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| | | } i ese Humanidades John Locke Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil Un ensayo acerca del verdadero origen, alcance y fin del Gobierno Civil SALUS POPULI SUPREMA LEX ESTO Traduccién, prdlogo y notas de Carlos Mellizo El libro de bolsilio sofia Alianza Editorial ‘Trruto ontamvat: The Second Treatise of Civil Government ‘An Essay Concefning the True Original, Extent and End of Civil Government (1960) Primera edicin en «El Libro de Bolsillo»: 1990 ‘Tercera reimpresi6n: 1998 Primera edicién en eArea de conocimiento: Humanidades»: 2000 Tercera reimpresién: 2004 \ Reservadas todos los deréchos. El contenido de esta obra esté protegido por la Ley, que establece peaas de prisién y/o moltas, ademas de las correspondientes ciones por dafios ¥ perjuicies, para quienes reprodujeren,plagiaren, ‘0 comunicaren piblicemente, en todo o en parte, una obr teraria, artstca o cientifica, 0 su transformacién, interpretacion 0 ejecucién artisticafijada en cualquier tipo de soporte o comunicada através de ualguier medio, sn la preceptiva autorizacién, © dela traduccién, prologo y notas: Carlos Mellizo @ Alianza Editorial, S. A, Madrid, 1990, 1994, 1996, 1998, 2000, 2002, 2003, 2004 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 28027 Madrid; telefono 91 393 88 88 ‘eonw alianzaeditoriaies ISBN: 84-206-3788-2 Depésito legal: M. 39.575-2004 Fotocomposicidn ¢ impresi6n: ECA, S.A Parque Industrial «Las Monjas» 28850 Torrején de Ardoz (Madrid) Printed in Spain Prélogo _John Locke: vida y escritos* Nacié Jobn Locke en el seno de una familia acomodads el 29 de agosto de 1632, en la pequeiia aldea de Wrington, al surde Bristol. Su madre morirfa apenas haberalcanzadio Locke la ma- yoria de edad, después de haber dado aluz dos hijos més. john ysus dos hermanos menores fueron educados por su padre con estricta disciplina, circunstancia que, andando los aftos, seria objeto delaudable comentario por parte del fildsofo, Antes de ingresar en la escuela, tuvo Locke, en medio del ri- guroso régimen familiar, una instruccién privada de orienta- cién ideol6gica liberal, al ser su padre ferviente partidario de la soberania del pueblo y dei gobierno representativo, En su casa se recibfan constantes visitas de los hombres més nota- bles de la comarca, en especial de Alexander Popham, juez de paz del condado de Somerset, a cuyo servicio estaba emplea- doel padre de Locke 1. El més completo estudio biogréfico sobre John Locke es et de ‘Maurice Cranston, John Locke: A Biography, Longmans, Green, Lon- dies, 1968, De esa obra me he servido para redactar, en form resumida, este epartado. Capitulo 2 Del estado de naturaleza 4. Para entender el poder politico correctamente, y para deducizlo de lo que fue su origen, hemos de considerar cual eselesiado en que los hombres se hallan por naturaleza. Yes éste un estado de perfecta libertad para que cada uno ordene, sus acciones y disponga de posesiones y personas como juz- gue oportuno, dentro de los limites de a ley de naturaleza, sin pedir permiso ni depender de la voluntad de ningiin otro hombre. Es también un estado de igualdad, en el que todo poder y jurisdiccién son recfprocos, y donde nadie los disfruta en mayor medida que los demés. Nada hay més evidente que el qué criaturas de la misma especie y rango, nacidas todas ellas para disfrutar en conjunto las mismas ventajas natura- les y para hacer uso de las mismas facultades, hayan de ser también iguales entre si, sin subordinacién o sujecién de unas a otras, a menos que el amo y sefior de todas ellas, por alguna declaracién manifiesta de su voluntad, ponga a una soberania. 2. DEL ESTADO D8 NaTURACELA ” 5. El juicioso Hooker’ considera esta igualdad natural entre los hombres como algo tan evidente en si mismo y tan incuestionable, que hace de ello el fundamento de esa obli- gacién que tienen los hombres de amarse mutuamente, so- bre a. cual basa los deberes que tenemos para con los otros y de la cual deduce las grandes méximas de la justicia y de la caridad. Sus palabras son éstas: La consideraci6n de la igualdad natural ha hecho que los hombres sepan queno es menor su deber deamar alos otros que el de amar- sea simismos. Pues todas aquellas cosas que son iguales deben necesariamente medirse de tina misma manera. Si yo no puedo evitar el deseo de recibir el bien de cualquier otro hombre en la medida en que este otro hombre desea también recibirlo en su pro- pia alma, como podzé esperar que sea satisfecha parte alguna de se deseo mio, sino me cuido de satisfacer el deseo semejante que sin duda tiene lugar en los dems, siendo todos de una misma na- turaleza? Ofrecer a los otros hombres algo que repugne ese deseo suyo tiene por fuerza que causar en elles el mismo pesar que cau- sarfa en mi. De tal manera, que si yo dafio a alguien, debo esperar sufrit, pues no hay razén para que los otros muestren para conmi- go més amor que el que yo he mostrado para con ellos. Porlo tanto, mi deseo de ser amado todo lo posible por aquellos que son natu- ralmente iguales a m{me impone el deber natural de concederles a ellos el mismo afecto. ¥ ningiin hombre ignora las varias reglas y cénones quella raz6n natural ha deducido de esa relaci6n de igual- dad que existe entre nosotros y los que son como nosotros. (Eccl. Pol. ib.i.) 6. Mas aunque éste sea un estado de libertad, no es, sin embargo, un estado de licencia. Pues aunque, en un estado asi, el hombre tiene una incontrolable libertad de disponer de su propia persona o de sus posesiones, no tiene, sin em- Dargo, lalibertad de destruirse a si mismo, ni tampoco anin- 2. [Richard Hooker (1554-1600). Eclesiéstico de la Reforma, tedlogo de la Iglesia Anglicana. Su obra més conocida, Of the Laws of Eccle- siastical Polity, ela que Locke cita a continuacién | 38 $80UNDO TRATADO SOBRE HL GORLERNO C1 gona criatura de su posesién, excepto en el caso de que ello sea requerido por un firi més noble quel de su simple pre- servaciéa, El estado de naturaleza tiene una ley de naturale- zaque lo gobierna y que obliga a todos; ylaraz6n, que,esesa ley, ensefia a toda la humanidad que quiera consultarla que Siendo todos los hombres iguales e independientes, ninguno « debe daiiara otro en lo que atatie a su vida, salud, libertad 0 Bosesiones. Pues como los hombres son todos obra de un ' omnipotente e infinitamente sabio Hacedor, y todos siervos de un sefior soberano enviado a este mundo por orden suya y para cumplir su eftcargo, todos son propiedad de quien los hahecho, yhan sido destinados @ durar mientras a Elle plac ca, yn0 a otro. ¥ asi, habiendo sido todos los hombres do- tados con las mismas facultades, y al participar todos de una naturaleza comtin, no puede suponerse que haya entre no- sotros una subordinacién que nos dé derecho a destruir al projimo como si éste hubiese sido creado para nuestro uso, igual que ocurre con esas criaturas que son inferiores a no- sotros, Por la misma razén que cada uno se ve obligado a’ preservarse a s{ mismo y a no destruirse por propia volan- tad, también se verd obligado a preservar al resto de la hu- manidad en la medida en que le sea posible, cuando su pro- pia preservacin no se ve amenazada por ello; ya menos que se trate de hacer justicia con quien haya cometido una ofen- sa, no podré quitar la vida, ni entorpecerla, ni poner obs- téculo a los medios que son necesarios para preservaria, atentando contra la libertad, la salud, los miembros o los bienes de otra persona. 7. Ypara que todos los hombres se abstengan de invadir los derechos de los otrosy de dafiarse mutuamente, y sea ob- servada esa ley de naturaleza que mire por la paz y la preser- vacién de toda la humanidad, los medios para poner en préctica esa ley les han sido dados a todos ios hombres, de tal modo que cada uno tiene el derecho de castigar a los 2, DEL ESTADO DE NATURALEZA 39. transgresores de dicha ley enla medida en que ésta sea viola- da; Pues la ley de naturaleza, igual que todas las demés leyes que afectan alos hombres en este mundo, serfa vana sino hhubiese nadie que, en él estado fatural, tuviese el poder de ejecutar dicha ley protegiendo al inocente y poniendo coto al ofensor. Y sien el estado natural cualquier persona puede castigar a otra por el mai que ha hecho, todos pueden hacer Jo mismo; pues en ese estado de perfecta igualdd en el que no hay superioridad ni jurisdiccién de uno sobre otro, cual- quier cosa que tino pueda hacer para que se cumpla esa ley seré algo que todos los demés tendran también el mismo de- recho de hacer. 8 Yasfes como en el estado de naturaleza un hombre llega a tener poder sobre otro. Pero no se trata de un poder absoluto o arbitrario que permite a un hombre, cuando un criminal ha caido en sus manos, hacer con éilo que venga dictado por el acalorado apasionamiento o la ilimitada extravagancia de su propia voluntad, sino tinicamente casti- garlo segiin los dictados de la serena razén y dela concien- cia, asignandole penas que sean proporcionales a la trans- gresién y que sirvan para que el criminal repare el dato que ha hecho y se abstenga de recaer en su ofensa. Pues éstas son las dos tinicas razomes que permiten aun hombre daar le- galmente a otro, es decir, castigarlo. Al transgredir la ley de neturaleza, el que realiza una ofensa esté declarando que vive guidndose por reglas diferentes de las que manda la razén y la equidad comtin, las cuales son las normas que Dios ha establecido para regularlas acciones de los hombres, en beneficio de su seguridad mutua. ¥ as{ el transgresor es un peligro pare Ja humanidad; pues las ateduras que impe- dian alos hombres herirse y hacerse violencia unos a otros han sido por él cortadas y rotas. Lo cuai, al constituir una transgresién contra toda la especie y contra la paz y seguri- dad que estebzn garantizadas por le ley de naturaleza, per- 40 sicuibe TRATADO SOBRE EL GOBIERNO CIV mitiré que cada hombre, en virtud del derecho que tiene de preservar al género humano en general, pueda contener 0, si es necesario, destruir aquellas cosas que le sean nocivas, y castigar as{ a quien haya transgredido esa ley haciendo de este modo que se arrepienta de haberlo hecho. ¥, median- te este procedimiento, lograr que el delincuente se abstenga * de volver a cometer el mismo delito, y disuadir con él ejem- ,plo a otros para que tampoco lo cometan. ¥ en este caso y con base en este fundamento, cada hombre tiene el derecho de castigar al que comete una ofensa, y de ser ejecutor de Ia ley de naturaleza, 1 9, Sin dudaesta doctrina les resultard muy extrafig a al- gunos hombres. Mas antes de que Ja condenen, quiero que me expliquen con qué derecho puede un principe o un esta~ do dar muerte o castigar a un extranjero por un crimen que éste haya cometide en dicho estado, Bs seguro que sus leyes, sancionadas por la voluntad expresa de la legislatura, no alcanzana un ciudadano extranjero, nise refierena él, ni tie- ne éste obligacién alguna de prestarles atencién. La autori- dad legislativa por la cual esas leyes obligan a los stibditos del estado no tiene poder sobre él. Aquellos que poseen el poder supremo de hacer leyes en Inglaterra, Francia, u Ho- Janda son, con respecto a un nativo dela India 0 de cual- quier otra parte del mundo, hombres sin autorided; y, porlo tanto, si no fuera porque, en virtud de ia ley de naturaleza, cada hombre tiene el poder de castigar las ofensas que se cometen contra ella, segiin lo que serenamente juzgue que es el castigo oportuno en cada caso, no veo cémo los magis- trados de una comunidad podrian castiger a un ciudadano extranjero, nacido en otro pafs; pues, en lo que a un ciuda- dano asi se refiere, los magistrados no tienen mas poder que el que, de manera natural, cada hombre puede tener sobre ‘otrohombre. 4 40. Ademds del crimen que consiste en violar la ley y apartarse de la recta norma de le raz6n, siempre que un hombre se convierte en un degenerado y declara que est aparténdose de os principios dela naturaleza humane y que es una criatura nociva, hay una injuria comtin, cometida contra alguna persona; y siempre hay un hombre que sufre dafio como consecuencia de esta transgresién. En un caso asi, quien ha padecido el datio tiene, ademés del derecho de castigar ~derecho que comparte con otros hombres-, un de- recho particular de buscar reparacién de quien le ha causa- do ese daft. ¥ cualquier otra persona que considere esto justo puede unirse a quien ha sido daiado, asistiéndole en ‘el propésito de recuperar del ofensor lo que sea necesario parasatisfacer el dafto que la victima he sufrido. * 11. Deestosdos distintos derechos ~el de castigar el cri- men afin de contenerlo y de impedir que vuelva a cometer- se, derecho que tiene todo el mundo; y el de buscar repara- cién, derecho que s6lo pertenece a quien ha sido injuriado- proviene el que el magistrado, quien por ser tal tiene el de- echo comin de castigar, pueda en muchas ocasiones, cuan- do el bien publico no exige que le ley se ejecute, remitir el castigo, por su propia autoridad, corzespondiente a las ofen- sas criminales cometidas; sin embargo, no podré perdonar la satisfaccién que se le debe a la persona privada que haya recibido el datio. Quien ha sufrido el dao tiene el derecho de exigir, en su propio nombre, una reparacion, yes ély solo 4 quien puede perdoneila. 14 persona dafiada tiene el poder de apropiarse de los bienes o del servicio del ofensor. ¥ ello es asi por el derecho de autoconservacién; pues cada hom- bre tiene el poder de castiger el crimen a fin de prevenir que vuelvaa ser cometido; y tiene ese poder en virtud de su dere- cho de conservara toda la humanidad y de hacer todo lo que estime razonable para alcanzar ese propésito. Y asf es como cada hombre, en el estado de natureleza, tiene el poder de Sr seouNDO TRATADO SOBRE EL matar a.un asesino, para disuadir a otro de cometer la mis- ma injuria, la cual no admite reparacién, sentando ejemplo en lo que se xefiere al castigo. que debe aplicarseles y tiene tambien el poder de proteger aloshombres de los ataques de un criminal que, habiendo renunciado a hacer uso de la ra~ 26n ~esa regla y norma comtin que Dios ha dado a la huma- _ nidad-, ha declarado la guerra a todo el généro bumano al haber cometido injusta violencia matando a uno de sus miembros; y, porlo tanto, puede ser destruido como sifuera un le6n, un tigre o una de esas bestias salvajes entre las cua- les los hombres no pueden vivir ni encontrar seguridad. Y enesto se funda esa gran ley de naturaleza: «Quien derrama lasangre de un hombre est sujetoa que otro hombre derra- me la suya». ¥ Cain estaba tan profundamente conveitcido de que todo hombre tenfa el derecho de destruir a un crimi- nal asi que, tras asesinar a su hermano, grité: «Cualquiera que me encuentre me mataré>, Asi de claro estaba escrito este precepto en los corazones de los hombres. 12. Por esta misma razén puede un hombre, en el esta- do de naturaleza, castigar también otros infringimientos menores de esa ley. Acaso alguien pudiera preguntar: scon la muerte? Y respondo: cada transgresion puede ser castigada enel grado y con la severidad que sea suficiente para que el ofensor salga perdiendo, para darle motivo a que se arre- pienta de su accion y para atemorizar a otros con el fin de que no cometan un hecho semejante, Cada ofensa que puede ser cometida en el estado de naturaleza puede ser castigada en misma medida en que puede serlo dentro de un Estados pues, aunque rebasarta los limites de mi presente propésito al entrar en los particulares de la ley de naturaleze o en sus grados de castigo, es evidente, en cualquier caso, que dicha ley existe, y que es tain inteligible y clara parauna criaturara- cional y para un estudioso de tal ley comoo son las leyes, positives de los Estados. Y hasta es posible que sea més clara 5 i 4 i 2. DeL ESTADO Dz NarURALza a atin, en, cuanto que los dictados dela razén son més faciles de entender que jas intrincadas fabricaciones de los hom- bres, las cuales obedecen a la necesided de traducir en pala- bras una serie de intereses escondidos y contrarios, Tal cosa son, ciertamente, muchas de las leyes municipales de los diferentes paises: y solo resultan justas cuando se basan en laley de naturaleza mediante la cual deben ser reguladas e interpretadas. 13. Aestaextrafa doctrina -es decir, ala doctrina de que en el estado de naturaleza cada hombre tiene el poder dehacer que se ejecute la ley natural-se le pondira, sin duda, Ja objecién de que nos razonable que los hombres sean jue- ces de su propia causa; que el amor propio los haré juzgar en favor de si mismos y de sus amigos, y que, por otra parte, sus defects naturales, su pasién y su deseo de venganza los le vyarén demasiado lejos al castigar a otros, deo cual solo podré seguirse la confusion y el desorden; y que, por lo tanto, es Dios el que ha puesto en el mundo los gobiernos, a fin de poner cote « la parcialidad y violencia de los hombres* Concedo sin reservas que el gobierno civilha de ser elremne- dio contra las inconveniencias que lleva consigo el estado de naturaleza, las cuales deben ser, ciertamente, muchas cuan- do alos hombres se les deja ser jueces de su propia cause. Pues no es fécil imaginar que quien fue tan injusto como para cometer una injuria contra su pr6jimo sea al mismo tiempo tan justo como para castigarse a sf mismo por ello. Pero quiero que quienes me hagan esta objecidn recuerden que los monarcas absolutos son también simples hombres; y siel gobierno ha de ser el remedio de esos males que se siguen necesariamente del que los hombres sean jueces de su propia causa, siendo, pues, elestado de naturaieza algo 3, (Clara alusién a Hobbes y ala justificacién del gobierno absoluto {que constituye el punto central de Leviatdn.] “a sugunsbo TRATADO SOBRE EL GOBIERNO CIV insoportable, desearfa saber qué clase de gobierno sera, y si resultaré mejor que el estado de naturaleza, aquel en el que un hombre, con mando sobrela multitud, tiene la libertad de juzgar su propia causa y de hacer con sus stibditos lo que le parezca, sin darie a ninguno la oportunidad de cuvestionar ‘controlar a quien gobierna segiin su propio gusto, ya. quien + debe someterse en todo lo que haga, ya sean sus acciones ,guiadas por la razén, por el error o por el apasionamiento. ‘Mucho mejor seria la condicién del hombre en su estado na- tural, donde, por lo menos, los individuos no estén obliga- dosa someterse aa injusta voluntad del projimos y siel que juzga lo hace mal, ya sea en su propia causa 0 en la dg otro, seré responsable por elio ante el resto de la humanidacd \ 14, Suele hacerse con frecuencia la pregunta siguiente, que es considerada como poderosa objecién: «Donde pue- den encontrarse hombres que existan en un estado natural asi? ;Existjeron alguna vez2». A esta pregunta baste por ahora responder diciendo que, como todos los principes y jefes de" los gobiernos independientes del mundo entero se encuen- tran en un estado de naturaleza, es obvio que nunca faltaron en el mundo, ni nunca faltaran hombres que se hallen en tal estado, He dicho todos los gobernantes de comunidades independientes, ya estén ligadas con otras 0 no; pues no todo pacto pone fin al estado de neturaléza entre los hom= bres, sino solamente ei que los hace establecer el acuerdo mutuo de entrar én una comunidad y formar un cuerpo politico. Hay otras promesas y convenios que los hombres pueden hacer entre si, sin dejar por ello el estado de natura- eza, Las promesas y compromisos de trueque, etc. entre los dos hombres en la isla desierta mencionades por Garcilaso de la Vega en su Historia del Peri‘, o entre un suizo y un in- 4. [Garcilaso de la Vega (1535-1616), lamado también Inca Garcila- 40, fue el primer historiador indigena en la América espatola.] 2, DEL ESTADO DENATURALEZA 46 dio en las selvas de América, los obligan a ambos, aunque siguen hallandose en un estado de naturaleza el uno con respecto al otro, Pues la sinceridad y le fe en el pr6jimo son cosas que pertenecen alos hombres en cuanto tales, y no en cuanto miembros de ina sociedad. 15. A quienes dicen que nunca hubo hombres en el esta- do denaturaleza no sélo me opongo recurriendo ala autori- dad del juicioso Hooker (Eccl. Poli. seccién 10) cuando nos dice que: Las leyes que han sido aqui mencionadas (1 ss de natura: Jeza) obligan a los hombres de manera absoluta en la medida en que son hombres, aunque jamés hayan establecido una asociacin ni un acuerdo solemne entre ellos acerca de lo que tienen 0 no tie nen que hacer. Ademés, no somos capaces de proporcionarnos por nosotros mismos aquellas cosas que son necesarias paralla vida que ‘nuestra naturaleza desea, una vida que responda ala dignidad hu- mane, Por o tanto, para Suplir esos defectos e imperfecciones que estén en nosotros cuando vivimos aislados yen soledad, nos vemos naturalmente inclinados a buscar la comunicacién y la compania ‘con otros. Esta fae la causa de que los hombres se unieran entre sf en las primeras sociedades politicas. Yo voy todavia més alld y afirmo que los hombres se ha- Ilan naturalmente en un estado asf, y que en él permanecen hasta que, por su propio consentimiento, se hacen a s{mis- mos miembros de alguna sociedad politica; y no dudo que enlo que sigue del presente discurso ello quedaré muy claro. Capitulo 3 Delestado de guerra 4 16. Elestado de guerra es un estado de enemistad y des trucciénsy, por lo tanto, cuando se declara mediante palabras oacciones, no como resultado de un impulso apasionado y momenténeo, sino con una premeditada y establecida in- , tencién contra la vida de otro hombre, pone a éste en un estado de guerra contra quien ha declarado dicha inten- cidn. ¥ de este modo expone su vida al riesgo de que sea to- mada por aquél o por cualquier otro que se le una en su defensa y haga con él causa comin en el combate. Pues esra- zonable y justo que yo tenga el derecho de destruir a quien amenaza con destruirme a mi. En virtud de la ley fan- damental de naturaleza, un hombre debe conservarse a si mismo hasta donde le resulte posible; y si todos no pue- den ser preservados, la salvacién del inocente ha de tener preferencia. Y un hombre puede destruir a otro que le hace Ja guerra, oa aquel en quien ha descubierto une enemistad contra él, por las mismas razones que puede mater aun Jobo oa un ieén, Porque los hombres asf no se guian porlas normas de la ley comtin de la raz6n, y no tienen més regla quela dele fuerza y la violencia, Y, por consiguiente, pue- den ser tratados como si fuesen bestias de prese: esas cria~ 46 2. DELESTADO DE GUERRA, 7 ttiras peligrosas y dafinas que destrayen a todo aquel que cae en su poder. 17. ¥ de aqui viene el que quien intenta poner a otro hombre bajo su poder absoluto se pone a si mismo en una siniacién de guerra con él; pues esa intenci6n ha de inter- pretarse como una declaracién o sefal del que quiere aten- tar contra su vida, Porque yo tengo rezdn cuando concluyo que aquel que quiere ponerme bajo su poder sin mi con- sentimiento podria utilizarme a su gusto en cuanto me tu- viera, y podria asimismo destruirme en cuanto le viniese en gana. Pues nadie desearia tenerme bajo su poder absolut, si no fuera para obligarme a hacer cosas que van contra mi voluntad, es deciz, para hacer de mi unesclavo. Estar libre de esa coaccién es lo tinico que puede asegurar mi conser- > vaci6n; y la raz6m me aconseja considerar a un hombre tal como a un enemigo de mi conservacién, capaz de privarme de esa libertad que me protege. Aquel que, en el estado de naturaleza, arrebatase la libertad de algiin otro que se en- ‘cuentra en dicho estado debe ser considerado, necesatia- mente, como alguien que tiene la intencién de arrebatar también todo lo demas, pues la libertad es ei fundamento de todas las otras cosas. Del mismo modo, aquel queen el estado de sociedad arrebata la libertad que pertenece a los miembros de esa sociedad o Estado debe ser considerado como alguien que tiene la intencién de apropiarse también de todd lo dems, y debe ser mirado igual que lo harfamos enunestadode guerra. 18. Esto hace que sea legal el que un hombre mate a un ladr6n que no le hia hecho el menor dao ni ha declarado su intenciGn de atentar contra su vida, y se ha limitado, hacien- do uso de la fuerza, a tenerlo en su poder arrebatando a ese hombre su dinero o cualquier otra cosa que se le antoje, Pues ‘cuando alguien hace uso de la fuerza para tenerme bajo su ; i eae | 48 ‘SEGUNDO TRATADO SOBRE EL. GOBIERNO CIVIL 13, DB, ESTADO DE GUERRA 49 poder, ese alguien, diga lo que dige, no logrard convencerme la ley, que fue hecha para mi proteccion, me permite, cuando de que una vez que me fa quitado la libertad, no me quitaré ella no puede intervenir en favor de la defense de mividaen también todo lo demés cuando me tenga en su poder ¥, por : el momento en ‘que ésta es amenazada por la fuerza, vide consiguiente, es legal que yo lo trate como a persona que ha aque, una vez que se pierde, yao puede recuperarse, me per- declarado hallarse en un estado de guerra contra mi es de- mite, digo, defendermie a mi mismos y me da también el de- cir, que me esté permitido matarlo si puedo, pues ése es el tech de hacer la guerra y la libertad de matar al agresor. « riesgo al que se expone con justicia quien introduice un esta~ Porque el agresor nome concede tiempo pars apelar a nues- , dodeguerray es en lla el agresor. tro juez comin ni para esperar la decision de la ley en aque- los casos en los que, ante pérdide tan irreparable, no puede 19, Aqui tenemos la clara diferencia entre el estado de haber remedio para el dafio causado. La falta de un juez naturaleza y el estado de guerra; ya pesar de que algiinos|os comin que posea autoridad ponea todosloshombresen un han confundido’, se diferencian mucho el uno del otro. Pues estado de naturaleza; la fuerza que se ejerce sin derecho y el primero es un estado de paz, buene voluntad, asigtencia que atenta contra la persona de un individuo produce un mutuay conservacién, mientras ue el segundo es un éstado estado de guerra, tanto en los lugares donde hay un juez de enerhistad, maticia, violencia y matua destruccién, Pro- comin como en los quenolo hay. piamente hablando, el estado de naturaleza es aquel en el : que los hombres viven juntos conforme e le razén, sin un 20. Pero cuando la fuerza deja de ejercerse, cesa el es- poder terrenal, comtin.y superior a todos, con autoridad tado de guerra entre quienes viven en sociedad, y ambos para juzgarlos, Pero la fuerza, o una intencién declarada de’ pando’ estén sujetos al justo arbitrio dela ley. Pues entonces utilizar la fuerza sobrela persona de otro individuo alli don- queda abierto el recurso de buscar remedio para ls injurias de no hay un poder superior y comin al que recurrir para pasadas, ¥ para prevenir dafios futuros. Mas allf donde no encontrar en élalivio, es el estado de guerra; y es a falta dela hay luger @ apelaciones ~como ocurre en el estado de gue- oportunidad de apelarlo que le da al hombre el derecho de rra~ por falta de leyes positivas y de jueces autorizados @ hacer la guerra a un agresors, incluso aunque éste viva en s0- quienes poder apelar, el estado de guerra continga una vez ciedady sea un conciudadano. Por eso, aun ladrén al cual yo que empiezss y el inocente tiene derecho de destruir al otro no puedo dafiar sino recurriendo ala ley cuando ya me ha con todos los medios posibles, haste que el agresor oftezca la robado todo Io que tengo, puedo, sin embargo, matarlo, » pazy desee la reconciliaci6n en términos que puedan repa- aunque sélo quiera robarme mi caballo o mi gabén’®; porque rarel dafio que ya ha hecho, y que den seguridades futurasal inocente. Es més: alls donde la posibilidad de apelar ala ley yalos jueces constituidos estd abierta, pero el remedio es iona Hobbes, Ya no sefialaremos todas las que hay en el negado por culpa de una manifiesta perversién dea justicia do, silo caberecurrir alaley. Pero cuando el delito, aunque sea menor, indemnes la violencia o las injurias cometids por algunos no se ha cometido atin, ¢s licito poner todos los medios necesatios para . hombres o por un grupo de hombres, es dificil imeginer impedirio} otro estado que no sea el de guerra; pues siempre que se hace 5, (Nuevaah texto.) 50 SEGUNDO TRATADO SOBRE EL GOMERNO CIVIL uso dela violencia o se comete una injuria, aunque estos de- lites sean cometidos por manos de quienes han sido nom- brados para administrar justicia, seguiran siendo violencia ¢ injuria, por mucho que se disfracen con otros nombres ilustres o con pretensiones o apariencias de leyes. Pues es el fin de las leyes proteger y restituir al inocente mediante una aplicacién imparcial de las mismas,y tratando por igual a todos los que a ellas estén sometidos. Siempre que no se hace algo bona fide, se esté declarando ia guerra a las victimas de una accién asf y cuando los que sufren no tienen el recurso de apelar en la tierra a alguien que les dé a raz6n, el nico Temedio que les queda en casos de este tipo es apelar a los Cielos. Hl \ 21. Paraevitar este estado de guerra ~en el que sdlocabe apelar al Cielo, y que puede resultar de la menor disputa cuando no hay una autoridad que decidd entre las partes en litigio~ es por lo que, con gran razén, los hombres se ponen a s{mismos en un estado de sociedad y abandonan el estadé de naturaleza. Porque alli donde hay una autoridad, un po- der terrenal dei que puede obtenerse reparacién apelando a i, el estado de guerra queda eliminado y la controversia es decidida por dicho poder. Si hubiese habido un tribunal asi, alguna jurisdiccién terrenal superior para determinar jus- tamente el litigio entre jefté y los amonitas’, nunca habrian Hegado a un estado de guerra; mas vemos que Jefté se vio obligado a apelar al Cielo: «En este dia ~dice~ sea el Sefior, que es también Juez, quien juzgue entre los hijos de Israel y los hijos de Ammén» (Jueces xi. 27); y tras decir esto, basdn- dose en su apelacion, persiguié al enemigo y condujo sus ejézcitos a la batalla. Por lo tanto, en aquellas controversias en las que se plantea la cuestion de «jQuién sera aqui el 7. (Lahistoria de Jefté y de su controversia con los amonistas queda narradaen juecesx. 6-x3.33, > pa emiboseaieina 5 jueztn no quiere decinse con ello «quién decidiré esta con troversian; pues todo el mundo sabe que 10 que Jeftéesté agut diciéndonos es que cel Selon que es también Jueon es el gue hab de decidirla, Cuando no hay un juer sobre s tierra, la apelacion se dirige al Dios que esté en los Cielos. ‘Ast, esa CuestiGn no puede significar «quién juzgard si otro se ha puesto en un estado de guerra contra mi, y si me esté permitido, como hizo jefté,apelar al Cielo para resolverlay. ‘Pues en esto soy yo el tinice juez en mi propia conciencia, y elque,en el gran dia’, habré de dar cuenta al Juez Supremo de todosloshombres. 8, (Esdecir,eldiad Capitulo 4 Dela esclavitud { \ 22, Lalibertad natural del hombre consiste en estar libre de cualquier poder superior sobre la tierra, y en no hallarse so- metido aa voluntad o aa autoridad legislativa de hombre al- guno, sino adoptar como norma, exclusivamente, la ley de naturaleza. La libertad del hombre en sociedad es la de no estar bajo més poder legislative que el que haya sido estable- cido por consentimiento en el seno del Estado, ni bajo el do- minio de lo que mande o prohiba ley alguna, excepto aque- las leyes que hayan sido dictadas por el poder legislativo de acuerdo con la misién que le hemos confiado. Porlo tanto, la libertad no es lo que sir Robert Filmer nos dice (0. A. 55): «auna libertad para qué cada uno haga lo que le plazca, o viva como guste, sin sujetarse a ley alguna»; sino quela libertad de Jos hombres en un régimen de gobierno es ia de poseer una norma publica para vivir de acuerdo con ella; una norma co- miin establecida por el poder legislativo que he sido erigido dentro dé una sociedad; una libertad para seguir los dictados de mi propia voluntad en todas esas cosas que no han sido pres- critas por dicha norma; uri no estar sujetos a la inconstante, ns upon Aristotle's Politics (1652) 52 4. DELA sscuaviTD : 33 incieria, desconocida y arbitraria voluntad de otro hombre, del mismo modo que a libertad natural consiste en no tener ds trabas que las impuestas por laley denaturaleza. 23, Eseestar libres de'un poder absoluto y arbitrario es tan necesario, ¥ esté ten intimamente vinculado a la consez~ vyacién de unrhombre, que nadie puede renunciar a ello sin estar renunciando al mismo tiempo alo que permite suauto- conservaci6n y su Vida. Pues un hombre sin poder sobre st. propia vida no puede, por contrato 0 acuerdo otorgado por 5u propio consentimiento, ponerse bajo el absoluto poder arbitrario de otro que le arrebate esa vida cuando sele anto- fe. Nadie puede otorgar més poder del que tiene; ¥ quien no tiene el poder de quitarse a simismo ja vida no puede darlea otro hombre poder sobre ella. Ciertamente, a quien ha re- muhtciado a su propia vida por causa de algiin acto que me- rece la muerte puede que le sea concedida alguna prérroge por aquel que le tiene en su poder, y que, mientras tanto, lo emplee en su servicios haciendo esto, no le estaré causando injuria, pues quien encuentre la dureza de la esclavitud més onerosa que el hecho de perder la Vida, siempre tendrd en su poder, con solo desobedecerla voluntad de su amo, hacer quecaiga sobre sila muerte que desea. 24. Esta es la verdadera condicién de la esclavitud, ta cual no es otra cosa que «el estado de guerra.continuado entre un legitimo vencedor y su cautivon. Pues, si se realize tun acuerdo entre ambos, y pactan que uno limitesu poder a cambio de que el otro preste abediencia, el estado de guerra y esclavitud cesarén mientras ese pacto se respete. Porque, como yeha quedado dicho, ningiin hombre puede conceder a otro, mediante acuerdo, lo que él no tiene consigo, a saber, elpoder sobre su propia vida. ‘Reconozco gue, entre los judios, y tam los, vemos que los hombres se vendian a 'n en otros pue- ero eS i 54 : SEGUNDO TRATADO SO2RE BL Got asd cine claro que sélo se enteegaban para le reelizacin de trabajos serviles, y no para ser esclavos. Pues es evidente que la per- sona vendida no estaba bajo un poder absoluto, arbitrario y despético. El amo nunca tenfa el poder de matar 2 quien, despaés de un cierto tiempo, estaba obligado a librar de su servicio; y el amor de un siervo asf estaba tan lejos de poser = un poder arbitrario sobre la vida de dicho siervo, que ni si- quiera podia mutilarlo, ¥ cuando el siervo perdia un ojo 0 undiente, ello lo ponfaen libertad (Exodo wad). Capitulo 5 Dela propiedad 25, Tanto si consideramos|a razén natural, la cual nos dice ‘que, una vez que nacen, los hombres tienen derecho a st autoconservacién y, en consecuencia, a comer, a beber ya eneficiarse de todas aquellas cosas que la naturaleza procu- ra para su subsistencia, como si nos atenemos @ le revela- cién, la cual nos da cuenta delos dones mundanales que Dios otorgé 2 Addn, a Nog’ sus hijos, es sobremanera evidente que Dios, como dice el rey David (Salmos cx. 16), «ha dado Ja tierra 2 los hijos de los hombres», es decir, que se ia ha dado a toda la humanidad para que ésta participe en comin de ella. Mas, admitido esto, a algunos les resulta muy dificil entender cémo podré un individuo particular tener pose- sién de cdsa alguna. No solo me limitaré a responder que, si es dificil justificar la propiedad partiendo de la suposicién de que Dios entregé el mundoa Adan ya su posterided par que todos lo tuvieran en comiin, serfa también imposible que nadie, excepto un monarca universal, tuviese propiedad al- guna si saponemos que Dios dio el mundo a Adan ya st Sucesores ditectos, excluyendo al resto de la hamanidad; ne limitaré a la respuesta que acabo de dar, digo, sino que también mostraré cOmo los hombres pueden llegar a ner 35 i seUNDO TRATADO 50 3 £L.COBIERN cr en propiedad varias parcelas de lo que Dios entregé en co- jun al género bimmanosy ello, sin necesidad de que haya un megerdo expreso entre los miembros de la comunidad, 26. Dios, que ha dado en comiin el mundo a los hom- ines, también lesha dado la raz6n, afin de que hagan uso de ~ dia para conseguir mayor beneficio de le vida, ymayores Sentajas. La tierra y todo lo que hay en ella le fueron dados al " nombre pare soporte y comodidad de su existencia. Y aun- aque t0d0s os rutos quela tierra produce neturalmente, asf sino las bestias que de ellos se alimentan, pertenecen ala hramanidad comunitariamente, al ser productos esponté- neos de la natiiraleza; y aunque nadie tiene originalinente dip exclusivo dominic privado sobre ninguna de estas tosas tely como son dadas en el estado natural, ocurre, sin em- «argos que; como dichos bienes estén af para uso de los hombres, tiene que haber necesariamente algun medio de apropidrselos antes de que puedan ser utilizadas de algiia wi go o resuiten beneficiosos para elgiin hombre en par- oular Bl fruto ola carne de venado que alimentan al indio salvaje, el cual no ha ofdo hablar de cotos de caza y es toda- sia up wsuario de la tierra en comuin con los demés, tienen que ser suyossy tan suyos es decir, tan parte de mismo, que singein otro podré tener derecho a ellos antes de que su pto- pieterio haya derivado de ellos agin beneficio que dé sus- tentoa su vida, 77. Nunguela tierra y todas las criaturas inferiores per- tenecen en comtin a todos los hombres, cada hombre tiene, in embargo, una propiedad que pertenece a su propia per- Sonas ya esa propiedad nadie tiene derecho, excepto él mis- tno. trabajo de su cuerpo y la labor producida por sus ms- hos podemos decir que son suyos. Cualquier cosa que él jaca delestado en que la naturaleza la prodajo y la dej6, ya modifica con su labor y aftade a ella algo que es de s{ mismo, 5 DELA PROMIEDAD d 7 es, por consiguiente, propiedad suya. Pues al sacarla del es~ tado comin en el que la naturaleza la habfa puesto, agrega a ellaalgo con su trabajo, yello hace que no tengan ya derecho aellalos demés hombres, Porque este trabajo, al ser induda- blemente propiedad del trabajador, da como resultado ei que ningain hombre, excepto él, tenge derecho a lo que ha sido afiadido ala cosa en cuestién, al menos cuando queden todavia suficientes bienes communes para los demés. 28. Ciertamente, quien se ha alimentado de las bellotas que él mismo ha recogido de debajo de una encina, 0 de las manzanas que ha cosechado de os arbotes del bosque, pue- Ge decirse que se ha apropiado de ellas. Nadie podré negar {que ese alimento es suyo. Pregunto, pues: ;Cuindo empe- zargn esos frutos a pertenecerle? sCuando los ha digerido? Cuando los comié? ;Cuando los cocié? ;Cuando se los lle~ ya su casa? jCuando los cogié en el campo? Es claro que si elhecho de recogerlos no los hizo suyos, ninguna otra cosa podria haberlo hecho. Rse trabajo establecié la distincién entre lo que devino propiedad suya y lo que permanecié siendo propiedad comiin. El trabajo de recoger esos frutos aiiadié a ellos algo més de lo que Ja naturaleza, madre co- satin de todos, habie realizado. ¥ de este modo, dichos fru- tos se convirtieron en derecho privado suyo. ;Podra decir alguno que este hombre no tenfa derecho a las bellotas 0 ‘manzanas que él se apropié de este modo, alegando que no tenia el consentimiento de todo el género humano para to- marlas en pertenenciaé ;Fue un robo el apropiarse de lo que pertenecfa comunitariamente a todos? Sie} consentimiento de todo el género humano hubiera sido necesario, este hom- bre se habrfa muerto de hambre, a pesar de la abundancia que Dios le habia dado, Vemnos en las tierras comunales que siguen siendo tales por virtud de un convenio que la apro- piacion de alguna de las partes comunales empieza cuando alguien las saca del estado en que la naturaleza las ha deja- 38 SEGUNDO TRATADO SOBRE AL GOBIERNO CITE do, Sin esto, las tierras comunales no tendrfan sentido. ¥ la apropiacién de esta 0 de aquella parte no depende del con- sentimiento expreso de todos los comuneros. Asi, la hierba que mi caballo ha rumiado, y el heno que micriado ha sega- do, y los minerales que yo he extraido de un lugar al que yo tenia un derecho compartide coos demés, se convierten, en propiedad mia, sin que haya concesién o consentimiento de nadie. El trabajo que yo realicé sacando esos productos del estado en que se encontraban me ha establecido como propietario deellos. 29. Sihiciéramos del consentimiento explicito derada ‘comunero una condici6n necesaria para que alguien se apro- piase alguna parte de lo que ha sido dado comunitariamien- te, entonces os nifios 0 os criados no podsian partir la car- ne que les hubiera sido proposcionada en comin por st padre o su amo, sin que éste les asignara a cada uno la parte que les corresponde en particular. Aunque el agua que sale dela fuente sea de todos, squién pondré en dada que la que est en el cantaro es de quien lo ha llenado? Su trabajo ha to- mado ese agua de las manos de la naturaleza, la ha sacado de ese estado en que pertenecia comunitariamente a todos y se laha apropiado para si mismo. 30. Asi, esta ley de le razén hace que el ciervo sea pose- sién del indio que lo ha matado; es de su propiedad porque 41 seha tomado el trabajo de cazarlo, aunque antes todos tu- vieran un derécho comunitario sobre el animal. Y entre aquellos que se cuentan entre la parte civilizada de la huma- nidad y que han hecho y multiplicado una serie de leyes po- sitivas para detérminar la propiedad, esta ley original de na- turaleza que se aplicaba antes a los bienes comunes para establecer los origenes de la epropiacién sigue siendo vi- gente. Y en virtad de ella, cualquier pez que uno pesque en el mar~ese gran bien comunal que contintla perteneciendo 5, DELA PROPUEDAD 7 59 poriguala todala humanidad-, ytodo ambar gris™® queuno saque a la superficie, seré propiedad suya en razén de que ‘esas cosas con el resultado de.su trabajo, y de que él fue quien, con su esfuerzo, las sacé del estado en el que la na~ turaleza las habfa déjado. E incluso entre nosotros, la lie- ‘re que alguien esta cazando s¢ considera propiedad de aquel que la persigue durante la caza; pues, raténdose de un ani- mal que se considera todavia propiedad comiin de todos, quien dedique tanto esfuerzo a encontrarlo y a perseguirlo con el propésito de sacario del estado natural en el que ese animal era atin de la comunidad habré empezado a poseerlo como algo suyo. a 31. Quizé pueda objetarse a esto que «si el hecho de re- coger las bellotas y otros frutos de la tierra hace que tenga- mos derecho a ellos, entonces cualquiera podria aumentar su propieded tanto como quisiese». A lo cual respondo: no es asi, Puesla misma ley de naturaleza que mediante este proce- dimiento nos éa la propiedad, también pone limites a esa propiedad. «Dios nos ha dado todas les cosas en abundan- cian (4 Tirnoteo vi. 17) es la voz de la razén confirmade porla inspiracion, Pero shasta dénde nos ha dado Dios esa abun- Gancia? Hasta donde podamos disfratarla, Todo lo que uno pueda usar pare ventaja de su vida antes de que se echea per- Ger seré aquello de lo que le esté permitido apropiarse me- diante su trabajo. Mas todo aquello que excede io utilizable seré de otros, Dios no creé ninguna cosa para que el hombre la dejara echarse a perder o para destruirla. Y ast, conside- rando la abundancia de provisiones naturales que durante mucho tiempo hubo en el mundo, yla escasez de consumido- res; y considerando lo pequefia que seria la parte de esa 10, [Es la sustancia sélida, derivada de una secrecion biliar que pro- ducen las ballenas, que se utiliza en la fabricacién de cosméticos, ‘También se empleaba como medicina anticatare 60 SEGUNDO TRATADO SOREE BL GOBIERNO CIVIL abundancia que el trabajo de un hombre podria abarcar y acumular con perjuicio para los demas, especialmente si di- cho hombre se mantuviese dentro de los limites establecidos por la raz6n, apropiéndose solamente lo que pudiera ser de $8880, s6lé pudieron haberse producido muy pocos alterca- dosy discusiones acerca de la propiedad asiestablecida. 32. Mas, como la cuestién principal acerca de la propie- ‘dad no se refiere hoy dia a los frutos de la tierra nia las bes- tias que en ella habitan, sino ala tierra misma al ser ésta la que contiene y lleva consigo todo lo dems, diré que la pro- piedad de la tierra se adquiere también, como es obvig, del mismo modo que en el caso anterior. Toda porcién de tierra que un hombre labre, plante, mejore, cultive y haga que bro- duzca frutos para su uso seré propiedad suya. Es como si, como resultado de su trabajo, este hombre pusiera cercas a esa tierra, aparténdola de los terrenos comunales. Este dere- cho suyo no quedaré invalidado diciendo que todos los de- més tienen también un derecho igual ala tierra en cuestiony que, porlo tanto, é no puede apropiérsela, no puede cercarla sin el consentimiento de todos los demés comuneros, es dec: dejresto dela humanidad. Dios, cuando dio el mundo comu- nitariamente a todo el género humano, también le dio al hombre el mandato de trabajar; y la penuria de su condicién requerfa esto de él. Dios, y su propia raz6n, ordenaron al hombre que éste sometier@ la tierra, esto es, que la mejorara para beneficio de suvida, agregdndole algo que fuese suyo, es decir, su trabajo. Por lo tanto, aquel que obedeciendo el man- dato de Dios sometid, labré y sembr6 una parcela de la tierra afiadié a ella algo que era de su propiedad y a lo que ningin ‘otro tenia derecho ni podia arrebatar sin cometer injuria. 33, Yesta apropiacién de alguna parcela de tierra, lo- grada mediante el trabajo empleado en mejorarla, no im- plicé perjuicio alguno contra los demas hombres, Pues to- 5, DELA PROPIEDAD . 61 davia quedaban muchas y buenas tierras, en cantidad mayor de la que los que atin no poseian terrenos podian usar. De manera que, efectivamente, el que se apropiaba una parcela de tierra no les estaba dejando menosalos otros; pues quien deja al otro tanto como a éste le es posible usar, es lo mismo (que sino le estuviera quitando nada en absoluto. Nadie que tuviera todo un Ho para calmar su sed podria sentirse pe dicado porque un hombre bebiese de esa misma agus, aun- que tomase de ella un buen trago. Tanto sise trata de terres como de agua, alli donde hay cantidad suficiente, el caso es elmismo. 34, Dios ha dado e los hombres el mundo en comi pero como se lo dio para su beneficio y para que sacaran de Allo que més les conviniera para su vide, no podemos supo- ner que fuese la intencién de Dios dejar que ei mundo per- maneciese siendo terreno comunal y sin cultivar. Ha dadoel mundo para que el hombre trabajador y racional lo use;y ¢s eltrabajo lo que da derecho ala propiedad, yno los deliziosy Jaavaricia de los revoltosos y los pendencieros. Aquel a quien Jeha quedado lo suficiente para su propia mejora notiene ne- cesidad de quejarse, y no deberia interferirse en lo que otro hha mejorado con su trabajo. Silo hiciera, seria evidente que estaba deseando los beneficios que otro ya habia conseguido como fruto de su labor, cose a la que no tendrfa derecho. ¥ no estaria deseando la tierra que Dios le dio en comin con los demés, y dela cual quedaba tanta y de tan buena calidad como la que ya habia sido posefda, ¢ incluso mucha més de Ja que él pod:fa utilizar o abarcar con su trabajo. 35. Es cierto que en las tierras comunales de Inglaterra ode cualquier otro pais en el que mucha gente con dinero y comercio vive bajo un gobierno, nadie puede cétcar 0 apro- piarse parcela alguna sin el consentimiento de todos los co- propietarios. Pues esas tierras llegaron a ser comunales 2 sagunbo TRATAD0 Sonne EL SOMERNG GIES mediante pacto, es decir, por la ley de la tierra, la cual no debe ser violada. Y aunque estos terrenos sean comunales con respecto a algunos hombres, no lo son con respecto a toda la humanided; sélo son propiedad comin dentro deun pais determinado, o de une parroquie. Ademés, le tierrares- tante, después dela parcelacién, no serfa tan buena para los _demds.copropietarios como lo era cuando podian hacer ‘uso de tode ella; Jo cual no sucedia al principio cuando la gran tierra comunal del mundo entero empez6 a poblarse. La ley bajo la que el hombre vivia le ordenaba que ejerciese la apropiacién. Dios, y sus propias necesidades, forzaban al hombre a trabajar. Y¥ lo que habla conseguido como resul- tado de su trabajo era propiedad suya y no podia serle'grre- batado. Veros, pues, que la sumisi6n o cultive dela tietra y el dominio sobre ella son cosas que van unidas. La una daba derecho ala otra, De tal manera, que Dios, al mandar quela tierra fuese sometida, estaba dando también la autoridad de apropiarsela’ Asi que es le misma condicién de la vida hu- mana, la cual requiere trabajo y bienes materiales en los que trabajar, la que da luger a que haya posesiones privadas,” 36. La neturaleza ha dejado bien sentado cudles han de ser los limites de la propiedad, pues éstos dependerdn del trabajo que realice un hombre y de lo que le resulte conve- niente para vivir. Ningiin trabajo humano fue capaz de apropiérselo todos y tampoco podia disfrutar hombre algu- no més que de parte pequefia. Segtin esto, era, por tanto, impo- sible que ningiin hombre se entrometiera en los derechos de otro, © adquiriese propiedad para s{ mismo con perjuicio desu vecino, el cual tendria todavia sitio suficiente para ad- quirir posesiones tan buenas y tan extensas, en la misma Cantidad que cuando la apropiacién del otro no hebfa teni- do lugar. Esta limitacion confinabaa cada hombre a obtener posesiones en proporcién moderada, y s6lo en la medida en que le fuera posible obtener propiedad sin daar anadie; asf 5: DELA FROMEDAD : 6 fue en las primeras edades del mundo, cuando los hombres corrfan mas peligro de perderse si se alejaban los unos delos dtros en el vasto espacio della tierra deshabitada que de estor- barse mutuamente por falta de lugar donde afincarse. ¥ esa misma medida puede seguir permitiéndose hoy sin perjuicio de nadie, por muy lleno que nos parezca que esté el mundo. Supongamés que a un hombre o a una familia en su con- dicion primigenia, cuando el mundo empezaba a poblarse por los hijos de Adan o de Noé, se le hubiera permitido ins- talarse en alguno de los lugares desocupados del interior de América. Si asi hubiera sido, descubrirfamos que las pose- siones que este hombre o familia fue capaz de apropiarse segiin la medida que hemos dicho no pudieron ser muy extensas, ni causar pesjuicio, aun en el dia de hoy, al resto del género humano; y tampoco podrian dar a los hombres ra- z6n para quejarse o para pensar que habfan sido perjudica- dos por esa apropiacién, a pesar de que la especie humana se ina extendido a todas les esquinas del mundo y es infinita- mente més numerosa de lo que lo fue al principio. Y yo afia- diria, ademés, que las dimensiones de una tierra son de tan poco valor si esa tierra no ha sido cultivada que, segtin he ido decir, en Espafia le est permitido « un hombre labrar, sembrary cogecher, sin que nadie le moleste, una parcela de tierra sin tener més derecho a ella que el que le proporciona el estar poniéndola én uso. Y no sélo eso, sino que también los habitantes de ese pais se consideran deudores de aquel que, mediante su trabajo, ha puesto en produccién las tie~ ras abandonadas eimproductivas, acrecentando asf ia can- tidad de grano que ellos necesitaban, Mas, sea como fuere, pues no voy a insistir en esto, Jo que sin duda alguna es lo siguiente: que esa misma regia de la propiedad, a saber, que cada hombre sélo debe posesionarse Ge aquello que le es posible usar, puede seguir aplicandose en el mundo sin perjuicio para nadie; pues hay en el mundo tierra suficiente pare abestecer al doble de sus habitantes, si { me atrevo a afirmar SEGUNDO TRATADO SOBRE EL coerBRNO Cem Is invenci6n del dinero y el técito consentimiento de asig- narle a le tierra un valor no hubiese dado lugar al hecho de posesionarse de extensiones de tierra més grandes de lo necesario, ya tener derecho a ellas. Cémo pudo esto reali- zarse, esasiinto que iré detallands a coritinuacion. 37. Esclaro que, en el principio, antes de que ei deseo de tener mas de lo necesario hubiese alterado el valor intrinse- ‘co de las cosas, el cual slo depende de su grado dé utilidad para la vida de un hombre, y entes de que los hombres hu- diesen acordado que una pequefia pieza de metal amarillo inoxidable e incorruptible taviese el mismo valor que un gran trozo de carne o todo un montén de grano, los Hom- ¢S podian apropiarse con derecho, mediante su trabajo, de tantas cosas naturales como fuesen capaces de usar; mas estas cosas no pudieron ser muchas, ni causaron perjuicio a nadie alif donde una cantidad igual fue dejada para uso de quienes estuvieron dispuestos aemplear el mismo trabajo. A, lo cual me permito afiadir que aquel que, mediante su pro io esfuerz0, se apropia de una parcela de tierra no sélo no disminuye la propiedad comin de la humanidad, sino que la acrecientas pues los frutos en beneficio de la vida humana que son producidos por un acre de tierra cultivada resulten ser-sin exageracién— diez veces més que los producidos por' un acre de tierra igualmente fértil que no es aprovechado y continiia siendo terreno comunel. Por lo tanto, aquel que parcela una porcidn de tierra y mejora su vida, mediante el cultivo de diez acres, mucho mas de lo que la mejoraria dejando cien acres en su estado natural puede decirse que esté dando noventa acres al género humanos y ello es asi porque su trabajo esté proparcionadndole frutos sacados de una parcela de diez acres en cantidad equivalente a la que producirfa una tierra comunal de cien, Mas si digo que la pro- ductividad de la tierra cultivada es diez veces mayor que la dela no cultivada, la verdad es que estoy calculando muy por 5. Peta PROBIEDAD 65 Jo bajo; més acertado serla decir que la proporcién se apro- xiima al ciento por uno. Pues habria que preguntarse si de verdad en las tierras salvajes de América que no han sido cultivadas y permanecen en su estado natural, sin ninguna mejora, labranza 0 cultivo, mil acres producen ios mismos bienes utilizables paral vida que los que producen diezacres de tierra igualmente fértil en el condado de Devonshire donde han sido cultivados. ‘Antes de apropiarse de la tierra, todo aquel que recogia tantos frutos silvestres como era capaz, y mataba, apresaba co domeba tantas bestias como le ere posible; y todo aquel que empleaba su esfuerzo aplicandolo ‘a los productos es- ponténeos de la naturaleza alterando el estado en el que la naturaleze los habia dejado adquiria asi la propiedad de ellos. Pero si estos bienes perecian en su posesién sin que él hubiera hecho uso de ellos; es decis, silos frutos sacados de la tierra se corrompian, o sila carne de venado se echabe a perder antes de que él pudiera consumitla, ello constituia ‘una ofensa contra la ley comiin de la naturaleza, Pues el hombre sélo tenia derecho a aquello que podia serle util y eneficioso para su vida. 38, Asimismo, iguales regias gobernaban la posesién de la tierra. Todo terreno que era labrado y cosechado por un hombre, y cuyos frutos podian ser wtilizados por él antes de que se echaran 2 perder, era por derecho propiedad suya. Y todo pasto que él pudiese acorralar, mantener y utilizar era también suyo, asi como los productos del ganado. Pero sila hierba de su corral se echabe a perder enla misma tierra, o Jos frutos de su huerta perecian sin haber sido cosechados, esa parcela de terreno, aunque estuviese cercada, podfa con- siderarse como terreno silvestre y cualquier otra persona po- dia tomarlo en posesién. Asi, al principio de los tiempos, Cain pudo tomar tanto terzeno como él fuese capaz de poner en Cultivo, haciéndolo suyo; y, a la vez, pudo dejar a Abel su- INDO TRATADO SOBIE EL GOBTERNO Ci 66 ficiente terreno para que las Ovejas de éste pastaran. Unos pocos acres podrian haber bastado para satisfacer las pose- siones de ambos. Mas, a medida que las familias fueron cre- , ELA SOCIEDAD PoLETICK OCI 105 gistrado nombrado por ella, Sin embargo, siempre que haya tina agripaciOn de hombres, aunque estén asociados, que carezcan de un poder decisorio al que apelar, seguiran per- maneciendo enel estado denaturaleza. 90, Deaquiresulta evidente que le monarquia absoluta, considerada por algunos como el inico tipo de gobierno que puede haber enel mundo, es, ciertamente, incompatible Zon la sociedad civil, y excluye todo tipo de gobierno civil, Pues el fin el que se dirige la sociedad civil es evitar y reme~ dar esos inconvenientes del estado de naturaleza que nece- sariamente se siguen del hecho de que cada hombre sea juez de su propia causas y ese fin se logra mediante el estableci- jniento de una autoridad conocida a la que todos los miem- bros dela sociedad pueden apelar cuando ban sido victimas de una injuria, o estén envueltos en cualquier controversia que pueda surgir;y todos deben obedecer a esa autoridad Y- ‘Mis donde haya personas que carezcan de una autoridad ast, ‘es decir, una autoridad a la que apelar cuando surja algén ‘conflicto entre ellas, esas personas continuarén en elestado de naturalezas y en esa condici6n se halla todo principe ab- soluto con respecto a aquellos que estén bajo su dominio. 91. Pues aksuponerse que este principe absoluto es el sinico que tiene en s{mismo el poder legislativo y el jecutivo, no existe juez ni recurso de apelacién alguna a alguien que juste-e imparcialmente y con autoridad pueda decidir, y de uya decisién pueda esperarse consuelo y compensaci6n por 19. «Bl poder pablico de toda sociedad esté por encima de cada ano Ge los individuos contenidos en esa sociedad; y el uso principal de este poder consiste en dar leyes a todos los que estén bajo él. Dichas Teves debemos obedecerlas én todos los casos, excepto cuando haya tia razén manifiesta que pruebe que le ley de la razén o la ley de Dios mandan lo contrario» (Hooker, Eccl. Pol. lib: i, seecion 16) {Note de Locke.) 106 ‘SeCunDO THATABD SOORE BL GOBTERNO CIVIL agin dafio o inconveniencia sftidos por cause del principe porlo que d ordene; de modo que un hoinbreasiya sea Wve Thlamemos czar, o grand seignior, o cualquier otra cosa, S¢ cicoontra, con respecto alos que se hallan bajo su dominio, emai mismo estado de naturaleza con que se encuentra Con especto al testo-de la humanidad, Pues alli donde haya dos hombres que no tengan tna norma establecida yun juez co- unin al que apelar en esta tierra para determiner las contro" vrersias egeles que puedan surgir entré ellos, esos hombres seguirén permaneciendo en un estado de naturaleza® y su- serosa todas las inconveniencias que ello lleva consiga. La ‘inica y lamentable diferencia para el stibdito -o, mejor diria- Tnos, esclavo~ de un principe absoluto serfa ésta: que quien tras que en ¢l ordinario estado de naturaleza tiene lalibertad. ava jzgar acerca de cudles son sus derechos ¥ pars defen- Etrlosen la medida desus fuerzas, ahora, siempre que s¥Pro~ 430, «Para elimina ls ofenses njutias y malas acciones de ones co" aoe et decir, todas esas incoaveniencias que ban anejes 3F He eran su estado de natucaleza, «no hubo otro modo de consegui to que pactar unos con otros, de comin acuerdo, establecendo aigain tip ae gobierno publico y sometiendose a hy cAndo'e autoridad pura dicar normasy para gobemets para roca 8 ‘wanquilidad, Par ica y el aosiego de todos. Los hombres siempre supieron ate teeta Us ofendia violentamente, ellos podian defenderse 3 6 ceaee ian que, aunque el proposito de cada individuo ere buccal Ju propia comodided,sello se iatentaba lograr hacenco violencia a PTO gebiatolerarse sino que todos debian watar de oftecet fe O08 Be Sirviendose de los medios adecuados. Finalmente, sabian seer que ingin hombre pod, sega os dictados de yes 4, cae ara funciGn de determinar sa propio derecho y procedr ¢ Mio cegin esa determinaci6n; pues todo hombre mire Semm- fea por su propio interés vende afavoreer a aguelos Por Jos que ‘Siente gran afecto. Supieron, pues, que todas aquellas lachas y albo- Siene Srepodrian tener termino, a menos que cad hombre, d& 59° in edo con los demés, diese su consentimiento para set goer. ae acor oto. sin exe consentimiento, no podria justiicarse ove prio asumiese ta responsabilidad de ser Seftor 0 juez sobre re ae joker, Eee. Pol. lib. i. seccin 10) (Nota de Locke] 7. BELA OCIEDAD POLITICA CIVIL 107 piedad see invadide por voluntad y mandato de su monarca, Ao sélole faltaré ese recurso de apelacién que deben tener los que viven en sociedad, sino que, como sise lehubieradegra- dado y no perteneciese ya al orden delascriaturasracionales, seleniega también libertad de juzgar, ode defender sus de- yechos. ¥ asi, queda expuesto a todos los sufrimientos e in- ‘convenientes que un hombre puede temer de otro que, halléa- ‘dose en un estado de naturaleza sin limitaci6n alguna, esté, ademés, corrompido por la adulacién y armado de poder. 92. Aquel que piense que el poder absolute purifica la sangre de los hombres y corrige la bajeza de Ia nataraleza humana s6lo necesita leer 1a historia de nuestro tiempo, © de cualquier otra époce, pata convencerse de lo contrario. Unhombre queen las selvas de América se comporta de ma- fiera insolente y ofensiva probablemente no se comportaré mejor sentado en un tronos mas, silo ocupa, lo mas proba- blees que se busquen razones de sapiencia y de religion para justificar el davio que haga a sus stibditoss y la espada silen- ‘Giaré.atodos aquellos que se atrevan a cuestionaé su conduc ta. Y en cuanto ala pregunta de qué proteccién procure le monarquifa absoluta, qué clase de padres de sus respectivos paises son los monarcas absolutos, yqué grado de felicidad y Seguridad disfrutan los sibditos cuando estetipo de gobier- no haalcanzado la perfeccién, podré responderla fécilmen- tequien considerelo que tiltimamente se cuenta de Ceilén”. 93. Enlas monarquias absolutas, lo mismo que en otros sistemas de gobierno que hay en el mundo, los stibditos pue- den, ciertamente, apelar a la ley ya los jueces para que de- idan cualquier controversia ¢ impidan posibies actos de violencia entre ellos, Esto es algo que todo el mando juzga 21, [Se refiere agus Locke al relato de Robert Knox A Historical Rela- ifthe Island of Ceylon in the East India, publicado en su tiemp0.] 108 seunbo TRATADO $0888 EL GOSTERNO CIVIL snecesario, y cualquier individue que pensase lo contrario sania declarado enemigo de la sociedad y del género huma- no, Pero existen razones para diidar que ello se deba siempre ae amor verdadero hacia la sociedad y hacia el género hu- waano, ¥ 2 la caridad con que debemos tratarnos unos @ “Gero, porque ello no es mas que lo que toda hombre que gia so propio poder, su provecho o sa grandeza se ve OPI yado a hacer de manera natural: impedir que ios animales Gue trabajan y se fatigan para darle a él placer y poderfo se Hleran y destruyan mutuamente. Yast elamocuida de ellos, no porque los ame, Sino porque se ama a simismo yle en- conta el provecho que ellos e procuran. Porque si pregunta: mos qué seguridad, qué proteccién hay en un Estado asi frente aa violencia yla opresién ejercidas por este moharce abeoluto, esa pregunta serd ahogadaen su raiz, Esos monarcas dliran que el mero hecho de buscar seguridad merece ser cas tigado con la muerte, Concederdn que, entre wp stibdito y ozo, debe de haber reglas, leyes y jueces, para st paz y sé guridad mutuas, Pero enlo que al monarca mismo refiere, Jee tiene que set absoluto yesté por encima de esas circuns- tancias, paes como tiene ol poder de seguir haciendo dafo yma estéen su derecho cuando actia ast, El mero hecho de ‘reguntar cémo protegerse del dafioy dela injurie Prove: recut de quien tiene rayor poder pare causar esos males csyaestar predicando la disidenciaylarebelién, Es come’ si Toc hombres, una vez dejado el estado de naturaleza, ¥ tras ingresar en a sociedad, acordaran que todos ellos, men0® “ano, deben estar bajo las leyess y que la tinica persona qi no std sometida a ellas retiene toda Ia libertad propia del ne do de naturaleza, aumentada con el poderio y hecha - cenciose por la impunidad. Blo equivale a pensar que los rombres son tan estipidos como para cuidar de protegerse alos datos que puedan causarles los gatos monteses y los zorios, y gue no les preocupa, mas ain, que encuentran se- guridad en hecho de ser devorados porios leones. 3. BELA SOCIEDAD POLITICA 9 CViL 108 94, Mas, por mucho que hablen los aduladores pare dis- traer el pensamiento de las gentes, ello no puede impedir que los hombres se den cuenta de las cosas. ¥ cuando re- paran en que imn hombre, dela condicion que sea estéexen- to de las zeglas de la sotiedad civil dela que ellos son parte, yveri qué no hay nadie en este mundo ¢ quien puedan ape- Jar frente a los datos que reciban de ese hombre, se consi- derardn a si mismos en estado de naturaleza con respecto @ ‘ese hombre, el cual se encuentra de hecho en tal estados ys tan pronto como puedan, procurarin protegerse bajo Ia seguridad de a sociedad civil que fue instituida con ese pro- pésito en la que ingresaron precisamente por ese raz6n. Y fs, quizé en un principio ~como mostraremos con més de- talle en la parte siguiente de este discurso- algtin hombre bueno y excelente que, habiendo alcanzado preeminencia scobre los demés, recibiese en pago de su bondad y sus vis~ tudes ese tipo de autoridad natural con la que un jefe go- bierna alos demés y que le es entregada para resolver las di- ferencias entre sus préjimos sin més gerantia que la que ofrecen su rectitud y su sabiduria, sin embargo, cuando el tiempo dio autoridad y ~como algunos hombres se empe- fan en predicarnos~ santidad a costumbres que se habian jniciado en épocas primitivas como resultado de la negli- gencia e inocencia de las gentes, aquellos primeros jefes na- furales fueron sucedidos por tipos de otra calaiia; y el pue- dlo se dio cuenta de que sus propiedades no estaban ya seguras bajo ésa clase de gobierno, a pésar de que la fina- Iidad de ese gobierno no era otra que la de protegerle propie- dad: repararon en que no podrian sentirse seguros, T="- 22, «Al principio, cuando una cierta forma de regimentacién fue es- tablecida, pudo ocurnr que no se pensara en dictar normas detaladas para gobernar, 7 todo le fuera permitido al jefe, en cuya sabiduriay Erscrecién el pueblo confiabe. Mas, con la experiencia, las gentes se Gieron cuenta de los muchos inconvenientes que esto Ilevaba consi- fgo-y de que lo que en un principio hebian ideado como remedio no 110 saguuoo TRATADO SOBRE CORTEANG CHT quilosy formando parte de una sociedad civil hasta que le Aaculted de dictar leyes fuese depositada en ments de un uetpo colectivo, ya recibiere éste a denom ina de se cae aparlamento», ocuclquier otra: Medianie este Pt aimiento, cada individao se hizo sibdito, en igualdad coh Jeademas, por humildes que éstos fueran, dele leyes que él spismo, como parte de alegislatura, habia establecid6. ¥ de eared, nadie podia ya, basandose en su propie AU, Sad individual, hurtarse a la fuerze de le ley establecidas y (quedabe tambien excluida toda pretensi&% de un individuo que quisiera declararse exento de sujecién ala ley, para ast aver licencia para cometer toda clase de abusos 0 paraper mnitir que alguno de sus subordinados los comeut «En sr coriedad civil, ning hombre puede estar exent delas Jeyes quela rigen»™: pues sia algiin hombre st Je permitiera hacer Io quelle diese la gana, y no hubiera en ese mundo te- Gunso de apelacién para protegerse frente alos dafios que ese carihre cometiera, me pregunta si dicho hombre no SB + ponigtando en un completo estado de naturaleza almargen Tela sociedad civil. Asiserfa,amenos que algeien dijeraque ctestedo de naturaleza yla sociedad civil son und Jamisma crea o cual no he ofdo hasta ahora que bayasido afirmado, ni sigquiera por los grandes apologistas de laanarquia. acta sino agrava la herida que debia haber cusado Vieron, pues, {que vivir bajo la volontad de un horibre 6 habia convertido en le gue th satrmieno de todos los demas hombres Jos Hevé @ ca cr eyes gue permisesen 2 todos Tos hombres saber de ante- estab era su deber, los castigos que se denvars® de no cam Mion Gefooker, ec. Po ib. secign 10) {Nota de Locke] Baty ey cvs al ser un acto de todo el cuerpo Pole debe impe- 2 Sobre cada uno de los miembros de ese cHeTPO” (Hooker, ibid). {Nota de Locke.) taser i | Capitulo 8 Del origen de las saciedades politicas 85 _Alserloombre como ya see co, odo res peteaturir gules independ ninguna pede ser esa condicién y puesto bej jc jo el poder politico d ‘otro sin su propio consentimi i peace nto. Blinico modo en Ears 3 que al gute prea de bead natura yi a ataduras de la sociedad civil es medi ante un acer con oos hombres sgn el eal ado s une fomen. douns omnis afin de conrrinosanes cont cs de samara confortable, segura y pacifica, disfrutando sin 10 de sus propiedades respectivas ym nego espe spectivas y mejor protegidos a 10 forman parte de dich; dad. a comunidad. Est pusle aero cungies grapo domes porque no dana Inertia dels domés equines tly como eben exestado de naturale. At cuando wn gro de hombres formar una comunidad o gobi conello incorporades Snes 0 eporados aun cuerpo politico en el quela ti lamayo~ fatienenel erecho de actuary deidiren nombre de todos 96. B 12h Torsone unnnero cngsiers does con nt le cada individvo, ha fo om cleamentini daindvidvo, a formado une comu- ded, ha hecho de esa comunidad un cuerpo con poder de ur Capitulo 9 De los fines de ld sociedad politica y del gobierno \ 123. Sienelestado de naturaleza la libertad de un hombre estan grande como hemos dicho; si él es sefior absoluto de su propia persona y de sus posesiones en igual medida que pueda serlo el més poderoso; y si no es subdito de nadie, spor qué decide mermar su libertad? Por qué renundia a su imperio y se somete al dominio y control de otro poder? La respuesta a estas preguntas es obvia. Contesto diciendo que, aunque en el estado de naturaleza tiene el hombre todos esos derechos, esta, sin embargo, expuesto constantemente ala incertidumbre yale amenaza de ser invadido por otros. Pues como en el estado de naturaleza todos son reyes lo mismo que 4, cada hombre es igual alos demés; y como la mayor parte de ellos no observa estrictamente la equidad y lajusti- ia, el disfrute de la propiedad que un hombre tiene en un estado asf es sumamente inseguro. Esto lo lleva a querer abandoner una condiciéa en la que, aunque él es libre, tie nen lugar miedos y peligros constantes; por lo tanto, no sin raz6n esté deseoso de unirse en sociedad con otros que ya estan unidos o que tienen intencién de estarlo con el fin de reservar sus vidas, sus lihertades y sus posesiones, es decir, todo eso a lo que doy el nombre genérico de «propiedad». 134 tT | DE LOS FINES DE LA SOCIEDAD POLITICA Y DEL GOBIERNO 135 124, Por consiguiente, el grande y principal fin quelleva alos hombres a unirse en Estados y @ ponerse bajo un go- bierno es fa preservacién de su propiedad, cosa que no podian hacer enlestado de naturaleza, por faltar en él mu- chas cosas: Primero, faltaba una ley establecida, fija y conocidas uni iey que hubiese sido aceptada por consentimiento comin, como norma de lo bueno y de lo malo, y como criterio para decidir entre las controversias que surgieran entre los hom- bres. Pues aunque la ley natural es clara e inteligible para todas las criaturas racionales, los hombres, sin embargo, ce~ gados por sus propios intereses y por no haber estudiado dicha ley debidamente, tienen tendencia a no considerarla como obligatoria cuando se refiere a sus propios casos par- ticulares. 325, En segundo lugar, falta en el estado de naturaleza tun juez publico e imparcial, con autoridad para resolver los, pleitos que surjan entre los hombres, segtin la ley estableci- da, Puesen un estado asi, cada uno es juez y ejecutor dela ley de natureleza; y como los hombres son parciales para consi go mismos, la pasién y la venganza pueden llevarlos acome- ter excesos cuando juzgan apasionadamente su propia cau- sa, @ tratar con negligencia y despreocupacidn las causas de los demas. 126. En tercerluger, faltaa menudo enel estado dena- turaleza un poder que respalde y dé fuerza a la sentencia cuando ésta es justa, a fin de que se ejecute debidamente. Aquellos que por injusticia cometen algune ofensa rare vez sucumbirén allf donde les es posible hacer que la justicia impere por la fuerza, Una resistencia asi hace que el casti- go resulte peligroso, y aun destructivo, para quienes lo in- tentan, 336 sEcuNDO TRATADO SOBRE 2L GOBIERNO CIVIL 427. “Ast, a humanidad, a pesar de todos los privilegios que conlleva el estado de naturaleza, padece una condicién Ge enfermedad mientras se encuentra en tal estado; y por eso ce inclina a entrer en sociedad cuanto antes. Por eso sx ‘cede que son muy pocas las veces que encontramos grupos de hombres que viven continuamente en estado semefante. Pues los inconvenientes a los que estén allf expuestos (in- convenientes que provienen del poder que tiene cada hom- bre para castigar las transgresiones de los otros) losilevan a buscar protecci6n bajo las leyes establecidas.del gobierno, a fin de procurar la conservacién de su propiedad. Esto eslo que los hace estar tan deseosos de renunciar al poder dé cas- tigar que tiene cada uno, y de entregérselo a ua sola perso- zna para que lo ejerza entre ellos; esto es lo quelosileva acon- ducirse segiin las reglas que la comunidad, o aquellos que han sido porellos autorizados para tal propésito, ha acorda- do. Y¥ es aqui donde tenemos el derecho original del poder legislativo y del ejecutivo, asf como el delos gobiernos de las sociedades mismas. 128. Porque en élestado de naturaleza (omitiendo aho- ala libertad que se tiene para disfrutar de placeres inocen- tes), un hombre posee dos poderes: El primero esl de hacer todo lo que a élle parezca oportu- no para la preservacisn de s{ mismo y de otros, dentro de lo que permite laley dela naturaleza; por virtud de esaleyyély e resto dela humanidad son una comunidad, constituyen una sociedad separada de las demds criaturas. Y sino fuera porla corrupciéa y maldad de hombres degenerados, no habria necesided de ninguna otra sociedad, y no habria necesidad de quelos hombres se separasen de esta grande y natural co- munidad para reunirse, mediante acuerdos declarados, en. asociaciones pequefias y apartadaslas unes delas otras. Eloiro poder que tiene el hombre en el estado de natura- Jeza es el poder de castigar los crimenes cometidos contra DELOS EINES DE LA SOCIEDA® POLITICA Y DEL GOBIERNO -~" esaley. A ambos podeies renuncia el hombre cuando se une ‘une privada, si pudiéramos llamarla asi, o particular socie- dad politica, y se incorpora a un Estado separado del resto delahumanidad. 129, “El primer poder, es decir, el de hacer lo que cree oportuno para la preservacién de s{ mismo y del resto dela humanidad, es abandonado por el hombre pera regirse por eyes hechas por la sociedad, en la medida en quella preser- yacién de si mismo y del resto de esa sociedad lo requieras y esas leyes dele sociedad limitan en muchas cosasla libertad que el hombre tenfa por ley denaturaleza. 130, En segundo lugar, el hombre renuncia por comple- 10a su poder de castigar, y emplea su fuerza natural ~ia cual podia emplear antes en la ejecucién de la ley de naturaleza, tal y como él quisiera y con autoridad propia para asistir el poder ejecutivo de la sociedad, segtin la ley dela misma lo requiera; pues al encontrarse ahora en un nuevo Estado, elcval va a disfrutar de muchas comodidades derivadas del trabajo, de la asistencia y de la asociacién de otros que la- doran unidos en la misma comunidad, as{ como dela pro- teceién que vaa recibir de toda la fuerza generada por dicha comunidad, ha de compartir con los otros algo desu propia libertad en la medida que le corresponda, contribuyendo por si mismo al bien, a la prosperidad y ala seguridad de la sociedadk segiin ésta selo pida; lo cual noes solamente nece- sario, sino también justo, pueslos demés miembros dela so- ciedad hacen lo mismo. 131, Peroaunquelos hombres, al entrar en sociedad, re- nuncian a la igualdad, a la libertad y al poder ejecutivo que tenfan en el estado de naturaleza, poniendo todo esto en ma- nos dela sociedad misma para que el poder legislativo dis- pong de ello segiin lo requiera el bien dela sociedad, esare- | 138 SEGUNDO TRATADO SOBRE EL GOBIERNO CVE, nunca ¢s hecha por cada uno con la exclusiva intencién de preservarse a s{ mismo y de preservar su libertad y su pro- piedad de una manera mejor, ya que no puede suponerse que criatura racional alguna cambie su situacién con el de- seo de ira peor. ¥ por e0, el poder de la sociedad o legisla- tura constituida por ellos no puede suponerse que vaya mds alldde lo que pide el bien comain, sino que ha de obligarse a asegurar la propiedad de cada uno, protegiéndolos a todos contra aquellas tres deficiencies que mencionabamos mas arriba y que hacfan del estado de naturaleza una situacién insegura y dificil. Y asi, quienquiera que ostente el supremo poder legislativo en un Estado estd obligado a gobernar se~ grin lo que dicten las leyes establecidas, promyulgadas y co- nocidas del pueblo, y @ resolver los pleitos dé acuerdo con dlichas leyes, y a emplear la fuerza de la comunidad, exclusi- vyamente, para que eses leyes se ejecuten dentro. del pais; y si se trata de relaciones con el extranjero, debe impedir o casti- ¢garlas injarias que vengan de afuera, y proteger ala comu- nidad contra incursiones e invasiones. ¥ todo esto ho debe estar dirigido a otro fin que no sea el de lograr la paz, la se~ guridad y el bien del puebio, Capitulo 10 De los tipos de Estado 432, Como ya se ha mostrado, al unirse los hombres por ez primera en sociedad, todo el poder dela comunidad re- side naturalmente en la mayoria; y ésta puede emplear todo ese poder en hacer periédicamente leyes parale comunidad, ‘yen ejecutar esas leyes sirviéndose de los oficiales que la ma~ yoria nombra. En ese caso, la forma de gobierno es una de- jnocracia perfects. Puede también depositarse el poder de hacer leyes en manos de unos pocos hombres selectos, y en sus herederos 0 sucesores; entonces tendremos una oligar+ quia. Puede también depositarse en manos de un solo hom- bre, y entonces es una monarquia siel poder see concede Aly a sag herederos, tendremos una monarquia hereditarias ysisolo sele concede 2 él mientras viva, y el poder de nom- rar a su sucesor revierte al pueblo, entonces tendzemos una monarquia electiva. ¥ baséndose en estas formas de gobier- no, la comunidad puede combinarlas segtin le parezca con- veniente. Asf, siel poder legislativo es dado originalmente por la mayoria a una o mds persones sélo mientras éstas vi- ‘yan, 0 durante cualquier otro periodo limitado de tiempo, y juego el poder supremo revierte otra ver a le comunidad, ésta podré entonces disponer de él poniéndolo en manos 139 uo sagunipo TRATADO SOBRE EL GOBIERNO ct de quienella decida, y constituyendoas{ una nueva forma de gobierno. Como la forma de gobierno depende de dénde se deposite el poder suptemo, que es el legislativo (pues es im- posible concebir que un poder inferior prescriba lo que debe hacer otro superior, y no hay poder més alto que el de dictar leyes), el tipo de Estado dependerd de dénde se deposite el poder de legistar. 133. Cuando digo «Estado» debe siempre entenderse que no estoy refiriéndome a una democracia 0 a ninguna otra forma de gobierno en particular, sino a una comunidad independiente: alo que los latinos llamaban givitas, que en muestra lengua corresponde ala palabra commonwealth, y ‘que expresa con mayor propiedad que las palabras inglesas community 0 city, lo que es esa sociedad de hombres a la que he venido refiriéndome. Pues, entre nosotros, la palabra city tiene un significado diferente de commonwealth; por lo tan- to, y para evitar ambigtiedades, pido licencia para utilizar la palabra commonwealth* tal y como encuentro que ¢s em- pleada por el rey Jacobo 1", y dandole el que estimo ser su sentido més genuino. Sia alguien no le gusta ese término, no meopondréa quelo cambie por otro méjor.- 30. [Término que aguf hemos venido traduciendo con la palabra rEs- tado, 31, [Jacobo Ide Lnglaterra y VI desc 566-1625). Capitulo 11 Del alcance del poder legislativo 134, Como el fin principal de los hombres al entrar en so- * ciedad es disfrutar de sus propiedades en paz y seguridad, ycomo él gran instrumento y los medios para conseguirlo sonlas leyes establecidas en esa sociedad, la primera y fun- damental ley positiva de todos los Estados es el estableci- miento del poder legislativo, ¥ la primera y fundamental ley natural que ha de gobernar el poder legislativo mismo es la preservacién de la sociedad y (en la medida en que ello sea compatible con el bien piblico) la de cada persona que forme parte de ella. Este poder legislativo no sélo es el poder supremo del Estado, sino que tambign es sagrado inalterable, una vez que esté ya en Jes manos a las que la comiunidad lo haya entregado; y ningtin edicto de nadie, co- moquiera que sea concebido, o cualquiera que sea el poder que lo respalda, tendré la fuerza y la obligecién de una ley, sino ha sido sancionado por los magistrados de la legis- Jatura que el pueblo ha escogido o nombrado. Pues, sin esto, la ley no tendria lo que le es absolutamente necesario para ser ley: el consentimiento dela sociedad, sobre la cual nadie puede ostentar el poder de hacer leyes, excepto por consentimiento y autoridad recibidos de la sociedad mis- it a i i ia "EESESUNDO TRATADO SOBRE GOBIERNO C ma™. Y, por lo tanto, toda obediencia que, en virtud de los Jazos més solemnes, puede una persona estar obligada a prestar se reduce en tiltimo término a una obediencia para con este poder supremo, y esta regida por las leyes que éste dicte, Ningsin juramento prestado a un poder extranjero cualquiera, o algtin poder doméstico spbordinado, exime a ningtin miembro de la sociedad de prestar obediencia al po- der legislative cuando éste actia en conformidad con el en- cargo que se le ha encomendados y nada puede obligarlo a una obediencia que sea contraria a las leyes as{establecidas, ni air més allé de lo que esas leyes permiten. Seria ridiculo imaginar que un miernbro dela sociedad estuvigse obligedo aobedecere un poder que en sitimo término, np dependie- se del poder supremo. 135. Aunque el poder legislativo (ya resida en'uno o en varios, ya sea ejercido constantemente o sélo a intervalos) ha de ser considerado como el poder supremo dentro de cada Estado, ocurre que: En primer lugar, no puede ser ejercido absoluta y arbitra- riamente sobre las fortunas y las vidas del pueblo; pues al tratarse de un poder compartido por cada miembro dela 32. «El poder legitimo de hacer leyes que regulan sociedades politicas umanas enteras pertenece en tal medida a esas mismas sociedades, {que el principe o potentado que en este mundo ejerza ese poder por si mismo, ¥ no por mandato recibido inmediata y personalmente de ios, 0 por la eutoridad éerivada del consentimiento de aquellos sobre ‘cuyas personas son impuestas esas eyes, no serd més que un tirano. No son, pues, leyes las que no convierte en tales a aprobacién piiblica» (Hooker, Eccl. Pol. ib. i. seccidn 10). wHlemos de hacer notar en este punto que hombres asi no tienen por naturaleza un poder absoluto y completo para mandar sobre multitudes enteras de hombres; por 1o tanto, sin nuestro consentimiento, podrfamos vivir sin estar bajo el mando de hombre alguno. Mas consentimos en ser mandados cuando Tasociedad dela que somos parte ha consentido previamente un acuer- do entre todos. Por consiguiente, las leyes humans, sean las que fue- ren, surgen siempre por consentimiento» (ibid). (Notade Locke.] 1h, DEL AUCANCE DEL PODER LEGISLATIVO 13 sociedad, y entregado a la persona o asamblea legisiadora, no puede llegar a ser mayor que el que esas personas tenfan enel estado de naturaleza, es decir, antes de entrar en socie- dad y antes de que concedieran dicho podera la comunidad. Porque nadie puede transferir a otro més poder del que tie- ne, y nadie tiene un absoluto y azbitrario poder sobre mo, ni un poder de destruix su propia vida nil de quiter la vida o las propiedades a otzo. Un hombre, segtin hemos pro- bado, no puede someterse al poder arbitrario de otros sino sélo el que la ley de naturaleza le ha dado afin de preservarse a simismo y al resto de la humanidad, esto es todo lo que puede entregar alacomunidad y, através della, al poder le- gislativo. De manera que el poder legislativo no tendra tam- poco nada més. El poder de los legisladores, aunen su maxi- mo grado, esté limitado a procurar el bien piblico de la sociedad, Es un poder que:no tiene més fin que el de la pre- servaci6n; ¥, por lo tanto, jamds puede tener el derecho de destruir, esclavizar 0 ernpobrecer premeditadamente a los, stibditos®, Las obligaciones de la ley de naturaleza no cesan 33. «Dos son los pileres que dan sustento a las sociedades publics el primero es una natural inclinacién que lleva ¢ los hombres a desear la vida social yla compatia; el otro, un régimen, expresa o técitamente acordado, que regule el modo y manera en que han de vivir juntos. Esto ultimo eso que lamamos la ley de un Estado, el alma misima del cuer- po politico, cuyos miembros son animados y permanecen unidos por virtud de ese ley, y se empefian en realizar las acciones que el bien co- rmiin requiere, Las leyes politicas, dirigidas @ ograrel orden externo y Ia convivencia entre los sibditos, nunca serdn adecuadamente conce- bidas, a menos que tengan en cuenta quela voluntad del hombre es ra- dicalmente obstinada, rebelde y reacia a obedecer las sagradasleyes de su naturaleza; en una palabra, a menos que se presuponga que el hom- brees, eno queassa conciencia depravada se refiere, poco mds queuna bestiz salvafe. De acuerdo com esto, las leyes deben procurar que las 2c- ciones externas de comin cuyo logro es la razén por Ia cual las sociedades politicas son instituidas. Silas leyes no hacen que esto se consiga, no serén leyes per- fectas» (Hooker, Eccl Pol. lib. i. seccién 10). [Notade Locke.) a alt AE WAC Ae 14 cuando se vive en sociedad; y hay muchos casos en Jos que se hhacen més estrictas y van acompafiadas de leyes humanes, las cuales imponen castigos puiblicos para reforzarlas y para ‘que sean més vigorosamente observadas. Asi, la ley de na- turaleza permanece como regla eterna a la que han de so- meterse todos los hombres, tanto los que son legisladores como los gue no lo son. Las reglas que'aquéllos dictan para que los demas hombres actiien de acuerdo con ellas deben estar de acuerdo ~lo mismo que sus propias acciones- con laley de naturaleza, es decir, con la voluntad de Dios, dela cual la ley de naturaleza es manifestacién. ¥ como la princi- pal ley de naturaleza es la preservaci6n de la humanidad, ninguna accion humana que vaya contra esto pede ser bue- \ 136. En segundo lugar, la autoridad legisletiva o supre- ma no puede atribuirse el poder de gobernar mediante de- ctetos extempordneos y arbitrarios, sino que esté obligada aadministrar justicia y a decidir cudles son los derechos de un sibdito, guiéndose por leyes promulgadas y estableci- das, sirviéndose de ueces autorizados™. Pues como laley denaturaleza no estd escrita y sélo puede encontrarse en el alma de los hombres, aquellos que, empujados por la pa- sin oel interés, la interpretan o aplican mal no pueden ser convencidos de su error sino hay un juez establecido que decida, ¥,en ese caso, no sirve ya, como deberfa, para deter- 34, «Las leyes bumanas son medidas que se refieren alos hombres, y ellas son las que deben regular las acciones Ge éstos. Mas dichas medi- dashan de regise, a su vez, por otras reglas superiores, que son dos: la ley de Dios laley de naturaleza. As asleyes deben hacerse en.conso- nanciacon las eyes generales de naturaleza,y sin contradecir ninguna ley positiva de a Escritura. Delo contrario, estarén mal hechas» (Hoo. ker, Beck Pol lib it, seccién 9) «No parece estr de acuerdo con lara~ zén el obligar a los hombres a algo que sea inconveniente para ellos» ib. i secci6n 10). [Nota de Locke.] 1 i i ii DEL ALCANCEDEL PoDER [SGisLATIVO 45 nihar los derechos y los limites de las propiedades de quie- nes viven bajo ella, especialmente cuando cada uno es jue, interprete y ejecutor de te misma, y érbitro de su propia causa. Ademds, como el que decide atribuirse su propio de- fecho no tiene més fuierza que la swya propia, le faltara la que és necesaria para defenderse delas injurias y pare casti gar alos delincuentes, Para evitar estos inconvenientes que Fesbaratan las propiedades de los hombres en el estado de ‘paturaleza, los hombres se unen en sociedades, a fin de po- der guiarse por reglas que obliguen a todos y que les hagan saber lo que es de cada uno. Con este propésito, los hom- bres entregan todo su poder natural ala sociedad en Ja que ingresan, y la comunidad pone el poder legislativo en las manos de aquellos que merecen su confianza, para gober- rnarse asi mediante leyes declaradas. De otro modo, su paz, -gu tranquilidad y su propiedad seguirian estando sujetas¢ Ie misma incertidumbre en que se encontraban en elestado denaturaleza. 137. Elpoder absoluto yarbitrario, o gobernar sin ieyes establecidas, no puede ser compatible con los fines de la so- ciedad y del gobierno. Los hombres no abandonarian Ja li- bertad del estado de naturaleza, ni se someterian a una nor- ma, si no fuera porque duscan con ello preservar sus vidas, sus ibertades y sus fortunas, y porque quieren que su pez y tranquilidad sean aseguradas por reglas establecidas en lo concerhiente a su derecho y a su propiedad, Serfa imposible suponer que su intencidn es de tener poder para ello~ dara tno oamésindividuos un poder absoluto yaxbitrario sobre sus propias pérsonas y propiedades, y depositar en les ma- nos del magistrado fuerza suficiente para que éste ejecute su ‘voluniad, sin limite alguno, en cosas que a ellos les afectan. Esto significaria ponerse 2 s{ mismos ea una condicin peor que la del estado de naturaleza, en el cual tenfan la ibertad de defender sus derechos frente a las injurias de otros, y es- 146 SEGUNDO TRATADO SOBRE BL COBIERNO ci taban todos en igualdad de fuerzas para mantenerlos, ya fuese que se vieran invadidos por un solo hombre, o por mu- chos en tropel. Pues si suponemos que se han entregado al poder arbitrarioy aa voluntad de un legislador, ello imp caria que han decidido abandonai las armas, y que las han puesto en manos de une persona que podré hacer presa de ellos cuando le venga en gana. ¥ aquel que esté expuesto al poder arbitrario de un hombre que tiene bajo su mando a 1.000 hombres esté en situacién mucho peor que el que esta expuesto al poder arbitrario de 1.000 hombres separados; pues nadie puede estar seguro de que la voluntad de quien tiene tantos individuos a su mando sea mejor que la de otros hombres; y sin embargo, tiene una fuerza ipil veces més grande, Por lo tanto, sea cual fuerg la forma que adopte un Estado, el poder supremo debe gobernar segiin leyes decla"” radas y aptobadas, y no mediente dictados extempordneos y resolucionesarbitrarias. Pues, de darse este segundo caso, la humanidad vivir‘a en condiciones mucho peores que las del estado de naturaleza, al haber armado a uno 0@ unos pocos hombres con el poder conjunto de toda una muchedumbre y con fuerza para obligarlos a obedecer, segiin su capricho, os exorbitantes eilimitados decretos, las decisiones precipi- tadas o incontroladas de una voluntad que, hasta ese mo- mento, les era desconocida alos siibditos, y sin norma algu- nna que gufe y justifique sus acciones. Porque todo el poder que el gobierno tiene, al estar dirigido tinicamente al bien de Ja sociedad, no puede ser arbitrario y caprichoso, sino que iene que ser ejercido segin leyes establecidas y promulga- das, para que ei pueblo sepa cudles son sus deberes y en- cuentre asi proteccién y seguridad dentro de los limites de la ey; ¥ para que también los gobernantes se mantengan den- tro de dichos limites y no se vean tentados, por causa del po- der que tienen en sus manos, a emplearlo con propésito y procedimientos que el pueblo no sabia de antemano, y alos que no habria dado voluntariamente su consentimiento. “DEE ALCAN De PODER LEGLATIV “ 138, _Entercer lugar, el poder supremo no puede apode- arse de parte alguna de la propiedad de un hombre, sinel Consentimiento de éste; pues como el fin del gobierno es la preservaciomde a propiedad, y ésaesla razén por la que los Pombres entran en sociedad, ello implica necesariamente gue al pueblo ha de permitirsele tener propiedadess pues si perdieran eso al entrar en sociedad ~y entraron en ella a fin Be conservario- estarian cayendo en un absurdo demasiado grande como para que alguien podiese aceptarlo, Porlo ten- como loshorabres que viven en sociedad pueden ser pro- pietarlos, tienen derechoa esos bienes que, seguin laleydele Pi munidad, son suyos; y nadie tiene el derecho de quitérse- Jos ni total ni parcialmente, sin que ellos den su consent miento, Sin esta garantia, no tendzian propiedad en absolu- tos pues, clertamente, no podria yo decir que poseo algo si Stra persona tiene el derecho de quitérmelo sin mi consen- timiento, Deesto se deduce que es un error pensar que el po- der supremo 0 legislativo de un Estado puede hacer lo que quiera, y puede disponer arbitrariamente de las posesiones Gelos subditos, o tomar alguna parte de ellas si asi se le anto- ja. Este peligro no es mucho de temex en aquellos gobiernos fenlos que la legislatura est constituida, total o parcialmen- te, por asambieas que pueden variar y cuyos iniembros, cuando ja asamblea se disuelve, vuelven aser stibditos delas leyes comunitarias del pats, lo mismo que los demés. Pero en aquellos paises en los que el poder legisiativo reside en una asamblea permanente, o en un solo hombre (tal y como ocu- re en las monarquies absolutas), si existe el peligro de que Jos gobernantes crean que sus propios intereses son distin- tos de los dela comunidad; y como consecuencia, tenderéna actecentar sus propias riquezas tomendo del pueblo lo que les parezca conveniente. Puesla propiedad de un hombre no estaré totalmente asegurada, aunque existan leyes buenas y equitativas que determinen qué es lo suyo y qué es de sus concindadanos, sil que tiene mando sobre los stibditos dis- 168. : seouerno trary fruta del poder de quitarle aun de su propiedad que se le antoje, parezca oportuno. individuo privado ia parte vhacer uso della segiin le 139, ib ae ae

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