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32 Introduccién a la historia de la ciencia turales progresistas. En gran medida tenia un sentido propagandista y de misionero, La historia de la ciencia debia servir como objetivo moral, te- nja que ser una muestra resplandeciente del progreso triunfal de la razén cientifica por todo el orbe del mundo. Un prospecto de 1914, un aio an- tes de que Sarton llegara a los Estados Unidos, afirma que «una ojeada a Jas ciencias tiende a aumentar el respeto mutuo y a enaltecer los senti- mientos humanitarios. La historia de las ciencias puede ensefiarse a per- sonas de todos los credos y colores, y no puede dejar de imbuir en los co- razones de todo joven, hombre 0 mujer, una fe en el progres humano y la benevolencia hacia toda la humanidad».** Naturalmente, Sarton no fue el nico organizador del movimiento de Janueva historia de la ciencia. Charles Singer (1876-1960), por lo menos, ‘merece ser mencionado también, él se debié la creacién de un departa- mento de Historia y Métodos de Ia ciencia en el University College de Londres en 1923. La visién que tenia Singer de la historia de la ciencia coincidia bastante con la de Sarton. Deberemos concluir nuestro esbozo de historia de ta historia de la ciencia en este punto. En los capftulos que vienen a continuaci6n se estu- diardn algunas partes de su evolucién posterior, 46, Libby (1914), Citado aqui de Thackray (1980), p. 456. Historia de la ciencia ¢ acostumbra a distinguir entre dos niveles o significados distintos del término «historia». La historia (H,) puede describir los fenéme- nos 0 acontecimientos coneretos que se produjeron en el pasado; es decir, se trata de la historia objetiva. En expresiones como, por ejemplo, «a lo largo de la historia el conozimiento de la naturaleza que ha tenido la hu- manidad ha ido siempre creciendo», hay que entender la historia como «el pasado» 0 los fenémenos que sron concretamente en el pasa- do, Pero como nuestro conocimiento de la realidad del pasado es tan s6lo, 6 s6lo podré ser, limitado, la mayor parte de las cosas que acontecieron efectivamente en el pasado quedaré para siempre lejos de nuestra com- prensién. La parte de la historia (H,) que conocemos no sélo se limita en su extensién. sino que es ademas producto de un proceso de investiga- cién que incluye las selecciones, interpretaciones ¢ hipétesis que hace el historiador. No tenemos un acceso directo a Hy, sino tan s6lo a partes de H, que se nos han transmitido a través de diversas fuentes. Se utiliza también el término de historia (H2) para el andlisis de la rea- lidad hist6rica (H,), es decir, para la investigaci6n hist6rica y sus resul- tados. El objeto de Ia historia (H:) es, pues, la historia (H,), del mismo modo que el objeto de las ciencias de Ia naturaleza es la naturaleza, Del mismo modo que nuestro conocimiento (cientifico) de la naturaleza se limita a tos resultados de las investigaciones de la ciencia que no son la naturaleza, sino una interpretaci6n tedrica de ella, también nuestro cono- cimiento de los acontecimientos ocurridos en el pasado se limita a los 34 Introduccién a la historia de la ciencia resultados de a historia (H,) que no son el pasado, sino una interpreta- cién te6rica del mismo. Fildsofos positivistas radicales han sostenido que la existencia de una naturaleza objetiva es una ficcién sin sentido y que es imposible distinguir entre naturaleza y lo que es nuestro conocimiento de ella, De Ja misma manera, algunos historiadores idealistas han afirma do que la distincién entre Hy y Hz es una ficcién que no sirve para nada til; que no existe ninguna historia real al margen de Ia que el historiador reconstruye a partir de sus fuentes,' No obstante, en el contexto presente, ‘no nos es preciso tomar en serio esta visi6n idealista de la historia, Aun- que lo hiciéramos, dificilmente supondria ninguna diferencia préctica para la investigacién histérica Suele emplearse muchas veces el término historiografia para H., para dar a entender los escritos que tratan de historia, En la préctica, la palabra historiografia puede tener dos significados. Puede querer decir simple- mente escrito (profesional) de historia, es decir, tratados sobre los acon- tecimientos del pasado en cuanto escritos por historiadores; pero puede querer decir también teoria o filosofia de la historia, es decir, reflexiones te6ricas acerca de Ia naturaleza de Ia historia (H,). En este segundo signi- ficado, la historiografia es, por tanto, una metadisciplina cuyo objeto es H; Ia historia puramente descriptiva no serd en sf misma historiogral sino que sera el objeto de los andlisis historiogréficos. La historia tiene que ver con las actividades humanas, preferente~ mente con aquellas que son socialmente pertinentes. Los factores no hu- manos se hallan, naturalmente, incluidos en la historia en la medida en la que hayan influido en las actividades humanas. Si nos interesa la historia de Ia agricultura en Ia alta Edad Media, por ejemplo, tendremos que tener cen cuenta las variaciones climticas que se produjeron en aquel perfodo. El clima revela una evolucién temporal, pero no hist6rica, Cuando habl: mos de historia del clima o historia de las estrellas, lo hacemos en un sen- tido distinto y mas trivial que cuando lo hacemos de la historia propia- mente dicha, que se halla ligada exclusivamente al comportamiento 1. «La distinein entre historia tal como ocurr6 (el curso de los acontecimientos) e his toria tal como se piensa, la distincin entre Ia propia historia y la historia meramente expe- rimentada, debe desaparecer, no slo es fals, sino que no tene sentido», Oakeshott (1933), 1.93, Comparese fa discusion que hay en Danto (1965), pp. 71 ss. Historia de la ciencia 35 humano y a la conciencia del hombre. Segtin Olaf Pedersen, a la historia de la ciencia no Ie interesan especialmente los problemas , cuyas po- sibilidades, métodos y formas de exposicién influy6 considerablemente, Seria absurdo afirmar que el nazismo no tiene nada que ver al estudiar la ciencia alemana en particular. El significado del nazismo para la ciencia alemana no puede entenderse mediante una mera historia de la ciencia (HC,), pero puede comprenderse hasta cierto punto mediante una histo- ria de la ciencia (HC2), aunque ésta ignore los aspectos técnicos, De he- cho, la obra pionera acerca de! nazismo y la ciencia Ia escribié un histo- riador sin un bagaje cientifico de ningtin tipo.” El punto fundamental es que la historia de la ciencia es algo distinto de la propia ciencia. Como afirmara paradéjicamente Canguilhem, «el objeto de la historia de Ia ciencia no tiene nada que ver con el objeto de la ciencia».* El hecho de que Beyerchen, Butterfield y muchos otros hayan logra- do escribir unas historias de la ciencia valiosas sin dominar la ciencia so- bre la que escribfan no puede generalizarse. En otros casos, la tendencia ‘alignorar el contenido de la ciencia en cuestiGn puede resultar desastrosa, ‘Cuando se logra, depende en gran medida del asunto tratado y de la per pectiva del estudio. En general, cuanto mas cerea se esté del tema cientt fico, tanto mas peligroso seré estudiarlo simplemente desde fuera.” Sea cual sea el punto de mira en el que se centre, la historia de la cien- cia trata de la ciencia en su dimensién hist6rica. Pero, ;cudles son los st 7. Beyerchen (1977). Muchos de los historiadores de la ciencia més respetados no han tenido nunca una educacién cientifica, Bastaria mencionar los nombres de Edwin A. Burt, ‘Alexandre Koyré y Herbert Butterfield. 8. Canguilhem (1979), p.§, 9. Existen, por supuesto, numerosos ejemplos de obras que descuidan sin la menor jus tificacién ls aspectostéenicos de la ciencia de la que tratan, Asi, Lewis Feuer analiza por ex tenso las aportaciones de Einstein, Boht y Heisenberg sin haber leido, al parece, ni haber en- tendido sus obras cientficas, Véase Feuer (1974), Historia de la ciencia 39 cesos que pueden tenerse razonablemente por «cientificos» e ."” Entre ellos se cuentan tanto cientificos como no cientificos. Los problemas de demarcacién resultan pertinentes para las activida- des y métodos que o bien chocan violentamente con la ciencia contem- pordnea o bien limitan con ellos. Deberfa hablarse de la tecnologia en re- lacidn con este titimo gruzo, Aunque ciencia y tecnologia son areas diferentes de hecho, no existe ni tiene por qué haber una distincién muy fina entre historia de la ciencia e historia de la tecnologia. Nada tendrfa de historico dividir a Leonardo, Smeaton, Watt 0 Perkins en (por lo me- nos) dos personas a cada uno, en tecnélogo y cientifico, tratdndolos como individuos distintos. Tanto mas cuanto que la distincién entre ciencia y tecnologia es relativamente nueva. Lo tinico que ocurre es que las inno- vaciones explicitamente tecnol6gicas no pertenecen al campo de la histo- ria de la ciencia propiamente dicho, También es importante Ia historia de la tecnologia como para merecer que se la trate como apéndice de la his- toria de la ciencia. Ante todo, deberfa ser tratada como tema indepen- diente, digno de ser estudiado por propio mérito. Afortunadamente, se ha producido recientemente un aumento de! interés por este estudio. "* Alevaluar el primer grupo de actividades que hemos mencionado, en el que se incluirfan tradicionalmente las areas ocultas, religiosas y pseu- docientificas, debemos admitir igualmente que entran dentro de la histo- ria de la ciencia en la medica en la que, consciente o inconscientemente, han contribuido al desarrollo de la ciencia, Recientemente se ha dado una 13, Gillispie (1970-1980), vol. 1, prlogo. En cuanto ala delimitaci6n de la «ciencian, los editores del Dictionary afirmaban que su politica era abarcar las reas aque en época mo- derma quedan dentro de Ia esfra de las mateméticas, a fisica, In quimica, la biologia y la seologia (el subrayado es mio). Ihidem. 14, Tal como lo atestigua un mimero cada vex mayor de revistas especializadas, por plo Technikgeschichte, Technclogy and Culture y History and Technolog. 42 Introduccién a la historia de la ciencia tendencia muy clara a incluir las actividades no cientificas en la historia de la ciencia, aunque ha habido cierta diserepancia en torno al punto has- ta el cual deberia hacerse asi. Hustraré el problema con un ejemplo pro- cedente de las investigaciones acerca de Newton, uno de Jos puntos de mira clisicos de nuestra disciplina. Newton, que personifica més que nadie a la ciencia, utilizé una consi- derable cantidad de sus recursos trabajando en temas que no son deciclida- ‘mente.cientificos: la cronologia de las Escrituras, la alquimia, la medicina ocultista y las profecias de la historia. Los manuscritos y otras fuentes de- muestran que Newton debi6 de emplear més tiempo en estos trabajos du- dosos que en las obras de matemiticas y fisica de las que Ie viene la fama. Deberiamos preguntamos entonces si las obras de Newton sobre la alqui- mia, por ejemplo, forman parte legitimamente de la historia de la ciencia, Las investigaciones newtonianas han intentado tradicionalmente pre- sentamos un retrato glorioso, racionalista de Newton y se han centrado, de manera bastante parcial, en sus obras puramente matemiéticas o fisi- cas, Aunque las obras (no publicadas) de Newton sobre alquimia se co- nocfan desde hacia tiempo, los eruditos no estaban muy dispuestos a prestarles atencién en serio, como si pertenecieran al Newton que tenia interés para la historia de la ciencia. Los testimonios se eliminaron, se ra- cionalizaron como si fueran quimica 0 se desecharon explicdndolos como side una aficién inocua se tratara.'® Tras el descubrimiento de nue- vvas fuentes y la apariciGn de unas investigaciones sobre Newton de reno- vado vigor, ha resultado imposible negar que Newton trabajé con serie- dad y durante largo tiempo sobre problemas de alquimia, Newton no transcribi6 obras de alquimia con el simple afin de extraer su fondo ra- cional, puramente quimico; tampoco su interés era un simple capricho de Juventud que desapareciera con la edad, ni tampoco era el resultado de su senilidad."® Se han dado tres tipos de respuestas principalmente a la cues- 15, Blatbacea de Newton, Thomas Pellet, consideraba que los montones de copias y ma- -nuscritos no cientificos que dej6 eran «escrtos en sucioe inttiles», que no «cabia imprimir». El primer gran bidgrafo de Newton, el fisico David Brewster, se vio en dificultades ala hora ‘de reconacer ls intereses poco ortadoxos de Newton, asf que los minimiz6 en su biografi, Brewster (1855), 16, Dabbs (1975), Asimismo, Westfall (1980), pp. 285 y ss Historia de la ciencia 43 tidn de hasta qué punto habriamos de tomaros en serio Ia alquimia de Newton como tema de estudio adecuado a la historia de la ciencia. Algunos eminentes especialistas en Newton que representan el enfo- que racionalista y centrado en la ciencia a la historia de la ciencia han ne- gado que Newton fuera alquimista en absoluto, en el sentido preciso de la palabra."” Han subrayado e: hecho de que su dedicaci6n era una cuestion «privada» y que no tenfa relaci6n alguna con sus grandes obras cienti cas, Como éstas son las obras fundamentales para las investigaciones newtonianas en la medida en la que pertenecen a la historia de la ciencia, el imterés que tenia Newton por la alquimia no tiene por qué interesar al historiador de la ciencia, De ese modo, historiadores tan afamados como M. Boas Hall, A. Rupert Hall, I. B. Cohen y D. T, Whiteside opinan que std perfectamente justificado «desalquimizar> a Newton. Otros expertos aducen que, efectivamente, Newton era alquimista, segiin una interpretacién razonable de esta palabra, y que se hallaba fuer- temente influido por las comrientes neoplaténicas y herméticas de su épo- ca." Estos eruditos (P. M. Rattansi, R. Westfall, B. Dobbs, F. E. Manuel, entre otros) piensan que Ia alquimia era parte integrante de Ia representa- cién del mundo que tenfa Newton y que, como tal, era coherente con la filosofia sobre la que se habfan edificado sus obras de fisica, La alquimia de Newton entra dentro de la historia de la ciencia por propio derecho; no ya fundamentalmente porque la alquimia puede ayudar a iluminar ciertos pasajes de los Principia o de la Optica, las dos obras principales de fisi- ca de Newton, sino porque constitufa un elemento importante de la histo- ria cultural, a 1a que también Newton contribuy6 de una forma muy inte- resante, También puede justificarse el interés por la alquimia newtoniana ar- gumentando que tenfa que ver directamente con las teorias cientificas de Newton, Segtin Karin Figala, la alquimia de Newton constituye realmen- te una teoria racional de la materia, recubierta, a manera de adorno, del enguaje simbélico de las ciencias ocultas; al mismo tiempo. es un primer esbozo y luego un desarrollo de las ideas que publicé sobre la estructura 17. Boas y Hall (1958), 18, Véanse las aportaciones en Bonelli y Shea (1975), y para un repaso reciente de a dis- ceusisn, Vickers (1984), 44 Introduccién a la historia de la ciencia de Ia materia.!” La alquimia de Newton, como tal, asume, pues, la forma de una teoria racional, cientifica, convirtiéndose en un elemento perfec- tamente natural de Ia historia de la ciencia. No importa cémo se han de interpretar las obras de alquimia de New- ton, en cualquier caso seria errdneo ignorarlas sin analizarlas de cerca. «Si estudiamos los manuscritos, hemos de estudiarlos todos, y aceptar lo {que en ellos aparezca tanto si se adeciia a las teorfas del siglo Xx como si no. Decir que Newton ejercfa la alquimia no implica que se sea también ocultista ni que se niegue la perpetua realidad de los Principia. Lo Gnico que hemos de admitir es la importancia manifiesta de los manuscritos, tan importantes como los cuadernos de mateméticas, aunque més nume- rosos.»”” Lo excesivo de una separacién estricta de las actividades cientificas y no cientificas de una persona no slo queda de manifiesto en los proble- mas que se crean en tomo a las explicaciones de los orfgenes de las ideas cientificas. También suele crear problemas en la comprensién de Io sus- tancial de las ideas, de su contexto cultural y de su contenido, Para los hombres de ciencia ingleses del siglo xvi, las consideraciones religiosas, morales y politicas no s6lo tenfan un papel de inspiracién, sino que tam- bién supontan una justificacién. Boyle y su cfrculo consideraban que la explicacién de los experimentos pneumaticos de la época (por ejemplo, los de Torricelli) tenfan una significacién moral rotunda y consecuente- mente adaptaban Ia valoracién que de ellos hacfan.* En un caso como este serfa tremendamente erréneo aislar los componentes cientificos de los no cientificos. Cuando tenemos testimonios documentales de que Boyle consideraba su ciencia un elemento de la lucha cultural de su épo- ca, no podemos descuidar este aspecto aduciendo que el comportamiento de los gases a baja presién posiblemente nada tenga que ver con la con- dicién moral de la sociedad. Hasta qué punto Hega Ia demarcacién temporal de la historia de la ciencia es un problema que la historia de la ciencia comparte con la histo- ria en general. Se trata principalmente de hasta qué punto tiene la historia 19, Figala (1977), Figala (1978). 20. Wersfall (1976), p. 180. 21, Jacob (1977), pp. 99 y ss Historia de la ciencia 45 unos limites més altos o mnds bajos. Tradicionalmente, los historiadores han trazado una linea demarcatoria entre las épocas historica y prehist6ri- ca, estableciendo la distincién en que durante Ios tiempos prehist6ricos se desconocen fuentes escritas. Pero hoy dfa, los historiadores estan de acuer- do en que esta I{nea no es muy significativa y que rompe la continuidad hist6rica de manera artificial. Los monumentos megaliticos como los de Stonehenge, por ejemplo, probablemente se utilizaron con finalidades as- tronémicas. En la medida en la que ello sea asf, estos monuments son un testimonio de actividades cientificas tempranisimas, La parte més antigua de Stonehenge data de 270) a.C. y, de ese modo, muchos cientificos creen ‘que forma parte de la historia de la ciencia.” En qué fecha empieza la his- toria de la ciencia es un asunto que dependeré de las fuentes disponibles y de la flexibilidad con la que se quiera interpretar el término ciencia, Gor- don Childe pretende atribuir actividades cientificas a los hombres que vivieron antes del Homo sapiens, aduciendo que la manufactura de herra- mientas es una forma embrionaria de ciencia, «Tal vez parezca una exa- geracién pero, sin embargo, es cierto que toda herramienta es una encar- naci6n de la ciencia, Efectivamente, se trata de una aplicacién préctica de experiencias recordadas, comparadas y recogidas, del mismo modo que se sistematizan y resumen en formulas, descripciones y prescripciones cien- tificas.»™ Tanto si aceptamos que Stonehenge o los conocimientos de la na- turaleza que habfa en el neolitico entran en la historia de la ciencia como si no, no tiene demasiada importancia. No importa realmente que quienes estudien esos fenémenos sean historiadores de la ciencia, arquedlogos 0 etndlogos, siempre que sean estudiados por alguien. 22. La arqueoastronomia tra de Ia astronomia prehistérica, En épocas recientes este campo ha atrado mucho Ia atenciin y ha quedado bien asentado hoy dla como un subcampo

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