Siempre habr trenes, me dijo desde su pequeo pedazo de verdad, desde el
absoluto convencimiento de quien sabe esperar. Siempre habr trenes, me dijo, y asent sin ganas, desde la resignacin de los andenes vacos, desde la memoria sin vsperas ni fundamentos. Tambin me dijo algo sobre estar vestido para la ocasin: lavarse la cara, las manos?. Espera, me dijo, espera el prximo tren y algo sobre estar dispuesto, despierto, difano. Sigui hablando mientras yo esperaba, y me dijo algo de las sombras y las mentiras: Hay que mirar por detrs de las sombras, me dijo, y no dejarlas que nos arropen. Asent, cada vez ms oscuro, cada vez con ms frio, cada vez ms cansado. Hay que mirar por detrs de las sombras, insista, y buscar las costuras que nos atan a ellas. Hay que descoserse de la mentira sin deshacerse. Y busqu, y descos, y me volv nudo en los rieles, y segu escuchando, y segu esperando, y segu. Y busqu, y descos, y me volv noche cerrada [hermticamente cerrada], y segu escuchando, y segu esperando, y segu. Y busqu, y descos, y me mir tan por debajo de las piedras hasta que no hubo ms noche, y segu escuchando, y segu esperando, y segu. Nunca dijo nada sobre este cansancio antiguo que llega en el hlito que precede a los trenes. Nunca es mucho tiempo, supongo que me dira ahora. Nunca es una mancha de presente imperfecto, dira. Y tendra razn. Siempre habr trenes, le digo ahora, justo antes de que cierren las puertas del vagn. Siempre habr trenes, le digo, mientras me sigue hablando desde su infinito pedazo de verdad, desde el absoluto convencimiento de quien sabe acompaar una espera.