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646 ’ Los Doce Sentidos El hombre ental del hombre Sentidos notablemente externos, Sentidos internos-externos Sentidos notablemente internos. La facultad de la memoria y la facultad de amar Relaciones de Ic ntidos con los cuerp< >, astral "Les dove sentido del hombre y el yo. ® ANTROPOSOFICA 9 TRadoit Scie Rudolf Steiner uuando se incursiona con nece- dad de acercarse al saber, al 1mocimiento, se presenta frente {que busca una gran paleta de srsonalidades, de pensadores, > investigadores forjadores de cultura actual, ya sea esta aterilista,ut6pica idealist. adolf Steiner a principios del slo XX recorrié el centro de aropa dando en conferencias do aquello que podiatransmitir § época um avance, un aspecto liyersal sobre el saber de aquel tances y dels tempos pregunta sf mismo: 2ebo callar con relacién al nocimiento de Ia existencia 1 mundo espiritual? ;Debo lar aquello que conozco por Periencia, que sé real y exis- Me y que est todo lo creado? vy aquel que descubre a este rsador, filisofo y maestro, lo fine: Rudolf tener, of que ense: vel que aprende, en reacién a conocimiento pedagégico- fetico. specto al saber, al conoci- ento, Rudolf Steiner es el ini do cristiano que revela en «stro tiempo el alma conscien- isu relacién con Crist. Rudolf Steiner LOS DOCE SENTIDOS DEL HOMBRE @ EDITORIAL ANTROPOSOFICA ‘Titulo original en castellano: EI hombre, enidad sensoria y perceptiva ‘Versin easellana de Juan Been Primera edicin en castellano: Editorial Antopossica 2006 © Reservados todos los derechos a favor de Editorial Antroposica Hecho et depésito que marca la ley 1.723 ISBN. 987 5066-800 cop 299.935 I Nos incumbe hoy continuar en el estudio de la rela cign del hombre con el mundo. Para vincular las refle~ xiones de los préximos dias con lo que desarrollé ante- riormente, me parece oportuno referirme a un capitulo que traté hace bastante tiempo: la Teoria de los Sentidos desde el punto de vista antroposéfico, Desde hace algin tiempo vengo insstiendo en que la iencia oficial tiene en cuenta sélo aquellos de nuestros sentidos para los que existen Grganos claramentelocali- zados, tales como la vista, el ofdo, etc. Este enfoque no resulta muy satisfactorio debido a que es errdneo creer que la vista, por ejemplo, abarca un érea de nuestra experiencia global, mas definida, limitada y circunscri- ta que la percepcién del Yo ajeno o del significado de las palabras. Hoy en dia, cuando en cierto sentido todo esté de cabeza, se ha hecho corriente decir: "he aqui una per- ssona; Io primero que percibo es su figura; sé que yo ‘estoy dotado de una figura humana similar, y sé, asi- ‘mismo, que mi forma humana es la morada de un Yo, Por esta razén, colijo que también en la figura humana ajena, de similar aspecto a a mia, se halla contenido un Yo". Semejante razonamiento acusa una falta absoluta de la conciencia auténtica de que la percepcisn del Yo ajeno es directa e inmediata; carece de todo sentido, ‘4 pues el Yo ajeno penetra en el campo de nuestra per- cepcién exactamente de la misma manera como, al encontrarnos frente al mundo exterior, abarcamos cier- ta rea del mismo, mediante nuestra vista, He de atzi- buirme un “sentido del Yo ajeno™, en estricta analogia a como me atribuyo el sentido de la vista, ‘Al decir esto, tenemos que poner bien en claro que ese “sentido del Yo ajeno" es totalmente distinto de la conciencia que poseemos de nuestro propio Yo. Esta ‘concienciacién del propio Yo, en realidad no es una ppercepcién, en tanto que silo es el proceso de captar un Yo ajeno. Similarmente, realizamos dos actos radicalmente Aistintos si escuchamos palabras y entendemos su sig- nificado, 0 si simplemente percibimos las vibraciones de algain sonido o ruido. Si bien, en un principio, la pre- sencia de un érgano para el sentido verbal es més di il de comprobar que para el oido, el anilisis completo yy exhaustivo del campo de nuestras experiencias pone fen evidencia que, dentro de este campo, hemos de dis- tinguir, por una part, el sentido tonal o sonoro, esto es, el odo propiamente, y por la otra, el sentido verbal (en castellano también sentido del lenguaje ajeno o de la palabra ajena). Pero eso no es todo: a través de las pala~ bras, mejor dicho, a través de sus configuraciones y aso- ciaciones, podemos perc los pensamientos de otra persona, percepcidn del pensamiento ajeno que es, a su vez, radicalmente distinta de nuestra propia actividad, de pensar. La manera burda con que hoy se estudian los fersémenos psiquicos, no llega a hacer ese andlisis deli- ado de distinguir entre el pensar, que viene siendo una 5 actividad interna de nuestra vida psiquica, y la activi- ddad extrovertida que consiste en percibir pensamientos ‘generados por otra persona. Es cierto que, con objeto de ‘comprender el pensamiento ajeno una vez percibido, hhemos de establecer una relacién entre ese pensamien- to recién percibido y otros ya pensados anteriormente; no obstante, este pensar asociativo es completamente distinto de la percepcidn del pensazniento ajeno. Una vez que hayamos ordenado, organizado y ana- lizado la totalidad de nuestra experiencia global segiin ‘reas especificamente distintas la una de la otra, areas ‘que, no obstante, tienen cierto parentesco que nos auto- riza a considerarlas genéricamente como sentidos, le- {gamos a establecer el conjunto de los doce sentidos del hombre alos que ya me referi varias veces. Uno de los capitulos més débiles de la ciencia actual, es el que trata de los sentidos desde el punto de vista sicosoma- tico, ya que, en el fondo, siempre se esté hablando de los sentidos en genera. En el campo de las percepciones sensorias todo el mundo acepta, desde luego, la radical diferencia entre el, ‘ofdo y la vista 0 el gusto. Similarmente, una vez captada esta diferencia entre el oido y la vista, es necesario dis- tinguir, asimismo, el sentido verbal, el intelectivo (0 sen- tido del pensamiento ajeno) y el sentido del Yo ajeno. La mayoria de los conceptos comiinmente empleados al hablar dela ciencia de los sentidos, se deriva del sentido téctil: I flosofia contempordnea se ha acostumbrado a fundamentar toda una teorfa del conocimiento que se reduce tan solo aaplicar al rea total de la facultad de percepcisn, algunas percepciones relativas al tact. 6 Ahora bien, si analizamos el campo total de nuestras experiencias externas obtenidas de manera similar a como obtenemos las visuales,téctiles o térmicas,llega- ‘mos a distinguirclaramente doce sentidos ya enumera- dos en ocasiones anteriores: primero, el sentido del Yo ajeno, o sea la facultad de percibir el Yo de otro indivi duo, facultad que, como dije, debe distinguirse de la coneiencia del propio Yo; segundo, el sentido intelecti- vo; tercero, el sentide verbal, y cuarto, el ofdo o senti- do auditivo; en quinto lugar viene el sentido térmico; fen el sexto la vista, en el séptimo el gusto, en el octavo elolfato y en el noveno el sentido del equilibrio, ‘A propésito del sentido del equilibrio he de mani- festar que un analisisefectivo de nuestras percepciones ppone en evidencia que existe un campo perceptive tan limitado y tan definido como el de la vista, que nos transmite la sensacién de encontrames en equilbrio, [No podriamos estructurar nuestra conciencia completa Si no existiera este sentido que nos transmite nuestra posicidn reposada en equilibrio, o bien nuestro movi miento o danza equilibrada, Luego sigue el sentido del movimiento propio, sen- tido kinestésico, que nos permite percibir si nos halla- ‘mos en reposo o en movimiento, percepcidn tan nece- saria para nosotros como lo es la dela vista, En oncea- vo lugar est el sentido orginico o sentido de la vitali- dad (sentido cenestésico) y en doceavo lugar el tacto (éase esquema en la pigina 23 ), Estos doce campos sensorios que pueden ustedes veren el pizarrén, se dis- tinguen netamente, a la vez que tienen como denomi- nador comin la peculiaridad de ser, todos ellos, vehi 7 culo de actividad perceptiva. Los sentidos nos transmi= ten nuestro intercambio cognoscitivo con el mundo ‘exterior, si bien de una manera muy variada Para empezar, tenemos cuatro sentidos que, en forma ‘nequivoca, nos comunican con el mundo exterior a ‘osotros: el sentido del Yo ajeno, el intelectivo (percep- ion del pensamiento ajeno) el verbal (percepcion de la palabra ajena) y el auditivo. Obviamente, toda nuestra experiencia se proyecta fuera de nosotros al percibir el Yo, los pensamientos o las palabras de otra persona. La situacién no es tan evidente en relacin con el oido: pero esto se debe tan slo a que, en forma abstract, se ha ver- tido sobre todos los sentidos un matiz conceptual nive- lador, matiz que se pregona como concepto idea gené- rica de la vida sensora, sin que se estudie el funciona- 'miento especifico de los diferentes sentidos. Claro esta ue estos conceptos no pueden lograrse mediante expe- imentos exteriores, sino que requieren la facultad de interpretar las experiencias en intuiciin exacta, El pensamiento ordinario no tiene en cuenta, por ejemplo, que la audicién, cuyo vehicules el aire movie do, estoes, un elemento fisco, nos lanza realmente hacia el mundo exterior. Basta comparar el funcionamiento exterior del oido con toda nuestra experiencia organica intema, para darnos cuenta de que el oido, sentido exte- rior, opera en forma distinta a la vista, por ejemplo. Por Simple estudio del ojo, se aprecia que este drgano de la Vista nos transmite un proceso relativamente interno: al dormir tenemos necesidad de cerrar el ojo, no asi el ‘ofdo, En fendmenos como este, en apariencia muy tri= Vales y sencillos, se manifiestan verdades profunda- i 5 mente significativas para toda la vida humana. En tanto {que, al dormirnos, nos vemos obligados a cerrar nuestro interior para que no lo estorben las percepciones visua- les, no existe la misma necesidad de cerrar nuestro ofdo, ya que este se halla viviendo en el mundo exterior en. forma muy distinta al ojo, que forma parte de nuestro interior; la percepcin visual es mucho mas introvertida ‘que la auditiva. No me refiero a a sensacidn de lo que se ‘escucha, porque esto es otra cosa; la sensacién de lo tescuchado, que alienta en la experiencia musical, no es Jo mismo que el proceso auditivo propiamente tal. Los cuatro sentides mencionados que tienen una funcién mediadora entre lo exterior y lo interior, son sentidos marcadamente externos. Los siguientes cuatro sentidos: el térmico, la vista, el gusto y el olfato, se allan en el limite entre Io exterior y lo interior; son ala vez experiencia externa e interna. Si pasamos revista a la suma total de las experiencias que nos transmite cualquiera de estos sentidos, nos damos cuenta de que fen ellos existe, por una parte, una convivencia con el ‘mundo exterior y, al mismo tiempo, una experiencia de nuestro propio interior. Si ustedes ingieren vinagre, ‘con lo cual se afecta el sentido del gusto, no cabe duda de que ese liquide les produce una experiencia interna, fa la vez que una experiencia extrovertida, comparable ‘la experiencia del Yo ajeno ola de las palabras ajenas. En cambio, seria desastroso si, al escuchar palabras, s¢ entremezclara también una experiencia subjetivay interna, Si ustedes ingieren vinagre, tuercen la boca, 10 ‘que denuncia claramente que la experiencia exterior V8 ‘2compaiada de otra interior, y que las dos se confun ° den. Silo mismo aconteciera con las palabras, es decir, ‘3 el escuchar tna conferencia estuviera acompatado de experiencias internas tales como las que se tienen al ingerit vinagre o al tomar vino, nunca se legaria a la ‘comprensién objetiva de las palabras del conferencian- te. En la medida en que, al tomar vinagre, se tiene una ‘experiencia interna desagradable, y otra agradable al tomar vino, en esta misma medida se matiza y modifi- ca la experiencia externa. Pero semejante matizacion de Ta experiencia externa ya no es licita cuando se trata, ‘por ejemplo, de percibir palabras ajenas. Permitanme Gecir que, en el momento en que estas cosas se vean a su debida luz, entramos en consideraciones de tipo ‘moral. Existen, en efecto, personas cuya actitud en lo referente al sentido del Yo ajeno, asi como al intelecti- Yo, acusan una tal inmersion en sus cuatro sentidos ‘medios: el térmico, la vista, el gusto y el olfato, que juz {gan a las demas personas y sus pensamientos de con- formidad con estos sentidos de fuerte toque interior; no ‘oyen objetivamente los pensamientos palabras aje- nas, las perciben tan subjetivamente como cuando se toma vino o vinagre, o cualquiera otra bebida o manjar ‘que produzca efectos similares. “Aqui vemos que, de un enfoque totalmente amoral, resulta de repente algo que es de indole moral. ‘Tomemos el ejemplo de una persona que tiene deficien- temente desarrollados sus cuatro sentidos exteriors. Bea persona es, como si dijéramos, acéfala, es decir, hace uso de sus cuatro sentidos cefilicos de manera similar a los sentidos que propenden més bien hacia lo animal, el cual noes capaz de las percepciones objetivas 0 comparables a las objetivas-subjetivas que el hombre obtiene mediante sus cuatro sentidos medios. Cuando. tun animal hace uso de su olfato, no puede objetivar, sino en escasfsima medida, las impresiones que ese sen- tido le transmite; tiene una experiencia en alto grado subjetiva. Claro esti que en todos los hombres estin presentes también el sentido auditivo, el verbal, el inte- lectivo y el del Yo ajeno; pero las personas que, segiin toda su constitucién psiquica, tienden a identificarse mds bien con su sentido térmico o visual, y sobre todo, con su sentido gustativo u olfativo, lo modifican todo Segiin su gusto subjetivo,o bien segtin la forma subjett- va de oler su medio circundante, La vida diaria ofrece «jemplos de personas incapaces de toda captacién obje- tiva, y todo lo perciben como si fuera a través del gusto © del olfato. Flocuente ejemplo de ello es el reciente folleto del sefior X. Este buen hombre no es capaz de ‘aptar las palabras o pensamientos ajenos: todo lo per- cibe a la manera de cémo se toma el vino o se ingiere vVinagre 0 se come no importa qué manjar; incluso lo, ‘externo se le convierte siempre en experiencia subjetiva, Al colocar de esta manera los sentidos superiores en el nivel de los inferiores, pierden su categoria moral. Aqui se nos insinia la posbilidad de establecer una conexiGn. entre la moralidad y la concepcién del mundo, algo ‘muy importante, ya que el elemento destructor que socava toda la civilizacién lo constituye, precisamente, ‘nuestra impotencia para tender el puente entre las la. ™adas leyes naturales y el mundo de la moralidad, Finalmente, los times cuatro sentidos:el del equili- brio, el kinestésico (movimiento), el de la vitalidad 4 sic) y otc, son de indole marcadamente Istria, loge nos transite el primero de ellos es uestro propo libri Toque ns tana l sent do Knees eel etd de movimiento en gue nos falls; nuestra condi ital w orga sere en Ta percepion general deco furconan nests orgs pens de tison propio oadversos anus ida Exes tres sentdos no aan margen a duda eno cane as Fladdn; en cambio, uno puede enganareen el caso del sentido ic experiencia que se tee al toca alguna ci, sngue opr, mo ele era 0 Imire percbmos el pedazo de iz, iol resign interna que, por su cast se produce ena epidermis Y perdonen eta exprestn in tanto burda, a que en ea Fad el proceso requertin una descripin mis elsbors- da, De fodas manera, la vive tt tansite en forma distinta a todas las dems vivenian sensors, tna reaceién del propo interior a un proces exterior. ‘Ahora bien, no hemos de olvidar que este timo grupo de sentido se halla bajo crt influencia mod fadora, Recuerden un dtalle que mencon® agut hace algunas semanas. Si bien Tos procesos que regi tramos por medio de ests cuatro sentdos: nuestro movimiento propia, nuesto eqilinio propo, et, correspondena prcepiones interiors decdidamen. te subjtva se rat, no obtante, de process toa mente bjetivos, esto elo interesante del sunt ‘Aunque ls perecpctn mediante dichos cuatro sei doe se orienta “hacia ant” lo perbido son hechos cbjetives: el movimiento de un pedazo de ea ol de tin hombre, son fsicamente equivalents para el 2 mundo exterior. La persona que se mueve consti un fendmeno tan abjervo coho el movimiento de oe pedazo de madera; lo misino vale con reac ecuilibrio, Similarment,tambign el sentido orgénie (enestésico) nos transite process toalmente abet, ‘vos si bien a primera vista parece que eston process no $e relaionan con el mundo enero. Imeginemes nos una reaccén en un alambigue tanscare ton sujecdn a cientasleyes y puede descrbise objet, mente Lo qu registra la cenestesia es una eseron de 4 misma indole slo que completamente despa, da hacia el interior de muesroorgaismo. Sete pro evo 0 reaccién funciona como es debido en forme de proceso objetivo~ el sentido orgnico aso nora este algn tastomo, el sent organic lo transi te tambin, sin menoscabo de que el proceso se halle encerado denro de la epidermis Al final cabo, un proceso objetivo noes algo que tenga, por de pron, Sa cone particular one earn Se Rusa Lo mismo vale para el sentido til: cada vee que tocamos o tenlamos algn objeto, se modifi tea ‘esta estructura organica. Nuestra reacién al mullo sensible es un cambio orgénico en nuesto ste tor. De modo que estos custo sents new ofrecen Algo notoament objetivo ex dei algo que nos cle Gatenel mundo con las caractersticas propan de ent dades objeivas que pueden ser vistas yobservadas ‘teriormente En resumen: aunque se trate de sentidos marcada- sent interno, los nos transmten perceplones que B 4 refieren a realidades tan abjtivas como las percibi fas en el mundo exterior. Considerado como fenéme- taco. no hay diferencia en que pongamos en sn fenton pedazo de madera o que sea una persona la gue se encuentre en movimiento externo. El sentido Einestésico sive tnicamente para registrar, es dec, llevar a nuestra concienciasubjtiva lo que acon- fee enel mundo exterior del que frmamos pare Sorprenderé saber que los sentidos declaradamente exterioresresultan ser los més subjetives, ya que su fun-

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