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LMS SSS V2NS2MSSw 2S SUR eMSnressnsS : APORTES de MEXICO MEDICINA il q NI aE ll il La medicina antes de la Conquista SEI Autor: HUGO A. BROWN Asesoria: DR. CARLOS VIESCA TREVINO Sociedad Mexicana de Historia y Filosofia de 1a Medicina LA INVESTIGACION SOBRE LA HISTORIA DE LA MEDICINA EN MEXICO HA SIDO PATROCINADA POR INICIATIVA DE GLAXO DE MEXICO COMO UN APORTE, ALA COMUNIDAD MEDICA MEXICANA, boats Se EE ead sare ea ae ee ea ee Se career ae age arena eee ea LASALUD PUBLICA ee 10 Un principloctinco ..... +... 3 facut tmotongsenante 2 SONU saoyecanon «4 ee ee Ee ec anes ee eaereeane = “RFORTES & MENGGO + MEDIGINA 10 © Hage Brown, Ancriny Sopa De Guts Views Trin 1950 © oral Amoqemesn BBN: 98 TRRLATS (Oba Comedy $56.705-23 (Pec) stoi Amaqpenean SA de CV. Rea 12 CP. 50, Armee, dod er Prins Bak aap rn Oho de Msn, 1 Ca, (ran Bari P.O Misc DL. Eta Pine lin ek ia en ofc qe compen ele chee egtraa Trae 10 ape, arece probable que el primero en llevar a Euro- panoticias sobre los mi- lagros curativos que lograban los habitantes de América, utilizando s6lo hierbas y encantamientos, ha- ya sido Crist6bal Col6n, si bien es- to no esté documentado. Los relatos de Herndn Cortés, donde expresa su admiraci6n hacia las tiendas de herbolaria y su asombro ante la multiplicidad de presentaciones y principios medi cinales que hall6 en la Gran Te- nochtitlan, se hallan en cambio perfectamente conservados en sus Cartas de Relaci6n dirigidas al Emperador Carlos (Primero de Espafia, Quinto de Alemania, de acuerdo con ser doble casa real. Posteriormente, Bernal Diaz del Castillo, el relator por excelen- cia de la Conquista, confirmé ple- namente lo observado por Cortés. La situaci6n politico-militar de Carlos, sin embargo, no era la més adecuada para permitirle prestar atenci6n a informaciones referi das a nuevos instrumentos tera- péuticos. Su interés por el Nuevo Mundo se limitaba bésicamente a determinar las ventajas materiales el oro y las materias primas de manera principal- que pudieran contribuir a financiar sus guerras. Entre estas ventajas materiales, figuraba la comercializaci6n de al- gunas especias vegetales muy soli- citadas en la Metrépoli (tales ‘como la vainilla, el tabaco y otras). 2 Quaistsla- Chora pati. auehalabwescolle. Gisae , | iM. Recents parte rercediere hex si pariend; dffitudialon pubher ie pare ereeH fear seer et edat. vtedramarn ex arberis guauhala terla corfice & herby Chuapabtle, lapille Folk cauda nerntine Mei Y, ii tbat Hilal tancy het. EL frog ph ef 05» agutlh ula, arbor yi favexoll » corm ples pall gallinug fel, oor | ate commben hs aceartar fal vio nell fol, pe Jip firceo V7 ic. 9 alps andere fas. wale nd mary ret Cc de a Crz-Badiano: cave para el conocimiento médic prehispanico. ‘La higiene ocupaba un lugar importante en la vida cotidiana del mexica. Figuras de higiene cotidiana (Cédice Badiano) Se hicieron diversos intentos en este sentido; Francisco de Mendo- za, hijo del virrey de Mendoza, ha- bia iniciado en Cuernavaca un sembradio de especies con destino ala comercializacion. Carlos V, porsu parte, habfacon- cedido a sus banqueros de la casa Fugger (losmismosque lo financia- ran en la compra de los electores que lo hicieron emperador) el mo- nopolio para la comercializacion del guayacén en Europa. Posiblemente por gestion de Mendoza, se interesa por las nue- vas hierbas americanas el médico sevillano Nicolés Monardes; no existen pruebas, pero sf indicios, de que Monardes se hubiera aso- ciado con Mendoza en el negocio de la comercializaci6n de hierba. Monardes realiz6 una serie de trabajos de observacién de efectos terapéuticos de algunas hierbas sultados en una serie de fascfculos que hicieron mucho por divulgar la existencia de una nueva farma- copea. Sin embargo, Monardes nunca visité América, ys6lo conocié unas pocas especies vegetales con ac- ciones terapéuticas, de modo que elinterés cientifico de Europa por las hierbas americanas empez6 a despertarse de manera lenta. Fuc en este contexto que se re- dacté la primera gran obra des- criptiva de la medicina mexicana prehispanica: el Libelus de Medi- cinalibus Indorum Herbis, més co- nocido como “Cédice Badiano”, bien esta denominacién s una injusticia para su verdadero autor: Martin de la Cruz. La obra esta dedicada, precisa- mente, a Francisco de Mendoza. No consta que él se la hubiera co- misionado a Fray Jacobo de Gra- do, presidente del Colegio de Tlatelolco, pero dados sus intere- ses, la hipétesis no es despreciable. El padre Grado le encargé al médico indigena Martin de la Cruz compilar un tratado exhaustivo so- bre la terapéutica utilizada por los mexicas. Este tratado, posterior- mente traducido al latia por el in- digena cristianizado Juan Badiano, se transform6 en una de las fuentes imprescindibles para conocer y comprender el elevado grado de perfecci6n que habia al- canzado la medicina mexica. El objetivo del padre Grado no era, precisamente, propagandizar las habilidades de los médicos del pueblo conquistado, sino sencilla- mente recuperar el estipendio anualque laReal Hacicndade Car- los le tenfa asignada y que, alrede- dor de 1540, se habjainterrumpido. De modo que se preparé un vo- lumen de gran lujo, primorosa- mente ilustrado por tlacuilos, y se 3 le envi6 a Espaiia, ostensiblemen- te a Felipe II, que ya habia suce do a Carlos V. Dicho volumen lleg6 a la Corte probablemente en 1553; no hay ninguna constancia de que hubie- a Ilegado a las manos del Rey, pero es altamente probable que Monardes lo hubiera conocido y utilizado. Durante unos cuantos afios, no hay evidencias de que el. Libelum. hubicra circulado mucho, pero en Ja década de los sesentas (siempre hablando del siglo XVI, por su- puesto) se produjo un sGbito rena- cimiento del interés de la Corte espafiola por los medicamentos in- digenas del Nuevo Mundo. Dicho renacimiento no tuvo un mévil cientifico sino comercial: los portugueses habian comprendido el valor de las plantas medicinales de sus colonias, y hasta habfan pu- blicado su propio libro titulado Trarado dos simples medicinales das Indias. Los mercaderes portu- gueses estaban ganando una posi cién dominante en el mercado ceuropeo de hierbas medicinales, y los tesoreros de Felipe I, de ma- nera especial Juan de Ovando, bi cicron mucho por fomentar la investigaci6n y el cultivo de varias especies. Felipe orden6 dos expediciones de investigacion, una a América, a cargo del protomédico Francisco Hernandez, y la otra a la India, bajo la direccin de Cristobal de Acosta. Hernandez cumplié concienzu- damente el encargo, y produjo to- dauna serie de obras, en las que se incorporan la observaci6n, la reco- pilacién de testimonios y el andl sis, de las cuales la mas importante fue Rerum Medicarum Novae His- panias Thesaurus sev Plantarum. ‘Animalium. Mineralium Mexicano- mum. 4 C, uriulemn in oinls rafeenntem ces wiriFare conuelte Pat pee ahag nin Inman fori Cpa dea appone ponxilatoss wrjpeyge Seger nero die Yeften Youn. acctasiirar IresEacit. rabies tn falas fr St El cohuaxcoyolin, hierba utilizada para aliviar el glaucoma (Cédice Badiano) Su trabajo en México generé mucho interés y contribuy6 a im- pulsar la organizaci6n de los servi- cios médicos en este pais. Parece haber tenido una firme y fructifera amistad con Francisco Bravo, con quien trabajé arduamente en el Hospital Real de las Indias ensa- yando y observando los efectos de muchas de las plantas que habia recolectado en el curso de sus in- vestigaciones. En Espana, sin embargo, pare- ce que su influencia fue escasa, y las ediciones importantes de sus obras no se realizaron hasta bas- tente después de su muerte. Esto se puede explicar, por lo menos en parte, por el hecho de que los gobernantes de Espafa de aquel entonces estaban mas preo- cupados por extraerle a la Ciencia sus beneficios para la guerra, que estudiar sus hallazgos para la sa- lud Pero la lectura de la propia obra de Hernandez sugiere otra expli: caci6n, posiblemente més a fondo: las hierbas que estudiaba el proto- médico de Felipe Il estaban en- marcadas dentro de una Medicina totalmente diferente de ta que ¢! conocia. Era diferente la patoge- nia, diferente el diagndstico y, q zs lo m4s fundamental, era diferente el paciente. Hernandez, en sus diversas obras, pone claramente de mani- fiesto el choque cultural entre las dos medicinas. Por una parte, re- clasifica parte de las hierbas que estudia, de acuerdo con linea- micntos galénicos en materia mé- dica, y plinianos en lo que se refie- re a historia natural. No esta de acuerdo con muchos usos indige- nas de las hierbas y lo discute por escrito, En cuanto a todo el siste- ma filos6fico de los médicos novo- hispanos, y su interpretacin particular de la salud y la enferme- dad, no parecen interesarle en ab- soluto, porque reinterpreta grandes capitulos, con completo desprecio por los objetivos y con- cepciones de la medicina nahuatl que estudiaba. Ante esta situacion, resulta logi- co que, por més que las acciones farmacol6gicas de las plantas estu- diadas por Hernandez fueran re- ales, fueron relativamente pocas las que pudieron ser incorporadas de manera inmediata a una farma- copea europea. Hubo, ano dudar- Jo, contribucionesimportantfsimas de la Medicina americana a la eu- ropea, y algunas de ellas siguen te- niendo vigencia en nuestros dias (como la ipecacuana, por ejem- plo), pero hubo también infinidad de productos de la herbolaria ame- ricana que fueron pasados por alto porlosmédicoseuropeos, sencilla- mente porque no pudieron hallar lamanerade incorporarsusefectos dentro de sus esquemas clinicos y terapéuticos. Y hubo algunos més que, ha- biendo sido incorporados con grandes esperanzas, en la consabi- da biisqueda de la panacea (caso de la zarzaparrilla), fueron demos- trando con la experiencia sus limi- taciones y quedando relegadas. UNASWEEDICINA DEFERENTE 3 amedicina indfgenacstu- diada por Hernéndez, al igual que la descrita por Martin de la Cruz, Sabagén, del Castillo y otros, fue fundamental mente la practicada por los habi- tantes de Tenochtitlan, Teotihua- can y otras grandes urbes del alti- plano central de México. No se sabe a ciencia cierta en qué medida esta medicina haya re~ cibido aportes de otros pueblos ve- cinos en el tiempo y el espacio, pero dadas las caracteristicas de la expansion mexica (mal Hamada “azteca”), con los lazos comercia- les extendidos hasta regiones muy lejanas (segin testimonios, hasta Guatemala), esta interaccién pa- rece probable. Los pocos testimonios sobre practicas curativas entre otros pueblos -tales como mayas, huas- tecos, teotihuacanos, totonacas, olmecas 0 toltecas~ sugieren sufi- ciente cantidad de denominadores comunes como para creer que, si no habfa rafces comunes, por lo menos los intercambios culturales fueron considerables. Si se habla pues del ejercicio de lasartes de curar entre losmexicas, se estar brindando también una idea bastante fiel de lo que era cste ejercicio en otros pueblos, si bien hay inevitables diferencias que se mencionarén oportunamente. En primer lugar, la dificultad principal con la que debieron tro- pezar Herndndez y sus seguidores fue la concepcién de la enferme- dad. Entre los indigenas america- noslaenfermedaderaunenteenel que participaban elementos natu- rales y espirituales, que ellos plan- teaban como un continuum, sin plantear ninguna distinci6n. En lo referente a la patogenia, los ele- mentos espirituales (que a su vez tenfan una gran carga social) pesa- ban mucho més que los naturales. Dichos elementos espirituales podian provenir de los dioses 0 de los hechiceros; esto, generalmen- te, podia determinarse de acuerdo con la fuerza que podia percibir- se en la enfermedad. Si provenfan de los dioses, po- dian estarle planteando al enfer- mo diversas posibilidades: a) un castigo, b) una prueba, y c) una manifestaci6n del ciego destino, a a que todos los hombres debfan fatalmente someterse. Si provenfa la enfermedad de algén conjuro realizado por un he- chicero, podia estar motivada por una venganza, por un acto de en- vidia, 0 por un atentado destinado a lograr alguna ventaja material por parte de un enemigo delenfer- mo. Las manifestaciones que estas intervenciones sobrenaturales po- dian inducir en el enfermo eran muchas y variadas, pero los diver- sos sistemas curativos de los indf- genas mexicanos solfan codificar- 5 las en unos pocos grandes cuadros, que les ayudaban a identificar el agente causal. Por ejemplo, Sahagin informa que el ticit! (nombre que se les daba a los hechiceros) nahua de la Sierra de Orizaba identificaba ‘cuatro grandes cuadros: Primero, laintroduccién, por obra de magia negra, de algin objeto extraiio dentro mismo det cuerpo del en- fermo. Segundo, la infliccion de heridas 0 introducci6n de objetos en.un mufeco confeccionado a se~ mejanza del enfermo, y que repre~ sentarfa el t6tem del mismo (concepto sumamente complejo, que significa algo asf como el ante~ pasado simbélico, que se halla re- lacionado también con ciertos lanes y fechas calendaricas); esta herida podria haber sido inflingida también al nahualli (otro concepto de dificil “traducci6n” a términos occidentales contemporaneos, pe ro que significarfa el “doble ani- mal” del enfermo), y se manifesta- riacn sufrimicntosy hasta la muer- te del enfermo. Tercera, la pérdida del ‘onalli (especie de formulacion unificadora del alma, el aliento vi- tal, el destino, y centro procesador de la energia que entra por la co- ronilla desde el cosmos). Cuarto, los aires nefastos, portadores de desgracias, que rondan alrededor de los hombres, especialmente de los débiles y de manera particular durante la noche. Este dltimo concepto podria ser el que més se acerca a una nocién contempordnea de la medicina, ya que los titici (plural de ticitl ) reco- nocfan la labilidad de ciertos indi- viduos (los débiles, los desnutri- dos) ante estos “aires”, y estructu- raron toda una epidemiologia alrededor de unos pocos datos. Algunos de los mencionados “aires” cran atribuidos a Tléloc, con lo que el estudio de la patoge- 6 nia vuelve a refugiarse en el terre~ no sobrenatural; pero es preciso sefialar también que, en la practi- a, las vietimas de los “aires” eran tratados como si padecieran un resfriado, con cuidados propios para esta clase de enfermedad, mismos que ~hay que inferir- te- Ahora bien, cuando la enferme- dad cafa dentro de las patologias que obedecian a causassobrenatu- rales, la labor del médico comen- zaba tratando de individualizar la ‘causa del mal, Para ello, entablaba con el enfermo un didlogo suma- mente activo por medio del cual trataba de establecer si éste habfa nfan efectos curativos reales. La obstetricia eee ee) La atenci6n de la mujer embarazada, el parto y la atencién de los nifios pequefios eran asuntos de primordial importancia en la sociedad mexica, de la misma manera que las parteras ~que pertenecian también al gremio de los titici- gozaban de una posicién especial dentro de dicha sociedad. Esta preocupacién es comprensible si se considera que, en todos los pueblos prehispénicos la mortalidad infantil era suma- mente elevada, al igual que la prenatal. Esto, en una sociedad predominantemente agricola, donde la necesidad de mano de obra era constante, deb/a resultar un problema serio. Asfes comprensible que los cuidados de la embarazada fueran muy completos desde etapas relativamente tempranas. En ello cooperaban tanto los familiares como la partera, cuya seleccin ‘era una decision muy importante, que se tomaba en familia. La partera se encargaba de la preparacion y la formacion de la mujer en prevision del parto. Esta preparacién era compleja, ya que inclula alimentaci6n, ejercicios e higiene. Las visitas asiduas al temascal (bafio de vapor) constitulan una parte importante de la terapia previa al parto; igualmente, al ir creciendo el vientre de la embarazada, la partera realizaba frecuen- tes palpaciones para asegurarse de la posicién correcta del feto. Si éste no se hallaba en buena posici6n, la partera podla realizar varias maniobras para colocarlo. ‘Cuando el alumbramiento se demoraba, las parteras adminis- traban uno de dos ocitécicos:el cihuapatli (Montanoa tomentosa) cola de tlacuache. Aparentemente, la hierba es de efectos mas suaves en lo que se reflere a su accién sobre la musculatura de! ‘itero, de modo que era preferida por sobre el producto animal. Su utilizacién requerfa de cuidados, pues eran igualmente cono- cidos ios riesgos de las sobredosis (tetania uterina con muerte de! producto y probablemente también de la madre) incurrido en actos que hubieran podido causar la ira de un dios. En esto, el ticit! tenfa que poner en juego una considerable capaci- dad diagnéstica, como asf también conocimientos religiosos, ya que habia ciertos padecimientos que eran caracteristicos de determina- dos dioses, mientras que otros, de acuerdo con caracteristicas prees- tablecidas, eran atribuibles a la ac- cién de maleficios creados por brujos. Las enfermedades de la picl, por ejemplo, eran consideradas como enviadas por Tlaloc, las con- vulsiones infantiles eran inducidas por unas mujeres celestiales Ma- madas sihualpipitin y las enferme- dades venéreas eran castigos de Xochipilli (dios de la juventud, las flores y la misica) a aquellos que no sc abstuvieran de hacer el amor en épocas de ayuno. aralelamente a la duali dad natural-sobrenatural en la concepcion de la enfermedad, también las médicos se dividfan en dos grandes grupos: los sacerdotales y los artesanales. Los sacerdotes de los diferentes dioses posefan los conocimicntos necesarios para tratarlas enferme- dades provocadas o enviadas por dichos dioses. Asi, los de Tliloc se encargaban de las dermatosis, co- mo ya hemos mencionado, y tam- in de los sobrevivientes de las quemaduras del rayo; los sacerdo- MWS Ny tes de Ehécatl (dios del viento y posiblemente una representacion alternativa de Quetzaleéatl) de los cnfriamientos y padecimientos reuméticos; los de Tezcatlipoca se especializaban en lalocuraylasepi- demias (que, segin puede deducir- se de los testimonios, fueron muy pocas),ylosde Ixtlilton se encarga- ban del tratamiento de ninos que hubicran perdido el tonalli Estos médicos sacerdotes reci- bian una formacién esencialmente teolégica en los calmecac (institu- ciones de ensefanza religiosa), EL MEDICO PREHISPANICO | pero ésta inclu‘a también la carac- terizacién de las enfermedades provocadas por la deidad a la que servian, e igualmente se les ins. trufan sobre {6rmulas secretas ca: paces de tratar las mencionadas enfermedades, mismas que eran completamente desconocidas por los médicos artesanales (ttici, y que no han llegado hasta nosotros. Estos eran, en realidad, los es- pecialistas de la medici i con las ventajas y lit esta condicién conllevaba. Otro grupo sacerdotal de indu- 7 La cirugia: arte guerrera Entre los pueblos indigenas de América se produjo un desarrollo considerable de la cirugia, pero ‘caminos muy distintos de los europeos. "Este desarrollo independiente ha llevado a muchos a pensar que 'a cirugia americana era primitiva 0 limitada, pero no hay nada més alejado de la realidad. ‘Simplemente ocurre que, para la medicina mexica, al igual que la de otros pueblos americanos, nose podla concebir una cirugla de reseccién, porque mutilar un érgano era considerado como contrario a la ‘salud. Dafiar un Srgano para curar un mal era inconcebible, sé6lo cabla su reparacién. Pero en estas tareas de reparacién, las artes se hablan desarrollado a niveles notables, como lo prueban las. ciruglas reconstructivas (reimplantes de narices, por ejemplo) y la colocacién de clavos intramedulares para estabilizar fractures complicadas. Esta predilecci6n por la cirugia reconstructiva significé que una parte importante de la labor de los cirujanos se realizara en los ejércitos y en el marco de la guerra. En este sentido, la labor de los cirujanos parece haber alcanzado niveles de eficiencia muy notables, ‘sobre todo en fo que se refiere a la inmovilizacién de fracturas, la curacién de heridas, la desinteccién de zonas cruentas (que se realizaba con orines) y la debridacién de tejidos necréticos. Se ha especulado mucho sobre la aparente limitacién del instrumental quirérgico de los médicos prehispénicos, debido a su desconocimiento del acero. Sin embargo, esto no parece haber sido ‘especialmente importante, ya que los cuchillos de obsidiana permitian tallar buenos filos, ademas de que Jos cirujanos mostraron mucho ingenio para la creacion de instrumentos a partir de materiales como por 1. 2mplo, espinas de maguey, hueso, cabellos para suturar. Experiencias realizadas recientemente en Perl, por otra parte, han demostrado que se pueden practicar diversas ciruglas utilizando exclusivamente instrumental incaico. Elempleo de férmacos por parte de los cirujanos parece haber sido més limitado que el de los médicos, pero ain asi considerable y probablemente eficaz. Un extracto cocido de penca de maguey (meull) tue ‘empleado como fungicida y antibiético. El tlatlan cuaye (Tresine Celosia) tenfa propiedades antiinfiama- torias, mientras que el nopal (Opuntia Sp.) y el estafiate (Artemisa Mexicana Wild) cumplian funciones de analgésicos. ‘Existen informes diversos sobre las utlizaciones muy diversas que le daban al hule los médicos de diversos pueblos prehispénicos. En la cirugla se empleaba la savia del hule para hacer emplastos sobre las heridas en proceso de cicatrizacién, con el objeto de lograr que la cicatriz fuera lo menos pronunciada posible, y por lo tanto mas estética. Y queda resolver el enigma farmacol6gico central: qué producto o productos utilizaron los cirujanos del Nuevo Mundo para inducir anestesia? Porque la naturaleza de las intervenciones practicadas fue tal que el control del dolor debe de haber sido una exigencia fundamental. En algunos casos de fracturas complicadas, segiin relaciones de Fray Bernardino de Sahagiin, los cirujanos mexicas abrian quirdrgicamente el miembro afectado y colocaban el equivalente de un clavo intramedular. El “clavo” era, en este caso, una varilla “...de palo de teas, que tuviera mucha resina...”. Los resultados de este tipo de intervenciones no son conocidos. ‘Como tampoco lo son los desenlaces de algunos intentos de reimplante de narices seccionadas en hechos de guerra. Estas ciruglas de tipo estético eran consideradas de gran importancia, porque el corte de nariz era, en algunos pueblos, e! castigo a una falta moral, por lo que su victima quedaba estigmatizada. Las cirugias oftalmolégicas, como extirpaci6n de pterigiones y leucomas, parecen haber sido también ‘comunes. Las artes adivinatorias deblan ser dominadas por los médicos mexicas, que conocian diversas técnicas (Cédice Florentino) dable importancia estaba repre- sentada por los tonalpoukqui, 0 lectores de los tonalpohoualli. (li- bros del destino), encargados de confeccionar horéscopos en los cuales la salud cumplia un papel importante. Estos astrélogos, que posible- mente no hayan recibido una for- maci6n estrictamente médica, ejercian una influencia notable so- bre la labor de los titici, de manera particular en el diagndstico de las enfermedades. Elaboraban sus cartas astrales de acuerdo con un esquema algo distinto del de los astr6logos euro- peos, esquematizando el cuerpo del hombre de acuerdo con una division de influencias entre el cosmos (de fa cintura para arriba) yel inframundo (de la cintura para abajo), yestableciendo las influen- cias de los astros bésicamante so- bre los érganos correspondientes alaesfera del cosmos (de acuerdo conssu posici6n ala hora de nacer), y de los dioses del inframundo so- bre aquellos 6rganos situados de- bajo de la cintura. La fecha de nacimiento tam- bién revestia gran importancia, ya que predestinaba en muchos as- pectos; por ejemplo, los nacidos el dia Uno-Lluvia debian ejercer las artes de curar y la hechicerfa. De manera similar, las probables pa- tologtas quedaban fijadas desde el momento de nacer, y esta prede- terminacion debfa ser tomada cn cuenta a la hora de formular cual- quier tipo de diagnéstico. Los titici por su parte, eran los médicos mas artesanales, més précticos, con una gran experien- cia yuna tarea minuciosa de obser- vaci6n de la realidad. Si bien las consideraciones espirituales y so- brenaturales permeaban constan- temente su trabajo, realizaban una labor sumamente meritoria de ob- servaci6n y desarrollo de trata- mientos herbolarios. El término ficitl constituye, en realidad, un nombre simplifica- dor para un personaje bastante complicado. El hechicero podia ser “blanco” 0 “negro”, 0 podia alternar ambas personalidades. El tiempo, la practica y el entorno social podfan inclinar a un practi- cante de las artes a curar hacia uno otro tipo de préctica. En las ciu- dades, la existencia de gremios po- dia ejercer una presion decisiva para que el ‘cit! se especializara enlasartes“blancas” (curar enfer- mos, deshacer brujerias), pero en poblados menores, se cree que el 9 hechicero “negro” gozaba de con- siderable predicament. Como se podré comprender a partir de lo ya expuesto, el diag- néstico pasaba en primera instan- cias por el razonamiento r. y luego se pensaba en la posibili- dad de agresiones por parte de un brujo. Descartadas estas posibilida- des, 0 cuando se enfrentaba con dudas, el médico no se limitaba a los sintomas sino que ejercia él mismo las artes de la adivinaci6n. Los recursos para ello eran varia- dos, pero los més frecuentes eran ellanzamiento de manojos de maiz sobre la superficie de agua conte- nida en un recipiente. El hundi- miento 0 no de los granos, més las, formas que dibujaran en la super- ficie 0 en el fondo del mencionado recipiente orientaban el diagndsti- co. Una especialidad de especial importancia entre los titici estaba constituida por las parteras, que manejaban también sustancias medicinales y eran muy duchas en la administraci6n del temascal (una especie de baio de vapor, que ocupaba un lugar central en el tratamiento de la parturienta). ‘También manejaban, por supues- to, una importante liturgia relacio- nada con el alumbramiento. La participaci6n de las mujeres no se limitaba necesariamente a la obstetricia, sino que podian tam- bién participar en otras activida- des propias del ‘ici! En algunos pueblos, realizaban labores qui- rérgicas relevantes, de manera es- pecial cirugia de ojos. En realidad, la médica tenfa po- sibilidades muy amplias de ejercer su oficio en todas las areas, salvo la concertacion de huesos fractura- dos, que era prerrogativa de los hombres, por una serie de razona- mientos religiosos. 10 ‘omo sera facil compren- der, la terapéutica que surge de esta concepcién de Ia medicina y la enfermedad tiene que ser, forzosamente, muy diferente de las concepciones eu- ropeas. Pero diferente no significa, de ninguna manera, inferior. Se anali- zaré mas adelante la rela va escasez de epidemias; igual- mente, el andlisis de determinados datos permitirfa inferir que la edad promedio que alcanzaban los me- xicas podfa rondar alrededor de los 37 afios en las clases més altas yen las ciudades, lo cual resulta suma- mente reducido en comparacién con las expectativas actuales, pero bastante admirable si se compara con el dato que la expectativa vital de un francés del siglo XVI era de apenas 30 afios. Por supuesto, es necesario in- ‘corporar el impacto de las guerras en estas cifras tan bajas. Pero es igualmente notable la diferencia en favor del pueblo mexica frente a la civilizaci6n europea. Una posible explicacién de esta diferencia reside en la salud pabli- ca. En este aspecto, los mexicas y la mayoria de los pueblos mesoa- mericanos mostraron un grado de adclanto notable. En practicamente todos los pueblos del México prehispanico se encuentran prucbas diversas de un verdadero culto por la higiene personal. En este sentido, la omni- Instrumentos de limpieza de palo , base de ta higiene bucal (Cédice Florentino) presencia del temascal es apenas un simple indicio. Tanto en Teotihuacan como en varias ciudades mayas (Palenque en particular) se aprecian sistemas de conduccién de agua que hablan de redes muy importantes, capaces desurtiralamayoriade losedif importantes de la ciudad). El anélisis de estos sistemas ha persuadido a muchos autores que existian dos redes con funciones QO99S-O S ee yor parrapho ypan mitocs -y Laastrologia influia el diagndstico y formaba parte de la medicina (Cédice ‘Matritense) Las mujeres muertas en el parto eran deificadas, igual que los guerreros. Se ereia ‘que ellas viajaban junto al sol (Cédice Florentino) especificas: la provision de agua por un lado y su eliminacién por el otro. Se han descubierto sumide- rosy sistemas de conduccién den- tro mismo de las casas, que abonan esta interpretacién, En Palenque, por su parte, Bus- tamante y Herrera describen cons- trucciones que fueron aparcnte- mente letrinas, mientras que otros autores han hallado restos andlo- gos en otras ciudades prehispani- cas (en Rancho la Ventilla, por ejemplo), que hablarian de estruc- turas destinadas al manejo de este tipo de excretas. La higiene bucal, por otra par- te, ocupaba un lugar importante ‘en las practicas diarias, siendo cos- tumbre inculeada de manera insis- tente por las instituciones de ensefanza. Igualmente, habia de- terminadas prohibiciones y pre- cauciones.en el comer, que debian ser cuidadosamente observadas, con el objeto de prevenir enferme- dades. Los mexicas habjan disefiado un dentifrico, confeccionado a ba- se de una mezcla de ceniza con miel, cuya utilizacién estaba muy difundida. El Libellum de Martin de la Cruz conticne también una serie de recomendaciones sobre productos herbolarios destinados acurar el mal El manejo de residuos parece haber sido desparejo en las diver- sas ciudades que hallaron los espa- fioles a su Hegada. Excavaciones diversas hablan de la costumbre de enterrarla basura en los traspatios de las casas, y existen diversos in- dicios de que habia alguna discipli- na en el sentido de arrojar los desperdicios en sitios especial- i mente disefiados para ello, lejos de las ciudades. En Tenochtitlan, sin embargo, cexisten evidencias de que la elimi- naci6n de basura se habfa transfor- mado en un problema suficiente ‘como para provocar la accién de as autoridades. Los templos y lu- gares piblicos eran aseados con regularidad, y los edificios pinta- dos de blanco con frecuencia, con los beneficios higiénicos consi- guientes. ‘Torquemada habla también de a existencia de braseros piblicos, instalados para cooperar precisa mente con la eliminacién de detri- tus, y la existencia de brigadas de hasta mil personas por barrio de- dicadas al mantenimiento de la limpieza péblica. ‘Aqui, nucvamente, fos euro- peos recién legados debicron ha- arse ante un contraste impresio- nante, ya que sus propias ciudades del siglo XV y princi distaban mucho de ser dechados de limpieza, de la misma manera que el cuidado de su propio cuer- pocra francamente primitivo, sise Jo compara con la preocupacion casi obsesiva de los pueblos de ‘América respecto de su higiene personal (el ritual de Moctezuma Xocoyotzin, por ejemplo, incluia cuatro bafios diarios). Parece probable, como lo sugie- re Carlos Viesca Treviiio, que las concepciones religiosas contras- tantes del europeo y del america- no pudicran haber afectado de manera decisiva las actitudes ante el cuidado del cuerpo. El cris nismo medieval europeo tendia a despreciar esta parte fisica del hombre, atribuyéndole inclusive muchos pecados, mientras que el nabua de la misma época le atri- buia un valor especial, ya que lo consideraba un reflejo y repre- sentacién del cosmos. 12 Una odontologia avanzada Los tratamientos dentales practicados en diversos pueblos de ‘América inclufan las principales de las disciplinas comprendidas en la Odontologia del presente: se practicaban extracciones, se realizaban incrustaciones, se enseflaba una gama de actividades preventivas de la caries, y se trataba la enfermedad periodontal. De todas estas actividades, s6lo la colocacién de incrustacio- nes no tenfa, aparentemente, un fin terapéutico. Entre los mayas, a costumbre de realizar incrustaciones de pirta estaba evidente- ‘mente muy difundida, pero el objetivo era en apariencia puramente estético, ya que las nicas plezas afectadas -por lo menos, en los ‘erdneos descublertos hasta ahora— eran los incisivos y caninos. Los mismos mayas acostumbraban limarse los incisivos, ha- ciéndolos puntiagudos; se desconoce el propésito de esta defor- maci6n. La higiene bucal era un capitulo importante en la educacién de los nifios; igualmente, se hab/an disefiado instrumentos de palo, recortados adecuadamente, para permltirla remocién del sarro. La utilizacién de férmacos era limitada, pero los pocos produc- tos empleados parecen haber tenido alguna eficacia. Las hojasde tabaco, previamente calentadas y enrolladas, mitigaban el dolor cuando se colocaban sobre la encia inflamada 0 dentro de una cavidad especialmente molesta. La leche de las raices del ax6- cchitl tenfa un efecto similar, como asi también medicamentos més complicados. ‘Sin embargo, cuando las medicaciones no daban las resulta- dos esperados, se extrala la pieza. El tratamiento de la enfermedad periodontal, por otra parte, parece haberse cefiido a principios similares a las vigentes en la ‘odontologia actual, con reduccién de surcos 0 bolsas y reseccién de encias. Algunos autores sugieren la utilizacién de algin producto as- tringente para el tratamiento de encias inflamadas y dientes flojos, pero el mismo no ha podido ser individualizado Ee ee El valor de estas medidas de ti- po higiénico puede verse en un hecho que, sibien no tiene elvalor de una comprobacién cientifica, si resulta muy sugerente: casi no se han hallado indicios de epidemias en la mayoria de los centros pobla- dos prehispanicos, con anteriori- dad a la entrada de la peste, desconocida en América y aporta- da por los espafioles. En otras partes del mundo, la huella mas clara de una cpidemia grave es la existencia de cantida- desde inhumacionescolectivas, en las cuales los cuerpos han sido en- terrados sin beneficio de ritual fu- nerario alguno. Este tipo de inhumaciones esta précticamente ausente en Mesoa- mérica, a pesar de que las situacio- nes propicias para el desarrollo de Eltabaco y el axéchitl tienen accién analgésica sobre ta encta inflamada y eran utilizadas como calmantes (Cédice Florentino) epidemia deben de haber sido abundantes. Sin ir mas lejos, la construccién de una pirdmide es el tipo de obra de ingenicria monumental que de- fa reunir a grupos muy numero- sos de trabajadores durante periodos prolongados, en condi- ciones precarias de vivienda y con todas las circunstancias que pudie- ra agravar la propagacién de en- fermedades. De las grandes pirémides mexi- canas, muchas se hallan en zonas tropicales, donde los padecimien- tos infectocontagiosos gozan de condiciones excepcionalmente fa vorables para su transmisi6n, Sin embargo, son muy pocas las inhumaciones halladas en las in- mediaciones de estas pirdmides que pudieran sugerir estragos por epidemias. Es mas, no hay indicios de una mortalidad superior a la normal, a pesar de que célculos realizados en torno de las dos grandes pirdmides de Teotihuacan indican que deben de haber traba- jado en su construccién contin- gentes de hasta 20.000 personas. ‘Como dato comparativo, vale la pena sefialar que el primer intento de construccién del Canal de Pa- namé-en el que trabajaron menos personas y que conté con una me- dicina supuestamente mas avanza- da-, fracasé fundamentalmente por los estragos de la fiebre amari- Ta, Los indigenas prehispanicos no tuvieron que enfrentar, cierta- ‘mente, a la fiebre amarilla, tal co- mo le ocurri6 a de Lesseps en el primer intento por construir el ca- nal de Panam4. Aparentemente, habria sido conocida en América una enfermedad similar ala fiebre amarilla, pero sin la virulencia de la variedad posthispanica, segura- mente traida de Africa por escla- vos negros. La Ginica epidemia de grandes proporciones que parece haber afectado a México antes de la lle- gada de Cortés parece haberse producido entre las afios de 1450y 1456, en el altiplano central. Por los indicios que se tienen, podria haberse tratado de algin tipo de influenza, pero resulta también claro que sus consecuencias fue- ron multiplicadas por el hecho de que la regi6n atravesaba un perfo- do de excepcional sequia, con la consiguiente escasez de alimentos yun grave problema de desnutri- ci6n que signific6 el debi to y por ende la labilidad de grandes sectores de poblacién, Existe, evidentemente, una contradiccién entre el caracter re- lativamente avanzado de la salud piblica con la consecuente baja incidencia de epidemias- y la ex- pectativa de vida relativamente baja (por més que haya sido mejor que la europea de su época). éCuales eran las causas de mor- talidad en los pueblos indigenas de América? ‘Alya mencionado factor de las guerras, habria que agregar un problema que, aparentemente, la medicina americana no pudo solu- cionar: la elevada mortalidad in- fantil, Infecciones gastrointestina- les y respiratorias, sumadas a en- fermedades eruptivas, fueron responsables de numerosas muer- tes entre los menores de cuatro altos. 13, odo lo anterior esta con- figurando el panorama de una medicina que, si bien distaba mucho de ser cient ca (en la acepcién actual del térmi- no) habia hecho mucho por avanzar en la observaci6n de los efectos medicinales de plantas, animales y hasta algunos minera- les,y habia desarrollado preceptos de salud pablica, de epidemiologia y de prevencién que superaba en muchos aspectos ala medicina eu- ropea de su €poca. Esto fue claramente entendido por el protomédico de Felipe I, Francisco de Hernandez, quien Tleg6 a catalogar en siete aiios cer- ca de 1,200 plantas con accién te- rapéutica, Sin embargo, salvo muy pocas excepciones, este verdadero teso- ro de conocimientos terapéuticos no fue aprovechado por los curo- peos. El caso de Herndndez fue par- ticularmente infortunado, ya que una buena parte de sus manuscri tos quedé destruida en el incendio de El Escorial en 1671. Pero las ediciones compendiadas de sus obras, hechas en Italia y México, tampoco parecen haber sido apro- vechadas por sus contempord- neos, y no fuc hasta los sighos XIX y XX que empezaron a estudiarse ‘de manera cientifica las acciones de toda esta vastisima farmacopea. En dicha farmacopea se hallan 4 productos, como la ya mencionada zarzaparrilla, cuyosefectosfueron, en su momento, glorificados. Pero hay también muchos otros cuya ac- cidn farmacolégicase ha estudiado de manera cuidadosa, que demues- tran que los titici mexicas habian definido perfectamente sus efec- tos sobre el cuerpo humano, por mas que los recetaran dentro del marco de una ceremonia magico- mistica representativa de una dind- mica simbélica y social, y no como parte de una consulta médica al estilo occidental. Dicha ceremonia, por otra par- te, permitta ejercicios diagndsticos muy practicos, ya que facilitaba al médico conocer profundamente aspectos referidos a las relaciones familiares, sociales, laborales y re~ ligiosas del enfermo, con todos los datos que éstas pudieran aportarle en relacién con el disefio de una terapéutica, Eran de empleo frecuente la raiz. de Salapa, contra el estrefii- miento (sibien es necesario enten- der que, para el médico mexica, la “purga” se entiende también co- mo depuraci6n de humores),lava- leriana como medicamento antiespasmOdico, el matlalitztic (Comelina Pélida), usado como antihemorragico, el iztacoanene- pili, como diurético, el itacpatli (Psoralea Pentaphyla)' como anti- febril,el azcapan ichua como som- nifero, las rafces de tlahuehwett contra los fordculos, las rafces del tezonpahili| contra la sarna, etc. Pero la utilizaci6n de estos me- dicamentos no siempre segufa los lineamientos terapéuticos tradi- cionales, razén por la cual Her- nandez y sus seguidores tuvieron no pocos tropiezos. Uno de las mas claros debié ser la utilizacion det tacopatli. para curar dislocaciones de la quijada. Esta hierba, de sabor muy amargo, -rce ninguna accién farmaco- logica directa sobre las articulacio- nes ni sobre las misculos que las mueven. Ocurre simplemente que su pésimo sabor provoca un vomi- to brusco y convulsivo que, en al- gunas ocasiones, ayuda a reubicar el cndilo dislocado de la mandi- bula Elhecho de que Cortésy Bernal faz del Castillo encontraran gran cantidad de herbolarios en la gran Tenochtitlan (habia una calle com- pleta de estos negocios) hablarfa de un cierto grado de conocimien- to popular sobre el manejo de es- tos productos medicinales y ~aungue esto no consta~ un nivel considerable de autorreceta. Sin embargo, parece légico it ferir, a partir de ciertos testimo- nios que los médicos sacerdotales habjan dado un paso mas allé de la simple utilizacién de infusiones, tinturas, emplastos y demés pre- sentaciones sencillas de las diver- sas hierbas, y se habfan dedicado al Ov tah meme prevns of. fife Wah thecal raisin 12) ficcirm bibat- vf vorgat. panuts post cicbus fl tine Maite creat hat nati eet cepa G LIE prone cate ree ee onitigbur, Phils Taps [os consume ii gurechoSee i eC erie moe petPrs ecupans alifpirte Iopihes athe Mahl pel Cee 0 Fags: ee Tiquenre Ge epithe pel [wb 5 pots doubt apy fla mr Gene afl es ‘neon bare wtfiatione ef polove roffij. lawton “flee » Sicipue quem bn etre cx reba ool, rho fulis cpap Y 155 ari 9 noting fronletf ep wee Gente bo ae pee pee ee gtr hanes pos és Hoc pec Teteagnisail Siljatehg sete f° Telargat-cox Corin ih Tofraise Coxenthsh 2 nil Jlecuepars? Drape inks fest Pitt leans. La clasificaci6n de hierbas del Cdice Badiano incluyé las principales con accién curativa, analgésica, tOpica antiinflamato- ria y de uso mégico-terapéutico como los alucindgenos (Cédice Badiano). estudio de interacciones medica- mentosas mas complejas, con efec- tosméseficacesquelospreparados simples manejados por los titic’. Es preciso recalcar, sin embargo, que todaslas evidenciassefalan que los médicos sacerdotales manejaban secuencias de medicinas diferen- tes, y no mezclas como era la la costumbre imperante en Europa. Los razonamientos que condu- jeron ala utilizacion medicinal de algunas especiesno corresponden, porlotanto, alalogica médica dela Europa del siglo XVI, yesto ayuda a explicar por qué los facultativos cespafioles desdefaron tantas de las ensefianzas de Martin de la Cruz, Herndndez, Sahagén y otros. Un buen ejemplo de esto esti dado por el uso del yollaxhéchit! (Taluma Mexicana). Hay casos en la medicina tradicional mexicana en que algunos medicamentos son recomendados de acuerdo con el principio (que actualmente es ba- se de la homeopatia) de que “lo semejante cura lo semejante”. Enel caso del yollavhdchitl se observa que su hojatiene forma de corazén y efectivamente fue rece- tado por los titici como medica- mento para diversas afecciones cardiacas. Especialmente era stil contra la depresin de algunos pa- cientes ancianos. ‘Ahora bien, estudios contem- poréneos demuestran que tiene efectos cardioténicos y diuréticos, acciones que podrfan explicar su efecto curativo sobre la depresin del anciano; pero los médicos tra- dicionales no tenfan m4s forma de saber esto que a través de una la- bor de observaci6n clinica cons- tante y aguda. Pero esa observacién clinica les persuadi6 también que podia ser- vir para el tratamiento de otros cuadros, tales como el retraso mental y la dificultad para orinar. iPodria existir algin mecanismo circulatorio que tuviera efectos benéficos para estos cuadros? EI yollaxhéchil pertenecia, ademés al privilegiado grupo de medicamentos que eran consumi- dos habitualmente por los gober- nantes, que babjan individualiza- dos algunos productos que los ayu- daban a ser mas fuertes, a pensar con mayor claridad y a desempe- fiar mejor sus altos cargos. 15 s preciso aclarar, en este E punto, que latarea de go- bernar, para un sefor merica, era tan diferente de la del rey europeo como lo era la labor del facultativo espanolrespecto de la del ticit! mexica Una parte itmportantisima de la funcién del tlatoani (emperador) residia en su comunicacién con los dioses y espiritus, yen la interpre- taci6n de los signos —a veces oscu- ros y equivocos- que éstos enviaban. Para ayudarle en esta tarea, se procuraba que los altos funciona- rios estuvieran rodeados de un am- biente lo mas agradable posible, y en este concepto estaban incluidas flores de agradables colores y olo- res; también se inclufan en este tratamiento constante, la adminis- traci6n de algunos medicamentos tonificantes, como el ya menciona- do yollorhéchitl. Pero ellugar mas importante dentro de esta farma- coterapia de los poderosos estaba ocupada por los alucinégenos. Estas hierbas sagradas eran, ba- sicamente, el peyot! (Lophophora Williamasii) el ololivhqui (Turbina Corimbsa) y os teonandcatl (Psilo- cibes sp.. R. C. Wasson y José Luis Diaz mencionan que, de todas las plan- tas utlizadas con fines ceremoni les en el Nuevo Mundo, mas de la mitad provienen de México. ¥ en una s6la localidad, la Sierra Maza- 16 teca, se emplean en la actualidad por lo menos cinco familias de psi- codislépticos. El mecanismo es sencillo: al consumir el alucinégeno —gene- ralmente en medio de ayuno, abs- tinencia sexual y un considerable ritual- el que lo ingiere se trans- forma en yehiculo para la deidad representada por la planta, que entonces habla a través del ser hu- mano. De las plantas sagradas emplea- das en México, puede hacerse una clasifieaci6n de acuerdo con su ac- cién: losalucindgenos, losinducto- res de trance, los cognodislépticos, los delirisgenosy losneurot6xicos. En ia primera categorfa men- cionada, los alucinégenos, se encuentran los teonandcat! (psilo- cibes sp.) y el peyot! (lophophora Williamsi Entre los inductores de trance, el més conocido es el ololiulqui (Rivea Corymbosa), que también podria tencr algin efecto alucin6- geno, pero los zapotecas también han utilizado para cl mismo fin una semilla Hamada bado negro (Ipo- monea Violécea). También son co- nocidos los efectos del “sincuiche mexicano” (Heimia Salicifolia) ca- paz de inducir alucinaciones aud tivas. Por regla general, este tipo de plantas se empleaban con el fin de obtener informacién con valor diagnéstico de un paciente en trance Este tipo de psicodisléptico no tiene Ia cualidad de provocar alu- cinaciones. M4s bien produce un incremento en la intensidad de las percepciones sensoriales, a la vez que una desautomatizaci6n de la percepcién. ha ingresado en la mitologéa popular (Cédice Florentino) Se usaron otras plantas como la calea zacatechichi_y los distintos tipos de Salvia Divinorum (uno de los cuales es la conocida “hoja de la pastora”). Entre los deliri6genos se cono- con el tldpat (posiblemente Datu- raStramonium) el nexéiuac y el muy conocido tolotzin (toloache). Por diltimo, en el grupo de los ncurotéxicos se encuentra el que es probablemente el psicodislépti- co de uso més antiguo en el Nuevo Mundo: el frijolillo de mezcal (Sophora Secundiflora), que pro- voca un efecto toxico sobre el SNC que lleva a la pardlisis, la hiperex- citaci6n, y posiblemente a las con- vulsiones. Hay indicios de su uso ritual entre los indios norteameri- canos y los habitantes de las de- sicrtos del norte de México desde hace cerca de 10,000 afios. a utilizaci6n ritual de los psicodislépticos en Mé- xico ha abierto un muy interesante capitulo de la farma- cologfa, que ha sido el estudio en profundidad de los efectos de es- tas sustancias sobre el sistema ner vioso. Pero esta es una consecuencia relativamente reciente. Posiblemente, la primera gran herencia de las practicas curativas mexicanas a la medicina del mun- do haya sido la utilizacién de jardi- nes botdnicos con el propésito de cultivar aquellas plantas cuyos efectos resultaban interesantes. No se sabeacienciaciertaquién inici6 cl uso de jardines boténicos en México, Cortés y Bernal Diaz del Castillo describieron de los que hallaron en Tenochtitlan, pero muy anterior a éstos era cl que mand6 construir Moctezuma I (II- huicamina) en Oaxtepec, alrede- dor de 1470. Y parece por lo menos posible que el seiior de Tez- coco, Netzahualeéyotl, haya cons- truido jardines con anterioridad, Fue en estos jardines, de mane- ra especial el de Oaxtepec, donde Herndndez hizo la mayor parte de su trabajo de recopilacion y clasi- ficacion. Estos jardines, posiblemente, tuvieron fines algo distintos de los supuestos por los conquistadores espafioles que los hallaron, y por los cientificos que posteriormente EL PRIMER APORT: APROVECHADO NEEM leyeron sus relaciones. En algunos de ellos, la finalidad era simple- mente asegurar una provision constante de plantas de “uso real”; dichas plantas podian ser usadas por su olor, por sus efectos sobre Ia mente, o simplemente por su vista, y no habfa mayor intenci6n cientifica. En otros casos, la inten- cién cra mas mistica, ya que se coleccionaban no solamente plan- tas sagradas, sino también anima- les e inclusive hombres que pudicran tener simbolismo magico (los jorobados, por ejemplo). Uno de los rasgos mas intere- santes de estos jardines boténicos fue que, por lo menos en muchos de ellos, se intent6 cultivar plantas que no eran de la zona, con cl objeto de su estudio y posible adaptaci6n. Por ejemplo, en Oax- tepec se intent6 cultivar el cacao, proveniente del Golfo, y también el hueynactelli, de Cutlatxtlén, ac- tualmente norte de Veracruz. Parece probable que las versio- nes de viajeros primero, y de Her- nandez, de la Cruz y Sahagin después, hayan influido sobre las decisiones de crear jardines boté- nicos en algunas ciudades euro- peas, tales como Padua y Paris. El propio Hernandez debi iniciar al- gunos pequefios viveros, ya que realiz6 estudios sobre los efectos de algunas plantas americanas sembradas en Madrid. Los jardines botdnicos medicinales: Un aporte mexica al Viejo Mundo (Cédice Florentino). 7 1 fenémeno de los jardi- E nes boténicos, pues, pue- de considerarse como un punto de partida para un proceso de interaccién cultural que iba a desarrollarse durante muchos si- glos (hasta llegar a su apogeo en el momento actual), durante el cual se fueron integrando los procesos terapéuticos de Europay el Nuevo Mundo. Las dos corrientes de estos pro- cesos fueron, sin embargo, muy di sfmiles. La que provenia de Europa era dominante y soberbia; venia a “civilizar”. La que se diri- gia de América a Europa, por cl contrario, era callada y modesta, casi subversiva, Uno de los primeroshechos que debi6 sorprender a los observado- res medianamente sensibles fue la gran diferencia entre la posicion que ocupaban los titici en los so- cicdades indigenas, yla que ocupa- ba el médico en Europa. En Europa, si bien la Medicina habfa dado pasos importantes, eran s6lo los facultativos mas me- ritorios los que habfan alcanzado una posici6n social de preeminen- cia. En México, en cambio, el ticit! de la ciudad era miembro de un gremio ilustre, respetado, mien- tras que el médico sacerdotal per- tenccia a los estratos mas enaltecidos. Los médicos espaiioles que lle~ garon un tiempo después de las primeras oleadas conquistadoras fueron, en alguna medida, una au- téntica elite dentro del mismo ejercicio. Es muy probable que ellos hayan observado, no sola- mente la situacién de prestigio de Jos médicos, sino también la exis- tencia de logros innegables en ‘materia de salud, sin importar sise median a través de la falta de cpi- demias, 0 de los resultados de la medicina herbolaria y las otras te Las aplicaciones t6picas ocupaban un lugar importante en la terapéutica herbotaria mexica (Cédice Florentino) 18 Los medicamentos animales. A pesar de que la farmacopea de la mayoria de los pueblos americanos anteriores a Colén se basa ‘en productos de origen vegetal, no hay que pensar que los productos animales, e inclusive minerales, ‘estuvieran vedados. Ya en el pérrafo referente a obstetricia, se dijo que la cola de tlacuache era empleado como ocitécico. Pero no es el tinico caso. Desgraciadamente, muchos de los remedios animales parecen mds asociados con los aspectos ‘mégicos de la terapéutica que con los farmacolégicos, de modo que resulta més dificil establecer su funcién precisa dentro de los tratamientos. En muchos casos, la ingestion de sangre o came de un animal determinado esté concebido para transmitire al tonalli del enfermo alguna caracteristica determinada de dicho animal. El ejemplo clésico es el jaguar, que representaba (dle manera especial para los mayas) la fuerza, la astucia, la agilidad y la ferocidad. Era comin que se recetara a los gobernantes que consumieran carne de jaguar en tiempos de crisis, con el objeto de que no desfallecieran en sus propésitos y mantuvieran sus fuerzas en todo momento. En otros casos, los medicamentes animales se untaban en el cuerpo del paciente. Las partes més ‘empleadas eran la sangre, el cerebro y la piel, pero también los cuernos, las unas y hasta los excrementos de algunos animales tenfan fines terapéuticos. Elandlisis de estos medicamentos tropieza, sin embargo, con/a dificultad ya apuntada: poder distinguir Jo farmacol6gico de lo magico. En el caso de la cola de tlacuache, la accién farmacolégica ha sido claramente establecida; también parece que el excremento de éguila tiene alguna accién eficaz contra Jos dolores del postparto. rapéuticas vigentes. idieran emplearalgun ras qued6 proba- do por la aparicién en las farmacopeas curopeas de algunos productos de claro origen ameri- cano. También parece probable que dichas farmacopeas hayan padeci. do considerables confusiones de nomenclatura, ya que se conocen muchos casos de hierbas america- nas que, de buenas a primeras, aparcecn con un nombre europeo, como fue el caso de la valeriana que, en algin momento de su transplante cultural, qued6 trans- formado en “nardo céltico”. Pero, lo cierto fue que, a partir del siglo XVI, la herbolaria euro- pea se vio enriquecida por aportes provenientes del Nuevo Mundo. Fueron pocos al principio, y en al- gunas ocasiones su éxito dependié de su utilizaci6n por algin médico célebre, o de la curaci6n de algin enfermo igualmente ilustre, como se vera més adelante. No faltaron los fracasos y las decepciones; pero en muchos ca- sos vale la pena preguntarse si és- tas no se hayan debido mas al mancjo que hicieron los médicos europeos de las hierbas, que auna falta de accion farmacol6gica de las mismas. Ya han sido mencionadas las grandes esperanzas pucstas en la zarzaparrilla, a la que, en un pri- mer momento, s¢ le atribuyeron acciones poco menos que milagro- sas. Por supuesto, las acciones mila- grosas no eran reales, pero sf exis- tia un efecto farmacolégico real de la zarzaparrilla que transformé a esta hierba americana en uno de los mejores agentes antisifiliticos previos al salvarsan. Dicho efecto farmacolégico no era directo contra el treponema, sino que se ejercfa a través de una accién estimulante del metabo- lismo que inducia fiebre. Es cono- cida la labilidad del treponema ante el calor, de modo que es facil inferir de qué manera los jarabes de zarzaparrilla, manejados en las dosis vigentes por aquel entonces, pudieran tener un verdadero efec~ to terapéutico. El caso de la vainilla fue similar. La Pharmacographia dc Flickiger y Hanbury, publicada en Inglate- mediados del siglo XIX, dice que la “la vainilla se empleé mu- cho en medicina hace ya tiempo, pero ahora s6lo se vende para per- fumar el chocolate, los dulces, las 19 cremas y los pasteles”. Los mexicas lo usaban cierta- mente para fortalecer el fonalli, generalmente bebido con cacao, y la farmacologla moderna parece darles la raz6n, ya que se le han detectado efectos euforizantes leves, precisamente como obser- varon los titici. La valeriana, en cambio, tenfa efectos reales que fueron répida- mente reconocidos. En un princi- pio se la emple6 como ténico, ya que se le reconocian actividades sumamente intensas, sobre todo en casos de “fiebres adinémicas”, pero con el tiempo se fue limitan- do su empleo, hasta quedar como antiespasmédico, accion en la cual ha demostrado ser un medicamen- to eficaz. Una de sus contraindicaciones residia en que tenfa un sabor bas- El tabaco tante desagradable, problema que no pudo solucionarse hasta media- dos del siglo XIX, con el adveni- miento de las cépsulas de Lehuby. El Arnica, por su parte, fue otro medicamento de uso difundido en Europa, aunque sus empleos no hayan coincidido precisamente con los recomendados por los mé- dicos americanos. En realidad, existe considerable controversia de si el Arnica es de origen americano. Los ya mencio- nados Flickiger y Hanbury, lo ubi- can en Europa Central, sefialando que la “variedad americana se dis- tingue por sus hojas estrechas, casi lincales”. A esta variedad la distin- guen con elnombre de Arnica An- gustifolia. Sin embargo, es llamativo que, a pesar de la aseveracién de que jo como remedio popu- Una de las aportaciones més significativas de! Nuevo Mundo, desde muchos y variados puntos de vista, es el tabaco (Nicotina Tabacum). Enunprimer momento, su uso medicinal entre los europeos fue muy abundante, y fueron muchos quienes pensaron nuevamente ‘en una posible panacea. Monardes describié cerca de 90 usos terapéuticos para el tabaco, y otros médicos también hicieron ‘mucho por difundir su uso. Los conquistadores pudieron comprobar que los pueblos de! Golfo Io utiizaban para reducir el dolor de muelas (se hacian pequefios tapones con hoja de tabaco previamente calentada y se ‘ntroducfa en las cavidades), y otros (siempre del Sureste) prepa- raban una mezcla de infusion de hojas de tabaco verde con jugo de naranja, con el objeto de curar los gases intestinales y los ‘eélicos provocados por los mismos. Los europeos Hlegaron a utilizar la infusion de hojas de tabaco para el allvio de oclusiones intestinales, pero desconfiaron del térmaco por sus efectos secundarios. Flickiger y Hanbury los califican como “demasiado enérgico”, y aseguran que su uso torapéutico iba decayendo en 1870. 20 lar en Alemania, cl érnica no apa- rece en las farmacopeas de Euro- pa hasta principios del siglo XVIII. Los empleos principales del 4r- nica se dan en el tratamiento de contusiones y torceduras. Pero también es recomendado en diver- sas farmacopeas como estimulan- te y ténico, ya en su forma ingerida. Soubeiran, en su Tratado de Farmacia de 1860 advierte, sin em- bargo que la forma tomada pre- senta serios riesgos de sobredosis, con la posibilidad de néuseas, vér- tigos y temblores. Las presentaciones mas comu- nes cran la tintura y el extracto; pero Soubeiran describe una sus- tancia Hamada “arnicina” lograda después de filtrar una solucin acuosa de flores de arnica a través de carb6n activado, hacer una re- disolucién en alcohol y recoger un residuo de consistencia similar ala trementina. La raiz de Jalapa constituye uno de los ejemplos mas claros de la manera en que las confusiones en torno de nomenclatura y la falta de un seguimiento continuo de su uti- lizacién en la farmacopea crean confusiones en torno de la verda- dera historia de la hierba. Esta raiz, acerca de cuyas indi- caciones terapéuticas no hay ma- yores controversias (todas las farmacopeas coinciden en sus cua- lidades de purgante), fue una de Jas muchas estudiadas por Her- nandez, y su incorporacién a los libros de farmacologfa data, pues, del siglo XVII (hay que recordar que Hernandez no fue publicado hasta mucho después de su muer- te). ‘Sin embargo, Soubciran escribe muy categérico, en 1860: “La de- terminacién de la planta que pro- porciona este valioso medicamen- to data de 1827, y se debe al far- mactutico francés Ledanoi Aportatambién Soubeiran lain- formacién de que el principio act vo de la Jalapa puede obtenerse a partir de cuatro plantas diferentes: Exogonium Jalapa, Ipomoea O} zabensis, Ipomoca Turpethum, y Convolvulus Michoacana. La ac- cin de esta filtima fue descrita por Monardes en fecha tan temprana como 1546. Elcaso de la Thuja Occidentalis representa dificultades similares. Hay perfecto acuerdo en el senti- do de que la corteza de este arbol contiene un glucésido muy atil pa- ra combatir el escorbuto, que era precisamente uno de los males mis insistentes y que m4s profun- damente afectaba las tripulacio- nes de los barcos en travesias largas, como las necesarias para acceder al Nuevo Mundo. La lucha contra el escorbuto puede constituir, en realidad, uno de los triunfos cientificos més me- ritorios del siglo XVI. Porque, po- co tiempo después de planteado cl problema en toda su gravedad (el mal ya era conocido, pero fueron los viajes trasatlanticos los que pu- sieron de manifiesto todo su im- pacto), empezaron a surgir métodos tanto preventivos como curativos. Antes de su muerte en 1579, el belga Ronsaens ya habia hablado de los efectos benéficos de los ef- tricos. Pero su conservacion du- rante los viajes largos involucraba problemas, razén por la cual se siguié buscando un producto con caracteristicas similares, pero mas facil de conservar. Lacorteza de la Thuja Occiden- talis cumplfa con este requisito, y de hecho empez6 a utilizarse, pero hubo versiones sumamente en- contradas en torno del origen del Arbol (sibien se reconoce que pro- viene de América del Norte), y en “Adivinaci6n: Los médicos espafioles no comprendieron la medicina mexica por desprenderia de su contexto (Cédice Florentino) torno de qué pueblo autéctono habia descubierto sus secretos. El tépatl, por su parte, le ha dado a Occidente una medicina utilizada con frecuencia. Se trata del arbusto Datura Stramonium, cuyas hojas y granos contienen un alealoide con diversas aplicaciones terapéuticas. Aqui nuevamente se pueden encontrar divergencias entre el uso que solian darle a este alcaloi- de los pueblos americanos,ycl que le encontraron los médicos euro- peos. El dépatl aparece mencionado con cierta frecuencia en relacion con las alucinaciones y los fenéme- nos alucinatorios. En Europa, en ‘cambio, se utiliz6 con insistencia y aparentemente con buenos resul- tados en el tratamiento del asma. Una vez més, sin embargo, hay controversias en torno de su ori- gen, No hay testimonio alguno de que se conociera con anterioridad aldescubrimiento de América, pe- ro durante mucho tiempo se con- sider una planta asiética por el hecho sencillo de que uno de sus nombres ~Datura— parece ser de raiz sdnscrita y aplicada a otras plantas que sf provienen de la In- dia, como Datura Fastuosa, por ejemplo. Flickiger y Hanbury proponen la hipétesis de que es una planta originaria de Europa, més espect- ficamente, de orillas del Mar Cas- pio, pero no aportan mayores pruebas en este sentido. La hipétesis mas defendible in- dica que existen una gran cantidad de variedades de esta especie, al- gunas provenientes del Viejo Mundo, otras del Nuevo, y algunas de Asia, Dioscérides usé algunas de ellas, y registré sus efectos. Lo que sf esta documentado es el paso de Ia hierba a las principa- les metr6polis de Europa durante el siglo XVI; los italianos iniciaron su cultivo, pero fueron los ingleses que le dieron verdadera difusion como antiasmatico. Igualmente, los farmacéuticos ingleses lama- ron la atencién sobre sus riesgos y efectos secundarios. 21 eee Tet raed eguramente una de las controversias cientificas ms speras relacionada con la conquista gir6 en torno del origen de Ia sifilis, Durante mu- chos afios se debatié silos espaiio- les trajeron la enfermedad al Nuevo Mundo, o sila levaron de regreso a Europa. En realidad, la siffilis ha sido una ‘enfermedad vergonzante, que ha llevado a las autoridades cientifi- cas de muchos paises a realizar es- fuerzos sensibles por ubicar su origen en otros. 22 S El hecho de que la primera epi- domia de sifilis haya tenido lugar poco después del descubrimiento de América por los europcos, hizo mucho por fortalecer la teorfa de que el padecimiento provenia del Nuevo Mundo. El esquema epidemiologico que crearon los médicos de princi- pios del siglo XVI fue el siguiente: os marineros de Col6n trajeron el ‘Treponema Pallidum a Barcelona, donde se produjo el primer foco del “mal de bubas” (“sifilis” es un término culto que data del siglo XIX): soldados barceloneses en- viados a N4poles habrian sido los iniciadores de la primera verdade- ra epidemia europea del mal en esa ciudad, Gonzalo Fernandez de Oviedo, un historiador espafol de méritos muy discutido fue el primero en formular por escrito la acusacién en torno del origen americano de la sifilis. Existen, sin embargo, testimo- nios contempordneos que pon- drian en duda su afirmaci6n. Por una parte, a juzgar por las medidas terapéuticas y preventivas toma- das, parecerfa que se trataba de una enfermedad ya conocida. Se conocia su mecanismo de propa- gacion y los médicos militares te- nfan ya recursos para tratar de circunscribir su propagaci6n. Por otra parte, existen indicios de sifilis en Europa anteriores al iaje de Colon. Francisco de Asfs Flores, en su monumental obra Historia de la Medicina en México, cree detec- tar alusiones a la sifilis en diversos pasajes de la Biblia, ¢ incluso cree que David era victima de la enfer- medad. En su libro De Natura Mulieri~ bum, Hipécrates hace descripcio- nes de cuadros que s6lo pueden definirse como sifiliticos, y Avice- na también describe un “chancro universal” muy difundido en el Medio Oriente. Y como esos, hay muchos indi- cios mas en la historia anterior a 1492, Flores especula que 1a temida lepra biblica pudiera ser en reali dad a sifilis con otro nombre. Este razonamiento justificarfa el desco- munal temor al contacto que ins- piraban los leprosos de la antigiiedad, cuando la lepra tal co- mo se conoce ahora no es un mal extremadamente contagioso. Ahora bien, estudios paleopa- tlogos han demostrado la exis- tencia de infecciones por trepo- nema en América desde antes de la llegada de los espaiioles, si bien no existen indicios de que se ha- yan producido aqui epidemias comparables con el brote napoli- tano. Otro aspecto que también hizo pensar en un posible origen ame- ricano de la sifilis fue el hecho de que los mexicas hubieran estudia- do la enfermedad y tuvieran, no uno sino varios remedios. Es ee S|! a! an |S Teacatlipoca, dios que provocaba el castigo de la locura (Cédice Borgia) Ya se han mencionado los efec- tos terapéuticos de los jarabes de zarzaparrilla; pero también los médicos espaioles lograron resul- tados muy positivos con la admi- nistracién de raspados cocidos de palo santo, 0 guayaca, 0 guayacén (Guaiacum Officinale). Lamedicacién americanaresul- taba mas eficaz, y a la vez mucho menos peligrosa que las aplicacio- nes locales de ungiientos de mer- curio combinados con tomas de preparados del mismo metal por via oral. Eladvenimiento de estos medi- camentos americanos provocé una verdadera divisi6n cn escuclas en lo que se refiere a la terapia antisifilitica, con la “avanzada” constituida por los médicos de Carlos V y luego de Felipe II, por- tadores de las nuevas hierbas y los “reaccionarios” europeos, que du- rante cierto tiempo se aferraron al mercurio. Investigaciones posteriores de los médicos franceses permitieron establecer que el palo santo, inge- rido a concentraciones mucho ma- yores, podia ser un tratamiento eficaz contra las afecciones reu- miticas, Elya citado Soubeiran re- comienda tisanas de 30-60 gramos de raspaduras de palo santo para la sifilis, y de 200 a 500 gramos para eltratamiento de losmales reumé- ticos. Una hip6tesis alternativa sefia- lala posibilidad de que el trepone- ma presente en América no fuera el mismo, sino una variedad muta- da del germen europeo, que expli- carfa la extraordinaria virulencia de su ataque en Napoles y la apa- rente falta de defensas de la solda- desca en ese lugar. Esto no puede probarse a cien- cia cierta, ya que desde el punto de vista de la paleopatologfa la lesion por treponema es genérica, pu- diendo corresponder a sifilis, frambesia, u otra variedad de in- feccién. Por diltimo, queda la reflexion de que la ausencia de epidemiasen América podria quedar explicada por la vida sexual mas ordenada y menos reprimida de los indigenas Xochipilli (Cédice Matritense) [La partera, con conocimientos avanzadas, también era tit! (CAdice Florentino) ‘en relacién con los europeos de! siglo XVI. El paludismo, por su parte, re- presenté en determinado momen- to un fendmeno inverso al de la sifilis. Esta enfermedad, inexisten- te en el Nuevo Mundo, fue traida supuestamente desde Africa por Ios esclavos que los europeos tra- jeron en grandes cantidades con el objeto de impulsar con mano de obra barata su colonizaci6n. Este modelo teérico se tamba- Jea cuando se len a los cronistas de la Colonia que hablan insisten- temente sobre los tratamientos in- digenas para ficbres tercianas y cuartanas. Por supuesto, esta descripci6n podria corresponder a alguna otra enfermedad tropical, pero resulta sumamente llamativo que elreme- dio por excelencia contra el palu- dismo, practicamente hasta Comer came podia otorgar las cualidades dominantes del animal que se tratara (Cédice Florentino) 24 nuestros dias, provenga de la far- macopea indigena del Nuevo Mundo. ¢Fue la quina un aporte mexica- no? La historia més detallada y ex- plicita del ingreso de la quina en el mundo y el uso cientifico curo- peos, tiene sus origenes en Perd. Aparentemente, el corregidor de Loja habria padecido paludismo y se habria puesto en manos de los ‘curanderos locales, quienes lo ha- brian curado transitoriamente me- diante la administracin de unos polvos obtenidos de triturarla cor- tezade un 4rbol local. El funciona- rio, conocedor de que la esposa del virrey padecia también de tercia- nas y cuartanas, le habria enviado una provisién abundante de su medicamento milagroso, que tam- bién habria surtido efecto. La falla en este relato es que se produce entre los afios 1630 y 1640 aproximadamente, cuando ya se tenian noticias del uso por parte de médicos espaiioles del polvo de Ja quina. Si esto es cierto, entonces co- bran vigencia todas las teorfas al- ternativas sobre el origen de la quina, entre ellasla que afirma que es originaria de México o Centroa- mérica. Lo que resulta més notable es que la quina (Psoralea Pentaphy- Ila) no es un simple antifebril, sino una droga con una accién muy compleja, dos de cuyos mecanis- ‘mos son especificos contra el palu- dismo: la inhibicion del musculo- esquelético, con la consiguiente reduccién de los temblores, y la agresion contra una etapa del de- sarrollo del plasmodio. EI ya citado Flores afirma que los médicos precolombinos tenfan conocimiento de las ficbres inter- mitentes, pero no afiade suficien- te informacién como para permitir dilucidar si se trataban, efectiva- mente del paludismo o de alguna otra enfermedad andloga. Lo que informa se refiere a la periodicidad de las fiebres.ya que las divide en cotidianas, tercianas y cuartanas hecho que sugeriria paludismo, pero esto no basta para definir con precision el mal, y deja abierta la posibilidad, sugerida por otros es- tudiosos, de que habrian existido en América otras variedades de plasmodios, menos virulentos que el Plasmodium Faleiparum, respon- sable del paludismo moderno. En lo que se refiere aloshierbas utilizadas para tratar estas fiebres, Flores habla de la raiz del chatal- Iuic, del yautil y de la texaxapo- también menciona la quina, pero seguida de un signo de inte- rrogaci6n, que hablarfa de la duda del autor sobre la utilizacion de este firmaco. Un aspecto importante, pero que no menciona ningin texto ni testimonio, es la funcién del mos- quito como vector de la enferme- dad, factor probablemente desco- nocido y no tratado. 25 a conclusi6n ineludible I que surge del andlisis de Ia medicina indigena pre- ysu confrontacién con la ina europea, es que el pre- juicio domind al interés cientifico perdiendo asf el enriquecimiento de la integracion, Es fécil comprender que, en los primeros momentos de la Con- quista, no se encontraron los hom- bres més idéneos para lograr esta ‘egracién. Los recién legados eran bésicamente militares, que venfan a someter a un pueblo al que consideraban salvaje, con el prejuicio adicional de que cran pa- ganos, cosa que introducfa un nue vo elemento de suspicacia, ya que muchos de sus éxitos terapéuticos debieron ser atribuidos a la magia yal paganismo. Pero, transcurrido el tiempo legados los hombres de ciencia (de los cuales Hernéndez sélo fue el ejemplo més conspicuo), tam- poco se decidié Europa a aprove- char el innegable caudal de ‘conocimientos y disciplinas de los médicos locales que, en algunos terrenos, superaban ampliamente ala Europa de su tiempo. %Cuél fue la raz6n de esta difi- cultad? GPor qué la medicina de la autodenominada civilizacién se ‘mostr6 tan renuente a aceptar los aportes de la considerada salvaje, por mas que existian ejemplos de su eficacia? 26 La respuesta mas razonable a estas preguntas parece ser que el médico europeonuncallegéacom- prender ni a aceptar las grandes diferencias de concepciones exis- tentesentre élysu colegaindigena. Hay quienes afirman que esta incomprensién radicaba en el con- tenido magico y religioso de los procedimientos americanos. Un devoto catélico no podia accptar que los rituales y los conjuros pa- ‘ganos, junto con una serie de artes adivinatorias que acomopafiaban las terapias, pudieran tener lugar en la practica médica. Pero esto parece simplista, por- La cinigia mexica aceptaba sélo la reparacién de Srganos (Cédice Florentino) que los propios sacerdotes, en mu- chos casos, supieron hacer una fusion de los elementos espiritua- les paganos y cristianos con el ob- jeto de utilizarlo para sus propios fines de propagacién de su fé. Lo que resulta mas profundo, y probablemente més dificil de asi- milar, es el hecho de que todos los pueblos de América tuvieran una concepcién totalmente diferente de la salud y la enfermedad de la que tenfan los europcos. Ya se ha hablado de la sacraliza- cién del cuerpo humano que ha- cfan las religiones americanas frente al relativo desdén que ma- nifestaba en este aspecto el cristia- nismo, pero en realidad las diferencias iban mucho mas lejos. El caso de la locura resulta ilus- trativo: para el eristianismo del si- glo XVI, los enfermos mentales estaban posefdos por el demonio y debian ser marginados y frecuen- temente castigados; la concepeién prehispénica, en cambio, no atr buia Ia locura a la posesién sino a un cambio en el corazén Se recordaré que los mexicas consideraban un eje canalizador de energia entre el cerebro y el coraz6n, de modo que una modi ee 2 ‘caci6n de este Gltimo 6rgano debia ‘La sesién terapéutica: Elementos farmacologicos, reg genorar conductas anémalas. ‘mégicos para recuperar la salud (Cédice Florentino). Lo més importante de esta con- Las trepanaciones: éUn intento de neurocirugia? En distintas zonas de México han sido descubiertos créneos trepanados, pero las mayores concen- traciones de los mismos se encuentran en tres zonas: Tiatilco, en el Disitrito Federal; Montealban y Montenegro, cerca de Oaxaca; y en las ruinas mayas cercanas @ Chiapa de Corzo y en Palenque. Elexamen de los créneos demuestra que las intervenciones fueron hechas cuando el paciente estaba todavia vivo, y algunos autores sostienen que vivié por lo menos varios dias después de realizadas. Diversos autores han estimado una sobrevida de varios meses de pacientes trepanados, y sugieren que podian ser causas posibles para esta cirug/a la hipertension intracraneana, las heridas en las que ‘hubieran quedado esquirlas de hueso, y posiblemente algunos tumores. ‘Se distinguen dos técnicas claramente diferenciadas. En la gran mayoria de créneos, la trepanacién se ha hecho por desbaste, pero algunos de ellos se han hecho con una broca hueca, extrayendo un pedazo de hueso. Enel resto de América se han encontrado también créneos trepanados por el método de desbaste 0 raspado, fécilmente distinguible por los bordes en bisel del agujero. Pero la trepanacién con broca parece haber sido exclusiva de México. ‘No se sabe cual era el objetivo buscado por las trepanaciones, pero los restos indican que se trata de una practica muy antigua, que ya habla ca/do en desuso cuando llegaron los esparioles. Ninguno de los cronistas que se ocuparon de cuestiones médicas parece haber recibido comunicacién alguna de la supervivencia de estas précticas en el momento de escribir sus relaciones. EI examen de los craneos, por otra parte, no revela huellas de patologias, lo que hace dudar muy seriamente si tuvieron alguna intencién terapéutica. Parece més probable la hipétesis de que las trepanaciones tenian un fin mégico-religioso, como podia ser dejar escapar un espirituo ente sobrenatural residente en el enfermo. De esta manera, si bien no se puede refutar totalmente la teor’a de que algunas culturas precolombinas hab/an intentado una primitiva forma de neurocirugia, hay muy pocos datos que la apoyen, y si muchos que tienden a contrariaria 27 cepcién, sin embargo, reside en que la locura era considerada co- mo una enfermedad, por ende, el enfermo era un ser digno de trata- miento y cuidado. Y esta actitud resultaba cohe- rente con toda la concepcién me- xica de enfermedad, que abarcaba todo elser humano, incluyendo los 6rganos afectados, la mente, las interacciones sociales y, por su- puesto, la esfera religiosa (que cn muchos casos no era més que un denominador comin totalizador de todos los aspectos de la vida del paciente). En este marco, la parte ritual de las curaciones tenfan una rigurosa l6gica. Elandlisis de los males del cora- z6n también revela la diferencia abismal existente entre una y otra medicina, El coraz6n era para los nahuas el principal centro del ani: mo y el pensamiento, raz6n por la cual la administracin de hierbas con efectos sobre el mésculo car- diaco representaban apenas una parte m{nima del tratamiento. Estasdiferencias,comotodaslas culturales y cosmogénicas que te- nian con los pueblos sometidos, fueron para los conquistadores muestras de una aparente supe~ rioridad de Europa sobre América. sf perdieron, por ceguera his- t6rica y etnocentrismo, la posibili- dad de entender, incorporar © integrar los conocimientos médi- cos de Mesoamérica. S6lo se pre- tendicron aplicarlos recursosen el aspecto estrictamente técnico, landolas por completo de su marco de referencia. Este error, reitera- do en la estructura de pensa- miento occidental, provocé una auténtica pérdida de observaci6n, farmacologia, experiencia clinica y conocimiento en términos de este binomio salud-enfermedad, cuer- po-espiritu, cielo-tierra que es el ser humano. 28 El temascal. Ademés de su uso terapéutico, el temascal cumpita una funci6n purifi- cadora (Cédice Magliabechi). El temascal ocupa un lugar muy importante en la terapéutica prehispénica, ya que responde a un principio curativo muy general ypuede ser dado para una cantidad de condiciones muy diversas. ‘Se trata de una instalacién parecida a un horno de pan muy grande, construido en adobe, en forma de boveda, con una altura aproximada de un metro y medio y un diémetro que no sobrepasa os dos metros. Sus dimensiones, generalmente, estén concebi- das para que dos personas puedan estar dentro. ‘Adosado a este habitéculo se encuentra un horno, y la separa- cién esté construida en alguna pledra porosa, que transmite eff- cazmente el calor. Cuando esta pared se pone al rojo, se le arroja agua, para que ‘empiece a producir el vapor que es la caracteristica sobresaliente de este tipo de “bafio”. ‘Nuevamente, lo mégico se asocia con lo terapéutico de manera intima, porque al principio de depuracién, de expulsion de factores dafiinos, se asocian los efectos del calor himedo. Por regia general, quienes usaban con més frecuencia el temascal eran las embarazadas, pero también se les recetaba a los convalecientes de enfermedades largas, a quienes hablan padecido fracturas o torceduras, a los mordidos por serpientes, alacranes 0 arafias ponzofiosas. Kinat Glaxo Lider en Cetalosporinas ZNT-12/90

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