Está en la página 1de 75
El chupacabras de Pirque PePe Pelay En Pique muertes de perros, gallinas otros animales. Y Ricky, un fanatico www.pepepelayo.com ALEAgUARA © 2H 11 w Pepe Playo/ Blin © Dolsit wacinen Alen Pelayo © De sus otic: 204, gular Cllena de Rdiclonss S.A, Dr. Aeil Artis 1454, Prvidenela Santiago ve hile + Grupo Seailans de Eatstones S.A. Toreiagona 60, 28083 Madd. apes + Apuilae Alte, Taurus, Altguara SA, de GX ‘Sida Uiversdad 767, Co el Vale, exon 9 F_C.P. 03100, + Aguilar, Altea, Taurus, alfaguara SA. de Baiciones Avda. Leando N. Alem 720, C1001 AAP, Buenos Aes, Argentina + Sanuitens Sa. Avda. Sar Felipe 731, Jess Mari 1, Lima, Ps + aiciones Satians 5. CConsiucn 1889, 11860 Momevideo, Uigsy + Santilana Sa. Cr Rio de Janez, 1218 xquina Foto pane Aswan, Puceguy. + Satilana de Ealciones 8 ‘Avda. Are 2333, ene Rosendo Gutiénee 1 Bolivia Sains, La Pa, Bolivia ISBN. 986.259.2805 inserpccn: 138.966 impreso en Chilerited in Chile Pines eicn:aviere de 203 ‘Guana in. etabe de 2005 Diseo de a coloain Mane! Esaia El chupacabras de Pirque PePe Pelayo / Betan llustraciones de Alex Pelayo ALEAGUARA a Kaiser y Sissi ca E\ hombre corria desesperadamente por un oscuro ttinel. De repente, se detuvo y mird hacia atrds. Sdlo vio los brillantes ojos de aquel monstruoso animal que se acercaba con rapidez. Intenté continuar con la huida, peto la extrafia acraccién que le provocaba aquella maligna mirada hizo que sus piernas no le respondieran, Un excalofrio le recorrié el cuerpo. El animal habia saltado sobre él y estaba a punto de ensartarlo con sus garras y clavarle sus largos y afilados colmillos. Quiso gritar, pero no salié ningtin sonido de su gar- ganta. Sintié unos pequefios, pero agudos, dolores en el pecho. Estaba aterrado. Habia Ilegado su final. Edmundo Sovino abrié los ojos y, mientras controlaba su agitada respiracién, fue tomando conciencia de su pesadilla. Sin embargo, los entrecortados do- lorcillos en el pecho continuaban. «Algo raro 5 me sie », pens6. Entonces, estiré ef brazo y encendss la limpara de la mesita de noche. ‘Ast pudo descubrir a Misubicha, su gata siamesa, que subida en la cama y con aspec- to asustado, le araftaba el pecho con sus was. —:Qué le pasé a mi gatita? {Tavo une pesadilla como su duefio? le susurré Edmundo, acariciéndola con ternura. Elhombre miré el reloj despertador y observé que eran las cinco y cuarenta y cinco de la maftana, Puso al animal en el suelo y fue hacia la cocina @ tomar un vaso de agua, para olvidarse del mal suefio. Lo hizo en puntillas de pie, para no despertar a su mu- jer y a sus hijos. De pronto, al pasar por ef comedor, pisd uaa patineta que los nifios no hhabfan recogido la noche anterior. Perdié el equilibrio y saltando hacia atrés, en un pie, traté de recuperarlo, Hizo un intento de agarrarse a la mesa grande, pero sélo pudo asir el mantel tejido que arrastré con él. Eso iz0 que cayera el centro de mesa de bronce con varios duraznos, peras y manzanas plisticas, que rodaron por toda la casa. Y, pa- ra més desgracia, Misubicha, que continuaba asustada al lado de su duefio, fue cubierta por el blanco mantel al caer. Entonces, con histéricos maullidos, la improvisada fantasma ni panama ° comenzé a corter y a troperar con todos los mucbles de la casa, rompiendo varios adornos. Al mismo tiempo, Edmundo terminé por caer sentado contra el aparador de madera tallada, El mueble se rambaled con fuerza, y se derribaron un frasco de harina de trigo y otro de mermelada de frambuesa, que estaban colocados encima. Los recipientes se abrieron y sus contenidos fueron a parar a la cabeza calva de Edmundo que, medio aturdido, no podia entender por qué pasaba todo eso. Por supuesto, la bulla del incidente desperté a toda la familia. Nena, su esposa y sus hijos, Cristébal y Daniel, corrieron alat- mados hasta el comedor y encendieron la luz, Pero, al percatarse de la situacién y ver el aspecto de Edmundo, con su mascara blanca y foja proveniente de su calva, comenzaron 2 reir a carcajadas. Las risas duraron un buen rato, porque, mientras fimpiaban y ordenaban todo, hacian comentarios, recordaban y volvia a producirse Ia hilaridad. Al final, cuando regresaban a sus ca- mas, Edmundo se dio cuenta de algo insdlivo: —jEsperen! Se dieron cuenta que Kaiser y Sissi no han ladrado en ningdn momento? 0 ~ QUE raro! —confirmé Nena—. Por menus alboroto del que armaste, sus ladridos ya hubieran despertado a todos los vecinos en tres kilémetros a la redonda. — Se los habrin robado? —pregun- taron los nifios, —Si, es muy extrafio —coneluys Edmundo—. Voy a averiguar. Se puso un abrigo porque, aunque era verano, las madrugadas solfan ser muy frias. Después buscé la linterna y sali6. Li gata, al abrirse la puerta, se desli- 26 temblorosa hacia el dormitorio. Ella era la linica que sabia lo ocurrido. Los demés, escaban lejos de sospecharlo. Los Sovino vivian en Pirque, una hermosa comuna tural a una hora del centro de Santiago, Es una zona casi triangular, limitada por cetros de mediana altura, a los pies de le cordillera y el rio Maipo. Antes de que la capital creciera hasta esa zona, era slo un conjunto de grandes fundos. Después, sus duefios fueron dividiendo sus tierras en parcelas y las pusieron a la venta, Cuando Edmundo quiso alejarse del ruido y el esmog de la ciudad, recorrié casi todo Pirgue bus- cando una parcela bonita y amplia. Entré por la avenida Vicufia Mackenna, una de las we arterias mas largas de Santiago, dejé acrés Puente Alto, y llegé al llamado centro de Pir- que. Vio el Colegio Colonial, que considers excelente para sus hijos, la iglesia, el correo, el kivsko «Donde Malvina» y las tiendas de los artesanos. Cada vez fue enamorindose mis de lo pintoresco del lugar. Doblé hacia su izquierda, mas adelante, giré a la derecha, por Santa Rita, Comenzé, entonces, a obser- var las parcelas, A mano derecha, viré por el camino La Esperanza, donde encontré dos que estaban la venta, Se decidié por la més gran- de, de, unos cuarenta mil metros cuadrados, que tenia muchos Arboles como almendros, sauces llorones y nogales. _ Precisamente, entre el nogal mis viejo yuna enorme piedta, él y sus hijos les habian | construido sus casitas a Kaiser y Sissi, sus pastores alemanes. Edmundo llegé hasta alli, miré dentro de las casitas y, poco a poco, fue recorriendo con la luz de la linterna toda la zona. De repente, a un-costado de lz piedra grande los encontré, Dio un respingo y el corazén sc le apreté, Ambos perros yacian muertos. Con mucha angustia, se acercé y pudo comprobat que Kaiser tenia la parte posterior toda des- garrada, incluso le faltaba una pata, y Sissi n presenta’ 4 las mismas heridas, pero en el lomo. —;Quién pudo hacer semejante bar- baridad?—balbuced con tristeza—. ;Pobrecitos! Enseguida pensd en sus hijos y en cémo se pondrfan, Por eso decidié enterrara los perros répidamente, para evitarles el dolor de verlos asi. Pero se contuvo, {No era mejor dejar la escena del crimen intacta y llamar a los carabineros? «Quiais encuentren mafiana mismo al animal o a la persona que hizo esto y eviten que lo haga de nuevo», se dijo. Dicho y hecho. Regresé corriendo a la casa y llamé a Emergencias, al 133. Lo que nunca se imaginé fue que quello sdlo era el principio. r Ricky " Decris de ta cortina de la ventana de su pieza, en cl segundo piso, estaba el nifio, acechando Ia Ilegada de Dante. Ricky se habia puesto de acuerdo con su abuelo para hacerle una broma a si primo, que atin no sabia de su presencia. La abuela estaba acostumbrada a esas jugarreras, Para ella, Ricardo (nunca ha podido decirle Ricky) hered6 el sentido del humor y su gusto por las bromas de su esposo. Y como eran sanas y nadie salfa dafiado, las permitfa y pasaban un buen rato. La fama de bromista de Ricky iba mis alla del colegio y el barrio. Era un nifio muy despierto y creativo. Quizés podia me- jorar su rendimiento en clase; pero, tampoco era_un mal alumno, ni mucho menos. Sus dos pasiones eran los libros (los de aventuras, los fantasticos y los policfacos) y el baloncesto. Lamentablemente, no tenia una gran estatura. 4 Incluse, podeia decie que era bajo para sus once afio., peto su técnica, velocidad con el baldn y punteria eran envidiadas por todos Para dl, la NBA era lo maximo y su {dolo era Jason Kidd. Por eso, se habia cortado al rape su pelo negro y nunca se quitaba la camiseta blanca de ribetes azules, con el niimero 5 del estrella base armador de los Nets. Sus dos grandes suefios eran convertirse en detective, O algo asf, y llegar a jugar en el equipo nacio- ral de Chile 0 en el de Cuba, Porque, al ser hijo de un chilego y una cubana, su corazén estaba diyidido entre ambos paises. Fuera de sus estudios y el deporte, Ricardo Fuenzalida Sotolongo, més conocido por Ricky, ocupaba el resto de su tiempo en preparar bromas, por lo mucho que le gusta- ban y divertian, Sélo hacia un par de horas que lo habian dejado alll, El insistié en pasar sus vacaciones en Pirque, incluso rechazando el viaje de descanso a las Torres del Paine, que organizaron sus padres. Le encantaba el lugar y la compafifa de su familia, por parte del padre: la dulce abuela, ef picaro abuelo y el buenazo de su primo, Dante era un joven de veinticineo afios, alto, muy fuerte y con preparacin en, defensa personal y artes marciales. Ese afto habia comenzado a trabajar en una empresa de seguridad como guardia de un importan- te banco en Santiago; pero, el empleo le duré poco, debido a su inocente y noble personalidad. Un dia, a punto de cerrar el banco, se aparecié una viejita en silla de rue~ das, rogando que la dejaran pasar a cobrar tun cheque, Dante se conmovie y le permitié la entrada, Una vez adentro, la viejita se paré y sacando una pistola, grité: «Esto es tun asaltols, Era un conocido delincuente. Y como Dante nunca se percats del abultado bigote de la viejita, lo echaron al otro dia Por suerte, enseguida encontré trabajo como cattero en la Municipalidad de Pirque. Y ahora se la pasaba llevandole la correspon- dencia en bicicleta a todos los vecinos de su misma zona Para Ricky, su primo era la victima ideal de sus bromas y shora, una vex mis, lo iba a demostrar. Dante no hizo mas que saludar con tun beso a sus abuelos al entrar, cuando soné el telefono, Ricky, escondido en su dormico tio, le Hamaba desde el a habian dejado sus padres. Als? —contesté Dante. aco celular que le r —;Quign eseé al aparato? —pregunté Ricky cambiando la —Yo. Dante Fuenzalida. —En este momento no esté en casa. Qui joven sin entender. —Dante Fuenzalida — —jPero Dante Fuenzalida soy yo! —Disculpe, sefior, pero Dante Fuen: zalida acaba de salir. coedio dormidos, aan pudo observar la noche tecuta, algunas esttellas y [a luna redonda y randisima, como se presenta en esta 2004 Susteal del planeta cuando es nueva “Qué extrafio?, se dijo «Pocas veces me despierto ances de que salga el sole. Entonces decidié volver a la cama y esperar durmiendo hasta el amanecer. Asi descansa- rfa mas. ‘Dos horas més tarde, abrié los ojos, «qGuaut ;Cme be dormido!, penss. Desde Te cama imiré a 1a ventana y volvis a ver la roche con sus estrellas y la tuna, «De verdad Gue estoy estresado en estos dias. Me he Gespercado a cada rato en la noche, se dijo. Y volvié a quedarse dormido. Es sabido que mientras uno ms duerme, mas suefio le da. “Tiempo después, Dante abrié los ojos ‘a duras penas. Al gira sa cabeza observé d& auewo las estrellas y fa una en él cielo asco. Peso esta vez tomé la decisidn de levantarse de codas maneras, producto del hambre Feroz aque sentia, Se drigis al cfrigerador. Tlegé-en pijama, despeinado y sstre- gindose los ojos. 105 —jMenos mal que te levantaste! le rtd el sbuclo-. Ya ibamos a emperar eer el abuclo—. Ya humor aempenr Dante no lo podia creer. Amte sus ojos ea a me servis con un sucsento aimieno ysis abudos y Ricky seados Qu hon 3 ana pregunta Mis de las dos de la tarde — pondié la abuela feta a El joven, sin entender, co: . # I» inder, corrié a habitacién’ Ea la. vewtana atin estaba la noche, asses ya ia, Vols comedor onde su familia seria a carcajadss. Una vez amis, habia sido vietima de una broma de Ricky. El muchacho sell6 Ia ventana de su primo para que no entrara la luz del dia y por dentro dibujé la noche que siempre contem- pl6 Dante. Por supuesto, el joven se molests much Po J gciaaqulla 9 pudo co arse con Casely en el patio de iba Pero el enojo de Dance duré muy poco. Después del almuerzo, ya ni recordaba la hiscoria . Mis tacde, él ysu primo deci , ly su primo decidieron dar tuna vuelta a caballo por la parcel. Y, mientras woziba a ps no, ick cons sat jades que habia realizado durante esa mariana. 104 —Aproveché tu suefio para visitas, en tu biciclea, alos vecinos perjudicados por el asesino. ; / Eso no se hace, primo. Yo eenta que haber ido contgo. No hacia falta. Para qué despertar- ‘te si estabas tan cansado. aoe ner sBueno, ya. #50 lo hablamos. ZY para que fuiste? — cuanto los primos llegaron fueron todeados par todos, ansiosos y llenos de cu- riosidad por enterarse de lo ocurride hasca los minimos detalles. Dante, satisfecho por el éxito, romé la palabra y conté Ia historia hasta la lhegada de los carabineros, —...después revisamos toda la casa, la cerramos y nos Fuimos para fa comisar Fs increible! —exclamé Edmundo Sovino—. ZQuién iba a pensar que un hom- bre como Contreras fuera capaz de hacer una cosa asi? YY siendo médico veterinario, nada menos! —lo secundé Nena, su esposa. Yo recuerdo que una vez desparas 16 a mis perros —dijo Daniel, el mayor de los hijos de ellos. —Yo también —afadié Cristébal, el menor. 's que ustedes no saben nada —aclaré Dante—. En J2 comisatia se descu- brieron muchas cosas. Miren, Contreras era hijo de un jornalero del surs después se volvié loco; mas tarde se escapé del Hospiral Psiquidcrico y se hizo pasar por vererinario en Temuco, Cuando estaban a punto de captu- rarlo. huyd y se vino a Santiago. Asi, en 139, - poco tiempo, arrendé esa parcela y se com ti6 de nuevo en falso veterinasio. —Dios m —. 2¥ hemos tenido de’vecino a un loco peligroso canto tiempo? . Ast es, sefiora Le respondié Dame. =jPero lo que no entiendo es por qué ese demente mataba los animales! —pregunté Pedro Carrillo, con su cuello yesado por culpa de fa llave inmovilizadora de Dante. —saleé la vieja Filome- Cual era el motivo —lo apo- y6 el'larguirucho Roberto Sawiki, mientras Estela, su pequefia esposa, asentia con su cabeza agarrada de su brazo. —Ese es ef punto més imporcante —dijo Ricky, incorporindose al debare—. Sélo se puede deducie que su mévil era cau- sa de su locura. —;Por qué? —quiso saber Caszely, muy interesado, —Porque segiin su declaracién, él ha- bia capturado un cachorrito de Chupacabras. —Con la red que me atrapé a mi —incerrumpié Dante, graficando con sus manos cémo quedé envuelto en ella —Y comenz6 a criarlo en un peque- fio sdtano que tiene [a casa —continué M0 Ricky- . como ustedes saben, la leyenda del Chupacabras dice que es0s bichos sélo se alimentan con sangre de animales. —jAh, por eso mataba a nuestros animalitos! —entendié Laly—"Para Mlevarle la sangie! —:Pero lo que no comprendo es por qué cada ver us6 una forma diferente para matarlos? —se cuestiond Vladimi —Dice él —explicé Ricky—, que la primera ve2, con los perros de los Sovino, us6 tun trozo de carne, porque no sabia bien qué les gustaba, Después, cuando vio que era sélo sangre, le hizo un tajoa Ancamydn, el pavo real de Caszely. Pero al ver que desperdiciaba mucha sangre, utilizé una jeringuilla para extraerla.. —H cémo dejé cos hoyitos en nues- «ras gallinas? —interrumpié Vicente, el hijo de Vladimir y Laly. Porque, segin él, se fue perfeccio- nando y fabricé una jeringa con dos agujas para ganar tiempo —Ie respondié Dante, - pasindole la mano por la cabeza al chiquillo. —Bueno y la pregunta dal millén: donde esti ese Chupacabra? —habl6d por primera vex Fernando Villarroel, mirando de reojo a la viuda Graciela, que siempre se las Mai ingeniaba para estar muy separada de él. —Ese es otro punto, que afirma nuestra teorfa de que todo es produeto de su mente perturbada —le contesté Dante, mo- dificando el rono de su vor y escogiendo las palabras, para darse un poco de importancia —intervino Ricky—. Creemos que él imaginé que posefa un Chupacabras, porque no se encontré ninguna huella ni indicio de ese supuesto monstruo Aunque dl dice que huyS cuando no le levé mas comida, porque sabia que noso- tros estdbamos estrechando el cerco alrededor de él —concluyé Dante, pavonedndose —;Bueno, se acabs el intersogatorio! iA comer y a divertirnos! —grité el abuelo, convidando a sus vecinos a que paseran hacia el quincho. Comentando atin sobre el tema, todos se instalaron donde quisieron, La abuela y Filomena comenzaron a poner la mesa; el abuelo, Edmundo y Roberso, con su esposa enganchada por el brazo, se dirigieron a la parrilla a cocer debidamente la carne; Vladimir y Laly sacaron sus guitarras y empezaron a cantar. Sus melodias y preciosas voces animaron la fiesta En medio de todo, Marielira hizo va ecasual™z .e un aparte con Ricky, para decile algo que hacia rato deseaba. El,’ al darse cuenta de la proximidad de la nitia,'se turbé y las cosquillas se instalaron de nuevo en Su estémago. —Creo que me equivoqué, Ricky. En qué te equivocaste,” Mariela? —le pregunté el nifio después de-aclararse la Vor con unos carraspeos en su garganta. + —En decirte el otro dia que tii no tenias miisculos y que eras malo para el balontesto. . = por qué cambiaste de idea? ~ —Porque, con lo que hiciste hoy, demostraste que eres muy valiente, muy inceligence y que juegas muy bien —dijo Mariela con coqueverfa—. Y estoy muy ongu- llosa de haberte conocido. —:En serio? —fue la tinica respuesta que se le ocurtié a Ricky. Entonces la nifia se le acercé y le plants un beso en la maiilla, con desenvoltura Ricky no sdlo se sonrojé. Sus piernas tembla- ron y un escalofifo le recortié la columna vertebral, Sin explicarse c6mo, en un arranque imprevisto le dijo: —;Podemos ser algo més que amigos ahora? us. —Claro que si —aceptd Mariela, sin saber mucho tampoco sobre lo que aquello significaba. Un rato mas tarde, al descansar las vo- ces de Vladimir y Laly, se volvié a retomar la conversacién alrededor de los primos ya nifia, que no se separé de Ricky en toda la noche. —En mi opinién, fue muy raro todo Jo que pasé —comenté Caszely. —Si —aprobé Villarroc!—. Ahora yo me pregunto: zy si fuera verdad que el tipo criaba un Chupacabras? —Por favor, don Fernando! Chupacabras no existen! —Yo sé que una mente enferma puede inventar cualquier cosa —tercié Pedro Carti- llo—. Pero en algo real se tiene que basar, sno? —Es lo que yo digo —agregs Edmun- do—. Ademés, ;dénde metié tanta sangre? Dicen que en la casa no se encontré nada —jPor favor, sefiores! \—volvié a saltar Ricky—. Todo tiene su expficacién. Ya se encontrar la verdad, pero no debe haber dudas de que el Chupacabras es, sélo una leyenda, :No es asi, primo? No sé, Ricky —dijo Dante, ance el asombro del nifio por la respuesta de su pri- mo, sabiendo lo loco que estaba Contreras. os 6 — ‘quel aullido que escuchamos en casa de Contreras pudo ser del Chupacabras y no de Shogtin, su mastin, como nos hizo creer. —jPero esto ¢s increible! jAhora todos me van a decir que el Chupacabras existe! —se indigné Ricky. Todos enmudeceron. Algunos por miedo, otros razonando los pro y los contra de la teoria Si, existe! ;Porque yo lo vi! —dijo de pronto una vor, que salfa de las sombras de atrés del quincho. Melisa, acariciando su lagarto en brazos, se aparecié sin que nadie norara su llegada. Muchos se asustaron. ¥ el abuelo, tra- tando de recuperar el rono festivo, exclamé: —Pongan otto asiento en la mesa! jY a comer, que la carne estd en su punto! Peto nadie le hizo caso. Todos queda- ron pendientes de la misteriosa visita. —Yo lo vi —continué la bruja—. Cuando escapaba de la :asa de ese loco. — para dénde huyé? —quiso saber Vladimix. —No se preocupen —afirmé Meli- sa—. Con lo que le hice nunca més volverd por aqut. Ricky, que cada vez se molestaba més M5 con todo aquello, decidié acabar con esa ignorante teoria. Agarré a Mariela de la ma- no y corrié hacia la casa, mientras el grupo trataba de sacarle mas informacién a Melisa. Le dio instrucciones a la nifia, que se quedé abajo. El subié a su pieza, pero antes comé un viejo megéfono del abuelo. Abrié la ventana y, usando el aparato dirigido al quin- cho, hizo la imitacién de un terrible aullido. Esa fue la sefial para que la nifia cortara la corriente eléctrica de la parcela. Dejaron pasar un minuto y regresaron hacia el grupo, El susto que pasaron los vecinos en ese interminable lapso fue tremendo. Entre la griteria de las mujeres y de los nifios, unos se escondieron debajo de la larga mesa y otros decras de lo que encontraban. Peto lo is destacado, en medio de la oscuridad y la histeria, fue el sonido de dos cuerpos cayen- do a la piscina. Cuando volvié la luz, todos fueron saliendo asustados de sus escondites. Sin em- bargo, el miedo se les pasé enseguida, en cuanto vieron a Melisa y a Dante abrazados, temblando de terror y de frfo, con el agua de la piscina hasta el cuello. La carcajada de los presentes hizo despertar a todos los animales, que graznaron, maullaron, relincharon, ladra- M6 ron y ca: earon a coro. Y eso provocd més hilaridad. Un rato después llegé la calma. —jOta broma de mi primo! ;Otra broma de mi primo! —repetia Dante, mien- tras le ayudaban a salir del agua y lo cubrian con una frazada, Pero las risas y las bromas duraron poco. En un momento determinado, todos se callaron al mismo tiempo. ¥ en ese instan- te se pudo escuchar un lejano, pero nitido y espeluznante aullido. Todos buscaron con la vista a Ricky para asegurarse de que no fue otra broma del chiquillo. Y éste estaba al lado de la parrilla, entre su abuelo y la nifta, a la que sujetaba con fuerza de la mano. Ese debe ser el mastin de Contre ras —balbuceé Mariela, —Jestis Marfa y José! ;O el mismisimo Chupacabras! —dijo Dante, ante el silencio de los vecinos. —Quizds este caso atin no eseé cerrado —concluyé Ricky. ‘Una réfaga de viento hizo temblar las hojas de los arboles.Y lasilueta de una lechuza,’ volando en direccidn a los certos, se dibujé en la claridad de la luna. PEPE PELAYO Matanzas, Cuba, 1952. Reside en Chile desde hace més de una década. Estudié Ingenieria Civil en la Universidad de La Habana, profesién que ejercié por algunos afios, para luego dedicarse a su vocacién de escritor, actor y especialisca en humor. Miembro de la Unién Nacional de Es- ctitores y Artistas de Cuba y de la Aso- ciacién Internacional de Estudios del Humor. Ha publicado varios libros, ademas de articulos, criticas y cuentos en diarios y revistas de Cuba y Chile. En esta misma coleccién publics Cventos de Ada (2003) y Ni un pelo de tonto (2005). Es autor de Pepito,elseor de los chistes (2002) y Pepito y sus libruras (2004), ambos ‘en la coleccién Mar de Libros, Santillana. Juan Manuel Betancourt (BETAN) Matanzas, Cuba, 1938. Es escritor, periodista y humorista. Guionista de historietas y programas de radio. Funds en Cuba la revista humoristica Palinte, donde trabaja en la actualidad. Ha publicado libros, ademés de cuentos y articulos en diarios y revistas de innumerables patses. Ha obtenido més de cuarenta premios nacionales y extranjeros en literatura policial y humoristca, dibujo y forograffa. INDICE Kaiser y Sissi... Ricky Barrabis, La fiera.. Ancamén.. Melisa... Macario. Villarroel.. . Viadimie, Laly y Vicence.. Contreras... Ubregorda, Los Sawiki Graciela, Ef aSeSin 0. El Chupacabras Biografia de los autores... 13 21 27 31 4h 51 57 65 73 81 87 95, 101 109 115 9 127 137 148

También podría gustarte