@ 1A GRACIA
de Amedeo Cencini
Canossiani
iDioses el Padre-Maestro
‘de nuestra formacién per-
sonal, se deduce aquel princi-
pio tan rico en consecuencias
que ya conocemos: es la vida
la que nos forma, cual mo-
mento ¢ instrumento de la ac-
cidn formativa de Dios Padre.
Pero, enla vida existe una me-
diacién particularmente pre-
ciosa y preferida por Dios, la
mediacion humana, aquella
que pasa a través de los otros.
Elotro, mi formador
Tal vez lacosano sea tan nue-
va y sorprendente; desde
siempre creemos que en la
comunidad hay algunos her-
manos particularmente ejem-
plares y virtuosos (jno tan-
tos!), que debemos imitar y
de los que podemos aprender,
mientras la mayoria, medio-
cre ¢ incolora, no tendria na-
da que ensefiarnos. No, no
estamos diciendo esto banal-
mente, todo lo contrario, que-
remos subrayar la idea de que
larelacién es formativa en si
misma, lo es la comunid com-
puesta por personas que nohe
escogido y tampoco me han
escogido a mi, pero cada her-
mano llega a ser una media-
cién formativa especial y
concreta, incluso cualquier
otro que viva a mi lado o que
encuentre en la vida, bueno 0
menos bueno, santo 0 peca-
dor, amigo o hasta enemigo,
importante o pobrecito.
Elconcepto de formacién per-
manente (FP) nos hace descu-
brir el verdadero y profundo
sentido de toda relacion, como
lugar privilegiado de creci-
miento humano y espiritual.
Docibilitas relationalis
Quién sabe cudntas personas
y presencias han pasado int-
tilmente junto a nosotros, des-
lizandose en nuestra vid:
Tostros y nombres de los cua-
Jes no hemos sabido acoger ni
retener nada, como riqueza
inexplorada y perdida. Y todo
a causa de nuestra estipida y
pagana indocibilitas.
Dejarse formar por los otros
Es necesario, por ello, aprer
dera aprender de los otros, vi-
viendo cada relacién con la
disponibilidad inteligente de
dejarse instruir y enriquecer,
educar y evangelizar, provocar
yponer en crisis por el otro. Por
todos los otros, por mucho que
puedan ser distintos de noso-
tros con posiciones incluso
contrarias. jEs la docibilitas re-
lationalis, que hace del evan-
gelizador un evangelizado!
Porque*“el otro es aquel queme
permite entender quién soy,
aquel que, por oposicion, me
configura, aquel que refuerza
mi identidad incluso mientras
la contesta: el enemigo es el
mejor de los maestros que en-
contramos en la vida” (E. Bian-
chi).
Como nos recuerda a todos R.
Hombach: “Cualquiera, total-
mente distinto a ti, camina a tu
lado, y no te parece itil en ab-
soluto; y,no obstante, tile eres
confiadoy éla ti, porque osen-
contrais uno al otro, y uno se
convierte en un don para el
otro, cada uno para la salvacion
del otro”, o por la FP del otro.
Cierto, ésto no ocurre de modo
automatico, sino a partir de la
conviccién de que, si Dios es
relacion (como el hombre), la
misma relacion no es solo ob-
jetivo, sino lugar donde Dios
habita y forma al hombre.
Siempre.
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