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El Sastrecillo Valiente
El Sastrecillo Valiente
Mientras tanto, el dulce aroma que se desprenda del pan suba hasta
donde estaban las moscas sentadas en gran nmero y stas, sintindose
atradas por el olor, bajaron en verdaderas legiones.
El camino lo llev por una montaa arriba. Cuando lleg a lo mas alto, se
encontr con un gigante que estaba all sentado, mirando pacficamente
el paisaje. El sastrecito se le acerc animoso y le dijo:
-Un buen tiro -dijo el sastre-, aunque la piedra volvi a caer a tierra.
Ahora vers -y sacando al pjaro del bolsillo, lo arroj al aire. El pjaro,
encantado con su libertad, alz rpido el vuelo y se perdi de vista.
El sastre salt gilmente al suelo, sujet el roble con los dos brazos,
como si lo hubiese sostenido as todo el tiempo, y dijo:
-Ya que eres tan valiente, ven conmigo a nuestra casa y pasa la noche
con nosotros.
Pero los soldados del rey lo miraban con malos ojos y, en realidad,
deseaban tenerlo a mil millas de distancia.
-En qu parar todo esto? -comentaban entre s-. Si nos peleamos con
l y la emprende con nosotros, a cada golpe derribar a siete. No hay
aqu quien pueda enfrentrsele.
"No est mal para un hombre como t!" se dijo el sastrecito. "Que a uno
le ofrezcan una bella princesa y la mitad de un reino es cosa que no
sucede todos los das." As que contest:
-Claro que acepto. Acabar muy pronto con los dos gigantes. Y no me
hacen falta los cien jinetes. El que derriba a siete de un golpe no tiene
por qu asustarse con dos.
-Se acabaron los gigantes, aunque debo confesar que la faena fue dura.
Se pusieron a arrancar rboles para defenderse. Venirle con tronquitos a
un hombre como yo, que mata a siete de un golpe!
Tan pronto vio al sastrecito, el jabal lo acometi con los agudos colmillos
de su boca espumeante, y ya estaba a punto de derribarlo, cuando el
hroe huy a todo correr, se precipit dentro de una capilla que se
levantaba por aquellas cercanas. subi de un salto a la ventana del
fondo y, de otro salto, estuvo enseguida afuera. El jabal se abalanz tras
l en la capilla; pero ya el sastrecito haba dado la vuelta y le cerraba la
puerta de un golpe, con lo que la enfurecida bestia qued prisionera,
pues era demasiado torpe y pesada para saltar a su vez por la ventana.
El sastrecito se apresur a llamar a los cazadores, para que la
contemplasen con su propios ojos.
Se celebr la boda con gran esplendor, y all fue que se convirti en todo
un rey el sastrecito valiente.