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2 EN EL PRINCIPIO CREO DIOS ledijo: «Por haber escuchado a tu mujer, comiendo del ér- bol del que te prohibi comer, diciéndote: no comas de él: por ti seré maldita la tierra; con trabajo comerds de ella todo el tiempo de tu vida; te dard espinas y abrojos, y co- meré de las hierbas del campo. Con el sudor de tu rostro comerés el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado, ya que eres polvo y al polvo volver... » Dijose Yahvé Dios: He aqui a Adén como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; que no vaya ahora a tender su mano al érbol de la vida, y, comiendo de él, viva para siempre. ¥ le arrojé Yahué Dios del jardin del Edén a la- brar la tierra de la que habia sido tomado. Expulsé a Aden, y puso delante del jardin del Bdén un querubin, que blandia flameante espaca para guardar el camino del ér- bol de la vida. sok 1. Sobre el tema pecado '? Cuando, una vez terminado el sinodo de obispos, dedicado al tema de la familia, estabamos discutiendo en pequeiios circulos sobre posibles temas para el préximo sinodo, fijamos nuestra atencién en las palabras de Jestis con las que Mar- cos da comienzo asu evangelio y que resume todo elanuncio de Jestis: «Cumplido es el tiempo, y el 19, Agradezco a estado de J Peper, Uber den Begrifder Sine, sus vallosas oientaciones sobre esta homila PECADO Y REDENCION 3 Reino de Dios esta cercano; arrepentfos y creed en el Evangelio» (Me 1, 15). Uno de los obispos empezé a reflexionar sobre estas palabras y dijo que tenia la impresién de que, desde hacia mucho tiempo, en realidad este anuncio resumido de Je- siis se habfa dividido en dos partes. Hablamos mucho y con gusto sobre la evangelizaci6n de la Buena Nueva para hacer atractivo a Jos hombres elcristianismo, pero apenas hay alguien —asi pen- saba este obispo~ que atin se atreva a dar a cono- cer este profético anuncio: iConvertios! Apenas hay quien se atreva a proclamar en nuestro tiem- poesta llamada fundamental del Evangelio, con la que el Sefior nos quiere Hevar a que cada uno de nosotros se considere personalmente como peca- dor y deudor, a que hagamos penitencia y a que cambiemos de vida, Nuestro hermano afiadié atin esto: que tenfa la impresién de que nuestra predi- cacién cristiana de hoy era como una grabaci6n magnetofénica de una sinfonfa, en la que se ha- bian cortado los primeros compases del primer tema principal, de tal manera que la sinfonia quedaba amputada y, asi, incomprensible en su desarrollo. Estabamos tocando un punto deliea- do de nuestra actual situacién hist6rico-cultural. El tema del pecado se ha convertido en nuestro tiempo sencillamente en un tema tabi. La predi- 4 EN EL PRINCIPIO CREO DIOS caci6n religiosa intenta obviarlo en la medida de lo posible. El teatro y el cine utilizan esta palabra irénicamente o lo ponen como momento de di- version. La psicologia y la sociologia intentan desvirtuarlo haciendo de él una ilusién o un com- plejo. Incluso el mismo Derecho intenta una y otra vez pasar sin la idea de culpa, sirviéndose mas bien de una figura sociolégica, que reduce a pura estadistica los conceptos de bien y mal, y po- niendo en su lugar la distincién entre conducta regular y desviada. Esto conlleva que las propor- ciones estadisticas también pueden cambiar de sentido: lo que hoy es desviaci6n, puede un dia ser la regla. éNo seria quizds mejor intentar hacer de lo desviado lo normal? Mediante esta reduc- cién a lo cuantitativo, la idea de lo moral se tiene que dar por perdida. Esto seria légico si el hom- bre no tuviese ninguna medida previamente dada y no inventada por él, sino que surge de lo més in- timo de la bondad de la creacién. Hemos legado asi al nticleo propiamente dicho de nuestro proceso. El hombre de hoy no conoce la medida, mas atin, no quiere ni conocer- la, porque ve en ella un peligro para su libertad. Nos vienen a la mente las palabras de la judia francesa Simone Weil, que una vez dijo: «La ex- periencia de lo bueno'se consigue haciéndolo... Si PECADO Y REDENCIGN 85 se hace el mal, no se puede tener, porque el mal huye de la luz»2°, S6lo conoceremos el mal si no Jo hacemos. Asi es e6mo el tema del pecado se ha con- vertido en un tema reprimido, pero, de todas ma- heras, se manifiesta, por otra parte que sélo esté reprimido, pero que sigue siendo verdad. Me pa- rece muy significativa esa agresividad, siempre a punto de saltar, que hoy experimentamos bien a las claras en nuestra sociedad; esa disposicién siempre al acecho para insultar al otro, hacién- dolo responsable de nuestras propias desgracias, inculpando a la sociedad de todo y queriendo cambiar el mundo por medio de la violencia. Me parece que esto sdlo se puede comprender como expresin dela verdad reprimida de la culpa, que el hombre no quiere reconocer. Pero como, de to- das maneras, esté ahi presente, hay que aceptarla y aniquilarla, ¥ como las cosas son asi, es decir, que el hombre puede, sf, reprimir la verdad, pero no marginarla, enfermando de «verdad reprimi da», es por lo que una de las tareas del Espiritu Santo es «argitir al mundo de pecado» (Jn 16, 8). 20. Solnverkraf und Gnade (Munchen 3, 1981) 101s; Pieper, Le. (69, Pieper nos llama ia atencién, aqui mismo, sobre unas palabras de Goethe ‘que se refieren algo semejante, seatn las cuales nosotres no podemos «ver Tas fattss hasta que no nos liberemos de lla. (Diclanng wd Wiret 28) 8% EN EL PRINCIPIO CREO DIOS Nose trata en absoluto de amargarle la vida al hom- bre, acorrakindolo con mandamientos y prohi- biciones; se trata, mas bien, de conducirlo a la verdad para que se salve. El hombre s6lo puede cesa de encontrar la salvacion si se hace verdad, s reprimir y de pisotear la verdad. El tercer capitulo del libro del Génesis, pre- aesta meditacién, es un momento de la ac- mn del Espiritu Santo, que atraviesa toda la his- toria. fl arguye al mundo y a nosotros de pecado, no para humillarnos, sino para hacernos verdad, para sanarnos, para «redimirnos». 2, Limites y libertad del hombre ‘ste texto nos relata su verdad, que sobre- pasa nuestro propio entender, por medio, sobre todo, de dos imagenes grandiosas: la del jardin, a la que pertenece la imagen del Arbol, y la de la serpiente. El jardin es la imagen de un mundo, que es morada para el hombre, y no selva salvaje, peligro o amenaza. Una morada que cobija, ali- menta y sostiene. Es la expresién de un mundo que alberga los rasgos del espiritu; de un mundo que se ha hecho segtin la voluntad del creador. Aqui confluyen dos movimientos: Uno es que el hombre no explota al mundo, no hace de él su PECADO Y REDENCION 2 propiedad privada, arrancéndola de la voluntad creadora de Dios, sino que reconoce en él la do- nacién del espiritu, y lo construye para lo que ha sido creado. Asi se manifiesta, muy al contrario, que el mundo, puesto en unidad con su Seftor, ya no es amenaza, sino donacién y regalo. Es un sig- no de la bondad unificadora y salvadora de Dios. La imagen de la serpiente esta tomada de los cultos orientales de la fertilidad. Es sefial, pri- mero que nada, de las religiones de la fertilidad, que, a lo largo de siglos, constituyeron la verda- dera tentacién para Israel, el peligro de abando- nar la Alianza y de entrar en la historia de las reli- giones de aquel entonces. A través de los cultos de la fertilidad habla ast la serpiente al hombre: No sigas a ese dios lejano, que no tiene nada que darte. No mantengas Ja alianza, que es un largo camino y que tantas limitaciones te impone, En- tra en la corriente de la vida, en su embriaguez y en su éxtasis; s6lo asi podrés partieipar de lar lidad dela vida y de su inmortalidad?!. 21. Sobre los fundamentos histérico-religiosos de la figura dela serpiente cft,especialmente, J, Seharbet, Le, 55; mas extensamente aun- {que no en todo convincente)a Cl, Westermann, fc 323-328: G. von Rad ho insiste mucho en sus rellexiones sobre la significacin de la serpiente, augue pone may bien como nfcleo de la tentzeén la elimina, poe ‘ede ser humano, de os limites puesios por Dias en la ereacidens (63), 88 EN EL PRINCIPIO CREO bIUS. En tiempos en que el relato paradisiaco al- canz6 su forma literaria definitiva era enorme el peligro que corria Israel de caer en la faseinacion que aquellas religiones ejercian sobre sus senti- dos y sobre su espfritu, y de que desapareciera y quedase relegado al olvido aquel Dios aparente- mente tan lejano de la promesa y de la ereaci6n. Podremos comprender mucho mejor este texto si profundizamos en la historia tal y como la cono- cemos por los relatos del profeta Elias: «Vio, pues, la mujer que el 4rbol era bueno para comer- se, hermoso a la vista y deseable para aleanzar por élla sabiduria» (Gn 3, 6). En aquellas religiones, la serpiente era el simbolo dela sabiduria, que dominaba el mundo, y de la fertilidad, por la que el hombre se sumer- fa en la corriente divina de la vida, sabiéndose en algtin momento unido a su poder divino. De esta manera, la serpiente era también el simbolo de la atraccién que estas religiones ejercfan sobre Israel en contra de la voluntad misteriosa del Dios dela Alianza. En el espejo de la tentacién de Israel, la Sa- grada Escritura representa la tentacion de Adan como la esencia misma dela tentacién y del pecado de todos los tiempos. La tentacién no comienza PECADOY REDENCION 89 con la negacién de Dios, con la caida en un abierto ateismo, La serpiente no niega a Dios; comienza, mas bien, con una informacion aparentemente lena de sentido, pero que en realidad contiene una deformacién de la verdad, colocando al hombre en esta misma deformacién y, arreba- téndolo de la confianza, lo introduce en la d confianza: «éQue no podéis comer de ningtin ar- bol del jardin?» No hay aqui ninguna negacién de Dios, sino la sospecha de su alianza, de la co- munidad de fe, de la oracin y de los manda- mientos, en los que vivimos desde el Dios de la Alianza. Ya es mucho sospechar de la Alianza, despertar la desconfianza, conjurar la libertad, denunciando asf como atadura la obediencia ala alianza, que nos separa de las verdaderas prome- sas de la vida. Es bien facil convencer a los hom- bres de que esa alianza no es ni don ni regalo, sino expresién de una envidia a los hombres que les arrebata su libertad y las cosas més hermosas de Ia vida. Con estas sospechas se incorpora el hombre a un camino sobre el que él mismo se construye su propio mundo. Dicho de otra mane- ra: Aqui se encierra la propuesta alos hombres de que no acepten los limites de su existencia; que no consideren los limites entre el bien y el mal, ni los limites de la moral, como limite, sino sencilla- a EN EL PRINCIPIO CREO DIOS mente que se puedan y deban liberar de todo ello, abandonandolo”2. Esta sospecha de la Alianza y, con ella, la in- vitacién a los hombres a liberarse de sus limites, atraviesa con sus muchas variantes la historia, de- terminando asi también el panorama de nuestro tiempo. S6lo voy a mencionar dos variantes: la estética y la técnica, Comencemos con la forma es- tética, Esta es la pregunta con Ia que empieza: Qué es lo que le esta permitido al arte? La res- puesta parece que es muy facil: Se le permite ha- cer todo lo que pueda llamarse «artistico». Sélo se le permite tener una regia: ser él mismo y poder hacer arte. Y s6lo hay un fallo en su contra: el fallo artistico, la ineapacidad artistica. Consecuente- mente, no hay libros buenos 0 malos, sino s6lo li- bros bien o mal eseritos; no hay peliculas buenas 0 malas, etc, No cuentan en esto ni el bien nila mo- ral, pues «arte» viene ~asi se dice- de «poder», Todo lo demas es violentar las cosas. iHay que ver 22. Ch sabres efesions. espe, von Rae: 6+ cyte reeionnapurrentevonene ea hae Ds Walter Swofing Regesiurg 2, 1989) 37, re cscs comercioes se asin nhs eis exons qu) it Le 27-7-ha dala sel pc, 2 NI. La pla sateen alee «ust qe, pret Sin con Tapa alana “Kone ope), PECADO Y REDENCION ot cuanta aparente evidencia! Pero después también significa que hay un espacio en el que el hombre puede superar sus propios limites. Cuando hace arte, no hay limites para él; se le permite hacer todo lo que se puede hacer. Y esto significa, por fin, que la medida del hombre es su poder, no su ser, niel bien y el mal, Lo que él hace, le esta per- mitido, silas cosas son ast. La significacion de todo esto la apreciamos muy claramente en la segunda variante, la técnica, aunque viene a ser una variante del mismo pensa- miento y de la misma cosa, pues también la pala- bra «Techné» se traduce en aleman por «Kunst», que viene de «Kénnen» 8, De nuevo nos pregun- tamos: «éQué le esta permitido a la técnica?» Ya hace tiempo que esto esta muy claro: se le permite hacer todo lo que se puede hacer. El tinico fallo es el fallo técnico. Robert Oppenheimer cuenta que, al ver los fisicos las posibilidades de la bomba atémica, las consideraron como lo «technikally sweet», lo técnicamente dulce, lo fascinante; eran para ellos como un imén que los atraia sin reme- dio. Era la posibilidad técnica de querer y de eje- cutar el poder. El iltimo comandante de Ausch- witz, Hiss, ha reflejado en su diario que el eampo 25, NT. Che la nota anterior 92 EN EL PRINCIPIO CREO DIOS de exterminio habfa sido una impresionante obra técnica. El proyecto del ministerio habfa sido con- siderar la capacidad de los erematorios y de su fuerza combustible, correlaciondndolas de mane- ra que pudiesen funcionar sin interrupeién. Era tan fascinante y perfecto el programa que de por sise justificaba2®. Con estos ejemplos podriamos seguir mucho més. Todos los productos del ho- rror, cuyos ascendentes progresos contemplamos desconcertados y, en fin de cuentas, impasibles, tienen la misma causa comin. Pero ante la secuencias de estos principios, deberfamos hoy volver a saber que todo es un engafio de Satanés, que quiere destruir al mundo y al hombre. Tene- mos que darnos cuenta de que el hombre no se puede reducir a estar en el mero espacio del arte. En todo lo que hace, se hace a si mismo. Por ello estén siempre presentes como medida é1 mismo, Ja creaci6n, su bien y su mal. Y si reniega de esta medida, se engaiia a si mismo. No se libera, sino que se opone ala verdad. Con lo que se destruye a simismoy al mundo. con- Esto es, pues, lo primero y fundamental que aparece en la historia de Adan sobre la esencia de Ia culpa humana y sobre la existencia de todos no- 26, Ambos ejemplos estén tomados del libro de Pieper e. 38 y I PECADO Y REDENCION 93 sotros. La ordenacién de la Alianza se torna sospe- chosa; sospechoso es también el cercano Dios dela Alianza y sospechosos son los limites entre el bien yel mal, la medida interna de ser hombre su ser creatura, Podemos decir, desde esta perspectiva, que el contenido més profundo del pecado es que el hombre quiere negar su ser creatura, porque no le agrada aceptar ni la medida ni los limites inhe- rentes a ello, No quiere ser creatura, no quiere ser medido, ni quiere ser dependiente. Su dependen- cia del amor ereativo de Dios la interpreta como heteronomfa; pero heteronomia es esclavizacion y de ésta hay que liberarse. Y asi el hombre quiere llegar a ser Dios. Alli donde lo intenta todo se per- vierte. Se pervierte la relacién del hombre consigo mismo; se pervierte la relacién con los otros. Al que quiere ser Dios, el otro se le opone como limi- te, concurrencia y amenaza. Sus relaciones con é1 se convierten en mutuo inculpamiento y en lucha, tal y como lo describe magistralmente la historia del paraiso en el didlogo de Dios con Adin y Eva (Gn, 8-13). Se pervierte, finalmente, de tal mane- ralas relaciones con el mundo, que todo se convier- teen una forma de explotaciény aniquilamiento. El hombre, que considera su dependencia del més alto amor como esclavitud, queriendo negar su verdad y su ser creatura, no consigue la libertad; destroza la ” EEN EL. PRINCIPIO CREO DIOS verdad y el amor. No se hace Dios ~pues no pue- de-, sino caricatura, pseudo-dios; se hace esclavo de un poder, que llega a pisotearlo, Pecado es esen- cialmente ~queda asi bien claro- renuncia de la verdad. Asi podremos comprender también lo que quieren decir estas misteriosas palabras: «Si eo- mis de él (es decir, si negais los limites, si renun- cidis a ser medidos), moriréis» (cfr. Gn 3, 3). Esto significa: E! hombre que niega los limites entre el bien y el mal, la medida interna de la creacion, nie- gayrenuncia ala verdad. Vive en la mentira y en la irrealidad, Su vida es una apariencia; se encuentra bajo el dominio de la muerte. Y nosotros, los que vi- vimos metidos en un mundo de mentiras y de nega- cién de la vida”, sabemos que existe este dominio de la muerte que hace de la vida misma una nega- cién, un estar muerto. 3, El pecado ori Enel relato del Génesis, que hemos conside- rado, se afiade otro rasgo fundamental a esta des- cripcién del pecado. El pecado no es descrito como algo general, como una abstracta posibilidad, sino como un hecho, como el pecado de alguien, de Adan, que esté al principio de la humanidad y del 27. NE. Laexpwesin semana es «U-lebers PECADO Y REDENCION 95 que parte una historia de pecado. El relato nos dice que un pecado trae a otro y que todos los pecados de la historia dependen unos de otros. La teologia ha encontrado para este hecho una palabra, eapaz de ser mal entendida e inexacta, la palabra «pe do original». éQué quiere decir? Nada nos parece hoy mas extrafio, e incluso absurdo, que la afirma- cién de un pecado original, porque culpa, segiin nuestra forma actual de comprenderla, slo puede ser lo muy personal. Dios no tiene el mando en un campo de concentracién, en el que se actiia segiin clanes, sino que es el Dios libre del amor, que llama a cada uno por su nombre. £Qué, pues, significa «pecado original» bien interpretado? Para encontrar aqui una respuesta hace falta nada menos que empecemos de nuevo a entender mejor al hombre. Tenemos que tener bien claro que no hay ningin hombre encerrado en si mismo, que nadie puede vivir por sty para si mismo. No re- cibimos nuestra vida s6lo en el momento del na miento, sino desde fuera, de otro, que no soy yo, y a quien, sin embargo le pertenezco. El hombre no tiene su yo s6loen si mismo, sino también fuera de si mismo. Vive en aquellos a quien ama; en aque- llos de los que vive y para los que esté ahi, El hom- bre es relaci6n y sélo en la forma de esta relacin 9% EN EL. PRINCIPIO CREO DIOS tiene su vida y su propio yo. Yo solo no soy yo, sino ‘inicamente en el ti, y en el ti soy yo mismo. Ser cabalmente hombre significa estar en la relacion de amor, del «de quién» y del «para quién» vivo. Ahora bien, pecado significa romper y destrozar esta relacién. Pecado es negacion de la relacion, porque quiere hacer del hombre un dios. Pecado es pérdida de referencia, trastorno de relacién, y, por ello, no se manifiesta cerrado en el yo individual. Si trastorno la relacién, entonces este proceso —el pe- cado- afeeta a los demas portadores de relacién, a la totalidad. Por ello, el pecado es siempre un em- pecaminarse que afecta a los otros, que pervierte al mundo y lo destroza. Y si es asi, podemos decir: Si el conjunto relacional del ser hombre esté trasto- cado desde el prineipio, cada hombre ingresa des- deentonces en un mundo afectado por una pertur- bacién dela relacién, Junto con el ser hombre, que es bueno, le sobreviene, al mismo tiempo, a cada individuo un mundo afectado por el pecado. Cada uno de nosotros entra en una trama en la que las relaciones estén falseadas. Cada uno, por tanto, esté, por eso mismo, perturbado desde el principio en sus relaciones, al no recibirlas como deberian ser. Bl pecado lo agarra y él lo realiza. Con esto se vera con claridad que el hombre solo no se puede redimir a si mismo, Lo equivocado de su existencia PECADO Y REDENCION 7 sebasa en que él s6lo se quiere a si mismo. Sélo po- dremos ser redimidos, es decir, libres y cabales, si cesamos de querer ser Dios, si renunciamos ala lo- cura de la autonomia y dela autarquia. Unicamen- te podemos ser redimidos, es decir, seremos noso- tros mismos, cuando recibamos y aceptemos las auténticas relaciones con los hombres. Pero éstas dependen de que la medida de la ereacién esté slo a medias en su sitio y precisamente ahi esté el trastorno. Al estar las relaciones ereacionales perturbadas, slo el creador puede ser el salva- dor. Sélo podemos ser redimidos si aquél, del que nos hemos apartado, viene hacia nosotros y nos dala mano. Sélo al ser amados somos redimidos, ys6lo el amor de Dios puede limpiar el amor hu- mano perturbado y reconstruir aquel conjunto re- Tacional, alejado de sus raices. 4, La respuesta del Nuevo Testamento E] relato veterotestamentario sobre el co- mienzo del hombre nos conduce asf, con sus pre- guntas y esperanzas sobre él mismo, haeia aquél en el que Dios soporté nuestra desmesura, adentrin- dose en nuestro mundo para que llegésemos a ser nosotros mismos. La respuesta neotestamentat ‘ia al relato del pecado original esté resumida de la forma mas breve y enérgiea en el himno prepauli- os EN EL PRINCIPIO CREO DIOS no, que Pablo recoge en el segundo capitulo de su carta a los filipenses. La liturgia de la Iglesia ha co- locado, con razén, este texto, en el centro de la turgia de los dias de cuaresma, uno de los tiempos litargicos mas santos. «Tened los mismos senti- mientos que Cristo Jestis, quien, a pesar de tener la forma de Dios, no reputé codiciable ser igual a Dios; antes se anonad6, tomando la forma de sier- vo, haciéndose semejante alos hombres; y asi, por elaspecto de hombre, se humill6, haciéndose obe- diente hasta la muerte, y muerte de cruz, por lo que Dios lo exalté y le otorgé un nombre sobre todo nombre, para que al nombre de Jestis doble la ro- dilla todo cuanto hay en los cielos, en la tierra y en las regiones subterraneas, y toda lengua confiese que Jesucristo es Sefior para gloria de Dios Padre» (Fip 2, 5-11; cfr. Is 45, 24). ‘No podemos reflexionar pormenorizadamente sobre este texto tan rico y tan profundo. Nos limita- remos aquia ver sus relaciones con la historia del pe- cado original, al que sin duda alguna alude, aunque parece tener ante los ojos una versi6n distinta de la que nos informa Génesis 3 (cfr. Jb 15, 7s.)?* 28, Sobre la vaiante de a tradicién sobre el pecado original, que ‘aqui se detect, asf como sobre sus diferentes figuras biblieas ysuorigen no israelta, nos da una breve informacién A. Weiser, Das Buch Hiab (Gottin ‘gen 8, 1988) 113, "ADO Y REDENCION ” Jesucristo rehace el camino de Adan al revés. Al contrario que Adan, él es «como Dios». Pero este ser-como-Dios, esta igualdad con Dios, es ser- Hijo, y, por tanto, una relacién total. «E] hijo no hace nada por si mismo». De esta manera, el que esrealmente igual a Dios no se encierra en su auto- nomfa, esto es, en la ilimitacion de su poder y de su querer. Hace su camino a la inversa: Fes el que est totalmente sometido; es el siervo. ¥ como El no ca- mina porel sendero del poder, sino del amor, puede adentrarse hasta en la mentira de Adan, ir hasta la muerte, rehaciendo asi la verdad y déndonos la vida, Asi Cristo es el nuevo Adan, con el que co- mienza la nueva humanidad. El, que desde lo mas profundo es relacién y tiene su ser en ser relacién, 41, el Hijo, recupera la relacién. Sus brazos abiertos son la relacién abierta que siempre est patente ante nosotros. La cruz, el lugar de su obediencia, es nuestro verdadero arbol de la vida. Cristo es la imagen contraria a la serpiente, como nos dice Juan en su evangelio (Jn 3, 14). Desde este rbol no viene ya la palabra tenta~ dora, sino la palabra del amor salvifico, la palabra dela obediencia, por la que Dios mismo se ha he- cho obediente, ofreciéndonos su obediencia como un espacio de libertad. La cruz es el nuevo arbol de 100 EN EL PRINCIPIO CREO DIOS la vida al que de nuevo tenemos acceso. Por su pa- si6n Cristo ha arrebatado aquella espada de fuego, ha pasado por el fuego y hecho de la cruz el verda- dero eje del mundo. Por eso la Eucaristia, como presencia de la cruz, es el Arbol permanente de la vida, situado siempre en medio de nosotros ¢ invi- téndonos a recibir el verdadero fruto de la vida. Todo esto incluye que la Eucaristia no puede ser nunca una especie de asistencia comunitaria, Reci- birla, comer del drbol de la vida, significa recibir al Sefior crucificado, esto es, aceptar su forma de vida, su obediencia, su Si, la medida de nuestro ser creatura. Significa recibir el amor de Dios, que es nuestra verdad; aceptar aquella dependencia de Dios que tan poco tiene que ver con la heteronomia como la filiacion no es heteronomia para el hijo. Ojalé que este tiempo de cuaresma nos ayude a salir de nuestras negaciones, de las sospechas de la Alianza de Dios, de la falta de limites y de la mentira de nuestra «autodeterminacién», para ca- minar hacia el Arbol de la vida, que es nuestra me- dida y nuestra esperanza. Ojala que llegue otra vez hasta nosotros toda la palabra de Jestis: «El reino de Dios esté cerca. Arrepentios y creed en el Evan- gelio» (Mt 1, 15).

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