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£1 Canadian Express sale diariamente de Mon- treal, para efectiar wn viaje transcontinental de tres diag de duracién, por ia tinea de ferrocarri! panierdmttea mas larga del mundo. in Sudbury sé ung con oira tren que sale de Toronto. Proviste de vagones con mirador panordmico, de toches-cama y vagon-restaurante, se dirige ha- cia el oeste, @ través de lus ricas terras de cultive de Ontariv, atravesundo enormes Haru- ras y bordeando Jas imprestonantes Montarias Roeosas de Caruulé, coronadas de_ nieve. en direccién « Vunciver, en la costa del Pacifico. En total, ef viaje, de 4.633 kilometres, dura setenta y waa horas y ireinta y cinca minutos. Al mismo tiempo, otro Canadian Express sale todos los dias de Vanctiver en direceién al este. Danrro asi paquete, algo hacia tic-tuc. Una bombn. $i, ‘Yom estaba segura de que se trataba de una bomba. Obvervé el envol- tarin de papel en el que no habia nada ‘escrito, y acereé su cabeza. Tic-tac. tic-tac. Asustado, Tom dirigié su vista a Ia abarro- tada estacién de ferrocarril. Qué hacer? Si stituba «juna bombal», podia cundir el péni- co y fa gente saldria corriendo hacia las puertus, donde las mujeres y los nldos morl- riaa pisoteados y aplastados. Tom observé de nuevo el paquete que habia apacecida misterinsamente junto a sn maleta, unos minutos antes, cuando fuc al servicio. Su aspects era Inafensivo, pero aquel tte-tac Indienba que podcia ser mortal. ‘Tom vio un hombre. con uniforme de re- 7 visor. que crurabu la estaclén. Coreié bacla él. abriéndose paso entre la genle que agnar- daba para subir altren, y le sujetd por el brazo, —1Por favor, sefior —dijo jadeando—, ven ga enseguidal Hi hombre miré a Tom con unos grandes ojos azules, aumentadas por el grosor de las gafas. --2Qué? —dijo, llevandose una mano al aido. —iQue me ayudel —dijo Tom, temeroso de gritar que se trataba de una bomba. B] hombre movié la cabeza. —No te oigo, hijo. La estaciéa ex demasia- lo ruidosa. El revisor parecié perder todo interés por Tom y se puso a cscribix en una Lbreta de notas. Durante un segundo, Tom pensé mar- charse y ponerse a salvo, pera, de repente. le arrebaté la Ilbreta y salié corriendo. Eh! Tit (Diablos! —grité el hombre. Muchas caras se valvieron al verlos pasar como una flecha. Tom con sui pelo rojo, y el revisor tras él. Aquel hombre era buen corre dor. y casi habia dado aleance a Tom cnan. Negé junta a su maleta Hl paquete habia desaparecido. imposible! Tom levanté la maleta, buscan- do la bomba pendida. y en aquel momento Regé el revisor y sujet a Tom. Mocosot Se produjo una enorme confusion, El revi- sor arrancé la librete de notas de la raane de Tom y Jos curlosos se agolpacon mirando. Un perra comenzé a tadrar y Tom, de pron- to, encontré la bomba... En las manos de Dietmar Oban. Si, e! rival de Tom sujetaba ef paquete con una mirada 9 ntti tacaaaaansencili iréaica en su rostro, al tiempo que se abria paso entre los mlrones. Tom habia sido engafiado y comprendis que la «bomba» no eta sino un viejo desper- tador. Avergonzada, levanté la mirada hacia el revisor. —Por favor, sefior —diJjo amablemente—, puedo explic4rselo todo. —Voy a llevarte a la policiat —Si, pero... Desde arriba. un altavoz anunclé: «iPasajeros al trent Los mirones dudaron, lamentando perder so el Binal de todo aquel juleo que habia vriginada Tom, pero se dieron la vuelta y comerzaron a alejarse. Los grandes ojos azales del revisor se dirigieron de nueva a Tom. ~-No erves més problemas, machavho, @ acabards eutre rejas. +-Si, sefior dijo Tom. Vio al revisor alejarse y se dio la vuelta para chillurle u Dietrnar, pero éste se habia esfumade. Maviendo la cabeza, Tom recoglé Ja maleta y se dirigid haci Afortunadamente para él, pronta Je volvid a invadir la emocién por cl inminente viaje. ww Al Uegac al andén enconiré un panorama emocionante: no cesaban de pasar carretillas cargadas de maletas, los allavoces atronaban con sus avisos, y los mozos de estacién, con chaquctillas blancas, cherlaban entre st, micutcas los pasajeros se apresuraban, Pero lo més cuwcionante de todo era el tren. Largo. con la estructura de acero inoxl- dable reluciente bajo las luces del andén, el Cunaiian-Rxpress se extendia como un gigaa- te u lo large de las vias, esperanda impacien te para lanzarse hacla la inminente aventu- ra. Tom se estremecid ante ta belles del wen. Le hublera guslado quedarse alga aas de tempo contemplindolo, pero soné el pitt- do de la iocomotora diesel y se subld al vagon nds cercano — Fl biltete, -por favor --djo un moz al qne las palabras le silbaben por wu bueco que lenia entre los dicntes superiores, Tom cbservé ta cara de aquel hombre mayor. deseando que fuera su amigo durante el viaje. —Yo s¢ la Ievo, sefior —~dijo el moro, fomando la maleta de Lum y echando a sndar por el vagén, Atravesundo Ie puerta que tenin el leteero Sherwoad Manor, pasaron junto e unus pequefios compartimentos. y ul luego recourleron un pasillo en el que habia una fila de poertas azules, =2Oné hay abi dentro? —le pregunté Tom al cragleado. —Cumus. paca la gente de dinero —cuntes- tS. Finalmente, Uegaron a un vagén que tenia los asientus colocados unos enfrente de otros. de dos en dos. Hi mozo celocd In, maleta de Tom dejo uno de los asientos. —Este o3 su sitio —diJo —. Cuando salga- mos de Winuipeg uniré esos dos asientos y qucdaré hecha la cama Que tenga un buen viaje, sefier Austen, Tem sonrit al mozo y miré al occa lado det donde estabua sentados un hombre mujer. --fiola, wuigo —dyo ef horbre, oa los pulgares iniroducides en sus tranles~-, zAdéade va usted? —A Columbia Briténica. Voy a pasar et verano con mis abuclos. La mujer le alargo una caja grande. —2Quiere wna pasta? ~pregunts, sonrien da a Tom. —Si, gracias. —Su amigo se comid cuatro. 12 @Mi amigo? —St, el muchucho que viala con usted —y seiialé bajo e} aslento de Tom—: Ahi est su. maleta, debajo de su asiento. —i0h, not —murmurd Tom para si, sin alreverse a mira. Se agach6 y se estremectd cuande fey6 la cliqueta: Dietmar Oban». Cuando se incorpord ‘fom, la mujer pare- tia estar muy alegre. ---Qué muckache mids simpitico!—ajo—. Un. poce delgado, pero mis pastes de choco- late le vendran bien. iQué saala suerte, atrapado alli con Dict- mar Obant Un magnifico viaje echado a perder. Pero, en fin, podria tniciarlo rompién- dole la cara a Dietmar por la broma de la bomba. Tom se volvis hacia ta mujer: —~Por dénde se fue esa rata asquerosa? —te pregumti. La mujer fruneié el ceiio y certd con fuerza la tapa de la caja de pastas, antes de responder friamente: —Hacia el mitador. —Gracias, ‘Tom no subia donde estaba el mirador. pero no Jurgé conveniente preguntarselo ala mujer. Vio wna puerta en el otro extreme del 4a nila ata isi iscsi, vagon, salié por ella, crus) una plalaforma estrecha y abrié una segunda puerta. Rn ayuel vagou habia gente tomando café en unas mesas pequefids; al fondu se vela un trarao de escaleras alfombvadas, que se per dia en la oscuridad. ?Estaria urciba el miradur? ‘Tom subtd con precauciin, temerasa de lo que padiera depararte la oscuridad, pero se tranquilizi cuando vio dos {las de-asientos, sttuadas frente a unos grandes ventanales curvados, A través de aquellos ventanales vio las luces de la estacln, y. encima, la oscusidad de la noche. |Pzeciosot Vio algo mas: Diemar Oban estaba senta- da en uno de los asiontos. Se aceroé de puntilas, se senté en la butaca contigua a la de Dietmar y le agarré por el brazo. —aPor fin! ~siseé Tom—. 7¥a te tengol Dietmar dio un respingo y ve volvié hacia ‘Yom coa los ojos Muy abiertos. —Tranquilo, Austen, sdlo fine una broma. ~ Deberia machacarle —tija ‘Tom, retor- nda ef hraro delgaducho de su rival. —Hecucha, Austen: pneda proporcionarte un caso para que lo resuelvas Estés mintiendo para salvar el pellejo 14 —No. Suélame el brazo y te lo contaré, ‘Toni dudé un momento, le retorcié mas ef brazo, lo que blzo dar un respingo a Dietmar, y nego le solt6. Preferia un caso, més que el vengarse. —1De qué se trata? —pregunté Austen—. Desembucha ko que sepas. Dietmar se rid, —Ti y tu manera detectivesca de hablar. iFso suena ridiculo! —Limitate a contarme fos hechos, Oban. Dietenar le Indicé un hombre que estaba sentado en el mirador. Ves aquel tipo? —Si. —Tom sélo veia ls parte trasera de la cabera de aquel hombre: su pelo gris y su traje oscuso purecian bastante corrientes—. 7Qué pasa con él? —Siéntate a su lada y veras de qué se trata. ‘Tom se incorporé, dio unos pasos por el estrecho pasillo y se senté Junto al hombre. Para evitar cualguler sospecha. buslezs, se desperezi y Inega fingid quedarse adormila- do. Conté mentalmente hasta treinta y luego entreabrié lus ojos. |Aquel hombre tenia puestas unas esposas en una de sus maiecas! Tom emitis unos sonidos entrecorcados y 1s nna aii. el hombre sc volvié hacia él. Pero Tom. finglé que estaba softando, hablande entre dientes, y despoés comenz6 a roncar suavemente. Especé un poco pars que se tranguilizara et hombre, y valvié a abrir los ojos. SL llevaba puesta una esposa en une de las mufecas, ¥ bua pequoiia cadena ta unia a la segunda esposa, que se cerraba sobre el asa de un matetin negro que descansaba en su regaso. Obsecvé que el malelin tenia una cerradura provista de combinacién, pero no habla nin- guna sefal gue delatara el contenido del maletin. ‘Tom Lngid despestarse lenLamente, hacien- do chasqnear los labios y desperezndose. Tuego, se incorpor6 de la butaca y regres’ junto a Dietmar. —Vi subir a ese tipo —murmurd Die! mar—. y me figuré que te interesaria inves tigar sobre él. ‘Tom miré recelosamente a Dietmer. —zPretendes burlarte de mi? --No, en serio. Ya sé que cuando seas mayor quieres dedicarte a resolver crimenes. {Qué decias que quieres ser...i —Un sabuieso. Es decir. un detective. co- mo los hermanos Hardy. le —Duey bien. vabueso, ebora ya tlenes en tus manos un rompecabezas de verdad Yom mir6 despectivamente a Dietmar. Bl po mide sarcéstlca del colegio Queenston estaba alli, compurliendo con él el viaje en tren, Menos mal que se hab/a topude con un buen ceso pera resalver. —1Sabes lo que pienso? —murmuré ‘Tom. Qué? —Que ese tipo es an Jadnin de joyas. Pickmar se ocho hacie adelante para ob- servar al hombre. Crea que estés en lo cierto. Su aypeclo 9 caactamente igual al de un ladron que vi en una serie de unisterio de la tclevisién. —Bn ese maietin Ueva sus herranieutas. Una Wave aiaestra para abrir las puertas de ios dorauserivs y wn suplete paca abrir cajas fuertes. Se ha atadu con unas esposas cl uialetin, a su mufeca para gue nadie pueda xbriio uccidentalmente y darse cuenta de que es us Iudeon. 2Qué vus a hacer? —Vigilarle, Puede que esté wamando co var durante of viaje a algunas personas con dinero. Un altavaz situado en ka parle frontal del VW iii nt vagén-micador babia estado emiticado mi- sica suave. Se pard de repente y se ay6 ka vax de un hombre: —Buents noches. sefioras y caballeros, El Canadian Express esté a punto de salir. Pspe- ramus que disfraten del viaje. Mas musica de nuevo, y enseguida una leve sacudida al ponerse ¢l trea en marcha, —Mira —dijo Tom, sefialando hacia una de las ventanas del mirader—. Se puede ver todo el tren. Los dos se pusieron de pie para disfrutar de aqueila vista. Se veia desde el ultimo de los vagones de acero inaxidable hasta lu locomotora, que arrojaba bocanadas de hu- mo, mientras comenzaba a arrastrar el tro- merida peso del tren. Pl Canadian Express empezé a rodar lenta, muy lentamente. y enseguida aumenté la velocidad. Delante, las sefales luminosas cambiaban det verde al cujo al pasar la Jocomotoru. cuando sus ruedas de ecero accionuban uns serie de conmutadores: a ambos lados se almeaban grandes formaciones de fargones de carga, v uids alld se veian las Iuces de tu ciudad. Tom y Dietmar pecnanecieron de pie observando a través de lus amplies veotana- 1a Jes, busta que el tren deld atris Winnipes y se adentré en la inmensa oscuridad de Ta Navara, ‘Tou se estremecid, Reto esté muy oscuro —susuceé—. Siea- ta como usa especte de hormiguea, Dietmar se echd a retr. —¢G gran detective tiene miedo de la oscuridad? Tor se sonrojé, y estaba a punta de darle un gulpe a Dletmar cuando sus ojos percibie ron algo extrediu: ef hambre misterioso se habia yucky hacia elles al gir pronumctar @ Dictmar ia palabra «detectives. y tenia la vista clavada cn Tom. De pronto se levants. de su asicnty y abandond rapidamente et miradex, mientras ta cadena gue Hevaba unida g la mufeca Gntineaba suavemente al pasar junio a los dos muchachos 19 Eases uc estiapido! inurmuré Tom—. tAhoru ya sabe que soy delectivet --¢Vas a reaunciar, entonces? —Méss valdrie. Tom bajé rpidamente los escalones. A través de Jos cristales de fa doble puerta vio al bombre que estaba hablando con et mon del coche-cama. Obvervé que éste decia que no con Ja cabeza; el hombre, cow cara enfa- dada, se dio In welta y desupareclé en Alreccién al pusillo de los depurtamentes de pucrtas amiles. Ton cntid en el coche-cama —Perdone. schor — dijo, dirigiéndose al mon ~. CDoude pucde encontrar al hombre con el que estaba usted hablando? —En ef departamentu A —dijo et mozv. luego, miré alentamente a Tom. ¢Por qué? 2 REET ren Ls que so Te ha caldo una cosa. IL mozo micé fijamente a Tom y luego siguié preparando las literas para la noche. Tom se alejé despacio, intentado imaginarse como actuarian en uguells situacion Brauk y Joe Hardy. Decidié quedarse por alli. a la espera de una oportunidad. Quiné lograse ver las herramicotas del ladrdn. No vio ni rastro del hombre ep el pasilla, péro en el extremo opvesto estaba la muler pias hermosa que habia visto en su vida. Se detuvo, mirandy, mientras la mujer se acer- caba sujeiando por an braz a un horobre muy bebido. Ninguno de ellos parcel notar la presen- cia de Tor, mientras se acercaban poco 4 poco, ‘balancedndose hacia adelante y bucia atrés a causa del movimiento del wen. Ob- servé durante un Instante los ojos enroject- dos del hombre, y lege miré, un pore ‘gsustado, el deslumbrante cabello cubio y los ojos azules de la mujer, Era bellfsrme, 'Al llegar junto a la puerta de ano de es departamentos, ta mujer gird ef picaporte ¥ ayudé a ontrar al hornbre. La puerta se corr6 a continuacion y cl pasillo qued6 vacio. Tom avanz6 despacio gor el pasillo y se a2 deluve ante la puerta de la pareja, Ovo et murmullo de unas vores. Incapaz de enten der lo que decian, siguié camlnandy hasta el departamento A, pcro la puerta estabu cerra- da. De todas formas, Tom habia perdide de momenty todo sn interés por ef bombre de las esposas, Se sontia subyugada por aquella aivier, No padin apartar de sa mente . —2Qué ha dicho? —pregunté Dietmar en voz baja. cuando el camarera se hubeo ido. 1 iQue aprowarhet Ra Iraneés en el original (NT. 42 Tom se encogié de hambros. Miré los objetos plateados y de porcelana que Lintinea- ban por el movimlenta del tren y {uego abrlé la carta. —1Ob, no! —dijo—. Esté en francés. —Jus de fruits * —leyé Dietmar, luchando con las palabras—. ¢Quiere decir que sdte hay zumos de frutos para desayunar? ~-Aqui esta en inglés —dijo Tom, sefialan- do otra parte de la carta—. Yo voy a tomar cereales con leche, wostadas y café. —A mii no me gusta el calé. —A mi tampoco, pero parece mejor cuan- do lo ves escrito en la carta. —Repardé en un block pequeio y un |épiz que habia dejado sobre Ix mesa el souriente camarero—. Creo que tenemos que escribir aqui lo que quere- mos tomar. Cuando se inelinaba sabre el black, Tom percibié e) olur de un perfume. Levanté la vista, con el curazdn Latiéndole de emocidn, y viv que se acercaba la mujer guapa. Obser- ¥6, con gran sorpresa, que e! camarero la Ilevaba divectamente hasla su mesa, que apactaba una stla para ella, y colocaba al marido frente a Dietmar. Después tomo ta orden de Tom y se marché. » ealimos de trutese, 4s La mujer mird a Tar, que se puso rojo. Farioso consigo mismo. bajé la vista. simu- lando leer Ja carta. —eParlez-vous francais? * dijo ef maride. Toat levanté Ta vista, El borobre sonris, -—Le preguntaba si habla francés, He visto que leia la parte de la carta que viene en francés, “HOME -dijo Yom. coa la cara 2 rola. sintiendo lax ojos de la mujer sL~ gra Dietmar --Austen atin oo habla nl siquiera Inglés. La verdad es que todavia Love paiales. Ta aritjer 0 195 de aqurelia broma y Tum Te arreé un puntapié a Dietmar por debajo de Ja mesa, pero errd a? gelpe. Ek hombre Ie alargé Sa mane a Tom —Me tame Richard Saks -—dijo-., Esta es rai mujer, Catherine. Tom estreché la mane del horabre, danio- se cuenta, por su aspectu. de que no estaba behido. Se 876 ca su pele castario ascuro y en mas Bjos er out + aqktabha usted trancesie 4a su bigote, y se volvié timidamente a la oiujer. —Me Ilareo Tam Austen --dljo—. y éste es Dietmar Oban. -—Fncantada —la mujer bostexd y abrid su bolso, de donde saci una pitillera de aro y una boyullla. Colocé en ella an eigarrilla y se lewd Ia larga y elegante boquilla a los labios. Qué vas 4 tomur, princesa? —pregunté Richard Saks a su mujer. Café. Tom sonrié para si. eucantade do baber pedido también café. Coundo fa mujer se volvié para mirar Ia ventanilla, pudo obser- var los diamantes refulgentes que Ievaba en los dedos, el collur de perlus sobre el jersey negro, y ef maquillele alrededar de sus ojos maravillosos, — Ademgs, ba sido cetrella de cine. ¥ apueso a que usted av lo ha sido munca, ‘antes de que la sefiora de las pastas tuviera tiempo de expresar su opinion acerca de Tas estrellas de cine, la senoca Ruggles se dirigié a Diewnar, sorprendida. dlistrella de cine? éQatén fa dicho eso? — fila. La sefora Ruggles chasqued los labios ¥ movld la cabeza. _akstrella de cine? {Si s6lo tuve an peque- fio papel en una peliculal = jbues esc ya es algo! —Dletunar se lewans: t6 y arroid su carton de bingo. tPer qué esta todo cl mundo tan nietviose cata noche 28s que bay kina Wena? 58 Yo le explicaré la causa de tudo dijo ad howhre del malelio- — Es ese borracho... Saks. No es una bnen persune. —-2Cémo sabe usted su nombre? —Pregune 6 Tom, La pregunta parecid desconcertar al hom- bre. --1Céira? Tei on acticulo en el periadico, en tas notas de sociedad, Decla que el sefiot y fa sefiora Saks ve iban de vacacanes @ Vancuver. —-A Vicwela —dijo Tom. mirandole fifa. mente a la cara “Bueno. esta bien. re equivoaus. Decmnot hian girar vigorosamente el bombo Senoris ¥ sebores’ Potemas segnit? *rengo nns precios snaravillusos Bara CEaT dic, como ua formidable ficr de semana pare dos perzonas en ta playa. J kambre bajo y gordo se | 4 estay haxty de estat ——difo. yor abajo sa cartier abi vagon. —{liene gractat la schere Ruggles pa- sed la mnirada sobre los otros pusuleros: No Bi a ustedes, pero 4 mi, toda este fension me destroza los nervlos. Y ~—Lo siento, scfiura ~--ijo Dermot, sonrien- do despnés—, |Bueno, vamos a divertirus! Fl Jucgo prosiguié sia més interrupciones, y Tom se alegré cuanda la sefiora Ruggles, nerviosisima, fevarié su vartin y can! JBingal Kecibié como premio una novela ¢ insistid para que Dermot aceptara dos bom- bones. Luego, se levanté. ~-Hay que retirarse cuando uno gana —Alfjo. cogiendo el bustin —. Buenas noches todos. 60 La sefiora Ruggles se alejé tambaleandase, aumentada su dificultad para andar por el balances del tren, Derinot aguardé cortés. Inente a que se marchara y luego anoncid otra partida. Tom se cambié al asienta gue habia ocn- pado [a sefiora Ruggles y miré ul hombre misterioso, —~2Qué lleva usted en ese maletin? —pre- punts. FL hombre se volvié hacia Tor, parecté dudar y Inego respondié: Aunque no lu crea, en este maletin sdlo hay papeles. HL hombre permanecié serie, muy seco. Tom no se creyé aquella historia, Observé el maletin y la cadena que ania las esposas. . , —Deben ser papeles muy valtosos. —-Pueden valer un‘millén de ddlares. Tom swwyid Iu cabeza fingiendo seatirse impresionado. Sabia que aquel bombre men Ua. pero no se le acurtid ninguna otra pregunta que le permitlera descubrir la ver dad, ‘Tenia mucho que aprender ances de Begar a ser un profesional como Krastk y foe Hardy. al jNamero treinta ¥ achol ‘Tom jugé algunas partidas mas, sin ganar, y pronto empezaron a pesarle los parpados, El mirar a través de ta ventanilla le hacia sentirse salo. Bostezando, se levanté. Le dio tae gracias a Dermot y cruré ef vag6n, echande al pasur un vistago al bar, para ver ai Richard Saks continuaba alli, Ti hombre estaba sentado junto @ une” mesa pequeda, con el rostro abotargado y los ojos rojos. Vio a Tom y agité una mano temblorosa. —iBola, amigo! —dijo con voz pastosa, —iHolal —dijo Tom—. ¢Comeo esti usted? —No muy despejado, 2¥ usted? —Muy bien. He perdido al bingo. Otro perdedor! —dijo Richard Saks, mo- viendo la cabeza, Levanté cl vaso y beblo un trago, pero aquella parecié eutristecerle atin mas—. Avepte mi consejo, amigo, y no se case nunca can una mujer hermosa. —Si, schor —dijo Tom—. /Bueno, buenas nochest —No lo seran para mt -—dijo con. voz triste Richard Saks, mirande al vaso. ‘Yom siguid su camino por el tren. Fl 62 encnentro cot Richard Saks habia ahondado 8u senlimiento de soledad, y se aleyré al lkegar a sn departamento, Al meterse entre tas blancas y limpias sébanas de su cama se sintié un poco mejor; la locomotora lanzé un silbida en la noche oseuca y Tom se sumié en ua suet agitude. Le desperté un grita, Tom se incorporé ea la cura, azustado, 1.0 oyé de nuevo: era un grito terrible de angustia. Se puso los pantalones y descarrié lus cortinas de su litera. Ea ef pasillo tado estaba tranquilo y por un momento dudé si no babia sido una pesadiila, Pero entonces aparecié, entre las corinas de su litera, la cara de la scaora de las pastas, —wQué ba sido ese grito tan bomible? —pregunté con la cara livida, --No lo sé —respundié Tum-—. Voy a averiguarlo, . Se oy6 vite grite, seguide de unos sollozos profundos, y Tom salié corriendo hacia ol lugar de donde provenian. Al doblar ia esqui- na del pasilic que conducta a los departamen ws, se detuve horrorizade. Frente a él estaha Richard Saks, sosteuiendo en las manos un cuchillo manchado de sangre, 63 Rucitaep sats estabo llorando. ~-iMI princesal —sollozaba—. [Mi prince- sa esté muertal Micotras lus lagrimas corrian por sus me- jillas, Richard Saks no apartaba je vista del cuchillo ensangrentado y, por un momento, ‘Tom creyé que iba a suicidarse. Pera solté el cuchilla, que cayé al suelo, y se apoyé Horando contra.la pared del pasillo. Tom se acerod, con el corazén a punto de estallar, y vio que la puerta del departamen- to de la setiora Ruggles estaba abierta. Entrd y la vio, apoyada en su bastin, con la cara livida por fa impresion, fora Ruggles —dijo Tom-—. sist us- ted bien? La sefora Ruggles se estremectd. -—Graclas a Dios que has venida —mur- 65 muri—. He estado gritando pidicnde ayuda, Por favor. auxilien a esa pobre mujer. Tom asintié. Fn ese momento se oyeron unes plsadas répldas por ec! pasilla y unos gritos confusos. Tom se volvié y via al mozo. wiajo qne sujetaba a Richard Saks y le hacta caer al suelo. Lucgo, el Lorbre baju y yordo se ucercé a Richard Saks y le grité a fa cara. —iEsté usted loco! —grit6—. eQué ba hecho? Fl marida de la sefiora de las pastas, que llevaba puesto un batin, se dirigié hacia la pucrte det departamento C y mir6 dentro. ~ (Dios miol ~ exelamé con vox entrecor- tada—. js horriblet Tom traté de avercarse, pore el hombre cerré la puerta y se dirigté a Richard Saks. iMerece usted que Io maten! Se grité—, 2Como ha sido capaz de malar a usa pobre mujer? —iNot —murmurd Richard Saks. Su cara estaba palida y tenia unas sefiales rojas como si le huhlesen golpeado--. iNo, no! Fara entonces el pasilla ya estaba lleno de pasajeros que empujaban y se apretujaban tcatando de ver lo que habia sucedide. Dan- dose cuenta de que podian pisotear a Richard #6 Saks, el mozo Ié obligé a incorporarse y le puso contra Ia pared. Al incorporarse el sefior Saks, fom vio el cuchillo en el suelo. —tTiene uo-pafiuelo? —te prepunté al moz. Fi hombre asizitié y sacé uno del bolsillo. ‘Yom se arrudillé, observando 1a fuerte hoja yel mango del cuchillo de cava. y lo envolvis cuidadosamente en el pafuelo. Levanté la mirada y vio cerca de él el rostro de Richard Saks. y percibié el olor agrio a alcolaol de su aliento, 67 —iNo! —dijo Richard Saks con mirada de desesperacion—-. No. amigo! (Yo no he sidot ambustero! —Pl hombre baje y gordo levante ka nano como para golpear a Richard Saks--. (Yo le obligare @ decir le verdudt ‘Tort se aceccd u Rickard Seks, intentand Brotegerle ve algin golpe, pero alguien suje 9 la mano del hombre bajo y gordo. Tom se valvié ¥ vio aun hombre alte con uniforme de revisor. Bueno --dijo ef revisor. 2Qué pasa aqui? ‘Todos contestaron al unisono, pero el re- visor no parecid danse cuenta de la realidad hasta que Tom desenvolvié el pafiuelo y le enseiié el cuchillo ensangrentado. Inmedia- lamenie se puso en acciém, empezande por despejar cl pasillo de espectadores y condu- cicado a Richard Saks al departamento §. que estaba vaciv. Crdend al mow que se quedara doutro vigilindale. cerré fa puerta y se valvid a Tum y a los otros testigos —Vnelvan asus carpus, por favor aij Voy « lamar por radio a la proxtma estar y la polivia estard alli cuando Hegue ef tren, Me figura que querran hablar con tudes ustedes, 8 igutente estacion parecia no Iegar nunca. .Toot permanecia tumbado en su cama, stn poder olvidar la impresién que le habia producidy ver « Richard Saks empu- fianda cl cuchillo ensangrentado, Por fin, distinguié un peyuefie destella de luz a lo lejos, en la oscuridad. La luz fue crecieudo hasta que, finalmente, puda divisar las Iuces de las calles y fos anuncioshuminosos de nedn, fl tren entré en la estacin silbando y hacicndo sonar la campana, como si quisiera Dregonar Jos horrares que ucababan de enter. ‘Tom se senté, y se estaba popieude los zapatos cuando distingulé algunos detalles de Ia pequefia estactén. La mitad de in pobla- i6n. debia estar en el andén, y divisé otras Personas qne se dirigian corrtende hacia la estaciém. al Herpo que ce detenia el tren. Tp coche de la° policia, con, sus luces intermitentes, estaba estacionado junta a la estactin. Un policia bajé de a y se dirigi¢ hacia el ren; unos segundos despues, Tom le oy6 hublac con el revisor, micntras cami- naban por el pasillo. Laego todo quedé en silencio y Tun valvié a la yentantlla, A uiedida que pasaba el tlempa, erecia la wultitud de fuera, Habian formada corrillos 69 en los que se hablaba acaloradamente bajo Ja escasa liuminacién de las Inces de] andén, Un hombre que Uevaba ana camnisa de man. Ga corta y las manos en los bolsillos del pantzlsn vio a Tom 7 le dijo algo, —eQué? —dijo ‘Tom. que ne labia-podide uitie a tavés del cristal de la ventanilla, El hombre se ilevé les manos a la boca a modo de bocina. Esta vez se escucharon ts palabras a través de ia ventanifla, — Qué ha pasado? Tors bafé la vista hacia el cuchillo de cava que aiin sostenia entre sus manos. Sin puder resistir la teatacion, 1 sacé del paauelo y lo sujeté con fa punla hacia arriba, come si fuera a apuralur a alguien. Los ojos del hombre se abrieron de asombro, gril algo y sehalé hacia Yom. Una excitacin, como si se iraimta de una descarga elévtaca, cocomd fa muliiiud, y todes se apretujazon bajo ia vertanilla de Tom, peleéadose par ver cf cuchillo ensangrentade, Sintiénduse avergonsado, Tom aparté el cuchillo y bajé la cortina, Qué estupide:t Iaya detective. que no sélo presumia ante una multitud de extrafios, sino que dejaba sus buellas dactilares en una prueba eviden- cn le del caso! Rajo de vergiienza, envolvid de nuevo e! cucbillu en el paiuela. Una manu movid las cortinas de su litera. El corazon empezé a lattrle de miedo. Peco sola se trataba del revisor, que miré dentro ¥ dijo: — Pox favor, cquieve acompaiiarme? El revisor abcié la marcha hacle el cuche- mirador, donde ins otros iestigos de la trage- dia se encontraban sentados Junta a las mesas del restaurante. Vedos iban en buta, excepto el mazo. Ht policie estaba sentade junto a una de las mesas, con un cuadorno de notas en la toan. Fra.muy joven. de ojos amtites brillan. tes y pelo rable muy cortado —uis éste ef altine testlgo? - -pregwaté al revisor. Fl policia mird a Tom. ~~2Qulere decirme 91 nombre] ~Tom Austen -—Tosn fe antregé el cuchi- lo. Me tema que tenga tanbién mis hue dactilares. '8 éste el cuehillo que utilizd Richard Saks? Yo na sé si lo utilizd » no, pero cuando Regué ul pasilla to tenia en sus manos y luego Lo dejé caer. ET horubre bao y gorda se adelanté: ‘Claro que lo utilizit —dije con tone enfadado— JEL nate a su mujer! “~ePuede usted probarlo? —preguats Yom, ~ Naturalmente que si, Todas escuchamos Ja pelea en el bar. ¥ luego €l dijo que no queria verla, — Pero es0 no es una prueba —dijo Tom. ~—iPara mf st to es| —Y para mi —dijo la sefiora de lax pastas, cliiénduse la bata azul al cuerpo—. No se olvide que la noche anterior también estuvic- rou discutiendo en-su departamento. ~-Usted no estaba alli ¥. por tanto, no Puede saber lo que sucedio —dija Tor, —Few yo si que estaba —aija el mozo. dirigiaadose alteruativamente a Voi yal feviscr. cou une mirada nerviosa, ¥o lanabién —dijo la seftora Ruggles, Uevaba una bata de lana sobre un camisén blanco largo. y las lagrimas hahian desteai, do sus mejillas—. Parecia una pole mny violenta — Si. suponge que asi fe —dijo ‘Com con calma. Le repupnaba pensar que Richaed 7 Saks fuera ef asesing. Sin embargo. todas las sospechas recaian sobre él. Y, para colmo de mules. Tom record6 de pronta la conversa clon mantenida durante ef desayuno. Lay cosas se poucrian pear para Richard Saks, Pero no podia ovultar ningtin detalle a la policla—. Hay algo mas ~ «dijo contrariado, —uDe qué se trata? —Mi amigo y yo comamos esta mafanu el desayuau con el sefior Saks ¥ su mujer. Fla dijo que queria ser libre de nuevo para volver a Hollywoud. y el sefior Saks parecié muy enfadado, Fl hombre bajo y gorda golpes la mesa con la mano. “IAL Uene el motivol ~dijo akanda la vor. Hl.sabia que iba a perder a sa mujer ¥ por eso la mato. —Quizd —dijo ef policia, Miré su cuader- no de notas.—. Déjenme un momento para reconstruir los hechos. Pac un lady, Tom sentia pena por Richard Saks, peco, por otro. estaba entustasmado por vivir tan de cerca una invesligacion por asesinato. Miraba fascinado al policia. mien- tras este leia sus notas: —Saks y su mujer discuueran en su depar- 74 tameato. Ayer por la mufiana, durante ef desayano. Ja mujer manifesto un cierto de- sea de dejarle. Por la noche se les od disculir en el bar y ella volvio sola a sn departamente —el palicis bize una pausa v miré a su ulrededor—; 2Bs correcto hasta ahora? Algunas cabesas asinticron, —A medianoche, Richard Saks abandond el bar, muy bebido, y volvié a su departa- mento, —#] policia levanté la vista hacia la anciana—. A [a scnora Ruggles la desperié el ruido de una violenta pelea ¥ luego oyd sritar, aterrorizada, a Catherine Saks, Grité Pidtende ayucia y el joven Tom Austen fue el primero en acudir. Tom se esforua por parecer mudesto, —Tom Austen vio a Richard que levabe 0 sus manos un cuchillo ensangrentado, aque Inego dejé caer. Segundos después. al hombre fue ceducido por el mozo del tren y se descubrié a Cathorine Saks en su departs mento, muerta a puftaladas, Tom se esiremecié, alegréndase de no baber visto el interior del departamento ¢ Era una cosa horrible imaginarse a aquella bella mujer tendida en un charco de sangre. 74 ——Hn descargo de Kichard Saks —prosiguié , hay que seBalar que ¢l alega esinado a sit mujer. Dice que fa envgntrd suerta, que cogié el cachtlla y que salié al pasillo para pedir ayuda. Reconoce, sin embargo, que estaba bebido y afirma que tiene un recuerde muy borroso de los hechos. Tom se acordé: de Ricbard Saks, sentado en el bar, mitando:su vaso. St al menus st kubiera ido a la cama cuanda él se detivo para durle [as buenas noches... Desgraciada- racate, Tom recordé de repente otro detalle... —Verdone. seftor —dijo--, pero acabo de recordar alge. Esta-noché, cuando le di las buenas noches a Richard Saks, me mins com tristeza y me dijo que para é no than a ser tan buenas. ~ Bl hombre bajo y gordo mlré al policta. 2Y whora qué? ~~ preguntd, camo si se dirigicra @ un nifte—. /Me va usted’a hacer na mirada de despre- civ. Era evidertte » quléa le hubtera encanta- do pover entre relas.. dijo. Voy a detener a Richard halo sospecha de asesinate. —Hso est& mejor. --f] hombre miré alre 73 dedois. Tadbs nosotros somos contribuyen- #28, porto que tenemos derecho a asegurar_ nos de: que Ta palicia aci da eficamnente. La‘seliora de las pastas asinns y ss puso 46 ple.; ~-€Padémos fmos ya? -—pregunté al pol. ela—. Nos bam tenido sin docmir media Sk ya pueden vse. Mientras salia Ia gente, Tom abservé que el policfo. movia la cabeua disgastado. No era 96 extrafier. no fe gustaba que se Interlirlo- ran cuande se trataba de aclurar les hechos teladionados:con un ascyinate. ‘Tom regresb 850 litera, poofundamente tmpeéstonade por los sucesos de aquelia noche. La cara de Dietmar asm pur entre las costinas. nels vardisd que ban matado a Catherine Saks? —-peegunté, Tori aalcité. ocEspere que uhorquen «4 cue tipa, EA, quiéae. ~—~A sit mario. Como sabes. t@ que lx ha matado él? ~-Hs evidente. Se parece a los asesines que se ven-en latelevision. Muy. listo, Dietmar... 76 ‘Tam sublé a su fitera y iniré por una rendija de la cortinilla la multitud de gente que babia en el andén. Sentia deseos do bajar del tren para respirar un poco de aire fresco, pera, squé pasaria st lo reconocian como el ‘muchacho del cuchillo? Se distrazaria un porn, Salté de la cama y sacé de su otaleta unas galas de sol y una chagueta de entretianpd. Se los puso ¥ se dirigié hasta el final-“del vagon-restaurante, dispuesto a bajar tranquilamente del teen. La Duerta estaba abierta y Tom, descendié los escalones. ‘Lodes los rostros mirabar bacla el covbe- cama donde Catherine Saks yacia muerta, y nadie se dia cuenta de que Tom bajaba del tron. Vio nn chico con une bicickta y se ditigi ~-Hola —dijo.—. Qué sucede? —iHa habido un asesinato! —dijo el mu- chacho con. vos emosionada. —2Qué dices? —2Ves ese vagéa? —dijo el chie do el coche-cama de Tom, —Pucs un muchachy ha matado ahi a sn madre « pofalades. Le eacceraron en wn atan~ departamento hasta que ef trint Hegara aqnri, pero se escapd e hirié-a unas personas que Intentaron detenerle. Tom miré al muchache, sin poder creer bo que ofa. —tVes esa ventanilla? Abi es donde Hank Sayer vio al muchacho, que agitaba un enorme cuchillo cherreando sangre. Tenia la mirada perdida, como si estuviers loca. Al- guien sujet6 ectonces al muchacho, pera se escap6, y ahora dehe ander escondido en algtin lugar det tren. HI chico dejé de hablar, con la respixacion entrecortada por la emocién. —~Por qué a0 te var a casa? —1e dijo Yom—. Hse muchache puede escaparse del tren y herirte con ef cuchillo, El chico se eché a noir. —No ine perderia este por nada del raundo. len, voy a echar an vistazo, —De acuerdo, Tom se metié las manos en fos bolsillos de la chaqueta y se puso a pasear por el andén. Hubo un poquefio revuelé en la multitud y vio a dos Lombres que se acercaban con una camiila. Se oyeron murmullos y la gente se puso de puntillas para uurar, mientras jos 78 hontbres subian al tren. Minntos después, alguien cercano al tren exclamd: iAbf vienent Aparecierois. los hombres de la camilla, que bajaron su earge con cuidado. La gente enmudecié. sia apartur la vista de lu manta iris que cubria el cnerpa de Catherine Saks. Algunas hombres se quitsrun el sombrero y ‘Vom vio « aaa naujer ilevarse tin paduclo a fos ojos. Mientras Hevaban fa camilla ¢ una ambulancia gue aguardaba cerca, silo se ofa el ecxoplide de la magnina, Todo el mundo estaba pendiente de ta mabulancie. cn ta que introdujecan $4 caul- Va. pero a ‘Tom se !e ocuarié mirac hacia el tren y vio al policta que descendia con Richard Saks las esculeritias det coche-carua. Los dos hombres pasaron por dcivas de 1a genic y so @rteteron al cache ste la pott Desease de ver por dittma ven # Richard Saks, Tom se disigié cosiendo bacia el coche ¥ Hego « el cagudo el politia abria ta porte vali, --Buena suerte te dije a Hichard Saks: HI pobre homibre parecid recoocer com difcultad a Tom, pero eshoad uns pequena sunrisa antes de dajarse caer con gesto van 79 sado ea cl wsienta del coche. Fn6 luego el policia, puso en marcha el motor y arrance rapidamente, levartando las ruedas una au- be de polvo en el aire temnplado de la noche. Tom se dio la yuella y regresé despacic al uen, sin poder olvidar la tristeza que refleja- ban los ojos de Richard Saks. 80 A LA MANANA siguiente 4] sol brillaba con fuerza. ‘Tom se desperté, poco a poco, tecordandy el asesineto con una cnorme angastia en el corazén. (Pobre Richard Saks! Abrié los ojos y eché un vistazo por la ventanilla. Una inmensi y maciza montain se elevaba hacia el cielo, Se santé. pragun- téndose qué habria sido de la Hanura, cuan- do cayé en ia cuenla de que el tren estaba atravesanda las Montahas Rocosas. La montafia que tenia ante si era una enorme mole pétrea. cuya cima se olevaba hecta las nubes. A sus laderas se alerraban, verdes bosques, que sc extendian por el valle que tl Canadian Express crazaba. Tom se visti. disfrntando al mismo tiem- Po de la vista, Fi tren subié con esfzerzo una pensfiente empinada, y knego siguid con pre- 1 caneidn por un Ja pared de te montaiia. Mi el valle, vio wn laga de color verds da, tan solo alterady por le astela que dejabn tras de si una canoe ro} Tom 310 qu siqaiere wa a le humbricnto, ul, pore estabe terridtomen: Descerrhd ins cortinas y dudé Si despertar « Dictaua: al fal decidié Wr solo ad vagéa-cataurante, Pocos pasajeros estaba levantardos tan temprany. Une de ellus era ia senora Reg- gles; Hevaba un vestide nagea com mangas acampanadas y un chal. Sunrienda, invite a ‘Tom & su mest. ~~ Rennes dias dijo al machacho, sentan- que se ez li ~-St que io es dijo Tom. echando usa sicada a su celoj—. Me parece que la inves nde fa policia ha becko que el tren vaya con retraso, ~$i -—dijo le sefiora Ruggles. pero eso nos permite disfrutar dei panorama duraute mas temo. a2 Tom encarg6 cereal con leche y unas tostadas. y luego se puso a mirar por la veatanills. —Me gustarta que Richard Saks pudiese estar mirando ests montafas, ea lugar de estar pudriéndose en una celde. —Si, pobre hombre —la sefiora Rugetes sc estremeclé—. Pero. por favor, no hablemas de vso. {Donde vives? —En Winnipeg. Mt padre es poticia. Yo también vivo en Winnipeg. Tiones qve ir a verme un dia y tomaremos juntos el te. as i —iNo tomd usted cl ren ea Brandon? —Si, fai alti a visitar a unos amigas. Abora voy a ta costa, a ver a miy nittas —ijo la sefora Ruggles, sonriendo fell toy deseando verlos, ‘Tom se sirvié wn poco de leche en el plulo ~ de cereales y tomé la cuchara, que bnillé con ta luz del sol. ~-sTiene usted una faco de ellas? sus nietos. —No, me pateve que no, 1Qué raro! —dijo Tom sonriendo--. Mis abuelos tienen miles de fotos mias y de mi henaana, Rmpezd a desayunar, Levanté la vista hacia Ia cima de ta montafia, donde se destacauba contre Ja roca ta blancuca helada de un glactar—, La semana pasada se me cayé un despertador al rio y min sigue andando —brames. Yo me digas! —Bucay, es que es muy dificil que un ria s¢ pare. Ta anciana se rid. —Pura-alimentar sas guefios. Tom se rié. Muy bueno —dijo. Ronrieado, Yom puso un povo de merme- fede en la tostada y difo: —Adan, Eva y Pellizcame fieron a} elo a nadar. Adin y Bva se ahogaron, equién se salvé? ~Pellfacame. . De aenerdo —dljo Tom, alergando Je mane y peliscaade Itgeramente a la suuclaina en ef Mrazo. . Dicsro! Te, ijo i seflora Ruggles rind al 8, cogid of haste: ¥ ge prise de pie, Ya pray divectide arlar contigo, Tom, Si te apciece, pasa po mm departamento fuego y to dang unos bom- bones y contereros chistea, —De acuerdo -—aljo Tom—-, La vert tnego, Ve anciana se fue coleande, apoyandose en su bastén. Cuando se hube ido, font mins. as abajo, al valle, donde sc divisuban unos coches pequefiitus clrculande por una auto- pista. Luega, todo se velvid oscure. Se encendieron las luces del vagon-restau rane y Tom comprendié que el tren Labia entrady en an tinel, Se acercé a ja ventanl- ile y vio que las Iuces dei tren producian destellos en las rocas dentadas de la pared del tone}. Poros minutos después. la luz del sul dio de Heno sabre el rostro de Tom. motesténdole en los ojos. Termind su tosta- da, se levanté y se dirigio hacia su vagou. Al Uegar a él vio, a fa puerta de un departamento, a un nip gue Jlevaba una gorra de béisbol. £1 mozo viejo estaba hacien- do las camus. El ntiio se volvié hacia Tom y sacé uaa pistala de agua. ---[Alto! —gritd. Sonslendo, ‘Tom levatité Jos brazos. EE chi- co dispars, mofaude Ja camisa de Tor, y jucgo se div media yhelta y se fas corriendo. mozo se ccbd a reir. sc chico Reva una hora dandome la lata, Le cortaria las manos. ‘Tom soncié cortésmacnie, revordando con desaprado ef cuchillo que se habia ublizado contra Catherine Saks. 86 —:Hay alguna noticia mas del asesinatc? regunle. —No, ningune —dijo cl moze, con aquel silbide especial debide al hueco que tenia en los dientes superiores—. Me liguro gue esc tipo pasari ef resto de su vida en prisién. ‘fom miré hacia el pasille y vio al chico que se acercaba cautelosamenie hacia a con la pistola. Descubierto, el chico disparé rapidamente y retracedid. Secandose el agua de la cara. Tom se pregunté como podia alguien parecer tan inocente y ser, en reali- dad. un incordic tan grande. Una vez que termind su trabajo ea el departamento, el mozo encendié un cigarrillo. —Anoche, mientras declaraba, estaba muy nerviosa dijo. ~-2Par qué? Hombre. se supone que por la noche yo deberia estar sentado en un asiento que hay en el pasillo. por si alguien desea alguna cosa. Si anoche yo hnbiera esiado en mi sitio habria escachado ‘a pelea y hubiera podido avitar ef asesinalo. :Dénde estaba usted? ~-tchando un suefo en el departamen- to BT mezo aspird de su cigurrillu ¥ 387 Iuego movid la cabeza—. Si el revisor lo averigua, me a gana. —Bueno, yo 10 se lo voy u decir dijo ‘Tom, Ya se iba a marcbar, cuando se volvié con curiosidad——. Me figuro que seria horri- ble ef aspecto del departamento de aquetia mujer, éno? —Figarese; habla sangre por todas partes ¥ vomitos sobre el cuerpo. ~~¢Vémitos? —preguntd Tom, sorprendi- do—, Creia que la habian matado a puis. Tadas. Es cierto. Pero me figuro que aquel tipo se sentiria mal y se pondria enfermo. Tom miré atentamente al mozo. ~ ~Recuerdaalgin olorespeciaten el depar- tamento? Claro que si; era horrible, cou. todos aqnelios vamites. la. sangre... No noté an. dlor a almendras? El ooze minésorprendido a Tom, —Oigal 2Céme le sabe? ckntes usied ano- che en el departumento? Muy nervioso, pero haciendo porque no se Je notara, Tom se encogié de hombros. —=No, no estave alli, Digame. fesia usted seguro? 88 rant segary como del dia cn que nacl Tardé media nuche en quitar aquel olor, Tom hlzo un gesto al mom, si poder contener su emucién, —10n millén de gractast —dijo. ‘Tom dio media vuelta y anduvo presuroso Dor el vagon. Dietmar salia ex aquel momen- to de la litera superior, hostezando. —Vietmar —dijo Tom—. Tengo noticias. —iSe est cayende el clelo? —dijo Dictmar sarcisticamente, -—iRichard Saks est - dijo Yom, ¥ se detuvo. La sefiora de las pastas le estaba miranda con los vidos steutos, Por pace mete la pata otra ve: Ven —dijo a Dict- mur. arrastrandolo al servicto. —Ontero deseyunac —protesié Dieemar, —Luege, luego, —Tom abtid la puerta det servicio, emmpnjé dentro a Dietmar y cerré fa Puerta. A continuacién abrié los grifos del ngua fria y de fa calicnte. —-1¥o sey mavorcito para lavarme solot dijo Dietrar. —Fl ugua es solamente para que no nos vigan —murmuré Tom, ‘Ta st que eres el que deberfas estar en ay silonciv. Austen —dijo femmur, néedose, --Escucha --dijo Lom, con les ojos data lus de cxcliasion—. fle descubierke que Aithiard Saks Ge es ef asesine! ~ given, enforces? {La auiier esa do bes pastas ~—Pudiera ser. Toda ei mondo es sospe chose. Pur qué? —Bscmira esto dijo Tom, bajando ke vor -: Catherine Saks fue envenmeda con elannry, —aQuiés lo ha dicho? Lo figo ya Ebroso me conte que habia vémiies sobre au cuerpo y que en el depar tamente olfa a almendras. -2¥ qué? se olor. y el hecho de que ella vomittara antes de morir, significan envesenamianre con, Clanure. =F ba cduno lo sithes? —pregumio Biel aman, Menos sarcastion yr -Lo lei en una novela poticiaca, 116 y tas libros! fe Dietrnar moviex do la cabeza—. Yo crea que estis loco. Richard Saks maté a su mujer y ahora esté en la prisién. Ademas. {no murié apufialada? 90 —Claro qne la apudalaron --dljo Tour. pero después de muerta, Fo fue para acultac que ta babiun envencnado, —Entonces, Richard Saks debié darle el cianuro. —2Por qué iba él a usar el veneno y ef cuchille? No, alguien eevenené a Cathenne Suks, y luego apuiialé ef cadéver para hacer creev que Richard Saks habia matado a su rrujer en an acceso de embriagnes. —1Quién? No lo sé = tuvo que admitir Tom—. Peco sospecha de todo el mundo, Por ejem ple, la muler ésa de las pastas podia haberle dado ® Catherine Saks una pasta de choco- Tale que conniviera cianuro. Dietmar se cio v abrid la puerta del servicio. oo Me vey a desayunar —dijo. Luego, pa- recl6 sevordar alec y cern la puert Purde qne tenga una piste para ti --

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