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Ni uno ms!

Todos, chicos y grandes, y muy especialmente los que habitamos en las ciudades,
estamos acostumbrados a vivir rodeados de objetos, objetos inventados por
nosotros mismos, claro. Muchos de estos objetos nos son muy tiles, nos ayudan
y facilitan nuestros trabajos. Pero otros, en cambio, no slo no sirven para nada
sino que, ms bien, resultan un estorbo. Y hasta hay algunos objetos que pueden
llegar a convertirnos en sus esclavos! Como por ejemplo, la gente que se pasa
todo el tiempo pendiente del auto o los que son esclavos de la moda, o del ltimo
refresco que nos muestra la tele.
Vivimos en una sociedad de consumo. Una sociedad de consumo es la que
inventa necesidades a la gente. Porque nadie necesita de verdad una peladora de
pltanos. Ni tampoco el ltimo refresco que muestra la tele. Una sociedad de
consumo le hace creer a la gente que slo va a sentirse bien si compra, si gasta,
si derrocha.
Por supuesto que en una sociedad de consumo, los que tienen dinero pueden
comprar y consumir lo que les muestran en la tele, en las revistas, en los carteles
de la calle. Pero hay personas que no estn en condiciones de hacer esos gastos
y, aunque parezca que todos podemos consumir lo que se ofrece, no es cierto.
Hay necesidades de las personas que son verdaderas y son las que tienen que
ver con los derechos de todos. En cambio, otras necesidades son inventadas
porque tienen que ver con la sociedad de consumo, es decir con las cosas intiles.
Un problema es que, cuanto ms se consume, ms basura se hace. Antes se
haca menos basura porque todo serva, todo se arreglaba y se volva a usar.
Ahora, en cambio, la mayora de los envases son desechables. Y no slo los
envases; muchos objetos como platos, vasos, paales, manteles, servilletas,
pauelos, relojes...
La basura es un problema cuando no hay modo de deshacerse de ella. Sobre todo
cuando es basura contaminante y peligrosa como la basura radioactiva. Y no
siempre hay leyes que estn preparadas para defendernos de esas cosas o,
muchas veces, no se cumplen. Habra que esperar que los hombres se den
cuenta de que la Tierra es la casa de todos y que entre todos la tienen que
defender porque, si seguimos as, no hay Tierra que aguante!

*Graciela Cabal, Cuidemos la Tierra. El hombre a favor de la Naturaleza, Buenos


Aires, Libros del Quirquincho, 1990.

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