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De las cinco obras incluidas en este tercer y tiltimo volumen El viaje superficial (1959) se publicé originalmente en la Re- vista Mexicana de Literatura (junio-septiembre de 1960) y des- pués, junto con Pajaro en mano, escrita también en 1959, en la serie Ficcién de la Universidad Veracruzana, en 1964. Los buenos mangjos (1960) es una comedia inédita cuya parte musical —canciones de Tomas Segovia y musica de Joaquin Gutiérrez Heras, segiin aparece en el original— no lleg6 a realizarse. La conspiracién vendida (1960) fue escrita por en- cargo para conmemorar el Afio de la Patria en 1960, reci- bi6el Premio Ciudad de México y fue publicada en la Revila de Bellas Artes, nit. 3, mayo-junio de 1965. Existe otra ver~ sin mas corta sobre el mismo tema y con el mismo titulo cen Séleese quien pueda (Editorial Novaro, 1975); en la Nota Preliminar a dicha edicién, Ibargtiengoitia dice que se tra- tade “una obra de teatro que no fue representada”, pero desconocemos la fecha en que la escribié. Elatentado (1962) recibié el Premio Casa de las Américas en 1963 y no se es- trend en México sino hasta 1975. Primera edicxén en Obras de Jorge Ibargiengoitia, octubre de 1990 Primera reimpresin, julio de 1997 © Jorge Ibargiiengoitia, 1987 Herederos de Jorge lbargteng. D.R. © Editorial Joaquin Mortiz, S.A. de C.V. Grupo Editorial Planeta Insurgentes Sur 1162, Col. Del Valle Deleg. Benito Juérez, 03100, D.F. ISBN: 968-27-0346-8 Diseio de coleccién: Pablo Rulfo y Teresa Ojeda/ Stega Disetio ustracién de la cubienaa: Joy Laville Fotografia de autor: Archivo Joy Laville FOR PUBLIC RELEASE E/ viaje superficial COMEDIA EN CUATRO ACTOS PERSONAJES GERARDO TRENZA, un hacendado REBECA, su mujer ROSA, su hija MARCOS, su hijo ENRIQUE TARRAGON, su amigo MARGARITA, la mujer de Enrique M. BRUNNEL, un hombre de empresa MME, BRUNNEL, su mujer MARTA Y LUCRECIA GOMEZ, unas seforitas JUAN DEGOLLADO, un joven SEROR CURA ‘TRINIDAD, un mozo NACHA, una sirvienta Los hechos ocurren en una hacienda del centro de la Repri- blica, en 1910. Acto Primero Salén fin de siglo. Los Trenza, durante la bonanza porfiriana, de- secharon el antiguo cascode la hacienda y erigieron, bajo la dreccién de un arquiteto francés, una casa art nouveau, como las que abun- dan en los lugares de verano franceses, y n la ciudad de Guanajua wo Al fondo hay una especie de vestibulo, que ¢s wna construccién ‘mds baja y mds estrecha que el salin propiamente dicho, con techo oblicuo, de limina, y muros de cristal y madera gris claro. Hay al fondo una puerta practicable a la hucria, que es visible, y que tiene tuna calzada bordeada de fesnos. El mobiliario de este vesttbulocon- siste en un divdn, una mecedora de mimbre, y varias macctas de por- ‘elana con helechos. EL salin esté empapelado de beige con dibujos verde seco. Hay tuna puerta ala derecha que comunica con la entrada deta casa, y dos ala izquierda que comunican con las dems habitaciones y los pa- tios. Los muebles son abundlantes, frances, veranieges. Al fondo izquierda, en un rincin, hay un piano, y al fondo derecha, un per hero, De los muros cuelgan varias folografias en colores de paisajes suizos, enmarcadas en madera oscura, dos o tres retratos de antepa sados con bigote,piocha y expresin eroz, yun espe 0 dos com mar- 0s dorades. Los antepasados de Gerardo y los de Rebeca tuvieron origenes os- ‘euros, pero al legar a América hicieron fortuna gracias a su dedica- ‘itn y habilidad; de manera que los actuales Trenza pertenecen a tuna aristocracia un poco elemental per al fin y al cabo aristocraia, Gerardo es demasiado rico para ser un hacendado competente, de ‘manera que pasa tres cuartas partes de su tiempo en la ciudad, y go biera sus haciendas con mano de hier, por medio de administra ores fidelisimas Ailevantarse el telin, Rebeca borda sentada en un sofa, y Gerar- do, de espaldas al priblico y a.su mujer, mira a la huertaa través de los cristales. Son las cinco de una tarde de abril GERARDO ‘Mirando hacia fuera. ;Ah, la primavera! Los pAjaros per- siguiéndose, las lores, el cielo azul, el sol, la misma se- quedad del ambiente, todo invita a lo mismo: a la reproduccién. Se ouelve hacia ella, Después de todo somos parte de la naturaleza, como un gusanito. ,No te pare- ce, Rebeca? REBECA ‘Sin alzar la mirada del bordado. Gerardo, quiero que esa mu- Jer se vaya. El reprime un movimiento de alarma, y se compone la corbata antes de contestar. GERARDO ¢A quién te refiere REBECA Ta sabes a quién. GERARDO Digno, camina hacia su mujer, con pasos largosy lentos. Me in- sultas, con tus celos ridfeulos. Se detiene. Ella no contesta, Opta por enfurecerse. ;Y la insultas alla, caramba! Que es una mujer imachable. REBECA, Lo mira, por primera vez. Afuera, puedes hacer lo que quie- ras, pero en mi casa no. Si me haces favor. GERARDO Te he sido fiel, imbécil! No sé por qué, pero lo he sido. Afuera y en tu casa, y en todas partes, REBECA Dalida, No digas groserfas. Se enjuga una légrima con un pa- fiuelo de encaje. Si me has sido fiel, mejor; te lo agradezco; pero no digas groserias. GERARDO Vehemente, pero no furioso. No he sido un buen padre pa- ratus hijos? No he triplicado tu capital? Te ha faltado un solo dia mi apoyo, mi respeto, mi. . . dedicacién de marido? Rebeca, cone pafuelo en la nariz hace un gest negati- 12 Gerardo prosigue, con las manos sobre las solapas, discursi- Entonces, mi vida, debes aceptar que estés fequivocada, que has sido injusta. A esta mujer, porque supongo que serd de Marta de quien sospechas, me liga tuna amistad intelectual, de la que no veo raz6n de pres- indir. La invité a pasar un mes con nosotros, porque el aire puro le hace bien; el clima del Bajio es excelente; ella accedié a venir, porque sabia que estarias tii. Ademés, vino acompafiada de su hermana, a quien nadie, ni ti misma, podré tachar de ligereza, Nunca se imaginé, ni ‘yo me imaginé, que nuestra amistad provocarfa tus ce- los, te lo aseguro. Ahora es demasiado tarde: han pasa- do ocho dias y la invité por un mes; no puedo decirle que se vaya, y te prohibo terminantemente que le hagas la me- nor indicacién en ese sentido. No podemos ofenderla. Lle- ‘gahasta ela, y le pone una mano en el hombro. Est& tranquila. Ella lo mira alos oes, y uego, convencida, hace un signo de con- formidad y, guardando el paulo, oueloe al bordado. Gerardo saca un reloj del bolsilloy lo consulta. Son las cinco. Es hora de que vaya a esperar el tren. Foloiéndosea su mujer. Rebeca, Jos Brunel son gente finisima, no sélo aqui, sino tam- bign en Francia; quiero que su estancia les sea muy agra- dable, y espero que los trates como ti sabes. Va al perchero, se pone un sobretodo y cachucha. Un acuerdo con este hom- bre, nos hard riquisimos. No toleraré ninguna torpeza dela servidumbre, ni de tus hijos, y menos atin de tus in- vitados. REBECA Ardida. Nuestros invitados nunca cometen torpezas. GERARDO Yendo hacia la puerta derecha. Ast lo espero. No tardo. Sale fuera de la escena. ;Trinidad, el automévil! Rebeca borda un momento. Entra Enrique por la izquierda con los lentes en la mano y acarcidndose el puente de la nari con la ora Rebeca deja de bordar y se vuelve a miraro ENRIQUE &Se ha ido? REBECA En este momento. ENRIQUE Yendo hacia ella. Rebeca, estuve revisando minuciosamente los libros de su esposo, y he descubierto que es un bandido. REBECA No diga usted eso. Se lo prohibo. ENRIQUE Tranguilamente, se sientaen el sofé, a.su lado. Paga jornales de hambre, prsta dinero con réditosespantosos,epe- cula, gde qué otra manera calificarlo? REBECA Recuerde que estd en casa de él, que yo soy su mujer, que revis6 los libros sin su autorizacién, que es usted su in- itado, ENRIQUE Si, y que estoy sin trabajo, que he perdido mi cétedra uni- vyersitaria, victina de una confabulacién diabélica, que no tengo a nadic en el mundo més que una mujer esté- Fil, hipocondriaca, necia y desagradable. REBECA, Interrumpiéndolo, (Calle, por favor! ENRIQUE Y que la amo a usted. La amo desesperadamente, Re- beca. Como muncasmé enla vida, Como ni sguieraima: sginé que pudiera amarse. Rebeca, yo serfa capaz de todo Por usted. ;De todo! Rebeca vuelve el rosiro con expresién re- Signada. Enrique se da una palmada en la radilla con un gesto de desaliento. ;Ah, pero qué hacer! :Qué puedo yo ofre- cerle? jNada! ;Soy un fracasado! Se levanta y pasea por la habitacién. Tendvé que resignarme. ;Qué destino tan cruel! Verla a usted: tan delicada, tan fragante, en brazos de ese. . . ricachén REBECA No me atormente, Enrique. 4 aria, sn cones, vac un foro, toma dew a, ysl Tints Rice, qu lure sada, Eigen x ail ENRIQUE Rebeca, necesito diez pesos. Rebeca cierra los ojas con expre ssiin adolorida y retira la rosa de su nariz. Es la triste realidad. Rebeca, en silencio, saca de su bolsa un porlamonedas, y de éste tuna moneda de oro, que le entrega a Enrigue, quien la guarda en su chalec, y luego se toma la cabeza entre las manos. {He llega- do alo mas bajo! ;Soy un canalla! Rebeca le pone una mano en el hombro y, cuando él la mira, le hace tungesto que significa ‘‘No estéasi”, y lesonrie. Enrique, agradeci- dd, te besa la palma dela mano, luego el pliegue del codo, y por it ‘mo el cuello; entonces ella lo rechaza raanea No, Enrique, aht no swig TAb, Rebeca, c6molaamo yo a usted! Searja sabre dl am mamento arc ue oe cearl,cundo ea odie Cronos a mano ens abies con expresion de lta eteca BBtiticn viene! Einrigue se separa on l instante on que aparece Margarita por la puerta del fondo, (a are, y entra alvestibulo; se detiene brascamente, Enri que la mira estipidamente,alisando sus cbellos; Rebeca se compo newna posible arruga del vestido. Margarita trae un velo, Ve que su Iarido std muy confuso MARGARITA Enrique, gqué tienes? ENRIQUE Se leva lentamente las manos la cabeca. Las tercianas Las dos mujeres lo miran un momento, en silencio, Luego se miran entre si MARGARITA Voy a traer la quinina. Se dispone a salir por la primera iz- quierda. REBECA ‘Se pone de pie y la detiene con un gesto. Por favor, Margarita, iré yo. Usted no sabe dénde esté la quinina. Sale por lapri- ‘mera izquierda, Margarita toma asiento y rompe a llorar. ENRIQUE Qué te pasa? ¢Por qué lloras? ¢No ves que estoy enfermo? MARGARITA ‘Ya no me quieres ENRIQUE iNomis esto me faltaba! MARGARITA Quiero irme de aqui. ENRIQUE zAdénde, se puede saber? :No ves que estoy embarga- do, cesante. . . enfermo? ¢No te das cuenta de que no po- demos llegar ni a Silao? Pausa. Pasea agitado, dueho de la situaci6n, 2 esas lagrimas? ¢Qué sospechas, grandfsima tonta? Se detiene junto a ella, Dimelo. MARGARITA ‘Que se ha serenado. No sospecho nada, Enrique. Es que no estoy ciega. Te he visto. Enrique la interrumpe, desplomdndose en un sillén ENRIQUE iAy, me siento muy mal! Margarita va junto a 4. MARGARITA No quieres ofrlo, gverdad? |Haces bien! ENRIQUE iQué no quiero oftlo, ni qué ojo de hacha! Se toa la frente 16 ‘on la mano y lurgo se observa los dedos, Mira c6mo tengo la frente, ;perlada por el sudor! Eniran por el fondo Marta y Lucrecia. Se detenen sin sa sce MARGARITA A las recién llegadas. Envique tiene las tercianas otra ver. LUGRECIA jValgame Dios! ¥ tan bien que estaba esta mafiana Epigue la mira con odio, Marta deja wn lado su velo y viene has donde esté Enrique y, contra toda su voluntad, le toma el puso MARTA Nada le pasaré. Espere. Siente ef pulso. Le sue la mano Parece normal. Yo creo que no tiene usted nada, don Enrique ENRIQUE Se lecanta exasperado y amenazador. Cuando yo digo que tengo tercianas, seiorita Marta, es que teng Estoy cesante, pero no soy un iluso. Entra Rebeca por la Primera izquierda, Uevando un vaso con agua y unas pildoras. Enrique va hasta ella, heroico, se toma las pildoras y bebe el agua. Las mujeres lo miran. Enrique entrega el vaso a Rebeca Muchas gracias, Rebeca. Se an con sospecha. Se toma la cabeza con las manos. jAy, qué mal me siento! Margarita, con paso indecisoy lento, se acerca 4 su marido y le pone fa mano sobre la frente, ante la expectacin Ae todos. Al'comprobar que no tiene fcbre, rompe allorar nueva mente, y sale por la segunda izquierda, Enrique, 0 actuar el enfermo: {Margarita, deja que te explique! Sale tras de ela LuoRECIA éPor qué lora Margarita? REBECA Es que su marido esta realmente enfermo. Ma ‘makin; Rebeca ta mira fijamente; Marta recoge su velo, para ev elvea las otras tres que lo mi léndose de ta hace un Ww _ tar una explicacién, Lucrecia mira a Marta, Siéntanse como en su casa. . . si quieren bordar, o leer. Me hacen ese favor? Va a la puerta derecha. Con permiso. Sale. La ve alejarse, Esta mujer es una hipécrita. i LUCRECIA , como hermana mayor. No califiques, Marta. No sa- demos nada de ella. Nola hemos visto hacer nada incon MARTA | Por eso digo que es una hipécrita UCRECIA ;Por Dios! Da unos pasos hacia la izquierda. Ven Marta, va- mos a buscar alguna costura, Marta se le reine después de titubear. Juntas salen por la segunda izguierda, mientras Marta dice: " Tiene un marido admirable, Lucrecia, y no se conforma con l, Salen La escena queda sola un momento, luego entran por el fondo Juan Degollado y Marcos. Es evidente que han tenido una fuerte discusién Me avergtienzo de ti JUAN Pero Marcos. Es una bajeza, Se deja caer en un sillén JUAN Ninguna bajeza. Medita en calma un momento: me gusta ella, y yole gusto; yo soy joven, y. . . digamos. parecido, y ella es bellisima; gno es natural que nos gusternos? MARCOS mal ‘Se ewanta exasperado y pasea, mientras dice: ;S\, lo més natu 18 ral! Te finges amigo mio. Te invito a pasar un mes en mi hacienda, y gqué haces? ;Cortejas a mi hermana! quan Pero, Marcos, también a ti te quiero mucho. Marcos lo ‘mira on odio. Adem, mis intenciones para con Rosa son de lo més discreto y mas decente que puedas imaginarte. MARCOS gQuicres tomarme el pelo ahora? Cuando a la primera oportunidad que han tenido. . . ;La besaste! JUAN Pero eso no es malo. Todo el mundo lo hace. Es agrada: ble. Es muy agradable. MARCOS Yo nunca lo hago ‘Juan Te has perdido de algo muy interesante. No hay pasa: tiempo més instructivo en el mundo. Extasiado con fo re fuerdes que le trae su explcaciin. No hay sabor mas delicado que el de La saliva de visa persona; ni tacto més sutil que el de las mucosas de una mujer sana MARCOS Sofocado por e! furor, {Como Rosa ini hermana! IWAN | Gomo Rosa tu hermana, MARCOS 4¥ qué papel hago yo en tu pasatiempo instructivo? ¢El de alcahuete? Juan Marcos, te aseguro. . . te juro, que todo ha sido un ac- idente, Rosa y yo hemos sido juguetes de nuestra pasién. No te ofendas. Cuando acepté tu invitacién y vine aqui no sabia lo que iba a suceder Marcos @Me lo juras? Juan iTe lo juro! MaRcos Lo veremos. Sale por la segunda izquierda bles. Con esa cabeza no tienes derecho a pensar. Para ti ‘no hay amor, ni pasién, ni nada, todo es un paraiso Jagartos. ;Con un demonio, deja de lloriquear! ;Imagi- pate lo que van a pensar de nosotros site ven asi! Al ver que ‘la sigue lorando, cambia de actitud. {No ves que me estés ma- Entra Rosa por el fondo. ae aae tando? {No ves que estoy enfermo y necesito reposo? JUAN vee Billa sale pore fondo, lorando. Enrique da un taconazo en el suelo, THemos hecho ma “dasesperado, deja su actitud de enferma, ysle por la izquierda. Pa- “ saun momento, Entra Margarita por el fondo, con expresin de es Juan b ¢Por qué Rosa? = ROSA, Por indiscretos, por no tener cuidado. Juan {Como podfa imaginarme que iba a llegar en ese momen- (por la segunda izquierda. to? ¢No dice que le interesan las aves? ¢No es un taxi- dermista notable? Habja una lechuza en la que debié poner toda su atencién, gpor qué la abandoné y caminé doscientos pasos hasta donde se suponfa que nosotros es- tahamos admirando el atardecer? Estamos libres de to- da culpa, Rosa. Va hasta Rosa y pretende besarla. Ella lo rechaza, y huye de la habitacn,seguida por Juan que le explica Rosa, ati te venero, seria capaz de masticar tus visceras. Lacaleanza y la besa largamente, Luego, ella se desenlaza,inguieta ROSA, No debemos, no debemos. Va al vestibul, y salea la huerta seguida por Juan, que le dice: Juan Piensa en nuestros impulsos primarios, en lo agradable que sera satisfacerlos. Salen ambos a la huerta yen por la dereca las voces acaloradas de Enrique y Rebeca, En gn ambos por la derecha. Ella adelante y dla sigue EBECA Le davé diez pesos cada ver que se le ofrezcan, pero no tiene por qué jugar conmigo ENRIQUE Rebeca, yo le juro que es a usted a quien amo, que esa mujer no me interesa nada. “REBECA No me importan sus sentimientos. Yo soy una mujer de- Cente, Lo que le suplico es que no juegue conmigo. Salen ambos por la segunda izquierda, Entran por el fondo Rosa y Juan, del brazo, Entra por la segunda izquierda Margarita seguida de Enrique eax TAR, la vida es bella! Verdad? MARGARITA Llorando. No puedo soportar més esta humillacién. Su- fro mucho. Si ya no me quieres, déjame, pero no me ofen das de esa manera. ENRIQUE ‘Tus suposiciones son absurdas, estdpidas, ineomprensi Rosa asiente con la cabeza. Entra Marcos por la segunda izquierda | Gicondiendo algo en su mano. La pareja se detene. Marcos llega hasta “las, aproxima su cara ala de Juan a 20 MARCOS Perjuro! Juan se ofende. Rosa se sorprende, Dime: gqué dia te invité a mi hacienda? JUAN E] jueves antepasado. Es decir, el dfa trece. ¢No es asi? JUAN Después de reflexionar, Asi es Marcos descubre una carta y se dispone a darle lectura. R se alarman visiblemente say Juan MARCOS | Leyendo, ““Rosa, quisiera investigar la diltima, la mas se- creta de tus entrafias. Quisiera tener una lupa, y con cu- ! riosidad cientifica, observar cada milimetro de tu picl. . ." Se detiene apoplétio. Creo que no es necesario que siga la lectura, Estd fechada el dia seis, y acabas de ju- rarme que mi hermana no te interesaba cuando aceptaste mi invitacién JUAN Digno, Hazine el favor de leer el sobre de esa carta. ;Qué dice? MARCOS Leyendo, ‘*Sehorita Rosa Trenza. Calle del Turco. . .”” JUAN Dime entonces, ¢por qué la lees? Si no esté dirigida a ti. MARCOS Inseguro, pero digno. Cay6 en mis manos accidentalmente. ROSA No es cierto, Marcos. Acabas de sacarla de mi ropero. ] MARCOS Bueno, sf, la saqué de tu ropero: la guardabas entre tus ‘camisones, puerca. Y lo hice porque tengo que defender tu honor, si ttino tienes la cordura suficiente para hacerlo. Rosa baja ls ojos. A Juan. En cuanto a ti puesto que me has engafiado de manera tan baja, no creo estar obliga- do a mantener mi invitacién por més tiempo. Me haces favor de tomarel tren de las doce del da, mafiana mismo wan Bres una s _ ROSA Juan, yo te invito. Quédate. fiorita Ningtin te invito. A Rosa. No estoy dispuesto a soportar tuslubricidades. A Juan. Ni tus insultos. Te vas mafiana “mismo, y nuestra amistad queda concluida. Sale por la pri mera izquierda, remos cuando regreses a Guanajuato. 10S Entonces, vamos a la huerta. ‘Pampoco. Estaré vigilindonos desde su cuarto. Hay que " aceptar las casas como son. La besa melancilicamnente ‘ambos por la primera izquierda, tomados de la mano, cami- Se oye el ruido de un automvl,y el claxon. Entra Rebeca porta da izquierda, y se colocaa la mitad del salén, en acttud digna Rebeca, permitame explicarle. RERECA © Définitiva. Largo, que tengo visitas. Enrique se retira, desesperado. Entran por la derecha Trinidad, ves- Hide de chofer, y Nacha lleoando dos maletas cada uno, crazan eles- enario,y salen por la segunda izquierda. Rebeca chasquea los dedos, para que se apresuren. Cuando han salido, entran por la derecha, Ge- Tarde, M. Brunnel, y Mme. Brannel. 23 GERARDO MMi esposa; Monsieur Brunnel, Madame Brunnel. REBECA |. zhéganme favor de ven ies he preparado. MME. BRUNNEL Gon todo gusto. ‘conmigo ala habitaci6n que Los tres se saludan, MME, *RUNNEL Enc mtada. M.BRU_NEL “Zs cuatro se ponen en marcha hacia la segunda izquierda y salen, A los pies de usted “mnentras van diciendo | REBECA | Rte nara peat PontPrateed se lan ante tore ceiee ta A | nue aceito, que no molesta. Espero que el viaje haya sido | Por si quieren descansar. | agradable_ BRUNNEL 1M. BRUNNEL. |. 0 desempacar alguna cosa. i Muy agradable. GERARDO REBECA ‘0 tomar un bajo. Y que les haya gustado el camino. BRUNNEL MME, BRUNNEL .o arreglar el peinado. Muchisimo ECA REBECA 0 cambiar de ropa; porque el viaje es pesado. Y que el clima de aquf no les parezca demasiado caliente BRUNNEL. y seco Pero interesante 1M. BRUNNEL (RDO iNada de eso! hace calor. MME, BRUNNEL iE BRUNNEL jEs delicioso! ero es un calor saludable. REBECA Esta casa es pobre oces se pierden. La escena queda vacia un momento, Trinidad M. BRUNNEL, fachaentran por la segunda izquierda, y salen por la derecha, Luego {Qué esperanzas! for (a Segunda izquierda, Gerardo que viene quitandose su RERECA Sin embargo, haremos todo lo posible por que estén cémodos. MME, BRUNNEL Estaremos ited su cachuche, y Mara lertas tapas de la vida, Gerardo, son muy weantados vivir, especialmente la madurez, Gerardo, y la soledad | REBECA, €$ algo inevitable. Si no tienen inconveniente GERARDO M, BRUNNEL Mientras cuelgasobretodo y cackucha en el perchero dela entrada, iNinguno! En efecto, en efecto, tiene usted muicha razén, Ey MARTA ~ gERARDO ‘Se sienta en un sofa. Un hombre de nuestra edad puede te- | Por qué lo siente? ner el aliciente de una vida disipada, gpero una mujer? Yo me aburro terriblemente. © Porque es la sefial de que ha sufrido usted muchas desi- OERARDO Jusiones, Se sienta junto a ella y le oma ta mano. Marta. “GERARDO MARTA Sf, Marta, no sabe usted cudnta raz6n tiene. ¢Por qué me toma usted la mano? Debe tener cuidado, “MARTA Porque yo tengo un temperamento ardiente. Pobre Gerardo! Pone su mano sobre lade Gerardo, que la atrapa GERARDO sin que ella se ressta. La suelte. Perdéneme, no quise ofenderla SERARDO MARTA | Se aclara la garganta. ;Sabe usted, Marta? La vida no es Nome ha ofendido usted, Gerardo; no me ha entendido To que uno se esperaba tampoco; le advertf que tuviera usted cuidado, pero no MARTA estoy ofendida; si he de serle franca, estoy halagada. No, no lo es. Ha dicho usted algo muy cierto, (ERARDO ERARDO Que oueloe a tomarle la mano. Tiene usted una mano tersa, "gVerdad? MARTA ‘ ‘Desprendindolay contenplindole, Ha empezado a manchar- “Retire la mano. Gerardo, yo me aburro much{simo. se. Mostréndola a Gerardo, Ve usted? Estos lunares, serén RDO manchas horribles algiin dia, ‘Yo también. GERARDO AR Sin embargo, es una mano sumamente agradable. | Los Gnicos momentos agradables son éstos. . . que us- MARTA ted me da. ¢Cree usted, Gerardo? Suspira profundamente. Le agradezco RDO que sea amable conmigo | Conmovido. Marta. GERARDO No es amabilidad, Martita, se lo aseguro. Bsa pura verdad MARTA GERARDO Stloes, sfloes. Estos ratos que usted. . . meds, son una Me alegro mucho. Mucho. amabilidad. Yo sé que podria pasarlos en compafifa de TA alguna mujer que pudiera. . . ofrecerle algo que. . . yo, Es cuestién de. . . dijéramos, de profundidad. Mi her- por mis costumbres y por mi educacién, no estoy en con. ana y yo, somos tan diferentes, que para mantener la diciones de ofrecerle. De alguna mujer facil, vamos. "Paz, nos vemos obligadas a no referirnos més que a las GERARDO | oss mis triviales que pueda usted imaginarse, Para una Pero, Marta, yo estoy harto de mujeres féciles. Persona como yo, esto llega a resultar insoportable. MARTA _CERARDO jCuanto lo siento, Gerardo! "Bs usted tan interesante! 26 7 MARTA Senicerando los oo. gLe parezco interesante? | cenanoo, } No se imagina a qué grado. Pause. Ella mira lla sear gla el cable, complacda. Marta, esto que le he dicho, es Ia verdad, JERARDO a TA los recién legados, De cualquier manera, esté a sus 6rdenes. | BRUNNEL yy nosotros a las de usted. } Ella to mira a los ojos, y él tiene que bajarlos. Ella queda absorta en su propia mano devecha MARTA Gerardo, si usted me tuviera confianza, yo podrfa ayu- darlo, porque sabe usted?, yo puedo adivinar el porvenir. | GERARDO l Le toma la mano, sin miramientos. Marta, yo no quiero sa~ bernada. No me adivine usted mi porvenir, sea usted mi porvenir. MARTA ‘Se toca elcabello sorprendida por su triunfo. Gerardo. El le be- sa la palma de la mano, con ardor. En otro tono, Gerardo, ‘Se oxen por Ia rimera izquirda las voces confusas de Rebeca y los Brunnel. Gerardo dejaa Marta y se pone de pie en el centro dela ha. Ditacin, Marta fnge indiferencia. REBECA, Fuera de escena. Eso es todo. Como habrdn visto, es una casa pequefia, Brunel dan media vuelta saludan a Enrique, Entran Marga- Ly Lucreca, por la segunda izquierda BRUNNEL M, BRUNNEL | Es formidable! eantada. i {. BRUNNEL. MME. BRUNNEL =; {Es lujosisimal -eCémo est usted? DO ey eunae émez, un prodigio de virtud, TEs gigantesca! Esta es Lucrecia Gémez, un prodigio de virtud MME. BRUNNEL Y esta es Margarita, un encanto de mujer. En Trouville hay una parecida, pero esta es mejor. En- ag Mareerits, i i tran, Marta se pone de pie. 28 MME. BRUNNEL A Lucrecia y Margarita, Encantada. M. BRUNNEL A\los pies de usted. LUCRECIA y MARGARITA Mucho gusto. REBECA Esta es mi hija Rosa, ‘MME. BRUNNEL iQué ojos! M. BRUNNEL, iQué cutis! MME, BRUNNEL {Qué nariz! GeRARDO eVerdad? BCA No es bella, pero es muy buena GeRARDO Este es Juan Degollado, un buen amigo. MME. BRUNNEL, Encantada. M. BRUNNEL 2Cémo esta usted? JUAN Mucho gusto. RI Entra Marcos. GeRARDO Y éste, es mi hijo. MME. BRUNNEL Desfallecente. (Oh! Todos la miran, Ella da un paso hacia Mar- ‘os, {Un hombre! Marcos retrocede asombrado. Hay un silencio escandalaso. M. Brannel tose incémodo 30 Como recurso desesperado, bate las palmas. Trinidad, el té gran Trinidad y Nacka con sendas bandejaslewandh t,tazas, pas- gee. Bs evidente que esperaban detrs dela puerta la orden dela ECA Higanme favor de sentarse. A los Brunnel. Usted allt, y Si. Nicnras os Brome seston, alas Gime, Us- Beach, y usted alls. Mientras las Gémez ssientan, alos Ta- agona. Usted en esa silla, y usted en ésta. Mientras las "Tarragona se sintan, a Gerardo y a Juan, Té en esa silla y usted en este cojin, Mientras Gerardo y Juan se sienan, a Rosa y Marcos. Ustedes dos, alld atrés want os siguientes parlamentos, Rebeca sire el té ayudada de Tri lady Nacha, que lo reparten. Cuando han terminado, se retiran aca se dirige a Lucrecia: Ia sefiora, que en Trouville hay una casa parecida nuestra, pero que ésta es mejor. LUNNEL fen invierno, chace frfo? DO Es un clima excelente BRUNNEL. Marcos. Y usted, joven, gestudia? MMP, BRUNNEL A Enrique (Es usted el preceptor del joven: Te da clases de francés? | evnigue No, sefiora, yo he sido victima de una confabulacion dia biélica. Estoy cesante. Perel mi cétedra universitaria. Ade- més, me han embargado, y estoy enfermo, tengo tercianas, :sabe usted? MME, BRUNNEL iOh, qué horror! ENRIQUE Sf, es horrible, Todo lo que tenfamos, lo hemos perdi- do; hemos suftide mucho, zverdad chatita? MARGARITA sf LueRecta A Marta, Dice la seRora, que en Trouville hay una casa parecida, pero que esta es mejor M. mRUNNEL eY hiela? GeRARDO Muy rara vez. MME, BRUNNEL A Juan, Y usted, Zes novio dela seforita, o amigo del jo- ven de la casa? JUAN Pues. } MME. BRUNNEL Ya veo. A Marta. Y usted, zes soltera? MARTA ) Si MME, BRUNNEL Le sonriey lehace un caro para infundirle experanza: {Me en- canta México! REBECA usted quien Halagada. Pero sefiora, es un pais espantoso. LUGRECIA Esté muy atrasado, 32 RIQUE ‘Nosotros vivimos aquf porque no nos queda mas remedio. pate. BRUNNEL Me encanta, porque es salvaje sRIQUE 7 No tanto, en Leén hay bafio ruso y turco. pCIA ‘en México, calles pavimentadas. a Juz eléctrica, en muchas partes, BRUNNEL as personas son ms sanas, més elementales. 0 ¢para qué ir més lejos?, si aqui tenemos a Enrique, es un pozo de ciencia. IQUE comprende. No salié como yo esperaba. TA A Margarita. Dice la sefiora, que en Trouville hay una casa arecida, pero que esta es mejor. te los tes sltimas parlamentos, cae lentamente el Telén 33 Acto Segundo Bl mismo decorado. Al dia siguiente, por la maiana, Iegantarseeltelin, Marcos y Mme. Brunnel estén sentados en el tnco del piano dndose un beso prolongado, Cuando el beso termi- ty Marcas se levanta y pasea por la habitacién, meditando, mien- ps ella gjecute al piano una parte del Ave Maria de Gounod. Marcos: En cuatro horas només, me has ensefiado un nuevo uni: , que yo ni siquiera sabfa que existiera. Adiés, pu ‘cos besa con violencia, Luego separa su boca y dice: Ha entrado Al patio. Ea esté cas inconsciente. El vuelve a besarla, Se inte- Ha bajado el sefior cura. Ahora saluda Puclve a besarla, es ella, casi inconsciente, la que se dio conduciéndola, la Ueva al fondo, caminando tranguilamente, con (a cabeza junto a la de ella, hasta que ambos salen de la habitacién 1» desaparecen en la huerta, Entran por la derecha Rebeca y el seior Cure ira asombrado, Por qué no? Es posible que te acepte. Le ypatizas. Eres pobre, pero eso no importa, porque él suede mantenernos. Yo le diré que te quiero, que no pue vivir sin tiy no resistira mucho tiempo. Se detiene brus ue, preocupada, Hay otra pausa. ¢O es que no quieres asarte conmigo? cuRA Sscarpada esa pendiente, peligroso el sendero. ¢Has- tad nde nos arrastraré la concupiscencia de la carne, si tene:nos la desgracia de rendirnos a ella, aunque no fue- Te mus que por un momento? Recordemos: ‘“Ilevamos ‘nuestro tesoro en vasos fragiles””. No serfa, pues, teme rario, imprudente y censurable el precipitarnos por el ca- mino tan escabroso de la vida, metiéndonos en la concurrencia del mundo, soltando las riendas a nuestras Gon un dejo de impaciencia. Pues es el momento de pensar- pasiones? , ano? El se sienta a meditar y ella, lejos, a esperar su deci- ee fn, Viviremos en México, en una casa pequefia, pero Sime sémoda; con dos criados solamente. Iremos al teatro to- cuRA é as las tardes, o a visitar a alguna persona; tengo muchas, Recuerde que su vida no ha de ser la de una mujer de : mundo, sino la de una esposa y madre cristiana Si padre ‘Salen por la primera izquierda. Después de un momento, entran por Pica ran a Me alegro, porque eso nos dara mas tiempo para diver timnos; ir al Jockey Club, pasear en Plateros, jugar te- is... De vez en cuando, un viaje a Europa, 0 2 los stados Unidos; necesitas ropa IWAN Si, Rosa, sf te quiero. are one de pie» abre los races. Rosa, me caso contigo Entonces, zpor qué te vas? et? et iene hasta dy se besan tiernamente, varias veces. Se oyen pa: a Bora direc, Juan y Rosa salen correndo por el fonda, Entran ROSA Orla derecha Gerardo y M, Brunel, con ropa de montar) cachu Se quitan étas durante los siguientes parlaments y las cuel: en el perce Pues no es absolutamente necesario que te vayas. Juan ¢Qué otra cosa puedo hacer? Pausa corta ROSA’ RDO. Decirle a mi papé que qui Vel agua, gsera bastante? es casarte conmigo, Juan la 36 M. BRUNNEL. Moveré dos turbinas. GERARDO Si falta, podremos hacer otra presa un poco més arriba, yentonces, no s6lo tendremos una fabrica de hilados, si. rho que también se regardn cuatrocientas hectdreas de pa. a. O doscientas de cafia de azticar, y montarfamos un trapiche més abajo del rfo, que se mover con la energta sobrante. Podemos vender el piloncillo, o bien, hacer un alambique y fabricar aguardiente, que sera ficil de man- dar a México, aprovechando la proximidad del ferroca- i, y las conexiones que yo tengo. M. BRUNNEL ‘Vamos por partes, primero la fébrica. GRARDO No hay que desperdiciar nada. Hay que lanzarse M. BRUNNEL aY si viene una revolucién? GERARDO 4C6mo ha de venir una revolucién, sia nadie le convie- ne? Salen por la segunda izquierda. Entran por el fondo Juan ) Rosa, riendo a carcajadas ROSA iEl easto! Ree JUAN iEI puritano! Rie i nian compaiia agradable, Antcipéndose a la respuest BI por isvor, nadia docelos, es agradable, y bas Ma sQué espero sacar de aqui? No sé. No tengo idea. Dios ira. (ARITA QUE Ten fe, ten fe. GARITA - . fe tenido fe durante quince afios, pero no pasa nada, Salen por a derecha. Entran por la segunda isquierda, Enrique con un libro y Margarita MARGARITA ¢Qué esperas sacar de aqui? ¢Por qué no nos vamos? No entiendo. ENRIQUE iCémo vas a entender, pobre Margarita! Con esa cabe- 2a que Dios te ha dado. No nos vamos, mos dinero paracl viaje, nia dénde ir. Ti estas ineSmoda aqui, pero no puedes negar que la comida es exquisita, By le, Pasa un momento. Entra M. Brunnel por la segunda iz- Mera, sedetiene a media habitacin al ver a Enrique; étesequita yorque no tene SRIQUE No. M. Brunel sale por el fondo. Enrique oueloe a ponerse las 39 dentesy lee: Las lineas de longitud y latitud marcadas en B dispone a salir por la derecha, cuando entran correndo Juan y Rosa Jos mapas, presentan también otra ventaja, y es que per fae lado, mirando hacia ats. miten saber la distancia entre dos puntos: Entran por el fondo Marcos y Mime. Brunnel, sigilasamente, Cie SGalvados! No nos vio. Ambos se detienen al vera M. Brunel. rran la puerta. No ven a Enrique, que se ha quitado de nuevo los len f BRUNNEL tes y los mira. ‘3 (Ha visto i MARCOS jSalvados! No nos vio. Brunel sale por la derecha, Juany Rasa, que no han vistoa En- Se besan apasionadamente. Mme. Brunnel ve a Enrigue. Se separa que los obseroa con atencidn, x0 besan apasionadamente. Rosa de Marcos. Barique y to seal. MME. BRUNNEL iMira! Sefiala a Enrique MARCOS {No se puede hacer nada en esta casa! Sale por la derecha ee mrplejo. Buenos dias. Juan y Rosa salen de estampida por el fondo. Enrique se coloca los lentes y ouelve a la lectura, Por con~ fente, si cada grado esté dividido en sesenta minu- fos, el minuto serd igual a 1,852 metros; y a su vez, si el Into est4 dividido en sesenta segundos, el segundo ser4 gual a 31 metros. Comenta para si. ;Admirable! Vueloe a Hectura, Cada segundo equivale a sesenta terceros, y el ro vale cincuenta centimetros, es decir, menos de Jaque representa el peso de un hombre de mediana es- ura, Comena para i. jExtraordinavo! jlo quehale- gado la mente humana! Enrique se coloca sus lentes y vuelve a la lectura ENRIQUE Leyendo. En efecto, segiin hemos dicho en otra leccién, Ja tierra tiene 10,000 leguas de contorno, o de otro modo, se puede decir que trescientos sesenta grados son igual a diez mil leguas; i trescientos sesenta grads valen cua- renta mil kilémetros, un grado valdré ciento once kilé- metros, ciento once metros Entra M. Brann por el fondo. Enrigue se quita ts lentes lo m por la segunda izquierda Gerardo y Marta, en lena discu- oan b Enrique se quita las gafas y los observa. M. BRUNNEL Brique se quita las gafas y ¢Ha visto usted a mi mujer? bo ‘ ENRIQUE #Pero yo no quiero su amistad, ni su admiracién, ni su No. Sincero afecto, Marta, la quiero a usted! Descubre a Enri M. BRUNNEL Guey se detiene bruscamente, ¢Qué hace usted aqui? Salga in- Me parecié verla entrar hace un momento. \ediatamente. 40 “1 Enrique se leoanta y sale con toda la dignidad de que es capas, por la primera izquirda, GERARDO Indicando wn sofé, Siéntese. MARTA Sin obedecer. No puedo. GERARDO Siéntese, le digo. MARTA Se sienta, Bs usted un déspota. GERARDO No me queda otro remedio con usted. Se sienta a su lado. MARTA, No sé cémo no me siento ofendida GERARDO ¢Por qué ha de estar ofendida, se puede saber? MARTA Porque soy una mujer decente GERARDO Bueno, gy ha sido feliz? MARTA No, pero he sido decente, GERARDO Exasperado, {Pues quédese ast, entonces! MARTA No se ponga de esa manera, que no me gusta verlo enojado, rRARDO Expliquese, ¢qué es lo que pretende, darme gusto o ser decente? MARTA 4Pero emo quiere que viva yo con usted, Gerardo? rRaRDO ‘Tendré usted todas las comodidades. MARTA Va a hacerme Morar. Se dispone a hacerlo sERARDO oe {Pero por qué va alllorar, con un demonio? A qué vie ne €s0? TA i © Entre sollozos. Bs que yo lo quiero. gERARDO ; ™ Pues de eso se trata, precisamente. También yo la quie- fo a usted, Y quiero acostarme con usted. Ay! Se golpea la cabeza dessperado. uta se levanta y sale lorando por la segunda izquierda, Gerardo, ipirando agitadamente, permanece sentado, tratando de serenarse. Juan por el fondo, arreglindose la corbata, se acerca a Gerar- lo mira distraido, Rosa mira por los cristales del fondo, Finge buen humor, Buenos dias, don Gerardo: vengo aun “Asunto dificil. Quiero que me dé usted a su hija 202 baja: JAN en matrimonio, espejo bien pulido pierde su brillo cuando la més le- Tohinaredlladaen asimismola pureza pierde al ins ante su brillo cuando se atreve uno a conceder lo més Minimo que sea a la naturaleza pecaminosa, . Si, padre. Entra Rosa por el fondo. REBECA Conmovida, Gracias, Gerardo. Se besan, muy emacionados esta it GERARDO Adi. Sale por la derecha. Rebeca to ve alejarse, al tiempo que guarda el dinero en su boli Por el fondo entran el sehor Cura, Enrique, Margarita, Lucrecia ¥ M. Brunel MARGARITA iLas estrellas son tantas! ENRIQUE, iY la cosmografia tan interesante! 68 a cura Adis, sefiora, Cuidese. Rebeca te besa lg mano. Bl seior Cura da su mano a besar a todos los presentes. Enrique se niega a besarla, El seior Cura a Luerecia. CURA Que Dios la bendiga. A Margarita. Que la Santisima Vir gen la proteja, A Enrique. Que el Espiritu Santo le dé la luz, AM, Brunnel. Que duerma usted bien. Sale por la de- recha, acompaiado de Rebeca M, BRUNNEL A Lucrecia. Que duerma bien. A Margarita y Enrique. Que pasen ustedes buena noche. Sale por a primera izquierda LUCRECIA Adiés, Margarita. Que suefie con los angelitos. Adiés, don Enrique. Sale por la segunda izquierda MARGARITA eVienes? ENRIQUE No tengo sueiio MARGARITA iYa no me quieres! ENRIQUE Site quiero, pero no tengo suefio. ;Cémo crees que un intelectual como yo va a estar todo el tiempo. . .? Margarita sale porta segunda izquierda, sollozando. Enrique toma su libro, que ded en alguna parte, y pasea con dl por la habitacién, Jingiéndose embebido. Entra Rebeca por la derecha REBECA Enrique, tenemos toda la noche. ENRIQUE Pero, mi mujer REBECA’ Digale que estaré usted contemplando las estrellas. 70 Usted sabe cémo es, RECA W Se dispone a retrarse por la segunda izquierda. Como usted gquiera RIQUE “Rebeca, es usted insaciable. pRECA INo sea grosero; lo hacfa por usted. Mutis fal sRIQUr Espere Va hasta ella y ta besa. len juntos por la segunda izguierda, Pasa un instante, Entra Lu ia por la segunda izquierda. seORECIA jMarta! jMarta! Sale por el fondo ra M, Brunnel por ta segunda izquierda. ARUNNEL Vera! ;Vera! Sale por la derecha. ita Margarita por (a segunda izquierda, Al ver que su marido no den sald. MARGARITA jEnrique! ;Enrique! Brisa M. Bruvnel por la derecha BRUNNEL Ha visto usted a mi mujer? MARGARITA No. ;Ha visto usted a mi marido? M, BRUNNEL :Ha visto usted a mi mujer? LUCRECIA Acto Cuarto No. ¢Han visto ustedes a mi hermana? MARGARITA No. {Ha visto usted a mi marido? orado consste en un telén que representa la Alameda Central LUCRECIA tuna banca en primer término 9 dos entradas @ ambos lados del No. jMarta! gio, que permiten la circulacién natural de los paseantes. Al le- M. BRUNNEL reel telinesté Gerardo, de pie al centro, en actitud de espera iVera! yna maiiana. A lo lejos se oyen los acordes de una banda de muisi- MARGARITA Han pasado dos meses. Gerardo ve a la persona esperada fuera Enrique! cena, hacia la izquierda del escenario; se quitael sombrero y sonrie alanteria. Trina la picza de musica. Pasa un momento. En- ca por la izquierda Los tres buscadores se ponen en movimiento dando voces, mientras cae el isiosa.

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