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LA FANTASIA NO ES UN FANTASMA Anthony Sampson Lejos de hacer comunicar a las lenguas, la traduccién pone el acento sobre aquello que las vuelve extrafias una a otras. Michel Cresta! n una actividad que se vuelve cada vez mas critica —y criticable— resulta conveniente, incluso indis- pensable, explicitar ciertas opciones que el traduc- tor toma. De hecho, algunos han visto en la tarea de la traduccién nada distinto a una serie ininterrum- pida de elecciones*. Seguin esa tesis, la esencia de la traduccién consistiria en el hecho mismo de elegir. Quiza sea en esa primor- dialidad de la eleccién donde mas facilmente puede verse el ca- racter ético de la tarea del traductor segin Benjamin}. Como quiera que sea, tenemos la obligacién de explicarnos res- pecto a nuestra eleccién de ‘‘fantasia’’ para traducir el francés Jfantasme y no de ‘‘fantasma’’ como algunos suelen hacer. Primero que todo, establezcamos algunos puntos incontroverti- bles. Fantasme en francés es el término especificamente psicoa- nalitico empleado —al menos originalmente, desde los afios vein- 1 Michel Cresta,"‘Sobre los fragmentos de un lenguaje mas amplio™’, Litoral |, La torre abolida, Cérdoba, 1986, p. 99. 2. Cir. Gregory Rabasa,“No Two Snowflakes Are Alike: Translation as Metaphor’, The Craft of Translation, Ed. John Biguehet y Rainer Schulte, The University of Chicago Press, 1989, p. 6. 3 Citado por Michel Cresta en el articulo mencionado. artefacto 3 tef— para traducir el término aleman Phantasie. Este término, exactamente como el inglés fantasy o el espaiiol ‘‘fantasia’’, aunque tiene una amplia gama de sentidos, designa basicamente la imaginacién.‘‘No tanto la facultad.de imaginar, —nos dicen Laplanche y Pontalis en su Diccionario de Psicoandlisis— en el sentido filoséfico del término (Einbildungskraft), como el mun- do imaginario, sus contenidos, la actividad creadora que lo ani- ma (das Phantasieren). Freud recogié estos diferentes usos de la palabra alemana’’’. Laplanche y Pontalis continuan explicando que en francés el término fantasme fue revivificado por los ana- listas, hecho que explica que sus resonancias psicoanaliticas sean mayores que las del vocablo Phantasie, y que tenga una exten- sién menor que su homdlogo aleman. Igualmente recuerdan que Lagache propuso volver a utilizar en su antiguo sentido el térmi- no fantaisie, ‘‘pero que, para la conciencia lingiiistica contem- pordnea es muy difcil que (este término) no sugiera los matices de capricho, originalidad, falta de seriedad, etc.”’ Dicho en otros términos, fantasme es el vocablo al que obligato- riamente tuvicron que recurrir los primeros traductores de las obras de Freud. Porque la palabra fantaisie, que habria sido el equivalente natural, debido a la evolucién especifica de la lengua francesa, era simplemente inutilizable, pues conllevaba ideas de ligereza, de libertad imaginativa, incluso de fortuna o de felici- dad absolutamente incompatibles con el cardcter constrictivo 0 coactivo de la Phantasie freudiana (de paso sefialamos que segun el Diccionario critico etimoldgico de la lengua castellana de J. Corominas es ése el sentido ‘‘italiano”’ de ‘‘fantasia’’ como ca- pricho, voluntad caprichosa el que Juan de Valdés —autor del Didlogo de la lengua espafiola y m. en 1545— quiso aclimatar en espajfiol, pero sin lograrlo). ‘Asi que los franceses no tenfan a su disposicién inmediata una palabra con la misma carga semantica de fantasy en inglés 0 de “fantasia’’ en espafiol. En francés seria impensable una frase como fantaisie de castration (capricho de castracién) o fantaisie de meurtre (capricho de asesinato); un puro contrasentido surgiria. De modo que los traductores se vieron compelidos a 4 Jean Laplanche y Jean-Baptiste Pontalis, Diccionario de Psicoandlisis, Labor, Barcelona, 1971, p. 142. La fantasia no es un fantasma resucitar un viejo término caido en desuso desde el siglo XIII. Pareceria que esta eleccién fue tan obvia y tan inevitable que ni siquiera hubo necesidad de una reunién de la Comission lingiiistique pour l’unification du vocabulaire psychanalytique Srangaise, cuya existencia y funcionamiento estan documentados por Elisabeth Roudinesco en su historia del psicoandlisis en Francia’. Los traductores eligieron, pues, un término cuyo sen- tido ‘‘original’’, a diferencia de lo que sucede con el ‘‘fantasma’”’ espafiol, se haba perdido por completo y que era capaz, por su caracter neutro, de recibir cualquier sentido: de felicidad o de in- felicidad, de lo material o de lo abstracto, etc. Pero desde su introduccién, como lo sefiala Guy Le Gaufey en su seminario A propésito de la realidad de la fantasia®, este fe- liz hallazgo de los traductores tuvo un éxito inaudito: dejd de ser un término meramente técnico de un vocabulario especifico y restringido, y pasé a ser una palabra sumamente corriente en la lengua de todos los dias. Hoy dia, pues, en francés fantasme es una expresiédn que puede aparecer en cualquier conversacién o en cualquier lectura, sin que quien la emplea esté necesariamente al tanto de su origen psicoanalitico. Dejemos, entonces, claramente establecido esto: en francés JSantasme no es un término propio de Lacan y de los lacanianos. Fue introducido para traducir Phantasie y hoy en dia es simple y llanamente el francés que escriben todos los psicoanalistas de lengua francesa cuando pretenden hablar de lo que Freud llama- ba Phantasie, cualesquiera que sean sus posiciones doctrinarias. Dicho en términos aun mas claros, hallaremos fantasme en los textos de Sacha Nacht, de Benassy, de Bouvet, de Levobici, de Diatkine, de Laplanche, asi como en los textos de Lacan y de sus alumnos. No tiene absolutamente nada de especifico en cuanto indicacién de una determinada postura tedrica. Generalmente, los traductores al espajiol de los textos de los pri- meros autores mencionados (Nacht, Diatkine, etc.) se han dado cuenta de ello, pues no suelen traducir fantasme por ‘‘fantas- ma’’. Y de ello, igualmente, se han percatado los traductores 5 Elisabeth Roudinesco, La bataille de cent ans, v. 1, Ramsay, Paris, 1982, pp. 376-395. 6 Guy Le Gaufey,"“A propésito de la realidad de la fantasia”, Siylus 3 , Cali, Colombia, 1991, p. 17. 191 artefacto 3 al inglés, tanto de los primeros nombrados como de Lacan: tra- ducen fantasy para todos, que es, ni mas ni menos, el término unico equivalente al aleman Phantasie. ;Y ciertamente no han recurrido a ghost para traducir fantasme cuando aparece bajo la pluma de Lacan! Consideramos que fantasme en francés y ‘‘fantasma’’ en espa- fiol son Io que llaman los franceses faux amis (literalmente ‘‘fal- Sos amigos’’), términos que por su parecido fonético inducen a engafio a los principiantes en el] estudio de una lengua extranje- ra, porque su aparente aire de familiaridad produce la impresién de una equivalencia de sentido que realmente no existe. En efecto, apostariamos que los primeros lectores hispanopar- lantes de Lacan, deslumbrados por la extraordinaria novedad de la ensefianza lacaniana, tomaron por sentado que faniasme no podia ser sino otra mas de las innovaciones y neologismos de La- can. Pensamos que muchos nunca se han dado cuenta de esa €quivocacién, y que otros, que quiza se hayan apercibido de ello, han tomado partido por esa traduccidn con la finalidad de convertir ‘‘fantasma’’ en una especie de caballito de batalla para intentar establecer, a través de un léxico, distancias respec- to a grupos y doctrinas no lacanianos. En este punto aludimos especialmente a los kleinianos —cuyos textos apelan masiva- mente a la nocién de ‘‘fantasia’’ —tan abundantes en particular en el cono sur. Despierta nuestra simpatia y nuestra solidaridad la lucha de los lacanianos en aquellos paises para implantar la renovacién laca- niana de la clinica. Sin embargo, si se pretende conferirle nueva vida a un concepto, modificando su empleo y su contenido, es por completo inutil abandonar el término ya existente y acudir a otro nuevo cuyo sentido actual —resultado de un largo proce- so histérico— se pretende asi eliminar de un plumazo. La reelaboracién lacaniana del concepto freudiano de ‘‘fanta- sia’’ pasa por la elucidacién de su ldgica y no por la acufiacién de un nuevo vocablo, cosa que como ya hemos visto Lacan nun- ca realiz6, contentandose con el término francés fantasme, comun a todos los psicoanalistas de habla francesa. Sospechamos que ‘‘fantasma’’ para muchos no es mas que una especie de criptografia, un modo de reconocerse entre si en cuan- to antagonistas de otros. Asi, su uso se reduce, en el mejor de 192 La fantasia no es un fantasma los casos, a un santo y sefia, y, en el peor, a un distintivo para congresos. “Fantasma” es un término de uso muy antiguo en espafiol; esta atestiguado desde el siglo XIII: En e! Apocalisi Sant Juan Evangelis- ta/ Non vido tal figura nin espantable vista: / En grand hato darie gran lucha é grand conquista; / Non sé de qual diablo es tal fantasma quista. Arcipreste de Hita, Libro de buen amor, 1011 — sdlo siglos después ‘‘fantasma’’ cambid de género, de femenino a masculi- no, pues alin en 1770 Ramon de la Cruz intitula su sainete La Jantasma del lugar. Pero igualmente viejo es el término ‘‘fanta- sia’’: Fiziéronse las gentes todas maravilladas, / tenién que fantasia las avié engannadas, / pero a pocca d’ora fueron certiligadas / rendién gracias a Christo todas manos alzadas, Gonzalo de Berceo, Mila- gros de Nuestra Sefiora (E\ parto maravilloso) 443. Ambos términos, pues, han coexistido ininterrumpidamente desde los albores del idioma. Y lo qué és mas, ninguno jamas ha caido en desuso ni se ha confundido con el otro. Han tenido una existencia paralela e independiente, con el mantenimiento de sus sentidos especificos sin Ifegar a recubrirse ni trastocarse. El Diccionario de la Real Academia registra cuatro acepciones del vocablo ‘‘fantasma’’: a. Visién quimérica, como la que ofrecen los suefos 0 ia imaginacién acalorada; b. Imagen de un objeto que queda impresa en la fantasia; c. Persona entonada, grave y presuntuo- sa; d, Espantajo 0 persona disfrazada que sale por la noche para asus- tar a la gente. Sin duda, el uso actual privilegia las acepciones a y d. Basta leer los periédicos y la literatura contempordanea para verificarlo. Titu- lar de La Prensa (Bogota) del 28/03/1990: ‘‘Fantasmas rondan en Casaloma’’. O en el mismo periédico del 25/09/1990 la crénica de gacetilla proveniente de Valverde de Leganés en Espana, donde “los vecinos viven en vilo desde hace dias por las correrias de un ‘fantasma’ que, seguin la Guardia Civil, sale ‘casi todas las no- ches’”’, y, a muy otro nivel, el libro de poemas de Luis Vidales, El Libro de los fantasmas (los ejemplos podrian multiplicarse inde- finidamente —sin ninguna necesidad de traer a colacién aquel per- sonaje enmascarado de una conocidisima tira cémica). jQué mejor ejemplo de ‘‘fantasma”’ que el espectro del padre de Hamlet (acepcién ‘‘a’’; 0 en la acepcidn ‘‘c’’: ‘‘Persona ento- nada, grave y presuntuosa’’, que el padre de Ofelia, Polonio! 193 artefacto 3 iDiremos, entonces, que el padre es, por definicién, un fantas- ma? Quiza lo sea, pero no echemos por la borda tan rapida- mente la distincién freudiana entre la imago del padre y la fun- cin paterna, en su incidencia decisiva sobre la fantasia tal como Freud la estudia, por ejemplo, en Pegan a un nifio. La Enciclopedia del idioma (Diccionario histérico y moderno de la lengua espanola, Siglos XII al XX, etimoldgico, tecnoldgi- co, regional ¢ hispanoamericano) de Martin Alonso agrega algu- nas acepciones mas a las cuatro del Diccionario de la Academia: e. En la terminologia escolastica. imagen sensible. individual y concre- la de la cosas en oposicién a la idea general y abstracta: {. TELEV. Aparicion gradual de la imagen de la panlalla. pasando de la obscuri- dad total a su plena visibilidad (visiblemente traduccién del inglés ghost, y equivalente a nivel televisivo del radiofénico fading); 9 PI. S. XII, ocasiones, Berceo: S. Dom., 70; h. F. magnético. FIS. Figura obtenida. echando sobre una hoja de papel colocada en el campo magnético de un iman limaduras de hierro, las cuales se agrupan for- mando figuras que delerminan las lineas de fuerzas del mencionado campo magnéuco. A todo esto la Enciclopedia universal ilustrada europeo-ame- ricana de la editorial Espasa Calpe, tomo XXIII afiade aun otra acepcidn: estatua de madera. en la cual se ejercitan los cirujanos para la aplicacian de vendajes en las operaciones de los partos. Pero, lo central del articulo que dicha enciclopedia dedica al concepto de “fantasma’’ gira en torno a los espectros y a las creencias uni- versales en el retorno de las almas de los muertos después de su deceso. Y termina remitiendo a las publicaciones contempora- neas de la Society for Psychical Research (de \a cual fue miem- bro Jung) sobre los Phantasins of the ane y sus cae con la Telepatia- - a ——— - - El testimonio del Diccionario critico etimologico de la lengua castellana de J. Corominas también es inequivoco: en su articulo sobre ‘‘Fantasia’’ trae la mencion de “‘fantasma’’ (certificando su empleo desde Berceo, Juan Ruiz y Nebrija) definido como aparicion, imagen, espectro. De manera que la cosa parecerfa bastante clara: desde el Arci- preste de Hita hasta nuestros dias ‘‘fantasma’’, salvo raros usos ocasionales y técnicos, quiere decir ‘‘espectro’’. Anotemos ade- mas, para el lector no conocedor del idioma Irancés, que el 194 La fantasia no es un Jantasma “‘fantasma’’ espanol, en francés no se dice fantasme sino fant6- me; ghost en inglés y Phantom en aleman. E igualmente cn ita- liano fantasma tiene el sentido de espectro: ‘‘Volgarmente si chiamano fantasmi le anime dei morti che ritornamo o s’aggi- ranto sulla terra sotto la forma di scheletri o di corpi umani ay- volti in un aereo velo’”. Nos parece, por eso mismo, completamente inutil rebuscar ‘‘un sentido no comiin”’ (Diccionario de Filosofia de José Ferrater Mora) de ‘‘fantasma’’ como producto: ‘‘Las imagenes produci- das por la fantasia’. Esta distincién fantasia/fantasma (phanta- sia/phantasma) es una distincién gnoseoldégica que remonta ha ta Arist6teles, a quien debe sus letras de nobleza, y de él procede esa problematica en torno a la cual desde entonces gira la filoso- fia de occidente, al decir de Lacan’. Porque tal problematica de la que es indisociable la pareja fanta- sia/fantasma, no es otra que la problematica misma de la repre- sentacion. Ferrater Mora? traduce phantasmata (plural en grie- go de phuntasma) precisamente como ‘‘representaciones’’, y en su Diccionario nos ensefia que la sistematizacion de esta pareja de términos complementarios se debe a Aristételes para quien la fantasia se relaciona con la apetencia, los movimientos apetiti- vos hacia algo deseado, mientras que los phantasmata (fantas- mas) serian las representaciones en potencia o ‘‘ideas”’ actualiza- bles por medio de percepciones. De este modo, ‘“‘la fantasia radica en nuestro poder de suscitar (‘conjurar’) imagenes aun cuando no se hallen inmediatamente presentes los objetos o fuentes de las sensaciones’”", Pero, cual es, entonces, el esta- tuto gnoscoldgico de la fantasia y de su producto el fantasma? 4Pueden ser objeto de creencia y de conviccidn? ,O son tan solo creaciones de un espiritu ocioso que se-recrea en-sus imaginacio-— nes improductivas? Desde el mismo principio, entonces, con esta problematica inaugurada por Aristételes, nos hallamos inevita- blemente sumergidos en todo el limoso asunto de lo verdadero y de lo falso, de la ilusién y de la alucinacién, de la percepcion fiel y de la percepcién falaz. Inumerables han sido las reclabo- raciones y las soluciones propuestas desde Crisipo, el estoico, 7 Resieepeslt Naliana di Scienze, Lettre ed Arti, Edizioni 1949, v. XIV, Roma. & Jacques Lacan, L'éthique de la psychanalyse, seminario no escrito, sesién del 16 de di- ciembre de 1959. 9 José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofia, \. 2, 3° ed., Alianza, Madrid, 1981, p. 1127. 0 Ibid., p. 1127. 195 artefacto 3 quien introdujo finas distinciones entre la phantasia, el phantas- ton, el phantasticon y el phantasma"’, hasta Sartre y lus feno- mendlogos!?. Pero por apasionante que sean los analisis de los metafisicos, antiguos y modernos, Freud no se inscribe en esta tradicién filoséfica occidental! —al menos si la opinién de La- can nos merece algun crédito. En la sesidn del 16 de diciembre de 1959 de su seminario La ética del psicoandlisis, Lacan examina en detalle la naturaleza de la “representacion’’, la Vorstellung alemana: ‘El caracter de com- posicién imaginaria, de elemento imaginario del objeto constituye lo que podria denominarse la substancia de la apariencia, el material de un sefivelo vital, una aparicién expuesta a la decepcién de una Erscheinung (aparicién, espectro, fantasma, segun el Lan- genscheidts Handwérterbuch Deutsch-Spanisch) diria, si me per- mitiese hablar aleman, es decir, aquello en lo cual se sostiene la apa- riencia, pero que es también la aparicion de todo lo que se presenta, la aparicion corriente (...). La Vorstellung es algo esencialmente des- compuesto. A su alrededor gira desde siempre la filosofia de occiden- te, después de Aristoteles, y la phantasia. Freud considera a la Vorstellung en su caracter radical, bajo la forma en que es introducida en una filosofa esencialmente disefiada por la teoria del conocimiento. Y aqui radica lo notable —le asigna hasta el extremo el caracter al que, precisamente, los fildsofos no se decidieron a reducirla, el de un cuerpo vacio, un fantasma (yo subrayo, fanté- me en el original francés), un palido incubo de la relacién con el mundo, un goce extenuado, que configura su rasgo esencial a través de toda la interrogacién del filésofo. Aislandola de esta funcién, Freud {a arranca de la tradicién”'!*. 11 Cir. Jackie Pigeaud, Folies er cures de la folie chez les meédecins de l’Antiquité Gréco- Romaine, Les Belles Letres, Paris, 1987, pp. 97-100. 12 Cf. Javier Navarro, “La subversin lacaniana de la fenomenologia®, Stylus, op. cil, pp. 55-61. 13 Un simpatico ejemplo de la presencia de esta problematica en la Nueva Granada (1793) se puede enconirar en el tratado de Lodovico Muratori De /a fuerza de la fantasia humana traducido por Francisco Martinez, Dean de la Santa Iglesia Metropolitana de Santafé de Bo- gota: “Tal es, no obstante, la fuerza de cquellos falsos fantasmas impresos profundamente en el cerebro, que supera la fuerza del Alma, esto es, de la substancia pensatriz de modo que la misma Alma, no s6lo no puede corregir en aquellas cosas la fantasia viciada, pero ni Lampoco percibir lo falso, y ridiculo de aquella imagen seductriz"*. Edicién Cacsimilar, Biblioteca Médica Lepetit, Bogota, 1973, p. 107. 14 Jacques Lacan, 1 éthique de la psychanalyse, seminario no escrito, sésién del 16 de no- viembre de 1959, La versién de Paidds es inutilizable, pues en el primer parrafo citado ta ligereza de la traduccién suprime el verbo (constituye) y vuelve el todo un simple galimatias: ¢l partido tomado por “fantasma”’ en lugar de ‘fantasia’ impide que fan/éme sea tradu- 196 La fantasia no es un fantasma Asi pues, si Freud arranca el concepto de ‘‘representacién’’ (Vorstellung) de toda la tradicién filoséfica occidental, asignan- dole el caracter de un ‘‘fantasma’’, ‘‘palido incubo de la relacién con el mundo’, no seria aconsejable admitir que precisamente su ‘‘fantasia’”’ (Phantasie) también carece ya de todo vinculo con Ja metafisica —donde se aparejaba con su correlato el ‘‘fantas- ma’’— cualquiera que fuera (aristotélica, estoica, epictirea, to- mista... o la que se quiera)? Desde el principio, desde el Proyecto de 1895, el proton pseudos dejara de formar parte de la teoria del silogismo, y como prime- ra mentira sera la manera en que el sujeto a nivel de! inconscien- te dice la primera verdad; la ‘‘fantasia”’ freudiana ya no tendra la misma relacién con la verdad que la problematica metafisica de la pareja indisoluble ‘‘fantasia/fantasma’’. La Phantasie freudiana es otra cosa, y por eso no vamos a encontrar su senti- do precisado en ningun Worterbuch. Ahora bien, Phantasie tiene una gama tan dilatada de sentidos como“‘fantasia’’ en espafiol, que seguin el Diccionario de la Real Academia tiene mas significados ain que ‘‘fantasma’’. Pero hay que saber que si Freud hubiera querido escribir Phantasma (‘‘fantasma’’) lo habria podido hacer, pues también existe ese vocablo en aleman (aunque admitidamente de escaso uso por fuera del contexto de la metafisica y de la medicina psiquiatri- ca!5) pero, como casi siempre ocurre con Freud, él prefirié un término comiun del idioma y deseché el vocablo poco frecuente. Sin embargo, este término de Phantasma, en cambio, si fue em- pleado por un allegado de Freud, por nadie menos que... jJo- seph Breuer en los Estudios sobre la histeria, en el célebre his- torial clinico de la ‘‘Sefiorita Anna O’’'®! Asi que casi no hay necesidad siquiera de recordar que Freud habia asistido, como cido como" fantasma”” que es 1o que el diccionario francés-espaiol Larousse propone como primera optién, seguida por ‘quimera’’ ¢ “ilusién” y “espectro”, para traducir fantéme. 15 Cir. Deutsches Wérterbuch von Lutt Mackensen, Pfahl Verlag, Laupheim (Witbg.), p. $81: “Phantasma: Trugbild, Hirngespinst; Phontasmagorie; Wahnbild; Geistererscheinung auf der Bithne (Fantasma: imagen engaitosa, vision, fantasmagoria, espejismo, alucinacién; quimera, idea descabellada; aparicién, visidn en el teatro o en el escenario). 16 Sigmund Freud, Obras Compleias, t. 11, Amorrortu, Buenos Aires, 1980, p. 68: ““Duran- te todo el trayecto de la enfermedad subsistieron uno junto al otro tos dos estados de con- ciencia: el primario, en cl cual ta paciente era por entero normal psiquicamente, y el estado segundo, que bien podemos comparar con el sueflo por su riqueza en fantasmas (Phantas- me) y alucinaciones” (trad. José L. Etcheverry quien tuvo el acierto de indicar el original alemdn entre paréntesis). 197 artefacto 3 seberia ser de comin conocimiento, a los cursos de Frantz Bren- :ano, el gran comentarista de Aristoteles, y tedrico de la repre- sentacion y de la fantasia'’, y en los que Freud necesariamente se familiarizaria con el uso de la pareja aristotélica fantasia/fan- tasma. Frente a estas dos referencias contemporaneas, ,qué sen- tido tiene invocar, como algunos lo hacen para justificar su traduccion de fantasme por ‘‘fantasma’’, la funcién propiamen- te hablando retérica de la‘‘deixis en fantasma’’ (Deixis am Phantasma), propuesta por K. Buhler, que se produce ‘‘cuando un narrador lleva al oyente al reino de lo ausente recordable o al reino de la fantasia constructiva y lo obsequia alli con los mis- mos demostrativos para que vea y oiga lo que hay alli que ver y Oir (y tocar, se entiende, y quizd también oler y gustar)’’!%? Ademias, se puede sostener que emplear en psicoanalisis el con- cepto merafisico de ‘fantasma’’? —por oposicién a su sentido comin de ‘“‘espectro’’— sin duda seria privilegiar excesivamente cl producto-imagen-objeto a expensas de la actividad, de la ‘‘fic- cién”’ que la produce. La fantasia freudiana no se reduce a ser la pura imagen extenuada del objeto. Eso seria desconocer su es- tructura gramatical —su estructura de relato, estructura narrati- va que implica un sujeto, un verbo y un predicado—. De ahi que se presente como un escenario, un guidn, una puesta en escena, con actores y libretos. Ciertamente el objeto no podria estar au- sente de semejante puesta en escena (la escritura lacaniana lo ha- ce sin duda resaltar), pero tampoco hay que olvidar que justa- mente el objeto a no es susceptible de representacién especular alguna. Por todo lo anterior, entonces, no es de extrafiarse que /odos los traductores de Freud al espafiol (desde Luis Lépez Ballesteros y de Torre, pasando por Ludovico Rosenthal hasta José Luis Et- cheverry) no hayan vacilado ni un instante en traducir Phantasie por ‘‘fantasia’’, exactamente como, por razones que ya hemos explicitado, todos los traductores franceses han traducido el mismo término-aleman por fantasme (Phantasie=fantasme= “‘fantasia’’, o en el orden que sé quiera). 17 Cfr. Frantz Brentano, ‘Psicologia (Psicologia desde el punto de vista empirico)”’, Revista de acvidente, Madrid, 1926. 18 Fernando Lazaro Carreter, Diccionario de 1érminos filolégivos, Gredos, Madrid, 1968, p. 130, 198 La fantasia no es un fantasma Totalmente inverosimil!? e incongruente con la posicién freu- diana, nos parece toda tentativa de traducir ‘‘fantasma’’ cuando se trata, supuestamente, de la fantasia originaria o inconsciente propiamente dicha, y ‘‘fantasia’’ cuando se trata de la fantasia preconsciente, o de la ensofiacién diurna. Se sabe que algunos, tanto en inglés como en francés trataron de introducir ortogra- ficamente esta distincién, escribiendo en el primer caso phantasy © phantasme, y en el segundo fantasy o fantasme. Tales tentati- vas no prosperaron, y, que sepamos, Lacan jaméas las aprobé ni las imité. Hay una ambigiiedad insoslayable en el empleo freu- diano del vocablo de Phantasie, una oscilacidn constante que es lo que le permite a Freud todos sus andlisis de los procesos crea- tivos en los artistas, las formaciones de los recuerdos encubrido- res, los ataques histéricos, las compulsiones obsesivas y también sus especulaciones en torno a los origenes de la cultura humana, etc.; por eso, ninguna ortografia, ninguna argucia léxica , podra absolver al lector de su distraccién o desinterés. Por ultimo, pues, hemos reservado para el final la argumenta- cién que nos parece mas decisiva: si el termino en espafiol, cuan- do se trata de Freud, es ‘‘fantasia’’ no podria haber un término distinto cuando se trata de Lacan. Asi es de claro y de contun- dente. Si hay dos, uno para Freud y otro para Lacan, uno de los dos sobra. A nuestro parecer sobra ‘‘fantasma’’. 19 En esta inverosimilitud incurre el traductor del Diccionario de Laplanche y Pontalis. El original francés indica que fantasme se traduce como “ fantasia" en espanol, pero el Doctor Fernando Cervantes Gimeno, Profesor adjunto de Psicologia médica de la Pacultad de Me- dicina de Barcelona, prefiere realizar la complicada maniobra, que Freud mismo nunca qui- So realizar, de ir oscilando entre fantasma y fantasia, con la vana esperanza de poder al fin anclar el barco fantasma en fo profundo de lo inconsciente mientras que se puede dejar que la fantasia flote al garcte de la imaginacién totalmente libre, Esto lo lleva a traducir, por ejemplo, de esta manera: “*Parece, pues, que la problematica freudiana del fantasma (sic) no solamente no permite efectuar una distincién de naturaleza entre fantasma (sic) incons- ciente y fantasia (sic) consciente, sino que tiende mas bien a seNalar sus analogias, sus estre- chas relaciones, los pasos entre ellas””. Nos vemos obligados a preguntarnos si el traductor lee fo que traduce.

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