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3) | PARTIDOS POLITICOS Y NUEVOS | 0 FFE { MOVIMIENTOS SOCIALES # | { a g PARTIDOS POLITICOS #2 _Y NUEVOS MOVIMIENTOS i SOCIALES | a) | & | & ; | 0 | EDITORIAL SISTEMA ee {| VII Los nuevos movimientos sociales cuestionan los limites de la politica institucional Por sus extensos comentar gracias a John Keane, Herbe: Rucht, Bart von Steenberge y Helmut mayor parte de este estudio en 1982/83 jando el autor como miembro del Netherlands Institute for Ad- vanced Study, en Wassenaar. En los afios setenta ha sido corriente que los politélogos y Jos expertos en sociologta politica constaten la fusién de las es- feras politica y no-politica de la vida social al analizar el cambio “de estructura’ ¥ la dinémica en las politicas de Europa Occiden- ‘fal. Se esta cuestionando la utilidad analitica constante de la di- Gotomia convencional entre el’ «Estado» y'la «sociedad civil. Se ‘observan procesos de fusi6n entre ambas esferas, no s6lo a de manifestaciones globales sociopoliticas, sino también al nivel 5. Se est (08 y com- 8 ¥ los conflictos pol fan considerar temas morales (p. e., el (. e., la humanizacién del trabajo) tamente politicos. No solamente se estén usando con mayor frecuencia y mayor idad, por un nimero creciente de ciudadanos y para una ada vez més larga de temas, los canales de comunicacién entre los ciudadanos y el Estado; se cuestiona, ademés, si estos mos canales institucionales constituyen una via adecuada y su- iente de comunicacién politica. Se recurre con mayor intensi- lad que nunca a los canales de comunicacién institucionales | ono las elecciones o la representacién parlamentaria), sospe- chéndose al mismo tiempo que sean insuficientes como medios de comunicacién politica De esta forma, se perfila un modelo bastante dramético de desarrollo politico dé Tas sociedades occidentales avanzadas: en Ta medida en que la/politica piiblica afecta a los ciudadanos de manera més directa y visible; tratan los ciudadanos por su parte de lograr un contro! més inmediato y amplio sobre las élites po- Iiticas poniendo én accién medios que frecuentemente se estisiia ue son incompatibles con el mantenimiento del orden institi= cional de la politica. Desde mediados de los setenta, toda serie de analistas en su mayor parte conservadores han cal do este ciclo como extremadamente viciado y peligroso, q ne que producir, a su juicio, una erosién acumulativa de la au- € incluso de la capacidad de gobernar (Hunting- no ser que se tomen medidas eficaces que Los nuevos movimientos sociales la economia de una intervencién px que hagan inmunes a las lites \quietudes y acciones de los ciudadanos. Con otras 0% en una redefinicion res- “Todas las cuestiones, practicas, exigencias y responsabilidades de- finidas como yexteriores) a la esfera de la verdadera politica, Este eel proyecto neoconservador de aislamiento de lo pol frente a lo no-pc Clave central de este proyecto es la idea de un colapso 0 «im- plosién» de la autonomfa y autoridad de las esferas instituciona- les no politicas, con el consiguiente aumento de su dependencia de la regulacién y del apoyo politicos. Puede aducise de hecho, en este sentido, que estn en tal grado erosionados y cuestiona- dos los fundamentos eulturales y estructurales «aut6nomos» de la produccién estética, de la ciencia y la tecnologia, de la fami- lia, de la religiny del mercado de trabajo, que dnicamente pue- den mantenerse vivos todos estos subsistemas de la «sociedad cic vib» por medio de la aportacién politica de recursos y reel, Sin, ‘embargo, segiin el andlisis neoconservador, la extension de la po-) + Ittica publica, de la regulacién, apoyo y control estatales a areas de a vida social anteriormente més independientes, supone, bas- tante paradéjicamente, tanto un avance como una pérdida de la autoridad del Estado: un avance gn la medida en que pueden y tienen que manipularse més variables y pardmetros de la socie- dad evil; pero también una pérdida porque quedan cada vez me- nos bases io-politcas —y, por consiguient controvertibles— de accin de las que pu (en el sentido de lo «natural» 0 swautoridad to, complementada stentadas que sirven como para equiparla por esferas de accién tanto para exonerar a la aut ‘con fuentes de legitimidad. Puede ilustrarse este dilema haciendo referencia a esferas ins- i y se ponen a funcionar de acuerdo con un es- | quema determinado politicamente, litizacién afectan, sobre todo, a la mi _Yez ms como meros artefactos del mismo proceso pol “cisamente él proyecto neoconservador lo que trata es de subver- tir esta evaporacién de premisas incuestionadas y no-contingen- tes (tanto estructurales, como valorativas) de la poli |, do a veces deseperadamente fundamentos no-politices del orden y de la éstabilidad. ‘Por tanto, fo que hace falta, segiin ef pro- ‘0 neoconservador, es la restauracién de unas pautas incon- iidad publica al contenido del proyec- de los nuevos movimien- ifenedores de. tal proyecto. un [eeenomeeens cates pueden seguirse resolvicndo con una perspectiva prometedora y coherente Tos vonilictos y las contradicciones de la sociedac dustrial avanzada por medio del estatismo, la regulacin politica ¢ incluyendo més y més exigenicias y cuestiones en el temario de “Has autoridédes burocréticas. Solo partiendo de Ia base de este planteamiento analitico compartido, divergen la politica neocon- servadora y el enfoque politico de los movimientos tomando di- sens sin ‘opuestas. El proyecto neoconservador trata no-contingentes e in- propiedad, el merca- do, la ética de trabajo, la ic) con el ob- “Jelvo de salvaguardar wna esfera de autoridad estatal més res- Los nuevos movimientos sociales da —y por consiguiente mas ibrecargadas». En. ‘izar las instituciones de la so- ida por los canales de las insti= -burocriticas, reconsttuyendo | que ya no depende de una re- cionalidad y progreso— por medio de précticas que una esfera intermedia entre el quehacer y las preocupaciones “cplvadasy, por un lado, y ls aetuacionespolticas instituions- Jes, sancionadas por el Estado, por otro lado. Cabe a izar la enveva poi ota politica, oo cal tenis aloe ademas desu for ma de aecén Al hacerlo, voy a emplea el trmino de «pate | dig politicos -a» de los nuevos movimientos Por si solo esto ya sugiere oémo ordenar el hhan formulado explicaciones que en parte se contradicen. Habré que consideranaqui también que es lo que justifica la afirmacion de que hay «nuevas» pautas politicas (més que a las pautas vie- jas revividas). Para terminar, se ofrecen algunas especulaciones relativas a las formas que pueden concebirse sobre c6mo resol- ver este conflicto acerca del lugar, del espacio y del enfoque idé- neds de lo politico y a los posibles resultados de cada opcién. La mayor parte de los materiales sobre los que se apoya esta discusién se refieren al caso de Alemania Occidental, aunque de ‘cuando en cuando se hacen comparaciones con otros paises de Europa Occidental. Aunque esto se debe sobre todo al hecho 168 de que este caso presentar algiin En la sociedad moderna el problema central de la politica de- Partidos politicos y nuevos movimientos sociales que mejor conoce el autor, también puede erés sistematico ?. de mantener la diversidad en el interior de la s-_ itando al tiempo de conseguir en igazén» desde Ia autoridad politica: Ex pluribus 8 Tecompensas, sino también ante la cuestién mas funda- mental de si las recompensas atribuidas han de considerarse vé- las y apropiadas. Evidentemente aqui nos encontramos con un conflicto de segundo orden que, recurriendo a una metifora eco- n6mica, no se refiere al precio, sino a la moneda con que pagar un cierto precio * Este desacuerdo de segundo orden 0 valorativo, que es, pues, un Gonfico Sobre os criterios de bondad “wobre Tas que se observa actualmente en varios paisés, “de Europa Occidental.-ATimplicar este conflicto de segundo or- den, “iderniis dé una diversidad de intereses, una diversidad de Jos criterios de valoracién por medio de los que se definen los in- es, cabe partir de que plantea nuevas amenazas_ lo democratiéo establecido de mediar entre di- to de ido Los nuevos movimientos sociales 1. EL VIEJO PARADIGMA 169 Micotias que es problamente correcta is Max Weber, en que(ag-puede darse una defn ‘en general lo que designamos como ‘ce necesariamente a un concepto instrui jm regulaciGn colectiva coefeltiva, 6 soberanfa territorial, 0 asigna- in embargo, especificar qué{cuestiones sustanciales estan politizadas en cual “ura dada y en cualquier sociedad hi todo puede ser objeto de transaccién politica, no todo puede ser itico al mismo tiempo. En cualquier politica dada hay siem- pre un marco valorativo compartido relativamente estable y re- A lativamente dominante por medio del que los intereses se reco- eres ca ee eae vrei ort dad dada, (hay iempre una configuracién_chegeménica» de los, temas que, en general, se considera que merecen tener priori- dad y ser tratados como centrales, y respecto a los que se mide ante todo el éxito y el progreso politico, mientras que otros que- dan marginados 0 se consideran como completamente «extraiios» ala politica. La teoria de la modernizacién ha tratado de cons- truir secuencias de desarrollo en las que aparecen temas como -construccién de la naci6n, éiudadatifa, par ino redistribu- ‘idn, afirmndose que se desplazan dal centro hacia fuera y de Tera hacia el centro de lo politico con una cierta secuencia los temas clave§ hoy Bn el orden de la politica I, durante @I periodo que se extiende desde se han referido al crecimiento econémico, la distribucién y la se- estos asuntos a politica» (Baker y otros 1981, pags. 136 y la pregunta sobre lo que «la gente cree portantes que se plantean a la so- G) Feder | 170 Partidos politicos y nuevos movimientos sociales Occidental, que han de considerarse como residuos de un orden rior y como algo especial de la politica alemana en el period de Ia posguerra, de la misma manera que jugaron un papel cuestiones de descolonizacién en la pol ténica, Mientras que en estos paises jugaban un papel secunda- rio las cuestiones referentes a la unidad, los nicién de la soberanfa nacional y del territorio na ban atin més por su ausencia los contfctos sobre el orden cons- titucional y legal de las sociedades nacionales. El orden social, ico adoptado al final de los afios Guarentr y (6s de"loé cincuenta, se-basaba ef Ui conseiso extrema “damente amplio sobre el Estado de Bienestar liberal democrati- 20, que 0 consigui6 cuestionar ninguna fuerza politica signifi i de la izquierda, No solamente se asen- jonal firmemente sobre un amplio centrales de los acuerdos cor la seguridad. En primer luga zunos elementos marginales eomo co iva, codeterminacién y nacion Jizaron las decisiones acerca de las im actuacién de los propietarios y gerentes de empresa operando en ‘mercados libres segtin eriterios de rent justific6 esta libertad de Ia propiedad y un diseurso de filosofia moral y de derecho natural, sino abru- madoramente con un discurso «funcional» centrado en el ereci- cficacia, partiendo de que 1i0"se-voncebia_un esque- apaz de lograr nada comparable. En segundo I~ gar, $€ complementé al Gapitalismo como méquina del crecimien- to con la organizacién sjadores como méquina de la ‘S6lo sobre la base de un em- y las ganancias reales, se ex- to Ia disposicién de los trabajadores organizados a dejar yyectos de transformacién social de mayor envergadu- ra a cambio de un status firmemente consolidado en el proceso Los nuevos movimientos sociales im de la ganizados.(En ambas partes subyaefa la concepciéa de k “Gad como una «suma positivan, en la que el crecimient ‘qUo"es posible (hast y ademds se considera en gener y satisfactorio (hasta el punto en que se hacen «le may los sindicatos y los partidos socialistas —espe en Ia tarea de canalizar los dividendos del crecimiento hacia los, trabajadores en vez de fijarse objetivos de cambio del «modo de produccién»— aceptables para los trabajadores). En tercer lugar, el elemento més importante del esquema constitucional del periodo de la posguerra (adoptado, en el caso alemén, como los dos anteriores, de la Repiiblica de Weimar) era una forma de democracia politica de. tipo representativo y. mediatizada por competencia entre partidas. Era muy. apropiade aire at bare ce de los conflictos desde ‘esfera de la sociedad ci parte de la poblacion, “Yen los conflicts poliicos tendria en la vida de la gran may‘ de los ciudadanos un significado solamente marginal. Esta defi- nicién constitucional de los espacios respectivos de accién del ca- del trabajo, se correspondia a la posicién central de los See crecimiento, prosperidad y distribuci6n. Tmamica del sistema politico-econémico era la produccién indus- jal ya innovacién que elevaba la productividad, quedando para la politica Ia tarea de erear la seguridad y con ella las condicio- i ait Desde los afios cincuentaf «seguridady ha sidi c 1 por los dos partidos mayores de Alemanin Occ ~olllytermino tres aspects importantes: en primer Inga, se rete a 1m nes en las que este proceso sinkevioe-pugira se pleado més frecuentemente en Camipai seguridad al Estado de Bienestar, es decir, al mantenimiento de nas bananas adecuadas y de un estandar de vida para todos los ciudadanos, con proteccién en casos de enfermedad o desem- pleo, vejez y otras situaciones de necesidad. En segundo lugar, se refiere a la estrategia militar y ala defensa, es decir, al man- tenimiento de la paz en el contexto internacional y evitacién de i por medio de organismos internacionales, po- al Tercer Mundo y modernizacién constante del defensa. En tercer lugar, solapandose en parte con el primer y el segundo aspectos, seguri trol social, puesto “Ventién de cualquies ndo la enfermedad como desviacién del p mente en la medida en que sus consecuencias y la capacidad de cada cual de participar en e Las dos décadas de la posguerra en las que el a, 0 el paradigma de una amplia alianza del cre- , fue dominante, no constituyeron evidente- ‘mente ui periods carente de conflictos politicos y sociales. Pero PP fue, sin embargo, un periodo en el cual un acuerdo apenas cues- Itionado envolvia a la sociedad acerca de Jos «intereses» y, en con- lsol fsecuericia, de los temas, actores y formas is de confligtos. La preocupacién central era el % econdmico en todos sus aspectos, mejoras en las p individuales y colectivas ante la distribucin, y la proteccién le~ gal del starus social aiores col particulare’; y altamente institucionalizados, y partidos nos de resolucién de conflictos-ocales y la negociacién colecti- ia entre partidos y un gobierno representativo de partido. Todo esto se encontraba Fespaldado por una «cultu- Fa civica» que resaltaba los(/alore}ide movilidad social, vida pri- Partidos politicos y nuevos movimientos sociales leas dominantes eran grupos de intereses. ominacién de los temas, actores y formas insti- les de resolucién de conflictos ya citados./A finales e108 ‘cincuenta habia pasado a ser insignificante la influencia de te-/ | mas como soialinmo, neutalsmo, uridad nacional, cudadany \ y economia demoerética y de quienes los planteabans Se acla- mmaban ampliamente com ntrpretacopss soco\ies plas solamente las texis acerca del «fin de las ideologias» importadas de la sociologia americana, sino incluso diagnésticos que apuntaban a un «fin del conflcto ‘poltico» (Schelski 1961, Forsthotf 1968). Y itica intelectual, ‘en parte reaccionaria y en parte progresista, de los valores de la sociedad de consumo no conse; snor impacto en los s6lidos fundamentos culturales del capitalismo de bienestar postotalitario de la posguerra. 2, EL NUEVO PARADIGMA resumen de la configuracién de valores, actores, ones de Ia «vieja politica» puede servirnos de re- ‘que comparar el «nuevo paradigma» ahora. Raschke (1980) es uno de los pocos que ha intentado formular tun concepto sustancial de este «nuevo» paradigma, designdndo- Jo como un «par 1 de vida» que est surgiendo. La mayor parte de nuevos planteamientos y movimientos tura y Ia discontinuidad recurtiendo a términos como «nuevos debrandt/Dalton), «nuevo populismo» (Habermas, Marin), mo» (Schimank), «antipoliticoy (S. Berger), « 1 2 amos coo Ta |mayniein socal] wmviietos soe 3 4 \ i I I enta usar esos derechos con el propesito de ga dad. En los grupos terroristas encontramos el esquema opuesto En ningin sentido cabs esperar que la comunidad amplia en que se mueven pueda reconocer como leg dios violentos a que recurren. Al menos 2 grupos como la mania Occidental, exceptuando posi ciales, han abandonado todo intento de cor como legitimas por part munidad. Sus objetivos son, por otro lado, amente muy convencionales (aunque absurdos ¢ itreales), puesto que consis- t en los casos mencionados, en la victoria en la guerra revo- ‘cuyas consecuencias afectarian evi- dentemente y de forma muy elemental al conjunto de la co- munidad. on estos dos fenémenos, la retirada no po- ones privadas y la guerra privada, pueden definir- evos_movimientos. sociales politicamente relevantes, i ivindican ser reconocidos como ac- ‘IRS politicos por la comunidad amplia —aunque sus formas de ‘eci6n no disfruten de una legitimacién contferida por institucio- res sociales establecidas—, y que apuntan a objetivos cuya con- secucién tendria efectos que afectarfan a la sociedad en su con- Junto més que al mismo grupo solamente. ~ Este esquiéma conceptual pietende servir al doble propésito de situar a fenémenos que se confunden a menudo y de demar- car freas «grises», en las que es discutible si un fenémeno corres- onde a una o a otra categoria. (Por ejemplo, ;pertenece la Ma- fia a la casilla 1 6 2, el IRA a la 2 6 a la 4, ciertas sectas reli- giosas a la 3.6 a la 1, 0 ciertos aspectos de la cultura juvenil a 1236 ala 4?) En lo que sigue, me centraré en cuatro de estos movimientos que parecen ser los més importantes teniendo en cuenta, tanto sus éxitos cua 8 de movilizacién, como su evidente im- acto politico. Se trata de los movimientos ecologistas o de pro- pecemos por explorar algunas de las caracteristica picas-ideales de estos movimientos. Tales caracl Jos movimiento ; Los contenidos dominantes en los nuevos movimientos socia- les son aT interés por un territorio (fisico), un espacio de.activi- "_ dades o «mundo de vida», como el cuerpo, la salud ¢ identidad Sexual; Ia vecindad, la ciudad y el entorno fisico; la herencia y la identidad cultural, étnica, nacional y lingiisticas; las condicio- nes fisicas de vida y la supervivencia de la humanidad en general Por incoherentes que puedan parecer estos contenidos ¢ in- abajo argumentaré, no son «nuevos» en sf.mismos, pero que co- bran un énfasis y una urgencia nuevos en el contexto de los nue- vos movimientos sociales. De entre estos valores, los mas pree- minentes son la autonomfa ¥ la identidad i. ganizativos, izaciGn, el autogobierno y la autodependencia), en oposici6n a la mani dependencia, burocratizacién, regulac ~iferencia entre'los valores «nuevos» y «wviejos», se los suele cla- sificar (aunque de forma problemética, como argiiré despu por medio de criterios, como preocupacién por la escasez fre 6 suma-cero frente a a preocupacién por la alineacién, juegos de 0 juegos de suma-no-cero, reivindicaciones cuantitativas contra emperio por los intereses frente cer elemento del nuevo paradigma es el modo de_ac- s nuevos movimientos sociales. Esto comprende dos a3- {war en conjunto varios individios 178 Partidos politicos y nuevos movimientos sociales para formar una colectvidad («modo interno de actuat»), y los métodos con que se encaran al mundo exterior y a sus op tes politicos («modo externo de accién»). Al primero ya se re- fiere el mismo término de nuevos movimientos sociales: a ma- yo lectivos es extremadamente inforitial, ad hoc, discontinua, con Wr, r! Sensibilidad -hacia el contexio é igualitaria. Con otras palabras, tras que, por un lado, sus miemibros oficiales, programas, la palabra, redes, ayudantes en su-modo interno de ac ste con formas tradicional en particular en que los papeles de los Por fo que se refiere al modo de actuar externo, vemos que las tdcticas de las manifestaciones y de otras formas de accién re- técticas de protesta tratan de m ir la opinion piiblica y de atraer su atencién con métodos legales (las mas de las veces), aunque no convencionales. Van acompafiadas por nes de protesta cuyos aspecios posivos se cas y gramaticales negativ ican pa- _Plabras cave como «nunca, «en hingin ladon, aif, , ‘fuera, eparaiy, «congelar (freeze), «prohibicién», etc. Las tcticas y las revi in que el grupo de actores movilizado (real 0 potencialmente) se concit nera por la que multitudes de individuos pasan a ser actores co-_ de sus exigencias como d de considerarse que es una virtud, 0 una nec bilidad de las primitivas estr Los movimientos sociales no se refieren nentes politicos en términos de negociaciones, lerable, victoria y detrota, ahora 0 nunca, etc. Esta l6gica de des- linde de campos, evidentemente, apenas permite desarrollar pricticas de negociacién politica ni técticas gradualistas. Esta insistencia en rechazar el compromiso al afirmar que no son negociables las exigencias planteadas, provoca frecuente- mente vehementes criticas y acusaciones por parte de las fuerzas politicas que operan en el marco del «viejo» paradigma. A me- rudo ven los eriticos las acciones de los nuevos movimientos so- ciales como algo debido a actitudes irrac chas, cortas, inmaduras, incompetentes e irresponsabl camente; y consideran como cuando reconocen que son le nes de los movimientos. La (0s son incapaces de negociar jenen voluntad de ello. En part al menos si se formulan en un plano més estructural que | gico. Los movimientos son incapaces de negociar porque | no tienen nada que ofrecer como contrapartida a las concesi nes que se les puedan hacer a sus exigencias. No pueden prot ter, por ejemplo, un consumo mas bajo de energia a cambio di } la interrupcién de los proyectos de construcci6n de centrales de / Ia forma en que los sindicatos pueden prometer (o al menos prac- | ticar) moderacin en sus exigencias salariales a cambio de garan~/ tias de empleo a7 |i Se debe esto a owe) movimientos Jes faltan varias pro- /2# piedades de las onganizactonés formales, sobre todo Taifigencia interna de las decisiones de sus representantes, gracias a lo que las organizaciones formales pueden asegurar en Jos acuerdos de una negociacién politica. Es falta de un armazén coherente de principios yale {it gota os movinieoX op I” desu propio papel en el eambio del mundo—, pod “1 de estos actores politicos que desarrollasen u jo)” yi renuncias a corto plazo a cambio de logros a largo plazo. 180 Partidos politicos y nuevos movimientos sociales ideolégicos y de interpretaciones del mundo de la que poder de- a de a Practica de racionalidad tactica y de creacion de alianzaglll os movimientos son también reacios a la negociacién porque atri- buyen a menudo una prioridad tan alta y universal a sus exigen- i les que no tiene sentido el sacificar una parte de ellas ndose de cuestiones relacionadas con los valores de de «i anularia la misma regla de la mayoria, las or- in selectividades y no-de- cisiones que tienden a «fi s reivindicaciones centrales del «nuevo» paradigma. =n Jo que respecta a los actores de los nuevos mo- Jo que més la toidentificacion no se refieren al c6di quierda/derecha, liberal/conservador, etc.), ni a los cédigos so- cioeconsémicos parcialmente correspondientes (tales como clase obreralclase media, pobre/adinerado, poblacién rural/urbana, etc). Se codifica mas bien el cédigo del universo politico en ca- as prOvenientes de los planteamientos del movimiento, tegorias prove como sexo, edad, lugar, etc., 0 en el caso de movimientos eco- Topistas yp el género.humano en conjunto. La insisten- cia sobre la irrelevancia de c6digos socioeconémicos (como la clase) y de cédigos politicos (como las ideologias) que encontra- m el de la autoidentificacién de los nuevos movi j sociales (y a menudo de sus oponer de su verdadera «novedad» (y les distingue de los «viejos» mo- 181 Los nuevos movimientos sociales vimientos sociales)/@0 que de hecho Ia bs tan amortai heterogéneas en términos de clase y_ social respecta, se componen, osteriormente, d@ es sem. ‘Wideologia. Por lo que a su bs como argumentaré con més d jos humanos y/0.e lase media, 4.3. Una categoria bajo o en una posicién periférica respecto a en paro, estudiantes, amas de casa, jubilados, etc.). La linea de argumentacién ha sido hasta ahora que la com- prensién general de lo que co jido de la politica Y las instituciones y practicas pol prensién, pueden describirse como el tado de Bienestar liberal-democrético, Esta marcado tal paradig- ‘ma por una dicotomia en la concepcién de la naturaleza de la ac- ign social (lo «privado» frente a lo «publicol «viejo» paradigma del Es- En cambio, el nuevo pa i (privadaltre institucionales. Habiendo definido el concepto de para- (ayeple {igma como una eonfiguracién de acres, contenidos, valores y 2224 modos de actuar en’ contlictos pol srrdig les, pueden contras/> tarse eaqueméticamente el paradigma viejo y el nuevo, tal como 7“? muestra el. Cuadro 2. En manera alguna(és évidente por s{ mismo cual puede ser Ja variable teérica subyacente que origina la formacién de estos licaciones sociol6gicas del surgimiento del «nuevo» paradigma, cabe especular que exis- te una relaci6n causal entre ambos grupos de caracteristicas y una direccién principal de cambio de las estructuras sociales. In- Brdiguss de yeas phbus 182. Partidos politicos y nuevos movimientos sociales ‘CUADRO2 LAS CARACTERISTICAS PRINCIPALES DE LOS PARADIGMAS “sVIEIO» Y¥ «NUEVO» DE LA POLITICA, ej praia reo prada ‘ctores ‘contendor valores libertad y seguridad en el autonomia personal eiden- Privado y progreso ‘mados de actuar tuiivamente parece que tien certo setid rela radigmas con dos fases de la transformacién societal, y su coexis- tencia con un periodo de transilén de una fase a a otra. De este modo, corresponderia el viejo par compuestade colectividades relativanente duraderasyrelativa mente diferenciadas, tales como clases, eee segin el rales y fa ‘ma a.un grado ms alto de individuacién y diferenclacin, es de- “Gir, au tipo de estructura social en el que tales colecividades se fan vuelto a la vez menos difetenciadoras y menos duraderas ‘como puntos dé referencia orientativos. Es tipico que el ciuda- “Gand de las Sociedades «posindustriales» «emigre» en el trans- curso de su biografia a través de una serie de profesiones, ocu- Paciones y puestos de trabajo, incluyendo periodos de aprenc zaje y desempleo; que forme parte en el curso de su vida de mas de las dos familias «normales» y pase cada vez més frecuente- Los nuevos movimientos sociales 183 fodos en los que no forma parte de ninguna fa ¥y que ademés forme parte (o tenga al menos la opcién de formar parte) de erie de sucesivas comuni- de vida y consumo que no s6lo cambian més répidamente de lo que cambian las «gene- raciones», sino que estén cada vez més estratficadas segtin gru- pos de edades distintas (p. e., «las culturas de la juventud»), Pa- rece todo esto sugerir que, mientras siguen indudablemente «existiendo» colectividades ales e institucionale cen de formas menos facilmente perceptibles por pol ‘a movilidad, que, por consiguiente, socavan los «lazos» sub- 3s que parten del hecho de que («por el momento») uno apertenece» a una colectividad de tipo econémico, cultural 0 icional. De las muchas consecuencias que puede traer consigo un tal io estructural, aqui s6lo nos interesa una: el modo de au- que resulta, o la identificacién que surge en las ‘mds duradera y los pardmetros distntivos de a iden fa no son la propia identidad como capataz, Smédico, 0 ama de casa, o negociante Tugar actual de residencia y, naturalmente, la propi ¢Bm%0 wn ser humano viviente con sus ansiedades y vulnerat dades. Esto sugerirfa que cuanto mayor és la experiencia de con. tingencia, incertidumbre y movilidad (a menudo involuntaria e | impredecible), mayor es la propensién a escoger pardmetros epstmanentes> de la identidad social (tales como los que se ac bban de mencionar) como focos de gestaciGn de empetios polit a dimension ‘comparacién, ‘componen las estructuras soci dentro de las que estan dis- Ja riqueza y la pobreza, tam- contingencia. jon muy general y altamente es- ¥ Parti peculativa no nos d c__ ber une relacén an Oe, i eer yee una pauta acerca de por qué ha de ta entre ambos paradigmas. En teoria 'viduos pod is impor- ie ituaicibn. Este diagndstico se acer- ca mucho, de hecho, al ofrecido por Marsh (1977) y por Kaase y Marsh (ca n Barnes y Kaase 1979) cere aiddeFna»; destacan «ua am idano» (pags.-134/ aciéa politica como antagonistas, Esta te- sis, sin embargo, no es del todo convincente y por toda una se- ie de razones hay que sospechar que resulta de un artilugio me- ico en el enfoque dado @ la encuesta. En primer lugar, es mas plausible interpretar la modesta correlacin positiva que ehcuem- tran como tn fenémeno de «transicién>s\como la relacién que se obtiene entié-el comportaihiento’ pasado constatado (es de la intensidad de la participacién convencional), ¢ inclina hacia ¢l comportamiento porencial («protesta»). En segundo at, varia segtin las diferentes categorias sociales el $fado de Tal 5ftelacién positiva, pasando a ser negativa la correlacin entre, mujeres j6venes (pags. 134, 184). Eiteer lugar, hay que cues” los autores de una «ampliacién general de los nes ios politicos y nuevos movimientos sociales Los nuevos movimientos sociales 185 parémetros de permisividad hacia la protesta» porque sus pro- pios resultados sugieren que ambos modos de patticipacién po- jenen sus respectivas bases especificas en la estructura s0- compuestas por grupos definidos por la edad, el sexo, la en cierto grado, el empleo (pag. 100). Finalmente, "de,anilisis desde el que se plasman Tos dats “Ge We GwRUEST deja inévitablement palibilidades objetivas potenciales entre - euestiOn es Feterenies & la distribuciGi trent s respectivas. De existir realmente una t e las soluciones en una bien puede suponerse y como ciertamente plantea la persp de los nuevos movimientos sociales, queda atin més debilitada la confortable hip6tesis del «repertorio ampliado» ei favor de tuna én dela zanjv en 16 que respeta ala a relacién entre afi608 3. AFINIDADES CON OTRAS FORMACIONES IDEOLOGICO-POLITICAS Aunque probablemente no se den en Ia historia politica de as industriales analogias estrictas a esta con- tiones, valores, actores y modos de actuar, lla- ma poderosamente la atencién un cierto paralelo con ideas ¢ is del pasado. A menudo se ha hecho referen- aves para interprets de a poltica de los idad de los pequefios productores, graci y a la regulacién protectora en el caso del populi Hay dos tipos de movimientos que a veces se incluyen (cf. en un concepto demasiado extenso de los «nuevos movimientos sociales» aunque no estan realmen- 186 Partidos politicos y nuevos movimientos sociales te dentro del «nuevo» paradigma: se trata de tos que propugnan la restauracién de un cierto orden moral que se percibe como amenazado pretendiendo recurrit acién del poder del Estado fortaleciendo los de- y las Tibertades civiles. Sir enibarg icas (lie bertad de produccién, consumo y contratacién), sino en.ta pro: elon politica y buroc ca de un cierto tipo de analogias parcales junto con diferencias eru- con ideologias y partidos conservadores. Un di lema del conservadurismo —muchas veces descrito como ema de los partidos y las ideologias conservadoras— es que, para poder oponer una resistencia eficaz al debilitamiento de los valores conservadores (como propiedad, autoridad, familia y cul- tura tradicional) hay que soportar la modernizacién de las es- tructuras econdmicas y politicas: la continuidad presupone el cambio. Esta dificil ecuacién de «modernizacién conservativay es rota por los nuevos movimientos s6ciales V fio'necesariamen- te por el mismo impulso conservador. A menudo. ponen estos_ movimientos mucho énfasis en la preservacion.de-las comunida dee ides tradicionalés "dé 168 entornos, tanto” & es,” consideraidOse “esto Co ‘l0UErnizacion técnica, politica, econémica y sentido designar como «conservadores» a los ni Los nuevos movimientos sociales 187 sociales (cf. Offe 1983), si se atribuyen cal tes al:concepto «conservador». Es ciert ino de destruccién de tales condiciones. mo las nts ane convergencig fa tao) asides plas so tinuo desarrollo, y del cantiproductivistas» dé féglads de la clase obrera in- en el proceso de transformacién social, de la que a ve- ces se expresa la sospecha de ser la clase en la que el sistema cuenta con su apoyo més firma econémico, social ¢ ideotbgico. Sigue atin més alld la divergencia al verse las formas estatales de transformacién social —tanto en Europa Oriental como en Eu- ropa Occidental— de forma extremadamente negativa. EI das las ideologtas pk la politica evoluciona igualdad, el acercamiento de la vida social a un cierto or- den moral— y de que esta realizacién se debe a un cierto esque- iones y papeles especificamente politicos. La préc- de los nuevos movimientos sociales cuestiona, sin mas distintas esta, concepcién subyacente En primer lugar, sus planteamientofno uadran con la nocién “GE wprOpretorTiacia un orden social ieatizado, ni de ‘eformay 6 «perfeccién>. Para ser mas preci carfa de progreso no es la continuacion de tray dernizacién ya conocidas desde cién de esquemas sociales menos dependientes de tal m ico-burocratica, y mas capaces de sobrevivir si Do que Se trata de Tantener y de conseguir son valores ¢ iden- tidades, que parecen verse gravemente amenazados por las fuer- zas politicas y sociales que ofrecen una versién engatiosa del s se formulan en un discurso mas iento de las identidades existentes que de ganan- todo lo que atin brios ecoldgicos, entorno urbano, la salud, los simbolos culturales que crean identidades colectivas), més que de buscar lo que es deseable gue llegue por medio de la dindmica experimentada en el pasa- do, Esta concepcién antiprogresista y defensiva de los motivos y contenidos queda muy bien expresada en la antitesis de «pro~ con «supervivencian. Debido a esta I6gica antiprogresis- span un lugar central términos como EI Principio Vida [Leinen 1982), Mundo de vida (Habermas 1 « (es decir, de las que subyacen al «viejo» paradigma) que, si han de cambiar los n positva y su direccién), no es probable que ello ocurra dentro de las formas y procedi cespecializados en ese sentido. Para que ocurra tal cambi fera politica ha de ser «reapropiada» de las instituciones que han Megado a monopolizarla y devuel lad no refrenada chazo de la nocién de «progreso» y de l tes, se afiade un desafio a las formas insti canalizado el progreso en el pasado “ icionales en que se ha Los nuevos movimientos sociales 189 4, EVALUACION DE LA FUERZA DEL «NUEVO» PARADIGMA, Tras haber descrito algunos de los rasgos més destacables del Occidental, tenemos ahora que preguntarnos qué fuerza tienen las fuerzas sociales y politicas que han hecho suyo el «nuevo» pa- radigma. Cualquier intento de resolver cuestiones acerca de la fuerza absoluta o relativa, o de hacer comparaciones sincrénicas 6 diacrOnicas entre tales fuerzas ha de superar dificultades me- ‘6dicas sustanciales, ya que, en contraste con los actores ps 0s del «viejo» paradigma, los actores del «nuevo» paradigma no cuentan con form izadas de medir su fuerza, & to, logros o crecimiento, por lo que, en consecuencia, cualquier medida que aplique el observador conlleva el peligro de distor- sionar gravemente en uno w otro se ial sociopolitico. Los valores dominantes siempre son ta dominantes en el sentido de que es fécilmente demostrable, men- surable y visible su dominacién, existiendo todo un sistema de contabilidad social para los valores dominantes, como las esta- disticas sobre los ingresos individuales y estatales, resultados electorates, bi itucionaies es cuestionable debido a la ausencia de procedimientos oficiales de autodeteccién 0 de autoobservacién, Puede tomarse, como ejemplo, el caso de confrontaciones vi Tentas entre manifestantes y la p lebido a una mezcla cierta de razones «técnicas» y «sociales», parece que el ntime- ro de policias heridos en mayor rapidez y faci tica del gobierno y no terminando por sectores de ‘empirica, discriminan a menudo los valores opuestos

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