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TORRE ROJA, alpartirde 7 aios Para Claudio no fue nada facil convertir- se enel hermano mayor de un bebé. :Por ‘qué?, te preguntaris. Pues cuando te lle- gue un hermanito lo sabrés, aunque para entonees seri demasiado tarde, pues el bebé ya habrétlegado y sera imposible develverlo, Dimitir Inkiow naci6 en Bulgaria pero 1. Alemania. Trabaja para la radio y evisiGn y exeribe libros para ninos, entre ellos Yo y mi hermana Clara, Clora y el gato Casimino y jHurra! Tenemos nr bebe!, que también forman parte de la coleccién Torre de Papel. 1: organs con Ses seece Srnec 9 || a 1aes {HURRA! SUSANITA YA TIENE DIENTES DIMITER INKIOW: {HURRA! SUSANITA YATIENE DIENTES DIMITER INKIOW vata 3. suerte Yer Traduccién de Rafael Arteaga ustraciones de Michaela Reiner aaa cigalin Henk RBA SCSANEDAS TNE "pagan de ely Yi eth, "opine ec per br Tage Sega ‘appro apricot ede algae ered Nena A AAS Bou, Colon conalonrl ls roc manne so petnbe watts tor, recor seat =ooee aoe ae eo ee iene tie Sarees oa tna i a aoe Bison a Vv CONTENTAO No es faci] ser hermano’ snayor De. cémo me tapo.los ofdos con: «orapax» Imaginense, Susanita- durmié toda la noche, sin interrupcién Para los bebés no todo es color de rosa De por qué me regafiaron y me pusieron un une a-causa de Susanita 13 Hd 27 @ Be a inteligente 4 © vil -Auto-auto 55 iE corral.” BH | S€ De-cémo Susanita se my convirtié en una nifita Do x: La salchicha en la'baitera 77 “E08 dientes ‘de Susanita 85 yor de.un' bebé. A veces ‘Antes.de que naciera-4 oa nita no podia imaginar lo dificil que. * serial 7Pero por qué? Pues cuaridd:te dlegue un hernianitoto verés, aunque. Para entonces sera demasiads tarde oe . pues el bebé ya habré llegado-y sera wo imposible devolverlo. Te lo digo. {Te vas a sorprender! Aunque e] -bebé- sea.‘calvo y: no tenga dientes, como el abuelo, todos _ a —_ a urement de prontort se ‘habed feedad toda el nuindo ciego, pies todos vsti: cantados con ese bebé ‘fan’ fed) ese bebé que yo habia deseado tanto, mi me.” Grlan-pelitos. Ojalé sea asi. Yo Me preguntaba si tendria el pa- fal limpio le dije yo. 28 —é¥ es que ella no avisa cuando tiene ganas de iral bana? —No. Es demasiado pequeiia toda vie, “ Gn seguridad tu'cisa huele hoe ‘ible, Ses "SA veces, ‘cuande mama lecoimbia el paaal, : “<2 Bok qué rio le enserias a avisar cuando tenga ganas? es Porque todavia es muy pequefa, = Babe gaicar ya” Claro quié"st. Gatea par todo el spartamento como tn cucarrdn. —Enioncés ya no és tan pequefia jo Pedro—y sf le puedes eisefnar a dvisar ‘cuando tenga ganas. —No lo crea: Todavia ‘no puede hablar. Lo dnico que dice es «aaaaan, 00000» y «aadauuuen, —iEso es precisamenie’lo gue es- toy diciéndot Ella deberia decir' NO PUEDAN HABLAR! Sin embargo, Pedro y yo no estaba- mos demasiado ‘tristes por los rega: ios 0 por los unos. —Algo ‘asi le puede pasar a cual- quiera —dijo Pedro. Yovestuve de acuerdo: —Nosotros no hicdmos nada malo. No. Nosotros sélo hablames to- do el tiempo. Si, pero muy bafito. —¢Alguien de ta clase se quejé? —No, nadie. Entonces la maestra no tenia’ ra- zon para regaharnos. —Yo apino lo mismo.. —Se lo contaré a mama... Yotambién,... -—Ta me servirds de testigo: {Claro! Y ti serés mi testigo. —iSeguro! —Y ahora gqué hacemos? —Ta vienes conmigo a casa para que ambos le ensenemos a Susanita a avisar cuando tenga ganas de ir al bafo. Si fo logramos, mamé se ale- staré muchisimo. - Claro que lo vamos.a lograr — dijo Pedro. Entonces fzimos a casa. Susana dor- mfa como un angelito en su cunita. Qué bueno ‘qe hayas venido temprano —dijo: mamé—. Susanita acaba'de quedarse dormida. Segura- mente va a dormir un’ buen rato. Yo iré a hacer mercado y'té te quedarés aqui. 40 —Si, mama. —Y, por'favor,:no:hagas ruido para que:no.sedespierte. Si, mama. Mamé no:habla.acabado.de.cerrar Ja pueita,: cuando Pedro prégntd: —{Qué hacemios.ahora? —Tenemos pie “hacer niido para qtie:Susanita see. despierte. Luego le ensefiaremos qué Uebeidecir-ciando :tenga ganas. De'inmediato-empezamos a hablar en voz alta. Prendimos.el radio, pero mi hermanita Susana inada.que se despertaba. _ —iHolaaae! —exélamé al pie de su cama—.,jHolaaaa, Susanitaaaa! ¥ con-todo:y eso Susanita siguis durniiendo. -iQuépodiamos hacer? —jSabes qué? —dijo:Pedro—,:Ha- gimosle cosquillas en la punta de‘la nariz. Eso' hace-gue tos bebés.se.des- pierten inmediatamente. Empezamos, pues, a ‘hacerle :cos- 4 quillas a Susanita en la punta de la nariz. ~.(Holaaaa, Susanaaaaa! En vano, Susanita lo tinico que hizo fue voltearse para el otro lado. —jHolaaaa, Susanitaaaaa! Despiér- tate, pequefia. Te vamos a ensefar algo maravilloso. {No quieres? Yo hablaba y hablaba, pero ella no se despertaba. —{Sabes una cosa? —propuso Pe- dro—. Saquémosla de su cunita. Asi tendra que despertarse. —Bueno —aprobé yo. Saquémos- fa de su cuna. Eso hicimos. Pero entonces Susanita empezé, de pronto, a llorar terriblemente. Tan te- rriblemente que no podiamos hacerla callar. —jCalmate, por favor! "—lé decia yo. Susanita, deja de llorar, por fa- vot, 0 Pedro no te podré ensefiar lo que vas a decir cuando tengas ga- nas... —Uuuuunuaaaaaaal iUutuuurcutniaaaaaaaaaaal i{Uueveuuuuenuunuaazaacaaal Nada ni nadie podian hacerla ca- Har, Por el contratio, cada vez lloraha nds fuerte: —Uauuuuuuuuuaaaaaaaaaaal i{Uauuuuuuaaaaaaaaaaaaal Pedro y yo.estébamos désespera- dos. ~iSusanita linda, no lores més,, por favor! —jUuauuuuasaaaagaaaal Ella no nos ofa. Fstaba colorada y chillaba tan duro, tan duro, que pen- 286 que se.iba a quebrar algiin vidrio de la ventana, De'pronto Pedro me dijo: —Sabes?- Tengo que irme a casa. No me puedo quedar tanto tiempo aqui. Y se fue. _—lEsperal —Je grité yo—. jEspe- raaaa! AyGdame a levarla otra vez a sui cama. —iUuuuuuuaaaaauuuuuu! —llora- ba Susanita—-. {Uumuuuaaaaaaa! Cada vez Sloraba més fuerte. Era insoportable. —Susanita querida, tienes qué dar- mirte otra vez —le decia yo tratando de convencerla. Sin embargo, ella seguia lorando sin-parai. 2Qué podfa hacer en esas ciréuns- tancias? Yo ya tenia dolor de cabe- za. Entonces the acordé del «oropax». Con él me atarugué los ofdos y ésa fue mi salvacion, Naturalmente tampoco of cuando mama tocé a Ia puerta. Ella misma tuvo que abrizla, a pesar de que trafa dos bolsas llenas de alimentos. —Dime una cosa—me pregunté—: {Es que te volviste sérdo 0 te pusiste algodén en los dos ofdos? —No. «{Oropax! le respondi, Naturalmente no-le conté a mama por qué Susanita lioraba tan horrible- 45 i CAPITULO VI mente. Yo le dije que se habia desper- Cae moe Sy. S iA veces es bueno'que los bebés no ~_sepan hablar! i SUSANITA ES UN : BEBE INTELIGENTE Yo Je conté a mama que hay un bebé que todavia no camina, pero’ que avisa siempre que tiene ganas de ir al baiio. —No digas tonterias —dijo ella. -—Si, mamé, jde verdad que sit —Quién te metid esos cuentos en Ta cabeza? ~-Pedro. El conoce al bebé. Mamé no me queria creer. Por eso decidf ensefiarle a Susanita’a portarse como el bebé que Pedro conoce. Se- guramente ella no era menos inteli- egente que é1. A lo mejor era mas inte- ligente. Yo lo intenté cada vez que mama no estaba en casa. Mira, Susanita, cuando tengas . ganas, debes decir «a-a, y luego ha- cet fuerza como se debe. jAsi! Yo me acurrucaba frente a ella y hacfa fuerza con todas las dela ley, de manera que hasta la cara se me ponia, colorada. Susanita chupaba su bibe- r6n y refa. Ella ya podia sentarse y sostener su biberén-cuando no estaba demasiado leno. Su calvita se po- Blaba cada vez mas de cabelio rubio y ~ suave, y yo se [a acariciaba todos los dias; su rostro se iluminaba de alegria y ella comenzaba a agitar sus pierni- tas. jEra muy divertido! Estiraba sus manitas hacia mi, y-cuando tocaba mi nariz o mi cabello, me agarraba con todas.sus fuerzas. Queria que fa sa- cara de su cunita y me pusiera a jugar con ella, o que.gatedramos juntos por el apattamento. 48 Cuando gateaba refa siempre a todo pulmén. ~—jAhora te voy a agarrar, te voy a agarrar! —gritaba yo,’y me ponia a gatear detras de ella. Susana gateaba y Jevantaba su co- lita envuelta en pafales. No me parecia bien que Susanita Niecesitara paftaies todos-los dias, jSon tan ‘caros! Mama siempre sus- pita profundamente cuando tiene que comprar panales nuévos. --Un paquete de pahales cuesta tanto come treinta-botellas de leche —dice. éCéme les parece? Y Susanita consurnia pariales como “panes Calientés. No tenia idea de lo ‘aro$ que son. Yo pensaba, horroti- ‘zado, que lo que salfa dé su rabito nos costaba mucho mds que lo que ella se comia, Las cosas no podian seguir asi. Te- "hia-que practicar- mucha con ella para que aprendieya a decir «a-a» cuando tuviera ganas. —Mira,. preciosa | Susanita: iObsér- vanie bien! Tienes que decir «a-a, a-a» -Cuarido tengas ganas. «Aa-aaa-aaa- aaa». ¥ luego te quitaré el patal, zme entiendes? Y luego harés pipf o-una . montaiiita-en tu pequefia bacinilla “Me entenidiste? Ella decia; —Ga-ga ; —Por favor, no digas «ga-gan, sino caran. Y haz fuerza muy juiciosita, asi como yo: «Aaa-aaa-aaa». —Ga-ga-ga... —No «ga-ga-gan, -sino «aaa-aaa- aaan,y haz fuerza, {8° —iGa-ga! —Yo no-digo «ga-ga» sino «aaa - aaa -aaa». —jGa-gal —Nitia, zacaso eres boba? {Quieres que me enoje? —Ga-ga-ga... 51 ~iPor qué no entiendes? «Aaaa- aaaa-aaaal» —exclamé. ¥. de pronto vi que ‘su carita se Ponfa roja. Muy roje. Seguramente tan roja como la mia cuando hacia fuerza frente a elia. De pronto dijo: —iAaaa-aaaa-aaaa! iCaramba, al fin habia ‘entendido! —jAaaa-aaaa-aaaal Y lo volvié a decir y su carita se puso todavia més coldrada, —iFspera, Susanital —exclamé—. iEsperaaaa pues tengo que traerte una bacinillital Salf disparado a traer una bacinilla, pero me di cuenta de que no tenfa- mos ninguna. Y no teniamos una Porque mamé opinaba que Susanita era aan muy pequeria: para necesi- tarla. 2Qué debia hacer en aquel trance? Mama habia salido de compras y yo me encontraba en casa solo con Su- sana. No habfa duda de que me habia entendido pues en Ia habitacién ya empezaba a sentirse un olorcillo bas- tante peculiar. Susanita habfa esperaco que yo le Nevara una bacinilla, pero, como yo no regresé, lo habia hecho en su pan- taloneito. De eso no habla duda. La pobre empez6a gemir y luego a Morar desconsolada- Con seguridad estaba muy desilu- sionada de mi. Mas tarde mamé encontré una montafita en el panal de Susana, tal como yo espefaba. Sin embargo, no quiso creer que Susanita hubiera anunciado su gran operacién con un «aaaa-aaaa-2aaan. CAPITULO Vi hee, iy» AUTO-AUTO Desde que mi hermanita se'sienta y gatea, ya no quiere quedarse en su camita. Quiere que mamé la cargue.” Quiere salirse de su cuna, A veces yo ia paseo en brazos por él apartamento y le muestro las habita- ciones. «Esta es la sala, ésta es la cocina y éste es mi cuarto», Pero Su- sanita ha crecido tanto que yo yanola puedo llevar en brazos, por mucho tiempo. Por Jo’ menos’ no’ tanto tiempo como ella quisiera. Si la: car- gara tanto como ella quiere, no po- dria jugar ni tampoco tendria tiempo para hacer mis tareas. Por eso Ie digo: —Susanita, asf no se puede. Yo no te puedo alzar todo ef tiempo. Si te cargo a todas horas, zquién va a escri- bit la composicién que. me pusieron de tarea? Tienes que entenderla, Su- sanita, A mi me gusta cargarte, pero ne por tanto tiempo. Sdlo un rato, ebuena? Ella dice entonces: —Auto-auto. "Por qué desde hace unos dias me dice auto-auto, no lo sabe nadie. Pero me lo dice una y otra vez, cuando me ve: —Auto-auto... —Yo no soy un auto, soy una per- sona. —Auto... —Yo'no soy ningtin auto, Susanita. Yo soy tu hermano. —Auto. —Yo me llamo Claudio y ne Auto. 56 —Auto. Claudio! jClaudié! ;Auto no! — se lo expliqué muy pacientemente. Ella me mita, agita sus manitas y dice otra vez: —Auto, @Tendré que hacer como un auto- mévil para que se poriga contenta? Buena idea; pienso, y enipiezoin- mediatamente’a irnitar el sonido del motor: jBrrrrr + brrrrrrr! ~{Oyes, Susana? Auto-auto, jbir!, ibarrummm! —jAuto! —dice ella~, jAuto! —y se mueve de aqui para alla como ima loquita. iAjé! Ya creo entender, Quizds lo que Susanita quiere es que-yo le re- gale un cochecito, pues ‘todavia no tiene uno en su coleccién de jugué- tes. Todos le regalan mufecas 0 ani- males de peluche. .-— Ea abuelita Marfa le regald un osito’~ ¥ la abuelita Nelly una muneea. Ade- mAs, tiene una rana verde de trapo, 87 tres osos y tin pato de peluche. Pero todavia no tiene ni-un solo automévil. Bueno, Susanita —le’ dije— Te voy a regalar un automévil. Uno de mis automdviles de juguete. Dé qué color lo quieres: zrojo, azul o verde? © jquizas amarillo? Susanita no decia nada. ~-"De qué color quieres tu auto? —le pregunté nuevamente. Ella dijo tan sélo: —Auto. Entonces comprendf que lo que queria eva simplemente un auto y que ei:color no le interesaba. Fui entonces a mi habitacién y es- cogi para Susanita uno de mis autos. Se lo levé a su:cama y le dij —Me dejaras jugar fnego con él a pesar de que te lo haya regalado, ino es cierto? Ella se rid, y yo entendi que estaba de'acuerdo con mi propuesta. jGra- clas a Dios! Era el mas bonito de mis autos. CAPITULO 1K EL CORRAL Un buen dia papa dijo que Susanita necesitaba un corral porque ya estaba muy grande. —Su camita es demasiado pequefia para que juegue en ella —dijo. —Tienes raz6n —asintié mama—. Ella necesita un corral. Yo me sorprendf mucho. {En qué corral querfan meter mis padres a la pobre Susana? Confieso que hasta me dia miedo. Ella no necesita ningtin corral! —grité—. Los corrales son para los THALES CL OU Cg a AAS perros. Eso es claro, No, los perros * tienen perferas. Ahora que lo pienso, jun corral es para los burros.y las vacas, no para fos riifios! No permiti- ré que metan a Susanite en un corral. Papa se rid. —No es un corral de verdad. A Susanita Je vamos a comprar un co- rral para nifos, para que no tenga que gatear por todas partes, Td tam- bién tuviste un corral de ésos. —¢De veras? Y dénde esté? —Hace tiempo lo vendimos. Por eso tendremos que comprarle uno nuevo a Susanita. —Susanita se alegraré mucho — opiné mamé—. Tendrda suficiente es- pacio para jugar. Pero gdénde lo va: mos a instalar? —En la sala, riaturalmente —anotd papé—. {O tienes una propuesta me- jor? —Pero, squé es un corral? —insistf yo. —Ya lo verds cuando lo compre- 60 mos —dijo papé—. Se trata de cuatro barandas con barfotes de madera, que se atornillan para formar una.es- pecie’ de cerca. Dentro, él bebé tiene espacio pata jugar. . El sabado fuimoé todos a comprar el corralito para Susana. Ella también. vino con nosotros en s11 cochécito. Yo lo empujaba con orgullo, como co- rresponde a un hermano mayor, pues ella es ciertamente mi hermana. En él camino nos encontramos con, dos nifios de-mi-calén. «Es éste cl bebé?», gritaron, y Se abalanzaron so- bre el coche de Susanita. Creo que tenfan envidia. Mam escogis para Susanita un:co- ral verde que a todos nos’ parecié muy bonito: Tenia barandas: de-ma- dera muy bien pulidas y ios extremos eran redondos, Mamé dijo: —Hsta excelente. Susanita no se las- timard cuando se pegue contra la ba- randa. “ a RT La madera estaba pintada y brillaba Gesde lejos. Bl corralito-tenia piso dé plastico suave y acolchonado, verde como la hierba, con florecillas amari: Ilas y rojas, como una pradera. ~-Susanita, ahora no sélo tienes tin sorralito, jsino también un prado para jugar! —exclamé, Susana me miré feliz y dijo: —O-oh, paaido, paaado... Yodije: ~ —Verd... verde,.. —Veevee-deeecee —Vede no. Verde, verde. Ahora tienes un prado verde para jugar. —Noooo pado, nooo pado... Después regresarhos a casa y papA armé el corral de Susanita en la sala. Atornillé las cuatro’ barandas y en la mitad colocé el blando piso de plas- fico que parecia una pradera flore- cida_ —Papa, gcuando yo era hebé tam- bién tuve un corral tan bonito como éste? —pregunté. —-Ti tuviste uno sin piso. En aque- lla época no habia corrales tan boni- tos como éste. Papa puso algunos juguetes en el corral. Luego metimos a Susana y Pensamos que se alegraria muchi- simo. —AI fin voy’a tener tranquilidad . dijo mama. 63 —Ya lo creo —agregé papi. —iMira como se divierte aly den: tro! —exclamé yo. Y era certo, Pero no por mucho tiempo. Cuando mamé y papa se fueron a visitar a una familia vecina y yo pen- saba ponerme a hacer mis tareas, Su- sanita empez6 a Horiquear pues que- ria salirse del corral, —iCélmate! —Ie dije—. Por favor, jcélmate! Pero ‘hubiera sido mejor nd decir Nada, pues empezé a llorar cada vez con mayor volumen, —Susanita, por favor, EV corral es una belleza! ;Gatea ahf dentro! Pero ella queria salizse y aprétiba $u cabecita contra las barras dé ma- dera, chillando como si la estavieran * matando. Tuve que sacarla del corral. Una vez estuvo afuera se tranquili- 26 y empezd a gatear por todas par- tes. Nuevamente asomé ja risa a su carita, Cuando traté de ponerla otra vez en él corral, volvié a llorar y se resis- ti6 con pies y manos, Yo traté de convencerla: ~—Oye, Susanita, gpor qué te pones asi? ¢Para quién compramos este co- rralito tan lindo? ¢Para tio para mi? Si tt no quieres galear ah{ dentro, en- tonces me meteré yo. Alii me sentaré y haré mis tareas. :Me entendiste? Nuevamente volvi a intentar por nerla dentro, pero veloz como un co- hete se me escabull6, gateando. —~iTe voy a atrapar, te voy a atra: par! Ahora gateaha yo detras de Susa- nita. —Oovoooh - oo000h - fafa -.gaga - ohhhh... A veces dice cosas tan extrafias que nadie puede entenderlas. Intenté atraerla hacia et corral, pero cada vez hacia curvas més grandes en torno de él, —Basta, Te voy a meter en tu co- wal, {Entendida? De irtmediato empezs a lorar otra vez, tan fuerte como sus pulmones se lo permitian. Entonces entendi Io que pagaba: Ella no queria meterse al co- rzal, a pésar de que era suyo. —Bueno. Como ti quieras. ;Voy a aduefiaime de tu-corral ya que no lo quieres! —dije, y tomando mis libros me senté dentro, ‘Asi nos encontraron mamé y papa 68 i i I | cuando regresaron: Yo estaba dentro jel corral y Susanita gateaba por el apartamento. —éPor qué estés en el corral? —me Preguntaron fos dos, un poco asom- brads. —Porque Susanita no quiere estar aqui dentro y alguien tiene que utiti- zar el corral, pues para algo'lo com- pramos! —les expliqué. CAPITULO x ie © DE'COMO SUSANITA ! SE CONVIRTIO EN UNA NINITA Tmaginense: desde ayer mi herma- nita Susana dejé de ser un bebé, Desde ayer es una nifia pequefia pues - dio ya sus primeros pasos. Ui bebé que camina no es ya, como todo el mundo sabe, un bebé. Un-hebé que camina es un.nifio pequerio. ‘Ya les habia contado que’ titima- mente ella’ gateaba como un escara- bajo, con su colita en alto y cada vez a mayor velocidad. : TLuego.empez6 a incorporarse apo- yandose en las patedes, aunque con frocus cia; al gatear, chocaba contra i ellas.-Esto lo haciaen todas partes:on fa cocina, en la sala, en eldormitorio, Desde entonces todas las paredes de i nuestio apartamento estén’ repletas de las huielias de sus manos y dedos. ¥ ayer se desprendid.de repente de la pared y dio solita tres “pasos. Se cay6, pero no parecio importafle mu- cho. Entonces volvié a gatear hacia la pared, se pard otra vez y volvié a dar =. tres pasos, Su carita se iluming =. cuando lo logrd; y se puso muy con+ = tenta. = Yo fui el primero en ver sus tres =. pasitos. = —jMaméaaaa! Rapido, répido, mi- = v2, (Susanita ya puede caminar! — =~ grité emocionado, E Maid vino cortiendo dela escina, —De veras? —Acaba de dar tres pasos —Ie dije a mama. Susanita, muestra lo que eres capaz de hacer. Muéstraselo a mama. Creo que Susanita me entendid in- mediatamente pues, gateando, se di- rigid derechita a la pared, se pard apoyandose en ella y nos miré son- Tiendo. Luego dio cuatro pasos hati mi. ~ 7 TUE EET —Dios mio, la nina ya puede cami- nar, jEs verdad! —exclamé mama. Yo asenti orgullosamente, como si. fuera yo el que hubiera acabado de aprender a caminar, y dije: —iPapa se vaa llevar una gran sor- presa esta noche! Susanita estaba muy emocionada. A pesarde que se cayé todas las veces que traté de caminar, siempre se le- vanté de nuevo y dio unos dos o tres pasos antes de volverse a caer. Asi pasé toda una tarde, Creo que se sentfa muy .orgullosa de yano ser un bebé, sino una nifiita. CAPITULO’ x ob “LA SALCHICHA EN LABANERA-~- Desde que mi hermana Susanita:ca- mina, se la pasa todo el tiempo deirés ‘de mf. Creo que le gusto. mucho. Siempre: quiere decirme: algo: Pero eque? —iGarge mise cana winins bebe ga- Ga-miaaa-wuun-aaal! Qué entendiste? Exactamente Jo: mismo qué. yo: A veces me.sorprénde.qtte hable'tanto. Como todo-el mundo sabe, ella rio puede hablar correctamente. Pero») ella“no lo ‘sabe.. Ella habla a todas.” Hee e eee ee SAAT EET Fee ee TUTTO CRE RGR EE TTC ia horas, y cuando Io hace salta y pone una carita muy alegre. A todo el mundo le sonie. Después, cuando sea grande, voy a preguntarle qué querfa decirme todo el tiempo. Por la mafiana sigmpre quiere ba- Rarse conmigo. Cuando se bafia golpea el agua de la bafiera con toda la fuerza de sus dos manitas. No se le acurre que todo puede mojarse. El bafio de la casa queda empapado y mamé se enoja mucho. Yo.traté de enseriarle que no debe golpear con sus manitas la superficie del agua cuando esta en la baiera, —Susanita, jeso ne se hace! —Ga-ga, gaga-tuuu, aaa, .--No sé qué quieres decirme; to qui sf sé es que esa no se hace. —Gaga-uuuun! —iNo te das cuenta de que estas mojando todo? EI bafio esté empa- pado. 2Qué va a decir mama? Te va areganar! Pero Susana no se preocupé por eso. Continud chapaleando en Ia bane- ta. Le encanta chapalear. —Aaaa-a, utruu... bafia-baria... tiu- uuuuuu Ahora queria que yo me baftara con ella. —Téuuu —gritaba—, Tat —Esta bien, Susanita, pero no de- bes seguir chapaleando. ;Me enten- diste? —Uuuu-ga, baiia, batia... ven, ti, ven... De verdad que es inteligente. A veces puedo entender todo lo que me dice. Qué puedo hacer si quiere ba- farse conmigo? Me desvisto y me siento en Ja ba- fiera en la que Susanita ya esté, rebo- zante de alegria. —Maméaaa'—exclamo antes, por precaucién—, zme puedo bafiar con Susanita? 79 —Buene —responde mamé—~. jPe- ro no mojes todo! iFantéstico! Entonces intenté ensefiarle algo a la nifia. —Mira, Susanita, en la bafiera te puedes sentar muy tranquilamente, asi como yo. ¢Salpiqué agua al sen- tarme? No. No se debe chapalear en una bafiera. Piensa que mam4-se pone a alegar cuando encuentra el piso del bario mojado, pues tiene que secazlo. Me entendiste? —iGaga-oooo-wuauu! Ella sabia.lo que yo querfa decir, —iTienes hambre, Susanita? —iGa-gi-guuuuu! dijo, y se puso chapalear con ambas manos. —Listima que no se deba comer dentro de la hanera, Susanita. Creo que entendié lo que le dije pues asintié con la cabeza. Tres 0 cuatto veces agité su cabecita con-un gesta de seriedad. Luego, de repente, su carita se p 81 ERE ABH! puso colorada, Susanita estaba’ ha- ciendo fuerza. —Susanita, iqué estés’ haciendo? Dentro'de la bafera no se debe hacer fuerza. En la bariera no se debe hacer nada de nada. {Me entiendes? No'me entendié pues no dijo ni una’sola palabra y su cara se puso cada vez mas roj Y de pronto, jjuéquete! Algo largo » ycarmelita flotaba junto a Susanita. iHabia hecho/ una salchicha en la bafiera! [Una gran salchicha! {Dios mio! —exclamé horroriza- do—. ,Qué has hecho? Su cara se ilumin6 de ali —;Gaga-guuua! —Bso no es gaga-guuuu. Es una montanita. Eso no se hace en la ba- era. Y mucho menos cuando yo es- toy contigo aqui dentro —exclamé fu- tioso. Susana no me puso atencién. En ese momento estaba “muy concen- “trada en agarrar la salchicha con am- 82 bas manos, pero no lo lograba pues ésta siempre se le resbalaba y conti- nuaba flotando, No tuve otra alternativa que aban- donar Ia bafera y, naturalmente, ir por mamé. Pero gcreen que mamé regarié a Susanita? jNo! iTodavia me sigo preguntando qué hubiera pasado si el que hubiera fa- bricado esa salchicha en Ja bafiera hu- biera sido yo y no Susanital CAPITULO OM etree LOS DIENTES DE SUSANITA Susana ya caminaba, pero, imagi- nense, atin no tenfa dientes. Nadie sabia por qué. Yo ya me estaba preo- cupando y me preguntaba si, de ver, dad, le irjan a salir dientes. Si no le salfan, tendria que ir-al dentista y alli le pondrfan utios dien- tes de mentiras. O jquizds deberia nuestro abuelo pequerio prestarle sus «terceros dientes»? Nosotros terie- mos dos abuelitos: el grande y el pe- quenio. Yo me puse a pensar y me di cuenta de que eso no eta posible pues, = : 3 E : E : : =. : z = la boca de mi abuelito es mucho mas grande que la de Susana. Ademas, ef abuelo pequeno necesita sus-«terce- 108 dientes», Mama dice que a algunos nifos les tardan en salir jos primeros dientes. Pero... Zqué tanto? Yo conocia nities mucho imds pequefies que Susanita con cuatro y hasta con ocho dientes, Hastales miré la boca por dentro a algunos bebés cuando sus mamas es- taban comprando la verdura en la tienda. —1Yo le cuido su nido! —les propo- AT nia, y cuando entraban en la tienda les contaba rapidamente los dientes a los bebés, De veras. El primero-de los nifios que examiné tenfa cuatro dientes a pesar de que todavia no se podia sen- tar en el coche. jCarambal {Cudndo, finalmente, iban a salirle los dientes a Susanita? Precisamente, cuando mas preacu- pado estaba por sus dientes, empe- zaron a salirle. ;Cinco de un solo ti- r6n! Dos arriba y tres abajo. Poco des- pués le salieron otros. La pobre Susa- nita lord tres dias seguidos y tuvo fiebre. Mamé dice que es bastante dolo- roso cuando salen tantos dientes al mismo tiempo. —Pobre Susanita —decia yo. Qué triste que la salida de los prime: ros dientes sea tan dificil; pero cuando los tengas, te reirds, pues ya tendras dientes. No es eso hermoso? Y para ese entonces seguramente ha- Dlarés mucho mejor que ahora, ya que con dientes, como todo el niundo sabe, se pueden pronunciar mejor las palabras. ;Verdad? Susanita Iloriqueaba. Cuando a Susanita al fin le salieron todos los diéntes, papa dijo: —Ahara nos vamos de vacaciones, i¥ de verdad que jas necesitaba- mos! Susanita, porque acababa de su- perar la diffcil prueba de la salida de sus primeros dientes, y todos noso- .' tos porque habiamos soportado su "permanente [oriqueo. 88 Fuimos a Grecia, a una isla llamada Miconos. Allf todo era de color blanco: las calles, las casas, las iglesias y también Jos molinos de viento, Hasta los tron- cos dé los’ Arboles estaban pintados de blanco, Las mujeres giiegas, sin embargo, siempre estaban vestidas de negro. Con seguridad les gustaba ese color pues combina muy bien con el blanco. En aquella isla a Susanita le crecie- ron los dientes atin més y se le pusie- ron muy, muy blancos. Yo me alegré por ella. Una cosa, sin embargo, me daba qué pensar: Susanita habia em- pezadoa morder. Queria ensayar sus dientecitos en todas partes Una vez estaba yo en la playa junto a papa y mamd. Mamé habia acabado de embadurnarme de acéite contra las quemaduras del sol y Susanita jugaba en la arena junto a mi.

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