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Boletin del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravignani” ‘Tercera Serie, nim. 3, 1° semestre de 1991 EL PRIMERO DE MAYO EN BUENOS AIRES, 1890-1950: EVOLUCION Y USOS DE UNA TRADICION® ANIBAL VIGUERA** INTRODUCCION hace afios las manifestaciones del 1* de mayo tenfan el carécter de protesta por la ejecucién de los obreros de Chicago. Eran entonces una expresién de odio, de rebeldia y de lucha con- tra cl capitalismo, Pero desde que esté el gene- ral Perdn al frente de fos destinos de la Patria, yao albergamos odios ni rencores: nos reuni- mos junto a la tribuna del 1° de Mayo para bendecir a Dios y celebrar la felicidad de los trabajadores argentinos! La “wistoriA del 2° de mayo” en Argentina no ha sido objeto de muchos trabajos especificos; en lineas generales el tema suele ser encarado o bien como una “efemé- rides" en Ja que se resaltan las luchas y conquistas obreras, 0 como Ja oportunidad para realizar una apretada sintesis de la historia del “movimiento obrero” en su con- junto.2 De la confluencia entre este tipo de trabajos, una infinidad de discursos poli- ticos y articulos periodisticos, y la memoria colectiva de los hechos realmente ocu- rridos, ha ido surgiendo una suerte de “sentido comin” acerca de la fecha. Segiin es- ta tradici6n, que la frase del epfgrafe sintetiza, el 1° de mayo habria sido desde 1890 una jomada de protesta y agitacién de la clase obrera hasta que el peronismo la transformara en la “fiesta del trabajo” —con el sentido positivo o peyorativo que se * Este trabajo fue reslizado con una beca del CONICET bajo Ia direocién de Lais Alberto Romero. ‘Agradezco los comentarios y sugerencias de mis compafieros del cesaHuma: Ang Barieta, Marfa Dolores Béjar, Alberto Pérez y Cristina Torti, asi como los de los participantes del Seminario sobre Sectores Po- pulares del pe1esay de dos drbitros andnimos del Boletin... del Instituto Ravignani. ** CONICET/UNP 1 Palabras del Convencional Perazzolo en la Convencién Nacional Constituyente de 1949. Diario de Sesiones de la Convencién Nacional Constituyente, Buenos Aires, 1949, p. 489. 2 Cf, Juan Carlos Vedoys, “I? de mayo ayer y hoy. Evolucién politica de Ia clase obrera”, Todo es Historia, nfm. 73, mayo de 1973. Rubens Iscaro, Breve historia del I* de mayo, Buenos Antzo, 1961. 53 le atribuye a esta transformacién segiin las distintas perspectivas. Pensamos sin em- bargo que esta versiGn generalizada puede ser revisada y que, ademés, el estudio del “1° de mayo” presenta aristas diferentes a las que han sido exploradas hasta el mo- mento. En primer lugar el tema puede ser encarado desde la perspectiva que Hobs- bawm define como el estudio de la “invencién de Ja tradicién”, es decir, de un con- junto de précticas en gran medida rituales y simbélicas que cumplen una funcién ideolégica al querer inculcar por la repeticién determinados valores y pautas de comportamiento.3 Para el historiador inglés el estudio de las tradiciones tiene impor- tancia en tanto ellas son sintomas, y por 10 mismo indicadores, de problemas y desa- rrollos que de otra manera serfan dificiles de identificar y ubicar en el tiempo. En cuanto evidencias de fenémenos més amplios, su estudio no puede ser separado del de Ja historia de la sociedad si es que se quiere ir ms all4 del mero descubrimiento de esas practicas.4 En este caso esto supone analizar como objeto especifico la evolucién del sen- tido y caracteristicas que ha ido tomando la celebracién, y cémo en ella se han ido acumulando y entrelazando significados originados desde diversos actores y Ambitos de la sociedad. A partir de la decisién primigenia de celebrarlo, transmitida en 1890 desde los circulos obreros internacionales, el 1° de mayo ha ido teniendo en Buenos Aires un sentido y una funcién cambiantes para los propios trabajadores; pero tam- bién Ios ha tenido para los sectores dominantes, que lentamente fueron intentando “cooptar” la celebraciéa obrera en un claro ejemplo de construccién de un orden he- geménico. Resulta interesante entonces explorar cémo cada acto o manifestacién anual agregaba, quitaba o conservaba sentidos, simbolos y discursos, los que casi imperceptiblemente comenzaban a pesar sobre las celebraciones siguientes incorpo- randose o rechaz4ndose las diversas maneras en que los distintos actores trataban de resignificar su contenido. Cudnto y cémo esos distintos significados fueron cristalizando en la tradicién que sintetiz6 el peronismo desde 1946 es precisamente la parte fundamental del objeto de este trabajo, En este sentido pretendemos mostrar que “protesta” y “fiesta” se combinaron muy tempranamente en el significado atribuido a la celebracién, la que ya desde principios de siglo tendié a incorporar un cardcter “festivo” que se ha- ria predominante entre los sectores populares mucho antes de que Perén apareciera en escena. El tono luctuoso, de homenaje a las victimas de Chicago, al que se aferra- ban sélo los militantes anarquistas, nunca arraigé realmente en el sentido comin popular, Por otra parte el sentido marcadamente contestatario que estos quisieron imponerle nunca fue exclusivo ni tan acentuado, y en todo caso no sobrevivié a la coyuntura del Centenario: desde un principio el 1° de mayo aparece mds bien como una ocasién para lo que Hobsbawm denominé Ia “autopresentacién de una clase”.S La influencia de Jos socialistas se impuso a través de la creciente moderacién de las 3. Eric Hobsbawm, “Introduction: inventing traditions”, en: Eric Hobsbawm y Terence Ranger (Comps), The invention of radon, Cambridge, Cambridge University Press, 1985, p. 1. p12. 5B Hobsbawm, El mundo del trabajo. Estudios histéricos sobre la formacién y evolucién de la clase obrera, Barcelona, Critica, 1987, cap. 5: “La transformacién de los rivuales obreros”. 54 manifestaciones, las que por otra parte fueron adoptando un significado politico mu- cho mds amplio que el original reclamo por las ocho horas de trabajo. A esto contri- buy6 también la actitud de parte de los sectores dominantes, expresados por algunos diarios, y la del Estado, que desde los afios veinte procuraron infundirle a la fecha el cardcter de “homenaje al trabajo” y comenzaron a aceptarla como feriado. Volviendo a su cardcter de “sintomas” y “evidencias”, las celebraciones del 1° de mayo pueden ser estudiadas adem4s como una forma més de la participacién po- Iitica popular, y en este sentido el hecho de ser una prdctica que se repite afio a aio de manera sistemética la convierte en un prisma privilegiado para observar muchos aspectos de dicha participaci6n, Es fundamentalmente el tema de la “cultura politi- ca” de los sectores populares, y mds que nada el de su evolucién y transformacién a Io largo del tiempo, con sus continuidades y rupturas, el que puede ser rastreado a través de las manifestaciones y actos organizados en ocasién del Dia del Trabajo; en este caso no se pretenderd agotar el estudio de esa cultura politica sino aprovechar los aspectos que de un fenémeno tan evasivo pueden explorarse con mayor facilidad de esta manera. Asi lo dicho anteriormente sobre el sentido que fue adquiriendo la celebracién puede ser considerado como muestra y reflejo de la temprana cristaliza- cién de una “cultura integrativa y reformista” entre Jos sectores populares portefios.6 Es posible rastrear asimismo la incorporaci6n a dicha cultura politica de los diversos elementos y espacios simbélicos que la han ido conformando y sobre todo observar la evolucién de los mecanismos y agentes de la movilizaci6n callejera de los traba- jadores, En este sentido aparece como dato destacable la importancia original que la red barrial de centros y comités tuvo en la organizacién y participacién politica popular, y su ripido declive y sustitucién por el sindicato como agente aglutinador en los afios cuarenta. La “‘vIEIA EPOCA TUMULTUOSA” (1890-1910) Fueron los militantes socialistas del Club Vorwarts quienes tomaron la iniciativa de cumplir con Ia resolucién del Congreso de Paris de 1889 que invitaba a organizar una manifestacién para el 1° de mayo de 1890.7 No sin debates previos en los que ya se expresaban las diferencias entre socialistas y anarquistas, ci mitin que se realiz6 en el Prado Espafiol conté con la participacién de ambas corrientes aunque el predo- minio del criterio socialista impuso la redaccién de un Manifiesto reclamando la sanci6n de una serie de leyes protectoras.® EI 1° de mayo nacia asf como una oportunidad en que los obreros se © El concepto esté tomado de Luis Alberto Romero, "Sectores populares, participaci6n y democra- cia: el caso de Buenos Aires”, en: Alain Rouquié y Jorge Schvarzer, ¢Cémo renacen las democracias?, Buenos Aires, Emecé, 1985. 7 Sobre los origenes del 1? de mayo intemacional, ver Maurice Dommenget, Historia del 1° de ‘mayo, Buenos Aires, Americalee, 1956; aavy, El Primer 1° de mayo del mundo, México, CBHSMO, 1981. # Relatos detallados de Ia organizaci6n del 1° de mayo de 1890 en Argentina en: Jacinto Oddone, Gremialismo proletario argentino, Buenos Aires, Libera, 1975; Sebastién Marotta, £1 movimiento sindi- cal argentino, Buenos Aires, Libers, 1975; Julio Godio, Historia del movimiento obrero argentino, Bue- nos Aires, Tiempo Contemporineo, 1973. 55 manifestaban pacifica y legalmente por sus principales reclamos, Sin embargo en el Manifiesto aparecia también un concepio, el de “fiesta”, que si bien todavia tenfa un carcter poco preciso, estaba Ilamado a afianzarse: “Orden de la festividad” 1, El Comité internacional de Buenos Aires invita a todos los trabajadores de Ja Repiiblica a que festejen, en cuanto les sea posible, la festividad del dia 1° de mayo de 1890, 2. Se celebrard un meeting obrero internacional, en el que se discutirén las ideas del Manifiesto y creacin de una Asociacién Obrera Regional Argenti- na, el cual se anunciard por medio de la prensa diaria y carteles indicando la hora y el local para el meeting.» En el texto se hacian ademés varias referencias a la fecha como “fiesta univer- sal de obreros”, “dia de uni6n fraternal”, “fecha de confederacién”, etc., ala vez que como oportunidad para la propaganda por la “emancipacién social”; por su parte el diario La Prensa informaba de 1a realizacién del mitin organizado “para celebrar la gran fiesta de los trabajadores”.!° Como puede verse, el contenido de la celebracién combinaba ya en su origen dos aspectos: por un lado, el reclamo al Estado por la sancién de diversas leyes protectoras; por el otro, el cardcter “festivo” de la ocasién, lo cual en principio significaba 1a abstencién del trabajo pero también la idea de que se trataba de un “festejo”. El sentido de este ultimo no aparece con claridad pero re- sulta evidente en el hecho de que por la noche el mismo Club Vorwarts reatiz6 una fiesta con canto, musica y baile, inaugurando lo que seria parte de la tradicién socia- lista del 1° de mayo.11 La gran prensa se refirié en general al primer mitin con una mezcla de recha- 20, ironfa y desprecio, haciéndose eco de los “semores” que Ia ocasi6n suscitaba en el Viejo Mundo.!2 Se destacaba, sin embargo, la visién mucho més condescendiente del diario La Prensa, el que, si bien coincidia en repudiar los pdrrafos més duros del Manifiesto, observaba que éste estaba redactado “en términos muy sensatos”, acu- sando “un progreso indudable en Jos procedimientos de la clase obrera”, Asi, decia, duele por lo injusta y apasionada la afirmacién gratuita de que los trabajadores se hallan aqui expuestos a una explotacién vergonzosa y desenfrenada que ra- ras veces se ve en otra parte del mundo, porque tal aserto es enteramente con- trario a la realidad de las cosas. Y es tanto mas deplorable esta nota apasiona- da del manifiesto, cuanto que en sus Ifneas generales es un documento que me- rece ingenuas alabanzas. ..3 9 J. Oddone, Gremiatismeo... 20 La Prensa, 1/5/1890. 1 La Prensa, 2/5/1890, 32 Cf. citas de distintos diarios en: S. Marotta, E! movimiento... cit, pp. 96 65, 3 La Prensa, 1/5/1890. cit, p91. 56 Las “alabanzas” se dirigian al hecho de que el documento pedia medidas préc- ticas que eran ya “aceptadas casi en su totalidad por Jos mds renombrados estadis- tas”, a la vez que la consagracién de los derechos que la propia Constitucién nacio- nal garantizaba a todos los habitantes. El diario anticipaba ya, como veremos, toda una tradicién en cuanto a los intentos por relativizar e integrar discursivamente las manifestaciones obreras al marco de la normalidad —siempre y cuando provinicran de los “sensatos” socialistas...!4 A partir de 1890 la conmemoracién del 1° de mayo fue afirm4ndose lentamen- te al compas de los primeros pasos de las organizaciones obreras, sindicales y politi- cas. En realidad el impulso inicial se diluy6 bastante en los afios siguientes, en los que s6lo se registran una pequefia manifestacién en la plaza Victoria en 1891, que fue disuelta por la policia,!5 y actos en locales cerrados impulsados fundamental- mente por los diversos grupos socialistas existentes en Buenos Aires, asi como las veladas nocturnas del Club Vorwirts; el abandono del trabajo no parece estar toda- via muy generalizado, a juzgar por la nula referencia que a é1 hacen los diarios: la fecha se conmemoraba “det modo més anodino”.16 La “fiesta de ios trabajadores”, como ya s¢ la Ilamaba entonces, sélo comenza- r4a hacerse mds notoria a partir de 1897. En ese afio, efectivamente, se realiz6 el primer “desfile” piblico del 1° de mayo, organizado por el recientemente formado Partido Socialista en conjunto con la Federacién obrera; el acto conté con la asisten- cia de por lo menos 3.000 trabajadores'7 y se desarrollé sin problemas. Los Gnicos “incidentes” mencionados, y que reflejan justamente el carécter tranquilo del desfi- le, fueron 1a “demostracién hostil” de que fue objeto un sacerdote que observaba desde el portal de una iglesia, o las “fuertes voces” que invitaban a sumarse a la co- Jumna a un grupo de albafiiles que no habia abandonado el trabajo. Desde entonces las marchas organizadas por el Partido Socialista se repetiran afio a afio casi sin excepciones convirtiéndose en un verdadero ritual prolijamente preparado en cuyas caracteristicas vale la pena detenerse. Los itinerarios que predo- minan son los que, partiendo de Plaza Constituci6n, terminaban en Plaza Col6n, Plaza Lavalle 0, mds frecuentemente, Plaza Rodriguez Pefia. El ntimero de asisten- tes es en general considerado elevado por la prensa, oscilando las estimaciones entre 4,000 y 25.000 personas segiin los afios y las fuentes, y tendiendo a declinar luego de 1905 para repuntar recién en 1909; en todos los casos se sefiala la presencia de mujeres y nifios, lo que refleja el cardcter “familiar” que asuméan en general las mo- vilizaciones obreras. Si bien en un principio participan algunas sociedades gremiales junto a los centros socialistas, las primeras se van haciendo menos numerosas en la medida en que la escisién sindicalista quiebra la relaci6n entre el Partido y los gre- mios; esto da lugar a que se afiance lo que seré la modalidad particular de las movi- 14 La Prensa mostré un temprano interés por atender a las cuestiones sociales y procurarles solucio- nes que no pasaran solamente por la represi6n. Cf. prélogo Ricardo Gonzalez, Los obreras y el trabajo. Buenos Aires, 1901, Baenos Aires, Centro Editor, 1984, 15 La Prensa, 2/5/1891. No encontramos referencias a] respecto en los diarios, pero Marotta dice que ese aifo la celebracién tvo un matiz “francamente anarquisia” (El movimiento... cit, p. 102); esto podria explicar el hecho de que la policfa haya disuelto el acto. 16 La Prensa, 1/5/1896. 17 Eslacifra que da La Prensa, 2/5/1897. 48 La Nacién, 2/5/1897. s7 lizaciones populares hasta los afios cuarenta, es decir, la organizacién por barrios. Las columnas parciales se forman en cada circunscripcién a partir de conferencias Tealizadas en sitios prefijados, y luego confluyen en un punto central de conventra- cién en el cual se organiza el desfile principal. Este se caracteriza por contar con una o més “bandas de miisica” las cuales ejecutan el Himno a los trabajadores, La Mar- sellesa y otras canciones obreras que son coreadas por los manifestantes; estos por- tan en general banderas rojas y otros tipos de accesorios de ese color tales como cla- veles, corbatas, crespones, etcétera,19 E! Partido Socialista se empefié desde un principio en producir manifestacio- nes “ordenadas” y pacificas, procurando evitar aun los “gritos excesivos”. Asf en 1897 el Comité organizador recomendaba a los asistentes “ser parcos en vitores y aclamaciones, para que la ceremonia revista la mayor seriedad posible”,29 y adver- tencias similares aparecian en La Vanguardia cuando en 1909 exhortaba a guardar compostura y orden en la formacién, tratando de evitar en lo posible los gritos destemplados que nada dicen y que muchas veces son motivos de accidentes desagradables. Debemos demostrar a la clase capitalista y gobernante que huestras manifestaciones son modelos de educacién y cultura.2! El resultado fue siempre, de hecho, bastante cercano al esperado por el Parti- do; las manifcstaciones socialistas no registraron incidentes en toda la década, y tampoco fueron, salvo en 1905, reprimidas por la policfa22 —como veremos, es esto Ultimo un factor decisivo para la ausencia de disturbios—. Los “gritos” sin embargo no siempre se evitaban; por lo menos en los primeros afios del siglo siguen siendo frecuentes las exclamaciones hostiles al pasar frente a iglesias y sacerdotes, y tam- bién el repudio a los obreros que continéan trabajando:23 de todas maneras la prensa conservadora sigue considerando en general a estas marchas como menos “ruidosas” que las anarquistas, y no faltan oportunidades en que seilalan precisamente la ausen- cia de “gritos destemplados” como un rasgo positive. EI significado de las manifestaciones socialistas seguia siendo algo ambiguo, como en 1890; combinaba, en efecto, un contenido contestatario generalmente pun- tualizado cada afio en reclamos concretos —en 1904, por ejemplo, contra la ley de Residencia—, con la denominacién explicita de “fiesta de los trabajadores”. El ca- rdcter contestatario no se expresaba, como dijimos, sino en algunos Britos y aclama- ciones, o en las inscripciones que Hevaban algunos manifestantes en sus carteles. El tono festivo, por su parte, parece haber tenido una temprana aceptacién entre los asistentes a las marchas socialistas, a las que ya en 1900 La Prensa describia presen- 18 Esta reconstruccién se basa en las crGnicas de los diarios La Vanguardia, La Prensa y La Nacién de 1897 0 1910. 2 La Prensa, 5/1897. 2 La Vanguardia, 11511909, 2 Fn 1905 la manifestacién no pudo realizarse el 1* de mayo debido at estado de sitio, En su reem- pplazo se hizo una marcha conjunta entre socialistas y anarquisias el 21 de ese mes, que fue duramente re- rimids, quizé debido a la panicular “dureza” del presidente Quintana y al clima creado por la revolucién radical. 2 Ver por ejemplo La Nacién, 2/5/1901. % CE EL Siglo, 2/5/1904, 58 tando “més el aspecto de una alegre romeria que de una protesta”,5 un indicio de esto son las frecuentes alusiones a que los obreros concurririan a ellas “con sus tra- jes de fiesta”,26 “ataviados con sus mejores ropas”,?7 “con sus ropas domingue- ras” 28 Por su parte, los anarquistas, luego de haber protagonizado algunas pequefias reuniones y actos conmemorativos del 1° de mayo en 1891 y 1892, habian venido tomando una actitud cada vez més hostil hacia la celebracin de la fecha, a la que consideraban no slo desvirwada por el socialismo sino carente de efectividad: sien- do su objetivo, segiin ellos, el de provocar un estallido revolucionario, éste no po- drfa lograrse en un dia prefijado en el que los estados tomaban de antemano todas ‘sus precauciones.29 Sin embargo el anarquismo decidié finalmente sumarse con sus propios actos a una jornada que los socialistas ya habfan instalado en la cuttura poli- tica de los trabajadores portefios, saliendo entonces a competir con éstos en cuanto a su apropiacién y sentido. Su primera gran manifestacin fue organizada en 1901 a través de la FOA: desde entonces habré en Buenos Aires dos grandes marchas calle- jeras cada aflo, una socialista y una anarquista. Durante la primera década del siglo ambas fueron parejas cn cuanto a concurrencia, pero vale la pena detenerse en algu- nos aspectos distintivos de las manifestaciones anarquistas. Ellas parten en la mayo- ria de los casos desde la plaza Lorea y marchan desde allf en distintos itinerarios —hacia la Plaza Once, Plaza Constitucién 0 Plaza Mazzini, por ejemplo—; a dife- rencia de los actos socialistas aqui se mantiene Ja participacién de columnas gremia- Jes junto a los diversos centros libertarios, pero Ja organizacion barrial también es importante (las sociedades gremiales confluyen en columnas parciales que parten de Jas circunscripciones en que se encuentran sus respectivos locales), La concurrencia es también en parte “familiar” con la presencia de mujeres y nifios; todos marchan cantando himnos obreros al compés de alguna que otra banda de misica y portando banderas rojas ¢ insignias rojas y negras. Los oradores hablan en varios idiomas, lo que denota quizé la presencia de un buen ndimero de extranjeros.2° Ahora bien, el sentido que los anarquistas le dan al 1° de mayo pretende ser muy distinto al del socialismo. En efecto, desde que en los primeros afios del siglo queda formulada la que serd la versi6n libertaria sobre la fecha, ella se presenta co- mo asumiendo un origen y un significado diferentes: El 1° de mayo nacié como empuje revolucionario y fue bautizado por la bur- guesfa con sangre obrera; recuerda el impulso, quizds més significativo, de las virilidades proletarias en la sociedad moderna; entrafia la accién de medios de lucha que en nada consuenan con los escamoteos politicos det socialismo; es el punto de partida de la lucha econémica, tinica arma de conquista y reden- La Prensa, 2/5/1900. Ibid. La Vanguardia, 2/5/1908. La Argentina, 2/5/1908. Ver Taacov Oved, El anarquismo y el movimiento obrero en la Argentina, México, Siglo xx', 1978, p. 53; La Prensa, 2/5/1892, 1/5/1893 y 1/5/1896. 36" Ver descripciones particularmente minuciosas en La Nacién, 2/5/1901, y en: La Protesta Huma- na, 10/5/1902. BESRE 59 cidn (...) (Qué diferencia entre esto y la escandalosa mistificaci6n a que se so- mete una parte del proletariado gracias al rejalgar socialista-burguést {Qué di- ferencia entre el nervio y pujanza revolucionarios de aquellos varoniles prole- tarios que en Chicago se congregaban hace 17 afios, y ¢l marasmo, la decaden- cia espiritual, el apandergamiento del coraje infiltrados por ta prédica socialis- tay las adulonerias burguesas!...3! Se reconocia como origen, en primer lugar, a los hechos de Chicago de 1886: era por Jo tanto una conmemoracién luctuosa, en cuanto debia recordar y homena- jear “todas las victimas de la opresién capitalista”, y a la vez una “fecha de rebelién y de protesta” que continuaba el impulso iniciado con aquella huelga. Ambos signi- ficados implicaban el total rechazo al cardcter de “fiesta” que, decian, pretendian darle a la fecha los socialistas: los obreros que segufan la interpretacion de estos ilti- mos s¢ traicionaban a si mismos “al desfilar como manso rebafio y conmemorar co- mo fiesta lo que ¢s aniversario de luto y combate”.32 Cabe preguntarse entonces cémo se expresaba en los hechos esta concepcién diferente, este contenido declarado de “protesta” y el tono luctuoso y austero que impulsaban los militantes libertarios. Al margen de los incidentes a los cuales nos referiremos enseguida, las caracterfsticas de sus manifestantes que hemos resefiado no resultan demasiado contrastantes con las del Partido Socialista, y algunas descrip- ciones nada sospechosas de parcialidad sugieren que no todo era “luto y combate” entre la masa de los asistentes a las marchas callejeras: Habia mujeres y hombres con chicos en Jos brazos. Los concurrentes desfila- ron hasta Rivadavia en el mayor orden, cantando sus canciones en que el ritmo dulce de la misica y la intensa conmocién que produce el canto coral contras- taban a veces con los versos, no siempre moderados. Una estrofa terminaba con el estribillo: “jAl terco burgués, atrds, atris!”. Por lo dems, la curiosidad burguesa miraba no sin asombro desde las puertas de los negocios, y desde las ventanas y balcones, esta procesién curiosa de obreros en que, a pesar de las banderas rojas, de las corbatas encarnadas, de las escarapelas carmesf y ne- gras, abundaban las fisonomias risuefias de trabajadores, bronceados por el sol en las tardes de estfo sobre los andamios, o curtidos por el fuego de las homa- Tlas.33 Ahora bien, son conocidos los episodios de violencia que se produjeron en las marchas anarquistas del 1° de mayo realizadas en 1901, 1904 y 1909; sin embargo esos hechos sangrientos no parecen ser el reflejo de un cardcter especificamente “tu- multuoso” de la cultura politica de los asistentes a aquéllas sino de la injustificada represién policial que, como ha mostrado un trabajo reciente, estaba especialmente orientada hacia los anarquistas con el objetivo de desarticular la insercién que éstos 31 La Protesta Humana, 5/1903. 32 La Protesta Humana, 1/5/1903; ver también La Protesta, 29/4/1904, 33, La Nacién, 2/5/1901. 60 habian logrado entre la clase obrera.¥ En efecto, las descripciones de los propios diarios conservadores coinciden en seflalar que hasta el momento de producirse el enfrentamiento entre manifestantes y policias las marchas transcurrian “sin inciden- tes de mencién, salvo los vivas cada vez mas frecuentes”.5 En definitiva, el carfcter combativo de las manifestaciones libertarias del 1° de mayo no parece distinguir a éstas, en tos hechos, mds que por los “vivas” y “mueras” mds explicitos, los oradores ms enardecidos y los discursos més contesta- tarios. Por otra parte, los anarquistas no buscaban las acciones violentas en los actos callejeras; s6lo se mofaban de los excesivos controles que los socialistas querian im- poner a sus adherentes, o de su propésito de marchar “pausada y sigilosamente”: Bueno que no se adopte con antelacién el plan de “armar escfndalo”, de gritar, de “meter ruido”, pero es de absoluta necesidad en esta clase de manifestacio- nes demostrar algo; demostrar entusiasmo, vigor, vida...35 La primera década del siglo presencié entonces manifestaciones duramente re- primidas, pero en lo que hace por lo menos a las del 1° de mayo seria erroneo seguir atribuyendo globalmente al perfodo el cardcter “tumultuoso” de tas expresiones po- Iiticas obreras; nos encontramos aqui ms con una tradici6n inventada posteriormen- te que con un reflejo preciso de la realidad de aquella época. Las marchas socialistas revelan ya desde un primer momento un afén por el “orden” que se cumple en gran medida, y tanto ellas como los desfiles anarquistas, a pesar de las diferencias de en- foque, no pasan de ser una suerte de “exposicin de fuerzas” de la que participan los obreros con sus familias, Fiesta y reclamo en unos casos, protesta radical en otros, el primero de mayo podria definirse por sobre todas las cosas como una ocasién en la que se produce lo que Hobsbawm denomina una “autopresentacién de la clase obre- ra”; en este caso, a través de un verdadero ritual que se reproduce afio a afio como un desfile por las calles céntricas de la ciudad. Ritual, eso si, que tiene un contenido propio, auténomo, con una simbologia especificamente “obrera” que no integra to- davia elementos extemmos a su propia tradicién. El cardcter pacifico de estas demostraciones se refleja también en Ia visién que sobre el 1° de mayo fue construyendo Ia prensa conservadora, En efecto, del te- mor y rechazo que predominaban al principio fue avanz4ndose hacia la conviccién de que, aqut como en Europa, la fecha estaba lejos de cumplir con los “trégicos pre- sagios” que la acompafiaban en su origen, y que habia perdido su “cardcter pavoro- so”.37 En algunos casos a esta comprobacién se suma la que sefiala ¢l “avance” de las manifestaciones obreras en general: Los obreros de Buenos Aires han abandonado hoy sus tareas, sin que hasta ahora se haya producido ningdn hecho desagradable, lo que prueba el grado 4 Cr. Juan Suriano, Trabajadores, anarquisma y Estado represor: de la Ley de Residencia ala Ley de Defensa Social (1902-1910), Buenos Aires, CEDAL, 1988. 35. La Prensa, 2/5/1901. Cf. también El Pats, El Siglo, Diario del Comercio, Sarmiento para 1904 y La Razén para 1909. Para los detalles fundamentales de estos episodios ver S. Marotta, EI movimiento... cit. y J. Oddone, Gremialismo..., cit. 36 La Protesta Humana, 15/1902. 37 La Nacién, 1/5/1908; La Razdn, 1/5/1908. 61 de adelanto y conciencia a que por fortuna de todos han Ilegado aquétlos. La concordia, la solidaridad bien entendida, la educacién ciudadana parece que va siendo la norma de todos sus actos y seguir por ella seguramente la conduciré aresultados que habrin de beneficiarla positivamente.38 EI mismo diario lamentaba en 1909 los incidentes ocurridos con los obreros, que atribuia a la actuacién policial, ya que “la evolucién de su propaganda y sus ten- dencias se estaba produciendo lentamente, tomando cauce a la solucién tranquila de las diferencias entre los factores antagénicos”.39 Por su parte La Prensa iba aun mds alld, y progresivamente procuraba desde sus comentarios editoriales darle a la fecha un cardcter cada vez m4s amplio que a su vez Ja incorporaba al marco de la “norma- lidad”. Lo que en un principio era sélo “el primero de mayo” o “la fiesta obrera”, aparecia en 1910 como “El dia de los trabajadores”, legitimado en términos que vale Ta pena reproducir: Hoy celebra la familia obrera, en todos los puntos civilizados del mundo, su fiesta anual: es ¢] dia de ios twabajadores, que Ja labor fecunda de la humani- dad ve llegar con simpatia (...) Es dia de parabienes y de esperanzas, en el que el espiritu obrero se deticne a mirar orgulloso el pasado de su accién creadora y a recoger nuevos brios para la jornada del porvenir. El 1° de Mayo es, por eso, dia de jiibilo y de discusién para el proletariado... Mirada con los ojos de Ja civilizacién, la fecha es digna de todas sus simpatfas, y corresponde rendirle doctrinariamente, desde el seno de las clases trabajadoras, los altos honores de la direccién serena y razonada. La justicia de todas las causas humanas se os- curece y retarda su triunfo cuando la envuelven las pasiones turbulentas...40 La Prensa combinaba asi la aceptaci6n de la fecha —en tanto “dfa de juibilo y teflexién”— con una clara exhortacién a la sensatez y racionalidad en los reclamos obreros: éstos, decia, debian basarse en la necesaria “armonia” que era preciso man- tener “entre esas dos entidades que nunca han estado ni pueden estar separadas, el capital y el trabajo...”.41 El Estado, por su parte, no habia decidido todavia incorporar la celebracién a wavés de un feriado. El abandono del trabajo quedaba a cargo de la decisién de los gremios; segin las observaciones periodisticas la repercusién del paro era diversa segiin los casos, aunque progresivamente se iba afianzando la costumbre de no tra- bajar o de retirarse a mediodia para asistir a las manifestaciones.42 Las posibles con- secuencias que esta actitud podia acarrear para los obreros, y la represién que, aun- que hoy comprobamos discriminada, pendfa siempre como una amenaza, daban todavia al 1° de mayo un marco de cierto temor e incertidumbre que un observador de la época rememoraba més tarde de esta manera: La Razén, 1/5/1908. La Razén, 3/5/1909. La Prensa, 1/5/1910. Ibid, Besse CE. La Nacién, 2/5/1905 y 2/5/1906; La Razdn, 2/5/1908, 62 Recordar no es siempre dulce. Recuerdo aquel terrible 1° de mayo de 1909. Yo cra un muchacho, un adolescente, Entonces los 1° de mayo no eran dias de fiesta. Los colegios no cerraban; las oficinas y talleres tampoco, No trabajar ese dia significaba ser revoluctonario. Los patrones, maestros y jefes de ofici- nas controlaban a quicnes se atreviesen a desafiarlos, Yo me atrevi. Me hice la “rata” al colegio y me largué a la calle a ofr, a ver... Tenia el presentimiento de que algo iba a ver. Iba a ofr cantar Ja Internacional ¢ Hijos det Pueblo. El ambiente, ese 1° de mayo, como todos los 1° de mayo, era de inquietud, de in- certidumbre, de temor.43 UNA EPOCA DE “RELATIVA CALMA” (1911-1925) Como sefialaria una visién retrospectiva de La Vanguardia en 1933, pasado el Cente- nario los 1° de mayo iban a celebrarse en el marco de “una época de relativa cal- ma”.44 Desde 1911, en efecto, la apertura del sistema politico y la dectinacién del anarquismo hacia el cual la represin estaba dirigida, entre otros factores, contribu yen a que no se registren sino incidentes leves y aislados protagonizados en general por militantes de corrientes enfrentadas —con excepcién, obviamente, de los hechos de la “semana trigica” de 1919—. La fecha sigue siendo conmemorada afio a afio con distintos tipos de actos por el Partido Socialista y por las diversas organizaciones sindicales, a las que lentamente se van sumando otras entidades: los circulos de obre- ros catdlicos —que en general cclebran una misa y organizan reuniones en las que sucle ofrecerse un desayuno—, el Partido Socialista Argentino, el Partido Socialista Intermacional —luego Partido Comunista—, y finalmente también la Liga Patridtica, en los aiios veinte. Ahora bicn, si las conferencias, fiestas y actos en locales cerrados son caracteristicas de la celebracién en todas las agrupaciones, las grandes manifesta- ciones callejeras son desde 1911 pricticamente monopolizadas por el Partido Socia- lista: éste realiza sistemticamente su gran mitin-desfile que todos los afios es visua- lizado por distintas fuentes como el acto mds importante y numeroso del Dia de los Trabajadores. Las federaciones obreras también realizan sus actos de manera siste- mitica pero ellos merecen poca atencién de los diarios por su escasa magnitud. Con rasgos que no han variado demasiado respecto a la etapa anterior, las ma- nifestaciones callejeras sociatistas son las que marcan el “tono” del 1° de mayo en este periodo. Si bien es dificil discemix cifras objetivas respecto de la cantidad de asistentes,45 para todos los observadores se trata de manifestaciones imponentes, de varias cuadras de longitud, reconocidas como las m4s concurridas aun por sus “competidores” anarquistas.46 43 Alvaro Yunque, “Aquél 1" de mayo de 1909”, citado por Gotio, Historia..., cit. p. 271. 44 La Vanguardia, 1/5/1933. 45 Las evaluaciones que aparecen en los distintos periédicos son muy dispares. En este sentido los nimeros del diario socialista son siempre “inflados” con respecto a otros cflculos pero pueden tomarse ‘como datos lfmites: la menor concurrencia registrada alli es de 20.000 personas para 1916 —coincideme con la mayor derrota electoral del Partido en el petiodo— y las mayores son las de 1911-12 (40-50.000), 1913 (60.000) y 1919-20 (80.000). ‘4 Cf. La Protesta, 5/4/1916, que se lamenta de Ia mayor concurrencia a los actos socialistas respec- to de los de la FORA. 63 Es también dificil, con las descripciones disponibles, establecer con precisién quiénes son Jos asistentes a las marchas socialistas. Cabe sefialar al respecto que los manifestantes son visuatizados por todas las fuentes como “obreros” 0 “trabajado- tes”, lo cual suena obvio si consideramos el motivo de las mismas pero no tanto si lo contrastamos con las frecuentes referencias al distanciamiento existente entre el Par- tido Socialista y la clase obrera, En general se destaca la presencia de extranjeros y sobre todo de mujeres y nifias, hecho este dltimo que es también visible en las foto- grafias de los diarios. Pero més allé de Ia composicién de la concurrencia lo im- Portante es que en estas manifestaciones se expresa y constituye una determinada “identidad” trabajadora, evidenciada desde 1a visién de la prensa y presente en los c4nticos y consignas coreados por los asistentes. En efecto, los desfiles siguen sien- do siempre acompafiados por “himnos obreros” tales como La Internacional, el Hino de los trabajadores 0 La Marsellesa, ejecutados por bandas de misica alqui- Jadas ad hoc, asi como por banderas y distintivos rojos —la ausencia de simbolos “nacionales” es todavia absoluta—. En cuanto a los carteles con consignas escritas, éstos son en general provistos por cl Comité Ejecutivo del partido y distribuidos por los centros barriales, presentando frases muy elaboradas tomadas del ideario socia- lista que seguramente dan cuenta més de este iiltimo que de las reales motivaciones que Ilevaban esponténeamente a la mayoria de los manifestantes a volcarse a la ca- Ile47 Por otra parte se mantiene y acentia la casi total ausencia en los actos socialis- tas de columnas sindicales: son pocos los gremios que adhieren y participan como tales en las manifestaciones, y en ningiin caso dan ellos el tono de las mismas. Estas por el contrario se organizan sobre la base de los centros seccionales, cuyas colum- nas se forman en cada barrio y confluyen en un punto central de concentracién para ubicarse una tras otra, con sus carteles identificatorios, en una columna principal; en ella se incluye, cabe sefiatar, numeroso piiblico que concurre independientemente de la organizacién partidaria. Es notorio el hecho de que todas las fuentes coinciden siempre en sefialar cl “orden” y la “cultura” de las marchas socialistas. Igual que en los actos proselitistas el Partido ponia mucho énfasis en lograr que esto fuera asf difundiendo permanente- mente dichas palabras como valores fundamentales a tener en cuenta en las manifes- taciones callejeras: es necesario hacer una manifestaci6n GRANDE y CULTA, en la que cada uno se comporte DIGNAMENTE, demostrando que el pueblo trabajador no necesita la vigilancia de los policfas, para guardar orden. El individuo provocador que Ppromueva escindalo, debe ser inmediatamente aislado y puesto fuera de la co- lumna.s8 Era comin distribuir entre los manifestantes volantes con leyendas como las siguientes; 47 Citamos como ejemplo algunas de estas consignas, tomadas de los actos de 1911 y 1920y repro- ducidas por La Vanguardia: “Deseamos tener representacién proporcional parlamentaria", “Afiliarse al Partido Socialista es hacer politica consciente”, “Con la centralizacién del comercio en el municipio de- saparecerin los trusts y los intermediarios”, etoétera, *8 La Vanguardia, US/911. 64 No demos lugar con gritos y actitudes improcedentes a 1a custodia policial pa- ra nuestras manifestaciones, Los socialistas no necesitan ser escoltados para conducirse como cuadra a su dignidad. Nada de vociferaciones, de silbidos, ni de pufios cerrados, Orden y Tranquili- dad.49 Esta es una constante que como vimos aparece ya antes de 1910 y que da cuenta no s6lo de la voluntad integrativa del partido sino también de su intento per- manente por ofrecer una estructura “paralela” a la del Estado —no opuesta y enfren- tada— en algunos aspectos: la educacin es uno de ellos, y también aparentemente, la funcién de “guardar el orden”. Sin embargo esto también podria estar expresando una suerte de exigencia que desde el conjunto de la sociedad se va imponiendo so- bre los sectores populares y que ellos mismos estén incorporando a su sentido co- min; asi por lo menos lo traduce elocuentemente un articulo de La Protesta de 1913 en el que se scflala con desagrado que los propios obreros exigen moderacién al anarquismo: Nuestra palabra misma —la de los voceros anarquistas— ha dejado de ser me- dular, el grito herido de ta altiva protesta, para transformarse en razonante y deductiva . Para que una gran parte de nuestros compafieros no lo renic- guen, se hace necesario que hagamos del anarquismo una cosa de buen tono. Se tiene horror a la disonancia, a la exageracién del juicio, a la polarizacién demasiado radical —incomprensible para el mundo burgués que nos rodea—; a parecer inadaptables... se desea conquistar la estimacién, que nos lean y nos aprueben los mismos burgueses, como a algiin artista o literato nuestro. Por caricias estamos dispuestos a aceptar todo, a reconocer todo —el “orden” y la “compostura” que es lo contrario de una actitud verdadcramente revoluciona- ria...50 En el caso del Partido Socialista esta obscsién por el “orden” adquiere ribetes realmente notables, como demuestran ias quejas de su diario respecto a las caracte- risticas de algunas manifestaciones: Siendo grande, el mitin no fue, sin embargo, grandioso, no fue imponente. Falié organizacién; falté lo que en gran parte hizo fracasar las maniobras de otofio del ejército argentino, No habia fitas: habia pelotones. No habia distri- bucidn proporcional y equitativa de bandas: habia musicantes que se estorba- ban; no habia centros bien ubicados: hab/a remolinos de carteles; no habia tri- bunas: fue necesario improvisarlas...51 ...la gran aglomeracién de pucblo asistente dificult6 la organizacién de la co- Tumna general... y pudimos observar que cicrtos elementos inconscientes que * Ibid. 30 La Protesta, 3/8/1913. 51 La Vanguardia, 3/5/1914, 65 se mezclan entre los manifestantes no desperdiciaron Ja ocasién para dar muestras de su incultura, En este sentido observamos también una excesiva adoracién por los hombres y muy poca conviccién en las ideas ¢ ideales socia- listas, entre muchos ciudadanos que se esfuerzan por colocarse en primera fila para marchar al lado del grupo parlamentario del partido. Estos ciudadanos impiden, generalmente, toda organizacin de columnas y hacen penoso el des- fileS? Si bien como se observa estos cuidados eran superados por la espontancidad de los manifestantes, en reatidad los desfiles socialistas eran ciertamente “ordena- dos” en el sentido de que no originaban disturbios contra el orden establecido —los incidentes suelen obedecer a enfrentamientos con radicales y anarquistas—. La vi- sién de la prensa conservadora es claramente elogiosa y complaciente al respecto, saludando la diferencia con los que ya se sefialaban como fos “tumultuosos afios an- teriores”. Observaciones como las siguientes son comunes en los grandes diarios: Pocas veces en las calles de Buenos Aires se ha visto un conjunto obrero tan numeroso como ordenado. La manifestacién socialista de ayer fue imponente por todo concepto.53 columna compacta, ordenada, respetuosa.4 Con respecto al sentido que asumen los actos del 1° de mayo, podria decirse que en estos afios se ha impuesto claramente el cardcter hibrido que tenfa la celebra- cién socialista, aunque de la combinacién entre reclamo, protesta y “fiesta del traba- 1911 eaeee parece ser esta ultima la que tiende a afianzarse en el sentido comin popular. En la ambigiledad de la fecha segufa apareciendo en las paginas de La Vanguardia: Una semana falta ya para la Fiesta del Trabajo, para la gran fiesta en que se afirma la conciencia de los asalariados y que nosotros, por exigencias del am- biente en que desarrollamos nuestra accién, conmemoramos este aiio defen- diendo la libertad hollada por los mandones de la politica olig&rquica.55 Contra la Ley de Desorden Social debe manifestarse hoy la clase trabajadora, reclamando la derogaci6n de tas trabas que afecten a su movimiento gremial y Politico... Hoy es nuestro dia de fiesta, nuestro gran dia de reposo y de afirma- cién de los ideales de justicia social [...] es justo que asuma, junto con su ca- racter de fiesta, el carécter de fecha destinada a condensar también, entre las respectivas clases gobernantes, las reclamaciones més perentorias de la clase trabajadora de cada pais... ;Ciudadanos! {Trabajadores! Celebremos con ale- gria el 1° de mayo. jHoy es fiesta, y debe haber mas luz en las miradas y sol, mucho sol, en el espiritn!5¢ Ibid, 3/5/1911 La Prensa, 2(5/1911. LaNacién, 25/1911. La Vanguardia, 23/4/1911. Ioid., US/911. El caricter festivo, como se observa, remite tanto al “reposo” como a la afir- macién de fuerza de los trabajadores, y sigue combindndose con rectamos puntuales que cambian de afio en afio segéin las circunstancias con variantes que van desde la derogacién de la Ley de Orden Social en 1911 al rechazo de la Ley de Jubilaciones en 1925. Los anarquistas por su parte segufan defendiendo el sentido de “protesta” que, decian, era el original de la fecha, y focalizando la conmemoracién en Ja “tragedia de Chicago”: Nosotros rememoramos una tragedia. El 1° de mayo nos recuerda a los ahor- cados de Chicago, a todas las victimas de las represiones estatales, a todos los sacrificados por ia avaricia burguesa.5? Criticaban precisamente a los socialistas por haber impuesto la “fiesta del tra- bajo”, Hevando a la “degeneracién” de la fecha: Son los partidos socialistas, aquf como en todas partes, los que arrastran en sus procesiones las masas obreras que carecen de espiritu rebelde y slo ven en el 1° de mayo un motivo de holgorio y regocijo.58 Los socialistas olvidaron el origen histérico de la fecha, el holocausto rendido por los hombres que recibieron la herencia heroica de los ahorcados en Chica- go, y celobran una fiesta pagana para festejar un efimero triunfo...5% Pero, a la vez, reconocian que era justamente ése el sentido m4s difundido, lo cual explicaba el fracaso de muchos actos anarquistas y sindicalistas; asf por ejem- plo en 1922 las manifestaciones de la FoLB y de la ucT habian sido poco concurri- das, pero el propio diario libertario sefialaba que “en cambio, la procesién socialista fue numerosa, lo que demuestra que Ia fiesta del trabajo se ha impueste al concepto revolucionario de condenacin y protesta”. Ante esta evidencia los anarquistas Ile- gan a plantearse Ia posibilidad de pasar la conmemoracién a otra fecha y “despegar- se” de una jomnada a la que ven come irrecuperable: La costumbre nos leva a repetir un acto que ya perdié mucho de su primitivo significado. Nos esforzamos por dar a la fecha que recuerda el crimen de Chi- cago un poco de color, de vida, de entusiasmo revolucionario, Pero nuestros esfuerzos se pierden en el ambiente calmo, de achatada uniformidad, creado por la carencia de motivas sentimentales capaces de contrarrestar la farsa del socialismo en la grotesca fiesta del trabajo.6! Los propios anarquistas reconocian asi que se habfa impuesto un tono festive y sosegado; aunque de hecho la fecha no dejaba de servir como oportunidad para 57 La Protesta, 26/4/1924. Toid., 3/5/1922. 1 [bid., 29/4/1928. 67 manifestar reclamos 0 pronunciar discursos de mayor o menor contenido contestata- rio, nunca habia arraigado totalmente, en el sentido comin popular, el sentido luc- tuoso que se remontaba a los crimenes de Chicago. Podria decirse que, como sefiala Hobsbawm para los rituales obreros europeos, el socialismo habia sabido, en este sentido, “sintonizar mejor la longitud de onda de las masas”.6? La total tranquilidad de fos actos era cada vez mds frecuentemente sefialada también por fa prensa conser- vadora, en este caso con beneplacito, en comentarios del estilo del que se transcribe acontinuacién: ante la comprobacién del orden reinante en todo momento y de la cultura que presidi6 hasta las mds resueltas manifestaciones del entusiasmo colectivo, bien puede decirse que 1o que la magna conmemoracién ha ganado en humanidad y en suavidad de maneras, como también en tranquilizantes propésitos y vatici- nios, ya de ninguna manera catastr6ficos, ha ido asimismo en su beneficio por Jo que respecta a la unanimidad con que ahora se adhieren a ellas Jas masas y nacleos més diversos de 1a poblacién, especialmente en la capital de la Repi- blica.3 “Orden” y “cultura” en las manifestaciones eran valores compartidos por la cultura politica socialista y conservadora. Se consolidaba la tendencia a aceptar ¢ in- tegrar al 1? de mayo que habiamos visto aparecer ya en la década anterior, y que iba a llegar a su apogeo en los afias siguientes, Por otra parte se habia impuesto cada vez mas la costumbre de no trabajar ese dia, no tanto ya en sefial de protesta sino porque el mismo debia ser considerado como una jomada “de descanso”: el Estado no tar- daria mucho en sancionar legalmente esa realidad a través de un feriado. (COOPTACION ¥ POLITIZACION (1925-1943) En 1925, en efecto, aparece una novedad que inaugura significativos cambios en la celebracién del 1° de mayo. Por primera vez el gobierno nacional —Alvear en este caso— hace suya la fecha declarando por decreto “dia de fiesta” el “Dia de los tra- bajadores”, lo que implicaba asueto para la administracién publica. El espiritu del decreto es el de sumarse a un genérico “homenaje al trabajo” en un texto que da muestras de intencién de cooptar ¢ integrar el significado de la celebracién; los con- siderandos expresaban: Que el dia 1° de mayo esta consagrado en gran parte del mundo civilizado al descanso de los wabajadores, y es deber de los poderes piblicos propender a que sea dia sercno y auspicioso, de solidaridad social y de paz espiritual, de esperanzas y emociones colectivas, fecundo en inspiraciones y afanes por el ideal de una humanidad mejor. © Eric Hobsbavrm, El mundo... cit. p. 110. Este autor dice, ademés, que “fue la participacién pé- blica Ia que hizo que una manifesiaciGn se convistiera en una ficsta, tanto en sentido ritual como en el propiamente festivo", © La Razén, 2/5/1922. 68

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