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182 Una idea de las cencis scales resulta del proceso de racionalizacién tipico de la moderni- dad occidental. En eso, la sombria imaginacién de Weber ‘ofrece una especie de epitafio del romanticismo que dice mucho del clima moral de nuestro tiempo, casi cien afios después. 12 El giro linguistico ‘Hay en el romanticiamo una nueva preocupacién por el len- ‘quaje, que camina en direccién distinta dela de los ilustra. ddos, en busca no de Ia exactitud sino de Ia eapacidad ex- presiva, El ser auténtico es finalmente un problema de ‘expreaién. Hay que desembarazarse do una retérica que parece hueca, de In artificiosa perfeccién de los moxelos lisicos y hasta de Ia idea de un modelo; y eso conduce al descubrimiento de formas anteriores, que se suponen més libres, inmedintas, enérgicas, més capaces de autenticidad: In poesia tradicional, eantos y leyendas populares en ale- ‘man, inglés o espaol primitivos, que expresan —ésa es la idea— el espiritu del pueblo, (No tengo espacio para argumentar nada sobre la coin- eidencia, pero interesa mencionarla aunque sea de pasa- da, El movimiento es similar al que se produjo on Espafia ‘en os Siglos de Oro. Citemos el ejemplo obvio: el fantastico luvin de 1a fantasta de Lope de Vega desborda todos los modelos; y busea su inspiracién, con frecuencia, en el ro- ‘mancero, come lo harian los romanticos 200 aiios después.) ‘Ahora bien: esa inclinacién de! romanticismo hacia el folclore, su cuidado de las lenguas nacionales, surge por coincidencia a la ver que la busqueda —en sentido inver- s0—de un idioma universal. La ciencia quiere ser un refle 164 Une ide de tos ciencias scales Joexacto de la realidad: aspira sobre todo a ls transparen- ia, aspira a expresarse en un lenjuaje que sea intradueibl ‘que a fuerza de ser preciso no necesite ni tolere una tra duccién. so, un idioma universal ‘Somos herederos, también en esto, de ese impulso con- tradictorio cuyos perfiles se definieron en el siglo XvU. Tan- to que nos parece obvia, de sentido comin, la distincién laa dos culturas: Ia eieneia y el arte, a razén y las emocio- nes, Pero habtdbamos del lenguaje en particular, y hay en ‘ese terreno una de las escasas eontribuciones originales y caractoristicns de! pensamiento del siglo XX. Acaso la rareza més notoria de la especie humana sea cl lenguaje; no la posibilidad de comunicaeién, sino la com= plejidad, ta capacidad reflexiva de la comunicacién entre ‘eres humanos. Entiéndase: no que utilieemos signos, sino, que podamos pensar sobre ellos, claborarlos, modificarlos, In abstraceién, la ironia, las alusiones metaforicas, todo 10 que esta ausente en el despliegue de las plumas de un pa- vorreal, en un balido o en el rastro de orina que senala ol territorio de un gato. En las formas mas simples del lon- {guaje humano hay ya algo mas, una distaneia con respecto al mundo; una relativa autonomia de la que dependen sus caracteristicas y capacidades particulares, ‘Todo eso se ha sabido de siempre, y no hay nada nuevo, por eso, en el hecho de que e} lenguaje resulte problemsti- co, Se viene pensando sobre su naturaleza, sus funciones, ‘su relacién con el mundo, desde hace siglos; de Platén a Guillermo de Ockam y Rousseau, las opiniones e ideas al respecto son de una variedad inclasificable. Los temas son sabidos: silos universales tienen alguna existen algo del orden del mundo en el orden del lenguaje, si 1am uNouismen 166 nen un mismo origen todas las lenguas y si son éstas efe- 1ivamente traducibles, Pero hay mas. Aparte de Io que puc- 4da discutirse de manera razonablo, queda siempre un aire de misterio en la relacién entre las palabras y las cosas, algo que sugiere su parentesco con lo sagrado. De hecho, tuna de las ideas mas frecuentes del pensamiento magico es la imbricacién do as palabras con el mundo: nombrar es poseer, trunsformar, porque hay algo de Ia cosa que esta ofectivamente en la palabra que la nombra (digémosio con los versos de Borges: sque en las letras de rosa esté la rosa /y todo el Nilo en Ia palabra Nilos). Lo que sucede en el siglo Xx es que se cobra conciencia, ‘o mas bien ae Heva hasta el Ifmite la conciencia de la arbi- trariedad y la opacidad del longuaje: de su autonomia, Se cobra plena eonciencia de que las palabras estén separ das completa, irremediablemente, del mundo material, que fen ningsin sentido derivan de é! ni pueden reproducirlo, salvo en una forma sui generis, que remite al sistema de as palabras tan sélo y alude apenas de modo oblicuo a las cosas. En el extremo, razonando asf podria legarse a decir quo el mundo que nos es asequible mediante el longuaje es luna fiecién; también, por eso mismo, que los distintos idio- ‘mas son, en rigor, intradueibles, ‘Todo eso se ha dicho, ciertamente, El estudio del Jen- ‘guaje en el siglo XX ha estado con frecuencia entreverado do relativismo, y con razén. Poro conviene contar la histo- ria con calma y con mediano orden. Hace mucho que sabe- ‘mos que —segsn la expresién de Lope— todo es segun el color del eristal con que se mira, y que el lenguaje nos tine fl mundo de modo decisive. Solo que en las uitimas déca- das lo hemos pensudo de manera sistematica. 166 Una idea dels ciencias sociales Para ponerle un origen, y no del tode arbitrario, habria que decir que la nueva conciencia se manifiesta como una revolucién en el punto de vista de Ia filosofia; es lo que se hha Hamad cl -giro lingtistico-, que consiste —resumien- ‘do—en prestar atencién no tanto a los objetos y fendmenon denotador, sino a las formas del lenguaje, a las reglas, a Jas palabras con que nos referimos a ellos, Dicha mirada depende de un supuesto muy aencillo, incluso obvio: el lenguaje contribuye a formar Ia realidad, fal menos la realidad que poslemos entender, porque en el Tenguaje (en su sistema) se docide qué es lo que puede do- cise. ¥ lo que no se puede decir, lo inefable ox también ininteligible. Digdimoslo con la formula consagrada de Lud- wig Wittgenstein: los limites de mi lengtuaje son los limites de mi mundo. ‘Ahora bien: el sentido de esa primera afirmacién no ee ‘del todo simple, no resulta obvio que tipo de conclusiones pueden sacarse de ella, Hay, de hecho, dos caminos funda- rmontales, claramente divergentes: Ia flogofia del lenguaje idea! y Ia filosofia del lenguaje ordinario. Tratemos, aun- ‘que #ea sélo exo, de aclarar en qué consiste cada una, El giro linguistico tiene un primer momento que se po- drfa amar iustrado; comienza por el empeto de suprimir la metafisica como saber vacio, puramente especulativo. Es una reacciGn contra ciertas formas tipicas de la filosofia tradicional (en particolar, las derivaciones del idealism alemén) que resultan estérles, se supone, por una serie de vicios del lenguaje. Las discusiones interminables acerca del ser, la sustancia, la materia y el espiritu no conducen a ninguna parte; las distintas soluciones que se imaginan, lot sistemas posibles, son arbitrarios y finalmente intrascen- somo uascoismco 167 dentes porque versan sobre naderias. So habla en todo caso de entidades imaginarias, sobre las que se afirman cosas inverifcables; es decir, ls proposiciones de los metafisicos no cumplen con las condiciones minimas para resultarsig- nificativas, por esa causa aélo dan lugar a eonfasiones y ‘ambigdedades. Si loa argumentos estuviesen bien construidos, las dis ccusiones ser‘an fructferas. Pero para eso haria falta que cl contenido de verdad de las proposiciones pudiora decidirse mediante un procedimiento de prueba (Logica o empiric). En otros términos: harfa falta que cada expresin tuviese un referente indudable, que las afirmaciones fuesen inequt- ‘yeas y que el conjunto de los razonamientos pudiera ser verificado de algiin modo, Sin recurso de prueba, sin refe- rentes cierto, ls ufirmaciones carecen de sentido. De dicha critica resulta, como es natural, la idea de el borar un lenguaje ideale] conjunto de reglas de una eomu- nicacién racional. Ks la primera forma que udopta el giro Tingistico, ‘La diseusién sobre los requisiton que debe cumplir una proposicién para ser significativa es larga y bastante sois- ticada. No es necesario seguirla. El propésito general es ‘obvio: se trata de definir la forma de un lenguaje que use sélo afirmaciones verifcables, construidas mediante reglas Jogieas conocidas, explicitas, comunicables, do modo que sus significados puedan ser compartides por todo individuo racional. ¥ que pueda decidirse en todo momento su conto- nido de verdad. 1a intencién es plausible y, de entrada, se antoja casi de sentido comin. En la préctica, os sumamente dificil sa- tiafacer, en cualquier lenguaje, las exigeneias de dicho pro- 18 Una idea de lat cencia scales ‘grama, Sélo las cioncias de la naturaleza en sus expresio- nies més téenieas se aproximan al lenguaje ideal: preciso, inequiveco, de referentes explicitos y eonexiones form mente probables Estoy simplificando las cosas, se entiende, en beneficio dol argumento. Hay mucho més que podria decirse y con mayor exactitud. Pero me interesa sobre todo subrayar un punto: 1a idea del lenguaje que hay detras de razonamien- tos comoel que venyo deseribiendo, Supone miso menoslo siguiente: el lenguaje es un instrumento, un itil como un rieroseopio o un acelerador de particulas) euya funcién conaiste en representar el mundo de manera verificable. Ofrecernos un refleoexacto de lo que hay y lo que sucede alla fuera Bs una idea comin y sensata, caso la primera que se viene a la mente. Las palabras nombran cosas, las frases deseriben hechos. Un lenguaje sera tanto mejor cuanta mayor precisién consiga para nombrar y deseribir. Dicho de otra manera, mas téenica, cao significa que, en lo que cuenta, toda propasicidn tiene un contenido de verdad: dice algo del mundo que salo puede ser verdadero 0 flso. ¥ de ahi se sigue, muy lgicamente, todo lo demés. Pero el sentido comin puede sugerir también otras co sas. Expresiones como «me parte el alma», o bien -estay hhasta la coronillar, no tienen en estrieto sentido un eonte- nido de verdad; mucho mens otras: la oscura region de ‘vuestroolvidor, por ejemplo, o «deerdpito verdor imagina- dor. Lo que con ellas se dice no es verdadero ni fas, en el sontido trivial de que no corresponden a ningtin referento ‘material, observable, ni dicen nada que pueda demostear- 0; e8 més, sifuese posible redueirlas a una afirmacién es- nm unctsrica 169 ‘cueta, de correlatos indudables, se traicionaria su sentido por completo, Y, sin embargo, a pesar de esa escandalosa Inexactitud, son frases que entiende cualquiera. [Bs decir: lo que e] lenguaje hace no es sélo deseribir ol ‘mundo, Puede usarse para muchas otras cosas, de onorme {importancia y utilidad catidiana, Por otra parte, no siendo como no es casi nunea— una transparente reproduecién de los hochos materiales, incluye en sus matices, en su s¢s- go, en su manera de deformar, abundantisima informacién sobre los hombres que lo usan y lo eomprenden, sobre las situaciones en que se encuentran, sobre su manera de vi- vir y entender la vida. Precisamente las vaguedades, tas incorrecciones, las expresiones inverificables, todo lo que cestorbaria al lenguaje ideal, resultan ser lo mas revelador, ‘A partir de la conciencia de ose hecho se desarrolla La otra vertiente, la filosofla del lenguaje ordinario, que no se preoeupa por lo que podriamos decir si habldsemos con co- rreccién, sino por lo que podemos saber acerca de la gente ‘partir de su manera de hablar habitual, Es una mirada ‘que se interesa, sobre todo, en los matices, las diferentes ‘maneras de usar una palabra y sus distintos significados posibles, los eontextos en que parece pertinente. Por su- puesto, es de propensién mucho mas empirica y también ‘més afin con las preocupaciones tradicionales dela reflexién social. ‘Parte de una idea simple: el lenguaje es, ante todo, una actividad humana. Hay que estudiarlo como se estudia el ‘mercado, la organizacién del parentesco, las pricticas poiti- ‘cas, atendiendo a Jo que hay, ala forma en que se manifies- ta cfectivamonte. La idea es sencilla, ya digo, pero obliga a suponer que, como toda otra actividad humana, et lenguaje 70 Une idea deta cients sorialey one ous regularidades establecidas en la préctica, es de

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