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CAMIN@ 72 —_ arte | ycultura = | nS i -ROLDAN @ SECAY 43 §@ SILVIA MANZANILLA Sosa UN MEJICANO. EL PECADO DE ADAN Camere cae in RIC RE talent UN WETTOAND. Cee enc eee es UR Rela ale lolol eae) mismo, porque sélo de este modo estaremos oe M2 PECADO DE ADAN, adiciones de emprender la urgente labor de escritura de una historia literaria hispan PomMa. americana mas justa y abarcadora, a través de PE ete ee ee ett ee Ee Seat ee eee sucesos de la independencia erties mejicana en generat, y rela ca tivamente 4 esta peninsula de enue cate rte Me eee raat eee rue ee eee P. E. ©. PEDRO ALMEIDA. je artistico y cultural y ponerlas en didlogo con nuestras diferentes tradiciones literarias, esteti- eet F cee aE Lees (aol Vato? eu Oneonta eer eer} PAE Co uc cc ee Tayo Se Loreso Sept, cle de Adan, ab 24 NO Nea U yeCr Me eee ete = F Sree eet ee ee epee ees SE et ey ox Se eae eee Pee Nec ere Cece: Pe eee pee oe eee ee eee ore Ter) ety EKG) “ Portada del libro Un Mejicano, El pecado de Addn por Pedro Almeida. En la reciente edicién del ICY, el texto introductorio de Rubén Reyes Ramirez, titulado “Entre la herencia del pecado y la aspi- racién de la razén”, va seguido del facs(mil de la obra original. El escrito de Reyes oftece informacién relevante para el lector no familiarizado con documentos tan lejanos en el tiempo, aunque un lector mds experto también hallara en aquél datos utiles so- bre esta obra, distinguida como la primera novela registrada en la historia cultural de Yucatan. Compuesto de seis apartados de distinta extensién, el texto de Reyes Ramirez pretende “que la ventana y el paisaje que nos desvela [Un mejicano] queden a nuestro alcance, y se abra con ello la posibilidad de una reflexién sobre nosotros mismos que pueda ayudar a entendernos mejor” (pag. 10). Reyes Ramirez le atribuye un doble valor al estudio de Un mejicano: por un lado, el hecho de que trasluce la visién de mundo de un hombre in- merso en la transicién del México virreinal al independiente, y por el otro, que la obra nos brinda la oportunidad “de mirarnos el rostro a contraluz en un fragmento de ese que Carlos Fuentes llama el “espejo enterrado’ de las raices de nuestro ser, como nacién y sociedad regional” (pag. idem), En tal sentido apunta la propuesta de lectura de Reyes Ram(- rez: acercarse al pasado para entender mejor el presente. El resto del estudio introductorio, de fuerte orientacion histérica, ilustra allector sobre la novela, su autor y su contexto. El segundo apar- tado es una 4gil panordmica de la estructura y el tema general de la novela. En el tercero, Reyes Ramirez ubica Un mejicano en el contexto cultural de su tiempo, y en el cuarto, el mas amplio de todos, presenta el horizonte vital de Almeida. En el quinto apar- tado Reyes explora el aspecto simbélico del viaje del joven Pedro Ximenez, alter ego literario de Pedro Almeida Jiménez y protago- nista central de la obra recordemos que en el siglo XIX la gente solfa usar el mas reconocido 0 aristocratico de sus apellidos . Y cen el sexto apartado traza las contradicciones e incertidumbres que asediaron al autor, herrado con el signo de su época. Organizado en doce jornadas 0 cantos, el poema de Almeida narra la travesfa del joven Ximenez, primogénito de un matrimo- nio pobre formado por un padre violento y una madre distante. Para evitar los acostumbrados azotes sabatinos, y abrumado por conflictos morales, Pedro se fuga de la escuela y se dirige a la pla- za piblica de la ciudad de Mérida. Alli encuentra a un arriero que lo admite como uno mds de sus acompafiantes de viaje, y que despues lo trata como a un hijo. Durante el camino, atravesando montafias y ve- redas, el arriero escucha atento la historia y las ideas de Ximenez, a quien alecciona sobre la vida. En a tercera jornada, movido por el afan de coronar la educacién del joven, el arriero lo ex- horta a introducirse en el pozo y las grutas de Mani, antiguo escenario de practicas religiosas ndigenas censuradas por el Santo Oficio, en donde deberd superar un formidable aparato de pruebas. Pedro accede y, como lo observa Reyes Ramirez, su descenso a la gruta parece la “tepresentacién metaforica de una logia masénica” (pag. 14). A ra(z de esto, el joven se embarca en una excéntrica aventura dantesca que lo conducird al Averno, al Paralso y, por fin, cerrando el circulo, de vuelta al hogar. El tema del viaje, tan socorrido en la literatura, es el que sustenta y nutre esta obra. Un mejicano, el pecado de Addn tiene, pues, las caracter(sticas de un curioso libro de viaje, con claros guiftos autobiogréficos y episodios al estilo de la sétira menipea, los libros de caballe- rfas o la novela picaresca. En la obra de Almeida son igualmente audibles los acentos politicos locales, las disputas religiosas y las tensiones sociales de su tiempo, asi como las inquietudes personales de un individuo rodeado por dos mares: el pasado virreinal, con sus habitos y conwvicciones, y el naciente orden, con su eclec- ticismo y sus propias vicisitudes. En palabras de Rubén Reyes, a lo largo de las correrfas de Pedro “y sobre todo en el panteén que se le descubre, se trasluce la hibridez de su visién, al asomar entreverados personajes de la mitologia grecolatina con préceres precolombinos y de la lucha insurgente de México, junto a profetas del Antiguo Testamento y martires de los albores del cristianismo” (pag. 12). 45 Ahora, no obstante el interés que pudiera despertar en cualquiera la obra, conviene pre- venir al lector acostumbrado a otro tipo de lec- turas: la versificacién no siempre afortunada, la sintaxis propia de la época y la indudable intencién moralizante podrfan frustrar 0 cansar a mds de uno. Pero si el lector le perdona a la obra que exhiba sus afios, descubrird una sin- gular y valiosa pieza de nuestra literatura. Para finalizar, vale la pena destacar un atri- buto de la nueva edicién de Un mejicano, no consignado en los exteriores del libro, frontera hasta donde quizé llegaran muchos lectores virtuales: se trata de la edicién facsimilar de una obra rara, de dificil acceso, ya que poco antes de su muerte el autor destruyé la mayoria de los ejemplares.

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