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| | | ) \ YU LAN, 1), NINO AVIADOR De TRY Pearl S; BUuek Yu Lan, el nifio aviador de China Pearl S. Buck com eee eee Hhosisina reser cine nito tame: ‘do Yu Lan, aquien lo tnico que le gustaba eran Josaviones. Cada momentode recteoloemplea~ tien hacerlos de papel y madera: de caias de bambi y pedacitos de sea, de trozos de metal y ‘verda. En sus libros de estudio, al lado de lis Jetras,dibujaba cuanta clase de aviones podia imagine. as Pero no pareefan reales. Larazén deestoera {que Yu Lan no habia visto jams un avion de ‘cerca, Slo los habia visto volando en el cielo, a ‘mucha altura, Eran aparatos enemigos. y,siendo lun chinito patriota, no le gustaba copiar solo 2 éstos. Pero ,qué podia hacer? £1 vivia en una ‘aldsta tan pequetia que nadie se preocupaba de la, aun en tiempo de guerra. Los aviones vola- ban sobre la aldea y silos pilotos miraban hacia fabajo, todo To que vefan cra un grupito de casas de color café, con techos de paja oscura, que ‘ereefan como hongos dela tierra, y se dirigian a Jgares més importantes. Ciertamente no po- vera Yu Lan con su chaqueta y pantalones ‘ealgodén azul, nimenossucaratostada,levan- Anda al cic. =-Quisiera que uno de esos aviones cayera ‘en nuestros campos —dijo Yu Lan un dia a su BE padre se Hamaba Kung y era el maestro do escuela de la aldea. Cuando oy6 decir esto a Yo Lan, le pareci _S eu ROnMATORDECANA as {Qué harfamos con é1, sobre todo si tu viese un enemigo dentro? —pregunt6, —Ten cuidado con lo que dices —exclamé la madre. En ese momento ella barria el umbral. Al hablar miré hacia afuera, porque tres aparatos cenuzaban el azul del cielo, YuLan sali corriendo observarlos. Volaban més bajo que de costum- bre; et nifo pudo apreciar el ancho de sus alas y Ja forma de sus colas. Desaparecieron casi inme- diatamente, pero 61 volvié répido a su cuarto, dibujé en un pedazo de papel todo lo que podia recondar de los aviones y lo guardé en su caja Esto era necesario, porque tenia dos hermanos ‘menores: Yu Ren y Yu Fang, y una hermanita Mei, todos los cuales eran muy intrusos y usaban sus cosas, En su caja guardaba un pequefio ‘modelo de avién hecho de pedacitos de bambi, revestido con papel, Sacé el modelo para mirar- lo, pensando que no habia nadie cerca, pero, al ‘sacarlo, Yu Ren y Yu Fang aparecieron de repen- te, extendiendo las manos, WLALALNNOAVABORENCHNA ag cS = {Dejame verlo! —grité Yu Fang. {Déjame tomarlo un poquito! —suplics W Ren. Hasta Mei aparecisextendiendolasmanitos Dpepajosas, porque habia estado chupando un poslazo de azticar S={No, no! —dijo Yu Lan, y lo guardé ‘wevamente Eintonces salié a buscar a sus padres para quejarse ante ellos. gu aisteraqu sie los ios to toquen mis cosas. No creo que debieran Be com ue posr pre (oe ‘ils Mei siempre tiene las manos pegajosas! exclu. F1Qué famitia més fastidiosa tienes! “Seilijo el sefior Kung, sonriéndose. Levanté la. Misa del ibro que lefa—: Veamos, hay algoaqut que teinteresar Y leyoen alta vor: "BI Maestro dio: ;Qué abundant pobla- ‘eld tay aqui! ;Quéharemosconellos?, pregun- pr) AS ILNIROAMADORDE CHA 16 Jan Yu. Ensefarles, replic6 el Maestro." El sefor Kung, como era profesor, siempre lefa libros, y Yu Lan sabia que el Maestro a que ellibro se referia, era Confucio, un gran hombre, ‘muerto hacia mucho tiempo. —Talveztus hermanosy twhermana quieren saber algo de tu avin —dijo el sefior Kung— Quizés, como dice Confucio, tt debieras ense- farles, en vez de quejarte de ellos. —Nada puedo ensefartes —replic6 amar- gamente Yu Lan—. No sé mucho de aviones. Sélo s€ que los veo volar muy alto en el cielo, sobre nuestra casa. —Y espero que jams se acerquen —excla- ‘m6 la sefiora Kung. ‘La madre estaba en la cocina preparando la ‘comida, que consisttfa en embutidos y un plato de repollo y cebollas picadas. Pero el seflor Kung no habia concluido de hablar. Como maestro de escuela, no podfa dejar de ensenar. —Antafto vivi6 en China un hombre que 2 ye invent una méquina para volar —comenzé-—. ElemperadoroyShablardeé! y lo mands llamar. “Me hn dicho que has inventado una maquina voladora deseo verla —Ie “Elinventor,queestabamuy orgullosodesu obra, contests “No sélo se a mostrar, sefor, sino que volaré en ella. “De manera que, en su vanidad, mont en a smiquinay se elev6 enel aire, Despus de varias ‘ueltas sobre el palacio, descendié y se presents al emperador, esperando una recompensa. ~Peroel emperador, que cra unhombre muy sabio y pensaba de otra manera, dijo: "No veoelbien quepuedehacerala gente el volar por los aires; ys veo el mucho mal que puede resultar de ello, ;Supongamos que nues- tos enemigos legaran en maquina voladoras y dejaran car rocas en nuestas cass, 0 explosi ‘vos en jatos! "Y orden que el hombre fuera desterado y K Mo van cscosts eas esetanss con escontento, pero como era un nfo bien nodijo nada. Sali6y se sent6 cerca de a de Ia cocina, desde donde salian tan hyienos olores. y pensé cuan extraito era que los ‘nunca entendieran a sus hijos. {Qué im- Lun viejo emperador muerto, cuando to- Jos demas, hoy dia, tenfan aviones? “Gontempl6 a su pichén pavonearse en ef yen busca de semilla y migajas y, eogiéndo- ii sus alas suavemente. jAh, si slo ‘comprender cémo estan hechos los hue ‘qué forma tienen las alas! {Cmo puede /pich6n gordo levantar su peso por sobre los ? «qué, por qué no puedo yo también J2-—le pregunté al pichén; pero éste no ¥ Sdlo lo mir6 con sus ojos negros y ‘Yu Lan solt6 al pichén y prosiguié con sus pensaimientos. TD sCreoqueno vers jamésunavign verdadero wv a ude. Todos los dias te repito lo mismo. seer muy agradable cuando no necesite Aeeir todos los dias a nuestro hijo Yu Lan que no sotvirse primero —exclamé cl senor Kung. ~-efilinopiensa mas queen aviones—dijo Yu ‘en aviones —repiti¢ Yu Fang. —balbuces la pequefia Mei. tia. verdaderamente cansado de su ‘Silencio! —dijo la sefiora Kung. {comprendié loque suhijosentia yensu ‘Wo lo reprendi6, En vez de eso, ella ‘en el plato de Yu Lan el embutido ¥y mas caliente ‘ErLias personas suelen olvidarse de sus: mo- ‘cuando tienen hambre —agreg6, dirigién- {los otros nifos. “Yu Lan mordié el embutido © inmediata- ntié mejor 19 Nada hay de malo en pensar en aviones ijoetserior Kung asuhijo— pero porningsn ‘tivo deberias olvidar tus modales © St, padre —replicd Yu Lan. “Sin embargo, siguié sonando en el dia cusn- volar. “Pero, a pesar de sus suetios, no vefa la pos: Pr sus libros de estudio sabia que tos se fabricaban en pafses Iejanos, como Unidos, yge6mo podria alguna vez le- pu América? “Ahora que el viejo emperador ha muerto, fabricar avionesen nuestro pais algu- 1 —pregunt6 un dia asu padre. Creo que no —replicé cl sefior Kung—; que siempre recordemos las palabras del emperador. ={Y si los tienen nuestros enemigos? unto Yu Lan, = {Ah! —dijo el sefor Kung—. Esperemos jamais enemigos. Y volvié a la lectura de sus viejos libros. a pr enmonnnnono CA ag CC onercnerin cuindesesperizao Yu Lan. No habia almacenes donde pudic- acd agen toss con asa lin. Nati onl ca hab Bisnis eeaicscicen, 78 rive uit pacts pourra ‘as{ habrfan seguido Tas cosas para siem- ‘no hubiera legado el gran dia. ;Nunea se saber cusndo amaneceriiun gran dfat Este igual a los otros. Yu Lan estaba en el ssacando malezas. Su padre le habia dicho ana: “Saca las malezas de entre los repo: te daré diez peniques”. Como Yu Lan dinero para comprar més papel y pra terminar suavidn, se puso trabajar, cl sefior Kung lefa sus viejos libros. Yu Lan estaba entre sus repollos, Jel ruido lejano de un avidn. Como siempre ‘escuichado con tanto cuidado aguel ruido |, comprendié inmediatamente que éste iistinto, Se levants y miré por todo el cielo, 2B Je" MveLNoamDOROLA ‘momento mis atemorizad, el aparato se acerea- bazigzagueando. El nifiose diocuentadeque iba a aterrizar. Aterriz6 vibrando y saltando, mien- ‘rasrodaba sobre el terreno aspero y seco, Enton- {es se detuvo y, por primera vez, Yu Lan vio que los aviones tenfan ruedas bajo sus alas. Cuando ‘comprobé esto, corié hacia él, Siustedes alguna ver han Hegado a poseer una cosa largamente ddeseada, comprenderin los sentimientos de Yu Lan en ese momento, cuando vio el avién des: ‘cender cerca de é1. Corris y se detuvo a contem- plarlo. Extendié su mano y tocé su suave metal Era como el cuerpo de un gran pajaro, pero mis duro, Tenfa alas y cola. Pero la cabeza era dite rente. En vez de un pico tenfa una natiz redonda, ‘Yu Lan estaba tan interesado en todo esto 4que olvidé mitar si habia alguien en el avign Imaginense su sorpresa cuando el techo parecis abrirse, deslizindose, y aparecié un hombre de ‘ojos azules y de tez blanca enrojecida por el sol Jamis antes habja visto Yu Lan un ser parecido. Toda la gente que conoefaerade ojosnegros y te 6 peewee ay indose los ojos con la mano. Por cierto que jun avidn volando muy alto desde el oest. lo un punto en el ciclo cuando lo divis6 los montes. Pens6 que se remontaria y sobre €1, como habfan hecho todos los ‘que antes habia visto, Pero no fue asf; miraba, sucedi el hecho excepcional str6 que ésteera un dia maravilloso. EL ‘comenz6 a fallar y a vacilar en su vuelo. se remont6 otra vez y descendid. Entonces ‘a agrandarse, Despacio, y, como sin se desliz6 hacia abajo, inclinado, hasta Neg6 tan cerca que Yu Lan alcanz6 a ver las en las alas. No era un avin japonés. No el sol rojo. En su lugar tenfa estrellas. que el avién estaba cerea se sintié 3. Era mucho mis grande de lo que ba. Por un momento pens6 esconder- hhuir hacia la casa y meterse bajo su Pero, y si cl avidn se estrellaba contra la los a todos? Pensaba cn esto y se semtfa cada 25 pr tenon eve Miréal hombre con antaatencién como Jmomento antes al aparato, Estaba en presen- ‘uno de aquellos blaneos de los cuales fa ofdo hablar, La nariz del hombre era A Yu Lan le habfan dicho que todos los ys tenfan grandes narices. Pens6 que la eruesa que llevaba el hombre era demasia- jadora para una maiiana de verano. El ppensaba lo mismo, porque se abrié la eta y se sacc el casco, p—iUN! —dijo. Entonces vio a Yu Lan, | —jHola! —exclams. Yu Lan no habia oido jams esta palabra, ast no respondié. Simplemente siguié miran- fal hombre. Ahora que tenfa la cabeza descu- Yu Lan not6 queel recién llegado teniael ‘amarillo como paja de arroz, No habia ‘nunca cabello igual. Todos sus conocidos ‘de pelo negro. Tan sorprendido qued6 que id6 de su temor. ‘=={Por qué tiene usted el cabello de ese a JUAN BLnonMBOR CHINA color? —pregunts. —iHablas inglés? —dijo el aviador. —~1Cémo puedo hacerto si soy chino’ —re- plicé Yi Lan, —Felizmentehablochino—dijoet hombre, ¥ se sonrid, mostrando sus dientes blancos—. Con respecto a mi cabello, nacf con él ast is suyo este avién? —continus Yu Lan, —De mi Tio Sam, de quien espero no se eenoje porque se me acabé la gasolina, {Qué es gasolina? —inguirié Yu Lan, —Lo que bebe el avin, ~ —Déjeme ver. —No queda nada, no puedes ver lo que no hay. {No serviria el agua o el é? —Desgraciadamente, no. Ahoradéjame pre- ‘suntar a mi. En primer lugar, ¢ddnde estoy? —Usted esta en la provincia de Szechwan, ccorea de la aldea de Kung —dijo Ya Lan—. Mi padre es el maestro de la escuela, y yo me flame ‘Yuan, pero nunca he aprendido lo que deseabs, 28 pn_1Y WIGELNRO mNDORDECHA pone primero, porque la familia es ms impor- tante que la persona —iAh!—dljoJimmy—. Nosotros conside- ramos a la persona més importante que la familia, Bsa es larazdin por la que mi nombre es Jimmy Smith. ;Debo llamarlo Smith? —pregunts Yu Lan, —No; Jimmy —contest6 el aviador. —Usted me confunde —declaré Ya Lan, Note preocupes de los iltimos nombres — sugitié el hombre—. Yo soy Jimmy. Té eres simplemente YuLan. —Pero si Yu Lan no aprende a manejar un avién, je6mo puedo ira visitar a Katie? — pregunt6—, ;Debo confiar sdlo enque Jimmy me lleve? Esta sencilla pregunta hizo que los esposos Kung se mirasen, cierto —

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