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YLOS SIETE E€NANITOS ta ae a “Qué hermosa seria mi nifia si sus labios fueran rojos como la sangre, su cutis blanco como la nieve y su pelo tan negro como el ébano”, pensé la reina. Dios le concedié una hijita tam hermosa y agraciada como la reina habia deseado. Llena de felicidad, la reina llamé a su niria Blancanieves. Poco después, la reina enfermé sin remedio y murié, de- jando aun muy pequefiita a Blancanieves. i El rey, padre de la nifa, quedé desconsolado y por muchos afios Horé la pérdida de su esposa. Pero para satisfacer las demandas de su pueblo se vol- vié a casar. La nueva reina era muy hermosa, pero su corazén era muy cruel. También era muy vanidosa. Se pasaba las horas atavidndose con sus mis finos ropajes y peinando su negra cabellera. Después se paraba frente al espejo para recrearse, admi- randose a si misma. Era tan vanidosa que queria ser la mujer mas hermosa del reino. Su més preciado tesoro era un espejo magico a quien preguntaba todos los dias: Dime espejo la verdad, éQuién en este reino es la mas hermosai Si el espejo contestaba diciendo que ella era la mas her- mosa, la reina se sentia feliz y por lo pronto todo seguia en paz. Pero a veces el espejo deefa el nombre de otra mujer. La reina entonces montaba en célera, se enfurecia tanto que hacia temblar a toda la corte. Y era tan malvada que sen- tenciaba a muerte a la hermosa mujer que el espejo nom- brara. Mientras tanto, Blancanieves crecia y se convertia en una hermosa princesita. ¥ no sélo era bonita, era tan buena y virtuosa, que todos la amaban; todos menos la reina, su madrastra. La reina sentia celos de la belleza de Blancanieves y no pudiendo soportar mas la presencia de la bella princesita, la mand6 a vivir con los sirvientes. Le quité a Blaneanieves todos sus lindos vestides y la vistio de harapos como si fuera una pordiosera. Ademiés la hacia trabajar como sirviente desde el amanecer hasta muy. avanzada la noche, barriendo y lavando los pisos y escaleras del castillo, y limpiando y lavando todos los platos, y re- mendando y zurciendo la ropa. Mientras trabajaha, la nifia solia cantar con una voz tan dulce que todos los pajaritos la rodeaban para escuchar su canto. “Pronto perdera su belleza”, pensaba la malvada reina. “4 Quién la va a creer hermosa vestida de harapos y con las manos ajadas por el trabajo?”’. ‘Aun asi, la reina todos los dias hacia a su magico es- pejo la misma pregunta: Dime espejo la verdad, éQuién en este reino es la mds hermosa? La vanidosa reina tenia el temor de que algdn dia Blan- canieves Iegara a ser la mujer mas hermosa del reino. L. DIA SIGUIENTE, el cazador Hevé a Blaneanieves al ; bosque. La inocente nifia, sin saber lo que le espera- ba, corria gozosa por los prados cantando y recogiendo flo- res silvestres. ppentido, se ar “No puedo mi a”, dijo; “aunque mandato de la reina, no puedo hacerlo. Corra y e en el bosque y nunca, nunca yuelva al castillo”. Abandonada sola en el bosque, Blancanieves lloré es- pantada. Pero pronto descubrié que no estaba sola, todos los animalitos del bosque la rodeaban y eran sus amigos. Y muy contentos la Ievaron hasta una pequefa casita. La casita era muy linda, pero parecia deshabitada y cuan- do Blancanieves miré por la ventana vio que su interior es- taba muy desaseado. Habia muchos platos sucios y todo estaba Meno de te- laranas y polvo. “Qué ninos tan desaseados son los que viven aqui’, dijo Blancanieves. “Vamos a limpiar y a asearles la casita”. Y todos entraron y ayudaron a la princesita a barrer, lavar y limpiarlo todo hasta dejarlo como nuevo. Después, Blancanieves subié al segundo piso y se quedé dormida sobre siete pequefias camitas. Mientras dormfa, siete enanitos, que eran los duejios de la easita, regresaban cantando: Hi-ho, hi-ho, Marchemos al hogar Hi-ho. Al entrar, vieron que su casita se veia muy rara. {Algo terrible habia pasado! jEstaba limpia! Gon mucho miedo, subieron al segundo piso y alli en- contraron a la princesita despertandose. “| Ah, ya sé quienes son ustedes!”". Antes habia leido sus nombres en las camitas. “Ti, ti eves Dopey y ti Sneezy y Happy y Grumpy el grufin, y Doc y Bashful y Dormilén”. A la majiana siguiente, en vez de ir a trabajar a su mina, los enanitos se pusieron a hacer una elegante cama para la princesita. Si hubieran podido ver lo que pasaba al otro lado del bosque, no habrian trabajado tan felices. La cruel madras- tra habia descubierto que Blancanieves aun vivia y, disfra- zada de pobre ancianita, venia ahora mismo rumbo a la ca- sita. La malvada trafa una manzana envenenada para Blan- canieves. Esa mafiana, cuando los enanitos partieron rambo a su mina, advirtieron a Blancanieves del peligro que corria si salia de la casa. “No abras la puerta a nadie”, advirtié Grumpy, el gru- fién, mientras Blancanieves se despedia de él con un beso. La princesita prometié tener el mayor cuidado posible. Y cuando Megé la madrastra disfrazada de ancianita, nieves se compadecié de ella y le abrié la puerta. La princesita no pudo resistir la magia de la manzana, le dio un pequefio mordisco y cayé al suelo como si estu- viera sin vida, En su carrera por escapar, la vieja bruja eay6 a un precipicio y nunca volvié a aparecer. Pero con la muerte de la bruja no revivié la princesa. Los enanitos la pusieron en un ataiid de oro y cristal, y como se vefa tan hermosa no tuvieron corazén para se- pultarla y se dedicaron a velarla noche y dfa. Un dia, un apuesto principe leg6 al bosque. Encantado por la belleza de la joven, la besé tiernamente. El hechizo quedé roto. El beso desperté a Blancanieves y los enanitos bailaron de alegria. El principe tomé a Blancanieves en sus brazos y la Hevé hasta su castillo, donde vivieron por siempre felices,

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