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ROMAN JAKOBSON ENSAYOS DE LINGUISTICA GENERAL EDITORIAL ARIEL, S. A. BARCELONA ‘Tradvecion de Jose M. PUOL y Jen CaRANES Primera y segunda edicin: 1975 y 1981 (EdicoriaSeix Baral, Barcelona) Primera edicin cen Colecciin Letras Ideas: enero 1984 © 1974: Roman jskobson, Cambridge (Mass) Derechos exlusvos de ediciénen castellano ‘reservados para todo el mado propiedad de le tradccicn © 1984: Editorial Ave, S. A. Cércegs, 270 Barcelona 8 ISBN: B4 344 8372.6 Deepésito legal: B.42.291.1984 Impresoen Espana [Ninguna pase dees publiai, inlaid cl at de coe, pus er epoca aera ‘tunes en mars alguna or ning meio ya sex clare, qumicer meciieo, Ope de ‘gabucin od orp, in permis previode eon. XIV LINGU{STICA Y POETICA APORTUNADAMENTE, los congresos cientificos y los con- gtesos politicos nada tienen en comin. El éxito de une con- vencidn politica depende del acuerdo general de la mayorla © la totalidad de sus participantes. Pero en la ciencia, en la que las discrepancias parecen ser generalmente mds prove- chosas que el acuerdo comin, se desconocen votos y vetos. Las discrepancias ponen al descubierto antinomias y tensio- nes dentro del campo en cuestién y requieren nuevas explo- raciones. Si algo presenta alguna analogia con los congresos ciencificos no son precisamente los congretos politicos, sino las actividades exploratorias de la Antartica: peritos de va- ias disciplinas de todo e mundo se esfuerzan por trazar el mapa de una regi6n ignote y buscar dénde se halfan los ma- yores obstéculos que acechan al explorador, cumbres y pre- cipicios infranqueables. Algo por el estilo parece haber sido la tarea principal de nuestro congreso, y, desde este punto de vista, su labor ha sido un éxito completo, ¢Acaso no nos hemos percatado de cudles son los problemas més cruciales y mds controvertidos? ¢Acaso no hemos aprendido a ajus- tar nuestros cédigos, 2 explicar o incluso a evitar ciertos tér- “Linguistics and poetics”, en T. A. Sebeok, ed., Style in lan- guage (Cambridge, Mass. M. 1. T. Press, 1960). Traduecién de J.C. 347 348 POETICA ‘minos con el fin de salvar malentendidos ante personas acos. tumbradas a otra jerga particular? Estos puntos, creo, estén mis claros hoy que tres dias atrés, sino para todos, para Ia mayoria de Jos participantes en este congreso. Se me ha pedido que hable sucintamente de poética y de su relacién con la lingiifstica. El primer problema de que la poética se ocupa es: cQué es lo que hace que un mensaje verbal sea una obra de arte? Tod ver que el objeto princi. pal de la poética es la differentia specifica del arte verbal en relacién con las demés artes y otros tipos de conducta ver- bal, la poética esté en el derecho de ocupar un lugar preemi- nente en los estudios literarios. La pottica se interesa por fos problemas de la estructura verbal, del mismo modo que el anilisis de la pintura se in teresa por la estructura pictérica. Ya que la lingiifstica es la ciencia global de la estructura verbal, la poética Buede consi- derarse como parte integrante de la lingtifstica. Examinemos os argumentos que se enfrentan a esta pre- tensién. Estd claro que muchos de los recursos que la poé- tica estudia no se limitan al arte verbal. Podemos Teferirnos a Ja posibilidad de hacer una pelicula de Cumbres borrescosas, de plasmar las leyendas medievales en frescos y miniaturas, © poner misica, convertir en ballet y en arte grafico L'apros. midi d’un faune. Pot chocante que pueda parecernos la idea de convertir la Iliada y la Odisea en edmics, algunos rasgos estructut les del argumento quedarén @ salvo a pesar de la Sesaparicién de su envoltorio verbal. Preguntarnos si las ilustraciones de Blake a la Divina Comedia son 0 no apro- piadas, es ya una prueba de que pueden comparatse entre sf artes diferentes, Los problemas del Barroco o de otto estilo histérico desbordan el marco de un solo arte. Al tratar de Ja metéfora surrealista, diffcilmente podrfamos dejar en el olvido los cuadros de Max Ernst y las peliculas de Luis Bu- ftuel, Le chien andalou y L'age d’or. En pocas palabras, mu- chos rasgos poéticos no pertenecen tinicamente « la ciencia Lingiiistica y poética 349 del lenguaje, sino a la teorfa general de los signos, eso 5, a Ja semidtica genecal. Esta afitmacién vale, sin embargo, tanto para el arte verbal como para todas las variedades del lenguaje, puesto que el lenguaje tiene muchas propiedades que son comunes a otros sistemas de signos o incluso a to- dos ellos (rasgos pansemisticos). Asimismo, en una segunda objecién no hallamos nada de Jo que seria especificamente literario: el problema de las re- laciones entre la palabra y el mundo interesa no sélo al arte verbal, sino a todo tipo de discutso, si hay que decir la ver- dad. La lingiifstica may bien podria explorar todos los pro- blemas posibles de la relaci6n entre el discurso y el “univer- so del discurso”: qué es lo que un discurso dado verbaliza, y cémo lo verbaliza. Los valores de verdad, empero, en la medida que son—al decir de los I6gicos—“entidades extra- Jingiisticas®, rebasan sin duda alguna los limites de In poé- tica y de la lingiistica en general, A veces se oye decit que la pottica, a diferencia de la lingiiistica, se interesa por cuestiones de valoracién, Esta separacién de ambos campos, uno de otro, se basa en una interpretacién corriente. pero equivocada del contraste entre la estructura de la poesia y otros tipos de estructura verbal: étos, se dice, se contraponen por su naturaleza “casual”, y carente de intencién, al lenguaje poético, “no casual” ¢ in- tencionsdo. a decir verdad, toda conducta verbal se orienta a.un in, por més que los fines sean diferentes y la conformi- dad de los medios empleados con el efecto buscado sea un problema que preocupa cada dia més a los investigadores de los diversos tipos de comunicacién verbal. Se da una estre- cha correspondencia, mAs estrecha de lo que suelen creer los criticos, entre el problema de la expansién de los fenéme- ros lingiisticos en el tiempo y en el espacio y la difusién espacial y temporal de los modelos literarios. Incluso uae expansién tan discontinua como la resurreccién de poetas atrinconados u olvidados—por ejemplo, el descubrimiento 350 Poetica péstamo y canonizacién consiguiente de Gerard M; Hopkins (m. 1889), la fama tardia de un Lautréamor (m. 1870) entre los poetas surrealistas, y la notable induen. cia del hasta ahora ignorado Cyprian Norwid (m. 1885) en la moderna poesfa polaca—es paralela a la historia de les lenguas normativas, propensas a reavivar modelos caducados, 1 veces largo tiempo en olvido, como ocurrié en el checo lite, ratio, lengua que, hacia comienzos del siglo x1x, propendia a los modelos de! siglo xvr. Desgtaciadamente, la confusi6n terminolégica entre “es. tudios literatios” y “critica” es una tentacién para el esta. dioso de la literatura, para que substituya la descripcién de los valores intrinsecos de una obra literaria por un fallo sub. jetivo, sancionador. La etiqueta “critico literatio” aplicada a un investigador de la literatura es tan errénea como lo se- ria la de “critico gramético (0 léxico)” aplicada a un line giista. La investigacién sintéctica y morfol6gica no puede set suplantada por una gramética normativa, del mismo modo que ningiin manifiesto que esgrima los gustos y opi niones particulares de un critico puede funcionar como su- cedineo de un andlisis cientifico objetivo del arse verbal. No se confunda esta afirmacién con el principio quietista del laissez-faire; cualquier cultura verbal comprende iniciativas normativas, planificaciones, programas. Y, sin embargo, ¢pot qué se hace una neta distincién entre lingtifstica pura y apli- cada, o entre fonética y ortoepfa, pero no entre estudio de la literatura y critica? Los estudios literatios, y la poética como el que més, con- sisten, como la lingiifstica, en dos conjuntos de problemas: sinctonia y diacronfa. La descripcién sincrénica abarca n0 sélo la produccién literaria de una fase dada, sino aquella parte de la tradicién literaria que ha sido vital o se ha revir talizado en Ia fase en cuestién. Asi, por ejemplo, Shakes- peate pot una parte, y Donne, Marvell, Keats y Emily Dick- inson por otra, integran la experiencia del mundo poético in- Lingitistica y postica 351 lés actual, mientras que las obras de James Thomson y Longfellow no pertenecen al conjunto de los valores at- tisticos viables de nuestros dias. Uno de los problemas fundamentales de los estudios sincrdnicos de la literatura lo constituye precisamente la seleccién de los clésicos y su re- interpretacién por parte de una nueva tendencia. La poética sincrénica, al igual que la lingiifstica sincrénica, no debe confundirse con la estética: cada fase establece una discri- minacién entre formas més conservadoras y formas més ia- novadoras. Cada fase contempoténea se experimenta en su dinamismo temporal, asi como, por otra parte, el enfoque histérico, en poética como en lingiistica, se interesa no sélo pot los factores del cambio, sino también por los factores continuds, permanentes, estdticos. Una poética histérica ge- neral, o una historia general del lenguaje, es una superestruc- tura que hay que edificar sobre una serie de descripciones since6nicas sucesivas. El querer mantener la poética aislada de la lingiifstica sélo se justifica cuando el campo de la lingiifstica se restringe més de lo debido, por ejemplo, cuando algunos lingiiistas consi- deran Ia oracién como la construccién analizable suprema 0 cuando el objetivo de la lingiifstica se confina simplemente a la gramética, 0 s6lo a los problemas no seménticos de for- ma exterior, 0 al inventario de los recursos denotativos sin referencia alguna a las variaciones libres. Voegelin ha sefa- lado con toda claridad cudles son los problemas més impor- tantes y més interrelacionados con los que se enfrenta la lingiistica estructural, a saber, una revisién de “la hipétesis monolitica del lenguaje” y un interés por “la interdependen- cia de varias estructuras en el interior de una lengua dada”. Es innegable que para cada comunidad lingifstica, para cada hablante, existe una unidad de lenguaje, pero este cédigo slobal representa un sistema de subcédigos interconexos; cada lengua abarca varios sistemas concurtentes que s¢ ca racterizan por una funcién diferente. 352 Poftica Es evidente que estamos de acuerdo con Sapir en que, en términos generales, “la ideacién es la reina absoluta del lene guaje ... ”,! sin que esta supremacta autorice a la lingtiistieg a que prescinda de los “factores secundarios”. Los elemen. tos emotivos del discurso que, como Joos tiende a creer, no pueden describirse “con un niimero finito de categorias ab. solutas”, él los clasifica “como elementos no lingiiisticos del mundo teal”. De ahi que “para nosotros sean fenémenos vagos, proteicos, fluctuantes, que nos negamos a tolerar en nuestra ciencia”, segiin concluye é12 A decir verdad, Joos ex un brillante experto en los experiments de reduccién, y su insistente exigencia de una “expulsién” de los elementos emotivos “de la ciencia lingiiistica” es un experimento de sreduccién radical: reductio ad absurdum. Hay que investigar el lenguaje en toda la variedad de sus funciones. Antes de analizar la funcién poética, tenemos que defini su lugar entre las demés funciones del lenguaje. Una ‘esquematizacién de estas funciones exige un repaso con de los factores que constituyen todo hecho discursivo, cual- quier acto de comunicacién verbal. El DESTINADOR man- da un MENSAJE al DESTINATARIO. Para que sea operan- te, el mensaje requiere un CONTEXTO de referencia (un “referente”, segiin otra terminologfa, un tanto ambigua), que el destinatatio pueda captar, ya verbal ya susceptible de ver- balizacién; un cOD1GO del todo, o en parte cuando menos, comiin a destinadot y destinatario (0, en otras palabras, al codificador y al descodificador del mensaje); y, por fin, un CONTACTO, un canal fisico y una conexién psicol6gi tre el destinador y el destinatario, que permite tanto al uno como al otro establecer y mantener una comunicacién. Todos estos factores indisolublemente implicados en toda comuni- cacién verbal, podrian ser esquematizados asf: 2 E, Sapir, Language (Nueva York 1921). 3M. Joos, “Description of language design”, JASA, XXII (1939) yor Lingiiistica 'y poética 353 CONTEXTO DESTINADOR MENSAJE —-—dDESTINATARIO conTACcTO copIGo Cada uno de estos seis factores determina una funcién diferente del lenguaje. Aunque distingamos seis aspectos bé- sicos del lenguaje, nos seria sin embargo dificil hallar mensa- jes verbales que satisficieran una tinica funcién. La diversi dad no estd en un monopolio por parte de alguna de estas varias funciones, sino en un orden jerdrquico de funciones diferente. La estructura verbal de un mensaje depende, pri- mariamente, de la funcién predominante. Pero incluso si una cordenacién (Einstellung) hacia el referente, una orientacién hacia el CONTEXTO—en una palabra, la Hamada funcién REFERENCIAL, “denotativa”, “cognoscitiva’—es el hilo conductor de varios mensajes, ef lingiiista atento no puede menos que tomar en cuenta Ja integracién accesoria de las demés funciones en tales mensajes. La llamada funcién EMOTIVA 0 “expresiva”, centrada en el DESTINADOR, spunta a une expresién directa de la ac- titud del hablante ante aquello de Jo que esta hablando. Tiende a producir una impresién de una cierta emocién, sea verdadera o fingida; por eso, el término “emotivo", lanzado Y Ptopugnado por Marty, ha demostrado ser preferible a “emocional”, El estrato puramente emotivo lo presentan en el lenguaje las interjecciones. Difieren del lenguaje referen- cial tanto por su-sistema fénico (secuencias f6nicas peculia- es 0 incluso sonidos inhabituales en otros contextos) como por su funcién sintéctica (no son componentes sino més bien equivalentes de oraciones). “|Pse!—dijo McGinty”: la elo- 3 A. Marty, Untersuchungen zur Grundlegung der allgemeinen Grans- atit und Spracbphilosophie, vol. I (Halle 1908), 354 PoETICA cucién completa del personaje de Conan Doyle consiste en tun sonido africado y otto vocélico. La funcién emotiva, que las interjecciones ponen al descubierto, sazona hasta cierto punto todas nuestras elocuciones, a nivel f6nico, gramatical y léxico. Si analizamos la lengua desde el punto de vista de la informacién que vehicula, no podemos restringir la no- cién de informacién al aspecto cognoscitivo del lenguaje, Un hombre, al servirse de unos rasgos expresivos para paten- tizar su célera o su actitud irénica, vehicula una informacién visible, por més que, de toda evidencia, esta conducta verbal ‘no puede compararse a actividades no semiéticas, como la nutritiva de “comer pomelos” (a pesar del atrevido simil de Chatman), En inglés, la diferencia entre [big] y la prolon- pacién enfética de la vocal [bi:g] es un rasgo lingiifstico convencional, codificado, al igual que la diferencia entre las vvocales breves y largas como en estos pares del checo [vi] ‘vosotros’ y [vis] ‘sabe’, por més que en este tiltimo par la informacién diferencial sea fonémica y en el primero pu: ramente emotiva. Si nos fijamos en las invariantes fonémi- cas, las /i/ e /i:/ inglesas se presentan como simples ve riantes de un mismo fonema, pero si nos fijamos en las uni- dades emotivas, la relacién entre las invariantes y las varian- tes se invierte: la longitud y la brevedad son invariantes que vienen completadas por fonemas variables. Suponet, como hace Saporta, que la diferencia emotiva es un tasgo no lin- Biifstico, “atribuible a Ia transmisién del mensaje y no al ‘mensaje mismo”, reduce de modo arbitrario la capacidad in- formativa de los mensajes. Un antiguo discfpulo de Stanislavskij me relaté que, para su audicién, el famoso director le pidié que construyera cus- renta mensajes diferentes con la expresién segodnja vegerom (esta noche’), a base de diversificar su tinte expresivo. Re- dact6 una lista de una cuarentena de situaciones emociont les, y luego profirié la expresidn susodicha de acuerdo con cada una de estas situaciones; el piblico tenia que distin- Lingitistica y poética 355 guirlas sélo a partir de los cambios de configuracién sonora de estas dos palabras. En. nuestro trabajo de investigacién sobre la descripcién y el andlisis del ruso normativo contem- porneo (bajo los auspicios de la Fundacién Rockefeller), pedimos a este actor que repitiera el test de Stanislavskij. ‘Apuntése una cincuentena de situaciones sobre la base de la misma otacién eliptica e hizo una cincuentena de mensajes correspondientes para grabacién. La mayorfa de los mensa- jes fueron descodificados correcta y debidamente por los oyentes moscovitas, Déjeseme afiadir que todos los procedi- mientos emotivos de esta indole pueden ser facilmente so- metidos a andlisis lingiifstico. La orientacién hacia el DeSTINATARIO, In funcién cowatrva, halla su més pura expresién gramatical en el vocativo y el imperativo, que tanto sintécticamente como morfol6gicamente, y a menudo incluso fonémicamente, se apartan de las demés categorias nominales y verbales. Las oraciones de imperativo difieren fundamentalmente de las oraciones declarativas: éstas, y no aquéllas, pueden ser so- metidas a un test de veracidad. Cuando en la obra de O'Neill, The fountain, Nano (“en un seco tono de mando”) di * ;Bebe!”, el imperativo no puede ser sometido a la pregun- ta “ges o no verdad?”, que muy bien puede hacerse de ora- ciones como “bebi6”, “beberd”, “beberia”. A diferencia de las oraciones de imperativo, las oraciones declarativas pue- den transformarse en oraciones interrogativas: * gbebié?”, * ebeberé?”, “ ebeberia?”. El modelo tradicional del lenguaje, como particularmente Jo elucidara Buhler, se limitaba a estas tres funciones—emo- tiva, conativa y referencial—, y a las tres puntas de este mo- delo: Ia primera persona, el destinador; la segunda, el desti- natario; y la “tercera persona”, de quien o de que se habla. « K, Bubler, “Die Axiomatik der Sprochwissenschaft”, KS, XXVIII (1933), 19:90. 356 POETICA Asi, la funcién mégica, encantatoria, es mas bien una espe- ie de transformacién de una “tercera persona” ausente 0 inanimada en destinatario de un mensaje conativo. “Que se seque este orzuelo, iu, tfu, tfu, Hu” (hechizo lituano)§ Agua, r/o, tey, amanecer! Manda la pena més allé del mar azul, al fondo del mar, como una piedra gris que nunca més pueda salitse de él, que no vuelva més la pena a ser una car- ga para el ligero corazén del siervo de Dios, que la pena se vaya y se hunda” (hechizo de la Rusia septentrional)* “De- tente, oh sol, sobre Gedeén, y td, luna, sobre el valle de Ayalén. Y el sol se detuvo, y quedése quieta la luna ...” (Tos. x.12), No obstante, hemos observado tres factores cons- titutivos més de la comunicacién verbal, con sus tres corres- pondientes funciones lingiifsticas, Hay mensajes que sirven sobre todo para establecer, pro- tongar o interrumpir la comunicacién, pata cerciorarse de que el cana} de comunicacién funciona (“Oye, ¢me escu- chas?”), para llamar la atencién del interlocutor 0 confirmar si su atencién se mantiene (“Bien oiréis lo que dita”, del romanceto tradicional popular—y, desde la otra punta del hilo: “Hal6, hal6”). Esta orientacién hacia el coNTACTO, 0, en términos de Malinowski, la funcién FATIcA,? puede patentizarse a través de un intercambio profuso de férmulas ritualizadas, en didlogos enteros, con el simple objeto de prolongar la comunicacién. Dorothy Parker capté ejemplos elocuentes como éste: —Bueno—dijo el joven. —Bueno—dijo ella 8 V, T. Mansikka, Litawische Zeuberspriiche, FEC N° 87 (1929), v.69, © P.N. Rybnikov, Pensi (Moscé 1910), vol. IIT, pp. 217-5. 7 B. Malinowski, “The problem of meaning in primitive languages": en C. K. Ogden y I. A. Richards, The meaning of meaning (Nueva York y Londres 1953°), pp. 296-336. Lingiiistica y poética 337 —iBueno!, ya estamos—dij 41. —¥a estamos—dijo ella—, everdad? E] interés por iniciar y mantener una comunicacién es tf pica de los péjaros hablantes; Ia funcién fética de! lenguaje es la Gnica que comparten con los seres humanos. Tam- bién es la primera funcién verbal que adquieren los nitfos; Gtos gustan de comunicarse ya antes de que puedan emitir © captar una comunicacién informativa, La I6gica moderna ha establecido una distincidn entre dos niveles de lenguaje, el lenguaje-objeto, que habla de objetos, y el metalenguaje, que habla del lenguaje mismo. Ahora bien, el metalenguaje no es nicamente un utensilio cientifico ne- cesatio, que légicos y lingiiistas emplean; también juega un papel importante en el lenguaje de todos los dfas. Al igual que el Jourdain de Molitre, que hablaba en prosa sin saber- Jo, practicamos el metalenguaje sin petcatarnos del carécter metalingiifstico de nuestras operaciones. Cuando el destina- dor y/o el destinatario quieren confirmar que estén usando el mismo cédigo, el discurso se centra en el cOv1G0: tonces realiza una funcién METALINGUSSTICA (es0 es, de glosa). “No acabo de entender, ¢qué quieres decit?”, pre- gunta el destinatario. Y el destinador, anticipéndose a estas Preguntas, pregunta: “¢Entiendes lo que quiero decir?” Imaginemos un didlogo exasperante como el siguiente: —AI repelente le dieron calabazas. Qué es dar calabazas? —Dar calabazas es lo mismo que catear. =e qué es catear? —Catear significa suspender. —Pero equé es un repelente?—insiste el preguntén, que esté in albis en cuestién de vocabulatio estudiantil. —Un repelente es (0 significa) uno que estudia mucho, 358 POETICA La informacién que vehiculan todas estas otaciones ecus- cionales se refiere simplemente al cédigo léxico del espafc\; su funcién es esttictamente metalingiifstica. Todo proceso de aprendizaje de la lengua, especialmente Ia adquisicién por parte del nifio de la lengua materna, recurse ampliamente a” estas operaciones metalingiisticas; y la afasia puede a me- niudo ser definida como la pérdida de la capacidad de hacer operaciones metalingisticas. ‘Ya hemos sacado a colacién los seis factores implicados en la comunicacién verbal, salvo el mensaje mismo. La orien- tacién (Einstellung) hacia el MENSAJE como tal, el men- saje por el mensaje, es la funcién poxTIcA del lengusje. Esta funcién no puede estudiarse de modo eficaz fuera de los problemas generales del lenguaje, y, por otra parte, la indagacién del lenguaje requiere una consideracién global de su funcién poética. Cualquier tentativa de reducir la esfera de la funcidn poética a la poesia o de confinar la poesia a la funcién poética serfa una tremenda simplifcacién engafiosa. La funcién poética no es la nica funcién del arte verbal, sino sélo su funcién dominante, determinante, mientras que en todas las demds actividades verbales acta como constitur tivo subsidiario, accesorio. Esta funcidn, al promocionar la patentizacién de los signos, profundiza la dicotomfa funda- mental de signos y objetos. De ahi que, al estudiar la fun- cin poétca, la lingistica no pueda limitarse al campo de la poesfa. “gPor qué dices siempre Ana y Marla y nunca Maria y And? ZAcaso quieres més a Ana que a su hermana geme- a2”, “No, lo que ocurre es que suena mejor”. En una se- cuencia de dos nombres coordinados, mientras no haya in- terferencia de cuestiones de rango, la precedencia del nom- bre més corto cae mejor al hablante, como una confgure- cién bien ordenada del mensaje de que él no puede dar cazén. Una muchacha solfa hablar del “tonto de Antonio”. Lingiltstica y poética 359 “Por qué tonto?”, “Porque le desprecio”. “Pero, ¢pot qué no ridiculo, desagradable, payaso, simplén?”. “No sé, pero fonto le cae mejor”. Sin saberlo, aplicaba el recurso poético de ta paronomasia. El eslogan politico I like Tke (/ay layk ayk/) es de es- tractura esquemética, consistente en tres monosilabos, con tres diptongos /ay/, cada uno de los cuales viene seguido simétricamente de un fonema consonéntico /..1.-k..k/. ‘La conformacién de Jas tres palabras presenta uns variacién: no se da ningin fonema consonéntico en la primera palabra, dos cercan el segundo diptongo, y hay una consonante final en el tercero, Ya Hymes habfa notado un parecido niicleo Zay/ dominante en algunos de los sonetos de Keats. Los dos célones de la £Semula trisilébica “T like / Tke” riman entre sf, ya segunda de las dos palabras timantes estd plenamente in- cluida en la primera (rima en eco): /layk/ — /ayk/, imagen paronomistica de un sentimiento que recubse totalmente a su objeto. Ambos fragmentos forman alitetacién entre si, y el primero de los dos términos aliterantes esté incluido en el segundo: /ay/— /ayk/, imagen paronomstica del sujeto amante encubietto por el objeto amado. La funcién secun- daria, poética, de este eslogan electoral refuerza su contun- dencia y su efcacia. Como ya dijimos, el estudio lingiistico de la funcién poé- tica tiene que rebasar los Kites de la poesfa, al mismo tiem- po que Ia indagacién lingiistica de le poesta no puede limi- tarse a la funcién poética. La poesia épica, centrada en la tercera persona, implica con mucha fuerza la funcién refe- rencial del Ienguaje; Ia lirica, orientada a la primera perso- na, estd intimamente vinculada con Ja funcién emotiva; la poesia de segunda persona est embebida de funcién conati- va y es 0 bien suplicante o bien exhortativa, segiin que la primera persona se subordine a la segunda o la segunda a la primers. ‘Ahora que nuestra tépida descripcién de las seis funcio- 360 Pofrics nes basicas de la comunicacién verbal est mas o menos com. pleta, podemos completar nuestro esquema de los factores fundamentales con un esquema correspondiente de fun- ciones: REFERENCIAL EMOTIVA POETICA CONATIVA FATIGA METALINGUISTICA ¢Cuél es el criterio lingiifstico empirico de la funcién poé- tica? En particular, gcudl es el rasgo indispensable inherente en cualquier fragmento poético? Para contestar a esta pre- gunta, tenemos que invocar los dos modos bdsicos de con- formacién empleados en la conducta verbal, la selecci6n y la combinacién. Supongamos que nifio sea el tema del mensaje. El hablante elige uno de los nombres disponibles, més o me- nos semejantes, como nifio, rapaz, muchacho, peque, todos ellos equivalentes hasta cierto punto; luego, para decir algo de este tema, puede seleccionar uno de los verbos seménti- camente emparentados: duerme, dormita, cabecea. Las dos palabras escogidas se combinan en la cadena discursiva. La seleocién se produce sobre la base de Ja equivalencia, la se- mejanza y desemejanza, la sinonimia y la antonimia, mien- tras que la combinacién, Ia construccién de la secuencia, se basa en la contigiiidad. La funcién poética proyecta el prin- cpio de la equivilencia del eje de seleccién al eje de combi- nacién. La equivalencia pasa a ser un recurso constitutivo de la secuencia. En poesia, una sflaba estd en relacién con cual- quier otra sflaba de la misma secuencia; todo acento de pala- bra se supone que es igual a cualquier otto acento de pa- Tabra, asf como toda tona es igual a cualquier otra dtona; linde verbal igual a linde verbal, falta de linde verbal igual a Lingiiistica y poética 36r falta de linde verbal; la pausa sintéctica es igual a otta pau- sa sintéctica, Ia falta de pausa, a otra falta de pausa. Las si- labas se convierten en unidades de medida, y lo mismo ocu- mre con las motas 0 los acentos, Si se objeta que también el metalenguaje hace un uso se cuencial de unidades equivalentes al combinat expresiones sinénimas en una oracién ecuacional: A=A (“Yegua es la hembra del caballo”), disemos que la poesia y el metalen- guaje estén diametralmente opuestos: en el metalenguaje la secuencia se emplea para construir una ecuacién, mientras que en poesia la ecuacién se emplea para construir una se- cuencia, En poesia, y hasta cierto punto también en las manifesta- ciones latentes de 1a funcién poética, las secuencias, delimi- tadas pot lindes verbales, se vuelven conmensurables, tan- to si se estima que estén en relacién de isocronia como de gradacién. Ana y Maria nos revels el principio poético de la gradacién sildbica, el mismo principio que en las cadencias de 1a épica popular setbia ba sido clevado a rango de ley obligatoria.* Si sus dos palabras no fueran dactilicas, es muy dificil que la combinacién “innocent bystander” se hubiera convertido en un cliché. La simetria de tres verbos disilabi- os, con una misma consonante inicial y con idéntica vocal final, ponia de real el lacénico mensaje victorioso de César: Veni, vidi, vici. La medicién de las secuencias es un recutso que, fuera de Ia funcién poética, no halla aplicacién en Ja lengua, Sélo en poesia, con su reiteracién regular de unidades equivalentes, se experimenta el tiempo de la fluencia lingifstica tal como ceurse—eitanda otto modelo semidtico—con el tiempo mu- sical. Gerard Manley Hopkins, eminente investigador de \a ciencia del lenguaje poético, definia al verso como un “dis- 8 T, Maret, “Metrika narodnih nathih piesama”, Rad Yugoslavenke Akademije (Zagreb 1907), pp. 168, 170. 362 Poética curso que en parte o totalmente repite una misma figura £6. nica”® La pregunta que luego se hacia Hopkins: “2Es todo ‘verso poesfa?”, puede responderse claramente tan pronto como la funcién poética deja de limitarse arbitrariamente al dominio de la poesia. Los versos mneménicos como “Trein- ta dfas tiene noviembre”, los ripios de la propaganda mo- derna y las leyes versificadas de la Edad Media, mencionadas por Lotz, o finalmente los tratados cientificos sénscritos en verso, que en Ia tradicién india se distinguen claramente de Ia auténtica poesta (kavya), todos estos textos métricas se sirven de la funcién poética sin atribuir, empero, a esta funcién el papel obligatorio, determinante, que ejerce en poesia. Asf, el verso sobrepasa efectivamente los limites de la poesfa, al mismo tiempo que el verso implica siempre una funcién poética. Y si, segtin parece, ninguna cultura huma- na ignora la versificacién, sf se dan muchos modelos cultu- rales que ignoran el “verso aplicado”; pero incluso en aque- Ilas culturas que poseen tanto el verso puro como el verso aplicado, este wltimo se presenta como un fenémeno secun- datio, indudablemente derivado. La adaptacién de los me- dios poéticos para algiin que otro propésito heterogéneo no oculta su esencia primaria, as{ como los elementos del len- guaje emotivo, cuando se usan en poesfa, guardan avin su fe emotivo. Un obstruccionista* puede recitar el Hig- watha porque es un texto largo, por més que la poeticidad continte siendo la intencin primaria del texto en sf. Es evi- dente que la existencia de los anuncios en verso, con miisica ¢ imagenes, no separa los problemas de la forma métrica, mu- # G.M. Hopkins, The journals and papers, ed. por H. House (Lon- es 1958). : © Obstruccioniste traduce el sEemino inglés filibuster, que en la jerga poltice norteamericana se aplca a quien, con objeto de hacer post ida, ocupa la tribuna del Senado todo el tiempo posible hablando de cualquier cosa para que sea materialmente imposible presentar o defen der Una mocibn. Lingiitstica y poética 363 sical y pictérica, del estudio de la poesia, la miisica y las be- Ilas artes. En resumen, el andlisis del verso se halla por entero den- tro del campo de la postica, que podemos definir como aque- lla parte de la lingtifstica que trata de la funcidn poética en sus relaciones con las demds funciones del lenguaje. La poé- tica, en ef sentido lato del término, se ocupa de la funcién pottica no sélo en poesfa, en donde la funcién se sobrepone a las demés funciones de la lengua, sino también fuera de la poesfa, cuando una que otra funcién se sobrepone a la fun- cién poética, La “figura fnica” reiterada, que Hopkins consider6 como principio constitutivo del verso, puede especificarse ain més. Una figura semejante siempre utiliza por lo menos una (0 més de una) oposici6n binaria entre una prominencia rela- tivamente alta y una prominencia relativamente baja, puestas de relieve por las diferentes secciones de la secuencia fo- némica. En el interior de una silaba, 1a parte silabica més promi- nente y nuclear, la que constituye la cumbre de la sflaba, se copone a los fonemas menos prominentes, marginales, asilé- bicos. Toda sflaba contiene un fonema silébico, y el intervalo entre dos fonemas sildbicos sucesivos es siempre en algunas lenguas, y en otras mayoritariamente, levado a cabo por me- dio de fonemas marginales, asilébicos. En la llamada versifi- cacién silébica, el ntimero de fonemas silébicos en una cadena métricamente delimitada (unidad de duracién) es una cons- tante, mientras que la presencia de un fonema asilabico 0 un conglomerado de dos fonemas sildbicos en una cadena métri- aes s6lo una constante en las lenguas con repeticién inevita- ble de fonemas asildbicos entre los silsbicos, y, asimismo, en aquellos sistemas métricos en los que el hiato est prohibido. Otra manifestacién de la tendencia hacia un modelo silabico uniforme consiste en evitar las silabas cerradas al final de verso, como podemos ver, por ejemplo, en las canciones épi- 364 Poftica cas serbias, El verso silibico italiano manifesta una tenden- cia a tratar una secuencia vocélica no separada por fonemas consonanticos como una sola silaba métrica.”? En algunos sistemas de versifcacién, la silaba es la tinica unidad constante de medicin del verso, y un limite grama- tical es la sola linea constante de demarcacién entre secuen- cias medidas, mientras que en otros sistemas las silabas son icotomizadas a su vez en més menos prominentes, y/o se distinguen en ellos dos niveles de limite gramatical en su fun- cign métrica, las lindes de palabras y las pausas sintécticas, Exceptuando las variedades del llamado verso libre, que se basen exclusivamente en una conjugacién de entonaciones y pausas, todo metro emplea Ia sflaba como unidad de me- ddida, cuando menos en algunas secciones del verso. Ast, en el verso puramente acentual (sprung rhythm ‘ritmo sacu- dido’, en términos de Hopkins), el nimero de sflabas del tiempo débil (Ilamado slack ‘blando’, por Hopkins) puede ser variable, pero el tiempo fuerte (ictus) no contiene nunca més, de una sola silaba, En todo verso acentual, el contraste entre los grados de prominencia se consigue por medio de stlabas sujetas a acen- to frente a silabas inacentuadas. La mayorfa de sistemas acen- tuales operan primariamente con el contraste entre silabas con y sin acento de palabra, pero algunas variedades de verso acentual usan acentos sintacticos o de frase—aquellos que Wimsatt y Beardsley califican de “ acentos principales de las palabras principales” y que en calidad de prominentes es- tén en oposicién a las silabas que carecen de un tal acento sintéctico principal. En el verso cuantitativo (“cronémico”), las sflabas, largas y breves, se contraponen como més prominentes a menos prominentes. Este contraste esta generalmente a cargo de na- A. Levi, ‘Della versficazione sna”, AR, XIV (1930), secs Lingitistica y poética 36 cleos silébicos, fonémicamente largos y breves. Pero en los modelos métricos, como en el griego clisico y en el arabe, que equiparan la cantidad “por posicién” a la cantidad “por naturaleza”, las sflabes mfnimas que consisten en un fonema consonéntico y una vocal de una mora se contraponen a las sflabas con excedente (una segunda mora o una consonante final) como silabas més simples y menos prominentes con- trapuestas a las mas complejas y prominentes. Todavia queda pendiente la cuestién de si, ademés del verso acentual y cronémico, existe un tipo de versificacién “tonémico” en las lenguas que se sirven de diferencias de entonacién sildbica para distinguir la significacién de los vo- cablos.!! En Ia poesia clésica china, las sflabas con modu- lacién (en chino ¢sé, ‘tono encorvado’) se oponen a las sila- bas no moduladas (p'ing, ‘tono enhiesto’), por més que apa- rentemente esta oposicién tiene como sustrato un principio cctonémico, como ya Polivanov sospeché" y netamente in- terpreté Wang Li; en la tradicién métrica china, los tonos enhiestos parecen estar en oposicién a los tonos encorvados como las cumbres sildbicas largas a las breves, de manera que el verso se basa en Ia oposicién entre longitud y bre- vedad. Joseph Greenberg me llamé la atencién sobre otra varie- dad de versificacién tonémica: el verso de las adivinanzas efik basadas en el rasgo de nivel (level feature). En el ejem- 11 R, Jakobson, O éeiskom stixe preimuigestvenno v sopostavlenii s ‘usin, Sbotiki po Tet Pobiceskogo Jyka N° (etn y Mos oi 1925), 48 J, L, Bishop, “Prosodic elements in T'ang poetry”, en In University Conference on Oriental. Western Literary Relations Hill 1955). 33 E.D, Polivanov, *O metrieskom xarahtere kitaskogo stixosloie- nija”, DRAN Seria V (1924), 1368. 14 Wang Li, Hani Sbili:brieb (La versicacién china] (Shang: hai 1958) pel 366 PoETICA plo citado por Simmons,"* preguntas y respuestas forman dos octosflabos con una distribucién pareja de tonos silébi- 08 a{ltos) y b(ajos); en cada hemistiquio, ademés, las sti mas tres de cada cuatro silabas presentan un modelo toné- mico idéntico: beab/aaab|ibach/aaabll. Si la versificacién china resulta ser una variedad peculiar de verso cuantitativo, el verso de las adivinanzas efik est4 vinculado al verso acen- tual comin por una oposicién de dos grados de prominencia (fuerza 0 altura) del tono vocdlico. Asf pues, un sistema métrico de versificacién sélo puede basarse en la oposicién de cumbres y pendientes silabicas (verso silébico), en el ni- vel relativo de las cumbres (verso acentual), y en la longitud telativa de las cumbres silébicas 0 de la sflaba entera (verso cuantitativo). En los manuales de literatura a menudo nos tropezamos con una supersticiosa tergiversacién del silabismo, entendido como un simple recuento mecénico de silabas, en oposicién 4 la vibrante pulsacién del verso acentual, No obstante, si examinamos los metros binarios de Ia versificacién estricta- mente silébica y, al mismo tiempo, de Ia versificacién acen- tual, observaremos dos sucesiones homogéneas de cumbres y_de valles ondulantes. De estes dos curvas ondulantes, la silabica lleva fonemas nucleares en su cumbte y, generalmen- te, fonemas marginales en la depresidn. Por regla general, la curva acentual superpuesta a la curva sildbica alterna sflabas, acentuadas inacentuadas, respectivamente en las cumbres y en las depresiones. ‘A modo de comparacién con los metros ingleses, que he- mos examinado en detalle, pondré a la consideracién de us- tedes las formas rusas de verso binario, que han sido some- tidas estos dltimos cincuenta afios a un examen en verdad exhaustivo."® Se puede describir ¢ interpretar la estructura 15 D, C. Simmons, “Specimens of Efik folklore”, Folklore (1955), pa 228. 18 K, Taranovski, Ruski dvodeln ritmovi (Belgrado 1955) Lingitistica y poética 367 del verso enteramente en términos de probabilidades conca- tenadas. Ademis de la linde de palabra obligatoria entre los vversos, que es una invariante de todo metro ruso, en el mo- delo clisico del verso silébico acentual ruso (“silaboténicos”, en la nomenclatura indigena), percibimos las constantes si- guientes: (1) el niimero de sflabas del verso, desde su prin- cipio hasta el tltimo tiempo marcado, es estable; (2) este mismo tiltimo tiempo marcado siempse comporta un acento de palabra; (3) una silaba acentuada no puede coincidit con el tiempo no marcado si una silaba inacentuada realiza un tiempo marcado de la misma unidad verbal (de modo que tun acento de palaba s6lo puede coincidir con un tiempo no marcado si pertenece a una unidad verbal monosilébica). Ademis de estas caracteristicas, que son. obligatorias para cualquier verso compuesto en un metro dado, hay tasgos que muestran una alta probabilidad de repetirse sin estar constantemente presentes. Ademés de las sefales que cierta- mente se repetirén (“probabilidad uno”), las sefiales probla- blemente repetibles (" probabilidades inferiores a uno”) en- tran también a formar parte de la nocién de metro. Sirvién- donos de la descripcién de Ia comunicacién humana dada por Cherry,!" podriamos decir que el lector de poesia muy bien “puede ser incapaz de referir unas frecuencias numéri- cas” a los elementos constitutivos del metro, pero en la me- dida en que perciba la forma del verso, se percatard incons- cientemente de su “orden jerdrquico”. En los metros binarios rusos, todas las sflabas impares, a contar desde el Gitimo tiempo marcado—en una palabra, to- dos los tiempos no marcados—, estén por lo comin a cargo de silabas inacentuadas, excepto un poscentaje muy reduci do de monosflabos scentuados. Todas las silabas pares, @ contat una vez més desde el Gltimo tiempo marcado, exhiben una preferencia perceptible por las silabas que estén bajo 17 C. Cherry, On buman communication (Nueva York 1957) 368 POETICA acento de palabra, pero las probabilidades de su ocutrencia estin distribuidas de modo desigual entre los tiempos mar. cados sucesivos del verso. Cuanto més alta es la frecuencia telativa de los acentos de palabra en un tiempo marcado dado, tanto mas baja seré la proporcién exhibida por el tiem. Po aarcado precedente. Puesto que el tltimo tiempo man. cado lleva siempre acento, el tiempo marcado inmediato al ‘iltimo es el que da el porcentaje més bajo de acentos de Palabra; en el tiempo marcado precedente, sti ntimero es atin elevado sin llegar al maximo, conseguido por el tiempo mar- cado final; un tiempo marcado adelante, hacia ef principio del verso, y el niimero de acentos baja una vex més, sin lle gar al mfnimo del tiempo marcado inmediato al iiltimo; y asf sucesivamente. De este modo la distribucién de los acen- tos de palabra entre los tiempos marcados de un verso, el quiebro entre tiempos marcados fuertes y débiles, crea una curva ondulatoria regresiva superimpuesta a la alternancia Lingitistica y poética 365 fiuctuante de tiempos marcados y tiempos no marcados. De paso, se nos presenta wna interesante cuestién de la relacién centre tiempos marcados fuertes y los acentos de frase. Los metros binarios rusos revelan una composicién es- tratificada de tres curvas ondulatorias: (I) alternancia de nt- cleos y margenes silébicos; (I1) divisién de micleos silabi cos en tiempos fuertes y débiles alternos, y (I I I) alternancia de tiempos fuertes y débiles. Por ejemplo, el tetrémetro ydmbico masculino ruso de fos siglos xrx y xx puede repre- sentarse por medio de la fig. x; un modelo triédico parecido se halla en las formas inglesas correspondientes. Tres de los cinco tiempos no marcados estin faltos de acento de palabra en el verso yimbico de Shelley “Laugh with an inextinguishable laughter”. Siete de los dieciséis tiempos fuertes carecen de acento en Jz cuarteta siguiente, pertenecience a un poema de Pasternak “Zemlja” [‘La tie rra'], escrito en tetrémetro yémbico: I ilica xa panibréta S okénnice; podslepovitoj, T béloj né6éi i zakétu Ne razmindt'sja uw reki. Como la inmensa mayorfa de tiempos no marcados coinci- den con acentos de palabra, el oyente o lector de verso ruso espera con un alto grado de probabilidad encontrar un acen- to de palabra en cualquier silaba par de los versos yambicos, pero, ya desde el principio de ta cuarteta de Pasternak, la cuacta y, un pie més adelante, Ia sexta silaba, tanto en el verso primero como en el segundo, Io enfrentan a una ex- pectacién frustrada. El grado de una “frustracién” semejante ‘es més alto cuando el acento falta en un tiempo marcado fuerte y resulta especialmente notable cuando dos tiempos marcados sucesivos recaen sobre s{labas inacentuadas. La fal- 370 PoETica ta de acento de dos tiempos marcados adyacentes es menos probable y tanto més chocante cuando abarca todo un he- mistiquio como en el tltimo verso de este mismo poema: “Ctoby za gorodskéja granu” [stabyzogorackéju grén'ju]., La expectacién depende del trato dado a un tiempo marca. do determinado en el poema y, m&s generalmente, de la tra- dicién métrica existente. Pero el pentiltimo tiempo marcado puede hallarse inacentuado con més frecuencia que acentua- do. Asi, en este poema, sélo 17 de los 41 versos tienen acento de palabra en su sexta sflaba. Pero en tal caso la inercia de las sflabas pares acentuadas en altecnancia con las sflabas impares inacentuadas provoca la expectacién del acen- to incluso en la sexta sflaba del tetrémetro yémbico. Fue Edgar Allan Poe, poeta y tedrico de 1a anticipaciéa frustrada, quien estimé, con un enfoque métrico y psicolé- ico, el sentido humano de la satisfaccién ante lo inesperado ue surge de lo esperado, ninguno de los cuales puede pen- sarse sin su opuesto, “al igual que el mal no puede existir sin el bien”. Facil seria aplicar aquf la {6rmula de Robert Frost, entresacada de The figure a poem makes: “La figura ¢s la misma en cuanto al amor”. Los llamados desplazamientos de acento de palabra en las palabras polistlabas del tiempo marcado al no marcado (“pie invertido”), desconocidas por las formas tradicionales del ver- so Tuso, se dan con bastante frecuencia en la poesia inglesa después de una pausa métrica, sintictica, o ambas. Un ejem- plo notable lo hallamos en la variacién ritmica del mismo adjetivo en “Infinite wrath, and infinite despair” [‘Célera infinita y desespero infinito’] de Milton. En el verso “Nearer, my God, to Thee, nearer to Thee” [‘Més cerca de Ti, Dios ‘mio, més cerca de Ti’), la sflaba acentuada de una tmisssa pa- labra se da dos veces en tiempo no marcado, primero ‘A, Poe, *Marginalia", en Works (Nueva York 1857), vol. III. 38 R, Frost, Collected poemts (Nueva York 1939). Lingiitstica y poética 37 principio del verso y luego al principio de un segmento. Esta licencia, examinada por Jespersen, corriente en vatias lenguas, se puede explicar muy bien por medio de la fuerza articular de la relacién entre un tiempo no marcado y el iempo marcado inmediatamente anterior. Donde una pausa impide esta anterioridad inmediata, el tiempo no marcado se convierte en una especie de syllaba anceps. Ademés de las regias subyacentes a los rasgos obligatorios del verso, las reglas que gobiernan sus rasgos opcionales per- tenecen asimismo al metro. Nuestra tendencia es designar fenémenos como Ia inacentuacién en los tiempos marca- dos y Ia acentuacién en los tiempos no marcados como des- viaciones, pero hay que recordar que s¢ trata de oscilaciones toleradas, de alejamientos dentro de los limites de la ley. En tétminos de parlamentario britdnico, ditfamos que no se tra- ta de una oposicién a su majestad el metro, sino de su ma- jestad. Las infracciones a las leyes métricas, el examen de violaciones parecidas nos recuerda a Osip Brik, tal vez el nds sutil de los formalistas rusos, quien solfa decir que los conspiradotes politicos son juzgados y condenados sélo por haber fracasado en su tentativa de insurrecci6n violenta, ya que, si el golpe tiene éxito, son los conspiradores los que ejercen el papel de jueces y fiscales. Si las violeacias contra el metro llegan a atraigar, se convierten, a su vez, en reglas métricas. Lejos de ser un esquema abstracto, teérico, el metro—o, en vésminos més explicitos, el modelo de verso (verse de- sign)—esté subyacente en la estructura de cada verso—o, en terminologia légica, de cada ejemplo de verso (verse ins- tance). Modelo y ejemplo son conceptos correlativos. El mo- delo de verso determina los rasgos invariantes de los ejem- plos de verso y establece los limites de sus variaciones. Un 29 O. Jespersen, “Cause psychologique de quelques phénoménes de mécrique germanique’, en Psychologie du langoge (Patis 1933). 372 Poktica campesino serbio que recite poesia épica, memoriza, repite y, hasta cierto punto, improvisa miles y a veces decenas de miles de versos, y su metro esté vivo en su espfritu. Incapay de abstraer sus reglas, no por ello deja de percatarse de ellas y techaza Je mds mfnima infraccién a estas reglas. Cualquier verso épico serbio contiene precisamente diez sflabas y va seguido de una pausa sintéctica. Por lo demés, existe una linde de palabra obligatoria antes de la quinta sflaba y una ausencia de linde de palabra antes de las sflabas cuarta y dé. cima. Asimismo, el verso tiene unas caracterfsticas cuanti- tativas y acentuales significativas?* Este “corte” (break) épico serbio, juntamente con mu- chos més ejemplos similares presentados por la métrica com- patativa, sirven para prevenir de la identificacién, que es erronea, del corte con la pausa sintéctica. La linde de pa- abra obligatoria no tiene por qué combinarse con la pav- sa, ¥ ni siquieta esté pensada para ser percibida por el ofdo. EI anélisis de las canciones épicas serbias, grabadas en cinta magnetofénica, demuestran que no hay rastros audibles obli- gatotios del corte, y sin embargo el narrador condenaré de inmediato cualquier tentativa de supresidn de la Jinde de palabra antes de la quinta silaba con un cambio insignificante en el orden de las palabras. El hecho gramatical de que las sflabas cuarta y quinta pertenecen a dos unidades Iéxicas di- ferentes basta ya para la percepcién del corte. Asf, el pro- blema del modelo de verso difiere netamente de los proble- mas de simple forma fénica; es un fendmeno lingiiistico mucho més amplio y no se presta a un tratamiento fonético aislado. Digo “fenémeno lingiistico” aun a sabiendas de que Chat- man afirma que “el metro existe como on sistema fuera de la lengua”. Sin dada, también el metro aparece en otras 21 R, Jakabson, “Studies in comparative Slavic metrics", OSP IT (1932), 21-66. Cf, también, id., “Ober den Versbau der Serbokrout- ischen 'Volksepen*, ANPBE, VILIX (1933), 4453 Lingiiistica y poética 373 artes que se mueven en la secuencia temporal. Hay vatios problemas lingiifsticos—por ejemplo, 1a sintaxis—que asi- mismo traspasan los limites de la lengua y son comunes a vvatios sistemas semiéticos. Incluso podriamos hablar de la gramética de las sefales de tréfico. Existe un cédigo de se- ales segin el cual una luz amarilla junto con una verde anuncia que la circulacién estd a punto de ser impedida, y combinada con una roja anuncia la inminente cesacién de Jz prohibicién; pues bien, Ia seal amarilla nos da un ejemplo andlogo del aspecto completivo del verbo. El metro poético, no obstante, dispone de tantas peculiaridades intrinsecamen- te lingiifsticas que mejor serd describirlo desde un punto de vista puramente lingiifstico. Digamos de paso que ninguna propiedad lingiifstica de modelo de verso deberia pasarse por alto. Ast, por ejemplo, seria un lamentable error negar el valor constitutivo de la entonacién en ef metro inglés. Aun dejando de lado su papel fundamental en los metros de un maestro del verso libre in- glés como Whizman, imposible resulta ignorar la significa- cién métrica de la entonacién pausal (*juntura final”), ya sea “cadencia” 0 “anticadencia”,®* en poemas como The rape of the lock, que intencionadamente evita el encabalgamien- to de los versos. Pero ni siquiera una tremenda acumulacién de encabalgamientos ocultaré nunca su estatuto de vatiacién digtesivo; siempre pondrd de relieve la coincidencia de la pausa sintéctica y la entonacién pausal con el limite métrico. Sea cual fuere la lectura que el rapsode dé, fa constriccién entonacional del poema se mantendré. El contorno entona cional inherente a un poema, a un poeta, a una escuela poé- tica, es uno de los temas més interesantes discutidos por los formalistas rusos™ 22 S, Karcevskij, “Sur la phonologie de la phrase”, TCLP, IV (1931), 188-223, 28 B, Bjxenbaum, Melodike stixa (Leningrado 1922), y V. Zitmun- skij, Voprosy teort literatury (Leningrado 1928).

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