2 EN EL PRINCIPIO CREO DIOS
ledijo: «Por haber escuchado a tu mujer, comiendo del ér-
bol del que te prohibi comer, diciéndote: no comas de él:
por ti seré maldita la tierra; con trabajo comerds de ella
todo el tiempo de tu vida; te dard espinas y abrojos, y co-
meré de las hierbas del campo. Con el sudor de tu rostro
comerés el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella
has sido tomado, ya que eres polvo y al polvo volver... »
Dijose Yahvé Dios: He aqui a Adén como uno de nosotros,
conocedor del bien y del mal; que no vaya ahora a tender
su mano al érbol de la vida, y, comiendo de él, viva para
siempre. ¥ le arrojé Yahué Dios del jardin del Edén a la-
brar la tierra de la que habia sido tomado. Expulsé a
Aden, y puso delante del jardin del Bdén un querubin, que
blandia flameante espaca para guardar el camino del ér-
bol de la vida.
sok
1. Sobre el tema pecado '?
Cuando, una vez terminado el sinodo de
obispos, dedicado al tema de la familia, estabamos
discutiendo en pequeiios circulos sobre posibles
temas para el préximo sinodo, fijamos nuestra
atencién en las palabras de Jestis con las que Mar-
cos da comienzo asu evangelio y que resume todo
elanuncio de Jestis: «Cumplido es el tiempo, y el
19, Agradezco a estado de J Peper, Uber den Begrifder Sine,
sus vallosas oientaciones sobre esta homila
PECADO Y REDENCION 3
Reino de Dios esta cercano; arrepentfos y creed
en el Evangelio» (Me 1, 15). Uno de los obispos
empezé a reflexionar sobre estas palabras y dijo
que tenia la impresién de que, desde hacia mucho
tiempo, en realidad este anuncio resumido de Je-
siis se habfa dividido en dos partes. Hablamos
mucho y con gusto sobre la evangelizaci6n de la
Buena Nueva para hacer atractivo a Jos hombres
elcristianismo, pero apenas hay alguien —asi pen-
saba este obispo~ que atin se atreva a dar a cono-
cer este profético anuncio: iConvertios! Apenas
hay quien se atreva a proclamar en nuestro tiem-
poesta llamada fundamental del Evangelio, con la
que el Sefior nos quiere Hevar a que cada uno de
nosotros se considere personalmente como peca-
dor y deudor, a que hagamos penitencia y a que
cambiemos de vida, Nuestro hermano afiadié atin
esto: que tenfa la impresién de que nuestra predi-
cacién cristiana de hoy era como una grabaci6n
magnetofénica de una sinfonfa, en la que se ha-
bian cortado los primeros compases del primer
tema principal, de tal manera que la sinfonia
quedaba amputada y, asi, incomprensible en su
desarrollo. Estabamos tocando un punto deliea-
do de nuestra actual situacién hist6rico-cultural.
El tema del pecado se ha convertido en nuestro
tiempo sencillamente en un tema tabi. La predi-4 EN EL PRINCIPIO CREO DIOS
caci6n religiosa intenta obviarlo en la medida de
lo posible. El teatro y el cine utilizan esta palabra
irénicamente o lo ponen como momento de di-
version. La psicologia y la sociologia intentan
desvirtuarlo haciendo de él una ilusién o un com-
plejo. Incluso el mismo Derecho intenta una y
otra vez pasar sin la idea de culpa, sirviéndose
mas bien de una figura sociolégica, que reduce a
pura estadistica los conceptos de bien y mal, y po-
niendo en su lugar la distincién entre conducta
regular y desviada. Esto conlleva que las propor-
ciones estadisticas también pueden cambiar de
sentido: lo que hoy es desviaci6n, puede un dia
ser la regla. éNo seria quizds mejor intentar hacer
de lo desviado lo normal? Mediante esta reduc-
cién a lo cuantitativo, la idea de lo moral se tiene
que dar por perdida. Esto seria légico si el hom-
bre no tuviese ninguna medida previamente dada
y no inventada por él, sino que surge de lo més in-
timo de la bondad de la creacién.
Hemos legado asi al nticleo propiamente
dicho de nuestro proceso. El hombre de hoy no
conoce la medida, mas atin, no quiere ni conocer-
la, porque ve en ella un peligro para su libertad.
Nos vienen a la mente las palabras de la judia
francesa Simone Weil, que una vez dijo: «La ex-
periencia de lo bueno'se consigue haciéndolo... Si
PECADO Y REDENCIGN 85
se hace el mal, no se puede tener, porque el mal
huye de la luz»2°, S6lo conoceremos el mal si no
Jo hacemos.
Asi es e6mo el tema del pecado se ha con-
vertido en un tema reprimido, pero, de todas ma-
heras, se manifiesta, por otra parte que sélo esté
reprimido, pero que sigue siendo verdad. Me pa-
rece muy significativa esa agresividad, siempre a
punto de saltar, que hoy experimentamos bien a
las claras en nuestra sociedad; esa disposicién
siempre al acecho para insultar al otro, hacién-
dolo responsable de nuestras propias desgracias,
inculpando a la sociedad de todo y queriendo
cambiar el mundo por medio de la violencia. Me
parece que esto sdlo se puede comprender como
expresin dela verdad reprimida de la culpa, que
el hombre no quiere reconocer. Pero como, de to-
das maneras, esté ahi presente, hay que aceptarla
y aniquilarla, ¥ como las cosas son asi, es decir,
que el hombre puede, sf, reprimir la verdad, pero
no marginarla, enfermando de «verdad reprimi
da», es por lo que una de las tareas del Espiritu
Santo es «argitir al mundo de pecado» (Jn 16, 8).
20. Solnverkraf und Gnade (Munchen 3, 1981) 101s; Pieper, Le.
(69, Pieper nos llama ia atencién, aqui mismo, sobre unas palabras de Goethe
‘que se refieren algo semejante, seatn las cuales nosotres no podemos «ver
Tas fattss hasta que no nos liberemos de lla. (Diclanng wd Wiret 28)8% EN EL PRINCIPIO CREO DIOS
Nose trata en absoluto de amargarle la vida al hom-
bre, acorrakindolo con mandamientos y prohi-
biciones; se trata, mas bien, de conducirlo a la
verdad para que se salve. El hombre s6lo puede
cesa de
encontrar la salvacion si se hace verdad, s
reprimir y de pisotear la verdad.
El tercer capitulo del libro del Génesis, pre-
aesta meditacién, es un momento de la ac-
mn del Espiritu Santo, que atraviesa toda la his-
toria. fl arguye al mundo y a nosotros de pecado,
no para humillarnos, sino para hacernos verdad,
para sanarnos, para «redimirnos».
2, Limites y libertad del hombre
‘ste texto nos relata su verdad, que sobre-
pasa nuestro propio entender, por medio, sobre
todo, de dos imagenes grandiosas: la del jardin, a
la que pertenece la imagen del Arbol, y la de la
serpiente. El jardin es la imagen de un mundo,
que es morada para el hombre, y no selva salvaje,
peligro o amenaza. Una morada que cobija, ali-
menta y sostiene. Es la expresién de un mundo
que alberga los rasgos del espiritu; de un mundo
que se ha hecho segtin la voluntad del creador.
Aqui confluyen dos movimientos: Uno es que el
hombre no explota al mundo, no hace de él su
PECADO Y REDENCION 2
propiedad privada, arrancéndola de la voluntad
creadora de Dios, sino que reconoce en él la do-
nacién del espiritu, y lo construye para lo que ha
sido creado. Asi se manifiesta, muy al contrario,
que el mundo, puesto en unidad con su Seftor, ya
no es amenaza, sino donacién y regalo. Es un sig-
no de la bondad unificadora y salvadora de Dios.
La imagen de la serpiente esta tomada de
los cultos orientales de la fertilidad. Es sefial, pri-
mero que nada, de las religiones de la fertilidad,
que, a lo largo de siglos, constituyeron la verda-
dera tentacién para Israel, el peligro de abando-
nar la Alianza y de entrar en la historia de las reli-
giones de aquel entonces. A través de los cultos
de la fertilidad habla ast la serpiente al hombre:
No sigas a ese dios lejano, que no tiene nada que
darte. No mantengas Ja alianza, que es un largo
camino y que tantas limitaciones te impone, En-
tra en la corriente de la vida, en su embriaguez y
en su éxtasis; s6lo asi podrés partieipar de lar
lidad dela vida y de su inmortalidad?!.
21. Sobre los fundamentos histérico-religiosos de la figura dela
serpiente cft,especialmente, J, Seharbet, Le, 55; mas extensamente aun-
{que no en todo convincente)a Cl, Westermann, fc 323-328: G. von Rad
ho insiste mucho en sus rellexiones sobre la significacin de la serpiente,
augue pone may bien como nfcleo de la tentzeén la elimina, poe
‘ede ser humano, de os limites puesios por Dias en la ereacidens (63),88 EN EL PRINCIPIO CREO bIUS.
En tiempos en que el relato paradisiaco al-
canz6 su forma literaria definitiva era enorme el
peligro que corria Israel de caer en la faseinacion
que aquellas religiones ejercian sobre sus senti-
dos y sobre su espfritu, y de que desapareciera y
quedase relegado al olvido aquel Dios aparente-
mente tan lejano de la promesa y de la ereaci6n.
Podremos comprender mucho mejor este texto si
profundizamos en la historia tal y como la cono-
cemos por los relatos del profeta Elias: «Vio,
pues, la mujer que el 4rbol era bueno para comer-
se, hermoso a la vista y deseable para aleanzar
por élla sabiduria» (Gn 3, 6).
En aquellas religiones, la serpiente era el
simbolo dela sabiduria, que dominaba el mundo,
y de la fertilidad, por la que el hombre se sumer-
fa en la corriente divina de la vida, sabiéndose
en algtin momento unido a su poder divino. De
esta manera, la serpiente era también el simbolo
de la atraccién que estas religiones ejercfan sobre
Israel en contra de la voluntad misteriosa del Dios
dela Alianza.
En el espejo de la tentacién de Israel, la Sa-
grada Escritura representa la tentacion de Adan
como la esencia misma dela tentacién y del pecado
de todos los tiempos. La tentacién no comienza
PECADOY REDENCION 89
con la negacién de Dios, con la caida en un abierto
ateismo, La serpiente no niega a Dios; comienza,
mas bien, con una informacion aparentemente
lena de sentido, pero que en realidad contiene
una deformacién de la verdad, colocando al
hombre en esta misma deformacién y, arreba-
téndolo de la confianza, lo introduce en la d
confianza: «éQue no podéis comer de ningtin ar-
bol del jardin?» No hay aqui ninguna negacién
de Dios, sino la sospecha de su alianza, de la co-
munidad de fe, de la oracin y de los manda-
mientos, en los que vivimos desde el Dios de la
Alianza. Ya es mucho sospechar de la Alianza,
despertar la desconfianza, conjurar la libertad,
denunciando asf como atadura la obediencia ala
alianza, que nos separa de las verdaderas prome-
sas de la vida. Es bien facil convencer a los hom-
bres de que esa alianza no es ni don ni regalo,
sino expresién de una envidia a los hombres que
les arrebata su libertad y las cosas més hermosas
de Ia vida. Con estas sospechas se incorpora el
hombre a un camino sobre el que él mismo se
construye su propio mundo. Dicho de otra mane-
ra: Aqui se encierra la propuesta alos hombres de
que no acepten los limites de su existencia; que no
consideren los limites entre el bien y el mal, ni los
limites de la moral, como limite, sino sencilla-a EN EL PRINCIPIO CREO DIOS
mente que se puedan y deban liberar de todo ello,
abandonandolo”2.
Esta sospecha de la Alianza y, con ella, la in-
vitacién a los hombres a liberarse de sus limites,
atraviesa con sus muchas variantes la historia, de-
terminando asi también el panorama de nuestro
tiempo. S6lo voy a mencionar dos variantes: la
estética y la técnica, Comencemos con la forma es-
tética, Esta es la pregunta con Ia que empieza:
Qué es lo que le esta permitido al arte? La res-
puesta parece que es muy facil: Se le permite ha-
cer todo lo que pueda llamarse «artistico». Sélo se
le permite tener una regia: ser él mismo y poder
hacer arte. Y s6lo hay un fallo en su contra: el fallo
artistico, la ineapacidad artistica. Consecuente-
mente, no hay libros buenos 0 malos, sino s6lo li-
bros bien o mal eseritos; no hay peliculas buenas 0
malas, etc, No cuentan en esto ni el bien nila mo-
ral, pues «arte» viene ~asi se dice- de «poder»,
Todo lo demas es violentar las cosas. iHay que ver
22. Ch sabres efesions. espe, von Rae: 6+
cyte reeionnapurrentevonene ea hae Ds Walter
Swofing Regesiurg 2, 1989) 37,
re cscs comercioes se asin nhs eis
exons qu) it Le 27-7-ha dala sel pc,
2 NI. La pla sateen alee «ust qe, pret
Sin con Tapa alana “Kone ope),
PECADO Y REDENCION ot
cuanta aparente evidencia! Pero después también
significa que hay un espacio en el que el hombre
puede superar sus propios limites. Cuando hace
arte, no hay limites para él; se le permite hacer
todo lo que se puede hacer. Y esto significa, por
fin, que la medida del hombre es su poder, no su
ser, niel bien y el mal, Lo que él hace, le esta per-
mitido, silas cosas son ast.
La significacion de todo esto la apreciamos
muy claramente en la segunda variante, la técnica,
aunque viene a ser una variante del mismo pensa-
miento y de la misma cosa, pues también la pala-
bra «Techné» se traduce en aleman por «Kunst»,
que viene de «Kénnen» 8, De nuevo nos pregun-
tamos: «éQué le esta permitido a la técnica?» Ya
hace tiempo que esto esta muy claro: se le permite
hacer todo lo que se puede hacer. El tinico fallo es
el fallo técnico. Robert Oppenheimer cuenta que,
al ver los fisicos las posibilidades de la bomba
atémica, las consideraron como lo «technikally
sweet», lo técnicamente dulce, lo fascinante; eran
para ellos como un imén que los atraia sin reme-
dio. Era la posibilidad técnica de querer y de eje-
cutar el poder. El iltimo comandante de Ausch-
witz, Hiss, ha reflejado en su diario que el eampo
25, NT. Che la nota anterior92 EN EL PRINCIPIO CREO DIOS
de exterminio habfa sido una impresionante obra
técnica. El proyecto del ministerio habfa sido con-
siderar la capacidad de los erematorios y de su
fuerza combustible, correlaciondndolas de mane-
ra que pudiesen funcionar sin interrupeién. Era
tan fascinante y perfecto el programa que de por
sise justificaba2®. Con estos ejemplos podriamos
seguir mucho més. Todos los productos del ho-
rror, cuyos ascendentes progresos contemplamos
desconcertados y, en fin de cuentas, impasibles,
tienen la misma causa comin. Pero ante la
secuencias de estos principios, deberfamos hoy
volver a saber que todo es un engafio de Satanés,
que quiere destruir al mundo y al hombre. Tene-
mos que darnos cuenta de que el hombre no se
puede reducir a estar en el mero espacio del arte.
En todo lo que hace, se hace a si mismo. Por ello
estén siempre presentes como medida é1 mismo,
Ja creaci6n, su bien y su mal. Y si reniega de esta
medida, se engaiia a si mismo. No se libera, sino
que se opone ala verdad. Con lo que se destruye a
simismoy al mundo.
con-
Esto es, pues, lo primero y fundamental que
aparece en la historia de Adan sobre la esencia de
Ia culpa humana y sobre la existencia de todos no-
26, Ambos ejemplos estén tomados del libro de Pieper e. 38 y I
PECADO Y REDENCION 93
sotros. La ordenacién de la Alianza se torna sospe-
chosa; sospechoso es también el cercano Dios dela
Alianza y sospechosos son los limites entre el bien
yel mal, la medida interna de ser hombre su ser
creatura, Podemos decir, desde esta perspectiva,
que el contenido més profundo del pecado es que
el hombre quiere negar su ser creatura, porque no
le agrada aceptar ni la medida ni los limites inhe-
rentes a ello, No quiere ser creatura, no quiere ser
medido, ni quiere ser dependiente. Su dependen-
cia del amor ereativo de Dios la interpreta como
heteronomfa; pero heteronomia es esclavizacion y
de ésta hay que liberarse. Y asi el hombre quiere
llegar a ser Dios. Alli donde lo intenta todo se per-
vierte. Se pervierte la relacién del hombre consigo
mismo; se pervierte la relacién con los otros. Al
que quiere ser Dios, el otro se le opone como limi-
te, concurrencia y amenaza. Sus relaciones con é1
se convierten en mutuo inculpamiento y en lucha,
tal y como lo describe magistralmente la historia
del paraiso en el didlogo de Dios con Adin y Eva
(Gn, 8-13). Se pervierte, finalmente, de tal mane-
ralas relaciones con el mundo, que todo se convier-
teen una forma de explotaciény aniquilamiento. El
hombre, que considera su dependencia del més alto
amor como esclavitud, queriendo negar su verdad y
su ser creatura, no consigue la libertad; destroza la” EEN EL. PRINCIPIO CREO DIOS
verdad y el amor. No se hace Dios ~pues no pue-
de-, sino caricatura, pseudo-dios; se hace esclavo
de un poder, que llega a pisotearlo, Pecado es esen-
cialmente ~queda asi bien claro- renuncia de la
verdad. Asi podremos comprender también lo que
quieren decir estas misteriosas palabras: «Si eo-
mis de él (es decir, si negais los limites, si renun-
cidis a ser medidos), moriréis» (cfr. Gn 3, 3). Esto
significa: E! hombre que niega los limites entre el
bien y el mal, la medida interna de la creacion, nie-
gayrenuncia ala verdad. Vive en la mentira y en la
irrealidad, Su vida es una apariencia; se encuentra
bajo el dominio de la muerte. Y nosotros, los que vi-
vimos metidos en un mundo de mentiras y de nega-
cién de la vida”, sabemos que existe este dominio
de la muerte que hace de la vida misma una nega-
cién, un estar muerto.
3, El pecado ori
Enel relato del Génesis, que hemos conside-
rado, se afiade otro rasgo fundamental a esta des-
cripcién del pecado. El pecado no es descrito como
algo general, como una abstracta posibilidad, sino
como un hecho, como el pecado de alguien, de
Adan, que esté al principio de la humanidad y del
27. NE. Laexpwesin semana es «U-lebers
PECADO Y REDENCION 95
que parte una historia de pecado. El relato nos dice
que un pecado trae a otro y que todos los pecados
de la historia dependen unos de otros. La teologia
ha encontrado para este hecho una palabra, eapaz
de ser mal entendida e inexacta, la palabra «pe
do original». éQué quiere decir? Nada nos parece
hoy mas extrafio, e incluso absurdo, que la afirma-
cién de un pecado original, porque culpa, segiin
nuestra forma actual de comprenderla, slo puede
ser lo muy personal. Dios no tiene el mando en un
campo de concentracién, en el que se actiia segiin
clanes, sino que es el Dios libre del amor, que llama
a cada uno por su nombre. £Qué, pues, significa
«pecado original» bien interpretado?
Para encontrar aqui una respuesta hace falta
nada menos que empecemos de nuevo a entender
mejor al hombre. Tenemos que tener bien claro
que no hay ningin hombre encerrado en si mismo,
que nadie puede vivir por sty para si mismo. No re-
cibimos nuestra vida s6lo en el momento del na
miento, sino desde fuera, de otro, que no soy yo, y
a quien, sin embargo le pertenezco. El hombre no
tiene su yo s6loen si mismo, sino también fuera de
si mismo. Vive en aquellos a quien ama; en aque-
llos de los que vive y para los que esté ahi, El hom-
bre es relaci6n y sélo en la forma de esta relacin9% EN EL. PRINCIPIO CREO DIOS
tiene su vida y su propio yo. Yo solo no soy yo, sino
‘inicamente en el ti, y en el ti soy yo mismo. Ser
cabalmente hombre significa estar en la relacion
de amor, del «de quién» y del «para quién» vivo.
Ahora bien, pecado significa romper y destrozar
esta relacién. Pecado es negacion de la relacion,
porque quiere hacer del hombre un dios. Pecado es
pérdida de referencia, trastorno de relacién, y, por
ello, no se manifiesta cerrado en el yo individual. Si
trastorno la relacién, entonces este proceso —el pe-
cado- afeeta a los demas portadores de relacién, a
la totalidad. Por ello, el pecado es siempre un em-
pecaminarse que afecta a los otros, que pervierte al
mundo y lo destroza. Y si es asi, podemos decir: Si
el conjunto relacional del ser hombre esté trasto-
cado desde el prineipio, cada hombre ingresa des-
deentonces en un mundo afectado por una pertur-
bacién dela relacién, Junto con el ser hombre, que
es bueno, le sobreviene, al mismo tiempo, a cada
individuo un mundo afectado por el pecado. Cada
uno de nosotros entra en una trama en la que las
relaciones estén falseadas. Cada uno, por tanto,
esté, por eso mismo, perturbado desde el principio
en sus relaciones, al no recibirlas como deberian
ser. Bl pecado lo agarra y él lo realiza. Con esto se
vera con claridad que el hombre solo no se puede
redimir a si mismo, Lo equivocado de su existencia
PECADO Y REDENCION 7
sebasa en que él s6lo se quiere a si mismo. Sélo po-
dremos ser redimidos, es decir, libres y cabales, si
cesamos de querer ser Dios, si renunciamos ala lo-
cura de la autonomia y dela autarquia. Unicamen-
te podemos ser redimidos, es decir, seremos noso-
tros mismos, cuando recibamos y aceptemos las
auténticas relaciones con los hombres. Pero éstas
dependen de que la medida de la ereacién esté
slo a medias en su sitio y precisamente ahi esté
el trastorno. Al estar las relaciones ereacionales
perturbadas, slo el creador puede ser el salva-
dor. Sélo podemos ser redimidos si aquél, del que
nos hemos apartado, viene hacia nosotros y nos
dala mano. Sélo al ser amados somos redimidos,
ys6lo el amor de Dios puede limpiar el amor hu-
mano perturbado y reconstruir aquel conjunto re-
Tacional, alejado de sus raices.
4, La respuesta del Nuevo Testamento
E] relato veterotestamentario sobre el co-
mienzo del hombre nos conduce asf, con sus pre-
guntas y esperanzas sobre él mismo, haeia aquél en
el que Dios soporté nuestra desmesura, adentrin-
dose en nuestro mundo para que llegésemos a ser
nosotros mismos. La respuesta neotestamentat ‘ia
al relato del pecado original esté resumida de la
forma mas breve y enérgiea en el himno prepauli-os EN EL PRINCIPIO CREO DIOS
no, que Pablo recoge en el segundo capitulo de su
carta a los filipenses. La liturgia de la Iglesia ha co-
locado, con razén, este texto, en el centro de la
turgia de los dias de cuaresma, uno de los tiempos
litargicos mas santos. «Tened los mismos senti-
mientos que Cristo Jestis, quien, a pesar de tener la
forma de Dios, no reputé codiciable ser igual a
Dios; antes se anonad6, tomando la forma de sier-
vo, haciéndose semejante alos hombres; y asi, por
elaspecto de hombre, se humill6, haciéndose obe-
diente hasta la muerte, y muerte de cruz, por lo que
Dios lo exalté y le otorgé un nombre sobre todo
nombre, para que al nombre de Jestis doble la ro-
dilla todo cuanto hay en los cielos, en la tierra y en
las regiones subterraneas, y toda lengua confiese
que Jesucristo es Sefior para gloria de Dios Padre»
(Fip 2, 5-11; cfr. Is 45, 24).
‘No podemos reflexionar pormenorizadamente
sobre este texto tan rico y tan profundo. Nos limita-
remos aquia ver sus relaciones con la historia del pe-
cado original, al que sin duda alguna alude, aunque
parece tener ante los ojos una versi6n distinta de la
que nos informa Génesis 3 (cfr. Jb 15, 7s.)?*
28, Sobre la vaiante de a tradicién sobre el pecado original, que
‘aqui se detect, asf como sobre sus diferentes figuras biblieas ysuorigen no
israelta, nos da una breve informacién A. Weiser, Das Buch Hiab (Gottin
‘gen 8, 1988) 113,
"ADO Y REDENCION ”
Jesucristo rehace el camino de Adan al revés.
Al contrario que Adan, él es «como Dios». Pero
este ser-como-Dios, esta igualdad con Dios, es ser-
Hijo, y, por tanto, una relacién total. «E] hijo no
hace nada por si mismo». De esta manera, el que
esrealmente igual a Dios no se encierra en su auto-
nomfa, esto es, en la ilimitacion de su poder y de su
querer. Hace su camino a la inversa: Fes el que est
totalmente sometido; es el siervo. ¥ como El no ca-
mina porel sendero del poder, sino del amor, puede
adentrarse hasta en la mentira de Adan, ir hasta la
muerte, rehaciendo asi la verdad y déndonos la vida,
Asi Cristo es el nuevo Adan, con el que co-
mienza la nueva humanidad. El, que desde lo mas
profundo es relacién y tiene su ser en ser relacién,
41, el Hijo, recupera la relacién. Sus brazos abiertos
son la relacién abierta que siempre est patente
ante nosotros. La cruz, el lugar de su obediencia, es
nuestro verdadero arbol de la vida. Cristo es la
imagen contraria a la serpiente, como nos dice
Juan en su evangelio (Jn 3, 14).
Desde este rbol no viene ya la palabra tenta~
dora, sino la palabra del amor salvifico, la palabra
dela obediencia, por la que Dios mismo se ha he-
cho obediente, ofreciéndonos su obediencia como
un espacio de libertad. La cruz es el nuevo arbol de100 EN EL PRINCIPIO CREO DIOS
la vida al que de nuevo tenemos acceso. Por su pa-
si6n Cristo ha arrebatado aquella espada de fuego,
ha pasado por el fuego y hecho de la cruz el verda-
dero eje del mundo. Por eso la Eucaristia, como
presencia de la cruz, es el Arbol permanente de la
vida, situado siempre en medio de nosotros ¢ invi-
téndonos a recibir el verdadero fruto de la vida.
Todo esto incluye que la Eucaristia no puede ser
nunca una especie de asistencia comunitaria, Reci-
birla, comer del drbol de la vida, significa recibir al
Sefior crucificado, esto es, aceptar su forma de
vida, su obediencia, su Si, la medida de nuestro ser
creatura. Significa recibir el amor de Dios, que es
nuestra verdad; aceptar aquella dependencia de
Dios que tan poco tiene que ver con la heteronomia
como la filiacion no es heteronomia para el hijo.
Ojalé que este tiempo de cuaresma nos ayude
a salir de nuestras negaciones, de las sospechas de
la Alianza de Dios, de la falta de limites y de la
mentira de nuestra «autodeterminacién», para ca-
minar hacia el Arbol de la vida, que es nuestra me-
dida y nuestra esperanza. Ojala que llegue otra vez
hasta nosotros toda la palabra de Jestis: «El reino
de Dios esté cerca. Arrepentios y creed en el Evan-
gelio» (Mt 1, 15).