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Idea de la historia R. G. COLLINGWOOD Rt mee keer Ee Primera edicidn en inglés, 1946 Primera edicién en espaiol (Seccién de Obras de Filosofia), 1952 Segunda edicién, 1965 igésima reimpresin, 2000 Tercera edici6n, revisada y aumentada (Seccién de Obras de Historia), 2004 Collingwood, Robin George Idea de la historia. Edicidn revisada que incluye las confe- rencias de 1926-1928 / Robin George Collingwood ; ed., prefa~ cio e introd. de Jan van der Dussen ; trad. de Edmundo O’Gor- man, Jorge Hernandez Campos. — 3" ed. — México : FCE, 2004 661 p. ;21 x 14 em — (Colec. Historia) Titulo original: The Idea of History. ISBN 968-16-7079-5 1. Historiografia 2. Historia — Filosofia I. Dussen, Jan van der ed. II. O'Gorman, Edmundo tr. III. Hernandez Campos, Jorge tr IV. Ser V.t LC D13 C18 Dewey 907 C711} Se prohibe la reproduccién total o parcial de esta obra —incluido el diseiio tipografico y de portada—, sea cual fuere el medio, electrénico o mecanico, sin el consentimiento por escrito del editor. Comentarios y sugetencias: editor@fce.com.mx Conozea nuestro ealdlogo: www fondodeculturaeconomica.com Disefo de portada: R/4, Bernardo Récamier Titulo original: The iden of History © Teresa Ssuaris 1946, 1993 @ Jan Van DER Dussen 1994, introduccién y material de la nueva edi The idea of History, revised edition, was originally published in English in 1993. This translation is published by arrangement with Oxford University Press. Idea de Ia historia, edicién revisada, fue publicada originalmente en inglés en 1993. Esta traduecién se publica con la autorizacién de la Oxford University Press, D. R. © 1952, 2004, Foo pe Cuntura Economica, Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 México, D, F, ISBN 968-16-7079-5 (tercera edicién) ISBN 968-16-0196-3 (segunda edicién) Impreso en México * Printed in Mexico PREFACIO IDEA DE LA HISTORIA es sin duda la obra mas conocida de Colling- wood. Desde el afio en que se publicé por primera vez, 1946, lla- m6 poderosamente la atencién y, de hecho, nunca dejé de desem- pefar un papel decisivo en los ulteriores debates sobre filosoffa de la historia, mientras éstos se desarrollaban, a partir de la se- gunda Guerra Mundial. Podrfa incluso afirmarse que su apari- cién ha sido uno de los principales factores que contribuyeron a reavivar el interés en la filosofia de la historia, materia ésta que antes solia asociarse tinicamente a los filésofos alemanes de prin- cipios del siglo xx, como Dilthey, Windelband y Rickert. Las nu- merosas reimpresiones y traducciones que ha merecido The Idea of History constituyen otros tantos indicadores de su influencia permanente. En la presente edicién revisada de Idea de /a historia, el texto ori- ginal se conserva intacto. No obstante, a este ultimo se le ha inte- grado nuevo material proveniente de los manuscritos inéditos de Collingwood, a los que sdlo recientemente se pudo tener acceso. Es asi como las opiniones de Collingwood sobre filosofia de la historia podran estudiarse en el contexto de su obra principal sobre la materia. La edici6n original de The Idea of History fue publicada péstu- mamente por un discipulo de Collingwood, T. M. Knox, quien le afadié un prefacio. En dicho escrito Knox le asign6 a la filosofia de la historia de su maestro un lugar en el contexto, de mayor amplitud, sobre sus opiniones filosoficas y el desarrollo de éstas. Sin embargo, la investigacién ulterior de que fue objeto la filoso- fia de Collingwood puso de manifiesto algunas incorrecciones en la interpretacién que Knox ofrecfa en su prefacio. Era necesaria, por lo tanto, una nueva introduccién que tomara en cuenta la investigacién realizada sobre la filosofia de la historia de Colling- wood, y acorde con el desarrollo que dicha investigacién habia experimentado en el transcurso de las décadas subsecuentes. En la introduccién a la presente edicién explico, en primer lu- 7 8 PREFACIO gar, de qué manera se gesté la publicacién de The Idee of History, y presento ademas una apreciacion personal sobre la forma en que Knox edité esta obra. Hago después una breve descripcidn de cémo fue recibida la obra por parte de sus lectores. Ya que una apreciacién pertinente de la filosofia de la historia de Colling- wood requiere ubicarse en el contexto apropiado, para lograrlo consideraremos el desarrollo de sus ideas en torno a esta materia, En el marco de esta relacién he procurado evaluar también la naturaleza de los manuseritos de 1926, 1927 y 1928, recientemen- te integrados. En esta nueva y, por cierto, extensa introduccién resultaba es- pecialmente necesario incluir un breve recuento de la forma, mas bien complicada, en que la obra salié a la Luz. En este punto en particular deberd destacarse que, de hecho, se trata de una en- sambladura de las contribuciones a la filosofia de la historia que Collingwood hizo de 1926 a 1939. Para que todo esto resulte cla- ro, las fechas correspondientes a las diversas partes de la edicién original de The Idea of History estan registradas en el indice. Al expresarle mi agradecimiento a la sefiora Teresa Smith, la hija de Collingwood, por permitir la publicacién de las hasta ahora inéditas conferencias sobre filosofia de la historia de su padre, tengo la seguridad de ser el portavoz de muchos lectores benefi- ciados por ella. Abrigo la confianza de que la presente edicién no s6lo tendré una buena acogida en el cada vez mas numeroso gru- po de académicos y estudiantes interesados en el pensamiento de Collingwood, sino también entre los filésofos y los historiadores en general. The Idea of History ha sido profusamente leida desde que se publieé por primera vez, y estoy seguro de que la presente edicién revisada tiene mucho que ofrecer, tanto a la nueva gene- racién de lectores de Collingwood como a quienes ya estan fami- liarizados con la primera edicién. Manifiesto mi total gratitud a la Oxford University Press por haber publicado The Idea of History en la presente forma; y, en par- ticular, a las sefioras Angela Blackburn y Frances Murphy, quie- nes, junto con Teresa Smith, contribuyeron enormemente a que ello fuera posible. Aprovecho esta oportunidad para darles las gracias, también, de manera muy especial a Martijn Bakker, Marjet Derks, Leo Ten PREFACIO 9 Hag, Anita Hendricx, Rik Peters y Herman Simissen, todos ellos. integrantes del grupo de amigos y estudiosos de Collingwood, con quienes no sdlo me he puesto a comentar durante varios afios los numerosos aspectos de la Filosofia de Collingwood, sino por- que ellos aportaron también su ayuda durante el proceso de edi- cién de los presentes manuscritos. Finalmente, agradezco a David Boucher y al profesor Dray la invaluable ayuda que me brindaron a fin de lograr que mi inglés resultara mas o menos aceptable; asi como por sus comentarios criticos. W.J.v.p. De Heerlen, julio de 1992 Material protegido por derechos de autor INTRODUCCION DEL EDITOR 1, INTROpUCCION El origen de The Idea of History de Collingwood y la recepcién que siguié a la publicacién pdstuma de esta obra son una historia inte- resante de suyo. Es verdad que Collingwood se habia propuesto- escribir un libro sobre el desarrollo del concepto de “historia”, al que iba a intitular The Idea of History; pero, en el caso de que hu- biera podido Hevar a cabo su propésito, éste no habria adoptado la forma en que lo compilé T. M. Knox. La prematura muerte de Collingwood, acaecida en enero de 1943, le impidid concluir el magno proyecto del que The Idea of History formaria parte. Lo que habia planeado Collingwood era hacer corresponder algunos de sus libros, previamente publicados, con un determinado ntimero. de los voltimenes proyectados. La serie resultante se habria di- vidido en tres categorias: “Ensayos filosdficos”, “Principios fi- los6ficos” y “Estudios de la historia de las ideas”. La Oxford Uni- versity Press accedié a la propuesta, y se hizo un convenio de publicacién.! En los “Ensayos filosdficos” entrarian An Essay on Philosophical Method [Ensayo sobre el método filosdfico] (publicado en 1933) y An Essay on Metaphysics [Ensayo de metafisica] (publicado en 1940). The Principles of Art* [Los principios del arte] (publicado en 1938) y The Principles of History [Los principios de ta historia] con- formarian la segunda categoria de la serie. Del ultimo volumen sélo logré escribir una tercera parte en 1939, de modo que nunca lo termin6. La ultima categoria estaria integrada por The Idea of Nature [Idea de la naturaleza] y The Idea of History [Idea de la historia], que fueron los que edité T. M. Knox y que se publicaron después de la muerte de Collingwood. ' Bleonvenio sel cabo a través de un intercambio epistolar entre la Oxford University Press y Collingwood, en las cartas fechadas el 18 y el 19 de octubre de 1939, En otra carta dirigida a esa editorial el 3 de junio de 1939 Collingwood men- cionaba ya las dos primeras categorias. * La edicidn en espaol de esta obra es también del rex. [N. del T.] il 12 INTRODUCCION DEL EDITOR De los tres tiltimos libros, s6lo The Idea of Nature estuvo a punto de quedar totalmente terminada en forma de borrador. Fueron dos las razones que le impidieron a Collingwood Ievar a cabo su proyecto, a saber: el progresivo deterioro de su salud y el estalli- do de la guerra. En su actitud de decidida oposicién al fascismo y al nazismo, Collingwood consideré que era su deber ineludible ofrecer un andlisis de cuanto se ponia en juego en Ja guerra. Asu juicio, se trataba nada menos que de un conflicto de ideales fun- damental: el fascismo y el nazismo constituian una revuelta con- tra la civilizacién, y habia que oponerles resistencia a cualquier precio. Collingwood expuso sus ideas en The New Leviathan [El nuevo Leviatdn]; sin embargo, esta obra no se apartaba sustancial- mente de sus escritos sobre historia. Y es que, entre otras cosas, en ese libro Collingwood intenté desarrollar una teorfa del deber con respecto a la civilizacién y a la paulatina eliminacién de la violen- cia en las relaciones entre los pueblos. La barbarie, cuyos para- digmas eran el fascismo y el nazismo, representaba una amenaza contra ese ideal. Para Collingwood, la historia y el deber cons- titufan los mas elevados niveles de la razén pura y de la razén practica, y ambos concernian al individuo concreto. The New Le- viathan fue el Ultimo libro de Collingwood; lo termins6 a pesar de sus gravisimas condiciones de salud. Si consideramos la serie de ataques que cada vez en mayor medida contribuyeron a inca pacitar a Collingwood durante sus ultimos afios, no podrd re- sultar menos que notable el que ese libro haya podido ser con- cluido alguna vez. En el momento de su muerte, Collingwood dejé una enorme cantidad de manuscritos —cerea de 4 000 paginas— sobre los mas variados temas: religién, critica literaria, ética, epistemologia, me- tafisica, cosmologia, folclor y magia, politica, filosofia de la histo- tia, la Bretaha romana y arqueologia. Por desgracia, en su testa- mento prohibié que éstos se publicaran, a no ser por iniciativa de sus herederos, y después de consultarlo con la Oxford University Press. En 1978 los manuseritos se depositaron en la Biblioteca Bodleyana de Oxford, y desde ese momento estan disponibles pa- ra su consulta. Antes de esa fecha, eran casi por completo desco- nocidos por los académicos. Afortunadamente, poco después de la muerte de Collingwood, T. M. Knox, ex alumno suyo y uno de sus mas devotos estudiosos, fue requerido para realizar una se- INTRODUCCION DEL EDITOR 13 leccién de aquellos manuscritos que estuvieran en condiciones de ser publicados. Sin embargo, lo que Knox revis6 fueron principal- mente los manuscritos de los tltimos afos de Collingwood, y se limits a elegir sélo los que su maestro pensaba dejar preparados para una posterior publicacién. Esos manuscritos eran precisa- mente los que correspondian a los tres ya mencionados: The Idea of Nature, The Idea of History y The Principles of History. En 1934, 1935 y 1937 Collingwood impartié unas conferencias sobre la historia de las teorfas cosmoldgicas. Esas conferencias, tituladas “Nature and Mind” [“Naturaleza y pensamiento”], se basaron en su extenso estudio sobre el tema, realizado durante 1933-1934. En 1939 Collingwood comenzé a revisarlas para su pu- blicacién; esto se logr6 hasta 1945 con el titulo de The Idea of Na- ture, con —segtin palabras de T. M. Knox— un “ligero trabajo de edicién”. 2. IDEA DE LA HISTORIA: EPILEGOMENOS (QUINTA PARTE) Los otros dos manuscritos que Knox consideré para publicarlos versaban sobre filosofia de la historia. El primero estaba integra~ do por un conjunto de conferencias y llevaba el titulo de “Confe- rencias sobre filosofia de la historia”, y eran las que Collingwood. habia escrito e impartido durante los dos primeros periodos esco- lares de 1936. En 1940 las impartié de nuevo, después de haberlas revisado. En esta segunda ocasién las titulé “The Idea of Histo- ry”; Collingwood se proponfa publicarlas en un libro que llevarfa el mismo titulo. El segundo manuscrito, The Principles of History, era de distinta indole: la intencién de Collingwood fue publicarlo como un libro independiente, en el que trabajé principalmente en febrero de 1939, en Ia isla de Java, en las Indias Orientales Holandesas, durante un viaje que hizo para recuperarse después de haber sufrido un ataque sin precedentes. Entre los manuscritos figuran las notas que redacté a propésito de la preparacién del libro. En una de esas notas puede leerse lo siguiente: Esqtiema para wn libro, 9-2-1939, “The Principles of History.” Los temas principales incluiran 1) Una simple mencién de las caracteristicas mas 14 INTRODUCCION DEL EDITOR obvias de la historia como tna ciencia especial. 2) Las relaciones entre ésta y otras [ciencias]. 3) La relacién de la historia como pensamiento con [a vida practica. Estos temas podrian ser los libros 1, 11, 11 De los tres libros sdlo se concluyé el primero. Este consistia en cuatro capftulos, los cuales trataban, respectivamente, de los con- ceptos de “evidencia”, “accién”, “re-creacién” e “historia como autoconocimiento de la mente”. No es posible saber con certeza si en realidad Collingwood terminé el capitulo final de su primer li- bro, ya que la Ultima vez que se refiere a él en su diario lleva la fe- cha del 27 de marzo: “Intenté comenzar el cap. 1v de Principles of History en la manana; la cosa no avanzaba”. Lo cierto es que Col- lingwood le atribuia un enorme valor a su proyecto. Después de su retorno a Inglaterra le escribi6 una carta al arquedlogo F. G. Simpson, donde le decia que The Principles of History era “el libro en cuya preparacién he invertido toda mi vida. Si puedo concluir- lo, no tendré nada que lamentar”. Aunque —por razones mencio- nadas anteriormente— el libro nunca fue terminado, Collingwood insistia en acabarlo, como lo prueba la carta que dirigié a la Ox- ford University Press el 19 de octubre de 1939. El manuscrito de The Principles of History incluia una nota de Col- lingwood en la que éste autorizaba a su esposa, en el caso de que algo le impidiera terminarlo, “a publicarlo con el titulo que figu- ra al principio, con un prefacio escrito por ti en el que expliques que se trata de un fragmento de lo que yo, cuando menos duran- te 25 aftos, me propuse escribir como mi obra principal”. Knox cita esta nota en una carta dirigida a la Oxford University Press el 31 de marzo de 1945, y luego afade: A pesar de que se ha autorizado su publicacién, creo que seria un error publicar The Principles of History en su actual estado. La obra se divide en tres capitulos. Una parte considerable de los capitulos segundo y tercero figura ya en Autobiography [Autobiografia] y en Essay on Meta- physics, y no creo conveniente que debamos imprimir las palabras de una nota que, muy probablemente, fue escrita cuando R. G. C. se en- contraba excepcionalmente enfermo. 2 Documentos de Collingwood de Ia Biblioteca Bodleyana, dep. 13, “Historio- grafia, x1-1938-1939", p. 20. INTRODUCCION DEL EDITOR 15 Knox se equivocaba al decir que la primera parte de The Princi- ples of History estaba dividida en tres capitulos, pues de hecho constaba de cuatro; y precisamente Knox habia editado en parte ese ultimo capitulo. El manuscrito de The Principles of History constaba aproximada- mente de 90 paginas. El primer capitulo (sobre la evidencia) y el cuarto (sobre la historia como autoconocimiento de la mente) los incluy6 Konx en The Iden of History con el titulo “La evidencia del conocimiento histérico” (pp. 332-367; pp. 4-31 de Principles) e “His- toria y libertad” (pp. 403-409; pp. 76-78, con un aftadido, 77 ay b, de Principles). En su prefacio original a The Idea of History Knox hace saber que también ha incluido la tercera parte, § 8 (pp. 194- 198, sobre Hegel y Marx) del manuscrito de The Principles of His- tory. Ello es, al parecer, plausible, ya que dicha parte se inicia mds o menos donde acaba “Historia y libertad” (p. 409): en esta tlti- ma se desarrolla el argumento segtin el cual la idea de la libertad humana se encuentra necesaria y estrechamente vinculada con la de una ciencia aut6noma de la historia; en tanto que en “Hegel y Marx” se argumenta que estos dos filésofos no lograron consoli- dar una ciencia histérica auténoma, razén por la cual continuaron utilizando métodos no histéricos.> Lo confiable que pudiera resultar la forma en la que Knox dis- puso algunas partes del texto de The Principles of History sigue sien- do objeto de reserva. Sin embargo, conviene hacer notar que, en el esquema de esa obra, Collingwood define el contenido que co- rresponde al cuarto capitulo, a saber: “La historia como autocono- cimiento de la mente. Exclusién de otras ciencias de la mente”, en tanto que Knox hizo imprimir algunas partes de ese capitulo con el titulo de “Historia y libertad”. Esta seccién se inicia con el si- guiente aserto: “He sostenido que estudiamos historia con el fin de conocernos a nosotros mismos”. Prosigue con la afirmacién de que esa tesis quedaré ilustrada al demostrar “cémo nuestro cono- cimiento de que la actividad humana es libre lo hemos alcanzado solamente a través de nuestro conocimiento de la historia” (p. 403). Lo anterior significa que Knox probablemente omitié el principio del cuarto capitulo de The Principles of History, que versaba pro- ° En [a carta de Knox a la Oxford University Press del 31 de marzo de 1945, el primero menciona que esta parte procede de las paginas 81-83 del manuscrito de The Principles of History. 16 INTRODUCCION DEL EDITOR piamente sobre la historia como autoconocimiento de la mente y se limité a incluir el ejemplo de Collingwood de la tesis en cues- tién. Lo que no admite duda es que la expresi6n “En mi bosque- jo histérico de la idea de la historia” (p. 403) fue afiadida por Knox: Collingwood no tenia la intencién de que el mencionado esque- ma fuera parte del contenido de The Principles of History. Lo anterior nos obliga a cuestionar la forma en que Knox edité The Idea of History y, en particular, los cambios que efectu6 en la obra. Puede establecerse, sin que quepan dudas al respecto, que la intencién original de Collingwood era publicar dos libros por separado: The Idea of History y The Principles of History. El hecho de que Knox no tomara en cuenta la autorizacién de Collingwood para la publicacién de la segunda obra tuvo como resultado que el contenido tematico de ambos libros se incorporara en el volu- men tinico de The Idea of History, obra en la que se incluyeron al- gunas partes de The Principles of History, pero también dos ensa- yos que Collingwood habia publicado con anterioridad (“Human Nature and Human History” [“La naturaleza humana y la histo- rias humana’), pp. 284-313, y “The Historical Imagination” (“La imaginacién histérica”), pp. 313-331).4 Las partes correspondien- tes a The Principles of History y los ensayos ya publicados fueron reunidos por Knox bajo el encabezado de “Epileg6menos”, que constituyen la quinta parte de The Idea of History. En esta ultima, Knox incluyé asimismo los tres capitulos de la segunda parte de las conferencias de Collingwood sobre filosofia de la historia, a las que el autor habia titulado “Epilegémenos metafisicos”, “La his- toria como re-creacién de la experiencia pasada” (pp. 367-388), “El asunto de la historia” (pp. 388-403) y “EI progreso como crea- cién del pensar histérico” (pp. 409-424). No obstante, cabe sefalar que en sus “Epilegémenos metafisicos” Collingwood le asigné titulos diferentes al primero y al tercero de esos capitulos: “La re- creacién de la experiencia pasada como la esencia de la historia” y “Progreso”, respectivamente. Tampoco cabe duda de que Knox omitié los capitulos segundo y tercero de The Principles of History. En el esquema que elaboré de +“Human Nature and Human History” se publicé por separado (Londres, 1936) y se reimprimi6 en Proceedings of the British Academy, nim. 22, 1977, pp. 97-127. “The Historical Imagination” fue la conferencia inaugural de Collingwood en calidad de profesor Waynflete de filosofia metafisica, impartida el 28 de octubre de 1935. INTRODUCCION DEL EDITOR 7 ese libro, Collingwood describe el propésito del segundo capitu- lo de la siguiente manera: “Exponer y comentar el concepto de accién (res gestae). Compararlo con el concepto de proceso o cambio, y con la pseudohistoria que implica”; en tanto que describe cémo sigue el tercer capitulo: “El concepto de ‘re-creacién’ y su con- traste con los de ‘pasado muerto’ y ‘completud’ [‘complefencss’]”. Visto retrospectivamente, no puede menos que resultar desafor- tunado que no se publicaran esos capitulos. Pero es todavia mas lamentable que se perdiera esa parte del manuscrito de The Princi- ples of History, como sucedié con casi todos los escritos originales en los que se basa The Idea of History. Lo mas probable es que su destruccién se deba ala Oxford University Press, la cual, al hacer- lo, s6lo siguis la practica establecida con todos los manuscritos publicados; pues ignoraba que eran unos manuscritos que no se habian publicado en su totalidad. Hemos visto que la razén aducida por Knox para no incluir el segundo y el tercer capitulos de The Principles of History era que, en su opinion, una “considerable cantidad” de su contenido figu- raba ya en Autobiography y en An Essay on Metaphysies.$ Por lo que se refiere a la ultima de estas obras en especial, su argumento ape- nas resulta convincente, pues los conceptos de “accién” y de “re- creacién” no se analizan ahi. E independientemente de esto, hu- biera sido preferible haber tenido acceso a las mas de 40 paginas que Collingwood escribié sobre esos temas y no sélo a las conta- das paginas que habia dedicado a su andlisis en Autobiography. Si recapitulamos cuanto hasta aqui se ha dicho sobre la forma en que Knox compilé The Idea of History, lo primero que conven- dria sefalar es que la segunda parte de las conferencias de Col- lingwood sobre filosofia de la historia de 1936 (los “Epilegsmenos metafisicos”) fue objeto de una considerable ampliacién por parte de Knox en unos Epilegémenos independientes (pp. 284-424). Sin * Sin embargo, en la p. vi de su prefacio a The Idea of History, Knox menciona otra razén. A pesar de que Collingwood habia autorizado la publicacién del ma- nuserito de The Principles of History, Knox afirma en ese lugar: “No me he sentida justificado para imprimir mis que tres extractos que aparecen més adelante, como tercera parte, § 8, y quinta parte, §§ 3 y 6. Y atin éstos los he incluide con ciertas reservas, Estin escritos en la manera tltima de Collingwood, y en ocasiones el es- tilo y el temple desentonan algo con el resto del libro, Pero su inclusién sirve para redondear sus opiniones sobre la historia y para exponer con mayor detalle algu- nos puntos que en otras partes sélo se explican brevemente”. 18, INTRODUCCION DEL EDITOR embargo, atin es mas importante hacer notar que dichos Epilegé- menos contienen elementos que difieren bastante entre si, tanto por lo que se refiere a su fecha de redaccién (que abarca de 1935 a 1939) como a su cardcter. Se debe hacer especial hincapié en la naturaleza diferente y en los antecedentes, asimismo diferentes, de los distintos ensayos. Estos tiltimos estan integrados por con- ferencias, por ensayos publicados con anterioridad y por el pri- mer borrador de un libro que nunca fue terminado. La composi- cién de esos Epilegémenos se puede resumir como sigue: § 1. “La naturaleza humana y la historia humana”, publicado en 1936, . “La imaginacion hist6rica”, publicado en 1935. . “Evidencia histérica”, primer capitulo de The Principles of History, escrito en 1939. 4. “La historia como re-creacién de la experiencia pasada”, conferencias de 1936, § 5. “El asunto de la historia”, conferencias de 1936. § 6. “Historia y libertad”, parte del capitulo cuarto de The Prin- ciples of History, escrito en 1939. § 7. “El progreso como creacién del pensar histérico”, confe- rencias de 1936. am unun on 3. “IDEA DE LA HISTORIA”: INTRODUCCION Y partes [-]V Como su nombre lo indica, los Epilegsmenos no constituyen la parte principal de The Idea of History. El cuerpo principal de la obra esta integrado por las conferencias sobre filosofia de Ja historia que Collingwood impartié en 1936, las cuales versan sobre la his- toria de la idea de la historia, desde los griegos hasta el presente. Esta parte de las conferencias constarfa originalmente de 153 pagi- nas, en tanto que los “Epilegomenos metafisicos” tenian 41 paginas. Como ya lo dijimos, el manuscrito propiamente dicho se per- did. Lo tinico que se conservé de él fue el indice de contenido co- rrespondiente al segundo periodo escolar, asi como 24 paginas de cardcter més o menos ocasional. Adjunta a esas paginas se en- cuentra una nota de Knox, mas bien misteriosa, en la que se lee lo siguiente: “Pasajes de los ms. de The Idea of History no utilizados, INTRODUCCION DEL EDITOR 19 o utilizados de manera diferente, en la obra publicada”.6 Esto nos lleva a considerar la delicada cuestin de la forma en que se edité The Idea of History; y, en particular, las libertades que se tomaron al hacerlo. Debido a que ese asunto no se habia advertido antes, se justifica el tratarlo ahora con cierta minuciosidad. Antes de que Knox comenzara a trabajar en los manuscritos, en. su carta del 31 de marzo de 1945 dirigida a la Oxford University Press inclicd cémo concebia el proyecto: “Seré preciso un con- siderable trabajo de edicién —escribis—, con objeto de evitar re- peticiones, de ordenar el material en capitulos, etc., de eliminar el tono caracteristico de las conferencias, etc. Sera necesario reali- zar mas trabajo de edicién que el requerido por The Idea of Na- ture”. Una vez terminada su labor, Knox escribié el 31 de octubre de 1945: Incluso en estos momentos abrigo el sentimiento de que si conservo el libro a mi lado durante otros seis meses seguiré encontrando cosas que revisar, pero, considerdndolo en su totalidad, he Ilegado a la conclu- sién de que ya se encuentra listo para el impresor, y que hacer otras mejoras, lejos de dar por resultado una fiel reproduccién del todo, es apenas viable En un tono similar, Knox hace saber en su prefacio a la prime- ra edicién de The Idea of History que “como la mayor parte de los. materiales disponibles eran poco mas que un esbozo, el editor ha tenido la necesidad de intervenir mas en la preparacién de este libro que en The Idea of Nature” (p. v). El cuerpo principal del manuscrito se escribid en 1936, y estaba destinado a un curso que se repitis en 1937. Cuando Collingwood impartié sus cursos sobre esta materia, una vez mas en el periodo. escolar de 1940 con el titulo “La idea de la historia”, probablemen- te dejé a un lado los “Epilegémenos metafisicos” pues The Prin- ciples of History era un nuevo planteamiento del mismo tema.’ En las conferencias de 1940 el texto correspondiente a 1936 fue some- tido a algunas revisiones. No es facil evaluar la naturaleza de es- * Documentos de Collingwood de la Biblioteca Bodleyana, dep. 15. 7 En particular, en el tercer capitulo de la primera parte de The Principles of History, el concepto de “re-creaci6n” se analizaba de nuevo. En 1940 se modificé asimismo el titulo de las conferencias que en 1936 era “Conferencias sobre filoso- dela historia” por el de “La idea de la historia”. 20 INTRODUCCION DEL EDITOR tas ultimas en virtud de que sélo se conservaron unas cuantas pa- ginas, de cardcter circunstancial, del manuscrito. En su prefacio, Knox hace saber que Collingwood revis6 en 1940 una parte del manuscrito de 1936, “especialmente la seccién dedicada a Grecia y Roma”.§ Lo que no menciona es que la introduccién también fue alterada de manera considerable. Y es que no s6lo sobrevivieron las dos primeras paginas de la introduccidn de 1936, sino algunas mas que iban a continuacién (pp. 8-12), que difieren sustancial- mente de la introduccién de The Idea of History, la cual, en conse- cuencia, al parecer esta basada en las alteraciones que se hicieron en 1940. En efecto, el pasaje de apertura de Collingwood, donde se exponen los tres sentidos que tiene la expresion “filosofia de la historia”, es mas elaborado, y en él la naturaleza del conocimiento histérico se analiza de manera diferente de como se presenta en The Idea of History. Es muy probable que Collingwood haya cam- biado esta parte, pues en The Principles of History expone de nueve el tema. Puede concluirse, por lo tanto, que escribié una intro- duccidn revisada en 1940. Existen pruebas de que The Idea of Hisfory contiene pasajes de diversos escritos que se reunieron con objeto de formar secciones. Asi, por ejemplo, la pagina 8 que se conserv6 del manuscrito co- mienza como sigue: "La filosoffa de la ciencia ya no era una rama particular de la investigacidn filosdfica”. Este mismo pasaje se encuentra al final de la pagina 6 de The Idea of History; en la pagi- na 7, el pasaje en cuestién se reproduce hasta “Es preciso confor- marnos si, de las dos etapas, el presente estudio sdlo representa a la primera”. Después de esto, tres paginas del manuscrito pre- sentan omisiones; y, en ellas, entre otros asuntos, se analizan las diferencias existentes entre el proceso histérico y el proceso natu- ral. Luego Knox agrega lo siguiente: “Lo que aqui intento”, en tanto que las palabras “es una investigaciGn filos6fica acerca de la ® Entre los manuseritos figura un cuaderno que lleva el titulo de “Historiogra- fia”, con seis paginas de notas. En la pagina 2 esté escrito lo siguiente: "8 de marzo de 1940. The iden of History (notas destinadas a conferencias, al descubrir que los ms. que contenian los resultados de mis tiltimos 15 afos de trabajo han desapare- cido)” (Documentos de Collingwood de la Biblioteca Bodleyana, dep. 13). Después de esta observacién, encontramos un esboze hecho a grandes rasgos que se ase~ meja al marco de la primera parte de The Idea of History en el que se trata de la histo~ riografia grecorromana. Por lo tanto, es probable que el manuscrito al que se refiere Collingwood sea la seccidn correspondiente a Grecia y Roma de las conferencias de 1936, INTRODUCCION DEL EDITOR 21 naturaleza de la historia” hasta que acaba la frase (p. 7), se repro- ducen de nuevo a partir de la pagina 11 del manuscrito.” En otros casos, la mano de Knox resulta atin mas visible. Tene- mos, por ejemplo, una pagina del manuscrito (p. 19d) en la que es patente que fue escrita en 1940 (la caligrafia de Collingwood era notablemente diferente en esa época) y cuyo texto empieza desde la segunda mitad de la pagina 31 para proseguir hasta la primera mitad de la pagina 33 de The Idea of History. Sin embargo, el texto de ese libro presenta algunas alteraciones muy claras que debie- ron haber sido realizadas por Knox. Puede aseverarse con mayor certeza atin su intromisién en el texto por lo que se refiere al final de la pagina 41 y el inicio de la pagina 42 de The Idea of History, pasaje éste que proviene del manuscrito de 1936, pero que al final de la pagina 41 incluye algunas frases tomadas de una edicién que Collingwood hizo en 1940 (“Comienzo de la conferencia 9”). Asimismo, pueden encontrarse dos oraciones al principio de la pagina 46 de The Idea of History que proceden del afadido men- cionado. En la pagina 73 detectamos un claro ejemplo de la manipula- cién del texto por parte de Knox. El texto que figura en medio de esa pagina proviene de Ja pagina 68 del manuscrito de 1936. En esta Ultima, sin embargo, aparece un extenso pasaje entre la ora- cién que comienza con “Acontece, pues, que la escuela inglesa reorienté a la filosofia hacia lo histérico”, y la que comienza con “Alguna significacién, en efecto, debe tener el hecho de que un pensador tan resuelto y profundo haya abandonado los estudios hist6ricos en favor de los filosGficos..."" En dicho pasaje Colling- wood critica la concepcidn estatica ¢ inalterable de la naturaleza humana que suscriben Locke y Hume. “Una reorientacién radical de la filosofia hacia la historia —afirma Collingwood entre otras cosas— desecharia esas concepciones como reliquias del dog- matismo metafisico, y se reafirmarfa que nuestra condicién sdlo puede actualizarse en la condicién de los seres humanos aqui y ahora; y en que nattraleza Iwnana significa ‘naturaleza humana’ * Desde luego, es posible que esa nueva composicion se deba a la revision que Collingwood realizé en 1940. Sin embargo, los pasajes a los que nos referimos estin tomados de las paginas 8 y 11 de los manuscritos de 1936, Mis atin, en la pagina 8, “estas conferencias” ha sido remplazado por “este libro” en el ditimo manuscrito de Collingwood de 1940. 22 INTRODUCCION DEL EDITOR tal como nos es dado encontrarnos con ella”. Knox no sélo omitié este pasaje, sino que, con objeto de que el texto resultase mas flui- do, también efectué en €1 ciertos cambios y afadidos: “Acontece, pues, que la escuela inglesa reorienté a la filosofia hacia lo hist6- rico, aunque no se percaté de ello”, se convirtid en “Acontece pues que la escuela inglesa reorient6 a la filosofia hacia lo histéri- co, aunque considerada en su totalidad, lo hizo sin percatarse clara- mente de ello” (las cursivas son mias). Después de esa oracién, Knox afiadié: “De todos modos es claro que Hume advirtié esa circunstancia mejor que sus predecesores”. Al parecer apenas existe una relaci6n entre esto tiltimo y el pasaje que omitié.” Entre los manuscritos existe una pagina en la que figuran am- bas versiones, la de 1936 y la de 1940. De lo que ahi se trata es de la relacién existente entre Hegel y Kant, cuestién que se reprodu- ce en la pagina 121 de The Idea of History. En 1940 Collingwood pegé una nueva versién sobre la segunda mitad del texto de 1936; de modo que, en este caso, estamos en condiciones de evaluar lo que Knox hizo con el texto. Asi, resulta sorprendente que la se- gunda mitad de la pagina 121 de The Idea of History es, de hecho, un replanteamiento de Knox de la versién de 1940. Resulta tam- bién curioso que unas paginas mas adelante (p. 123) Knox repro- dujo —con algunos cambios menores— una parte de una pagina subsecuente que provenia del manuscrito de 1936. Y es que la pa- gina 123 forma parte del parrafo sobre Hegel y Marx (tercera parte, § 8), y ya hemos visto que ese parrafo se tomé del cuarto capitulo de The Principles of History. Lo que significa que, en este caso, lo que se publicé fue una labor de retaceria hecha a partir de los manuscritos de 1936 y de 1939. Asimismo, debe sefalarse que apenas resulta creible el comen- tario que hace Knox en su prefacio (p. vu), segtin el cual la cuarta parte, § 1 (Iv) (sobre Bury) se basé en la resefia que Collingwood hizo de un libro, en calidad de colaborador para la English Histo- rical Review, pues en realidad no existe correspondencia alguna con el texto original de la resefia. Si tomamos en cuenta consi- ® Debe considerarse la posibilidad de que Collingwood haya omitido el pasa- je que se referia a l mismo en la revisién de 1940. Sin embargo, la pagina 68 del manuscrito de 1936 se inicia con “las nubes de la duda, pero que por si sola la na- este pasaje es tomado por Knox en la pagina 73 de The Idea of His- tory, hasta que finaliza el parrafo. Mas ain, la pagina 68 del manuscrito incluye una palabra que Collingwood aftadié en 1940 (susfancialistanente). INTRODUCCION DEL EDITOR 23 deraciones como la que acabamos de hacer, ciertamente parece haber razén para dudar de que Knox haya sido siempre tan es- crupuloso como sera de desear en su labor de edicién de The Idea of History. 4, “THe Ipga oF History”: BE PREFACIO DB KNox En alguna ocasién Collingwood resefAé un libro que fue editado por una tercera persona y publicado hasta después de su muerte. Al concluir su labor, Collingwood comenté: “Fue una tarea que requirié mucho trabajo y, como resulta evidente, tacto y juicio [...]; pulir un manuscrito inconcluso que no ha salido de nuestra mano es una tarea que nadie deberfa emprender a no ser como una tarea de amor”."' Podria decirse exactamente lo mismo de la publicacién pdéstuma de su libro The Idea of History. En calidad de devoto discipulo y amigo de Collingwood, Knox consideré deber suyo editar este libro junto con The Idea of Nature. Era como ren- dirle el iltimo homenaje a quien apreciaba enormemente como persona y como maestro. El prefacio de Knoxa la primera edicién de The Idea of History no slo manifestaba esto tltimo, sino que también debe considerarse un intento de rescatar a Collingwood de un posible olvido. Debido a que en el momento en que apare- cid la obra no se conocfan con suficiente amplitud diversos aspec- tos de las ideas de Collingwood y de su trayectoria, la exposicién que de ellas ofrecié Knox Ieg6 a ejercer gran influencia y a servir como punto de partida de la mayor parte de las subsecuentes in- terpretaciones de ellas. Si tomamos en cuenta la bibliografia que sobre Collingwood ha aparecido durante las tltimas décadas, y las pruebas de que hoy disponemos gracias a sus manuscritos, tendremos raz6n para creer que el cuadro que Knox ofrece en su prefacio es, mas bien, de naturaleza idiosincrdsica; por lo que es preciso formular algunas preguntas al respecto. Las opiniones de Knox que ejercen mayor influencia son las que se refieren a la trayectoria filoséfica de Collingwood. A su jui- cio, las obras de este tiltimo podrian clasificarse en tres grupos: 1 R,G. Collingwood, resefia de la obra de $. Dill, Romar Society i Gaul in the Merovingian Age, Londres, 1926, Antiquity, r, 1927, p. 117. ery INTRODUCCION DEL EDITOR El primero esta integrado por lo que él llegé a considerar como sus obras de juventud, Religion and Philosophy [Religién y filosofin} (1916) y Speculim Mentis (1924). El segundo se inicia con Essay on Philosophical Method [Ensayo sobre el método fitosdfico] (1933), prosigue con The Idea of Nature (que data, salvo por la conclusién, de 1934), y finaliza con The Idea of History Uden de ta historia} (que data, en gran parte, de 1936). El tiltimo grupo comprende Autobiography (1939), Essay on Me- taphisics (1940) y The New Leviathan (1942). The Principles of Art (1938) tendria afinidad, en parte, con el segundo grupo; y, en parte, con el ter- cero [p. vil]. A Knox lo colmaba de admiracién lo que Collingwood habia escrito durante su “segundo periodo” (1933-1936): en su opinién, Collingwood estaba entonces en el cenit de sus facultades, de lo que constituye un ejemplo en particular la obra An Essay on Phi- losophical Method. Sin embargo, entre 1936 y 1938 la trayectoria de Collingwood sufrié un cambio radical que, segtin Knox no fue, en absoluto, positivo. A juicio de este tiltimo, lo que resulté especial- mente desafortunado fue que Collingwood adoptara una moda- lidad dogmética del escepticismo y del historicismo. Este hecho se advierte de manera especial en Autobiography y en An Essay on Metaphysics. A Knox lo indigné singularmente que en esas dos obras todo el conocimiento se redujera a la historia; y —citando sus notas preparatorias para The Principles of History— el que in- cluso “la filosofia como disciplina independiente fuera liquidada para ser transformada en historia”. Knox asegura tener “pruebas documentales” de que, en contraste con la oposicién recién des- crita, en 1936 Collingwood “segufa creyendo en la posibilidad de la metafisica como estudio independiente, del todo distinto de la historia” (p. x). (Esta aseveracién se encontraria en una carta que Collingwood le dirigié a Knox.) Aun cuando muchos intérpretes posteriores han suscrito la idea de Knox de que en la trayectoria de Collingwood tuvo lugar una “conversi6n radical”, otros, como L. Rubinoff y L. O. Mink, han hecho hincapié en 1a unidad constitutiva del pensamiento y de la trayectoria de Collingwood. No deseo ahondar més sobre este asunto; sélo me referiré a la circunstancia que, en la opinién de Knox, resulté decisiva en el supuesto cambio de rumbo de las ideas de Collingwood: su enfermiza condicién, que se convirtié en un problema desde 1932 y que lo llevé a sufrir una serie de ata- INTRODUCCION DEL EDITOR 25 quesa partir de 1938. Konx sugiere que la enfermedad dai el jui- cio de Collingwood, que se manifestaba en una forma extrema y dogmiatica de historicismo, asi como en un estilo que, en ocasio- nes, resultaba en exceso apasionado, e incluso, podria decirse, fanfarrén. Pero ahora que ya disponemos de los manuscritos de Colling- wood, la posicién de Knox resulta insostenible, Respecto de la po- sible influencia de la enfermedad de Collingwood, ante todo de- berd observarse que se inicié en una fecha anterior a la que Knox sefala. Todo comenzé con las complicaciones que siguieron a la varicela que Collingwood contrajo en abril de 1931. Estuvo gra- vemente enfermo durante un aio entero; por lo que en el primer periodo escolar de 1932 pidié licencia para ausentarse.'? En se- gundo lugar, An Essay on Philosophical Method no fue terminado, como dice Knox, en la primavera de 1932, sino hasta mas de un. ano después, de modo que esa obra se escribié después del pe- riodo de gravedad y no antes, como propone Knox. Ya que éste valora enormemente An Essay on Philosophical Method, e incluso lo considera el libro mas importante de Collingwood, el hecho men- cionado echa por tierra su afirmacién de que el juicio de Colling- wood estaba danado por su enfermedad. No obstante, tal afirma- cién queda invalidada, aun con mayor contundencia, por el hecho de que el ailtimo libro de Collingwood, The New Leviathan, a pe= sar de haber sido escrito cuando su autor estaba en peores condi- ciones, no presenta signos (excepto en la tiltima parte) de un mer- mado dominio en la materia: el fil6sofo de la politica E. Barker, en su resefa de la obra observa incluso que “no podrfa ofrecerse me- jor pensamiento que el que encontramos en las dos primeras par- tes de The New Leviathan”.\5 La insinuacién de Knox de que el pensamiento de Collingwood fue afectado por su estado de salud también se puede rebatir, des- de luego, pues no resulta nada clara la relacién de la gravedad de Collingwood con su decisién de adoptar un punto de vista histo- ticista y eseéptico en extremo. En cuanto a este tiltimo aspecto, es "A propésito de esto, Knox afirma en su prefacio a The Idea of History: “En ese entonces no se tuvo conciencia de que esto era el principio de la enfermiza con- dicién contra la que tendria que luchar heroicamente durante el resto de su vida” (pexni)s 8 Oxford Magazine, 4 de febrero de 1943, p. 163. 26 INTRODUCCION DEL EDITOR pertinente hacer notar que los manuscritos exhiben pruebas de que, por una parte, Collingwood estaba muy consciente, en sus ultimos afos, de los peligros que encierra la postura del escepti- cismo extremo;" y de que, por otra parte, antes de 1936 habria desarrollado ya algunas ideas sobre metafisica que constituian una clara prefiguracién de lo que mas tarde expuso en An Essay on Metaphysics. Por tiltimo, es preciso que hagamos una observacidn a propé- sito de un pasaje que ha sido citado a menudo por varios intér- pretes de Collingwood, y que, en consecuencia, ha ejercido bas- tante influencia en la interpretacién de sus ideas. Knox sostiene que “en un manuscrito con fecha de 1936” Collingwood afirma lo siguiente: San Agustin vio la historia romana desde el punto de vista de los pri- meros cristianos; Tillemont lo hizo desde la perspectiva de un francés del siglo xvi; Gibbon, a partir del enfoque de un inglés del siglo xvi, y Mommsen desde su situacién de aleman del siglo xx, No tiene sen- tido preguntar cual era el punto de vista correcto. Cada perspectiva era el kinico punto de vista posible para quien lo adopts [p. xu} El aspecto del status del pasaje anterior reviste cierta importan- cia, pues se recurre a él con frecuencia para fundamentar el su puesto de que Collingwood era a la vez historicista y relativista. El pasaje en cuestién no figura en los manuscritos. Cuando inte- rrogué a Knox al respecto, me hizo saber que ese pasaje formaba parte de una carta que Collingwood le escribié. Sin embargo, esas Ifneas no aparecen en la correspondencia que Collingwood man- tuvo con Knox y que forma parte de los documentos de este tilti- mo, depositados en la St. Andrews University Library. 4 En efecto, cuando Collingwood estaba gravemente enfermo, es decir, cuando estaba escribiendo The New Leviathan, no dio muestras de sostener un punto de vista historicista y escéptico. 'S Es interesante que en el ensayo “The Philosophy of History” [“La filosofia de la historia] de 1930 Collingwood analiza la misma cuestion con las siguientes palabras: “Cada cual aporta su propia mente al estudio de la historia, y se aproxi- ma aella desde un punto de vista que es caracteristico de él y de su generacién”’ Sin embargo, comenta al respecto: “no por ello se reduce la historia a algo arbi- trario o caprichoso, Ella sigue siendo genuino conocimiento” (W. Debbins (comp.) R.G. Collingwood: Essays in the Philosophy of History, Austin, 1965, pp. 138-139. [Exis- te versién en espanol, publicada por Seix Barral, en 1970.])- INTRODUCCION DEL EDITOR 7 5. La RECEPCION DE QUE FUE OBJETO “THE IDeA oF History” El gran interés en los diversos aspectos del pensamiento de Col- lingwood que existe en nuestros dias, no siempre se manifestd en el pasado. Por el contrario, mientras que en vida se le escatimé a Collingwood un justo reconocimiento como filsofo, y se le solia adosar la etiqueta de “idealista” pasado de moda, después de su muerte todo indicaba que su obra serfa relegada al olvido. Fue la publicacién de The Idea of History lo que en gran parte evité que corriera esa suerte. Y es que casi inmediatamente después de su aparicion en 1946, ese libro se convirtié en un poderoso foco de atenciGn, que se fortalecié con el paso del tiempo. Resulta extra- famente irénico que Collingwood, quien en vida habia publicado una enorme cantidad de trabajos, obtuviera gran parte de su fama después de su muerte; y ademas, como consecuencia de la publi- cacién de un libro que es, de hecho, una labor de retaceria inte grada por conferencias, obras publicadas con anterioridad y frag- mentos del primer borrador de The Principles of History. Podria dedicarse todo un volumen a la historia de la recepcién, de que fue objeto The Idea of History y al andlisis de los distintos puntos de vista que sobre esa obra se han expresado. Dicho tra- bajo no sélo tendria un valor intrinseco, sino que también consti- tuiria un elemento esencial de una historia general de la filosoffa de la historia después dela segunda Guerra Mundial. Y es que no serfa exagerado afirmar que en lo que a ese periodo se refiere, di- ficilmente podria hablarse de un estudio en la materia —al menos en el mundo angloparlante— en el que la aportacién de Colling- wood no fuera tema de discusién, de una u otra manera. No es facil precisar la raz6n por la que The Idea of History atrajo. la atencién de manera tan inmediata después de haberse publi- cado. Una posible explicacién podria ser que su aparicién coinci- did con el surgimiento del interés generalizado hacia la filosofia de la historia durante los afios posteriores a la segunda Guerra Mundial; interés, a su vez, generado en parte por obras como el Estudio de la historia de A. Toynbee y La sociedad abierta y sus enenti- gos de K. Popper. Como resultado de su publicacién, la importancia que revestia 28 INTRODUCCION DEL EDITOR The Idea of History fue objeto de un reconocimiento inmediato tanto por parte de los historiadores como de los filésofos. Aun cuando, como era légico, los comentarios mas pormenorizados se debieron casi exclusivamente a los filésofos, los primeros estudios de Ja obra fueron escritos —lo que no deja de ser interesante— por historiadores. Por ejemplo, M. Beloff, en una resefia intitula- da “The Historians’ Philosopher [“El fil6sofo de los historiado- res”], afirma que no “ [podria] concebirse mejor introduccisn a los estudios histéricos que una combinacién de Autobiography y de esta tinica obra”. Aun cuando A. L. Rowse no suscribfa integra- mente las opiniones de Collingwood, afirmé que The Iden of His- tory era, “a pesar de sus defectos [...] una de las obras mas impor- tantes de cuantas se habian consagrado al tema”.”” Resulta comprensible que los historiadores se interesaran ma en las cuatro primeras partes de The Idea of History, porque en ellas se expone una panordmica hist6rica de la idea de la historia. Por su parte, los filésofos centraron su atencién casi exclusiva- mente en los Epilegomenos. La primera vez que se someticron a discusién algunos aspectos de las idea de Collingwood fue du- rante una sesién en la que participaron conjuntamente la Aristo- telian Society y la Mind Association en julio de 1947.'* Desde entonces hasta el dia de hoy ha sido incesante el flujo de publica- ciones sobre la filosofia de la historia de Collingwood. En los afios cincuenta, en especial por las aportaciones de W. H. Dray y de A. Donagan, el anilisis filoséfico de la obra de Collingwood se hizo cada vez mas minucioso y complejo. A pesar de que esto constitu- y6 un enorme avance en cuanto a la comprensién de las ideas de Collingwood, también tuvo como consecuencia que fueran conta- dos los historiadores que estaban en condiciones de participar ac- tivamente en los debates ubicados en los niveles mas elevados del dlisis filoséfico. Una de las tesis principales de la filosofia de la historia de Col- lingwood es la que se refiere a la estrecha relacién que existe entre Ja historia a parte objecti, es decir, el proceso histérico, y la historia 4@ parte subjecti, o sea, el pensamiento del historiador. En relacién ' Time and Tide, 28 de septiembre de 1946. ¥ Swirday Times, 29 de septiembre de 1946. ‘© “Explanation in History and Philosophy”, Aristotelian Society, suplemento del vol. 21, 1947, pp. 33-77. INTRODUCCION DEL EDITOR 29 con estos dos aspectos, Collingwood propuso nuevas posturas —no s6lo en The Idea of Hisfory, sino también en Autobiography— que han sido objeto de gran interés. En la primera de ellas Col- lingwood afirma que toda la historia debe considerarse como his- toria del pensamiento; en la segunda asevera que la historia es esencialmente la re-creacién del pensamiento del pasado. Al principio, las reacciones que esas doctrinas propiciaron fue- ron predominantemente criticas. Por lo que respecta a los histo- riadores, la raz6n principal de su critica era que al concebir toda la historia como historia del pensamiento, ésta actuaba como idea directiva de la investigacién histérica; y, como tal, la consideraban inadecuada para su practica. En efecto, a esa idea suele rechazar- sela como una limitaci6n inaceptable a las actividades de los his- toriadores, por lo que se la considera, en el mejor de los casos, como el producto de una teoria filoséfica presumiblemente extra- vagante. El supuesto defecto de la teoria se conereta especifica- mente en los siguientes puntos: se afirma que su intelectualismo es por demas manifiesto, de modo que no tiene la capacidad de tomar en cuenta los aspectos menos racionales de los actos hu- manos; y que tampoco puede ofrecer una explicacién de la histo- ria social y econémica en la medida en que el interés de ésta se di- rige a los conglomerados o grupos y a la conducta de las masas, més que a los actos individuales. La doctrina de la re-creacién corrié, de entrada, una suerte si- milar por cuanto fue objeto de comentarios predominantemente criticos; ya que al principio también se interpreté desde un enfo- que metodolégico; esta vez en calidad de idea directriz, cuyo ob- jetivo se cifraba en adquirir conocimiento del pasado. Se pensaba que la postura de Collingwood implicaba que el conocimiento his- t6rico era la unica via por la que podia establecerse contacto di- recto con el pasado, lo que muchos criticos interpretaron como una modalidad de intuicién. En términos generales, esos eriticos argumentaban que la propuesta de Collingwood consistia en una teoria subjetivista de la verdad. Semejante teoria no se basaba en inferencia alguna y no era critica; y, por lo que a ellos concernia, tampoco tomaba en cuenta el conocimiento en general. Podria decirse que la doctrina que afirma que toda la historia es historia del pensamiento constituye, junto con la doctrina de la re- creacién, el nticleo de la filosofia de la historia de Collingwood. 30 INTRODUCCION DEL EDITOR Claro esta que los comentarios sobre ambas doctrinas tienen im- plicaciones de mucho mayor alcance. Asi, por ejemplo, podria- mos referirnos a la naturaleza del pensamiento, a la relacién entre pensamiento y accién, 0 al papel que en la historia desempefian las condiciones objetivas. De manea mas general, y en lo que se refiere a esas cuestiones, también podria sefialarse la importancia intrinseca que, para la explicacién histérica, tiene de suyo la re- creacién. Sobre estos temas se ha ido multiplicando una biblio- gtafia que estd lejos de menguar. Cuando se pasa revista a las interpretaciones de las ideas de Collingwood, no puede menos que restilltar impactante su diver- sidad, ocasionalmente erratica; pero ademas —y sobre todo— su discrepancia, que en algunas ocasiones resulta notable. Por ejem- plo, en cuanto a la posibilidad de un conocimiento histérico obje- tivo, las principales posturas que destacan en esto se le han atri- buido a Collingwood. De 61 se ha dicho que “crefa patéticamente ena posibilidad de un conocimiento incuestionable” ” que even- tualmente coqueteaba “con un relativismo completo”?? ademas de que sostenia que las reconstrucciones del pensamiento del pa- sado son rectificables y, en cierto sentido, hipotéticas”.?! De mane- ra similar, uno de sus intérpretes establece que la doetrina de la re-construccién “debe [...] conducir inevitablemente al escepti- cismo” ” mientras que otro afirma que la teoria de la historia de Collingwood “obedece al designio de responder al escepticismo en loconcerniente a la posibilidad del conocimiento histérico”;* en tanto que un tercer intérprete argumenta que “el andlisis de Col- lingwood no se proponia mostrar que una re-creacién explicativa particular pudiese alguna vez estar fuera de duda o ser conclu yente en ningtin sentido definitivo”.*4 También puede uno encon- trarse con las mas singulares contradicciones. Por ejemplo, uno de sus intérpretes considera a Collingwood dualista y le imputa © G. J. Reiner, History: Its Purpose and Methods, Londres, 1960, p. 21 ® D.M. Mackinnon, resefia de Tie Iden of History para el Journal of Theological Studies, nim. 48, 1947, p. 252. 4 A, Donagan, “The Verification of Historical Theses”, Philosophical Quarterly, ntim, 6, 1956, p. 200. 2M. Mandelbaum, resefia de The Idea of History para el Journal of Philosophy, nim, 44, 1947, p. 187. 2 J. W. Meiland, Scepticism: and Historical Knowledge, Nueva York, 1965, p. 63. * R. Martin, Historical Explanation: Re-enactment and Practical Inference, Whaca, Nueva York, 1977, p. 57. INTRODUCCION DEL EDITOR 31 “su adhesién a una metafisica ofensivamente calificada por G. Ryle como “el dogma del fantasma en la méquina’”®’ en tanto que otro intérprete se refiere al “monismo de Collingwood”, afiadiendo que es “similar al de Ryle, aunque quizd todavia més radical” 2 eCual podria ser la raz6n de esta impactante y en algunas oca- siones sorprendente diversidad que caracteriza a las interpreta- ciones de las ideas de Collingwood; diversidad, ciertamente poco comin —al menos como ésta— en la historia de la filosofia, y a la que W. H. Walsh ha denominado, con algunas reticencias, “un curioso episodio en la historia de las ideas”? Lo anterior puede explicarse con varias razones. En primer lu- gar, debera recordarse que no fue sino hasta el final de su vida que Collingwood hizo el intento de saldar cuentas, definitiva- mente, con sus ideas en torno a la filosofia de la historia. Aun cuando se ocupé del tema durante muchos aftos (punto este sobre el que abundaremos en el momento oportuno), sus publicaciones al respecto fueron lo bastante escasas y dispersas como para ha- ber atraido demasiada atencién. Hemos visto cémo fracasé su proyecto de ver publicados en dos voltimenes (The Idea of History y The Principles of History) sus pensamientos sobre filosoffa de la historia. En segundo lugar, la desconocida existencia de los ma- nuscritos inéditos de Collingwood —de los cuales los mas impor- tantes tratan sobre filosofia de la historia— constituyé uno de los principales impedimentos para la interpretacién de sus ideas. Desde luego, no puede culparse a los intérpretes de Collingwood de las circunstancias adversas relacionadas con la inaccesibilidad alos manuscritos; pero debe competerles alguna responsabilidad por el hecho de que las publicaciones de Collingwood, tanto las relativamente escasas sobre filosofia de la historia como algunas otras relevantes por su vinculacién con este tema, no fueron su- ficientemente tomadas en cuenta. En relacién con las tltimas, podriamos referirnos por ejemplo a The Principles of Art donde Collingwood expone su filosofia de la mente. Fue L. O. Mink, en su obra Mind, History, and Dialectic [Mente, historia y dialéctica] (1969), quien analizé por primera vez de manera explicita la im- J. Cohen, “A Survey of Work in the Philosophy of History, 1946-1950", Philosophical Quarterly, nim. 2, 1952, p. 173. % Pp. Skagestad, Making Sense of Histo! wood, Oslo, 1975, p. 66. The Philosophies of Popper ad Colling- 32 INTRODUCCION DEL EDITOR portancia que la filosofia de la mente de Collingwood tiene para una mejor comprensién de su filosofia de la historia. Existe también una vertiente positiva en la acogida que tuvo la filosofia de la historia de Collingwood. Cuando se revisa tal re- cepcidn, resulta evidente que en ella no todo es confusidn, sino que es posible discernir la progresidn racional que presenta la forma en que se han desarrollado los argumentos de los comen- taristas. Este es especialmente el caso de la doctrina de la re-crea- cidn, la cual es, por mucho, el aspecto de la filosofia de la historia de Collingwood que se ha analizado més profusamente. Hemos visto que al principio esa doctrina se interpreté y por ende, se criticé como si fuese una metodologia que implicara fa- cultades intuitivas por parte del historiador. En 1956 esa “habi- tual interpretacién” fue objeto de la minuciosa critica cabalmente realizada por A. Donagan,” quien sostuvo que la doctrina de la re-creacién no deberfa considerarse una receta metodolégica cuya finalidad seria adquirir conocimiento histérico, sino una respues- taa la pregunta filosdfica sobre la posibilidad de ese conocimien- to. La postura anterior no tardé en ser respaldada por W. H. Dray;* sin embargo, este ultimo también desarrollé a partir de esa hipd- tesis basica una interpretacién propia, a saber: que la compren- sién mediante la reformulacién del pensamiento pasado deberia considerarse como el seguimiento de un argumento practico en el que puede reconocerse una necesidad racional. Dray elaboré de- talladamente este punto de vista en su famosa obra Lacs and Ex- planation in History [Las leyes y la explicacién en la historia] (1957), donde opone un “modelo de explicacién racional” al “modelo no- molégico” del positivismo. Por lo tanto, podria afirmarse que en virtud de ese estudio, las ideas de Collingwood lograron, por pri- mera vez, ejercer su influjo en uno de los puntos mas debatidos en la filosofia de la historia. Después de que Donagan y Dray hicieran sus aportaciones, la interpretacién metodoldgica de la doctrina de la re-creacién, en especial por lo que se refiere a su versién intuitiva, ha ido per- 2 A. Donagan, “The Verifica nim, 6, 1956, pp. 193-208. 2 W. H. Dray, Laws and Explanation in History, Oxford, 1957, p. 128; “R. G. Collingwood and the Acquaintance Theary of Knowledge”, Rewue iterationale de philosophic, u, 1957, pp. 420-432; “Historical Understanding as Re-thinking”, Uni- versily of Toronto Quarterly, ntim. 27, 1958, pp. 200-215. tion of Historical Theses”, Philosophical Quarterly, INTRODUCCION DEL EDITOR 33 diendo terreno incesantemente. En la actualidad, todos los estu- dios serios sobre Collingwood rechazan esa interpretacién y to- man como punto de partida la interpretacién filosdfica. Asf, lo que una vez fue un punto de vista “alternativo” ha legado a eri- girse en el punto de vista “habitual”. Bajo una mirada retrospec- tiva es indudable que este hecho puede calificarse como un avan- ce, ya que los manuscritos de Collingwood, ahora publicados en el presente volumen, establecen de manera concluyente que su doctrina de la re-creacién debe, en realidad, considerarse como la respuesta a una cuestién de cardcter filosdfico y no metodolégica. Los manuscritos ademas ponen de manifiesto que Collingwood desarrollé ideas precisas sobre la metodologia de la historia, ideas que tienen similitud con las que encontramos en The Idea of His- tory, en especial en los ensayos intitulados “La imaginaci6n histé- rica” y “La evidencia del conocimiento histérico”. Los debates en torno a la filosofia de la historia de Collingwood han sido debilitados por la interpretaci6n metodolégica de la doc- trina de la re-creaci6n. Al disminuir la influencia de esta interpre- tacién, el concepto de re-creacién queda en condiciones de ser abordado de manera mis fructifera. Los comentarios més recien- tes ponen de manifiesto que asi ha sucedido, y que las opiniones de Collingwood sobre la légica del uso de preguntas y respuestas, y sobre la evidencia histérica, sin excluir, empero, sus mas impli- citas apreciaciones a propésito de su experiencia como arqueé- logo e historiador, han ido ganando paulatinamente la atencién que merecian. 6. EL DESARROLLO DE LA FILOSOFIA DE LA HISTORIA, DE COLLINGWOOD: INTRODUCCION Cuando Knox comienza su prefacio a The Idea of History con las palabras “Durante los seis primeros meses de 1936 escribié Col- lingwood treinta y dos conferencias sobre The Philosophy of Histo- ry [La filosofia de ta historia]”, su informacién es correcta; y, sin em- bargo, resulta desorientadora. Knox no menciona que, de hecho, Collingwood ya habia impartido anualmente conferencias sobre filosofia de la historia, de 1926 a 1931. Esto significa que las confe- rencias de 1936 no constituyeron las primicias del pensamiento de 34 INTRODUCCION DEL EDITOR Collingwood acerea de la historia, sino que ese pensamiento con- taba ya con una trayectoria propia de por lo menos 10 afios. Las conferencias de 1926 y de 1928 figuran completas en los manus~ critos. Su importancia reside en que constituyen las dos versiones en las que Collingwood desarrollé, por primera vez y de mane- ra explicita, su filosofia de la historia. En respuesta a una pregun- ta que el autor de estas lineas le formuld a Knox, éste argumen- t6 no haber utilizado tales conferencias en su edicién de Tie Idea of History debido a que ignoraba su existencia. Lo anterior es plausible, pues los manuscritos no figuran en la lista de los titu- Jos que la Oxford University Press le envi a Knox para que él los examinara. La reproduccién de las conferencias de 1926 y de 1928 es una primicia de la presente edicién revisada de The Idea of History. Sin embargo, antes de abordarlas es preciso ubicarlas en el contexte pertinente, lo que implica que debemos explayarnos en cuanto a la evoluci6n de las ideas de Collingwood acerca de la historia. Por lo que respecta a esa evolucién en general, la atencién suele cen- trarse en la tesis de la “conversién radical” que Knox postula en su prefacio a The Idea of History. Como ya hemos comentado antes algo sobre este postulado, aqui nos limitaremos a exponer la evo- lucién del pensamiento de Collingwood sobre la historia. Este tema debera considerarse al margen de la discusién acerca de la supuesta “conversién” de Collingwood en 1936. En Autobiography, escrita en 1938, Collingwood ofrece una vivi- da deseripcién de la evolucién de su pensamiento. Aun cuando algunos comentaristas, influidos en parte por la interpretacién de Knox, han puesto en entredicho su verosimilitud, creo que el re- Jato de Collingwood es totalmente digno de confianza. En par- ticular, no hay razén para dudar de que, en lo fundamental, es correcta su tan a menudo citada afirmacién: “El trabajo de mi vida, hasta este momento, tal como la veo desde mis cincuenta afios, ha sido principalmente un intento por producir un rappro- chemrent [acercamiento] entre filosofia e historia” (p. 77). Tanto el relato que ofrece de su controversia con la postura realista como las ensefanzas que le brind6 su experiencia como arqued- logo pueden considerarse una demostracién de ese rapprochement [acercamiento]. Las publicaciones de Collingwood y los manus- critos que se conservaron ejemplifican de igual manera la estrecha INTRODUCCION DEL EDITOR 35 relacién que en su pensamiento guardaban entre s/ la filosofia y la historia. Cuando se analizan los vinculos entre la filosofia y la historia en el pensamiento de Collingwood, ambas disciplinas deberén, desde luego, tomarse en serio. Muchos comentaristas han desde- fiado ese aspecto dual de la filosofia de la historia de Colling- wood, al grado de que una de las tesis principales de Aulobiogia- phy no ha logrado ser comprendida. En relacién con lo anterior, cabe también sefalar que Collingwood ejercié su actividad tanto en el campo de la arqueologia como en el de la historia. La Bre- tafia romana fue su especialidad, demarcacidn esta en la que re- sulta innegable la imposibilidad de separar tajantemente la labor hist6rica de la labor arqueolégica. No obstante, se trata de disci- plinas diferentes, y si se alude sélo a una de ellas, en relacién con las actividades de Collingwood, como pasa en ocasiones, pueden generarse tergiversaciones al respecto. Este es uno de esos casos, debido a que la practica académica, que ahora difiere notablemen- te de la que se aplicaba después de la muerte de Collingwood, de- signa a la arqueologia y a la historia como disciplinas académicas independientes. Ahora bien, aun cuando Collingwood se refiere alternativamente a la historia y a la arqueologia, en realidad su labor discurrié por la triple vertiente de la filosofia, la historia y la arqueologia, motivo por el cual la naturaleza del acercamiento entre esas tres disciplinas se vuelve atin mas compleja. Por otra parte, aunque Collingwood es conocido en nuestros dias sobre todo como fildsofo, no sucedié lo mismo cuando atin vivia. Y es que en el clima filos6fico que imperaba en Oxford en el periodo de entreguerras, Collingwood era, en mayor 0 en me- nor medida, una figura aislada. Como bien lo hace notar S. Toul- min en su introduccién a Autobiography, “el problema era, en par- te, que Collingwood necesitaba un Ambito mas amplio del que la Oxford le ofrecfa en su tiempo”, Podria decirse que su aislamien- to era deseable no s6lo por la cada vez mayor renuncia de Col- lingwood para aceptar el realismo ahi imperante, sino también por su interés en la dimensidn histérica de la filosoffa y en fil6so- fos continentales como Vico, Hegel, Croce y Ruggiero. El aprecio de que ha siclo objeto la labor de Collingwood como historiador y como arqueélogo es de indole muy diferente. En efecto, mientras vivi6, su reputacién de experto sehero en la Bre- 36 INTRODUCCION DEL EDITOR tafia romana y en los intrincados problemas relacionados con el muro de Adriano no conocid opositor. Ademas de numerosos ar- ticulos y resefias que versaban sobre esos temas, Collingwood pu- blicé las siguientes obras: Roman Britain [La Bretaiia romana] (1923, revisada en 1932), el manual intitulado The Archaeology of Roman Brifain [Arqueologia de la Bretafia romana] (1930), y la primera parte de Roman Britain and the English SetHements [La Bretaiia romana y los asentamientos ingleses] (1936). Debemos mencionar asimismo la obra péstuma Roman Inscriptions of Britain, 1. Inscriptions on Stone [nscripciones romanas de Bretatia, i. Inscripciones lapidarias] (1965), a Ja que dedicé muchos afios de trabajo. Aun cuando a la larga Col- lingwood llegé a ocupar la prestigiada cétedra de profesor Wayn- flete de filosofia metafisica en la Universidad de Oxford a partir de 1935, ya con anterioridad él estaba al tanto de que su obra era objeto de apreciaciones encontradas. El 4 de octubre de 1927 le escribid lo siguiente a su amigo, el filésofo italiano Ruggiero: Estoy escribiendo higubremente. Durante cuatro meses he estado in- merso en estudios histéricos, y es ahi donde me encuentro entre ami~ gos y colaboradores benévolos; el retorno a Ia filosofia significa reto- mar una labor sobre la cual cada vez soy mas consciente de que soy un proscrito.2? De esa palabras se desprende claramente que, ademas de su la- bor como filésofo, el desempefio de Collingwood como histo- riador y como arqueélogo no debe tomarse a la ligera. De ello te- nemos un buen ejemplo en la manera en que, en Autobiography, critica vigorosamente la falta de conciencia histérica y, en conse- cuencia, la deficiente epistemologia de los realistas. Collingwood nos hace saber de qué manera utilizaba su practica arqueolégica como un “flaneo de ataque” a la postura realista; y como un “la- boratorio” donde mostraba el modo de concebir la historia de la fi- Josofia. Ahi también se refiere a su principio de no incurrir en la “exeavacin a ciegas”; lo que antafio habia sido practica comtin cuando se excavaba obedeciendo a la curiosidad, a la nostalgia, e incluso al deseo de hallar un tesoro. En contra de esto, Colling- wood solfa hacer hincapié en la importancia que tenia la excava- cién “cientifica”, guiada por el principio metodolégico de nunca * Documentos de Collingwood de la Biblioteca Bodleyana, dep. 27. INTRODUCCION DEL EDITOR 37 dirigirse a un sitio sin tener en mente una pregunta especifica. Este fue el principio que Collingwood generalizé en su logica de preguntas y respuestas —el llamado enfoque baconiano—, al que sobre todo consideré como el sello distintivo de la ciencia, incluida la historia. 6.1, La evolucién de ta filosofia de la historia de Collingwood: 1925-1930 La relacidn entre filosoffa ¢ historia en el pensamiento de Colling- wood también se puede considerar desde otro punto de vista. Las caracteristicas principales de esa relacién pueden encontrarse en sus publicaciones: desde Spectliun Mentis (1924) hasta el ensayo intitulado “The Philosophy of History” (1930). En Speeulun Men- tis Collingwood establece una distincidn entre arte, religién, cien- cia, historia y filosofia como “formas de experiencia”. Estas se analizan en sus mutuas relaciones, donde cobra expresién un des- arrollo dialéctico en el que lo que permanece implicito en un nivel se explicita en el siguiente, hasta culminar en la filosofia. Sin em- bargo, cada una de esas formas de experiencia obedece a su vez a un desarrollo que le es propio. Por lo que se refiere a la historia, Collingwood destaca que, en tiltima instancia, ella desemboca en la ciencia de la historia tal como ésta Ilegé a constituirse en el si- glo xvi y a desarrollarse luego en el xix. Designa por tanto a esta tltima historia “en el sentido especifico del término”; historia en el “mas elevado” sentido; o bien, “la historia de los historiadores” (pp. 203, 211, 216). En Speculunt Mentis, en cl seno de cada una de esas formas de experiencia, se establece una distincién entre la manera en que cada una de ellas se concibe a si misma, considerdndose la tinica experiencia valida, y la concepcién filoséfica. En el primer caso se incurre en el dogmatismo, que, cuando de la historia se trata, adop- ta la forma de realismo, el cual postula que los hechos gozan de una existencia independiente. Ya que el mundo infinito de los he- chos nunca puede ser conocido, surge de manera inevitable el escepticismo; y éste, arguye Collingwood, s6lo puede ser supera- do por la filosofia, es decir, por el estadio del conocimiento “abso- luto” o “concreto”. Después de Speculum Mentis advertimos que ha tenido lugar un 38 INTRODUCCION DEL EDITOR importante y notable viraje en el pensamiento de Collingwood en lo referente a la relacién entre Ja filosofia y la historia. En efecto, a partir de 1925 Collingwood se concentré en un estudio filoséfico de la historia de cardcter intrinseco, es decir, que versaba sobre la naturaleza en si del pensamiento histérico. De acuerdo con Kant, en “The Nature and Aims ofa Philosophy of History” [La natu- raleza y los objetivos de una filosofia de la historia” ] (1925)*° Col- lingwood afirma por primera vez de manera explicita que una fi- losofia de la historia debe asumir tna “actitud critica” de cara a la historia, actitud que consiste en cuestionar “la naturaleza y el valor, los presupuestos y las implicaciones” de esta tiltima. Col- lingwood prosigue su indagacién sobre ese tema en “The Limits of Historical Knowledge” [“Los limites del conocimiento histéri- co” ], publicado en 1928, pero que escribié en 1927.5! En dicho en- sayo plantea que los “hechos” histéricos no constituyen entidades que gocen de una existencia auténoma, sino que deben conside- rarse con base en la eviclencia o en las fuentes, en las que tendria que cimentarse un estudio histdrico. A los ojos de Collingwood, esto tiltimo constituye la caracteristica esencial y distintiva de la historia, en comparacién con la ciencia, la cual puede recurrir a Ja experimentacidn. También sostiene que la evidencia de la cual depende el historiador representa a la vez el limite de su conoci- miento: un historiador no puede ir més alld de lo que la eviden- cia le permite. Junto con esta tiltima consideracién, Collingwood rechaza como ilusoria la pretensidn de que es el pasado “real” lo que intenta indagar el historiador: “lo que sucedié en realidad” no puede ser sino “Io que indica la evidencia”. En este plantea- miento encontramos ya uno de los elementos principales de 1a madurada filosofia de la historia de Collingwood, tal y como esa filosofia cobra expresién en The Idea of History, a saber: el énfasis que pone en la autonomia del historiador y en su supeditacién a la evidencia. En 1930 Collingwood publicé “The Philosophy of History’ uh ensayo que no debe considerarse tinicamente como la conelu- * Reimpreso en Debbins (comp.), Essays, pp. 34-56. [Hay edicién en espanol: R. G. Collingwood, Ensayas sobre filosofia de la hisloria, trad. José Luis Cano Tem- bleque, Barral, Barcelona, 1970.] El ensayo en cuestiGn se titula “La esencia y los fines de una filosofia de la historia”, pp. 75-98. [N. del E.] idem, pp. 90-103 [pp. 135-149 de la edicisn espanola) INTRODUCCION DEL EDITOR 39 sién provisional de su pensamiento acerca de la historia, sino también como el bosquejo del trabajo que se proponia realizar en ese campo. Aun cuando los comentaristas de la filosofia de la his- toria de Collingwood apenas han reparado en ese ensayo, su im- portancia no es por ello limitada, Este mismo ensayo resulta ade- mis interesante, en especial por la manera en que presenta la relacion de la historia, vista como “un interés humano universal y necesario”, con la historia como ciencia. La primera no puede considerarse el equivalente de lo que en Speculum Mentis se deno- mina una “forma de experiencia”, pero tampoco de lo que en An Essasy on Philosophical Method se expone como un concepto filo- s6fico. Siempre que se la considere a partir de la distincién que figura en esa tiltima obra entre conceptos filos6ficos y conceptos empiricos, la historia como ciencia debera hacer las veces de con- cepto empirico de la historia. Collingwood expone ahi, sin exa- bruptos, la transicién del concepto filoséfico al concepto empirico de Ia historia. Debido a que se afirma que la historia constituye un interés humano universal y necesario —si bien se trata de un in- terés de naturaleza especial— estamos, pues, ante un interés inte- lectual y, en consecuencia, ante una forma de conocimiento. A par- tir de lo anterior se concluye que “el interés de la filosofia de la historia se cifra en descubrir las caracterfsticas esenciales de esta forma de conocimiento”.** En este breve bosquejo de la evolucién de la filosofia de la his- toria de Collingwood hemos omitido sus conferencias sobre esa materia. Las conferencias de 1926 y de 1928 se publican en la pre- sente edicién de Idea de la historia y se analizaran por separado. mas adelante. Con objeto de comprender mejor el contexto en el que Collingwood concibié esas conferencias, seria interesante re- ferirnos a un comunicado que Collingwood dirigié, en enero de 1932, a la Faculty of Literae Humaniores* en su calidad de cate- dratico universitario! En ese comunicado leemos lo siguiente: © Reimpreso en Debbins (comp.), Essays, p. 124 [p. 172 de la edicisn espafiola). > Reimpreso en W, J, van der Dussen, History asa Science: The Philosophy of R. G. Collingzwood, La Haya, 1981, pp. 435-438. * En las universidades inglesas como Oxford, el término Faculty sieve para de- signar, mas que un edificio u Grgano administrativo, el claustro de profesores en determinada area, “Faculty of Literae Humaniores” equivale por lo tanto a “Cole- gio de Letras ClAsicas”, aproximadamente. 40 INTRODUCCION DEL EDITOR Entiendo que al nombrarme catedratico de filosofia y de historia roma- na, la Universidad no sélo pretende que yo estudie e imparta esas dos materias, sino también que debo estudiarlas ¢ impartirlas en sus mu- tuas relaciones: es decir, por lo que toca a la filosoffa, que indague en la filosofia de la historia, y, en lo que respectaa la historia, que no pres- cinda de los métodos y la légica de Ia labor histérica, y que haga hin- capié en la relaci6n existente entre la historia y sus fuentes. ‘Mas adelante hace mencién de uno de sus proyectos: Un estudio de los problemas filoséficos que plantea la historia: en es- pecial, a) los problemas légicos y epistemolégicos relacionados con la pregunta: “jc6mo es posible el conocimiento histérico?”, y b) los pro- blemas metafisicos concernientes a la naturaleza y a la realidad de los objetos del pensamiento histérico. (Resulta sorprendente la manera en que Collingwood utiliza casi las mismas expresiones en la pagina 77 de Autobiography, cuan- do explica edmo concibe el rapprochentent [acercamiento] entre la filosofia y la historia.) Collingwood insiste en lo siguiente a pro- pésito de ese proyect Esto es lo que considero mi obra principal, la cual abarca la totalidad de mis estudios filos6ficos e histéricos en sus mutuas relaciones. Opino que en ese terreno atin queda por realizar una importante labor, y que esta tiltima sdlo puede Ievarlaa cabo un historiador experimentado y practicante que también tenga como ocupacién constante la filosofia, La importancia que Collingwood parece atribuirle a su ensayo “The Philosophy of History” puede medirse a partir de una obser- vacién suya en la que afirma que “se trata, en efecto, de Ja sinopsis de un tratado completo, pero no tengo la intencién de comenzar a escribir un tratado semejante sino hasta no haber trabajado, du- rante aios, en los diversos aspectos que presenta la materia”. Alrededor de 1930, el pensamiento de Collingwood acerca de la filosofia de la historia Hegé a una conclusién provisional. Este he- cho no cuenta s6élo con la prueba documental que constituye el comunicado de 1932,* sino que también recibe confirmacién en su Autobiography, donde afirma que la “secuencia de sus pensa- * Collingwood menciona ahf que sus “estudios filosdficos e histéricos en sus. mutuas relaciones” alcanzaron paulatinamente, a lo largo de los ultimos cuatro INTRODUCCION DEL EDITOR 41 mientos” sobre la filosofia de la historia no quedé completa hasta alrededor de 1930" (p. 115) [p. 116 de la edicién espaiola]. 6.2. El desarrollo de la filosoffa de la historia de Collingwood: a partir de 1935 En los aitos que siguieron a 1930 Collingwood se consagr6 a otros temas. En el campo de la filosofia, retomé la obra que habria de concretarse en An Essay ort Philosophy Method y que, en el posterior informe que rindié ante el Colegio, fue descrito como “concebido. para servir como prefacio a una serie de trabajos filos6ficos basados en el concepto de método ahi expuesto”. Este proyecto se llevé a cabo primeramente en sus “Notes towards a Metaphysic” [“Notas para una metafisica”] de 1933-1934, que retine algunos centenares de paginas manuscritas. En ellas se parte del problema de la rela- cién entre materia, vida y mente, con objeto de analizar las diver- sas teorias cosmolégicas y algunas otras relacionadas con el tema, entre las que figurarian las respectivas teorias de Alexander y de Whitehead. De manera paralela, Collingwood se enfrascé en sus trabajos de arqueologia ¢ historia, los cuales cobrarian forma en varias publicaciones que trataban tanto acerca de los aspectos eco- némicos de la Bretafia romana como acerca de la “prehistoria” pre- rromana de esa demarcacidn; y en 1935 puso punto final a su con- tribucién a la obra Roman Britain and the English Settlements. Aun cuando Collingwood no desarrollé una teoria cosmolégi- ca propia, su labor en este campo fructificé en dos importantes subproductos. En sus “Notes towards a Metaphysic” expuso una resefia hist6rica de las teorias sobre la naturaleza, y sobre esa rese- fia dicté conferencias en los aftos 1934, 1935 y 1937. Esas confe- rencias fueron revisadas entre 1939 y 1940; y, como ya vimos, dieron lugar a la publicacién de The Idea of Nature, En segundo término, su andlisis de la relaci6n entre naturaleza y mente dio como resul- tado la postura que Collingwood adopté respecto a la diferencia entre procesos naturales y procesos histéricos: en particular, Col- lingwood desarroll6é la concepcién de que esa diferencia se fun- damenta esencialmente en que, en la naturaleza, el pasado ha de aiios, “una soluci6n provisional por lo que se refiere a la mayor parte de los pro- blemas principales”. 42 INTRODUCCION DEL EDITOR considerarse desligado del presente; mientras que en los procesos mentales caracteristicos de la historia humana, el pasado se con- serva en el presente. La idea anterior es objeto de un examen mas amplio en el ma- nuscrito intitulado “Reality as History”, redactado en diciembre de 1935, y al que Collingwood describié como “un ensayo expe- timental destinado a determinar qué tan lejos puede ser llevada la tesis de que toda la realidad es historia y de que todo conoci- miento es conocimiento histérico”. Asimismo, en este ensayo se examinan las repercusiones que dicha idea (sobre la conservacién del pasado es el presente por lo que respecta a los pracesos men- tales) tiene para el conocimiento histérico, que de este modo que- da confrontado con las ciencias naturales. Collingwood sostiene que el principio de comprensién histérica consiste en que el flujo de la realidad se torna inteligible y no se reduce a entidades esta- ticas, como sucede en el pensamiento griego, o a leyes asimismo -estaticas, como acontece en la ciencia moderna. En el mismo ensa- yo se analizan cules son las consecuencias de esta postura para Ja idea de naturaleza humana, al caracterizar al hombre como un “hijo rebelde” de la naturaleza. Con “Reality as History” alcanzamos la “segunda fase” de la evoluci6n de la filosofia de la historia de Collingwood, en tanto que la primera tuvo lugar entre 1925 y 1930. Hemos visto que en 1930 sus ideas sobre el tema confluyeron en una conclusién pro- visional; y que en los aitos subsiguientes se dedicé a otros asun- tos. Sin embargo, en 1935 Collingwood retomé la filosofia de la historia en “The Historical Imagination” [“La imaginacién histé- rica”), ensayo que en nuestros dias es ampliamente conocido de- bido a que se publicd en The Idea of History. El hecho de que expu- siera ese ensayo en ocasién de su conferencia inaugural (28 de octubre de 1935) es indicativo de que, en su nuevo cargo, tenia la intencién de proseguir el andlisis de la relacién entre filosofia ¢ historia que habia comenzado 10 aiios atras. A ese ensayo lo si- guid el manuscrito de “Reality as History”, y en enero de 1936 dio lectura a un articulo cuyo tema era “Can Historians be Impar- tial?” [“Pueden ser imparciales los historiadores?”]. En marzo de ese mismo ano escribié el primer borrador de “Human Nature and Human History [“La naturaleza humana y la historia huma- na”], cuya versién final se reimprimié en The Idea of History. INTRODUCCION DEL EDITOR 43 Ademis de esos ensayos, no slo el manuscrito “Notes on His- tory of Historiography and Philosophy of History” [Notas sobre historia de la historiografia y filosofia de la historia”), de 1936, sino en particular las conferencias sobre filosofia de la historia que im- partidé ese mismo ano constituyen una clara prueba del renovado: interés de Collingwood en el tema de la filosofia de la historia. Es- tas conferencias, de cuya publicacién en The Idea of History ya he- mos hablado, obedecen a un plan completamente distinto del de aquellas realizadas en 1926 y 1928. Resulta interesante sefalar que en sus “Notes on History of Historiography and Philosophy of History”, al parecer escritas como preliminares de las conferencias, Collingwood retorna al tema de la re-creacién del pensamiento pasado.* “La formula requiere ser bien aclarada”, senala, y ense- guida procede a exponer la ambigtiedad del término pensamiento, el cual puede significar tanto néesis (el acto de pensar) como néena (el objeto del pensamiento). Collingwood llega a Ia conclusion de que la historia tendria que concebirse como néeseos néesis (es decir, como el acto de pensar sobre un acto de pensar). El acto de pensar que realiza el historiador, sostiene Collingwood, es de una clase peculiar, ya que tanto el objeto de su pensamiento como la relacién que sostiene con éste son de una naturaleza singular: “porque, en este caso especifico, el acto absorbe en si el objeto, lo transforma en un elemento de si mismo”, para sugerir asi que lo trasciende. A lo que Collingwood se refiere en este pasaje es al concepto de “encapsular” el pensamiento pasado en el pensamiento actual del historiador, tal como lo expone en Autobiography (p. 114) [p. 115 de la edicién espaitola]. Ese concepto, sin embargo, atin no habia sido explicitamente desarrollado por Collingwood en el capitulo de The Idea of History donde se expone Ja doctrina de la re-creacién —capitulo que forma parte de “Metaphysical Epilegomena” [“Epilegémenos metafisicos”] en las conferencias de 1936—. Al término de sus conferencias de 1936 sobre filosofia de la his- toria, Collingwood se dedicé de nuevo a otros temas (no obstante que las conferencias se repitieron en 1937); esta vez, basicamente, al folclor y a la metafisica. Empero, en el momento de empezar Autobiography, escrita en septiembre de 1938, regresé —por terce- ra ocasién— a la filosofia de la historia; ahora con la idea de escri- % Documentos de Collingwood de la Biblioteca Bodleyana, dep. 13, pp. 19-22. 44 INTRODUCCION DEL EDITOR bir The Principles of History. A pesar de que empez6 a trabajar en ese proyecto en febrero de 1939, durante su estancia en las Indias Orientales Holandesas, esa obra, como sabemos, nunca la termi- né. (Cabe mencionar, por cierto, que Collingwood escribié An Essay on Metapiysics en el periodo transcurrido a bordo del buque que lo lev al Este.) Puesto que la intencién de Collingwood al redactar The Prin- ciples of History era elaborar un libro totalmente nuevo acerca del tema, resulta interesante formular algunas conjeturas a propésito del giro que le habria dado. Tales conjeturas, empero, no dejarian de ser demasiado arriesgadas porque, independientemente de los pocos extractos publicados en The Idea of History, de ese libro sélo se conserva el proyecto.” De cualquier modo, existen algunos indicadores que merecen nuestra atencién. En primer lugar, nos sorprende descubrir que, después de haber escrito las conferencias de 1926 y de 1928, el ter- cer capitulo de The Principles of History (que, como dijimos, se ex- traviG) incluyera un tercer planteamiento de la re-creacién. Re- sulta interesante que Collingwood contraste en esta ocasién dicho concepto con los de “pasado muerto y definitividad”; pero que ademias no lo analice, como ya lo habia hecho, dentro del contex- to de las interrogantes sobre cémo es posible el conocimiento his- torico y como deberia estudiarse la historia. Es muy probable que lo que Collingwood quiso recalear en The Principles of History fueron algunas de las repercusiones de mayor alcance de la doctrina de la re-creacién. Podemos encontrar algu- nos indicios del contexto de esas repercusiones en los manuscri- tos que contienen sus notas preliminares sobre historiografia, en Jas que se afirma que debido a que el pasado es re-creable “no es algo que haya cesado de acontecer”; y que, puesto que asi es, el pasado hecho presente “es lo mismo que se ha conocido histéri- camente”.* Por lo tanto, es posible asumir que en el fragmento extraviado de The Principles of History, Collingwood reemprendid el andlisis de la doctrina de la re-creacién en el contexto del con- cepto de la vigencia del pasado en el presente, al contrastarlo con la idea de un pasado mucrto y definitivo. 7 Reimpreso en Van der Dussen, History as « Science, pp. 431-432. “ Documentos de Collingwood de la Biblioteca Bodleyana, dep. 13, p. 19. INTRODUCCION DEL EDITOR 45 El esquema correspondiente a The Principles of History no s6lo evidencia que la doctrina de la re-creaci6n se analizaba ahi desde una nueva perspectiva, de mayor alcance; sino que Collingwood abrigaba la intencién de hacer lo mismo con su concepto de his- toria. Un indicio de esta afirmacién se advierte, por ejemplo, en el capitulo cuarto de la primera parte de The Principles of History, ca- pitulo al que Collingwood bautizé como “History as the Self- knowledge of Mind” [“La historia como autoconocimiento de la mente”], y que Knox edité con el titulo de “History and Freedom” (“Historia y libertad”]. En ese breve ensayo Collingwood elabora un argumento notable acerca de la idea de la estrecha conexién existente entre la historia a parte subjecti y la historia a parte objecti. Ahi se sostiene que la idea de historia como una ciencia aut6noma, libre de las ciencias naturales, no s6lo se encuentra intimamente relacionada con, sino que de hecho es inseparable de la nocién de “que la acci6n racional es libre de la dominacién de la naturaleza y construye su propio mundo de asuntos humanos (res gestae) a su antojo y a su manera” (p. 318). Mas atin, Collingwood opina que la idea de la libertad humana sdlo podria aprehenderse integra- mente cuando la idea de la historia como ciencia auténoma haya logrado madurar. Este argumento puede considerarse un ejemplo de lo que en el capitulo introductorio de The Iden of History recibe el nombre de “segunda etapa” de la filosofia de la historia. Co- llingwood compara esta etapa con aquella en la que la filosofia de la historia se concibe como un andlisis de la historia que es en sf una forma especifica de conecimiento, y a la que posteriormente describe como “una revisién completa de todas las cuestiones fi- los6ficas a la luz de los resultados alcanzados por la filosofia de la historia en sentido estricto” (pp. 6-7). A partir del esquema de The Principles of History es posible infe- rir que Collingwood en realidad proyectaba desarrollar en ese libre una filosofia de la historia “en sentido amplio”, es decir, que pretendia profundizar en las implicaciones que sus ideas a pro- pésito de la historia pudiesen tener para ciertas cuestiones filos6- ficas generales. Esto queda claro cuando Collingwood afirma, en la parte final del esquema, que “la historia es la negacidn de la distincién tradicional entre teorfa y practica”, puesto que esta dis- tincién depende de que tomemos “la observaci6n de la naturale za, donde el objeto es presupuesto”, como “nuestra tipica forma 46 INTRODUCCION DEL EDITOR de conocimiento”. En contraste, para la historia “el objeto es re- presentado y, por lo tanto, no es un objefo en absoluto”. “Si se des- arrolla esta idea con cuidado —contintia Collingwood— debe- ra surgir sin dificultad una caracterizacién histérica de la moral y de la civilizacién, que contraste con nuestra actual visién ‘cien- tifica’”. En esta parte de The Principles of History Collingwood no pro- fundizé nunea, debido principalmente a que, como ya lo vimos, el estallido de la guerra lo decidié a consagrarse a The New Leviathan. No obstante, algunos aspectos de su planteamiento fueron objeto de desarrollo en ese libro; y, mas especificamente, en sus confe- rencias sobre “Bondad, justicia, utilidad”, impartidas en 1940.” Enesas conferencias, Collingwood compara el concepto de “deber” con los conceptos de “utilidad” y de “derecho”. En tanto que el tl- timo incluye dosis de veleidad y de irracionalidad, el deber es, en cambio, la expresién de la verdadera libertad y de la verdadera ra- cionalidad; ya que una acci6n basada en el deber es estrictamen- te individual y surge de la conciencia que se tiene de una situa- cién particular. Collingwood equipara la historia con el hecho de que un agente tenga conciencia de la particularidad de su actua- ci6n y de su situacién. Tal hecho se da, afirma Collingwood, por- que la historia también se ocupa de las “acciones individuales lle- vadas a cabo por los seres humanos en situaciones individuales”. Collingwood sostiene, ademas, que el historiador cuando trabaja no sdlo es consciente de su “propia situacién como historiador” enfrentado a ciertas evidencias del pasado, sino que también es consciente de su quehacer en dicha situacién, es decir, de su acti- vidad entendida como interpretacién de esa evidencia”.*’ De esta manera, lo mismo que en su ensayo intitulado “History and Free- dom [“Historia y libertad”], Collingwood compara aqui la labor del historiador con cierto enfoque de una cuestidn filoséfica de mayor alcance, esta vez relativa a la ética; y, en concreto, de acuer- do con su concepto de deber. Lo anterior puede considerarse cier- tamente como parte de la formulacién de una moral histérica, tal * En David Boucher (comp), R. G. Collingwood: Essays in Political Philosophy, Oxford, 1989, pp. 150-159, se reimprimen extractos de esas conferencias. El texto completo de estas tiltimas esta publicado en la ediciGn revisada de Boucher de The New Leviathan, Oxtord, 1992, pp. 391-479. Ibid, p. 155. 48 INTRODUCCION DEL EDITOR diferente. Y es que en “The Historical Imagination” la historia crf- tica es valorada por formar parte de una “revoluci6n copernica- na” y relacionarse con la concepcién de Bacon (pp. 236237); en tanto que en “Historical Evidence” Ja sittia con una fase de la his- toria de “tijeras y engrudo”, aunque esta ultima esté “en el cre- piisculo de su disolucién” (p. 260). Es innegable que la distincién tajante entre historia critica e historia cientifica, que se expone en el dltimo ensayo, no concuerda con la postura habitual de Col- lingwood, pues él solia recalcar que la evidencia deberia ser siem- pre percibida en relacidn con el planteamiento de ciertas pregun- tas, y con determinados principios de interpretacidn. El hecho de que el argumento que se expone en “Historical Evidence” no concuerde con las opiniones mas elaboradas que Collingwood desarrollé en otros textos, también puede observar- se en la manera como analiza la naturaleza inferencial de la his toria. En este primer capitulo de The Principles of History Jas infe- rencias histéricas se comparan con inferencias de naturaleza deductiva e inductiva; sin que Collingwood Hegue a precisar el cardcter de la inferencia histérica. Lo unico que afirma al respec- to es que, al igual que las ciencias exactas, la inferencia histérica se sigue inevitablemente. Collingwood sostiene que un argumen- to histérico se puede probar “con el mismo rigor que una demos- tracién matematica” (p. 262). El tinico requisito que establece al respecto es que lo anterior slo es aplicable a la historia cientifica, pero no a la historia de “tijeras y engrudo”. Collingwood no pro- fundiza en esta tesis; s6lo se entrega a la practica de Ja ciencia de la historia, al grado de aseverar: “No discuto; le aclaro a él las cosas” (p. 263). El que Collingwood no pudiese ofrecer un argumento a favor de la tesis segtin la cual una conclusién en historia puede resultar tan definitiva como una demostracién matematica constituye, desde luego, un desacierto, que ha sido debidamente criticado. Resulta obvio que en “Historical Evidence” se expone de manera insuficien- te la naturaleza de la relacién entre evidencia y conocimiento his- térico. No obstante, el tema se trata mds adecuadamente en “The Historical Imagination”, aun cuando aqui no se examina en for- ma explicita la naturaleza de una inferencia histérica. En efecto, en este ensayo se hace destacar la naturaleza imaginativa y cons tructiva del pensamiento histérico, de modo que podria afirmarse INTRODUCCION DEL EDITOR 49 que son justamente esos aspectos los que desempefian el papel principal en las inferencias histéricas. A diferencia de lo que de- clara en “Historical Evidence”, en “The Historical Imagination” sostiene que “en la historia, como en todas las cuestiones funda- mentales, ninguna conquista es definitiva” (p. 248). Cabe concluir, de lo hasta ahora expuesto, que, el capitulo dedi- cado a “Historical Evidence” no constituye, en absoluto, la opi- nién definitiva (ni mucho menos la mejor) de Collingwood sobre el tema en cuestin. Deberfa tomarse al respecto, de manera espe- cial, el hecho de que “Historical Evidence” es sdlo el primer bo- rrador del primer capitulo de The Principles of History. Para encon- trar un desarrollo mas satisfactorio del mismo tema, sera necesario retomar las conferencias sobre filosofia de la historia impartidas por Collingwood en 1926 y 1928. 7. Las CONFERENCIAS DE 1926 y DE 1928 SOBRE FILOSOFIA DE LA HISTORIA Collingwood acostumbraba transcribir fntegramente sus confe- rencias. De las que escribié sobre filosofia de la historia s6lo se conservan completos los manuscritos de 1926 y 1928. De hecho, y ya que falta el manuscrito original de las conferencias de 1936, las conferencias de 1926 y 1928, junto con los fragmentos de The Idea of History, Autobiography y algunos articulos, constituyen los tini- cos textos importantes de la filosoffa de la historia de Colling- wood que sin duda alguna pueden considerarse auténticos. Esta observacion es por demas singular si se toma en cuenta no sdlo la cantidad de publicaciones del autor, sino también el hecho de que Collingwood consideraba a la filosofia de la historia su principal interés, y también que su fama pdstuma se basa en buena medi- da en sus aportacionesa esa disciplina. La confluencia de circuns- tancias que a ello dieron lugar ya se expuso antes. La especial importancia que revisten las conferencias de 1926 y de 1928 se cifra en que en ellas figuran las primeras formulacio- nes de largo alcance de las ideas de Collingwood sobre filosofia de la historia. Asi, gracias a ellas es posible respaldar documen- talmente la primera fase de su filosofia de la historia. Muchos de los aspectos mejor conocidos de su filosofia de la historia poste- 50 INTRODUCCION DEL EDITOR rior se desarrollan por primera vez en esas conferencias, y por ello nos ofrecen una oportunidad invaluable para comprender mejor sus puntos de vista. Sin embargo, en algunas ocasiones, en esas conferencias se descubren argumentos o énfasis diferentes de aquellos que ocupaban un lugar sobresaliente en los anteriores planteamientos de la filosofia de la historia de Collingwood. De aqui que también puedan servir a los fines de una eventual recon- sideraci6n de ciertos aspectos de su pensamiento. En la interpretacién de esas conferencias es particularmente re- levante reparar en la importancia que tiene presentarlas en la perspectiva y el contexto que les corresponden. Aun cuando es indudable que ellas dan luz sobre varios aspectos de la filosofia de la historia de Collingwood, no deben considerarse como si fue- ran la expresién de su opinién definitiva sobre el tema. En tiltima instancia, Collingwood se habria opuesto vigorosamente a mejante interpretacién. Y es que, de acuerde con su concepcién, la mente se encuentra por naturaleza en un proceso de evolucién permanente, de lo cual no sdlo su pensamiento es clara muestra, sino que él mismo Jo concibié en estos términos. Por ejemplo, reescribia una y otra vez sus conferencias sobre ética, ademas de que las dos versiones (1926 y 1928) de sus conferencias sobre filo- soffa de la historia nos proporcionan una prueba mas de su me- ticulosidad al respecto. En An Essay on Philosophical Method, la filosofia es descrita como “una forma del pensamiento humano sujeta al cambio, expuestas al error, capaz de progresar”. “Por lo tanto, si el progreso ha de continuar —anade Collingwood—, el filésofo, igual que cualquier estudiante, debe recapitular periddi camente sus avances y expresar sus conclusiones de manera sis- temética” (p. 180). Sin embargo, en el prefacio a las conferencias de 1928 Collingwood advierte que “ningtin sistema es algo mas que un lugar de reposo temporal para el pensamiento”. En esas mismas conferencias y en las de 1926 asegura que cada estudio histérico constituye un “informe provisional” del avance logrado en la investigacién. Asif, en lo que respecta a la filosofia, a Colling- wood Je complacia referirse a la siguiente frase de Hegel: “Bis hierher ist das Bewusstsein gekommen” [“La conciencia ha llega- do a este punto”). Otra cita a la que Collingwood era muy aficionado y a la que recurria con frecuencia era la descripcién de Platén del pensa- INTRODUCCION DEL EDITOR 51 miento como un “didlogo del alma consigo misma”. Y la Hevaba a la practica cuando escribia, y muchos de sus manuscritos dan testimonio de ello: en sus “Notes towards a Metaphysic” [“Notas para un metafisica”], Collingwood incluso se refiere explici- tamente al intento de “pensar sobre el papel”. Deben considerar- se sus conferencias como el resultado de semejantes intentos, y probablemente sea ésta la razén por la que fueron escritas inte- gramente. Una vez hechas estas observaciones preliminares, las conferen- cias de 1926 y de 1928 deberian hablar por si mismas, motivo por el cual nos limitaremos a ofrecer algunos comentarios acerca de sus antecedentes para facilitar su comprensién. En diciembre de 1925, dos semanas antes de iniciar sus confe- rencias sobre filosofia de la historia, Collingwood escribié el articu- lo “Some Perplexities about Time: With an Attempted Solution” [“Algunas paradojas acerca del tiempo: una solucién tentativa”],"" que habrfa de leer ante la Aristotelian Society en febrero de 1926, Ese articulo es de especial interés porque podria decirse que sir- vis como punto de partida a sus conferencias. En su andlisis del concepto del tiempo, Collingwood establece en el seno del ser una distinci6n entre lo real y Lo ideal. Afirma que lo unico real es el pre- sente, si bien éste se compone de dos elementos ideales: el pasado (la necesidad) y el futuro (la posibilidad). Segtin Collingwood, a pesar de que el pasado y el futuro por naturaleza son ideales, ellos estan, respectivamente, “viviendo en el presente” y “germinando en el presente”; esto es, son “totalmente reales y, en verdad, no son sino el presente en si”.” A pesar de que en ese articulo se ocu- pa del concepto de tiempo y no de la posibilidad del conocimien- to del pasado, Collingwood incluye de paso algunas observacio- nes a propésito de este tiltimo. Afirma ahi: “Supongo que lo que conocemos debe existir realmente”, y luego afiade: “Si esto es asi, entonces no podemos conocer en realidad ni el pasado ni el futu- ro [..] Del pasado y del futuro como tales sélo podemos hacer conjeturas mejor o peor fundamentadas”. Por supuesto, también no tiene més remedio que admitir que las conjeturas acerea del uno y del otro son de naturaleza diferente, por lo que concluye: * Proceedings of the Aristotelian Society, nueva serie, nim. 26, 1925-1926, pp. 135-150, 2 Ibid, p. 149. 52 INTRODUCCION DEL EDITOR “Por consiguiente, tanto el pasado como el futuro frustran nues- tro empefno de conocerlos, pero lo hacen de diferente manera y por distintas razones”."* Esa frustracién, que reconoce abiertamente y que atafie a la na- turaleza del conocimiento histdrico, es clara sefial de que, por una parte, las ideas de Collingwood sobre filosofia de la historia atin no habjan madurado, y, por la otra, de que sus conferencias sobre el tema, escritas inmediatamente después del articulo que dedicé al tiempo, deben considerarse, ciertamente, como un intento de “ajustar cuentas” consigo mismo, tal como lo consigna en la intro- duccidn a las mencionadas conferencias. De los primeros parrafos de las conferencias de 1926 se infiere que se ha de entender como la secuela del articulo anterior, toda vez que en ellas se expone el concepto de tiempo y la diferencia entre conocimiento histérico y memoria. Mas adelante, Colling- wood abunda en la naturaleza del conocimiento histérico, cen- trando su atencién en las fuentes de la historia y en los principios que rigen la interpretacién de estas tiltimas. Al final, Collingwood vuelve a la conclusién que hizo figurar en su articulo sobre el tiempo, afirmando que al pasado habria que considerarlo como ‘un elemento ideal que forma parte del presente y, en este sentido, existe realmente como presente. Collingwood no ha dejado de suscribir la idea de que sdlo puede conocerse lo real, lo que impli- ca un grave problema en lo que concierne al estatuto del conoci- miento del pasado. Lo nico que sefiala al respecto es que el pasa- do, en la medida en que constituye un elemento ideal constitutive del presente, “puede, por lo tanto, ser estudiado en la misma for- ma general y en igual medida en que es posible estudiar cual- quier otra abstraccién”. La anterior dificilmente podria considerarse una respuesta sa- tisfactoria a la pregunta filosdfica fundamental de cémo es posi- ble el conocimiento histérico. Al parecer, Collingwood mismo se percaté de ello y no pens6 que sus conferencias de 1926 fueran su tiltima palabra al respecto, ya que el 18 de agosto de 1926 le eseri- bid a Ruggiero lo siguiente: “Por mi parte, estoy tratando de acla- rar mi concepcién de la historia —para lo cual Croce y Gentile son de gran ayuda, si bien no me satisfacen del todo— y madurando Ibid., pp. 146-147.

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