que le decia. Eumeo tomé el arco y las flechas y fuea llevarselas al mendigo. Los pretendientes le amenazaron y el vie- jo porquerizo, asustado, dejé caer el arco. = iSigue adelante! le ordend Telémaco. En medio de grandes gritos, Fumeo volvié a reco- ser el arco y lo puso en manos del mendigo. Lucgo salid en busea de la vieja aya Euriclea y le dijo que cerrase las puertas y permaneciese fuera con las de- mis mujeres, sin entrar, oyeran lo que oycran. Al mis- mo tiempo, su amigo Filetio salié a cerrar la puerta que daba al patio. Mientras tanto, el viejo vagabundo examinabs el ar- cocon apreciacién y carino. Al verle, la ira de los pre- tendientes se convirtié en risa. Pero la risa se les held en los labios cuando le vieron curvar el arco sin nin- gin esfuerzo, pasar la cuerda por cl extremo y pul- sarla. Luego cogié una flecha y, sin moverse de su asiento, la lanz6 a través de las hachas sin tocar ni una, {Ulises habia vuelto a su casa! ‘ep mnage unde o acs Sn fstuoro tenn contra tede Sonviendo, Euro os hoes, 69 DEW yan El escarmiento final Telémaco cogié su espada y su lanza y se situé junto al mendigo. Habia conocido la identidad de su padre desde que pasaron el dia juntos en casa de Eumeo. El rey se despojo de su sucia ttinica y cogié el carcaj Ile- no de flechas, Tenian que aprovechar al maximo la sorpresa pues los pretendientes alin no le habjan re- conocido. Su primera flecha acerté a Antinoo en la gargania, y su copa se estrell6 contra el suelo. Los pre~ tendientes aiin no comprendian lo que ocurria. Pen- saron que habia sido un terrible accidente. Ulises los desengaiié de inmediato. ‘Se pusieron blancos de miedo, Al principio, Euri- maco traté de culpar de todo @ Antinoo, pero cuando comprendio que Ulises estaba dispuesto a matarlos todos sacé su espada y arengé a sus compaiieros, lanzandose a la carga mientras hablaba. Pero la se- sunda flecha de Ulises le atravesé el pecho y cay6 fulminado ‘Telémaco matd a otro de los pretendientes y luego sali6 a la habitacién donde habian guardado las ar- mas, cogiendo cascos, escudos y lanzas para Eumeo, letio y él, mientras Ulises les cubria, mantenienda su position hasta que se le agotaron las flechas. Lue- g0 se colocé frente a la puerta, poniéndose él también un casco y cogiendo lanzas y escudo. Pero los pretendientes tambien se habian armado. Telémaco habia dejado abierta la puerta del cuarto de las armas y Melantio, el cabrero traidor, habia saca do de alli algunas armas y escudos para ellos. A Ul ses se le encogié cl corazdn. Aunque cl suelo dela gran sala estaba ya cubierto de cadaveres, el enemigo era aun abrumadoramente superior en nimero. Eumeo, viendo a Melantio escabullirse a por mas armas, le si- guid y le encerré atado en la habitacion, Los pretendientes estaban atrapados en el palacio. Solo habia una salida y estaba bloqueada por Ulises. No habia escapatoria a menos que le quitasen de alli. Seis de ellos le arrojaron sus lanzas al mismo tiempo, pero ninguna le dio. Ulises ordené a Telémaco y a los dos pastores que arrojasen las suyas, y el contraata- ‘que causé la mueric a otros cuatro pretendientes. Se repitié el intercambio de jabalinas, y los pretendien- tes siguieron sufriendo bajas. Azuzado por Atenea, Ulises se lanzé contra los que quedaban. Los pretendientes se dispersaron y él los fue derribando mientras huian. Su adivino se echd a los pies de Ulises, abrazéndole las rodillas, pero el rey no mostré clemencia. El juglar hubiera corrido la misma suerte si Telémaco no hubiera hablado en su favor. ‘También se perdoné al heraldo de la corte, pero to- dos los demas fueron aniquilados. 70 ‘Terminada la matanza, Ulises hizo Hamar a su aya y le pregunto los nombres de todas las sirvientas que habian sido desleales. El aya citd a doce, y a éstas se les ordeno retirar los cadaveres y limpiar la sala. Cuan- do hubieron terminado de limpiar, Telémaco las lle- Vo fuera y las ahored. Luego sacaron a Melantio del cuarto de las armas y le mutilaron espantosamente. Todo habia terminado. Ulises fumig6 el palacio con azufte y mando llamar a Penélope y a las demas mu- jeres. Todas ellas le abrazaron al verle. Pero cuan- do legs Penelope, no le abrazd como habjan hecho las sirvientas. Ni siquiera le tocd. Se senté cerca det fuego, observandole fijamente. Durante largo rato permanecié en silencio, tratando de reconocer a su marido. ‘Telémaco se irrité con su madre, pero Ulises com- prendid sus dudas. Dijo a su hijo que les dejaran so- los, Se dio un baio y se puso ropas limpias. —.Qué otra esposa se negaria a abrazar a su mar do después de diecinucye altos de ausencia? —pregun 16. Luego se volvio a la vieja aya y le pidié que le pre- parase una cama aparte, Penélope vio aqui la oportunidad y dijo: —Saca la cama del rey y prepdrala fuera de mi ha- bitacién. Ulises respondié con fingida indignacién: —¥ quign va a mover mi cama? Le resultaria im- posible al mejor artesano. Esta construida en el tron- £0 de un olivo. A Penélope se le aflojaron las rodillas, pero logré ‘mantenerse en pie y se echd en brazos de su esposo. ‘Solo Ulises podia saber lo de la cama. Era el secreto de ambos. Con lagrimas en sus mejillas, le besd y le pidio perdén por no haberle reconocido. Ulises la abra- 26 con fuerza y lord con ella. fn masa, Pao le pure de menage ‘a morta. Su sepun feta ‘tvaexd pacha de Ewa, ae ‘ive bandos ale Hombres, mujeres y ropas Homero tas table de estar Li Es efi decidir cue parte de la doseripciéa que hace Herero de la socedad mcenica es autenica ¥ que parte es un fellejo de su propia specs. Sabemos que Grecia estaba dvidida en Deavenos eines, gracias a as falas con extitura Lineal B Tambien parece cierto que ol de Miceaas era el mas poseroso de Grecia. Los arquectones han encontrado mis riquezas et ¥ pareve haber meresido e epteo deDoracas que le daca Ls socbeded icinien Les abil ndican que ts soviedad micénica tenia ura Jerarqui, La sutoridad suprema ts tenia el rey. Por deajo de #1 habia a especie de primer minis.» ms por debajo haba ios nobles eino de Piios stata Wividido en 16 fistrtos. cada uno bajo el eoeteol de un gobernader, que tambien jenia una especie de hgarteniene. Homero apenas dive nada de este ipo de estructura Broce eho y peda ttre 8a tunes ca sin cnr 4 fuonca lap. 78 E9 p00) 5 Mods de bets de Veub,cares Unt sociedad burverilea La sociedad aicéaica era muy buroerdica, Numerosos evribas se envagaban de evar epics Ge togo to que se product, Tumbven hay restos de la divers prfisiedes, gue ses dan tuna Idea'de su esas socal, Por cjerapo, an foriader de bronce tenia una posiién muy elevada y eat exenio de impuestos. Los impuestos se pazaban en especies. No ekstia el dinero, tal como hoy Agricultura Tat como se deduce de Home, aimayoria dels gente vahajshs in tierra, En las tabillas so ‘menciona el tig, la cebada, el lino y el aceite de olen. Tambien 1 ganado, especialmente e, Varuno, que Ineuso tenia nombres ropios. Todo esto figura exert en ae tbiliae de Impacses. Leyes y festa Una eacidad asi tenn que tener leyes complicadus, come as de Egipte 0 Bablonla. Esto 20 oncuerda con el mundo que desribe Homero, donde Is ica Justicia parece se la venga personal La pesicibn de ta mer ET lugar de ln mujer estaba el hogar. Era esposa, madre y ara de eaun, En in encartada de hilar ¥ tee, como ex todas las Socedades prumitivas. esetaitud Ta eucavitud era corcent, y sin didlos eiclavos se eacargaba Glas tareas domesticas en 1s ‘iste rae: Eumeo, el fit clavo, En fa ad ton heroes por lo general so se teresa por le exelivae jvenes, La vei fya Eurclea era tambien una idea, como is demas sirventas el paleco. Vestimenta emascelinn En el arte micenco, los hombres Sinturén, Algunar de le pintaras de Pos eeuran borbres ose Turicas nasa los robles, pero pcre iratatse de sacerdotes 0 Sigaaarios. Los pueblos del mar Hevaban aids de fess, sirires a las de las mujeres de In pagina siguiente. Estas fall sipareven aston ee arte mictnieo, sobre Todo, en erode ina. Tana los ites ‘ome los enitnicos Ikvabea zapatos con las pantas hacia aire. Los hombres de clave aa Tevatan bach Pawo leer rr llss- (8 98800 a Tobie 135 4. de en Creta hacia 1900 a. de C. y 8 Signe aparesendo en la pturas tural de Pier, dsl ato 1250 a eee El periodo tardio 2 paresen indicat que ef la epoca dela guerra de Troya al menos 2 a ba 42. Cabana de una dios con bn 12, Arlo ae cor sb, thy bordes, En eras lusiracones (ar 6y 8) parece que se ilevaban ‘arias falling Ia Ver ern, Noten Ia ove y tad B roar yale w * Vests fementnos [Le medts fern parcee haberse marenio ul dane td 15 ” fide ngs» corp ajutade, ‘ve dejaba lo pechos desler. El esila se oviind Fechas y vida doméstica Hr ‘ABALO: 2. Yau doeorads con ABAJO: 3. Copa de pat, Celso, HT ie 47 Taeae con tes sate scons ‘esaoreal do Torq HT 74 Datucién sin dates hstéricoe Troya fue destruide en una epoca ea que ro existe fechas exasas, por fo habe histor tserta En tal siti, Joe frquedloges tienen que Fecurir 4 la dataciba comparative. Sse encuentran objets similares en dos sitios, ambos deben sr DDatacion porta eramiea {Ces allazgos mas abundant en lay excavacones arausoldzicas son fragmenion de seramiea. Lor {silos ceramieos cambian eon ‘apes, esutando uy whe para ta'datacon comparativa. Lo frcucptea en un gar exeanjero fue puede fechunse. Por ejemplo, nla tums dew faradn 6 un tinisto epipelo, podernor saber Ia época enacta ala gue cocresponde, Por desgravi, ote po de hallasgos son muy raros. Periados mictnices Los arguectogos aman a fa epoca meni wperiodo Heladico Taralon (HT) ¥ Io dviden en tres subperodos, I, I'y TIL Este bro Se ffiee al terse: petiodo, ave avatoa desde e 1400 a 1150 4 de Cy que se subeide en tres partes, A, @y C. EV imo Period se la Helidico Tardio fie (aT tc. La desrucein de Trost En Troya se ha encontrado seramica micénica, que ha permit a los azquedlogas skuar bh destruscibe de Tropa VI oer 7. 46) al final de periogo Helasico Tardis IB, 9a destrucion de Troya Vil durame el HT IIIC. Exo puede parecer ‘uy complied, pero solo as) poses saber Io que sucedia en Grecia al mismo empo y que cura material exis Ploy y Trova Un resultado muy interesante de «sta daiacion comparativa es que fin pdido demostrarse que, ralacio de Nestor en Pilos s¢ Sesiuyo ances que Troya VIL ors cerimicas Las tes formas mais ‘itaceraticas en el periods Inisévico taedio (Helidion Tardio Ti eran el cuerce honda (2 1), ia saga redoads jn" 2) y la copa on pie (n" 3). AL avanzar el iodo, la pes de Yas copes se hheteron may argos, Tarteen ean coientes bs tanques Yas faras, muy simlaes a las moderns Devoracion de i ceramics [Uno de los rasgos mis dstinivos de la decoracion cersmica facies esl emplen de anchas franjas negras horizcniaes, come puede verse en Jo ejemplos 1, ¥4. Los eibujos soln ser tesilzados ya veces may tose. Tan desde motivon aavurales, como esfinges, Cstes y toF08, a tsenes decoraivos corn los del n° 2. La decoraci siele ser base de ravados u otros patrone, ‘veces invertidon, en Blanco sobre negro (0 8) 2 ARRIBA: 3. Poe de mati de icenat AT IEA tier eon un gif. enor cape. ARRIBA: 7. Tans co pata decereda Vasa redone Ente po de vasjas (n° 2) 56 ‘vigind en Crea en el sale xv1 8. GC, pero en Grecia No pares’ asta e! period mmicéico tardio, Se ussba para et vi y a acct. Los argueblogos las Maman vee estibose, por la forma de las sa, Materiales Ademis de cerimica, tambien se fercuentian uensfios de bronce, pita eincisa ao, as coma de Inueso, masts piedra, Se han {nomad espejos con mangos de marti muy elporados, y eines de hueso y de marfil pero Sin duda, ef material me comin pura etos artcaion ra la fadcra, aunque no fa scoredo pra tate y Corriente) 80 se comeervan en muy hammed may secon comin (Ls comida micénica era probablemente tae vatiada como 1 mocersa comida pega ‘undata la carne, menos sara las clases alts, Los corderos (eros mcnsbentden por Homer esd eontirmados porta frqueoonta ¥ 1a tablilas esis La came de vaca era mis vara. Cs cua aumentaba la variedad de carves: cero, jabally otros Shimales mis pequetos. Tambien Sebia comerse pescado y pulp, jue aparecen represeniagoy el Vegetales Entre otras fruas y verduas, hola guisantes, judas, ferneia, higos § acetunas (de las que se extaia ave para cocinar y para {as timparas) Del trigo se hacia ovina para amasar pan Segiin fas ablllas escrito, Tar mujeres iia Ia ana pero eran los hombres Tos que eocian ot pan. ‘hho 8 por ee in depen Tee, an IS 2. 88 2 Nadel co sth 6 res ates snconada on Mice. Vida doméstico Naa sabernos de a vida sdoméstica er 10s tempos incericos. Este tipo de cosas no te menciomar en a essitara Tineat B ai pueden decucirwe de las pinesras murals. Pero no debia sr may diferente de some Ii describe Homere Mee Homero menciona sls, mess, amas y ecaboles, Nose ha Comervado ningun, pero sau Se han encontrado modelos de sus de tres patas (2” 12) 9 32 han reconstrudo una mesa y una fam por ls huellas depadas en la fenta voleanica de la sa de Tera tees IL y 13), Estas plezas son del ho 1800 a. de C2, pero no flebian ser riuy dleremes ve lay {e i epoca posterior ‘Sidon en eves valetncn de Ter tio 0 dC 13a, Vecado yoo ot ue 68 lar cua qu sear e cue M4 1b. Pesos ae wire, 16 Huse, ABAIO: Argus oni tenis treo igibads ov una ta oo 2. dca esta isn tere. 3. Arca etone lena, cam Tia cara era muy popular y ‘aparece con frecuencia ene ate fmiceico, Ex la edaga de la cars Set eden, que procede de un periodo anterior, aparesen cuatro Chaadores armados con coraeas y ficidos, que ja 20 se ven en Piniuras poxeriores, aungue 8 ‘eleva grebas (una protecion necesaria para cazar lcnes 0 Jabalis)yTanaae, Fe la aga hay tina guint figura que leva ur farco y ros leva a comentar Ia ‘est del atce de Ulises. resi soak Roc ae (Gnreedores, De ne pinta mua Teo. 1 arco de Uses En tlerpen posterior, se wsaban ‘en Greria os tipos de eo: e ‘tetese (n? 3) yeh est fn” 2}, algo mis complicado. ‘Amos eran de made, reforzada com ever tendones. En el arte Pretendiceees para lender el arco {Ue Ulses parecen indcar que este fra del tipo escita, que invirte su fcrvarura al tender la cuerda, para to cual hay que hace fuerza Som los brazae tae perms 75 Itaca: La patria de Ulises de Troy Mago de nea, th onde fare, Calne na drach © ‘de gue no ecu bot gat Fa las ‘avsloe Re" Cumva Geos totes BB Legare corde e han rcentagy eon Se races rroticon reins tre iene DB. Bohs on Yam. La guerra de Troya: ¢REALIDAD O FICCION? Leyenda 6 historia No se sabe donde termina Ia ora y empieza Ia leverda. La verra de Trova exts em un lugar Intermedio ene ambas. La mayoria de fos estudosos admiten ave hbo una guerra de Troy (es uma parts dele tradsion fiega demasiado importante para ser pura fantasia) pero aun at egan ucla narracién de Homero tenga caricerhiserico, Los bat Durante silos, las historias de la iada y ta Oceoa ve transmaticon verbalmente de generacon ot generacion, gracias 4 los bandos. Cada uno aadia color 2 Wisteria, aadiendo enfasis siertos personajes susituyendo Agunos heckos por fantasia, Finalmente, ene islo Mita, de Clos dos portas adguireron fomma esents. Probablemente Homero les dios forma definite Qué partes som verds Es imposble separa la verdad oe 4a fantasia, La misma magnitud dela expeicién, con mie de 1.000 bascos y 50.000 hombres, es ‘ya increible. Un eerito as), tendra grandes probiemss para slimeniase. Aan si fuera posible, "ho habrian poco aguantar durante nieve aoe, acampados stead las marinas, Las infecciones habrian acabado con ellos mucho antes de que exer Troya. Una sere de ataques? Ts inucho més probable que et aselio sonsistiera realmente en tina sere de ataques, smalares a Jos de Tos Pucblos del Mar, gue pucieron producise a fo lego de ‘muchos afos, afectanda ala 6 5 ala 7 ciudad. Los habitants Sebieron vivir en el constarte Teor de los ataques, que, forzaban alos campesinos's refugiase en la ciudad. Esto lo ‘ontirman ls chabolas onstruidas contes el lado interno Sel muro y fos vives {que se han enconitado en Trova vit 78 ‘nage oon bao cantare 1 asato final Al Taal, los gtieges debieron Gesiir hacer un esTuerze Aetinitivo para tomar la ciudad, Tio se deuce de i retiada & i il de Tenedos, de donde solvieron con equipo de aslo, cone el caballo de Trey Un ative? Shan propuesto muchas explcaciones del «caballo de “royay. La mas plausible e que se iftaba de un ante. Es Sionificatvo que hubiera piegoe ‘es interior y gue fuer2 nscesario demcler parte de la ‘mucalla para introgucilo en la Ciudad. Los aietes se usaban et ‘oriente meio desde el ao 2000, 2 deC., por lo menos, aunque te conovimiente se perdi et el Petiodo escuro que sguo & bt aida de Micenas Fl aete 9 ‘eparecé on Grecia hasta et siglo Va. de C., pero siguio usdndose en Asia ccxiental ‘La muraliainexpagnable 1G base incinada de la muralla de Troya tenia 48 m de grosor y ‘Fe altura. Estabarelorzada con tera, y especialmente dsetada para tsi asalto com aries, Eno planted at sero problema a los erevos. que tuvieron que ‘onstrair uea mquina especial "or que un caballo? nombre debe rellejar Ia forms ‘gue tenia Ix maquina, Debia tener tna estructura que elevase el vs de dm, para peder pare superior de la ‘ual. Posiblemiente se hizo mediante vigas que se asemeaban 2 patas, 7 de ahi que [a lamaran caballo». En la antiguedad era corrente poner est tipo de apedos a iertor objeto. Loe Tomas amaban a ss atapultas eescorpiones> ¥ soragroso ya misma palabra ‘ariter es un align ale fabeea de carter (aries) Los heroes Alquaes de Ios héroespudieron Ser figuras hitércas: El reesto e Agamcndn scan desfanorable ‘que tuvo que basse en ia Fealidad, Tambien Nestor » Diomedes pudieron ser reales. rros, como Ayan, Hestor Aauies, debian proceder de una ra diferente. Aquiles, con su ‘bello rubioy sus muestas de bruiaicad que horroizatan & propios amigos to enca, Parece peteneecr a otro haga y co1ra pc, La armadura de Aguile: ‘Chando Aqutes se pone su armaura, compraeba si permite ol libre movimiento de sus miembros. Esio ea eencial para alguien ave levara ura armagua fom la de Dendra (p20) com ss grandes hombrevasy placas Pectorales. Peco no seria hecesrio con una amadura de a Gpoca de Homer. Sexi I leyenda, a Aqules solo se le peda eri en el tal, y la inca parte del cuerpo que ls armadura {de Dende deja sin protcsion es la pare inferior dela sem por detris, gE esto pura olincdencia, 0 son las hulls 6e Una leyenda mucho mis antiaa ave la dela guerra de Troy? Ulises El heroe de ete libro ine vn papel secundario en la fat, {uiza su personajes intraduera fla hiworia posterior. Et posible que se tate de un Detsonaje de uns epoca posterior © toalmente imaginario. Patece taro que no se haya encontrado fi rastzo desu palaco es ita, luna isla pequena, de s6lo 22 km de longitue, donde no hay muctos gates apropiados para construr un palacio. donde se han telizade batanior cxcavasiones. Syivia Benton Suponia que los terremotosy ka tronion debian haber dexruido Tos cimientos. Sin embargo,

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