el da sol, el silencioso sello extendido en los campos del camino.
Yo soy un hombre luz, con tanta rosa,
con tanta claridad destinada que llegar a morirme de fulgor.
Y no divido el mundo en dos mitades,
en dos esferas negras o amarillas sino que lo mantengo a plena luz como una sola uva de topacio.
Hace tiempo, all lejos,
puse los pies en un pas tan claro que hasta la noche era fosforescente: sigo oyendo el rumor de aquella luz, mbar redondo es todo el cielo: el azcar azul sube del mar.
Otra vez, ya se sabe, y para siempre
sumo y agrego luz al patriotismo: mis deberes son duramente diurnos: debo entregar y abrir nuevas ventanas, establecer la claridad invicta y aunque no me comprendan, continuar mi propaganda de cristalera.
No s por qu le toca a un enlutado
de origen, a un producto del invierno, a un provinciano con olor a lluvia esta reverberante profesin.
A veces pienso imitar la humildad
y pedir que perdonen mi alegra pero no tengo tiempo: es necesario llegar temprano y correr a otra parte sin ms motivo que la luz de hoy, mi propia luz o la luz de la noche: y cuando ya extend la claridad en ese punto o en otro cualquiera me dicen que est oscuro en el Per, que no sali la luz en Patagonia.
Y sin poder dormir debo partir:
para qu aprendera a transparente!
Hoy, este abierto medioda vuela
con todas las abejas de la luz: es una sola copa la distancia, al territorio claro de mi vida.