£1 Canadian Express sale diariamente de Mon-
treal, para efectiar wn viaje transcontinental de
tres diag de duracién, por ia tinea de ferrocarri!
panierdmttea mas larga del mundo. in Sudbury
sé ung con oira tren que sale de Toronto.
Proviste de vagones con mirador panordmico, de
toches-cama y vagon-restaurante, se dirige ha-
cia el oeste, @ través de lus ricas terras de
cultive de Ontariv, atravesundo enormes Haru-
ras y bordeando Jas imprestonantes Montarias
Roeosas de Caruulé, coronadas de_ nieve. en
direccién « Vunciver, en la costa del Pacifico. En
total, ef viaje, de 4.633 kilometres, dura setenta
y waa horas y ireinta y cinca minutos.
Al mismo tiempo, otro Canadian Express sale
todos los dias de Vanctiver en direceién al este.
Danrro asi paquete, algo hacia tic-tuc.
Una bombn. $i, ‘Yom estaba segura de que
se trataba de una bomba. Obvervé el envol-
tarin de papel en el que no habia nada
‘escrito, y acereé su cabeza.
Tic-tac. tic-tac.
Asustado, Tom dirigié su vista a Ia abarro-
tada estacién de ferrocarril. Qué hacer? Si
stituba «juna bombal», podia cundir el péni-
co y fa gente saldria corriendo hacia las
puertus, donde las mujeres y los nldos morl-
riaa pisoteados y aplastados.
Tom observé de nuevo el paquete que
habia apacecida misterinsamente junto a sn
maleta, unos minutos antes, cuando fuc al
servicio. Su aspects era Inafensivo, pero aquel
tte-tac Indienba que podcia ser mortal.
‘Tom vio un hombre. con uniforme de re-
7visor. que crurabu la estaclén. Coreié bacla
él. abriéndose paso entre la genle que agnar-
daba para subir altren, y le sujetd por el brazo,
—1Por favor, sefior —dijo jadeando—, ven
ga enseguidal
Hi hombre miré a Tom con unos grandes
ojos azules, aumentadas por el grosor de las
gafas.
--2Qué? —dijo, llevandose una mano al
aido.
—iQue me ayudel —dijo Tom, temeroso
de gritar que se trataba de una bomba.
B] hombre movié la cabeza.
—No te oigo, hijo. La estaciéa ex demasia-
lo ruidosa.
El revisor parecié perder todo interés por
Tom y se puso a cscribix en una Lbreta de
notas. Durante un segundo, Tom pensé mar-
charse y ponerse a salvo, pera, de repente. le
arrebaté la Ilbreta y salié corriendo.
Eh! Tit (Diablos! —grité el hombre.
Muchas caras se valvieron al verlos pasar
como una flecha. Tom con sui pelo rojo, y el
revisor tras él. Aquel hombre era buen corre
dor. y casi habia dado aleance a Tom cnan.
Negé junta a su maleta
Hl paquete habia desaparecido.
imposible! Tom levanté la maleta, buscan-
do la bomba pendida. y en aquel momento
Regé el revisor y sujet a Tom.
Mocosot
Se produjo una enorme confusion, El revi-
sor arrancé la librete de notas de la raane de
Tom y Jos curlosos se agolpacon mirando.
Un perra comenzé a tadrar y Tom, de pron-
to, encontré la bomba...
En las manos de Dietmar Oban. Si, e! rival
de Tom sujetaba ef paquete con una mirada
9ntti tacaaaaansencili
iréaica en su rostro, al tiempo que se abria
paso entre los mlrones.
Tom habia sido engafiado y comprendis
que la «bomba» no eta sino un viejo desper-
tador. Avergonzada, levanté la mirada hacia
el revisor.
—Por favor, sefior —diJjo amablemente—,
puedo explic4rselo todo.
—Voy a llevarte a la policiat
—Si, pero...
Desde arriba. un altavoz anunclé:
«iPasajeros al trent
Los mirones dudaron, lamentando perder
so el Binal de todo aquel juleo que habia
vriginada Tom, pero se dieron la vuelta y
comerzaron a alejarse. Los grandes ojos
azales del revisor se dirigieron de nueva a
Tom.
~-No erves més problemas, machavho, @
acabards eutre rejas.
+-Si, sefior dijo Tom.
Vio al revisor alejarse y se dio la vuelta
para chillurle u Dietrnar, pero éste se habia
esfumade. Maviendo la cabeza, Tom recoglé
Ja maleta y se dirigid haci
Afortunadamente para él, pronta Je volvid
a invadir la emocién por cl inminente viaje.
ww
Al Uegac al andén enconiré un panorama
emocionante: no cesaban de pasar carretillas
cargadas de maletas, los allavoces atronaban
con sus avisos, y los mozos de estacién, con
chaquctillas blancas, cherlaban entre st,
micutcas los pasajeros se apresuraban,
Pero lo més cuwcionante de todo era el
tren. Largo. con la estructura de acero inoxl-
dable reluciente bajo las luces del andén, el
Cunaiian-Rxpress se extendia como un gigaa-
te u lo large de las vias, esperanda impacien
te para lanzarse hacla la inminente aventu-
ra. Tom se estremecid ante ta belles del
wen. Le hublera guslado quedarse alga aas
de tempo contemplindolo, pero soné el pitt-
do de la iocomotora diesel y se subld al
vagon nds cercano
— Fl biltete, -por favor --djo un moz al
qne las palabras le silbaben por wu bueco
que lenia entre los dicntes superiores, Tom
cbservé ta cara de aquel hombre mayor.
deseando que fuera su amigo durante el viaje.
—Yo s¢ la Ievo, sefior —~dijo el moro,
fomando la maleta de Lum y echando a
sndar por el vagén, Atravesundo Ie puerta
que tenin el leteero Sherwoad Manor, pasaron
junto e unus pequefios compartimentos. y
ulluego recourleron un pasillo en el que habia
una fila de poertas azules,
=2Oné hay abi dentro? —le pregunté
Tom al cragleado.
—Cumus. paca la gente de dinero —cuntes-
tS.
Finalmente, Uegaron a un vagén que tenia
los asientus colocados unos enfrente de otros.
de dos en dos. Hi mozo celocd In, maleta de
Tom dejo uno de los asientos.
—Este o3 su sitio —diJo —. Cuando salga-
mos de Winuipeg uniré esos dos asientos y
qucdaré hecha la cama Que tenga un buen
viaje, sefier Austen,
Tem sonrit al mozo y miré al occa lado det
donde estabua sentados un hombre
mujer.
--fiola, wuigo —dyo ef horbre, oa los
pulgares iniroducides en sus tranles~-,
zAdéade va usted?
—A Columbia Briténica. Voy a pasar et
verano con mis abuclos.
La mujer le alargo una caja grande.
—2Quiere wna pasta? ~pregunts, sonrien
da a Tom.
—Si, gracias.
—Su amigo se comid cuatro.
12
@Mi amigo?
—St, el muchucho que viala con usted —y
seiialé bajo e} aslento de Tom—: Ahi est su.
maleta, debajo de su asiento.
—i0h, not —murmurd Tom para si, sin
alreverse a mira. Se agach6 y se estremectd
cuande fey6 la cliqueta: Dietmar Oban».
Cuando se incorpord ‘fom, la mujer pare-
tia estar muy alegre.
---Qué muckache mids simpitico!—ajo—.
Un. poce delgado, pero mis pastes de choco-
late le vendran bien.
iQué saala suerte, atrapado alli con Dict-
mar Obant Un magnifico viaje echado a
perder. Pero, en fin, podria tniciarlo rompién-
dole la cara a Dietmar por la broma de la
bomba. Tom se volvis hacia ta mujer:
—~Por dénde se fue esa rata asquerosa?
—te pregumti.
La mujer fruneié el ceiio y certd con
fuerza la tapa de la caja de pastas, antes de
responder friamente:
—Hacia el mitador.
—Gracias,
‘Tom no subia donde estaba el mirador.
pero no Jurgé conveniente preguntarselo ala
mujer. Vio wna puerta en el otro extreme del
4anila ata isi iscsi,
vagon, salié por ella, crus) una plalaforma
estrecha y abrié una segunda puerta. Rn
ayuel vagou habia gente tomando café en
unas mesas pequefids; al fondu se vela un
trarao de escaleras alfombvadas, que se per
dia en la oscuridad.
?Estaria urciba el miradur?
‘Tom subtd con precauciin, temerasa de lo
que padiera depararte la oscuridad, pero se
tranquilizi cuando vio dos {las de-asientos,
sttuadas frente a unos grandes ventanales
curvados, A través de aquellos ventanales
vio las luces de la estacln, y. encima, la
oscusidad de la noche. |Pzeciosot
Vio algo mas: Diemar Oban estaba senta-
da en uno de los asiontos. Se aceroé de
puntilas, se senté en la butaca contigua a la
de Dietmar y le agarré por el brazo.
—aPor fin! ~siseé Tom—. 7¥a te tengol
Dietmar dio un respingo y ve volvié hacia
‘Yom coa los ojos Muy abiertos.
—Tranquilo, Austen, sdlo fine una broma.
~ Deberia machacarle —tija ‘Tom, retor-
nda ef hraro delgaducho de su rival.
—Hecucha, Austen: pneda proporcionarte
un caso para que lo resuelvas
Estés mintiendo para salvar el pellejo
14
—No. Suélame el brazo y te lo contaré,
‘Toni dudé un momento, le retorcié mas ef
brazo, lo que blzo dar un respingo a Dietmar,
y nego le solt6. Preferia un caso, més que el
vengarse.
—1De qué se trata? —pregunté Austen—.
Desembucha ko que sepas.
Dietmar se rid,
—Ti y tu manera detectivesca de hablar.
iFso suena ridiculo!
—Limitate a contarme fos hechos, Oban.
Dietenar le Indicé un hombre que estaba
sentado en el mirador.
Ves aquel tipo?
—Si. —Tom sélo veia ls parte trasera de
la cabera de aquel hombre: su pelo gris y su
traje oscuso purecian bastante corrientes—.
7Qué pasa con él?
—Siéntate a su lada y veras de qué se trata.
‘Tom se incorporé, dio unos pasos por el
estrecho pasillo y se senté Junto al hombre.
Para evitar cualguler sospecha. buslezs, se
desperezi y Inega fingid quedarse adormila-
do. Conté mentalmente hasta treinta y luego
entreabrié lus ojos. |Aquel hombre tenia
puestas unas esposas en una de sus maiecas!
Tom emitis unos sonidos entrecorcados y
1snna aii.
el hombre sc volvié hacia él. Pero Tom. finglé
que estaba softando, hablande entre dientes,
y despoés comenz6 a roncar suavemente.
Especé un poco pars que se tranguilizara et
hombre, y valvié a abrir los ojos. SL llevaba
puesta una esposa en une de las mufecas, ¥
bua pequoiia cadena ta unia a la segunda
esposa, que se cerraba sobre el asa de un
matetin negro que descansaba en su regaso.
Obsecvé que el malelin tenia una cerradura
provista de combinacién, pero no habla nin-
guna sefal gue delatara el contenido del
maletin.
‘Tom Lngid despestarse lenLamente, hacien-
do chasqnear los labios y desperezndose.
Tuego, se incorpor6 de la butaca y regres’
junto a Dietmar.
—Vi subir a ese tipo —murmurd Die!
mar—. y me figuré que te interesaria inves
tigar sobre él.
‘Tom miré recelosamente a Dietmer.
—zPretendes burlarte de mi?
--No, en serio. Ya sé que cuando seas
mayor quieres dedicarte a resolver crimenes.
{Qué decias que quieres ser...i
—Un sabuieso. Es decir. un detective. co-
mo los hermanos Hardy.
le
—Duey bien. vabueso, ebora ya tlenes en
tus manos un rompecabezas de verdad
Yom mir6 despectivamente a Dietmar. Bl
po mide sarcéstlca del colegio Queenston
estaba alli, compurliendo con él el viaje en
tren, Menos mal que se hab/a topude con un
buen ceso pera resalver.
—1Sabes lo que pienso? —murmuré ‘Tom.
Qué?
—Que ese tipo es an Jadnin de joyas.
Pickmar se ocho hacie adelante para ob-
servar al hombre.
Crea que estés en lo cierto. Su aypeclo
9 caactamente igual al de un ladron que vi
en una serie de unisterio de la tclevisién.
—Bn ese maietin Ueva sus herranieutas.
Una Wave aiaestra para abrir las puertas de
ios dorauserivs y wn suplete paca abrir cajas
fuertes. Se ha atadu con unas esposas cl
uialetin, a su mufeca para gue nadie pueda
xbriio uccidentalmente y darse cuenta de
que es us Iudeon.
2Qué vus a hacer?
—Vigilarle, Puede que esté wamando co
var durante of viaje a algunas personas con
dinero.
Un altavaz situado en ka parle frontal del
VWiii nt
vagén-micador babia estado emiticado mi-
sica suave. Se pard de repente y se ay6 ka vax
de un hombre:
—Buents noches. sefioras y caballeros, El
Canadian Express esté a punto de salir. Pspe-
ramus que disfraten del viaje.
Mas musica de nuevo, y enseguida una
leve sacudida al ponerse ¢l trea en marcha,
—Mira —dijo Tom, sefialando hacia una
de las ventanas del mirader—. Se puede ver
todo el tren.
Los dos se pusieron de pie para disfrutar
de aqueila vista. Se veia desde el ultimo de
los vagones de acero inaxidable hasta lu
locomotora, que arrojaba bocanadas de hu-
mo, mientras comenzaba a arrastrar el tro-
merida peso del tren. Pl Canadian Express
empezé a rodar lenta, muy lentamente. y
enseguida aumenté la velocidad.
Delante, las sefales luminosas cambiaban
det verde al cujo al pasar la Jocomotoru.
cuando sus ruedas de ecero accionuban uns
serie de conmutadores: a ambos lados se
almeaban grandes formaciones de fargones
de carga, v uids alld se veian las Iuces de tu
ciudad. Tom y Dietmar pecnanecieron de pie
observando a través de lus amplies veotana-
1a
Jes, busta que el tren deld atris Winnipes y
se adentré en la inmensa oscuridad de Ta
Navara,
‘Tou se estremecid,
Reto esté muy oscuro —susuceé—. Siea-
ta como usa especte de hormiguea,
Dietmar se echd a retr.
—¢G gran detective tiene miedo de la
oscuridad?
Tor se sonrojé, y estaba a punta de darle
un gulpe a Dletmar cuando sus ojos percibie
ron algo extrediu: ef hambre misterioso se
habia yucky hacia elles al gir pronumctar @
Dictmar ia palabra «detectives. y tenia la
vista clavada cn Tom. De pronto se levants.
de su asicnty y abandond rapidamente et
miradex, mientras ta cadena gue Hevaba
unida g la mufeca Gntineaba suavemente al
pasar junio a los dos muchachos
19Eases uc estiapido! inurmuré Tom—.
tAhoru ya sabe que soy delectivet
--¢Vas a reaunciar, entonces?
—Méss valdrie.
Tom bajé rpidamente los escalones. A
través de Jos cristales de fa doble puerta vio
al bombre que estaba hablando con et mon
del coche-cama. Obvervé que éste decia que
no con Ja cabeza; el hombre, cow cara enfa-
dada, se dio In welta y desupareclé en
Alreccién al pusillo de los depurtamentes de
pucrtas amiles.
Ton cntid en el coche-cama
—Perdone. schor — dijo, dirigiéndose al
mon ~. CDoude pucde encontrar al hombre
con el que estaba usted hablando?
—En ef departamentu A —dijo et mozv.
luego, miré alentamente a Tom. ¢Por qué?
2
REET renLs que so Te ha caldo una cosa.
IL mozo micé fijamente a Tom y luego
siguié preparando las literas para la noche.
Tom se alejé despacio, intentado imaginarse
como actuarian en uguells situacion Brauk
y Joe Hardy. Decidié quedarse por alli. a la
espera de una oportunidad. Quiné lograse
ver las herramicotas del ladrdn.
No vio ni rastro del hombre ep el pasilla,
péro en el extremo opvesto estaba la muler
pias hermosa que habia visto en su vida. Se
detuvo, mirandy, mientras la mujer se acer-
caba sujeiando por an braz a un horobre
muy bebido.
Ninguno de ellos parcel notar la presen-
cia de Tor, mientras se acercaban poco 4
poco, ‘balancedndose hacia adelante y bucia
atrés a causa del movimiento del wen. Ob-
servé durante un Instante los ojos enroject-
dos del hombre, y lege miré, un pore
‘gsustado, el deslumbrante cabello cubio y los
ojos azules de la mujer, Era bellfsrme,
'Al llegar junto a la puerta de ano de es
departamentos, ta mujer gird ef picaporte ¥
ayudé a ontrar al hornbre. La puerta se corr6
a continuacion y cl pasillo qued6 vacio.
Tom avanz6 despacio gor el pasillo y se
a2
deluve ante la puerta de la pareja, Ovo et
murmullo de unas vores. Incapaz de enten
der lo que decian, siguié camlnandy hasta el
departamento A, pcro la puerta estabu cerra-
da. De todas formas, Tom habia perdide de
momenty todo sn interés por ef bombre de
las esposas, Se sontia subyugada por aquella
aivier,
No padin apartar de sa mente .
—2Qué ha dicho? —pregunté Dietmar en
voz baja. cuando el camarera se hubeo ido.
1 iQue aprowarhet
Ra Iraneés en el original (NT.
42
Tom se encogié de hambros. Miré los
objetos plateados y de porcelana que Lintinea-
ban por el movimlenta del tren y {uego abrlé
la carta.
—1Ob, no! —dijo—. Esté en francés.
—Jus de fruits * —leyé Dietmar, luchando
con las palabras—. ¢Quiere decir que sdte
hay zumos de frutos para desayunar?
~-Aqui esta en inglés —dijo Tom, sefialan-
do otra parte de la carta—. Yo voy a tomar
cereales con leche, wostadas y café.
—A mii no me gusta el calé.
—A mi tampoco, pero parece mejor cuan-
do lo ves escrito en la carta. —Repardé en un
block pequeio y un |épiz que habia dejado
sobre Ix mesa el souriente camarero—. Creo
que tenemos que escribir aqui lo que quere-
mos tomar.
Cuando se inelinaba sabre el black, Tom
percibié e) olur de un perfume. Levanté la
vista, con el curazdn Latiéndole de emocidn,
y viv que se acercaba la mujer guapa. Obser-
¥6, con gran sorpresa, que e! camarero la
Ilevaba divectamente hasla su mesa, que
apactaba una stla para ella, y colocaba al
marido frente a Dietmar. Después tomo ta
orden de Tom y se marché.
» ealimos de trutese,
4sLa mujer mird a Tar, que se puso rojo.
Farioso consigo mismo. bajé la vista. simu-
lando leer Ja carta.
—eParlez-vous francais? * dijo ef maride.
Toat levanté Ta vista,
El borobre sonris,
-—Le preguntaba si habla francés, He visto
que leia la parte de la carta que viene en
francés,
“HOME -dijo Yom. coa la cara 2
rola. sintiendo lax ojos de la mujer
sL~ gra
Dietmar
--Austen atin oo habla nl siquiera Inglés.
La verdad es que todavia Love paiales.
Ta aritjer 0 195 de aqurelia broma y Tum Te
arreé un puntapié a Dietmar por debajo de
Ja mesa, pero errd a? gelpe. Ek hombre Ie
alargé Sa mane a Tom
—Me tame Richard Saks -—dijo-., Esta es
rai mujer, Catherine.
Tom estreché la mane del horabre, danio-
se cuenta, por su aspectu. de que no estaba
behido. Se 876 ca su pele castario ascuro y en
mas
Bjos er
out
+ aqktabha usted trancesie
4a
su bigote, y se volvié timidamente a la oiujer.
—Me Ilareo Tam Austen --dljo—. y éste
es Dietmar Oban.
-—Fncantada —la mujer bostexd y abrid
su bolso, de donde saci una pitillera de aro
y una boyullla. Colocé en ella an eigarrilla y
se lewd Ia larga y elegante boquilla a los
labios.
Qué vas 4 tomur, princesa? —pregunté
Richard Saks a su mujer.
Café.
Tom sonrié para si. eucantade do baber
pedido también café. Coundo fa mujer se
volvié para mirar Ia ventanilla, pudo obser-
var los diamantes refulgentes que Ievaba en
los dedos, el collur de perlus sobre el jersey
negro, y ef maquillele alrededar de sus ojos
maravillosos,
— Ademgs, ba sido
cetrella de cine. ¥ apueso a que usted av lo
ha sido munca,
‘antes de que la sefiora de las pastas
tuviera tiempo de expresar su opinion acerca
de Tas estrellas de cine, la senoca Ruggles se
dirigié a Diewnar, sorprendida.
dlistrella de cine? éQatén fa dicho eso?
— fila.
La sefora Ruggles chasqued los labios ¥
movld la cabeza.
_akstrella de cine? {Si s6lo tuve an peque-
fio papel en una peliculal
= jbues esc ya es algo! —Dletunar se lewans:
t6 y arroid su carton de bingo. tPer qué
esta todo cl mundo tan nietviose cata noche
28s que bay kina Wena?
58
Yo le explicaré la causa de tudo dijo
ad howhre del malelio- — Es ese borracho...
Saks. No es una bnen persune.
—-2Cémo sabe usted su nombre? —Pregune
6 Tom,
La pregunta parecid desconcertar al hom-
bre.
--1Céira? Tei on acticulo en el periadico,
en tas notas de sociedad, Decla que el sefiot
y fa sefiora Saks ve iban de vacacanes @
Vancuver.
—-A Vicwela —dijo Tom. mirandole fifa.
mente a la cara
“Bueno. esta bien. re equivoaus.
Decmnot hian girar vigorosamente el bombo
Senoris ¥ sebores’ Potemas segnit?
*rengo nns precios snaravillusos Bara CEaT
dic, como ua formidable ficr de semana pare
dos perzonas en ta playa.
J kambre bajo y gordo se |
4 estay haxty de estat ——difo.
yor abajo sa cartier abi
vagon.
—{liene gractat la schere Ruggles pa-
sed la mnirada sobre los otros pusuleros: No
Bi a ustedes, pero 4 mi, toda este fension me
destroza los nervlos.
Y~—Lo siento, scfiura ~--ijo Dermot, sonrien-
do despnés—, |Bueno, vamos a divertirus!
Fl Jucgo prosiguié sia més interrupciones,
y Tom se alegré cuanda la sefiora Ruggles,
nerviosisima, fevarié su vartin y can!
JBingal Kecibié como premio una novela ¢
insistid para que Dermot aceptara dos bom-
bones. Luego, se levanté.
~-Hay que retirarse cuando uno gana
—Alfjo. cogiendo el bustin —. Buenas noches
todos.
60
La sefiora Ruggles se alejé tambaleandase,
aumentada su dificultad para andar por el
balances del tren, Derinot aguardé cortés.
Inente a que se marchara y luego anoncid
otra partida.
Tom se cambié al asienta gue habia ocn-
pado [a sefiora Ruggles y miré ul hombre
misterioso,
—~2Qué lleva usted en ese maletin? —pre-
punts.
FL hombre se volvié hacia Tor, parecté
dudar y Inego respondié:
Aunque no lu crea, en este maletin sdlo
hay papeles.
HL hombre permanecié serie, muy seco.
Tom no se creyé aquella historia,
Observé el maletin y la cadena que ania
las esposas. . ,
—Deben ser papeles muy valtosos.
—-Pueden valer un‘millén de ddlares.
Tom swwyid Iu cabeza fingiendo seatirse
impresionado. Sabia que aquel bombre men
Ua. pero no se le acurtid ninguna otra
pregunta que le permitlera descubrir la ver
dad, ‘Tenia mucho que aprender ances de
Begar a ser un profesional como Krastk y foe
Hardy.
aljNamero treinta ¥ achol
‘Tom jugé algunas partidas mas, sin ganar,
y pronto empezaron a pesarle los parpados,
El mirar a través de ta ventanilla le hacia
sentirse salo.
Bostezando, se levanté. Le dio tae gracias
a Dermot y cruré ef vag6n, echande al pasur
un vistago al bar, para ver ai Richard Saks
continuaba alli,
Ti hombre estaba sentado junto @ une”
mesa pequeda, con el rostro abotargado y
los ojos rojos. Vio a Tom y agité una mano
temblorosa.
—iBola, amigo! —dijo con voz pastosa,
—iHolal —dijo Tom—. ¢Comeo esti usted?
—No muy despejado, 2¥ usted?
—Muy bien. He perdido al bingo.
Otro perdedor! —dijo Richard Saks, mo-
viendo la cabeza, Levanté cl vaso y beblo un
trago, pero aquella parecié eutristecerle atin
mas—. Avepte mi consejo, amigo, y no se
case nunca can una mujer hermosa.
—Si, schor —dijo Tom—. /Bueno, buenas
nochest
—No lo seran para mt -—dijo con. voz triste
Richard Saks, mirande al vaso.
‘Yom siguid su camino por el tren. Fl
62
encnentro cot Richard Saks habia ahondado
8u senlimiento de soledad, y se aleyré al
lkegar a sn departamento, Al meterse entre
tas blancas y limpias sébanas de su cama se
sintié un poco mejor; la locomotora lanzé un
silbida en la noche oseuca y Tom se sumié
en ua suet agitude.
Le desperté un grita,
Tom se incorporé ea la cura, azustado,
1.0 oyé de nuevo: era un grito terrible de
angustia. Se puso los pantalones y descarrié
lus cortinas de su litera. Ea ef pasillo tado
estaba tranquilo y por un momento dudé si
no babia sido una pesadiila, Pero entonces
aparecié, entre las corinas de su litera, la
cara de la scaora de las pastas,
—wQué ba sido ese grito tan bomible?
—pregunté con la cara livida,
--No lo sé —respundié Tum-—. Voy a
averiguarlo, .
Se oy6 vite grite, seguide de unos sollozos
profundos, y Tom salié corriendo hacia ol
lugar de donde provenian. Al doblar ia esqui-
na del pasilic que conducta a los departamen
ws, se detuve horrorizade. Frente a él estaha
Richard Saks, sosteuiendo en las manos un
cuchillo manchado de sangre,
63Rucitaep sats estabo llorando.
~-iMI princesal —sollozaba—. [Mi prince-
sa esté muertal
Micotras lus lagrimas corrian por sus me-
jillas, Richard Saks no apartaba je vista del
cuchillo ensangrentado y, por un momento,
‘Tom creyé que iba a suicidarse. Pera solté el
cuchilla, que cayé al suelo, y se apoyé
Horando contra.la pared del pasillo.
Tom se acerod, con el corazén a punto de
estallar, y vio que la puerta del departamen-
to de la setiora Ruggles estaba abierta. Entrd
y la vio, apoyada en su bastin, con la cara
livida por fa impresion,
fora Ruggles —dijo Tom-—. sist us-
ted bien?
La sefora Ruggles se estremectd.
-—Graclas a Dios que has venida —mur-
65muri—. He estado gritando pidicnde ayuda,
Por favor. auxilien a esa pobre mujer.
Tom asintié. Fn ese momento se oyeron
unes plsadas répldas por ec! pasilla y unos
gritos confusos. Tom se volvié y via al mozo.
wiajo qne sujetaba a Richard Saks y le hacta
caer al suelo. Lucgo, el Lorbre baju y yordo
se ucercé a Richard Saks y le grité a fa cara.
—iEsté usted loco! —grit6—. eQué ba
hecho?
Fl marida de la sefiora de las pastas, que
llevaba puesto un batin, se dirigié hacia la
pucrte det departamento C y mir6 dentro.
~ (Dios miol ~ exelamé con vox entrecor-
tada—. js horriblet
Tom traté de avercarse, pore el hombre
cerré la puerta y se dirigté a Richard Saks.
iMerece usted que Io maten! Se grité—,
2Como ha sido capaz de malar a usa pobre
mujer?
—iNot —murmurd Richard Saks. Su cara
estaba palida y tenia unas sefiales rojas
como si le huhlesen golpeado--. iNo, no!
Fara entonces el pasilla ya estaba lleno de
pasajeros que empujaban y se apretujaban
tcatando de ver lo que habia sucedide. Dan-
dose cuenta de que podian pisotear a Richard
#6
Saks, el mozo Ié obligé a incorporarse y le
puso contra Ia pared. Al incorporarse el
sefior Saks, fom vio el cuchillo en el suelo.
—tTiene uo-pafiuelo? —te prepunté al
moz.
Fi hombre asizitié y sacé uno del bolsillo.
‘Yom se arrudillé, observando 1a fuerte hoja
yel mango del cuchillo de cava. y lo envolvis
cuidadosamente en el pafuelo. Levanté la
mirada y vio cerca de él el rostro de Richard
Saks. y percibié el olor agrio a alcolaol de su
aliento,
67—iNo! —dijo Richard Saks con mirada de
desesperacion—-. No. amigo! (Yo no he sidot
ambustero! —Pl hombre baje y gordo
levante ka nano como para golpear a Richard
Saks--. (Yo le obligare @ decir le verdudt
‘Tort se aceccd u Rickard Seks, intentand
Brotegerle ve algin golpe, pero alguien suje
9 la mano del hombre bajo y gordo. Tom se
valvié ¥ vio aun hombre alte con uniforme
de revisor.
Bueno --dijo ef revisor. 2Qué pasa
aqui?
‘Todos contestaron al unisono, pero el re-
visor no parecid danse cuenta de la realidad
hasta que Tom desenvolvié el pafiuelo y le
enseiié el cuchillo ensangrentado. Inmedia-
lamenie se puso en acciém, empezande por
despejar cl pasillo de espectadores y condu-
cicado a Richard Saks al departamento §.
que estaba vaciv. Crdend al mow que se
quedara doutro vigilindale. cerré fa puerta y
se valvid a Tum y a los otros testigos
—Vnelvan asus carpus, por favor aij
Voy « lamar por radio a la proxtma estar
y la polivia estard alli cuando Hegue ef tren,
Me figura que querran hablar con tudes
ustedes,
8
igutente estacion parecia no Iegar
nunca. .Toot permanecia tumbado en su
cama, stn poder olvidar la impresién que le
habia producidy ver « Richard Saks empu-
fianda cl cuchillo ensangrentado, Por fin,
distinguié un peyuefie destella de luz a lo
lejos, en la oscuridad. La luz fue crecieudo
hasta que, finalmente, puda divisar las Iuces
de las calles y fos anuncioshuminosos de nedn,
fl tren entré en la estacin silbando y
hacicndo sonar la campana, como si quisiera
Dregonar Jos horrares que ucababan de
enter. ‘Tom se senté, y se estaba popieude
los zapatos cuando distingulé algunos detalles
de Ia pequefia estactén. La mitad de in pobla-
i6n. debia estar en el andén, y divisé otras
Personas qne se dirigian corrtende hacia la
estaciém. al Herpo que ce detenia el tren.
Tp coche de la° policia, con, sus luces
intermitentes, estaba estacionado junta a la
estactin. Un policia bajé de a y se dirigi¢
hacia el ren; unos segundos despues, Tom
le oy6 hublac con el revisor, micntras cami-
naban por el pasillo. Laego todo quedé en
silencio y Tun valvié a la yentantlla,
A uiedida que pasaba el tlempa, erecia la
wultitud de fuera, Habian formada corrillos
69en los que se hablaba acaloradamente bajo
Ja escasa liuminacién de las Inces de] andén,
Un hombre que Uevaba ana camnisa de man.
Ga corta y las manos en los bolsillos del
pantzlsn vio a Tom 7 le dijo algo,
—eQué? —dijo ‘Tom. que ne labia-podide
uitie a tavés del cristal de la ventanilla,
El hombre se ilevé les manos a la boca a
modo de bocina. Esta vez se escucharon ts
palabras a través de ia ventanifla,
— Qué ha pasado?
Tors bafé la vista hacia el cuchillo de cava
que aiin sostenia entre sus manos. Sin puder
resistir la teatacion, 1 sacé del paauelo y lo
sujeté con fa punla hacia arriba, come si
fuera a apuralur a alguien. Los ojos del
hombre se abrieron de asombro, gril algo y
sehalé hacia Yom. Una excitacin, como si
se iraimta de una descarga elévtaca, cocomd
fa muliiiud, y todes se apretujazon bajo ia
vertanilla de Tom, peleéadose par ver cf
cuchillo ensangrentade,
Sintiénduse avergonsado, Tom aparté el
cuchillo y bajé la cortina, Qué estupide:t
Iaya detective. que no sélo presumia ante
una multitud de extrafios, sino que dejaba
sus buellas dactilares en una prueba eviden-
cn
le del caso! Rajo de vergiienza, envolvid de
nuevo e! cucbillu en el paiuela.
Una manu movid las cortinas de su litera.
El corazon empezé a lattrle de miedo. Peco
sola se trataba del revisor, que miré dentro
¥ dijo:
— Pox favor, cquieve acompaiiarme?
El revisor abcié la marcha hacle el cuche-
mirador, donde ins otros iestigos de la trage-
dia se encontraban sentados Junta a las
mesas del restaurante. Vedos iban en buta,
excepto el mazo.
Ht policie estaba sentade junto a una de
las mesas, con un cuadorno de notas en la
toan. Fra.muy joven. de ojos amtites brillan.
tes y pelo rable muy cortado
—uis éste ef altine testlgo? - -pregwaté al
revisor.
Fl policia mird a Tom.
~~2Qulere decirme 91 nombre]
~Tom Austen -—Tosn fe antregé el cuchi-
lo. Me tema que tenga tanbién mis hue
dactilares.
'8 éste el cuehillo que utilizd Richard
Saks?
Yo na sé si lo utilizd » no, pero cuandoRegué ul pasilla to tenia en sus manos y
luego Lo dejé caer.
ET horubre bao y gorda se adelanté:
‘Claro que lo utilizit —dije con tone
enfadado— JEL nate a su mujer!
“~ePuede usted probarlo? —preguats Yom,
~ Naturalmente que si, Todas escuchamos
Ja pelea en el bar. ¥ luego €l dijo que no
queria verla,
— Pero es0 no es una prueba —dijo Tom.
~—iPara mf st to es|
—Y para mi —dijo la sefiora de lax pastas,
cliiénduse la bata azul al cuerpo—. No se
olvide que la noche anterior también estuvic-
rou discutiendo en-su departamento.
~-Usted no estaba alli ¥. por tanto, no
Puede saber lo que sucedio —dija Tor,
—Few yo si que estaba —aija el mozo.
dirigiaadose alteruativamente a Voi yal
feviscr. cou une mirada nerviosa,
¥o lanabién —dijo la seftora Ruggles,
Uevaba una bata de lana sobre un camisén
blanco largo. y las lagrimas hahian desteai,
do sus mejillas—. Parecia una pole mny
violenta
— Si. suponge que asi fe —dijo ‘Com con
calma. Le repupnaba pensar que Richaed
7
Saks fuera ef asesing. Sin embargo. todas las
sospechas recaian sobre él. Y, para colmo de
mules. Tom record6 de pronta la conversa
clon mantenida durante ef desayuno. Lay
cosas se poucrian pear para Richard Saks,
Pero no podia ovultar ningtin detalle a la
policla—. Hay algo mas ~ «dijo contrariado,
—uDe qué se trata?
—Mi amigo y yo comamos esta mafanu el
desayuau con el sefior Saks ¥ su mujer. Fla
dijo que queria ser libre de nuevo para
volver a Hollywoud. y el sefior Saks parecié
muy enfadado,
Fl hombre bajo y gorda golpes la mesa
con la mano.
“IAL Uene el motivol ~dijo akanda la
vor. Hl.sabia que iba a perder a sa mujer
¥ por eso la mato.
—Quizd —dijo ef policia, Miré su cuader-
no de notas.—. Déjenme un momento para
reconstruir los hechos.
Pac un lady, Tom sentia pena por Richard
Saks, peco, por otro. estaba entustasmado
por vivir tan de cerca una invesligacion por
asesinato. Miraba fascinado al policia. mien-
tras este leia sus notas:
—Saks y su mujer discuueran en su depar-
74tameato. Ayer por la mufiana, durante ef
desayano. Ja mujer manifesto un cierto de-
sea de dejarle. Por la noche se les od
disculir en el bar y ella volvio sola a sn
departamente —el palicis bize una pausa v
miré a su ulrededor—; 2Bs correcto hasta
ahora?
Algunas cabesas asinticron,
—A medianoche, Richard Saks abandond
el bar, muy bebido, y volvié a su departa-
mento, —#] policia levanté la vista hacia la
anciana—. A [a scnora Ruggles la desperié
el ruido de una violenta pelea ¥ luego oyd
sritar, aterrorizada, a Catherine Saks, Grité
Pidtende ayucia y el joven Tom Austen fue el
primero en acudir.
Tom se esforua por parecer mudesto,
—Tom Austen vio a Richard que levabe
0 sus manos un cuchillo ensangrentado,
aque Inego dejé caer. Segundos después. al
hombre fue ceducido por el mozo del tren y
se descubrié a Cathorine Saks en su departs
mento, muerta a puftaladas,
Tom se esiremecié, alegréndase de no
baber visto el interior del departamento ¢
Era una cosa horrible imaginarse a aquella
bella mujer tendida en un charco de sangre.
74
——Hn descargo de Kichard Saks —prosiguié
, hay que seBalar que ¢l alega
esinado a sit mujer. Dice que fa
envgntrd suerta, que cogié el cachtlla y que
salié al pasillo para pedir ayuda. Reconoce,
sin embargo, que estaba bebido y afirma que
tiene un recuerde muy borroso de los hechos.
Tom se acordé: de Ricbard Saks, sentado
en el bar, mitando:su vaso. St al menus st
kubiera ido a la cama cuanda él se detivo
para durle [as buenas noches... Desgraciada-
racate, Tom recordé de repente otro detalle...
—Verdone. seftor —dijo--, pero acabo de
recordar alge. Esta-noché, cuando le di las
buenas noches a Richard Saks, me mins com
tristeza y me dijo que para é no than a ser
tan buenas. ~
Bl hombre bajo y gordo mlré al policta.
2Y whora qué? ~~ preguntd, camo si se
dirigicra @ un nifte—. /Me va usted’a hacer
na mirada de despre-
civ. Era evidertte » quléa le hubtera encanta-
do pover entre relas..
dijo. Voy a detener a Richard
halo sospecha de asesinate.
—Hso est& mejor. --f] hombre miré alre
73dedois. Tadbs nosotros somos contribuyen-
#28, porto que tenemos derecho a asegurar_
nos de: que Ta palicia aci da eficamnente.
La‘seliora de las pastas asinns y ss puso
46 ple.;
~-€Padémos fmos ya? -—pregunté al pol.
ela—. Nos bam tenido sin docmir media
Sk ya pueden vse.
Mientras salia Ia gente, Tom abservé que
el policfo. movia la cabeua disgastado. No era
96 extrafier. no fe gustaba que se Interlirlo-
ran cuande se trataba de aclurar les hechos
teladionados:con un ascyinate. ‘Tom regresb
850 litera, poofundamente tmpeéstonade por
los sucesos de aquelia noche. La cara de
Dietmar asm pur entre las costinas.
nels vardisd que ban matado a Catherine
Saks? —-peegunté,
Tori aalcité.
ocEspere que uhorquen «4 cue tipa,
EA, quiéae.
~—~A sit mario.
Como sabes. t@ que lx ha matado él?
~-Hs evidente. Se parece a los asesines que
se ven-en latelevision.
Muy. listo, Dietmar...
76
‘Tam sublé a su fitera y iniré por una
rendija de la cortinilla la multitud de gente
que babia en el andén. Sentia deseos do
bajar del tren para respirar un poco de aire
fresco, pera, squé pasaria st lo reconocian
como el ‘muchacho del cuchillo?
Se distrazaria un porn, Salté de la cama y
sacé de su otaleta unas galas de sol y una
chagueta de entretianpd. Se los puso ¥ se
dirigié hasta el final-“del vagon-restaurante,
dispuesto a bajar tranquilamente del teen. La
Duerta estaba abierta y Tom, descendié los
escalones.
‘Lodes los rostros mirabar bacla el covbe-
cama donde Catherine Saks yacia muerta, y
nadie se dia cuenta de que Tom bajaba del
tron. Vio nn chico con une bicickta y se
ditigi
~-Hola —dijo.—. Qué sucede?
—iHa habido un asesinato! —dijo el mu-
chacho con. vos emosionada.
—2Qué dices?
—2Ves ese vagéa? —dijo el chie
do el coche-cama de Tom,
—Pucs un muchachy ha matado ahi a
sn madre « pofalades. Le eacceraron en wn
atan~departamento hasta que ef trint Hegara aqnri,
pero se escapd e hirié-a unas personas que
Intentaron detenerle.
Tom miré al muchache, sin poder creer bo
que ofa.
—tVes esa ventanilla? Abi es donde Hank
Sayer vio al muchacho, que agitaba un
enorme cuchillo cherreando sangre. Tenia la
mirada perdida, como si estuviers loca. Al-
guien sujet6 ectonces al muchacho, pera se
escap6, y ahora dehe ander escondido en
algtin lugar det tren.
HI chico dejé de hablar, con la respixacion
entrecortada por la emocién.
—~Por qué a0 te var a casa? —1e dijo
Yom—. Hse muchache puede escaparse del
tren y herirte con ef cuchillo,
El chico se eché a noir.
—No ine perderia este por nada del raundo.
len, voy a echar an vistazo,
—De acuerdo,
Tom se metié las manos en fos bolsillos de
la chaqueta y se puso a pasear por el andén.
Hubo un poquefio revuelé en la multitud y
vio a dos Lombres que se acercaban con una
camiila. Se oyeron murmullos y la gente se
puso de puntillas para uurar, mientras jos
78
hontbres subian al tren. Minntos después,
alguien cercano al tren exclamd:
iAbf vienent
Aparecierois. los hombres de la camilla,
que bajaron su earge con cuidado. La gente
enmudecié. sia apartur la vista de lu manta
iris que cubria el cnerpa de Catherine Saks.
Algunas hombres se quitsrun el sombrero y
‘Vom vio « aaa naujer ilevarse tin paduclo a
fos ojos. Mientras Hevaban fa camilla ¢ una
ambulancia gue aguardaba cerca, silo se ofa
el ecxoplide de la magnina,
Todo el mundo estaba pendiente de ta
mabulancie. cn ta que introdujecan $4 caul-
Va. pero a ‘Tom se !e ocuarié mirac hacia el
tren y vio al policta que descendia con
Richard Saks las esculeritias det coche-carua.
Los dos hombres pasaron por dcivas de 1a
genic y so @rteteron al cache ste la pott
Desease de ver por dittma ven # Richard
Saks, Tom se disigié cosiendo bacia el coche
¥ Hego « el cagudo el politia abria ta porte
vali,
--Buena suerte te dije a Hichard Saks:
HI pobre homibre parecid recoocer com
difcultad a Tom, pero eshoad uns pequena
sunrisa antes de dajarse caer con gesto van
79sado ea cl wsienta del coche. Fn6 luego el
policia, puso en marcha el motor y arrance
rapidamente, levartando las ruedas una au-
be de polvo en el aire temnplado de la noche.
Tom se dio la yuella y regresé despacic al
uen, sin poder olvidar la tristeza que refleja-
ban los ojos de Richard Saks.
80
A LA MANANA siguiente 4] sol brillaba
con fuerza. ‘Tom se desperté, poco a poco,
tecordandy el asesineto con una cnorme
angastia en el corazén. (Pobre Richard Saks!
Abrié los ojos y eché un vistazo por la
ventanilla. Una inmensi y maciza montain
se elevaba hacia el cielo, Se santé. pragun-
téndose qué habria sido de la Hanura, cuan-
do cayé en ia cuenla de que el tren estaba
atravesanda las Montahas Rocosas.
La montafia que tenia ante si era una
enorme mole pétrea. cuya cima se olevaba
hecta las nubes. A sus laderas se alerraban,
verdes bosques, que sc extendian por el valle
que tl Canadian Express crazaba.
Tom se visti. disfrntando al mismo tiem-
Po de la vista, Fi tren subié con esfzerzo una
pensfiente empinada, y knego siguid con pre-
1caneidn por un
Ja pared de te montaiia. Mi
el valle, vio wn laga de color verds
da, tan solo alterady por le astela que dejabn
tras de si una canoe ro}
Tom 310 qu
siqaiere wa a
le humbricnto,
ul, pore estabe terridtomen:
Descerrhd ins cortinas y dudé
Si despertar « Dictaua: al fal decidié Wr solo
ad vagéa-cataurante,
Pocos pasajeros estaba levantardos tan
temprany. Une de ellus era ia senora Reg-
gles; Hevaba un vestide nagea com mangas
acampanadas y un chal. Sunrienda, invite a
‘Tom & su mest.
~~ Rennes dias dijo al machacho, sentan-
que se ez li
~-St que io es dijo Tom. echando usa
sicada a su celoj—. Me parece que la inves
nde fa policia ha becko que el tren
vaya con retraso,
~$i -—dijo le sefiora Ruggles. pero eso
nos permite disfrutar dei panorama duraute
mas temo.
a2
Tom encarg6 cereal con leche y unas
tostadas. y luego se puso a mirar por la
veatanills.
—Me gustarta que Richard Saks pudiese
estar mirando ests montafas, ea lugar de
estar pudriéndose en una celde.
—Si, pobre hombre —la sefiora Rugetes sc
estremeclé—. Pero. por favor, no hablemas
de vso. {Donde vives?
—En Winnipeg. Mt padre es poticia.
Yo también vivo en Winnipeg. Tiones
qve ir a verme un dia y tomaremos juntos
el te.
asi
—iNo tomd usted cl ren ea Brandon?
—Si, fai alti a visitar a unos amigas.
Abora voy a ta costa, a ver a miy nittas
—ijo la sefora Ruggles, sonriendo fell
toy deseando verlos,
‘Tom se sirvié wn poco de leche en el plulo ~
de cereales y tomé la cuchara, que bnillé con
ta luz del sol.
~-sTiene usted una faco de ellas?
sus nietos.
—No, me pateve que no,
1Qué raro! —dijo Tom sonriendo--. Mis
abuelos tienen miles de fotos mias y de mi
henaana, Rmpezd a desayunar, Levanté la
vista hacia Ia cima de ta montafia, donde se
destacauba contre Ja roca ta blancuca helada
de un glactar—, La semana pasada se me
cayé un despertador al rio y min sigue
andando —brames.
Yo me digas!
—Bucay, es que es muy dificil que un ria
s¢ pare.
Ta anciana se rid.
—Pura-alimentar sas guefios.
Tom se rié.
Muy bueno —dijo.
Ronrieado, Yom puso un povo de merme-
fede en la tostada y difo:
—Adan, Eva y Pellizcame fieron a} elo a
nadar. Adin y Bva se ahogaron, equién se
salvé?
~Pellfacame. .
De aenerdo —dljo Tom, alergando Je
mane y peliscaade Itgeramente a la suuclaina
en ef Mrazo.
. Dicsro!
Te,
ijo i seflora Ruggles
rind al 8, cogid of haste: ¥ ge
prise de pie, Ya pray divectide
arlar contigo, Tom, Si te apciece, pasa po
mm departamento fuego y to dang unos bom-
bones y contereros chistea,
—De acuerdo -—aljo Tom—-, La vert tnego,
Ve anciana se fue coleande, apoyandose
en su bastén. Cuando se hube ido, font mins.
asabajo, al valle, donde sc divisuban unos
coches pequefiitus clrculande por una auto-
pista. Luega, todo se velvid oscure.
Se encendieron las luces del vagon-restau
rane y Tom comprendié que el tren Labia
entrady en an tinel, Se acercé a ja ventanl-
ile y vio que las Iuces dei tren producian
destellos en las rocas dentadas de la pared
del tone}. Poros minutos después. la luz del
sul dio de Heno sabre el rostro de Tom.
motesténdole en los ojos. Termind su tosta-
da, se levanté y se dirigio hacia su vagou.
Al Uegar a él vio, a fa puerta de un
departamento, a un nip gue Jlevaba una
gorra de béisbol. £1 mozo viejo estaba hacien-
do las camus. El ntiio se volvié hacia Tom y
sacé uaa pistala de agua.
---[Alto! —gritd.
Sonslendo, ‘Tom levatité Jos brazos. EE chi-
co dispars, mofaude Ja camisa de Tor, y
jucgo se div media yhelta y se fas corriendo.
mozo se ccbd a reir.
sc chico Reva una hora dandome la
lata, Le cortaria las manos.
‘Tom soncié cortésmacnie, revordando con
desaprado ef cuchillo que se habia ublizado
contra Catherine Saks.
86
—:Hay alguna noticia mas del asesinatc?
regunle.
—No, ningune —dijo cl moze, con aquel
silbide especial debide al hueco que tenia en
los dientes superiores—. Me liguro gue esc
tipo pasari ef resto de su vida en prisién.
‘fom miré hacia el pasille y vio al chico
que se acercaba cautelosamenie hacia a
con la pistola. Descubierto, el chico disparé
rapidamente y retracedid. Secandose el agua
de la cara. Tom se pregunté como podia
alguien parecer tan inocente y ser, en reali-
dad. un incordic tan grande.
Una vez que termind su trabajo ea el
departamento, el mozo encendié un cigarrillo.
—Anoche, mientras declaraba, estaba muy
nerviosa dijo.
~-2Par qué?
Hombre. se supone que por la noche yo
deberia estar sentado en un asiento que hay
en el pasillo. por si alguien desea alguna
cosa. Si anoche yo hnbiera esiado en mi sitio
habria escachado ‘a pelea y hubiera podido
avitar ef asesinalo.
:Dénde estaba usted?
~-tchando un suefo en el departamen-
to BT mezo aspird de su cigurrillu ¥
387Iuego movid la cabeza—. Si el revisor lo
averigua, me a gana.
—Bueno, yo 10 se lo voy u decir dijo
‘Tom, Ya se iba a marcbar, cuando se volvié
con curiosidad——. Me figuro que seria horri-
ble ef aspecto del departamento de aquetia
mujer, éno?
—Figarese; habla sangre por todas partes
¥ vomitos sobre el cuerpo.
~~¢Vémitos? —preguntd Tom, sorprendi-
do—, Creia que la habian matado a puis.
Tadas.
Es cierto. Pero me figuro que aquel tipo
se sentiria mal y se pondria enfermo.
Tom miré atentamente al mozo.
~ ~Recuerdaalgin olorespeciaten el depar-
tamento?
Claro que si; era horrible, cou. todos
aqnelios vamites. la. sangre...
No noté an. dlor a almendras?
El ooze minésorprendido a Tom,
—Oigal 2Céme le sabe? ckntes usied ano-
che en el departumento?
Muy nervioso, pero haciendo porque no se
Je notara, Tom se encogié de hombros.
—=No, no estave alli, Digame. fesia usted
seguro?
88
rant segary como del dia cn que nacl
Tardé media nuche en quitar aquel olor,
Tom hlzo un gesto al mom, si poder
contener su emucién,
—10n millén de gractast —dijo.
‘Tom dio media vuelta y anduvo presuroso
Dor el vagon. Dietmar salia ex aquel momen-
to de la litera superior, hostezando.
—Vietmar —dijo Tom—. Tengo noticias.
—iSe est cayende el clelo? —dijo Dictmar
sarcisticamente,
-—iRichard Saks est - dijo Yom, ¥ se
detuvo. La sefiora de las pastas le estaba
miranda con los vidos steutos, Por pace
mete la pata otra ve: Ven —dijo a Dict-
mur. arrastrandolo al servicto.
—Ontero deseyunac —protesié Dieemar,
—Luege, luego, —Tom abtid la puerta det
servicio, emmpnjé dentro a Dietmar y cerré fa
Puerta. A continuacién abrié los grifos del
ngua fria y de fa calicnte.
—-1¥o sey mavorcito para lavarme solot
dijo Dietrar.
—Fl ugua es solamente para que no nos
vigan —murmuré Tom,
‘Ta st que eres el que deberfas estar en
aysilonciv. Austen —dijo femmur, néedose,
--Escucha --dijo Lom, con les ojos data
lus de cxcliasion—. fle descubierke que
Aithiard Saks Ge es ef asesine!
~ given, enforces? {La auiier esa do bes
pastas
~—Pudiera ser. Toda ei mondo es sospe
chose.
Pur qué?
—Bscmira esto dijo
Tom, bajando ke
vor -: Catherine Saks fue envenmeda con
elannry,
—aQuiés lo ha dicho?
Lo figo ya Ebroso me conte que habia
vémiies sobre au cuerpo y que en el depar
tamente olfa a almendras.
-2¥ qué?
se olor. y el hecho de que ella vomittara
antes de morir, significan envesenamianre
con, Clanure.
=F ba cduno lo sithes? —pregumio Biel
aman, Menos sarcastion yr
-Lo lei en una novela poticiaca,
116 y tas libros! fe Dietrnar moviex
do la cabeza—. Yo crea que estis loco.
Richard Saks maté a su mujer y ahora esté
en la prisién. Ademas. {no murié apufialada?
90
—Claro qne la apudalaron --dljo Tour.
pero después de muerta, Fo fue para acultac
que ta babiun envencnado,
—Entonces, Richard Saks debié darle el
cianuro.
—2Por qué iba él a usar el veneno y ef
cuchille? No, alguien eevenené a Cathenne
Suks, y luego apuiialé ef cadéver para hacer
creev que Richard Saks habia matado a su
rrujer en an acceso de embriagnes.
—1Quién?
No lo sé = tuvo que admitir Tom—.
Peco sospecha de todo el mundo, Por ejem
ple, la muler ésa de las pastas podia haberle
dado ® Catherine Saks una pasta de choco-
Tale que conniviera cianuro.
Dietmar se cio v abrid la puerta del servicio.
oo Me vey a desayunar —dijo. Luego, pa-
recl6 sevordar alec y cern la puert
Purde qne tenga una piste para ti --