La Comarca Agrícola, Ganadera y Minera ENSAYO 02MAY

También podría gustarte

Está en la página 1de 13

LA GRAN COMARCA

AGRÍCOLA, GANADERA, PESQUERA Y MINERA


EN LAS INMEDIACIONES
DE LA MISIÓN DE SAN DIEGO DE ALCALÁ

Una vez expulsados los jesuitas de Loreto, mediante cuatro


expediciones de mar y tierra que el conde José de Gálvez autorizó a
Gaspar de Portolá y a fray Junípero Serra para iniciar la campaña de
ocupación de las tierras al norte y luego a partir de la bahía de San
Diego, hacia la de San Francisco y por supuesto a la demarcación o,
digámoslo con propiedad, encontrar el casi mítico Monterrey, trajeron
como consecuencia un flujo importante de pioneros que de a apoco se
fueron asentando en el entorno de las misiones a partir de aquel mayo
de 1769.

Pero fuera de los muros misionales de inmediato nacieron Los


Ranchos, aquellos asentamientos, hasta ahora silenciosos e ignorados,
desde el punto de vista histórico, son el objeto y materia de las
precisiones de este ensayo, como un tributo a los pioneros “hombres
no religiosos” que se han quedado marginados de reconocimiento
histórico.

Dejemos en la pluma del magnifico historiador Carlos López


Urquiza, que nos dé una semblanza del como, a pesar de los asedios a
las misiones por los nativos, se daba la colonización y se traía ganado
vacuno, caballar y mular, así como colonos en gran numero para ir
poblando San Diego y el resto de misiones:
Carlos López Urrutia, El Real Ejército de California

CAPITULO TRES

PRIMER GOBIERNO DE FAGES

Problemas de crecimiento y abastecimiento

(...)

En San Diego la fuerza militar era de 22 soldados de cuera, un sargento y un capitán. Al


parecer Rivera limitó sus actividades dejando que los soldados descansaran hasta la
llegada de Fagés que venía con intenciones de establecer cuanto antes la misión de San
Gabriel. El gobernador informaba al virrey que estaba satisfecho con los progresos que
se habían hecho en San Diego en cuanto a edificios y cultivos. El ganado prosperaba
pues había 82 vacas y 7 toros, además de algunas crías.

(...)

Ataque a la misión de San Diego

Con el regreso de Serra, el anuncio de una nueva expedición por tierra desde Sonora, la

1
llegada de las cuatro naves, todo hacía presagiar que la temporada de lluvias haría
germinar las semillas y que las conversiones y bautizos aumentarían. Pero un
acontecimiento inesperado vino a empañar la tranquila vida de las misiones y presidios.
Fue éste el ataque de los indios a la misión de San Diego el 5 de Noviembre de 1775.

La misión estaba a cargo de los padres Luis Jaime (11) y Vicente Fuster que como se ha
visto, habían trasladado la misión a su nuevo lugar. Se ha dicho que el ataque fue
totalmente inesperado pero hay abundantes pruebas que los franciscanos debieran
haber tomado algunas precauciones. Para empezar, existía el constante resentimiento de
los frecuentes ultrajes de las mujeres indias por parte de los soldados. Los franciscanos
habían azotado a algunos de los neófitos por haber asistido a un baile pagano. Se había
aprehendido también al indio Carlos, jefe indiscutido de los conversos y a su hermano
Francisco para castigarlos por haber robado pescado de una de sus propias mujeres. Los
dos presos se habían escapado con otros cinco indios. Los soldados lograron capturar a
dos de éstos y se supo que los indios rebeldes andaban alborotando a todas las
rancherías para acabar con los misioneros y los soldados. Había pues bastante motivo
de alarma y sin embargo, no se había apostado un centinela.

Fuster escribió más tarde que fue sorprendido a la una de la madrugada por un griterío
que provocaban unos 600 salvajes que habían cercado la misión. Los indios entraron a
la iglesia, la desvalijaron y la incendiaron. Luego comenzaron a atacar los edificios uno
por uno. En un cuarto en que se guardaba la pólvora, se refugiaron los soldados, Fuster
y dos muchachos, uno de los cuales era el hijo de Ortega. Gran profusión de flechas
hacían blanco en las paredes y muchos tizones ardiendo caían sobre el techo, mientras el
fraile tapaba con sus hábitos el barril de la pólvora. Al incendiarse el techo de tule, fue
necesario abandonar también aquél refugio. Fuster trató de encontrar al padre Luis y
aunque logró penetrar al cuarto donde dormía, encontró la cama vacía y tuvo que salir
amenazado como estaba por el humo y las llamas. Los cuatro soldados formaron cuadro
en el medio del patio y allí se les unió uno de los herreros que a balazos se había abierto
camino no pudiendo evitar la muerte de su compañero José Arroyo. La cocina era una
estructura de adobe cuyas paredes alcanzaban apenas a la altura del pecho. Los
cocineros habían construido sobre estos toscos muros una enramada. Hasta allí llegaron
los sitiados arrastrando el saco de pólvora. Llenaron el boquete de la puerta con bultos
de mercaderías probablemente los que contenían ropas. Mientras el fraile protegía la
pólvora con sus hábitos, dos soldados heridos y los muchachos cargaban las escopetas,
de manera que el herrero y el soldado sano pudieran continuar disparando casi sin
interrupción. Era una noche de luna llena y las llamaradas de los edificios incendiados
permitían a los defensores elegir sus tiros en la dantesca escena. Al salir el sol, los indios
se retiraron. Aparecieron entonces los indios cristianos que se habían mantenido en sus
chozas amenazados por los atacantes. Los dos soldados aunque heridos de gravedad, se
curarían. Pocas ocasiones presenta la historia de una defensa más exitosa. Tres soldados
de cuera habían sobrevivido con éxito, por más de seis horas, el ataque continuo de más
de 600 indios.

El cuerpo del padre Luis Jaime fue encontrado en un arroyo seco no muy lejos de la
misión. Su cadáver estaba desfigurado, la cara deshecha y por lo menos siete flechas
habían atravesado su cuerpo. Crespí escribiría más tarde que Jaime había buscado su
propio martirio al abandonar su cuarto y salir al encuentro de los indios pidiéndoles que
amaran a Dios.

Dos indios fueron a informar al presidio y vinieron algunos soldados. Ortega se


encontraba en campaña por asuntos de la posible fundación de una nueva misión en San
Juan Capistrano. El cabo que había quedado a cargo había dormido durante toda la
noche junto con sus soldados. Se procedió a evacuar la misión. En dos toscas angarillas
iban los cadáveres del padre Luis y del herrero Arroyo y en igualmente toscas camillas
construidas de ramas, llevaban a los dos soldados heridos y al maestro carpintero. El
carpintero falleció unos días después.

Informado Ortega de los sucedido abandonó sus planes y regresó a San Diego en cuyo
presidio, con guardias redobladas se refugiaban ahora los franciscanos, artífices y
sirvientes. A medida que se conocían más detalles del plan indígena, más crecía su

2
preocupación. Más de mil indios se habían congregado para el ataque que debería ser
simultáneo al presidio y a la misión, pero el grupo destinado al presidió se alarmó al ver
las llamas de la misión y escapó. Pasaron varios días antes de que Ortega se atreviera a
desprenderse de uno de sus hombres para dar la alarma a las otras misiones y a
Monterey.

Segunda expedición de Anza

Juan Bautista de Anza avanzaba a la cabeza de una nueva expedición a California


cuando el 27 de noviembre de 1775 se encontró con el cacique yuma, Salvador Palma que
había salido a recibirlo. Luego de intercambiar los saludos de rigor, Palma le comunicó
que la única noticia que tenía era un ataque a las misiones de California por parte de los
indios. Esto es, tan sólo doce días después de la destrucción de la misión de San Diego.
Anza, al parecer, no dio mucha importancia a la noticia.

El flamante teniente coronel había recibido órdenes del virrey de dirigir una nueva
expedición a California. Esta vez tenía recursos monetarios adecuados y el respaldo real
con órdenes específicas para facilitar su tarea. Anza reclutó 30 soldados con sus familias
para trasladarlas a California. Pudo vestirlos y equiparlos a todos y el 23 de octubre
rompía la marcha desde el presidio de Tubac. Viajaban con él 235 personas, de las cuales
207 estaban destinadas a California. La tropa se componía del teniente coronel, un
capellán, el padre Pedro Font y diez soldados del presidio de Tubac que deberían
regresar con el comandante. La tropa que permanecería en California estaba formada
por el alférez José Joaquín Moraga, el sargento Juan Pablo Grijalva y 28 soldados, 8
veteranos de la guarnición del presidio y 20 reclutas. Las mujeres de los soldados
sumaban 29 y el resto lo componían los niños, arrieros, vaqueros y cuatro familias de
colonos.

Fue recibido amigablemente por Palma que había construido unas ramadas para servir
de albergue a los viajeros. El río Colorado venía crecido y Anza no quiso arriesgarse a
cruzarlo en balsas. Tuvo pues que buscar un vado y vino a encontrarlo en un lugar en
que el río se dividía en tres brazos. Aún así no fue tarea fácil. Después de dejar al padre
Garcés y su acompañante, el padre Eixarch, en las márgenes del río donde se pensaba
establecer una misión, la columna emprendió la larga marcha a la costa de California.
Anza con su escolta que servía de exploradores y vanguardia, marchaba al frente. Luego
el padre con las mujeres y los niños con una escolta de soldados. La retaguardia la
guardaba Moraga con el último grupo de soldados y atrás el ganado, 320 cabezas, la
caballada con 340 bestias y las recuas de mulas custodiadas por arrieros y vaqueros que
sumaban 165 animales.

Anza había invertido bien los dineros del Rey. Llevaba varias carpas, amplias
provisiones, ropa adecuada y otros útiles y enseres. En el campamento de San Olalla,
Anza que conocía bien la ruta, decidió dividir la caravana en tres secciones de manera
que los escasos pozos de agua que existían en la peor parte del desierto, tuvieran
oportunidad de recuperarse. La primera jornada no ofrecía dificultades para las
columnas de Anza y del sargento Grijalva, pero la tercera al mando de Moraga,
encontró mal tiempo, nieve, frío y viento y tardó tres días en llegar. Pero no se había
sufrido pérdidas de vida. Sólo Moraga dice haber perdido el sentido del oído en esa
ocasión y haber quedado sordo para el resto de su vida. En nochebuena de 1775 en medio
de un frío terrible nacía un niño, el tercero que aumentaba el grupo. El día de los
Inocentes tuvieron que descansar. Llovía intensamente. Hacía frío y tronaba. Un
temblor de tierra vino a añadirse a las calamidades naturales. El día de año nuevo Anza
enviaba a sus dos exploradores a avisar de su llegaba a San Gabriel lo que ocurrió el 4
de enero de 1776, a los 73 días de salir de Tubac.

Tomado del libro: El Ejercito Real de la Californias, Capítulo Tres, de Carlos López
Urquiza

Resulta común, por mucho, el realzar los meritos de las órdenes


religiosas, desdibujando en el fondo del horizonte del pasado, las vidas

3
y fortunas que fueron y vinieron, y en gran medida, que tal como se
dieron se perdieron, y la más de la veces inmersas en grandes
tragedias y desolación, aun cuando también, amasando para sólo
algunos, grandes fortunas en la entusiasta colonización de los
“paraísos prometidos”, que se insiste, la mayoría de las veces no lo
fueron tanto, pero que sí nos legaron las simientes poblacionales en
los que se edificarían después los pueblos, ciudades, municipios y
estados y desde luego las naciones, las unas políticas y jurídicas, pero
las más, sólo como aglutinantes sociológicas en eterno proceso y
cambio.

Esos cuerpos sociológicos, que aun a la fecha se dan, en


regiones dentro de lo países y estados, son “Las Comarcas”, común
denominador geográfico, lingüístico e histórico de un grupo de aldeas,
poblados o ranchos, como fue el caso de lo que precedió a las
urbanización que debieron nacer como consecuencia de un accidente
político denominado “frontera internacional” que inopinadamente
brotó como un volcán, de la noche a la mañana, partiendo las
comarcas en dos países y obligando al nacimiento de puertos
fronterizos que pronto nacieron y se hicieron pueblos y después
ciudades.

Tijuana, Tecate, Mexicali y Algodones, por hablar sólo de los


puertos fronterizos californianos, debieron nacer de la nada, en áreas
impropias para el asentamiento humano, únicamente determinadas
por ser inopinadamente puntos trinos o cruces de caminos y el tajo
hiriente y desgarrador de la línea fronteriza.

Podría ser entonces que, como ya ha sucedido, indebidamente


se considere que estas poblaciones son carentes de historia, ya que
son exabruptos de la política o las guerras y que brotaron una vez que
hubo un perdedor que terminó cediendo más de lo que arriesgó en
aquella guerra en que fue vencido, ya que además debió pagar los
gastos, daños y perjuicios al vencedor, como es el caso del Tratado de
Paz de 1848 entre México y Estados Unidos de Norteamérica o:
“Tratado de Guadalupe Hidalgo” y el truculento “Tratado de la
Mesilla”.

Si hemos de pensar en eslabonar la historia y el porvenir, es


preciso comprender nuestro pasado cabalmente, ya que será de donde
dependa el repute equilibrado del futuro, colmando en sus extremos
en la unión que los vincula en un solo producto socialmente válido, tal
como es la propuesta de la presente foja histórica.

Los ismos históricos se repiten y los que antes se separaron


luego regresaran a ser unidos en el eterno juego de los ciclos. Es el

4
caso del concepto comarcano que hoy se reencuentra en el devenir
histórico en la conurbación; solo que, si antes fueron ranchos, hoy son
ciudades y municipios que se reúnen nuevamente. Antes eran pocos
con mucha tierra, hoy muchos con poco espacio entre ellos, pero todo
circunscrito a una sola nación...en dos países.

Veamos esta... ¡su historia!

Entre Santa Gertrudis y San Borja allá en la península, las


misiones jesuitas más al norte y aún de la franciscana San Fernando
de Velicatá y San Diego de Alcalá, existe una distancia, que aún hoy no
es fácilmente franqueable en una sola jornada. En el siglo XVIII, lo era
infinitamente más difícil, por lo que, aquella California que quedó
“abajo” y conocida como la “Antigua”, era un reino distinto y distante,
a aquel que iniciaba acá al norte, el “nuevo”.

Aquellas misiones que Junípero Serra fundaba en aquel nuevo


“Nuevo Mundo” que aunque digamos muy “tardío”, [ En Valladolid hoy
Morelia Michoacán, ya había Universidad ] y por ello era y lo fue por
mucho tiempo, “La Nueva California” y aún hoy, quizá siga siendo la
California toda, EL-NUEVO-NUEVO-MUNDO.

Vale de ya, decir desde este momento, que cuando me refiero a


California, no es aquella de USA, sino la misma que monumental y
definitiva nace en Cabo San Lucas y termina en “La Oregón”; que sólo
es “dos californias”, por que la una es California Peninsular y la otra
California Continental, pero es una, prestada a dos países.

Este nuevo reino apenas recién ocupado por fray Junípero Serra
y los miembros del Colegio de San Fernando de la ciudad de México,
de la hermandad de San Francisco de Asís, se proponía con urgencia
crecer al norte y era franqueado al oeste por el Océano Pacífico y al
este por una cadena montañosa que naturalmente la hacía imposible
de extenderse más que en aquel mismo sentido que lo venia haciendo
desde la fisnisterre peninsular, hasta acá, donde ya se convirtió en
California Continental, pero duplicándose en sus formas Norte-Sur.

Así, la comunidad sandieguina no eclesiástica, compuesta


principalmente por las familias de los soldados de cuera, empezó a
crecer hacia los contornos del presidio, al sur y al oriente, pero
principalmente en donde iniciaron a pastar los pocos ganados traídos
de la península, que pronto, dada la magnificencia de la avena soca y
diversos tipos de zacatales que hacían muy buenos forrajes, estos
hatos empezaron a crecer y multiplicarse de manera exponencial,
principalmente en las zonas de lomeríos suaves por los rumbos de
Peñasquitos, Escondido, San Isidro, Jesús María, Jatay, Tecuan, Tijuana

5
(Tía-Juana), Milijó, San Antonio de los Buenos, El Nacional, El Rosario,
San Isidro Ajolojol, Tecate, El Carrizo, Santo Domingo, Cueros de
Venado, El Rosario, El Refugio, Poza del Encino, rancho García, rancho
Santa Fe y Jamul.

Mientras que los misioneros se involucraban cada vez más en


crecer al norte, los ganaderos, agricultores, cazadores de nutrias,
pescadores de perlas y mineros, crecían y multiplicaban los negocios
en las inmediaciones al presidio de San Diego, y los ranchos, minas,
campos pesqueros y de caza eran cada vez más. Crecían así, sendas
comarcas, que fueron dejando asentamientos cada vez más
importantes. Para los efectos de este trabajo, sólo me ocuparé de una,
que ampliada como nació, luego se convirtió en dos o quizá en tres;
¡pero veamos!

Tan pronto los franciscanos quedaron comisionados sólo a la


parte continental de California y los dominicos a la península surgió la
primera frontera entre esas órdenes religiosas. Su ubicación
finalmente la vino a demarcar un rancho.

En efecto, el lindero Sur del rancho El Rosario determinaba aquel


límite entre la Antigua y la Nueva California, luego calificadas como
Alta y Baja.

Entre las tareas que vino a desarrollar José de Gálvez en el acto


de desalojar a los expulsos jesuitas de la península, una de las más
importantes e inmediatas fue la de establecer una incipiente pero
definitiva secularización entre el Clero y el Estado, que las manos de
los expulsos habían abrazado en un todo tan homogéneo como el cáliz
del sagrado rito. Así, tan pronto llegó Gálvez, entronizó como
gobernador civil a Gaspar de Portolá y trasladó el asiento de su
ejercicio a lugar distinto a Loreto, en donde ejercía fray Junípero Serra
el poder de la iglesia. Este sitio que sería la primer capital política de la
California, lo fue precisamente el rancho llamado Santa Ana propiedad
de Manuel Osio, rico minero ya asentado en esos años en los minerales
de San Antonio y el Triunfo, al sur y suroeste de la hoy conocida misión
de la Paz.

Estos actos en los que emergía el poder del Estado actuando con
todo el imperio del voluntad del soberano, por conducto de Real
Comisionado, secularizando los dominios, terrenal y espiritual
remitiendo cada una a su esfera, llevó no tan solo a separar los
“asientos” sino que, trató de establecer principios de orden y acción,
mediante normas, decretos, acuerdos, que luego fueron conocidos
como “Las ordenanzas de Gálvez”.

6
La fuerza militar al cuidado de las temporalidades del clero y de
su seguridad personal, constantemente amenazada por los nativos, no
quedó exenta de la acción reformista de aquel abogado José de
Gálvez y Gallardo, quien finalmente sería ungido como Marqués de
Sonora. Entre muchas de las cosas que estableció se encuentran los
derechos de “indemnización” para que los “soldados de cuera” que
habiendo causado baja en las líneas por lesiones tenidas en campaña,
que se tradujeran en la entrega de tierras, aperos y ganado para el
sostenimiento del soldado en baja y de su familia, fomentando con ello
la colonización tan necesaria ante las amenazas de los rusos e ingleses
que asediaban aquellas costas.

Esta cita tiene una gran relevancia en nuestra Comarca del Río
Tijuana, ya que la gran mayoría de las superficies de terrenos de los
grandes ranchos, provienen de entregas de tierras a quienes fueron en
su tiempo soldados de cuera.

Mayo de 1767 es la fecha en la que se marca, para estas


latitudes el encuentro de los mundos nativo y europeo, ya que arriban
los conquistadores españoles a estas tierras anexándolas al reino
español.

Nota del autor: Cristóbal Colón llegó a este continente el 12 de Octubre


1492; Se dice que Hernán Cortes llegó a la península de California en
1533; Vizcaino recorrió y demarcó para el Rey de España hasta mas al
norte de San Francisco en 1547 y fray Junípero Serra fundó San Diego
en 1767; entre los actos trascendentes de Colón y Serra hubo 275 años;
entre la llegada de Cortés a lo que hoy es La Paz, y la fundación de San
Diego de Alcalá hubo 134 años y del descubrimiento de estas latitudes
por Vizcaíno, pasaron 120 años para la llegada ya de los europeos a
tomar posesión de su nuevos dominios.

Mayo de 1848, la época en que terminó el proceso “civilizador


único” que venía ejerciéndose por el Estado Mexicano substituto de la
corona española que lo inició. Es pues en esta última fecha en que la
tierra se divide para dos naciones beligerantes y nace un accidente
político llamado “frontera”.

La frontera naciente en ese filo de dolor histórico, queda como


un volcán vivo, eructando fuego y dándose nuevas formas de continuo,
entre gentes por cada lado pero entremezcladas, que por más que los
respectivas burocracias las dividen, ellas se juntan y ayuntan por un
nuevo fin de coexistencia y un porvenir de remanso histórico como
propósito último de su quehacer histórico.

81 años entre esos mayos de 1767 y 1848 antes referidos, que


sumados a los 162 años hasta hoy transcurridos, son 243 los años que

7
llevamos fuera de aquel idílico e inmaculado paraíso que los europeos
arrebataron a los kiliwas o yumanos , que bien ha valido el disgregarse
en la reflexión, todo por reencontrar: “La historia de un provenir” que
aquí buscamos.

Desde los primeros años del establecimiento misional de San


Diego, todo lo que acá sucedió, tal como la llegada misma, quedó
desvinculado real y prácticamente del gobierno de Loreto y Santa Ana,
ya que la urgencia de expulsar a los jesuitas conllevó a la par la
urgencia por impedir que los rusos y los ingleses le arrebataran a
España estas tierras al norte de la península, nada pues que no
respondiera a esas directrices resultaba de importancia para los
políticos, fueran laicos, religiosos o militares, esto trajo como
consecuencia que se cerraran los puertos y un extinguieran las
aduanas, y que no se impulsara, inexplicablemente, la colonización
más allá del esfuerzo puramente misional evangelizador.

Un dejo, en la cosa pública, por la ampliación y conquista de más


tierras, que se enraizó gravemente en las esferas del gobierno
virreinal, imperial, departamental, central reformista, revolucionario y
cuantos hubo y haya habido. California era mito, leyenda, distancia,
isla a veces o península, continente, potosí, quimera, cualquier cosa
menos parte del todo nacional, sin temor a equivocarnos, por aquel
concepto difuso en la distancia, siempre se nos administró y ministró
todo a medias.

Los últimos años del Siglo XVIII, primeros del dominio español,
fueron un autentico paradigma, de increíble vigencia en la historia
contemporánea inclusive, dejar que las cosas se fueran dando por sí
solas, fue lo que permitió que se desarrollaran los grandes ranchos, al
grado tal que por falta de formas de embarque y comercialización, ya
que estaban cerrados los puertos al comercio, literalmente millones de
cabezas de ganado vacuno se podrían porque sólo se aprovechaba el
cuero y el cebo.

Así tenemos del como se fueron acumulando presiones en los


gobiernos que literalmente carecían de todo lo más indispensable
como organización institucional y eran los rancheros los que de su
propia riqueza y personal esfuerzo por una vida digna, daban forma y
sustento al Estado, no sin que ello los llevara a los consabidos
caciquismos, que a la larga dieron pie a las divisiones entre los de San
Francisco contra los de Los Ángeles, para decirlo breve, y finalmente a
la falta de unión en la guerra contra los EUA.

Los largos años de guerra de la independencia mexicana y su


dificultoso periodo de ajuste institucional hasta la Constitución de

8
1857, dejó su huella indeleble en las Californias, tan así, que para ese
entonces llegó la mitad solamente.

Tijuana, nuestra ciudad, ya adulta, que nacida en la última


década del Siglo XVIII, como parte de los diversos ranchos y la iglesia
de visita de Jesús María, desde 1848 tuvo que volverse un solo punto
inamovible, ...una puerta, ...¡la aduana!, que la fiebre del oro requería
por el mineral del Álamo, y que trajo como consecuencia su instalación
temprana para el cobro de los derechos en la exportación del oro. Así
sin ni siquiera ser niña, nacía y se volvería ..Señora!!!

No todos los ranchos están destinados a ser ciudades, pero el


rancho de Santiago Argüello, que tampoco lo estaba, de la noche a la
mañana , debido a la guerra perdida con los norteamericanos el
consecuente tratado de Paz y su truculenta ejecución debió dar paso
una transformación total. Aun hoy inacabada.

Sin embargo ya se habrían sembrado la cepas del emparrado


social necesario para contener las oleadas filibusteras que
pretendieron repetidamente llevarse la California del control de los
mexicanos, aun hasta muy después de la pérdida de la mitad en la
guerra y los tratados.

Desde lo que hoy conocemos como San Onofre al norte de San


Diego, hasta el límite sur de Rosarito, y naturalmente de la costa del
Océano Pacífico a las faldas de la Rumorosa, existió y subsiste a la
fecha una gran comarca, que fue la zona de influencia de la misión de
San Diego, como presidio misional, con dos iglesias de visita
principales, Santa Isabel y Jesús María, por supuesto que debemos
incluir la misión de San Luis Rey y su iglesia de visita llamada Pala,
todo ellos producto de los diversos ríos cuyas cuencas concluyen hacía
el Oeste. Siendo tres principales: Son tres cuencas: Al sur Río Tijuana,
al centro Río San Diego y al norte, Río San Luis Rey. Si bien, hay otras
menores como Agua Dulce, Margarita, Huacatay, San Dieguito, San
Eligio, Peñasquitos, San Clemente de la Jolla y San Onofre, que
descargan todas directamente al mar.

Hoy, tanto el condado de San Diego y el municipio de Tijuana se


integran en un proyecto binacional transfronterizo de relevante
importancia en sus respectivos futuros, pero sobre todo el común
compromiso producto de su necesaria vecindad y misma cuna.

A la fecha, esa misma cuna mantiene orgullosa su origen Kiliwua


(yumano) y español, pero mas allá de los franciscanos, corresponde a
los rancheros la paternidad, ya que fueron estos quienes realmente
nos engendraron como lo que hoy somos...

9
Enlisto y ubico los principales ranchos nacidos en este entorno
idílico campesino de esta mancomunidad sandieguina, para ocuparme
luego, de describir la evolución de los que comprenden la Comarca de
la Cuenca del Río Tijuana.

Por la parte Norte de la actual división fronteriza, tenemos a los


ranchos: Monserrat, Pauma, Guajome, Buenavista, Guejito, San José
del Valle, Valle de San José, Agua Hedionda, Vallecitos de San Marcos,
Rincón del Diablo, Santa Ysabel, Valle de San Felipe, Las Encinitas,
San Bernardo, Santa María, Los Peñasquitos. Cañada de San Vicente,
Cuyamaca, El Cajón, Jamacha, La Nación, Otay, Janal, Jamul y Milijo.

Por cuanto hace al sur de la línea divisoria están; Tía Juana, San
Antonio de Los Buenos , San Antonio de Machado, Morro Uno, Morro
Dos, Tecate, Jacume, El Refugio, El Carrizo, El Carricito, Álamo Bonito,
Poza del Encino, García, Pie de La Cuesta, Cueros de Venado, Santo
Domingo, El Rosario (hoy Rosarito), Cañada del Carrizo (hoy Valle de
Las Palmas), Vallecitos e Italia.

Todos ellos, iniciaron como posesiones otorgadas a los militares


que había causado baja, por edad, licenciados por invalidez o bien que
habían cumplido su enlistado y que así lo solicitaban por decidir
quedarse, ya sea por haberse casado con nativas o bien por ya tener la
posesión de las tierras que solicitaban.

Precisamente con base en la “Ordenanzas del conde de Gálvez”.


Se inician los trámites con el documento mediante aquel conque se
daba parte de la baja y de la dotación de tierras para su manutención,
documento este que luego era llevado a la vista del gobernador
Político o Jefe Militar, quien confirmaba lo otorgado, dando validez y
altura de Título Primordial.

Cuando terminó la guerra de independencia y México nació como


nación independiente, y se hizo cargo del control de los bienes y
haciendas de la incipiente nación, se pasó por diversos estadios
políticos, desde El Imperio a la República Representativa y Federal,
pasando por muy diversas formas que no se consolidaron, pero que en
esencia reputaron al final, que la tenencia de la tierra era materia
federal, por lo que aquellos actos de entrega de tierras a la milicia o
cualquier campesino, que se hubiere ejercido por los jefes políticos o
militares, debería ser ratificado “Por el Supremo Gobierno” mediante
los juicios de denuncio.

Muestro a continuación, algunas pinceladas que puedan


describir, de sólo algunos pocos, la importancia que en el devenir

10
histórico de la región, tienen algunos de estos grandes ranchos, dada
la enorme cantidad de información que cada caso reporta, He escogido
de ellos, ese algo, que los hace merecedor de ocupar un espacio, aun
breve, en este ensayo, en espera de mejor oportunidad de adentrarnos
en ellos un poco más. No será cronológico el orden ni alfabético.

Del rancho Tía Juana.- Existen ya respetables historiadores


que se han ocupado de ubicarlo como la simiente de Tijuana, ciudad y
cabecera del municipio del mismo nombre. De mi parte, resaltaré por
ahora, un hecho poco conocido respecto del cambio en la propiedad
del titular que se dio en los años 1850´s, del antepasado siglo XIX,
entre Santiago Argüello y Juan Bandini.

Sí, en efecto, poco se ha dicho de la permuta que entre estos


señores, emparentados políticamente. Juan Bandini al enviudar de su
matrimonio con Dolores Estudillo, casó con Refugio Argüello hija de
Santiago Argüello, su suegro y consuegro a la vez, ya que un hijo de
Juan Bandini estaba casado con una hermana de la nueva esposa de su
papá y también hija de Argüello. Ellos permutaron los ranchos Tía
Juana y Guadalupe, contrato que los llevó a una contienda judicial que
terminó muchos años después con un plano que urbanizó a Tijuana, el
mismo que se ha usado para establecer el nacimiento de la zona
urbana central, convirtiendo a Tijuana en una ciudad.

Este pasaje histórico tiene mucho que ver con diversos hechos
muy importantes de nuestro pasado, razón por la cual he juzgado
pertinente reasaltar ahora que en esta foja histórica tratamos de
comprender en todo su valor la importancia de perfilar el provenir no
como una consecuencia de la suerte, sino como una resultante del
esfuerzo histórico de una comunidad por su identidad, como es el caso
de la comarca de Tijuana y sus hombres.

Si bien, ya ha quedado de otras formas y momentos, resaltado el


hecho de que en efecto Santiago Argüello fue como muchos de los
rancheros de esta comarca, un soldado de cuera, al cuidado de la
temporalidades de la misión de San Diego de Alcalá, su rancho,
también fue víctima de la secesión resultante del Tratado de Paz de
1848, ya que debió de moverse un poco al sur al ser cercenado por la
línea divisoria, que quedó indebidamente establecida en la ubicación
actual después del tratado de la Mesilla, en el que la Comisión de
límites y Aguas ilegítimamente modificó el Tratado de Guadalupe
Hidalgo, para vender la Mesa de Gila en donde se encuentra el mineral
de cobre llamado Ajo.

De no haberse dado esta manipulación al estricto texto del


Tratado de Paz, la línea divisoria estaría más al norte, partiendo la

11
bahía en dos, circunstancia ésta que no consintieron los estrategas
norteamericanos y alteraron el tratado y resultó que los Estados
Unidos se quedaron con un gran parte del estado de Arizona. El hecho
es que nuestra ciudad y puerto fronterizo y el rancho de Tía Juana
propiedad de Santiago Argüello, debería estar mucho más al Norte de
lo que hoy están.

Del rancho El Rosario, denominado después Rosarito.-


Este rancho que fue adjudicado al licenciarse Manuel Machado del
regimiento de los Dragones del Rey, denominación del Regimiento
destacado en San Diego de Alcalá. Manuel Machado en 1825 al
licenciarse del mismo, por el beneplácito otorgado por su capitán
Santiago Argüello, y ratificado por el gobernador Echandía en el mismo
documento, recibe una superficie de once sitios de ganado mayor,
aproximadamente 19,311.71 hectáreas.

(Sitio de ganado mayor, medida agraria. El sitio de ganado mayor es un


cuadrado que tiene por lado 1 legua y de superficie 25000000 de varas
cuadradas. Equivale a 1755 hectáreas y 61 áreas, o sea 1.755610 hectáreas)

Renglones arriba destacábamos ya, el hecho de que este rancho


fue usado en su lindero sur, como el que demarcaba la división
eclesiástica entre los franciscanos al norte y los dominicos al Sur. Este
hecho se encuentra relatado al margen derecho del instrumento de
Titulación que emitió Santiago Argüello y en el que el gobernador
Echandía establece como condición para que proceda, a que el padre
Caballero de la misión del Descanso esté conforme, acuerdo que se
expresa como favorable por el dominico, quien le impone la carga a
Manuel Machado que funde mojoneras en su lindero sur.

De dichas mojoneras se localizan sólo dos al día de hoy, una de


ellas está en el vértice sureste a espaldas del cerro conocido como
“Mesa Redonda”. Al establecerse los límites del municipio de Playas de
Rosarito a su separación de Tijuana, se usó la ubicación de esta
mojonera como uno de los vértices, honrando aquel hecho histórico.

La titulación definitiva, conforme se estableció anteriormente,


que debía buscarse en el ámbito federal para convalidar lo actuado por
los jefes políticos locales, como el caso de lo otorgado por Echandía en
favor de Machado, se tardó 73 años, el Titulo expedido fue ya a sus
herederos. Casos como este en los retrasos hay muchos, aún en la
actualidad.

Del rancho San Isidro Ajolojol.- Sin lugar a dudas, más allá de
la suerte o destino del “centro civico” o de “ciudad” que le tocó al
rancho Tía Juana por estar en el cruce de camino y la frontera, que

12
luego puerta, de todos aquellos que fueron parte de la “Comarca del
Río Tijuana” es San Isidro Ajolojol el rancho que más romanticismo y
sinsabores acumuló en su accidentada historia, honrado por un Titulo
Primordial signado de puño y letra por Benito Juárez García en 1862,
honor que en esta zona, sólo comparte con “La Colonia Tecate”.

San Isidro Ajolojol, se otorgó a los hermanos José y Joaquín


López, soldados de cuera al servicio del presidio de San Diego, quienes
en 1833 causaron baja y fueron dotados con seis sitios de ganado
mayor

13

También podría gustarte