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Las instituciones y su disefio ROBERT E. GOopIN* El objetivo principal de esta introduccién consiste en determinar el cam- ‘0 de la literatura exi en relacién con |. rias acerca del disefio institucional. El propésito es ofrecer un contexto para las contribuciones que integran estos trabajos, asi como trazar un mapa del terreno que con- forman colecciones mis generales. El capitulo comienza con una relevacién de las continuidades y dis- continuidades que aparecen en el estudio de las instituciones, en primera instancia, sobre la base del estudio de cada disciplina por separado. Evito definir el término «institucion» de manera prematura y perentoria, ya que prefiero permitir que cada disciplina haga ofr su voz propia. Inevita~ blemente, cada una de ellas (y también cada subdisciplina) se concentra en distintas instituciones, que son consideradas paradigmiticas, y selec- * Un trabajo anterior, muy diferente, sirvié como antecedente para las conferencias de la [ANU de las cuales se han extraido la mayoria de los demés capitulos de esta obra. Agradezco a Geoff Brennan por ayudarme a desarrollar esos temas y a los participantes €n las conferencias por ayudarnos a aclararlos. También tengo una deuda de gratitud con Paul Bourke por la opor- tunidad de ensayar estas ideas en la Australian Historical Association [Asociacion Histérica Aus- traliana] y, por sus comentarios y criticas, con David ‘Austen-Smith, John Braithwaite, John Dryzek, Patrick Dunleavy, Patricia Harris, Barry Hindess, Claus Offe, Philip Pettit Peter Self, 13 {sticas como sus Tasgos definitorios. Mi propuesta rae ree ese, en lugar de con una camisa de fuer- das estas disciplinas hayan tenido la oportunidad de i era, las consolidaremos para alcanzar algunas reflexiones mas generales acerca de la forma y la ee las ae onevales, Como parte de este proceso, voy a identificar una defi- rs ninimalista del término cinstituciones», con la que podrian estar ucionalistas, de enfoques tradicionales oda una gama de disciplinas. tir de la cual resulta factible a de la posibilidad tes cal ciona diferen es cenir esta diversidad con un cors za, Una vez que toda hacerse oft a su propia ma nicion m ; de acuerdo la mayoria de los instit 0 mis modernos, provenientes de t Ese anilisis aporta una plataforma a part en las dos tiltimas secciones, argumentos acerc: de perfeccionar las instituciones sociales. Las cuestiones clave a este res- pecto se refieren a en qué medida las instituciones emergen accidental- mente o evolucionan automaticamente, y al grado en el que estan sujetas al disefio y redisefio deliberados. En tanto el disefio (0 redisefio) institu- cional de uno u otro tipo constituya una aspiracion realizable en algin sentido, surgiran nuevos cuestionamientos acerca de qué clases de princi- pios, tanto normativos como empiricos, podrian emplearse adecuadamen- plantear, te para esta tarea. institucionalismo, clasico y nuevo Cada una de las diversas disciplinas que conforman colectivamente las ciencias sociales han contenido una tradicién institucionalista mas antigua. En cada uno de los casos, esa tradicion ha resurgido recientemente con al- gun nuevo giro. De la misma manera que el institucionali: dentro de. cada a, se ocupaba de determina s ligeramente distin- tos del fenémeno y consideraba las instituciones sociales como soluciones ble eee : : lemas qué cada disciplina Tespectiva sosteni 10 centrales, el nuevo institucionalismo tiene un significado levemente diferente en el con- texto de cada un. isciplii i i aia de cet a te estas disciplinas alternativas. Cada perspectiva puede ntribuci ision mds oe on 2 wm vision completa de las formas en las clones i i i fines Seo it lelan la vida social. Pero las ventajas que se ob- nstruir de est: una mis ia sb alcanzarse a través de la Bag Bene i aa panadele pueden conciencia de que el «nuevo instituci , "Vo institucio- nalismo» no es uno, sino muchos, ue .o tiempo, la historia consistia pring) No ma estudio de las guerras, los Teyes y las , también es cierto que la historia es y siempre ha sido, esencial- na cuestion de narrativa: un buen relato exige un buen dramati ae. Asi, la historia politica tradicional ha estado siempre a ne onde. . * ituci Jas instit lente personificadas: los del reino, en la de ipalmente en historia po- S Intrigas cortesanas, Por Estados, en la persona de su pri ie -orte; Y asi 3 S e- 3 = ‘Aungue se contara através de relatos acerca de personalidades cautiva- doras y del coraje individual, la histori ici sti en narraciones acerca de i iones polit iA rma. Los reyes y Sus cortes, los Estados constituidos alreded Jina ha sido altamente instituci ‘ 4 ee Fiadicionalmente también, sin embargo, ae también era el subsistema especifica- mente politico de las instituciones sociales lo que atraia la mayor parte de a atencién del historiador. Ciertamente, también se tenia en cuenta el fancionamiento de las instituciones sociales y econémicas, pero bisica- mente s6lo en cuanto estaba relacionado con la politica. Ese especial én- fasis_en diversas instituciones, en esencia dnicamente en las politicas, constituye lo que caracterizaré aqui como el «institucionalismo clisico» en -bhistoria, Durante el curso del siglo xx, la concepcién de la historia como el es- tudio de los reyes y de las guerras cay6 en desuso. La historia politica ha cedido su lugar gradualmente a la historia social. En este cambio, simbo- lizado tanto como precipitado por la escuela de los Annales, la historia ha llegado a ser concebida cada vez més como la historia de la vida cotidia- na, Silo que resulta central para la historia es la experiencia vivida del pa- sado, la historia cortesana resulta en gran medida irrelevante. Histérica- mente, los hechos cortesanos sélo han afectado los margenes de la vida cotidiana. Incluso, historicamente, cuando su efecto fue una guerra. En afios més recientes, el punto focal de la historia como disciplina ha virado una vez més. La vida privada de las personas comunes, como he- mos llegado a descubrir, no se encuentra aislada y completamente aparte del resto de la sociedad en general. En consecuencia, soba prodacien regres, Sie 5 ‘ rales. El eje de es reyes y sus cor ‘a nueva historia no son mecesariamente las 15 tes (ni sus equivalentes contemporineos: presidentes y gabinetes, legisla. dores y jueces, financieros y magnates de los medios de comunicacién) Por cierto que las formas mas modernas de Investigacion historica no s¢ concentran en esto con exclusion de cualquier otro factor, como Pueden haberlo hecho las formas mas antiguas. El nuevo enfoque es, simultaneamente, mas amplio y mas Testringido, Se concentra en las instituciones sociales de manera ms amplia (incly. yendo, por ejemplo, las iglesias, la familia y el mercado laboral) y en Jos organismos del Estado de manera mis estrecha (el funcionamiento de las agencias de asistencia social, los Consejos del Menor, o las oficinas de obras publicas o de salud publica).? Como resultado de esta Teorientacién, la historia nuevamente consiste en una narracién sobre el funcionamien- to de las estructuras sociales, aunque hoy se agregue un nuevo enfoque al impacto real que tales estructuras tienen sobre la vida privada de las per- sonas reales, La contribucién particularmente hist6rica al institucionalismo, clasico nuevo, radica en la fijacion de esta disciplina con el pasado. Si cada dis- ciplina «posee», dentro de las ciencias sociales, una variable especifica, la ser una ciencia social, la historia es simplemente el estudio de la forma en la que el pasado moldea el presente y el futuro. O, para decirlo en un es- tilo menos parecido al de Whigg, podriamos afirmar que la historia sdlo consiste en narrar relatos acerca del pasado que internalizamos como pro- pios, los cuales, al ser contados una y otra vez, nos moldean a nosotros y a nuestras acciones futuras.* El hecho de que el pasado ejerce este tipo de influencia sobre nosotro: constituye un supuesto central de Ia historia como disciplina; éste_es el énfasis peculiar que imparte a sus distintas formas de institucionalismo..Se supone que los interrogantes acerca de por qué y como ejerce el pasado este tipo de dominio serdn resueltos por otras disciplinas. Los buenos his- toriadores especulan, naturalmente, acerca de la dindmica psicoldgica, so- ciolégica o politica intervinientes. Apuntan hacia la satisfaccin que pro- viene de ajustar nuestra vida a una estructura narrativa mayor, o bien hacia 2. Véase Evans et al. (1979) y Steinmo et al. (1992). Estudios modelo son el de Theda ‘Skocpol, Protecting Soldiers 992), 0 el de Karen Orren, Belated Feudalism (1991). al reconocer las maneras en las que le- ne el lugar central atribuido al «pasado»; lo que ia la categoria de historia» es, precisamen- cin histérica de la conciencia colectiva, o hacia la organizacion jlizacion y fosilizacion de las tendencias, Pero este tipo de ente, se queda en el gesto, 1 On_del historiador se ve capturada por el fun rent de las i i sociales, su interés se centra en la histo- ria ch ecifica. El interés caracteristicamente historico no tiende a ee ena teorfa mas amplia que puede construirse alrededor de tales casos Y ot0S relacionados. De hecho, aquellos que tienen una mentalidad eculiarmente historicista a menudo se evelan reacios a ese tipo de gene- Paci, considerando que necesariamente violentan la particularidad pistorica que rodea cada caso especifico, la cual, en conjunto, de una ma- era muy despojada, representa los «datos» para el cientifico de las ciencias sociales.” Desde sus comienzos, también la sociologia ha estado esencialmente con- centrada en el estudio de las instituciones. En un principio, esta preocu- pacion adopté la forma de una fijacion relativamente poco imaginativa sobre un catélogo estandarizado de instituciones. La obra de Herbert Spencer de 1879 Principles of Sociology, por ejemplo, se desarrolla a través de un tedioso despliegue de instituciones ceremoniales, politicas, profe- sionales, industriales, y asi sucesivamente. Los clisicos de la sociologia moderna que la siguieron impusieron es- tratos tedricos mucho mis ricos sobre divisiones tan pedestres de la pro- blemitica sociolégica. Pero es justo reconocer que los maestros de la socio- lovia moderna —Pareto, Mosca y Michels; Ténnies y Durkheim; Simmel y Weber; y, especialmente, Marx— tienen todos como preocupacién cen- tral las formas en las cuales las instituciones colectivas subsumen y subor- dinan al individuo. Todos esos estudios clésicos tanto los referidos a la ‘solidaridad orginica» como los estudios acerca de la «solidaridad mecéni- cav; los que se refieren a la teoria de la identificacién como a la teoria de h otganizacién; a la «base» tanto como a la «superestructuray— consisten strc mov} co as, habitual i peculiares ‘4. Compirese, por ejemplo, el estudio de Tilton (1 Asta acc ‘We rodearon la fuundacién del Estado de bienestar dela aparicién del Estado de bienestar en general, (1990) logra un buen balance entre ambos. | historias acerca de mecanismos destinados alo, n Star mente ©! ana. : a ‘ocial sobre la voluntad hum: Ita particularmente cla ie : ; s resulta Ta e Gas inacion de interese at Esta comb: ons, en al ; ‘ de Talcott Pars imeros estudios acerca de la estructura de i ntempordneos. Sus pri ms co! ; 1 (véase The Structure of Social Action) se ocupaban ficialment, cién social de la acci6n individual voluntaria. Sin embargo, sy teorig de las ee social (véase General Theory of Social Action) formal. genera - que aparecia en sus trabajos anteriores como Conceptos rela ce de «el sistema social» como mecanismo de control, ideas que lo graron su elaboracién més plena (y mas barroca) en su obra Posterior Tj, Igunos aspectos el mas destacado de los Socig] Social System.® a: eS I : Inevitablemente, aparecié luego una reaccién contra lo que se consj_ deraba un énfasis exagerado en la manera en que las voluntades indiyj_ duales resultaban moldeadas por las estructuras sociales colectivas. Sus cri ticos objetaban la «concepcién excesivamente socializada del hombre» en, el terreno de la sociologia estructural funcionalista, abogando por «devol- ver su papel al hombres.” Las formas en que los criticos de mediados del siglo Xx proponjan lograrlo variaban, desde relatos esencialmente feno- menoldgicos acerca de la «construccién social de la realidad» hasta el con- ductismo de inspiracién sociopsicolégica y la «teoria de la accién»,® Cualquiera que fuera la forma Precisa que tomaran las teorias que se Proponian refutarlo, su impulso basico apuntaba a restar importancia (aun- que sin llegar a negarsela completamente) a las estructuras € instituciones sociales colectivas dentro de la determinacién de las acciones y elecciones de los individuos y grupos dentro de una sociedad dada. El énfasis que Ponia esta reaccién sociolégica ediados del siglo xx en contra del institucionalismo clasico se centraba en el papel del indivi luo y de la elec- clon colecti determinismo socioestructu: dos los resul- tados de relevancia social (0, al menos, sociol6gica), El .na, Aun asi, se trata de un tema importante. Las elecciones se realizan siempre dentro de un contexto; el contexto no esta determinado tinica- mente por la escasez material y por las tecnologias de la produccién (ni ~para trasladarnos a otro marco analitico que, sin embargo, comparte la misma miopia— por los modos y fuerzas de produccién). La economia no sdlo necesita apelar a algiin tipo de relato institucio- nal a fin de establecer el contexto para las elecciones individuales. A tra- vés del énfasis en las elecciones individuales y en las maneras en que éstas se concatenan en elecciones colectivas, la economia es también capaz de brindar una perspectiva particular (aunque, quizis, particularmente par- cial) de la génesis y evolucién de las instituciones a través de elecciones pasadas de individuos y grupos. 1.1.4. El nuevo institucionalismo en la ciencia politica Jeccidn piblica, el problema particular al cual yay ro de la ele : Pong, i te, éste. Tanto par: ic Dente atitucionalis0 eS, principabmen Iiticas de el a Ia econg sti oliticas de ele Ot el nue iva como pata los modelos de : ” Public, mia neoclasica oa esta, la clave radica en encontrar un equi Tio, a= blema Arrow-Condorcet ~el fantasma de un, Perper, este contexto, el prol ividad del voto de la mayoria ee 7 ti desequilibrio, por efecto de Ja intransi ; -quilibrio, p a ce como uno de los problemas centrales de la vida polf (aii ret olit 2 Las instituciones politicas que restringen la gama de Posibi)i_ principal). ae lar este tipo de voto ofecen una solucién impe oe er Los dispositivos institucionales ~tales co a comité en as legislaturas, el palsmenaing Game el control judicial o los limites constitucionales al proceso © toma de de. do por la estructura» en situaciones tales que ningtin otro seria posible» Otro punto que la ciencia politica adopta del Nuevo Institucionalisme estatal, modelada a partir de la teoria econdmica de la em 7 10s Cas oncibe, dentro de esta tradicion, en fun. cidn.de_aseeurar que los.deseos de los ecausantes» sean efectivane comparativos de la supervision en ambas direcciones, tanto interna (la vigi- lanca de la conducta de los subordinados) como externa (el control de la ca lidad de los bienes y servicios que entregan los proveedores externos) construidos - Pero en el caso de la agencia piblica, al igual que en el de la empresa privada, a ar los costos de transaccién a través de la menudo tiene més sentido minimiz 12) acerca de los me "8. Aplicaciones mig 1991; Niskanen, 1971; 1989; y, tal como se aplcan en ly poliica, . Hitch y McKean (1960, PESO A city de Los suministrna co €n Moe, 1984, 1999, bbins y Weingast, micas de la ren- my Tullock, 1980. 26 . concentrarnos demasiado en la adopcién por Parte de los nuevos ins- « onalistas de estas importantes ideas propias de la economia, sin em- uci os levaria a ignorar las perspectivas particulares acerca de las ins- jones que pueden observarse en la ciencia Politica. Después de todo, ee vo institucionalismo en la ciencia politica se alimenta ex licitamente dl una antigua y honrosa tradicién del «Gobierno» (como se denominaba le ‘ata dsciplina en el sistema universitario anglosajén), que se dedicaba al a Sem wanes caba al estudio del Estado en su forma institucional: organigramas, departamen- 0 ministracion publica en una concepcid mplia y lo sue loego se ha dado en Farmar que sean las conductas que se desprendan de ellos.” —_—_—_— eee di 0 son en. 65. Huntington, 1968, p. 12. Véase también Eisenstadt, 1968, p. 409. 66. Aunque fuera cierto que la identidad personal es inconstante en el tiempo (como su- Siere Parfit, 1984) o inestable en cualquier momento dado (como lo sugiere la literatura del «yo Imiltiples de Elster, 1985), ain seriamos renuentes a describir el «acuerdo megociado» que cons- ‘tue la identidad actual de cualquier individuo como algo: Sentido extremadamente metaforico. 67. Cabe recordar la distincién que traza Hart (1! ‘ete entre nuestro (apreciado) hibito de ir al i al menos no en una medida importante) - ea cao o el redisefio intencionales, Tales teorias se proponen rita alcance de la intencionalidad dentro de los modelos descriptivos, . consecuentemente PrescriPtivos, de la vida social. Cualquiera que sea su objetivo, sin embargo, lo que estas otras teorias realmente indican son las dades para el disefio o el redisefio en un nivel superior. Es posible posbili ue los resultados sean el producto del azar, pero las tasas de accidentes pueden ser alteradas setberadaments, El ceo vol edseo pueden i Cuando los agentes intencionales no pueden ejercer su voluntad di- rectamente, comienzan a buscar maneras de hacerlo indirectamente. En canismos indirectos incluso alli donde las intenciones directas inevitable- ~ente se verian obstaculizadas. Resulta irénico que, cuanto menor sea la jntencionalidad directa del mundo social en el que nos encontremos, en mayor medida la esfera adecuada para los principios del disefio se desvia de la formulaci6n intencional del nivel de las politicas y los resultados, acercandose a la formulacién intencional de las instituciones y las pricti- cas. Asi el supuesto de que el mundo social no admite un alcance amplio para el cambio intencional y el disefio directo expande, de hecho, el al- cance de las teorfas acerca del disefio indirecto (es decir, institucional en sentido estricto), en lugar de reducirlo. De a manera que, en ocasiones, se considera que la teoria acerca del diseiio institucional implica un patron de intencionalidad pa- _ta las explicaciones sociales, también en ocasiones se considera que 1m: plican un niicleo «creacionista». Esta critica plantea gue habl adise- iio» parece implicar, necesariamente, que se habla de una «construccion en ocasiones, los disefiadores institucionale, : ee eee a tales emboscadas.*” En Beneral, sin a efecta : acerquen Cate esté puesto en las instituciones Tesguarda g ie tg, hecho de acca de cualquier falacia creacionista- de no he . del mane puesta en el disefio podria hacerlos caer en €sa tram, a sentido que tiene el estudio de las instituciones, después de consiste en explorar, precisamente, las maneras en las gue + i ; rastros en el presente y restringe nuestras acciones present, or 2 Fo = Nuestras on nes. Asi, los disetiadores institucionales deberian Ser mas sen, til recordatorio de este concepto. Tales frases resul insistencia en su evocacién resultaria innecesariament: mis amplia a la que sirven de indicadores deberia mente presente en nuestras mentes: en el disefio d €ncontramos continuamente trabajando cont nnjunto de practicas del pasado, ¥ posibilidades particulares. 1.3.3. Teorias del disefio ™M0 un tan Tudimentarias, yh € Pomposa, Pero aide, Sncontrarse constants. Instituciones SOCiales, On de fondo de Caracteristicg que si mas que un andlisis Para el caso, cual Nos un anilisis qi Superficial de Jo que quier otra Osa) sean’ © qué principios pody encontrar una argumentacién explicita acerca de los proble- est 1 adisei0®. debemos buscar mucho mis alla de cualquier enfoque oa alist estrecho, hasta encontrar los principios y proposiciones. ae rescatar en esa esfera. definiciones no son dificiles de encontrar. Quizas la mas util afirma, b te, que «el disefio consiste en la creacion de una forma de pro- $e dos yaliosos en un contexto en particular que sirva de base ip accion.” Sin embargo, para un debate mas profundo la literatura de politicas publicas ¢ instituciones politicas a menudo nos aleja de- del campo, hacia textos sobre estética, ingenieria, arquitectura, di- grifico 0 planeamiento inmobiliario.” Es muy factible que se pueda sobre el estudio del disefio institucional a partir de estas discipli- pas distantes. Sin embargo, los puntos en donde es posible la analogia y en donde no lo es deben ser cuidadosamente investigados: los objetos del di- seio son tan especificos que no puede concebirse seriamente el intercam- bio generico entre los gajes de estos oficios tan distintos, ni su aplicacion jrreflexava al disefio de las instituciones sociales. Hasta el momento, no Obs- tante, estas analogias elegantes de los conceptos del diserio tomadas de dis- caplinas distantes no son mas que eso. ‘Asi, nos encontramos en una posicién incomoda. Lo paupérrimo de la literatura especifica acerca de temas de diseiio en el estudio de las institu- aones sociales nos obliga a buscar una guia fuera de este campo, pero de- bemos evitar alejarnos demasiado, so pena de que las lecciones aprendidas resulten completamente inaplicables. Afortunadamente, es posible encon- trar mucho de lo que necesitamos relativamente cerca de nuestro campo. Recientemente, han surgido debates de gran interés acerca de la proble- mitica del «diseiio», al menos en tres campos diferenciados dentro de la li- teratura sobre ciencias sociales relacionada. Si los ordenamos de menor a mayor nivel de generalidad, estos argumentos se ocupan del disefio de po- liticas, de mecanismos, y de sistemas completos. Exine una modesta literatura que tiene arraigo en la ciencia politica acerca del edisetio de politica». Lo que se considera disefio en este contex- seio 4 sn creativa de la recopilacin y la innovacién, un ¢ combinacion lores como con los contextos.” A menud, TOM), ‘on los val ibilidad» 0, ¢ serio tanto ¢ politicas es la «factibilidad», en uno y otro ae | disefio de poutic’ = central en i fe implementacidn de las elecciones de politica, Otor do, a posibili 9 los recursos € incentivos con que Cuentan Gm nsideracion debt i arial \cias que neces. ntes y agen = - “ ag ciones de quienes determinan las liticg i as inten en practica de - : Se TO} : ae = canismos», una literatura de raiz econdmica, consiste en Ja Prescri cis met de mecanismos para la asignacion de recursos en general. Eno ae le ' mentos se dirigen al nitcleo mismo de la economia moderna, y. septesey, n nada menos que la bisqueda de mecanismos posibles ta : sy modelos ¢ Sepa sea les quis econGmicos, ls asencia a Se Se Dentro de esta literatura econémica acerca del diseiio de mecanismos d «principal problema atin no resuelto» radica en «a adecuada inte icin de los aspectos de la informacién y los incentivos».”* Los mecanismos se en- cuentran aparentemente condenados a fracasar —en sus intentos de asignar recursos de forma Optima en el sentido de Pareto— si intentan Tespetar, 4 mismo tiempo, las restricciones de la «descentralizaci6n de la informacién» y de la «compatibilidad de incentivos»: los productores y los consumidores, 9 lidad de incentivos»), y pueden hacerlo falseando los hechos acerca de los cuales poseen informacion uni rivilegiada, gracias a la «descentraliza- mente deberan estar invo) luctados en 90. Alexander, 1982, ve. eee econ Vin —a 1. Wildavsky, 19: i. ido der, 1988, 79. Linder y Peters, 92. Hurwice, 1977, 93. Hurwice, 1977, p39 9: Como mag PP 28-29, . Como . tuna buena inven ee EME i ontextos estrictamente econdmicos, sin embargo, apa- a de ae ie en el diseiio de mecanismos. En la politica exis- os problems ae acerca de los sistemas electorales. Dentro de todo > (pore a 6 ue procura lograr resultados optimos en el sen- eu io de votacion que P hs oe es algunos votantes tendran siempre un incentivo estratégico ido sai ej resultado falseando sus auténticas preferencias. De ma- porn ar, en el contexto de las finanzas publicas, existe un problema ab intentat estimar la everdadera» demanda de los bienes pablicos. ; ntido preguntar simplemente a los individuos cuanto estarian jo ent por tales bienes, ¢ imponerles una tasa acorde con sus enue los bienes son publicos, un individuo puede hacer ete de ellos una vez que se proporcionan gracias a las contri- vo bem otros individuos. En consecuencia, los individuos tienen un Lag estratégico para subestimar su «verdadera» demanda de los bie- eet en la medida en que el suministro de tales bienes sea sustan- oe independiente de lo que declaren, pero que se les cobre estric- tanente en funcion de ello.” En estos dos contextos mis politizados, han surgido elaboradas propuestas de «mecanismos 6ptimos» para evitar tales if * Por iltimo, existe una literatura atin mayor acerca del «disefio de sis- temas», Estas obras son mas dificiles de ubicar, y atin mas de contener. Su ‘on inicial se basa fuertemente en la investigacion operativa, la in- formatica y la inteligencia artificial. En primera instancia, las principa- aplicaciones de estas tecnicas a las ciencias sociales se hicieron con res- pecto a problemas relacionados con la asignacién de recursos militares durante la Segunda Guerra Mundial y, a partir del periodo inmediato de |b posguerra, a los problemas relacionados de la economia mas en general. De esta tradicion provienen técnicas tales como el anilisis insumo/pro- tuo, los modelos econométricos (particularmente | Tetia) economias nacio i i = ctos.'” Ultimamente, se han Para el spensamiento sistemitico de la - Gibbard, 1973 Satterhwhite, 1975. Bor 1954. tn a” 90, cl mecanismo de «voto de tym,” Fishburn, 1978), y el cimpuesto %. Simo -— 1969/1987, as sociales, al igual que en aplicaciones Ia eo n los que historicamente han encontradg ti Toma, Sar, a de program Ja defensa, campos © tural." de consideraciones de disefio que nos sefiala este pe El tipo incipalmente, a temas de amplia trascen, dengt® la - samitico se refiere, Pr sistematico se a : diferentes dimensiones. Nos invita a reflexionar acerca de contextog e 5 sof : ing amplios: a set sensibles a todas las distintas fuerzas en juego, ya tid i ls jinteracciones complejas entre ellas; a cuestionar concienzudamente Dues, tros propios valores; y a evaluar cuidadosamente el impacto que todas ¢, tas interacciones pueden tener sobre lo que consideramos valioso Yn0 vy. lioso respecto de los resultados sociales. Efectivamente, algo muy parecido a esto es lo que nos sefialan Tas te. ferencias acerca de las consideraciones de «disefio» en toda esta serie de obras acerca del disefio sociocientifico."” Parece hacerse siempre refe. rencia, esencialmente, a una idea de usta correspondencia» entre ad objeto construido o disefiado (politicas, mecanismos, sistemas) y ¢ contexto mas amplio en el cual se inserta. En el caso de las politicas, consideramos bien disefiada a aquella que se corresponde adecuada- mente con las demas, y con el sistema politico, econdmico y social en el cual esta inserta. En la medida en que el mecanismo funciona a tra- vés de la manipulacién de los incentivos de los individuos, un mecanis- mo bien disefiado sera aquel cuyos requisitos internos sean «compati- bles» con otros incentivos con los que cuentan los individuos, en lugar de ofrecerles incentivos para socavar los objetivos —sea que se los carac- terice como 6ptimos en el sentido de Pareto, o de otra manera- que hos proponiamos lograr originalmente al utilizar el mecanismo. En ¢l_ so de un sistema integral, estar bien [a interfaz entre lo normativo y lo empirico rias del diseiio Optimo —ya sea de politicas, de mecanismos, de stas (OF de instituciones- resultan al mismo tiempo empiricas y norma- seme hecho basico es reconocido con frecuencia, pero los detalles de tives. ae raramente han sido explorados de manera adecuada. Nor- ae nos quedamos con la impresin general de que existe, y debe- mal stir, un vinculo necesario y directo entre los aspectos empiricos del = | i i disefio y los normativos. Pero rara vez encontramos una indi- cacion Siguiera somera de qué hace que esa conexién tesulte necesaria, y ucho menos qué la hace directa." ml siguiente. Supongamos que tales.teorias del disefio Sptimo son esencial- mente normativas en lo que hace a su motivacion fundamental. Equiva- acerca de cual resultaria un buen acuerdo (de hecho, uno perfecto: 6ptimo). buena para la realidad. Después de todo (esto es lo que propone esta idea) es de esperarse, en el sentido descriptivo al igual que en el prescriptivo, elideal llegue a realizarse. Lo que exige explicacion no es lo correcto, los casos que se apartan de ese ideal. Estas desviaciones mas 0 menos significativas son bastante comunes, por supuesto, y los analistas que suscriben esta concepcion bisica exigen una multitud de explicaciones (y, de hecho, también las proponen). Pero Jo que resulta notable es lo que explican: no los resultados correctos, sino los malos; no la consecucién perfecta de nuestros objetivos, sino nuestros fracasos. La cuestién no radica solamente en que, desde determinadas ‘Sspectivas, la prioridad explicativa (lo que es «de esperarse» y lo que demanda una e licacin) puede muy bien ser la inversa. Esto también es Sletto, desde luego. Sin embargo, lo més important Salo curioso de dar nada por sentado en _l manera en la que logramos acuerdos 6ptimos requiere una explica- “onal menos tanto como nuestro fracaso en Puec Set verdad que lo ptimo se implemente automiati que sino jue debemos desta- 104, Sto se aplica incluso a la prueba de Arrow y Hahn snd a economia del bienesa: explica que los mercados i . ep ©. ¥ esto nos ofrece una base normativa de cierto tipo para Mn ot MNCs de 'Geras preiuhas loo Aestieiais fs, 5iccciaen Ita verdad, en que esto resul eto n, maneras ero las eCesi os conocer el m, Ms na maner®> Pe descritas. Necesitam' eCanisme = de algum gicamente istir en TECOMPENSAS Y Castigos inten, n ser espec? Je, Pueden consis i ton, a Jicable- jicaivo APH Dios vengativo © Un Legislador ie nusciente; Puede, plies Jos por un o invisibler que nos guien hacia un equiliby smos de ee un relato. Logicamente, resulta tan insaty, a aE 6ptimo como lo es dar par sentado los fracaso, factorio dat por s macion, quizas, de que «es de esperarse enk en logratlo ara cierta estirpe de economistas, «la biisqued, de 4 Poli. ivalente P: 7 : : ticar, 0 SU equival arse en la mayoria de las cuestiones sociales»), er: a es de esp ; exiones st ‘manera bisica de ex i nas Con ipti a iric ‘ Jo descriptivo, lo normativo Jo cx taz6n cl voy no es, simplemente, la que sigue i 26n para supon eto SPE al, los agentes busquen intencionalmente dise. jos Optimos, 0 incluso que sean cal conocerlos cu: . tue Ieguen alguna vez a encontrarlos, feniendo c ‘ ae son algunos de esos disefios). Lo prescriptivo no tiene fuer. za explcativa para desvelar por qué los invidos intesorizan les pr, cripciones y actian deliberadamente de acuerdo a ellas, sino que sirve co. mo una buena guia de lo que encontraremos realmente enel mundo real, dado que lo mismo que nos mueve a prescribirlas como disefios Optimos (la ejusta correspondencia con el contexto amplio») también las convierte en adecuadas para sobrevivir en su entorno general. La raz6n por la que predominan los disefios éptimos, de acuerdo con es- ta explicacién, no tiene nada que ver con la frecuencia con la que son elegi- dos, sino mucho que ver con la frecuencia relativa de instituciones relativa- mente persistentes. La longevidad implica frecuencia, manteniéndose todo lo dems constante. Lo mis probable, en cualquier momento dado, ¢s que mayoria de las instituciones sean las que han existido Por un cierto tiempo: ©, o que es equivalente, lo mas probable con Tespecto a cualquier institucién determinada es que haya existido, durante cierto tiempo. Las instituciones que han persistido durante tun plazo son las que con mayor probabilidad han surgido a partir de un disefio épti en una terminologia mis ee Pata corresponderse con su entorno (0, adaptadasy). Asi, los crite } que resultan «funcionalmente bien on i i oo! tirse también en wears ‘es Optimo pueden conver- a a 105 mae ‘Predicciones . 2.un supuesto mg : aentaen Eber (19¢9 wee no alcanza ni remot argo. incluso esta vinculacién mas modesta entre los usos des- rescriptivo de la teoria del disefio institucional no puede sus- criptiv© ulteriores presupuestos. El presupuesto crucial, a los fines ac- entarse SD a que existe cierto mecanismo que descarta con el transcurso cuales 2 es nso ciONes mal adaptadas, ya sea refinandolas y reempla- del Kh aoe otras que se cortesponden mejor con el entorno, ya sea eli- indo) dolas pot completo."” En otras palabras, debe existir cierto procedi- a de seleccién que funcione como sostén del supuesto de que, con el eranscurso del tiempo, la acumulaci6n de instituciones tender a favorecer 4 Jas mejor adaptadas por encima de las que no se corresponden con su en- torno. Este parece ser un presupuesto fuerte y dificil de sostener. Las organi- zaciones gubernamentales, al menos, muestran una impresionante longe- vidad y capacidad de persistir aun después de que las razones originales de su existencia han desaparecido."” En la medida en que otras instituciones sociales sean asi, parece poco plausible postular la existencia de un entor- no competitivo dificil que descarta las instituciones mal adaptadas sobre alguna base sistematica.'* sin em Finalmente, el mejor anilisis de cualquier vinculacién necesaria entre los aspectos descriptivos y prescriptivos de las teorias del disefio Sptimo las ubican correctamente en las intenciones de los agentes sociales. Lo que estas teorias intentan es asignar a los agentes sociales razones poderosas pa- ra moldear las instituciones de determinadas maneras y no de otras. En la medida en que estén convencidos de tales argumentos y se sientan movi- dos por tales razones, esos agentes sociales intentaran poner en prictica 106. Otro presupuesto, igualmente crucial para un esquema explicativo general, pero que resulta menos interesante a los fines presentes, se refiere a las tasas de generacién de institucio- nes nuevas y a qué instituciones antiguas mal adaptadas son eliminadas. Si las nuevas instituciones (algunas bien adaptadas, muchas no) surgen en un namero importante, y especialmente si los mecanismos de seleccién fancionan con relativa lentitud para tamizar las mal ajustadas de entre ellis, 12 mayoria de ls instituciones existentes en un momento determinado pueden muy bien set instituciones nuevas mal adaptadas sobre las cuales los mecanismos de seleccién no han te- nido ain tiempo de actuar. one Se. 107. 1976, Leet ‘ 108. ca eso parece en ausencia de alguna expliacin especial deb prstencia de las instituciones en el tiempo, de esta manera. Esta explicacion ‘especial puede a ae bl : la razén por la que persisten las insttuciones puede radicaren qu nan lesado nuevas funciones que reemplazan las anteriores, y tala pesar de su cambio de ¢je; 0 bien puede ser que a ellas, Un supuesto de este tipo es el que debe explicacién de la conexién entre los timo. s, En la medida en la que tengan &xito, lag ipcione: : °° INstit esas prescrip acciones terminaran por tener un cieryy c moldeadas pot sts a¢ © Peso at teria del disco OP bstante, surge a través de | : La conexion existe. No ol stan Sj a fe le los efectos cripciones impuestas a las intenciones : fe y de los cfc Jas intenciones de tales agentes con respecto al mundo Social. Ese ae una afirmaci6n hecha a la ligera: es mucho lo que dice (0 Teclama), e cualquier supuesto mas superficial ee que las teory fio éptimo son interiorizadas sin reflexion Previa o puestas en P tomaticamente a través de la competencia en un entorno hos mucho menos justificable. Pareceria mucho mas aconsejable rectamente que la idea de la moralizacién (lo cual, después de que estamos haciendo al prescribir acuerdos sociales ptimos) moldear los valores y preferencias de los individuos y, a travé acciones. Th) 88 de di, rActicg a ti Patece admitir gj. todo, ¢s jy Consiste oy, S de ellos, sus 1.4, Instituciones nuevas por las antiguas, instituciones buenas por las malas 13 neh eal dat © se explica en la seccién entorno, Ta ata el objeto disefiado con st Sobre lo que signifies 0 iterio «interno» evidente S$ aquél que se In objeto bien diseitado ae co u entorno. Una institu- Tesulte tanto coheren- con el resto del orde® ,iterio interno del buen disefio incorporado al concepto mismo Jeo resulta, sin embargo, engafiosamente evidente. La cuestion mas a continéa inexplorada. ;Cuanto de bien se ajusta este criterio «in- ae con los estandares externos del valor moral? Desde un punto de term cal ms general, se trata de una pregunta abierta acerca de la po- 10 vista * ; pilidad de que a justa correspondencia resulte necesariamente buena en il Joabsoluto. Una idea familiar dentro de la filosofia moral seftala que cualquier in- gividuo dado puede tener razones, tanto internas como externas, para su gecionar, ¥ que estos dos conjuntos de razones para la accién pueden muy pien sefialar en direcciones opuestas 0 distintas.'” Las razones internas, en el caso de los individuos, se derivan de la estructura motivacional propia del agente. Las razones internas, con respecto a sus creencias y deseos, sus principios y prejuicios existentes. Las razones externas, en el caso de los individuos, se derivan de verdades morales mas generales, que no estan vinculadas con las creencias y deseos actuales propios del individuo: ver- dades acerca de lo que resulta correcto, bueno y valioso. Este tiltimo tipo de razones ofrece una perspectiva externa para la critica -la reconsidera- cion y la reformulacion— de las internas. Lo mismo puede aplicarse al caso del disefio institucional. El criterio interno del buen disefio, por central que resulte con respeto al concepto mismo de disefio, debe verse complementado y evaluado frente a criterios de evaluacion externos mas generales. Desde un punto de vista colectivo ¢ institucional, al igual que desde un punto de vista moral individual, es posible que existan razones externas al igual que internas para la accién. Es posible que existan buenas razones para procurar instituciones que se ajusten mal y no bien, al resto de su entorno. La instancia mas dramitica, por supuesto, ¢s Ja de una institucion in- serta en el contexto de un orden social perverso que Ja moralidad nos obliga a desmantelar. Sin lugar a dudas, las teorias del disefio institucional podrian aplicarse a fin de construir un mecanismo 6ptimo para supervisar la labor de los esclavos. Pero lo 6ptimo en este contexto —la justa corres- pondencia con ese entorno~ CoB cl ¢ o una alabanza, desde cualquier punto de vista: dramaticos resultan, en muchos SPeCtos, Los casos ape lectura del criterio de «justa Cortespong nig interesantes- oe seiio lo equipara con la carmoniay, con la « mt buen ¢ to sin tropiezos» del objeto disefiado y del ae cig, de un amen inserto. Sin embargo, en Ocasiones, la et mig amplio en el a4 psoluto negativa. Al diseiiar mecanismos pata j eae monia no ¢8 °F? o, a menudo resulta de buen criterio designar de ets ie formalmente como «abogado de] diablo, Ung persona para que ee anal dos y nos di ig aquello que a Que desafie nuestros ae uma forma de mejorasia calidad de i deci! de, seamos tl A memudo resulta wna buena idea diseigs : te welt i Bee de que alienten la falta de armonia y, por Jo tanta, 5 Modif ‘Clsamente Mia com, Manerg tal que nos permita «retroceder un paso para poder avanzar dos» Tesponde a] buen criterio.'” Quizas nos veamos tentados a afirmar, en todos estos casos menos dra. maticos, que lo que prescribe el diseio dptimo es, en realidad, deliberada de «irritantes institucionales», En un sentido, est mente verdadero. Pero, al hacerlo, Inch acerca del dinamica, lo cual nos obliga a reconsiderar e incluso quizis g oportunamente la manera en la que se hacen las cosas. (Es pre sobre esta base que se elogia a la competencia tanto en la econo en la politica.) Con frecuencia, el disetio de instituciones de , la creacign tO es cierta- estas prescripciones apelan a una idey de eéptimor que tasciende cualquier referencia estrecha a los criteios in, ternos del disefio. Estas concepciones més amplias de diseio Sptimo no apelan al funcionamiento sin troy iezos, a las relaciones internas ordenadas, ala justa correspondencia con el | entorno local existente, o nada Parecido, sino que recurren a determinados conceptos de adisefio éptimo» que se. alan la justa correspondencia de la institucion con objetivos mas amplios que los mas limitados incorporados en sus objetivos internos y en su en- torno inmediato, no 6ptimas en el sentido de paliar el sufrimiento de los can el bienestar de sus amos entorno social mas amplio. Pero sigue siendo una defini- su ae ae ee interna del disefio dptimo, que eventualmente debe ion oe criticas externas mas amplias fundamentadas en principios te Jas cedet que resultan, en tiltimo término, justificables por si mismos de jivos i independiente. 142. Algunos principios deseables para el disefio institucional ,ué tipo de principios deberian, entonces, guiar al disefio institucional we practicamos? De lo anterior resulta claro que deberia tratarse de prin- cipios con una resonancia moral més profunda. El buen disefio institucional no es simplemente una cuestion de la pragmatica. No se trata simplemen- te de una cuestion de «usta correspondencia» estética o funcional. Sin embargo, resulta igualmente claro que no es deseable suspender nuestra basqueda de mejores instituciones sociales hasta que hayamos alcanzado san acuerdo acerca de todas las verdades mis profundas de la ética y la me- tafisica. En el debate acerca del disefio institucional, a menudo resulta factible buscar principios que contemporicen con «teorias de alcance intermedio» tanto en el terreno empirico como en el normativo y, habitualmente, es- to es todo lo que deberiamos intentar hacer." Es de esperar que descu- bramos, y que podamos incorporar al nivel institucional, un ciimulo de generalizaciones de validez confiable, al menos dentro de una cierta esfe- ra (quizas estrictamente determinada). En lo que resta de esta seccién, esbozaré algunos principios ilustrativos de este tipo. Ninguno esta desarrollado de manera completa: esta es una tarea para otros capftulos, y de hecho para otros libros. Ninguno puede ser aplicado universalmente ni recomendado sin reservas: todos tienen una aspecto dual, de una u otra manera. Aun asi, resulta atil, en el cierre de esta introduccién, ofrecer ejemplos del tipo de principios que podriamos aspirar a argumentar, incluso aunque éste resulte necesariamente un acer- camiento muy preliminar a ese proyecto. * Una generalizacién social de alcance intermedio que los disefiadores institucionales podrian desear representar de alg Len sus princi- pios, por ejemplo, se refiere a dos h a : Jos cuales se basan nuestras acciones son ep si Mismo, oer ome 2 SN ay ot cificos Ce equivocacion grabar : P s Potenciale, am, biar-, seria una ‘or disefar nuestras instituciones de Manera taj Trot, Resulta mucho me) ectos, a fin de admitir la posibilidad de «apre, . flexibles en — evoucionar cn el dempo.* Ase potter ce encia® Q ‘ Mr) vets posbildad de revsiin es un PrinciPio importante en el gi. 5" = titucional. esto, esta historia tiene otro aspecto. Deseamos tener jy duke a de obligarnos a un determinado curso de a cidad, en aes (o nuestros sucesores) resistiremos cualg ee de él. En lo personal, deseamos contraer ¢ y ajustarnos a ellos: deseamos cumplir nuestras Promesas, ho; tratos, respetar la confianza y las confidencias de otros. En lo Politico, ge. seamos hacer compromisos sin renegar de ellos, deseamos CUMplir nue, tras promesas politicas, respetar los tratados, etcétera."* La posibilidag de revision es por tanto un importante principio del disefio institucional, pe. To a su vez es un principio que debe mantenerse dentro de Ciertos limites, De la misma manera en que deseamos que nuestras instituciones ten. gan capacidad de cambio en respuesta a modificaciones Pertinentes en ¢| universo factico o evaluativo, deseamos también dar Tespuesta tinicamen- te a aquellos cambios que efectivamente sean Ppertinentes, Aunque desea. ‘Mos que nuestras instituciones estén abiertas a la m Por lo mismo deseamos que sean Tesistentes a la m: “apa. NY de Mer ten. OMProm; nat los con. cid odificacién Oportuna, anipulacién pura pro- llema del «derecho so- ‘atraer inversores a un? pecifico para, una vez aumentar los impuestos S mismos gobiernos tat realizar compromisos ve- mentalmente solo en los casos en que se produzca cierto cambio fun- i el universo factico o evaluativo, y deben sufrir dmicamente scion superficiales a Jas nuevas circunstancias cuando no sea asi. a yidentement® Jo que se considera «adecuado» y «pertinente» en este también una cuestion de argumentacién y controversia politica. La simple referencia a la logica interna de las propias instituciones resulta jnsuficiente para decidir la cuestion, por la misma razon que las normas jnternas del ebuen disefio» son en si mismas insatisfactorias. Asi, la solidez consticuye Un principio de disefio institucional que resulta valioso, pero sélo dentro de limites cuyo alcance no es posible en principio determinar. Otra generalizacion empirica que deben tener en cuenta las institucio- nes es la adulteracién de los motivos que movilizan a la mayoria de los in- gividuos, al menos en gran parte de las sociedades lo suficientemente si- milares a la nuestra como para resultar pertinentes. Dentro de la mayoria de Jos actores sociales existen impulsos hacia el interés propio junto con mo- tivaciones nobles, 0 incluso altruistas. En el disefio de nuestras institucio- nes, debemos al menos tener en cuenta este hecho, el cual podria enun- ciarse como un principio nuevo de sensibilidad a la complejidad motivacional. La manera exacta en que las instituciones pueden adaptarse mejor al hecho de la complejidad motivacional constituye una pregunta abierta, que se vincula con premisas en parte empiricas y en parte normativas. Los modelos clisicos de separacién de poderes —balances y contrapesos entre os distintos poderes del Estado, derechos de los individuos frente al Go- bierno, instituciones pluralistas que aseguren centros de poder compensa- torio en toda la sociedad en general— slo constituyen un estilo de reac- cion,'" No obstante, al «disefiar las instituciones para canallas» estas soluciones mecdnicas se arriesgan a convertir en canallas a actores poten- cialmente mis honorables. Dependiendo de cual consideremos que sea la estructura sobre la que se fundan los cédigos morales de los individuos, y exactamente qué estructura de oportunidades enfrentan, un modelo que depositara mayor confianza en los individuos y que incorporara una ape- lacion mas directa a principios morales podria efectivamente cumplir me- jor la funcién de evocar motivaciones altruistas para la accin y de supri- 47 4 mental mir las mas bajas. 116. Grofman y Wittman, 1989. Moe, 1990. Elster, Schultze (1977) sugiere la estructuracién de los incenti pecto a las politicas, de manera que se Jogre que el interés 117. Goodin, 1982, cap. 6; 1992. La explicacién que la votacién en un electorado muy amplio es «momento constitucionals (1991; véase de hacerlo, pot ejemplo, a ae tee HN abelagie Una manera © de inspiracion kantiana de la Publicidad, nt ign, al principi© todas las instituciones y acciones instityc; Nike ru Par principio) justficables pablicamente ne“! (al men’s ie se vuelca en parte a hipotesis de jg a oe ue los individuos reconocen en si mismy, a inferiots que se sentirian avergonzados s tiltimas; y que, si toda accion tuviera que g eal subyacente moral: el supues' ciones superiores er defo, tamente esta’ i j nd. abier' iblico, slo se apelaria a los motivos superiores como T@zOnes 4, da en p' 0 a accién."” Una idea, mas francamente politica, Paralela a esta CONSiste simplemente en afirmar que, en la medida en que intentemos reunip apo. yo politico para un proyecto, on la medida en que tengamos que hacerlo por medio de Ilamamientos publicos a las razones de los individuos, . sulta mds conveniente darles razones que puedan adoptar ellos mismos, Claramente, resultaria contraproducente, en tales situaciones, apelar simple. mente a nuestras propias razones estrechamente egoistas para defender tn proyecto, razones, por supuesto, que no podemos esperar que los demis compartan. Sin embargo, la publicidad protege a nuestras deliberaciones Publicas solo contra una determinada gama de factores contaminantes, Puede blo- quear el juego del mas craso interés ¢; bloquear el sacrificio principista de 4 ide, . a Psicolog:, 8 Motiya, de admit, goista, pero no sera muy eficaz Para clertos segmentos posiblemente nu- merosos de la comunidad por el bien comin o alguna otra causa «superion, La determinacién de que nuestras instituciones deban disefiarse teniendo en mente principalmente a canallas 0 a ote contenciosos que admiten solamente una resolucién politica, en al- e1 ma insencia dida en que ci ae iitimo, 7 Ja medi que contemos con procesos de ensayo y ory 2 aprendizaje por la experiencia para perfeccionar nuestros acuer- gos insarucionales, debemos adoptar como principio central del diseiio el deseo de variabilidad de los mismos. Debemos alentar la experimentacién con estructuras diferentes en lugares distintos; y debemos, ademis, alentar ja reflexion acerca de las lecciones de otros y la disposicién a aceptar tales Jecciones cuando restilten adecuadas. E] federalismo es defendido algunas veces precisamente sobre esta base, como un «laboratorio social» en el cual se permite que emerjan enfoques diferentes en diferentes jurisdicciones.'” sin embargo, existen dificultades con todos los esquemas de este tipo. Una de ellas sefiala que precisamente el tipo de «proteccionismo politico» que se requiere para prevenir la homogeneizacin prematura de los acuer- dos en todas las jurisdicciones interfiere también con el intercambio de experiencias entre jurisdicciones, una vez que han surgido acuerdos cla- ramente superiores en otro lugar. Otro peligro mas serio consiste en que, en lugar de servir como un «laboratorio social» en el cual otras jurisdic- ciones tomen lo mejor de las demas, puede darse en su lugar wna «carrera hacia el fondo». En todo un camulo de Areas politicas, desde los impues- tos hasta los reglamentos, a menudo vemos que la peor prictica es la que se adopta en las jurisdicciones vecinas, y no la mejor. En estos términos, el que las instituciones federales u otros principios de maximizacién de la diversidad del disefio institucional constituyan una buena idea depende, una vez més, de un juicio fandamentalmente politico acerca de cual es la consecuencia ms probable. Asi, ninguno de estos principios de disefio institucional resulta inobje- table o sacrosanto. Muchos otros, igualmente impugnables en su carcter, emergeran en el curso de los capitulos siguientes. Este breve listado inicial se propone simplemente a manera de muestra. Se trata tan sélo de unos de alcance intermedio que tiene re- cuantos ejemplos del tipo de teorias levancia tanto empirica como normativa, a las cuales es posible recurrir en el disefio y redisefio de las instituciones sociales. | Se trata, sin embargo, de una importante mm Pe objetables que alizaciones, nuestras instituciones son incluso mas in- 1 Ja vida so- Jas institu- sean nuestras gener: fluyentes. Para poder comprender Ja manera en que cial, o cmo podria hacerlo mejor, la firme ciones y en su reforma constituye 120, Wildavsky, 1979, cap. 6-

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