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bruce g. trigger la arqueologia como ciencia historica* En este trabajo examinaré algunos aspectos gonera- les sobre la naturaleza y orientacion de la arqueo- logie prehist6rica** poniendo particular atencién a sus telaciones con las disciplinas de la historia y la antropologia. No intento simplemente criticar opi- niones que hoy dia son sostenidas por muchos de los arquedlogos més claros e influyentes en los Es- tados Unidos (y cada vez mas en otros paises), sino gue trataré de ofrecer lo que espero serén alterna tivas convincentes a estas concepciones. Por razo- nes histéricas, que serdn clarificadas adelante, la ar- queclogia prehistérica ha sido considerada en los Estados Unidos casi exclusivamente como una ra mma de la antropologia Esta concepci6n ha adquirido cada vez mayor prominencia como resultado del deseo de 12 Nue- va Arqueologia de demostrar que ta informacion arqueolégicz es tan Gtil como la etnogrsfica para la elaboracion de generalizaciones sobre la conducta humana. Solo recientemente algunos aqueologos esta- dounidenses han empezado a cuestionarse si es que 12 arqueologta no se podria desarrollar mas satisfac toriamente si no tratara de amoldar sus procedi: + Ponensia presentada al Primer Encuentro de Antropo- logis Americana, El autor et actualmente Inventigador de la McGill University de Montreal, Canada, Trigger utliza el ietmino “Araueolegta pretistérca” © rehlstoria” sara distinguir a a arqueclogta de orien- taclén clent(fica de aquella que en algunos palses es Namads “arqueotogfa disica”, y que estdligaca #13 historia del ate y oe las Humanidades (N, del T,) mientos exclusivamente sobre los modelos de la etnologia 0 de la antropologia social (véase, por ejemplo, Meltzer 1979:654). Esto sugiere que los arqueologos prehistoriadores de los Estados Unidos tal vez sean ahora mis receptivos de lo que han sido durante algiin tiempo para considerar el valor de orientaciones arqueoldgicas desarrolladas en ‘otros paises, 0 de enfogues alternativos 2 la ar- queologia que ellos practican. Definiciones de arqueoloata. Todos Jos arquedlogos probeblemente estarn de acuerdo en que la arqueologia comprende un juego de técnicas para la recuperaci6n y procesamiento de la informacién sobre el pesado humano que es itil a varias disciplinas académicas (Rouse 1973). Algunos, sin embargo, argumentar(an en forma més, estrecha que la arqueologia no es unadisciplina por derechopropio, sino simplemente el mecanismopara ‘obtener datos parauna variedad de otras disciplinas. La arqueologfa de! mundo cidsico, Egipto, Meso- potamia o China, es vista como fuente importante de datos para estucios variados sobre ia civilizacién. Sin embargo, cada una de estas disciplinas de- ende cuando menos igualmente de la informacion epigréfica, y en consecuencia existe una fuerte tendencia a tratar a los hallazgos arqueolégicos simplemente como ilustraciones de lo que se sabe 2 través de fuentes escritas. En forma similar, la arqucologia medieval es una fuente importante de datos para el estudio de Ia historia medieval, y 56 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA © 4 {a arqueologia colonial o industrial una fuente més ‘modesta para la historia moderna. ‘Aan asf, cuando estudiamos culturas que no produjeron sus propios testimonios escritos, 0 una escritura que los arquedlogos puedan entender, la arqueologfa proporciona ‘al cantidad de informa- ion que, en relacién 2 esas culturas, comunmente se considera que constituye una disciplina acad mica por derecho propio. En los Estados Unidos, esta disciplina es generalmente llamada arqueolo- ‘fa prehistérica En Inglaterra y Europa, en donde se da mayor énfasis a otras disciplinas que contri buyen menos al estudio del pasado, tales como la Linguistica kistérica, el folklore y la tradicién oral, {a arqueologia ha sido llamada “prehistoria™. Otros, arquedlogos. prehistoriadores, especialmente en los Estados Unidos, enfatizan que el estudio de los tiempos prehistoricos es una parte integral de la antropologia, y le llaman entonces “paleoantropo- logia”. Sin embargo, no existe razén obvia por la cual la prebistoria 0 arqueologta prehistorica no pueda ser considerada como una disciplina distr ta, al menos en el grado limitado en que otras dis- ciplinas en la ciencia social son independientes una de otra, Es claro también que, ya que estamos tratando ‘con segmentos de un continuo desarrollo, las fron- teras entre Ia arqucologia prehistérica y disciplinas tales como la egiptologia 0 la sinologia no pueden ser demarcadas en forma cortante. El Egipto del Dindstico Temprano ¢ inclusive en el Viejo Impe- rio, con su escasez de documentos escritos, no pue- de ser considerado determinantemente como una cultura historica; mientras que, como resultado de nuestro cada vez mayor conocimiento de ios textos mayas, el estudio de esa cultura se parece cada vez menos ala araueologta prehistorica y cada ver mas al estudio de otras civilizaciones (Willey 1980). Por lo tanto, no existe una demarcacion clara entre la arqueotogfa como una técnica y la arqueologta como una disciplina, entre los diferentes objetos de estudio de la arqueologfa. Esto permite a los arquedlogos prehistoriadores ya los clasicistas compartir muchos problemas metodoldgicos e in- terpretativos comunes, y beneficiarse de las expe- riencias de cada uno en cuanto a su solucién, in- dependientemente de qué tan radicalmente puedan livergir sus intereses sustantivos. Por razones ente- ramente pragmiticas, el resto de este estudio se ‘ocupard de la arqueolog(a prehistérica. ** © arqueotogta sin més (N, del.) JULIO 1981 Arqueologia, historia y antropologie En afios recientes, se ha insistido considerablemen- te en las diferencias marcadas entre la srqueologia europes, lz que, 2 partir al menos desde la década de 1880, se ha visto a si misma como una discipli- na historica, y la arqueolog’a moderna de los Esta- dos Unidos, que se ve a si misma como una rama de la antropologia, y que comparte la meta altima de esta disciplina de generalizar sobre la conducta humana, En gan medida, la nueva arqueolog(a ha imitado a la antropologia social tradicional al ig- rnorar los marcos temporales y al tratar a sus datos como si éstos pertenecieran a un “presente eino- grdfico” atemporal, Esto es asf ain cuando las generalizaciones que se ofrecen estin basadas en secuencias de cambio, y que el contexto histérico ms amplio es tratado frecuentemente como algo de poco importancia (ver, por ejemplo, Plog 1974; Sterud 1976:85; Trigger’ 1978:21). Esta concep cién no empez6 con la nueva arqueologtz, si no ‘que ha sido expresada claramente en los escritos de W.W. Taylor (1948: 156-167) y de Willey y Phillips (1958:5:6), asi como, esporddicamente, en los trabajos de A. V. Kidder (1935:114). Sin embargo, bajo la influencia de la nueva arqueolo- fa, sea dado cada vez mds la impresién de que et término “historia” implica poco més que un inte- rés en la cronologia o en el reportaje narrativo de eventos del pasado, Esta concepcin refiejala falta de un contacto significativo entre los arqueologos ¥ los historiadores profesionales modernos, asi co- mo quizé también la poca estima con que los enfo- ques histéricos han sido vistos en aos recientes Por la mayoria de los estudiosos americanos (Bro- nowski 1971: 195). En épocas mds tempranas en la arqueologia estadounidense, la arqueologia fué llamada “historia cultural”. Se suponfa que la ar- queologia involucraba solo trabajar con las secuen- de las culturas locales y trataba de explicar la Aistribucién de culturas y tipos de artefactos en tiempo y espacio, empleando los conceptos de di- fusion y migracién, David Clarke (1968:12) ha c ticado en forma similar a la arqueologia briténica por tratar de producir el substituto prehistérico pa ‘a un tipo popular de narrativa histérica, en el que se analizaba la evidencia arqueologica solo en for- ma muy superficial, Sin embargo, la mayoria de Jos arquedlogos europeos y britinicos ya sea que hayan 0 no maneiado bien sus datos, estaban lo suficientemente familiarizados con la historiogra- ‘fa contemporanes europea, como para considerar implicitamente a cualquier discipline histérica com RELACION GENERAL ENTRE TEORIA Y METODO. . . 57 Elespla prendiendo: a) un corpus de datos,b) la ex- plicacion de eventos especificos, y finalmente, c) ln cuerpo ce teorias y supuestos ya sea implicitas © explicitas sobre la naturaleza humana que hicie- icacién de eventos especificos. Mientras que los historiadores positivistas del siglo XIX come Leopold von Ranke, habfan enfa tizado el establecimiento de hechos como el fin primario de la investigacién historica, y vefan ala interpretacin de esos hechos como poco mis que tuna expresidn effmera de la opinién personal, no ¢ cierto hoy dia que, como A. C. Spaulding (1968) ha pretendido en su influyente articulo sobre la “Explicacién en la Arqueologia”, que la interpre- tacién histéricamoderna se funde solo en opiniones personales. En particular, la historia econémica y social tienen ligas estrechas con el resto de las clen- ias sociales. Emplean las proposiciores teéricas de ta sociologia, la economia, y otras disciplinas para interpretar eventos especificos, y al mismo tiempo san sus datos sobre esos eventos para poder some- ter aprueba la adecuacidn de tales generalizaciones, Sin embargo, aunque las diferencias en las concep- ciones europea y estadounidense sobre la arqueoio: gia puedan parecer bisicamente seménticas, sgeneran divergencias en la orientacién y la practica que son altamente significativas en cuanto a que configuran el futuro desarrollo ce la arqueologia y determinan el papel que ésta jugard en el contex- to mas amplio de la ciencia social. La toma de las. mejores decisiones en torno al desarrollo de la ar~ queologia requiere de una conciencia explicita de las muchas implicaciones de estas diferencias Generalmente se reconoce que las actuales di- jones disciplinarias entre las ciencias sociales son arbitrarias. En parte, las divisiones pueden ser atri- buidas a los prominentes padres fundadores, quienes en el siglo XIX fueron capaces de establecer un sujeto de estudio particular que les interesaba como el foco de una nueva disciplina académica. Por ejemplo, lz antropologia como hoy la conoce- mos fue definida en gran medida por E.B. Tylor, y la sociologia por Emile Durkheim. El resuliado es un conjunto de divisiones discipli de ninguna manera, racionalmente jus aun cuando nuestra familiaridad con estas discipli- nas le da a cada una la apariencia superficial de estar bien concetida. Otras creadas mediante la subdivision de discipli viejas, simplemente por razones de convi profesional. La manera en que las varias disciplinas de la ciencia social han sido definicas también refieia los. valores del ambiente social en que ellas han evolu- cionado, Por ejemplo, ja subdivision ce la economia politica entre ciencia politica y econom{a en los paises occidentales no habria ocurrido de no haber vlegado a creer los académicos de la clase media, en el contexto de una economia capitalista que habia pasado desde hacia tiempo su periodo formativo, que los fenémenos politicos y econémicos pueden ser estudiados con provecho independientemente uno del otro. Este tipo de significacién social debe ser cuidadosamente considerado en cualquier eva: luacién de la relacién entre arqueologta e historia Y antropologia. Tradicionalmente, la historia se ha ‘ocupado del estudio del desarrollo y expansion de la civilizacién occidental Ha intentado propor- cionar una crénicay un recuento de lo que es visto como un record de avance y creatividad cultural inigualable. Las raices de la civilizacién occidental se rastrean tradicionalmente no slo hacia las so- ciadades birbaras de la prehistoria europea, sino también a las civilizaciones antiguas del cercano Oriente. Se considera entonces que la asiriologia, la egip- tologia, y los estudios biblicos se ocupan de la co- rriente central de l2 historial de Occidente. Las téc- nicas, enfoques y actitudes de la historiograffa han sido ‘también considerados como aplicables a las, culturas que poseyeron escritura, tales como la cul- ‘58 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA © 4 tura china, aunqueno hayan jugado un papel direc- to en el desarrollo de fa civilizacién occidental. En cambio, la antropologia se desarrollo duran- te el siglo XIX como el estudio de pueblos “primi- tivos"” que se pensaba carecian de 12 habilidad 0 {a inclinacién hacia el progreso. Se pensaba fre- ‘cuentement: que su destino era su inevitable ex- tincién como resultado de su incapacidad para responder 2 los retos del répido desarrollo y ex- pansién de la civilizacién europea, ‘Aunque pretendia ser el estudio del rango completo de variacién fisica y cultural, Iz antropo- logia tendié a desarrollarse como una disciplina dedicada al estudio de aquellos puebios cuyas cul- turas se pensaba podian ser caracierizades. por poces —si es que algunos cambios. Muchos an ‘ropélogos, y especialmente aquellos dedicados al trabajo etnogréfico de campo, tenian una disposi- cion favorable hacia grupos particulates de nativos, y hacia las poblaciones nativasen general, También tabsjaron cade vez mas fuerte y efectivamente para alentar una actitud més tolerable hacia tales pueblos, y aliviar el severo tratamiento que les da- ban los grupos colorialistas. A medida que la influencia del pensamiento evolucionista se desva- necfa en lasciencias sociales, muchos antropdlogos abrazaron el relativismo cultural. Esta concepcion explicitamente rechazaba no solo la nocién de una jerarqui2 evolutiva que pudiera ser usada para de- clarar_a una cultura como superior a otra, sino también la idea de que pudiera haber alguna base ientifica sobre la que pudieran hacerse juicios de valor de este tipo. Sin embargo, al tratar de explicar le ausencia de desarrollo de «igunos pueblos, los antropélogos, frecuentemente sin darse cuenta, racionalizaron la subyugacién de los pueblos na- tivosy el despojo de sus tierras. En ningin lado esta dicotomia fue més evi dente que en los Estados Unidos. Allf la antro- pologia se desarrollé primariamente como el es- tudio de los nativos nortcameticanos por parte de estudiosos blancos. Los tradicionales cuato ‘campos de la antropologia fueron dedicados al estudio de los patrones culturales natives, la pre- historia, los lenguajes y los tipos fisicos indigenas Sin embargo, la mayoria de las interpretaciones Sobre la prehistoria elaboradas durante el sigio XIX suponian que las culturas nativas ée Norte- américa habian permanecido bésicamente estat cas antes de su desintegracion por parte de los europeos. Hab(a también poco interés en el es: tudio de la historia del cambio cultural que si- Bib al contacto europeo entre los nativos ame- JULIO 1981 ricanos. En breve, tanto la estructura como las interpretaciones de la antropolog(a americana del siglo XIX reflejaban la conviccién popular de que ni antes ni después del contacto europeo los nativos norteamericanos tuvieron une histo ria que fuera digna de ser estudiada (Trigger 1.db,) La historia se ocupaba del estudio de los cambios y el progreso, y por tanto tenia como objeto de estudio las actividades de los americanos de origen europeo, Asi pues, los antropélogos confrontaron una herencia académica que habia evolucionado del estudio de las sociedades tecnolégicamente més simples, y que estaban desapareciendo répidamen- te del mundo, mientras que la historia, junto con la economia, la ciencia politica, la sociologia y otras varias dlisciplinas especializadas de la cien- cia social fueron creadas para estudiar el desarro- llo y conducta de las sociedades occidentales con- temporineas. Aunque esto ro implica que la an- tropologia fuera un producio consciente del co- ‘onialismo, es necesario que los arquedlogos se pregunten sobre las diferentes formas en que su disciplina ha sido influenciada por las ligas cer- canas que ha desarrollado en algunos paises con la antropologia y en otros con Iz historia. En particular, los arqueélogos estadounidenses deben examinar’culdadosamente los efectos preluiciales que los vinculos cercanos con la antropologia y su ideologla colonialista pueden haber tenido sobre la disciptina (Trigger 19806). Objetivos de la arqueologia. Suponemos, como la mayoriz de los arqueblogos, que la meta principal de la disciplina es ta com- prensién del pasado humano, En eso sentido, la arqueologia prehistorica se asemeja a otras discipli- nas y técnicas historicas, tales como la histor convencional, la etnohistoria, el folklore, la tradi ‘in oral, la linglistica histérica, fa paleontolog humana, ¥ la etnologia comparativa de orientacién historica. Sin embargo, los tipos especiticos de da- tos y de técnicas analiticas empleadas por cada una ‘de esas disciplinas difiere considerablemente, as¢ como difieren la naturaleza y amplitud de la in- formacién que proporciona cada ura de ellas. El estudio det pasado proporciona los resultados mas satlsfactorlos y completos cuando se aplican varios de estos enfoques en forma conjunta. Esto no solo ‘amplifica el rango de informacién sobre el pasado mucho més allé de lo que puede proporcionar una Aisciplina aistaca, sino que, en donde existe infor- LA ARQUEOLOGIA COMO CIENCIA HISTORICA 59 macién comin, su uso combinado puede permitir ‘que los resultados sean doblemente verificados para ver si se confirman o se contradicen entre si (Murdock 195%; McCall 1964). Sin embargo, un ‘ndimero menor de estos métodos son aplicables, cuando el arquediogo estudia los periodos prehis- toricos mas tempranos. La mayoria de los arquedlogos también estaria de acuerdo en que la arqueologia como disciplina se ocupa de la teoria y técnicas requeridas para in- ferir la conducta humana del pasado a partir de restos materiales. En afos recientes un niimero de arquedlogos han sugerido que la arqueologia pre~ histérica puede expancir o reorientar su marco de referencia para convertirse en el ndcleo de una Ciencia de I2 cultura material que trataria su cam- po de manera similar ala forma en que la antropo- Togia social trata la orgenizacién social. (Clarke 1968). Aungue el estudio de la cultura material ha sido injustificadamente descuidado por los etndlo- 808 y antropdlogos sociales, y aunque una com- rensi6n mejorada del mismo seria de una gran ayuda en la interpretacion de la evidencia arqueo- lbgica, es posible argumentar con fuerza en contra de que laarcueotogia se desarrolte en esa direscién En primer lugar, mientras que los arquedlogos se ven compelidos a estudiar la prehistoria princi palmente atavés de la cultura material, sus inte reses no estin confinados en forma estrecha a la explicacion de la cultura material, Desde los tiem- 'pos mas tempranos, han buscado reconstiuir todos los aspectos posibies de la cultura y discutir los aspectos sociales, politicos, econémicos ¢ ideolé- gicos asi como los aspectos materiales del cambio. Convertir a la arqueologia primariamente en una ciencia de la cultura material limitaria tanto su al- cance como su valor potencial hacia las ciencias so- ciales. Se'reconoce frecuentemente que un estucio ge- reeral de la cultura material requiere una base de datos que es mucho més amplia que fa que provee la arqueologia. Sin duda, los arquedlogos interesa- dos en tales problemas han vertido generalmente su atencion al estudio de datos etnograticos para poder encontrar respuesta a muchas preguntas (oachim 1976: Yellen 1977; Binford 1978). Aur que ellos expresan ia esperanza de que las general zaciones que resulten de esos estudios serin de Utilidad en la interpretacion de los materiales ar ‘queol6gicos, el llamar a tales estudios “etroarques- logia” no puede alterar el hecho de que, dentro det marco general de la antropologia, representan una desviacién y considerable gasto de esfuerzos de la arqueologia hacia la investigacién etnogrética, Mientras que los arquedlogos estin sin duda mejor ‘equipados que los etndlogos para estudiar algunos aspectos de la cultural material, existen otros aspectos del trabajo de campo para los que su en- trenamiento profesional no los ha equipado sufi- cientemente. Algunos arquediogos estén perfec- tamente conscientes de esto y han intentado capitalizar sus hatilidades especiales y mitimizar la desviacién de esfuerzos mediante el estudio de problemas altamente especiticos, tales como la manufactura de cerdmica, en comunidades que son, de partida, bien conocidas etnogréficamente (W.A. Longacre, Comunicacién Personal). Muchos de los arquedtogos que se ocupan de estudios etno- arqucolégicos y estén interesados primeramente en ofrecer generalizaciones sobre la conducta hu- mana parecen estar descubriendo que la etnografia Jes proporcione datos abundantes, ricamente con- textuados, con mucho menos esfuerzo del que se requiere para recuperar materiales arqueolégicos. Parece asi que estos arquedlogos pueden empezar tuna vez mas a atribuir a los materiales arqueolo- ics muchas de las limtiaciones que, en compara: cién con Ia informacion etnogréfica. La nueva ar- queologta intent6 originalmente demostrar que no existian (Binford 1962). Se ha sugerido, como he seflalado antes, que la meta fundamental de la arqueotogia no deber‘a set la comprensién de secuencias de desarrollo humano en el pasado, sino la generalizacién sobre la conducta humana (Binford 1967). Esta meta no restringe el rango tradicional de intereses tematicos de la arqueologia. Tampoco proporciona a la dis- Ciplina una orientacién te6rica especifica. La bis- ‘queda de explicaciones sobre la conducta humana no cistingue a Ia arqueologia prehistrica del resto, de las ciencias sociales, ya que todas elas intentan en su propia forma lograr lo mismo, Esta carencia de metas distintivas puede reflejar simplemente las, ivisiones arbitrarias entre las ciencias sociales, pero puede también indicar una carencia de preci- sin en la definicién de os objetivos dela disciplina, Unicamente la arqueologia prehistdrica puede proporcionar evidencia sobre lo que realmente sucedi6 en el pasado remoto, Este conocimiento es sencial para entender en detalle 10s procesos exac- tos que han conformado el registro arqueolégico y ‘que dan cuenta de la condicién actual de la huma- ridad. La arqueologia puede también sin duda Proporcionar evidencia que permita la elaboraci6n de generalizaciones sobre la conducta humana que no podrian lograrse ficilmente a partir de otras 60 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA @ 4 Los iltimas pieles rojas fuentes. Su registro del cambio a lo largo de gran- es periodos de tiempo y para sociedades sobre las que existe poca documentacién etnografica, puede ser Finalmente de una originalidad y valor particular fen este sentido, Sin embargo, pretender como lo han hecho Walter Taylor y otros arquedlogos, que la reconstruccién y explicaci6n historica deberia set vista Gnicamente como un peso hacia la meta ltima de producir leyes universalmente validas sobre la conducta humana, implica que fa arqueo- logfa deberia usar sus datos relativamente hurafos para formular y someter a prueba teorfas que en 54 mayoria podrian ser mas faciimente probadas usando datos etnogréficos 0 sociol6gicos. Gordon Childe (19586), después de considerar este proble- ma cuidadosamente, sugiri que la explicacion cel pasado deberia ser corsiderada como la meta dlti- ma de la prehistoria, mientras que la formulacién de leyes sobre conducta humana deberia ser vista como una meta subordinada y contrituyente a és La Clasificacion La clasificacion es crucial a cualquier ciencia social Pero es particularmente importante para una disci- plina que busca obtener inferencias significativas sobre la conducta humana a partir de la cultura JULIO 1987 ‘material, Tales clasificaciones no pueden ser trata- das con fines en si mismas, sino que deben ser for- muladas, adaptadas y algunas veces abanconadas, a medida que los intereses de la investigacion cambian yse adquieren nuevas ideas (Gardin 1980). Hoy dia existe mucho debate sobre los meritos re lativos de las clasificaciones funcionales y forma- les. Cada vez se da mayor énfasis a las primeras, y a las metodologias, tales como el anilisis de huellas, de uso, requetidas para su operacionalizacién for- mal (Dunnel 1978; Tringham 1978). Los esquemas formales para la clasificacién de diferentes tipos de culturas no has sido racionalizados mediante el des- arrollo de teorias de alto nivel generalmente acep- tadas, Mientras que estas Gltimas permanezcan en un estado predarwiniano, la clasificacién cultural parece condenada a retener un estatus predlinneano. Marxisrno Algunas de las ideas que serdn discutidas en este trabajo pueden ser rastreadas en sus origenes hasta los escritos de Karl Marx. Estas ideas tienen una larga tradicién en su aplicacién a la arqueologi ro s6lo en la Unién Soviética sino también en Eu- ropa occidental, en los escritos de Childe (1942, 1946, 1947). Mas recientemente, estos conceptos «stn siendo examinados por un ndmero creciente de arquedtogos j6venes (Spriggs 1977). Su uso no indica necesariamente un compromiso total hacia la teoria marxista, la que de cualquier manera tiene muchas variantes incluso, a veces, contradic~ tori plica tampoco que se adquiere un compromiso individual hacia los programas polit cos marxistas, los que no siempre fluyen en forma nno-ambigua a partir de la teorfa Marxista, Sin em- bargo, ya que el marxismo es la més desarrollada de las variantes de la filosoffa materalista, el no nutrirse de sus reflexiones —como se hariz en el «caso de otras escuelas de pensamienio en las cien- «ias sociales— meramente por razones politicas, 65 injustificable intelectualmente empobrecedor. El pensamiento marxista, especialmente como éste fue aplicado a la arqueologia por Childe, es de interés particular en este momento, ya cue retiene mucho de la actitud positiva y racional de 'a con- ducta humana que era parte de la filosoffa de la Ilustracion. Esta orientacion, con su éniasis sobre Proyectos y conducta orientada a fines, ha sido sradualmente repudiada 0 perdida de vista como resultado del pesimismo creciente sobre la capaci: dad creativa de los seres humanos y de la significa- cién del cambio tecnolégico que ha dominado la LA CUESTION NACIONAL EN AMERICA LATINA 61 iencia social occidental 2 partir de la década de 1880 (Sartre 1963). La subjetividad en la interpretacién orqueoigica, La arqueologia en Europa se desarroll6 parcial- mente a partir de una busqueda de tesoros ence- rrados, aunque desde el siglo XV se incluyé entre estos tesoros a la estatuaria y monumentos inscri tos de la Roma y Grecia antiguas, coleccionados por los principes durante el Renacimiento, Las puntas de proyectil siguieron siendo las flechas de los duendes y las hachas de mano consideradas ‘como piedras del rayo, hasta que el descubrimien- to del Nuevo Mundo revelo que objetos similares constituian 1a tecnologia de pueblos primitives contemporineos. Parecia entonces posible que 6505 objetos hubieran sido manufacturados por eu- ropeos antes de la invencidn de le metalurgia. Du- rante el siglo XVIII, los filésofos de la ILustracion forjaron una nueva doctrina que proclamaban al progreso como la consecuencia natural y casi cier- lamente inevitable dei uso de Ia razon humana para incrementar el control del hombre sobre la naturaleza, La tecnologia cada vez mas efectiva roporcionaba el tiempo libre para permitir lograr el progreso social y el perfeccionamiento de la raturaleza humana a través de la eliminacién de las pasiones y supersticiones més burdas, La mayoria de estos filésofos molded sus especulaciones en la forma de esquemas hipotéticos de desarrollo cul- tural, produciendo lo que Dugald Smith ha llama- do “historia teérica o conjetural” AA inicio del siglo XIX, tres arquedlogos escan- dinavos, Christian Thomsen, J. J. A. Worsiae, y Sven Nilsson, demostiaron cémo el registio. ar ‘queolégico podia ser interpretado en forma tal que para proporcionar evidencia sobre el pasado sin tener que depender de documentos escritos para lograr una cronologfa o Identificar los perio- dos étnicos involucrados. Sus hallazgos parceian probar cue desde los tiempos més tempranos la prehistoria europea se ha caracterizados por un continuo y acclerado progreso cultural, confir- mando asf las especulaciones de los filbsofos de la llustracién. También sugeria que el progreso tecnolégico que ocurrié en la primera mitad del siglo XIX no era sino mas o menos la continuacion de lo que habia sucedido « lo largo de la historia, La sugerencia de que esto habia resultado en la mejora de todos los aspectos de la vida humana era alentadora para la burguesia de la Europa occ dental, cuyo poder econémico y politico crecia mente en ese momento, y para la cual reaul- taba placentero igualar sus propias ambiciones de

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