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Museum ¥ cuio em 4 Museum y Clio: el papel de los museos en la ensefanza de la historia Lucio Lara Plata* No es necesario multiplicar los ejemplos para explicar hasta qué punto se ha enri- quecido Ia historia en los tiltimos atios gracias a las adquisiciones de las cien- cias vecinas. De hecho, puede decirse que se ha construido de nuevo. Fernand Braudel Los fildsofos sélo han interpretado el mundo de diversas maneras; la cuestion, sin embargo, es cambiarlo. Karl Marx Colecciones y museos: reflexiones alternativas de la historia Los museos encierran todo un caudal de posibilidades para el desarrollo y producci6n del conocimiento. Sigilosas, las colecciones que resguardan emiten mensajes fundamentales para la comprension de la historia. Cientos de miradas, segtin su circunstancia, han rozado los testimonios objetivados del pasado que, en un determinado momento, fueron presen- te fugitivo... calidad cotidiana del objeto. Los museos engendran sus historias —y en buena parte el sentido de su existencia— a partir de ese intento por preservar objetos y mostrarlos, desviandolos de su ruta natural de uso u obsolescencia para pasar a ocu- par un sitio privilegiado entre aquellos que no gozaron de tal fortuna. *Profesor de la maestria en museologia en la Escuela Nacional de Conservaci6n, Restauracién y Museografia “Manuel del Castillo Negrete”, NaH. Actualmente es el jefe del Departamento Museografico de la Galeria de Historia. WM &% —_Epucacton y museos En tal sentido, sus colecciones son, en muchos de los casos, el resulta- do de acciones hist6ricas cuya escala de valoracién responde a premisas que ciertos sectores de las sociedades del pasado les asignaron en su momento. En otros casos, objetos que fueron despreciados por la cultura dominante y desgarrados por el tiempo, consiguieron llegar a sus salas a través del esfuerzo de los especialistas (de tiempos futuros) por restaurar la materia, en una suerte de reconstrucci6n fisica y, con ello, unir partes de un todo mas amplio, con miras a estructurar lo que en ocasiones posee un cardcter indescifrable. La integracion de los testimonios materiales del pasado es asi una cuestion de valoraciones, tiempo y velocidad. Guidieri sefiala que: .» Ia necesidad de asf vernos sin cesar desdoblados por una ubicuidad artifi- cial, liricamente ambiguos, flanqueados por espectros que son nuestras pro- pias imagenes, mediante intermitencias mitologificadas como las que se ven ahora a toda velocidad, alimenta nuestras supersticiones y nuestras enferme- dades asi como el placer que nos da su repeticién. A este flujo subterréneo de supervivencias mestizadas, le pedimos auxilio instintivamente, mediante un simple disparador, para luego volver a encon- trarlas, a plena luz, disponibles, sin tener ya que dedicarles la atencién que les debiamos antafio para identificarlas” (Guidieri, 1997, 13) . Desde el punto de vista museolégico, la interacci6n entre la sociedad y sus patrimonios es una actividad constante, inestable y coyuntural que, mediante los espacios del museo, intenta trascender los caprichos de la 6poca para que los objetos formen parte de la estética del mundo y ocu- pen una posicion neutral, “arménica”, fuera de su contexto original, sig- nado por el conflicto y la contraposici6n cultural. En su investidura contemporanea, el museo es una de las formas masivas de difusién del saber hist6rico para el piblico no especializado y que, parad6ji- camente, no ha merecido mAs que una somera atenci6n por parte de los his- toriadores como fenémeno. Pero este olvido no sélo recorre a los profesiona- les de la memoria, sino también incluye a los profesionales del museo. Los museos y la museografia en México todavia esperan la construccién de una historia critica que los ubiquen como institucién social y como generadores de lo imaginario dentro de lo colectivo ‘Aquellos que piensan que pueden existir museos sin reflexionar permanen- temente sobre de ellos, me recuerdan a aquellos marineros que movian la cabeza al paso del barco de vapor, s6lo porque crefan que el oficio del buen navegar debia ser el conocer los crujidos de la embarcaci6n y el nacimiento oscuro de los vientos, y no ese quemar quiensabe qué madera para agitar quien sabe qué engranaje (Cordova, s/f: ii-ii) Museumycuio = AS Desde esta perspectiva, el presente ensayo pretende generar una reflexion sobre una de las fases de exploracion del espacio museal para comprender la dimensién hist6rica: su aspecto educativo, las relaciones entre los pro- positos manifiestos de la ensefianza de la historia y el museo como un faci- litador y eje de referencia para dicho fin. De modo que los procesos rela- cionados con la investigacion historica y museolégica sobre las potenciali- dades del objeto como portador de datos, seran objeto de otra publicacién. La ensefanza de la historia en los museo: incomprensiones de una interaccion Quiero defender la opinién, tantas veces atacada por los historicistas como pasada de moda, de que la historia se caracteriza por su interés en acontecimientos ocurri- dos, singulares o especificos, més que en leyes 0 generalizaciones. Karl R. Popper Es comtin afirmar que los museos “educan”. No obstante, veremos que tal aseveraci6n —que por el momento no es mds que un supuesto 0, en el mejor de los casos, una nocién—,! al someterla a un examen sobre las impli- caciones del papel que juegan los museos en la ensefianza de la historia,2no es del todo sencillo instrumentarla 0, mas atin, evaluar sus resultados. Un primer aspecto a tratar es que, desde la educacién formal,3 el uso inapropiado que se hace de los museos se relaciona con el hecho de estable- cer vinculos, en ocasiones forzados, entre ambas instituciones que operan con légicas diferentes, o dicho de manera mas precisa, entre un sistema de educacién formal (la escuela) y un sistema en esencia no formal (el museo), situaci6n que no se tiene del todo presente y que, por lo regular, genera con- fusion al momento de disefiar estrategias acordes entre ambos sistemas. 1 Es oportuno aclarar que no es que descarte a priori la posibilidad de que los museos pue- dan cumplir con esa misiGn, sino que se requiere aprender estrategias adecuadas para que el proceso tenga lugar y derive los resultados esperados. 2. Este aspecto es extensivo a otros ambitos del conocimiento. 3 Cuando hablo de educacién formal, a sabiendas de las diferentes implicaciones y connota- ciones del concepto, me referiré a ésta como el proceso derivado de la actividad inscrita en el sistema educativo legalmente establecido. La educacién no formal es aquella actividad que se realiza de mane- ra ajena a éste, pero que en su desarrollo posee expectativas formativas. Algunos tedricos de la edu- caci6n distinguen, incluso, una tercera modalidad, la educacién informal —ya sea como una modalidad de la educacion no formal o como una variable independiente— para referirse a los procesos educa- tivos basicos como el aprendizaje del lenguaje, la introyeccién de las normas morales y de los cédigos de conducta, fenomenos que desde una perspectiva cultural se inscriben en el proceso de socializa- ion y endoculturacién del sujeto. ed Epucacion ¥ Muszos Por su propia naturaleza, el museo opera bajo la logica sistémica de la educacién no formal, ya que su génesis no es una extensi6n primigenia de la escuela —y no tendria por qué serlo— por lo que es un error suponer- lo como un apéndice del moderno sistema escolarizado. En cambio, destaca su papel al ser un documentador y testimonio de los avances de la ciencia, papel clave en los siglos XVIII y XIX, un amplio espectro de posibilidades tematicas, resguardatario y difusor del patri- monio cultural y clave para la generacién de conocimientos a partir de sus colecciones. En sentido estricto, el museo contempordneo opera bajo una logica aut6noma e independiente de los programas escolares, por lo que el sis- tema educativo no lo condiciona en sentido alguno. Un segundo aspecto tiene que ver con un fendmeno mas amplio que, por légica, rebasa los linderos del sistema escolarizado. Me refiero a la interacci6n de la poblacion en general con los museos. Ambos fenémenos para ser explicados, requieren ser considerados en al menos dos vertien- tes. La primera de ellas es la apropiacion cultural del espacio museal y, la otra, el proceso hist6rico que subyace en dicha relacién. Parto del hecho que la mayor parte de los usuarios no saben cémo utilizar al museo, ya sea con fines de aprendizaje o bien con propésitos de recreacién 0 aprovechamiento del tiempo libre.4 Y aqui me refiero a un amplio espectro que va desde los publicos que cuentan con formaciones profesionales hasta la poblacién adulta que no llega al nivel medio de estudios.> Una explicacion preliminar de ese fen¢ meno radica en los requisitos minimos para acceder a su producto medular: las exposiciones. Contrariamente a las concepciones mecanic stas implicitas en su uso, el museo no soporta su peso especifico en el componente textual de sus exposiciones, de modo que la riqueza comunicacional que posee no se limita a la informacién de los cedularios contextualizadores, tematicos 0 de pie de objeto. Por el tipo de lenguaje especializado que maneja —sis- temas basados en estructuras proxémicas de colecciones-objetos, ilumina- cin, color y espacio—, la institucion no cuenta con el arraigo necesario dentro de las practicas comunes de la poblaci6n, tales como el consumo cultural de otros medios relativamente de mayor accesibilidad, como el 4 Advierto que al hacer este planteamiento, estoy asumiendo de manera implicita que se requiere de un proceso de instruccién previo, ya sea que éste emane del sistema formal, informal 0 no formal. 5 En tomo a este aspecto, Schmilchuk comenta que “Visitar museos puede ser un habito, una practica ocasional, o una experiencia desconocida. En México se confirm que es una préctica mino- Titaria. La desigual distribucion de la educaciGn formal y los ingresos coinciden con los desequilibrios entre la oferta y la demanda y el consumo cultural” . No obstante, reconoce que “Esto no basta para cexplicar las distintas elecciones, gustos y estilos de comportamiento encontrados en estratos econd- micos y educativos similares” (Schmilchuk, 1996: 43). Museumycuio = 47 cine.‘ Por ello, considero que es menester aprender a acercarse y a utilizar los museos desde diversos 4ngulos con estrategias definidas, para apro- vecharlos al maximo, y ello requiere cierta instruccién que ni en la escue- la ni en los propios museos existe. Por otra parte, es evidente que la ensefianza de la historia en el marco escolar, est4 basada no en la explicacién y comprensi6n causal de ciertas regularidades que se presentan a lo largo de los procesos hist6ricos, sino en un bombardeo de datos y “hechos relevantes” sujetos a memorizaci6n y al protagonismo de personajes sobresalientes que dejaron “huella” en la memoria colectiva, por lo que son dignos de ser almacenados —en forma obligatoria— en el baal de los recuerdos. Por el contrario, la funcién social de la historia desde la perspectiva pedagégica plantea retos de mayor envergadura, por lo que su ensefianza: en la educacién basica debe proporcionar las condiciones que pemitan al educando apropiarse de conocimientos historicos fundamentales, que le ayuden a entenderse a si mismo como producto del devenir hist6rico, com- prender su funcién como agente protagonista del devenir y consecuente- mente responsable de asumirse criticamente frente a la historia. (Tirado Segura, 1995, 38) Si tomamos en cuenta que en la mayoria de los casos la poblaci6n entra en contacto con los museos a partir de las actividades escolares que asi lo requieren, y no precisamente como iniciativa generada desde el seno familiar, se esperaria que a lo largo del proceso educativo la escuela Ile- gara a convertirse, por una parte, en una instancia promotora del museo como un medio alternativo para estimular los procesos de anélisis, cons- trucci6n y recreacién del conocimiento y, por la otra, en formadora de habitos para su visita” Lo extraordinario —y seriamente preocupante— es que el resultado no es precisamente ese. Debido a que las practicas “tradicionales” encierran vicios ocultos, en la mayorfa de los alumnos se produce aversién a los museos, puesto que gracias al anquilosamiento de estrategias inapropiadas, se nos hace ver desde temprana edad que los museos estén lo suficientemente distantes 6 Otro ejemplo similar es la literatura. En nuestro pats son pocos los lectores habituados que, por convicci6n, son capaces de discriminar y seleccionar el tipo de lectura preferente a lo largo de su vida. 7 Untexto que aporta importantes consideraciones para el desarrollo de enfoques museope- daggicos, es el de Arceo Diaz Barriga, Frida y Gerardo Hernandez Rojas, 1998. Estrategias docentes para un aprendizaj significativo. Una interpretacién constructivista. Asimismo, destacados enfoques de la pedagogia moderna en los siguientes textos: César Birzea La pedagogia del éxito, 1996 y Robert Manzano Dimensiones del aprendizaje, 1992. EDucacion ¥ MUSES de los intereses inmediatos del sujeto, por lo que suelen ser considerados como lugares aburridos, rigidos y, por lo tanto, poco atractivos. No es para menos que esto ocurra cuando la légica del ejercicio se basa en el cumplimiento de burdos requisitos, tales como sellar el cua- derno para comprobar que se realizé la visita y, lo mas aberrante, vaciar los cedularios al cuaderno con informaci6n que muchas de las veces est4 contenida en los libros de texto o bien en cuadernillos elaborados por el propio museo.? Lo peor del caso es que, al regresar al aula, la visita pasa como algo inadvertido e intranscendente, ya que no se torna en un refe- rente conceptual o didadctico para dilucidar, problematizar o indagar colectivamente acerca del didlogo que los objetos sostienen de manera permanente con nosotros, como una extensién del hombre y su cultura en el marco de los incesantes cambios hist6ricos. Conservar esos mecanismos anacrénicos es como si se concibiera —a estas alturas de la modernizacion educativa— que, para agilizar el proce- so de lecto-escritura, se debe recurrir indefinidamente al dictado 0 a la memorizacion de textos como un medio para favorecer los procesos cog- nitivos, independientemente del grado escolar de que se trate. El segundo aspecto es justamente como se concibe al museo desde el contexto educativo formal. Cuando estos se convierten en meros “instru- mentos” o “herramientas” para reforzar aquello que se ha “aprendido”, se les asigna —voluntaria o.involuntariamente—, un rol especifico con expectativas asociadas con sus potencialidades. Ello delimita no sélo la forma en la que dicho vinculo se plantea, sino, lo mas importante, las estrategias pedagégicas para conseguir los propésitos manifiestos y los objetivos predeterminados que le dan senticlo al ejercicio. Por desgracia las visitas a los museos nc se planean con la importan- cia que merecen. Los temas se amalgaman de manera mecdnica con base en el espectro de museos conocidos por el profesor — gama, por lo regu- lar, lo suficientemente raquitica para ampliar los criterios de seleccion—, de modo que predomina la tendencia a elegir los mismos museos de cur- sos anteriores sin reparar en su funcionalidad. Tener nociones acerca de la existencia de ciertos museos por su orientacién temitica, en este caso de “historia”, no supone necesariamente la comprensién 0 conocimiento detallado de los mismos, es decir, de los diferentes niveles dialégicos o ® — Otra practica poco razonada consiste en la tendencia, casi generalizada, de intentar reco- rrerlos de principio a fin sin un motivo definido (gquién nos dijo que en esto consiste la visita?) Deambular por todas sus salas —con vigor y entusiasmo al principio y distraccién y cansancio deplo- rable al final — no significa que entre mayor sea el recorrido mas provechoso serd el resultado, ya que antes tendriamos que preguntarnos cual es el propésito que perseguimos 9 Enla actualidad, como respuesta a esta situaci6n, las reas educativas de los museos por lo regular preparan materiales de divulgacién que contienen la informacion ms relevante de las expo- siciones permanentes o temporales, incluso, en algunos casos, de los mismos cedularios. Museuycuio 49 seménticos que comprende una exposicién. Una sélida eleccién deberia sustentarse en un ejercicio previo a la visita, consistente en el andlisis y vinculacion precisa de los temas del programa de estudios con las cuatro dimensiones que constituyen la estructura del espacio museal: a) la temé- tica general del museo, b) la sala o salas de particular interés, c) las expo- siciones en ellas contenidas y d) las colecciones especificas, ya sea de exposiciones permanentes o temporales, por cierto, estas ultimas menos socorridas dentro de las practicas escolares.10 Dimensiones de la estructura del espacio museal 10 En algunos museos existe el sistema de previsita, que consiste en asesorar a los profesores para que, al realizar ejercicios en los museos con los grupos a su cargo, se tengan elementos suficien- tes para agilizar el proceso y ser asertivo en su conduccién. Esta estrategia, ademas, abre la posibili- dad de realizar un trabajo coordinado y previamente acordado con los asesores educativos del museo. 50 EbucaciOn ¥ MUSEOS oe" ————— En repetidas ocasiones, como parte de las dinamicas de integracién del curso El museo de historia y su funci6n educativa," el cual he impartido a profesores de nivel bésico a superior, formulo las siguientes preguntas: gcuantos museos de la ciudad de México conoce? y {cudntos de esos muse- os son la base para realizar sus practicas escolares?, los resultados son reve- ladores. Con relacin a la primera pregunta, la sistematizaci6n de 49 encues- tas aplicadas entre 1995 y 1999, muestra que en grupos integrados por 40 personas en promedio, menos del 20 por ciento conocen mas de 16 museos, de aproximadamente 81 que existen en el Distrito Federal,!2 s6lo 3 por ciento conoce mas de 25 y ninguno conoce mas de 50 (Grafico 2). En lo que se refiere al segundo cuestionamiento, es notorio que los museos elegidos estén en funcién de aquellos que los profesores visitan en forma casi exclusiva, por lo que, tanto la coincidencia entre los partici- pantes es notoria, asi como el mecanicismo con el que se vinculan deter- minados temas histéricos con la seleccién de museos. Entre los més socorridos destacan en los cuatro primeros lugares de importancia: el Museo Nacional de Antropologia,!3 el Museo Nacional de Historia, la Galeria de Historia y el Museo Nacional de la Revolucién, los tres primeros adscritos al Instituto Nacional de Antropologia e Historia (INAH)'4 y, el segundo, al Gobierno del Distrito Federal. Es evidente que los museos identificados por los participantes den- tro de la tematica “histérica”, son los que dentro de las estadisticas del 11__ En su primera versi6n (1995), este curso fue diseftado por el autor y el historiador Carlos A. Cordova, bajo el titulo: “El museo como herramienta educativa para la ensefianza de la historia”, el cual fue impartido a profesores de las materias de historia y antropologia del Colegio de Bachilleres; asi como al personal del area de servicios educativos de los siguientes museos: Nacional del Virreinato, Nacional de Historia, Nacional de las Intervenciones, Nacional de la Revolucién, Recinto Parlamentario, Recinto de Homenaje a Benito Juarez, Galeria de Historia, Museo Legislativo “Los Sentimientos de la Nacién", Museo Casa de Carranza. El curso fue parte de la estrategia muse- opedagégica del Primer Festival de Museos Histéricos: Fl Liberalismo mexicano (octubre-diciembre de 1995). E1 festival tuvo como objetivos: a) abrir una oferta alternativa a los recorridos convenciona- les e interrelacionar exposiciones que tuvieran continuidad tematica entre los museos participantes; ») vincular de manera estrecha los contenidos del programa de la materia de historia a nivel bachi- lerato con las estrategias de las areas de servicios educativos de los museos mencionados, de modo que en ambos ambitos la experiencia fuera lo mds cercana posible a los objetivos y expectativas de los profesores y de los museos. Mas tarde el curso ha sido impartido a profesores del Sistema Nacional de Educacién de los niveles mencionados, asi como al puiblico en general bajo el nombre: "El museo de historia y su funci6n educativa”. 12 Dato tomado de la Guia México Desconocido. Museos, Guia Num. 48, 1999, Textos de Carlos ‘A. Cordova y Ana Méndez. Véase en particular el suplemento: Directorio Nacional de Museos. Adicionalmente, en sus Indicadores de gestin. Primer semestre de 1999, el NAH reporta la existencia de 108 museos bajo su administracién en el pais (INAH, 1999: 34). 13 Tengase en cuenta que en el uso de los museos de antropologia, principalmente se apro- vecha su dimension arqueol6gica o etnohistérica. Los componentes de la antropologia social 0 los etnologicos, por lo regular no se contemplan como posibilidades de la historia. W Quienes al afto “... reciben en conjunto 5.5 millones de visitantes.” (s/f: 111). INAH denotan una predominante afluencia de grupos escolares, princi- palmente de nivel basico.15 Numero de museos conocidos 1a5 5a10 10a15 15a25 +de25 +de50 Cabe sefialar que la lectura hist6rica de un museo no esté determinada precisamente por la clasificacion de éste en el contexto tipoldgico.1 La historia en el terreno museal esta objetivada en la diacronia de los objetos y sus colecciones. De tal forma, museos de arte o de geologia cuentan con elementos que permiten aproximarse a procesos histéricos desde 4ngulos diferentes o alternativos — mas no excluyentes— a la historia social, poli- tica 0 econémica, en este caso a través del arte o del medio fisico.17 15 De los 5 museos del ivaH més visitados durante el primer semestre de 1999, el Museo Nacional de Antropologia registr6 un total de 565 mil 592 visitantes; el Nacional de Historia 411 mil 882; el del Templo Mayor 234 mil 665; el Centro Cultural de Santo Domingo 163 mil 259 y el Nacional del Virreinato 145 mil 799. Cabe seftalar que durante el primer semestre de 1998, el Museo Nacional del Virreinato ocupé el cuarto lugar de la lista, con 119 mil 578 visitantes y el Nacional de las Culturas 112 mil 247 (tant, 1999: 34) 16 Me refiero a las taxas convencionales: museos de artes aplicadas, cientificos, arqueol6gicos, cetnograficos, etcétera. 7 Por la obstinada postura de la escuela de emplear a los museos como recurso didactico, se ha fomentado el acercamiento a museos de corte historico o arqueolégico, y desde esa particular orientacién, la arqueologia se sitia mas en el contexto de la historia (del pafs) que en el de la antro- pologia (como ciencia). “Es importante recordar que los museos en México han estado mucho mas ligados a la historia y a la antropologia que al arte. Conocer la historia de los museos, asi como de las teorias estéticas, es fundamental para entender los modelos dominantes europeos de la institucion y las mayores o menores variaciones con que se adoptaron en otros continentes y otras realidades”, (Schmilchuk, op cit: 41), 52 8 ~—_ Epucacion y mustos Todo indica que las posibilidades que ofrece la historia, en el marco de las exposiciones de los museos, son desaprovechadas, ya que uno de los aspectos didacticos de éstos es precisamente la generacién de ambien- tes que se consiguen a partir de la alquimia museogréfica. Gracias a que el museo contemporaneo se inscribe més en el terreno de la educacién no formal, cuenta con un impresionante potencial para trabajar con los aspectos afectivos, intelectuales y creativos del usuario.!8 Asimismo, su oferta, a diferencia de otros espacios culturales, ofrece las condiciones id6- neas para propiciar en el visitante una experiencia sensible extraordinaria y cualitativamente distinta a la misica o al teatro, pero con un potencial similar en funci6n de sus aspectos reactivos a nivel emocional. Es aqui donde podrian desencadenarse vivencias para el aprendizaje, invenci6n y critica de la historia, mediante el entrelazamiento tematico con museos que presenten, a primera vista, cierta distancia de la tematica central de la clase. ¢Por qué no abordar la historia del México prehispani- co con una vista al Jardin Botdnico, cuyo eje seria la flora del Valle de México; 0 aproximarse a la historia colonial a través de la iconografia, empleando las salas de la Pinacoteca Virreinal de San Diego; 0 abordar el trénsito entre el siglo XIx y el xx en el Museo Nacional de Arte; 0 com- prender la importancia de los cambios sociales en el siglo xx en el marco del Museo Tecnolégico de la Comisién Federal de Electricidad? ;Qué es lo que impide trasladarse del ambito de la racionalidad al estimulo de sensaciones y experiencias como elementos sustantivos del proceso cog- nitivo? (Grafico 3). Alternativas tematicas para planear visitas a museos Relacion directa (convencional) Relacién indirecta (alternativa) Temas de estudio 18 Francisco Condes Infante (1989) plantea tres aspectos centrales de la metodologia de acer- camiento critico al museo: 1) identificacién emotiva intencionada. 2) Indagacién intelectual. 3) Reconstruccién 0 devolucion creativa Museum y cuio » Situar al alumno en condiciones més favorables al proceso de aprendizaje de la historia es la tarea. Ello implica no conformarse con cubrir el progra- ma de estudios al pie de la letra o aprobar a la mayor cantidad de educan- dos posibles. El compromiso realmente significativo por parte del profesor, consiste en identificar las motivaciones grupales e individuales en funci6n de los componentes del temario para desencadenar un proceso constructi- vo del conocimiento hist6rico contando con el museo como elemento faci- litador del proceso.!9 A pesar de que se carece de investigadores y estudios relativos a los publicos de los museos —con el fin de conocer y comprender sus prefe- rencias y moviles de las visitas, informacion basica para plantear una poli- tica coherente de museos en el pais y de sistemas especializados de aten- ci6n—, existen ejemplos reveladores acerca de la relacién que guardan los procesos de ensefianza-aprendizaje de la historia. Un ejemplo desta- cado lo constituye la investigaci6n dirigida por Tirado Segura (1995), cuyo eje de andlisis es el aprendizaje de las nociones basicas de historia nacional a partir de la escuela y los museos nacionales de historia. El autor sefiala que “En un conjunto de investigaciones realizadas en los tltimos afios, se han encontrado indicadores que hacen patente la dificultad que ha tenido tanto la escuela como el museo, para lograr que se dé la apro- piacion de conocimientos basicos de la historia nacional.” (Felipe Tirado, 1995: 37). Por otra parte, cuando nos aproximamos a las diversas situaciones que enfrentan los museos mexicanos, encontramos que también existen deficiencias que ponen de manifiesto la disparidad entre los objetivos de la institucion y la disfuncionalidad de practicas poco consecuentes con su misiOn. Uno de ellos, y quizé para este tema uno de los mas relevantes, es la falta de profesionalizaci6n del area de servicios educativos, aspecto que poco favorece no sélo la atencién del publico escolar, sino de sus usuarios en general.2! Ello se debe a que, por un lado, la capacitacion especializa- da del personal que integra dicha area es escasa y, por el otro, a que exis- te un anquilosamiento en la concepcién que se tiene de la visita guiada. 19 Piaget dedico buena parte de su trabajo cientifico a explicar como se pasa de un estado de menor conocimiento a uno mayor y mas complejo. Sus trabajos se orientaron principalmente hacia la formacién de los conocimientos er el nifio. Su idea central es que el desarrollo intelectual constituye ‘un proceso que contintia la adaptaci6n biologica y que presenta dos aspectos: asimilacién y acomo- dacién. Sus posturas han sido denominadas constructivismo y estructuralismo genético. Piaget decia que en estos casos el conocimiento adquirido con anterioridad no se sustituye de manera mecénica, sino que el proceso de aprendizaje consiste en una eterna reformulacién de los conocimientos adqui- ridos, con base en los cuales se realizan procesos cada vez mas complejos que, incluso, ciclicamente ponen en crisis el sistema cognoscitivo del sujeto. 20 Por ejemplo para preescolares, discapacitados y poblacién en el rango de la “tercera edad”. zn En algunos museos estas areas se han denominado también bajo el nombre de servicios a Ja comunidad o departamentos de animacién cultural, como parte de la busqueda de opciones entre Ia relaci6n de los museos y sus usuarios. 54 8 ~—_ Epucacion y Museos En ese Ambito encontramos: © carencia de estrategias especializadas para grupos de edad y pobla- cion que requiere atenci6n especial. . ausencia de materiales didacticos especializados. . escaso conocimiento de los programas escolares en sus diferentes niveles. . inexistencia de talleres o actividades recreativas vinculadas con la temiatica de las exposiciones. En conclusién el problema de abordar la historia a través de los museos requiere de un esfuerzo en el que los profesores y los profesionales de los museos, generen puntos en comin en beneficio de los usuarios potencia- les. Un buen punto de partida es el reconocimiento de la fuerza del obje- to mediante sus multiples expresiones y formas de interpretacion, ya que, en su conjunto, las colecciones pueden ser el eje de la reflexion y de la incursién a nuevos temas que trasciendan la mera descripcién de situa- ciones, personajes y hechos coyunturales. Bibliografia Birzea, César, La pedagogia del éxito, Barcelona, Gedisa, 2a. ed., (Serie Renovacin Pedagégica), 1996, 126 pp. Condes Infante, Francisco, Propuesta metod ldgica de acercamiento critico al museo, México, Centro de Estudios Edu: ativos A.C., 1989, 52 pp. Cérdova, Carlos A., Museopedagogia de la historia o el unicornio de cristal (mecanoescrito), México, 112 pp. Chesneaux, Jean, ;Hacemos tabla rasa del pasado? 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Una introduccién a la apre- ciacién de museos desde una perspectiva educativa, Notas del curso-taller: “Pedagogia de la mirada” INAH-Galeria de Historia, / Lara, Lucio (Comp). México, 1995. Manzano, Robert, Dimensiones del aprenc Tberoamericana, 1992, 209 pp. Schmilchuk, Graciela, “Venturas y desventuras de los estudios de publico” en ije, Guadalajara, Universidad Cuicuilco, Nueva época, nam. 7, vol. 3, mayo-agosto, 1996, pp. 31-57 Tirado Segura, Felipe, “Qué tanto sabemos de historia?”, en Educacién 2001, nim. 5, octubre 1995, pp.37-42

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