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El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha y The Neverending Story:

un estudio paralelo de sus magias parciales

Diana M. Campo Rossy Prof. Luce Lopez-Baralt (ESPA4252)

801-95-0753 26 de julio de 2010

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Mi intención principal en esta monografía es establecer y demostrar una serie de paralelos

entre los libros Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes y The Neverending Story

de Michael Ende; específicamente el elemento del “libro dentro del libro” y cómo éste

apunta hacia problemas adicionales: personajes que se presuponen reales sumiéndose en la

ficción, personajes ficticios luchando contra la voluntad de sus autores, autores múltiples, e

instancias en las cuales ocurren referencias circulares donde la historia se repite una y otra

vez.

No debe ser coincidencia que Michael Ende haya escrito una historia como The Neverending

Story: Ende ha sido un profeso admirador del escritor cervantino Jorge Luis Borges, y Borges

a su vez ha sido uno de los estudiosos de Cervantes más ávidos y acertados a la hora de

comprender y apreciar el aspecto mágico del Quijote.

Ende y Cervantes, sin embargo, no comparten mucho más en común. Michael Ende pasó

parte de su niñez esquivando la Segunda Guerra Mundial en Alemania y se crió rodeado de

artistas censurados por la dictadura nazi (incluyendo a su padre, Edgar Ende, pintor del

movimiento surrealista). Cervantes, en cambio, no disfrutó de un entorno de infancia tan

nutrido en las artes, participó de batallas militares como parte de la armada española e incluso

fue tomado como prisionero por argelinos. Lo que sí tienen en común en su trasfondo es: su

contacto (incidental o procurado) con culturas y filosofías orientales, elementos que se

evidencian en los textos a tratarse en esta monografía; como también, que ninguno de los

textos tuvo una recepción seria por sendos contemporáneos.

Ende escribió The Neverending Story en el 1979, texto acogido por el público como una

historia para niños y nada más. Desde entonces ha tenido que luchar – infructuosamente –

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para que se le considere como un escritor serio. The Neverending Story, al igual que sus otros

escritos, ha obtenido fama casi exclusivamente en el ámbito de lo infantil y, lo que es peor, se

le recuerda mayormente por su adaptación fílmica en 1986. A este texto le ha ocurrido lo

mismo que le ha pasado al Quijote en el ámbito de la cultura popular: la historia se ha

simplificado y amputado hasta quedar irreconocible.

Al Quijote se le recuerda mayormente por su valiente lucha contra los molinos; a

Neverending Story, por su dragón de la suerte con aspecto canino. Poca gente reconoce la

verdadera magia de estos dos textos: son libros acerca del libro; su línea temporal es borrosa

en momentos, circular en otros; sus protagonistas se sumen en sus mundos de origen literario

hasta convertirse en autores de los mismos.

Hay que despojarse del vértigo que puede causar el retorcimiento y jugueteo constante del

tiempo y el espacio para poder disfrutar a cabalidad de los puntos donde ambas novelas se

encuentran y se acompañan. Debo admitir que me tomó más de una lectura de esos álgidos

capítulos VIII y IX del tomo I del Quijote para reconocer las similitudes entre éste y The

Neverending Story; pero, una vez hecho el enlace, comencé a encontrar más similitudes y

paralelos fascinantes.

Nuestros protagonistas podrían ser un punto de encuentro seminal: ambos personajes son

extremadamente adeptos a la lectura y tienden a sumergirse en sus ficciones hasta olvidar la

realidad que los rodea – y definitivamente olvidar es su propósito, una vez observamos su

relación tirante con la realidad que los aliena y margina.

Don Quijote ha optado por sumirse en su fantasía de un solo golpe y porrazo: un día decide

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ser un caballero andante tal como aquéllos que tanto ha admirado en sus amados libros de

caballería; entonces es cuestión de armarse de los elementos que refuercen su nueva empresa

y partir en su rumbo. A Bastian, en cambio, inicialmente se le observa a un margen seguro de

sus libros y fantasías, los límites entre ambos mundos reforzados por la autoridad de los

adultos en su vida. Su fusión con el mundo de Fantastica – el cual ha avistado desde el borde

de las páginas de The Neverending Story – ocurre mucho más paulatinamente, siendo gran

parte del trayecto su ambivalencia acerca de cuál es la realidad y cuál es la fantasía.

En ambos casos, nosotros como lectores podríamos perder esa raya que divide la realidad de

la ficción: Don Quijote nos ha parecido un loco desde un principio y lo tildamos como tal con

facilidad, hasta que llega el momento de él afirmar quién es:

“- Yo sé quien soy – respondió don Quijote - ; y sé que puedo ser no sólo los

que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aun todos los Nueve de

la Fama[...]” (1)

¡Qué reafirmación de la lucidez de Alonso Quijano puede ser más clara! Aunque es una cita

abierta a interpretación - y el consenso con el que más me he encontrado es que aquí se

confirma la locura del Quijote - podemos también interpretarlo como la capacidad del Quijote

de convivir con múltiples realidades. Él no se ha olvidado de que es Alonso Quijano, y

convertirse en Don Quijote es meramente un acto de pura voluntad: él desea ser el Quijote,

por ende él es el Quijote.

Con Bastian, el caso podría aparentar un poco más complicado, ya que nos parece un niño

bastante centrado en la realidad; pero nos arrastra con él en su “locura” en la cual poco a poco

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se va haciendo parte de la historia interminable, y cruzamos con él al “otro lado” a través de

la vorágine cíclica que se crea cuando la Emperatriz pide que se le cuente el cuento una y otra

vez. Hasta el momento, Bastian se había mostrado reacio a la idea de que él pudiera ser parte

de las aventuras de Fantastica, y de momento se convierte en el elemento más importante

para salvar este mundo.

En el “otro lado”, tanto Bastian como Don Quijote se convierten en autores de sí mismos.

Don Quijote tiene la idea desde el principio de que sus aventuras habrán de ser registradas

por un sabio encantador y así se ha creado para sí mismo la figura de Cide Hamete Benengeli,

sin haberlo nombrado. Su primer gesto de autoría es narrarse a sí mismo las primeras palabras

de lo que sería su propia historia:

“Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mesmo y

diciendo:

“-¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a la luz la

verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere no

ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, desta

manera?: “Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y

espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos [...] , cuando el

famoso don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su

famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido

campo de Montiel” (2)

Bastian también se convierte en autor de sí mismo, no tan literalmente como Don Quijote,

más bien a punta de deseos: la Emperatriz le otorga todos los deseos que se le puedan ocurrir

a modo de reconstruir a Fantastica. En el proceso, Bastian se va transformando también; y

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nos percatamos de que sus transformaciones son todo lo que él siempre ha deseado ser:

apuesto, fuerte, valeroso y ágil. Bastian es autor tanto de su mundo como de sí mismo: otra

acción de voluntad, al igual que la de Don Quijote.

En el caso de Don Quijote, el punto más sórdido de su conversión a un ente de ficción es

cuando toma entre sus manos la Segunda parte de don Quijote de la Mancha:

“Y poniéndole un libro en las manos, que traía su compañero, le tomó don

Quijote; y, sin responder palabra, comenzó a hojearle[...]” (3)

El primer libro de Don Quijote y esta segunda parte – representando la versión fatula de

Avellaneda – hacen su aparición en el segundo tomo de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de

la Mancha. No creo que haya una experiencia más desconcertante que enterarse a ciencia

cierta que uno se ha convertido en un personaje ficticio. Ciertamente, en ese momento Don

Quijote tiene que haber puesto en duda su propia existencia.

Otra instancia en Don Quijote que nos sirve de premonición - y primer trago - del “personaje

leyéndose a sí mismo” es el momento en el cual el “segundo autor”, quien encuentra el

manuscrito antiguo del Quijote, lee la historia desde el principio nuevamente: este personaje-

autor se tiene que haber leído a sí mismo leyéndose, como una suerte de espejo dentro del

espejo. Sin querer, se crea una especie de momento cíclico, un instante interminable, como la

historia de Scherezada contando el cuento de sí misma relatando sus cuentos al sultán.

Bastian también se encuentra a sí mismo a través de la figura de Atreyu, el protagonista

inicial de The Neverending Story: al Atreyu acercarse al segundo portón hacia el Oráculo del

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Sur, se percata de que es un espejo que refleja el verdadero yo de quien se mira. El reflejo

resulta ser el propio Bastian, leyendo el libro de The Neverending Story:

“What he saw was something quite unexpected, which wasn't the least bit

terrifying, but which baffled him completely. He saw a fat little boy with a

pale face – a boy his own age – and this little boy was sitting on a pile of mats,

reading a book. [...]

Bastian gave a start when he realized what he had just read. Why that was

him! The description was right in every detail. The book trembled in his

hands. This was going too far. How could there be something in a book that

applied only to this particular moment and only to him? It could only be a

crazy accident. But a very remarkable accident.” (4)

Este encuentro consigo mismo también se insinúa un poco en el Quijote en el momento en

que se encuentra con Diego de Miranda:

“La edad mostraba ser de cincuenta años; las canas , pocas, y el rostro,

aguileño; la vista, entre alegre y grave; finalmente, en el traje y apostura

daba a entender ser hombre de buenas prendas.” (5)

Aunque al final de cuentas no se trata de un ser de fábulas ni un desdoblamiento de Alonso

Quijano, la descripción del personaje nos deja un poco fríos, ya que fácilmente se podría

tratar del propio hidalgo titular en mejores tiempos.

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Obviamente nos encontramos ante un serio problema de identidad por parte de estos

personajes: Don Quijote se reafirma una y otra vez en su identidad como caballero armado,

como también se reafirma en su identidad como el hidalgo Alonso Quijano, y a la vez se

distancia del personaje que se ha construido alrededor de su persona al publicarse el Quijote

en el segundo tomo:

“[...]don Quijote, lleno de ira y de despecho, alzó la voz y dijo:

– Quienquiera que dijere que don Quijote de la Mancha ha olvidado, ni

puede olvida, a Dulcinea del Toboso, yo le haré entender con armas iguales

que va muy lejos de la verdad; porque la sin par Dulcinea del Toboso ni puede

ser olvidada, ni en don Quijote puede caber olvido[...]” (6)

Claro está, en gran parte este distanciamiento es ulteriormente un mecanismo por parte de

Cervantes para separar su creación – su Quijote – de la “malformada creación” de

Avellaneda. Posiblemente todas las demás manifestaciones de conflictos de identidad son

también tan propias de Cervantes como de Don Quijote

En The Neverending Story, los problemas de identidad confrontan a los personajes –

particularmente a los habitantes de Fantastica - de un modo más palpable: la posibilidad de

no ser quien uno cree ser se encara ante un despliegue feroz de la realidad que existe fuera del

propio libro.

Atreyu encuentra su verdad en la figura de Gmork, una criatura tenebrosa que no pertenece ni

a Fantastica ni al mundo real. Gmork habla acerca de la realidad de los seres de Fantastica, y

fácilmente podría estar hablando de todos los que habitan dentro de las portadas del propio

8
texto:

“ '[...] when you get to the human world, the Nothing will cling to you. You'll

be like a contagious disease that makes humans blind, so they can no longer

distinguish between reality and illusion. Do you know what you and your kind

are called there?'

'No,' Atreyu whispered.

'Lies!' Gmork barked.

[...]

'You ask me what you will be there. But what are you here? What are you

creatures of Fantastica? Dreams, poetic inventions, characters in a

neverending story.” (7)

No es accidente que se haga alusión al título del libro: con sus palabras, Gmork crea un

marco de referencia que se repite a nivel de Bastian como lector agazapado en el ático de su

escuela y que - ¿por qué no? - también nos podría incluir a nosotros. Bastian es lector, pero

también es parte del libro que estamos leyendo, también es parte del universo al que alude

Gmork. ¿Y nosotros?

La Emperatriz también encarna un problema de identidad constante: cada cierto tiempo

necesita que un niño humano le otorgue un nombre nuevo, de lo contrario enfermará y morirá

tanto ella como el resto de Fantastica:

“Her life isn't measured by time, but by names. She needs a new name. She

keeps needing new names. [...] she has had many names. But they're all

9
forgotten. Over and done with. But without a name she can't live.” (8)

Es un problema del cual están conscientes los habitantes de Fantastica, y lo toman como su

realidad incuestionable. Nos hallamos ante un mundo entero que sabe que sólo es producto de

la imaginación de un ser que desconocen, y que su existencia depende totalmente de su

capacidad de reconocimiento e inventiva.

La Emperatriz también conoce otro problema de identidad cuando se le confronta con su

consorte, el Viejo de la Montaña Errante. Acerca de él, ella dice: “'He is like me [...] because

he is my opposite in every way.'” (9) Vemos rasgos de creencias orientales: el ying yang y los

dioses del panteón hindú, por poner ejemplos. Y cuando finalmente lo conoce cara a cara:

“'Here I am.' Her voice echoed as in a large empty room – or was it another,

much deeper voice that had answered her in the same words?” (10)

Definitivamente comprendemos que Ende ha creado una simbiosis de pseudo-deidades -

autores, creadores y administradores del mundo de Fantastica – e incluso nos puede evocar

aquél verso de San Juan de la Cruz: “amada en el amado transformada”.

El problema de identidad se manifiesta en Bastian de modo más simple: él se va olvidando

gradualmente de quién es realmente, según se va construyendo su nueva persona a base de los

deseos que va haciendo para reconstruir a Fantastica. No deja de ser un niño normal hasta

mucho luego que se adentra en sus aventuras en Fantastica, y luego sólo se convierte en

aquello que todo niño “normal” desearía ser.

10
Ante una crisis de identidad tal y, más importante aún, a modo de una toma y manifestación

de control por parte del autor/los autores, los personajes se rebelan ante la voluntad de los

autores mismos. Según Ruth El-Saffar (y referenciado por JamesParr en Don Quixote: An

Anatomy of Subversive Discourse), la tensión entre autor ficticio y personaje es lo que presta

estructura narrativa al Quijote. Similarmente sucede en The Neverending Story: los

intercambios incrementalmente intensos entre Bastian y los personajes que llevan la trama en

el libro son lo que lleva a ese punto eje en el cual la historia se traga al lector (Bastian) y lo

convierte en su personaje principal y autor. Un buen ejemplo es el primer momento en el que

Bastian se percata de que sus acciones también tienen repercusiones en Fantastica:

“A cry of fear escaped Bastian.

A cry of terror passed through the ravine and echoed from side to side.

Ygramul turned her eye to the left and right, to see if someone else had

arrived, for that sound could not have been made by the boy who stood there

as though paralyzed with horror.

Could she have heard my cry? Bastian wondered in alarm. But that's not

possible.” (11)

Estas interacciones entre Bastian y lo que vive en la página escrita ante él son lo que llevan la

trama durante los primeros doce capítulos. Primero hay renuencia por parte de Bastian, un

escepticismo que se va desgastando ante la repetición y la confirmación de que sí es él a

quien buscan en el libro que lee.

11
Don Quijote, por su parte, sustituye a su propio autor en un principio, pero luego él y su

acompañante, Sancho, lo cuestionan en numerosas ocasiones, especialmente cuando se

equivoca, cuando sucede algo inexplicable o cuando no les gusta el rumbo que están tomando

sus aventuras. Por ejemplo:

“ - No está en eso el yerro – replicó Sansón - , sino en que, antes de haber

parecido el jumento, dice el autor que iba a caballo Sancho en el mesmo

Rucio.

- A eso – dijo Sancho - , no sé qué responder, sino que el historiador se

engañó, o ya sería descuido del impresor.” (12)

Sancho y Don Quijote expresan desagrado, incluso desprecio, por su propio autor. El

conocimiento de estos personajes del Quijote acerca de su autor incluso los lleva a sentir

temor:

“- [...] y yéndole yo a dar la bienvenida , me dijo que andaba ya en libros la

historia de vuestra merced con nombre del Ingenioso Hidalgo don Quijote de

la Mancha; y dice que me mientan a mí en ella con mi mesmo nombre de

Sancho Panza, y a la señora Dulcinea del Toboso, con otras cosas que pasamos

nosotros a solas, que me hice cruces de espantado cómo las pudo saber el

historiador que las escribió.” (13)

Don Quijote, naturalmente, llega a la conclusión de que su autor es un sabio encantador,

capaz de conocer todo lo que hay por conocer de sus andanzas con Sancho Panza. Lo

justifican con la conjetura de que este sabio encantador es un moro y que, como tal, ha de ser

engañoso y de poco fiar. La tensión entre estos personajes, incluyendo al propio “autor” Cide

Hamete Benengeli, continúa a través de toda la obra: Don Quijote y Sancho se quejan del

12
autor que les tocó, Cide Hamete también se lamenta de la labor tan aburrida... La verdadera

batalla de Don Quijote se urde entre su voluntad y la pluma de Cide Hamete.

Los personajes de la historia de The Neverending Story (aquellos que viven en Fantastica

desde el principio) han transcurrido su existencia entera conscientes de su propio autor. En

lugar de sentir temor o rebeldía, lo toman como la naturaleza de su realidad. Su autor es el

Viejo de la Montaña Errante (Old Man of Wandering Mountain): un personaje mítico que

vive enclaustrado en una torre, eternamente escribiendo la historia de The Neverending Story.

El curso de la narración cambia cuando la Emperatriz, desesperada ante la inacción de

Bastian para darle un nuevo nombre, decide visitar al viejo en la montaña. Es una acción

completamente inusitada para los habitantes de Fantastica, incluso prohibida: es la

confrontación entre el ser y su creador. El viejo la presiente y no le hace el camino fácil: a la

distancia le presenta todo tipo de argumentos para disuadirla de la visita aunque, a pesar de

sus razones, le va escribiendo una “escalera de palabras”:

“'Old Man of Wandering Mountain,' she said aloud. 'If you don't want us to

meet, you needn't have written me this ladder.'” (14)

Entonces uno se pregunta quién de estos dos personajes tiene la autoridad máxima, o si existe

una autoridad suprema por encima de la voluntad de estos dos, y sólo están interpretando una

pugna necesaria como meraformalidad.

El encuentro final de ellos dos – Emperatriz de Fantastica y Comandante de Deseos ante el

Viejo de la Montaña Errante, autor de todo Fantastica – se discutirá más adelante. Aún así, la

13
proactividad de la Emperatriz contrasta marcadamente con la rebeldía pasiva de Bastian

contra lo que le está sucediendo: él no puede creer que pueda ser parte de la historia que lee,

pero se resigna a continuar leyendo.

Las figuras de los autores también imponen su voluntad de modo más manifiesto. Donde

antes se suponía una autoría pasivo-agresiva (mediante la rebeldía de los personajes

principales), también podemos observar instancias de un control más brusco. En el Quijote:

Cide Hamete Benengeli se queja de lo aburrida que puede ser su tarea de anotar las crónicas

de Don Quijote, el “supernarrador” demuestra su suprema autoría mediante los títulos de los

capítulos – por ejemplo: “CAPÍTULO IX Donde se cuenta lo que en él se verá” (15) – y

atisbos de su propio criterio al determinar qué detalles son importantes:

“[...] vio que del Toboso hacia donde él estaba venían tres labradoras sobre

tres pollinos, o pollinas, que el autor no lo declara, aunque más se puede creer

que eran borricas, por ser ordinaria caballería de las aldeanas; pero, como no

va mucho en esto, no hay para qué detenernos en averiguarlo.” (16)

Michael Ende hace lo propio en The Neverending Story: también hace alusiones a historias

que no son parte del propio libro, como prometiéndonos un premio que nunca se materializa.

De ese modo se garantiza total control, el máximo poder sobre la trama completa.

Las referencias circulares son el elemento más atractivo de estas dos narrativas: en Don

Quijote son más sutiles, pero más poderosas precisamente porque no están visibles a menos

que se aplique un ojo crítico. En The Neverending Story, la mayor referencia circular abarca

prácticamente un capítulo entero, pero está muy nutrida de imágenes y referencias.

14
Ya había mencionado la ocasión en la cual el segundo autor encuentra los viejos pergaminos

del Quijote y al él leerlos sólo podemos presumir que tiene que haberse leído a sí mismo, ya

que estos papeles contenían la historia completa del Quijote. Otra referencia circular se

encuentra en la historia de Ginés de Pasamonte:

“ - ¿Y cómo se intitula el libro? - preguntó don Quijote.

– La vida de Ginés de Pasamonte – respondió el mismo.

– ¿Y está acabado? - preguntó don Quijote.

– ¿Cómo puede estar acabado – respondió él - , si aún no está acabada mi

vida? [...]” (17)

No es tan evidentemente circular como el lector leyéndose a sí mismo, pero es un ciclo tanto

en constante movimiento como inerte: el libro de Ginés de Pasamonte se continuará

escribiendo hasta que él muera, pero entonces nunca tendrá final porque ¿después de su

muerte quién lo terminará? Igualmente lo podemos ver como un ejercicio en futilidad, pero

me agrada mucho más la idea de que es un libro en constante escritura y composición: lo que

va sucediendo se escribe, y quién sabe si este libro de Ginés de Pasamonte contenga alusiones

a sí mismo.

Otra auto-referencia del libro la podemos ver en el capítulo XLIV del segundo tomo:

“Dicen que en el propio original desta historia se lee que, llegando Cide

Hamete a escribir este capítulo, no lo tradujo su intérprete como él le había

escrito [...]” (18)

15
El libro hace referencia no sólo a sí mismo, sino a su propia traducción: no sólo es libro,

también puede prever su devenir.

No ha de extrañarnos estas referencias en un libro como el Quijote, incluso las podemos ver

en los títulos auto-referenciales de los capítulos que antes mencionamos: se apuntan a sí

mismos y a su contenido. Cervantes nos dio la primera pista de estas jugarretas de autor

desde el prólogo del primer volumen: un prólogo que se trata de los problemas que él tuvo y

los consejos que le dio su amigo para redactar el propio prólogo.

En The Neverending Story la referencia circular no la prevemos tan fácilmente: el título nos

da una idea de qué esperar, y aún así podemos tomarlo de primera instancia como un título

antojadizo y un poco trillado. La modernidad nos ha creado ese cinismo predispuesto.

Al llegar al capítulo XII nos topamos entonces con una sorpresa para la cual ni la misma

adaptación fílmica nos ha preparado (tristemente, han suprimido esta fabulosa dimensión tan

determinante en el libro):

“He was not really writing. His stylus glided slowly over the empty page and

the letters and words appeared as of their own accord.

The Childlike Empress read what was being written, and it was exactly what

was happening at the same moment: 'The Childlike Empress read what was

being written...'

'You write down everything that happens,' she said.

'Everything that I write down happens,' was the answer [...]” (19)

Primero nos encontramos con unas alusiones que parecen sacadas casi directamente de las

16
páginas del Quijote: el cálamo supremo que en el Quijote tiene voz propia, aquí lo vemos con

movilidad (y tal vez voluntad) propia, y escribe todo aquello sellado en el destino de sus

personajes. También vemos la sazón de Ginés de Pasamonte: se escribe todo lo que sucede ...

¿o es que sucede todo lo que se escribe?

“'Are you and I and all Fantastica,' she asked, 'are we all recorded in this

book?'

He wrote, and at the same time she heard his answer: 'No, you've got it wrong.

This book is all Fantastica – and you and I.'

'But where is this book?'

And he wrote the answer: 'In the book.'” (20)

Aquí también pareciere que Michael Ende arrancó palabras del Quijote, especialmente del

capítulo XLIV del tomo II. El libro dentro del libro: es un concepto mágico que predata al

Quijote y podemos remontarnos a las historias del medio oriente grabadas en Las Mil y Una

Noches. Con el pasar de los siglos, sin embargo, la idea del texto matriz no pierde su

potencia.

“'[...] tell me the story from the beginning, word for word as you have written

it.'

The Old Man's writing hand began to tremble.

'If I do that, I shall have to write everything all over again. And what I write

will happen again.'

[...]

The Old Man wrote and said: 'If the Neverending Story contains itself, the the

17
world will end with this book.'

[...]

At that point the story began all over again – unchanged and unchangeable –

and ended once again with the meeting between the Childlike Empress and

the Old Man of Wandering Mountain, who began once again to write and tell

the Neverending Story...” (21)

Estas líneas preceden a una vorágine de palabras en las cuales Michael Ende nos ilustra de

manera muy explícita la forma en que se re-redacta The Neverending Story, incluso nos

tuerce la perspectiva y lo vemos todo de adentro hacia afuera, como si Bastian fuese la

fantasía y los habitantes de Fantastica lo estuviesen leyendo a él. Esta vorágine violenta

desata la unión de dimensiones – no hay mejor modo de explicarlo – y Bastian puede cruzar a

Fantastica a continuar con sus propias aventuras.

Sólo resta destacar el hecho de que la estructura de ambos textos se compone de múltiples

instancias temporales y de autoría. El Quijote resulta ser una composición de varios autores y

puntos de vista: los que otrora son personajes a merced del control del supernarrador, se

convierten en autores de su propia historia en distintas instancias. El supernarrador – a quien

a veces nos cuesta igualarlo con el autor Cervantes – queda en el anonimato desde el prólogo

y, a partir de éste, se crea otra serie de autores ficticios y en ocasiones inexplicables: no

sabemos a qué tiempo y espacio pertenecen y, si nos obstinamos en colocarlos en algún

orden, siempre habrá algún detalle que desafíe este intento. El propio Cide Hamete

Benengeli, figura autorial predominante en la historia del Quijote, queda despojado de su

autoridad al ser incluido en el “propio original del Quijote” y convertirse en personaje

también. En los momentos en que se pierden los textos – Capítulo VIII, Vol. I y final del

18
Volumen I, por ejemplo, – se nos tuercen los detalles y nos cambian las presunciones acerca

de quién puede ser el autor original de la obra. ¿Es un moro anacrónico del siglo XVI? ¿Es un

godo archicristiano?

En The Neverending Story la división y definición de autores es mucho más limpia: no

tenemos a todos esos autores intermedios ficticios que nos confundan hasta hacernos olvidar

al verdadero autor de la obra que tenemos enfrente. Las instancias en que los personajes se

toman la palabra autorial, sin embargo, son lo que nos hace entender que The Neverending

Story es la historia del libro – al igual que el Quijote, según lo comprende Maurice Molho.

Este sentido en el Quijote se establece en el punto en el que se pierde el texto en el Cap VIII.

En The Neverending Story se establece desde mucho antes, cuando podemos empezar a

percibir que Bastian es parte del libro. Eventualmente se cimenta esta percepción con la

inmersión total de Bastian en el mundo de Fantastica en el capítulo XIII.

Las distintas instancias autoriales en el Quijote, según la apreciación de R.M. Flores, sirven

para resaltar la habilidad del propio Cervantes para ser autor, traductor, historiador, copista y

narrador (entre otras funciones). Michael Ende, sin embargo, me parece que ha creado esta

matryoshka de instancias narrativas como un tributo a Borges y, por consecuencia, a Miguel

de Cervantes. Probablemente ha quedado tan fascinado por la idea del “cuento dentro del

cuento” como nosotros.

Hace falta ser un lector aficionado para lograr sumergirnos en la trama de un libro, pero toma

un autor excepcionalmente talentoso y amante de la magia y la locura para lograr que - más

allá de absorbernos en la narrativa – los lectores sintamos que somos parte de ella y

comencemos a dudar de nuestra propia naturaleza. Como bien lo dijera Jorge Luis Borges:

19
“Si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o

espectadores, podemos ser ficticios” (Jorge Luis Borges, “Magias parciales del Quijote”)

Tanto Cervantes como Ende nos presentan historias cuyos protagonistas son ávidos lectores

que se sumergen en la fantasía de los mundos que consumen. Ambos autores también nos

presentan libros fantásticos que se contienen a sí mismos y nos provocan un vértigo delicioso

sin fin. Ambos autores, Cervantes como precedente y maestro de Ende, nos han colocado un

espejo ante el cual nos vemos y, como lectores, honestamente no podemos decir si somos

reales o producto de la imaginación del otro en el cristal. No se trata ni siquiera de un autor

talentoso: Cervantes y Ende son efectivamente nuestro sabios encantadores.

20
Notas: Bibliografía de citas

(1) Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Vol I, Cap V, pp. 125

(2) Op. cit. Cap II pp. 98

(3) Op. cit. Vol II, Cap LIX, pp. 542

(4) Michael Ende, The Neverending Story, Cap VI, pp. 106

(5) Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Vol II, Cap XVI, pp. 156 – 157

(6) Op. cit. Cap LIX, pp. 541 – 542

(7) Michael Ende, The Neverending Story, Cap IX, pp. 150 – 151

(8) Op. cit. Cap III, pp. 65

(9) Op. cit. Cap XI, pp. 181

(10) Op. cit. Cap XII, pp. 191

(11) Op. cit. Cap IV, pp. 76 – 77

(12) Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Vol II, Cap IV, pp. 57

(13) Op. cit. Cap II, pp. 44

(14) Michael Ende, The Neverending Story, Cap XII, pp. 190

(15) Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Vol II, Cap IX, pp. 96

(16) Op. cit. Vol II, Cap X, pp. 106

(17) Op. cit. Vol I, Cap XXII, pp. 297

(18) Op. cit. Vol II, Cap XLIV, pp. 401

(19) Michael Ende, The Neverending Story, Cap XII, pp. 192

(20) Op. cit. Cap XII, pp. 193

(21) Op. cit. Cap XII, pp. 194 - 198

21
Bibliografía

de Cervantes, Miguel. Don Quijote de la Mancha (Vol. I y II). Madrid, Editorial Castalia,
1997

Ende, Michael. The Neverending Story (traducido por Ralph Manheim). USA, Penguin
Books, 2005

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