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HEC Z-POLANCO | Pg. LO 0 Globalizocie, multicult uralismo y an 7. GLOBALIZACION E IDENTIDAD {a configuracion de un sistema mune dades ks devienen eda pari o eis de onus mayors gerald el problema dela dvestad como fuente da vocals o inerclturles. Paricularmente en los te mos dos sigios de modernidad, e! ambita privilegiado de la multicuk turalidad es la estructura nacional (el Estado-nacién) que, como — norma, Suge bajo la forma de un congiomerado con composicién Reeroqenen, mientras se asen'a enna “comunidad imaginada” que apela a una antigua singularidad supuestmente fundada en price Smee won! far Et ad on lotan de un pasado fundante y una memoria histé- que otorga sentido a su unidad sociocultural: yno es raro que la a En doce 3 histor in y cohesiva de la nacién sea mas inventada que desen- [EL SISTEMA-MUNDO Y LA PREEMINENCIA LIBERAL 1a srl expansion de stema-mandosriéndve do Gién nacional, extend ls sleances de "ales eur compit 6 cari Tacperans de quel mundane relic es Roce fumara también la diversidad cultural ha demostrado ns aaa aoe sien Los brotes de confianza colectiva te las ees polteas yas caps avec cn los isos mifomdbres cea munanctn no son acto 10 de esos accesos, en s afer i eer entoncesaferado la fe en el pregren entusiasmo por la uniformidad civilizat gh Aa fuerea en [segunda mid del sgl Xs eat a unica No eo que tno una conepcon uberis cont gue despiegase come vision dominante apurctea In ceradeorten ae " Ct. Benedict Anderson, Co adnatisna, México, FC, (132) en ei que las antiguas socies “1 wis signed seri nbs GLOBALIZACION EADENTIDAD ad entera, como empujada por una ley 0 “mano invi- ie", confluye hacia su punto final o culrminance, Esta meta también juele caracterizarse como un homogéneo sistema sociocultural y pol fico que es la forma de la verdadera o tinica civilizacion, El evolucio- isms decimonénico se derrumbé como un castillo de naipes entra- do cl siglo xx. La fase del proceso de mundializacién de finales del Siglo Xx, bajo la forma que se ha denominado globalzcién, de nuevo hue renacer en algunos la idea de que nos aproximabamos 2 una épaca en que terminaria imponiéndose la homogeneicad! cultural ¥ co ese trance, las particularidades de variada indole tenderian a extinguirse irremediablemente. En efecto, durante un tiempo se pens6 que, en el marco de Ia glo- balizacidn, los brotes de particularismo, de nacionalismo. de afianza- miento de identidades étnicas, etcécera, eran precisamente los alti jnos estertores de la diversidad moribunda que, puesto que iban a contracorriente de la globalizacién, debian considerarse como “ano- alias” pasajeras. Muy pronto se ha debido aceptar que no se trata de qatezas anacrénicas; e incluso que la proliferacién de los localismos y dl renacimiento de las identidades a principios de! siglo xx1 no sdlo no son ajenos a as tendencias centrales que estimula la globalizacién, Sino que son una consecuencia de ésta, aunque ciertamente inespers da para ciertos enfoques. Bien entendida, la globalizacion ni pone fin ala historia ni homoge: neiza el repertorio cultural, a pesar de que aquella pueda interpresarse como una compresi6n de tiempos y espacios”.* yde que, en su marco, experimentemos cambios revolucionarios que se expresan —en rm nos de Mare Augé~ como “aceleracién de la historia” y “encogimiento Gel planeta”. Auge ha sintetizado ei efecto contradictorio 0 la conse ‘cuencia inesperaéa sin desperdicio: “Nuestra modemidad crea pasado inmediato, crea historia de manera desenfrenada, asi como orea la alter’. Jad, aun caando pretenda estabilizar la historia y unficar el raundo,"> Incluso en relacion con aquellos ambitos en que se ha alcanzado cierto grado de hemogeneizacién, no puede presumirse esabilidadl, No sabe- mos, por ejemplo, hasta qué punto podré mantenerse sin consecuen” ‘Gas I, estandarizacién que requiere el proceso técnica, Hobsbawm advierte que “uno de los mayores problemas del siglo xt sera ver ens: que Ia bum: is, ado en Me 2 Elmar Alwacer, “Capitalismo 10 México, 2000, p13 ince, Barcelona, Gedisa, as 1998, p 134 GLOBALIZAGON E IDENTIDAD les son los limites de tolerancia de esta homogeneidad, més all de a cual se generan formas de reacci6n, hasta qué punto la homogeneidad se puede combinar con la multiforme variedad del mundo”. En tal contexto, no solo no habria que esperar disninuciéa gradual hasta la desaparicién- de las manifestaciones étnico-nacionales, sino posiblemente una afirmacién o regeneracidn de las mismas conforme se expandiesen las relaciones globales. Wallerstein ha recordado que discurso general hace una década era que el conflicto étnico era un arcaismo, vestigio de épocas premodiernas y, por lo tanto, un fenémeno agonizante. En la actualidad es muy evidente que, lejos de ser un vesti- gio, es un fenémeno creado por el moderno sistema mundial, y que sea lo que sea es probable que se incremente radicalmente en las décadas venideras.” La razén de esto se encuentra en un hecho que a menudo queda ocuito en el espeso follaje del andlisis antropologico, pero que conviene no perder de vista: “La historia de las identidades est muy vinculada al poder cambiante y a las estructuras de clase en evolucién, de los Estados, asi como a las lineas divisorias del moderno sistema mungial en su conjunto.”> En suma, despues de ponderar los efectos que ha provocado la “rea = lidad” de la globalizacién, otros analistas arriban a conclusiones sene- james, como es e! caso de Giddens.® Zygmunt Bauman ha puesto el ‘énfasis en una vertiente interesante: la individualizacién que provoca el proceso globalizador y que ataca a las comunidades, empujando a los ‘grupos a buscar un sustituto en la identidad. En este sentido, Bauman coincide con el criterio antes expuesto de que la globalizacién misma = no es ajena al renacimiento de las identidades, puesto que, como vere mos, la sociedad individualizada que aquella promueve. tiene el efecto de esiallar por todos lados como bisqueda incesante de sentido en la comunidad, Pero, al mismo tiempo, el autor agrega la tesis inquietante de que las identidades no son un factor opuesto a la globalizacién, sino que, por el contrario, la favorecen, ‘en Memoria, 2308, ni «Eric Hobsbawm,“Pequetormundo global (entrevista 154, Ménico, 200, SW. 1996, pp 9455. ® Giddens piensa que a “plbalzacin” end pronocando que s¢ debiiten slgunot pderes de ns maciones pero no eres que eto conus as homogeneidad y {Sgracién de ls movinicnes identi “paca globlicadion ambien presions ajo -irea noes demanda ambign ucts ponblidades de regenerar demas {un} Los nacionaiomos lcses no estin desnegrindose inehudblemente™ AnshowY Sf Gildene, La en a Ea rounacin dele adeno, Madi Tsu, 1099, pe =e Copano PALIZACION E IDENTIDAD 135 E] proceso viene de lejos. Cuando a fines del sigio xv de economiamundo que estaba en operacion desde tres sigios atris enconué en el liberalismo una ideologia unificadora, el problema de la diversidad no desaparecié, sino que entré en un nuevo ¥ dificil momento. La Revolucién francesa de 1789, marc: del liberalismo como basamento filos6fico e ideolégico del capit mo mundial. Las revoluciones de 1848 afianzaron la preeminencia liberal frente a las dos ideologias que competian con él: el conserva- durismo que venfa de la adhesién a la tradicién y procuraba el mante- nimiento del ancien régime, y el socialismo que apenas entonces se constituira con rasgos antisistémicos plenamente distintivos en la ver- sin de Marx y Engels. El dominio liberal a lo largo de los dos titimnos sigios, lejos de reso ver el problema de la diversidad cultural, ciertamente lo hizo mis intrincado y agudo, Fundandose en principio racionalisas y en la pre- eminencia de la “autonomia personal”, los primeros libe: ron los valores de la tradicién en los que se sustentaban los sistemas cul- turales y sostuvieron 1a primacia absoluta del individuo frente a la comunidad. De ahi la hostilidad del liberalismo ante cualquier dere- cho enarbolado en nombre de Ia costumbre y Ia cultura. Los derechos fundameniales s6to podfan tener una fuente: fa autonomia de la person na, la individualidad, No es sino hasta e! siglo xx cuando el liberalismo acepta reconocer un derecho colectivo: el derecho de los pucbias a la libre determinaci6n, particularmente en ta versién wilsoniana, asocia- do a la facultad de constituir Estadosnacién. Después de la Segunda Guerra mundial, como es sabido, este derecho fue la base para el logro de Ia independencia por parte de los paises colonizados. En el umbral del tercer milenio, lejos de amainar, la disputa en tomo a la diversidad ha arveciado. Uno de los puntos capitales del actual debate intemacional sobre la diversidad se centra en el tema de Si los grupos étnicos (por ejemplo, los indigenas Intinoamerica- hos) deben ser considerados “pueblos” con derecho a la autodetermi- nacién; y en caso afirmativo, cuales serian el sentido y los limites de {al derecho. Es facil deducir que !a forma en que se dirima este litigio € la comunidad internacional ~en su momento en cada pais tendré tun impacto crucial sobre el destino de los indigenas y otxas comuni- Gades émicas. Ante todo, determinaré a manera en que estos grupos, cuando sea el caso, ejercerdn politicamente sus derechos colectivos; y Consecuentemente influird sobre las posibilidades de que los dere- hos humanos de sus miembros sean respetados y ejercicios plena- 136 GLOBALIZAGION € 1DENTIDAD mente, En suma, esté en juego que estos pueblos puedan practicar sus prerrogativas ciudadanas en regimenes minimamente democritis “= cos; esto es, que puedan acogerse a una ciudadania “multicultural” o == vocando homogencidiad socioculeural: por el contrario, va acompaiian =| do de un notable renacimiento de las identidades en todo el mundo. = Lo habitual es que ta Namada “batalla de las identidades” se libre ent todos los rincones de la cotidianidad, en todos los pliegues del siste~ ‘ma mundial, sin que necesariamente brote con el dramatismo de los sos, emergen tertides de diferencias sociocuiturales 0, al menos, algu: # ‘Uno tras otros, se fueron derrumbando los argumentos esgrimity dos para amunciar un futuro de wnifermidad que se consolidaria cons Ee} forme la globalizacién desarrollara la potencia unificadora y disolvens 34 te que le arribuian. Por supuesto, los idedlogos de Ja globalizaciGmiss prometieron y anunciaron un mundo de igualacién socioeconémi que iniciaria una era de grandes transformaciones en direccién a ui mayor igualdad entre grupos, clases y naciones. Muy pronto se advit 116 que también en este terreno el proceso se dirigfa exactamente € sentido contrario.” La “macdonaldizacién” del mundo que se anu Javier eo, td ics quel globalizacion no eel Ambito més propicges Ta plolease Para promover la coesistencia pacifica de las comunidades.” Zyg ‘Maderridad lpi, Buenos Aires, CE, 2003, p. 208 ® Por ejemplo, Vilas lo anotéclaramente: “Puede cor Ja virealidad homogeneizadora de lx globaliz choca contra el desenvalvimien 1 partir de as cuales las regione’ slobalizacon, es una de ns caractersias de ext proceso, a falta de facrores que HH ‘Nengan y que definan contratendenciaseficaces." Carlos M. Vilas, “Seis ideas fas 0 GLosstiZiciOn IENNDAD 137 ciaba en un principio no aparece ya en el horizonte como un futuro ineluctable, Finalmente, los analistas mas disimiles enmarcados en tal perspectiva (la globalizacién como maquinaria homogeneizadora) tuvieron que sucumbir a la evidencia de que, lejos de decaer, tos afa- nies identitarios se multiplican en una escala nunca vista. Era precisa- mente lo que arse. A su timo, ya en el iiltimo wamo del siglo xx, la perplejidad desencadené lo que fue percibido como una “explosion tedrica” en torno a la nocién de identidad, 2Qué es lo que fall6 en tales previsiones? La respuesta parece encontrarse en la misma idea de Ia globalizacién entonces comin. De lla se desprendian los pronésticos sobre procesos, deseados o temi- 40s, de uniformidad cultural. Comenzamos a entender que la actual mundializacién acciona bajo principios mas complicados. Al parecer, como veremos, la globalizacién funciona més bien como una inmen- sa maquinaria de “inclusién” universal que busca crear un espacio liso, sin rugosidades, en el que las identidaces puedan deslizarse, ar cularse y circular en condiciones que sean favorables para el capit Slobalizado, La globalizacién entonces procura aprovechar la diverse dud, aunque en el trance globalizador buscar, por supuesto, aislar y eventualmente eliminar las identidades que no le resultan domestica- bles o digeribles. La diversidad puede ser mutritiva para la globaliza- cién, descontando algin tipo de identidad que pueda serle indigesta. La globalizacién, en suma, es esencialmente emofaga. CONSTRUCCION DE IDENTIDADES Et hecho destacable de los iitimos hustros es Ja centralidad que ha alcanzado el tera de las identidades. Refiriéndose a este fenémeno, Bauman observa que en la actwalidad “ne hay al parecer ningin oro &8pecto de la vida contempordnea que atraiga en la misma medida la Atencion de filésofos, cientificos sociales y psicdlogos". No se trata de “A asunto ajustado a las preocupaciones de los especialistas tradicio- Pilmente dedicados a tales materias (los antropdlogos, por ejemplo), quo de un foco que comienza a iluminar practicamente todos los rin- Sehes de las ciencias sociales, hasta tal punto que “Ia ‘identidad’ se ha 188 GLOBALIZAGON E1DENTIDAD convertido ahora en un prisma a través del cual se descubren, com- prenden y examinan todos los demas aspectos de interés de fa vida contemporinea. Las cuestiones estableciclas del andlisis social se cestin refiriendo y renovando pars. ajustarse al dliscurso que ahora gira fen tomo al eje de la ‘identidad’”.!” No es facil determinar si esto esta ocurriendo para bien o para mal del pensainiento social; pero lo que puede decirse es que responde a pulsaciones reales cuyo origen es la ms reciente fase capitalist sin importar que su cristalizacién “socie- tal” sea caracterizada como sobremodernidad, tardomodemidad 0 posmodernidad. ‘Asi, pues, a regeneracién de las identidades esté inducablemente vinculada con la actual fase de mundializacién del capital; no es algo que ocurre solo a contracorriente de la globalizacién, sino que se trata de un movimiento impulsado de algiin modo por su oleaje. ‘Ahora bien, a veces ia identidad de que se habla tiene el efecto de ocultar procesos diferentes © que debesian distinguirse. Poclemos dis cernir al menos dos, ambos como respuestas a las nuevas condiciones globalizadoras. Uno, el viejo reforzamiento (a su vez, renovado) en Torno a comunidades que se defienden mediante el afianzamiento de 3 sus fronteras y, cuando es el caso, inventando mecanismos para man- == tener y reproducir al grupo; oo, el que surge también en el marco ge de la globalizacién, pero mas bien como biisqueda de salidas con sen- os tido para escapar a la ezeciente individualizacién y fragmentacion = que destruye los tradicionales tejidos comunitarios, una fuerza que S| syne asus miembros en una anomin insoporsable. El primero inten-s ta proteger la comunidad preexistente y, si es posible, consolidaria el segundo, en medio de las ruinas de las colectividades, busca creat nuevas “comunidades” alli donde precisamente éstas han colapsados] estin al borde de la desintegracién los miembros del grupo ya 00 = encuentran en ellas seguridad y asidero para encarar los desafios 4 entorno global: incertidumbre, precariedad, exclusién de los circu tos laboraies, aislamiento, ansieciad y sensacion de vacio. E] problema que se advierte en ¢l andlisis de Bauman acerca de identidad radica precisamente en que reduce la cuestién al segunt proceso; esto es, no tiene ojos mas que para las identidades como intel to desesperado por construir comunidades en las nuevas condiciones globalizadas, que resultan precisamente de la desruccién de los ante riores tefidos comunitarios y que terminan siendo en verdad sus sustit = 5 GLOBALIZAGION £ IDENTIOAD 139 tos en esta etapa de Ia sobremodernidad o la posmodemnidad. El autor subraya el laborioso wabajo de trazar fronteras como formas de dar vida a las identidades. Aqui también se advierten en realidad dos tipos de procesos. Por una parte, las fronteras se wazan o refwerzan para deli- mitar y proteger comunidades tradicionales, progresivamente amena- adas por los efectos globalizadores. En general, éte seria el caso de los pueblos indigenas y otros grupos identizarios. Por otra, el esfuerzo social opera hasia cierto punto en sentido contsario: aqui es la accién de tazar las fronteras Jo que insula vida y permite dar sentido a la “comunidad” misma, con lo que, como lo destaca el autor en refuerzo de Jos planteamientos de Frederick Barth, “las ‘comunidades’ aparen- temente compartidas, son subproductos de un febiil trazado de fronte- ras, No es hasta después de que los puestos fronterizos se han atrinche- tado cuando se tejen los mitos de su antigiedad y se tapan cidadosamente los recientes origenes politico-culturales de la identi- dad con los relatos de su génesis” _ Mientras puede decirse que la construccién de identidades en el primer sentido es relativamente antigua, y se practicé en etapas ante- Hlotes a la actual fase globalizadora, es aceptable afirmar que la cons. tuccién de identidades en el segundo sentido es peculiar de la pos modernidad o del exceso de modernidad, como respuesta a ta individualizacion exacerbada que sufren las sociedades, particular- ™ente (aunque no tinicamente) en el centro del sistema, Colocado exclusivamente en el tipo de construccién de identida- des que es distintivo de la presente globalizacién, el autor advierte Correctamente que en la actualidad —justamente el momento en que Fray cada vex menos comunidad y més individualizacién- es cuando aparece con mayor fuerza el fervor por la identidad, Asi, “la identidad ene que desmentir st origen, tiene que negar que no es mas que un Sustituto y mas que nada evocar a un fantasma de la mismisima comu- lad que ha venido a sustiwir. La identidad brota en el cementerio i, Bs comunidades, pero florece gracias a su promesa de resucitar a Remnerios’! Y puesto que el ativor solo ve las reverberaciones de “sts identidades llega a una conclusién que importa examinar. Me {elle a su inferencia en el sensdo de que las identidades que 3€ jis conscruyendio “no son contrarias la tendencia globalizadora ni terponen en su camino: son un vastago legitimo y un compaiiero, Smtural de la globalizacion y, lejos de detenerla, leengrasan las ruedas". 140 GLODALIZACION £ IDENTIDAD La pregunta que hay que hacerse es si esta conclusién es aplicable al primer tipo de construccién de identidades, esto es, aquella que bbusea fortificar y hacer viables comunidades preesistentes, “ancestra- les", que operan con una logica no sélo diferente a !a que impulsa la actual globalizacién, sino contapuesta a ésta. En este caso, no se parte de una pérdida de Jo colectivo y una individuatizaci6n que, desde alif, busca crear 0 imaginar a la comunidad sustituta, sino de una vision del mundo y unas practicas enraizadas en el grupo que buscan engrasar sus propios ejes comunitarios. IDENTIDAD E IDENTIFIGAGION El mismo Bauman se siente incémodo al utilizar indistintamente el término “identidades” para referirse a procesos tan disimiles, por lo que sugiere llamar idenificacién al fenémeno que intenta compren- der. “Quiza ~dice- en ver de hablar de identidades, heredadas 0 adquiridas, iria mas acorde con las realidades de un mundo globaliza- dor hablar de identiicacién, una actividad interminable, siempre incompleta, inacabada y abierta en 1a cual participamos todos, por | necesidad o por eleccién.” Tendriamos asf dos vocablos para procesos distintos: identidad e identificacién. En qué radica lo especifico de la identidad y la identificaci6n, respectivamente, en la globalizacion © de la época posmoderna o, en la perspectiva desarrollada por Hardty > Negri, en la fase del “imperio”? En principio, es en cuanto ala “iden 7 tificacién” que puede aseverarse con firmeza que le engrasa las rues = das a la globalizacién; asimismo, es la que puede caracterizarse como <<. “el efecto secundario y el subproducto de la combinacién de las pre- siones globalizadoras e individualizadoras”, "¥ Las identificaciones en = muchos casos son especies de identidades efimeras, liquidas. Por su parte, la identidad ha sido cribada a lo largo de formas anteriores de mundializaci6n; es un fendmeno anterior a la globalize" . cién y no depende de ella para su existencia, pues no es su directo producto o subproducto. Aunque la identidad, desde luego, ya ne funciona completamente al margen de la globalizacién y ha suiride los tremendios impactos que ésta produce, atin sigue los mensajes d2 su logica propia, responde a la voz de la comunidad, y por ello puede | postularse que no sélo no le engrasa los ejes al capital globalizador e 22 id, pt CLOBALIZAGION EIDENTIDAD 1aL todos fos casos, sino que a menudo su existencia constiuaye un desa- fio para éste. De hecho, la identidad se mantiene como una esfera de resistencia singularmente molesta y exasperante para el capital. En cambio, todo indica que la l6gica capitalista no solo no se opone a ta identificacion, sino que denwo de ciertos margenes la promueve Lo anterior no qui ientidades sean inmunes a las ‘nuevas presfones globalizadoras. Aunque en su origen las identidades no sean producto de la globalizacién, sw destino esti fuertemente determinacio por el despliegue agresivo del neoliberalismo glob: dor. Este le pone limites a la identidad y mabaja para su integracién subordinada al nuevo dispositivo de dominacién global o para su disolucién. Como veremos, si la identidad se alana a ser reducida a una cuestién “cultural”, que implica fa renuncia a poner sobre ta ‘mesa reivindicaciones politicas, el sistema da paso franco a la entrada fen su seno, a la integracién suave; pero si la identidad conileva el planteamiento de un conflicto sociopolitico (y por afiadicura econé- mico), como el que contiene el proyecto auitonémico en st version no culturalista ni esencialista, entonces es seguro que sera atacada a fondo. La cuestidn es que, mas tarde 0 mas temprano, las identidades son levadas a adoptar esta titima tesitura. Asi, el que la identidad res- Ponda a una voz diferente a la del capital neoliberal, no la pone a salvo como una fortaleza inexpugnable, Por el contrario, como expl caremos en el capitulo siguiente, la logica y 1a diferencia conflictiva de la identidad respecto del neoliberalismo es, mas bien, la causa que alimenta uno de os mas importantes dramas contemporineos: la lucha que entablan las fuerzas antagénicas de la emofagia globaliza- dora y de a resistencia autonomista. Digamos de paso que fos pueblos indigenas son empujados a una dificil escaramuza por sus identidades, pues se enfrentan asimismo al efecto disolvente que provoca la globalizacién en las comunidades adicionales. Siempre ha carecido de sustento hist6rico el t6pico sobre la supuesta invencibilidad de las comunidades indigenas. La ctisis general de la comunidad inducida por la globalizacion también std alcanzando a buena parte de los pueblos indios en todas partes. El renovado afin identitario de los indigenas a titimas fechas tiene Mucho que ver con el hecho de que esa crisis también los ha tocado, veces en partes vitales. Expresidn de ello son los cambios dristicos en comunidades indi- Senas de apreciables regiones de México, pot ejemplo, sacudicias por la migracién masiva de su poblacién y ef consecuente vaciamiento de 142 (GLOBALIZACION E IDENTIDAD os pueblos de sus miembros productivos que. al mismo tiempo, son piezas clave para la reproduccién de relaciones ¢ instituciones medu- lares. Esto obliga, hacia adentro, a una constante reconstruccién de sae Ja comunidad (Io que no es, cle suyo, novedoso), pero ahora a una escala, a un ritmo frenético y en condiciones tan dif ner bajo control, que colocan a los congiomerados socioculturales en una situacién de especial fragiifdad y peligro de quicbre. El nuevo contexto obliga a recomponer o readecuar los pilares tradicionales de la comunidad (como los sistemas de cargo tradicionales), al tiem- po que la estrucrura comunitaria se apoya ahora en nuevas pilastras, = como es el caso de las remesas de sus migrantes (un hecho sin duda potenciado por la giobalizacién), en una medida antes totalmente desconocida. Afuera, en tos lugares de recepci6n, los migrantes bus- can mantener los vinculos con la comunidad original; 0 de plano pro- curan reconstruirla ~en reatidad reinventarla~ ahora bajo condicio- nes diferentes, Ia mas destacable de Ins cuales es su cardcter = Todo esto indica que la comunidad india est cambiando aceleradi- mente y que corresponde cada vez menos a la “comunidad corporat va", homogénea, cerrada y en permanente equilibrio que describie- 2: ron antropéloges como Eric Wolf mediando el siglo xx.!® Si era 4& dudoso que tal comunidad existiese entonces, hoy incuestionable- “= identidades. i Volviendo a nuestro cotejo, a diferencia de la identidad, la identi- ficacién nace en el seno mismo del sistema globalizador y éste 0“ encuentra mayor dificultad para integrarla en su logica, La identifica =| cidn es un sucedaneo de lo colectivo, regularmente inocuo para el i= = si se quicre: crea una “comunidad” en el marco de la l6gica global” un congiomerado ya globalizado para cualquier efecto. El sistema globalizado proporciona los elementos y las condiciones que hacen posible esa “comunidad”. De hecho, los que tejen Ia identificacion escin realmente subsumidos en la légica globalizadora de Ia que quié-.=% ren escapar, y de este modo Ja alimentan, Quizas incluso es In tnict a4 faga que les esta permitida: es un tipico intento de escapatoria ques ‘Nueva Visién, Fichas (GLOBALIZACION E IDENTIDAD 143 en la medida en que se realiza en clave indivicualizada, se resuelve en una salida ilusoria. La “identidad cosmopolita” que emerge de ello resulta, en verdad, una mascara de la individualizacién. Mientras mas se empuja esta puerta falsa, mis se affanza el edificio global; a cada de lave, se asegura més el cerrojo. Este tipo de resistenci bablemente responde a la sentencia: “lo que resi i IDENTIDADES MULTIPLES Pero hay que superar las tentaciones etnocénticas y aislacionistas que acechan a la identidad, Seguramente existen varios caminos para lograrlo. Quizis uno de los mas eficaces es asumir una nocién de identidad que rechace todo supuesto o principio esencialista sobre as culturas. Esto a convenir que, en cambio, jas identidades son, ante todo, histéricas. Se conforman en contextos complejos que incluyen la presencia de otras culturas respecto de las cuales se define ‘a propia pertenencia. El cambio de estos contextos provoca transfor- maciones identitarias, por lo que las identidacies no son inmunes a las. ansformaciones “procesuales” de todo tipo. En este sentido, cuando ‘un analista ignora las determinaciones socioeconémicas, clasistas, de tuna identidad, incwrre en un error, Las identicades no se mantienen idénticas a s{ mismas, merced a una pretendida esencia invariable ue flota por encima de la historia, sino que se hacen y deshacen, y a Yeces entran en hibemacién y posteriormente renacen. En segundo término, las identidades son dinémicas, no sélo en el sentido anterior de que nacen y pueden perecer o disolverse, sino ademas de que -mientras existen- cambian, se adaptan y realizan coustantes ajustes intemnos, La idea de identidades que se mantienen fstiticas, que conservan completamente sus limites y son inmunes a 10s cambios internos, es una ficcin. Enseguida hay que advertir que Rs identidades son internamente heterogéneas. Los grupos identitarios Roson entidades completamente homogéneas, armoniosas o estables ni estin exentas de tensiones; por ello, tienen que resolver conflictos ‘imeros de manera permanente. Existen subgrupos en su seno. y en. Su mbito se pueden desplegar diversas opciones a veces con algtin Srado de contradiccion entre si. El que sean intemamente heterogé- Neas es Jo que hace a los sistemas identitarios campos para fa autorre- fexién y para la critica, y no sélo para la adhesin; para la eleccién y 14t GLOBALIZACION EIDENTIDAD el disenso y no slo para el consenso. Por eso, a la hora de evaluar un sistema identitario como totalmente “involuntario”, deberia conside- rarse la posibilidad de que la permanencia en él haya pasado por una elecci6n reflexiva, por la prueba del disenso y finalmente por la deci. sién voluntaria de mantener la pertenencia. Es probable que en el proceso la facultad de agencia desplegada para construir una elec Gén no se dé en el caso de todos los sujetos, ni siquiera en la mayoria, pero el hecho de que un pequefo grupo o incluso uno solo de ellos lo realice prueba lo principal: que la comunidad identitaria es un campo de heterogeneidad y contradiccién en donde cabe la variedad de decisiones En cuarto lugar, las identidades son miliples. Especialmente cuan- do habiamos de grupos identitarios que han sido incluidos o inserta- dos en sociedades complejas lo que es la norma, Ia identidad se vive iniersubjetivamente (con todas las prevenciones sobre el cardcter “figu- yativo” que carga esta expresién)!# como un complejo “edificio” de diferentes niveles. Cuando los grupos han dejado de ser “sociedades totales” para formar parte de complejos societales mayores (v. g, el Estado-nacién), en la actual fase de reestructuracién de tos Estados. = nacionales y la entrada a un espacio de articulacién en el que el tiem po tiende a primar sobre el espacio (la territorialidad) las identidades sniiltiples también se consolidan o expanden, presionando las fronte- ras previamente establecidas, recefiniéndolas. Igualmente afectan al nticleo bisico de la identidad, que referiremos mas adelante. Esa es, pues, Ja condiciGn de la inmensa mayoria de las iclentidades conten pordneas, si exceptamos algunos pequefios bolsones en el planeta. Puede decirse, por lo tanto, que la identidad multiple es la regia. Los sujetos no se adscriben a una identidad tnica, sino a una multiplice dad de pertenencias que ellos mismos organizan de alguna maner en el marco de las obvias restricciones sistémicas, pero que estén. pre sentes de modo simulidneo. En sv misma simplicidad, la imagen de diversas camisetas convenientemente colocadas una encima de ora sobre el mismo sujeto, ayuda a ilustrar el fenémeno. E} mismo papel “juega la de cajas dentro de cajas como ilustraci6n de los diversos pli: 3. ‘nos y unidades de la identidad.!® Comprender Ia diversidad, en €st© 324 caso, requiere considerar tal articulacién compleja de planos identi = 4 Jameson, Cina madera singular, op dtp. 38. mado la atencign sobre “la amplia variedad de niveles™ yelexogencidad c poligins solr te GLOBALIZACION E DENTIDAD M5 ri9s, como constitutivos de Ia nocién social de los nasotrus. La perte- a identitaria incluye estos diversos niveles 0 capas, y es preciso que se estudien sus mutuas influencias y contrapesos, y cémo todos cilos contibuyen a soxener y dar sentido a la Hamada adseripaia cultural, Pero, finalmente, la multiplicidad de capas identitarias opera bajo un principio de jerarquia. No todos los estratos intervinientes tienen, en cada caso y momento, el mismo peso o importancia subjetiva sobre todo, intersubjetiva. Uno 0 algunos son colocados en primer plano, y asf determinan y organizan a los demés. Tal jerarquia, de hecho, es un factor clave para definir la identidad de que se ata Pero la jerarquizacién identitaria no es estitica; es también dindmica, Jerarquias distintas pueden operar en circunstancias diferentes: wg, €n un caso se puede poner el énfasis en la pertenencia étnica, en otro en la de género; en una situacién se apelard a la filiacién nacional y €n oua a la religiosa, Examinar estos mecanismos ordenadores es avanzar en la comprensin de las identidades. Pero también ahorra muchos malentendidos. Como, por ejemplo, cuando un grupo indi ena proclama su identidad étnica, lo que inmediatamente hace pen- sara sectores no indigenas que aquél carece por completo de “ide: dad nacional". No es raro que esta falsa evaluacién conduzca al Teproche social, ¢ incluso a la represion, en nombre de tos “valores nacionales” u otros que se suponen ausentes. La nocién de idencdad ‘miiltiple, colmada con el principio de jerarquizacin identitaria, pe= mite comprender que uma particular adscripeion cultural no implica forzosamente rechazar otras pertenencias con las que seguramente se tienen muchos horizontes en comiin.!" Lo Cortés no quita lo Cuauhtémoc. No obstante, conviene tener cuidado, ya que en muchos casos se uuiliza fa nocién de identidades mihiples no para ponderar su com- Plejidad y profundidad, sino para limar sus arisias y restar importane Gia al fenémeno identitario, El que Ia identidad no sea “univoca” se informe sobre identidad de los grupos étnicos rechazo de mes de 1 que se promues: icional: 146 GLOBALIZAGON EADENTIDAD menciona frecuentemente como la prueba de que toda invocacién Ge Ia identidad, en tanto plataforma desde la que se reciaman ciertos Gerechos, es un extremo inaceptable o politicamente incorrecto, sea pot la imposibilidad de definir los Hinderos identitarios, sea por el veeicter secundario o de poco peso del ambito invocado, dadas las rmezelas” cuiturales que siempre estin presentes. Hay que estar aler- ta contra la pretensiGn de utilizar la noci6n de identidades miiliples pata desvalotizar la identidad misma, colocéndola bajo la perspective Ae la “uidez” o el *hibridismo” que supuestamente “relativizan” el sentido de pertenencia, Esta manera de plantear las cosas es inapro- piada. Desde luego, existen identidades multiples de este tipo ~Ias {que procura generalizar la globalizaci6n capitalista~ pero, como vere: Roe no son las nicas posibles. Las identidades multiples que aqui interesan tienen siempre tn “niicleo duro”, que busca sustentarse en cada caso en el plano que proporciona mayor asidero comunitario. La identidad basica se asocia a la comunidad. Asi, identidad y comuy nidad (0 mejor: comunalidad) son fenémenos fueremente entrelaza- dos. El sentido de pertenencia, que otorga significado a la vida, va Seociado a la identidad que fluye de la comunidad. Sila “identificacién” globalizada, que examiné Bauman, “brota en el cementerio de tas Somunidades", aqui la fuerza cobesiva de la identidad germina en €l jardin de la comunidad. ‘Guando todo sentido de comunidad desaparece, cuando no ¢s el sélido sostén de ningin plano identitario, las identidades miltiples s¢ Gebilitan, se dislocan y entcan en crisis. Las identidades mukiples s¢ ” transforman entonces en identidades agénicas, en amasijo de refe- Fentes voldciles que pueden ser facilmente manipuladas por politicos = J} mereaderes, y que pueden terminar en identidades muertas. Bs 10. {ue esté ocurriendo con muchas sociedades golpeadas por Ia indits 75 dualizacién del actual capitalismo giobalizante, “ por diversos analistas. Como se observ6, a tos efectos de este tipo dee Peis no son inmunes los pueblos indigenas si el plano que garantiza, ba el senddo de comunidad, colocado en el primer rango, resultt desarticulado y no pueden encontrar un sustituto con la misma OWS Sstencia, Es entonces cuando los indigenas, atrapacios en Ja voragie reiinen (...}, siempre de modo que el discurrir de los momentos fe-= =| tivos y ef cumplimiento de los usos son compartidos por todos". =f En cambio, volviendo a Bauman, las comunidades de guardarropa= = © de camaval constituyen “un rasgo tan indispensable del paisté liquido/moderno como la soledad de los individuos de jure'¥ ES ardientes pero vanos esfuerzos por elevarse al nivel de los individos =—4 de faco”, Es facil entender entonces que estas comunidades (e985 “artefactos efimeros del continuo juego de fa individuatidad”, cOmIE = Jo extmacta el autor) no pueden ser ¢! remedio para la soledad ¥-@ sufimiento de los individuos mi el terreno en que éstos puede cexplayar sus energias socialmente creadoras (GLOBALIZAGONE IDENTIDAD, Un efecto de las comunidades de g perada pero vaname! © genrados y Las seudo-comunidades de la modernidad ifquida pueden emparen- tarse con los no lugares de la “sobremodernidad” que estudia Marc Augé. Los no lugares, como los entiende este aucor, rebasan los ‘momentos cle encuentro efimero, los especticulos que configuran las comunidades de guardarropa, abarcando territories cada vez mas amplios de Ja sociedad contemporanea. No obstante, las sociedades fugaces de guardarropa pueden ser espacialmemte ubicadas en ¢! imbito pico de los no lugares, que sezian los “espacios” ptimos en los que pueden desplegarse a la perfeccién aquellas comunidades ‘pasajeras. COmo se definen estos no lugares? “Si un lugar ~ex] Augé— puede definirse como lugar de identidad, relacional e hist £0, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad i como relacional ni como histérico, definird un no lugar.” La sobre- modernidad es “productora de no lugares, es decir, de espacios que Ro son en si lugares antropoligicos”, sino espacios de “Ia individual dad soiitaria’.* Desde los aeropuertos hasta los supermercados, desde las cadenas hoteleras hasta el aisiamiento del cajero automati- 0, la sobremodiernidad impone “a las conciencias individuales expe- tiencias y pruebas muy nuevas de soledad”. Mientras “los lugares antropologicos crean Io social orginico, los no lugares crean Ia con- actualidad solitaria”.25 El papel del no lugar es crear “la identidad compartida de los pasajeros, de la clientela o de los conductores del domingo”. En suma, lo caracteristico del no lugar es que “no crea ni identidad singular ni relacidn, sino soledad y similitud”, pues alli no S€ construye la historia sino que “reinan la actualidad y la urgencia sme 152 (GLOWALIZACION £ 1DENTIDAD del momento presente” Asimismo, el espacio de la sobremoderni- dad “S6lo tiene que ver con individuos (clientes, pasajeros, usuarios, oventes) pero no estén identificados, socializados ni localizados [...] mis que a la entrada y a la salida"; el no lugar es ‘lo contrario de la utopia: existe y no postula ninguna sociedad orgénica”, 0 sea, es incae az de consiruir sociedades s6lidas.2” Con este teldn de fondo, es claro que la idea expresada antes ~a saber, que la defensa de la comunidad es un factor crucial en la pre- sente etapa hist6rica, quizi como nunca lo fue antes~ no se refiere a las seudo-comunidades promovidas por la globalizacién ni a los correspondientes no lugares de la sobremodernidad. Estamos hablando de ofra comunidad: aquella colectividad que da sentido duradero y profundo a los sujetos, que se funda en tejidos y nexos sociales con alguna referencia te 1 cuyo mbito son capaces de construir no s6lo identidades s 4 ademas proyectos comunes de alcance social. Contra esta comunidad 5 ‘Al preguntarse sobre e! papel actual de la resistencia politica en el” = mbito cultural, que involucra siempre una defensa de la “forma de: = vida” propia, Jameson advierte que éta puede promover un “podero- 1 so programa negativo” capaz de hacer evidentes “todas las formas vis S =| bles e invisibles de imperialismo cultural; permite idendficar a uit ‘0, visualizar fuerzas destructivas”. De este modo, por ejemplos al sefialar los fenémenos de destruccién y desplazamiento de la liters tura local por los bestsellers de las grandes empresas editoriales, de a produccién cinematogréfica nacional por la avasallante concurrencia. gs de Hollywood, o de los espacios de interaccién y sociabilidad aco=- tuumbrados (como los cafés y restaurantes, cuyo lugar es ocupado pat Jos negocios transnacionales de la fast,nd), lugar y de forma més dramatica Ics efectos més profundos e intan bles de la globalizacién sobre la vida cotidiana”. Pero no es alli don se encuentra toda la fibra de la resistencia pol pp. 108» 107, Bid, pa. 2 “Cualquier trama densa de nevos sociales", dice Bauman, jea un obscicule que debe sere uuna red estrecha con base terrtor poderes globales es miento de ess redes en principal de su fuerza y la garanca dei jedad y PES ceariedad de los vinculos y redes hurancs permiten que Z.Bauman, Modernidad liquide. dit, p. 20. GLOBALIZAGION £ IDENTIDAD 153, pues la vida cotidiana amenazada es “mucho mis dificil de represen- tar” dado que, aunque su disgregaciGn se bace visible, a menudo “a sustancia positiva de lo que se defiende tiende a reducirse a tics y fezas aniropolégicas”, traduciéndose en la defensa de alguna “trae dicién” (especialmente religiosa). Jameson cuestiona la nocién de “wadicién”, en tanto que por sf misma suscita serias dudas acerca de que pudiera proporcionar la fuerza para estar a la altura de los actua~ les desafios que encarna el capital globaizado, Ese poteciavadica més, ien en la comunidad misma. En efecto, dice Jameson, “la potencia conereta” de la resistencia politica que puede latir en una ‘creencias como tal, sino de su anclaje 4", La comunidad, con las reservas que se indicaran luego, se convier- te asi en el bastion fundamencal de ia resistencia politica positiva y socialmente procuctiva: / ‘én por la cus, iia instancia, todos los proyectos de resis- ‘eucia puramente ecouémicos deben acompaiarse de tin desplazamiento de la : L , aunque no son sufi lentes por si mismas, constituven necesariamente la condicién previa indis- Pensabie de toda lucha politica eficaz y duradera, de todo gran empeiio tolectiva. ee 2 ziismo tiempo, estas fornias de cohvesin son de suvo el contenido At la lucha, jos envites de todo movimiento politica, el programa por asi decir de 84 propio pecta® : Pero esto no supone una defensa conservadora de la comunidad. A Jameson no se le escapa que, al menos desde un enfoque de izquier Ga, seria un error “pensar este programa —la preservacién de Jo folectivo por encima de y conus lo atomizado y lo individualista— ‘si se tratara de una variante nostalgica o (literalmente) conser- Fedora”. De ahi que de inmediato agregue la aposilla sobre los tres lemas a que ha de hacer frente quien “apele al valor fundamen- eon, “Globalizacion y Madrid, Ediciones Akal, 2000, p20 Mid, p21, — | 154 GLOBALIZAGON EDEN EDS GLoRALIZAciON E DENTIDAD 135 = es que el camino para la emancipacién no puecle ser la individu gion que actmalmente impuisa la estwategia globalizadora, En cualquier Sf x= caso, los desafios reales que afrontemos en el trance de afirmar la estra- -gia comunitaria no deben disminuir sino afirmar la conviccién de SS que'es en Ia construccidn de comunidad, en toda su extensa gama -desde to no requiere mayores comentarios: “cSmo poner ea Felacién miles = lalocalidad, pasando por todas ls formas de pertenencia sociales, de el ambito social yel econémico, es decir, como uiilizar el andlisis mafeeateereencias, de género, etc, hasta la comunidad nacional yatin mis allé-, ssista de! capitalismo para demostrar la inviabilidad de las solucion@s= f= en donde se encuentza una de las claves fundamentales para encarar sociales dentro de ese sistema”. < eon éxito las amenazas que implica el régimen del capital globalizador para abrir e! camino hacia un mundo distinto. , hepinr 1] “otha diaogde eecnete a Tae : del comunitarismo’;*! 2] *cémo diferenciar el proyecto colectivo:d fascismo o el nazismo”, o de cualquier proyecto autoritario y que, aunque a menudo se necesia defender la wadicién, “Ya podemos defender ia tradicion de modo tradicional”. De lo cont Ho, existe el peligro cierto de que la reivindicacién de ia comunid y de la autonomifa se convierta en el caballo de batalla de nuevos damentalismos, de nuevas intolerancias y, en consecuencia, dem vos 0 viejos autoritarismos. Un autonomismo radical € innova que no presume que todas las soluciones ya estén dadas en la cién ni alimenta la ilusién de que es posible encontrar salidas "secia viales” (para uno u otro grupo identitario) mientras se deja intocad cl sistema globalizador del capitalismo~ tiene que asumir respon blemente esa eventualidad. Siempre habra riesgos de que la defense de la comunidad, como condicién de una lucha politica emancipat® 24 8a, se descomponga en crispaciones fundamenalinas; pero ls BORE: = propio lberalismo, defiendeciertacolectividad y el contexto cular se de is tadicién liberal) al tempo que disput con las pasiciones In tadicion esene Jameson, lac. ci, 3°‘Anthony Giddens, i i : i i 9, CRITICA DEL MULTICULTURALISMO- a Con este telén de fondo, realicemos ahora un conciso escrutinio del multiculturalismo como enfoque o watamiento de la diversidad. EI mub. riculturalismo se ha beneficiado de su propia polisemia, de sus mie ples méscaras. En efecto, lo que hoy se designa con ese término oculta diversos significados, entremezclados en un conveniente coctel ideo logico. Hay un plano en que funciona como mero vocablo desert que remite a la diversidad sociocultural, a sus variadas manifestacio- nes identitarias, mixturas, etcétera, En muchos casos, cuando se habla del “multiculturalismo” de una sociedad, una ciudad o incluso. de una empresa, simplemente se hace referencia a la diversidad que “contiene” o quiere expresar. Aqui en verdad se promueve una confu- sin elemental con lo que deberfa, en todo caso, designarse come “multiculuralidad”. No hay que llevar Ja ingenuidad hasta suponer ‘que en todos los casos una confusién tan palmaria es, a su vez, inge nua, En ocasiones lo que se busca es cargar el multiculturalismo con resonancias positivas, identificindolo en el imaginario con la diversi: dad misma. : A veces va més all, cuando se usa como una especie de categoria politica para referirse @ las huchas por la diversidad o a las propuesias alternativas de los que luchan, calificéndolas de movimientos, deman— das o proyectos “multculturaisas”. Aquf se insinta ambiguamente que tales movimientos y prayectos se enmarcan en un enfoque partici Jar, que se desea promorer, y que es el “genuino” sentido contemper ineo del multiculnuralismo. Fs asf como algunos han podido afirma que, hoy, “todos somos multiculturalistas”. En rigor, esto esta lejos d& ser cierto. EL MULTICULTURALISMO REALMENTE EXISTENTE caries El mubiculturatismo realmente existente aparece en su exacto aie ter cuando prestamos atenciin a su méduia, en tanto un pecili enfoque tesrico-politico que contiene una concepcién acerca de qué 73 exiTIca DEL MULTICULT RALISHO diversidad y como ésia debe insei vse en el sistema de dominaci6n; y que, consecuentemente, recomienda un conjumo de praciicas 0 ‘politicas publicas" que deben adoptarse respecto de las diferencias (*politicas de identidad”), especialmente teniendo en mente discu- riminacién positiva’.! Y entonces la idea cle que todos somos o debemos ser mu (a5 S€ Cae Por Su propio peso. En los dos primeros sentidos, ¢l muticulturalismo es un usurpador de realidae des que deberfan designarse con otros términos, por ejemplo: multi- culturalidad y resistencia. En realidad, el multiculturalismo que inte- resa aqui, y el tmico que existe si descontamos sus acepciones expurias, es el enfoque te6rico-politico y sus pricticas conexas. Con sus miltiples rostros benévolos, el multiculearalismo se des- pliega por todo el mundo, incluso Latinoamérica, con e! prestigio de su “defensa” de la diversidad y la promocién del “pluralismo”. Pera a decir verdad, el multiculuralismo que se mercadea con singular impetu, en los iiltimos afios, es un producto netamente liberal, origi- nalmente elaborado y empaquetado en ios centros de pensamiento anglosajones, y cuyas fabricas concepmuales se ubican en algunos medios académicos de paises como Estados Unidos, Canada e Inglaterra, Posteriormente, desde lego, encontré sus idedlogos view iales, epigonos y divulgadores en owas regiones, muchos de ellos ubicados en Tas maquiladoras imtelectuales de la periferia, Para los grupos identitarios (x. gr, los pueblos indios de América Latina) es na mala mercancfa. Es innecesario aclarar que no todos los que de algiin modo se han adherido al multiculuralismo acttian con mala fe © segundas intenciones. Lo que importa subrayar aquf es que ni el enfoque del multiculturalismo ni los arregios que propone resueiven has.cuestiones centrales (sociales, econdmicas y politicas) que plantea 'a diversidad en Latinoamérica y, seguramente, en otras regiones del mundo, El multiculuralismo se ocupa de la diversidad en tanto diferencia “eultural", mientras repudia o deja de lado las diferencias econdwmicas y weiopoliticas que, de aparecer, tendrian como efecto marcar la di dad respecto del liberalismo que esti en su base. Pues el multic fa ser una propuesta de valide univers Su sentido libe I, le espana que © ponga de manifiesto como una solucién se debate bajo Ja cultures, Cordoba, Al 174 RITICA DEL MULTICULTURALISM lar. Lo que quiere evitar no es tanto que se revele su contenido “eur céntrico” o de alguna otra matriz cultural, sino qu bierto que la decisiva particularidad de su “universalidad” lizacién del capital. Finalmente, asi examinado, uno de los pregonados valores del multiculturalismo (su pretendida superior: dad por io que hace a la “tolerancia”) se trastoca en su contrario:la% intolerancia. Examinemos sucimamente estos pilares del muiticult ralismo. el multiculturalismo exalta la diferencia como cuestién “cultural mientras disuelve la desigualdad y ia jerarquia que las mismas identi des diferenciadas contienen y que pugnan por expresar y superar. DE Se ahf que acentie la politica del *reconocimiento”, mientras evita cual=3 quier consideracién o politica retaiva a la mdisriucin, cuva sola entree da denunciaria la desigualdad y apelasia a relaciones igualitarias> Este es un primer indicio de que e! multiculturalismo es, ni mas menos, que el enfoque y ta “politica de la identidad” del neoiibe Jos paises centrales utiliza la diversidad (en este caso en relacién con Ig poblacién musuimana) no para promover la igualdad sociocult sino para embozar y apuntaiar ta inequidad, Tariq Alf observa que insertos en sociedades occidentales, y aquelios que han permaneci = 2 en sus comunidades islimicas “Estos limos son mas erticas, porquedise religién no es crucial para su identidad. Se da por sentado que 4 musulmanes, En Europa y América de! Norte las cosas son diferent Hay ab un multiculturalismo oficial que acentia la diferencia a expes sas de todo lo demés. Su surgimiento se correlaciona con un dedive# la politica radical. Los térmainos ‘cultura’ y ‘religi6n’ son sustinutos eu misticos, suavizados, de la inequidad socioeconémica, como sila dives sidad, y no la jerarquia, fuera el aspecto central en las sociedades eure pea o estadounidense contemporineas."> Este ejemplo de mancjo de la diversidad se puede extender = 4 orroe gor dendiarion cuanto crn el vee oblate Comienza asi un complejo proceso mediante el cual simulténeametages ee ara wna vsidn sabre el debate del re injre, capitulo 10. Tariq Vera Hemera nen Lor seein 1 1, p. 3, cuss miewwan (leo es pare Js end Maden Londres, Vero, 0088 “tizador~ con: _ Yeforzar el susiento liberal del mul od TIca DEL MULTICULTURAL wo 175 te se despolitiza Ia economia (con lo que se desvanecen a explora: , revela nudos similares. Como apunta Zizek, el multiculturalismo s6loes/ = tolerante con el Otro, si éste deja de sel, si picrde la médula de swalter "5 vidad. En tanto pieza del sistema de dominio imperial, el moment®! 5 multiculturalista no es honradamente pluralista, sino un dispositive para atraer a hs identidades al seno del imperio en los términos del = nuevo liberalismo “igualitario” y “politico”. En el mejor de los casos, el Bo multiculturalismo practica un respeto condescendiente hacia las cof “5 tumbres “inofensivas’. Para los realmente Otros, dice Zizek, “la tolerane cia es ‘tolerancia cero™. Es asf como podemos ver, descubre el aulotigs que “esta tolerancia liberal reproduce el funcionamiento elemental ‘posmoderno' de acceder al objeto solo en tanto éste esti privado dest! sustancia: podemos disfrucar café sin cafeina, cerveza sin alcohol, &30°= sin contacto corporal y, en la misma linea, nos lievarnos muy bien COME el Otro étnico privado de fa substancia de su Omedad”.!7 S que & (GRITICA DEL MULTICULTURALISMO. A la luz de todo lo dicho, cabe preguntarse si es necesario méndable mantener el multiculturalismo, después de sustracrie sus partes ‘negativas’. Es posible concebir un multiculturalismo “buen 3 Me temo que con el mulkiculuualismo ocurre 1o mismo que con la teoria yla préctica que conocemos en Latineamética como indigenisma"® La experiencia ha demostado que no es posible concebir un indigenismo “bueno”, que seu rescatable para los fines de Ja emancipacién de los pueblos. La tnica manera de protegerse de las consecuencias nocivas del indigenisino es negindolo radicalmente, poniéndose al margen de él. En otra parte he indicado que el indige. nismo no es en ningtin modo Ja solueién, sino parte del problema a resolver. Asi como el indigenismo ontiene tna gran carga ideologico- politica (por io que hace a la eombinacin de evolucionismo, lismo y funcionalismo que esté en su base), el multiculmralismo esté henchido de principios y valores liberales que son su nticleo. Descargado de todo ello, zqué quedatia del muliculuralismo? Es dit cil ver alguna utlidad en conservar incluso el rérmino, sin que siga arrastrando sus connotaciones mas punzantes, Ysise le extrajer: médula condescendiente, intoleramte, et, :por 4 turalismo alo que quedara en pie, si algo quedara?!” La timica alterna tiva al viejo indigenismo y al nuevo multiculturalismo es el autonomis- mo que reconoce en el Otro la potencia para vivir bien en el mundo. eto, Arma Poca (CHEE ae i 184 (ORITICA DEL MULTICULTURALISMO- MULTICULTURALISM A reino imperial. Cualquier identidad que entaiie una politizacién refractaria a Ja globalizaciOn del capital y a su imefsenable deseo de ganancia, encontraré una oposicién implacable e inmediatamente se © disolverd la tolerancia multiculturalisia. La identidad de que se trata ‘habré topado contra una impenewable “barrera invisible" = De esta suerte, | ces Finalmente, volviendo a la estrategia de control imperial que compen: dian Hardt y Negri, el movimiento diferencial es sequido por “ta ach nistracién y jerarquizacion de estas diferencias en una economfa gene: << val de dominio”. Hay una clara daparidad respecto de eapatasy “entrada” de las identidades émicas latinoameri- anteriores del poder del capital: el régimen colonial buscaba “fjar/ae/, canas@ la esfera de la globalizacién no estd resultando, como algunos identidades puras, separadas"; el imperio, en cambio, “impulsa la crcur = prevefan, un proceso fitil ni Las cosas se estin complican- doy mas bien se enfilan hacia choques politicos (no “civilizacionae Jes”, como quersfa Huntington) que podrian derivar en situaciones cada vez més inmanejables para el poder. En los iltimos lustros, los ucbios indios de América Latina entraron en un dinamico proceso - de politizacién de sus identidades. Desde el levantamiento de los indigenas ecuatorianos en 1990 (y jos sucesivos alzamientos que oct srieron en los aiios siguientes, con cafda de gobiemnos que aplicaban das recomendaciones del capital giobal), pasando por la rebelin Zapatista de 1904 que cimbré al gobierno considerado entonces ei campe6n de las buenas maneras neoliberales, hasta los movimientos indo-populares sudamericanos (especialmente en Bolivia, Chile, Perdy de nuevo en Ecuador) que han tenido lugar en el primer ‘tamo del siglo xxi, la politizaciGn de las icientidades ha sido un rasgo notable en la regidn. No debe sorprender que ante esta resistencia d = los pueblos a entrar tersa y sumisamente en el “aparato de dominio’ = amperial, sean considerados ahora una grave amenaza por los centros de poder globalizados. Los movimientos de los pueblos son acusadios de nacionalismo pernicioso, de emocentrismo y fundamentalismo, y Preiisi mn Una ilustracién de ello es el documento del National Intelligence Council (xic), elaborado por organismos de inteligencia y expertos ‘con el fin de identificar probables amenazas para la seguridad y los = pie” Yapatige 2 * Regocios a escala global, y que constituye un insumo v eras SOE] Departamento de Estado norteamericano. Se wata de capil eR = del imperio es incorporar, diferenciar y administrar."2", ae: Dominacién de toda forma de subjetividad y su puesta al servicio det capital es, pues, el principio preferente que hoy ordena el compar tamiento del sistema global respecto de las identidades. Como se hi’ visto, el capital busca exclur la vioiencia y la fuerza en su despliegue d mecanismos integradores de la diferencia. Pero no hay que engaviar La inclinacién actual det sistema no significa que las medidas dh queden exciuidas, pues a delicadeza v el comportamiento sosegado né scan de suyo en la naturaleza del capital; mas bien, su conducta depos de siempre de las expectativas de obtener ganancia y de los obsticulas que encuentre en su camino para alcanzarla®) Por eso, no todas lai: diferencias cumplen ios requisitos para entrar “suavemente” en 5 eh ‘obra magna, Marx expresé de "charreando sangre y lode, por todos los poras. di centonces era claro que el comport gan eee ror por el vaco, i ls gananca rk emplear dandequicr po i Polis po 1, i 235 el emocentrismo o el nacionalismo os para enjuiciar uno u otro no pueden ser entes a las diferencias que los estin marcando. _ Cuando el dominante vocifera contra el nacionaiismo 0 ¢! etnocen- ttismo del dominado, regularmente no hace sino expresar los argu- ~~ 'mentos que brotan del discurso del dominador, a menos que reco- noua incliya los argumentos del dominado, lo que casi nunca hace. Ignorar que el que esd abajo, efectivamente lo esté y que esto tiene implicaciones, invalida el juicio sobre el comportamiento de reno. Aqui no caben “razones” neutrales frente idad del poder y la dominacion. Como io ha indicado jeda en su reflexién sobre ‘ajo de Paul Ricoeur, no debe perderse de ‘como tod mana que, transformada en “islamismo radical’, deviene en un: nara en Medio Oriente, el sudeste y el centro de Asia incluso nos como en la regién das por grupos indigenistas [si rio de insurgencia armada y violencia polit “movimientos indigenistas politicamente organizados también puedes Tepresentar un riesgo para la seguridad regional. Si en los proximos 1° aos los movimientos de reivindicacon indigenista no logran imei, en la Costa Atlantica nicaragiense, en el sur de Mé na y algunos paises centroamericanos.” En parti lucha de grupos étnicos “wansfront ademas, un viejo temonil indigena “con algunose pero con frecuencia radi 8 paraguayos y ecuatorie nos, piqueteros argentinos, grupos antigiobalizaci é Tespuesta es clara: ese dad refrac! Toque se ion, etcétera), que= crlscn en ln actuaidad’ Les nuit sobremanera qu To qu Hama 4 41 “irredentismo indigenista” muestra ‘alts dosis de incompatibilidad 5 1 econimien occidental sostenido por los lainoamerica eee Operaciones Infor de los ingredientes perni cado por un periode pro! No es el caso entra Promotor * Jone ‘Duelo eidentidad” en 14/6 2003, “ coriTica DEL AULT organizando la radicalizacion de ios movimientos indigenig Taregi6n andina, incluso Ecuador, Pera y Boiivia’.® Condg: a resultar que Jos protagonistas de los procesos de h nacionales retientes en esos paises andinos no son los pus un siniestro régimen manipulador. Por un lado se admite la cia identitaria; por otro, se intenta ocultar o menoscabar sy que establezca y revele “los nexos entre bolivarianos y serioii pues una vez que esto sea “cump! vas a la accién reciban apoyo multinacional” como parte della gia para derzibar al gobierno del venezolano Hugo Chavez, ticamente electo.”” Después de un perverso arco analitico, ps tipo de experto del imperio, los grupos de identidad Jatin nos que se inconforman terminan siendo grupos “terroris se sostiene desde el p: terrorista latinoamericano de los tltimos tiempos: Luis Pos Carriles, quien por una ironfa de la historia organiz6 una de sus: horrendas acciones de terror desde tierras venezolanas. 2 En resumidas cuentas, con la globalizacién estamos en una fas patible con el capitalismo global de la fundamentacién y los principios para esta fase se encuentra, parece, en la filosofia politica de Jobn Rawls y su teorfa de Ja “just como imparcialidad”, ajustada como “liberalismo politico”. La base d= esta teoria es universalista y le viene de su sustento kantiano; per 2 como hemos visto, se ha procurado un ajuste “no metafisico”. El efectos el “liberalisme igualitario” rawlsiano ¢s ocultar la emoiagia ys l= mismo tiempo, posibilitarla mediante el aparato conceptual que da" fundamentacién al Estado neutral y “procedimental” en cuyo marco se puede poner en accién el mulkiculturalismo como politica a te") de Jas identidactes. Después de todo, potiria decirse que Sartori | tenia algo de raz6n cuando juzgaba que el “multiculturalismo" repre — senta una suerte de nuevo mal, aumque por razones completamente 8). Mic 1 Sri no, 6, The (Center for Security Policy, Washington, D.C., maye de 2005, p. 10, cust muestas. id nt a tex las que él al ‘go. por del capital globali gino que €s este smulticultaralisme € mer en practica a fo ae ye homogencizacion cu las diferencias procure edestocias erque la parca rade mas en mas, k sTeULTURALISMU aa al sistema a expansion ma el fa; no es el enemigo que amen * contrario, el tonificante que favorece 1 oo dor en exe Sstcnia. No ct el sistema el ‘ql que amenaza a la bumanidad como wt te ideologia que la globalzacion necesita fondo la emnofagia universal A st ver 2 le hecho promnueye el ing condiciones Gasnenna, tee hs ertaues del sem, 5 2 a ue la emnofaga waver "sea jaridad oculia de ja nueva “unis dad’ 12 propia globalizacion del capital a “univ

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